Salvia Antonio Onetti (1992) ESTRENO 1993 PUBLICACIONES Revista de teatro GESTOS. University of California, Irvine, USA. Noviembre, 1994. PERSONAJES PETIA TUCHENCO IRINA TUCHENCO, esposa de Petia. SALVIA TUCHENCO, hija de ambos. BORIS TUCHENCO, hermano de Petia. ESPACIO ESCÉNICO La acción, en algún lugar del este de Europa, en esta década de fin de siglo. (1993) Salvia Página 2 de 33 -I- Petia, sentado en el suelo, con las piernas abiertas y las manos atadas a la espalda, mira al infinito. Irina, agachada a su lado, le coloca un trapo alrededor del cuello a modo de babero, tal vez un trozo de bandera, y amorosamente, como a un niño, le da de comer puré con una cuchara. Petia come mansamente y se deja hacer. Ambos parecen sumidos en una tristeza infinita. Salvia, tranquila, y distante, con sus auriculares colgados del cuello, contempla la escena durante un par de minutos. SALVIA (Al público) El día que perdimos la guerra comprendí cuánto amaba a mis padres. Viendo a mi madre dar de comer a aquel guiñapo, espejo de todas las derrotas, supe que hay sentimientos más fuertes que el odio, razones más allá de la razón y corazones que no se rinden nunca. Hasta ese día hubiera dado mi mano derecha por encontrarme a miles de kilómetros de aquel lugar, la casa de mis padres, mi casa. Hubiera preferido estar flotando en mitad de una tormenta, aferrada a una tabla, sin más esperanza que la de ser arrastrada por las olas, que presenciar aquella muerte lenta de los que un día fueron mi familia. Pero sólo en el amor hay esperanza, y decidí quedarme con los míos. Entra Boris vestido con uniforme de oficial gubernamental. Salvia se vuelve y continúa contemplando la escena. Irina descubre a Boris. Limpia la cara de Petia con el trapo y se lo quita del cuello. IRINA Petia. (Petia sigue mirando al infinito) Tu hermano ha vuelto. Irina se aparta llevándose el plato. Petia, lentamente, vuelve la cabeza para mirar a Boris. BORIS ¿Por qué te han atado? PETIA La guerra me ha vuelto loco. BORIS Todos hemos cambiado. (1993) Salvia Página 3 de 33 PETIA Unos más que otros. Tras una pausa Boris se acerca a Petia. BORIS Petia, quiero que sepas que a partir de ahora estáis bajo mi protección. No tenéis nada que temer. Si alguien viene a molestaros, no tenéis más que decir que eres mi hermano. Boris espera una respuesta. Petia le mira inexpresivamente. Luego se vuelve hacia Irina ignorando a Boris. PETIA Irina. IRINA ¿Sí, Petia? PETIA Desátame, quiero dar un paseo. IRINA ¿Seguro? PETIA Quiero ver qué ha quedado del parque. Irina se acerca y le desata. Boris, ignorado, se aparta. Irina le ayuda a incorporarse, le sacude el polvo, le echa algo de abrigo por los hombros y salen. Boris se queda solo. Va a salir, pero se detiene luchando consigo mismo. BORIS (Al público) ¿Cuál es mi filosofía de la vida? ¿Qué filosofía puede tener un hombre rodeado de ignorancia, crueldades, mentiras, cuando todo lo que observa a su alcance pertenece al otro, siempre al otro, cuando solo pagando un alto precio puede disfrutarlo un instante, un efímero instante que no consuela ni al más tonto de los tontos? Un pensamiento nos detiene entre el deseo y el miedo. ¡No pensemos! Apartemos el estorbo con la bota y sigamos adelante. Siempre habrá cobardes tras las ventanas, ahogados en bilis, temerosos de lanzarse al vacío sin garantía de regreso. Sigamos adelante, siete llaves encierran el alma del hombre, siete pecados que mueven la rueda del mundo. ¿Por qué luchar? Aceptemos el pecado y dejemos que colabore en nuestros fines. Boris aprieta los dientes y sale decidido. Salvia le ve marchar, camina por la escena mirando a su alrededor, se coloca los auriculares, conecta el aparato, sonríe, cierra los ojos y comienza a girar sobre sí misma disfrutando de la música que escucha. (1993) Salvia Página 4 de 33 - II - La guerra ha llegado a la ciudad. Bombardeo incesante y fuego cruzado en el exterior. Petia, borracho y fuera de sí, da vueltas alrededor del transistor que desde el suelo emite con interferencias marchas militares. Salvia, en el suelo, se tapa los oídos con las manos y trata de seguir el ritmo de la música que escucha por sus auriculares. PETIA ¡Cabrones! ¡Cabrones! ¡Esbirros del gobierno! ¡La maldición de Alexis caiga sobre vosotros! ¡No os basta con destruir, masacrar, exterminar! ¡Tenéis que torturarnos con nuestra propia emisora! ¡Queréis encadenar el pensamiento! ¡Controlar nuestras mentes! ¡Pero la inteligencia es libre, eterna, indestructible! ¡Antes beber de nuestra orina que rendir nuestras creencias! SILVIA ¡Padre, cállate y apaga la radio! PETIA ¡Quiero que me oigan! ¡Petia Tuchenco tiene una familia! ¡Una hija! ¡Una esposa! ¡Un hermano! ¡Y ningún esbirro cabrón va a cruzar el quicio de mi puerta! SALVIA ¡Agáchate! PETIA ¡No me da la gana! ¡Cabrones! ¿A quién le importan otros tres cadáveres, otra explosión? ¡A nadie! A nadie. La batalla amaina un poco. Petia muestra una granada en su mano. PETIA Salvia, tengo una granada. Una granada que nos librará de una vida sumida en la vergüenza. SLAVIA Padre, dame esa granada. PETIA ¡Mírala! ¿No es preciosa? Un fruto metálico, diabólico, más preciado para mí que el fruto del árbol de la ciencia. Llega Irina con trazas de puta huyendo del bombardeo. SALVIA ¡Cuidado, madre! ¡Tiene una granada! (1993) Salvia Página 5 de 33 PETIA Aquí llega la esposa abnegada. La familia reunida para la última escena. Como siempre mi hermano brilla por su ausencia. SALVIA Madre, quiere matarnos a todos. ¡Se ha vuelto loco! PETIA ¡Todos locos en esta guerra de locos! IRINA Petia, ¿Qué estás haciendo? PETIA ¡Salvoconducto al campo del honor! IRINA Te lo ruego, ten cuidado con eso. Dámela. PETIA ¿Conseguiste la botella? No. Irina la puta no sirve ni para conseguir una botella. ¿Para eso has estado arrastrando el coño por los callejones? IRINA Petia, eres un cobarde. PETIA Cállate. ¡Cállate! IRINA ¡No puedo más! ¡Desde que volviste de la guerra no has hecho más que esconder la cabeza, aferrarte a una botella reseca de tanto lamer el cristal! ¿Qué clase de hombre eres tú? ¡Nosotras luchamos por sobrevivir! ¡Sin dormir, sin descansar, sin apenas cerrar los ojos! ¿Quieres arrastrarnos contigo porque ya no puedes imponer tu razón, porque no soportas la derrota? PETIA ¡Voy a tirar de la anilla! IRINA ¡No vas a hacer nada! ¡No me he tirado a la calle para que mates a mi hija con esa granada de mierda! Irina se lanza sobre él tratando de quitarle la granada. Petia cae al suelo aferrado a la granada. Irina la emprende a patadas y golpes con él mientras Salvia intenta quitársela a su padre de las manos. IRINA ¡Suelta la granada, Petia! ¡Suéltala! PETIA ¡No! ¡Es mía! ¡Mía! Salvia consigue quitársela pero la anilla se queda cogida en el dedo de Petia. Tras una pausa tan corta como intensa Irina reacciona, le quita la granada y la arroja por la ventana. Se tiran al suelo unos encima de otros. La granada explota en el exterior. Poco a poco levantan la cabeza Irina y Salvia. (1993) Salvia Página 6 de 33 IRINA (A Salvia) Busca una cuerda. Salvia obedece. Irina se dedica a Petia que llora en el suelo. Con cariño le ayuda a incorporarse dejándolo sentado en el suelo. Petia, hundido, se deja hacer. Salvia regresa y entre las dos le atan con las manos en la espalda. PETIA Hay que parar esta guerra, Irina. Hay que pararla. Hay que pararla… (1993) Salvia Página 7 de 33 -III- Irina, sola. IRINA (Al público) Hay una carretera al oeste de la ciudad, donde la guerra no ha llegado todavía. Allí las mujeres hacen cola para esperar a los soldados. Llegan borrachos, cansados, disparando sus fusiles. Detienen sus coches junto a la cuneta, montan a una o dos mujeres y se adentran en las frondas deseosos de correrse. Algunos prefieren niñas de diez años. Otros, ancianas que ya perdieron los dientes. Si no quedan complacidos te apalean, te arrancan el pelo, te joden con la bayoneta. Pero si encuentran un poco de calma, consuelo antes o después de la batalla, puede que esa noche comas caliente. Entra Petia con un hacha y la emprende a golpes con los restos de un mueble. Irina, sin mirar a Petia sonríe con tristeza. IRINA (Al público) “Sabemos quién somos, pero no quién podemos llegar a ser”. Acto IV, escena V, de Hamlet, Príncipe de Dinamarca. Toma un plato cubierto por una servilleta. Luego va hacia Petia y le observa mientras convierte el mueble en leña. IRINA Petia. Petia deja de cortar leña. La mira. IRINA La cena. (Descubre la servilleta) Conseguí un poco de arroz, una zanahoria y dos filetes. Estoy trabajando. Hemos abierto una sala en el refugio del teatro. El Teatro de la Guerra. Estrenamos la semana pasada. Te lo dije, Petia. Hoy vinieron unos Jefes Milicianos. Les gustó la función y nos regalaron comida. No sobra comida en el ejército, pero eran oficiales. Dijeron que conviene tenernos bien alimentados, porque con nuestro trabajo de siempre elevamos la moral del pueblo. Con el hacha en la mano, Petia parece un asesino loco. PETIA Hacéis teatro bajo el fuego de los morteros y os regalan comida. IRINA No siempre. (1993) Salvia Página 8 de 33 PETIA Por eso sales todas las noches. IRINA Sí. Petia corta leña con fuerza inusitada. Entra Salvia hambrienta y observa la escena. Petia se detiene jadeando como un perro. PETIA Leña. Para el fuego. Con eso podremos calentarnos un par de días. IRINA Nos quedaremos sin muebles. PETIA No importa. En esta casa hay muebles de sobra. Cuando no quede ninguno echaremos mis libros al fuego y aguantaremos otra temporada. Y si los libros se acaban antes que la guerra saldré a la calle y cortaré los árboles del parque. Nadie va a pasar frío en casa de Petia Tuchenco. Irina le acaricia y le entrega la bandeja. Petia la coge y se sienta a comer en algún rincón. Irina, luego, coge otro plato idéntico. IRINA (A Salvia) También hay para ti. Salvia se acerca con los ojos bajos y coge el plato de las manos de su madre. Irina la mira un instante y se marcha. Salvia se dispone a comer, aparta la servilleta y encuentra debajo varios billetes americanos. Sorprendida los coge, los mira al trasluz y realiza mecánicamente algunas comprobaciones cotidianas. Luego sonríe feliz buscando a su madre con la mirada. SALVIA Madre… ¿Madre? Irina no está. Guarda el dinero y empieza a comer despacito, soñando con largarse. (1993) Salvia Página 9 de 33 - IV - Entra Petia con un transistor pegado a la oreja intentando captar una emisora. El aparato emite sonidos diversos e ininteligibles. Luego entra Salvia leyendo con énfasis de un libro antiguo. SALVIA “¿Qué es más elevado para el espíritu? ¿Soportar los envites y dardos de la injusta fortuna o tomar las armas contra las calamidades y haciéndoles frente acabar con ellas?” (Cierra el libro) ¿Morir? ¿Dormir? ¿Bailar? Tal vez…luchar. Agarrar al enemigo por los huevos y exprimirle hasta la última gota de su vida. Cortarle todo lo que le cuelgue, guardarlo en su boca y fusilarle a las puertas de su casa. Cortar su cadáver en trozos y quemarlo en rincones apartados. Violar a sus mujeres, degollar a sus hijos, dinamitar sus casas, abonar sus campos con sal… PETIA ¡Salvia! Tengamos compasión de nuestros enemigos. Hagamos que entren en razón. SALVIA (Tras una pausa) ¿A tiros? PETIA Cuando la razón no basta para hacer llegar las cosas a buen puerto siempre hay un puñado de hombres dispuestos a tomar el timón y a entregar su vida si fuese necesario. Petia sigue escuchando la radio. SALVIA Qué huevos tienes, papá. Entra Irina dispuesta a marcharse a la calle. IRINA Adiós, Petia. PETIA ¿Dónde vas? IRINA Al teatro. PETIA Malos tiempos para el teatro. Irina le da un beso en la frente. Va a despedirse de Salvia, pero esta le entrega el libro y pasa de ella. IRINA (Encajando) Adiós, Salvia. (1993) Salvia Página 10 de 33 Sale Irina. Petia sigue embebido en el transistor. SALVIA Padre, quiero marcharme al oeste. (El padre no la oye) Padre. PETIA (Despegando el oído un momento) ¿Qué? Pausa SALVIA Nada. Petia sigue escuchando el transistor. Salvia sale. (1993) Salvia Página 11 de 33 -V- Disparos dispersos en el exterior durante toda la escena. Entra Boris corriendo con una pistola en la mano. Al oír el ruido de su entrada aparece Salvia y se enfrentan. SALVIA ¡Tío! Boris le apunta en un acto reflejo. Al reconocerla baja la pistola y la guarda en el cinturón. BORIS Me has asustado. Cierra todas las puertas. SALVIA Están todas cerradas. En el bolsillo de su abrigo suena un teléfono inalámbrico. Boris contesta. BORIS ¿Sí…? Navina, ¿eres tú? ¡Navina! Corta y se guarda el teléfono. Luego se quita el abrigo. Lleva la camisa empapada en sangre. Se la quita y se limpia con ella la sangre del cuerpo. SALVIA ¿Te han herido? BORIS Esta no es sangre de la que corre por tus venas y las mías, pero la sangre de un muerto previene la salud de un vivo. ¿Y tus padres? Salvia se encoge de hombros. Boris arroja la camisa y se pone el abrigo a cuerpo. Salvia le observa seria. BORIS: Esto ya es otra cosa. ¡Hogar, dulce hogar! (Echa un vistazo y se da una vuelta por el espacio) Me persiguen, ¿sabes? Quieren cortarme el cuello. ¡Zass…! ¡Afeitado completo! Tendré que ocultarme aquí una temporada. ¿No le das un beso a tu tío Boris? SALVIA ¿Tienes dólares? BAORIS ¿Dólares? ¿Te ha dado por coleccionar? SALVIA No seas imbécil. Colecciono divisas para largarme de este país. ¿Tienes o no? (1993) Salvia Página 12 de 33 BORIS No llevo nada encima. SALVIA El reloj. Dámelo. BORIS No tan deprisa, muchachita. Déjame respirar. Pausa. Salvia sonríe, Boris corresponde y se abrazan. Al separarse Salvia le quita la pistola y se aparta apuntándole con ella. SALVIA Quiero el reloj. BORIS Salvia, no estoy para bromas, SALVIA No bromeo. Quítate el reloj o te dejo seco. BORIS Está bien, está bien. No entiendo nada pero te lo daré. (Se quita el reloj) Rólex. Auténtico. Sacarás una pasta por él. SALVIA Y el teléfono. BORIS De acuerdo. (Lo saca del bolsillo) Conseguiré otro. (Los deja en el suelo) ¿Me devuelves la pistola? SALVIA (Tras una pausa, sin dejar de apuntarle) Eres un hijo de la gran puta, tío Boris. ¡No te muevas! ¡Si querías una mujer en esta casa podías haberte fijado en mí! ¿Crees que soy virgen? ¡A los quince años aprendí todo lo que necesitaba saber! ¿Quieres comprobarlo? ¿Quieres que te la chupe? BORIS ¡Nena, cálmate…! Salvia apunta hacia el techo y dispara varias veces. Boris se arroja al suelo. La pistola se encasquilla, tira la pistola y se arranca la camisa. SALVIA ¡Soy una mujer! Salvia llorando de rabia se deja caer al suelo. Boris no sabe qué hacer. Se acerca, le acaricia el pelo. Salvia se deja hacer y el deseo va tomando forma de caricias. Entonces Salvia toma la iniciativa. Se besan, ruedan por el suelo y se van desnudando mutuamente cada vez más calientes. SALVIA Consígueme el dinero para irme y haremos todo lo que se te antoje. Te lo juro. Soy muy buena en la cama, mejor que mi madre, mucho mejor que ella… (1993) Salvia Página 13 de 33 Entra Petia completamente borracho con una botella de vodka en la mano intentando mantener el equilibrio a duras penas y canturreando para sí. PETIA “Yo tenía un camarada. Un camarada sin nombre ni apellido Le llamaba camarada…” Petia ve un par de bultos en el suelo y se detiene. PETIA Buenas noches, camaradas. Salvia y Boris se separan cubriéndose con sus ropas. SALVIA Padre, Boris ha vuelto. PETIA (Tras una pausa) ¿Boris? BORIS Hola, Petia. Petia lo mira pero es como si no lo viera. Da un trago y sigue su camino canturreando. PETIA “Yo tenía un camarada…” Salvia y Boris, agazapados en las sombras, lo van marchar luchando contra la ley de la gravedad. Al momento suena el teléfono inalámbrico. Boris salta sobre él y responde. BORIS ¿Sí…? ¿Quién es usted? … ¿Quién le ha dado este número? … (Grita) ¿Quién le ha dado este número? … Cuelga completamente acojonado. Salvia observa el terror en sus ojos. Boris se viste lo más rápido que puede. BORIS Me han vendido. SALVIA ¿Quién? BORIS ¡Estoy seguro! SALVIA Voy contigo. (Comienza a vestirse) (1993) Salvia Página 14 de 33 BORIS ¿Qué? SALVIA Vámonos juntos al oeste. Pausa. Boris sonríe. Le da el teléfono. BORIS Adiós, Salvia. Que tengas suerte. SALVIA Boris. ¡Boris! Se ha largado. Salvia mira el teléfono durante unos instantes al cabo de los cuales marca un número al azar. Después de un tiempo alguien descuelga al otro lado. SALVIA Hola. …Me llamo Salvia. … Por favor, no cuelgue. Sólo quiero saber qué tengo que hacer para llamar al oeste. …¡No cuelgue, por favor! Tengo dieciocho años y estoy desesperada. Al otro lado alguien ha cortado la comunicación. Salvia se queda mirando al vacío con el teléfono en la mano. (1993) Salvia Página 15 de 33 - VI - Petia, vestido con un uniforme de miliciano viejo y destrozado, espera la llegada de Irina. Llega Irina. IRINA Petia. PETIA Llegas tarde IRINA Tenía una reunión. En el teatro. PETIA Sólo han pasado seis meses. IRINA Lo sé. (Pausa) ¿Te apetece un caldo caliente? PETIA ¿Y Salvia? IRINA Desde que empezó la guerra vive su propia vida, siempre de aquí para allá. Resulta difícil sujetarla. PETIA Más que andar por ahí, vestida como una puta, contoneándose ante los soldados. IRINA ¿Por qué dices eso? PETIA Aún queda leña en la chimenea. IRINA Boris la consigue. PETIA (Agarrándola por las muñecas) ¿Te has divertido mientras estuve fuera? IRINA ¡No! PETIA Hubieras preferido verme muerto en el campo de prisioneros. Muerto de hambre, de frío, devorado por los perros. IRINA ¡Suéltame, Petia! ¡Me haces daño! (1993) Salvia Página 16 de 33 Forcejean. Petia consigue inmovilizarla en el suelo. PETIA Yo aguante, Irina, todo el sufrimiento, todo el terror a que quisieron someterme, por volver a casa, a mi hogar, a ti. Creía que me esperarías como antes, cuando llegaba de la universidad, con las sábanas perfumadas, los manteles limpios, los jarrones rebosando flores. ¡Este no es el hogar de Petia Tuchenco! ¡Es un lugar hostil, frío, sin vida, donde nadie espera a un soldado que ha salido airoso del combate con la muerte! IRINA ¡Aquí también sufrimos una guerra! ¡Sin armas! ¡Sin trincheras! ¡Sin enemigos a la vista! ¡Cualquier cosa se convierte en una batalla! PETIA ¡Sin embargo aún te pintas los labios, aún llevas medias para presumir! (Comienza a arrancarle la ropa) ¡Enséñame lo que has aprendido con los soldados, revolcándote con ellos, abierta de piernas sobre sus petates, chupando sus pollas jóvenes, duras como piedras! ¡Quiero darles las gracias, amigos, camaradas, por mantener calientes estos pechos, estos muslos temblorosos, húmedos de pasión, para que yo también pueda disfrutar de Irina la puta! ¡Irina la puta! A golpes, Irina consigue zafarse de Petia y se levanta apartándose de él. Petia, extenuado por el esfuerzo, queda en el suelo sumido en un ataque de tos. Irina se cubre el cuerpo con las manos. IRINA No tienes ningún derecho a tratarme así. Cuando te fuiste no te importó qué iba a ser de nosotros. ¡No podías ser un héroe y pensar en los demás al mismo tiempo! No te lo reprocho. Ni siquiera te diré: “¡Petia, estoy limpia como un recién nacido!”, pero no he hecho nada de lo que pueda arrepentirme, nada que no hiciera por ti, por Salvia, por nosotros. PETIA (Tras una pausa) Lo reconoces. IRINA ¡Sí! Silencio. Petia se levanta. PETIA Su nombre. (Irina calla) ¿Quién ha estado calentando mi cama? ¡Dilo si no quieres que te lo saque a golpes! IRINA Ponme una mano encima y te mato. PETIA (Tras una pausa) ¿Dónde está Boris? ¿Por qué no ha venido a recibir a su hermano? ¿Ha sido él? ¡Dime! ¿Ha sido Boris? IRINA No PETIA ¡Sí! ¡El hermano bastardo, traidor, Caín para su hermano! (1993) Salvia Página 17 de 33 IRINA ¡No! El cuidó de nosotros. Trajo comida, agua, leña. Nada nos faltó en estos meses. Y cuando supo que te habían capturado arriesgó su vida por salvarte. PETIA ¡Mientes para defenderle! IRINA ¡Negoció un intercambio para que pudieras volver! Por eso estás aquí. PETIA ¡Eso no es cierto! ¡No es cierto! (Se derrumba) IRINA Es la verdad, Petia. (Pausa) Tu hermano se ha ido; cuando todo lo tuvo al alcance de su mano, se marchó. Consiguió lo que le pedí, pero no ha vuelto. Larga pausa. PETIA ¿Cómo has podido cambiar tanto? IRINA ¿Cómo podría ser la misma de antes? PETIA Allá en el campo la vida era absurda. A un compañero le cortaron la cabeza y jugaron con ella a la pelota delante de sus camaradas. ¿Y sabes por qué se la cortaron, Irina? ¿Quieres saberlo? Por toser. El camarada tosía por las noches. Yo también tosía. ¿Te imaginas lo que es toser hacia adentro, en silencio, ahogándote en tu propio vómito? Pues nada me ha hecho tanto daño como volverte a ver. IRINA Tú también has cambiado. Has perdido tu seguridad, tu fe. La guerra se ha plantado entre nosotros, como un huracán, arrasando hasta lo más sagrado. No somos mejores que antes. Peores tampoco. Pero este es tu hogar, lo que queda de él. Esta es tu esposa, lo que queda de mí. PETIA Debo marcharme. IRINA No. Pausa. Irina va hacia Petia, toma su mano y la coloca en su pecho. IRINA Este es mi corazón. ¿Lo sientes, Petia? Aún tengo un corazón, y mientras siga latiendo, estaré contigo. Ambos quedan en silencio, escuchando el tictac de su corazón, mirándose con tristeza. (1993) Salvia Página 18 de 33 - VII - La luz de una linterna ilumina el suelo en la oscuridad. Tras ella Boris, arrastrando a su hermano por el cuello del gabán. Petia se resiste. PETIA ¡No! ¡Por piedad! ¡Déjame marchar! ¡Suéltame! ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Por qué me haces daño? BORIS (Se detiene) ¡Petia me estás dando por el culo! ¡Hay un puesto al otro lado de la carretera! ¿Quieres que nos descubran? Petia, asustado, no responde. Boris trata de continuar. Petia lucha por soltarse. PETIA ¿Quién eres? ¿Quién eres? BORIS ¡Soy Boris! ¡Tu hermano! PETIA No. Tú no eres Boris. Él está en casa cuidando de Irina y de Salvia. BORIS (Se detiene) ¡Estoy aquí! PETIA ¡Socorr…! Boris consigue taparle la boca e inmovilizarlo antes de que les oigan. Silencio espeso. BORIS Petia, escucha, te alistaste en la milicia, te fuiste al frente y caíste prisionero. Yo soy tu hermano, he venido por ti, he sobornado a un centinela y te he sacado del campo. Si conseguimos pasar el puesto sin que nos oigan estarás en casa dentro de unos días. ¿Quieres callarte de una puta vez? (Se desespera. Trata de calmarse. Pausa) mírame. Mira mis ojos, mi nariz, mi pelo. ¡Soy igual que tu padre! Busca en tu memoria porque si te acuerdas de él tienes que acordarte de mí. ¡No han podido borrar eso de tu mente! Tú y yo no nos parecemos porque tú saliste a mamá y yo a papá, pero somos hermanos, de la misma sangre. ¡Mírame! ¿Te acuerdas del verano de la playa, de cuando me caí por la escalera y me hice la cicatriz de la rodilla, del pan con chocolate? PETIA Pan con chocolate. (1993) Salvia Página 19 de 33 BORIS ¡Eso es, Petia! ¡Pan con chocolate! ¡Sigue recordando! PETIA (Tras un tiempo) Me vas a matar, ¿Verdad? Larga pausa. Boris se aleja unos pasos impotente. Petia se queda tumbado mirando las estrellas. PETIA Tú no eres Boris. Boris, mi hermano menor, el preferido, el que todo lo hace bien sin el más mínimo esfuerzo, el que siempre sale ganando. Boris me odia. BORIS Eso no es cierto. Yo sólo quería ser como tú. PETIA Déjame morir en el campo. Silencio. BORIS Se hace tarde. Vamos. Lo agarra por el cuello del gabán y se lo lleva a rastras. (1993) Salvia Página 20 de 33 - VIII - Bombardeo. Salvia sola. SALVIA Doce de febrero de mil novecientos noventa y cinco. Nueve de la noche. Cita con Iván en el Refugio de la Juventud. Llego tarde. Las sirenas del Ayuntamiento anuncian la presencia de los bombarderos. Por la acera corren sorprendidos los peatones buscando los portales. Iván, si no fuera por ti me dejaría matar. (Bomba cerca) -¿Dónde ha caído? -¡En la plaza Tolstoi! ¡La estatua ha volado por los aires matando a tres civiles! Será mejor dar un rodeo, volver sobre mis pasos, atravesar el parque… ¡Iván, espérame! ¡No te muevas del refugio! Esta noche bailaremos, Iván, Bailaremos, hasta que los pájaros regresen a sus nidos detrás de las montañas. Bailaremos porque no tenemos miedo, porque juntos no existe la muerte, ¡no pueden alcanzarnos! (Bomba cerca) -¿Dónde ha sido? -¡En la torre del ayuntamiento! ¡Diez hombres bajo los escombros! ¡Iván, te amo! ¡No te muevas del refugio! Otra carrera y estaré contigo. ¡Iván, te necesito para olvidar esta locura, para sentir que a pesar de la guerra, las bombas y los muertos sigo siendo yo, enredada en tus brazos, contemplando el mundo a través de tus ojos…! (Bomba cerca. Luego silencio) ¿Dónde ha caído? (Silencio) ¿Dónde ha caído? (Silencio) ¡Iván! (1993) Salvia Página 21 de 33 - IX - Petia solo. Boris le escucha a cierta distancia. PETIA Yo tenía un camarada. La ventana golpeando la pared empujada por el viento. Éramos cuatro y él más camarada que ninguno. Le llamaba camarada. Toc. Toc. Toc. Cubierto de nieve. Bebíamos la nieve que caía. El viento aullando entre los barracones. No había nada que comer. Yo tenía un camarada. Una noche. Apareció muerto. Al amanecer. La garganta rota. Atravesada por una astilla. Nunca supe su nombre. El más débil. “Petia, soy el más débil”, decía. Nadie oyó nada. Lo abrimos y nos comimos sus vísceras. Era un buen camarada. El mejor. Boris espera fumando la llegada de Irina. Llega Irina. Ve a Petia que sale sin mirarla. Al principio ella y Boris no se hablan. Irina no le mira. Boris rompe el hielo. BORIS Petia ha caído. IRINA ¿Muerto? (1993) Salvia Página 22 de 33 BORIS Prisionero en un campo. IRINA ¿Cómo lo has sabido? Boris calla. Irina llora en silencio. BORIS Allá en Togor los inviernos son fríos. IRINA ¿Puedes hacer algo? BORIS Conozco a alguien. Silencio. Boris se acerca a Irina por su espalda, la desnuda despacio, la acaricia, la besa. Irina se mantiene ausente pero poco a poco comienza a quitarle le camisa y besarle el pecho con pasión contenida, sorprendida de sí misma. Entra Salvia, los ve y vuelve a marcharse sin que la hayan visto. Luego Irina se separa de Boris suavemente, recoge su ropa y le mira por primera vez. IRINA Ven. Sale Irina. Boris le ve marchar. Luego habla. BORIS (Al público) ¿Cuál en mi filosofía de la vida? ¿Qué filosofía puede tener un hombre rodeado de ignorancia, crueldades, mentiras, cuando todo lo que observa a su alcance pertenece al otro, siempre al otro, cuando solo pagando un alto precio puede disfrutarlo un instante, un efímero instante que no consuela ni al más tonto de los tontos? Un pensamiento nos detiene entre el deseo y el miedo. ¡No pensemos! Apartemos el estorbo con la bota y sigamos adelante. Siempre habrá cobardes tras las ventanas, ahogados en bilis, temerosos de lanzarse al vacío sin garantía de regreso. Sigamos adelante, siete llaves encierran el alma del hombre, siete pecados que mueven la rueda del mundo. ¿Por qué luchar? Aceptemos el pecado y dejemos que colabore en nuestros fines. Sale en busca de Irina. (1993) Salvia Página 23 de 33 -X- Petia desde su trinchera, ve entrar en la casa a Irina y abrir una carta llena de ilusión. PETIA Nueve de septiembre de mil novecientos noventa y cuatro. Queridísima Irina, dos puntos. IRINA Queridísima Irina. PETIA Te escribo desde lo alto de las colinas de Togor. Es el lugar más hermoso que puedas imaginar. Desde nuestra posición el bosque de Narovia parece un regimiento de gigantes que avanzara en formación hacia los deltas del Norte. Allí donde Alexis derrotó a los turcos, los traidores que aún defienden al gobierno reagrupan sus fuerzas para hacernos frente y cortarnos el camino hacia la capital. Peor para ellos. Hemos llegado hasta aquí siguiendo la ruta de Alexis y nada ni nadie, como a él, será capaz de detenernos. (Pausa) Aún no he recibido ninguna carta tuya. Supongo que los camaradas del correo lo hacen lo mejor que pueden. IRINA Petia, ¿cómo estás? PETIA Yo estoy bien. ¡Si me vieras! El ejército y el aire del campo me han rejuvenecido diez años. Adelgazo y recupero la musculatura cada día. Hasta dicen que parezco más alto. IRINA Te echamos mucho de menos. PETIA Volveré muy pronto, antes de lo que crees. IRINA Anoche tuve un sueño. Estaba dormida sobre el escenario y de repente aparecías con el uniforme ensangrentado, pidiendo perdón con una voz profunda que salía del fondo de tu pecho. Despertaba y trataba de abrazarte, pero no tenías brazos, ni manos, ni cabeza. Cuentan cosas terribles de la guerra, Petia, terribles, y yo no sé nada de ti. Llega Boris con una bolsa y un bidón de cerveza de varios litros y encuentra a Irina llorando. BORIS ¿Pasa algo? IRINA Carta de Petia. Por fin. (Trata de sonreír, pero no puede y se echa a llorar en sus brazos) BORIS ¿Dónde está? (1993) Salvia Página 24 de 33 IRINA En Togor. Dice que está más alto. BORIS Buen motivo para llorar. (Echa un vistazo a la carta) ¡Puf…! Parece un tratado de geografía e historia. IRINA (Se la quita) Es muy personal. (La guarda y repara en el bidón) ¿Cerveza? BORIS La estaban regalando. Desde que falta el agua la gente la usa hasta para ducharse. ¡Qué desperdicio! La cerveza es buena para el espíritu y la conversación, y además alimenta, sobre todo si se acompaña de exquisitos bombones especialmente importados para la bella Irina. (Se los da). IRINA Estás loco. BORIS ¡Una epidemia! (Saca un libro viejo) Y de postre, Hamlet, Príncipe de Dinamarca. De un tal uve doble Shakespeare. (Irina se parte de risa) ¿Te suena? IRINA Sí. BORIS ¿Lo has leído? IRINA Sí. BORIS ¿Entero? IRINA ¡Sí! BORIS ¡Me cago en los muertos del librero! ¡Un best-seller, decía! ¡Seguro que le sorprende! IRINA Y me encanta. Es un clásico. Hasta hice el papel de Ofelia en la Escuela Stalin. Petia me regaló las obras completas. BORIS Debí imaginarlo. ¿Y de qué va? IRINA De un príncipe danés que vuelve a su castillo y descubre que su tío ha matado a su padre y se ha enrollado con su madre. BORIS (Tras una pausa) A ver si lo leo. ¿Un bombón? IRINA Boris, quiero pedirte un favor. Cuando veas que me pongo triste, como hoy, hazme reír como tú sabes. (1993) Salvia Página 25 de 33 BORIS Yo por ti haría cualquier cosa. Irina le da un beso cariñoso y sincero en la mejilla. Boris, tras un instante, acerca los labios a la boca de Irina, pero se detiene a unos centímetros. Irina se percata de la situación y completamente cortada se separa de él no sin un pequeño esfuerzo para que la suelte. Hay un espeso silencio. Irina coge la carta y vuelve a leer. BORIS Irina. IRINA Voy a seguir leyendo. BORIS ¿Un bombón? Petia, que ha contemplado la escena, continúa mientras Irina lee la carta y Boris, que la observa con naturalidad, bebe cerveza. PETIA Te escribo desde lo alto de las colinas de Togor. Es el lugar más hermoso que puedas imaginar. Desde nuestra posición el bosque de Narovia parece un regimiento de gigantes que avanzara en formación hacia los deltas del Norte. Allí donde Alexis derrotó a los turcos, los traidores que aún defienden al gobierno reagrupan sus fuerzas para hacernos frente y cortarnos el camino hacia la capital. Peor para ellos. Petia sale. Boris eructa. BORIS Perdón. Entra Salvia. SALVIA ¡Madre, qué noticia! ¡El regimiento de Petia ha tomado los bosques de Narovia y siguen avanzando! BORIS Bien por Petia. IRINA Lo sé. (Le muestra la carta) SALVIA ¡Carta de papá! (Se hace cargo de ella y la ojea) ¿Qué cuenta? BORIS Que está creciendo. Si la guerra dura otro par de semanas no va a caber por la puerta. IRINA No tiene gracia, Boris. SALVIA Y a ti, ¿qué te pasa? (1993) Salvia Página 26 de 33 Hay un silencio sospechoso. Boris saca otra carta y la arroja sobre la mesa. BORIS Podéis leerla. No tengo secretos. Salvia deja la carta de Petia y lee la de Boris. SALVIA “Cooperativa revolucionaria de municiones. Estimado camarada Tuchenco. Lamento comunicarle que ante los problemas técnicos a que nos vemos sometidos, esta factoría se ve obligada a congelar su producción por tiempo indefinido”. ¿Qué problemas técnicos? BORIS Que ya no existe. La dinamitaron los gubernamentales hace tres días. ¡Buuummm…! ¿No viste los fuegos artificiales? ¡Píu…! ¡Píu…! ¡Píu…! ¡Ta-ta-ta-ta-tá…! (Salvia ríe con él) ¡Menuda verbena! ¡Píu…! ¡Píu…! ¡Píu…! ¡Ta-ta-ta-ta-tá!…! IRINA ¡Boris, por favor! BORIS (A Salvia) ¿Un bombón? SALVIA ¿De dónde los has sacado? BORIS Información confidencial. ¡Y cerveza…! (Le ofrece) IRINA (A salvia) ¡No! BORIS (Sirviendo de todos modos) Tiene razón. Guárdala para tu aseo personal. (Salvia bebe) IRINA Estarás orgulloso. BORIS ¡Feliz! SALVIA Como que no tiene que volver a la fábrica. BORIS Tengo grandes planes. Hay que espabilarse para salir adelante en esta guerra. Para empezar he cambiado un par de fusiles del año tres por unos sacos de trigo que ya tengo apalabrados…. IRINA ¡Boris, si tu hermano supiera que estás metido en el mercado negro…! BORIS Me importa un carajo lo que diga mi hermano. Pausa tensa. SALVIA Bueno, vamos a escribirle a papá. (1993) Salvia Página 27 de 33 IRINA Será lo mejor. (Saca papel y boli) SALVIA ¡Carta de aliento! Quince de octubre de mil novecientos noventa y cuatro… De repente suenan las sirenas anunciando bombardeo. Al principio se quedan un poco extrañados pero el silbido de la primera bomba les saca de dudas. BORIS Ya están aquí. ¡Ya están aquí! ¡Al suelo! Se tiran al suelo abrazados y asustados. Las bombas caen muy cerca. SALVIA ¡Hijos de puta…! BORIS ¡Agacha la cabeza! Continúa el bombardeo; al rato cesa y vuelven a sonar las sirenas. Salvia se levanta rápidamente, coge sus cosas y sale. IRINA ¡Salvia! ¿Dónde vas? ¡Vuelve! Se dispone a seguirla. Boris la detiene. BORIS Irina. Yo te la traigo. Boris sale. Irina se queda. (1993) Salvia Página 28 de 33 - XI - Irina pone con mimo la mesa para una cena muy especial. Coloca el mejor mantel, la mejor vajilla y la mejor cristalería. Al colocar las copitas de brindar con vodka pone un especialísimo cuidado de que no tengan la más mínima mota y brillen como es debido. A veces se detiene con cierta preocupación a escuchar la algarabía procedente de la calle y se sirve un chupito de vodka para animarse. Antes de que pueda terminar llega Salvia con una botella de vodka contagiada por la alegría de la calle y probablemente con una copita de más. SALVIA ¡Sin novedad en el frente! IRINA Salvia, has bebido. SALVIA ¿Yo? (Se acerca y le echa el aliento en la cara). IRINA ¡Agg…! SALVIA ¡Botín de guerra! Salvia deja la botella sobre la mesa. Irina la abraza. IRINA ¿Has visto a tu padre? SALVIA Negativo. (Irina tuerce el gesto. Salvia lo nota y cambia de tema) ¡Qué bien huele…! IRINA “Lenguado a la Plisetskaya”. SALVIA ¿Receta imaginaria de mi madre? IRINA ¡Sí…! (Ríen) SALVIA No imaginas cómo está la calle. ¡La gente se ha vuelto loca! El tonto de Nikita se ha presentado en la cola de la taberna con un casco y una bandera cantando el himno de los milicianos, con la media lengua. (Le imita) Le han quitado la bandera y le han manteado con ella. ¡Qué risa! (1993) Salvia Página 29 de 33 IRINA ¿Por qué han hecho eso? SALVIA ¡Porque llevaba la bandera del gobierno! (Ríen de nuevo) El pobre se ha ido llorando sin entender y al llegar a la esquina… Entra Petia orgulloso con impecable uniforme miliciano, macuto al hombro, un puro y una botella que dejará sobre la mesa. Al verlo Irina y Salvia se quedan clavadas. SALVIA ¡Papá! ¿Te has alistado? PETIA Por supuesto. Irina se abraza a su marido con un nudo en el estómago. IRINA (Después de un tiempo) ¿Por qué, Petia? ¿Por qué? PETIA Salimos esta noche. Irina se separa de Petia mordiéndose la lengua y reorganiza la vajilla nerviosamente. SALVIA ¿Y mi tío? PETIA ¿No ha llegado? SALVIA Creía que estaba contigo. PETIA Vete a buscarlo. Salvia sale. Petia observa a Irina. PETIA Es lo mejor, Irina. IRINA ¿Para quién? PETIA Para todos. IRINA El teatro ha cerrado. ¿De qué vamos a vivir mientras dure la guerra? PETIA Pero, ¿qué guerra? Tres días y estaremos de vuelta. Con el gobierno en fuga, los militares de nuestra parte y el apoyo de las potencias… (1993) Salvia Página 30 de 33 IRINA Entonces, ¿para qué te necesitan? (Pausa) PETIA Irina, no puedo quedarme al margen, sentado, escribiendo estupideces que nadie lee. Tengo que estar allí. Irina se dispone a salir de la habitación. PETIA ¿Dónde vas? IRINA Necesitarás calzoncillos limpios. PETIA ¡A la mierda los calzoncillos! ¡Necesito que me entiendas! Irina rompe a llorar. IRINA Petia, me da mucho miedo. Mírate. Estás mayor, gordo, feo. Te matará cualquier bala perdida. PETIA Mujer, si son tres días. ¿No has visto las calles, qué entusiasmo, qué moral de victoria? ¡Será como un paseo hasta la capital! Entra Boris vestido de paisano y Salvia tras él. Irina se separa de Petia disimulando sus lágrimas y se dirige a la cocina. PETIA ¿Y el uniforme? BORIS Me han declarado inútil. PETIA ¿Cómo? BORIS ¡Dicen que tengo una mancha en los pulmones, que no sirvo, y que un Tuchenco sano vale por dos! PETIA ¿Quién ha dicho semejante tontería? BORIS Kolchalov, el capitán médico. (Le entrega un documento. Petia lo examina detenidamente). Petia, tienes que arreglarlo. Utiliza tu influencia. Irina regresa con una fuente de lenguado y lo coloca en la mesa. Salvia se sienta. PETIA Si Kolchalov dice que no puedes ir, no hay nada que hacer. BORIS ¡Pero yo estoy sano! ¡He visto alistar a viejos decrépitos que ni pueden cargar con un fusil! (1993) Salvia Página 31 de 33 PETIA Boris, hermano, tu puesto está aquí. BORIS ¡Pero yo quiero luchar, como tú! PETIA Lo siento. Te quedarás en casa y cuidarás de Irina y de Salvia hasta que yo regrese. (Lo abraza) Y ahora vamos a cenar. Se sientan. Petia está radiante. Irina luce su mejor sonrisa y empieza a servir. Boris deja sobre la mesa la cuarta botella de vodka haciéndose el mártir y Salvia se burla de él. IRINA ¿Sirvo ya? PETIA ¿Y esto? IRINA “Lenguado a la Plisetskaya”. PETIA Receta imaginaria. Irina asiente. Se besan. SALVIA Mentiroso. BORIS Niña, déjame. Salvia se ríe de él. Petia abre otra botella y llena las copas. Luego se levanta ceremonioso alzando la suya. PETIA Algunos se preguntarán por qué Petia Tuchenko alza su copa esta noche. Yo lo voy a explicar… SALVIA Papá, por favor. Abucheos y silbidos generales. Luego risas. Petia renuncia al discurso. PETIA ¡Por nosotros! TODOS ¡Por nosotros! Brindan y beben de un trago. Petia, radiante, lanza su copa hacia atrás. Los demás le siguen uno a uno. Luego se sientan y empiezan a cenar. Oscuro final. (1993) Salvia Página 32 de 33 (1993) Salvia Página 33 de 33