En la ciudad de Santa Fe, a los 24 días de febrero del año dos mil doce, se reúnen en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Laboral, Dres. José Daniel Machado, Sebastián César Coppoletta y Julio César Alzueta, para resolver el recurso de apelación parcial puesto por la parte actora, y los recursos de nulidad y apelación total puestos por la demandada, contra la sentencia dictada por el Señor Juez de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la Segunda Nominación de Santa Fe, en los autos caratulados: “BARONI, Flavia Luciana c/ MÜLLER, Daniel Jorge s/ C.P.L.” (Expte. 164 - Fo. 88 - Año 2011). Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿Procede el recurso de nulidad? SEGUNDA: En caso contrario ¿se ajusta a derecho la sentencia apelada? TERCERA: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar? Dispuesto el orden de votación, resulta: Alzueta, Coppoletta, Machado. A la primera cuestión el Dr. Alzueta dice: La parte demandada plantea, juntamente con el de apelación, recurso de nulidad; pero los planteos que en el sentido expresado se formulan, pertenecen a aquella especie que no exige retrotraer el proceso (art. 114, 2° párrafo, del C.P.L.), puesto que no se advierten defectos que impidan, sin proceder de esa manera, corregir eventuales deficiencias con el tratamiento de la apelación ya que “vois de nullité n’ont lieu contre les jugements” de modo que el tribunal superior se pronuncia sobre la cuestión litigiosa prescindiendo de las formas de las sentencias por razones prácticas (v. Alsina, “Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”, t. IV, p. 239, Ed. Ediar, 1961). A mi juicio pues, de acuerdo con las breves consideraciones expuestas, los planteos de nulidad han de rechazarse. A la misma cuestión el Dr. Coppoletta dice: Contra la sentencia que hace lugar en forma parcial a la demanda e impone el total de (Expte. N° 164 - Año 2011) costas a la parte demandada se alzan ambas partes: la actora mediante el recurso de apelación parcial que interpone a fs. 123 y es concedido a fs. 128, y el demandado mediante los recursos de nulidad y apelación total que interpone a fs. 125 y son concedidos a fs. 128. Elevados los autos ante esta instancia, la parte actora expresa sus agravios mediante el memorial de fs. 142, que resultan contestados por el demandado a fs. 145/146, escrito en el cual también expresas sus agravios, los que son contestados por la actora a fs. 149. Habiéndose decretado el pase de los autos a resolución, quedan las presentes en estado de dictar sentencia. La parte demandada interpone recurso de nulidad, pero, en su escrito en esta Instancia, ninguna queja expresa sobre el tema. Por otra parte, no se advierten vicios que impusieran de oficio la anulación de la sentencia. A mi juicio pues, de acuerdo con las breves consideraciones expuestas, el planteo de nulidad ha de rechazarse. En consecuencia, voto por la negativa. A igual cuestión el Dr. Machado dice: Que comparte los fundamentos vertidos por los preopinantes, y como ellos, vota por la negativa. A la segunda cuestión el Dr. Alzueta continúa diciendo: Vienen estos actuados como consecuencia de haberse interpuesto recursos de apelación contra la resolución dictada en estos autos por el titular del Juzgado de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la Segunda Nominación de esta ciudad de Santa Fe. Consecuente con lo descripto, el “A quo” concede los recursos, y, a los fines de la prosecución de la acción, dispone que se eleven las presentes actuaciones a este Tribunal, con la respectiva nota de estilo, efectuadas las notificaciones correspondientes a las partes en el curso de lo actuado. Por nota y planilla anexa de elevación, se remiten a esta sede los autos en trámite, en grado de apelación. Posteriormente, en la alzada, se le confiere el tratamiento pertinente, efectuándose las notificaciones de la radicación ante este Tribunal, a ambas partes, la cual se encuentra debidamente consentida. Simultáneamente se corrió traslado a la apelante, para que exprese agravios, quien lo hace habiéndosele dado por evacuado el traslado en término, de acuerdo a las notificaciones efectuadas. A continuación se corre traslado a la contraria quien se expide también en término, quedando entonces los autos en estado de resolver. Corresponde ahora el tratamiento de la cuestión por parte de este Tribunal, encontrándonos reunidos sus miembros, para la consideración de los agravios expresados por la recurrente y con el fin de satisfacer el derecho a la jurisdicción reclamado, debiéndome pronunciar en primer término digo que: 1) Importa señalar los límites impuestos a la Alzada en tanto la naturaleza revisora, y no originaria, de sus atribuciones, siendo la expresión de agravios el fundamento y medida del recurso, pudiendo haber deserciones parciales cuando no existen críticas serias sobre puntos de la sentencia o están insuficientemente desarrolladas y, por ende, no son idóneas para ser tratadas (v. Ibánez Frocham, “Tratado de los Recursos en el Proceso Civil”, p. 193, Omeba 1963; Alsina “Derecho Procesal”, t. IV, p. 289, Ediar 1961; Podetti, “Derecho Procesal, Civil, Comercial y Laboral”, V, “Tratado de los Recursos”, p. 164, Ediar 1958; Alvarado Velloso, Estudio Jurisprudencial...”, t. V, ps. 544/547, Rubinzal-Culzoni 1991). 2) Aparentemente los agravios refieren a que la accionada tomó conocimiento oportuno del estado de embarazo de la actora, lo que no se ha logrado acreditar en el curso de lo actuado, maguer el esfuerzo que la recurrente hace para argumentarlo. (Expte. N° 164 - Año 2011) Ninguna de las variables que se citan, logran disimular la realidad de que la actora careció de la notificación y, si bien suposiciones pueden acordar conocimiento de dicho estado, deben tener base suficiente que en la especie no se advierte. Por otro lado las expresiones “A quo” respecto al tema son efectuadas a los fines de justificar el tratamiento del mismo aún cuando la norma específica no lo contemple, pero ello no obvia necesidad de cumplir recaudos al respecto, para lograr éxito en la pretensión es preciso acreditación indubitable de la discriminación. La testimonial no llega a aportar elementos de juicio idóneos para dar por probado ello. El resto poco acrece lo dicho y no alcanza a enervar los argumentos del sentenciante. 3) Respecto de las costas su distribución toma en cuenta variables vinculadas al éxito obtenido pero además también la tarea que se evidenció en el curso de la litis, la conducta procesal adoptada y todas aquellas otras que hacen al ejercicio correcto y apropiado a la defensa de cada parte. En la especie no se advierte que el “A quo” haya asignado las costas en proporción inadecuada a las constancias de autos, ni tampoco los agravios vertidos alcanzan para conmover lo decidido en anterior instancia, de acuerdo a las condiciones citadas, sobre las que no existen observaciones justificadas al respecto. 4) Referido a otras asignaciones, las especulaciones sobre su cobro sólo restan tales, al carecer de diligencia el crédito a este respecto. Por ello voto por la afirmativa y costas a la accionada. A la misma cuestión el Dr. Coppoletta dice: Pasaré ahora a tratar el único agravio expresado, referido a la indemnización por despido en estado de embarazo. La actora denuncia que el despido dispuesto por el empleador tiene su causa en su estado de embarazo, lo cual lleva a la calificación de la causa de despido. Este tema ha sido motivo de una colaboración doctrinaria del suscripto al comentar el fallo "Parra Vera" bajo el título La calificación y prueba de la causa del despido como acto discriminatorio, publicado en D.J. 16/08/2006, 1075, en el cual he sostenido y reitero aquí como fundamento de mi voto, que: "Todo acto se presume causado. En este sentido, todo despido tiene causa en tanto la decisión tomada por quien dispone el despido tiene alguna razón que motiva la misma. Luego, el Derecho del Trabajo asigna consecuencias jurídicas a esas causas. Algunas causas, en cuanto logren la entidad de injuria suficiente, habilitan al distracto y otorgan derecho al trabajador que la invoca al cobro de indemnización (despido indirecto) o libera al empleador que la invoca del pago de indemnización (despido directo). La causa que motiva el distracto que logra el carácter de injuria, es una justificación de la conducta del sujeto rescindente relacionada con la culpa en el incumplimiento contractual previo del cocontratante, que quita al distracto su naturaleza inicial de conducta antijurídica. Otras causas, responden a circunstancias generalmente extrañas a la culpa de las partes y, por lo tanto, habilitan el incumplimiento contractual reduciendo las indemnizaciones debidas (por ej., muerte del trabajador, etc). Las demás causas que pudieran generar en el empleador la decisión de incumplir el contrato realizando el acto antijurídico de despedir al trabajador no tienen ninguna consecuencia en cuanto a la exención o reducción de las indemnizaciones legales. Por ello, para el empleador estas causas son irrelevantes a sus intereses y, por lo tanto, al despedir usualmente lo hace sin invocación de causa. Esto comúnmente lo denominamos despido sin causa: si bien existe una causa que motiva la decisión del despido, el empleador no la expresa por ser irrelevante para justificar su conducta antijurídica. Esto, claro está, no significa que el despido no tenga causa. Dentro de las conductas antijurídicas injustificadas del empleador que incumple el (Expte. N° 164 - Año 2011) contrato de trabajo despidiendo al trabajador, adquiere particular relevancia clasificar las mismas conforme el derecho subjetivo del trabajador que afectan o violan. El trabajador tiene un derecho constitucional a la protección contra el despido arbitrario; es decir, el trabajador tiene derecho al cumplimiento perdurable por parte del empleador de sus obligaciones emanadas del contrato de trabajo. Por una decisión legislativa, la sociedad ha decidido que la violación a este derecho de un trabajador en relación de dependencia privada (no estatal) es castigada por la imposición de una indemnización en dinero y tarifada al empleador en un sistema de estabilidad impropia o relativa. En algunos sistemas de contratación laboral promovida donde se deja de lado el principio de contratación por tiempo indeterminado (contratos a plazo fijo, eventuales, etc.) el derecho de estabilidad ha sido limitado por lo que el empleador tiene un mayor deber de diligencia en cuanto al cumplimiento del contrato de trabajo y, de esa manera, su actuación antijurídica en violación al derecho de estabilidad es sancionada ampliando la cuantificación de la indemnización dineraria más allá de la tarifa legal. Si la conducta antijurídica del empleador viola otros derechos del trabajador (distintos al derecho de estabilidad) comprendidos en el marco de la relación contractual o bien derechos extraños a la relación laboral, entonces se habilitan regímenes sancionatorios siempre construidos sobre un sistema de indemnización en dinero aunque ya no siempre tarifada (despido por causas de matrimonio, de embarazo, despido del trabajador sin registración o con registración defectuosa, despidos expresando términos ofensivos, despido ante tempus en contratos a plazo fijo, etc.) Ascendiendo en las sanciones a la conducta antijurídica del empleador, si la misma afecta los derechos sindicales del trabajador, el damnificado puede optar según el régimen legal aplicable por reclamar la reincorporación o por reclamar una indemnización en dinero agravada . Por último, y por ahora en la cúspide de las sanciones, se encuentra la conducta antijurídica discriminatoria. La República Argentina se ha obligado a nivel internacional a sancionar la discriminación, considerando que esta conducta atenta contra las reglas esenciales de la convivencia social y, por lo tanto, regulando su sanción con carácter constitucional y en distintas normas, en especial la ley federal 23.592 ." Como sujeto trabajadora embarazada, la actora se ha colocado en una especial situación de protección, dada no sólo por el art. 14 Bis de la Constitución Nacional sino también, y en forma muy especial por normas internacionales. El art. 11 de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer se refiere especialmente a la materia del trabajo, y en lo que interesa en ésta litis, el inciso 2° impone la obligación estatal de tomar medidas adecuadas para prohibir, bajo pena de sanciones, el despido por motivo de embarazo. El reconocimiento de los derechos otorgados a la trabajadora en situación de embarazo importa su efectiva realización, pues no se otorga un marco legal de protección adecuado si los derechos son meras declaraciones que no son posibles de efectivizar en la práctica. Y en el marco de la efectivización de los derechos, el capítulo procesal de la carga de la prueba es de trascendental importancia, la cual se refleja en los precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re "Álvarez c. Cencosud" (Fallos 333:2306; D.T. 2011 (Febrero); pág. 329) y "Pellicori c. Colegio Público de Abogados" y de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo in re "Balaguer c. Pepsico" (D.T. 2004 (Junio), pág. 775) y "Parra Vera" (LL 2006-D; pág. 217), entre otros. Especialmente debo destacar que la Corte Nacional en el fallo "Pellicori" ha hecho expresa mención a la situación de los medios procesales de pruebas en los casos donde la parte actora denuncia haber sido victima de un acto discriminatorio, afirmando que la preocupación por esta materia: "no haría más que acrecentarse en los posteriores desarrollos del Derecho (Expte. N° 164 - Año 2011) Internacional de los Derechos Humanos, tanto en el orden universal como en el regional. Son ejemplo de ello, por mencionar sólo textos con jerarquía constitucional, además de los dos ya indicados, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 2.3); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC, art. 2.1); la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (art. 6); la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (art. 2.c), y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 25). Todos ellos apuntando, expresa o implícitamente, a recursos dotados, entre otros recaudos, de “efectividad”. De tal suerte, la cuestión de los medios procesales destinados a la protección y, en su caso, reparación de los derechos y libertades humanos, se erigió como uno de los capítulos fundamentales del mencionado Derecho Internacional, impulsada por dos comprobaciones elementales: por un lado, que la existencia de estas garantías constituye uno de los “pilares básicos” del Estado de Derecho en una sociedad democrática, pero que, por el otro, “no basta con que los recursos existan formalmente, sino es preciso que sean efectivos, es decir, se debe brindar a la persona la posibilidad real de interponer un recurso […] que permita alcanzar, en su caso, la protección judicial requerida” (Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Acosta Calderón vs. Ecuador, fondo, reparaciones y costas, sentencia del 24 de junio de 2005, Serie C Nº 129, párr. 93 y sus citas; v. asimismo, entre los antecedentes históricos: Velásquez Rodríguez vs. Honduras, fondo, sentencia del 29 de julio de 1988, Serie C Nº 4, párrs. 63, 66 y 81). Dicha efectividad del recurso, naturalmente, “debe ser medida” de acuerdo a la posibilidad de “cumplir con su objeto”, de “obtener el resultado para el que fue concebido” (ídem; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, informe nº 49/99, caso 11.610, Loren Laroye Riebe Star, Jorge Barón Guttlein y Rodolfo Izal Elorz – México, 13 de abril de 1999, párr. 81, y “El acceso a la justicia como garantía de los derechos económicos, sociales y culturales. Estudio de los estándares fijados por el Sistema Interamericano de Derechos Humanos”, OEA/Ser.L/V/II.129. Doc. 4, 7 de septiembre de 2007, párrs. 248, 251 y 259). En otras palabras, la aludida calidad sólo puede ser evaluada en los casos concretos, tomando en cuenta todas las circunstancias relevantes, el régimen nacional aplicable y los caracteres especiales del derecho subjetivo interesado (Nowak, Manfred, U.N. Covenant on Civil and Political Rights. C.C.P.R. Commentary, Kehl/Estrasburgo/Arlington, N.P. Engel, 1993, p. 60, a propósito del ya citado art. 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos). La flexibilidad y amplitud que brinda a los Estados el hecho de que la efectividad de los derechos deba ser realizada “por todos los medios apropiados” (v.gr. PIDESC, art. 2.1), “coexiste” con la “obligación” de aquellos de “utilizar todos los medios de que dispongan” (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación general Nº 9. La aplicación interna del Pacto, 1998, párrs. ½), entre los cuales se inscriben, desde luego, las sentencias judiciales (García Méndez y otra, Fallos: 331:2691, 2702 2008). Que se sigue de las anteriores consideraciones relativas al bloque de constitucionalidad, que el diseño y las modalidades con que han de ser reguladas las garantías y, ciertamente, su interpretación y aplicación, deben atender, y adecuarse, a las exigencias de protección efectiva que específicamente formule cada uno de los derechos humanos, derivadas de los caracteres y naturaleza de estos y de la concreta realidad que los rodea, siempre, por cierto, dentro del respeto de los postulados del debido proceso. Incluso el inciso 2.b del ya mencionado art. 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos (“Los Estados se comprometen […] b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial”), bien puede ser entendido como un reforzador del antedicho compromiso en punto a la calidad de los recursos toda vez que, después de todo, la obligación de establecerlos ya está enunciada en el inciso 1 de dicho artículo. En este contexto, corresponde tomar en consideración el corpus iuris elaborado por los comités de derechos humanos que actúan, bueno es acentuarlo, en las condiciones de vigencia de los tratados citados —por recordar los términos del art. 75.22, segundo párrafo, de la Constitución Nacional— y, por ende, resultan (Expte. N° 164 - Año 2011) intérpretes autorizados de dichos instrumentos en el plano internacional (Aerolíneas Argentinas S.A. c/ Ministerio de Trabajo, Fallos: 332:170 —2009—, y otros). Corpus este que, además de exhibir un particular concierto, tal como se verá enseguida, se proyecta decididamente sobre la ley 23.592 en cuanto a su régimen probatorio en situaciones en las que se controvierte el motivo real de un acto particular tildado de discriminatorio. Primeramente, al reducir el grado de convicción que, respecto de la existencia del motivo discriminatorio, debe generar la prueba que recae sobre quien invoca ser víctima de dicho acto. Y, en segundo lugar, al modular, a partir de lo anterior, la distribución de la carga de la prueba y la medida en que ésta pesa sobre el demandado al que se imputa la responsabilidad por el mencionado acto. En todo caso, y sobre ello se volverá en repetidas oportunidades, ambas reglas parten de un dato realista: las serias dificultades probatorias por las que regularmente atraviesan dichas víctimas para acreditar, mediante plena prueba, el aludido motivo. A ello se suma, por cierto, que la necesaria adecuación de los remedios en los términos ya indicados, prenda de su imprescindible efectividad, adquiere todavía más entidad en casos como el presente, esto es, cuando el agravio puesto en la liza judicial involucra a los principios de igualdad y de prohibición de toda discriminación, por cuanto estos resultan elementos arquitectónicos del orden jurídico constitucional argentino e internacional (Constitución Nacional, art. 16; Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art. 2; Declaración Universal de Derechos Humanos, arts. 2 y 7; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, arts. 2.1 y 26; PIDESC, arts. 2° y 3°, y Convención Americana sobre Derechos Humanos, arts. 1.1 y 24, además de los tratados destinados a la materia en campos específicos: Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, esp. arts. 2, 3 y 5 a 16, y Convención sobre los Derechos del Niño, art. 2°). Tanto es así que, de acuerdo con lo sostenido por el Tribunal en Álvarez, Maximiliano c/ Cencosud SA (Fallos: 333:2306, 2313/2315, 2320, 2323 - 2010), los mentados principios han alcanzado la preeminente categoría de ius cogens, según lo ha esclarecido la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados, Opinión Consultiva OC-18/03 del 17 de septiembre de 2003, Serie A Nº 18, párrs. 97/101 y 110), lo cual acentúa, para el Estado, la “obligación fundamental mínima” y de cumplimiento “inmediato” de garantizar la no discriminación, cuya inobservancia, por acción u omisión, lo haría incurrir en un acto ilícito internacional (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación general N° 18. El Derecho al Trabajo, 2005, párrs. 31 y 18), cuanto más que aquél ha asumido la obligación de “proteger” los derechos humanos, esto es, el deber de adoptar las “medidas que impidan a terceros interferir en el disfrute del derecho al trabajo” (ídem, párr. 22)." Tengo por acreditado en autos que al momento del despido sin justa causa la actora se encontraba embarazada, con lo cual se ubica en el ámbito de protección especial del art. 11 inc. 2 de la Convención sobre Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Ello sin perjuicio de resolver el tema de la litis que es el conocimiento de ése estado por el empleador. Y en este especial marco de intereses tutelados debe resolverse el agravio de la actora respecto de la decisión del Sr. Juez A Quo sobre la carga de la prueba de su estado de embarazo. En el comentario que he realizado al fallo "Parra Vera", sostuve y reitero aquí que: "La ubicación de la carga probatoria en uno y otro litigante determina en gran medida la suerte del litigio. Es que en materia de discriminación la obtención de pruebas directas que acrediten la misma es inusual. La discriminación generalmente se encuentra en la motivación de las causas expresadas, pero no en la causa misma. En materias en que una de las partes se encuentra en mejor posición que la otra u otras de aportar pruebas al litigio, la teoría de las cargas probatorias dinámicas indica una transferencia de la carga probatoria desde quien alega hacia esa parte mejor posicionada. Esto, sin embargo, no libera a las partes del principio que indica que quien alega debe probar, en tanto aquel (Expte. N° 164 - Año 2011) que denuncia el hecho que da lugar al juicio debe realizar una actividad probatoria mínima suficiente como para probar la verosimilitud de su denuncia, lo cual tendrá por efecto transferir la carga de la prueba a aquella parte que se encuentre en mejor posición de traer las pruebas al juicio. La llave de este sistema es determinar cuándo se satisface el requisito de actividad probatoria mínima del denunciante. No es suficiente la mera denuncia o invocación del hecho discriminatorio. Pero, ¿cuánto más se le puede exigir que pruebe el denunciante sin obligarlo a producir una prueba imposible afectando su derecho constitucional de acceso a la justicia y debido proceso? Y ¿cuánto más se le debe exigir que pruebe el denunciante a los efectos de respetar los derechos subjetivos constitucionales de defensa en juicio y debido proceso del demando? Las respuestas a estas preguntas están separadas por una delgada y difusa línea. Continuando, en este trabajo doctrinario he considerado que un sistema probatorio en las especiales circunstancias del despido discriminatorio debería estructurarse bajo los siguientes parámetros: "1) en principio, la carga probatoria está en cabeza del actor; 2) esa carga probatoria no se satisface con una mera alegación del acto discriminatorio; 3) el actor para satisfacer su carga probatoria debe aportar "un indicio razonable" de que el acto del empleador se encuentra motivado en un criterio discriminatorio; 4) este "indicio razonable" sobre el motivo discriminatorio que debe aportar el actor debe ser suficiente como para crear en el juzgador una creencia racional sobre la existencia del acto denunciado; 5) la satisfacción de la carga probatoria del actor crea una presunción judicial respecto de la existencia del acto discriminatorio que, por efecto propio de las presunciones, invierte la carga probatoria trasladando la misma al demandado; 6) el demandado debe probar que los motivos reales de su decisión son distintos a la discriminación denunciada; 7) los motivos de la decisión del empleador deben ser objetivos, razonables y proporcionados en lo que hace a la explicación de su decisión de despedir. Dentro del sistema probatorio expuesto destaco como el núcleo del sistema el criterio de "creencia racional". El indicio que debe aportar el actor debe ser suficiente como para crear en el juzgador una creencia racional sobre la existencia del acto discriminatorio denunciado; creencia que luego el demandado deberá cambiar convenciendo al juzgador en la creencia de las justificaciones de su actuar que logre aportar al juicio. El indicio aportado por el actor creará en el juzgador una creencia racional sobre la discriminación denunciada cuando, no existiendo una justificación racional y objetiva por parte del demandado de su accionar, el juzgador pueda construir una inferencia racional y lógica a partir del indicio aportado por el actor que lleve a la conclusión indubitable de la existencia del acto discriminatorio, en el marco de la construcción de las presunciones judiciales habilitadas por el derecho procesal aplicable al caso. No se trata aquí de la certeza aportada por pruebas directas, sino de consecuencias que racionalmente pueden conectarse en relaciones lógicas de causa-efectos con los hechos primarios alegados y probados a nivel de indicio razonable por el actor, consecuencias estas que llevan todas hacia la conclusión por parte del juzgador de la existencia del acto discriminatorio. La convicción del juzgador no se logra en forma directa, sino en forma indirecta o derivada." En el caso de autos, la actora ha probado que se encontraba al momento del despido en una situación fáctica (embarazo) que la convertían en titular de un especial interés protegido. No surgen de autos ninguna manifestación de incumplimientos de obligaciones laborales por parte de la actora que lleven a dudas sobre una causa de despido distinta a su situación de embarazo. La relación laboral en examen (servicio doméstico) implica usualmente un trato diario y directo entre las partes de la litis, con lo cual es normal esperar que la actora haya comentado su estado de embarazo con su empleador. Con lo cual, en éste especial marco del trabajo en el servicio doméstico estimo que la actora ha logrado aportar un "indicio razonable" que la causa del despido pudo haber estado (Expte. N° 164 - Año 2011) relacionada con su estado de embarazo. Luego, frente a ello, debemos observar la conducta del demandado. Dicho está que la comunicación de despido no expresa la causa del mismo y, agrego, tampoco pone a disposición la indemnización legal debida por el despido. Y al contestar la demanda ha argumentando sobre los motivos del distracto en los problemas de ingresos económicos que dice haber sufrido como consecuencia del proceso concursal de la firma Droguería Fármaco Santa Fe S.R.L., lo cual desde ya, no es fundamento suficiente para disponer el despido de la actora, por lo cual no tiene mayor trascendencia en el plano del Derecho del Trabajo dado el principio de ajenidad de los riesgos que ampara al trabajador. Y situación esta que ni siquiera ha sido motivo de ofrecimiento de pruebas por la demandada. Como corolario, la demandada no ha intentado dar una explicación racional y objetiva de la causa del despido de la actora ajena a su situación de embarazo, con lo cual cobra fuerza convincente el argumento de la actora sobre que la verdadera causa del despido fue su estado de embarazo. Como corolario, corresponde hacer lugar al recurso de apelación de la parte actora en lo que es materia de agravio, y modificando parcialmente la sentencia de grado, condenar al demandado al pago de una indemnización por el despido de la actora en estado de embarazo en violación al art. 11 inc. 2° de la Convención sobre Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Esta indemnización se fija en el monto de trece (13) salarios fijados para el personal de servicio doméstico (5a categoría) a la fecha del distracto, y desde allí, se aplicará al capital adeudado una tasa de interés igual a la dispuesta por el Sr. Juez A Quo para los demás rubros objeto de condena. Paso ahora a tratar el recurso de apelación total de la parte demandada por el cual llegan estos autos a la Alzada. El Sr. Juez A Quo ha tenido por acreditado en la causa que la actora comenzó a trabajar para el demandado antes de la fecha de registración que este último denuncia, por lo cual ha existido un período de tiempo de trabajo sin la debida registración. Esa decisión del A Quo ha sido recurrida pues la apelación interpuesta fue en forma total. Pero, sin embargo, al expresar sus agravios el demandado sólo hace mención a la imposición de costas decidida por el A Quo. Dado el resultado del pleito, corresponde rechazar la apelación sobre costas. Por lo demás, la falta de referencia a rubros que se encuentran comprendidos dentro de la apelación formulada en forma total implican tener al recurrente como conforme respecto de aquellos y, por lo tanto, excluídos del recurso de apelación (conf. art. 118 C.P.L.). Por último, realizando el control de constitucionalidad y convencionalidad de oficio que corresponde efectuar a cada Juez conforme la estructura difusa del mismo en el sistema argentino, no observo que existan normas jurídicas que por violación al bloque constitucional federal deban ser declaradas inconstitucionales de oficio. Voto por la negativa, haciendo lugar en forma parcial al recurso de apelación de la parte actora, condenando a la demandada al pago de una indemnización por despido por causa de embarazo por la suma de dinero que se liquide como equivalente al monto de trece (13) salarios fijados para el personal de servicio doméstico (5a categoría) a la fecha del distracto, y desde allí, se aplicará al capital adeudado una tasa de interés igual a la dispuesta por el Sr. Juez A Quo para los demás rubros objeto de condena. A igual cuestión el Dr. Machado dice: Que comparte los fundamentos vertidos por el Dr. Coppoletta, y, como él, vota en idéntico sentido. A la tercera cuestión los Dres. Alzueta, Coppoletta y Machado dicen: Que atento el resultado de las votaciones precedentes corresponde: 1) rechazar los recursos de nulidad y apelación de la parte demandada; 2) hacer lugar en forma parcial al recurso de apelación de la parte actora, condenando a la demandada al pago de una indemnización por despido (Expte. N° 164 - Año 2011) por causa de embarazo por la suma de dinero que se liquide como equivalente al monto de trece (13) salarios fijados para el personal de servicio doméstico (5a categoría) a la fecha del distracto, y desde allí, se aplicará al capital adeudado una tasa de interés igual a la dispuesta por el Sr. Juez A Quo para los demás rubros objeto de condena.; 3) las costas en la alzada se imponen a la parte demandada; 4) los honorarios de los letrados por el trámite del recurso de apelación se regularán en el 50% de los que, en definitiva, se regulen en primera instancia. Por los fundamentos y conclusiones del Acuerdo que antecede, la SALA II DE LA CÁMARA DE APELACIÓN EN LO LABORAL R E S U E L V E: 1) Rechazar los recursos de nulidad y apelación de la parte demandada. 2) Hacer lugar en forma parcial al recurso de apelación de la parte actora, condenando a la demandada al pago de una indemnización por despido por causa de embarazo por la suma de dinero que se liquide como equivalente al monto de trece (13) salarios fijados para el personal de servicio doméstico (5a categoría) a la fecha del distracto, y desde allí, se aplicará al capital adeudado una tasa de interés igual a la dispuesta por el Sr. Juez A Quo para los demás rubros objeto de condena. 3) Las costas en la alzada se imponen a la parte demandada. 4) Los honorarios de los letrados por el trámite del recurso de apelación se regularán en el 50% de los que, en definitiva, se regulen en primera instancia. Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente bajen. Concluido el Acuerdo, firman los Señores Jueces por ante mí, que doy fe. Dr. ALZUETA Dr. COPPOLETTA Dr. MACHADO Dra. Claudia M. BARRILIS (Secretaria)