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Los dioses no juegan pelota (juego 2), por Francisco
Suniaga
Francisco Suniaga · Friday, October 26th, 2012
Los cronistas gringos insisten en referirse a unos dioses del beisbol para explicar esas
jugadas que no siguen cierta lógica en los juegos de pelota. Me cuesta creer que algún
dios pueda estar pendiente de una joda como esta del old ball game, prefiero pensar
que se trata de los espíritus burlones a los que aludía mi abuela cuando el destino
hacía alguna travesura, pero imperio es imperio.
El segundo de la Serie Mundial de 2012 fue un juego de pelota en toda la línea, un
muy buen juego que ganó el equipo que hizo las cosas mejor (que casualmente es el
team al que los dioses ayudan). Los de San Francisco anotaron dos carreras y los de
Motown boys, se quedaron en cero. Con ese triunfo, los Gigantes se garantizan el
regreso a su ciudad para un eventual sexto juego y los Tigres se van a la suya a jugar
contra las estadísticas.
A mí entender, ayer hubo tres jugadas que influyeron en el resultado que voy a citar
de manera inversa a la cronología en que ocurrieron. La primera en el séptimo inning,
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cuando Gregor Blanco (que está jugando allá como juega aquí contra el Magallanes)
tocó la bola por tercera, la pelota golpeó delante del home y corrió varios metros por
la angosta franja que hay entre la grama y la raya de cal, sin salirse. Un sacrificio se
convirtió en hit para llenar las bases y aun cuando los Tigres ejecutaron más adelante
un doble play, faltó un out para cerrar el inning e impedir que Hunter Pence anotara
la carrera que abría la quiniela, suficiente para ganar el partido.
¿Mediaron los dioses de los gringos en esa jugada? Para abonar la mitología del
beisbol, definitivamente así fue. En la cruda realidad, puede haber otra explicación. El
encargado del mantenimiento del infield del ATT Park de San Francisco, dice que fue
él el responsable de esa fortunosa jugada. Esa misma mañana se había esmerado en
arreglar ese sector del campo y recortado la grama. Por eso la pelota no encontró
desniveles que la empujaran a salir ni lo hiciera tampoco cuando rozó el borde de la
grama. ¿A quién creerle?
La otra jugada fue en la alta del cuarto. Infante se embasó abriendo el inning y Miguel
Cabrera sacó una línea descomunal por la raya de tercera, en la que habría
descargado toda la frustración de que su equipo no haya carburado. Y allí estaba,
jugando atrás, justo por donde pasaba aquella bola convertida en misíl, el inefable
Panda Sandoval, quien convirtió en el primer out lo que debió haber sido un doble. Los
fanáticos de los Gigantes de San Francisco han transformado en una justificación y en
un gran momento histórico del juego, la infausta atrapada de Bobby Richardson sobre
la línea –que creo debió ser como la de Cabrerita– de Willie McCovey en el séptimo
juego de 1962. Se me antoja que los de Detroit podrían hacer lo mismo con la bateada
por el triple coronado de Venezuela. No se le puede dar más duro a una bola.
Pero la jugada del partido, esa que se va a comentar con los amigos beisboleros por un
buen rato, fue la del segundo inning de los Tigres. Prince Fielder fue golpeado por el
pitcher y Delmont Young bateó un doble al left que golpeó una esquina del terreno y
complicó a Gregor Blanco. Gene Lamont, el coach de tercera base, con algo de
retraso, agitó su brazo enviando a Fielder al home (según los cronistas presentes en el
estadio, Fielder había incluso disminuido el ritmo de su carrera). Blanco lanzó la
pelota al infield, buscando al shortstop Crawford, encargado del corte para el relevo,
pero su tiro lo rebasó. Esa circunstancia, cambió el destino de la jugada, tal vez del
juego e incluso el de la serie.
Detrás de Crawford estaba el señor Marco Scutaro. Comoquiera que yo no soy un
conocedor técnico del beisbol sino un pasado de maleta que nunca jugó el juego en
serio y sublimó sus carencias beisboleras yendo al estadio y algunas lecturas, lo
primero que hice fue preguntarme: ¿Qué carajo hacía Scutaro ahí? Como no creo
mucho en casualidades, me metí en Google y leí sobre cómo se juega el beisbol en
esos casos. Y sí, Scutaro debía estar allí, era la posición que le correspondía jugar por
si pasaba lo que pasó con el tiro de Gregor (así, por su nombre de pila, como le dicen
Oscar Marcano y Nacho Ávalos, sus fans de La Guaira).
Si la pelota hubiese sido cortada por Crawford, que estaba de espaldas a la
almohadilla de tercera, este se habría tomado unas fracciones de segundo para darse
cuenta de que, contra la lógica del juego, Fielder iba camino al home. Esas fracciones
habrían sido suficientes para que el primera base de Detroit anotara. Pero el tiro lo
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cortó Scutaro, que estaba casi en línea con la base y, como declaró luego, había visto
de soslayo a Lamont mandando al príncipe a la goma. Ya sabía lo que iba a hacer
antes de cortar la pelota, su tiro fue perfecto a home y el hijo de Cecil Fielder, tan
inmensamente grande como su padre, fue inmolado. ¿Los dioses del beisbol? No, el
juego bien jugado por un pelotero al que nunca he visto cometer eso que llaman un
error mental.
El beisbol le gusta a la gente porque hay drama humano y en esa jugada todavía
quedaba mucho. El 25 de mayo de 2011, Buster Posey, el cátcher de San Francisco,
fue arrollado al bloquear el home por un pelotero llamado Scott Cousins. Resultado de
esa colisión, Posey sufrió una horrible fractura de tobillo (si quieren la ven en You
Tube) que lo sacó por el resto de la temporada. Por esa razón, Posey no bloquea el
home como los demás catchers. Los coaches lo han entrenado para que se coloque
delante (hacia el pitcher) y deje un ángulo libre para el corredor. El problema es que
esta vez el corredor era Prince Fielder, un hombre que debe pesar como ciento
sesenta kilos y que venía embalado desde primera.
Es cuestión de imaginarse si Posey de pronto tuvo ese flashback del encontronazo con
Cousins y se apartó un poco más del plato. El caso es que recibió la pelota
relativamente lejos y quizás de todos los jugadores del beisbol de grandes ligas al
único que podía hacer out era a Prince Fielder. Visto en tiempo real, pareció safe,
pero la repetición demostró que no hubo falla alguna en la apreciación del ompaya,
out.
El drama alcanza también a Gene Lamont, el coach de tercera que mandó a Fielder al
home, duramente criticado por los cronistas de beisbol y por sus pares (Leyland dijo
que había sido muy agresivo). El libro del beisbol, ese que nadie ha visto, dice que en
esa circunstancia no se envía un jugador al home. Que te quedas con hombre en
segunda y tercera sin outs. Que es fatal para un equipo que el primer out del inning se
lo hagan en home. Se olvidan que el beisbol es un juego y en los juegos se apuesta. Y
que quede claro, los dioses del beisbol no tienen nada que ver con eso, los peloteros
de San Francisco, ejecutaron la jugada a la perfección.
Nos vamos a Detroit.
***
Lea también Serie Mundial (juego 2): Gregor nos recordó a Vitico, por Efraín Ruiz
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on Friday, October 26th, 2012 at 8:56 am and is filed under Actualidad
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