+ HERMANO JUAN PLANISI MIQUEL, msscc

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+ HERMANO JUAN PLANISI MIQUEL, msscc
Nacido el 2 Agosto 1928, hijo de Juan y Francisca (Manacor, Illes Balears). Bautizado el
mismo día y confirmado el 3 Junio 1930.
De familia numerosa (8 hijos) profundamente cristiana, 4 de ellos consagrados a Dios
(un misionero de los Sagrados Corazones, un teatino, una monja de clausura clarisa y
otra que profesó capuchina y murió en el mismo convento de Santa Clara), además de
numerosas parientes consagradas en diveros Institutos.
No es extraño que ingresara en el Postulantado de MSSCC de La Real (27 Abril 1953).
Empezó el Noviciado para Hermano Coadjutor (Germà) el 29 de Octubre hasta que
hizo la primera profesión temporal un año después (30 Octubre 1954). Profesión
Perpetua tres años más tarde (30 Octubre 1957).
Veamos cómo redacta él mismo sus datos personales con su caligrafía pulcra y su
ortografía impecable:
“A los 4 ó 5 años fui a la escuela de las Monjas de la Caridad hasta que tomé la 1ª
Comunión, el 2 de Mayo de 1936. Luego fui a la escuela de La Salle, siempre en
Manacor, en mi ciudad natal. A los 10 años tuve que dejar la escuela para trabajar en
el campo y en maquinarias agrícolas. A los 17 años sentí un fuerte deseo de hacerme
religioso, cosa que no pude llevar a término hasta después de cumplido el servicio
Militar, en 1953.
Después de mi primera profesión y hasta principios de 1960 en que fui destinado a
Argentina, ejercí los cargos de portero, cocinero, electricista, y otros, también de
sacristán, en las casas de Palma y de La Real. De 1960 a 1973 estuve en el Seminario
Diocesano de Río Cuarto-Argentina, con el cargo de mayordomo, algún tiempo de
cocinero, y administrador oficial. En 1973 estuve en Mallorca y Madrid
provisionalmente, pues tenía que ir a las misiones de Ruanda. Pero por mi delicada
salud, en vez de ir a las misiones de Ruanda, me destinaron en el colegio de San Pedro
Pascual de Valencia como mayordomo, jefe de personal, encargado del bar colegial y
de material escolar, aparte de pequeñas reparaciones y mantenimiento en el edificio
colegio y residencia. También, durante un curso, estuve dictando clases de
pretecnología a los alumnos de 2ª etapa de básica, hasta el año 1982 que por
prescripción de los médicos fui destinado otra vez a Mallorca.
Años 1982-1983 estuve en San Honorato y en Palma, en este tiempo me tuve que
someter a dos intervenciones quirúrgicas en la rodilla izquierda (en la segunda me
tuvieron que colocar las prótesis total en dicha rodilla).
En Agosto de 1983 fui requerido temporalmente en la casa de La Real, cosa que, en
fecha de Abril de 1986, continúo en La Real como portero, administrador, llevo el
registro de los libros parroquiales, y algún que otro trabajito de poca monta, ya que los
problemas de mi rodilla izquierda me tienen muy limitado”.
Los últimos 10 años, más o menos, los pasó en la ermita de Sant Honorat, cuna de
nuestra Congregación.
Si hemos de hablar de los “defectillos” del Germà Joan Planisi, podríamos citar estos,
que se convierten claramente en virtudes:
Su buen humor era proverbial, famoso por sus chistes frecuentemente “malos”, pero
que fomentaban la alegría a su alrededor.
Su libro preferido fue La imitación de Cristo de Tomás de Kempis, hasta el día de su
muerte, y del que era capaz de recitar largos fragmentos de memoria. En sus
convicciones profundas, el G. Joan no sufrió mudanza. Por esto hemos escogido un
texto del Kempis para su recordatorio.
Su devoción mariana. Tenía la manía de ocupar siempre las manos “haciendo collares”,
decían los muchachos: rosarios en el patio, en la portería, en el comedor... La
tecnología moderna le proporcionó nuevos materiales y él disfrutaba extendiendo su
tenderete de mercancía ante los feligreses, los congregantes llegados de destinos
remotos, los enfermos y personal de los hospitales, los alemanes que participaban en
cursillos más o menos esotéricos. Ahí estaba él con su infinita paciencia y su gran
devoción a la Virgen, fabricando rosarios o rezando la corona por Radio María.
Citaremos, finalmente, su servicialidad y su interés por ahorrar gastos a la comunidad,
cuando era encargado de la compra, o de oficios tan minúsculos como preparar el pan
o el café. Su “defecto más estrafalario” fue recoger tornillos, cerraduras y picaportes,
piezas de motor, electrodomésticos de todas clases, de radios o televisores, hasta
convertir su aposento en un almacén de repuestos. Le dolía en el alma que se tirara
nada a la basura. Él quería recogerlo todo para ahorrar y servir.
El G. Joan nunca quiso molestar a nadie (“donar creu”). El Señor le concedió la gracia de una
muerte rápida, más bien dulce, abandonado en las manos de Dios.
Descanse en paz.
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