¿EXISTE EL LIMBO? EL CASO DE LOS SOLICITANTES DE ASILO QUE REPRESENTAN UNA AMENAZA PARA LA COMUNIDAD. Irene Claro Quintáns [email protected] RESUMEN Desde hace unos años ha surgido la necesidad de plantearse el futuro de aquellas personas que, en los Estados miembros de la Unión Europea, representan una amenaza o peligro para la comunidad pero no pueden ser trasladadas a su país de origen sin vulnerar la prohibición de ser sometidas a tortura o a tratos inhumanos o degradantes. Cuando se trata además de solicitantes de asilo que han sido rechazados cabe plantearse la posibilidad de que exista, en principio, un riesgo real para su vida o libertad. El objetivo de esta comunicación es examinar las salidas a esa situación teniendo en cuenta la influencia del Consejo de Europa. Para ello buscaremos las respuestas a estas preguntas a partir del análisis de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y su interpretación del Convenio Europeo de Derechos Humanos: ¿Qué sucede si una persona representa una amenaza para la comunidad o para la seguridad nacional, quizás por ser un presunto terrorista? ¿Se pueden ofrecer garantías por parte del Estado de origen de que no va a llevar a cabo actos contrarios al artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos? ¿Son garantías suficientes? Por último, y a modo de conclusión ¿existen excepciones a la prohibición de torturar? PALABRAS CLAVE: Tortura; terrorismo; “garantías diplomáticas”; Tribunal Europeo de Derechos Humanos; Convenio Europeo de Derechos Humanos; orden público y seguridad interior. ABSTRACT The European Convention on Human Rights (ECHR or European Convention) has established a prohibition to return a person to a country where he or she fears torture, inhuman or degrading treatment. The European Court of Human Rights (Court of Strasbourg or ECtHR) has ruled that this prohibition is absolute. Nevertheless, for instance European States resort to “diplomatic assurances” to facilitate the removal of non-nationals to third countries which does not normally respect human rights. Another exception could be the conduct of the person concerned, when he/she represents a threat to public order or internal security. This text examines whether these exceptions to the prohibition of torture are admissible. For this purpose, special attention will be paid to recent contributions of the Court of Strasbourg. Its case law has been progressively giving shape to the prohibition against torture. KEY WORDS: Torture; diplomatic assurances; European Court of Human Rights; European Convention on Human Rights; public order or internal security. 1 1. EL PANORAMA EUROPEO La creación del Sistema Europeo Común de Asilo se basa en un procedimiento común y en un estatuto uniforme de asilo y se asienta sobre dos pilares básicos: la Convención de Ginebra sobre el estatuto de refugiado firmada en 1951 y el principio de non refoulement, establecido en el artículo 33 de la citada Convención. Este último prohíbe a los Estados poner a un refugiado en las fronteras de un territorio donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opinión política. Sin embargo, la prohibición no es absoluta. El apartado segundo prevé la excepción de la posibilidad de invocar este beneficio cuando se considera por razones fundadas que la persona representa un peligro para la seguridad del país o, si fue objeto de una condena definitiva por un delito particularmente grave, constituye una amenaza para la comunidad1. De este modo, los solicitantes de asilo no encuentran un ámbito de protección absoluta frente al riesgo de devolución. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 la jurisprudencia española parece hacerse eco de estas normas y ha denegado el derecho de asilo al existir razones fundadas de ser un peligro para la seguridad nacional2. En este sentido, la reciente sentencia de la Audiencia Nacional de 30 de enero de 2012 desestima el recurso contra la denegación de asilo y protección subsidiaria de Mohamed Zahar y en su pronunciamiento parece olvidar –salvo el voto particular- la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH o Tribunal de Estrasburgo) sobre la prohibición de tortura y tratos o penas inhumanos o degradantes3. Además de aplicar la causa de exclusión que consiste en la condena por delito grave, a la demanda de respetar el principio de non refoulement opone la excepción de constituir una amenaza o peligro para la seguridad nacional, prevista en el apartado segundo del artículo 33 de la Convención de Ginebra de 1951. En un extremo opuesto, sin embargo, se encuentra la jurisprudencia de los tribunales de Luxemburgo y Estrasburgo. Durante los últimos años el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha empezado lentamente a dictar sentencias que permiten configurar el futuro Sistema Europeo Común de Asilo. Una de las cuestiones polémicas se refiere, sin duda, a la exclusión del estatuto de refugiado cuando concurren las causas previstas en las Directivas comunitarias4. Así, el 9 de noviembre de 2010 el Tribunal de Luxemburgo, reunido en Gran Sala, dicta una sentencia que establece cómo deben 1 Estos motivos desempeñan también un papel importante en el ámbito de las causas de exclusión del estatuto de refugiado. Véase artículo 1(F) de la Convención de Ginebra de 1951. 2 A modo de ejemplo, véanse las sentencias del Tribunal Supremo de 30 de octubre de 2009 RC 760/2006 y RC 3969/2005. En ambos casos existen un informe singular y razonado del Centro Nacional de Inteligencia y un Auto con fecha de 18 de noviembre de 2001 dictado por un Juzgado Central de Instrucción, en los que se explica y afirma la ideología extremista de la organización tunecina An Nahda y su vinculación con Al Qaeda, así como las actividades de las personas en ella involucrada. 3 Se trata de un nacional sirio que ha sido condenado en España a prisión por el delito de pertenencia a una organización terrorista, ya que había estado en un campo de entrenamiento de muyaidines en Bosnia. Mohamed Zahar alega un temor de ser torturado si es devuelto a Siria en la actualidad. Además de aportar informes de Amnistía Internacional que recogen la grave situación de Siria, el ACNUR apoya su demanda de asilo. 4 Véanse la Directiva 2004/83/CE del Consejo, de 29 de abril de 2004, por la que se establecen normas mínimas relativas a los requisitos para el reconocimiento y el estatuto de nacionales de terceros países o apátridas como refugiados o personas que necesitan otro tipo de protección internacional y al contenido de la protección concedida y la Directiva 2011/95/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 13 de diciembre de 2011, por la que se establecen normas relativas a los requisitos para el reconocimiento de nacionales de terceros países o apátridas como beneficiarios de protección internacional, a un estatuto uniforme para los refugiados o para las personas con derecho a protección subsidiaria y al contenido de la protección concedida. 2 interpretarse dos causas que excluyen el estatuto de refugiado cuando el solicitante ha pertenecido a una organización terrorista incluida en la lista de la UE5. De acuerdo con su interpretación, el hecho de haber pertenecido a una de las organizaciones incluidas en la citada lista (como, por ejemplo, las FARC, AUC, Hamas, LTTE o PKK) no supone la aplicación automática de las causas de exclusión que se refieren a la comisión de un "un delito grave común" o "actos contrarios a las finalidades y a los principios de las Naciones Unidas”6. Por otro lado, a pesar de que el Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950 (CEDH o Convenio de Roma de 1950) no establece el derecho de asilo, ciertas disposiciones del mismo han influido en la situación de los solicitantes de asilo. Tanto la doctrina como las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos han permitido establecer el carácter absoluto de la prohibición de la tortura a partir de su interpretación del artículo 3 del CEDH7. Esta protección comprende también a las personas que son trasladadas o devueltas a un tercer país y ha afectado de manera llamativa a muchos solicitantes de asilo que han visto denegadas sus demandas de protección internacional. 2. LA PROTECCIÓN DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS La prohibición de la tortura constituye un pilar básico de la protección de los derechos humanos. Se trata de una norma imperativa de Derecho internacional General o norma de ius cogens que, de acuerdo con el artículo 53 de la Convención de Viena de 1969 sobre Derecho de los Tratados, es aceptada por la Comunidad Internacional en su conjunto y no admite pacto en contrario. Además, será nulo cualquier tratado contrario a la misma (Nagan y Arkins, 2001: 88). La tortura constituye un atentado contra la dignidad de la persona. Por eso su prohibición se ha convertido en un valor esencial de las sociedades democráticas y se ha configurado como una prohibición absoluta, tanto porque no admite ponderación con otros bienes o derechos, como porque es independiente de la conducta de las personas afectadas. El Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, de 4 de noviembre de 1950 se ha transformado en una suerte de instrumento constitucional del orden público europeo. Durante más de 40 años el TEDH se ha enfrentado a la onerosa tarea de buscar el equilibrio entre la legítima necesidad de los Estados de preservar la seguridad interior y los derechos fundamentales de las personas. El panorama de las amenazas terroristas ha cambiado desde los años 60 y 70, cuando el Tribunal empieza a asumir esa tarea. Al ocupar la lucha contra el terrorismo uno de los primeros puestos en la agenda política internacional, la seguridad de los Estados pasa a un primer plano. La consecuencia inmediata ha sido situar a los extranjeros (inmigrantes, solicitantes de asilo o refugiados) en el punto de mira de los Estados. Los ataques terroristas desde el año 2001 proporcionaron una excusa a los países occidentales para adoptar restricciones a las políticas de inmigración y asilo (Sitaropoulos, 2007: 86). 5 Posición Común del Consejo 2001/931/PESC, de 27 de diciembre de 2001, sobre la aplicación de medidas específicas de lucha contra el terrorismo (DOCE L 344/93), actualizada por la Decisión 2010/386/PESC del Consejo, de 12 de julio de 2010, (DOUE L 178/28) por la que se actualiza la lista de personas, grupos y entidades a los que se aplican los artículos 2, 3, y 4 de la Posición Común 2001/931/PESC sobre la aplicación de medidas específicas de lucha contra el terrorismo. 6 Vid. artículo 12.2 (b) y (c) de la Directiva 2004/83/CE del Consejo, de 29 de abril de 2004. 7 El artículo 3 del CEDH establece que: “Nadie podrá ser sometido a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes”. Véanse, entre otras, las sentencias del TEDH de Saadi contra Italia, de 28 de febrero de 2008; Ryabikin contra Rusia, de 19 de junio de 2008; Muminov contra Rusia, de 11 de diciembre de 2008. 3 La protección del artículo 3 del CEDH representa uno de los valores fundamentales de una sociedad democrática. Su naturaleza absoluta e inderogable constituye su mejor seña de identidad. Así lo ha dispuesto el propio Tribunal de Estrasburgo en el famoso caso Chahal contra Reino Unido8, que constituye la primera gran batalla entre la legítima defensa de los intereses estatales en materia de seguridad nacional y lucha contra el terrorismo y, en el otro extremo, la protección efectiva de los derechos humanos. A partir sobre todo del paradigmático asunto Chahal, el Tribunal de Estrasburgo exige dos requisitos para aplicar el artículo 3 del CEDH en los casos de expulsión de un extranjero a un tercer país. En primer lugar, un riesgo real de sufrir torturas o tratos inhumanos o degradantes. La existencia de este riesgo debe valorarse en el momento en el que se examina, siempre que la orden de traslado no haya sido ejecutada todavía. El pragmatismo habitual del Tribunal de Estrasburgo impone un análisis menos riguroso si el demandante ha sido expulsado o deportado. Así, si la orden se ejecuta antes de que la Corte conozca el asunto, el momento temporal que ha de valorarse es el del traslado efectivo. En segundo lugar, la aparición de motivos fundados para creer que existe el riesgo mencionado. En este caso es el carácter absoluto de la protección del artículo 3 del CEDH el que exige mayor precisión en su análisis. El estudio de la numerosa jurisprudencia sobre la materia permite resumir las condiciones básicas para apreciar que concurren motivos fundados. Junto a los informes de diferentes organizaciones (Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Departamento de Estado de EEUU o Naciones Unidas) se valora la concesión de las famosas “garantías diplomáticas”, que serán objeto de comentario en otro epígrafe de este texto. Además se presta atención al perfil político de la persona, porque si participa en actividades contrarias a los intereses de un Estado de destino caracterizado por sus problemas persistentes con violaciones de derechos humanos, mayor será el riesgo de sufrir un trato contrario al artículo 3 del CEDH. En este sentido, en el asunto Chamaïev y otros contra Georgia y Rusia la ausencia de un elevado nivel de implicación política debilita su solicitud9. Por último, en determinados casos el riesgo de ser condenado a la pena de muerte en el Estado de destino puede constituir un motivo fundado. A pesar de que el artículo 3 del Convenio no prohíbe la pena de muerte, éste puede comprender las demás circunstancias que rodean a la pena capital. Entre ellas, la forma en que se pronuncia la condena a pena de muerte o se aplica; la proporcionalidad con la gravedad del delito; las condiciones de detención en el llamado “corredor o pasillo de la muerte”, y la actitud de los Estados Parte en el Convenio de Roma de 1950 hacia la pena de muerte o la edad del detenido10. 3. “POR MUY INDESEABLE O PELIGROSA QUE SEA”: LA CONDUCTA DE LA PERSONA Y LA PROHIBICIÓN DE TORTURA. La protección que proporciona el artículo 3 del CEDH frente al riesgo de tortura es absoluta, independiente de la posible conducta de la persona11. Por muy indeseable o 8 Sentencia del TEDH de 15 de noviembre de 1996, para. 79. A pesar de ello, la Corte consideró que se había producido una violación del citado artículo en once de los demandantes, chechenos rusos que iban a ser deportados desde Georgia a Rusia. Sentencia del TEDH de 12 de abril de 2005, para. 351. En sentido contrario, en el asunto Venkadajalasarma contra Holanda – sentencia de 17 de febrero de 2004-, el Tribunal de Estrasburgo consideró, tras examinar las actividades que realizaba el demandante (acusado de pertenecer a los Tigres Tamiles), que su expulsión no violaba el artículo 3 del CEDH. 10 Asunto Soering contra Reino Unido, sentencia del TEDH de 7 de julio de 1989, para. 104. 11 Esta afirmación, resultado de la jurisprudencia del TEDH, ha influido en acuerdos posteriores del Consejo de Europa como, por ejemplo, en la Convención Europea de Prevención del Terrorismo de 2005. 9 4 peligrosa que sea la conducta o comportamiento de la persona, no puede tenerse en cuenta para eludir la protección garantizada en el artículo 3 del CEDH. La protección de este artículo es más amplia que la proporcionada por los artículos 32 y 33 de la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de Refugiado, ya que no tiene en cuenta las posibles actividades de la persona afectada, por muy peligrosas que puedan ser. Aunque se rechace la solicitud de asilo la protección de este artículo es más amplia que la proporcionada por los artículos 32 y 33 de la Convención de Ginebra de 1951. No se puede buscar el equilibrio entre dos valores como el riesgo de sufrir un daño si es extraditado y el peligro que representa para la comunidad si permanece en ese país. Las nociones de riesgo y peligro deben valorarse de forma independiente. La Convención de Roma de 1950 se crea para proteger derechos reales y efectivos, no hipotéticos o utópicos. El juicio sobre la peligrosidad que representa esa persona no reduce ni altera el riesgo de ser torturado o de sufrir tratos inhumanos o degradantes en el país de destino. Así lo establece el TEDH en el asunto Muminov contra Rusia12. En este caso se trata también de un solicitante de asilo acusado de pertenecer a un grupo terrorista en Uzbekistán (una organización islámica llamada Hizb ut-Tahrir13) prohibida en Rusia, país en el que se encuentra y pide asilo. Rusia rechaza su demanda sin examinar el fondo de la solicitud y alegando que se trata de un “inmigrante económico”. Muminov alega ser un refugiado “sur place”, esto es, un extranjero cuyos temores de ser perseguido nacen después de marcharse de su país. Teme ser torturado por las autoridades uzbekas para que admita su participación en las actividades terroristas de Hizb ut-Tahrir. Uzbkistán pide su extradición y, aunque no se dan “garantías diplomáticas”, se asegura a las autoridades rusas que no será traslado a otro Estado sin el consentimiento de Rusia, ni perseguido, acusado o castigado por un delito cometido antes de su extradición y por el que ésta no se hubiera concedido. Asimismo, se garantiza que una vez cumpla la condena en Uzbekistán podrá abandonar el país. En la sentencia, dictada después de la expulsión a Uzbekistán, el TEDH decide por unanimidad que se ha producido una violación del artículo 3 del CEDH. El Tribunal llega a esta conclusión tras examinar si existe un riesgo real de que esa persona sufra en Uzbekistán un tratamiento prohibido por el artículo 3 del CEDH, tal como alega el demandante, y lo hace a la luz de la jurisprudencia sentada por la sentencia de Saadi contra Italia14, dictada apenas unos meses antes. Para ello tiene en cuenta, entre otros, los informes de Naciones Unidas sobre el país. El demandante alega que forma parte de un grupo que está sistemáticamente expuesto al riesgo de tortura. La protección del artículo 3 del CEDH se aplica de forma automática si se demuestra la pertenencia a ese grupo además de las razones fundadas para creer que se realizan dichas prácticas. El Tribunal no exigirá al demandante que aporte motivos particulares o especiales si eso significa convertir en ilusoria la protección del artículo 3 del CEDH15. Ante el riesgo de sufrir tortura o tratos inhumanos o degradantes tolerados por las autoridades del país de destino, no es suficiente para garantizar la adecuada protección que éste haya aprobado normas internas o ratificado tratados internacionales de derechos humanos. No se ha aportado ninguna prueba que demuestre un cambio o mejora respecto al riesgo de padecer tortura en Uzbekistán16. En el asunto Ryabikin contra Rusia el Tribunal continúa en la línea mencionada y no examina la responsabilidad del país de destino (Turkmenistán) ya que no es Parte en el CEDH. Su función es decidir si se atribuye responsabilidad a Rusia, Estado que extradita, por llevar a cabo una acción que tiene como efecto directo situar al 12 Muminov contra Rusia, sentencia del TEDH de 11 de diciembre de 2008, para. 89. Se utiliza el término islamista o islámico para calificar a determinadas organizaciones terroristas ya que es ésta la terminología empleada en general por las sentencias y documentados citados. No obstante, la autora es consciente de que supone un gran error identificar Islam con terrorismo. 14 Sentencia del TEDH de 28 de febrero de 2008. 15 Muminov contra Rusia, sentencia del TEDH de 11 de diciembre de 2008, para. 95. 16 Muminov contra Rusia, sentencia del TEDH de 11 de diciembre de 2008, para. 96. 13 5 demandante ante el riesgo real de ser torturado o de sufrir malos tratos. Es decir, de recibir un trato contrario al artículo 3 del CEDH17. La carga de la prueba de ese riesgo recae en principio sobre el demandante. En este juicio el TEDH valora no sólo los elementos de prueba presentados por las partes, sino también aquel material que reúne por sí misma (por ejemplo, informes de Amnistía Internacional, del Departamento de Estado de EE.UU. o de otras organizaciones independientes de protección de los derechos humanos). Debe asimismo examinar cuáles son las consecuencias previsibles de la extradición o traslado del demandante teniendo en cuenta tanto las circunstancias generales del país de destino, como las personales del demandante. El TEDH concluyó por unanimidad que la extradición del demandante a Turkmenistán por las autoridades rusas constituiría una violación del artículo 3 del CEDH. La protección absoluta que supone el artículo 3 del CEDH frente al riesgo de tortura ampara a los solicitantes de asilo -rechazados o no- que son trasladados a un Estado miembro de la UE por aplicación de las normas de derecho comunitario. La presunción de ser países seguros admite prueba en contrario. Así, al Tribunal de Estrasburgo le corresponde examinar si existe en el Estado miembro de destino el riesgo para el demandante de ser devuelto a su país de origen o a un tercer país en los que podría producirse un acto contrario al artículo 3 del CEDH. Asimismo, a pesar de que los Estados pueden establecer requisitos procesales para la admisión de las solicitudes de asilo, su aplicación de forma automática y mecánica puede resultar contraria a la protección de los derechos fundamentales establecida en el artículo 3 del CEDH. Además el Estado miembro que envía no puede evitar su responsabilidad respecto al trato que reciba el demandante, aunque el Estado miembro que acepta la entrega se convierta sólo un país de tránsito hacia un tercer Estado en donde pueda correr el riesgo de sufrir un trato contrario al artículo 3 del CEDH18 (Moreno-Lax, 2012: 17-19). LAS “GARANTÍAS DIPLOMÁTICAS”, EFECTIVA FRENTE AL RIESGO DE TORTURA? 4. ¿PROTECCIÓN Ante la prohibición absoluta de la tortura y los tratos inhumanos o degradantes los Estados han generalizado el uso de las llamadas “garantías diplomáticas”. Se trata de acuerdos, normalmente bilaterales, que pretenden garantizar que una persona que tiene que ser traslada a otro país no será sometida a tortura o malos tratos. La Convención Europea de Prevención del Terrorismo, de 2005, excluye en el artículo 21(2) de la extradición a las personas que tienen el riesgo de ser sometidas a tortura o tratos inhumanos o degradantes en el Estado que pide la extradición. Sin embargo, esta regla admite excepciones si el Estado que pide la extradición ofrece “garantías suficientes” (“sufficient assurance”) de que no se impondrá la pena de muerte ni una condena de cadena perpetúa sin posibilidad de obtener la libertad condicional. Por otro lado, el Comité de Naciones Unidas contra la Tortura no se opone a que los Estados otorguen “garantías diplomáticas” en los asuntos de expulsión de extranjeros. Sin embargo, cuando no establecen un mecanismo que asegure su cumplimiento considera que no son suficientes para proteger al individuo contra el riesgo manifiesto de ser torturado19. De ahí que haya criticado la ausencia de un mecanismo de control para verificar el respeto a las garantías otorgadas por el Gobierno del país de destino. 17 Ryabikin contra Rusia, sentencia del TEDH de 19 de junio de 2008, para. 110. Véanse KRS contra Reino Unido, sentencia del TEDH de 2 de diciembre de 2008 y MSS contra Bélgica y Grecia, sentencia de 21 de enero de 2011. 19 Agiza c. Suecia, Comunicación del Comité contra la Tortura No. 233/2003, U.N. Doc. CAT/C/34/D/233/2003, de 20 de mayo de 2003, para. 13.4. 18 6 En cuanto al TEDH, señala que aunque se hubieran proporcionado estas garantías, su concesión no extingue la obligación del país que extradita o expulsa de examinar si, en su aplicación práctica, representan una garantía suficiente de que el solicitante estará protegido contra el riesgo de recibir un trato prohibido por la Convención. Ese Estado debe valorarlas teniendo en cuenta las circunstancias del momento en el que lleva a cabo ese juicio20. En función de las circunstancias, la Corte de Estrasburgo duda acerca del valor que puedan tener las supuestas garantías de que no va a ser torturado otorgadas por las autoridades turkmenas, puesto que no hay medios objetivos de control de su cumplimiento. A esto añade el Tribunal que no son suficientes las “garantías diplomáticas” para asegurar la protección frente a la violación del artículo 3 del CEDH cuando existen fuentes fiables que informan sobre la realización de prácticas contrarias a la CEDH en el país de destino21. Las “garantías diplomáticas” contienen una contradicción ya que si no existiera la sospecha de que en un Estado se practicase la tortura -por ejemplo, en sus centros de detención- el Estado que quiere proceder al traslado o expulsión no pediría esas garantías al Estado de destino. Es decir, con las “garantías diplomáticas” se pretende proteger a una persona en un contexto en el que existen dudas o sospechas razonables (quizás incluso certezas) de que se practican torturas o malos tratos (Fornari, 2007: 398). La Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas en su Informe de febrero de 2006 establece la licitud de las “garantías diplomáticas” sólo bajo determinadas condiciones. En primer lugar, debe suprimirse cualquier posible duda acerca del riesgo de tortura por parte del Estado de destino. En segundo lugar, antes de proceder al traslado de la persona tiene que existir un mecanismo de control efectivo acordado entre el Estado que expulsa y el que recibe22. Sin embargo, tanto la tortura como los malos tratos normalmente se producen también en secreto. Ese secretismo se une a la habitual negativa de los gobiernos o autoridades implicadas, reticentes normalmente a reconocer que se producen semejantes prácticas bajo su jurisdicción (suponiendo que no las fomenten o toleren). Estas mismas autoridades no se mostrarán partidarias de someterse a mecanismos de control que entiendan como una injerencia en sus asuntos por parte de los demás Estados y como una manera de admitir que han violado obligaciones internacionales. Además, las víctimas suelen tener dificultades para expresar sus sufrimientos, en parte por temor a futuras represalias. De este modo parece poco probable que un mecanismo de vigilancia, establecido para prevenir la tortura y los malos tratos, pueda tener los efectos deseados, si realmente se produce la entrega de la persona al Estado que la ha solicitado, y sea una garantía efectiva contra la tortura (Fornari, 2007: 406). No sólo las pruebas prácticas o empíricas -de las que es buen botón de muestra la jurisprudencia del TEDH- sino también el sentido común ponen de relieve la ineficacia e inutilidad en la práctica de las “garantías diplomáticas” para asegurar el respeto a la prohibición de la tortura y de los malos tratos. Cuando se necesitan estas garantías existe claramente este riesgo y en ello radica precisamente la debilidad inherente a la práctica de esta institución. Si se considera el carácter absoluto de la prohibición de tortura o tratos inhumanos o degradantes, siempre que exista riesgo, las garantías no pueden ser suficientes para permitir el traslado o expulsión. ¿Qué credibilidad puede tener un gobierno a quien, precisamente porque se duda de su respeto de los derechos humanos, se le exigen garantías de que en un caso concreto no va a proceder como se sospecha que lo hace habitualmente? 20 Muminov contra Rusia, sentencia del TEDH de 11 de diciembre de 2008, para. 97. Ryabikin contra Rusia, sentencia del TEDH de 19 de junio de 2008, para. 119. 22 Informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, UN Doc.E/CN.4/2006/94, 16 de febrero de 2006. 21 7 5. CONCLUSIONES Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) quisieron en 1997 convertirse en un “Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia” con la reforma del Tratado de Ámsterdam. Sin embargo, la nueva construcción se tambaleó por la fuerza de la onda expansiva de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Los terribles sucesos que traen a la memoria, entre otros, los del 11 de marzo de 2004 en Madrid, hacen temer un recorte drástico de la justicia y de la libertad frente a la seguridad interior, que parece convertirse en la base de la futura fortaleza europea. Ante la llamada “guerra contra el terror” la seguridad prevalece sobre las garantías de los derechos y libertades fundamentales y parece imponerse a los otros elementos del “Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia”. La libertad y la justicia corren el riesgo de convertirse en convidados de piedra en el ámbito de la Unión Europea. El mecanismo de protección de los derechos fundamentales establecido por la Convención de Roma de 1950 ha demostrado, gracias a la labor del Tribunal de Estrasburgo, ser suficientemente flexible para compaginar los distintos intereses en juego. Así, se mueve en la búsqueda de un equilibrio entre los intereses de los Estados Parte y la protección efectiva de los derechos y libertades fundamentales. Tanto la doctrina como las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos han permitido establecer el carácter absoluto de la prohibición de la tortura, que supone proteger también a las personas que son trasladadas o devueltas a un tercer país. No obstante, surge la pregunta de si cabe una excepción a la prohibición de ser sometido a tortura o a tratos inhumanos o degradantes. En esta comunicación se aporta un breve análisis de las dos posibles excepciones a la prohibición de la tortura: la conducta de la persona afectada y las llamadas “garantías diplomáticas”. Sin embargo, ninguna resulta eficaz, hoy en día, para excluir el carácter absoluto de la protección de la dignidad de la persona. BIBLIOGRAFÍA FORNARI, M. (2007) “Garantías diplomáticas y lucha contra el terrorismo internacional” Anuario Español de Derecho Internacional, 23, pp. 389-406. MORENO-LAX, V. (2012) “Dismantling the Dublin System: M.S.S. v. Belgium and Greece” European Journal of Migration and Law, 14, 1-31. NAGAN, W.P. Y ARKINS, L. (2001) “The International Law of Torture: From Universal Proscription to Effective Application and Enforcement” Harvard Human Rights Journal, 14, pp. 87-121. SITAROPOULOS, N. (2007) “The Role and Limits of the European Court of Human Rights in Supervising State Security and Anti-terrorism Measures Affecting Aliens’ Rights” en Terrorism and The Foreigner, A. Baldaccini and E. Guild (eds.), Martinus Nijhoff Publishers, The Netherlands, pp. 85-120. 8