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Los Tigres en el hades del beisbol (juego 3), por Francisco
Suniaga
Francisco Suniaga · Sunday, October 28th, 2012
Los poderosos Tigres de Detroit, el equipo campeón de la Liga Americana, quienes
para llegar a serlo barrieron en cuatro juegos a los duros Yankees de Nueva York,
están 0 – 3 en la Serie Mundial, el hades del beisbol. Nunca nadie ha regresado de
ese tenebroso y frío inframundo adonde llegan los equipos condenados por un
excelente rival, la mala fortuna, su mal beisbol o la insufrible combinación de esos tres
elementos. ¿Serán estos Tigres capaces de hacerlo?
Es poco probable porque elementos de mucho peso –algunos de naturaleza intangible,
íntimos del juego y la psique de los peloteros– deben mediar para que nunca un equipo
lo haya hecho en algo más de un siglo, desde el año 1903, para ser precisos. Un
equipo que está 0 – 3 en la Serie Mundial pareciera estar envuelto en una atmósfera
espesa y oscura de la que nadie puede salir, entre otras cosas porque se siente pero
no se puede ver –de hecho, hades, el nombre dado por los griegos al dios de la muerte,
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traducía “el invisible”–. No solo los peloteros, ¿ustedes vieron las caras de los
fanaticos de Detroit la noche de ayer?
Desde que existe la postemporada, solo un equipo ha podido salir de un agujero negro
similar: los Medias Rojas de Boston de 2004, pero por la serie del campeonato de la
Liga Americana. Quizás porque se trataba de los Yankees de Nueva York, encontraron
la fuerza sobrehumana que les haría falta para lograrlo o quizás porque era una
némesis necesaria para engrandecer el beisbol –Reverse the curse– y, por una única
vez desde el Big Bang que dio origen al universo, las estrellas –esos aludidos dioses
del beisbol– se alinearon de manera singular y permitieron el prodigio.
Curiosamente, si algún equipo tiene las herramientas en el plano humano para salir de
ese agujero negro son los alicaídos Tigres. Tienen entre sus filas al mejor pitcher del
beisbol de las últimas temporadas, Justin Verlander, y al mejor bateador, ganador de
la triple corona esta temporada, Miguel Cabrera. A esas dos superestrellas del juego
los acompañan otros peloteros de gran calidad y calibre. Prince Fielder, para solo
citar a un bateador, forma con Cabrera la dupla más poderosa del beisbol, allí están
los números para demostrarlo. En cuanto al pitcheo abridor, solo Verlander ha sido
vapuleado por los Gigantes. Tanto Doug Fister, abridor del segundo partido, como
Aníbal Sánchez en el tercero, lanzaron muy buenos juegos que en circunstancias
ordinarias debieron ser victorias. ¿Qué pasó?
San Francisco ha ejecutado mejor los momentos claves de cada juego, y el tercer
juego es una buena prueba de ello. Ryan Vogelsong pitcheó cinco innings y dos tercios
y permitió cinco hits. Aníbal Sánchez lo hizo mejor: pitcheó siete completos y solo
permitió un hit más, seis. ¿Cuál fue entonces la diferencia? Si tuviera que escoger un
momento particular del juego no vacilaría en decir que fue el turno de Miguel Cabrera
en el quinto inning.
Abajo dos a cero, Miguel Cabrera se presenta a batear con las bases llenas y dos outs.
A lo largo de su vida de pelotero, siempre que eso ha pasado, el triple coronado ha
bateado de hit casi la mitad de las veces, anoche dio un fly al cuadro. El desaliento de
Cabrera, sus compañeros de equipo y los fanáticos fue atronador. Cada alma presente
en el estadio y mirando el juego por televisión pensó que en ese infortunado turno los
Tigres habían perdido el partido y muy probablemente la serie.
También hay mérito de Vogelsong en todo esto; cuando fue crucial para él y para su
equipo, hizo los outs. Concedió cuatro bases por bolas y, contrario a lo que sustentan
las estadísticas, ninguna se tradujo en carrera. Aníbal Sánchez concedió una sola, y
esa fue suficiente para que perdiera el partido. Claro, aquí intervino otro factor:
Gregor Blanco.
Confieso que reservo para Gregor Blanco toda mi animadversión de fanático
magallanero (la misma que en su oportunidad tenía por Vitico y Tovar, a quienes más
no podía admirar). Jamás olvidaré que fue Gregor Blanco quien ganó para el Caracas,
con su bateo, su joseo y su fildeo la última serie en que se enfrentaran la Mítica Nave
y los Melenas. La suya, para nuestro infortunio, fue una actuación descollante.
Gregor Blanco ha sido el arma secreta de los Gigantes de San Francisco en esta serie.
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Con sus atrapadas en el primer partido, su toque de bolas en segundo y su triple de
anoche para producir la primera y, luego, anotar la segunda y última carrera del
juego. Por si eso fuese poco, atrapó un foul que muy pocos outfielders podrían (o
querrían) atrapar. Una línea pegada a la pared del left, bateada por Johnny Peralta, en
la que había que correr mucho y exponerse a un choque contra el cemento que
pudiera lesionar al más fiero fildeador.
“Me hubiera estrellado contra la pared, de haber sido necesario para atraparla, ese
out tenía que hacerlo”, declaró finalizado el juego. Por esa razón, por esa forma de
jugar, si la serie hubiese finalizado anoche, Gregor Blanco sería el único capaz de
disputarle al Panda –quien batea para 636– el mérito de ser el jugador más valioso.
Nota Jocosa Final: Supe ayer que en los tribunales de la jurisdicción civil de Caracas
cursan por separado sendas demandas que tienen como centro de la litis a Gregor
Blanco. Los ciudadanos Oscar Marcano (el afamado escritor) e Ignacio Ávalos (el
columnista de El Nacional y profesor universitario), afiebrados fanáticos de los
Tiburones de La Guaira, alegan que Gregor, como le dicen cariñosamente, es hijo de
ellos y reclaman su paternidad. A los dos está dedicada esta nota.
***
Lea también: Serie mundial (juego 3): Un pitcheo de otra época; por Efraín Ruiz
Pantin
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on Sunday, October 28th, 2012 at 10:50 am and is filed under Actualidad
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