HACIA LA INNOVACIÓN DE LA EDUCACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA CON ENFOQUE DE GÉNERO Gloria Bonder Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina wwww.catunescomujer.org HACIA LA INNOVACIÓN DE LA EDUCACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA CON ENFOQUE DE GÉNERO 1. PRESENTACIÓN 2. REVISITAR EL PASADO PARA PLANIFICAR EL FUTURO 3. PERCEPCIONES SOBRE LA EDUCACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA CON ENFOQUE DE GÉNERO: PASADO Y PRESENTE ¿QUÉ PERSISTE? ¿QUÉ CAMBIA? 4. HACIA LA INNOVACIÓN EDUCATIVA: FACTORES PROPULSORES Y LIMITANTES 5. EL ESCENARIO DESEADO: LA INTEGRACIÓN DEL ENFOQUE DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN CYT 6. DE LO DESEABLE A LO POSIBLE: ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO 1 PRESENTACIÓN En diciembre de 2014, la Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina, con el apoyo de la sede central de UNESCO (PARIS) y el aporte de UNESCO-Oficina Regional de Ciencia para América Latina y el Caribe (URUGUAY), desarrolló un programa de acción orientado a generar nuevos conocimientos y propuestas de cambio que interrelacionen la formación en CyT, el enfoque de género y la innovación en el campo educativo. Comprendió las siguientes actividades: 1) Revisión analítica de estudios, debates, documentos resultantes de conferencias y otros eventos nacionales, regionales e internacionales, y programas de acción dirigidos a incentivar la igualdad de género en la creación científica y tecnológica. 2) Consulta electrónica: E-Usina para la innovación de la educación en ciencia y tecnología con enfoque de género (modalidad virtual). Realizada en diciembre de 2014 a través del portal de la Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina1. 3) Taller Regional de Expertos/as en educación científica y tecnológica con enfoque de igualdad de género (modalidad presencial). 16 y 17 de abril en Buenos Aires. Participaron especialistas de Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Perú y Uruguay2. Para la realización de estas dos últimas actividades se utilizó una adaptación de la metodología prospectiva basada en la creación de escenarios3. A través de estas tres fases, se buscó: - 1 Actualizar y sistematizar un amplio corpus de documentación, a nivel global, sobre caracterizaciones, propuestas e iniciativas renovadoras de la educación científica y tecnológica interesadas en la participación igualitaria de mujeres y varones en la creación de la ciencia y la tecnología. Esta recopilación de información se presenta como un insumo inspirador para el diseño e implementación de iniciativas con fines similares en América Latina. Contó con los aportes de sesenta especialistas latinoamericanos/as en educación, ciencia, tecnología y género. 2 El grupo de expertas estuvo integrado por: Alice Rangel de Paiva Abreu (GenderInSITE, Brasil); Dora Barrancos (CONICET, Argentina); Ana Buquet (PUEG UNAM, México); Kemly Camacho (Cooperativa Sulá Batsú, Costa Rica); Marcia Cristina Bernardes Barbosa (Universidad Federal RGS, Brasil); Johanna Camacho (Universidad de Chile, Chile); Rocío Duque (CONICYT, Chile); Elsa Meinardi (UBA, Argentina); Silvina Ponce Dawson (UBA, Argentina); Marta Mena (UTN, Argentina); Roxana Barrantes (Instituto de Estudios Peruanos, Perú); Beatriz Macedo (Uruguay); Ernesto Fernandez Polcuch (UNESCO, Uruguay); Lidia Brito (UNESCO,Uruguay); Norma Nudelman (IANAS, Argentina); Alizon Rodríguez Navia (Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú); Eleonora Baringoltz (MINCYT, Argentina); María Joselevich (Conectar-Igualdad, Argentina). 2 - Caracterizar los rasgos sobresalientes de la educación científica y tecnológica en los escenarios actuales de la región e identificar sus problemáticas claves a partir del análisis de género. - Desde una visión prospectiva, diseñar escenarios a futuro y orientaciones estratégicas para vincular creativa y productivamente la innovación de la educación en ciencia y tecnología con los aportes que los estudios de género vienen realizando a estas disciplinas. En esta publicación se sistematizan los principales resultados de las diversas actividades que comprendió el programa. Su fin último es sensibilizar y orientar a los distintos actores vinculados a la educación, el desarrollo de la ciencia y de la tecnología y a los estudios de género para trabajar en conjunto en el diseño e implementación de políticas y programas educativos innovadores que incentiven y aprovechen las capacidades de mujeres y varones para fortalecer el papel de la ciencia y la tecnología en el desarrollo integral y sostenible. Gloria Bonder Coordinadora General Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina Área Género, Sociedad y Políticas, FLACSO-Sede Académica Argentina Fue apoyado por UNESCO-Paris y UNESCO-Oficina Regional de Ciencia para América Latina y el Caribe. Contó con el auspicio y patrocinio de la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI), Comisión Interamericana de Mujeres Organización de los Estados Americanos (CIMOEA), Google y GenderInSITE - Punto focal América Latina y el Caribe-. Agradecemos a los/as especialistas que participaron en la Consulta online y en el Taller realizado en Buenos Aires, Argentina. 3 2. REVISITAR EL PASADO PARA PLANIFICAR EL FUTURO El futuro no se prevé, se construye B. de Jouvenel, Futuribles La preocupación por estimular el interés de niñas y jóvenes por la ciencia y la tecnología (de aquí en adelante CyT), no es nueva. Promover su elección por estos campos de estudios y apoyar su desempeño a lo largo de su carrera y en el ámbito laboral como investigadoras y creadoras, es una de las pioneras consideraciones y recomendaciones que surgen del Plan de Acción de la IV Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing, 1995); entre las cuales se destacan las siguientes: (…) Los estudios avanzados de ciencia y tecnología preparan a la mujer para desempeñar una función activa en el desarrollo tecnológico e industrial de su país, por lo que es preciso adoptar un enfoque múltiple respecto de la capacitación profesional y técnica. La tecnología está transformando rápidamente el mundo y también ha afectado a los países en desarrollo. Es indispensable que la mujer no sólo se beneficie de la tecnología, sino que también participe en el proceso desde la etapa de diseño hasta las de aplicación, supervisión y evaluación. (Fragmentos extraídos del Plan de Acción - IV Conferencia Mundial de la Mujer, 1995) (...) Fomentar la educación de las niñas y las mujeres de todas las edades en las esferas de la ciencia, la tecnología, la economía y otras disciplinas relacionadas con el medio ambiente natural, de manera que puedan hacer elecciones bien fundadas y proporcionar información bien fundamentada en la determinación de las prioridades económicas, científicas y ambientales locales para la ordenación y el uso apropiado de los recursos y ecosistemas naturales y locales”. (Objetivo Estratégico B.3, Plan de Acción - IV Conferencia Mundial de la Mujer, 1995) Pocos años después, el Marco de Acción aprobado en la Conferencia Mundial de la Ciencia (Budapest, 1999) insta a los gobiernos e instituciones a prestar especial atención a la participación de las mujeres en la investigación científica. Explicita una problemática que ya entonces inquietaba: la desigual presencia de ellas en las carreras y en los ámbitos profesionales en ciencia, y brinda algunas explicaciones sobre ese fenómeno. Entre los factores limitantes menciona: falta de estímulo y apoyo durante el nivel secundario de enseñanza, métodos en la evaluación de la labor científica que tienden a perjudicar la valoración y promoción de las mujeres al no contemplar la incidencia en sus carreras de las responsabilidades y cargas de trabajo que ellas asumen en el cuidado familiar. También destaca el efecto negativo en la confianza en sus capacidades que provocan los ambientes académicos no amigables (podríamos hoy decir con predominio de una cultura masculina y refractarios a integrar en el estudio y quehacer científico los intereses y las preocupaciones sociales y ambientales, cuestiones que ellas suelen expresar en mayor medida que los varones). Es muy significativo que en este documento las desigualdades de género en la ciencia se relacionen con la falta de reconocimiento de los saberes teóricos y prácticos que desarrollaron las mujeres a lo largo de la historia como agricultoras, jardineras, en la cría 4 de animales, producción de alimentos, en el manejo del agua y otros recursos en sus comunidades; y también como innovadoras tecnológicas, una perspectiva que lamentablemente todavía no concita una adecuada atención. En el marco de esta conferencia mundial, UNESCO promovió la realización de eventos preparatorios que pusieran el foco en la situación particular de las mujeres. Ello dio lugar a que en octubre de 1998 se organizara en Bariloche (Argentina) el Foro Mujeres, Ciencia y Tecnología en América Latina: Diagnósticos y Estrategias 4. Con la participación de un amplio espectro de participantes de distintos países de la región, este evento llegó a conclusiones y recomendaciones aún vigentes. En líneas generales, establecen la importancia de abordar a la igualdad de género en estrecha relación con el desarrollo humano sustentable, el reconocimiento de la diversidad cultural y étnica, el cuidado del medioambiente y el fortalecimiento de la democracia, al tiempo que subrayan la necesidad de incluir los aportes de la ciencia en la resolución de las necesidades sociales y económicas nacionales y regionales. Otro aporte pionero, para aquel momento, fue el cuestionamiento a la supuesta objetividad y neutralidad valorativa de la ciencia y la tecnología para sostener, en cambio, la importancia de reconocer su imbricación con determinados valores, intereses y relaciones de poder a lo largo de las distintas fases históricas. Además, demandó superar encasillamientos y jerarquías basadas en estereotipos como las de las ciencias “duras” y “blandas” que obstaculizan el intercambio entre campos de conocimiento y la gestación de enfoques y metodologías más sensibles y flexibles para comprender la complejidad de los problemas en estudio. La caracterización de las dificultades que enfrentaban las mujeres en estos ámbitos no difiere mayormente de la actual, lo cual es una señal de alarma que llama a la reflexión y renovación de estrategias. Por ejemplo, se menciona la segregación horizontal y vertical en las carreras y profesiones ligadas a la CyT, la escasa presencia de mujeres en los lugares de decisión y situaciones de discriminación que atentan contra su desarrollo profesional; problemáticas que tampoco han perdido vigencia. Por su parte, el Programa en Pro de la Ciencia y la Declaración sobre la Ciencia y el Uso del Saber Científico –documentos surgidos de la Conferencia Mundial de la Ciencia de 1999- abordan a la desigualdad de género en la CyT desde ángulos muy sugerentes, posteriormente desarrollados por diversas investigadoras. El primero de estos documentos señala: El logro de un mejor equilibrio entre hombres y mujeres en las actividades científicas, que representa por sí solo un objetivo esencial por razones de equidad, también supone que el enfoque y el contenido de los adelantos científicos podrían ser modificados para centrarlos más en las necesidades y aspiraciones de la humanidad (Programa en Pro de la Ciencia, UNESCO, 1999). 4 5 Contó con el apoyo de UNESCO y la Secretaría de Ciencia y Tecnología a través del FONTAR. Como corolario de este Foro, en 2001 se creó la Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina en el Área Género, Sociedad y Políticas de FLACSO-Sede Académica, Argentina. El segundo fortalece este argumento al plantear que la igualdad de acceso a la ciencia no sólo es una exigencia social y ética, sino que también es una necesidad para explotar plenamente el potencial de las comunidades científicas de todo el mundo, orientando el progreso científico hacia la satisfacción de las necesidades de la humanidad. Ambas propuestas abren un camino de pensamiento y de propuestas políticas que van más allá de nivelar el número de mujeres y varones en estos campos; en particular, incitan a pensar y transformar las concepciones dominantes sobre el conocimiento científico. En este sentido, destacan la importancia de develar los sesgos androcéntricos (entre otros) en las premisas que sustentan las investigaciones, en la confección de las muestras, las metodologías, y en los impactos sociales de una CyT que al no reconocerlos se concibe como objetiva, neutral y representativa de las necesidades, intereses y problemáticas del conjunto social. Con posterioridad a la Conferencia Mundial de Budapest, en 2003, con el fin de dar seguimiento a sus recomendaciones, se estableció el Foro Mundial de la Ciencia; se reúne cada dos años, con la participación de científicos/as, decisores de políticas públicas, la industria y representantes de la sociedad civil para discutir las contribuciones de la CyT en temas críticos a nivel global. El último “Ciencia para un desarrollo global sostenible” se realizó en Río de Janeiro (Brasil) en 2013 con el apoyo de prestigiosas instituciones y una masiva asistencia de personas de más de cien países. Las cuestiones relativas a la CyT se incluyeron en los debates sobre la necesidad de crear un nuevo marco de desarrollo sostenible que oriente el cabal cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y del programa Educación Para Todos para el 2015, así como la Agenda de Desarrollo Post2015. De este Foro señalamos una serie de aspectos de interés. En primer término, la apelación de la directora general de UNESCO, Irina Bokova, sobre la necesidad de desarrollar un nuevo pensamiento sobre las ciencias: (…) Necesitamos ciencias más integradas – interdisciplinarias, que utilicen todo tipo de conocimiento científico, tradicional y aborigen, incluyendo el conocimiento de las ciencias sociales y humanas (…) Necesitamos ciencias más conectadas – ciencias que estén conectadas a la políticas públicas, que respondan a las aspiraciones y necesidades de la sociedades (Foro Mundial de la Ciencia, 2003). En segundo lugar, entre sus conclusiones se apunta a generar cambios profundos en la educación científica para que se comprenda el papel que la CyT debiera desempeñar para contribuir a la inclusión social, la prosperidad, la ciudadanía efectiva y el logro de un futuro sostenible para el planeta. Por último, se afirma la necesidad de alentar una educación superior inter y transdisciplinaria como estrategia para afrontar las complejas necesidades de las sociedades contemporáneas y la importancia de que más mujeres participen en la construcción de una ciencia basada en estas premisas y orientada a dichos fines. La educación científica y tecnológica fue otro de los temas considerados como prioritarios por UNESCO. En la Conferencia Mundial sobre Ciencia y Tecnología celebrada 6 en Perth, Australia (2007) 5 expresó su preocupación por su situación a nivel mundial y convocó a los gobiernos a establecer cambios estructurales para su mejoramiento en tres líneas convergentes: 1) la preparación de quienes van a proseguir estudios o carreras en estos campos, dado el rol fundamental que representa la CyT en el desarrollo industrial y económico de los países; 2) la importancia de contar con ciudadanos/as científica y tecnológicamente informados/as, capaces de dar opiniones útiles para la toma de decisiones; 3) la aplicación de las tecnologías digitales a la educación. Entre las recomendaciones para los decisores de política, se incluye una mención específica a la paridad de género en los ámbitos de educación científica y tecnológica: Deben revisar la participación de varones y mujeres en estos campos e implementar acciones que puedan reducir los factores explícitos e implícitos que plantean una desventaja a las niñas en su acceso a esos campos y sus carreras (Conferencia Mundial sobre Ciencia y Tecnología celebrada en Perth, Australia, 2007). El rol pionero de UNESCO no se limita a la atención de estas temáticas. Sus planes de acción -de las últimas dos décadas- además de demostrar una constante preocupación por promover la igualdad de género en el plano formal y/o de igualar la presencia de varones y mujeres, incitan a renovar las interpretaciones acerca de las causas de la desigualdad y los métodos y estrategias para superarlas (por ejemplo, la propuesta de transversalidad de género a lo largo de todo el ciclo de políticas y el empoderamiento de las mujeres caracterizaba ya la estrategia de medio término 2008-2013)6. Otra iniciativa, de amplia difusión, promovida por este organismo -junto a la fundación empresarial L’Oréal- es el programa La Mujer y la Ciencia. Creado en 1998, su cometido es premiar la labor de investigadoras prominentes en todo el mundo y estimular el desarrollo de carrera de científicas talentosas7. Otras organizaciones –regionales e internacionales- que dieron pasos precursores en el abordaje de estas problemáticas son: la Unión Europea (UE), la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI) y la Red Interamericana de Academias en Ciencias (IANAS), entre otros8. 5 Organizado por UNESCO, involucró a más de mil participantes; planteó una declaración y un marco de acción. 6 El Foro Mundial sobre la Educación realizado en mayo de 2015 en Incheon (República de Corea), recuperando el legado de conferencias anteriores como la de Jomtien y teniendo como horizonte la Agenda Post-2015, reitera la necesidad de que los Estados desarrollen políticas activas para alcanzar en el 2030 una educación de calidad, equitativa e inclusiva que asegure el aprendizaje durante toda la vida para todos/as. Allí se especifica el compromiso de “apoyar políticas, planes y contextos de aprendizaje que tomen en cuenta las cuestiones de género, así como a incorporar estas cuestiones en la formación de docentes, los planes y programas de estudios, y a eliminar la discriminación y la violencia por motivos de género en las escuelas”. 7 Desde su creación reconoció a científicas de treinta países, dos de la cuales recibieron el Premio Nobel en 2009. Asimismo, concedió más de mil doscientas becas nacionales, regionales e internacionales a jóvenes de ciento trece países para que pudieran proseguir sus trabajos de investigación. 7 En 1999, la Comisión Europea elaboró la comunicación “Mujeres y ciencia. Movilizar a las mujeres en beneficio de la investigación europea”. Entre otras acciones, encargó un informe a la European Technology Assessment Network (ETAN) sobre las mujeres y la ciencia en la UE, que alcanzó un importante reconocimiento internacional, no sólo en la academia sino también en los medios de comunicación. En ese mismo año, el Consejo de Investigación adoptó una resolución sobre este tema que invitaba a los Estados miembros a un diálogo activo sobre cómo abordar en las políticas nacionales los resultados de la evaluación comparativa plasmada en ese estudio y las buenas prácticas. Como prioridad sugería mejorar la recogida de datos y el desarrollo de indicadores sobre la distribución por sexo del personal dedicado a la investigación científica. Otra iniciativa relevante emprendida durante ese año fue la creación del famoso “Grupo de Helsinki sobre mujeres y ciencia”9 integrado por funcionarios/as y expertos/as en cuestiones de género de los quince Estados miembros de la UE y de los quince países asociados al V Programa Marco para acciones de investigación, desarrollo tecnológico y demostración de la Comunidad Europea (1998-2002). En 2003, se lanzó “She Figures” un proyecto que tiene como propósito ampliar la base de estadísticas y facilitar el acceso a datos sobre la participación de las mujeres como graduadas, investigadoras, personal académico, beneficiarias de financiamiento y miembros de consejos científicos en Europa. La labor realizada por el Grupo Helsinki sigue siendo una referencia inspiradora para todas las regiones, entre otras razones, porque estimula la producción de estadísticas desagregadas por sexo en educación y desempeño de mujeres y varones en el campo de la ciencia10 e indicadores para interpretar y monitorear la participación de las mujeres en la investigación; y perfila como horizonte deseable -todavía muy lejano en Latinoamérica- la integración de la dimensión de género a la hora de evaluar los proyectos y programas científicos apoyados por instituciones públicas. Esta iniciativa ya figuraba en el Quinto Programa Marco de la UE (1998-2002) y es un ejemplo de transversalidad del enfoque de género: la puesta en acto de un abordaje transformador de las concepciones acerca de la ciencia y la excelencia científica. Como vemos, la UE también desempeña un rol significativo en la visibilización y superación de estas problemáticas, por ejemplo a través de la promoción y publicación de numerosos estudios. Entre estos, destacamos el “Meta-analysis of gender and science research” (2012) por su cobertura temporal y geográfica, la amplitud de las dimensiones abordadas y sus sugerentes conclusiones. Su análisis abarca investigaciones sobre género y ciencia producidas entre 1980 y 2008 en treinta y tres países (veintisiete Estados miembros de la UE y seis asociados al Séptimo Programa Marco, volveremos a este informe posteriormente). 8 8 Por cierto, existen numerosas redes, organizaciones, programas académicos, internacionales, regionales y nacionales creados especialmente en torno a esta temática o que la incluyen dentro de su plataforma de acción, describirlos en su totalidad en este documento resulta imposible. 9 Ya que su primera reunión se celebró en Helsinki durante la Presidencia finlandesa de la UE. 10 Lentamente, esta situación tiende a mejorar pero no alcanzó un nivel satisfactorio como para realizar comparaciones sólidas entre países y regiones, elaborar series históricas, entre otros aspectos indispensables para arribar a diagnósticos más certeros. En cuanto a la OEA, destacamos las iniciativas realizadas por la Secretaría de Ciencia y Tecnología durante la dirección de la Dra. Alice Abreu (2004)11, la labor de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) y, recientemente, la inclusión de una fuerte recomendación sobre la igualdad de género en la ciencia y la tecnología aprobada en la IV Reunión Ministerial de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología (organizada por la OEA; Guatemala, 2015) : b) Participación y liderazgo de las mujeres: 1) Reforzaremos las acciones para transversalizar la perspectiva de género en los cuatro pilares del Plan de Acción; 2) Promoveremos la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo y de toma de decisiones en los ámbitos de ciencia, tecnología e innovación, así como la igualdad de condiciones en el mundo laboral; 3) Fortaleceremos las políticas para incentivar el ingreso y permanencia de las mujeres en carreras científico-tecnológicas e ingenierías; 4) Fomentaremos medidas para que las mujeres participen equitativamente en el desarrollo de la sociedad del conocimiento y tengan acceso igualitario a sus beneficios. Otro referente a nivel regional y global es el programa Mujeres para la Ciencia creado por IANAS. El informe de síntesis del encuentro de puntos focales de esta iniciativa12 coincide en diversos puntos con lo relevado por otros organismos y ofrece una amplia gama de propuestas de acción a futuro. Por su parte, la OEI impulsó la elaboración de numerosas y calificadas publicaciones sobre mujeres y ciencia, apoyó la realización de estudios regionales -por ejemplo el GenTec en colaboración con UNESCO- e incluyó la perspectiva de género en eventos y conferencias regionales. Asimismo, desarrolla una constante difusión de estudios y artículos sobre educación científica y tecnológica; con particular interés en las valiosas contribuciones del movimiento “Ciencia, Tecnología y Sociedad” (CTS)13 que, como veremos más adelante, representa una corriente de innovación educativa muy afín a las búsquedas y propuestas que desde el campo de género y/en CyT demandan una transformación profunda en el plano curricular, pedagógico y de las culturas y prácticas institucionales. Este proceso está en condiciones de apoyarse en un amplio corpus de investigaciones y experiencias que se ocuparon de develar, problematizar y revertir los sesgos androcéntricos del conocimiento científico y tecnológico que se transmiten en el 11 En el marco de la I Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología (Perú, 2004), a través del documento “Equidad de género en Ciencia y Tecnología en América Latina: Bases y proyecciones en la construcción de conocimientos, agendas e institucionalidades” se brinda un panorama sobre la situación de las mujeres latinoamericanas en CyT (Bonder, 2004). 12 Santiago de Chile, 24-25 de octubre de 2013. 13 Ejemplo de ello son las siguientes publicaciones: Ciencia, Tecnología, Sociedad: Implicaciones en la Educación Científica para el Siglo XXI elaborado por Amparo Vilches y Carlos Furió; Ciencia, Tecnología y Sociedad: el estado de la cuestión en América Latina elaborado por Leonardo Silvio Vaccarezza; el libro Culturas científicas e innovadoras. Progreso social coordinado por Belén Laspra y Emilio Muñoz, entre otros. 9 currículo y superar la reproducción -manifiesta y sutil- de estereotipos sexistas en las prácticas y en el clima de las instituciones educativas14. Un espacio convocante en América Latina son los Congresos Iberoamericanos de Ciencia, Tecnología y Género. Su primera edición tuvo lugar en 1996 en Madrid, bajo los auspicios de la Universidad Complutense, el Ministerio de Educación y Ciencia y el Instituto de la Mujer del Ministerio Español de Asuntos Sociales15. Si bien se cuenta con publicaciones que compilan los trabajos presentados en estos encuentros, faltaría aún un análisis del conjunto que permita detectar tendencias respecto de los tópicos abordados, los enfoques conceptuales o metodológicos, las estrategias de cambio sugeridas y sus variaciones a lo largo del tiempo en los distintos países, entre otras cuestiones. Por último, se destaca por su originalidad una iniciativa de carácter global denominada Género en Ciencia, Innovación, Tecnología e Ingeniería (GenderInSITE). Su propósito fundamental es sensibilizar y comprometer a decisores/as de políticas en estas áreas para integrar de manera transversal el enfoque de género en políticas y programas basándose en información sólida y actualizada sobre diversas dimensiones de la participación de mujeres y varones, las condiciones facilitadoras para el logro de una efectiva igualdad y los beneficios que ello implica para el desarrollo de los países16. La Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología actúa como punto focal para América Latina y el Caribe17. Ahora bien, dos décadas nos separan de las advertencias internacionales sobre la importancia de superar las expresiones de desigualdad y discriminación de género en un terreno clave para el desarrollo sostenible de todos los países, en un mundo crecientemente globalizado e interconectado al tiempo que atravesado por persistentes desigualdades y serias amenazas, tanto en el plano ambiental como de mantenimiento de la seguridad y la paz, la calidad de vida y la convivencia ciudadana. Es indudable que hubo avances y los datos que presentaremos sobre la participación de las mujeres latinoamericanas en la educación y la investigación en ciencia lo atestiguan. También es un signo alentador el incremento de iniciativas (investigaciones, programas, campañas, congresos, jornadas regionales e internacionales) que abordan diversas dimensiones de la relación mujer/es/ género y ciencias y/o tecnología 18. Como también el hecho de que comience a percibirse, en algunos ámbitos, que tratar esta problemática no es una cuestión secundaria o irrelevante en relación con prioridades acuciantes como la violencia de género, la pobreza o la participación política de las 14 10 En este corpus se destacan los aportes de investigadoras españolas como Eulalia Pérez Sedeño, Marta González, Consuelo Miqueo, Mari Álvarez Lires, Nuria Solsona y Pairó y desde América Latina, Diana Maffía, Norma Blázquez Graf, Olga Bustos, entre otras. 15 La segunda edición se realizó en 1998 en Buenos Aires (Argentina), organizada por la RAGCyT (Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología) con un creciente número de participantes y por tanto de ponencias en este tema. Posteriormente, tuvo lugar en Panamá, Madrid (España), México, Zaragoza (España), Cuba, Brasil, Sevilla (España) y Paraguay. 16 Más información en http://genderinsite.net/ 17 www.catunescomujer.org/gisalc 18 Ejemplo de ello es la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe (República Dominicana, 2013) organizada por la Unidad Género y Desarrollo de la CEPAL, que se centró en la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y las tecnologías de la información y las comunicaciones. mujeres, sino que, por el contrario, es vital contar con conocimientos científicos y recursos tecnológicos que al incorporar nuevas visiones sobre las necesidades, sensibilidades, demandas y expectativas -tanto de mujeres como de varones- contribuyan a mejorar sustancialmente sus vidas y sus comunidades. Para ello es importante apurar el paso y sobre todo tener en claro cuál es la dirección del cambio y los recursos para llegar a las metas. Para comenzar a despejar esta cuestión, veamos en principio cuáles fueron y siguen siendo las maneras de caracterizar y explicar la problemática que nos ocupa19. CARACTERIZACIÓN DEL PROBLEMA: ¿UN PROBLEMA O MUCHOS? ¿UNA SOLUCIÓN O MUCHAS? “¿Por qué tan pocas?”, así titulaba la American Association of University Women (AAUW) un informe publicado en 2010 sobre la participación de las mujeres en la ciencia y tecnología en Estados Unidos. Destacaba que pese al notable avance de ellas en la educación en general y en algunos campos tradicionalmente masculinos como el derecho, la medicina y la economía, el incremento de su presencia en las carreras de ciencia, ingeniería, tecnología, matemática y física no sólo había sido más lento, sino que se había estancado e, inclusive, disminuido. Basada en un amplio conjunto de investigaciones, esta publicación interpreta a este fenómeno como una consecuencia de factores socioculturales y de contexto que limitan los intereses y logros de las niñas en matemática y ciencia, atribuyen responsabilidad a los entornos educativos, especialmente a la persistencia de estereotipos de género no conscientes o explícitos. Asimismo, refiere a la influencia en las niñas y jóvenes de una imagen social predominante sobre las ciencias “duras” que se contrapone con las humanidades y las ciencias sociales; y alerta sobre los sesgos discriminatorios relativos al desempeño de las mujeres en ámbitos de predominio masculino (mayores exigencias, desigual evaluación y valoración, por ejemplo). A partir de este “diagnóstico” subraya la importancia de promover la confianza de las niñas en sus capacidades intelectuales, validar sus aspiraciones y proyecciones hacia todos los campos de conocimiento y legitimar sus deseos de elegir carreras no tradicionales para las mujeres. Resalta el papel positivo que pueden cumplir padres, madres y docentes para alentarlas y, a la vez, ayudarlas a evitar exigencias y autoevaluaciones desmesuradas que, en muchas ocasiones, las llevan a desistir sin intentarlo. 19 Una oportunidad para movilizar esta temática es la nueva Agenda de Desarrollo Post 2015, que se plasmó en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que, desde 2010, vienen siendo discutidos en distintos foros y consultas sectoriales. Se pretende lograr avances más profundos, perdurables y sistémicos que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que culminaron en 2015. Aunque ninguno de los 17 ODS refiere específicamente a la igualdad de género en la ciencia y la tecnología, al poner énfasis en la resolución de cuestiones estructurales del desarrollo, da a entender que ello requiere importantes inversiones en materia de formación de recursos humanos con competencias científicas y tecnológicas entre los cuales las mujeres no pueden faltar. Ver el texto completo de los ODS en http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/mdgs/. 11 También incluye recomendaciones para la educación universitaria como la realización de cursos introductorios para mujeres, mentorías y, sobre todo, cambios en las culturas institucionales que favorezcan un incremento del número de mujeres profesoras en estas áreas. Otros estudios también resaltan la influencia de padres y/o madres, de las imágenes que transmiten los medios de comunicación y, más recientemente, Internet sobre las habilidades y profesiones femeninas y masculinas, en especial en informática. Un reporte más reciente de la misma organización “Solving the Equation: The Variables for Women’s Success in Engineering and Computing” (2015) indaga por qué el aumento del número de niñas y jóvenes que estudian y se destacan en ciencia y matemática en el nivel primario y secundario en Estados Unidos no se traduce en una mayor cantidad de mujeres ingenieras e informáticas (es más, desde la década de 1960 viene en descenso y parece haberse estancado en un 26% en informática y en un 12% en ingeniería). Este fenómeno preocupa en dos sentidos convergentes: por un lado, la limitación de las oportunidades laborales de las mujeres y por otro, la pérdida en creatividad, productividad e innovación en este sector al no contar con una mayor diversidad de talentos. Rescatamos de este estudio una afirmación contundente: (…) las décadas pasadas han demostrado que simplemente tratar de reclutar a niñas y mujeres para los programas educativos y ámbitos laborales existentes en ingeniería y computación ha tenido un éxito limitado. Cambiar el ambiente [podríamos decir las culturas] de las escuelas y los lugares de trabajo parece ser un pre-requisito para una plena integración de las mujeres en esos campos. Uno de los proyectos más sólidos sobre el proceso de cambio que supone integrar el enfoque de género en la CyT es el “Gendered Innovations Project”. Su actual directora, Londa Schiebinger, demuestra cómo ha ido evolucionando la comprensión del problema desde una fase a la que denomina “resolver la desigualdad numérica de las mujeres en la CyT” (fix the numbers). Se refiere a iniciativas que, partiendo del análisis estadístico de las matrículas en estos campos, apuntan a aumentar su participación a través de estrategias y programas que reviertan las desigualdades en sus oportunidades educativas y en el desenvolvimiento de sus carreras. En este enfoque, el “problema” se ubica en las mujeres o, mejor dicho, en la incidencia de los estereotipos socioculturales en sus aspiraciones, opciones y decisiones de carrera y trabajo que las alejan de la CyT. 12 Una segunda línea de acción es, en sus términos, “cambiar las instituciones” (fixing the institutions). Alude a transformar las normas, procedimientos y modos de funcionamiento de instituciones que históricamente se basan en un patrón de un profesional varón con disponibilidad para trabajar a tiempo completo, que cuenta con una esposa abocada a las tareas del hogar y crianza de los/as hijos/as. Ello deviene en sesgos de género en el reclutamiento, contratación y promoción, y en la falta de políticas que faciliten la corresponsabilidad de las tareas de cuidado. Mucho más cabría cambiar en las culturas institucionales que aceptan, e incluso alientan, la participación de mujeres como investigadoras o tecnólogas pero que suelen reproducir estereotipos de maneras más sutiles que en otras épocas. Por ejemplo, las micro-desigualdades cotidianas y naturalizadas que se traducen en: una sobre-exigencia de dedicación al trabajo que no toma en cuenta las tareas de cuidado, asignadas culturalmente a las mujeres; la restricción de su participación en los ámbitos de decisión, la demanda de una constante validación de sus capacidades, lo cual genera una insatisfacción que puede derivar en deserciones, entre otras consecuencias negativas tanto para ellas como para las instituciones (Bonder, 2014). En tercer término, Schiebinger alude a las iniciativas que se proponen “transformar el conocimiento” (fixing the knowledge). Se refiere a investigaciones que, desde el enfoque de género y desde distintas disciplinas, problematizan el conocimiento científico y la producción tecnológica validada académica y socialmente, demostrando sus sesgos androcéntricos y su imbricación con determinantes sociales, culturales, económicos y políticos. Proporciona numerosos ejemplos de este fenómeno como: estudios sobre la determinación genética del sexo; el diseño de automóviles, la investigación de enfermedades como el cáncer, la osteoporosis, las cardiopatías, y la producción de tecnología –por ejemplo, diseño de robots para asistir personas mayores, videojuegos- y proyectos relacionados con cuestiones ambientales -infraestructura de agua, uso de químicos-, transporte público, etc. Para esta investigadora, los tres enfoques están interrelacionados y advierte una cuestión que compartimos plenamente: el incremento de la participación de las mujeres en la ciencia y la tecnología no tendrá un efecto significativo para las mujeres, ni para la CyT, si en simultáneo no se transforman las culturas de las instituciones y no se integra el análisis de género a lo largo de todo el proceso de investigación y el desarrollo. A ello podemos agregar que esa integración no se logra sólo con planteos formales o políticas públicas o empresariales, requiere que las estudiantes, investigadoras y programadoras sean conscientes de la incidencia de los condicionantes de género en sus vidas personales y laborales y en los ámbitos en los que participan; se animen a cuestionarlos y proponer alternativas para alcanzar la paridad entre varones y mujeres, conozcan y ejerzan sus derechos y tomen en cuenta el enfoque de género en el diseño de sus investigaciones y desarrollos tecnológicos. Lo dicho nos lleva a la estrategia que hemos elegido trabajar en la consulta electrónica y en el taller de expertas/os. Pero antes de entrar en ello, es necesario revisar – a grandes rasgos- cuál es la situación de las mujeres latinoamericanas en estos campos. 13 MUJERES INVESTIGADORAS EN CYT: LUCES Y SOMBRAS Según el Instituto de Estadística de la UNESCO20, América Latina y el Caribe es una de las regiones con mayor participación de mujeres investigadoras en el sistema científico y tecnológico (44%), se ubica por arriba de Europa Central y Oriental (40%) y por debajo de Asia Central (46%), superando ampliamente el promedio mundial (30%). Entre los veinte países que reportan datos, cinco ya alcanzaron -e incluso superaronla paridad de género en este terreno: Bolivia (63%), Venezuela (56%), Argentina (53%), Paraguay (53%), y Uruguay (50%). A este grupo, le sigue un número significativo de países con porcentajes superiores al 40%: Trinidad y Tobago (49%), Cuba (48%), Bermuda (46%), Ecuador (44%), Guatemala (43%), Nicaragua (43%), Costa Rica (43%), Puerto Rico (42%) y Panamá (41%). En una última franja se encuentran El Salvador (38%), Colombia (37%), Santa Lucía (33%), México (32%), Chile (32%) y Honduras (27%). Ahora bien, al desglosar estos datos por disciplinas encontramos similitudes y diferencias significativas. En cinco de siete países, ellas optan predominantemente por las Ciencias Médicas: Venezuela 65%, El Salvador 63%, Guatemala 62%, Costa Rica 61% y Colombia 48%. Mientras que las Humanidades concentran un mayor número de investigadoras en Chile (66%) y las Ciencias Sociales en Trinidad y Tobago (55%). Estas cifras no llaman la atención si se tiene en cuenta que estos campos históricamente contaron con una mayor participación femenina. En áreas como las Naturales y la Ingeniería y Tecnología (consideradas tradicionalmente como “masculinas”), sorprende el caso de Trinidad y Tobago, donde las mujeres alcanzan el 52% en las primeras y el 40% en las segundas. También resulta curioso que en dos países, el número de mujeres sea mayor en Ingeniería y Tecnología que en Naturales: Venezuela con un 40% y 35% y Guatemala con un 49% y 45%. No obstante, la tendencia general muestra que en conjunto los porcentajes de participación de las mujeres en ambos campos son mucho más bajos; en especial en Ingeniería y Tecnología como se demuestra en el siguiente cuadro: %MUJERES INVESTIGADORAS POR ÁREA CIENTÍFICA PAÍS CIENCIAS NATURALES INGENIERÍA Y TECNOLOGÍA Chile 27 19 Colombia 32 21 El Salvador 36 19 Costa Rica 37 31 http://www.uis.unesco.org/Pages/default.aspx 14 20 Como es esperable, estas diferencias comienzan a gestarse en el nivel superior donde las mujeres graduadas en Ciencias alcanzan el 44%21 y en Ingeniería apenas el 27,5% (Brito, 2014). Las Ciencias Agrícolas también muestran un panorama heterogéneo; mientras que en Trinidad Tobago las mujeres alcanzan el 50% y en Venezuela el 48%, en Guatemala apenas llegan al 20%, en Chile al 28% y en Costa Rica, Colombia y El Salvador van del 32% al 36%. Lo dicho indica que si bien cada contexto presenta sus particularidades, la Ingeniería y la Tecnología -en términos de participación- son las áreas con menor presencia de mujeres como graduadas e investigadoras. Dos informes nacionales (Brasil22 y Argentina23) elaborados dentro del marco del Programa “National Assessments on Gender and STI” aportan una visión comprehensiva sobre la situación de las mujeres en el sistema científico y tecnológico al relacionar los avances en la última década en este tema con las condiciones estructurales y las políticas implementadas en cada país24. LA EDUCACIÓN COMO SOLUCIÓN ¿CUÁL EDUCACIÓN? ¿Es posible alcanzar plenamente la igualdad de género, en tanto principio éticopolítico y objeto de investigación y de políticas científicas y tecnológicas, si los planes de estudio en CyT, sus métodos y prácticas de enseñanza-aprendizaje, criterios de evaluación, la formación docente, la relación entre distintos actores educativos y sociales se guían por concepciones y valores patriarcales y refractarios al cambio? ¿A través de la educación científica y tecnológica es posible fomentar el ejercicio de una ciudadanía informada, participativa y responsable en sus decisiones? ¿Es posible formar investigadores/as creativos/as, críticos/as y sensibles a los retos del desarrollo de sus países, abiertos al diálogo y al trabajo colaborativo entre diversas disciplinas y receptivos de nuevos enfoques? ¿Cómo garantizar que en ese proceso varones y mujeres participen en igualdad de condiciones y se aproveche integralmente el amplio acervo de conocimientos que vienen aportando los estudios de género a la CyT, y en particular a la educación, en estos campos? Aunque las respuestas a estas preguntas parezcan evidentes, la realidad demuestra que en estas búsquedas lo usual es trazar caminos paralelos o que a lo sumo se intersectan en los márgenes. En nuestra opinión, se necesitan mutuamente y se 21 Promedio calculado en base a datos de trece países. Abreu, Alice (2012) 23 Bonder, Gloria (2015). 24 Sus resultados pueden consultarse en www.wisat.org. 22 15 beneficiarían si se logra una imbricación inteligente, tanto en lo conceptual como en las acciones tendientes al cambio educativo. Como adelantamos, todos los estudios y reportes regionales e internacionales -tanto los relativos a la ciencia y a la tecnología como a la equidad de género- destacan el rol estratégico de la educación y aluden a la urgencia de transformar las dimensiones mencionadas, especialmente en una época compleja, incierta y cambiante como la que vivimos. Pero más allá de declaraciones y algunos proyectos puntuales no hay evidencias suficientes, sobre todo en América Latina, de programas y menos aún de políticas que avancen sostenidamente en esa dirección. Por ello, y aunque encontremos algunas iniciativas prometedoras, aún resta indagar en profundidad las condiciones facilitadoras y los obstáculos que han afrontado y las lecciones que se desprenden de ellas. En cuanto a la información producida en otros continentes, el reporte de la UE ya citado “Meta-analysis of gender and science research reform” analiza estudios de caso en Alemania sobre cursos y campamentos de ciencia dirigidos sólo a niñas y mujeres jóvenes cuyos resultados parecen positivos. No obstante, esta estrategia ofrece algunas dudas: ¿optar por actividades sólo para mujeres no contribuirá a fortalecer una imagen devaluada de sus capacidades para alcanzar buenos resultados e incluso destacarse en grupos mixtos? ¿Tendrá como consecuencia retraer aún más el interés de las chicas por estos campos? Tampoco se sabe con certeza si estas experiencias, una vez evaluadas, aportan a un cambio curricular e institucional más abarcativo o integral. Es decir, no hay respuestas firmes sobre esta opción, de allí la necesidad de realizar evaluaciones sistemáticas que permitan analizar los resultados de las experiencias de aprendizaje en grupos sólo de mujeres según su duración, objetivos, relación con los espacios educativos, edad de las jóvenes, culturas, entre otros aspectos. EL MOVIMIENTO CTS ¿UNA OPORTUNIDAD PARA INTEGRAR EL ENFOQUE DE GÉNERO EN AMÉRICA LATINA? Según la OEI, los estudios sociales de la ciencia y la tecnología o sobre ciencia, tecnología y sociedad (CTS), “constituyen un campo de trabajo en los ámbitos de la investigación académica, la educación y la política pública”25. Proliferados con más impulso desde 1990, se inspiran en las “nuevas corrientes de investigación en filosofía y sociología de la ciencia, y en un incremento de la sensibilidad social e institucional sobre la necesidad de una regulación democrática del cambio científico-tecnológico”. Se interesan por analizar, problematizar y difundir resultados de estudios sobre los aspectos sociales del desarrollo científico-tecnológico, “tanto en lo que respecta a sus condicionantes sociales como en lo que atañe a sus consecuencias sociales y ambientales”. Sostienen un enfoque interdisciplinario convocante del intercambio entre las ciencias sociales, las humanidades, Ver http://www.oei.es/cts.htm 16 25 en particular la filosofía y la historia de la ciencia y la tecnología, la sociología del conocimiento científico, la teoría de la educación y la economía del cambio técnico. En el aspecto pedagógico parten de una crítica a la enseñanza convencional de la CyT, a la que califican como sesgada, empobrecida y, en consecuencia, desalentadora de muchos/as estudiantes curiosos/as e interesados/as. Se proponen revisar y superar lo que Gil (1993) caracterizó como “las deformaciones más comunes que proporcionan una imagen de la naturaleza de la ciencia muy difundidas por la enseñanza”. Entre otras: una visión empirista y ateórica, que identifica a la ciencia con la observación objetiva y neutral en las dimensiones valóricas y subjetivas del/a investigador/a, que se continúa con un trabajo de laboratorio reglado por procedimientos establecidos y que da a entender que el desarrollo del conocimiento científico se lleva a cabo de forma lineal y acumulativa a lo largo de la historia, sin presentar ni analizar las crisis, los debates intensos entre distintas corrientes dentro de la filosofía y epistemología de la ciencia y la tecnología, ni sobre las innovaciones en las teorías, conceptos, métodos y técnicas utilizados. En suma, desde el enfoque CTS, la educación tradicional en CyT ofrece una imagen de la ciencia y la tecnología producto de individuos excepcionales, o de instituciones de élite, sin darle valor al trabajo de equipos, algunos de los cuales han sufrido privaciones y rechazos de sus entornos; tampoco de los que llevan adelante un trabajo diario valioso aunque no alcancen notoriedad, o de quienes se dedican a actividades que no suelen ser tan valoradas en la comunidad académica, por ejemplo la divulgación científica. Este sesgo elitista y conservador se potencia con representaciones sexistas y patriarcales de la ciencia y de la creación tecnológica que la conforman como un dominio predominantemente masculino, al que pueden ingresar sólo mujeres muy dotadas intelectualmente. Salvo excepciones, la educación en CyT no informa acerca de los aportes de ellas a estos campos, tanto en el pasado como en el presente. No estimula a utilizar los “lentes” de género para revisar las premisas que sustentan la formulación de los problemas de investigación, los métodos y técnicas para abordarlos, y la validez y representatividad de sus resultados. No pone en cuestión las desigualdades en el reconocimiento académico, social y el acceso a recursos financieros que reciben ambos géneros según disciplinas y temas de investigación. Tampoco se problematizan los impactos diferenciales de los resultados de investigaciones en CyT en las vidas de mujeres y varones de diversos contextos socio-económicos y culturales, que resalten la incidencia de los factores sociales, culturales y éticos en el desarrollo científico y tecnológico y en su aplicación. Lo dicho nos permite afirmar que existen importantes coincidencias entre los planteamientos generales en el plano epistemológico y pedagógico de la CTS y los aportes de los estudios feministas o de género a la educación científica y tecnológica, aunque como es previsible éstos últimos colocan en el centro de la crítica a los determinantes y a las manifestaciones de las relaciones de poder derivadas de un orden patriarcal en la historia de la CyT.26 26 17 La incorporación de los enfoques CTS en la educación continúan siendo difíciles, en particular en Iberoamérica. Los obstáculos recurrentes enumerados por la OEI son: ausencia de normativas que habiliten cambios curriculares con este enfoque los cuales demandan “revisar en clave CTS la currícula de las disciplinas científicas y tecnológicas (…), la EDUCACIÓN DE CALIDAD: UNA ASPIRACIÓN ABIERTA A DISTINTAS INTERPRETACIONES Las consideraciones que venimos planteando imponen importantes desafíos de cara a definir en qué consistiría una educación de calidad en CyT. Aunque existen diversas opiniones, en los últimos tiempos se destaca la necesidad de que los contenidos educativos no sólo den cuenta de los avances específicos de la investigación en cada disciplina, sino que también se analicen sus condiciones de producción (políticas, económicas, institucionales, geopolíticas), y se demuestre su pertinencia y relevancia para responder a los requerimientos sociales, económicos, culturales, ambientales del presente. Asimismo, que planteen una visión estratégica prospectiva y, en ese marco, integren las reformulaciones conceptuales, metodológicas, éticas y de incidencia en políticas que provienen de las corrientes críticas de los paradigmas prevalecientes, entre ellas, las elaboradas desde los estudios de género27. Otro planteamiento significativo es la necesidad de construir enfoques inter y transdisciplinarios para abordar problemas sin cercenar su complejidad. Ya en el plano pedagógico, y más allá de las cuestiones didácticas, se enfatiza en la importancia de los “climas” amigables de los entornos de aprendizaje aludiendo a propender a vínculos entre estudiantes y docentes en los cuales se preserven y alienten cuestiones éticas e intersubjetivas que faciliten la cooperación, la producción colaborativa y el debate respetuoso de ideas. También en la definición del concepto de educación de calidad, UNESCO aparece como un agente clave. En su informe “Aprender a ser: el mundo de la Educación del Hoy y el Mañana” de 1972, alude a esta noción ligándola a las de "aprendizaje continuo" y "relevancia" y a una visión del aprendizaje del desarrollo científico y de la modernización “en maneras que respeten los contextos socioculturales de los estudiantes” (UNESCO, 1972). Más de dos décadas después, el reporte “Learning: The Treasure Within”28(UNESCO, 1996) señala que la calidad educativa se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos (refiere a las habilidades críticas para llevar adelante una vida libre de discriminación donde todos/as tengan iguales oportunidades de desarrollarse a sí mismos/as, a sus familias y a sus comunidades, capacidades especialmente relevantes para la relaciones entre los géneros), y aprender a ser. insuficiencia de investigación básica y de estudios de casos propios del ámbito iberoamericano que hagan posible una educación CTS con contenidos endógenos y contextualizados”. Asimismo, la falta de una formación de docentes que no sólo los sensibilice, sino que además los capacite y brinde materiales curriculares apropiados. http://www.campusoei.org/ctsi/educacioncts.htm 27 18 Entre otros trabajos; Barton; A. C. (1998); Eisenhart, M.A. & Finkel, E. (2001); Haraway, D. (1989); Haraway, D. (1991 y 2003); Harding, S. (1986, 1992 y 1993); Keller, E. F. (1987, 2003); Kenway, J. & Gough, A. (1998); McPherson, K. (2000); Rosser, S. V. (1990); Shiva, V. (2001); Shulman, B. J. (2001); Sinnes, A. T. (2005); Tong, R. (2000); Whatley, M. (1988); Ødegaard, M. (2001). 28 Informe para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre Educación para el siglo XXI. Posteriormente, UNESCO plantea que el acceso a una educación de calidad es un derecho humano de todos/as que debiera extenderse a lo largo de la vida. Asimismo, afirma que requiere impregnar todas las actividades educativas, convirtiéndose en una práctica cotidiana de no discriminación y reconocimiento de la diversidad29. La Agenda Post-2015, por su parte, incorpora el principio de calidad en la educación. Ello representa un importante avance desde el punto de vista conceptual, pero también plantea complejos desafíos, en un contexto crítico en el plano económico que probablemente repercuta en las prioridades presupuestarias y en las asignaciones a la educación. Esta orientación hacia una educación de calidad no sólo debieran abarcar la educación formal, sino extenderse hacia acciones de alfabetización, culturalización o divulgación de la ciencia y de la tecnología, de modo que toda la sociedad pueda acceder a información relevante, comprenderla, utilizarla para tomar decisiones en su vida cotidiana y opinar de manera informada y responsable sobre los avances en estos campos y registrar alertas frente a los posibles riesgos ambientales30 de salud, sociales, culturales, políticos y económicos. Ello plantea desafíos mayúsculos a la educación: desarrollar capacidades “más holísticas” que tengan una auténtica relevancia social para el alumnado, incluyendo los valores éticos y democráticos que están en juego en la interrelación entre la ciencia, la tecnología y la sociedad (Holbrook, 2000). Como vemos, estas afirmaciones coinciden en muchos aspectos con las propuestas que formulan los estudios de género, o la teoría feminista, respecto de las transformaciones estructurales, tanto de contenidos como de estrategias pedagógicas en la CyT (ver, por ejemplo, los aportes de Kirkup, G. (2005); Kirkup, G., Schmitz, S., Kotkamp, E., Rommes, E. and Hiltunen, A.-M. (2010); Flood, M. (2011); James, P. (1999); en el campo específico de la ciencia, Capobianco, B. M. (2007) Byrne, E. (1993); Harding, S. (1998); Phipps, A. (2008); Schiebinger, L. (2008)). Es esperable que una transformación de tal envergadura despierte resistencias del profesorado y de una comunidad educativa sedimentada históricamente en una autoimagen 29 19 Según Juan Carlos Yánez Velazco (2008), el concepto de calidad en la educación fue introducido en 1968 por Philip Cooms, experto de la UNESCO, en su libro La crisis mundial de la educación. Tiene su origen en Estados Unidos y se lo interpreta dentro de un modelo de economía clásica que evalúa la calidad en términos de resultados según los niveles de inversión (trasladando la lógica de la administración de la fábrica a la escuela). Este enfoque predominó en América Latina a principios de los 1970, volvió a tener relevancia en los 1990 con el auge de las políticas neoliberales y su expresión en las reformas educativas. Según este autor, el término admite distintas definiciones, estas diferencias se vinculan con los valores y posiciones respecto del modelo social deseable en cada momento histórico y el papel de la educación en cada uno de ellos. Afirma, no obstante, que una caracterización usualmente aceptada sobre la calidad refiere la formación escolar que adquieren los/as estudiantes en su paso por las aulas. Advierte, citando a Ángel Díaz Barriga, que hasta el momento la calidad ha sido más un discurso o un adjetivo del discurso que una práctica concreta. Una crítica aguda a la influencia negativa de la retórica de la calidad en las instituciones universitarias en el mundo globalizado la encontramos en La fábrica de conocimientos: in/corporación del capitalismo cognitivo en el contexto universitario” (Montenegro Martínez y Pujol Tarrès, 2013). 30 La necesidad de asumir la problemática ambiental como una situación de emergencia planetaria impulsó a NU a instituir una década de la Educación por un Futuro Sostenible (2014-2015) durante la cual se prepare al profesorado para llevar a cabo una educación científica de calidad que motive al estudiantado a conocer las investigaciones y políticas que procuran dar respuestas a estas amenazas y a actuar con responsabilidad en sus contextos. connotada de atributos jerárquicos. También puede ser objeto de devaluación por parte de un amplio sector del mundo académico que teme perder un lugar de privilegio en la consideración pública, e incluso disparar resistencias de no pocos/as estudiantes que aspiran a un ideal de científico desvinculado de problemáticas sociales e intereses económicos y políticos, poseedor de un saber incuestionable por las personas “comunes” e inclusive de académicos que asocian la democratización de la producción y difusión de conocimientos con la influencia de disciplinas que suelen considerarse poco rigurosas como las ciencias sociales. LA IMPREGNACIÓN DE LAS TIC EN LA SOCIEDAD: UNA OPORTUNIDAD PARA LA INNOVACIÓN DE LA EDUCACIÓN La acelerada y constante penetración del uso de las TIC en todas las dimensiones de la vida de las personas constituye una fuente constante y amplísima de información, un estímulo para el desarrollo de diversas habilidades y estilos cognitivos, de aprendizaje, de modalidades de interacción, de sociabilidad, de validación y creación de contenidos, de legitimación de visiones y creencias acerca de la “realidad”. En suma, podemos afirmar que en sí mismo el uso de las TIC educa a los sujetos, sin juzgar la calidad y utilidad de los aprendizajes que de allí se derivan. En las últimas décadas la mayoría de los países de América Latina desarrollaron políticas activas para incorporar las TIC a la educación formal, como parte de su compromiso con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000) e influidas por los propósitos trazados en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información a ser alcanzados en 2015. La política más difundida en la región consiste en proporcionar equipamiento tecnológico a niños/as y docentes de nivel primario, -y en algunos países también de nivel secundario-, como medio para asegurar la inclusión de todos los grupos sociales y, en especial, de los sectores postergados en la emergente Sociedad de la Información31. El acceso a estos bienes y la alfabetización digital concomitante se plantean como derechos y/o vías de crecimiento o empoderamiento que, supuestamente, permitirán igualar oportunidades económicas, laborales, culturales, o como mínimo impedirán profundizar las brechas sociales existentes. Esta última premisa ha sido cuestionada por su determinismo monocausal, ingenuo o aliado a determinados intereses económicos y la falta de comprobación de sus resultados. En efecto, las evaluaciones sobre la incidencia del uso de las TIC en la calidad educativa son pocas y sus resultados divergentes, y en algunos casos 31 20 Se trata de programas de provisión de laptops. En algunos casos se acompañan de programas o actividades de distintas duración y calidad de capacitación del profesorado y con portales educativos que ofrecen otros recursos para apoyar el uso. negativos como surge del documento “Enfoques estratégicos sobre las TICS en educación en América Latina y el Caribe” (OREALC/UNESCO Santiago, 2013). Esta publicación los atribuye a una política basada en la “importación” de equipamiento y contenidos digitales en sistemas y ámbitos educativos no renovados sin que medie un análisis previo de los objetivos pedagógicos, las estrategias apropiadas para alcanzarlos y otros factores contextuales. Como resultado, estos recursos terminan ocupando un lugar marginal, como complemento para ciertas actividades, pero con pocos cambios profundos de las prácticas educativas. Una evaluación similar realiza la CEPAL al señalar la importancia de contar con “un panorama del estado de incorporación de las TIC en educación en la región, que requiere observar tanto el acceso, como el uso y los resultados asociados a las TIC” (CEPAL, 2010). A estas consideraciones cabría agregar la importancia de estudiar si esta inclusión repercute en la satisfacción y desempeño, tanto del estudiantado como del cuerpo docente, y su impacto en las familias y las comunidades, entre otros aspectos. También resultaría de gran utilidad analizar si el clima de “novedad” que traen las TIC facilita en los ámbitos educativos una mayor sensibilidad y cabida de la diversidad de intereses y estilos de aprendizaje que suelen predominar en cada grupo genérico; qué habilidades y competencias se valoran e incentivan (tanto en los y las estudiantes como en los/as docentes) y sobre todo si logran trascender la posición de consumidores de las TIC y se apropian de ellas desde una visión de derechos, con capacidad para analizarlas críticamente y proyectar su creatividad. Indudablemente las TIC tienen la potencialidad de acercar a la comunidad educativa a un caudal casi ilimitado de información, y vincularse con esta de un modo más amplio y rico en diversidad. Participar en entornos trans y multimedia, acceder y producir contenidos audiovisuales, animaciones en 3D, crear simulaciones de fenómenos mediante técnicas digitales, o navegar en entornos hipertextuales e hipermedia son sólo algunas de las múltiples opciones. Pero es conveniente recordar que, como señala Wolton (2000, 37): “La igualdad de acceso a la información no es la igualdad ante el conocimiento”. En otros términos, tener acceso a información no implica poseer habilidades para seleccionarlos, analizarlos y/o evaluarlos. Menos aún, que dicha información devenga “naturalmente” en conocimientos significativos o en la capacidad de crear nuevos. La construcción de una Sociedad de la Información realmente incluyente es aquella enriquecida con los aportes de mujeres y varones de todos los sectores sociales. El logro de esta meta no se reduce a igualar el acceso de ambos géneros a las TIC, ni a ampliar sus habilidades para “consumirlas” tal como llegan al mercado. Tampoco se limita a denunciar e intentar cambiar el predominio de un lenguaje o de contenidos sexistas que -por acción y sobre todo por omisión- marginan o invisibilizan intereses, sensibilidades, saberes, creaciones, conocimientos, visiones y prácticas de las mujeres como un colectivo diverso. Entre las asignaturas pendientes se destaca la desigualdad de género en los ámbitos de toma de decisiones de políticas públicas y empresariales. 21 Para avanzar hacia esta meta no basta con que el conocimiento y usos de las TIC quede restringido a ciertas clases o materias específicas en la escuela básica o secundaria e incluso en usos limitados en la universidad (por ejemplo, ligados a la gestión o alguna actividad especial); demanda imaginar cómo entrelazarlas con todo el proceso de aprendizaje creando diseños curriculares novedosos, inspiradores, que inciten a la experimentación, la interacción y el trabajo colaborativo32. Algunos también reclaman que la informática se sitúe como una materia del plan de estudios con el propósito de impulsar el pensamiento computacional que podría favorecer que el estudiantado desarrolle habilidades como “confianza al trabajar con la complejidad, persistencia al enfrentarse a problemas difíciles, tolerancia a la ambigüedad, capacidad de trabajar en equipo (...)”. Como sostiene Jeannette Wing, 'el pensamiento computacional es la nueva alfabetización del siglo XXI'” (La Vanguardia, 2015). Ya en el 2003 en la “Declaración de Quito sobre el rol de las universidades en la Sociedad de la Información” -surgida del Seminario sobre Universidades Virtuales en América Latina y el Caribe, Quito, Ecuador-, UNESCO destacaba que la integración de las TIC para la modernización de la educación superior debía ir acompañada de “cambios en los paradigmas de pensamiento y acción, que garanticen una mayor y mejor accesibilidad al conocimiento, así como su mayor y mejor cobertura, alta calidad y pertinencia social, valorizando para ello el potencial que las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones tienen para la educación” (UNESCO, 2003). Recientemente esta posición se profundizó al reconocer que, dado que vivimos en un mundo caracterizado por el cambio, la complejidad y la paradoja, es imprescindible revisitar los propósitos de la educación y la organización del aprendizaje. Otro aspecto que destacamos en particular apunta a avanzar hacia una mejor comprensión sobre cómo el conocimiento es creado, controlado, diseminado, adquirido, validado y usado. Ello se refuerza con principios éticos que conciben a la educación y el conocimiento como bienes públicos. El informe “Rethinking Education Towards a global common good?” (UNESCO, 2015) anuncia un futuro en el que cual prevalecerán redes complejas y diversas y espacios de aprendizaje en los que interactuarán la educación formal, no formal e informal. Este proceso consistirá una experiencia social y continua; con intervención de los medios de comunicación, el conjunto de herramientas iniciadas con la Web 2.0 que favorecen la generación y socialización de contenidos, con interfaces de usuario más simples e intuitivas como el uso de redes sociales, los blogs y los wikis, el aprendizaje móvil, también llamado en inglés “m-learning” favorecido por la difusión del uso de estos dispositivos, ordenadores 32 22 En las últimas décadas se están elaborando nuevos enfoques teóricos para caracterizar, explicar y sugerir cambios en los procesos educativos que integren el uso de TIC. En general, tienen alguna raíz en el constructivismo ahora reformado y definido como “Entornos digitales de Aprendizaje Constructivista”, que enfatizan el papel de los/as estudiantes en la elaboración del conocimiento; el conectivismo (aprendizaje en y para la era digital) de George Siemens (2005) presentado como un modelo alternativo al constructivismo (aprendizaje dinámico y participativo) y a otras corrientes pedagógicas, los estudios del Social Learning Environment de Jane Hart, sobre escenarios en red ,el e-learning-inclusivo de Juan Domingo Farnós (2004), la nueva ecología de la educación y el aprendizaje invisible de Cristobal Cobo, aprendizaje difuso y/o ubicuo, la inteligencia colectiva de Pierre Levy, entre muchos otros. portátiles y tabletas informáticas, los lectores MP3, los teléfonos inteligentes (smartphones), la inclusión de la robótica, el uso de videojuegos y numerosas aplicaciones asociadas a al aprendizaje de diferentes campos disciplinarios (salud, matemática, biología, ingeniería, entre otros). Sin negar la relevancia e incidencia del uso de las TIC, otro documento “Technologies in Higher Education: Mapping the Terrain” centrado en la educación superior, coloca palabras de cautela respecto de una tendencia eufórica y no reflexiva sobre las condiciones, propósitos y riesgos eventuales que puede ocasionar la incorporación de las TIC sin mediar un conocimiento profundo y actualizado permanentemente sobre el para qué, dónde, cómo y con quiénes se utiliza. Por su parte, el Instituto para las Tecnologías de Información en Educación de UNESCO incluye el enfoque de género en el monitoreo, planificación y transversalización de proyectos y coordina actividades junto a ITU, relacionados con el Día Internacional de las “Niñas en las TIC” (Women and Girls in ICT Day). Por último, resaltamos por su actualidad e influencia futura, algunas de las recomendaciones de la Declaración de Qingdao, aprobada por ministros y altas autoridades de educación participantes en la Conferencia Internacional sobre las TIC y la Educación post-2015, realizada en la República Popular China en 2015. Se trata de la primera Declaración Global sobre las TIC en educación avalada por los gobiernos que aportará a fortalecer el papel de las TIC en el logro de las metas de equidad, acceso, calidad y aprendizaje permanente dentro de las Metas de Desarrollo Sostenible que orientarán los próximos 15 años. Allí se reitera una vez más la necesidad de asegurar que la integración de las TIC en la educación vaya de la mano de una redefinición de los objetivos, metas y estrategias de aprendizaje, de modo que se prepare al estudiantado para desempeñarse como actores en las Sociedades del Conocimiento y en las economías crecientemente basadas en la tecnología. Por tanto, las competencias digitales no pueden considerarse ni tratarse como una habilidad específica, sino que tendrían que integrase trasversalmente a todas las áreas curriculares de los diferentes ciclos educativos. Ello demanda una revisión del rol docente basada en importantes mejoras en su desarrollo profesional y su capacitación, el apoyo tutorial a estudiantes, innovaciones en el diseño curricular y en su implementación, incentivos a la innovación, desarrollo de plataformas y redes para compartir experiencias y crear conocimientos y recursos entre estudiantes, docentes y otros actores educativos. 23 Volviendo a las competencias docentes, cabría mencionar al menos tres conjuntos. Las relativas más directamente al manejo de los dispositivos tecnológicos que se basan en combinar conocimiento disciplinar con la didáctica de la disciplina y el conocimiento de las herramientas tecnológicas, las competencias culturales que favorecen la integración de los contextos culturales de los sujetos dentro de los procesos pedagógicos de modo de generar “un espacio formativo equilibrado desde un punto de vista discursivo-semántico” (Morán, 2015), y las competencias didáctico-curriculares para desempeñarse sobre la base de las nuevas propuestas de currículum flexible y e-curriculum. Estas consideraciones generales se aplican a la educación científica y tecnológica atendiendo aunque problematizando también, sus tradiciones y posiciones sobre su sentido y propósitos en cada ciclo educativo33. Aunque parezca que estos campos disciplinarios estarían más cerca o son más permeables al uso de las TIC, la prevención al respecto es si su utilización es puramente instrumental, eventual, una forma más atrayente de competir en el mercado de ofertas educativas, o está colaborando con un cambio, no sólo didáctico sino también epistemológico, organizacional y ético. SI DE TRANSFORMAR LA EDUCACIÓN EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA SE TRATA, ¿IMPORTAN LAS ACTITUDES, SENSIBILIDADES E INTERESES DE MUJERES Y VARONES? ¿Existen diferencias de género en las preferencias, actitudes, intereses y valoraciones de la ciencia y la tecnología? Si es así ¿qué influencia tienen en las elecciones de carrera de mujeres y varones? ¿Habría que tomarlas en cuenta a la hora de rediseñar propuestas educativas de calidad, relevancia e inclusivas de la diversidad? Mucho se ha escrito sobre este tema, desde distintos planteamientos teóricos sin haber alcanzado conclusiones consensuadas. En realidad, cuando se revisan los estudios en este tema surgen nuevas preguntas que requieren superar las respuestas deterministas, basadas en una o pocas variables (estereotipos sociales, por ejemplo), para dar lugar a exploraciones más complejas en las que se tome en cuenta la diversidad interna en cada grupo genérico según otros condicionantes como clase social, edad, país, etnia, entre otras, y sus interrelaciones con los contextos sociales y culturales, los cambios en las concepciones de ciencia y sobre todo de tecnología, las culturas juveniles y la valoración y afinidades con determinadas áreas de estudio, tanto tradicionales como nuevas, entre otros aspectos. Ahora bien, el estudio “The relevance of Science Education (ROSE)”, realizado por Svein Sjorberg y Camilla Scheiner34, es uno de los más exhaustivos y novedosos en este tema. Participaron numerosas organizaciones de cuarenta países de todos los continentes 33 34 Universidad de OSLO con el apoyo de The Research Council of Norway. 24 Al respecto se suelen observar dos posiciones respecto de los objetivos y métodos adecuados para la educación, en este caso, en ciencias. Quienes defienden la necesidad de que el estudiantado -principalmente de escuela mediaobtenga un conocimiento de los principios científicos básicos; por otra parte, quienes ponen el énfasis en el desarrollo del pensamiento científico como un modo de conocimiento cuyo valor es ubicuo para todos los sujetos en todos los ámbitos en los que actúen (Osborne, et.al.,2003). con el propósito de analizar la dimensión afectiva en la relación de estudiantes jóvenes (de 15 años) con la CyT y, vinculado a ello, su propensión a aprender estas disciplinas y dedicarse a ellas. Se abarcó una amplia gama de aspectos, desde sus experiencias de aprendizaje fuera del ámbito escolar, sus intereses en diversos tópicos científicos y tecnológicos en distintos contextos, sus percepciones y actitudes sobre la ciencia y los/as científicos/as en la sociedad, sus esperanzas prioridades y aspiraciones sobre los desafíos ambientales, entre otros. Se realizaron talleres y debates internacionales entre investigadores/as, y se elaboró un instrumento para mapear las actitudes y vinculaciones afectivas con la CyT en la educación formal. Mientras que muchos estudios de amplia escala como TIMSS y PISA se ocupan de evaluar los aprendizajes de los/as estudiantes y los factores que explican el rendimiento dentro de un plano cognitivo, ROSE destaca el papel que juega la afectividad, no sólo para motivar elecciones de estudio sino como metas en sí mismas del proceso de aprendizaje, para generar respeto y valoración de la ciencia como parte de la cultura. En este sentido, es especialmente remarcable la siguiente afirmación: “cuando los contenidos (hechos, conceptos, leyes y teorías) de la ciencia escolar no se olvidan del “ethos” o del “clima o entorno” del tema, permanecen en las mentes de los/as estudiantes mucho después de que concluyen la escuela, y es probable que determinen elecciones educativas futuras así como otras conductas en tanto ciudadanos/as” (Sjorberg y Scheiner, 2015). El estudio abordó a través de dieciséis preguntas el tópico la educación en CyT en la escuela, con algunas variaciones entre países, en general las respuestas expresan una impresión negativa, ven a estas clases como menos interesante que otras, en especial las jóvenes. La mayoría no cree que la educación en CyT les haya abierto caminos hacia nuevos e interesantes trabajos, ni aumentado sus oportunidades de carrera, también aquí ellas predominan. En cuanto a los intereses sobre tópicos específicos, sólo los varones se inclinan por los aspectos técnicos, mecánicos, eléctricos, espectaculares o explosivos ligados a estos campos y sólo las chicas por la salud y medicina, la belleza, el cuerpo humano, la ética, la estética, la intriga, lo paranormal. La preocupación por temas ambientales atrae más a las mujeres; consideran que las personas deben ocuparse de su cuidado e influir en lo que suceda. Los varones, en cambio, creen que se exagera respecto de los riesgos y confían en que las soluciones vendrán de expertos. También piensan que la CyT puede solucionar todos los problemas ambientales, mientras que ellas apuestan a lo que cada uno/a pueda hacer al respecto. Un toque de atención respecto de las recomendaciones que suelen formularse para atraer a más mujeres a estos campos es que al preguntar sobre su interés en las vidas de científicos/as famosos/as y sus biografías, no les parece un tema motivante -especialmente las chicas- (¿quizás porque la mayoría son varones?). 25 En cuanto al trabajo futuro, las prioridades de las chicas son trabajar con otros/as y ayudar a las personas; las de los varones son trabajar con sus manos, con cosas, máquinas y herramientas, ganar mucho dinero, llegar a ser jefes o famosos y tener trabajos fáciles. Muy pocas desean ser científicas y el porcentaje de varones que quieren serlo también es bajo (cuanto más desarrollado el país, más aún). Lo mismo ocurre con tener un trabajo en tecnología, mientras que el 50% de los chicos tiene una actitud positiva, muy pocas jóvenes –apenas un mínimo porcentaje- desea este tipo de trabajo. Como conclusión de este interesantísimo estudio, los autores afirman que las experiencias, actitudes y preferencias de los y las estudiantes deben tenerse en cuenta en la construcción de la currícula, de los libros de texto y materiales de enseñanza y actividades de aprendizaje, atendiendo a las diferencias de género. Afirman que se requiere “escuchar a los y las estudiantes” para que las clases sean motivadoras, significativas y atractivas. Vincular sus valores e intereses con el proceso de aprendizaje, en otros términos, contextualizar en los/as estudiantes y en sus entornos de vida particulares la educación en CyT, tal como se sugiere desde enfoques teóricos actuales como el constructivismo, el aprendizaje situado y la teoría sociocultural35. 35 Un estudio con fines similares, aunque no contempla las diferencias de género, fue realizado con estudiantes de Iberoamérica (ver Polino, 2011). 26 Características y desarrollo del Programa SOBRE LA METODOLOGÍA Para la realización de la Consulta Online y el Taller de Expertas se utilizó una adaptación de la metodología de estudios de prospectiva basados en la creación de escenarios. Los estudios de prospectiva (o de futuro) surgieron en Estados Unidos durante los años cincuenta y sesenta fundamentalmente en el ámbito empresario. Michel Godet (1985) reformuló el enfoque convirtiéndose en uno de los referentes más influyentes hasta la actualidad36. Según la Sociedad Finlandesa de Estudios de Futuro, el principal objetivo de esta metodología es examinar los múltiples aspectos que conforman las condiciones del presente, las tendencias o factores propulsores e inhibidores de cambios, para de este modo diseñar las tendencias que caracterizarán al futuro. Con frecuencia adopta un enfoque multidisciplinario y contribuye con los tomadores de decisiones estratégicas para optimizar sus opciones de políticas. La OCDE37 propone entenderla como “un conjunto de intentos sistemáticos para mirar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad, con el fin de identificar aquellas tecnologías emergentes que probablemente generarán los mayores beneficios económicos y sociales"38. Existe un acuerdo en que su aplicación requiere intercambios fluidos y colaborativos entre quienes participan. Estimula a desligarse del pensamiento convencional de los campos de experticia y de acción, de la visión cristalizada del presente, o de los discursos sobre el futuro que son expresiones de deseos sin fundamento. Mediante técnicas adecuadas orienta a desplegar la creatividad, potenciar saberes no utilizados, articular de manera novedosa imaginación y conocimiento, de modo de reconocer los potenciales de transformación, incitando a distinguir lo esperable y lo inesperado, lo probable e improbable, los riesgos, lo deseado y no deseado, lo posible de los futuros en la temática o campo del que se ocupan. 36 27 Aunque existen distintas corrientes, un objetivo común es reducir la incertidumbre sobre el porvenir, a través de la aplicación de una metodología sistemática y compleja que apunta a construir “escenarios de futuro”. Según Alexandra V. Cely B. (1999), "el calificativo de método de escenarios se asigna únicamente a aquellos estudios que se realizan teniendo en cuenta los siguientes aspectos fundamentales: analizar el fenómeno en estudio, desde un punto de vista retrospectivo y actual; analizar la influencia de los grupos sociales que son gestores del desarrollo del fenómeno así como de los factores de cambio; presentar los resultados finales en forma de escenarios". Para Francisco José Mojica (2008), el modelo de la prospectiva estratégica toma diferentes formas según la región donde se practique. No obstante, cualquiera sea el modelo “lo fundamental de cualquier estudio prospectivo es su capacidad de señalar rupturas con respecto al presente y de permitir la construcción colectiva del futuro” 37 http://www.oecd.org/ ¿CÓMO SE ADAPTÓ ESTA METODOLOGÍA A LOS FINES DE ESTE PROGRAMA? Durante la Consulta online (tres días de duración) se utilizaron diversas aplicaciones tecnológicas con el fin de facilitar modalidades de participación variadas (testimonios orales, construcción de murales online, debates y mapas conceptuales). Se promovió el intercambio de experiencias, vivencias, opiniones y propuestas, en torno a los siguientes ejes o escenarios: Jornada 1) Recuperar y revisitar el pasado 2) Reconocer el presente 3) Imaginar y proyectar el futuro - Temas Recuerdos y vivencias (positivas y negativas) ligadas a las experiencias educativas en ciencia y/ o en tecnología. Estereotipos/desigualdades de género (implícitos o explícitos) en dichas vivencias. Motivaciones y factores influyentes en las opciones educativas. Modos de percibir a la ciencia y la tecnología. Programas y proyectos innovadores en educación en ciencia y tecnología. Caracterización de las experiencias y análisis de sus estrategias desde el enfoque de igualdad de género. Educación científica y tecnológica con enfoque de género: escenarios, deseos y obstáculos previsibles hacia el 2025. El Taller de Expertas (dos días de duración) recuperó y profundizó los resultados de la consulta online y formuló orientaciones estratégicas para avanzar hacia el logro de los objetivos de este programa, a través de las siguientes dinámicas: 1. Construcción del escenario del presente: principales características de la educación científica y tecnológica. Identificación de procesos de innovación en curso. Experiencias actuales de mujeres y varones en la educación CyT. 2. Identificación de factores propulsores y limitantes para desarrollar procesos de innovación de la educación científica y tecnológica con enfoque de igualdad de género. 3. Presentación de experiencias inspiradoras en género, educación, ciencia y tecnología. 4. Construcción de escenarios deseados y posibles para innovar la educación científica y tecnológica en América Latina integrando el enfoque de igualdad de género. 5. Elaboración conjunta de un mapa de ruta para alcanzar metas posibles de cara al 2025. SOBRE EL CONCEPTO DE INNOVACIÓN A lo largo de décadas la educación ha sido objeto de demandas de cambios por parte de numerosos actores, tanto externos como internos al sistema educativo. Esta demanda se ha intensificado en los últimos años como consecuencia de las profundas y multidimensionales transformaciones que caracterizan a nuestras sociedades. 28 Se le atribuye un retraso, e incluso una resistencia, respecto de los avances en el plano tecnológico, una falta de receptividad y por tanto de respuestas adecuadas a las nuevas normas y valores culturales y a la diversidad de estilos de vida. También se le adjudica una desvinculación crónica del mundo productivo y de las problemáticas sociales económicas y culturales prevalecientes en sus entornos. Se le suele cuestionar la baja calidad de los procesos de enseñanza y los insuficientes resultados en los aprendizajes, la falta de preparación de los docentes, debida a su apatía o desinterés por actualizarse, la irrelevancia y disociación de los contenidos curriculares, la división del tiempo y la conformación del espacio en las instituciones educativas, los sistemas de evaluación y clasificación de los estudiantes, entre otros aspectos. En los últimos años la palabra innovación ha emergido como la clave o el recurso imprescindible para resolver los rezagos educativos y sobre todo para ponerla a tono con las necesidades y expectativas de sociedades complejas, cambiantes, inciertas y atravesadas por múltiples conflictos. Entonces, ¿cómo entender la innovación? En primer lugar, se necesita reconocer que se trata de una noción polisémica que se aplica a numerosos ámbitos y procesos y que ha ido adquiriendo determinadas significaciones, algunas más dominantes que otras. Prevalece en el ámbito empresarial, asociada al empeño en aumentar su productividad, competitividad y ganancia; y se utiliza como una seña de identidad de las empresas, de sus políticas o sus productos. No es inusual que esta representación de la innovación productivista, competitiva y tecnicista se aplique irreflexivamente a la educación. Otro sesgo común es que en su nombre se plantee un imperativo de devaluar y abandonar con rapidez prácticas y modelos previos que por pertenecer al pasado necesitarían ser suplantados por algo totalmente nuevo, que en virtud de esta condición genere mejoras positivas. El origen latino de la palabra (innovare) alude a alterar algo profundamente, introduciendo novedades. Pero ello no implica necesariamente que ese algo para ser válido deba ser totalmente nuevo, ni que todo cambio conduzca a una innovación, ni que toda innovación genere una transformación estructural de lo existente y menos aún que logre las metas deseadas. Lo dicho no pretende negar la necesidad de transformaciones profundas para asegurar la transversalidad del enfoque de género en la educación en ciencia y tecnología, por lo demás motivo de esta iniciativa, pero sí poner algunas notas de cautela y orientación. El proceso de innovación educativa, ya sea incremental o disruptivo, depende de un equilibrio inestable entre múltiples condicionantes (relaciones de poder entre diferentes actores, normas y culturas institucionales, discursos y representaciones sociales, deseos, anhelos, fantasías, etc.) y de una estrategia -o mapa del cambio- que apunte a una dirección y a la vez se atreva a transitar por incertidumbres y situaciones imponderables que lleven a cambiar el rumbo o adaptarlo según los momentos y contextos. 29 Principales resultados 3. PERCEPCIONES SOBRE LA EDUCACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA CON ENFOQUE DE GÉNERO: PASADO Y PRESENTE ¿QUÉ PERSISTE? ¿QUÉ CAMBIA? 30 Flashes del PASADO ¿QUÉ SE RECUERDA DE LAS CLASES DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA? Prevalencia de metodologías de enseñanza tradicionales y poco motivantes. “Los flashes que vienen a mi memoria son clases en salones de bancos y pizarrón al frente, una carpeta donde escribíamos una serie de fórmulas que hoy no podría reproducir, gráficos en un manual y profesores utilizando el pizarrón para dar alguna explicación”. “En general, eran aburridas y enseñadas de manera tradicional sin ninguna intención de cuestionamiento”. Escaso incentivo a la experimentación, la formulación de hipótesis y la comprobación. “[…] Mucha teoría y poca práctica, (…) poco laboratorio y pruebas, y sofocada en un ambiente dentro y fuera del colegio en el que solo los niños podrían ser ingenieros”. “[…] Había un laboratorio pero era utilizado como un espacio más de trabajo con mesas y sillas. Lo más cercano a la experimentación fue una actividad que consistía en elaborar mermeladas de tomate y era parte de un proyecto institucional de venta de productos”. “[…] Lo que veíamos en computación era un aparatoso flujo de diagrama que no entendíamos demasiado”. Como excepción experiencias estimulantes y transformadoras, dependientes de la visión y actitud de apertura del/a docente. “[…] Fue la maestra de matemática (…), quien dejó una gran huella como profesora de una materia a la que la gente, incluyéndome, le corríamos; combinaba las clases con conversaciones sobre sexualidad, relaciones de parejas, (…) inclusive nos hacía ver que como mujeres, todas teníamos la capacidad de lograr lo que quisiéramos. Sus clases venían llenas de ejemplos reales, didácticas, capturaba la atención. Eso me ayudó, así como a mis compañeras (varias hoy son doctoras e ingenieras) a ver las matemáticas y ciencias de manera diferente, a perderle miedo”. “Un docente decidió que teníamos que aprender “computación” y convenció a la directora para que construyéramos computadoras con televisores viejos, teclados prestados y dos computadoras que eran como cajas de vestidos grandes. Nos enseñó a redactar líneas sencillas de código y la lógica general de un programa. No recuerdo que nada haya funcionado pero nos divertimos muchísimo y fue decisivo para mi vida profesional y personal (…) Lo inquietante es que se trató de una iniciativa individual de este profesor”. 31 Creencias y estereotipos sexistas en todas las etapas y ámbitos educativos. “[En] un proyecto en escuela primaria, teníamos que mantener viva una planta de poroto. Lo importante era aprender sobre responsabilidad, pero también de los ciclos de la vida. Esta planta se me murió, pero la profesora me justificó: - “A los niños siempre se les mueren las plantas, pues son las niñas quienes pueden ser madres de la vida”. Esta primera experiencia fue crucial para asignarle al artefacto una visión masculina y a los seres vivos una visión femenina, solo por asociatividad en la dicotomía naturalezatecnología”. “En la educación media en una clase de física, un profesor muy misógino humilló a una compañera muy dedicada y estudiosa por su “falta de rigor” al resolver un problema y hacer caricaturas en torno a la resolución. La ciencia debe ser limpia, clara y neutra, dijo. El tiempo me ha enseñado lo errado que estaba y lo poco limpia, clara y neutra de su afirmación”. “En química orgánica al estudiar estructuras 3D los profesores/as dicen que (…) los hombres tienen mayor facilidad para visualizarlas, mientras que en química analítica cualitativa, el análisis colorimétrico es mucho más simple para las mujeres, quienes distinguen tonos con mayor claridad, lo cual es clave cuando hay nueve categorías de amarillo o cinco de rojo para identificar. (…) Nunca he encontrado algún paper que respalde estas creencias populares de la formación de químicos”. Un único testimonio afirma no haber percibido estos sesgos en su trayecto formativo. “(…) Nunca sentí rasgo de discriminación, todo lo contrario, (…) nunca sentí que las ciencias exactas sean de los hombres solamente”. 32 Instantáneas del PRESENTE ¿QUÉ PERSISTE Y QUÉ CAMBIÓ EN LA EDUCACIÓN EN CYT? ¿SE HA INTEGRADO LA DIMENSIÓN DE GÉNERO? Los/as participantes responden: Siguen vigentes modelos de enseñanza-aprendizaje basados en la transmisión vertical de contenidos curriculares cuyo propósito es inculcar conceptos, modos tradicionales de pensar y hacer ciencia y tecnología. La realización de experimentos o actividades prácticas/colaborativas tiende a ocupar un lugar secundario u ocasional, dependiente de la voluntad del/la docente. En general, los conocimientos científicos se asumen como objetivos, universales y neutrales respecto de valores culturales, intereses económicos y políticos y de la subjetividad de los/as investigadores/a o los/as productores/as de tecnología. A ello se agregan visiones lineales y acumulativas del desarrollo de la ciencia que desconocen las crisis y los cambios profundos de teorías y conceptos; y elitistas en tanto dominio reservado a minorías “especialmente dotadas”. En casos excepcionales, se vincula a la CyT con las problemáticas socioeconómicas de diversos sectores y contextos (global, regional, local), y con las cuestiones ambientales y culturales del presente y del futuro. Prevalece una concepción de estas disciplinas basada en un paradigma positivista, tecnocrático y androcéntrico, que se manifiesta tanto en los contenidos del currículum formal, como en el omitido (invisibilidad de los aportes de las mujeres en la historia de las ciencias y la tecnología, por ejemplo) y en el oculto (uso del lenguaje no inclusivo, naturalización de las relaciones de poder entre los y las estudiantes, desigualdades en las expectativas, evaluaciones y en el trato de mujeres y varones en las dinámicas áulicas, metáforas e imágenes sexistas en los libros de texto y materiales de enseñanza, etc.). Los aportes de los estudios de género –o feministas- a la historia, filosofía, sociología de la ciencia y de la tecnología y sus contribuciones a la innovación de la educación en CyT prácticamente no se conocen, ni difunden. Las ciencias naturales y exactas –también llamadas ciencias “duras”- suelen representarse como un campo de estudio difícil, complejo, objetivo y riguroso, que requiere mucha dedicación y racionalidad, y por tanto serían más afines con las 33 habilidades “naturales” adjudicadas a los varones (“facilidad para los números, para la matemática”, razonamiento abstracto, etc.). A las disciplinas relacionadas con lo social, la comunicación, lo artístico, lo humanístico –las denominadas ciencias “blandas”- no se les atribuye el mismo valor y se las asocia con intereses y aptitudes asociadas con las mujeres. Sólo excepcionalmente se reconocen las implicancias de género en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Lo habitual es referirla a la desigualdad numérica entre varones y mujeres en el acceso a ciertas carreras o profesiones como un dato de la realidad o una cuestión que debiera resolverse, aunque en general no se precise cómo, ni quiénes debieran asumir este compromiso. Las ciencias exactas y naturales y, en menor medida, la tecnología tienden a funcionar como compartimentos estancos; con escasa o nula relación con las ciencias sociales, humanísticas y artísticas. En el nivel secundario y universitario no se suele brindar información sobre los roles laborales que ocuparán quienes estudian ciencias y/o informática y, menos aún, sobre sus derechos y las condiciones de trabajo que tienden a imperar en esos ámbitos y sus impactos en las vidas de ellos y ellas, por ejemplo tensiones entre la vida laboral, familiar, y las tareas de cuidado. ENTONCES, ¿HAY CAMBIOS EN PROCESO? Si bien se perciben pocas variaciones entre el pasado y el presente de la educación científica y tecnológica y predomina un panorama desalentador, o al menos inquietante, se resaltan algunas iniciativas -sobre todo en el ámbito no formal- que ponen en práctica nuevas formas de enseñar y hacer ciencia y tecnología. En ellas se privilegia el aprendizaje participativo y colaborativo, la vinculación con espacios sociales y culturales como museos de ciencia, prácticas/pasantías en empresas y laboratorios, concursos que estimulan la creatividad e invención, clubes de ciencia, campamentos científicos, talleres de programación desde la infancia, creación de aplicaciones, robótica y otras actividades que relacionan el aprendizaje con experiencias lúdicas, artísticas, de trabajo comunitario y algunas que, en especial, estimulan activamente una participación igualitaria de varones y de mujeres en la creación de conocimientos científicos y tecnológicos y que lograron resultados auspiciosos. No obstante, estas experiencias innovadoras no han logrado incidir estructuralmente en las políticas, programas y prácticas educativas. Los avances hacia esa meta enfrentan múltiples obstáculos: culturas institucionales resistentes, un profesorado insatisfecho (por sus condiciones laborales y salariales y cierta pérdida de reconocimiento social y de apoyo a su actualización), alumnos/as poco motivados/as -en especial en el nivel secundario- (en parte, por incertidumbre o falta de perspectivas de futuro en el mundo laboral y por la 34 desconexión de la educación formal con sus intereses y preocupaciones y modos de acceder a la información y la experimentación, por ejemplo a través del uso de las TIC). En suma, las apreciaciones antedichas demuestran que los procesos de cambio de la educación CyT están condicionados por una red compleja de factores tanto endógenos como exógenos al sistema educativo, cambiantes y diversos según los contextos. 35 La revisión del pasado y el análisis del presente preparan el terreno para identificar los factores que pueden incentivar u obstaculizar la puesta en marcha de procesos de innovación de una educación científica y tecnológica con enfoque de género. 4. HACIA LA INNOVACIÓN EDUCATIVA: FACTORES PROPULSORES Y LIMITANTES 36 “El futuro es el presente…un poco más tarde” Jim Dator La revisión del pasado y del presente de la educación CyT dejó en claro la necesidad de impulsar, ampliar y fortalecer cambios estructurales en las formas de enseñar y aprender estas disciplinas a lo largo de todos los ciclos educativos. Ahora bien, puestos a definir cómo hacerlo encontramos algunos factores o condiciones del presente que favorecen ese cambio y otros que pueden impedirlo o al menos obstaculizarlo. Entre los primeros se destacó el sentido de oportunidad para generar cambios que trae consigo la penetración de las TIC en la sociedad y, por tanto, en los ámbitos educativos. Ello conlleva un amplio y continuo debate sobre el sentido, los modos y los fines de los procesos de enseñanza y de aprendizaje (formales e informales), los roles que deben desempeñar docentes y estudiantes y los vínculos entre ambos, la ubicuidad del aprendizaje, la redefinición de las competencias que necesitan las nuevas generaciones para participar activamente en la sociedad actual y en los tiempos futuros, la evaluación y acreditación, entre muchos otros aspectos. El reconocimiento de la relevancia de la CYT para traccionar el desarrollo y el crecimiento económico y productivo, que se traduce en muchos países en mayores inversiones estatales, en creación de puestos de trabajo y de emprendimientos, políticas de incentivos para estudiantes e investigadores, que se complementa con la divulgación de los avances científicos y tecnológicos a lo cual se suma una creciente demanda de científicos/as y tecnólogos/as por parte de empresas y organismos públicos Otro factor capaz de potenciar las transformaciones deseadas es el mayor reconocimiento social de la legitimidad de los derechos de las mujeres y de la igualdad de género y la incipiente inclusión de este enfoque en los ámbitos educativos expresadas en políticas que promueven el acceso igualitario de mujeres y varones en todos los niveles del sistema, la inclusión – en algunos países- de contenidos curriculares y material didáctico no sexistas o coeducativos, una mayor concientización sobre la importancia de evitar y superar la discriminación por motivos de género como condición de las sociedades modernas y democráticas. 37 Coexistiendo con los factores antedichos existen otros que, por el contrario, obstaculizan procesos transformadores de cara al futuro. Entre ellos, la persistencia de premisas y valores en las culturas institucionales de los ámbitos educativos que se resisten a implementar cambios, aun cuando van perdiendo vigencia y, sobre todo, eficacia formativa y valor social en contextos signados por una constante y veloz transformación económica, social, política y cultural que va haciendo visibles problemáticas claves actuales y futuras que sin embargo no llegan a permearlos: cuestiones ambientales; las implicancias éticas del desarrollo y de la utilización de los avances de la ciencia y la tecnología; la desigual distribución de la riqueza; el reconocimiento de la diversidad sexual y de género, la conformación de nuevos tipos de familias, la apropiación reflexiva y el uso responsable de las TIC, la discriminación étnica y racial, entre otras. Esta situación puede provocar insatisfacción en muchos/as docentes que reconocen una desvinculación entre qué y cómo enseñan y lo que ellos/as y sus estudiantes perciben, viven y sufren cotidianamente; sin embargo, moverse de la “zona de confort” dentro de un orden de saber-poder establecido, de una cultura corporativa, les plantea conflictos, inseguridades, los desafía en sus saberes y en el perfil del rol que han adquirido y los expone a posibles sanciones de su entorno profesional y social. Otro factor limitante son las medidas (políticas, programas intervenciones) que procuran innovaciones -que incluso pueden llegar a realizarse- pero de modo coyuntural, quedando sujetas a las decisiones y avales de sectores de poder político que van cambiando y con ellos sus propuestas; o permanecer aisladas de los ejes vertebradores de las prácticas educativas. Estas iniciativas pueden crear una apariencia de cambio que llega a seducir y, por tanto, a apaciguar por cierto tiempo la demanda de transformaciones más estructurales y contextualizadas en entornos con problemáticas diversas. En un sentido similar, las “grandes declaraciones” o los discursos retóricos que no aportan estrategias y medios (legitimidad y recursos financieros) para devenir en prácticas concretas se convierten en un obstáculo quizás menos visible pero muy poderoso. La falta de planificaciones de mediano y largo plazo y de evaluaciones sistemáticas en las que participe toda la comunidad educativa, y de incentivos -tanto morales como materiales- para experimentar otros caminos formativos y de redes o grupos embarcados en proyectos similares puede inducir a una resignación y desmotivación difíciles de revertir. La difusión de una cultura exitista y mercantilista influye en el establecimiento de una jerarquía entre las disciplinas y carreras. En este sentido, las intervenciones señalan que las ciencias exactas no están entre las carreras de moda; progresivamente, el interés de los/as jóvenes se va desplazando hacia otras disciplinas que tienen más marketing y parecen más glamorosas o prometen mejores ingresos. Las representaciones sociales de las carreras no sólo condicionan las elecciones de la juventud sino que también pueden ser un factor que refuerce prácticas elitistas y conservadoras como modo de diferenciación “las exactas no están de moda pero son rigurosas y serias” o, en el otro extremo, motivar una competencia por su lugar en el ranking incentivando la adopción acrítica de modalidades de aprendizaje afines a otras disciplinas sin evaluar su pertinencia y sus consecuencias en el aprendizaje. 38 Para la elaboración de recomendaciones el conocimiento de datos y experiencias realizadas, es necesario pero insuficiente. Se necesita, entre otros aspectos, un ejercicio de imaginación, de expresión de deseos, de apertura del horizonte y tolerancia de la incertidumbre. 5. EL ESCENARIO DESEADO: LA INTEGRACIÓN DEL ENFOQUE DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN CYT 39 Si el deseo es planificar e implementar una educación científica y tecnológica que tenga como uno de sus pilares fundantes el enfoque de género, este camino no puede desembocar en un programa específico sobre género que se reduzca a algún contenido en el currículum o a trabajarse en un taller ocasional, quedando en los márgenes de políticas y programas o evaporarse con el tiempo por falta de recursos. Requiere una práctica transformadora, de largo plazo, sustentada en un marco teórico que lleva décadas de producción de conocimientos y de orientaciones de políticas. También demanda consensos a partir de diálogos de diversos actores comprometidos con innovar el qué, el cómo, el para qué y el dónde de una educación en CyT de calidad, incluyente, incitante de la creatividad, y la reflexión crítica, relevante y fuertemente implicada con las problemáticas, demandas, inquietudes; y también receptiva de las invenciones y creaciones que surgen de los contextos sociales y de las vidas cotidianas de mujeres y varones. ¿CÓMO IMAGINARON LOS/AS PARTICIPANTES EL ESCENARIO DESEADO? La educación científica y tecnológica es un componente integral de un ecosistema dinámico o un nuevo entorno ecológico39 de aprendizaje, inclusivo, auto-reflexivo y dispuestos hacia una continua evaluación y optimización. Atraviesa todos los ciclos educativos, adecuándose a las necesidades y posibilidades de aprendizaje en diferentes etapas de la vida y equilibrando la formación de capacidades básicas comunes con la inducción hacia trayectorias personalizadas. En todas sus fases, distintos factores convergen -o se intersectan- produciendo una sinergia que contribuye a la innovación: Una educación cuyos fines, sentidos, metas y prácticas mantienen conexión con las posibilidades, necesidades y cambios de la expansiva, aunque desigual, globalización de la Sociedad de la Información y del Conocimiento. En conexión con los aportes que diversas corrientes, dentro de los estudios de género o feministas, realizan sobre cuestiones pedagógicas y didácticas40 y sobre los marcos epistemológicos, analíticos y metodológicos que debieran fundamentar una ciencia y una tecnología superadoras de sesgos y estereotipos de género. Investigadores/as y formadores/as en ciencias “exactas” y naturales, creadores/as de tecnología, investigadores/as y profesores/as en ciencias sociales, humanidades y 39 40 Se suele afirmar que en la últimas décadas se está desarrollando una nueva ecología del aprendizaje definida originalmente por Barron (2006) y posteriormente retomada por Cesar Coll (2013), dicha ecología refleja y valida una acción educativa que no se circunscribe a las instituciones formales, transcurre en múltiples escenarios y con la intervención de diversos agentes educativos, facilitados por la difusión de las tecnologías digitales, se desarrolla a lo largo de toda la vida, fomenta el desarrollo de competencias apropiadas y personalizadas para desempeñarse en el mundo actual y a futuro, propicia la participación en comunidades de interés, práctica y aprendizaje. 40 La pedagogía crítica feminista, que tuvo su momento de efervescencia a inicios de la década de 1990 en Estados Unidos, se caracteriza por su cuestionamiento al esencialismo, fundamentalismo y todo tipo de universalismo, binarismo y cosificación de lo identitario y colectivo (Kathleen Weiler,Elizabeth Ellsworth, entre otras). Si bien no ha resultado fácil compatibilizarla con las prácticas educativas institucionalizadas, abrió líneas de trabajo muy productivas en el cuestionamiento de los paradigmas educativos hegemónicos, los criterios universalizados de verdad, normalidad, las relaciones de poder en los ámbitos educativos, y facilitado la emergencia de voces y saberes de grupos subalternos o silenciados. disciplinas artísticas conforman redes y comunidades de práctica multi, inter y transdiciplinarias abocadas a realizar colaborativamente proyectos significativos para un desarrollo humano sostenible con igualdad de género. Educadores/as e investigadores en CyT interactúan sistemáticamente con actores (mujeres y varones) de sus respectivos contextos con el propósito de identificar diversas necesidades y demandas en común, e integrar sus saberes y valoraciones en proyectos de interés compartido. Los ámbitos de educación formal, no formal e informal están interconectados dando lugar a estrategias que aprovechan las potencialidades educativas del uso de los recursos digitales para acceder y procesar un caudal amplísimo e incesante de información, incentivar la experimentación, la creación de conocimientos, la invención, resolución de problemas, el pensamiento prospectivo, etc.. La apropiación de las TIC para fines educativos no se traduce en una idealización o fanatismo tecnológico, ni una pérdida del valor de la tarea docente. Va acompañada del conocimiento de los derechos digitales, el análisis crítico de las distintas modalidades de violencia en estos entornos, las brechas de género, etnia y socioeconómicas en el acceso y usos, y son objeto de estudio desde la historia, la filosofía, sociología, economía. Se estimula a mujeres y varones de distintos niveles socioeconómicos y entornos culturales a desarrollar sus “vocaciones” científicas y/o tecnológicas, revirtiendo una educación elitista y androcéntrica. Se generaliza y jerarquiza como meta educativa una culturalización científica y tecnológica de la ciudadanía que favorece: o 1) el ejercicio de sus derechos a conocer no sólo los “avances” o hitos excepcionales de la CyT, sino también los intereses económicos y políticos que condicionan explícita o implícitamente ciertos desarrollos científicos y producciones tecnológicas y no otras; o 2) la toma de decisiones responsables y de una posición ética y propositiva frente a las consecuencias negativas o riesgosas de los productos de la CyT y/o al acceso desigual a sus beneficios; o 3) develar y problematizar los sesgos de género en la creación y difusión de la ciencia y la tecnología41. Las instituciones educativas, los ámbitos científicos y de creación tecnológica, y los distintos medios de comunicación se ocupan de transformar las representaciones elitistas, androcéntricas, jerarquizantes de determinados saberes (de centros de 41 41 Por ejemplo, indagando cuál género predomina entre los/as investigadores/as y en la jerarquía de los equipos, si sus resultados a un género en particular, cómo se describe o caracteriza a las mujeres científicas y a las tecnólogas, si hay diferencias entre los artefactos tecnológicos asociados a mujeres y varones, entre otros aspectos que van conformando la representación social de estas profesiones, lo cual suele tener consecuencias en las elecciones de carrera de mujeres y varones. poder occidentales) y patrimonio de individuos excepcionales, por lo común masculinos. Para ello, se enfatiza el conocimiento de la inscripción socio-histórica de la CyT y sus asociaciones y confrontaciones con las relaciones de poder en distintos contextos y momentos de la historia de la humanidad. Los diseños curriculares y las estrategias didácticas apuntan hacia el desarrollo de habilidades y competencias básicas y personalizadas que facilitan la empleabilidad atendiendo a las formas y condiciones de producción y demanda de empleo predominantes en el presente y a las anticipaciones hacia el futuro. Junto a ello se fortalece el conocimiento de los derechos laborales, las condiciones que aseguran un trabajo digno y se estimulan las disposiciones subjetivas y relacionales necesarias para sostener un balance armonioso y satisfactorio entre trabajo, vida personal y familiar y la corresponsabilidad para las tareas de cuidado. La formación continua del profesorado en CyT: o 1) alienta el interés investigativo en especial de sus propias prácticas y su participación activa en el diseño de los contenidos, fines, métodos y criterios de evaluación. o 2) Pone en valor sus experiencias de innovación, en especial, las que revierten matrices culturales que reproducen desigualdades de género, etnia,y económicas, etc. o 3) Incorpora transversalmente las contribuciones de los estudios de género a la didáctica de la ciencia y la tecnología. o 4) Favorece la participación en redes y comunidades de práctica, el acceso y análisis de experiencias internacionales con este enfoque. Impulsa la creación de instancias de evaluación de las culturas institucionales y la formulación de propuestas que remuevan sus resistencias al cambio y favorezcan relaciones más satisfactorias y productivas entre docentes, estudiantes y diversos actores de la comunidad. Las políticas educativas, las de ciencia, tecnología e innovación y las sociales se planifican, coordinan y evalúan de manera articulada teniendo como horizonte las metas de desarrollo sostenible con cohesión social, participación ciudadana, una mejora en la calidad de vida de todos los grupos sociales, y se asegura la transversalidad del enfoque de género en todas las fases de dichas políticas, así como los recursos financieros y humanos para su efectivo cumplimiento. 42 6. DE LO DESEABLE A LO POSIBLE: ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO 43 INCIDENCIA Aprovechar todas las oportunidades de revisión y propuestas de innovación de políticas educativas, científicas y/o tecnológicas orientadas a responder a las necesidades de las sociedades contemporáneas, para integrar los aportes del enfoque de género a sus prioridades, objetivos y metas (por ejemplo, congresos, conferencias, foros, consultas nacionales/internacionales, etc.). Acercar a los decisores de políticas educativas, científicas y tecnológicas, evidencias surgidas de investigaciones cuanti y cualitativas sobre cuestiones de género en estos campos que les permitan fundamentar decisiones de rumbos alternativos. Promover una composición equilibrada de varones y mujeres en los comités de evaluación y jurados de concursos docentes y de investigación. Llevar a cabo acciones de concientización sobre la necesidad de evitar sesgos de género en las evaluaciones de docentes, investigadores/as, autores/as. Proponer a los organismos competentes medidas tendientes a igualar las oportunidades de investigadores/as y docentes como: Extender las licencias por maternidad y paternidad Ampliar los plazos para la presentación de informes obligatorios para aquellas investigadoras que han tenido hijos/as. Proponer la producción de un: “Libro blanco” sobre las mujeres científicas de América Latina y actualizarlo periódicamente. “Latinobarómetro” sobre género, ciencia y tecnología. Elaborar guías u otros recursos que faciliten la transversalización del enfoque de género en políticas y programas educativos en CyT en los distintos niveles del sistema. Propender a que los estudios de género se reconozcan y valoren como campo disciplinar en las universidades. COMUNICACIÓN PARA LA SENSIBILIZACIÓN Estimular la creación de piezas comunicacionales (gráficas, audiovisuales y digitales) que -de manera creativa y didáctica- den a conocer un conjunto de situaciones asociadas a las diferencias y desigualdades de género en la ciencia y la tecnología. Diseminar experiencias de coeducación en CyT: fundamentos, metodologías y resultados. 44 Apoyar la creación de campañas nacionales y regionales que visibilicen la participación de las mujeres en la CyT: los beneficios que aportan al desarrollo de estos campos y de sus sociedades así como también los obstáculos que enfrentan para su acceso y desempeño. Participar en campañas relacionadas con estos temas que llevan a cabo organismos internacionales, del sector privado, universidades, centros de investigación, ONG (por ejemplo, Día de las Niñas en las TIC-ITU; Premio L´Oreal - UNESCO), destacando las condiciones particulares de las niñas y mujeres latinoamericanas y del sistema científico y tecnológico en la región. Concientizar a periodistas especializados/as en divulgación CyT sobre la necesidad de integrar una perspectiva de género en la selección y tratamiento de las temáticas, y en sus discursos y lenguaje. Apoyar actividades de divulgación CyT para la ciudadanía que, junto con destacar su relevancia en la sociedad actual, den cuenta del rol de mujeres y varones en su creación y/o en los usos de sus resultados. INVESTIGACIÓN Y DIFUSIÓN DE NUEVOS CONOCIMIENTOS Promover la realización de estudios sobre: la composición por género de las plantas docentes y de investigación de las instituciones académicas. sesgos de género en los planes curriculares de materias y carreras científicas y tecnológicas, entre otros aspectos. trayectorias educativas y laborales de mujeres y varones en estas áreas. Demandar a los organismos responsables, la producción de estadísticas desagregadas por sexo y la creación y utilización de indicadores de género, tanto en educación como en ciencia y en tecnología; asegurando el libre acceso a sus resultados. Incentivar a las universidades y a los centros y agencias gubernamentales de investigación a colocar dentro de sus prioridades, la realización de estudios sobre cuestiones de género en la CyT poco exploradas en América Latina, teniendo como meta su aplicación en la innovación educativa. Motivar a los y las docentes en formación y en ejercicio en los distintos niveles del sistema a desarrollar investigaciones colaborativas sobre estereotipos de género en las culturas institucionales, contenidos y prácticas educativas en CyT. 45 Impulsar una mayor visibilización de la producción científica y tecnológica de mujeres latinoamericanas en revistas, sitios web de organismos educativos de ciencia y tecnología, redes sociales. FORMACIÓN De formadores/as Proponer la realización de consultas de intercambio y debates (presenciales y/o virtuales) con amplia participación de formadores de docentes y de docentes de todos los niveles educativos para elaborar innovaciones -sustentadas en el enfoque de género- de contenidos y estrategias didácticas en CyT. Alentarlos/as a participar en espacios de intercambio en las redes sociales destinados a compartir experiencias novedosas, propuestas sobre el futuro de la educación en la región, debates en torno a los impactos de la ciencia y la tecnología en la sociedad, la economía y las personas, la brechas de género en estos campos, etc. Colaborar con el diseño de las currículas y de las estrategias pedagógicas en la formación continua del profesorado -en especial en CyT- de modo de integrar transversalmente el enfoque de género. De los y las estudiantes Según los niveles educativos, aprovechar los espacios de encuentro de niños/as y jóvenes para incentivarlos/as a experimentar modalidades creativas de aprender Ciencia y Tecnología (museos, clubes de ciencia, expediciones, campamentos, exposiciones). Motivarlos/as a explorar e interactuar en sitios web, blogs, aplicaciones y otros recursos digitales que abordan de manera original los temas de CyT en su vinculación con cuestiones de género. Estimular a comunidades de programadores/as y al sector privado a crear y difundir recursos (videojuegos, aplicaciones, guías, etc.) que favorezcan el desarrollo de competencias para detectar las desigualdades por motivos de género en la CyT y transformarlas. Alentar la realización de diálogos y actividades conjuntas entre estudiantes y científicos/as y tecnólogos/as para propiciar un acercamiento más directo a los procesos y habilidades que demanda crear y transmitir conocimientos en estas disciplinas, y anticipar situaciones que afectan a mujeres y varones en los ámbitos de trabajo. 46 INCENTIVOS Premiar a instituciones que implementen programas y proyectos educativos en CyT que conjuguen la innovación curricular y pedagógica con una visión de género y sean sostenibles (por ejemplo, a través del otorgamiento de un “sello de calidad educativa”). Alentar mediante becas, cupos u otras medidas a niñas y jóvenes a interesarse y optar -de manera informada- por carreras en CyT. Incentivar a las universidades a desarrollar medidas y acciones destinadas a retener a estudiantes mujeres en carreras con baja presencia femenina. 47 BIBLIOGRAFÍA AKKER, J. (1998). The Science Curriculum: between Ideals and Outcomes. En Fraser, B.J. y Tobin, K, G. (Ed). 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