MANUEL PÉREZ HERNÁNDEZ Y ESPOSA, SOO, 1936 (M. Mujer) -¿Nos puede decir su nombre y apellidos? -Yo me llamo Manuel Pérez Hernández... y yo fui trabajador toda mi... primero fui trabajador de por ahí, pago, de eso, cómo le dicen, que trabajamos pago, semos peones de... -¿Obrero? -Obrero, estuve trabajando de obrero. Después me puse de agricultor con unas tierritas al medio, que me las dio un tal Agapito de ahí, que se llevaba muy bien conmigo, y él se fue pa Tenerife, y me dejó las tierras a mi, y después estuve trabajando unos años con las tierritas esas, de medio, y después me compré yo unos pedacitos y entonces me puse a trabajar en lo mío, y después me compró unas cabritas, y tenía lo mío y tenía mis cabritas, pues después los pedacitos míos que todavía los tengo, y ahora ya no los hago porque me dió también la enfermedad esa de Guillén Barrés (síndrome de Guillain-Barré) y estuve en el hospital, llevo ya seis mese con eso, entonces lo hacen mis hijos y mi mujer también les ayuda un poquito (pausa). -Pues, don Manuel, ¿nos puede decir la edad? -Tengo 73 años. -¿Y dónde nació? -Yo nací aquí, en Soo. -¿Y su padre a qué se dedicaba? -Mi padre se dedicaba a trabajar también lo de obrero, sí, se dedicaba, mi padre trabajó toda la vida de obrero, pero... yo no, yo estuve primero trabajando de obrero, después estuve con unas cabritas pago, me pagaba uno que tenía tres, otro que tenía cuatro, yo se las guardaba y me las pagaba, y después me puse de labrador, de agricultor, porque me dio uno ahí que me conocía muy bien y me dio unas tierritas que tenía, él se marchó pa Tenerife, me dio las tierritas, me dio la camella, me dio todos los avíos, y me puse a trabajar ahí, 20 años estuve trabajando en eso, y después compré unos pedacitos míos, y los arené y los tengo arenaos todavía. Y después compré unas cabritas, y me puse con unas cabritas, tenía las cabritas, trabajaba el pedacito mío, y después fui aumentando las cabras, aumentando las cabras, y los pedacitos míos siempre han sido trabajando, ahora no, yo no los trabajé este año porque enfermé, pero los tienen los hijos míos, trabajan los hijos míos y mi mujer también, y hasta aquí. -¿Las tiene aquí, en Soo, las tierras? -Las tierras sí, las tengo aquí... bueno, dos tengo en Tinajo, que tengo cuatro pedacitos arenaos, y dos tengo encima de la Villa. -2.55 ¿Y qué se cultivaba antes? -Antes sandía, tomate, batatas, plantamos cebolla, tabaco... yo llegué a plantar tabaco, mi mujer y yo, y coger 40 quintales de tabaco, y los plantamos, porque el tabaco daba mucho trabajo, lo teníamos que hacer semillero, después se plantaba, con un plantón, uno a uno, después, cuando era grande, teníamos que ir a espuntar, después lo cortamos, lo echamos al sol, después lo traemos, lo estalamos todo, lo hacíamos manilla, lo empaquetábamos, ¡eso lleva un trabajo que da miedo! Y después lo vendía uno y le daban de esa hora cuatro perras. Y después a hacer la cebolla, cuando venían los catalanes a llevar cebollas pa allá, a llevar cebollas, pa allá, y después la cebolla se fue a pique también cuando entró Dimas en el complejo, porque se la compró él toda ahí, ahí la echó a perder todo porque le echaron toda la basura a aquello, no pagó ninguna... pues, después ya nos hemos dedicado a echar alguna sandía, alguna batata, que la batata ya se ha ido a pique también, ya no la quieren, la sandía pues la que se come aquí na más. -Las sandías de Soo tienen fama de buenas. -Sí, pues eso,y alguna cebolla para comer una, porque cebolla ya no echa más que tres o cuatro ná más, porque pa las islas... y Las Palmas y Tenerife también echan cebollas. Pues nada, aquí se ha ido la agricultura a pique, se ha ido todo a pique. -Pero antes vivían prácticamente de la agricultura -La agricultura y la pesca y las fábricas que había ahí, que había cuatro fábricas ahí, que eso la gente mantenía las fábricas ellas, y después la agricultura. Lo primero se plantaba cebada, que es lo que se plantaba, cebada, trigo, centeno, y eso, que es lo que se plantaba aquí, porque después, más antes que se descubrió la batata y la sandía y eso, y esto vino a coger tino cuando el estado empezó a dar para arenar la costa esa, porque eso no era más que piedras ahí, pero después el estado empezó a dar ayudas y eso, y se empezó a arenar y empezó a coger tino esto aquí, ¡pero más antes nada! 5.20 Pasamos hambre aquí, el que no tenía un pizquito de tierra para comer pasando hambre, porque después que no había trabajo, ibas al Cabildo, y a lo mejor te tocaba una quincena, 15 días, a los 15 días te paraba pa darle al otro, y así, porque no había na, no había na. y... comer, buá, se pasó hambre aquí... como un ministro de guerra. -¿Y qué hacían? – Aquí nada, mira salíamos a rebuscar, me acuerdo yo, que yo salía, iban a recoger la batata y después salimos los que no teníamos batata, íbamos a los hoyos que escarbaban ellos para coger si dejaban alguna, empezábamos a escarbar hoyos para sacar alguna raicita que dejaban ellos, la traemos, cogemos la sancochamos, la partimos, si habíamos cuatro o cinco en la casa la partíamos en rueditas, tocábamos a dos rueditas, antes, yo me acuerdo, cuando la edad de Franco, cuando la guerra, terminó la guerra ahí, ahí se pasó hambre que... de miedo. Y después esto vino arriba, arriba, poco a poco, a poco, y después el estado empezó a dar para arenar ahí en la costa, pues ahí se empezó a arenar y se echó el millo, se echaba sandía, y se echaba todo, porque antes no se echaba sandía y nada más que trigo y cebada y centeno, es lo que se plantaba aquí, en el pueblo éste, ¡y después venía un viento y se lo llevaba tó! ¡encima venía un viento y se lo llevaba tó! Pues nada, la mayoría de las veces, pasando hambre la gente aquí. – Pero con lo que daba el campo.... – Siempre se rastrillaba. – ¿Y algún animalito también? – Sí, aquí casi todos aquí tenían dos, tres cabritas, ahora les molesta tener las cabritas en el pueblo, no quiere nadie tener cabritas en el pueblo, ¿y de qué vivían antes? Tenían su camello en el pueblo, tenían su burro, tenían sus cabras, y ahora tienen unan cabra al lado de su casa y no la quieren, les molesta, pues ¿cuánto no han estao para el corral este mío quitarlo de aquí? Nos lo han quitao porque vienen las perras pa los corrales de los políticos, porque el corral viejo poco dinero para quitar el corral de aquí, que los hacen, que los hacen, pues se gastan las perras y después no los hacen, pal próximo año lo mismo: se ponen las perras y después no lo hacen, y así. – Entonces después de la guerra se pasó mal, les daban las cartillas. – Sí, sí, sí, pero eso nada, te daban medio kilo de azúcar... – – – – – – – – ¿Y cuántos hermanos eran? Nosotros éramos seis hermanos. Te daban la... eso lo daban en la villa, teníamos que ir a la villa, en la Villa, que se llamaba la que repartía las cartillas se llamaba Severa y el marido se llamaba Pablo, me parece, imos allí, allí nos daban la cartilla, imos allí y nos daba a lo mejor un kilo de azúcar, un kilo de leche en polvo... pues después el kilo de azúcar tú lo vendías para comprar otra cosita, te daba para otra cosita, se lo vendías a los ricos y la mayoría de las cosas las vendías para después tú comprar un pizquito de gofio, o cosas de esas. Y allí nos daba a lo mejor 10 kilos de millo, 15 kilos de millo, lo molíamos pa hacer gofio y así... todo por cartillas, por cartillas, ya después se quitó esto de las cartillas, ya venía, ya compraba usted donde quería, si tenía perras, ¡porque había veces que tenía usted cinco pesetas y no tenía dónde emplearlas, porque no había dinero! Yo llegué a trabajar la semana por 60 pesetas, ¡seis días, de sol a sol! Y me pagaban sesenta pesetas, 10 al día y es limpiando ahí la costa, limpiando... lo que pasa que... con diez pesetas, me acuerdo que mi madre me daba a un día pa mi me daba 10 pesetas, bah, salía usted pa la calle y tenía perras... las que querías, pero...¿hoy? Hoy también. ¿Y a donde iba la juventud para salir? 8.55 ¿la juventud? Pues nada, salimos aquí, aquí cuando los bailes antes en su época, antes hacíamos bailes en Soo, y me acuerdo que bailábamos por turnos, a lo mejor en toda la noche te tocaba una vez entrar, porque los casinos eran pequeñitos, y entramos a bailar, nos poníamos en la cola, se ponía uno a gobernar y se ponía, “entra tú ahora, entra, que te toca, entra..” y te toca, a lo mejor, si había mucha gente, te tocaba dos piezas en toda la noche, pa bailar, y ya está. Los hombres entraban por turnos, las mujeres sí podían entrar... No, la mujeres sí podían entrar, las mujeres sí entraban todas, los hombres entraban por turnos. Y a lo mejor una vez, si había mucha gente, una vez te tocaba en toda la noche, y pelear, porque peleas todos los días, claro, pelear... y la noche que había baile si no se peleaba parece que no había baile ninguno, y cuando había las fiestas también, si no peleaban , es que no nos conocíamos los mismos del pueblo, había, los de abajo, los del puente abajo, no nos conocíamos los unos a los otros, me acuerdo que íbamos a la escuela y salíamos y nos tirábamos piedras los unos a los otros, como los gatos salvajes, era mucho salvajismo antes... ¿Y sólo iban a las fiestas de Soo o se recorrían todos los pueblos caminando? Yo me acuerdo que tuve una novia en San Bartolomé cuando ya estaba hablando con esta, yo, y yo estaba trabajando en la fábrica y tenía una novia en San Bartolomé, y... pues después fui un domingo fui a hablar con ella, un domingo, salí caminando, después estuve allí hasta las nueve de la noche, a las nueve de la noche para salir pa venir caminando pa Soo ya me daba miedo, me acurdo que allí en en monumento del Campesino, aquello era una peña, allí no había nada, nada, más que una peña, y allí decían que salían las... las corujas y eso allí, y cuando venía por allí se me ponían los pelos de punta... bueno, fui ese domingo, fui al otro domingo también, cuando salí de trabajar a las nueve de la noche, que pasé por allí, digo, “mira santísima, vendré yo, esta mujer tiene que tener oro, para venir yo aquí”, no fui más, qué va, con el miedo que pasaba allí cuando venía, cuando pasé la peña pa arriba digo “ésta tiene que tener oro para venir yo aquí”, qué va, yo no vuelvo más, y – – – – – – – – – – – – – – no volví... ¿Qué se decía, que había brujas? 11.08 Que habían... aquello, que si había atracadores, que salían brujas, fíjate tú, qué me iban a llevar a mi, que yo no llevaba ni cinco céntimos en el bolsillo. Claro, y antes sin luz por esos caminos... Nada, no había luz por ningún sitio, al escuro por ahí pa arriba, y caminar, salía a las nueve de la noche, allí por el Campesino pa arriba, una peña allí, más solitaria que... ¿Camino de tierra? Camino de tierra, de eso, no había más que caminos, no había ni carreteras ni na, y pasaba uno miedo por aquello, digo “¿yo?, qué va”, digo, voy a seguirme con la que estoy, que la tengo allí a la puerta de la casa... M. Antes íbamos a los Dolores caminando, la fiesta nuestra era... Pues nada, después, ésta se quedó ya sin madre, se le murió la madre, de soltera, yo estaba en el cuartel cuando se murió la madre, pues después cuando salí del cuartel me fui pa La Palma, estuve trabajando en la Palma, me fui pa La Palma, y después cuando vine me casé, ella era de 18 años, yo tenía veintipico también, me casé porque ya estaba sola, me casé, y después pegar a patear ahí, tenía una casita allí arriba, cuando me casé no tenía más que un buequito sólo, y después me compré una casita, se la compré a un tío mío, después me fui pa La Palma para pagar la casita, y después cuando vine, la historia mía es grande, cuando vine de La Palma compré la casa, y puse ahí una tiendita, ahí, en el almacén ese que van los moros, eso era una tiendita que tuve ahí, después pegué... iba pa abajo y pa arriba, pa abajo y pa arriba, y después pegué a hacer una cocinita ahí para comer, para no estar todo el día pa abajo y pa arriba, después pegué, pegué y pegué y hice la casa, y aquella de allí la vendí después, la otra de arriba, y me vine pa aquí pa abajo. ¿De qué trabajaba en La Palma? 12.57 En la Palma estuvimos trabajando... La Palma mantuvo a Lanzarote mucho tiempo, en La Palma hubo trabajo, pero montones, allí había, echando... escachando el volcán y después le echaban tierra arriba pa plantar las plataneras, le echaban... carretar, se iba a carretar, allí, y después le echaban la tierra y después le echaban plataneras. En la Palma casi todo se trabajó en esa hora, porque esos de La Palma tenía perras porque venían de Venezuela, se fueron casi todos pa Venezuela, cuando venían de Venezuela se compraban un cacho de volcán allí, pagaban peones, lo escachaban y le mandaban tierra arriba, y pa abajo estuve yo... me fui unas cuantas veces. ¿Iba y venía? Sí, iba y a lo mejor estaba tres meses, después me venía, estaba otros tres meses, y así. ¿Pagaban bien? Pagaban... 30 pesetas me parece que era, 30 pesetas, en esa hora era un sueldo bueno, pero yo ña primera vez que fui me fui... no me fui al volcán a escachar volcán, me fui a hacer una carretera que iba por detrás, por el Tasacorte, eso fue soltero, y yo me medí en Tasacorte, me fui nuevo, todavía sin ir pal cuartel, y allí me midieron, y de allí me vine después pal cuartel, y... estábamos arriba en la montaña, no podíamos bajar a los pueblos, nada más que arriba en la montaña porque quién bajaba pa los pueblos sin luz ni nada por allí pa abajo, y salimos a trabajar, los días chicos salimos a trabajar con la noche, por la carretera pa alante, y allí nos daban la comida y 40 pts, era un – – – – – – sueldo loco cuando fuimos pa allá... ¿40 pts. Diarias? 40 pts diarias y la comida, la comida era poco, porque... un jarro de agua caliente por la mañana, y después a medio día le llevaban potaje de garbanzos o sancocho, las papas las tiraba por allí pa abajo y volvían a nacer, las plantaban y volvían a nacer, muchas papas pa tanta gente... y los garbanzos pasó lo mismo, los tiraban, los garbanzos así los plantaron y volvían a nacer también. Y allí estuve poco, allí estuve poco, esa vez estuve poco, digo “esto, qué esclavitud”, no podías bajar pal pueblo, no podías bajar, nada más que allí venía... el bueco que tenías era de madera, de troncos de los árboles mismos, hacían troncos, un almacén allí, y después te quedabas encima pinochos de esos, pinochos, ramas de pinochos, tenías un cacho de manta, lo echabas debajo, y allí te quedabas, una esclavitud que da miedo, como... como los esclavos de antes. Claro, y había que ir porque hacía falta, aquí no había trabajo ninguno, pues teníamos que irnos allá a La Palma, escapó mucho, allí trabajando. Encima aquí llovía poco... 15.36 Claro, es que no llovía nada, los años ruines aquí, escapé la... se marcharon casi todos, agricultores y todos se marcharon... después me vine pa Tenerife, sí, también estuve en Tenerife también estuvimos tres meses. Me acuerdo del primer día que fui, no se me olvida el primer día en Tenerife porque llevé 200 pesetas, y yo fui ya con trabajo conseguido de aquí, y entonces estamos esperando allí en el bar por el amo que viniera, a ver dónde nos quedábamos esa noche, después el amo llegó, dice “mira, se van a quedar allí arriba, en las gallanías, en un pajalito que tengo allá arriba, que ya mañana les arreglo yo donde quedarse, porque ya esta noche la hora que es...”, bueno, pues el pajalito no tenía ni ventanas ni nada, lleguemos... pusimos... era un primo mío y yo, nada más, y pusimos.. él puso la ropa dentro de una cesta, que le caía por dentro de una cesta, y yo la puse dentro de una silla que estaba allí... cuando me levanté por la mañana que fui a vestirme, ropa ninguna. Chacho, ¿y la ropa? ¿la ropa? Allí dentro en calzoncillos, mi primo buscando por allí por fuera la ropa, digo, “pues perdemos de trabajar otra vez”. Pues después fue para allá con el traje y encontró la ropa dentro de la anilla de la burra, me quitaron las perras, me quitaron las 200 pesetas que tenía, me quitaron las llaves, me quitaron el carnet, me quitaron todo y me dejaron la ropa allí... ¡bue! Pues nos vestimos, fuimos a trabajar, pero después vino el dueño y dice “yo sé quién fue”, pues después fui a la tarde allá, me salió la madre, dice “mira, la ropa y el carnet la tienes aquí, pero las perras no, porque se las gastó”. ¿Y qué le iba a hacer? Gracias a que mi primo tenía alguna perrita pa ir comiendo esa semana allí, hasta que cobré... ¿Y a qué fue a trabajar? Trabajando de eso, de... de eso, de obrero, trabajar de obrero allí, trabajando, yo estuve trabajando arriba, yo estuve más arriba, que estábamos haciéndole una pasita allí a la iglesia, estábamos allí, allí comencé, y después de allí pasé a Tenerife, pa abajo, pa la capital, y allí estuvimos haciendo una casa, una casa grande allí estuvimos haciendo, yo estaba allí para los barrenos y eso, los daba yo, y los cantaba y eso, y los tapaba, no había más que cuatro allí, y yo estaba como jefe allí, los mandaba a comer, los mandaba a trabajar y eso. Pues allí estuve tres meses también o por ahí estuve, y me vine pa acá, y yo estuve unos cuantos días pa allá y pa acá, pa allá y pa acá, así nada más que – – – – – – – – – – – – – – estaba tres meses. ¿Y la mujer ya con hijos aquí? Síí. M. Yo me quedé con seis hijos. Yo tuve seis hijos, yo tuve seis hijos, y todos, todos, ese que entró aquí con un coche pa aquí es hijo mío, que ese es cocinero, está en La Santa de cocinero, y tengo otro también que era cocinero, que dejó de cocinar, que está ahora conmigo aquí, dejó de cocinero porque se le quemaron todos los pies por debajo, y se le cambaron los dedos y eso, y dejó de trabajar la cocina. Y después tengo otro que es maestro albañil, y después tengo otro que tiene la lavandería abajo... Lavanda, esa... En Arrecife... Que es casao en la península, y en Arrecife tiene la lavandería. Los míos tengo... después tengo una hija y una nuera que están en la lavandería, empleás en la lavandería, pero , los míos no... porque los veo por ahí todos marijuanaos, no les puedes decir nada, los hijos todos marijuanaos, echaos a perder y todo, y nos les puedes decir nada, los míos no tuvieron tiempo a marijuanarse, porque no tenían tiempo a fumar. ¿Los tenía trabajando de pequeñitos? Venían de la escuela a plantar cebollino. Me acuerdo que éste, éste, que era el más pequeño de todos, éste fundaba las rodillas al suelo, porque no llegaba para plantar cebollino, fundaba un a rodilla y con otra rodilla fundaba... los míos no, y están ahí, y yo estuve enfermo ahora tres meses, en el hospital, que no podía darme vuelta ni ná, y tres meses cada uno iba su noche a quedarse allí, todavía no me han perdido el respeto ninguno de ellos, ninguno. Vienen, aquí, viene a mi casa, yo tampoco... yo tengo confianza también con ellos, hablo con ellos, ellos hablan conmigo, dónde estuvieron, dónde no están... la madre no, la madre les pelea más. Pero yo no, no, yo me echo a reír con todo lo que dicen, y los míos ninguno es marijuanao, que los veo por ahí, chiquitos, no saben, fumando marijuana, fumando basura de esa ná más, después vienen, le destrozan todo a los padres, les destrozan todo aquello, estos míos, gracias a Dios, me salieron todos buenos. Las hembras... cuando les tocaba a las hembras quedarse conmigo iban allí, a quedarse las hembras, tengo dos hembras, iban los cuatro varones y las hembras, una que está trabajando iba el domingo, pa no perder de trabajar iba el domingo, todos los domingos se los dejaban pa ella, pero... yo con los míos estoy muy contento, yo siempre los invito a comer, a lo mejor un día los invito nueras, nietos... y los días de Reyes, esos los invito a todos, a todos los nietos, de todo, vienen unos veintipico, sí, y después el día de los padre, igual, también los invito, y después otro día invito... el día de la Madre también, tres o cuatro veces al año los invito a comer a todos, a todos, todos juntos. Y con seis niños, ¿qué los tuvo, aquí en la casa o abajo...? M. A dos en el hospital, porque tuve problemas, a todos los demás en casa, hay aquí una mujer que se llama Inagua, y sabía la mujer... Y los tuvo en su casa. M. Y después iba al campo, los metía en... tenía el burrito, y tú sabes que antes había unas alforjas, metía a los chiquitos en las alforjas para ir al campo, sí, sí, y sin madre, porque no tuve una madre que me ayudara, nada... Claro, así aprendieron desde chicos, los llevaba... Sí, sí, yo de chicos los llevaba, después ponía la silla a la camella, porque también tenía un camello, ponía la silla a la camella, a la sombra, cuando se – – – – – – – – – – – – – – – – – – – dormían los acostaba allí en la sombrita, y nosotros a... ¡bah! Pasó unos trabajos como un... ¿Y sanos? ¿Cuando se enfermaban, a Arrecife? 21. 34 A la Villa, a la Villa. ¿No había curanderos, aquí en Soo? M. Sí, había una mujer, antes les dábamos leche de cabra, gofio con pasote, se echaba agua al gofio con un poquito de pasote, los criamos así... no teníamos otra cosa. ¿Y remedios caseros? M. Hierbitas y eso, también, a mi no se me murió ninguno. Todos los crié, unos barriguitas, otros de criaban barrigúos porque... le daba uno leche, la leche a lo mejor se la dabas sin rebajar ni nada, la leche... se criaban los pobres, mocositos, porque no tenías, estabas plantando allí en el campo y los tenías pa allí tiraos, no tenías tiempo de ir a sonar pa no perder de plantar, se pasó trabajo... Y de pastor, ¿por dónde salía usted con las cabras? 22.30 Por aquí pa arriba, por donde salen pa arriba... ¿Y hasta dónde llega? Hasta Tiagua, pero bueno, llegan y ahora estarán llegando también a Tiagua... ¿Y tiene unos caminos marcados...? Noooo, caminando va por los caminos y después se tiende uno por todas las tierras blancas esas, pa arriba, antiguamente no había mucho donde tenderse porque sembraban mucho, pero ya hoy que está todo de monte, hoy sí se tiende el ganado pa allí pa arriba. ¿Y se le perdió alguna cabra, alguna vez? A mi no se me perdían, a éstos sí se le pierde alguna, a los moros se les pierde alguna, pero a mi no se me perdía, porque yo tenía un perro bueno, y a veces traía cabras salvajes de Fuerteventura, ¿cuántas no maté? Una vez me acuerdo que compre nueve ahí en Arrecife, cabras que no habían visto nunca el campo, estaban ahí encerradas en un corral, y las nueve la maté, entre el perro y yo las matemos, no seguían el ganao... las maté a veces con un palo, a veces con el perro, las maté a las nueve esas, porque no había manera de que manaran, claro... antes hacía uno perrerías que no eran pocas. ¿Y cuántas cabras tenía? Nosotros no teníamos muchas, cien cabras... antes no teníamos muchas, porque ordeñabas a mano, también, 80 cabras, 100 cabras, lo más que tenía uno. Yo tenía un hijo que se levantaba a ordeñar y sacábamos a lo mejor 100 litros de leche, entre los dos, y nos hartamos a madrugar, pero ya después que sacaron las máquinas éstas sí... ¿Y luego que hacían con esa leche, la vendía también? No, la estamos vendiendo al complejo, fue cuando comenzó el complejo, bueno, yo comencé antes del complejo, yo comencé a vender en San Bartolomé, a la lechería de Jorge, esa, ¿sabes? Esa me la pagaban que era a 50 pts el litro, y... después ya comenzó el complejo que empezaron a pagar a 80 pts, pero pa qué, a 80 pts si pasemos más miserias ahí que... aquí desapareció todo el ganado, antes había mucho ganado aquí, pero aquí separeció, porque el complejo empezó a no pagar leche, a no pagar leche, ibas tú por allí por millo, le pagabas el millo allí, y no te pagaban la leche, que yo le decía “pero, mire, dennos el millo a cuenta de la leche, si no tienen dinero”, pero vamos... había que llevar el dinero pal millo, y la leche se la quedaban ellos. El que tenía unas perras el ganado fue manteniendo, fue manteniendo, – – – – – – – – – – – – – – pero el que no tenía aquello fue esapareciendo todo el ganado de aquí del pueblo de Soo, usted cree que en el pueblo de Soo había todo ganado, y en Muñique, cuando pagó el complejo ese el dinero a 80 pts, nos pagó tres o cuatro meses, después esapareció todo el ganado de ahí, porque aquí sólo quedemos tres. ¿Y ahora se paga bien? No la pagan bien, pero la cobras, ¿sabes? La cobras y lo menos será que la cobres, porque pagándola están pagándola a 80 pts, 80 pts de las antiguas, que son 50 céntimos, o así, y... pero la cobras todos los meses. Y después te da el Cabildo 12 pesetas, que te da porque fue un trato que hicimos cuando hicimos la huelga, que hicimos una huelga allí en el Cabildo, llevamos el ganao pa allí pa abajo y fuimos delante del Cabildo, no sé si ustedes se acuerdan de eso, y entonces se acordó de darnos 12 pts pa la subvención de la leche que se están llevando pa allá. ¿12 pts por litro? Por litro, y... mira, ya va a hacer un año y pico que ya no pagan. Y entonces ya empecemos a salir la leche un poco más, con las 12 pts estas, y después el gobierno nos da, que eso viene de la Unión Europea, nos da 5 pts por cabra todos los años, también, bueno, a mi ahora me están pagando por 350 y tengo 500, porque ya no pagan más, con las que tenías apuntadas ya... pues eso, y a veces con una cosa y con la otra te va dando pa escapar, porque ahora mismo con los que estamos ganando escasamente te da para la ración, que un container de esos de ración te vale un millón de pts., y eso te aguanta un mes, un container de esos de ración que tenemos ahí. ¿Para darles de comer? Para darles de comer. Y viene de Las Palmas, no sólo es que sale caro, es que el flete... ¿Porque las sacan por ahí porque en el campo ellas comen, pero les compran la comida...? Pero si no dan nada, pues si no compras pienso y compras millo, na...¿ellas comen en el campo? Ellas van al campo y a lo mejor de hierba le echan una mordida o dos y la misma se vienen con la golosina pal campo, si las dejan venir ahora se vienen corriendo pa aquí, a comer millo y pienso ahí, claro el ganado sale jarto de aquí, porque mientras estás ordeñándolas les echamos los granos pa que coman, mientras estamos ordeñando, pues se jartan, cuando salen de aquí no tienen ganas de comer, pues se echan pa allí pa arriba y no quieren venir hasta que les da la gana de comer que quieren venir pa aquí otra vez. Pero antes no se le echaba nada de esto. Antes no se le echaba nada, antes salía como ahora y el ganado comía, porque llovía, y había poquito ganado, no había muchas cabras, pero antes había hierba en todos sitios, el ganao venía, pero no se echaba nada, antes ¿millo? Pero si lo mismo teníamos para comer nosotros, no se le echaba nada. ¿Pero daba menos leche? ¡Claro! Eso no daba... mira tú, teníamos a lo mejor 10 o 12 cabras y daba... 6 o 7 litros, para hacer un quesito así, y después el quesito ese ibas a venderlo a Arrecife, y traías otras cositas pa comer. ¿Porque las cabras se ordeñan todos los días? Sí, todos los días, cuando dan cría se ordeñan todos los días, después a lo mejor hay dos meses, tres meses, después de que cogen macho que ya falta poco pa la cría que ya no se aprovecha, se dejan sin ordeñar, todavía, y así, – – – – – – – – – – – – – – – – pero las cabras se ordeñan todos los días, a lo mejor siete u ocho meses todos los días. ¿Y los que nacen machos? Los cabritos los matamos, los cabritos los matamos, bueno, si quieres criar cabritas, crías, porque nosotros las crías las hacemos todas por los machos, no los matemos todos, pero otros años si no quieres criar, matas hembras y matas machos y todo, y los vendes. ¿Cuántos cabritos suele parir una cabra? Ellas paren hasta cuatro, cuatro, yo tengo una allí que parió, pero una casualidad de esas no hay muchas, pero yo me parece que la he tenido dos veces, que ha parío cinco, cinco. Pero cuatro, tres... tres paren casi todas, porque las cabras comen mucho, están gordas, cuando más gordas están se les echa el macho y más veces pare, pero de dos, de dos casi todas... ¿Machos tiene usted? Sí, sí, machos tengo ahí abajo en un corral de mi hijo, cuando paren les sacamos los machos, ahora no sé si hay 12, 13 machos hay. Porque cuando se los soltamos, yo los suelto en julio, en julio les suelto los machos, y entonces como es mucho ganao pues hay que traerles muchos machos, porque si les traes dos o tres machos, es como un hombre si le echas cuatro mujeres... (risas) lo agotas, y como hay mucho ganao pues se le echan muchos machos pa que el ganao venga casi todo apareao. ¿Y no le vienen a buscar los machos para otra gente que tiene cabras? No, no, el que tiene cabras tiene que criar machos, sí, sí, sí, sí, el que tiene cabras, tiene machos, porque es como el otro, que dice, si quieres pescao vete a la mar. ¿Y entonces suelta en julio los machos y se quedan preñadas normalmente enseguida? Sí, sí, hombre, siempre se queda alguna cabra que se marchó, no quedó, se trancó, y después sale mal, pero natural todo el ganao, casi enseguía. ¿Y cuánto dura el embarazo de una cabra? 30. 55 Cinco meses, cinco meses, a los cinco meses... ellos a las cinco lunas, a lo mejor no coge los cinco meses, le faltan diez días, cinco días, o así, pero desde que cogen las cinco lunas, porque si dan cría antes de las cinco lunas, dan cría con los baifos vivos y se mueren , porque no tienen el tiempo necesario, y entonces cuando llega el tiempo, a lo mejor están vivos, si le falta pa la luna cinco días, a lo mejor están vivos los cinco días y después que llegue la luna se mueren. Pero ellas crían, por natural, son cinco meses. ¿Les tiene que ayudar a parir? No, algunas, alguna que no le vienen los baifos bien, alguna que se le atraviesa el baifo, no le deja salir al otro, vienen los dos baifos juntos y... hay que meterle uno pa adentro pa sacarle el otro, siempre hay que aquello, alguna que trae el cogote pa atrás, bota las patas, pues hay que buscarle pa enderezar el cogote, pa sacar la cabeza también porque así no nace, si bota las patas primero y el cogote virado pa atrás no nace. ¿Y eso lo hace usted, no un veterinario? Sí, eso lo hago yo, eso no viene un practicante ni nada, nada más que lo hago yo mismo, y... a veces hay que rajárselo un poco, tiene uno un festurín de esos, le raja un poco pa arriba y entonces lo saca. Sí, hay que hacer de todo, uno es como el médico, el médico no lleva a las mujeres a hacer la cesárea y todo, pues uno igual, lo que pasa que... la cabra a lo mejor se muere más porque la cabra uno no... a lo mejor no aquello tanto como un médico pero... – – – – – – – – – – – – – – – – el médico le pone todo el tratamiento, le pone todo, y uno a lo mejor le pone una inyección, pero... ¿Y le cose después? No le cosemos, no le cosemos, eso después se cura natural, echamos spray de eso y aquello y eso se cura natural. Ya le digo que a veces alguno se queda que tiene que meterle las manos pa aquí pa adentro pa sacárselo de la barriga, debajo de la barriga, porque... y algunos se le quedan dentro y después la cabra se hincha, porque no te das cuenta de que le quedaron más, y después la cabra está hinchada y... se enferma, claro, tu te vas a dar cuenta cuando la cabra está hinchada atrás que tenía otro baifo, a lo mejor miras dos y dices, ya no le quedan más, y tenía otro dentro, y a lo mejor está dos, tres días, y te vienes a dar cuenta a los tres días, ¡bah!, después la peste que le queda todo dentro, tienes que ponerte un paño... ¿Porque ya está muerto? Claro, está muerto y hinchao, y está la cabra... algunas escapan, algunas no escapan, y así, pero se muere mucha cabra todos los años, se muere mucha, yo pierdo mucho ganao todos los años. ¿Y las que se mueren de eso se pueden comer? Ya ¡baj! Ni la que se muere de eso ni la que se muere ninguna, aquí la muerta se tira, se entierra pa allá, y eso na, ¿muerta se va a comer? Ni cabritos ni ná, no, muertos aquí no se come nada, aquí ni enfermas, aquí vienen los moros a comprar, han venío aquí, aquí hay una cabra enferma y no te la vendo tampoco. Dice “esa”, “no, esa está enferma”, yo no se la vendo. ¿Y cuando se le enferman las cabras las lleva al médico o usted mismo? No, les ponemos ahí, nosotros tenemos inyecciones ahí, tenemos terremicina, tenemos otro que le dicen betioni y... y se la ponemos, la inyección. Después la leche hay que botarla dos días, porque si la echas la leche ya no sirve, porque la leche la analizan todos los días, llevan un frasquito y allá en... Sí, yo vi que cogió un botito... Eso, el botito blanco ese le apuntan el nombre mío, el nombre no, el número, y allá ahora analizan toda la leche esa, está la veterinaria que analiza la leche, desde que le encuentra algo ya te manda una carta. Aquí cada uno tiene su aquello, ahí no puedes echar nada, si la leche está mala ya sabes que te llega la carta, y si sigue mala te la dejan... ¿Y cuando sacaba las cabras, cómo las diferenciaba, les tenía nombre...? Sí, sí, a todas les ponemos su nombre. La que es morisca le decimos morisca, la que es negra le decimos negra, la que tiene las orejitas chicas le decimos grumata, la que es capilota, le decimos capilota, todas las cabras tienen un nombre. Si tenemos 300 bueno, a lo mejor hay repetidas, hay tres moriscas o cuatro moriscas, les decimos moriscas, pero todas les tenemos su nombre... ¿Y cuando las trae sabe que las tiene todas porque...? Sí, y después... mira que yo no voy con las cabras, de tanto tiempo ir con las cabras, van los moros, me pongo ahí, sentao ahí cuando el ganao pega a subir pa arriba y si falta una cabra le digo “ tal cabra no vino hoy, la cabra...”, “no, que está parida parriba”, digo, “ah, sí, sí”, uno más o menos... y si estoy ordeñando menos se le escapa a uno, porque está ordeñando usted y enseguida se da cuenta de la cabra que no entró a ordeñar, dices “esa cabra no entró a ordeñar”, a lo mejor un día se le escapa, pero dos no. ¿Y si se le queda alguna por ahí viene ella sola o tiene que ir a buscarla? No, hay algunas que se quedan paridas, ¿no?, y si se quedan paridas pues las dejamos parir y después a lo mejor vamos a buscarla, sabemos que se quedó y – – – – – – – – – la dejamos y vamos para el otro día... sola no viene, si lleva muchos días sola viene a beber, pero desde que viene a beber sale otra vez para todos los sitios. Ah, porque paren por ahí. Claro, alguna cría por ahí, la mayoría cría por ahí, y alguna a lo mejor está parece que a la montaña, y se te fue pa la montaña y no te diste cuenta y no sabes dónde tiene los baifos, entonces la acechas cuando viene a beber, sale por ahí pa arriba, entonces la vas acechando, si te ve no va adonde están los hijos, tampoco, porque los baifitos los deja ella y allí quedan todos echaítos, y hasta que la cabra llegue... y después la vas acechando y entonces cuando vas cerca los baifos ya pegan a bailar, a bailar, y entonces pegan a bailar los baifos y todos bailaditos los baifos, y entonces sí la escapé ya, porque cuántas... algunas paren por ahí y no sabes, porque las dejas atrás, porque está y después de allí se muda pa otro sitio y ya no sabes dónde están, y después tiene que irlas mirando al otro día, si está dos días o tres, y después vas tapiándola pa ver dónde están los baifos. ¿Y alguna vez ha habido problemas con perros o algo, a los ganados? Sí, sí, sí, yo tuve una medio cría mía ahí, cerca de ahí, y me parece que tuvo tres baifos o cuatro baifos, y vino una perra y me mató los cuatro baifos, la cabra no, las cuatro crías me las mataron, pues cogí la perra, porque la cogí, llamé a los celaores, vinieron los celaores aquí y se la llevaron, apuntaron allí a la perra, apuntaron el nombre mío, los cuatro baifos y se la llevaron. Después apareció el dueño, vino la mujer aquí iba a pagar los cuatro baifos, y yo le dije “mire, yo no... yo los baifos no se los voy a cobrar, yo lo que quería cogerla porque... aquello”, dice “es que la perrita se me soltó”, no sé qué, la mujer vivía en ........, “pues mire vaya usted a la Villa y dile que le dé la perra”, fue a la Villa pero qué va, no se la daban, qué va, “que la perra no te la damos” y no sé qué y no sé cuanto, pues vino la mujer aquí otra vez, pues me costó ir a la Villa pa que le dieran la perra, firmé yo allí que estoy conforme con que le dieran la perra, y le dieron la perra y la mujer más contenta, y después me trajo hasta un... una bandeja de dulces me trajo la mujer, y empeñá en que le cobrara los baifos, y yo, “que no, ¿cómo le voy a cobrar los baifos?” Yo llamé a los celadores por si acaso la perra, porque no sabía de quien era y para que se la llevaran a la perrera. Pero siempre hay perros sueltos, otra vez atacaron también pa arriba, pa allí pa arriba también y esa vez mataron a la cabra, los baifos los dejaron allí, pero la cabra la mataron los perros, y a mi hermano también le han matado cabras, allí pa atrás también, siempre hay perros sueltos, perros grandes de esos, aquí no hay muchos, no, pero siempre hay algún perro suelto, que los abandonan y se comen las cabras, se las comen no, las matan, pero no se las comen... pero la vida de antes hay que contarla porque... se pasó miseria. ¿A la guerra no fue ningún familiar? 39.10. no, mi padre, mi padre fue a la guerra, mi padre y mi suegro también, esos llegaron a ir a la guerra. Mi padre no llegó... no llegó... yo creo que mi padre no llegó al frente, no, mi padre no llegó al frente, porque yo nací... cuando estalló la guerra fue en el 36, y en el 36 nací yo, a mi padre se lo llevaron pero nunca llegó, nunca llegó al frente, pero mi suegro sí, mi suegro sí llegó. ¿Estuvo en la península? Sí, sí, y después tuve un tío también que murió en la guerra, que murió en la guerra, un tío tuve también. ¿Y cómo tenían noticias de ellos? – – – – – – – – – – – – – – – M. Ellos escribían. Mandaban cartas, siempre hubo cartero aquí. M. Mi padre que fue de único, sí, y yo creo que le pasaban... le mandaba un dinero. Manda un poquito, una... le mandaba a la mujer, pero un poquito, lo que es ahora un nada. M. Por lo que sé una ayudita le mandaba. ¿Y no contaba cómo se refugiaban allá? Allá también pasaron miserias, ¡buá! Y gracias a los moros, a los moros que Franco los engañó ahí, cuando pegó a decirles que moría allí y nacían otra vez en su país, ahí los engañaron y los moros siempre iban alante, a cual más alante iba...¡claro! Porque les decía, “no, tú morir aquí y nacer allá”, y ellos se creían que era verdad, y ahí ganó la guerra España la ganó con los moros... ¿Y por aquí no se veían después militares...? Sí, sí, estuvieron... estuvieron en Caleta Caballo, ahí estuvieron, después que terminó la guerra ¿cuánto tiempo estuvieron allí? Un montón de tiempo, y aquí por detrás tenían también... garitas de esas, casitas de aquellas pa vigilar, y después estaban en el castillo arriba en la Villa, ¿no hay un castillo arriba, de los moros, aquel? También allí estuvieron soldados, y en todos los castillos, en el castillo de San José, allí estuvimos haciendo guardia, en el castillo aquel que está arreglado para los turistas, allí íbamos a hacer guardias, desde allí al cuartel, que yo serví aquí, íbamos a hacer guardia allí, y estábamos siempre haciendo guardia. M. Y los moros intentaban de venir, venían en pateras antes... Pero los moros no venían, los moros estaban con España, bueno, la guerra fue toda de España, unos con otros, pero los moros los tenía Franco, los moros los tenía Franco, que todavía yo creo que hay moros que están cobrando la paga de Franco, ahí en El Aaiún, en aquello, todavía hay moros que dicen que están cobrando ahí, y... después ya más tarde ya venían, ya venían, cuando terminó la guerra y eso, ya dicen que venían por ahí, aparecían por ahí con una patera de esas, y... ¿Y la gente que no era de Franco, esa gente qué hacía, se iba de aquí...? Eso, yo no sé, porque yo nací en esa hora... la guerra fue dividía, ¿no? Ahí peleaban padres e hijos en contra porque los que agarró Franco, los tenía Franco, y los que agarró el otro partido, los tenía el otro partido, y después ya se ganó la guerra, que la ganó España y ya después se unieron todos, el que mandaba era Franco, y mandó a toda España junta... pero de esa hora, primero fue que había el rey y Franco peleó contra el rey, entonces los que apañó Franco, fue como ahora el asalto ese que dio Tejero y el otro, que si no se le vira el otro hubiera habido otra guerra también, pues esa fue igual. Y después ya de que Franco cogió el mando, pero... Que pasaron trabajitos... 44.10 Aquí se pasó trabajo, trabajo, trabajo más grande. Yo me acuerdo, yo tenía los pies por debajo todos corteaos, me salieron unos cortajes, yo caminaba así ná más, como un burro... y descalzo, porque estaba descalzo, porque ¿quién se ponían antes las alpargatas? Y aquí abajo había un aljibe, había un tal D. Luis, que era de Mozaga, y el aljibe ese era de D. Luis, y él venía, la estaba trabajando, haciendo una pellata al centro, y él venía en su caballo, era un hombre medio rico, porque aquí no había nada más que una tiendita sólo, y entonces me vio caminando así, y él me llamó, me dice “chiquillo, ¿qué te pasa?” porque yo era un chavalillo aún. Le enseñe los pies, – – – – “Ay, cómo caminas con eso. Mira, cuando vayas para arriba, vas a la tiendita, que yo”, nunca se me ha olvidado, eso, “vas a la tiendita que yo te dejo unas alpargatas allí pagas, pa que te las pongas”. Yo no llegaba a dos horas que estaba pa allí pa arriba pa ir a la tienda, cuando salió él pa arriba, me fui pa la tienda, me dio las alpargatas, y ¿qué hice? Yo no me las puse, las escondí pa los domingos, las tenía escondías pa los domingos, yo más tunante los domingos, todos descalzos y con con mis alpargatas, unas alpargatas de esparto de esas por bajo, y todos ellos descalzos y yo con mis alpargatas nuevas, y después cuando iba pa mi casa me las quitaba y las escondía otra vez para el domingo, así. Y cuando lo veía a él yo no venía, porque si me veía sin alpargatas, me mata. Pero siempre me he acordao, nunca se me ha olvidao el hombre ese, mira que yo era pequeño, nunca se me ha olvidao, venía en su caballo él aquí abajo y él vivía en Mozaga, y me llamó cuando me vio caminando así y me dijo, me llamó y me dijo “¿qué te pasa, mi niño? Cuando vayas pa arriba yo te dejo unas alpargatas pagas allí y te las pones” ¡chacho, aquello fue para mí...! porque antiguamente iban las madres, no dejaban a las hijas solas al baile, iban con ellas, y tú ibas a hablar con la hija, ibas a la casa, te ponías a hablar ahí fuera y la madre en la esquinita, tenías que hablar despacito pa que la madre te sintiera, y si le querías dar un pellizcón, ¿sabes lo que hacía ésta mía? Ésta mía, si le iba a dar un beso le gritaba a la madre “¡madre!”, parecía que se lo iba a decir, le contestaba la madre, “¿qué?”, “¡Tráele un vaso de agua a Manuel!”, me ponía de agua a veces como un peloto... porquee cada vez que le iba a dar el beso le gritaba “¡madre, tráele otro vaso de agua!”, no le hacía na, a veces se me iba el cerro y decía, ésta me va a reventar bebiendo agua, aquí... vino, no, de esa hora no tenían vino, no tenían ná, y siempre me acordaba de eso, siempre me acordaba, y claro, no les hacías tú nada por que estaba allí... Y ella iba al baile, y yo me acuerdo que a veces pues no tenía alpargatas, tampoco, más que iban con unas alpargatas de esas blancas, y entonces a lo mejor la vecina iba también y tampoco tenía alpargatas, ¿sabes lo que hacían? Compraban unas alpargatas entre las dos, una se ponía una y otra se ponía otra, ¿y sabes lo que hacía para hacer ver que no era aquello? Se amarraba un dedo hacer ver que tenía un golpe y no se lo podía poner, y no se la podía poner la otra, y iba con una sola, para que la vecina se pudiera poner la otra...¡bueno, las historias de antes! Eso se ve hoy, como yo las veo ahí que vienen por las hijas se las llevan, las llevan pa allá y las traen por la mañana y digo, bendito sea Dios, esto sí que es una juventud de hoy... y antes ibas los domingos a hablar con ella, ¡los domingos! Y se ponían allí fuera, o si te ponías dentro, si tenían dos habitaciones, ellas se ponían en la puerta, en la esquina allí, y no te dejaba tampoco ni, ni, ni, ni resollar, eso de antes, cuando uno cuenta las historias de antes, yo se lo cuento a mis hijos y ellos no lo quieren creer, ellos no lo quieren creer, dicen quite, quite de alante, que está ahora usted diciendo boberías y... Antes en los bailes las chicas siempre acompañadas... 47.25 Claro, siempre las madres con ellas, siempre, allí iban las madres con ellas y... y allí no podías, y Dios nos libre que tú te arrimaras bailando mucho con ellas, te ponían la retranca así, arretirao pa atrás, bah, es que la juventud de antes, de todo hay que contar de antes, antiguamente hay que contar de todo, porque de todas miserias se vieron, todo... porque lo de antes pa hoy, ¡bah! Es diferente pero vivían más o menos... Hoy no se ve un pantalón roto, como antes, antes se ponía un pantalón roto, – – – – – – – – – – – – – – – – se ponía un parche, ¡las mujeres de hoy es que no saben ni coger una aguja, ni coger una aguja! Ellas, las mías, las mías a veces les quedan los pantalones grandes a los maríos, los cortan por ahí y vienen a que mi mujer se los pespunte por debajo, es que no saben ni coger un vuelto a un pantalón, que ellas no han cosido nunca, que no... ¿Y fueron al colegio todos los hermanos? 48.30 Sí, sí, sí, al colegio... sí, mis hijos y mis hermanos también fueron todos, lo que pasa es que antes que uno aprendiera, es que antes no... usted cree que hoy el libro, con los seis libros que les cargan a los niños gracias a los carritos esos, ahí tengo yo una nietita, nieta no es, bisnieta, y aveces viene por aquí porque ellos viven en la Caleta y vienen por aquí, y el otro día traía su carro y levanté, y ¿usted cree que no podía con el carro? Con el carro, digo, ¿pero, Dios, qué es esto? Antes llevábamos una cartilla, la cartilla primera, la segunda y la tercera, ahí paramos ya, ahí no íbamos más a la escuela, no sabíamos, escasamente firmar y leer, bueno, y hoy un chico de esos sabe más que los grandes. ¿Usted aprendió a leer y a escribir? Sí, a leer y a escribir sí. Un poquito, mucho no, lo que se aprendía antes, pero leo y escribo un poco. ¿Y de cuentas? De cuentas también sé, de cuentas sé sumar, sé dividir y sé multiplicar y eso... restar y mira, los cuatro aquellos los sé. ¿Usted tuvo una tienda? Sí, tuve una tienda. 50.15 ¿Y las cuentas las hacía con signos? No, con libros, apuntaba, teníamos un libro y algunos venían no tenían perras, les apuntabas el nombre y le apuntabas lo que era. Es que había el que hacía para una perra una redonda... No, eso fue, eso fue más antes, más antes había eso... más antes no, ahí estaba la de José Machín que tenía una tienda allá arriba y esa apuntaba con redondeles. ¿Era gente que no sabía contar? Sí, redondeles, una peseta era más chico, un duro era más grande, y todo, y por eso después sacaban así. Sí, sí, sí...no, yo no, yo ya en la época mía todo el mundo escribía un poco ya, mucho no, pero sabían... porque mi madre iba a la tienda y cuando venía cogía unas piedritas y se ponía a apartarlas para saber esto me costó tanto, esto me costó tanto, esto me costó tanto... y por las piedritas sacaba lo que le costó, sí, sacaba si se equivocó la tienda si no se equivocó. Mi padre tampoco sabía escribir, y de ese aquello casi nadie sabía escribir, de esos que fueron a la guerra, casualidad que sabía uno escribir. ¿Y al colegio que iban, aquí mismo, en Soo? 50.53 Sí, tenemos un colegio aquí, tenemos un colegio aquí, este en Soo, éste no, porque este es un colegio que lo hicieron ya mucho más nuevo, pa allí pa abajo hay dos y más abajo había otro, íbamos al colegio, me acuerdo que teníamos una maestra maaaala, mala como la quina, nos ponía de rodillas y nos ponía cascajos debajo, de las rodillas, como íbamos con pantalones cortos... ¡chacho! Si te llegabas a menear tenía una tabla, te ponía las manos así y te daba bandazos con la tabla aquella, y después había hasta pulgas, les decía que le llevásemos pulgas dentro de una caja de fósforos, y le llevabas a lo mejor tres o cuatro pulgas, si te portabas mal te metía una dentro del oído, siempre me acuerdo, mujer mala, porque a aquella le gustaba. – – – – – – – – – – – – – – – – ¿Los niños eran buenos? Los niños a lo mejor no sabían, pero si no sabían leer, no sabían la lección o eso y dejarlos allí sin comer hasta... no nos soltaba medio día y nos dejaba sin comer allí porque no sabíamos las lecciones, era mala... pero mala de verdad, esa mujer se portó muy mal. ¿Y eran maestras o era gente de aquí que sabía...? Buá, maestras que cualquier niño de hoy sabía 20 veces más que ellas, pero esa era maestra, maestra, sí. ¿Y era de aquí? No, esa no era de aquí, esa era no sé si de Las Palmas, era mala, mala sé que era, me acuerdo que se llamaba Isabel, se llamaba, Isabelita la llamábamos nosotros, y... pero era mala como la quina, mala... nosotros le teníamos un miedo, qué va, no podíamos hablar de ella que era mala, porque digo, si se entera nos parte las costillas. ¿Y las pulgas se las hacía traer a ustedes? Las pulgas se las traíamos nosotros, ella misma las encargaba, decía “el que me coja dos o tres pulgas no le pego” porque antes había pulgas, antes teníamos pulgas, enseguida había pulgas, se las llevábamos dentro de una caja de fósforos, las tenía allí metidas en aquello, después de dos o tres hambreando, que nos las metía en el oído... después venías casa y tenías que echarle leche o algo al oído, aceite o algo al oído pa sacar la pulga pa fuera, siempre me acuerdo de eso, era mala, pero mala de verdad, la mujer... 53.25 ¿Y a misa iban, también, los obligaban a ir a misa? A misa no nos obligaban, lo que pasa que íbamos cuando hacía tercios de noche, que rezaban de noche, por mayo me parece que era, por mayo me parece que era, y íbamos al tercio, pero nosotros no íbamos por rezar ni na, ya zagalotes grandes, por hacer la maldad, después salimos allí y pegamos a echarnos piedras los unos a los otros... claro, tirabas piedras, nos tirábamos piedras, los de abajo con los de arriba, buá, huyendo los unos de los otros, por si acaso las piedras, pero nosotros no íbamos por rezar ni nada, ni rezar ni sabíamos rezar, por ir allí... por ir allí, en los mayos, me parece que era, el mayo entero... ¿Porque las mujeres sí que eran de ir a misa? Sí, sí, las mujeres sí. ¿A las niñas las llevaban a misa, no? Sí, sí, los grandes, los machos éramos que no íbamos a misa, no, no íbamos a misa no íbamos pa na, más que allí acechando pa hacer la maldad cuando salíamos. ¿Y las fiestas de los Carnavales? 54.03 Los Carnavales aquí se corrían tres días ná más, porque ahora son carnavales y están más de dos meses de carnavales, aquí carnavales era la isla entera tres días, comenzaba el domingo, lunes y martes, tres días de carnavales, que era domingo, lunes y martes y el miércoles de ceniza, esos tres días, pero antes se divertía usted en los carnavales, igual que en San Juan, antes en San Juan se hacían unas fiestas aquí en Soo, se hacían dos verbenas en las eras esas, sí, las verbenas se hacían dos verbenas porque se llenaban, y después salíamos, eran dos días de San Juan, y después, el primer día salíamos y después amanecíamos pal otro día y salíamos de casa en casa, tocando, y nos juntábamos en todas las casas y nos daban un vasito de vino, o un vasito de coñac, o un vasito de anís, cada uno tenía lo que le parecía, los andábamos las novias, y cantando y tocando nos andábamos el pueblo entero, – – – – – – – – – – cuando terminamos ya terminábamos templaos, templaos ya, porque nos daban vino, mesturamos la bebía, porque la gente bebía todo, antes por un vaso de vino íbamos de aquí a Teguise, a beberte un vasito de vino. Y hoy lo botan por ahí y no lo quieren beber. ¿Hacían hogueras, también? También se hacían, el día la víspera se hacían hogueras, había las hogueras se hacen todavía, las hogueras de San Juan todavía se hacen, pero ya no... ya no se hace fiesta en San Juan. Y lo típico de la hoguera de San Juan que le ponen un muñeco, el Facundo le llaman, ¿aquí se hacía? No, pero aquí no se hacía, nosotros no ponemos ná, aquí no ponemos ná, más que hacemos una tonga de madera ahí, y no todos las hacen, más que algunos que las hacen de madera ahí, de palés, una tonga de madera y la queman ahí. Eso dicen que era bueno pa las novias las hijas, no sé qué... ¿Era muy mágica la noche San Juan? Sí, la noche de San Juan, pa que... igual que San Antonio, aquello para que le den un novio a la hija, mira tú, que un novio a la hija, como no venga...el solajero te lo va a dar San Antonio, qué cachondeo la gente de antes, tenía también cosas que... Pero para las parrandas sí eran buenos, ¿verdad? Sí, sí, las parrandas y cantar... y después a lo mejor tú querías a mi novia, empezábamos a cantar el baile y después salíamos afuera y nos pegábamos trompazos ahí por la novia, que aquí, aquí se clavó una vez un cuchillo, le clavó un cuchillo el uno al otro por una novia, empezaron a cantar ahí, a cantar, después ya salieron pa allí a peliar y le clavó el cuchillo, por las novias. No, a mi eso no me gustaba, no, yo... si la quiere otro se la dejo a él, pero a mi no me tocan los huesos por una mujer, ella sabrá lo que hace... pero antes, cuentan unas historias antes que vamos... ¿Alguna cosita más, alguna anécdota? 57.35 Yo pequeño, yo pequeño era muy noble, ¿sabes? Yo me mandaban a los mandaos todos e iba callaíto, porque antes a todos los chicos los mandaban y iban, ahora mandas tú a un chico a la tienda a cualquier cosa y no va, te dice que no más fresco que una lechuga, o vaya usted, pero yo era muy callaíto, muy mandaíto pa todo lo que me mandaban, y aquello, y a mi yo siempre me la llevaba por ahí, me acuerdo que una vez yo estuve con unos ahí guardando unas cabritas, pequeño yo guardaba unas cabritas, por la comía na más, ¿qué comía? Gofio, me daban un puño gofio o sandía y eso, y estuve con las cabritas, guardando las cabras, después me fui, después me vino otro pa guardar cabras también en las laderas, fui pa las laderas, ese fui en la noche, vine por la noche, y al otro día por la mañana dice la mujer, dice, “mira, voy a ir contigo pa enseñarte las lindas pa ya mañana vas solo”, bueno, me echó un cacho queso y gofio, antes en las laderas hacían queso, y yo... un cacho de queso bueno, sí, más de un cuarto de kilo era... ella fue por una linde, yo fui por otra, saco el queso, me lo como, y después le digo “mire, yo me voy pa mi casa”, la mujer más colorá, dice, “¿que se va pa su casa? Y ahora me deja con las cabras solas” “sí, porque yo me acuerdo de mi madre”. Rompo pa mi casa y me vengo. Otro día, después estaba mi padre trabajando en el cine Atlántico, donde está hoy el supermercado, que le.. allí, en la calle Real, ahí estuvo trabajando mi padre, y vino uno de... de Tías, que se llamaba, le decían Don Alfredo porque tenía dos o tres ...... le decían Don Alfredo, se llamaba Alfredo, y se lo dijo a mi padre, le dice, “Oiga, usted no me conseguiría un chiquito ahí – – – – – pa que me guarde dos o tres cabras, porque el que tengo se me va a ir y...” “Si yo tengo uno, pero no sé si se amaña”, “Sí, hombre, conmigo sí se amaña, porque no somos más que nosotros dos solos y conmigo se amaña allí, no va más que a guardar las cabras al ladito pa allí...” bueno, me lo dijo mi padre a mi, y digo “Sí, sí voy, sí voy, sí”, dice mi padre “¿tú te vas a amañar o me vas a hacer el ridículo?” “Sí, cómo no me voy a amañar”. Me llevó mi padre pa abajo, me llevó un lunes, ellos venían, antes trabajaban en Arrecife, no venía más que los sábados pa arriba, me llevó un lunes, el viejo vino allí por mi y me llevó en la guagua... oye, yo no había estado nunca en Arrecife ni había salido nunca de aquí, pero yo iba en la guagua, pero yo iba en la guagua iba mirando los puntos de la carretera, por donde iba, por donde no iba, cuando llegué allá arriba llegué a la tardecita, me dio de comer, dice “ven para darte de comer”, comí,me llevó pa allí pa la cama, me acosté. Por la mañana cuando me levanté me dice “ven para desayunarte”, fui y me desayuné, salí de la cocina pa afuera y digo “mire, yo me voy pa mi casa” “¿que se va pa su casa? ¡hombre, que lo fui ayer a buscar en la guagua, que vine aquí, que tal...!” “sí, porque yo me acuerdo de mi madre, yo me voy”. Salía por allí pa abajo y digo, “ay, santísima, que me pierdo”, por la carretera pa abajo, carretera abajo, carretera abajo y al llegar a Arrecife, pero a llegar ahí al Guanapay, me acuerdo ahora porque sé que era el Guanapay, pero entonces qué sabía que era el Guanapay, y allí había ya sabes que está la calle Fajardo y la otra calle que está allí así, y digo, ahora no sé por qué calle, sé que es una calle de éstas, pero no sé por a calle que es, si es por la calle de arriba o por la calle de abajo. Le pregunté a una mujer que pasaba por allí, “¿mire, usted sabe dónde están haciendo el cine ese nuevo?”, dice, “mira, coge por aquí, mi niño, allá abajo, allá abajo enfrente está” bajé por ahí pa abajo, cuando llegué le tocaba a mi padre salir, mi padre pa abajo “¿no te lo dije, mijito...? pues ahora a ver si encuentro una mujer”, siempre iba gente a Arrecife, “a ver si hallo por aquí con quién mandarte pa arriba”, pues halló allí una mujer, me compró mi panito, y me mandó pa arriba con la mujer, me vine caminando, íbamos caminando a Arrecife, y me vine otra vez andando... Pero se aprovechó de la cena, del desayuno... Sí, sí. Después fui con otro de la Villa, un tal Eufemio, que... y vino también pa llevarme pa guardar cabras, mi padre le decía “él no se amaña” “sí, conmigo se amaña”, eran amigos... mira tú qué penitente era que no sabía donde quedaba el pueblo de Soo. Me llevó, pues me tuvo tres días, pero ¿sabe por qué me tuvo tres días? Porque me echaba pa allá pal castillo y no vía el pueblo de Soo, y yo decía, “coño, ¿dónde queda el pueblo de Soo?” ¡porque si no ya me iba el primer día! Pero un día tráeme pa aquí, pa la cuesta de la Villa, aquí pal lao del volcán, y veo el pueblo de Soo, digo “¡Aaaaaah, mira el pueblo de Soo, allá!” él estaba pa allá, que estaba en la huerta, voy y le digo, “mire, yo me voy pa mi casa” “¿Que te vas? Si has estado aquí tres días” “sí, tres días porque yo no veía el pueblo”, al rato me vine pa mi casa, y así estuve... yo estaba mucho acomodado aquí y después en Soo sí, en Soo sí aguantaba, aquí en Soo sí, porque me iba pa mi casa, aquí después estuve con otro, estuve arando 12 meses, y... sí, aquí en Soo sí aguantaba, pero... Pero desde que lo sacaban de Soo... ¡Qué va! Pa acá, pa acá para mi casa. Y una vez... eso no lo quiero contar, lo voy a contar pero... yo lo he contao un par de veces, pero no lo han querido creer. Antes amasaban todos los panes redondos eses, todos... El pan del campo le llamaban... – – – – ¡Los agricultores, los otros no, los que no teníamos nada no! Porque los agricultores amasaban panes redondos, mira que no eran chicos, amasaban, y voy, ustedes diran que es mentira eso, pero lo he contao muchas veces y ellos lo sabían ya, los viejos sabían, y entonces estaba arando yo con el tal Agapito ese que después me dio las tierras a medias, estaba yo arando con él, y el día de San Juan me dijo, “mira, mañana no vas a arar, pero ven pa abajo, vas un ratito con la camella, que soltamos los camellos pa allí pa el..., vas un ratito con la camella pa arriba pa que luego comas aquí en casa”, ¡coño!, yo fui chiflao porque ellos hacían puchero, nosotros no hacíamos ni puchero ni nada, pues ellos hacían su puechero, amasaban sus panes y todo, y pues nada, voy, coño, me como mi pan y me como mi pucherito, pos fui. Pero después había otro vecino... yo tenía una mochila que no sé si ustedes recuerdan , que todavía las hay, una mochila de esas de lana con las bolitas esas por fuera, me echó un pan en la mochila, “pa que te lo comas después pa ir pa abajo”, bueno. Seguí pa abajo, había otro vecino allí, me echó en la camella también me echó otro pan, después otro vecino había, me echó otro pan. El resultado fue que llevé 12 camellos, me echaron 12 panes, y allí arrequintá de pan, arrequintá. Yo desde que salía del pueblo pa abajo, bah, empecé a comer... mire, no los mordía los mascaba, en lo que llegaba de allí al coche me comía un pan de aquellos, cuando llegué allí encima de las Caletas me quedaba un pan de los doce panes... porque antes usted comía y no mataba las ganas de comer, hombre, comía y cuanto más comía... tenía la necesidad metía en los huesos. Me quedaba un pan, digo “coño, voy a dejarlo pa más tarde”, lo puse en la mochila, me asenté allí y los camellos, tres,ahí mirando pal pan, digo “bueno, comérmelo ahora y comerlo después es lo mismo”, cojo el pan y me lo como. ¡Doce panes! Me mandé los doce panes, que se cuenta y no se cree. Al poco rato tenía una sed, ay mi madre, qué me hago ahora, Dios, cómo llevo los camellos yo ahora pa arriba, si llevo los camello pa arriba me mato cuando llegue pa arriba... pero abajo en La Santa, que le decíamos, aquello era un cortijo, que eran salinas de sal y eso, y allí tenían cabras, y allí había un aljibe grande y le daban agua al ganao allí, y allí dejaban el balde, acuérdome digo, coño, voy a ir al río, ahora dejo los camellos aquí, echo a correr, voy al río y bebo allí. Pues nada, echo a correr, dejo los camellos allí, voy al río, saco un balde de agua, pego a beber agua, bebí medio balde de agua. Mire, no caminé como de aquí al coche, la barriga creciéndome pa arriba, la barriga creciéndome pa arriba, y yo de puntas así, ay mi madre, y la barriga pa arriba, ya tenía la barriga cerca de los ojos. ¡Si no lo largo, me muero! Si no largo el pan, me muero, pero hice dos montones de pan como... como fríos de esos, aquello se esponjó... mira, mira, mira, estuve enfermo unos días. Vaya, vaya, vaya cochiná, vaya cochiná. Yo lo cuento, lo he contao todavía y dicen, “bah”, digo, “pregúntele a los de los camellos a ver si no todos me dieron un pan”... que antes no mataba usted las ganas de comer, antes comía usted por ahí, bué. Y conmigo todos los agricultores allí, había unos vecinos que se llevaban muy bien, yo era... siempre estaba pelao, y aquellos, yo era chiquitito, y me llamaban, cuando trillaban, me llamaban, pa trillar, les ayudaba a trillar, me amasaban gofio, me daban de comer, siempre llevaban allí, los vecinos llevaban la.... y yo no pasé mucha necesidad por eso, porque siempre me llamaban, los vecinos tenían y me llamaban y eso... pero se pasó, se pasó bastante. Pero pan poco, ¿no?, pan era difícil. – ¿Pan? Pan aquí el primero que amasó fue uno que tuvo una tienda ahí, tú lo conociste, Juana, Juan Brito, ese. Con ese estuve yo arando, estuve doce meses, y ese inventó, tenía la tienda y no salía pan, pero inventó de amasar los sábados, tenía un hornito de esos que hacía de los campos, pequeñito así como... y amasaba, pues bueno, el pan ese lo tenía toda la semana hasta el otro sábado, y después a lo mejor le sobraban tres o cuatro panes de ocho días, estos panes con los mujos aquellos, y si le sobraban tres o cuatro panes me los daba a mi, “toma, llévalos pa arriba, le quitas los mujos esos y te los comes” ¡pues yo me los comía antes de llegar a mi casa! Qué mujo ni mujo, yo no le quitaba el mujo ni le quitaba nada, yo no le quitaba los mujos ni le quitaba nada. Arrancaba el pan de ocho días, fíjate sí tendría mujo, y las cortaba aquellas, estaba llenito de mujo parecía, buf, trancaba antes de llegar a mi casa me comía los tres panes o cuatro, me los comía como... mira tú la que se pasaba antes... y ese fue, el primero que pegó a amasar aquí en Soo fue ese, el Juan Brito ese, que amasaba de ocho a ocho días amasaba, una cestita de pan. El que tenía con qué iba a comprar un panito, el otro no compraba, y después pal sábado como volvía a amasar, si le sobraban tres o cuatro, pues... los tiraba, pero él no los tiraba, me los daba a mí, dice “tú lo llevas pa arriba, le quitas los mujitos esos, te los comes...” “sí, yo los llevo” los llevaba, antes de llegar a casa no tenía ni pan ni mujo ni ná. Antes comía uno, hacía uno cochinás que...buá. Otro día, en la misma tienda esa, en la misma tienda, si empiezo a contar no se van a despedir, uno de Tinajo le traía las uvas, y se las traía de ocho en ocho días también, y nosotros toda la noche... en esa hora ya era grande, era grande que ya era casado, no sé si era casado, íbamos pa allí, y cuando le vino aquel con la... allí íbamos seis o siete todas las noches, a pasar el rato allí, y cuando vino el Liandro pa traer las uvas frescas a este, pues las otras estaban asalagás y eso allí todas en la caja, y las daban pa que las comiéramos, bueno, las comíamos, todas. Y dice... le dije yo... dice uno “Coño, pues yo quedé medio jarto” “bah, estás mintiendo, quedaste medio jarto con los cuatro cazos de uvas esos, yo me como todavía tres kilos de uvas más” “Nada, si los comes, te los pagamos, y si no te los comes tienes que pagarlos tú”. Pues bueno, pues venga, pesemos los tres kilos de uvas... qué va, no me los comí porque pegué a comer, sí, de principio sí, pero después me chupaba el agua el borujo aquí, se me hizo el cachete aquí del borujo de la uva, no podía tragarlo pa abajo, qué va... pues no me los comí, me costó pagarlos a mi. Después acabaron riéndose de mi, riéndose de mi, el cachondeo allí, digo “¿no les clavaré yo a estos?”. Al otro día no comí en todo el día, todo el día estuve sin comer, cuando vine pa abajo ya empezaron con el cachondeo de la uva, digo “yo no me los comí porque me hicieron reir que si no me los como”, digo “pues ahora me como cinco kilos de uvas” se envalentonaron, empezaron a apostar, pesaron los cinco kilos de uvas, me los pusieron encima de la mesa, me pusieron un babero pa que no se me cayera ninguna por bajo, tranco con los cinco kilos de uvas, un hambre que tenía... parecía un piano comiendo, cuando me queda un racimito así dice uno “ho, ho, déjame comerme yo el racimo este porque si no no las apruebo” ¡y me pegué los cinco kilos de uvas! Hacía uno cada cochinada, muchacho, hacía uno cada cochinada que yo no sé, yo siempre estoy contando de las cochinadas de antes. Otra vez en Tiagua, me fui a Tiagua, y yo tenía un amigo allí en Tiagua, en esa era soltero, iba a muchos bailes en Tiagua, a los que iba ella iba a todos, y ese se llamaba Víctor, lo tenía y lo tengo, que se llama Víctor y todavía no ha muerto, se casó en la Villa, dice “Manuel, vamos a comer higos”, ahí – – – – – – – estaba, comer higos y me daba una paliza... “que no, que los higos son de mi padre”, es mentira, que los higos no eran del padre. Pues ná, fuimos a comer higos, a comer higos, a comer higos, él no comío uno , pero empezó a echarme pa allí, y a cogerme y yo allí, yo comiendo higos, comiendo higos, comiendo higos. Cuando terminé de comer higos eché las cáscaras allí, dice “vamos a contar todos, a ver cuántos te comiste”, nos pusimos a contar las cáscaras, 80 higos, higos picones, 80 higos, ahí está él como los contó él allí, pues él después lo dijo “¡se comió 80 higos! Quita, hombre, quita, en esa hora, yo creo que uno tenía el estómago como un elástico, que se esflama, yo creo que sí, chas, chas, chas, había cada cochiná, que hacía uno cada cochiná, y es que... lo mío es una historia que... pasé de todo, pasé de todo, porque después hacía esas cochinás, después había un día que no te tocaba más que un pizquito de gofio, te comías aquel pizquito de gofio y tenías las tripas ahí engruñás, porque tenías las tripas ahí ensanchás, después el día que te tocaba la comida... ir con la cabras, iba con las cabras con mi abuelo, y mi abuelo guardaba unas cabras ahí que eran... las guardaba para un señor todas las tierras ahí de él, se llamaba Juan Martín y le guardaba un par de cabras... y iba con las cabras, mi primo y yo, íbamos los dos, dos chavales, cogimos una batata, robamos una batata y le hicimos un agujero así a la batata, y desde que mi abuelo se metía las cabras ahí en la hoya íbamos y empezábamos a ordeñarlas en la batata, para beber la leche, y a ordeñarlas, y nos bebíamos la leche, y el balde que hacíamos era así una batata y empezábamos a comerla con un cuchillo por dentro, bué, veinte veces... M. ¿Y el viejo no se daba cuenta? Qué va, las cabras no eran de él, qué sabía el viejo si las ordeñábamos o no, nosotros las ordeñábamos allí la media y bebíamos la leche... y después pues nada, después ya pegué, pegué, pegué, porque yo no tenía, porque la casita que cuando me casé no era más que un buequito na más, un buequito que tenía mi suegro allí, pego con el buequito aquel, después empecé con otra casa que tenía otro buequito, después ya hice la casa... hice la tiendita primero, hice la casita, y después ya me compré un renolito... mi furgoncito, y después ya más tarde era chico me compré un furgón, un nissan de esos, y después a los tres años me compré otro, un danso, y después me compré otro que lo tengo ahí, un toyota, me compré el cochito ese, me compré la caravana, así es que nunca le falta a uno... Ahora no se puede quejar, ¿no? No, ahora no, y tengo pa comer. M. Ahora tiene pa comida y no puede comer porque padece de la... Ahora no puedo comer, que tengo azúcar, antes no padecíamos del azúcar, ¿cómo íbamos a padecer del azúcar si íbamos a todo caminando, allí a la caldera... yo me llegué a levantar, yo me llegué a levantar de medianoche, ir ahí dentro con la camella, traer un vasote de tabaco, de los vasos grandes esos, cargar la camella con un vaso de tabaco, venir aquí, vaciarlo, volver pa adentro, volver a cargar la camella y aquí antes del día, aquí con dos vasos de tabaco ya, y después iba pa adentro, caminando otra vez, a recoger el bote de tabaco, después terminábamos de recoger el bote, salíamos caminando y de aquí ibas a hoyar arriba las peñas... ¿quién pillaba azúcar en esa hora? Esa la quemábamos toa, no es como hoy, que pa ir a comprar una caja de cigarros vas en tu coche. FIN