PONENCIA: EL TEQUIO O FAENA ¿PRACTICA LEGAL O ILEGAL? Ricardo de Jesús Saldaña Arellano. Responsable del Programa Indígena de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla. México. De camino a la sierra encuentro a mi paso rostros cansados y sedientas quienes están quitando piedras y arbustos (chapeando) que invaden los caminos de terracería, pues con motivo de las lluvias ha habido derrumbes y es necesario moverlas del camino a fin de que los vehículos puedan transitar y llegar o al menos acercarse a sus comunidades; al platicar con uno de ellos, le pregunto cuanto le pagan por este trabajo, a lo que un poco confuso responde “nada” me mandaron aquí a cumplir mi faena. En estos casi seis años de estar a cargo del Programa Indígena de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla, me ha tocado recorrer gran parte de las comunidades de nuestras sierras, en donde al estar en estos lugares, uno se da cuenta de un sin fin de problemas y carencias que viven estas comunidades, las cuales siempre han estado perseguidas por la marginación, pobreza e injusticias. El presente articulo surge precisamente al descubrir que una nueva modalidad de conflicto que están enfrentando hoy en día las comunidades indígenas de las Sierras que conforman nuestro Estado, es en torno a la obligación o no de realizar las faenas. ¿Pero que es la faena? Primeramente es necesario identificar la práctica conocida como tequio, faena, fajina, gasona o mano vuelta a fin de tener una noción de la misma. “La faena o tequio es el trabajo colectivo que todo vecino del pueblo debe a su comunidad” Por ejemplo en la zona mixteca de Ayutla ocurre que una o dos veces al año, la mayoría de los hombres presta servicio haciendo limpieza de caminos o calles, en la construcción o mantenimiento de las escuelas, en la preparación de fiestas religiosas y en el arreglo de la comisaría y de la capilla,. Este trabajo viene siendo parte de la conservación y supervivencia de la comunidad. Como muchas tradiciones indígenas los orígenes de la faena o tequio se remotan a las primeras décadas de la dominación española, donde el tequio era un tributo que se pagaba en forma de faena o trabajo. Etimológicamente proviene de tequiotl, ejercicio de trabajo, o el trabajo mismo; derivado de tequita, trabajo, faena o tributo (diccionario de mexicanismos). Por lo que la faena, es el trabajo del pueblo no remunerable, en beneficio de la colectividad que realizan las persona indígenas, de manera voluntaria u obligatoria con cierta temporalidad o con motivo de alguna necesidad; son decididas por la comunidad o por sus autoridades formales o consuetudinarias y el no realizarlas tiene como consecuencia la imposición de ciertas sanciones sociales o jurídicas. ¿Obligatorio o Voluntario? La identificación del modo en el que la persona expresa su voluntad en relación con la faena o tequio permite deslindar los aspectos problemáticos en derecho. De esta manera si la persona participa en la toma de decisión, o bien acepta expresa o tácitamente llevar a cabo un tipo de servicios personales en beneficio de ciertas personas o de una colectividad (como se da en las asambleas generales) no existe, en principio, ningún impedimento constitucional o legal. La forma de expresión anterior no representaría contradicción entre el orden consuetudinario indígena y el derecho positivo. Pero que pasa en el caso de que un individuo no acepte el tequio o faena o, aún más, se oponga al mismo; aquí es donde se da realmente la problemática, ya que las autoridades locales se enfrentan entonces ante la disyuntiva de castigar a estas personas, con multas y días de cárcel, y ser ellos mismos denunciados por abuso de autoridad a la de permitir que haya quienes no cumplan con sus obligaciones de vecinos, por lo que se crea un debate entre la ley y la costumbre. Es entonces donde entran en juego una diversidad de consideraciones acerca de la licitud o ilicitud de tal practica y consecuentemente, las posturas encontradas entre quienes ven en tal caso la necesidad de incorporar al derecho positivo el reconocimiento de esa costumbre y quienes, desde la posición contraria, la ven como un caso típico de sacrificio indebido de los derechos del individuo frente a la comunidad. Para abordar la cuestión debe examinarse que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece una diversidad de regulaciones bajo las cuales pueden ser consideradas las actividades humanas; por ejemplo “la relación de trabajo” (de acuerdo al artículo 20 de la Ley Federal del Trabajo, se entiende por Relación de Trabajo, cualquiera que sea el acto que le dé origen, la prestación de un trabajo personal subordinada a una persona, mediante el pago de una salario). En cuanto a esto, encontramos el artículo 5 constitucional, que claramente señala: “Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales, sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la autoridad judicial” y el párrafo cuarto del mismo articulo menciona que en cuanto a “servicio” solo podrán ser obligatorios, en los términos que establezcan las leyes respectivas, el de las armas y los jurados, así como el desempeño de cargos consejiles y los de elección popular. Las funciones electorales y censales tendrán carácter obligatorio y gratuito, pero serán retribuidas aquellas que se realicen profesionalmente en los términos de esta Constitución y las leyes correspondientes. Los servicios profesionales de índole social serán obligatorios y retribuidos en los términos de la ley y con las excepciones que ésta señale. Por lo que se desprende de este último párrafo, tanto los “servicios públicos” personales como los “servicios profesionales de índole social” son obligaciones constitucionales y legales propias de una relación gobernante – gobernado, y no necesariamente remunerados. De acuerdo a lo anterior solamente estos y no otros serán constitucionalmente válidos; por otra parte, existe un ámbito delegado a la ley secundaria para que sea un ordenamiento de ese tipo que establezca los términos en los que serán retribuidas las actividades electorales y censales, así como las excepciones en los casos del servicio social. A los anteriores vasos agregaríamos también los de requisición administrativa de servicios personales cuando existen casos de urgencia, como por ejemplo epidemias de carácter grave o peligro de invasión de enfermedades exóticas en el país ; en estos casos la Secretaria de Salud podrá integrar brigadas especiales que actuarán bajo su dirección y responsabilidad, y tendrán entre otras atribuciones , encomendar a las autoridades federales, estatales y municipales, el desempeño de las actividades que estime necesarias y obtener para ese fin la participación de los particulares. Dado lo anterior, el carácter obligatorio y no necesariamente remunerado de los servicios, nos pondrían ante una especie de “tequio constitucional y legal”, ahora bien aplicándolo a la costumbre indígena, quedaría de la siguiente forma: a) Aquellas actividades coincidentes entre el tequio o faena y servicio público o social, esto es, cuando se trate de actividades relacionadas con jurados, cargos consejiles, de elección popular, electoral, censal y profesional y sanitaria que de acuerdo con la Ley sean “obligatorias y no remuneradas”. b) Aquellas actividades coincidentes entre la costumbre indígena y el servicio público o social, pero que de acuerdo con la Ley deban ser remunerados. c) Aquellas actividades comprendidas en el tequio; como son abrir zanjas para la introducción de los servicios municipales, mantenimiento de caminos, construcción de esuelas y casa de salud, desempeño de cargos como el de policías, mayordomos, entre otros. Pero que no son consideradas como servicios en la Constitución, estaríamos ante una costumbre que va en contra de las garantías individuales. ¿Es justificable la faena o tequio? Es necesario resaltar que cuando uno se encuentra en estas comunidades las cosas se ven de otra forma. El conocer que importancia tiene la vida en comunidad, el como se han organizado para poder salir adelante, ya que desgraciadamente muchas de estas comunidades por su misma lejanía se encuentran en el olvido y no van a estar esperando a que el gobernante cumpla su obligación, por su propia conveniencia ellos mismos se comprometen a trabajar por sus comunidades. Es cierto talvez para muchos de nosotros veamos como algo injusto realizar el tequio , pero en la cosmovisión indígena no puede verse así, ya que como lo dije anteriormente la gran mayoría esta de acuerdo en hacerla, tal y como lo escuchado en voz propia de la gente y su única molestia es que algunas personas de la misma comunidad se niegan a trabajar y piden por ello que se castigue a los “flojos”; incluso los mismos Presidentes Municipales permiten a las autoridades de los pueblos que sancionen a los “flojos” porque si les llaman la atención , entonces las autoridades locales les pedirán al municipio que envíen a las comunidades a gente asalariada para cumplir con el trabajo de los que no quieren hacerlo y pues no les “conviene”. Posible solución. Posiblemente para tratar de dar una solución al problema del tequio seria que a in de darle un fundamento jurídico, se hiciera la inclusión expresa del tequio como uno de los “servicios obligatorios y gratuitos”. Ya que no es posible ignorar que el tequio es una forma de hacer frente a necesidades colectivas para proveerse de bienes o servicios que trascienden el mero interés individual y que conducen a compartir las cargas. Ni la sociedad indígena ni cualquier otra sociedad pueden ignorar lo anterior, y cada una de ellas a encontrado su propia manera de enfrentarlos. Las cargas tributarias constituyen una forma típica de hacerlo, tal y como lo establece la Constitución, por lo que de alguna manera los contribuyentes queramos o no”trabajamos” para el fisco, beneficiándose de manera indirecta el Estado y la colectividad. La faena o tequio es, en cambio una actividad directa, ya que a partir de tal relación podría encontrarse una posibilidad amplia de combinaciones, por ejemplo, hacer frente a cierto tipo de contribuciones con servicios. Ahora bien que pasaría en caso de imponerse como una obligación el servicio del tequio. Podríamos enfrentar otro problema,¿solo los indígenas lo harían?; recordemos que el articulo 2 Constitucional establece que “la conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quienes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas” por lo que podría darse el caso de personas que nieguen esta identidad y sin embargo vivan en dichas comunidades. Como mencione anteriormente en las platicas y capacitaciones siempre sale a relucir el problema de la obligatoriedad de la faena , ya que como lo han expresado con molestia las autoridades de las comunidades , si nadie hace la faena por no ser obligatoria , ya que se estaría violando una garantía individual (artículo 5 Constitucional), entonces ninguna comunidad saldrá adelante y ya nadie querrá trabajar. Sin lugar a dudas se ha convertido en un problema para las autoridades tradicionales, ya que por un lado los presiona el pueblo y por otro, pueden verse involucrados en una queja por obligar a una persona a realizar su faena. Respecto a este tema el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que es el instrumento internacional sobre Pueblos Indígenas más importante, señala en sus artículos 8 y 11 que los pueblos tendrán derecho a conservar sus costumbres siempre y cuando no sean incompatibles con los derechos fundamentales definidos por el sistema jurídico nacional y que la ley deberá prohibir y sancionar la imposición a miembros de los pueblos interesados en servicios personales obligatorios de cualquier índole, remunerados o no, excepto los casos previstos por la ley para todos los ciudadanos. Lo que conviene señalar es que la faena o tequio, corresponde a una practica que obedece a una cosmovisión, a una forma o formas especificas de entender la relación entre el individuo y la comunidad, entre el hombre y la naturaleza, que nos pueden explicar tal forma de organización social; por lo que es importante analizar esta situación, ya que supuestamente es ilegal obligar a las personas hacerlo, pero sin embargo esta práctica la realizan la mayoría de las comunidades indígenas de nuestro país, por lo que seria mejor de una vez invitar a nuestro diputados que se pongan a analizar esta problemática, “consultando” obviamente a estas comunidades, sobre la conveniencia de legalizar o no la famosa faena. FUENTES DE INFORMACION • CONSTITUCION POLITICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. • EL CONVENIO 169 DE LA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO. • ORDEN JURIDICO Y CONTROL SOCIAL DIEGO ITURRALDE.