CONSULTORIO LABORAL MIGUEL ÁNGEL MORCILLO, Abogado y Consejero de Lex, Centro de Asesores Técnico-Jurídicos, S.A. CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE CONCRECIÓN DE LA CARTA DE DESPIDO U na empresa ha procedido al despido de una trabajadora consignando en la carta como causa de su decisión la “necesidad objetivamente acreditada de amortizar su puesto de trabajo”, es decir, reproduciendo literalmente la expresión que utiliza el Estatuto de los Trabajadores para definir esta clase de despido, que comporta, de ser procedente, una menor indemnización. La carta no explica nada más y, además, la empresa no ha puesto efectivamente a disposición de la trabajadora el importe de la indemnización. En el acto de conciliación, la empresa reconoce la nulidad del despido y ofrece la readmisión de la trabajadora pero ésta se niega al entender que ha existido una vulneración de derechos fundamentales pues, para colmo, estaba embarazada cuando se produjo el despido. Realmente no es fácil acumular tantos errores en la actuación de la empresa y el asunto no presenta grandes posibilidades de solución. Pero la sola exposición de esos errores es suficiente lección para tener claro lo que no hay que hacer en un despido. La carta de despido pretende llevar a cabo la extinción del contrato de trabajo buscando el amparo legal ofrecido por los artículos 52 y 53 del Estatuto de los Trabajadores, es decir, los que regulan el llamado despido por causas objetivas, pese a que, fi- Capital Humano 130 nalmente, la Empresa dice poner a disposición de la trabajadora la indemnización prevista para un despido improcedente, aunque, en realidad, no lo hace. Lo cierto es que la calificación jurídica del mismo es la nulidad. La nulidad del despido es consecuencia directa del hecho de la falta de puesta a disposición de la indemnización. En la carta de despido se afirma lo siguiente: “Pongo a su disposición el importe de ... euros, correspondiente a la indemnización legal de 45 días por año de servicio”. Sin embargo, no es cierto que se haya hecho por la empresa la imprescindible puesta a disposición efectiva de la indemnización prevista en el artículo 53 del Estatuto de los Trabajadores ya que, ni en el momento de la notificación, que se produjo por medio de correo ordinario, ni en la fecha de efectos del despido, le ha sido entregada cantidad alguna. Este defecto tiene carácter insubsanable por lo que no basta con que, después del despido, se trate de pagar el importe de la indemnización. Además, el despido sería improcedente por la falta de concreción de las causas por las que se extingue el contrato de trabajo. La comunicación empresarial afirma que existe la “necesidad de amorti- zar su puesto de trabajo por concurrir causas económicas que lo justifican”, sin más. No se hace constar el origen de la pretendida causa económica, o si existe alguna situación negativa en la empresa por ese motivo. Tampoco se acredita la necesidad de amortización del puesto de trabajo y, mucho menos, la pertinencia de que sea precisamente el puesto de trabajo de la afectada el que deba ser amortizado. En este sentido es abundante la doctrina contenida en sentencias como las dictadas por las Salas de lo Social del TSJ de Castilla y León, en fecha 12 de diciembre de 2.002, TSJ de Extremadura de 18 de julio de 2.001, TSJ de Madrid de 16 de abril de 1.998, TSJ de Murcia de 18 de marzo de 1.998, TSJ de Galicia de 8 de octubre de 2.001 o TSJ Cataluña de 6 de junio de 2001, entre otras, en las que se pone de manifiesto lo siguiente: “(...) la Ley ofrece al trabajador garantías para que, si impugna el despido, lo haga con conocimiento de los hechos en base a los cuales la empresa adoptó el acuerdo extintivo. De aquí que el contenido de la carta debe ser lo suficientemente claro y expresivo, mencionando, si es por causas económicas, los datos esenciales sobre la situación económica de la empresa y su conexión con la medida adoptada. Por ello, no puede entenderse cumplida tal exigencia, con La Ley permite que el empresario no pague más salarios que los devengados hasta el despido si, en el mismo momento de comunicarlo al trabajador, le abona el importe de la indemnización por despido improcedente Nº 182 • Noviembre • 2004 EVALUACIÓN POR INTERNET la genérica invocación de las graves dificultades económicas (...)”. Finalmente, el despido puede ser declarado nulo por la violación de Derechos Fundamentales y Libertades Públicas, porque la empresa ha procedido al despido como represalia contra la trabajadora por su próxima maternidad previsto en el art. 48 4º. del Estatuto de los Trabajadores. Efectivamente, en el momento en el que fue elaborada y notificada la carta de despido, la trabajadora estaba de baja por encontrarse embarazada. La carta de despido adolece de una total falta de concreción, precisamente porque pretende terminar el contrato de trabajo por la vía del despido improcedente, pero lo hace eligiendo erróneamente el procedimiento ya que, al tratarse de un despido por causas objetivas deben cumplirse una serie de requisitos que afectan a la validez misma del despido. Su incumplimiento determina que el despido sea nulo lo que conlleva necesariamente la readmisión del trabajador despedido. Pero, además, la cantidad que la empresa dice haber puesto a disposición de la trabajadora en concepto de indemnización por despido y, en su caso, el depósito judicial que pudiera efectuarse, es insuficiente por lo que ni siquiera sirve para producir los efectos de paralización del devengo de los salarios de tramitación, porque no se ajusta en absoluto a la legalmente prevista en el artículo 56.2 del Estatuto de los Trabajadores (45 días por año de servicio) y en el documento de finiquito elaborado por la empresa se contiene una cantidad global, indivisible, sin el desglose de la liquidación de las partes proporcionales de pagas y vacaciones y la indemnización propiamente dicha. Con ello se impide a la trabajadora decidir separadamente acerca de la indemnización y la liquidación. Es decir, es conminada a aceptar, de una sola vez, lo que parece ser una propuesta empresarial única. No terminan aquí los errores de la empresa. En el acto de conciliación, intentó solucionar los problemas planteados y reconoció la nulidad del despido pretendiendo que la trabajadora debía reincorporarse a su puesto de trabajo al día siguiente. Pero la Sala 4ª del Tribunal Supremo, en sus sentencias de 1 de julio de 1.996 o 6 de abril de 2.004, entre otras, ha manifestado con absoluta claridad que “(...) la acción de despido ejercitada por el trabajador frente al acto extintivo empresarial, y una vez constituida la relación jurídica procesal, debe desembocar en la decisión judicial que califique el acto extintivo unilateral del empresario y, en su caso, la restauración del vínculo laboral, reparando los perjuicios causados, y aunque exista allanamiento del empleador, también debe dictarse sentencia, pues no cabe que por una decisión unilateral posterior del empresario con ofrecimiento de readmisión, se restablezca un vínculo contractual ya roto e inexistente, ni mucho menos la negativa del trabajador a reincorporarse implica dimisión de este por entenderse que con la decisión empresarial dicho trabajador dejaba de estar despedido, privándole no solo de una acción como la de despido ya ejercitada y de la calificación del acto empresarial, que tuvo por causa la sola voluntad del empleador (...)” Para colmo, el ofrecimiento de readmisión quedó en evidencia, como un mero simulacro que, en modo alguno, puede satisfacer la pretensión de la trabajadora, pues la fecha fijada para la readmisión por la empresa era un sábado, día en que jamás ha prestado servicios. La empresa tiene difícil solucionar todos estos problemas. Lo mejor que puede hacer es negociar con la trabajadora a fin de alcanzar un acuerdo partiendo de la base de que está prácticamente en sus manos, por lo que su oferta indemnizatoria debe ser ciertamente generosa. Aplicación y corrección de los mejores tests por Internet. 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Entonces la fórmula para prescindir del trabajador no es solamente la omisión de la llamada en las fechas en que debía reanudarse la prestación del trabajo ( que es lo que pasaría si el contrato fuera de fijo discontinuo), sino que es preciso proceder a un despido. CONTRATO FIJO DISCONTINUO Y CONTRATO INDEFINIDO A TIEMPO PARCIAL U na empresa tiene contratado a un trabajador para el desarrollo de una actividad que se repite en fechas ciertas pero no ocupa la totalidad de los meses del año. En las fechas en que normalmente debería empezar de nuevo la actividad, por razones de carácter económico, se decide no iniciarla y pregunta cómo puede dar por terminada la relación laboral con el trabajador y si es cierto que está obligado a llamarle. La pregunta parte de la confusión inicial entre los contratos de trabajadores fijos discontinuos y los contratos indefinidos a tiempo parcial, provocada por la también confusa y complicada regulación de estas dos situaciones. Los contratos de trabajo a tiempo parcial pueden ser considerados como fi- Capital Humano 132 jos discontinuos o simplemente a tiempo parcial. La diferencia está en un pequeño pero significativo matiz y la regulación de ambos contratos presenta mayores diferencias. Cuando la actividad para la cual se ha contratado a un trabajador se va a repetir en fechas ciertas, sin ocupar, por supuesto, la totalidad de la jornada, el contrato es simplemente a tiempo parcial y se concierta con carácter indefinido porque se sabe que la actividad va a repetirse cíclicamente. En cambio, en el contrato de fijo discontinuo, no es absolutamente seguro que la actividad vaya a repetirse en cada ciclo y, además, tampoco es seguro que se repita en las mismas fechas sino que estas pueden variar. La regulación de ambos tipos de contrato es diferente, porque, cuando se sabe que las fechas serán las mismas, aunque la calificación correspondiente al contrato, desde un punto de vista meramente gramatical sería la de fijo discontinuo, la ley ha querido que esta situación sea la misma que la de cualquier otro contrato a tiempo parcial indefinido. Este despido, en teoría, debería ser por causas objetivas dado que la razón por la cual se terminan las actividades es de carácter económico. Eso llevaría consigo una indemnización de 20 días por año de servicio, computándose solamente los períodos de prestación efectiva del trabajo. Pero, teniendo en cuenta que el trabajador tiene una escasa antigüedad, acudir a ese despido podría presentar más problemas que inconvenientes si fuera rechazado por el afectado. En consecuencia, lo mejor es realizar un despido con reconocimiento de la improcedencia del mismo en la propia carta, de forma que se ponga a disposición del trabajador la indemnización correspondiente al despido improcedente limitando el devengo de salarios desde ese mismo momento. La ley, en efecto, permite que el empresario no pague mas salarios que los devengados hasta el despido si, en el mismo momento de comunicarlo al trabajador, le abona (o lo intenta) el importe de la indemnización que corresponde al despido improcedente (45 días por año de servicio). La carta es título suficiente para que el trabajador pueda solicitar el desempleo y, si no aceptase la indemnización, la empresa puede liberarse de pagar más simplemente consignando el importe de la indemnización en el Juzgado de lo Social, eso sí, haciéndolo en las 48 horas siguientes a la notificación del despido.! Nº 182 • Noviembre • 2004