apuntes para el estudio de la clase obrera y el

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APUNTES PARA EL ESTUDIO DE LA CLASE
OBRERA Y EL MOVIMIENTO SINDICAL
EN JALISCO
J a i m e E. T a m a y o
Universidad de Guadalajara
Eí estado de Jalisco cuenta con el mayor número de
asalariados en nuestro país, después del Distrito Federal.
Sin embargo, el número de sindicalizados resulta muy redu­
cido en términos relativos: apenas un 14.38% de los asala­
riados en el año de 1970 (85 506 de un total de 580 563
trabajadores). Existen al menos 15 estados cuya tasa de
sindicalización fue más alta que la de Jalisco.
Diversos factores de carácter económico y político
(peso del sector agropecuario y del sector terciario, estructu­
ra de la industria, importancia de la pequeña industria y el
taller familiar, grado de consolidación de la clase, carácter
atrasado de la organización sindical en la entidad) juegan un
papel determinante para que el nivel organizativo sea tan
reducido y colocan a Jalisco en un 41.43% por debajo de ia
tasa media de sindicalización del país.
A pesar de que en Jalisco los primeros establecimien­
tos propiam ente industriales se fundaron a mediados del
siglo XIX, la clase obrera sólo se ha consolidado como tai en
fechas recientes. Afecta ésto no sólo el proceso de sindicaíización en términos cuantitativos sino también cualitativa­
mente. Es decir, la reciente conformación de la clase obrera
jalisciense y su largo proceso de formación y consolidación
han determinado en alguna medida tanto la baja tasa de
sindicalización como las propias estructuras del sindicalis­
mo en la entidad, tales como el predominio de los sindicatos
gremiales y de empresa frente a los sindicatos industriales,
La industria jalisciense del siglo pasado, cuya inversión
provino en lo fundamental de fuera de la entidad, se caracte­
rizó tanto por sus formas artesanales de producción, como
por orientarse a la manufactura de bienes de consumo final
determinados por la producción agropecuaria de la región y
las necesidades del mercado local.
La ubicación geográfica de Guadalajara determinó en
gran medida que la inversión local se orientara al comercio
pues la existencia de un mercado propio que se originó a
partir de la producción agrícola local y la debilidad del
mercado nacional perm itió convertir a dicha ciudad en el
centro comercial de occidente. La entrada del ferrocarril
México-Guadalajara, en 1885, integró esta zona al mercado
nacional; de esta manera el carácter comercial de Guadalajax " íortaleció, ahora como centro realizador de la produc­
ción nacional, desplazándose al noroeste su influencia p rin ­
cipal. Esto mismo determinó la declinación del lento
desarrollo industrial, que se presentaba en el estado, el
desplazamiento de los productos locales del mercado por
aquellos provenientes de fuera, de mejor calidad y menor
precio; trajo como consecuencia el cierre de una cantidad
importante de empresas industriales.
De esta manera, con excepción de ciertas ramas que
permanecieron, aunque con un lento desarrollo, como m i­
nería y textiles, el proletariado industrial tuvo un peso muy
pequeño en el conjunto de asalariados, a pesar del impulso
que cobró, en los comienzos del siglo y especialmente en los
años veinte, la industria eléctrica. En estos años, los comba­
tes más importantes en Jalisco los darían los mineros,
electricistas y textileros y en menor medida algunos trabaja­
dores de servicios tales como los tranviarios.
III
Hasta los años cuarenta del presente siglo no cobró un
impulso real el desarrollo industrial eri Jalisco. Este se debió
a la política de sustitución de importaciones, con una expan-
sión significativa de la industria manufacturera, y el inicio
también de la producción de bienes intermedios y de pro ­
ducción. En general, la industria se orientó fundamental­
mente a los bienes de consumo final, contratando principal­
mente mano de obra proveniente del campo.
El crecimiento de la industria manufacturera ha dado
también una característica peculiar a la composición de la
clase en Jalisco, pues surgió a partir del establecimiento de
un gran número de pequeñas y medianas empresas y de
talleres de tipo familiar con formas artesanales de produc­
ción; algunas de ellas llegaron pronto a adquirir el carácter
de grandes empresas, pero no a costa de eliminar a las
restantes sino subordinándolas en el proceso productivo al
dejar en manos de las pequeñas empresas y el taller familiar
la producción en determinadas etapas. La maquila que reali­
za en este sentido el taller familiar y la pequeña empresa le
permite a la empresa monopólica reducir sus costos de
producción a la vez que oculta el carácter de asalariados
indirectos de esta última de los trabajadores de aquéllas,
cuyo número es bastante alto.
Nuevamente a partir de los años sesenta, se dio un
aceleramiento de la industrialización así como una recom­
posición entre la industria tradicional y la dinámica. El
sector de bienes intermedios de capital se ha venido colo­
cando como ei sector potencialmente clave en Jalisco, al
incrementar su participación en el total del valor agregado
de un 29% al 41% en el período comprendido entre 1960 a
197 Y
Todo lo anterior indica que, si bien la dispersión de la
clase es muy grande dado el peso cuantitativo de la pequeña
empresa y el taller familiar, la clase obrera en Jalisco y el
proletariado industrial en particular se encuentra ya en
proceso de consolidación en la medida en que las concepcio­
nes e intereses heredados de su pasado campesino han sido
desplazadas, por su ya larga permanencia en la fábrica, y en
el caso de los obreros jóvenes su situación de clase más
completa; asimismo la industria al desarrollarse ha implica­
do el incremento del peso de la clase obrera en el carácter de
la organización sindical cuyas tendencias se hacen manifies­
tas en el impulso que a últimas fechas ha cobrado el sindica­
lismo industrial.
IV
A pesar de tener una mayoría de asalariados urbanos
(67.55%) el grado de sindicalización en el estado se ve
gravemente afectado por el prácticamente inexistente sin­
dicalismo en el sector agropecuario. En este sector se encon­
traba en 1970 al 29.17% del total de los asalariados de la
entidad.
De un total de 169 632 asalariados de dicho sector, sólo
5 801 — esdecir, apenas el 3 43% — se encontraban sindicalizados. Entre las causas que podemos señalar de este retra­
so organizativo destacan las siguientes: a). El atraso técni­
co de gran parte del sector dificulta su identificación de
clase, b). El alto grado de dispersión, no sólo por la falta de
una im portante concentración de trabajadores bajo una
misma unidad de producción en un espacio limitado, sino
por la constante movilización de una a otra zona y cambio
continuo de patrones. La composición sumamente hetero­
génea de esta fracción de clase impide la consolidación de un
proletariado agrícola como tal, ya que lo único que los
identifica es el hecho de ser individuos que trabajan la tierra
para su patrón, pero pueden ser sin embargo a la vez
ejidatarios o minifundistas que, a la vez que explotan su
tierra, tienen como actividad fundamental o complementa­
ria el trabajo asalariado, o bien ejidatarios o propietarios
que habiendo rentado o abandonado su tierra trabajan para
un patrón diferente o, fundamentalmente, solicitantes de
tierra que trabajan como peones y jornaleros, d). Producto
tanto del carácter heterogéneo como de la demagogia popu­
lista institucionalizada por la Reforma Agraria, la falsa
conciencia de clase figura como un importante factor que
obstaculiza la sindicalización y la falta de claridad sobre sus
intereses clasistas, pues, mientras unos conservan sus inte­
reses campesinos como fundamentales por la liga que m an­
tienen con la tierra a través de la propiedad de una pequeña
parcela, los restantes consideran su situación de asalariados
como transitoria en tanto esperan algún día tener una
parcela dejando así en segundo término sus intereses en
cuanto obreros agrícolas, e). Asimismo la diferencia que
existe entre las exigencias de la producción en la fábrica y el
campo aleja al trabajador agrícola de los factores que le
perm iten adquirir disciplina y conciencia organizativa pro­
pias de la labor fabril.
N o podemos dejar de señalar que el grueso de los
trabajadores agrícolas organizados se localizan precisamen­
te entre los cañeros, donde las condiciones de producción
expresan un alto proceso de capitalización y modernización.
V
El llamado sector terciario constituido por las ramas de
actividad correspondientes al comercio, transporte, servi­
cios y gobierno concentra al 32.34% del total de los asala­
riados en el Estado teniendo una tasa de sindicalización para
1970 de un 14.81%.
Este sector debido a lo heterogéneo de su composición
así como por su lugar fuera del proceso productivo no
contiene plenamente las potencialidades de organización
propias de la clase obrera, pero a diferencia del sector
agropecuario no mantiene en su interior factores que encu­
bran la condición asalariada del trabajador.
Se ha de destacar que en el mismo existe una gran
dispersión de los trabajadores con la existencia simultanea
de un gran número de pequeñas empresas con formas,
métodos y relaciones tradicionales y semiartesanales aliado
de grandes monopolios modernos. Ai respecto podemos
señalar que mientras que en la industria había en 1970 un
promedio de 8.9 trabajadores por patrón, en el terciario
(exceptuando gobierno) existían 5 asalariados por patrón.
Dado el papel cada vez más importante de los m ono­
polios y las grandes empresas en el sector, así como las
mayores posibilidades combativas de los trabajadores con
un más alto grado de concentración social es entre los
trabajadores de las grandes empresas donde adquiere mayor
importancia la lucha sindical. Por otro lado es necesario
destacar que la rama de transportes ubicada en este sector,
puede jugar un papel muy importante en la lucha de clases
dada la función que cumple no sólo para la producción y la
realización de las mercancías sino para el conjunto de la
economía.
VI
La tasa más alta de sindicalización la encontramos en el
sector industrial, con un poco más del 20% de los asalaria­
dos del mismo organizados en sindicatos, lo que se explica
perfectamente por encontrarse aquí el proletariado indus­
trial.
Con todo, existen notables diferencias entre las diver­
sas ramas que lo componen por las diferentes condiciones
inherentes a cada rama industrial.
Así podemos observar como la rama de la construcción
tenía sólo un 10.36% de los asalariados organizados en 43
sindicatos para 1970 siendo esta rama la de más baja tasa de
sindicalización del sector, Esto es comprensible por el he­
cho de que los trabajadores de la industria de la construc­
ción, por las características propias de dicha industria, no
tienen la estabilidad que tiene el resto del proletariado
industrial. Por un lado, al exigir esta rama un reducido
grado de especialización, perm ite la existencia de un buen
núm ero de trabajadores de carácter transitorio, que ingre­
saron a la construcción por haber perdido su empleo en
otras ramas de actividad o por no haber podido emplearse
en otras actividades. Por otro lado, existe una gran disper­
sión por la constante movilidad a que se encuentran sujetos:
en su mayoría son contratados por obra determinada; no
sólo no permanecen bajo una misma unidad de trabajo sino
que constantemente cambian de patrón y de compañeros.
La rama de actividad más im portante del sector indus­
trial la constituye la industria de la transformación: concen­
tra a la gran mayoría del proletariado industrial, es decir al
sector de la clase obrera en el que más nítidamente se
presentan las características propias del proletariado. Esta
rama de actividad, que comprende tanto la industria diná­
mica como la tradicional tenía para 1970 unos 140 913 a l ­
lanados de los cuales 36 540 estaban sindicalizados, c.-; decir
el 25.93%.
Aun cuando comparativamente con otras ramas ce
actividad la tasa de sindicalización aparentemente es alta,
sin embargo resulta reducida en relación con el resto de ias
ramas industriales del estado (petróleo, industria extractiva
y electricidad). Esto se debe a diversos factores: la reciente
consolidación de la clase debido al proceso de industrializa­
ción en Jalisco, ya que no alcanzó verdadero auge hasta los
años cuarenta del presente siglo, y más aceleradamente en
los setenta cuando se establecieron las industrias de la
transformación más importantes. Estas, en un principio,
ocuparon mano de obra proveniente del campo la cual sólo
tras un largo período de sujeción a las relaciones capitalistas
adquiere la psicología, las características, los intereses y la
conciencia de clase obrera, lo que afecta su grado de cohe­
sión y organización.
Asimismo, el papel jugado por la pequeña industria y
el taller artesanal subordinados a la gran industria de trans­
formación, lo que le ha permitido subsistir en el proceso de
monopolización, tiene operabilidad en la medida en que
estas unidades mantengan bajo determinadas condiciones a
sus trabajadores entre las que figuran el mantenerlos fuera
de toda forma de organización sindical.
D entro de la industria tradicional las características de
las ramas principales son:
En la industria textil hay 173 empresas que ocupan en
la actualidad 1 361 empleados y 8 054 obreros, de estos
últimos 5 612 se encuentran en tan sólo 16 empresas, tres de
ellas con más de 500; asimismo el 13.0% de las empresas
(23) participan con el 93% del valor de la producción.
La industria azucarera cuenta con 13 empresas en las
que laboran 779 empleados y 4 196 obreros.
En la industria de celulosa y papel existen 14 empresas
que ocupan 703 empleados y 2 304 obreros, dos de ellas con
mas de 500 obreros. Asimismo, una sola de ellas tiene una
inversión que equivale a casi el 60% del total de la industria.
La industria de aceites y grasas vegetales cuenta con 26
empresas en las que laboran 698 empleados y 1 410 obreros,
seis de ellas tienen más de cien obreros y participan con el
67% del valor de la producción.
La industria de alimentos empacados, enlatados y en­
vasados tiene 89 establecimientos en los que laboran 966
empleados y 6 772 obreros, doce de estas empresas tienen
más de cien obreros y de éstas una sobrepasa los 500 y otra
los 1 000. Asimismo dos empresas concentran el 81% de la
inversión total de la industria.
Respecto a la industria dinámica cabe señalar que
existen ramas que por su papel en el proceso de producción
tienen una importancia estratégica para la industria en su
conjunto lo que convierte al proletariado ubicado en ellas en
un factor clave en la lucha de clases, ya que su capacidad de
combate se ve multiplicada por las repercusiones que un
conflicto en la rama tendría para el resto de la industria. Las
características de estas ramas son:
Industria hulera con 39 empresas que ocupan 338
empleados y 2 369 obreros, cuatro de ellas con más de 500.
Tres empresas participan con el 72 % del valor de la produc­
ción.
Industria metalúrgica con 84 empresas en las que labo­
ran 636 empleados y 4 382 obreros, de estos últimos 1 584 se
encuentran en dos empresas y sólo 3 de ellas t i e n e n un valor
de la producción superior a 100 000 000.00
En la industria petroquímica existen 12 empresas que
ocupan a 170 empleados y 742 obreros. Dos de ellas concen­
tran el 28% de los obreros y el 90% del valor de la produc­
ción.
La industria cementerà cuenta con tres establecimien­
tos que pertenecen a dos empresas, su personal es muy
reducido (150 empleados y 402 obreros) sin embargo tienen
un elevado capital invertido y una participación importante
en el total de la producción industrial de Jalisco lo que nos
indica la alta composición orgánica del capital de esta indus­
tria.
La industria química tiene 321 empresas que ocupan
6 300 personas.
A diferencia de la industria de transformación en el
resto de las ramas del sector industrial, es decir, petróleo,
industria extractiva y electricidad, se trata de ramas en las
que, por tener una larga tradición en Jalisco, el proletariado
se encuentra plenamente consolidado como tal, y cuenta
con una mayor tradición de lucha, y su grado de sindicalización es sumamente alto. Por otra parte, el papel estratégico
de la industria eléctrica le da una gran potencialidad comba­
tiva a los obreros de la misma.
VII
En cuanto a los sindicatos, casi en su totalidad pertene­
cen a la CROC y a la CTM, con significativo predominio de
esta última; asimismo existe un número insignificante de
pequeños sindicatos pertenecientes a otras centrales oficia­
listas tales como CGT y CRT.
La burocracia sindical local mantiene un férreo control
sobre el conjunto de estos sindicatos a través de diversos
mecanismos. Destaca una estructura orgánica antidemocrá­
tica que impide la participación de las bases en las decisio­
nes y en el nombramiento de sus representantes, con base
en una conformación autoritaria de los sindicatos gremia­
les, en los cuales los delegados en las empresas no son
electos por las bases, sino nombrados por la dirección sindi­
cal, lo que también favorece en mayor medida ia corrupción
al no ser directamente responsables ante los trabajadores.
Asimismo estas centrales garantizan el control de los sindi­
cal! zados a través de la aplicación de ia cláusula de exclusión
a la menor distancia (sin posibilidades de recursos legales
para los sancionados dado que la ju n ta Local de Conciliación
y Arbitraje está en sus manos en lo que respecta a la
representación obrera) y en caso necesario de la represión
abierta.
Los sindicatos que corresponden a una forma superior
de organización sindical, no sólo por contener una estructu­
ra interna que abre posibilidades para su democratización
sino también por ser los mejores instrumentos de lucha de
la clase obrera, son los sindicatos nacionales de industria.
Estos sindicatos abarcan, o pretenden hacerlo, al con­
junto de los trabajadores de toda una rama industrial a nivel
nacional, lo que les da una fuerza y un potencial combativo
impensable para las demás formas de organización sindical,
además de perm itir y facilitar la solidaridad de clase. Por
otro lado, dada su estructura, es posible la lucha por la
democratización de las secciones correspondientes, lo que
puede concluir a mediano plazo con la democratización del
sindicato en su conjunto. N o debemos olvidar tampoco que
la parte fundamental de la clase obrera, ubicada en la indus­
tria, exige este tipo de organización, y un número im portan­
te de obreros ya se encuentra organizado aquí.
Por otro lado, en jalisco el sindicalismo independiente
prácticamente no existe, lo que no significa su inviabilidad,
pues a diferencia del resto del país aquí nunca se impulsó
realmente la lucha en este sentido.
Sin embargo en el estado sí encontramos un número
im portante de sindicatos que aunque formalmente pertene­
ce a la FTJ o FROCJ, son "blancos” en la medida en que las
empresas los manejan directamente, sin interferencias de la
burocracia sindical, a cambio de unas cuotas. Más significati­
vo aún es la presencia del sindicalismo blanco organizado
p or el grupo Monterrey, que ya se encuentra en algunas
empresas y puede tender a proliferar en la medida en que las
inversiones cada vez más importantes del grupo regiomontano en la industria jalisciense, coincidan con una posible
crisis del aparato oficialista local.
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