Vértigo - Elsevier Instituciones

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ACTUALIZACIÓN
Vértigo
E. García-Albea Ristol
Sección de Neurología. Hospital Universitario Príncipe de Asturias.
Alcalá de Henares. Madrid.
Introducción
El popular término vértigo es un vocablo polisémico a nivel
coloquial, intercambiable con mareo y otros muchos, cuyo
contenido clínico puede resultar muy diverso (tabla 1). En
general, todo este amplio listado de expresiones a las que recurre el paciente para nombrar sus síntomas se refiere a 4
grandes categorías: trastornos paroxísticos, alteraciones de la
conciencia, distorsiones del esquema espacial o anomalías del
equilibrio.
En el lenguaje médico, vértigo es un término técnico
preciso y se define como la ilusión de giro de un individuo en
cualquiera de sus ejes o del entorno circundante e indica una
disfunción específica del sistema vestibular. Corresponde al
explorador a través de los instrumentos clínicos –fundamentalmente la anamnesis y la exploración clínica– tratar de
discernir el carácter giratorio del mareo y deslindarlo de alteraciones de la conciencia (síncope, epilepsia), trastornos
psicológicos (ansiedad, pánico), o trastornos del equilibrio
(tabla 2). En una segunda etapa se intentará determinar el
origen central o periférico del vértigo, y finalmente se indagará para conocer la etiología del mismo que permita una terapéutica.
PUNTOS CLAVE
Concepto. El vértigo es un concepto polisémico a
nivel popular (trastornos paroxísticos,
alteraciones de la conciencia, distorsiones del
esquema espacial, anomalías del equilibrio) •
Vérgito, sensu stricto, es una ilusión de giro de un
individuo en cualquiera de sus ejes o del entorno
circundante, e indica una disfunción específica
del sistema vestibular.
Cuadro clínico diagnóstico. La anamnesis es el
procedimiento cardinal para el diagnóstico • El
examen clínico, la exploración neurológica y el
uso de diversas pruebas complementarias nos
debe orientar a la localización y causa del vértigo
• La distinción entre vértigos centrales y
periféricos, aunque útil en la práctica clínica,
puede inducir a confusión.
Etiología. Los vértigos “fisiológicos”, las
enfermedades vasculares del tronco cerebral, la
jaqueca de tipo basilar, la edad, el síndrome de
Arnold-Chiari, los tumores, la neuronitis vestibular,
el vértigo epiléptico, la esclerosis múltiple, las
enfermedades sistémicas, reunen elementos
clínicos que nos permiten el diagnóstico y la
orientación del tratamiento.
Tratamiento. Los tratamientos farmacológicos
(sedantes laberínticos y antieméticos), diversas
maniobras físicas (ejercicios laberínticos) y, en
casos graves, los tratamientos quirúrgicos
permiten aliviar el vértigo.
Historia clínica
Anamnesis
La anamnesis es el procedimiento cardinal para aclarar el
proceso que sufre el paciente, y tratará, en primer lugar, de
eliminar la ambigüedad de sus expresiones, y precisar en lo
posible los elementos del cuadro. Es obvio que facilita la
anamnesis una buena capacidad de autoobservación y descripción por parte del paciente –no siempre posible–. En el
caso de que los datos espontáneos del paciente sean precarios
debe dirigirse el interrogatorio hacia el carácter giratorio, o
no, de los síntomas. Muchos pacientes refieren su vértigo
como un impulso mantenido hacia un lado o hacia el suelo;
o es el suelo el que se eleva. Puede ser útil evocar ilusiones
de movimiento del vértigo fisiológico, como el girar repeti73
damente sobre sí mismo o tras montar en norias de feria. Incluso puede ser de utilidad que advierta la dirección del giro.
Las náuseas, vómitos y las alteraciones vegetativas –sudor, palidez– suelen cortejar el vértigo verdadero. Si describe alteraciones no propiamente giratorias debe tratar de detallar la “turbidez mental”, sensación de desmayo o flojedad
generalizada más propio de los presíncopes o síncopes que
suponen una disminución global de la perfusión cerebral con
inadecuada aportación de substratos (oxígeno, glucosa), y cuyas implicaciones clínicas son en todo distintas al vértigo.
Debe conocerse el perfil temporal de los síntomas: la forma
de comienzo –súbito, lento–, el carácter episódico o crónico de
los síntomas (¿está siempre mareado?, ¿ocurren de forma paroxística?) (fig. 1). En este caso deberán determinarse las cirMedicine 2004; 9(23): 1503-1511
1503
ACTUALIDAD CLÍNICO-TERAPÉUTICA (I)
TABLA 1
Expresiones verbales que se utilizan de forma sinónima a mareo
Aire
Crisis
Angustia
Desequilibrio
Privación
Shock
Ataque
Desmayo
Soponcio
Caída
Desvanecimiento
Sopor
Catalepsia
Embotamiento
Telele
Colapso
Epilepsia
Vahído
Congoja
Inseguridad
Vértigo
Conmoción
Patatús
cunstancias desencadenantes del episodio (movimientos de
cuello, cambios posturales, paso al ortostatismo, esfuerzo,
tos, hambre, dolor). La historia debe obtener la eventual presencia de síntomas asociados que faciliten una localización en
el sistema nervioso y de la causa del síndrome, tales como
sordera, acúfenos, diplopía, disartria, síntomas sensitivos o
defectos motores. La coexistencia de vértigo con drop-attacks,
acorchamiento perioral y trastornos visuales sugerirá insuficiencia vertebrobasilar si ocurren en personas añosas con
factores de riesgo arterioesclerótico. En personas jóvenes,
esos mismos síntomas seguidos de cefaleas apuntan hacia una
jaqueca basilar. La presencia de alteraciones de conciencia o
el carácter recurrente o estereotipado de los síntomas puede
revelar un desorden comicial. Debe incorporarse a la historia un exhaustivo listado de los productos farmacológicos ingeridos (aminoglucósidos, difenilhidantoína) o de los tóxicos
(alcohol, en primer lugar) que hayan podido tener contacto
con el enfermo.
Examen clínico
Todo paciente que aqueje “mareos” se someterá a una exploración general, neurológica, otológica y psiquiátrica.
Exploración general
Conviene centrarla en el sistema cardiovascular. A los pacientes con síntomas que sugieren presíncope o síncope se les
debe medir la tensión arterial y el pulso en decúbito, tras el
paso al ortostatismo, y dos minutos después (hipotensiones
retardadas). En caso necesario puede completarse con el examen de la tensión arterial en la mesa basculante (tilt test) o diversas pruebas especializadas de valoración del sistema nervioso vegetativo (pruebas pupilares, farmacológicas, etc.). En
los casos en que el síncope se desencadene con el esfuerzo, las
pruebas deben orientarse a la detección de patología cardíaca
(estenosis aórtica, miocardiopatía obstructiva), o bien alteraciones centrales (síndrome de Shy-Drager) o periféricas (neuropatía autonómica). El análisis del ritmo cardíaco descartará
o confirmará bloqueos de la conducción (síndrome de StokesAdams) que pueden cursar silentes. En casos seleccionados
puede completarse con una monitorización Holter-electrocardiograma (ECG) de 24 horas. El examen del árbol vascular del paciente puede revelar soplos carotídeos, hipersensibilidad del seno carotídeo o lesiones obstructivas periféricas. El
estasis venoso en miembros inferiores sugiere una dificultad
en el retorno venoso facilitador del síncope.
1504
Medicine 2004; 9(23): 1503-1511
TABLA 2
Exploración neurológica
Diversidad clínica del
Valorará la integridad del sistema
«mareo»
nervioso, particularmente de los
Vértigo giratorio (vestibular)
sistemas que intervienen de forPeriférico
ma integrada en el equilibrio (sisCinetosis
temas visual, vestibular y propioNeuronitis vestibular
ceptivo). El examen mental
Síndrome de Ménière
permitirá detectar alteraciones
Laberintitis aguda
cognitivas como afasias, apraxias
Vértigo posicional
y agnosias que indiquen lesión foApoplejía laberíntica
cal, multifocal o difusa (tumores,
Intoxicaciones
infartos únicos y múltiples). El
Tumores peñasco
origen epiléptico de muchos
Otitis
“mareos” se sospecha por el perfil
Central
temporal del episodio y la presenIsquemia vertebrobasilar
cia de defectos focales antes, duEsclerosis múltiple
rante y después de las crisis. La
Jaqueca basilar
exploración de los nervios craneVértigo paroxístico infancia
ales debe ser sistemática. El exaTumores del ángulo
pontocerebeloso
men de la agudeza y la campimetría visual nos informará de
Síncope
eventuales defectos de refracción
Cardíaco
Arritmias cardíacas
o campimétricos que impidan una
Isquemia miocárdica
buena referenciación espacial. El
Estenosis aórtica
examen funduscópico podrá desVascular
cubrir un edema de papila o alteEnfermedad de Shy-Drager
raciones vasculares indicadoras
Hipotensión ortostática
de una hipertensión arterial de
secundaria
larga evolución. La motilidad
Neuropatía autonómica
ocular puede estar alterada por
Retención venosa
disfunciones vestíbulo-oculares o
Anemia
internucleares (oftalmoplejías inSensibilidad del seno
carotídeo
ternucleares) en lesiones intrínsecas del tronco cerebral. La detecInestabilidad
ción de un nistagmo es un momento
Enfermedades neurológicas
crucial en la exploración del vértigo.
“Múltiples defectos
sensoriales”
Más aún, el vértigo no es más que
Alteraciones cerebelosas
la manifestación subjetiva de un
Alteraciones del tronco
nistagmo. Las características de
Intoxicaciones
las batidas, la ritmicidad, la conAlteraciones cordón posterior
dición uni o binocular, la direcNeuropatías
ción, su relación con la oclusión
Inseguridad
de los párpados, pueden apuntar
sobre el sistema vestibular afecto,
Ansiedad
y el carácter central o periférico
Neurosis
Signos de pánico e
del vértigo (tabla 3). Tan sólo exhiperventilación
cepcionalmente, el estudio puede
Neurosis de angustia
completarse con pruebas calóriAgorafobia
cas, rotatorias o una nistagmografía. De mayor interés es la realización de “pruebas clínicas
vestibulares” bien acreditadas desde el siglo pasado: la exploración de la marcha, ya sea espontánea o facilitada (tándem) que revele una marcha con pulsiones hacia uno u otro
lado. La estación, prueba de Romberg (empeoramiento con
los ojos cerrados), la desviación de los dedos índices, el “nistagmo de la postura” (prueba de la plomada de Barré) indicarán una asimetría en la disfunción vestibular. En los vértigos posturales puede intentarse el desencadenamiento del
74
VÉRTIGO
“Mareo” - vértigo
Comienzo súbito
Sí (A)
No, crónico
¿Episódico?
Sí
No, constante
¿Existen síntomas auditivos?
¿Existen síntomas auditivos?
Sí (B)
No
Sí (E)
¿Es posicional?
Sí (C)
No
¿Se asocia con desmayo?
No (D)
Sí (F)
que corresponda a una lesión periférica u otológica. En lesiones retrococleares se ha mostrado útil el
estudio de las latencias de los potenciales evocados auditivos. La ausencia del reflejo corneal puede
revelar un tumor en el ángulo
pontocerebeloso. La exploración
de las funciones cerebelosas completará el estudio del sistema vestibular. El balance muscular y los
reflejos clínico-musculares (osteotendinosos, profundos) nos informarán sobre el sistema motor. Finalmente, el estudio selectivo de
los distintos tipos de sensibilidad
indicará una eventual causa de
inestabilidad por alteración de la
sensibilidad profunda (tabes, neuropatía tóxica, deficiencia de vitamina B12).
No (G)
Evaluación psiquiátrica
Todo paciente que aqueje “vértigo” y que la anamnesis y la exploración no apunten hacia un vértigo en sentido estricto, debe ser
evaluado psicológicamente para
determinar una posible crisis de
ansiedad. La presencia de insomnio, “pánico”, hiperventilación,
trastornos vegetativos de todo tipo o fobias, debe obligar a
la realización de escalas específicas como la Escala de Hamilton de ansiedad, o incluso solicitar una evaluación psiquiátrica.
Fig. 1. Algoritmo diagnóstico del paciente con mareo. A: vértigo de esfuerzo, laberintitis, isquemia o hemorragia del oído interno. B: otitis o mastoiditis, enfermedad de Ménière, neurinoma del acústico. C: vértigo posicional benigno, osteofitosis cervical (raro). D: fármacos, hiperventilación, traumatismo cervical, jaqueca.
E: neurinoma del acústico, otros tumores del ángulo pontocerebeloso. F: insuficiencia vertebrobasilar, enfermedad cardíaca, arterioesclerosis carotídea, hipersensibilidad del seno carotídeo. G: ansiedad, hipertensión arterial, anemia, diabetes.
vértigo tras el paso abrupto de la posición sentada a la tumbada con la cabeza girada 45° y en hiperextensión de también 45°.
Exploración otológica
La evaluación auditiva es otro paso importante en la valoración de un vértigo, y puede obligar a derivar al paciente a
un estudio especializado por un servicio de Otorrinolaringología. En general, un audiograma patológico así como
una ausencia o asimetría del reflejo estapedial es probable
TABLA 3
Criterios diferenciales entre vértigo central y vértigo periférico
Síntomas y signos
Calidad
Periférico
Giro de objetos
Central
Inestabilidad
Intensidad
Severa
Leve o inexistente
Comienzo
Súbito
Insidioso
Síntomas acompañantes
Náuseas, vómitos
No
Tinnitus
Frecuente
Raro
Pruebas calóricas
No reactivo
Normal
Dirección del nistagmo
Horizontal
Multidireccional o rotatorio
Posición de la cabeza
Relación
No relación
Maniobras posiciones
(latencia aparición)
2-40 segundos
No latencia
Maniobras posicionales
(duración)
< 30 segundos
> 30 segundos
Maniobras posicionales
(fatigabilidad)
Nistagmo desaparece
tras repetición
No desaparece
75
Pruebas complementarias
Tras la exploración general, neurológica, otológica y psiquiátrica, y de acuerdo con el contenido clínico del caso, el
estudio se completará con las determinaciones adicionales
bioquímicas, hematológicas o de imagen pertinentes (tabla
4). La resonancia magnética (RM) ha logrado mejorar de
forma significativa la identificación de patología estructural
en la fosa craneana posterior.
Diagnóstico diferencial
Es tradicional la clasificación de los vértigos en centrales y
periféricos, pero existe una cierta confusión al respecto. Para
el otólogo, el límite se establece en el órgano sensorial periférico (laberinto) categorizando como central la lesión del
nervio estatoacústico. Para el neurólogo, la lesión de dicho
nervio, situado fuera del tronco cerebral, se considera periférica. Por otro lado, muchos pacientes con lesiones en el
ángulo pontocerebeloso que se originan en el octavo nervio craneal pueden lesionar el tronco cerebral y determinar sintomatología de origen intraaxial, central. Existen
además múltiples causas sistémicas que pueden afectar
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ACTUALIDAD CLÍNICO-TERAPÉUTICA (I)
TABLA 4
Pruebas diagnósticas en un
paciente con vértigo
(de acuerdo con el
contenido clínico del caso)
Hematología y bioquímica
sanguínea
Hemograma completo,
velocidad de sedimentación
Glucemia basal y curva de
glucemia
Función tiroidea
Serología
Calcio, fósforo, urea, creatinina,
colesterol
Exploraciones radiológicas
(y de imagen)
Placa anteroposterior de
cráneo con visualización de
senos y peñascos
Tomografía computarizada
Arteriografía cerebral
Resonancia magnética
Exploraciones opcionales
Electroencefalograma
Pruebas calóricas
Audiometría
Velocidad de conducción
nerviosa
Electrocardiograma
Test psicológicos
Screen tóxico
Gasometría
Punción lumbar
simultáneamente las estructuras
vestibulares centrales y periféricas.
Vértigos fisiológicos
Resultan de un disbalance entre
los sistemas implicados en mantener el equilibrio (visual, vestibular
y propioceptivo).
La cinetosis ocurre cuando una
hiperestimulación vestibular se
acompaña de una cierta estabilidad visual como ocurre en los trayectos tortuosos en automóvil,
norias, barcos, etc. Los niños y
ciertas personas tienen una mayor
sensibilidad congénita a tal hiperestimulación. El entrenamiento
y los sedantes laberínticos pueden
hacer desaparecer la cinetosis. En
otras ocasiones el disbalance es
inverso, con oferta visual de ejes
constantemente cambiantes y, por
otro lado, estabilidad laberíntica y
propioceptiva, como ocurre tras la
visualización de imágenes en los
cines “estereoscópicos”. Asimismo, la pérdida de referencias visuales estables (plano horizontal)
es el origen del vértigo de las alturas.
Enfermedades vasculares del tronco cerebral
El tronco cerebral, donde se asientan los núcleos vestibulares y sus vías de conexión, está irrigado por el sistema vertebrobasilar. Las lesiones obstructivas de las arterias vertebrales, del tronco basilar o de sus ramas, dan lugar de forma
transitoria o definitiva a una gran variedad de síndromes de
acuerdo con la topografía afecta. El copioso número de epónimos conocidos como hemiplejías alternas en que se asocia
la afectación de un núcleo de un par craneal del lado de la lesión y una parálisis o defecto sensitivo contralateral, tiene un
interés más académico que práctico. Los diferentes patrones
de irrigación anatómica del tronco cerebral y la variable riqueza de las suplencias colaterales determinan que la obstrucción de una arteria concreta rara vez genere un síndrome constante. No es infrecuente que las manifestaciones
clínicas sean bilaterales. Los síntomas y signos de la insuficiencia vascular incluyen pérdidas de visión global o de distribución hemicámpica, diplopía, debilidad o franca parálisis,
disartria, acorchamiento peribucal, ataxia, drop-attacks, o defectos cruzados (por ejemplo, debilidad o hipoestesia facial y
del hemicuerpo contralateral). Esta amplia constelación de
síntomas puede, o no, acompañarse de vértigo. Por otro
lado, el vértigo puede ser la única manifestación de una in1506
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Fig. 2. Varón de 76 años
con episodios transitorios y recurrentes. Cuadro
brusco de hemiparesia
izquierda. La resonancia
magnética muestra infarto bulbopontino derecho.
suficiencia vertebrobasilar, siendo en este caso el diagnóstico
muy difícil (fig. 2). La pérdida súbita de agudeza auditiva
acompañada de vértigo puede ser debida a la isquemia del laberinto por obstrucción (generalmente arterítica) de la arteria auditiva interna. Existen, sin embargo, dos síndromes relativamente comunes y de contenido constante en los que el
vértigo suele ser protagonista, el síndrome de Wallenberg y
el síndrome bulbo-protuberancial lateral.
Síndrome de Wallenberg
El síndrome de Wallenberg (o síndrome bulbar lateral) suele
ser causado por obstrucción de la arteria cerebelosa posteroinferior o de la arteria vertebral homolateral. La lesión isquémica afecta los núcleos vestibulares inferior y medial.
Además de vértigo (generalmente rotatorio), el paciente sufre hipo, inestabilidad, nistagmo hacia el lado opuesto a la lesión que puede invertirse con el cierre de los párpados, hipoestesia (al dolor y la temperatura) facial homolateral y del
hemicuerpo contrario y un signo de Horner homolateral.
Las pruebas de imagen (tomografía computarizada [TC] y
RM) pueden ser normales o mostrar una imagen hipodensa
o de baja señal en la zona dorsolateral del bulbo. El tratamiento debe ser orientado al vértigo, la antiagregación plaquetaria y la rehabilitación de los eventuales defectos residuales.
Síndrome bulbo-protuberancial lateral
El síndrome bulbo-protuberancial lateral es más raro que el anterior y ocurre por oclusión de la arteria cerebelosa anteroinferior. Existe daño coclear y vestibular y el nistagmo es
frecuente, de amplias batidas, predominio hacia el lado contralateral, y se expresa por un vértigo, con frecuencia intenso. Se identifica pérdida de audición homolateral (que nos
permite diferenciarlo del síndrome de Wallenberg). Asimismo se observa debilidad facial homolateral y pérdida de la
sensibilidad para el dolor y la temperatura de distribución
contralateral. Las pruebas de imagen (más sensible la RM)
pueden evidenciar una zona de menor señal en la región protuberancial dorsolateral y en el cerebelo. La angiografía suele revelar una obstrucción de la arteria vertebral homolateral. El tratamiento no difiere del síndrome de Wallenberg.
76
VÉRTIGO
Isquemia vertebrobasilar
El vértigo es el síntoma transitorio más frecuente en la isquemia vertebrobasilar. En una serie de pacientes que posteriormente desarrollaron el síndrome de Wallenberg, el vértigo acompañó a otros síntomas en 17 de 36 casos, y fue el
síntoma aislado en 7 casos. Es de interés señalar que en estos
casos el infarto cerebral ocurría en las primeras tres semanas1. Los episodios de vértigo que permanecen durante más
de 6 semanas rara vez son secundarios a enfermedad oclusiva arterial cerebral.
Infarto cerebeloso
De mayor importancia es el diagnóstico precoz del infarto (y
el hematoma) cerebeloso que no rara vez evoca un vértigo
periférico. Rubinstein ha presentado 7 casos de infarto cerebeloso que se confundieron con vértigos periféricos2. El cuadro suele comenzar con un vértigo que se hace progresivo en
unos días y se acompaña de náuseas y vómitos. Se asocia a
nistagmo con la fase rápida hacia el lado de la lesión (contrario a la vestibulopatía periférica). La TC y la RM permiten
una rápida identificación de la lesión y de las eventuales graves complicaciones (hidrocefalia aguda) del edema de un infarto cerebeloso. La angiografía de troncos supraaórticos
puede identificar el estado del árbol arterial. El doppler
transcraneal, junto a los datos de la historia clínica, permite
el diagnóstico en el 76% de pacientes con vértigo central3.
TABLA 5
Criterios de definición de jaqueca basilar
A. Al menos dos ataques que cumplan los criterios B,C y D
B. Aura sin debilidad motora, con al menos dos de los siguientes – y del todo
reversibles – síntomas:
1. Disartria
2. Vértigo
3. Tinnitus
4. Hipoacusia
5. Diplopía
6. Síntomas visuales simultáneos en ambos campos temporales y nasales de
ambos ojos
7. Ataxia
8. Disminución del nivel de consciencia
9. Parestesias simultáneas bilaterales
C. Al menos uno de los siguientes:
1. Al menos uno de los síntomas del aura se desarrolla gradualmente en un
tiempo igual o superior a 5 minutos, y /o los diferentes síntomas del aura se
suceden de forma sucesiva en un tiempo igual o superior a 5 minutos
2. Los síntomas del aura duran entre 5 y 60 minutos
3. La cefalea ocurre durante el aura o aparece con un intervalo menor de 60 minutos
D. No puede ser atribuido a otro trastorno4
Hemorragia cerebelosa
La hemorragia cerebelosa suele manifestarse de forma
abrupta con vértigo, vómitos, cefalea intensa, rigidez de
nuca, parálisis facial, parálisis de la mirada conjugada, ataxia
truncal y pupilas pequeñas y reactivas. La TC nos evidenciará una lesión hiperdensa en el tejido cerebeloso con distorsión del cuarto ventrículo y compresión del tronco cerebral.
También identificará una hidrocefalia cuyo drenaje puede
ser urgente.
aceptando como definitiva la implicación aislada de arteria
basilar) que se exponen en la tabla 5.
El vértigo paroxístico benigno de la infancia ha sido considerado un equivalente jaquecoso de jaqueca de tipo basilar que se
manifiesta en la infancia. Consiste en la aparición brusca de
ataques de vértigo durante los primeros 4 años de vida. La
frecuencia fluctúa entre varios ataques al día y uno cada varios meses. La duración es inferior al minuto y suelen acompañarse de sudores y vómitos. Rara vez la duración es de horas, pudiendo despertar al paciente durante la noche. La
exploración durante la crisis puede revelar un nistagmo o un
tortícolis espasmódico. En los escasos niños en los que se exploró la función vestibular, ésta fue anormal en la mayoría.
Los antecedentes familiares de jaqueca son altos.
Jaqueca de tipo basilar
Edad
Bickerstaff describió en 1961 una variante de jaqueca que se
acompañaba de síntomas deficitarios como vértigo, ataxia,
disartria o tinnitus, que atribuía a una disfunción de las estructuras de la fosa posterior, y que denominó “jaqueca de la
arteria basilar”. De comienzo en la juventud, es común que
los episodios se inicien con turbidez visual bilateral y escotomas centelleantes, seguidos de vértigo y ataxia que suele encamar al paciente. Pueden aparecer acúfenos, disartria, acorchamiento bilateral de manos y/o perioral. Las náuseas y los
vómitos pueden ser muy intensos, duraderos y postrar al paciente. Pasados 30-60 minutos (y no rara vez durante horas
o días) los síntomas decrecen y dan paso a la cefalea. Ésta
suele ser nucal, intensa y permanece durante el resto del día.
Otros síntomas descritos son los síncopes, incluso pérdida
permanente de la conciencia (“coma jaquecoso”) o arritmias
cardíacas. La exploración durante el ataque demuestra un
nistagmo.
La International Headache Society ha acordado en el año
2004 los criterios de definición de jaqueca tipo basilar (no
La pérdida del equilibrio asociada a la edad posiblemente dependa de “defectos sensoriales múltiples” (visión, sensibilidad profunda) asociados a problemas musculares y osteoarticulares. La degeneración vestibular senil o presbivértigo,
atribuida a la pérdida “fisiológica” con la edad de células sensoriales y neuronas vestibulares, parece ser de trascendencia
mínima.
77
Síndrome de Arnold-Chiari
El síndrome de Arnold-Chiari indica herniación congénita
de amígdalas cerebelosas asociado a descenso mayor o menor
del tronco cerebral y ocasionalmente cavidad siringomiélica.
Si el síndrome se desarrolla en la infancia se expresa habitualmente por hidrocefalia y otros trastornos disráficos. En
general, el comienzo de los síntomas suele retrasarse a la
edad adulta. En una revisión de 49 casos de síndrome de Arnold-Chiari, el 63% mostraba nistagmo. Éste ocurre en el
Medicine 2004; 9(23): 1503-1511
1507
ACTUALIDAD CLÍNICO-TERAPÉUTICA (I)
Fig. 3. Mujer de 46 años.
Cefalea y vértigos con
las maniobras de Valsalva. La resonancia magnética revela ArnoldChiari, hidrocefalia y
siringomielia cervical.
Fig. 4. Mujer de 38 años.
Hipoacusia progresiva y
vértigo. Neurinoma del
VIII par izquierdo.
plano vertical (down beat nistagmus) y se corresponde con oscilopsia en esa dirección5. La cefalea “tusígena” es común. La
cirugía descompresiva de la fosa posterior o la implantación
de válvulas derivativas puede aliviar los síntomas (fig. 3).
Tumores
Los tumores del hueso temporal y los tumores del glomus
suelen invadir el órgano terminal y manifestarse a través de
un síndrome periférico con vértigo verdadero y pérdida de
agudeza auditiva.
Neurinoma del acústico
El neurinoma del acústico es el tumor más frecuente del ángulo pontocerebeloso. Suele nacer en la porción vestibular
del octavo par craneal y es un tumor benigno originado en
las células de Schwann. Los síntomas de comienzo son hipoacusia, tinnitus y sensación de plenitud auricular. Menos de
un 10% comienzan con inestabilidad o franco vértigo y, por
lo común, esto sucede cuando son pequeños y están situados
en la zona intracanalicular del hueso temporal, cerca del
poro acústico interno. En su crecimiento agranda el canal,
comprime la porción acústica del VIII par craneal, el nervio
facial, el nervio trigémino, el tronco cerebral y el cerebelo
(fig. 4). En el curso de la enfermedad un tercio de los pacientes presentan vértigo y un 50% aquejan inestabilidad en
la marcha. La sensación vertiginosa es constante y rara vez
ocurre de forma paroxística como la enfermedad de Ménière. A todo paciente con vértigo y pérdida de audición se le
debe explorar cuidadosamente el reflejo corneal y realizarle
una RM que permita una buena visualización del ángulo
pontocerebeloso. Ocasionalmente, el neurinoma forma parte de la neurofibromatosis de von Recklinghausen pudiendo
ser bilateral y aparecer en la infancia.
Otros
El meningioma (fig. 5), el colesteatoma y el aneurisma pueden situarse en la cisterna pontocerebelosa y remedar, en
parte, la clínica del neurinoma. Otros tumores primarios o
metastáticos del sistema nervioso central capaces de producir vértigo se localizan en el tronco cerebral y en el cerebelo
1508
Medicine 2004; 9(23): 1503-1511
Fig. 5. Mujer de 66 años.
Hipoacusia e inestabilidad. Meningioma del
ángulo pontocerebeloso
derecho.
Fig. 6. Varón de 68 años
con oscilopsia, inestabilidad y temblor. La tomografía computarizada
mostró tumor metastásico en hemisferio cerebeloso derecho.
(fig. 6). En la hipertensión intracraneal, además de los episodios de amaurosis fugax debidos al edema de papila, con menor frecuencia puede haber episodios vertiginosos por “estasis laberíntico” (fig. 7).
78
VÉRTIGO
Esclerosis múltiple
Fig. 7. Varón de 55 años
con cefaleas paroxísticas, vértigos, edema y
turbidez visual. Quiste
coloide del III ventrículo.
Neuronitis vestibular
Es un proceso benigno y relativamente frecuente, de instauración brusca y curso subagudo, caracterizado por vértigo intenso acompañado de náuseas y vómitos. El vértigo no
guarda relación con movimientos o posturas de la cabeza.
Suele aparecer una semana después de un proceso vírico y
es característica la ausencia de síntomas auditivos. La duración es variable, de uno a seis meses, con tendencia progresiva a la mejoría, aunque no es raro algún rebrote ocasional
aunque de menor intensidad que el episodio inicial. El vértigo puede desencadenarse con los cambios posturales. La
exploración otológica y neurológica es normal a excepción
de un nistagmo rítmico, de amplias batidas que se acentúa
cuando la mirada se dirige hacia el lado sano. Las pruebas
vestibulares muestran una hipoexcitabilidad en el lado enfermo.
Para algunos autores no existe diferencia entre la laberintitis aguda y la neuronitis vestibular, y se piensa que es
debido a una disfunción inflamatoria del ventrículo, el sáculo y los canales semicirculares. Otros tratan de unificar los términos en vestibulopatía periférica aguda (o recurrente). La mayoría piensan que se trata de una neuropatía
craneal con asociación más o menos clínica de otros pares craneales6.
Vértigo epiléptico
En 1951, Penfield y Kristiansen describieron la presencia de
“vértigo ictal” en 9 pacientes de una serie de 222 epilépticos.
Éste podía aparecer como una crisis parcial simple, formar
parte de una crisis parcial compleja o preceder, como aura
epiléptica, una crisis generalizada7. Estos autores distinguían
entre la sensación imprecisa de turbidez mental y las ilusiones de movimiento rotatorio (epilepsia “tornado”). La localización cortical de este tipo de epilepsia se ha situado en el
lóbulo frontal, corteza motora, región insular, perirrolándica y perisilviana, y particularmente en la región temporoparietooccipital.
79
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad que se caracteriza por el desarrollo de áreas –placas– de inflamación y
desmielinización en la sustancia blanca del sistema nervioso
central que posteriormente evolucionan a la cicatrización
atroglial (esclerosis). Es una enfermedad de etiología no
aclarada aunque se acepta una base autoinmune, si bien el
antígeno se desconoce, posiblemente desencadenada por un
virus, y que ocurre en pacientes susceptibles genéticamente.
Es una enfermedad crónica que comienza en la mayoría de
los casos en la tercera década, y representa la primera causa
no traumática de minusvalía de origen neurológico en personas jóvenes. Puede cursar en brotes y remisiones (más o
menos completas y con secuelas acumulativas), o evolucionar
de forma progresiva hacia la invalidez y la muerte. La incidencia es variable de acuerdo con la latitud geográfica (5-30
por cien mil habitantes y año) y prevalencia alta (12-50 por
cada cien mil habitantes).
La clínica es muy variable, dependiendo de la distribución y tamaño de las placas. Algunos síntomas como la afasia
o las crisis convulsivas son raras, y otros como la oftalmoplejía internuclear y el vértigo son comunes a lo largo de la enfermedad.
Al comienzo de la enfermedad (primer brote) el síntoma
más frecuente es la paresia en miembros inferiores (40%) y
el vértigo tan sólo el 5%. Una vez establecida la enfermedad
la frecuencia de pacientes que han sufrido vértigo asciende
al 20%. La sordera, sin embargo, es rara. La oscilopsia es
común y expresa una alteración en la movilidad ocular muy
típica de la EM, la oftalmoplejía internuclear. Ésta ocurre
por afectación uni o bilateral del fascículo longitudinal posterior, el cual contacta los centros de la mirada conjugada
pontina con el núcleo del tercer par contralateral. Existe un
nistagmo del ojo abductor (disociado) con paresia del ojo
adductor. La adducción se logra, sin embargo, con la convergencia.
No existe ningún marcador específico para el diagnóstico de la EM, que continúe siendo fundamentalmente clínico. La diseminación espacial y temporal de las lesiones –demostradas por la clínica, el laboratorio y las técnicas de
imagen (fig. 8)– y la ausencia de un diagnóstico alternativo
representan las claves diagnósticas. La combinación de los
distintos datos permitirá el diagnóstico de EM posible, probable o definitiva. A pesar de los esperanzados intentos de
tratamiento con diversos mediadores inmunológicos, la terapia actual sigue siendo sintomática.
Enfermedades degenerativas
Algunas degeneraciones del sistema nervioso central pueden
causar síntomas otológicos y vestibulares. Las ataxias hereditarias pueden sumar a la degeneración cerebelosa la afectación de otros sistemas espinocerebelosos y de las estructuras
pontinas (fig. 9). En ocasiones se asocian anomalías cocleovestibulares. Aunque la mayoría sufren inestabilidad, algunos
sufren vértigo verdadero.
Medicine 2004; 9(23): 1503-1511
1509
ACTUALIDAD CLÍNICO-TERAPÉUTICA (I)
A
B
Fig. 8. Mujer de 43 años con vértigo central. Múltiples placas de desmielinización en el tronco cerebral (A) y en
los hemisferios cerebrales (B).
Las neuropatías hereditarias se ordenan por el cuadro clínico, el error genético o el defecto metabólico. La neuropatía
sensorial hereditaria, la atrofia muscular peroneal, la enfermedad de Refsum, la xerodermia pigmentosa o el síndrome de
Cokayne pueden acompañarse de síndromes otovestibulares
de tipo central. La retinitis pigmentosa puede acompañarse de
síntomas cocleares y vestibulares (síndrome de Usher).
Causas sistémicas de vértigo
En esta categoría incluimos como más destacados los vértigos causados por fármacos y drogas y por la diabetes.
Los anticonvulsivantes (barbitúricos, fenitoína, etosuximida, carbamazepina), hipnóticos (diazepam, clordiazepam,
flurazepam), antihipertensivos y analgésicos ejercen su acción tóxica vestibular tanto a nivel central como periférico.
El vértigo, junto con la ataxia y los trastornos psíquicos, es
síntoma típico de la intoxicación alcohólica aguda. Los niveles de alcoholemia se relacionan bien con la presencia de nistagmo, por lo que en algunos países se utiliza como criterio
legal de ingesta alcohólica excesiva. Los salicilatos, la quinina y sus derivados, y los aminoglucósidos (estreptomicina,
kanamicina, tobramicina, amikacina, gentamicina) son fármacos tóxicos a nivel vestibular y coclear.
El vértigo es común en los pacientes diabéticos, derivado
más de cambios vasculares o por hipoglucemia. Se sabe que
la pared de los capilares del utrículo y sáculo está engrosada
en los diabéticos.
Tratamiento
Obviamente en aquellos casos en
que sea factible deberá tratarse la
enfermedad subyacente al vértigo
(exéresis de tumores, shunt endolinfático en la enfermedad de
Ménière, etc.). El tratamiento
precoz con esteroides parece acortar el período sintomático en la
vestibulopatía periférica aguda
aunque no existe evidencia sobre su
utilidad. Además de la acción antiinflamatoria e inmunodepresora,
parece existir una acción directa
sobre los receptores de los núcleos
vestibulares.
Tratamiento sintomático
El tratamiento sintomático del vértigo se lleva a cabo
con los llamados sedantes laberínticos, aunque el mecanismo
de acción se desconoce la mayoría de las veces8. La identificación de diversos neurotransmisores en el circuito que conecta el laberinto con los núcleos oculomotores (básicamente el glutamato, la acetilcolina, el GABA y la
noradrenalina) está permitiendo el desarrollo de diversas
moléculas antivertiginosas. En la tabla 6 se ofrece una lista
de los principales y la dosis media recomendada. Muchos de
estos agentes pueden darse en combinación. Todos ellos
TABLA 6
Tratamiento medicamentoso del vértigo
Categoría
Dosis
Antihistamínicos
Meclizina
25-50 mg 3 veces/día
Ciclizina
50 mg 1-3 veces/día
Dymenhydrinato
50 mg 1-3 veces/día
Prometazina
25-500 mg 3 veces/día
Flunarizina
5 mg 1 vez/día (por la noche)
Betahistina
8 mg 1-3 veces/día
Anticolinérgicos
Escopolamina tabletas
0,45-0,50 mg 1-2 veces/día
Escopolamina parches transdérmicos
1 parche 1-2 veces/día
Simpaticomiméticos
Efedrina
25 mg 1 vez/día
Antieméticos
Trimetobenzamida
250 mg 1-2 veces/día (PO)
200 mg 1-2 veces/día (supositorio)
Fig. 9. Varón de 70 años.
Ataxia hereditaria y progresiva. Nistagmo. La
resonancia magnética
muestra atrofia cerebelosa.
1510
Medicine 2004; 9(23): 1503-1511
Sulpirida
50-100 mg 3 veces/día
Prometazina
25-50 mg 1 vez/día
Proclorperazina
5-10 mg 1-3 veces/día
Tietilperazina
6,5 mg 3 veces/día
Tranquilizantes
Diazepam
5-10 mg 1-3 veces /día
80
VÉRTIGO
han demostrado de forma experimental la reducción del nistagmo y de la hipersensibilidad al movimiento. Existen pocos estudios controlados sobre la eficacia de la medicación
contra el vértigo en las distintas entidades. Los anticolinérgicos inhiben los receptores muscarínicos y facilitan la tolerancia al movimiento. Los parches de escopolamina son
muy populares en EE.UU. para prevenir el motion sickness
(viajes en barco, por ejemplo). Pueden desencadenar efectos
anticolinérgicos. No están comercializados en Europa. Aunque el papel de la histamina no está aclarado en lo que respecta a su responsabilidad vestibular, los antihistamínicos
que cruzan la barrera hematoencefálica son los sedantes más
utilizados. Las benzodiazepinas (moduladores del GABA en
su mayoría) pueden generar dependencia. La flunarizina es
un bloqueador de los canales del calcio (muy comunes en las
células ciliadas vestibulares). La betahistina no ha sido aprobada por la Food and Drug Administration pero parece estimular la compensación central y es de uso extendido en Europa. Los resultados son inciertos en los derivados del árbol
Ginko biloba. La dieta hiposódica asociada o no a diuréticos
parece efiaz en la enfermedad de Ménière. Se recomiendan
ejercicios posturales de rehabilitación laberíntica (ejercicios
de Brand-Daroff). En los casos gravesa (enfermedad de Ménière) con pobre respuesta a estas medidas pueden ensayar-
81
se procedimientos quirúrgicos (laberintectomía, shunt endolinfático).
Bibliografía
• Importante •• Muy importante
✔ Metaanálisis
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