El arco la lira

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El arco
Julieta Paulos Jones
Club de Amigos de la Dialéctica
“La historia de la filosofía, lo mismo que la
del arte y la literatura no es –como creen los
historiadores burgueses- simplemente la historia de las ideas filosóficas o de las personalidades que las sustentan. Es el desarrollo de
las fuerzas productivas, el desarrollo social, el
desenvolvimiento de la lucha de clases”
Georg Lukács, El asalto a la razón
El objetivo de este artículo es analizar el tratamiento actual de la filosofía antigua, tomando como ejemplo el estudio de los filósofos
presocráticos Heráclito y Parménides llevado
a cabo por la cátedra de Graciela Marcos, de
la carrera de Filosofía de la UBA. Se afirma
allí una coincidencia entre estos dos filósofos,
sobre la base que ambos conciben el problema
de la totalidad. Sin embargo, parece dejarse de
lado una profunda divergencia: la dinámica
del universo. Es decir, cómo funciona esa totalidad ¿es estática o está en constante movimiento? Las diferencias en torno a este punto
nos parecen, en este caso centrales, porque, en
un caso, da origen al pensamiento idealista y
formal; en el otro, a la dialéctica materialista.
La presentación oficial
Heráclito y Parménides, quienes habrían vivido alrededor del año 500 A.C., han sido estudiados a lo largo de la historia de la filosofía
como representantes de dos tradiciones filosóficas opuestas, adjudicándosele al primero una
tesis movilista (dialéctica) y al segundo una
antidialéctica. Esto es considerado por Graciela Marcos una “lectura superficial” de los
autores. Por el contrario, propone que los dos
filósofos sostienen, en el fondo, lo mismo. En
este sentido, toma una línea regente titulada
“Ontología y lenguaje en el mundo griego antiguo”, a través de la cual va presentando a los
diferentes autores, por la vía de hacer entrar en
relación tres elementos: realidad, pensamiento
y lenguaje.
De acuerdo con estos ejes, presenta a la filosofía de Heráclito en tanto representante de la
noción de verdad como correspondencia, como
adecuación del pensamiento a lo real. Marcos
reconoce que la teoría no termina en el principio unificador bajo la verdad del Lógos. “El
mensaje, por ahora, es que todo es uno. [...]
La realidad está unificada pero, ¿cómo opera?
Opera armonizando opuestos”.1 Sin embargo,
dice finalmente, “Esa tensión entre opuestos,
esas fuerzas opuestas, que en realidad están
obligadas a mantener una cierta tensión, garantizan que haya unidad”.2 De esta manera,
Marcos afirma que la unidad (harmonía), concerniente a la unificación de realidad y lenguaje, es superior al devenir basado en la tensión
entre opuestos.3
Con respecto al segundo filósofo, Parménides, se señala que va a trazar, en primer lugar,
dos posibilidades en cuanto al conocimiento:
una vía de la verdad y otra, de las opiniones.
La primera está identificada con el ser, que es
siempre verdadero y persuasivo, pues acompaña a la verdad y no puede mezclarse con el
no-ser; y la segunda está identificada con el
no-ser, que es siempre no-ser y lleva a falsedad,
por lo cual es oscuro e incognoscible.
Ambas teorías filosóficas, presentadas desde el
eje cognitivo de la relación entre realidad, lenguaje y pensamiento, responden a la necesidad
de fundar un criterio de verdad que establezca
lo que es verdadero y lo que es falso. La cátedra se funda en esto para contraponerlas con
las filosofías relativistas posteriores (sofísticas)
en las que va a imperar la falta de criterio de
verdad. No se equivoca en este punto, puesto que efectivamente tanto Heráclito como
Parménides plantean un criterio de verdad
basado en una totalidad. Lo que nos interesa
discutir es su conclusión con respecto a la na-
Heráclito, Parménides y la negación de la dialéctica
la lira
turaleza de esa totalidad, es decir, ¿es correcto
afirmar que ambos filósofos dicen “en el fondo” lo mismo?
¿Dónde está la dialéctica?
el cambio, quedan proscriptos por
ser una amenaza contra los altos designios de la divinidad vengadora y
justiciera, que defiende los intereses
de los eupátridas.”8
Según Hegel, en Heráclito lo absoluto es la
unidad del ser y del no ser, a diferencia de Parménides, de la escuela de Elea:
Finalmente, también vincula las tesis
de ambos filósofos y las corresponde
con sus tradiciones:
“La verdad no es sino la unidad de lo contrapuesto, y, concretamente, de la pura contraposición del ser y el no ser; entre los eléatas,
por el contrario, nos encontrábamos con la
concepción abstracta de que sólo el ser es la
verdad. La frase de Heráclito la interpretamos nosotros así: lo absoluto es la unidad del
ser y del no ser […] La determinación más
precisa de este principio general es el devenir,
la verdad del ser; en cuanto que todo es y no
es, Heráclito ha expresado, al mismo tiempo,
que el todo es el devenir. De él forma parte
no sólo la generación, sino también la destrucción; ambas son, no simplemente para sí,
sino idénticas”4.
“Quizá nunca será posible dilucidar
el problema cronológico entre Parménides y Heráclito, pero es evidente que la visión del mundo que
tiene este último, dinámica y plástica a la vez, da una sensación de
plenitud que en vano se buscaría en
las fórmulas retóricas y plúmbeas de
su presunto contradictor. Y no obstante ambos reflejan una realidad
ajustada a su medio circundante y a las condiciones objetivas del desarrollo económico
y político logrado por el sector del mundo
griego al que cada uno perteneció. Pero Parménides, como Platón, y más tarde Kant, rehuye enfrentarse con la realidad concreta y se
refugia en la ilusión trascendental, en tanto
que Heráclito, como Hegel, sale al encuentro del futuro y adecua el método del pensamiento a la vida que fluye y se expande por
todas partes”9.
Este sentido señalado por Hegel se apoya en
los fragmentos de Heráclito que la cátedra
omite o a los que resta importancia. En su
análisis de los fragmentos de los filósofos presocráticos, Alfredo Llanos afirma que
“Heráclito es […] el sabio inspirado que ha
descubierto la íntima armonía del universo y del hombre consistente, en verdad, en
sus propias tensiones y oposiciones, que se
renuevan de continuo y que nunca dejarán
de existir. El movimiento simbolizado por el
fuego que actúa al unísono en el cosmos y en
el microcosmos y que sólo se somete al Lógos
o ley universal, es el principio y el fin de todas las cosas”.5
Llanos recurre al análisis de los fragmentos
de Heráclito que representan su pensamiento
dialéctico; de esta manera expresa que
“La materia, cuya esencia es fuego en devenir constante, sigue una ley implícita, el Lógos, que la mueve y la dirige sin que tenga
necesidad de ninguna otra energía externa
para subsistir, y es todo lo que constituye
el cosmos, según Heráclito. Esta interpretación surge con claridad del fragmento 30 que
dice: ‘Este mundo ordenado, que es el mismo
para todos, no fue creado por ninguno de los
dioses ni por los hombres sino que ha sido
siempre, es y será eterno fuego que se enciende y se apaga según medida’.
El núcleo de la dialéctica de Heráclito está
constituido por su descubrimiento de la armonía oculta, que ‘es más fuerte que la visible’ y que se manifiesta en las contradicciones
que se mantienen latentes. ‘Ellos no entienden
–expresa el fragmento 51- cómo lo que difiere
consigo mismo se mantiene en acuerdo: la armonía consiste en la tensión opuesta, al igual
que la del arco y la lira’”.6
Las razones de una omisión
La cátedra, si bien no se equivoca al afirmar
que Heráclito y Parménides formulan un criterio de verdad, inventa un problema: al enfocar la importancia en la totalidad que los iguala, hace omisión al contenido de la misma.
Esto es porque se subestima la contraposición
dialéctica-antidialéctica. De esta manera, hace
desaparecer la dialéctica de la discusión y omite lo que separa a Heráclito y Parménides en
términos filosóficos, políticos y económicos.
Parménides sostiene que el movimiento es sólo
aparente y que el universo es estático. Se opone, por lo tanto, al cambio. La pregunta entonces es qué clase social sostiene esta posición. Un
avance sobre esa respuesta, puede buscarse en el
trabajo de Alfredo Llanos. Según el autor, Parménides responde a los terratenientes. 10 Ellos
son la nobleza eupátrida (del griego eupatridai:
bien nacidos), aquellos que ostentan la propiedad de la tierra en forma hereditaria.11 Al poder de la herencia parece oponérsele el poder
de la riqueza, lo que Llanos llama “burguesía
mercantil”.12 Esta clase parece interesada por el
cambio y estos intereses parece expresar Heráclito, según nuestro autor. Efectivamente, las
reformas de Solón establecieron que el acceso a
la tierra estuviera determinado por la riqueza y
no por la herencia, lo que le valió la oposición
de los eupátridas.
Si la cátedra, por el contrario, diera lugar al
análisis de la dialéctica entre la teoría y la
praxis, es decir, de las relaciones sociales que
expresan las ideas y su intervención en la lucha
de clases, hubiera podido remediar su interpre-
tación de Heráclito y Parménides, atendiendo
al progresismo del primero y al conservadurismo del segundo.
En suma, la dificultad que se les presenta a estos intelectuales frente al estudio de la filosofía
radica, en primer lugar, en su lectura incorrecta, y en segundo lugar, en no poder superar su
limitación de clase objetiva que se expresa en
su tratamiento idealista de la filosofía. La cual
conlleva el olvido de que la armonía no es sino
la tensión del arco y la lira.
Notas
1
Marcos, Graciela: Filosofía Antigua, t. Nº 4, SIM
apuntes, 29/03/07, p. 10.
2
Ídem, t. Nº 4, p. 15.
3
Ídem, t. Nº 4, p. 18.
4
Hegel, G.: Lecciones sobre la historia de la filosofía,
Tomo I, FCE, México D.F., 2002, p. 262.
5
Llanos, Alfredo: Los presocráticos y sus fragmentos.
Desde los milesios hasta los sofistas del siglo V, Juárez
Editor, Bs. As., 1953, p. 103.
6
Idem, p. 36.
7
Ibidem, p. 104.
8
Ibidem, p. 135.
9
Ibidem, p. 37.
10
“las condiciones objetivas de la sociedad griega
del este revolucionado por la presencia de la mercancía dan cuenta exacta de la filosofía heraclítea.
De igual modo que el pensador de Éfeso condensa
en sus prietas fórmulas el movimiento y la vida de
una comunidad que rompió el estancamiento tribal, Parménides consagra, en cambio, los derechos
del ser inmutable con el que se identifican los terratenientes de la región del oeste helénico y en cuyo
racionalismo teológico se amparan los defensores
de los atributos de la divinidad”, Llanos, Alfredo:
Los presocráticos y sus fragmentos. Desde los milesios
hasta los sofistas del siglo V, Juárez Editor, Buenos
Aires, 1953, pp. 32-33.
11
Ste. Croix, G. E. M. de: La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Crítica, Barcelona, 1988, p. 332.
12
“La filosofía heraclítea configura el acmé que corona el desarrollo del ser concreto como devenir iniciado por Tales; es decir, según la posibilidad abierta por los investigadores mencionados, advertimos
que la dialéctica objetiva aparece como el proceso
ideológico cumplido y maduro de la clase mercantil
jonia.”, Llanos, Alfredo: op. cit, p. 32
Llanos identifica la filosofía de Heráclito con
“las más intensas contradicciones dialécticas a
que llegó la civilización jónica atrapada entre
las mallas de la categoría dineraria y la producción de mercancías […] el momento de ascenso de un sector social progresista frente al cual
[…] concentra su enfoque despiadadamente
objetivo y conceptualmente válido”7.
En oposición a la filosofía de Heráclito, afirma que
“la doctrina de Parménides […] tiende a
conceptuar y fijar la ideología de la clase conservadora, dueña de la tierra y del poder. Esta
situación queda sacralizada mediante un paralelismo religioso y jurídico. El ser eterno,
inmutable ha nacido al amparo de una jerarquía estatal alcanzada en ese momento; lo
que se opone al orden establecido, el devenir,
Julio / Agosto de 2007 El Aromo
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