TROBAR CLUS de Rafael Ramírez Escoto fue publicado en abril de 2000, en la colección “Libros de Bolsillo de la Diputación de Cádiz”. ISBN: 84-95388-04-9 1 Todos los derechos sobre los textos: Rafael Ramírez Escoto Todos los textos publicados en este libro digital pueden ser citados, con los respectivos créditos, y reproducidos parcialmente para fines académicos o privados, de uso personal. Se prohíbe la reproducción parcial o total de estos materiales para fines lucrativos o comerciales sin la expresa autorización y consentimiento de su autor. (Versión para imprimir) 2 Índice Rubato............................................................................................................ 5 FARAI UN VERS DE DREIT NIEN................................................................6 BEATRIZ........................................................................................................ 7 BAILE............................................................................................................. 8 FINAL............................................................................................................. 9 ANÓNIMA................................................................................................... 10 RUBATO...................................................................................................... 11 VENTANAS................................................................................................. 12 PECIO........................................................................................................... 13 VICIO........................................................................................................... 15 NÁUFRAGO................................................................................................. 16 ECLIPSE....................................................................................................... 18 TROBAR CLUS............................................................................................. 20 El viejo lavadero......................................................................................... 22 PORQUE EL VUELO DEL AVE NO PERSISTE EN LA TARDE.............................................................................................. 23 MORBO POST COITUM.............................................................................. 25 TEMA BUCÓLICO........................................................................................ 26 EL ESTRENO................................................................................................ 28 EL VIEJO LAVADERO.................................................................................. 30 Trío............................................................................................................... 31 EL CABALLERO ARMADO..........................................................................32 EL DRAGÓN................................................................................................. 33 LA PRINCESA.............................................................................................. 34 Psicofonías................................................................................................... 35 POLTERGEIST (1)........................................................................................ 36 3 PROFANACIÓN........................................................................................... 38 POLTERGEIST (2)........................................................................................ 40 GÓTICO......................................................................................................... 42 ALONE IN THE DARK................................................................................. 44 Difuso momento......................................................................................... 45 CALLES (1)................................................................................................... 46 DIFUSO........................................................................................................ 47 CALLES (2)................................................................................................... 48 4 Rubato 5 FARAI UN VERS DE DREIT NIEN Guilhem de Peitieu Ahora, cuando veo este gran hueco, el espacio que ocupa el inerte aire, tengo la tentación de entretenerme, de enredarme con cosas tan absurdas como la metafísica o la mística. Sencillamente: no hay nada más luego. Podría recitarte las razones a ti, lector esquivo, de este llanto. Podría, desde luego, cantar triste con marmóreo tedio y quejumbrosa luna cruzando el orbe celestial al fondo del poema y mezclar versos, hexámetros y yambos rechinantes; pero no tengo ganas de hacer más el bobo con palabras verdaderas. Así que, aburrido espectador, no esperes que descubra los secretos de una vida ausente y descuidada. Sólo hay aire, un hueco de aire muerto. Luego, versos que están hechos de nada. 6 BEATRIZ Mientras avanzo por el gentío de bruscas calles donde los rostros reflejan la ira, la insatisfecha concupiscencia, la voluntad de herir, medrar, de aniquilar el amor breve al semejante; mientras, decía, la ínfima fosca de humanos ando, encuentro a veces una seráfica y esquiva imagen de Beatriz, el inquietante desasosiego de otra ciudad. 7 BAILE Alguien tocaba el piano con malas intenciones en aquel salón desnudo de muebles. Aquel espacio vacío en el que rebotaban los fraseos de un espantoso piano tocado por un músico invisible. Los otros invitados, canapé y copa en mano, ni se inmutaron siquiera. Era usual en las fiestas el crujido de las cuerdas metálicas como si triturasen las costillas de una frágil mujer. Me tapé los oídos; pero la música, esa vibración sucia y descentrada, se materializó como un espectro ectoplásmico que invocase un médium. Y alzaba su propia copa de absenta, y aullaba con fervor de bucanero, y ella misma susurraba al oído del translúcido pianista su voz. Grité, y mi grito se hizo un acorde templado y reverberante que brilló con matices opalinos en un recinto vacuo donde hubo, alguna vez, un baile. 8 FINAL He dejado el mundo tras esa puerta drástica. Me he cansado de estar acechando su belleza, me fatiga huir de sus terrores. Ya no quiero encontrarme por casualidad con semblantes candorosos, carne envilecida, solitarios bares húmedos; pensando en construir algo inmenso mientras trago el sexto Martini de la noche. Si hubiera algo grande tan hermoso aquí dentro, en mi espíritu; tan hermoso como un antiguo dios guerrero o, más bien, su rayo destructor, no estaría quejándome ahora y maldiciendo. Estaría asombrando al cosmos, dominando. No te muestres más alto que yo, tu vileza te agiganta. Mi ambición fecunda, mi tristeza que está oculta bajo tierra negra, me ha vencido. Voy a estar enclaustrado aquí por los siglos, de cualquier manera vestido. Me pondré unos viejos vaqueros raídos, la camisa tan hortera que fue un prodigio en las fiestas, y de noche cuando llueva fuerte, con gran rabia, tal vez salga al desierto espacio exterior para ver si el fin de este mundo se ha cumplido. 9 ANÓNIMA La mujer estuvo quieta, sentada, toda la mañana, ausente. Parecía un buzo aterrorizado abriéndose paso entre tiburones. Sí, estuvo allí en el banco amarillo, donde está ahora ese niño que suda atándose el zapato orlado de verdina. Luego sacó un pañuelo del bolso, se lo esparció por el rostro como si quisiera borrárselo, un rostro inmerso en blanco de mármol. Daba escalofríos verla tan sola. 10 RUBATO Aquí se aprecia con detalle la mano temblona del músico, crujiente cual indefensa hoja que zarandea la ventisca. La mano que encierra un secreto tal vez pulsa la muerte ahora, ese sonido tenso y diáfano que surca grácil el empíreo. La muerte vibrando en la cuerda, ondulándose cual fulana en la oscuridad de un portal. Un trino diabólico, dijo una voz que también miraba la mano del músico anciano ir y venir por el estrecho mástil del cetrino violín. La mano que se revolvía, una vieja loca aullando, un negro disfraz de esqueleto, hoz y reloj de arena dando emociones a los convictos. 11 VENTANAS Hay un fogonazo de ventanas flavas trazando el dibujo, las inciertas líneas, de un atardecer severo y plomizo. La cautela dicta el camino recto, y contra los gozos de la carne advierte tras el evangelio un canoso párroco. Enciende votivas lámparas, y vuelve al reclinatorio la hermosa vestida de excitante luto. Afuera la turba de bizarras aves un brocado teje de fugaces formas, una curva exacta que recuerda el brillo negro del cabello, los senos profundos de la santa que huye bajo la difusa y amarilla línea de las pecadoras ventanas cerradas. 12 PECIO Fragmentos, astillas del lanchón encallado, pedazos de mármol, vetas grises y negras, lápidas de ignotos difuntos exhumados. No hay lugar sin culpa, ni esta adorable playa, fracción del podrido invento de los dioses. Me contemplo cadáver avanzar por aguas, más bien ellas arrastran trozos tumefactos. Ah, tus labios señora, qué dicen, qué besan, ahora que me envuelve el cuarzo oceánico, ahora que me atrapa entre inconformistas grietas de espuma, bocas de terrible madre. Se ha parado el sol, justo antes de caer dentro del puchero caótico, sangre y estrellas revueltas. Lanzas de azules, verdes, suaves tonos metálicos; pero a mí eso me importa muy poco, de verdad. Es esta extraña brisa, cálida y a veces fría, como una inquieta mano que se ondula el flequillo de adolescente tibio, sudoroso y voraz. No, bajo mis pies veo un triángulo equilátero, que ha dispuesto el flujo de las mareas rotas. El mango solo de un cuchillo de cocina, un aplastado envase de plástico amarillo, la concha blanquecina, crespa, de un cefalópodo. Perduran en la arena, dispuestos los tres, prueba de un macabro artista sideral, 13 una mano gloriosa que agita objetos y hace arte exquisito revolviendo las tripas. Se acercan las bandadas de grises gaviotas, huyen de la noche que se alza en la difusa raya del horizonte. Son pájaros grandes si se les ve cerca. Están realmente hambrientas. Hay belleza en la forma triangular que, en breve, las cándidas olas destrozarán de golpe. 14 VICIO Después de asesinarla me eché a dormir la siesta. Se me nubló la vista contemplando, tras la ventana sucia, una tarde de edificios metálicos arrullada por nanas dodecafónicas. La puerta de pintura agrietada rechinó con relincho chirrïante, igual que en las novelas de terror. Sangrando entró la muerta, y me pidió un cigarro. ¡La muy estúpida! Ahora, cuando había dejado, al fin, el vicio. 15 NÁUFRAGO Cuántas noches he visto detenerse allá, en lo alto de mi absorta cabeza que pensaba, y se hundía, y volvía a pensar en los días pasados, en las noches que tragan al mundo endemoniado, y después permanecen clavadas allá, en lo alto. De lo obscuro los pájaros se acercan peligrosos, a esta roca pelada donde apenas yo quepo en cuclillas sentado, hecho una apetitosa bola de carne para las barracudas que rondan por debajo, en la otra obscuridad, los profundos dominios del salvaje Neptuno. Cuando los vientos recios limpian el ancho espacio, y el sol brilla sereno en la mitad de su orbe, a los lejos se puede contemplar la ciudad de cristales y de oro, donde se cumple todo deseo por muy raro o extraño que parezca. La gente vive allí feliz, y son hermosas sus casas. Sus vestidos de valiosos tejidos, entre copas de almíbar mezclados, reverberan con las perlas rosáceas y los lujosos peinados que en las fiestas sublimes lucen sus habitantes. Cuando se pone gélida la madrugada, un poco antes de que la aurora brote por el oriente, mientras me escondo dentro de mi sueño y mi cuerpo, me sorprende una cálida y sugestiva música, y me rondan intrusas y lascivas imágenes. Imagino a unos jóvenes amantes copulando en las orillas suaves bajo ondulada luna. 16 Pero en mi sueño el dios Neptuno su grotesca testuz saca del agua, y me muestra los dientes pútridos y sangrantes, y me recuerda quién soy en este maldito islote del que no hay, ni lo habrá nunca, modo posible de escapar. Pero los días que más temo son aquellos en los que las fragatas surcan tan valerosas este infelice líquido lanzando cañonazos, probando la puntería con un peñasco inútil que implora al éter puro misericordia, envuelto entre estampidos férreos y músicas gloriosas. 17 ECLIPSE Una mujer avanza por una callejuela. Desde una ventana alta un hombre la persigue con azarosos ojos. Ambos no se conocen. La mujer va pensando en alguien que está enfermo. En el varonil cuarto gira un disco nostálgico con lujuriosas músicas, arde una lámpara ocre junto a un sillón grosero sobre el que yace un libro. La mujer cuando joven soñó con ser pianista, una famosa intérprete. En casa tiene un piano, uno de pared, viejo, que tocaba de niña. Ahora ya ha olvidado por completo ese sueño. Le preocupa, y por eso acelera su paso, alguien que está muy enfermo, que pronto va a morir. El hombre cuando joven soñó con ser actor, un osado galán que hiciera derramar lágrimas a muchachas cándidas y coquetas. Hace años rodó un anuncio de excitantes refrescos. Desde entonces no ha vuelto a interpretar nada. Sabe que se hace viejo. Su rostro le parece más espantoso cada día que va pasando. La mujer es un punto negro al final de esa calle estrafalaria. Ahora el hombre ve que desaparece. Abajo ronronea un remolino de cáscaras, papeles de periódicos, amarillentas bolsas de plástico con signos rojizos y procaces. El viento azota el rostro del actor. 18 El actor mira hacia abajo. Ya no piensa en la mujer. Un deseo eclipsa el agotado sol de su cerebro. Vuelve a mirar hacia abajo. 19 TROBAR CLUS En la gramola vieja de la vieja señorita Violeta, una ya vieja canción de los suburbios parisinos sonaba agonizante y verdulera. Ella extendió un mantel bordado en sedas azules y doradas que fingían pagodas chinas, cisnes y nenúfares, aves del paraíso, elfos y ninfas. Qué suaves parecíanme sus manos disponiendo del té el juego y las pastas. Le hablé, entre sorbos, de la triste vida de un contable en anónima ciudad. Le hablé, evitando aquellos ojos mustios, de mi obscura pasión hacia Polimnia. Ella, con las manitas temblorosas ocultas en regazo austero y casto, inclinó la cabeza. Un rizo tímido descendió por su frente melancólica. Me pidió, me imploró casi, algún verso, algún verso sublime que cantara la púbera embriaguez que causa Amor. Su voz era del arpa un trino frágil. Y me dije, qué diantre, pues para eso estamos los poetas en el mundo, para dar voz a eternas hermosuras. Solemne y de memoria declamé los hexámetros ínclitos y ubérrimos que compuse a Cupido en tiempos idos. 20 La virginal Violeta al fin lloró. Sus lágrimas, cristal rosa de cuarzo, incendiaron la tarde angelical. Luego sirvió de anís unos vasitos. Y me habló con nostalgia de su infancia. Me serví otro traguito mientras ella dábame la monserga con aquel novio que embarcó rumbo a Las Américas. Como ociosa la tarde era y dulce era el licor caütivo en la botella, insistí en agradar el paladar. Volví a mi hogar entrada ya la noche. Dos amables vecinos me arrastraron hacia el lecho sereno y confortable. Recuerdo apenas si le presenté a doncella tan vieja mis excusas. 21 El viejo lavadero 22 PORQUE EL VUELO DEL AVE NO PERSISTE EN LA TARDE Porque el vuelo del ave no persiste en la tarde y apenas es fugaz visaje de colores, ni el espumoso brinco de las olas violentas transmútase en estatua de turmalinas y ónices; y no en vano algún día, del que sólo nos llega su pálido brillar en las noches templadas, estallaron luceros que trocáronse bruna ceniza intergaláctica, apenas un chasquido en la desmesurada vacuidad del espacio. Y si de aquellos príncipes tocados por la gracia de Dios o de Fortuna siquiera se recuerda basílicas, palacios, pirámides, castillos, un puñado de escombros donde albergue y sustento encuentran lagartijas y ratas infamantes, tan sólo un deleite fotográfico para el incauto turista o afanoso erudito. ¿Por qué he yo de obstinarme, de creerme del todo invulnerable al tránsito cruel de las estaciones, a las fauces golosas de Cronos que me muerden día tras día, año tras año? Así, el tiempo que he vivido y el que resta ¿qué son frente a la eterna juventud de las olas que sucumben deshechas en los acantilados y al instante renuévanse? ¿Y esta carne es más firme, más fogosa y perenne que el colosal relámpago de los extintos astros? ¿Y puede resistir mi alma tantos embates, reveses y desdichas como aquellas murallas que tallaron en viva roca sabios guerreros? 23 Porque el vuelo del ave no persiste en la tarde, así mi gloria inútil se desvanece en su aire. 24 MORBO POST COITUM Y ahora que la carne se desploma sobre el cerco sudado de las sábanas semejante a blandengue y paralítica medusa que escupiera el oleaje sobre los arrecifes pendencieros; ahora que ha cesado la galerna en la penumbra ociosa de esta alcoba, escucho tras los vidrios del balcón el griterío eufórico y siniestro de los niños que juegan en el parque. 25 TEMA BUCÓLICO Pensad por un momento en uno de esos cuadros que describen escenas bucólicas y amables. Una casa de piedra con la techumbre roja, el sereno riachuelo y el puente que lo cruza un afable labriego. El pincel execrable se ha excedido en los grises con esas nubes altas que barruntan tormenta, y el bermellón intenso, las sombras que proyectan los árboles desnudos, provoca un irreal efecto que demuestra la impericia de quien trabajó por encargo. Olvidad por ahora esos detalles técnicos; fijaos en la puerta de la pequeña choza por la que escapa un humo apetitoso y denso. Estáis llegando exhaustos después de una jornada adusta en los sembrados. Anheláis el potaje y el cálido jergón. La mujer silenciosa aparta los pucheros, y se os acerca rauda. La carnosa mujer que vuestro rostro atrapa con unas manos tibias y alegre os come a besos. Sentaos a la mesa, y el banquete elogiad, paladead el vino áspero que os enciende. Es momento de hablar, de contarle qué dura empresa tuvo el día. Acurrucadla junto al fuego que arde lento y besadla en la boca. Ha empezado a llover. Visteis los nubarrones; mas ahora abrazáis a la mujer soñada en la humilde cabaña, caldeados por llamas de un oro lujurioso, ajenos al combate 26 de la temperie hostil, ajenos a un iluso que no se explica cómo se puede tener ese óleo tan vulgar colgado en la pared. 27 EL ESTRENO La obscuridad de nuevo empapa al expectante público acomodado en la comercial sala. Un crujir repentino de cáscaras se inicia, y un murmullo gomoso a mi diestro costado vaticina la muerte del actor principal. Alguien pide silencio. Las luces de emergencia emiten radiaciones infernales que muestran el pasillo alfombrado a unos novios postreros. Estoy cerca, muy cerca, de la inmensa pantalla. Y entonces se le incrusta un chorro de fotones, y le vuelve el color tras el coma profundo, y al trueno de un acorde sigue el fluir de un arpa. Los créditos emergen forjados en augustos caracteres broncíneos sobre la panorámica vista de una fiera urbe. Se calman los violines. Un hombre y una mujer discuten en un bar. Siguen otras escenas frías e irrelevantes. El encuadre es mediocre, y el texto se repite. Pero hay algo en la angustia del actor que sorprende. Viéndolo ahora cerca, tan cerca, me percato. No volverá a filmar otra vez esa escena, y sus palabras zafias espantan a la chica. Parece que improvisa el guión sobre la marcha desoyendo el consejo sabio del director. Sabe que nunca más se filmará la escena. Ha valido esa toma, la irrepetible vida que ha quedado por siempre estampada en la cinta. Da igual que se arrepienta de su actuación infame. 28 No volverá a filmar otra vez esa escena, y aún tiene que afrontar el fatal tiroteo. No quiere especialistas, sabe que no los hay, que le hagan el trabajo sucio. Es su película. No piensa en la Academia, ni en los atroces críticos. Piensa en su chica que huye con un rufián de lujo. Piensa en su juventud que se ha pulverizado. Piensa en negro, y la cámara funde en negro su rostro. 29 EL VIEJO LAVADERO Este cuartucho, el viejo lavadero de la azotea donde ahora escribo, no deja de asombrarme. La estrecha puerta verde y sus cuatro paredes asimétricas encierran, como encierra monacal celda las devociones del beato, desordenados tomos de poemas, desvaídas carpetas engordadas con inútiles folios manuscritos, algunos ejemplares de Play Boy, por supuesto edición americana, y ciertas bagatelas de mal gusto que adornan poco o nada esta aridez. No deja de asombrarme, insisto, este cuartucho, este refugio. Y pienso cómo pudo ser posible que, sobre el duro suelo de terrazo cubierto por alguna manta tosca, desplazada la mesa a un extremo y la lluvia crujiendo en la techumbre de ondulada y grisácea uralita, en ese reducido yacimiento, ahí mismo dos cuerpos jóvenes y desnudos se batieran en tan lascivo duelo. 30 Trío 31 EL CABALLERO ARMADO El corazón de la espada y el corazón de las flores palpitan sus rojas sangres entre mis manos ardientes. Los vapores del pantano, los verdosos fuegos fatuos a mis pies se arremolinan con sus sacrílegas danzas. La cellisca estalla aullidos, voces de doncellas muertas cuyos pálidos espectros relampaguean de súbito ante mis ojos, e invocan mi nombre, mi brazo armado. Inmerso en un laberinto de profanados sepulcros persevero en mi venganza. Yo soy la cruz y la espada. La noche es de luna llena. Ante la cueva del monstruo, agazapado entre ramas, aguardo el letal instante en que mi acero, templado con el fuego de las almas, traspase la carne hedionda y la bestia se desplome. 32 EL DRAGÓN Entre húmedas y sombrías paredes de alguna gruta perdida en las altas cumbres de una inhóspita región un animal repugnante en soledad vive y sueña. Algunos, los viejos locos, los timoratos pastores, los audaces mercaderes, afirman haberlo visto. Recuerdan de la criatura sus desmesurados ojos reflejando la espantosa noche de la luna llena. Nadie jamás ha osado penetrar en el terrible aposento de la bestia. Excepto yo que esto os cuento. Dentro de la infeliz cueva hay un rumor de membranas y de fauces que trituran el tuétano de los huesos de pequeños roedores; hay un rumor de viscosos belfos que chupan y extraen el jugo amargo de la hiedra. Indestructible es la sombra. Indestructibles las rocas. Indestructible el latido de un violento corazón. A la oscuridad del día sucede la oscuridad de la noche y después la oscuridad de la muerte dentro de este laberinto vivo que ruge y se agita. No hay belleza en esta boca maldita de los infiernos. Y ni siquiera el lejano canto que entablan por mayo el festivo ruiseñor y la amorosa calandria alivia el tormentoso arder de la salamandra. Y es cierto que algunas noches, las de la espantosa luna, el amorfo y ciego saurio abandona su sepulcro, alza su rostro a los cielos, y en sus pupilas refulge, bajo la luz infinita, un líquido sucio y blando. 33 LA PRINCESA En la fronda aúllan las voces. La niebla oculta los lobos. Veo las cruces de hierro negro cubiertas de nieve. Los flancos del corcel sangran, y las pezuñas estallan contra las piedras talladas con signos de hechicería. Las ramas de las encinas me golpean la cabeza. Ésta es mi senda maldita. Y esas huellas en la arcilla, esas huellas que persigo, nublan la luz de mi espíritu. Como esa luz sepulcral que enciende las verdes aguas. Las verdes aguas del lago donde yace una doncella. Veo flotar sus cabellos ingrávidos y ondulados. Veo el fuego inmaculado de sus carnes extinguirse. Veo el silencio en sus ojos, el eco de su silencio en los míos que la lloran. Mi batalla está perdida. En el bosque aúllan los lobos. Las magas queman hogueras. Entierro en la salvaje agua mi espada y mi corazón. Por siempre perdurará en mis labios este beso. Este beso destrozado que eternamente se ahoga. 34 Psicofonías 35 POLTERGEIST (1) Ninguno de los miembros del equipo que están investigando los extraños sucesos del palacio me acompaña. Ahora giro el pomo de la puerta que da acceso al desván. No tengo miedo. La calma circundante es absoluta. Me hallo en una coqueta habitación. Tal vez aquí estudiaban los pequeños. Al fondo resplandece un ventanal. A mi derecha queda un escritorio. Sobre él reposan unas cuantas hojas llenas de tachaduras y problemas de álgebra elemental. Los trazos gráciles y risueños denotan una mano infantil. El azul de los guarismos contrasta con el rancio papel ocre. Hay dispuestas algunas sillas cerca de una ostentosa mesa de nogal. Los rayos de la tarde se amalgaman en la sucia vidriera provocando un efecto de luz evanescente. Creo que el magnetófono registra sólo mis comentarios y el zumbido sereno de las ramas de los olmos. Los enseres parecen exhalar un aroma a lavanda y alcanfor. Es agradable estar en este cuarto, dejarse embalsamar por el silencio 36 que fluye en su pausado cauce de oro. Sospecho que es el único aposento libre de hechicerías y de trasgos violentos que vocean sus tragedias cuando marca el reloj la medianoche. Abandono el estudio de los niños. Cierro la puerta y oigo algunas risas a mi espalda. No tengo el valor para entrar de nuevo y ver los cuerpos muertos. 37 PROFANACIÓN Los aullidos de la noche festiva cesan ahora, y cesa el anhelo de lograr una cópula fácil con la amiga imprevista que cruzó unas palabras entrañables en la puerta acristalada del hipermoderno bar. A escasos metros se apresura un trabajador mañanero. Lleva encendida una radio. Me inspecciona de reojo. We're just two lost souls. Canta la voz del transistor sobre un fondo de cuerdas aceradas y sintéticos pianos. Me apoyo sobre la balaustrada de piedra grisácea. La baba obscura del mar descansa narcotizada. Sueña con un músico de jazz que toca un vibráfono. La música del negro impregna todo. Hay un flash-back instantáneo. Me vienen los recuerdos dislocados. Una tarde de junio. El calor del sol confortando el cuerpo de un bebé. Las manos de mi padre alzándome a los cielos. Por Dios, vaya elegía que improvisa la borrachera infame de esta noche. Acude a socorrerme la terapia poética, y un viento brusco llega hasta mi boca. Una rata de hocicos sonrosados que de su madriguera incendiada huye hacia la cima eterna del Parnaso. Y éste es el verso poco afortunado que improviso a las seis de la mañana: Inútilmente recorres los sitios de tu pasado. Lo he gritado de veras con la voz ronca y sucia. La noche ha sido muy húmeda, y ahora arrecia el frío. 38 Vuelvo las solapas de la chaqueta, y me cubro el cogote. A lo lejos vuela una chica rubia montada en su Vespino. Y frente a mí, el macizo de las deutzias, la estatua de un poeta, los bancos herrumbrosos, las casas genovesas, las farolas halógenas y la imagen de un niño, la tibia voz de un niño asustado implorándome que nunca profanase, que nunca más volviera a profanar el jardín de su reino en que yace por siempre. 39 POLTERGEIST (2) Tras un largo silencio surgió aquella voz casi imperceptible. Aumenté el volumen al máximo. Gemía, sin duda, una mujer joven y esbelta. Rebobiné la cinta entusiasmado. Al fin, después de tantos meses nulos vagando por palacios arruinados, después de tantas noches desveladas grabando en los piadosos cementerios bajo el cobijo de unas alas pétreas o contemplando rostros agrietados de estáticas, dolientes, enigmáticas criaturas que refulgen en la bruma, una voz resquebraja las membranas de los auriculares, y me envuelve con su fúnebre velo melodioso. Sin acierto transcribo unas sílabas de su triste discurso: una ofensa, un pecado terrible, una muerte, no sé, acaso un recuerdo de la infancia. Con las penumbras formo un rostro amable. Es siniestra la voz, dulce y siniestra. Y oírla susurrándome, besándome los lóbulos carnosos, me hace daño. Veo el rostro flotar entre mis libros; la mano de la voz que me acaricia se transfigura en eco de sí misma, elévase sobre un rugido de arpas, 40 y canta una canción de amor antigua en un dialecto extinto y misterioso. La grabación detuve horrorizado. Taché aquellas palabras inconexas, y se abalanzó sobre mí el silencio como un trueno furioso de recuerdos, de ignominias pasadas que me horadan. 41 GÓTICO Enclaustrado en la masa de esta sombra distingo allá a lo lejos algún brillo, un ovillo de fuego ámbar y fatuo; luego cruza la estela de un espectro envuelto en la humareda de un sudario sucio y deshilachado. Acechado por góticos fulgores estoy solo en la calle. Me sumerjo en la niebla poderosa, el frío y la humedad de los pecados. Un nuevo resplandor se ha hincado en mis ojos desguazados, como el rayo de sol que reverbera sobre la piel de un cuerpo ensiforme. Rótulos de neón fosforescentes como pócimas mágicas, secretos elixires de Morgana que he probado esta noche. Combates de tridentes y diamantes, demonios y diademas en las lunas, los lunares, las líneas de una mano. Coches que cruzan raudos los carriles, el delicioso vértigo del homicida labio. Estoy solo en la calle. Recuerdo acaso haber dejado atrás, arriba o lejos, no sé dónde fue, 42 sueños resbaladizos. Un rostro de belleza pavorosa. Un presagio se mueve en las tinieblas. 43 ALONE IN THE DARK Solo, en la oscuridad de esta mansión, me enfrento a cuerpos muertos que apetecen la rosácea esponja de mi carne. El suelo de madera cruje rudo, y delata mis nervios, y el sudor espejea en mi frente plateado. He consultado libros prohibidos buscando unas palabras invisibles, el dibujo enigmático que vence el poder de las sombras que me asedian. Hay un laberinto, un monstruo y una espada. En el salón de baile los vampiros dan vueltas, y gorjean, y sonríen. Me sonríen amables a través del brumoso cristal de la ventana. Reconozco los rostros familiares, mis propios asesinos, mis amados que giran los recuerdos, que valsean en la macabra luz del plenilunio. Cruzo el jardín de ortigas y azaleas, y entre estatuas deformes y aulladoras, justo en el corazón del laberinto, perforo la grotesca piel del monstruo con la mágica espada de los héroes. Dando muerte a la bestia me asesino, y perdono la vida a mis memorias, que danzan, danzan, danzan hasta el alba. 44 Difuso momento 45 CALLES (1) Busco esas calles tristes, misteriosas, por las que se transita con fugaz paso y tímido gesto. Calles de la ciudad ocre que duerme una siesta maldita y licenciosa. Sigilosas ventanas que enmascaran tras el cristal borroso un rostro grácil, una nube inquietante de deseos. 46 DIFUSO El tiempo del destino se ha consumado al fin cuando contemplo el resto luminoso que queda en este cuarto obsceno, el trozo de crepúsculo que retengo en mis manos y de ellas, como el agua sucia, escapa al lavabo. 47 CALLES (2) Como esas calles imposibles que se atraviesan en el caos de los sueños y a turbias plazas nos conducen, y luego hallamos que la pesadilla comienza en otra ciudad que es la misma, y la calle que antes cruzamos se repite en sus edificios, en las fachadas amarillas, en las polvorientas cantinas; así ahora cruzo esta calle anónima, gris, fantasmal, y sé que esto no es el sueño. 48 Esta edición digital de Trobar Clus, de Rafael Ramírez Escoto, se terminó de componer en formato PDF el día 1 de noviembre de dos mil doce. El diseño y la composición han sido hechos por el propio autor. 49