Concurso: Yo a tu edad OFICINA DEL HISTORIADOR DE LA CIUDAD DE LA HABANA DIRECCIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL Género: Narrativa Nombre y apellidos: Ileana de Jesús Hernández Pérez Edad: 57 años Municipio de residencia: 10 de Octubre Dirección particular: Libertad No. 571 entre Mayía Rodríguez y La Sola. Santos Suárez. CP. 10500. La Habana. Cuba. Teléfono: 649-2768 (casa hija) – 793-7051 ext. 240 (trabajo esposo) YO A TU EDAD Yo, camino a los cincuenta y ocho años de edad, me detengo y vuelvo el rostro, y veo aquella pequeña niña que vivía en el tercer piso de un edificio con su querida familia y una hermana que padecía un asma severa que la agobiaba con bastante frecuencia. Mi padre permanecía a su lado vigilando su respiración y al amanecer, salía a trabajar. Mi madre se ocupaba del hogar y creo, que mi inclinación a la repostería viene de ella, pues ¡que delicias hacia!: panquecitos, torticas, pudines especiales y muchos postres más, ¡cómo nos encantaban sus dulces! Así, muy pequeña sentí que debía ayudar, no solo siendo buena alumna. Me encargaba de los mandados menudos, tarea que aunque me restaba tiempo para otras actividades, me hacía sentir útil a mis padres. Me iba encaminando en mis primeras compras y sentir independencia al comenzar a cruzar calles. Por esos tiempos el café llegaba a las bodegas en grano y recibía la cuota, molida al momento. Cada establecimiento contaba con un molino, yo como niña, ni pensar en tomar café, pero me encantaba su aroma y a mi regreso a casa iba disfrutando ese exquisito olor. Aún conservo esa sensación en mi mente salvo que ahora, si soy cafetera. Con el mismo afán de ayudar en casa, estando ya en cuarto grado, un día preparé mi maleta no solo con libros, también con juguetes que guardaba en casa y con juegos de aretes que improvisé para adornar las muñecas. No sé de dónde me vino esa idea pues realmente no soy buena para vender, pero así fue, y mi maleta se movía por toda el aula como un preciado cofre al que todos querían acceder para adquirir variadas bisuterías. No olvido la cara de mi querida profesora Gloria cuando me preguntó un día con asombro: ¿Si usted está sentada en la primera fila, que hace su maleta por el fondo del aula? Claro que esta iniciativa no se prolongó demasiado tiempo pues cuando mis padres se enteraron y aun reconociendo el esfuerzo, todo terminó. (La profesora Gloria nunca lo supo). Vuelvo de nuevo el rostro y me veo sorprendida ante la posibilidad de perder la vida por una repentina e insospechada enfermedad, me veo apartada bruscamente de las batallas cotidianas. En el afán de nuevo, pero ahora, por hallar un recurso sicológico capaz de ayudarme a reaccionar, me visualizo transitando con gran dificultad, por un largo y oscuro túnel, especialmente en esa situación es esencial para mí, la asistencia del Señor que llega a través de personas muy especiales y con el fortalecimiento de mi espíritu, así, logro visualizar la luz, la salida. En ese caminar siento la sensación de encontrarme en algo parecido a lo que llaman en Ciencia Ficción “Mundos Paralelos”, esos salones y pasillos llenos de personas enfermas, que llevan o mal llevan otro tipo de existencia, que como único recurso, solo anhelan sobrevivir, y es precisamente en ese laberinto que un buen día, mientras esperaba mi turno para el horrible, pero ineludible tratamiento, recibí, sin una sola palabra, con una electrizante mirada, la mayor lección de mi vida. A mi lado se encontraba un pequeño niño, que justamente esperaba para recibir ese mismo tratamiento, del que muchas personas adultas se quejaban de diferentes formas. Por supuesto él tuvo prioridad para pasar. Yo quedé muy triste ante tal encuentro y una sola pregunta me vino a la mente: ¿Cómo podemos quejarnos, cuando en esta misma sala, este pequeño ángel, espera en su inocencia, y transita el mismo difícil túnel, siendo tan valiente y gigante a la vez? Me sentí empequeñecida al verlo tan firme allí esperando, y de nuevo, volteé el rostro en busca de la niña que fui al compararme con su incierta niñez; y de todo lo que corrí, los patines que monté, la salud infante que disfruté y no pude evitar apreciar su pálida y delgada figura, y de nuevo, pero ahora con más disgusto que antes, me repetí la misma pregunta. Esto nunca lo olvidaré. En estos lugares sin duda, se sufre mucho, pero también aprendes otras realidades de la vida que ni imaginabas. Esos Mundos Paralelos están justamente ahí, salvo que no los vemos, se torna como una coexistencia extraña. Entonces con más razón comprendo el porqué la niñez es la etapa más impresionante de la vida y puedo compararla en mi imaginación, con los científicos de la antigüedad, que sin tecnología ni recursos, pudieron hacer descubrimientos básicos, establecer leyes que mantienen su vigencia en la actualidad. La niñez es así de importante, es la ciencia del adulto que serás mañana. Muchas veces me sorprendo mirándome en mi hija y me alegra ver cómo me supera, aun tan joven, en muchos aspectos, no obstante compruebo que la responsabilidad de ser madre es para siempre, los hijos crecen y se independizan pero el cordón umbilical espiritual nunca se llega a romper, comprendemos que esa mutua relación no es ahora menos importante pero si de diferente desempeño. Es muchas veces un reto a nuestra inteligencia, es ser capaces, desde nuestra madurez y años vividos, de poder volver el rostro y hallarnos en su edad, con sus realidades y sueños, y desde ahí mismo lograr alcanzarles el mensaje y la reflexión. Recuerdo que cuando ella terminó, con las más altas calificaciones, su Pre-Escolar, en la fiesta del aula, muchos padres de alumnos con resultados menos destacados, comenzaron a entregar toda suerte de regalos a sus hijos. Quedé como paralizada, no sabía que hacer! Su padre y yo solo habíamos podido comprarle un precioso libro. Las lágrimas me asaltaron y oculté el rostro, principalmente de ella. Casi mecánicamente, le entregamos su regalo y se mostró contenta, ella estaba conforme, pero sus ojos no dejaban de mirar aquellos lindos regalos que todo niño quiere tener a esa edad. Aunque no hizo pregunta alguna, nosotros regresamos a casa con un amargo peso ¿Por qué ellos recibieron tantos regalos lindos y yo solo un libro? Gracias a Dios le encantaba que le leyeran cuentos y gracias a esa educación, ha caminado exitosamente en sus estudios, y ahora sabe, que su regalo fue el mejor. Todos esos juegos se rompieron pero las enseñanzas, fantasías y alegrías que le proporcionaron los libros, quedaron para siempre en su corazón ayudando a formar su intelecto. Deseo terminar estos apuntes con una paradoja curiosa: Yo, a tu edad y……… Tú, a mi edad. En este caminar se establece un juego de roles, depende del jugador, de su poder de adaptación, de su capacidad y entrenamiento, lograr obtener el triunfo……… ESO ES LA VIDA.