Pbro. Emilio Betancur Múnera La Eucaristía “UNA PROPUESTA PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN” © Pbro. Emilio Betancur Múnera Primera edición: Mayo de 2012 Diseño Caratula y Diagramación Jorge I. Correa - DCG Carátula Última Cena “Libro d’Ore” di Bona Sforza (ca. 1490) British Library. Londres, Inglaterra. Impresión Industria Gráfica Litoservicios S.A.S. Medellín, Colombia Impreso en Colombia - Printed in Colombia Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro, por cualquier proceso reprográfico o fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset o mimeógrafo. (Ley 23 de 1982) ÍNDICE Presentación ......................................................................................... Introducción ......................................................................................... Pablo: Cruz y culturas ........................................................................ Cruz y Resurrección ............................................................................ Convencido por experiencia .............................................................. La Cruz revela el Imperio .................................................................. Estar crucificado con Cristo (Gal 2, 15-21) ....................................... Muerto al pecado y viviente para Dios en Cristo (Rm 6, 4-11) ..... Pablo aceptó el trasplante .................................................................. Bautismo y culto .................................................................................. Conversión: nuevo énfasis ................................................................. Vida en Cristo y comunidad .............................................................. La cena del Señor ................................................................................. “Esto es mi cuerpo que se entrega…” .............................................. La Eucaristía asume los conflictos .................................................... La muerte del pan y el vino ............................................................... Una comida compartida ..................................................................... La comida es una fiesta ....................................................................... Nos reunimos para ser enviados ....................................................... Pablo, de la Eucaristía a la solidaridad (2Cor 8, 1-24; 9, 1-15) ....... Bibliografía ........................................................................................... LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 7 9 11 12 14 15 19 20 21 22 23 24 26 30 33 35 36 37 38 39 59 5 PRESENTACION C uando se trata de relacionar la Eucaristía y la Nueva Evangelización, no se pueden olvidar dos dimensiones inherentes a esta tarea: el cambio de vida y la esperanza escatológica. El Papa Juan Pablo II, en su encíclica Ecclesia de Eucharistia, dice que “Anunciar la muerte del Señor «hasta que venga» (1 Co 11, 26), comporta para los que participan en la Eucaristía el compromiso de transformar su vida, para que toda ella llegue a ser en cierto modo «eucarística». Precisamente este fruto de transfiguración de la existencia y el compromiso de transformar el mundo según el Evangelio, hacen resplandecer la tensión escatológica de la celebración eucarística y de toda la vida cristiana: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap. 22, 20)” (n.20). En este sentido, el anuncio de la Buena Nueva, tal como lo hizo el apóstol Pablo, propone necesariamente hacer de la vida una vida eucarística, al ejemplo de Cristo, esto es, en permanente entrega de amor y a la vez, caminando hacia los cielos nuevos y la tierra nueva, porque, como bien lo dice el Señor, “estamos en el mundo”, pero “no somos del mundo” (cfr. Jn. 17,16.18). Todo esto permite entender por qué la Eucaristía es la mejor propuesLA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 7 ta para la Nueva Evangelización, pues de ella surge la vida de la gracia y es fuente de salvación para todos los que crean y se alimenten de ella. De la mano del apóstol Pablo, el P. Emilio Betancur Múnera invita a hacer el camino de la Eucaristía, como camino de apostolado litúrgico y evangelizador. Este es un camino que comienza desde el bautismo, se nutre con la Palabra y el pan de vida, y se hace concreto en la vivencia diaria de la caridad solidaria. Que la Eucaristía sea realmente estímulo para asumir el compromiso de hacer visible en los tiempos actuales todo el amor de Dios, revelado en Cristo, para que nuestras vidas se transformen, y así todos tengamos de verdad, razones para vivir y para esperar. Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez Rector UPB 8 Pbro. Emilio Betancur Múnera INTRODUCCIÓN E l texto “La Eucaristía, una propuesta para la Nueva Evangelización”, es una reflexión enmarcada en los cincuenta años del Concilio Vaticano II, el evento Eclesial que significó y sigue siendo la mayor apertura a la cultura, el más serio diálogo con la misma y el inicio de uno de los momentos de mayor renovación de la Iglesia. Dicho ideal de renovación se llama hoy: Nueva Evangelización que ha sido inspirada particularmente por el Papa Juan Pablo II; “Aparecida” Benedicto XVI, con su propuesta de la “Misión Continental”. El próximo Sínodo sobre la Nueva Evangelización busca, entre otros objetivos, afianzar el reto de engendrar de nuevo la Fe. Una de las novedades de la Nueva Evangelización está en el hecho de ser propuesta para la nueva Hermenéutica Cultural. La Iglesia tiene la posibilidad y responsabilidad de ofrecer a la Cultura actual su Kerigma original (Hermenéutica) como lo ha hecho con otras culturas y en otros momentos cuando ha sabido encarnar la Palabra, iniciar o reanimar la Fe. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 9 La experiencia mística de Pablo en su encuentro con el Crucificado-Resucitado le exigió releer la primera Alianza, su propia vida, la cultura del mesías político de los judíos, de los dioses griegos “Atenas” y del Imperio Romano con el emperador como Hijo de Dios. Así Pablo, como evangelizador culto propuso a tres culturas el Crucificado-Resucitado como Salvador. A la propuesta se adhería por el bautismo como experiencia de muerte, se ingresaba a la comunidad de quienes tenían a Jesús, no al César, como Señor y se participaba en la Eucaristía como memorial de Salvación y experiencia de fraternidad que se extendía como cultura de la Solidaridad. El recorrido de este texto obedece a la Nueva Evangelización para la Nueva Cultura, teniendo en cuenta las palabras de San Ireneo: “Pablo no es todo, pero nada sin Pablo”. 10 Pbro. Emilio Betancur Múnera La Eucaristía “UNA PROPUESTA PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN” PABLO: CRUZ Y CULTURAS Yahvéh el Dios de la ley le cambió de Dios a Pablo por un Crucificado-Resucitado. Pablo se encontró en Damasco con un crucificado-resucitado. Él ya conocía las crucifixiones de Roma llevadas a cabo por el imperio por razón de no pagar los impuestos y no cumplir su propia ley judía. El encuentro en Damasco obligó a Pablo a leer de nuevo la primera alianza, su vida personal, la vida del futuro y la esperanza mesiánico-política de Israel. La ley de Moisés dejo de ser su referente (circuncisión) para serlo el amor de Dios, manifestado en el crucificado resucitado” y “mientras vivo en la carne mortal, vivo de fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mi” (Gal2, 20ª). Más tarde también leería la cultura griega y grecorromana desde la cruz. La griega diciendo a los griegos en el camino hacia el Areópago que el dios desconocido o los dioses, decía la inscripción del altar, era Jesucristo crucificado, dando así por eliminado el imperio de los dioses, en su principal sede cultual, Atenas. Al Emperador romano le advirtió que él no era el Hijo de Dios, porque el Hijo de Dios era un crucificado-resucitado. Pablo evangelizó tres culturas desde su experiencia mística de la CruzResurrección. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 11 Para él, el resucitado fue un crucificado. La cruz y la resurrección dieron origen a muchas revelaciones; y aspectos diferentes de mirar a Jesús. ¿Cómo reconoció a Jesús el que nunca había visto? Al contemplar al resucitado Pablo recordó las heridas de los crucificados por el poder romano en Jerusalén ahora convertidas en cicatrices del resucitado Jesús. Donde estaban las heridas de la cruz ahora aparecían las cicatrices. Esto le instó a decir a San Agustín que el proceso de la conversión y la fe es el paso de las heridas a las cicatrices. El cuerpo de Jesús simultáneamente lo contempló Pablo como herido y glorificado. CRUZ Y RESURRECCIÓN Todo el mensaje de Pablo se sintetiza en esta frase: “Cristo crucificado”. “Anunciamos a Jesucristo crucificado” 1Cor 1,23: “Pues yo, cuando fui a vosotros hermanos y hermanas decidí no saber nada entre vosotros excepto Cristo Jesús, y a él crucificado” (1 Cor2, 1-2). Es el mismo énfasis que encontramos en la carta a los Gálatas: “que no me gloríe en nada excepto en la cruz de Cristo” (Gal 6,14). La muerte de Jesús era para Pablo una muerte salvífica, es decir, poseía el poder de salvar. Aunque Pablo creía en la Vida Eterna, el hecho de ser salvado era un acontecimiento que afectaba a la vida antes de la muerte, era algo que ya estaba sucediendo en esta vida, a este lado de la 12 Pbro. Emilio Betancur Múnera muerte en beneficio de todos, los que hacen el mal, (los impíos) y por nosotros.(2Cor 5,15;5,6,5,8). La importancia del crucificado no significa que Pablo demerite la vida de Jesús, de lo contrario no hubiera tenido que hablar de otros aspectos sobre Jesús con Lidia (Hch16, 13-15). La proclamación de Cristo crucificado no impedía que se hablara de quién era Jesús, lo que enseñó y representaba para la fe. Cruz y resurrección son para Pablo dos elementos inseparables. De lo contrario la cruz hubiera sido una simple ejecución o un ajuste de cuentas, otra vida eliminada por la autoridad imperial. Damasco transformó la forma de ver la muerte de Jesús, la muerte no fue una ejecución sino una revelación. La resurrección dio sentido a la cruz y la cruz dio sentido a la resurrección. Pablo parte de la premisa de la esperanza judía para explicar la resurrección de Jesús. Pero la escatología judía de tiempos de Jesús no se refería al final del mundo físico sino a la transformación del mundo actual. La esperanza de una resurrección general era, así, la esperanza en lo que podríamos denominar “la gran purificación del mundo de Dios”, por ello Pablo habla de la Resurrección de Jesús como primicia de los que han muerto (1Cor15, 20). Pablo comprendió la resurrección de Jesús como el comienzo de la resurrección general que ocurriría pronto. (Aquí Pablo se equivocó). La resurrección de Jesús indica que la resurrección de los muertos ya ha empezado. El imperativo para nosotros es participar en ella. Se trata de una escatología de participación, de colaboración, una escatología como proceso, más que ceñida LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 13 a un acontecimiento instantáneo. Así la muerte y resurrección de Jesús son transformación interior y proclamación del Señor Jesús, no del césar como hijo de dios. El Señor resucitado ya empezó esta transformación personal y social. CONVENCIDO POR EXPERIENCIA La convicción que Pablo tenía de que Dios había resucitado a Jesús se fundamentaba en su propia experiencia. (1Cor 15). El texto deja entrever que la experiencia de Damasco tuvo lugar unos tres años después de los cuarenta días de apariciones que se nos cuentan en Hechos. Esta experiencia es un suceso prolongado y no un breve período de tiempo. “se me apareció también a mi” no significa que esta experiencia cesó con la suya sino que, probablemente fue la última experiencia de la lista. “Apareció” indica las experiencias no sólo de Pedro y los demás, sino también la suya... “Visiones” significa que no eran experiencias que pudieran fotografiarse o algo que pudiera menospreciarse por ser visiones, pues estas son reales y conocidas. Pablo refuta la creencia de los Corintios de que la resurrección de los muertos era lo mismo que la inmortalidad de las almas. El cuerpo Resucitado no es el cuerpo previo a la muerte que era devuelto exactamente idéntico a la vida. Pablo afirma que hay muchos tipos de cuerpos (1Cor15, 38-41), hay cuerpos físicos y resucitados. La metáfora compara el cuerpo físico a la semilla que se siembra. El cuerpo Resucitado, incluido 14 Pbro. Emilio Betancur Múnera el de Jesús, es un cuerpo espiritual: resucitado, imperecedero, en gloria y poder, el Cristo resucitado es un espíritu que da vida. “Si Cristo no resucitó vana seria nuestra fe”. La resurrección no tiene nada que ver con la vuelta a la vida en una forma semejante a la que se tenía antes de morir. Mejor, la diferencia es tan enorme como la que existe entre la semilla que se siembra y la planta totalmente desarrollada que surge después. La convicción que Pablo tenía de que Dios había resucitado a Jesús se fundamentaba en su propia experiencia de Cristo resucitado. No se basaba en relatos como los narrados en los Evangelios. LA CRUZ REVELA EL IMPERIO Antes de que Jesús naciera en el siglo I y en el mismo mundo Mediterráneo, se hablaba de otro ser humano “hijo de Dios” llamado Cesar Augusto el primer gobernante indiscutible del imperio Romano que ejerció su poder entre los años 31 AEC y 14 EC. Augusto era el divino, el hijo de dios y el dios de dioses, era el señor, el liberador, el redentor y el salvador de toda la tierra. Palabras como justicia, epifanía, evangelio, gracia y salvación, pecado y expiación, estaban asociadas con Augusto. “Augusto” era el encargado de expiar los pecados de los padres, se decía en las Odas de Horacio. Todas estas afirmaciones eran propias de la teología imperial Romana y se relacionaban con Augusto antes de aparecer la teología católica paulina. A Pablo, la experiencia del amor de Dios en el crucificado lo llevó a la certidumbre de que Dios había resucitado a Jesús, y por tanto, que el imperio romano se había equivocado. Su experiencia LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 15 del crucificado lo llevó a oponerse a la visión y el culto imperial a los cesares como hijos de dios. La nueva divinidad de Pablo era Cristo y no el César. A eso corresponde la expresión de Pablo: “Jesús es el Señor”. “Por eso nada vale la pena en que gloriarse si no es en la cruz de Jesucristo por la que el mundo ha sido crucificado por mí y yo para el mundo” (Gal6, 14; Col2, 15). Razón para que Pablo dijera que no centraba la vida en la sabiduría de este mundo sino en Dios. Para la teología imperial romana no constituía problema alguno afirmar que un ser humano era por una parte hijo de dios y por otra, dios encarnado. Para el Imperio una persona podía ser al mismo tiempo plenamente humana y plenamente divina, máxime cuando sus teólogos eran artistas y poetas. La teología romana nunca pensó someterse a la filosofía griega; o al concepto de Mesías para Pablo. Para Augusto la religión lleva a la guerra, la guerra a la victoria y, finalmente, la victoria lleva a la paz. Ese era el camino del mundo, el destino de las naciones, la normalidad de la civilización y la voluntad de los cielos. Pablo desde Jesús y el contexto judío presenta una alternativa, pasando todas las realidades y el lenguaje del imperio Romano a la teología cristiana encarnada en Cristo. El título elemental utilizado en forma alternativa es: “Nuestro Señor es Jesús” (Hch25, 25-27). 16 Pbro. Emilio Betancur Múnera La alternativa de Pablo es bien clara cuando dice que la paz se obtiene por medio de la justicia, lo importante es tener en cuenta a Dios-Padre para entender que es justicia desde Dios. Se trata de la justicia distributiva no de la retributiva o punitiva. Sólo habrá paz en la tierra cuando todos los miembros de la casa-mundo de Dios, -reciban una justa e igualitaria- participación en su riqueza, cuando todos los miembros de la familia de Dios tengan lo suficiente. La diferencia esencial entre el programa de César y el Cristo es la que existe entre una paz impuesta mediante la victoria a través de la violencia y una paz que se genera a través de una justicia no violenta, las dos prometen la paz en la tierra, pero la confrontación está en los medios no en los fines: Religión—no violencia—justicia—paz. Jesús el mesías-Cristo. Religión—violencia—victoria—paz. Cesar el emperador. En el contexto histórico de Pablo, el Mesías crucificado, poseía un sentido anti imperial. Pablo no afirma que Jesús murió, ni que fue asesinado sino que Cristo fue crucificado, para indicar que fue ejecutado por la autoridad imperial. La crucifixión era la modalidad romana de ejecución. En tiempo de Pablo la cruz era siempre la cruz romana. La crucifixión por pública, larga y dolorosa transmitía un mensaje claro: si se desafiaba la autoridad imperial a cualquiera le pasará lo mismo. Era un terrorismo de Estado. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 17 Si Jesucristo fue crucificado fue por ser contrario al imperio y el Evangelio de Pablo que era la cruz, era también contrario al sistema imperial. El imperio mató a Jesús y la cruz fue el no al imperio de Roma, por eso Dios lo resucitó. La resurrección fue el no de Dios al imperio y los poderes de ese mismo imperio que habían matado a Jesús. Jesús fue ejecutado por Roma pero reivindicado por Dios. (Hch2, 23-24) “Jesús fue ejecutado por autoridades pero Dios lo hizo Señor y Mesías (Hch2, 32). En definitiva esto significaba: Jesús es el Señor y César no lo es. Así es como Pablo opone la Sabiduría de Dios y la sabiduría del mundo. También se contraponen poderoso y poder con débil y debilidad (1Cor 18-2,8). La sabiduría no es la filosofía de los griegos sino la autoridad imperial romana. La sabiduría de los griegos es la sabiduría de esta Era encarnada en los gobernantes de Roma. Pablo no acusaba sólo a Roma sino a lo que veía en ella, el modelo normal del mundo, su modo de vida y de ver las cosas, como sistema de dominio, con pocos que usaban el poder, la riqueza y la sabiduría para organizar la sociedad de acuerdo a sus propios intereses, dominando mediante el uso de violencia y amenaza de violencia. La paz se lograba mediante la violencia y la conquista violenta, de la teología imperial romana. La ideología del imperio es la sabiduría de este mundo, estúpida, brutal, y asesina. En la Nueva Evangelización y la Misión Continental valdrá la pena hacer una lectura desde el Crucificado-Resucitado sobre la situación actual nuestra. 18 Pbro. Emilio Betancur Múnera ESTAR CRUCIFICADO CON CRISTO (Gal 2,15-21) Los términos “Estar crucificado”, juntamente con, “crucificar” y “cruz” muestran que en Gálatas están los primeros signos de la Teología de la Cruz, originada en la experiencia de Pablo en Damasco. Él no se preocupó por narrar la vida de Jesús ni el evento histórico de la Crucifixión, como lo hicieron después los Evangelios, sino en mostrar su valor salvífico con el fin de identificar con el crucificado la vida del creyente. Por ello, su primera solicitud pastoral, luego de Damasco fue presentar a los gálatas el crucificado para concluir en la invalidez e inutilidad de la circuncisión como justificación o salvación, y por tanto, la no obligación de guardar la ley mosaica. La circuncisión no es camino de justificación por ser incompatible con el camino de la cruz para todos los que creen en ella. La expresión “Estar crucificado con Cristo” constituye el principal criterio hermenéutico de la Teología de Pablo y de su Evangelio de la Cruz, porque reenvía al acontecimiento del Calvario, pasión, muerte y resurrección de Jesús toda su experiencia de fe, hasta el punto que transforma su vida. La hermenéutica de la cruz cambió la hermenéutica de su vida; en Apóstol (Gal 1,13) y en Evangelista de los gentiles (Gal 1,16). En gálatas y romanos se desentraña el kerigma como justificación y la fe para apropiarse de dicho kerigma. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 19 MUERTO AL PECADO Y VIVIENTE PARA DIOS EN CRISTO (Rm6, 4-11) Morir por una persona no significa morir en lugar de ella, más bien es morir por ella, por su bien, aún a costa de la propia vida. Una madre muere en lugar del hijo pero no en sustitución del hijo, ha dado la vida para que el hijo pueda vivir, pero morir por el otro no significa morir en su lugar. El estado de “muerto” propio del creyente es una de las consecuencias del bautismo (Rm6, 4-11).Se trata de una muerte al pecado por la cual el creyente queda liberado del poder del pecado y de sus pretensiones (6,7). Esta muerte comporta una transformación permanente de la propia vida (6,13). Pablo pone una estrecha relación entre la muerte y el pecado, el creyente en Cristo ha muerto al poder del pecado (7,10.23) y es llamado al camino que lo lleva fuera del reino de los muertos (6,13). El estado de muerte del creyente es con relación “al pecado”. Al multiplicarse el pecado se resalta la superabundancia de la gracia (5,21) que llega a los creyentes por medio de Cristo. La liberación de la ley del pecado y de la muerte ha sido realizada por Dios a través de su Hijo en la Cruz (8,2-4). Si el creyente en Cristo está muerto al pecado, su nuevo estado que pasa por la muerte y resurrección de Jesús está descrito como “el viviente para Dios”. Ese “viviente” tiene relación con la “muerte”. El vivir auténtico de Pablo es la Vida Nueva, inaugurada en la cruz y resurrección de Jesús y el creyente participa 20 Pbro. Emilio Betancur Múnera a través del bautismo y cuyo término es la resurrección futura (6,8). Lo que caracteriza el vivir del creyente es precisamente su Vida Nueva (6,4); que consiste en “vivir para Dios”. La vida cristiana es para Pablo, vivir permanentemente del Amor Salvífico de la Cruz y Resurrección de Jesús. Cristo Crucificado y Resucitado también significaba para Pablo la revelación del camino para la “nueva vida en Cristo”. Este camino implica muerte y requiere acciones interiores, morir a la antigua identidad y forma de vida, y resucitar a una nueva identidad y forma de vida. Es necesario morir y resucitar con Cristo. El crucificado fue Cristo y no Pablo, pero Pablo había experimentado una crucifixión interior, una muerte interior. El antiguo Pablo había muerto y había nacido el Nuevo Pablo: “He sido crucificado con Cristo y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,19-20). Morir y resucitar con Cristo constituye la forma de vivir en Cristo, por el trasplante que ha tenido del Espíritu. PABLO ACEPTÓ EL TRASPLANTE Cristo Crucificado y Resucitado, Nueva Vida para Pablo, revelación del camino para la “nueva vida en Cristo”. Este camino implica muerte y exige acciones interiores, morir a la antigua identidad y forma de vida, y un resucitar a una nueva identidad y forma de vida. Es necesario morir y resucitar con Cristo “He sido crucificado con Cristo y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,19-20). Pero el crucificado fue Cristo y no Pablo, pero Pablo había experimentado una cruciLA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 21 fixión interior, una muerte interior. El antiguo Pablo había muerto y había nacido el nuevo Pablo. “ya no soy yo quien vive sino que es Cristo quien vive en mi”. La crucifixión y la resurrección, la muerte y la resurrección son las imágenes radicales de una transformación interior. Morir y resucitar con Cristo constituyen el medio para vivir en Cristo. La transformación experimentada por Pablo implicaba un trasplante de identidad, de su antigua identidad a una nueva identidad en Cristo, es un trasplante de espíritu, en analogía con los trasplantes de corazón que se realizan en la cirugía moderna, mediante los que se reemplaza un corazón antiguo por uno nuevo. En el caso de Pablo, su espíritu, el del antiguo Pablo, ha sido reemplazado por el espíritu de Cristo “ya no soy yo quien vive en mí, sino que es Cristo quien vive en mí”. No sólo tuvo éxtasis en los que vio a Cristo resucitado sino que había llegado a ser uno con Cristo al morir y resucitar con él (Rm6, 3-4). BAUTISMO Y CULTO Ser bautizado significaba simbólicamente unirse a Jesús en su muerte, ser sepultado con él por el bautismo en la muerte, a lo que seguía la resurrección: así como Cristo fue resucitado de entre los muertos, así también nosotros podemos caminar en novedad de vida, es decir, la novedad que resulta de un trasplante del espíritu realizado mediante el acto de morir y resucitar con Cristo. 22 Pbro. Emilio Betancur Múnera Pablo también recibió sobre esta transformación interior operada por la participación en la muerte de Jesús con un vocabulario cultural: “Os exhorto hermanos a que os ofrezcáis por la misericordia de Dios a vosotros mismos como un sacrificio vivo, santo y aceptable a Dios que es vuestro culto espiritual” (Rm12, 1). Ofrecerse como sacrificio es una imagen del morir, es decir, de entregar la propia vida en sacrificio, como don para Dios, y esto conduce a una transformación y renovación (Rm12, 2). CONVERSIÓN: NUEVO ÉNFASIS A la frase: “No os acomodéis a este mundo” le sigue de inmediato: “sino transformaos por la renovación de vuestra mente”; mente se refiere a la manera como vemos el mundo más que al pensamiento, aunque lo incluye. La transformación personal es transformación del modo en que vemos este mundo. Por esta transformación se puede discernir lo que es la Voluntad de Dios. La voluntad de Dios no es acomodarse a este mundo sino que pasa por el ofrecimiento de uno mismo “sacrificio vivo”; tiene por tanto, un sentido político. No conformarse con la sabiduría de este mundo implica oponerse a él. Así como la expresión “Jesús es el Señor”, tiene un sentido personal y político, también lo tiene el hecho de morir y resucitar con Cristo... LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 23 VIDA EN CRISTO Y COMUNIDAD Para Pablo “la vida en Cristo”; fue siempre un asunto comunitario, dado que su pasión fue formar comunidades cuya vida en común personificara y encarnara una alternativa a la forma de vivir la mal llamada “sabiduría del mundo”, por eso Pablo habla no sólo del espíritu de Cristo resucitado sino del “cuerpo de Cristo”, pues “en el mismo espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres, y se nos da a beber de un mismo espíritu”(1Cor12, 13). El resultado de una vida nueva (Rm8, 31-39) es el signo de que Dios está a favor nuestro en la cruz. Aunque Pablo no lo dice, puede suponerse que sus comunidades compartían. A lo mejor eso no implicaba la totalidad de los bienes a la que se refiere el libro de los Hechos (2,44-45). El pan símbolo de la base material para vivir, tenía una gran importancia para la comunidad. El mensaje sobre el Reino de Dios tenía como tema el pan. El “Padrenuestro”, tras la petición de la llegada del Reino de Dios a la tierra hace la oración por el pan “danos hoy el pan cotidiano”, San Agustín agrega, para “no tenerte que pedir el de mañana”. El reino de Dios y la vida en Cristo, para Pablo incluyen el pan. El pan material fue central en la vida de Jesús, y no hay razón alguna para pensar que Pablo eliminara este énfasis, cuando él mismo trabajaba para proveerse el pan. “Hermanos no hemos pedido a nadie el pan gratuitamente, sino que trabajamos y nos fatigamos día y noche para no ser gravosos a ninguno de ustedes. Y no es que no tuviéramos derecho, pero quisimos darles un ejemplo que imitar. Cuando estábamos 24 Pbro. Emilio Betancur Múnera con ustedes eso es lo que les recomendamos: quien se niegue a trabajar que no coma, pues nos hemos enterado de que algunos de ustedes proceden sin orden, muy atareados en hacer nada. A ésos les recomendamos y aconsejamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen tranquilamente y se ganen el pan que comen” (2Tes3, 8-10-13). Otra razón puede estar en la fragilidad económica de la gente pobre en el contexto urbano donde se encontraba Pablo, donde no se podía ahorrar por la falta de trabajo. Si alguien no podía trabajar los otros hermanos acudían en su ayuda. Corinto era una ciudad en la que existía una importante división de clases sociales, los ricos y la gente corriente, dentro de las comunidades de Pablo. “Observen hermanos quienes han sido llamados: no muchos sabios en lo humano, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes bien, Dios ha escogido a los locos del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes… a los que nada son para anular a los que son algo”(1Cor1, 26ss). El énfasis que Pablo pone en el crucificado como alternativa al sistema imperial, la denuncia de los conflictos económicos ante los tribunales civiles (1Cor6, 1-8), el matrimonio entre los hijastros y madrastras viudas para proteger el patrimonio (1Cor5,1-13), la asistencia a los banquetes en los templos paganos, o la compra y la comida de carne procedente de los animales que habían sacrificado en las celebraciones (1Cor10, 14-33), son problemas que revelan las enormes dificultades entre los ricos y los pobres, los poderosos y la gente común. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 25 LA CENA DEL SEÑOR En este contexto Pablo habla de “Cena del señor”: “Hay algo que no alabo: que sus reuniones traen más perjuicio que beneficio. En primer lugar, he oído que cuando se reúnen en asamblea, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo, porque es inevitable que haya divisiones entre ustedes, para que se muestre quienes de ustedes son los auténticos. Y así resulta que, cuando se reúnen no comen la cena del Señor. Pues unos se adelantan a consumir su propia cena; y mientras uno pasa hambre otro se emborracha, ¿no tienen casas para comer y beber, ¿menosprecian la asamblea de Dios y avergüenzan a los que nada poseen?, ¿qué puedo decirles?, ¿voy a alabarlos? En esto no los alabo, pues yo recibí del Señor lo que les transmití: que el Señor, la noche en que era entregado, tomó pan, dando gracias lo partió y dijo: Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Hagan esto en memoria mía. Lo mismo, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Hagan esto cada vez que beban en memoria mía. En efecto siempre que comen este pan y beben esta copa anuncian la muerte del Señor hasta que vuelva. Por tanto quien come el pan y beba la copa del Señor indignamente, es reo del cuerpo y la sangre del Señor. En consecuencia que cada uno se examine antes de comer el pan y beber la copa. Quien come y bebe sin reconocer el cuerpo del Señor, se come y bebe su condena. Ésta es la causa de que haya entre vosotros muchos enfermos y achacosos, y que se mueran bastantes. Si nos examinamos nosotros no seremos juzgados. Y si nos juzga el Señor, es que nos escarmienta para condenarnos con el mundo. Si pues hermanos míos cuando se reúnan para comer, esperen 26 Pbro. Emilio Betancur Múnera unos a otros. Si uno tiene hambre, coma en su casa, así no se reunirán para ser condenados. Los asuntos restantes los resolveré cuando vaya” (1Cor11, 17-34). Resaltemos los principales aspectos: Las eucaristías que traen más perjuicios que beneficios por las divisiones, aunque sirven para conocer a los auténticos creyentes. Las eucaristías que no son “Cena del Señor” por mantener la inequidad entre ricos y pobres. Reunirse no significa comer la cena del Señor, “mientras uno pasa hambre otro se emborracha”, El problema reside en que, por tanto, no “todos comen lo mismo”. El patrón servía la comida y la bebida más exquisitas a los de su misma clase y las de menor categoría a los de clase inferior. Comer sin discernir se ha interpretado como no percatarse de la presencia real de Cristo en el pan y el vino. ¿Qué implica: “Examinarse antes de comer el pan y beber la copa” para no ser reo de muerte? Discernir implica preguntarnos sobre Eucaristías, que como dice Pablo, avergüenzan a los que nada poseen y agreguemos, no crean imagen pastoral a las parroquias que las permiten. Discernir el cuerpo se refiere a las comunidades “como cuerpo de Cristo”. El modo en que se celebraba la cena del Señor en Corinto negaba la igualdad en Cristo, la vida en el cuerpo y el Espíritu de Cristo. En su lugar se mantenía la inequidad entre ricos y pobres. En Cristo todos deben estar en la misma mesa para LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 27 compartir la misma comida. Que todos tengan lo suficiente hace parte de la cena del Señor. Es bien interesante reflexionar acerca de la eucaristía paulina en su mundo religioso, político, social y económico para concluir aspectos igualmente interesantes para la eucaristía nuestra, la de la cristiandad, y mirar los cambios pastorales que requiere para hablar de la eucaristía como el eje primordial de la Nueva Evangelización. Eso no se resuelve aumentando misas o solemnizando socialmente algunas, sino sentándonos juntos a pensar y pedirle al Espíritu nos ilumine que significa la eucaristía en la Nueva Evangelización de la cultura y la Misión Continental, qué debemos mejorar y qué podemos corregir. En la eucaristía de la Nueva Evangelización no está permitido abstraerse de la realidad y esto es extensivo a todos los sacramentos. Hay una tal demanda de la eucaristía para todo tipo de eventos devociones o porque el difunto fue creyente, no importa que los familiares de ahora no lo sean, o porque se sienten con derecho a misa pues estamos ante la importancia o amistad del peticionario. La dimensión comunitaria de la vida cristiana se pone en no pocas veces en tela juicio por ciertos estilos de misas privadas con tinte de clase social. La eucaristía, lo mismo que el bautismo o matrimonio por tradición familiar, no se pueden ofrecer a precio de rebajas o de saldo, por miedo a no atender a los fieles. En la medida que la Nueva Evangelización ofrezca comunidades donde se pueda vivir la fe se solucionaran problemas pastorales 28 Pbro. Emilio Betancur Múnera que ahora nos pueden parecer irreversibles, pero pueden tratarse con criterio pastoral; no simplemente atendiendo toda petición. Los fieles que viven su fe en comunidad no requieren de celebraciones particulares. La eucaristía puede llegar a ser menos fruto de pertenencia a una comunidad que la necesidad de un creyente para dar sentido a asuntos privados, máxime cuando buen número de fieles se sienten buenos cristianos sin implicarse con ninguna comunidad y ni siquiera con una parroquia, pues tienen amigos que les dan gusto en decirle lo que ellos llaman “la misita”. ¿Porqué no ocurrirá lo mismo con la penitencia? Un sacerdote que acoge un creyente en confesión nunca le queda la impresión de estar ofreciendo gracia barata, con ciertas eucaristías sí. El campo sacramental es el más golpeado en la cristiandad por las celebraciones particulares y las reticencias comunitarias. La Nueva Evangelización no resiste pastorales a la carta, sobre todo en relación a la eucaristía. Somos mas proactivos en lo moral e ideológico, que en lo sacramental. En general las peticiones de celebraciones de los sacramentos en forma particular, no son peticiones de fe sino más bien de interés social. Es preferible el discernimiento en diálogo con los peticionarios, que un no rotundo. Hoy se requiere también pasar de la pastoral del reproche a la pastoral del acercamiento y normas muy precisas para el presbiterio, para tener actitudes de respeto con los solicitantes. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 29 “ESTO ES MI CUERPO QUE SE ENTREGA…” La totalidad de Jesús aparece manifestada en el don de su cuerpo. Nuestras raíces, nuestro sentido de orientación y del espacio son profundamente corporales; también nuestra fe, por eso nuestro cuidado creyente para vestir al desnudo, darle de comer al hambriento, acompañar al enfermo; y no podemos resignarnos sin más al sufrimiento humano. En el cuerpo nos encontramos con Dios en la persona de Jesucristo. Todos los sacramentos están enraizados en nuestra vida corporal; el nacimiento y la muerte, la sexualidad y la comida, el pecado y la enfermedad. Por eso sólo el cuerpo es quien puede salvar el alma; porque el alma no puede transformarse en sí misma; porque no es el alma sino en el cuerpo donde nos volvemos santos; por eso lo particular y singular de cada santidad, tiene que ver con tener un cuerpo propio. Adán y Eva encorvaron nuestros cuerpos, volviéndonos hacia nosotros mismos; pero la gracia significa que podemos enderezarnos, alzarnos erguidos para decir: “Padre Nuestro”. Las diferentes posiciones corporales en la fe, sentarse, arrodillarse, postrarse, levantar las manos, forman una espiritualidad integral de lo corporal. Lo más hermoso de la vida cristiana expresado en la liturgia es que para ser creyentes participamos de un cuerpo. Eso es lo que Jesús les ofrece a los discípulos, su cuerpo. Cuando Jesús pone su 30 Pbro. Emilio Betancur Múnera cuerpo en manos de los discípulos se experimenta como vulnerable. Se pone en manos de los discípulos para que dispongan de su cuerpo. ¿No fue eso lo que ocurrió en la pasión? Ser creyentes implica contar con el cuerpo de Jesús. Cuando Jesús entregó su cuerpo ya uno de sus amigos lo había vendido, otro lo había negado y el resto se dio a la fuga. La vinculación de nuestra sexualidad a la Eucaristía no la entiende la sociedad porque trivializa el cuerpo, mirándolo como objeto de posesión; a eso llegamos por absolutizar nuestros derechos de propiedad, sobre el cuerpo. La idea errónea de cuerpo es por un mal planteamiento de propiedad privada. Cuando comemos el cuerpo de Jesús en la Eucaristía, comprendemos que nuestra sexualidad es inseparable de la vulnerabilidad de ser “utilizado”. El Amor del Crucificado liberó a Pablo de la fijación del amor en otra persona que no fuera el crucificado –resucitado y de las exageradas expectativas que ponemos en los demás. Con frecuencia el amor humano fracasa por las exigencias que hacemos a los otros, formándonos ídolos que hablan de nuestra dificultad de amor a los otros como son. Cuando queremos poseer a quien queremos surgen los celos, no es cierto que hagan parte del auténtico amor, sino que son un fracaso afectivo por derrumbarse lo que hemos construido como ídolo. Por ello, las decepciones son providencialmente didácticas porque son la única manera de acabar con el error de creer que LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 31 una persona puede darme un amor y un apoyo absoluto. Desde la cruz de Jesucristo los celos son un problema mal planteado, porque sentirme querido por el crucificado me libera del aferramiento miedoso a otra persona. La novedad para Pablo constituyó en sentirse querido por un Crucificado; siendo él perseguidor y celoso cumplidor de la ley. El signo afectivo del crucificado con los brazos abiertos es un signo de apertura y acogida al hombre requerido de amor. La última cena muestra con realismo extremo los peligros de entregarnos a alguien. Pero a lo largo de la peregrinación que se llama la vida conyugal no sólo necesitamos del cuerpo de Jesús, y del cuerpo de la persona que mas amamos sino también de los familiares y amigos que nos permitan contar con su vida para descansar. Pero además dejaremos de estar solos o insatisfechos, hasta que nos descansemos en el Reino de Señor, llamado Cielo. Un excelente matrimonio y una admirable pareja es aquella en que el uno nombra al otro guardián de su propia soledad, y le demuestra la mayor y mejor confianza que sea capaz de otorgar. Así y todo en el matrimonio deben existir distancias, las requeridas para el crecimiento personal; y para que cada uno vea al otro como un todo y pueda experimentar que cuando están y donde estén juntos, eso se llama paraíso. Cuando una pareja recibe el cuerpo del Señor está indicando que en su amor corporal cabe Otro; es el espacio que requiere Dios para habitar en el matrimonio. 32 Pbro. Emilio Betancur Múnera LA EUCARISTÍA ASUME LOS CONFLICTOS Pablo enmarca la entrega del cuerpo de Jesús en una comida y ésta ocurre en un contexto de conflicto social en Corinto; así Jesús aparece desvelando el sentido que da a su muerte: La entrega de su vida. Va a ser entregado por uno de los suyos, pero realmente es Él mismo quien se entrega como parte o alianza de vida. Con el Pan pronuncia la “Bendición” acompañando a las palabras: “tomad esto es mi cuerpo”, que en el arameo original sería: “Tomad esto soy yo”, se refiere a toda su persona. Ofrecer el cuerpo equivale a ofrecer la persona. Cuando toma la copa pronuncia no ya la bendición, sino la Acción de Gracias: “Esta es mi sangre derramada, sangre de la Alianza, derramada por vosotros”. La sangre es la misma persona en cuanto entregada a la muerte como alianza, vínculo entre Dios y los Hombres. Los signos del pan y el vino simbolizan toda la humanidad. La comida más simple, el pedazo de pan más pequeño nos debería dejar en adoración y prepararnos para la Eucaristía. Ninguna mejor preparación para la eucaristía que dar gracias a Dios por nuestro pan de cada día. El pan y el vino son los alimentos símbolo de todos los demás. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 33 Ganarse el pan es ganarse la vida misma. El vino es necesario para una comida festiva y completa. El pan seco, sin la alegría no significa la vida. El pan y el vino son frutos de la tierra, resumen de las energías más profundas que llegan a convertirse en don. Asimilan todo el universo, sol, lluvia, viento, luz y calor, antes de convertirse en don. En el pan y el vino se da cita todo el universo. Eso es lo que llega a nuestra mesa y la Eucaristía. El Génesis nos presenta la creación como un menú de plantas y frutos en un mundo sin pecado (Gn1, 29-30). La tierra no se vuelve avara sino después del pecado. El pan y el vino son frutos de la tierra y del trabajo del hombre:”Comerás el pan con el sudor de tu frente” (Gn3, 19). El pan y el vino pertenecen al hombre porque son alimentos hechos por el hombre. El Señor no escogió miel, frutos o carne; sino elementos que hay que hacer y saber hacer; es decir, que exijan inteligencia, inventiva, perfección. El pan y el vino requieren más un hombre creador que consumidor. Pan y vino son también los hombres con sus penas. El pan son trabajadores que han sembrado, cosechado, molido y amasado. El vino son hombres que han preparado la tierra, haciendo cepas y abonando bajo el sol. El pan y el vino hacen presente a todos los obreros del mundo. La Eucaristía se hace de jornadas de trabajo. 34 Pbro. Emilio Betancur Múnera El pan y el vino pertenecen a hombres que trabajan en grupo donde cada uno es responsable de lo suyo hasta permitirnos comer y beber. Para nosotros poder comer, muchos se han dado la mano, se han reunido y se han hecho presentes en la Eucaristía. En el pan y el vino está incluida la injusticia de quienes los transportan y van incrementando desconsideradamente el producto, de quienes lo venden siendo inequitativos con el productor, que generalmente es un campesino. Sobre ese proceso injusto con el pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo del hombre, el Señor dice: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”. Así es como la eucaristía de hoy, como la del Siglo I de Pablo, asume los conflictos no ya de Corinto sino los nuestros. En la Eucaristía como en la mesa de mi casa me encuentro con la solidaridad e insolidaridad de muchos hombres. Todo esto es lo que es retomado por Jesús, asumido y ofrecido por Él al Padre. LA MUERTE DEL PAN Y EL VINO El pan y el vino pasan por la muerte antes de llegar a la consagración. Para convertirse en pan los granos son molidos; lo mismo pasa con los racimos. Moler evoca el sufrimiento. Jesús mismo se compara con el grano de trigo; si no muere queda estéril, pero si cae en tierra lleva mucho fruto. El trigo muere en tierra para multiplicarse en mies. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 35 El pan tiene un camino de muerte para poder nutrir la vida. Todo esto es imagen de Jesús. La vendimia es pisada para encontrar al hombre en el vino. “Esta copa es la nueva alianza en mi sangre”. Una sangre puede ser vertida en un accidente, una hemorragia, una operación, un crimen. Esta sangre no tiene valor por ser pérdida. El paciente es privado, vaciado. La sangre puede ser extraída de un donante. “La de la Eucaristía se recoge por ser vida compartida en favor de otro”. “La sangre era también ofrecida en sacrificio religioso.” “La copa” nos dice de qué sangre se trata en la Eucaristía. Quiere decir el don de la vida que se convierte en copa de la Salvación (1Cor 10,21), que reemplaza la copa de la cólera (Jer25, 15ss). UNA COMIDA COMPARTIDA Este pan y este vino frutos de la tierra y del trabajo del hombre están destinados a ser compartidos. “tomad y comed” , “tomad y bebed”. Los animales se alimentan juntos pero en rivalidad. Para el hombre, en cambio, la comida es fraternidad, hospitalidad, reconciliación. Se comprende porque el símbolo de la Eucaristía no es el acto de comer, sino el de compartir en la comunión fraterna. Compartir la comida con alguien es reconocerlo como hermano. 36 Pbro. Emilio Betancur Múnera Compartir a Cristo es igual de importante que la presencia real en la Eucaristía. Se vive biológicamente de comer y beber; se vive humanamente de comer y beber en comunidad; se vive cristianamente de comer y beber a Cristo en la Eucaristía. La participación en el sacramento fue reemplazada por la devoción a la hostia consagrada: procesiones, y bendiciones a expensas de la “comunión”. La presencia real nos hizo olvidar del “tomad y comed”, en razón de la contrarreforma. La Eucaristía recupera la Asamblea porque el mundo burocratizado e industrializado la ha empobrecido, pues ya no hay tiempo para reunirse gratuitamente y compartir. Hoy la gente se nutre por autoservicio o buffet. La comida no es sólo para alimentar sino para reunir. A la comida no se invita un enemigo a no ser como gesto de perdón. No se acepta una invitación si no viene de un amigo. Ese fue el escándalo de Jesús invitando a pecadores a comer. Pero comiendo con ellos los retorna a la misericordia. En las costumbres orientales no se puede matar a quien se invita, traicionar a un comensal es un crimen monstruoso; y traicionar la amistad fue para Judas un signo de posesión del mal (Jn13, 27). Una comida humana reúne hermanos y hace hermanos a aquellos que reúne. LA COMIDA ES UNA FIESTA En las comidas familiares lo que interesa es charlar, reír, compartir. Mas que comida lo que está sobre la mesa son alegrías y penas, logros y frustraciones, incertidumbres y esperanzas. Quizás haya desacuerdos pero al final la cordialidad y la paz tienen la LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 37 última palabra. Una comida es compartir porque es amistad. No comparto de lo mío, comparto de lo nuestro, porque el PadreDios nos lo ha dado. Yo no soy la fuente de mi propio amor, ni de nada. Yo tengo conciencia de que todo lo he recibido; entonces los hermanos me dan la oportunidad y la alegría de admitirme a compartir aquello que Dios nos ha ofrecido a todos, o a unos para tener en cuenta a muchos. Ese es el camino de la Eucaristía y la admiración de las primeras comunidades cristianas. NOS REUNIMOS PARA SER ENVIADOS Recordemos que el pan es dado a los discípulos, pero el cáliz de su sangre es derramado por muchos; el pan para los discípulos y el cáliz para todos o muchos en palabras del Papa Benedicto, para la comunidad. Lucas responsable de evangelizar desde su sensibilidad a los griegos, presenta en la pequeña pero sublime obra de teatro de la eucaristía, dos cálices para resaltar la nueva alianza sellada con más sangre para cubrir a muchos. Así la eucaristía, pan y vino son comunión y extensión, toda eucaristía nos reúne para ser enviados. Pero es muy significativo que la eucaristía tome el nombre no de la comunión sino de la dispersión “item missa est”. El crucificado quiso que Pablo perteneciera más a la dispersión que a la comunión, pero Lucas no le pasó que no hubiera pertenecido al grupo de los apóstoles por no haber sido testigo de la resurrección, pesar de las insistencias de Pablo en decirle: “…al tercer día según las escrituras se le apareció a Pedro y más tarde a los doce, después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto, después se le apareció a Santiago, des38 Pbro. Emilio Betancur Múnera pués a todos los apóstoles, por último se me apareció también a mi”(1Cor15, 1-8). Y ojalá después de Pablo también a nosotros en cada eucaristía. PABLO, DE LA EUCARISTÍA A LA SOLIDARIDAD (2Cor8, 1-24; 9, 1-15) La confianza que Pablo ha depositado en la comunidad de Corinto ha sido justificada: “Cuánto me alegro de poder confiar plenamente en ustedes” (2Cor7, 16). Como parte de esa confianza Pablo les propone el tema de la solidaridad, un problema nada fácil de tratar desde entonces hasta hoy. El tema del dinero es el más difícil de abordar en el itinerario cristiano; y la evangelización es para muchos, gozo y alegría, hasta cuando toca el bolsillo. El método de Pablo es ponerle una base cristiana a este tema. Su propósito no es meramente conseguir dinero de la gente, sino darle un motivo justo a la colecta de tal manera que al hacerla sean totalmente cristianos. VV: 1 – 2. “Quiero que sepan, hermanos, acerca de la gracia que Dios concedió a las iglesias de Macedonia. En medio de una prueba grave desbordaban de alegría, en su extrema pobreza derrocharon generosidad”. Pablo no comienza con una llamada directa, les cuenta lo que otras iglesias han hecho. La generosidad que cita es un ejemplo de la presencia de la gracia de Dios, máxime cuando las iglesias de Macedonia han llegado a una “prueba severa de sufrimiento”. Han sufrido persecución por su fe, LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 39 además, Roma ha empobrecido esta región quitándole la mayor parte de su riqueza natural, minerales y madera. En tales circunstancias la solidaridad se vuelve un milagro espiritual. Pero Dios, presente en los corazones de los cristianos macedonios, ha hecho que estas circunstancias contribuyan a la generosidad. El sufrimiento que han llevado por la cruz de Jesucristo se ha convertido en ellos como una fuente de gozo. A través de lo que han soportado han descubierto la realidad del amor y el poder de Dios. Sólo cuando la fe comienza a pasar muchos apuros o precariedades, se revela su tesoro escondido. Este gozo en la amistad con la cruz ha servido para que los macedonios se liberen de un amor seductor: el dinero. Su extrema pobreza, como experiencia de la cruz, hace que den con sacrificio, mientras que quienes tienen en abundancia a veces son tacaños y colaboran a regañadientes. El dinero, además de endurecer el corazón, seca la compasión, volviendo al hombre más ansioso por lo que le falta sin disfrutar o agradecer lo que tiene. De otro lado, la pobreza puede realmente liberar los resortes de la solidaridad. Un pobre es delicadamente cuidadoso con sus vecinos en dificultades; sabe las necesidades de los demás por su propia experiencia. Su compasión no la ahoga la abundancia. Sus valores tienden a encontrarse en las relaciones personales, no en la posición o las comodidades que brinda el dinero. Esto es lo que Pablo sugiere que ha sucedido en las iglesias de Macedonia. El gozo en Cristo que le llega a la gente que ha experimentado la pobreza, la ha “inundado con una riqueza de solidaridad”. 40 Pbro. Emilio Betancur Múnera La solidaridad nunca consiste en lo que tenemos sino en el amor que demostramos; es un problema más de corazón que de bolsillo. Un hombre es rico o pobre según la amplitud de su compasión y la profundidad de su amor. V: 3. “A la medida de sus fuerzas dieron, lo atestiguo, y por encima de ellas. Espontáneamente y con insistencia nos pedían el favor de participar en este servicio a los consagrados”. La cantidad no se decidió, como a menudo sucede, por lo que sus vecinos dan, ni siquiera por lo que pudiera sobrarles sin inconveniente o dificultad; dan hasta el punto del sacrificio. Alguien que sabía mucho de solidaridad decía: “Si uno no se incomoda no le ayuda a nadie”. Es más, la solidaridad de las iglesias macedonias era por “su propia y libre voluntad”. No tuvieron ninguna presión externa. Consideraron la posibilidad de dar como un privilegio, hasta “mendigando (…) de todo corazón el favor de tomar parte en la solidaridad hacia los santos”. El dar no será generoso, espontáneo, y alegre mientras se considere, no como un deber sino como un privilegio. Esto sólo puede suceder cuando nos “preocupamos más por las necesidades de los demás” que por las propias, fruto y signo del espíritu cristiano. Como último recurso, la solidaridad surge de nuestra entrega al Señor, así que todo lo que tenemos, incluyendo nuestro dinero, está a la disposición de Dios: “Primero se entregaron ellos mismos al Señor”. La solidaridad está vinculada a la cruz, la cruz es su fuente. El resultado fue que estuvieron bien dispuestos para seguir la orientación de Pablo en el uso del dinero que tenían. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 41 El malestar que muchos sienten cuando lo tienen todo pero disfrutan y agradecen poco, es el síntoma de una vida entregada en forma incompleta. Eso no ocurre al cristiano que se siente un simple administrador de los bienes que son propiedad de Dios. La solidaridad hace parte de una lealtad suprema a Dios en cuanto a los bienes se refiere. Jesús retó a los discípulos a buscar primero el Reino de Dios y su justicia. Esta es la elección que puede confrontarnos cuando se nos pide dar para las necesidades de los demás o para el trabajo del Reino. Pero darnos al Señor es más que el prerrequisito de la liberalidad. Es completamente imposible dar sin darnos nosotros mismos. Darnos con nuestro don es lo que vuelve efectivo el dar y aceptable el don. El don se vuelve así un sacramento de amor cristiano. Conlleva el sentido de la hermandad en Cristo y revela la gracia de Dios en la acción. VV: 6-7. “Así que hemos pedido a Tito que, ya que comenzó lleve a término entre ustedes esta generosa tarea. Y como tienen abundancia de todo, de fe, elocuencia, conocimiento, fervor para todo, afecto a nosotros, tengan también abundancia de esta generosidad”. La solidaridad con amor es el trabajo de la gracia en quien da; y el trabajo de la gracia en quienes reciben. Tito había iniciado la colecta entre los miembros de la iglesia de Corinto. Sin duda la cantidad de problemas pastorales le habían hecho suspender la colecta. Los conflictos internos y con el prójimo impiden nuestro interés por la solidaridad. Ahora que las dificultades han dado tregua se ha podido asumir la colecta. 42 Pbro. Emilio Betancur Múnera El enfoque de Pablo está lleno de tacto. No condena su falta de solidaridad; menciona todas sus fortalezas y luego les sugiere que pueden añadir una más, la solidaridad. El don de la fe, el poder para comprender y exponer la verdad cristiana, la seriedad de espíritu, los vínculos de la devoción mutua, son todos buenos, pero sin un interés en los demás; la piedad más delicada se puede volver un desierto... Juan declara que el amor por los hermanos es la prueba por la que sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida (1Jn 3, 14). V: 8. “No lo digo yo como una orden, sino que, viendo el entusiasmo de otros, quiero comprobar si su amor sí es genuino”. Pablo rechaza el uso de toda presión. Como no les había impuesto con autoritarismo la fe, “No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que contribuimos a vuestro gozo, pues os mantenéis firmes en la fe”, (2Cor 1, 24), menos lo haría con la solidaridad para la Iglesia de Jerusalén. Pero más que el dinero, buscaba el desarrollo de la Iglesia en la gracia y la identidad cristiana. El crecimiento de la personalidad es desde dentro y sólo se puede producir en la libertad. La ofrenda permite a Pablo despertar en la gente la compasión imaginativa y el amor de donde surge la solidaridad; sin inducir a nadie a dar por lealtad personal a Pablo. “Pero demostrar” el ejemplo de otros es útil. Lo que se hace una vez, abre la mente a lo que es posible hacer. Pablo dice que cita este ejemplo para “demostrar con la seriedad de otros que el amor de los corintios también es genuino”. No tiene duda de su solidaridad bien intencionada. Llevarla completamente a la acción sólo necesita el estímulo de lo que otros han hecho. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 43 V: 9. “Pues conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico por ustedes se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza”. Aquí pone en juego Pablo –el motivo máximo-. Su súplica la fundamenta en su conocimiento de la gracia de Cristo, y apela a ella. No espera virtudes cristianas de quienes no han tenido la experiencia cristiana, y estos corintios a quienes les escribe acaban de salir de una sociedad pagana. Casi siempre hay una tentación para apelar a motivos relativos como el propio interés, la reputación, las distintas formas de orgullo. Pero en tales términos no se ha hecho ninguna obra duradera. Los llamados de Pablo siempre se basan en los más altos motivos, la lealtad a Cristo, y gratitud por lo que El ha hecho por nosotros. Es a la gracia de Cristo que los corintios, como todos los cristianos, deben la salvación. Ningún cristiano puede llamarse un hombre hecho por sí mismo, por su esfuerzo o por su proyecto de vida. Dios no puede obligar, ni siquiera en el amor, sin correr el riesgo de destruir lo que El busca salvar. Puede ganarse el amor del hombre solamente por sí mismo, persuadir la razón humana sólo con la verdad, despertar el interior del hombre y estimular su conciencia solamente por la revelación de la bondad perfecta y la justicia, aunque al hacerlo él mismo puede sufrir los resultados prácticos de la ceguera del hombre y la propia voluntad. Esto es lo que Pablo quiere decir con que Cristo, aunque era rico, se volvió pobre. Acoger el amor de Dios en la cruz es la gracia de la misma cruz. Parte de ese enriquecimiento en la pobreza es el espíritu de solidaridad. Los hermanos pobres de Jerusalén eran desconocidos 44 Pbro. Emilio Betancur Múnera para los corintios, quienes sin duda los miraban con alguna sospecha porque despreciaban a los gentiles y no querían aceptar como cristiano a quien no hubiere pasado por la puerta judía hacia el rebaño. Pero para aquellos, así como para ellos mismos, Cristo había muerto. Ahora a la luz de la cruz tenían un nuevo valor. Eran hermanos a quienes todos los hermanos deberían ayudar. Así la cruz cambia la perspectiva completa bajo la cual vemos la humanidad. Todos los hombres son uno en su necesidad de Cristo. Esa es la verdadera igualdad. La experiencia de la gracia de Dios también despierta gratitud eterna. Somos conscientes de una deuda con Cristo en la Cruz. Esta gratitud personal con Cristo, que nace de su entrega, es el motivo supremo de la solidaridad; hay por tanto una profunda relación entre la solidaridad y la cruz. VV: 10 – 11. “Les doy mi consejo sobre este asunto: puesto que el año pasado tomaron la iniciativa de este proyecto y de su ejecución, ahora les conviene llevarlo a término. (…) Así al entusiasmo por proyectarlo responderá el realizarlo, según sus posibilidades”. La tercera parte del llamado de Pablo son comentarios sobre el tema general de la solidaridad, para responder a algunas objeciones que los corintios puedan realmente haber hecho, o que él percibía que podía estar en sus mentes. Completarían ahora lo que habían empezado a hacer y que en un momento habían LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 45 pretendido. Las cosas sin terminar no son nada, son una carga en la mente y una barrera al progreso. V: 12. “Pues donde hay entusiasmo se acepta lo que sea, no se piden imposibles”. Dios no nos pide lo que no tenemos. Juzga nuestra solidaridad con relación a los medios que poseemos, no por la cantidad que realmente damos. La viuda que depositó dos monedas en el templo fue mencionada por Jesús como un ejemplo de solidaridad, porque aunque la cantidad era mínima, era todo lo que tenía (Mc 12, 42–44). Bajo esta luz que mira, en un caso una suma magnífica puede ser únicamente un mínimo, mientras en otro caso, un mínimo puede ser mucha generosidad. La solidaridad es siempre relativa, más cualitativa que cuantitativa. VV: 13 – 15. “No se trata de aliviar a otros pasando ustedes apuros, sino de lograr la igualdad. Que su abundancia remedie por ahora su escasez, de modo que un día la abundancia de ellos remedie la escasez de ustedes. Así habrá igualdad, como está escrito: ‘A quien recogía mucho no le sobraba, a quien recogía poco no le faltaba’”. Algunos corintios habían objetado aparentemente la colecta porque no veían que se aliviaran las cargas de otros pueblos a su costa. Tal mirada no tiene en cuenta la economía planeada de Dios. El principio sobre el cual se espera que funcione el mundo es el del compartir. Esto se aplica a la vida económica, como a la espiritual. La hambruna en un país y las plenas cosechas en otro no debían ser aceptadas como señalamiento final de Dios. Dios pretende que su mundo funcione como una comunidad. Si los 46 Pbro. Emilio Betancur Múnera frutos de la producción se compartieran como El lo piensa, el exceso en una región debe llenar las deficiencias en otra. Muchos de los problemas que las calamidades naturales crean, deberían ser resueltos por fe, si la solidaridad estuviera en su camino. Y hay una verdad posterior: la abundancia no compartida puede secar las fuentes del corazón de quienes intentan conservarla para sí mismos. Éste también es un hecho económico como una verdad espiritual. Es cierto universalmente, e igualmente cierto en el limitado espacio de una nación, Iglesia o familia. Los corintios en el momento tenían un sobrante, y los santos en Jerusalén una faltante. Si las posiciones se cambiaran más tarde, su generosidad presente, sin duda, sería compensada por una igual generosidad de ellos. El amor no es nunca tráfico de una sola vía. Los frutos de la evangelización misionera se retornan siempre como gracia que renueva nuestras convicciones y criterios y nos entusiasman como poder de Dios en nuestra debilidad. “Arroja tu pan sobre las aguas: porque lo encontrarás después de muchos días” dice el Qohélet 11, 1. La referencia de Pablo al maná del desierto pretende, en primera instancia, reforzar “la idea de igualdad”. El punto evidentemente es que el avaro que recogió más de lo que necesitaba vio que el exceso no lo podía utilizar, mientras que quien pensó únicamente en las necesidades del día encontró que era suficiente. Quienes al llamado de Dios entregan todo, deben hacerlo con la fe de que las necesidades de mañana le serán colmadas. Los impulsos generosos no deberían ser contrastados con el temor sin fe de los deseos futuros. Esta es una aplicación del principio que CrisLA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 47 to expresó con relación a la ansiedad material: que si buscamos primero el reino de Dios y su justicia, todas las cosas por cuya provisión estamos ansiosos, nos serán dadas. VV: 16 – 19. “Doy gracias a Dios, que inspiró a Tito la misma solicitud por ustedes, y al aceptar mi ruego, de buena gana y con toda diligencia se puso en camino hacia ustedes. Enviamos con él al hermano que se ha hecho famoso en todas las iglesias como predicador del evangelio. Más aún, ha sido designado por la Iglesia como compañero nuestro de viaje en esta colecta que administramos a gloria del señor y con nuestro mejor deseo”. Pablo anuncia aquí los acuerdos que él ha hecho con la contribución esperada. Tres de los hermanos más honrados vendrán a Corinto a recibirla. Tito era un buen emisario. Tenía tanto cuidado por la Iglesia de Corinto como Pablo mismo, así que Pablo evidentemente le pidió ir por su propia cuenta. Con él iría el hermano famoso entre todas las iglesias por su predicación del Evangelio, posiblemente Lucas, aunque no podemos estar seguros. Quien quiera que fuese, tenía esto para encomendarle, “había sido señalado por las iglesias para acompañar a Pablo en el “trabajo solidario”. VV: 20 – 22. “Queremos evitar cualquier crítica de nuestra gestión de tan cuantiosa suma. Procuramos agradar no sólo a Dios sino también a los hombres. Enviamos con ellos otro hermano cuya diligencia hemos comprobado en muchas ocasiones, y mucho más ahora, por su confianza en ustedes”. Parece que algunas personas habían sugerido realmente que el interés de Pablo en la colecta estaba abierto a la sospecha. El trata esto más tarde. 48 Pbro. Emilio Betancur Múnera “¿Acaso los he explotado por medio de alguno de mis enviados? A Tito le rogué yo, con él envié al hermano: ¿les explotó Tito? ¿No nos guía el mismo espíritu? ¿No pisamos las mismas huellas?” (2Cor 12, 16-18). Aquí es lo suficientemente humilde para dar pasos que salvaguarden su integridad. Qué Pablo no se ofenda, ni adopte una actitud prepotente es otra señal de su grandeza. El Reino de Dios, no sus propios sentimientos, es lo que le importaba a él antes que todo. Pero estas precauciones eran sensibles. Quienes manejan dinero entregado en confianza deben ser escrupulosamente cuidadosos, no solamente del dinero que manejan, sino de su reputación para manejarlo honestamente. Hay veces, cuando uno no puede evitar chismes, que la mejor respuesta sea el silencio; pero es tonto poner la reputación personal y la imagen de la Iglesia ante un peligro innecesario. V: 23. “Ya se trate de Tito, compañero y colaborador nuestro a su servicio, ya de nuestros hermanos delegados de las iglesias y gloria de Cristo”. Estas compañías de Tito no se nombran, pero sus vidas son un espejo en que Cristo se refleja. Nada más grande se puede decir de cualquier hombre; nadie debería poder decir menos de cualquier cristiano que tiene la confianza de la Iglesia y es gloria de Cristo. V: 24. “Denles pruebas de su amor y acrediten ante ellos y ante las iglesias el orgullo que siento por ustedes”. No solamente su amor, sino todo lo que Pablo había dicho acerca de ellos. El espera que ellos, para decirlo así, no decaigan. Pablo nombra deLA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 49 legados de acuerdo al sentimiento de orgullo que tiene por los corintios. 2 Cor 9 1 – 2. “Acerca de este servicio en favor de los consagrados no necesito escribirles más. Nos consta de su buena disposición y presumo de ella ante los macedonios, diciéndoles que Acaya está preparada desde el año pasado y que su fervor ha estimulado a muchos más”. Comienza con una apología de su insistencia, como también un llamado táctico. El sabe cuán listos están para dar. En efecto, ha hecho alarde de eso en Macedonia, y la noticia de su disposición para dar ha estimulado la solidaridad de los macedonios. VV: 3-5. “Les envío a los hermanos para que nuestro orgullo por ustedes no resulte infundado en este punto. Así que, como les decía, estén preparados. Pues si llegan conmigo los macedonios y los encuentran mal preparados, nosotros, por no decir ustedes, quedaremos defraudados en nuestras esperanzas. Por eso juzgué necesario rogar a los hermanos que se adelanten, y vayan preparando su donativo prometido. Así preparado parecerá acto de generosidad y no extorsión”. Pablo está ansioso de que ellos no estuvieran a la altura de sus promesas, y de lo que ha dicho de ellos. Pablo no quiere una solidaridad improvisada como respuesta a un fuerte llamado como el que pudiera hacer si fuera a visitarlos. El no se llevará dinero conseguido así. No será una acción emocional del momento. Lo que ellos deberían dar debe ser considerado cuidadosamente a la luz de lo que ya les ha dicho, en vista de las necesidades que 50 Pbro. Emilio Betancur Múnera se van a cubrir y su propia capacidad. Su donación debe ser inteligente, consiente y deliberada. A Pablo no le interesan donaciones filantrópicas cuando se trata de comunidades creyentes que él mismo ha evangelizado. Por supuesto, no se excluyen las donaciones excepcionales. Aquí el énfasis se pone en la solidaridad sistemática. No es siempre la falta de deseo de dar lo que hace a la gente mezquina; a menudo es falta de pensamiento y de imaginación, e incluso de verificación de honradez en quienes reciben las solidaridades. Pablo quiere que la donación de los corintios sea generosa, como aparece en la siguiente llamada. V: 6. “Según el dicho: a siembra mezquina cosecha mezquina, a siembra generosa cosecha generosa”. La afirmación de Pablo es la afirmación de una ley de naturaleza. El agricultor sabe que si no esparce con generosidad, la cosecha será limitada, y por lo tanto toma las medidas adecuadas. Jesús dice, “La medida de lo que das será la medida de lo que recibirás” (Mt 7, 2). En una forma u otra se nos devuelve. Un espíritu solidario tendrá una cosecha generosa y bella; aunque ninguna acción de solidaridad se debería hacer por el retorno. Hay algo más allí que una transacción comercial la que a menudo se rechaza. Jesús resaltó el dar que no espera nada de vuelta, y la hospitalidad que se da a quienes no pueden alcanzar a compensarla. Sin embargo no condenó la expectativa natural de que el sacrificio por sí mismo sería reconocido. Cuando sus discípulos le preguntaron lo que ellos recibirían por lo que ellos habían dado, expresamente respondió: “un ciento por uno,” y “ahora en este momento” (Mac 10, 30). Ni siquiera un LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 51 vaso de agua fresca en su nombre se olvidará (Mt 10, 42); el mundo es un orden moral. El deseo de que se haga justicia y que esas cosas tengan sentido, es razonable. Los reconocimientos pueden no ser siempre en especie, pero siempre lo serán en espíritu. Bastarían la paz y la alegría como reconocimiento de la solidaridad. El verdadero retorno del amor no es ni siquiera el amor o la gratitud de los otros, es el aumento de la capacidad de amar en quien es solidario. Un hombre generoso que miró su vida, recordó, “yo he amado más que lo que me han amado, he confiado más que la confianza que me han dado, pero el balance permanece a mi favor”. El reconocimiento de la generosidad es el corazón generoso que goza con dar y no busca retorno. Basta como ley de retorno lo que promete el evangelio: recogemos lo que sembramos. V: 7. “Cada uno aporte lo que en conciencia se ha propuesto, no a disgusto ni fuerza, que Dios ama al que goza dando”. Pablo hace énfasis de nuevo en el punto que ha planteado. Lo que cada hombre debe dar debe pensarlo a la luz de su propia responsabilidad en el uso de su dinero. Habiendo tomado la decisión, debe adherirse a ella. El dar debe ser también de todo corazón. La utilidad práctica del don puede parecer no estar afectada por el espíritu en el que se da, pero el dar de un hombre cristiano es un darle a Dios. Ese es el vehículo de su amor y su servicio. Por lo tanto el espíritu de la solidaridad es de importancia suprema. Un regalo de mala gana que se le hace a un amigo no tiene valor para él; su significado real descansa en que sea un canal de amistad. Los ofrecimientos para el templo eran para aceptarlos únicamente del hombre que “daba… con su corazón” (Ex 25, 2). 52 Pbro. Emilio Betancur Múnera “Dios ama a un donante cariñoso”, es otra forma de decir lo mismo. Un espíritu cariñoso es únicamente el fruto de un servicio o generosidad sin reservas. Es el acompañamiento del amor que se olvida de sí mismo, que ve a quienes ayudamos como personas, no como cosas. Es la realización vívida de esa necesidad personal que da sentido de misión o de filantropía a su llamado más efectivo a nuestra generosidad. En vez de atemorizarnos porque nuestra solidaridad nos empobrezca, deberíamos confiar en que Dios suplirá nuestra necesidad. V: 8. “Y Dios puede colmarlos de dones, de modo que, teniendo siempre suficiencia de todo, les sobre para toda clase de obras buenas”. La solidaridad puede limitarse por el temor de nuestra propia seguridad. Siempre hay una tentación de caer en el proverbio de que la caridad comienza por casa. Que nuestro deber es proveer para nosotros mismos y para nuestro propio futuro. Este punto de vista deja dos cosas por fuera. Una es que Dios les da a quienes confían en él y en fe responde al llamado de las necesidades de los demás. Es de él de quien viene la riqueza. La solidaridad no se acaba por compartir más, por el contrario, se estimula más y crece. Sólo le sobra al que comparte, al que no es solidario siempre le falta y nunca estará contento y satisfecho con sus ganancias. El relato de la viuda que alimentó a Elías con su escasa despensa, y al hacerlo la encontró repleta, es una parábola. Darles a otros es LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 53 una fe solidaria a la que Dios responde con la abundancia propia de la solidaridad, la única que llena la necesidad de plenitud que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Dios quiere que su provisión para nosotros sea utilizada en satisfacer las necesidades de otros. Somos canales. Lo que tenemos es una confianza, una administración. El problema de la pobreza no es solamente económico, es también de amor. Si nos vemos como responsables de lo que poseemos, el problema tendría al menos una solución aproximada que en cualquier forma podría aparecer más efectiva. V: 9. “Como está escrito: reparte limosna a los pobres, su limosna es constante, sin falta”. El hombre justo es generoso en sus dones así como Dios lo es con él. La prodigalidad de la naturaleza no tiene límites. La palabra justicia, sea humana o de Dios, incluye la gracia de “la solidaridad”. VV: 10 – 12. “El que provee la semilla al sembrado y el pan para comer, proveerá y multiplicará su semilla y hará crecer la cosecha de su limosna. Así enriquecidos, su generosidad redundará por nuestro medio en acción de gracias a Dios. Pues este acto de servicio no sólo remedia las necesidades de los consagrados, sino que inducirá a muchos a dar gracias a Dios”. Todo el proceso de sembrar y recoger, signo de los deseos de los hombres, tiene la providencia de Dios detrás. El sembrador debe sembrar la semilla si él y otros se van a alimentar. No teme dis54 Pbro. Emilio Betancur Múnera persar la semilla en la tierra porque conoce el poder que hay en el suelo para multiplicarla. La misma ley de incrementar los retornos opera en la vida de la fe. A quienes dan, Dios les responde incrementando su poder de dar. El nos enriquece para producir una cosecha de solidaridad. Esta no solamente suple las necesidades actuales de los santos, produce en ellos gracias a Dios. Pablo hace gran énfasis en el dar gracias como un resultado de actividad cristiana. Ya lo ha urgido como un motivo de oración. Aquí, como un motivo de solidaridad, insiste en que mucha gente se verá impulsada a agradecer a Dios por la generosidad de Corinto. En esto hay significado espiritual. El dar gracias es la nota del corazón por una experiencia real de la misericordia de Dios. Es la reacción inevitable a la conciencia de su amor. El hombre que está lleno de agradecimiento a Dios es humilde, reverente, y dispuesto a la seguridad del cuidado de Dios. Tiene un profundo aprecio de los dones de la vida porque son la expresión de ese cuidado, de la ternura permanente de Dios. VV: 13 – 14. “Apreciando este servicio, darán gloria a Dios por su confesión humilde del evangelio de Cristo y por su solidaridad generosa con ellos y con todos. Y rezarán por ustedes con todo su afecto, al ver la gracia extraordinaria que Dios les ha concedido”. La llamada de Pablo a la solidaridad de los corintios es una prueba de cuan hondo el evangelio ha penetrado en sus corazones. Es una prueba de su espíritu, como todo lo demás en la vida que exige nuestro amor, o nuestra fe. Se nos juzga constantemente por nuestras reacciones al esfuerzo y la responsabilidad, como LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 55 un puente se prueba con el peso del tráfico que pasa sobre él, o la fortaleza del árbol por la tormenta que lo azota. Pero en la vida cristiana la prueba no es nunca mero juicio; lo que revela la calidad de nuestro carácter o nuestro progreso está en la solidaridad y en la fe. La solidaridad enraíza más la fe. Es una oportunidad para hacer avances más rápidos y nuevos. El apóstol les dice a sus lectores que ellos glorificarán a Dios por su solidaridad. Cada victoria de la solidaridad sobre el egoísmo esporádico o sistemático hace a Dios más creíble y amable para los demás, sobre todo, para los más pobres. Lo que Pablo quiere decir con “obediencia en el conocimiento del Evangelio de Cristo” no está completamente claro. El significado más probable es que la solidaridad sería un signo del conocimiento agradecido del Evangelio. No solamente mostraría cuán profundamente ese evangelio ha ganado sus corazones, también mostraría la conciencia de sus bendiciones. Estas dos cosas no son sinónimas, excepto en los grados de experiencia más profunda. Muchos comparten las bendiciones sin estar conscientes de la influencia de Cristo en sus vidas o estar agradecidos por ello. La llamada a algún acto de generosidad, bien puede llevarlos a pensar muy bien las cosas, y por lo tanto ser el medio de caer en cuenta de más cosas de las que simplemente compartimos. Pero el don será una oportunidad también para glorificar a Dios por revelar y expresar su amor por los santos. La compasión por las necesidades de los santos en Jerusalén por parte de los corintios cristianos exigió un espíritu cristiano de su parte. La barrera 56 Pbro. Emilio Betancur Múnera racial entre los griegos y los judíos era cierta. Era peor para los judaizantes que afirmaron que sin circuncisión ni otros requerimientos de la ley judía, la permanencia cristiana de los gentiles era defectuosa. A nadie es más difícil amar que a un hombre cuya visión eclesial le hace negar la validez de la experiencia cristiana de quienes difieren de él, pero la solidaridad podría sanar el antagonismo y la exclusividad. Pablo espera que su generosidad pueda servir para sobrepasar esos prejuicios intangibles y construir un puente de amistad entre ellos y los cristianos de Jerusalén. Tal resultado no sería producido solamente por la gratitud por el don recibido, sino por la revelación por medio de estos dones de la gracia de Dios en acción en los corintios, y de gracia en un grado extraordinario. Jesús dice que la realidad de nuestro espíritu cristiano se prueba por sus frutos (Mt 7, 20). Los frutos del Espíritu son la evidencia final de la presencia del Espíritu. No hay forma en la que el prejuicio contra la Iglesia se pueda vencer, excepto por lo que los hombres ven en nosotros del trabajo de su gracia que pasa por la solidaridad. Es esta mención de la gracia sobreabundante de Dios la que deja en el corazón de Pablo un eco final de agradecimiento. “Demos gracias a Dios por su don inefable”: la solidaridad. Los invito a todos a dar gracias a Dios por la Cruz cuyo memorial es la Eucaristía y su extensión la Solidaridad. LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 57 Himno a la Cruz Gloriosa La cruz gloriosa del Señor Resucitado, es el árbol de la Salvación; de él yo me nutro, en él me deleito, en sus raíces crezco, en sus ramas yo me extiendo. Su rocío me da fuerza, su Espíritu como brisa me fecunda; a su sombra he puesto yo mi tienda. En el hambre es la comida, en la sed es Agua Viva, en la desnudez es mi vestido. Angosto sendero, mi puerta estrecha, escala de Jacob, lecho de amor dónde nos ha desposado el Señor. En el temor es mi defensa, en el tropiezo me da fuerzas, en la victoria la corona, en la lucha ella es el premio. Árbol de Vida Eterna, Misterio del universo. Columna de la tierra, tu cima toca el cielo y en tus brazos abiertos, brilla el amor de Dios. 58 Pbro. Emilio Betancur Múnera BIBLIOGRAFÍA COMENTADA • EN BUSCA DE PABLO, EL IMPERIO DE ROMA Y EL REINO DE DIOS FRENTE A FRENTE EN UNA NUEVA VISION DE LAS PALABRAS Y EL MUNDO DEL APOSTOL DE JESUS. CROSSAN, J.D. y REED, J.L. Ed. Verbo Divino. Navarra. 2006. Esta obra tiene como característica primordial ser un estudio de Pablo en el contexto del Imperio Romano con aportes arqueológicos muy valiosos para la exégesis paulina. Quizás puede considerarse la primera obra en Español que relacione la exégesis con la arqueología. Por ejemplo: Gran número de términos utilizados por Pablo existían desde antes en el Imperio, como: Redención, justificación, expiación, culto, etc. • EVANGELIZACIÓN Y ESPIRITUALIDAD, El Modelo de la Personalización. Javier Garrido. Editorial Sal Terrae, Santander-España, 2009. Es un texto que sirve como puente entre la Modernidad y la Nueva Evangelización en su criterio de personalización como característica de la nueva cultura y criterio de todo cuanto hizo y predicó Jesús. • LA REDENCIÓN, El significado de Nuestra Vida. Anselm Grün. Ed. Verbo Divino. Navarra-España. 2005. Podemos considerarla como la mejor síntesis en Español de los temas y acepciones de la Redención, que nos permite discernir los énfasis que son propios y algunos cargados de manera imprecisa a la LA EUCARISTÍA “Una propuesta para la Nueva Evangelización” 59 teología paulina. Es un texto de un gran interés, de Teología Bíblica, para la predicación. • EL PRIMER PABLO, la recuperación del visionario radical. Marcus. J. Borg y John Dominico Crossan, Verbo Divino, ágora, Navarra 2009. Contiene de las mejores exégesis, sólo textos y temas de Pablo, puntos de partida para una Nueva Evangelización. • RETORNEMOS A PABLO, P. Emilio Betancur, Primera Edición, Litoservicios, Medellín-Colombia. 2008. Es una buena síntesis de los grandes principios de la Fe Cristiana que tienen su origen en la comprensión que tuvo Pablo de la vida y el proyecto salvífico de Jesús, dejando que concluya el libro el mismo Pablo quien va narrando lo que fue su vida y tarea misionera. • LAS RAÍCES SOCIALES DE LA EUCARISTÍA, P. Emilio Betancur, Tercera Edición, Litoservicios, Medellín, 2010. La Eucaristía común, exige también dar el Cuerpo y la sangre por los hermanos, así como Jesús lo ha hecho por nosotros: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo (vida, tiempo, carismas, energías, esperanzas, techo, pan, estudio, salud, cultura y belleza) que será entregado por vosotros” “Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre (cruces, sufrimientos, debilidades, desplazamientos, secuestros, violaciones e inequidades) que será derramada por vosotros”. 60 Pbro. Emilio Betancur Múnera Se terminó de imprimir en Industria Gráfica Litoservicios Mayo de 2012, Medellín, Colombia Teléfono: (4) 284 79 82 [email protected]