Dos mundos, una misma lucha

Anuncio
Dos mundos, una misma lucha
Sayma, después de este encuentro, ¿qué percepción tienes ahora de Nicaragua?
Ahora sé que en Nicaragua las mujeres trabajan en los cafetales, algo que no existe en
mi país, Pakistán. Yo creía que la cultura nicaragüense era muy conservadora pero
ahora me he dado cuenta de que no es así. Las mujeres allí se pueden mover
libremente, no hay restricciones sobre el novio o el trabajo que una chica quiera tener.
He aprendido que no se debe juzgar sin conocer y también me he dado cuenta de que
yo misma soy víctima de una falta de libertad en mi país que en lugares como
Nicaragua no existe.
Isaura, cuéntanos una anécdota sobre alguna mujer a la que hayáis ayudado con este
proyecto.
Lo recuerdo perfectamente. Era un viernes 3 de noviembre de 2011, mientras
impartíamos un taller para chicas de entre 10 y 13 años. Les pedimos como ejercicio
que dibujaran a su “familia ideal” y ella dibujó cuatro palos de café, un látigo y un
monstruo. A pesar de ser una de las niñas más participativas, no quería hablar de su
familia. Logramos que nos dijera que ella sería feliz si su padre no estuviera vivo. Y nos
contó que los cuatro palos de café eran los cuatro árboles bajo los cuales su padre
violaba a sus cinco hermanas. Aunque su padre le obligaba a presenciar las violaciones
de sus otras hermanas, incluida una niñita de dos años, nunca asumió que ella también
fue víctima de las violaciones. Le dijimos que ella tenía derechos, que podía
denunciarle y fuimos con Rita a buscar a su mamá. La encontramos escondida un unos
cafetales. Finalmente se fueron todas a vivir a la ciudad y aunque el padre sigue en
libertad, todas ellas viven en Matagalpa y no le tratan ya más.
Sayma, cuéntanos también una historia que recuerdes sobre alguna mujer a la que
hayáis asistido.
Recuerdo la historia de una chica de un pueblo lejos de la capital, Islamabad, que tuvo
problemas con su familia por encontrar un trabajo. Esta chica tenía buena educación,
valía mucho, y había postulado para un trabajo sin que su familia lo supiera. Logró
pasar el proceso de selección y cuando la admitieron, se atrevió a contárselo a sus
padres. Nadie aprobó que ella abandonara su pueblo natal para irse sola a trabajar a la
capital, a pesar de ser una buena oportunidad laboral para ella. Ella llamó al teléfono
de asistencia que tenemos en nuestra organización y le ayudamos a convencer a su
familia. Finalmente pudo irse a trabajar llevándose a su mamá a vivir con ella. Esa fue
la única solución que encontramos para que su familia no creyera que hacía algo
deshonroso por querer realizarse profesionalmente.
Descargar