DOCUMENTO: 01: La filosofía medieval.

Anuncio
Fh 4 – DOCUMENTO 1.
La Filosofía Medieval
Padres de la Iglesia.
Nombre dado por la Iglesia católica a los autores que establecieron la doctrina cristiana antes del siglo VIII.
Los escritos de los Padres, o literatura Patrística, sintetizaron la doctrina cristiana tal y como se encuentra en la Biblia,
especialmente en el Evangelio, los escritos de los Padres Apostólicos, las máximas eclesiásticas y las decisiones de
los concilios de la Iglesia. Facilitaron un conjunto doctrinal articulado de la enseñanza cristiana para su transmisión por
todos los rincones del Imperio romano.
Hay que tomar en cuenta que al principio la Iglesia no quería saber nada de la filosofía, ya que estaban bajo la
impresión de la nueva vivencia de su fe. Gracias a San Agustín, se puso un sí positivo a la filosofía. Nosotros
queremos dice San Agustín, hablar no solo con la autoridad de las sagradas escrituras, sino también basados en la
universal razón humana (Ratio: relación entre dos cantidades). Si los filósofos han dicho algo que exacto ¿por qué no
lo hemos de aceptar?, al fin de cuentas puede incluso servir para razonar la fe y para comprenderla mejor.
En el siglo IV, la Patrística alcanza su plena madurez. Es el momento en que los herejías han alcanzado su
mayor agudeza y el gran movimiento maniqueo, que se extiende de oriente a occidente, amenazan a la Iglesia. Por
otra parte el pensamiento cristiano ha adquirido profundidad y claridad, y al mismo tiempo vigencia social en el Imperio
Romano. El mundo antiguo esta en su última etapa. Los bárbaros están llamando desde hace tiempo a todas las
puestas del Imperio; a lo largo de sus fronteras se hace sentir la presencia de los pueblos germánicos, que se van
infiltrando lentamente, antes de realizar la gran irrupción del siglo V. Y sobre todo el paganismo ha dejado de existir; la
cultura romana se agota en el comentario y sigue nutriéndose, al cabo de los siglos de una filosofía la griega que no
es capaz de renovar. En este momento aparece San Agustín, la plenitud de la Patrística, que resume en su
personalidad inmensa el mundo antiguo, al que todavía pertenece, y la época moderna, que anuncia, y cuyo punto de
arranque es él mismo. En la obra agustiniana se cifra este paso decisivo de un mundo a otro.
San Agustín (354 – 430).
Es una de las figuras más emblemáticas de su tiempo, del cristianismo y de la filosofía.
Su personalidad tan original y abundante deja una huella profunda en todas las cosas donde pone su mano. La
filosofía y la teología medievales, es decir, lo que se ha llamado la Escolástica, toda la dogmática cristiana, disciplinas
enteras como la filosofía del espíritu y la filosofía de la historia, ostentan la marca inconfundible que les imprimió. Más
aun: el espíritu cristiano y el de la modernidad están influidos decisivamente por San Agustín; y tanto la Reforma como
la Contrarreforma han recurrido de un modo especial a las fuentes agustinianas.
Tesis filosóficas de San Agustín:
a. Verdad
b. Dios
c. Creación.
d. Alma.
e. El Bien.
f. La Ciudad de Dios.
Verdad: en encendidas controversias con los escépticos hizo triunfar San Agustín la posibilidad de conocer la verdad.
Los escépticos dicen "no existe la verdad; de todo se puede dudar"; a lo que San Agustín replica "se podrá dudar todo
lo que se quiere; de lo que no se puede dudar es de la misma duda". Existe pues la verdad con lo cual queda refutado
el escepticismo. San Agustín busca el prototipo de la verdad en las verdades matemáticas, cuando dice, por ejemplo,
que la proposición 7+3=10, es una proposición de vigencia universal para cualquiera que tenga razón. Aquí donde se
ve que 7+3 tiene que ser igual a 10, halla San Agustín lo que también en otros casos debe ser verdad para todo
espíritu racional, a saber, las reglas, ideas y normas conforme a las cuales registramos y leemos lo sensible y al
mismo tiempo lo estimamos y rectificamos. Estas reglas son algo apriorístico, en lo cual el hombre, frente al mundo y
su experiencia, se demuestra superior, libre y autónomo.
Dios: el mismo San Agustín que busca la verdad en el interior del hombre, dice a la vez con no menor énfasis: Dios es
la verdad. San Agustín se eleva de lo verdadero singular a la verdad una gracias a la que todo lo verdadero es
verdadero para tener participación en ella. Considera esta ascensión como prueba de que existe Dios y el mismo
tiempo de lo que Dios mismo es: el todo de lo verdadero, el ser bueno de todo lo bueno, el ser de todo ser. Así Dios es
todo, pero a la vez no es nada de todo, pues sobre puja a todo, ninguna categoría se le puede aplicar.
Creación: este concepto no es filosófico sino teológico. Por tanto, cuando San Agustín trata de pensarlo, se le ofrecen
inmediatamente dificultades filosóficas. En este caso, habría que admitir también en Dios lo mutable. Por otra parte, la
creación proviene de un acto libre de la voluntad de Dios, y no es por tanto, una procesión necesaria, como con
Fh 4 – DOCUMENTO 1
1
frecuencia sé repitió contra la teoría de la emanación. San Agustín deja por fin la cuestión en suspenso. Ve que no se
puede resolver con nuestros conceptos espaciales y temporales.
Alma: lo que San Agustín escribe sobre el alma, su fina intuición, su arte de ver y dominar las cosas, su penetrante
análisis y otras diversas cualidades lo revelan como sicólogo de primer orden. El alma tenía para él especial interés.
"A Dios y al alma deseo conocer". El alma tiene un efecto el primado frente al cuerpo. Cierto que San Agustín no es ya
pesimista acerca del cuerpo: el espíritu del cristianismo y su doctrina de la creación no lo permiten. No obstante, para
San Agustín el hombre es propiamente el alma. Y así, seguirá pensándose, aun después de que en la alta edad media
prospere la formula aristotélica de la unidad del cuerpo y el alma.
El Bien: cuando San Agustín habla en lenguaje religioso, el bien no es para él otra cosa más que la voluntad de Dios.
Pero cuando trata de descubrir los fundamentos más profundos, dice: "El bien se da con la ley eterna". Son las ideas
eternas en la mente de Dios que, como para los platónicos, también aquí constituyen el fundamento de conocer, del
ser y del bien. Son un orden eterno. No solo el hombre es bueno, también los seres son buenos y el conocimiento es
verdadero, con tal que se orienten conforme a este orden eterno.
La Ciudad de Dios: siempre tendrá lugar en la historia del mundo la lucha entre la luz y las tinieblas, entre lo eterno y
lo temporal, entre lo supra sensible y lo sensible, entre lo devino y lo antidivino. En su gran obra la Ciudad de Dios San
Agustín, muestra cómo los poderes del bien tienen que luchar constantemente con los poderes del mal. Su sentido
definitivo es el triunfo del bien sobre el mal.
El Escolasticismo.
Movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la razón natural humana, en particular la filosofía y la
ciencia de Aristóteles, para comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana. Principal movimiento en
las escuelas y universidades medievales de Europa, desde mediados del siglo XI hasta mediados del siglo XV, su
ideal último fue integrar en un sistema ordenado tanto el saber natural de Grecia y Roma como el saber religioso del
cristianismo. El término escolástica también se utiliza en un sentido más amplio para expresar el espíritu y métodos
característicos de ese momento de la historia de la filosofía o cualquier otro espíritu o actitud similar hacia el saber
encontrados en otras épocas. El término escolástica, que en su origen designaba a los maestros de las escuelas
monásticas o catedralicias medievales, de las que surgieron las universidades, acabó por aplicarse a cualquiera que
enseñara filosofía o teología en dichas escuelas o universidades.
Características Principales.
Los pensadores escolásticos sostuvieron una amplia variedad de ideas tanto en filosofía como en teología. Lo
que da unidad a todo el movimiento escolástico son las metas comunes, las actitudes y los métodos aceptados de un
modo general por todos sus miembros. La principal preocupación de los escolásticos no fue conocer nuevos hechos
sino integrar el conocimiento ya adquirido de forma separada por el razonamiento griego y la revelación cristiana. Este
interés es una de las diferencias más características entre la escolástica y el pensamiento moderno desde el
renacimiento.
El objetivo esencial de los escolásticos determinó algunas actitudes comunes, de las que la más importante
fue su convicción de la armonía fundamental entre razón y revelación. Los escolásticos afirmaban que el mismo Dios
era la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad era uno de Sus principales atributos. No podía contradecirse
a Sí mismo en estos dos caminos de expresión. Cualquier oposición aparente entre revelación y razón podía deberse
o a un uso incorrecto de la razón o a una errónea interpretación de las palabras de la revelación. Como los
escolásticos creían que la revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un mayor grado de
verdad y certeza que la razón natural. En los conflictos entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe era siempre el
árbitro supremo, la decisión de los teólogos prevalecía sobre la de los filósofos. Después de principios del siglo XIII, el
pensamiento escolástico puso mayor énfasis en la independencia de la filosofía en su campo propio. A pesar de todo,
durante el periodo escolástico la filosofía estuvo al servicio de la teología, no sólo porque la verdad de la filosofía
estaba subordinada a la de la teología, sino también porque los teólogos utilizaban la filosofía para comprender y
explicar la revelación.
Esta postura de la escolástica chocó con la llamada teoría de la doble verdad del filósofo y físico hispano-árabe
Averroes. Su teoría mantenía que la verdad era accesible tanto a la teología como a la filosofía islámica pero que tan
sólo la filosofía podía alcanzarla en su totalidad. Por lo tanto, las llamadas verdades de la teología servían, para la
gente común, de expresiones imaginativas imperfectas de la verdad auténtica, sólo accesible por la filosofía. Averroes
sostenía que la verdad filosófica podía incluso contradecir, al menos de una forma verbal, las enseñanzas de la
teología islámica.
Fh 4 – DOCUMENTO 1
2
Como resultado de su creencia en la armonía entre fe y razón, los escolásticos intentaron determinar el ámbito
preciso y las competencias de cada una de estas facultades. Muchos de los primeros escolásticos, como el
eclesiástico y filósofo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y estuvieron convencidos de que la razón podía probar
algunas doctrinas procedentes de la revelación divina. Más tarde, en el momento de esplendor de la escolástica, el
teólogo y filósofo italiano santo Tomás de Aquino estableció un equilibrio entre razón y revelación. Sin embargo, los
escolásticos posteriores a santo Tomás, empezando por el teólogo y filósofo escocés Duns Escoto, limitaron cada vez
más el campo de las verdades capaces de ser probadas a través de la razón e insistieron en que muchas doctrinas
anteriores que se pensaba habían sido probadas por la filosofía tenían que ser aceptadas sobre la base única de la fe.
Una de las razones de esta limitación fue que los escolásticos aplicaron los requisitos para la demostración científica,
recogidos al principio en el Organon de Aristóteles, de una manera mucho más rigurosa que lo había hecho cualquiera
de los filósofos anteriores. Esos requisitos eran tan estrictos que el propio Aristóteles rara vez fue capaz de aplicarlos
en detalle más allá del campo de las matemáticas.
Esta tendencia desembocó de forma teórica en la pérdida de confianza en la razón natural humana y en la
filosofía, como quedó caracterizada la primera época del renacimiento, y así lo asumieron los primeros reformadores
religiosos protestantes, como Martín Lutero.
Otra actitud común entre los escolásticos fue su sometimiento a las llamadas autoridades, tanto en filosofía
como en teología. Esas autoridades eran los grandes maestros del pensamiento de Grecia y Roma y los primeros
Padres de la Iglesia. Los escolásticos medievales se impusieron a sí mismos pensar y escribir mediante el estudio
único e intensivo de los autores clásicos, a cuya cultura y saber atribuían certezas inmutables. Tras alcanzar su plena
madurez de pensamiento y producir los primeros trabajos originales de filosofía, siguieron citando a las autoridades
para dar peso a sus propias opiniones, aunque a estas últimas llegaban en muchos casos de manera independiente.
Críticas posteriores concluyeron de esta práctica que los escolásticos eran meros compiladores o repetidores de sus
maestros. En realidad, los escolásticos maduros, como santo Tomás de Aquino o Duns Escoto, fueron muy flexibles e
independientes en su utilización de los textos de los clásicos; a menudo con el fin de armonizar los textos con sus
propias posiciones, ofrecieron interpretaciones que eran difíciles de conciliar con las intenciones y motivos
inspiradores en los clásicos. El recurso a la cita de los clásicos fue, en muchos casos, poco más que un ornamento
estilístico para empezar o finalizar la exposición de las propias opiniones e intentaba demostrar que las ideas del
exegeta eran continuidad del pasado y no simples novedades. Novedad y originalidad de pensamiento no eran
perseguidos de forma deliberada por ninguno de los escolásticos sino más bien minimizadas lo más posible.
Los escolásticos consideraron a Aristóteles la máxima autoridad filosófica, llamándole de modo habitual "el
filósofo". El primer prelado y teólogo cristiano san Agustín fue su principal autoridad en teología, tan sólo subordinado
a la Biblia y a los concilios oficiales de la Iglesia. Los escolásticos se adhirieron con mayor intensidad y sin ninguna
crítica a las doctrinas emitidas por la jerarquía eclesial al admitir las opiniones de Aristóteles en materia de ciencias
empíricas, como la física, la astronomía y la biología. Su aceptación sin crítica debilitó a la escolástica y fue una de las
principales razones de su desdeñoso rechazo por parte de los investigadores y sabios del renacimiento e incluso de
mucho tiempo después.
Métodos Comunes.
Uno de los principales métodos de la escolástica fue el uso de la lógica y el vocabulario filosófico de
Aristóteles en la enseñanza, la demostración y la discusión. Otro importante método fue enseñar un texto por medio
de un comentario de alguna autoridad aceptada. En filosofía, esa autoridad era atribuida de un modo casi mecánico y
procedimental a Aristóteles. En teología, los textos principales eran la Biblia y el Sententiarum Libri Quatuor (Cuatro
libros de Sentencias) del teólogo y prelado italiano del siglo XII Pedro Lombardo, una recopilación de las opiniones de
los primeros Padres de la Iglesia sobre problemas de teología. Los primeros escolásticos empezaron asumiendo como
ortodoxia intelectual el contenido de los textos que estaban comentando. Poco a poco, conforme la práctica de la
lectura fue desarrollando su propio poder de crítica, introdujeron muchos comentarios suplementarios sobre algunos
puntos que el propio texto no cubría o no había resuelto de forma adecuada. A partir del siglo XIII, esos comentarios
suplementarios, que expresaban el pensamiento personal de los maestros, se convirtieron en la parte más amplia y
trascendente de los textos, resultando así que la explicación literal del texto era reducida a un simple pasaje de cada
exégesis.
Junto con los comentarios contaba la técnica de discusión por medio del debate público. Cada profesor de una
universidad medieval debía aparecer varias veces al año ante el cuerpo docente y los alumnos, reunidos en asamblea,
en un debate para defender los puntos cruciales de sus propias enseñanzas frente a todo aquel que las pusiera en
duda. Las ideas de la lógica aristotélica se empleaban tanto en la defensa como en el ataque. En el siglo XIII el debate
público se convirtió en un instrumento educativo flexible para estimular, probar y comunicar el progreso del
pensamiento en la filosofía y teología. Después de la mitad del siglo XIV, sin embargo, la vitalidad del debate público
decayó y se convirtió en un rígido formalismo. Los participantes se sentían menos interesados en el contenido real que
en pequeños puntos de la lógica y nimias sutilezas del pensamiento. Este tipo degradado de debate influyó mucho en
dar una mala reputación a la escolástica durante el renacimiento y posteriormente; en consecuencia muchos
pensadores modernos lo han considerado un mero mecanismo lógico pedante y artificial.
Fh 4 – DOCUMENTO 1
3
Principales Filósofos Escolásticos.
Entre los escolásticos más destacados de los siglos XI y XII se encuentran san Anselmo; el filósofo, teólogo y
profesor de lógica Pedro Abelardo y el filósofo y clérigo Roscelino, que fundó la escuela de filosofía conocida como
nominalismo. Entre los pensadores judíos del mismo periodo, el rabino, filósofo y físico Maimónides intentó armonizar
la filosofía aristotélica con la revelación divina como se entiende en el judaísmo, en un espíritu similar al de los
escolásticos cristianos. Los escolásticos de la llamada edad de oro del siglo XIII incluyen a santo Tomás de Aquino y
al filósofo alemán san Alberto Magno, ambos pertenecientes a la orden de los dominicos; al monje y filósofo inglés
Roger Bacon, al prelado y teólogo italiano san Buenaventura, y a Duns Escoto, todos pertenecientes a la orden de los
franciscanos y al sacerdote seglar belga del siglo XIII Henry de Ghent. El nominalismo se convirtió en la escuela
filosófica dominante del siglo XIV, cuando la escolástica empezó a declinar. El nominalista más importante fue el
filósofo inglés Guillermo de Ockham, un gran lógico que atacó todos los sistemas filosóficos de los escolásticos
precedentes para mantener en cambio que la razón humana y la filosofía natural tenían un campo de acción mucho
más limitado del que sus antecesores habían establecido.
Si bien es cierto que estos autores representan a la filosofía medieval, ahora veamos de una forma más detallada uno
a uno a los más importantes de estos en cuanto a la Escolástica:
Escoto Eriúgena, Juan (c. 815-c. 877).
Es el creador del primer gran sistema filosófico de la edad media. Al parecer era descendiente de escoceses
pero, como ya se ha dicho, debió nacer en Irlanda como así lo indica el uso del seudónimo Johannes Ierugena o
Eriúgena (que quiere decir "nacido en Irlanda"). En torno al 847 Carlos I, rey de Francia, le nombra supervisor de la
escuela de la corte y le encarga que traduzca al latín las obras del neoplatónico Dionisio el Areopagita. Eriúgena, que
no quiso someter sus obras al control de la censura, entró en conflicto con el papa Nicolás I. El rey Carlos le prestó su
apoyo, aunque tuvo que vivir recluido en la corte hasta la muerte del monarca en 877. Los concilios de Valence (855),
Langres (859) y Vercelli (1050) condenaron el tratado De Divina Praedestinatione (Sobre la predestinación divina,
851), que defiende la creencia de Hincmar, arzobispo de Reims, sobre el destino final de los individuos en el sentido
de que éste no depende de Dios de una forma absoluta, ya que la voluntad también tiene algo que decir sobre la
salvación o la condenación. Por otra parte, Eriúgena afirma también en sus escritos que no existe nada semejante a la
condenación como se cree conforme a la tradición. Todos los seres humanos, afirma, se transformarán por igual en
espíritus puros.
En su panteística obra De Divisione Naturae (Sobre la división de la Naturaleza, 865-870), rechaza la creencia
cristiana de que el universo fuera creado de la nada. Sostiene más bien que el mundo del espacio y del tiempo es una
manifestación de las ideas presentes en el pensamiento de Dios y describe a este dios como el punto más alto de toda
la evolución. Eriúgena afirma también que la razón no necesita ser sancionada por la autoridad; más bien al contrario,
la razón es en sí misma la base de la autoridad. La obra De Divisione Naturae fue condenada en 1225, en el concilio
de Sens, y el papa Honorio III ordenó que se quemara.
Suele creerse que Eriúgena escribió también una obra en la que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía.
Aunque algunos de los puntos de vista de Eriúgena pueden considerarse heréticos, es respetado sin embargo por el
alcance de su obra y lo más frecuente es que se le considere como uno de los primeros representantes del
escolasticismo.
San Anselmo de Cantorbery (c. 1033-1109).
Teólogo, filósofo y Doctor de la Iglesia, que propuso una teoría sobre la existencia de Dios que todavía hoy se
sigue debatiendo.
Nació en Aosta (norte de Italia) en el seno de una familia acomodada. En 1060 ingresó en el monasterio benedictino
de Bec (Normandía), donde era abad el religioso y erudito Lanfranco. Cuando, en 1070, éste fue nombrado arzobispo
de Canterbury por el rey de Inglaterra Guillermo I el Conquistador, Anselmo le sustituyó al frente del monasterio.
Durante estos años alcanzó un gran prestigio por sus conocimientos y piedad, y sus monjes le animaron a que pusiera
por escrito las meditaciones en que basaba sus enseñanzas. De esta manera redactó Monologium (1077), en el que,
reflejando la influencia de san Agustín de Hipona, presentaba a Dios como el Ser más supremo e investigaba sobre
sus atributos. Animado por la acogida que tuvo su obra, continuó con su proyecto de comprensión de la búsqueda de
fe, concluyendo Proslogium (1078), donde presentaba lo que en el siglo XVIII llegó a conocerse como el argumento
ontológico de la existencia de Dios. Sostenía que incluso quienes dudaban de la existencia de Dios habrían de
observar cierta comprensión sobre lo que dudaban: es decir, comprenderían a Dios como un ser del que no se puede
pensar algo más grande. Puesto que es más grande existir fuera de la mente que sólo en la mente, un escéptico que
negara la existencia de Dios estaría incurriendo en una contradicción, ya que estaría afirmando que es posible pensar
en algo más grande que en un ser del que nada más grande se puede pensar. De aquí que, por definición, Dios
existe.
La crítica básica al argumento de san Anselmo es que no se puede deducir la existencia fuera de la mente de
nada, analizando su definición. Ya en su época, el monje Gaunilón de Marmoutier puso objeciones a su razonamiento,
Fh 4 – DOCUMENTO 1
4
como más tarde lo harían santo Tomás de Aquino e Immanuel Kant. Sin embargo, René Descartes, Baruch Spinoza,
Gottfried Wilhelm Leibniz y algunos pensadores contemporáneos han emitido razonamientos similares.
En 1093, Anselmo fue llamado para suceder a Lanfranco como arzobispo de Canterbury. Desde esta dignidad
participó en una época de grandes conflictos con Guillermo II el Rojo, sucesor de Guillermo I el Conquistador en el
trono de Inglaterra, sobre la independencia de la Iglesia del poder regio. Tanto durante su estancia en Inglaterra como
en su posterior exilio italiano, san Anselmo estuvo siempre enfrentado con los poderes seculares. A pesar de ello,
continuó sus reflexiones teológicas, escribiendo Cur Deus Homo, un estudio sobre la encarnación y crucifixión de
Jesucristo como una forma de expiación del pecado.
En 1100, cuando Enrique I heredó la corona inglesa, Anselmo regresó a Canterbury, siendo posteriormente
desterrado, de nuevo, por sus continuas controversias con el Rey. Hasta 1106 no regresó a Canterbury, donde vivió
hasta el día de su fallecimiento, ocurrido el 2 de abril de 1109. Fue canonizado en 1163 y declarado Doctor de la
Iglesia en 1720. Su festividad se celebra el 21 de abril.
Abelardo, Pedro (1079-c. 1142).
Filósofo y teólogo francés, cuya fama como profesor le convirtió en una de las figuras más célebres del siglo
XII. Nació en Le Pallet (Bretaña) y dejó su hogar para estudiar en Loches con el filósofo nominalista francés Roscelino
y más tarde en París con el filósofo realista francés Guillermo de Champeaux. Crítico de sus maestros, Abelardo
comenzó a enseñar en Melun, en Corbeil y en 1108, en París. Pronto adquirió fama por toda Europa como profesor y
pensador original. En 1117 se convirtió en tutor de Eloísa, sobrina de Fulbert, canónigo de la catedral de Notre Dame
en París.
Eloísa y Abelardo se enamoraron, y ella dio a luz un hijo a quien llamaron Astrolabio. Ante la insistencia de
Abelardo se casaron en secreto y convenció a Eloísa para tomar los votos sagrados en la abadía benedictina de SaintArgenteuil. Su tío Fulbert, al principio enfurecido por la relación entre los dos y después algo aplacado por su
matrimonio, decidió, no obstante, que Abelardo tenía que abandonar a Eloísa en la abadía y castrarse. La pareja se
separó entonces: Eloísa entró en una orden de religiosas, mientras Abelardo se recogió en la abadía de Saint-Denisen-France, en París.
La primera obra publicada de Abelardo, un tratado sobre la Trinidad (1121), fue condenada y quemada por un
concilio católico que se reunió en Soissons en ese mismo año. Obligado a dejar Saint-Denis-en-France, Abelardo
fundó una capilla y un oratorio, llamado la Paraclete, en Nogent-sur-Seine. En 1125 fue elegido abad del monasterio
de Saint-Gildas-de-Rhuis, donde escribió su autobiográfica Historia Calamitatum (Historia de mis desventuras, 1132).
En esa época comenzó la famosa relación epistolar con Eloísa, cartas que han llegado a ser clásicos de la
correspondencia romántica. En 1140 san Bernardo de Claraval, eminente religioso francés quien consideraba que los
métodos dialécticos de Abelardo eran peligrosos y poco respetuosos con los dogmas de la fe, convenció al concilio
católico reunido en Sens, y al papa Inocencio II, de condenarlo por sus escritos y enseñanzas racionalistas y
escépticas. En su camino a Roma para apelar contra la condena, aceptó la hospitalidad de Pedro el Venerable, abad
de Cluny, y permaneció allí durante meses. Abelardo murió en un priorato cluniaciense cerca de Chalon-sur-Saône.
Su cuerpo fue llevado a la Paraclete; cuando Eloísa murió en 1164 fue enterrada junto a él. En 1817 ambos cuerpos
fueron trasladados a una tumba común en el cementerio de Père Lachaise, en París.
El atractivo romántico de la vida de Abelardo a menudo oscurece la importancia de su pensamiento. Fue, sin
embargo, uno de los pensadores más destacados de la edad media. En el énfasis que puso en la discusión dialéctica,
Abelardo seguía al filósofo y teólogo del siglo IX Juan Escoto Eriúgena , y precedía al filósofo escolástico italiano santo
Tomás de Aquino. La principal tesis dialéctica de Abelardo es que la verdad debe alcanzarse sopesando con rigor
todos los aspectos de una cuestión y se presentó en Sic et Non (Así y de otra forma, c. 1123). También se anticipó a
la posterior dependencia teológica de la obra de Aristóteles, más que de la de Platón.
Abelardo reaccionó con fuerza contra las teorías del realismo extremo, negando que los conceptos universales tengan
existencia independiente fuera de la mente. Según Abelardo, 'universal' es una palabra funcional que expresa la
imagen combinada de esas asociaciones comunes de palabras dentro de la mente. Esta posición no es nominalista,
porque Abelardo subraya que las asociaciones de las cuales está formada la imagen y a las que se da un nombre
universal tienen una cierta semejanza o naturaleza común. Su teoría es un paso definitivo hacia el realismo moderado
de Aquino, pero carece de una explicación del proceso por el que se forman las ideas. En la evolución de la ética, la
mayor contribución de Abelardo fue sostener que un acto debe ser juzgado por la intención que guía a quien lo realiza.
Además de las obras mencionadas, Abelardo escribió muchos libros en latín sobre ética, teología y dialéctica, así
como poesía e himnos religiosos.
San Buenaventura (c. 1217-1274).
Teólogo cristiano y vicario general de los franciscanos, célebre por sus escritos espirituales, se le conoció
como el Doctor Seráfico.
Buenaventura nació en Bagnoregio (cerca de Viterbo, Italia), hijo de Juan de Fidanza. De nombre Juan,
ingresó en la Universidad de París en 1235, donde estudió bajo las enseñanzas de Alejandro de Hales. Ingresó en la
orden franciscana en 1243, y adoptó el nombre de Buenaventura y profundizó en sus estudios hasta convertirse en
maestro (profesor) de teología en 1254. Durante este periodo preparó un comentario sobre las Escrituras, el
Fh 4 – DOCUMENTO 1
5
Breviloquium y al igual que su coetáneo Tomás de Aquino, trabajó para integrar la visión aristotélica en la tradición de
san Agustín. Buenaventura aceptó gran parte de la filosofía científica de Aristóteles, pero rechazó cuanto conocía de
su metafísica por insuficiente, ya que, según Buenaventura, al filósofo no le guiaba la luz de la fe cristiana. La doctrina
de la iluminación de la mente humana (el alma) por el divino —una forma de identificar la verdad o falsedad del
juicio— la tomó de las doctrinas de san Agustín. Su Itinerario de la mente hacia Dios (1259) y sus breves tratados
místicos reflejan su preocupación por la forma en que el alma reconoce y se une a Dios.
Célebre por sus estudios y buen juicio, Buenaventura fue elegido vicario general de los franciscanos en 1257, en un
momento en que la comunidad se hallaba escindida a causa de la controversia sobre hasta qué punto debía, como
orden, respetar el compromiso de san Francisco con la pobreza. Consiguió superar dicha división y por ello se le
considera como el segundo fundador de la orden. Escribió (1263) la versión oficial de la Vida de san Francisco de
Asís, y se dedicó a viajar y a predicar el estilo de vida franciscano.
El papa Gregorio X (Papa entre 1271 y 1276) le nombró cardenal arzobispo de Albano en mayo de 1273 y
Buenaventura colaboró en los preparativos del Concilio de Lyon convocado para solventar el cisma con la Iglesia
oriental. Murió el 15 de julio de 1274 en Lyon.
El papa Sixto IV santificó a Buenaventura en 1482 y en 1587 o 1588, el papa Sixto V le nombró doctor de la Iglesia. Su
festividad se celebra el 15 de julio.
Averroes (1126-1198).
Filósofo árabe musulmán, físico, jurista maliki y teólogo ashari, nació en Córdoba, España. Su padre, un juez
de Córdoba, le enseñó jurisprudencia musulmana. En su ciudad natal también estudió teología, filosofía occidental y
matemáticas con el filósofo árabe Ibn Tufayl, y medicina con el médico árabe Avenzoar. Averroes fue designado juez
en Sevilla en 1169 y en Córdoba en 1171; en 1182 se convirtió en el médico de Abu Yaqub Yusuf, el califa almohade
de Marruecos y de la España musulmana. La idea de Averroes de que la razón prima sobre la religión le llevó al exilio
en 1195 por orden de Abu Yusuf Yaqub al-Mansur; fue restituido poco antes de su muerte.
Averroes mantenía que las verdades metafísicas pueden expresarse por dos caminos: a través de la filosofía
(según pensaba el griego clásico Aristóteles y los neoplatónicos de la antigüedad tardía) y a través de la religión
(como se refleja en la idea simplificada y alegórica de los libros de la revelación). Aunque en realidad Averroes no
propuso la existencia de dos tipos de verdades, filosófica y religiosa, sus ideas fueron interpretadas por los
pensadores cristianos, que las clasificaron de "teoría de la doble verdad". Rechazó el concepto de la creación del
mundo en el tiempo: mantenía que el mundo no tiene principio. Dios es el "primer motor", la fuerza propulsora de todo
movimiento, que transforma lo potencial en lo real. El alma individual humana emana del alma universal unificada. Los
amplios comentarios de Averroes sobre la obras de Aristóteles fueron traducidos al latín y al hebreo y tuvo gran
influencia tanto en la escolástica y la filosofía cristiana (en la Europa medieval) como en los filósofos judíos de la edad
media. Su principal obra original fue Tahafut al-Tahafut (árabe, "La destrucción de la destrucción"), donde rebate una
obra del teólogo islámico Algazel sobre la filosofía. Es también autor de obras sobre medicina, astronomía, derecho y
gramática.
Maimónides (1135-1204).
Filósofo, matemático y físico hispanojudío. Nacido en Córdoba, fue también conocido como Rambam (por las
iniciales de su verdadero nombre, Rabí Mosheh ben Maimon). Tras ser conquistada Córdoba, en 1148, por los
almohades, que impusieron las leyes del islam tanto a cristianos como a judíos, la familia de Maimónides decidió
exiliarse. Después de errar durante años, se establecieron en Egipto. Allí Maimónides llegó a ser rabino principal de El
Cairo y médico de Saladino I, sultán de Egipto y Siria.
La contribución de Maimónides a la evolución del judaísmo le proporcionó el sobrenombre de segundo Moisés.
Su gran obra en el campo de la legislación judía es la Mishné Torá (Repetición de la Ley), desarrollada en 14 libros y
escrita en hebreo (1170-1180), que siguió modificando hasta su muerte. Además, formuló los Trece artículos de fe,
uno de los diversos credos a los que numerosos judíos ortodoxos todavía se adhieren. Está reconocido como el
filósofo judío más importante de la edad media. En Guía de perplejos, escrita en árabe (c. 1190), Maimónides intenta
armonizar fe y razón conciliando los dogmas del judaísmo rabínico con el racionalismo de la filosofía aristotélica en su
versión árabe, que incluye elementos de neoplatonismo. Esta obra, en la que considera la naturaleza de Dios y la
creación, el libre albedrío y el problema del bien y del mal, tuvo una gran influencia en filósofos cristianos como santo
Tomás de Aquino y san Alberto Magno. Su utilización de un método alegórico, aplicable a la interpretación bíblica, que
minimizaba el antropomorfismo, fue condenada durante varios siglos por muchos rabinos ortodoxos; pero las
cuestiones conflictivas de su pensamiento han perdido relevancia en la época moderna. La fama de Maimónides como
médico igualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley judía. También escribió sobre astronomía, lógica y
matemáticas.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274).
A veces llamado doctor angélico y el príncipe de los escolásticos, filósofo y teólogo italiano, cuyas obras lo han
convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y uno de los teólogos sobresalientes del catolicismo.
Fh 4 – DOCUMENTO 1
6
Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y estudió en el monasterio benedictino
de monte Cassino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en
1243, el año de la muerte de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en una orden mendicante, le
confinó en el castillo familiar durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había
elegido. Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió con el filósofo
escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Porque Tomás era de poderosa constitución física
y taciturno, sus compañeros novicios le llamaban buey mudo, pero Alberto Magno había predicho que "este buey un
día llenará el mundo con sus bramidos".
Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases en la Universidad de París en
1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde.
Su primera obra importante fue Scripta super libros Sententiarum (c. 1256), que consiste en comentarios sobre una
obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia, conocida como el Sententiarum libri quatuor, del teólogo
italiano Pedro Lombardo. En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en teología y fue nombrado
profesor de filosofía en la Universidad de París. El papa Alejandro IV, que ocupó la silla pontificia desde 1254 hasta
1261, le llamó a Roma en 1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París en 1268, y
en seguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo francés Siger de Brabant y otros seguidores del
filósofo islámico Averroes.
Estudio de Aristóteles y los averroístas para comprender la crucial importancia de esta polémica en la
evolución del pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de Tomás de
Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la
Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se debía confiar en la
experiencia de los sentidos. A principios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una
traducción latina de la escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros
eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el
conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el
liderazgo de Siger de Brabant, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación. Esta
postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica, apostólica romana y llenó de preocupación a los
pensadores ortodoxos. Ignorar a Aristóteles, tal como lo hacían los averroístas, era imposible, y condenar sus
enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían intentado hacer
frente a los averroístas, pero con poco éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio humano espiritual con la afirmación averroísta de la
autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía que las verdades de la fe y las propias
de la experiencia sensible, así como las presentadas por Aristóteles, son compatibles y complementarias. Algunas
verdades, como el misterio de la encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la
composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son
conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la
anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos sensibles pueden hacerse
inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades
inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las verdades más elevadas,
aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la revelación. El realismo moderado de
santo Tomás afirmó los grandes conceptos de su sistema en el pensamiento, en oposición al realismo extremo, el cual
los proponía como independientes del pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en
las cosas existentes en oposición al nominalismo y conceptualismo. En su filosofía de la política, a pesar de reconocer
el valor positivo de la sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del Estado a
la Iglesia.
Santo Tomás primero sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus contra averroistas (1270). Esta
obra volvió la tendencia contra sus oponentes, quienes fueron censurados por la Iglesia.
Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica. En marzo
de 1274, mientras viajaba para asistir al Concilio de Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó
enfermo. Murió el 7 de marzo en el monasterio cisterciense de Fossanova.
Con más fortuna que ningún otro teólogo o filósofo, santo Tomás organizó el conocimiento de su tiempo y lo
puso al servicio de su fe. En su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y
enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena, y
otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus
predecesores en la tradición escolástica. Esta síntesis la llevó en la línea de la Biblia y la doctrina católica.
El éxito de santo Tomás fue inmenso; su obra marca una de las escasas grandes culminaciones en la historia
de la filosofía. Después de él, los filósofos occidentales sólo podían elegir entre seguirle con humildad o inclinarse
hacia alguna otra dirección diferente. En los siglos posteriores a su muerte, la tendencia dominante y constante entre
los pensadores católicos fue adoptar la segunda alternativa. El interés en la filosofía tomista empezó a restablecerse,
sin embargo, hacia el final del siglo XIX. En la encíclica Aeterni Patris (Del Padre eterno, 1879), el papa León XIII
recomendaba que la filosofía de santo Tomás fuera la base de la enseñanza en todas las escuelas católicas. El papa
Fh 4 – DOCUMENTO 1
7
Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), afirmaba que la filosofía tomista es la guía más segura para la doctrina
católica y desaprobaba toda desviación de ella. El tomismo permanece como una escuela importante en el
pensamiento contemporáneo. Entre los pensadores, católicos y no católicos, que han trabajado dentro del marco
tomista, han estado los filósofos franceses Jacques Maritain y Étienne Gilson.
Santo Tomás fue un autor prolífico en extremo, con cerca de 800 obras atribuidas. Las dos más importantes
son Summa contra Gentiles (1261-1264), un estudio razonado con la intención de persuadir a los intelectuales
musulmanes de la verdad del cristianismo y la Summa theologica (1265-1273), en tres partes (sobre Dios, la vida
moral del hombre y Cristo), de la que la última está inacabada.
Duns Escoto, Juan (c. 1266-1308).
Teólogo y filósofo escocés, creador de la escuela escolástica llamada escotismo. Nacido en Duns, Lothian,
Duns Escoto entró en la orden franciscana y estudió en las universidades de Oxford y París. Más tarde impartiría
clases en ambos centros sobre las Sentencias, el manual teológico básico del teólogo italiano Pedro Lombardo. En
1303 se exilió de París por negarse a apoyar a Felipe IV, rey de Francia, en su disputa con el papa Bonifacio VIII
sobre la los impuestos con que se gravaban las propiedades de la Iglesia. Después de un breve exilio Duns Escoto
volvió a París, donde enseñó hasta 1307. A finales de ese año fue enviado a Colonia, donde dio clases hasta su
muerte, el 8 de noviembre de 1308. Sus escritos más importantes son las dos colecciones de Comentarios sobre las
Sentencias y los tratados Cuestiones quodlibetic, Cuestiones sobre metafísica, y Sobre el principio primero. A causa
de su intrincado pero hábil método de análisis, en concreto en su defensa de la doctrina de la Inmaculada Concepción
(que el papa Pío IX definió como dogma de la Iglesia católica en 1854), se le conoce como Doctor Subtilis (en latín,
'doctor sutil').
En su sistema de filosofía Duns Escoto analizó con precisión los conceptos de causalidad y posibilidad en un
intento de establecer una prueba rigurosa de la existencia de Dios, el ser primero e infinito. No obstante, mantenía que
para conocer la verdad en toda su amplitud y cumplir con el propio destino eterno no debe limitarse a hacer uso de las
intuiciones derivadas del conocimiento natural o la filosofía, sino que también debe intentar conocer y aceptar la
revelación divina. La revelación complementa y perfecciona el conocimiento natural, y, en consecuencia, no puede
haber contradicción entre ellos. Para Duns Escoto, teología y filosofía son disciplinas distintas y separadas; sin
embargo, se complementan, porque la teología recurre a la filosofía como una herramienta. En su opinión, el interés
primordial de la teología es Dios, considerado desde el punto de vista de Su propia naturaleza, mientras que la
filosofía sólo apela a Dios en la medida en que Él es la causa primera de las cosas. Al considerar la naturaleza de la
teología como una ciencia, sin embargo, Duns Escoto se apartó de forma clara de su precursor dominico, santo
Tomás de Aquino. Mientras santo Tomás definía la teología primero y ante todo como una disciplina especulativa,
Duns Escoto abordaba la teología como una ciencia práctica, interesada en cuestiones teóricas sólo en la medida en
que éstas se plantean como fin el salvar almas a través de la revelación. Argumentó que mediante la fe una persona
puede conocer con absoluta certeza que el alma es incorruptible e inmortal; la razón puede argumentar con
verosimilitud la existencia de tales cualidades del alma, pero no puede probar que existan con exactitud.
Como santo Tomás, Escoto fue un realista de la filosofía, pero se distinguía de éste en ciertas materias básicas. El
principal punto de diferencia entre ellos está relacionado con sus ideas de la percepción. Duns Escoto mantenía que
una comprensión directa, intuitiva, de las cosas concretas se obtiene tanto a través del intelecto como de los sentidos.
Aquino, por otro lado, sostenía que el intelecto no conoce por sí mismo la singularidad de las cosas materiales sino
sólo las naturalezas universales abstraídas a su vez de las percepciones.
Duns Escoto afirmaba que los universales no tienen una existencia separada de la mente humana, sino que
cada cosa separada o 'singular' posee una naturaleza distinta hacia el exterior que comparte con otras cosas de la
misma clase. Este hecho, pensaba, suministra el fundamento objetivo de nuestro conocimiento sobre las verdades
esenciales. Siguiendo la tradición franciscana establecida por el teólogo italiano San Buenaventura, Duns Escoto
recalcó la primacía de la libertad humana y de los actos de amor sobre el intelecto. Evitaba una visión arbitraria o
voluntarista de los actos de Dios, aunque advertía al mismo tiempo que la existencia actual de las cosas depende de
una decisión libre tomada por Dios, y sostenía que las obligaciones morales dependen de la voluntad de Dios. Esa
voluntad, enseñaba, es libre por completo y no estaba formada o determinada por motivos concretos. Dios ordena una
acción no porque él vea que es buena, como afirmaba santo Tomás, sino que la hace buena al ordenarla.
Duns Escoto fue uno de los más profundos y refinados teólogos y filósofos medievales conocidos por su filiación
escolástica. Durante muchos siglos después de su muerte, sus seguidores, llamados escotistas, estuvieron en
conflicto con los adeptos de santo Tomás, que eran llamados tomistas.
Ockham, Guillermo de (c. 1285-c. 1349).
Conocido como Doctor Invincibilis (en latín, ‘Doctor invencible’) y Venerabilis Inceptor (en latín, ‘Venerable
iniciador’), filósofo inglés y teólogo escolástico, considerado el mayor representante de la escuela nominalista, la más
consistente y directa rival de las escuelas tomista y escotista.
Nació en Surrey, Inglaterra. Entró en la orden de los franciscanos y estudió y enseñó en la Universidad de
Oxford desde 1309 hasta 1319. Acusado por el papa Juan XXII de impartir enseñanzas peligrosas, permaneció en
arresto domiciliario desde 1324 hasta 1328 en el palacio papal de Aviñón (Francia) mientras se sometía a examen la
Fh 4 – DOCUMENTO 1
8
ortodoxia de sus escritos. Se alió con los franciscanos contra el papa en una disputa sobre la pobreza de la orden y
huyó a Munich en 1328 para acogerse a la protección de Luis IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
que había rechazado la autoridad pontificia en asuntos políticos. Excomulgado por el Papa, Ockham escribió contra el
papado y defendió al emperador hasta que este murió en 1347. El filósofo murió en Munich, mientras intentaba lograr
una reconciliación con el papa Clemente VI.
Ockham alcanzó la fama como alguien que aplicó la lógica de forma rigurosa para mostrar que muchas creencias de
los filósofos cristianos (por ejemplo que Dios es uno, omnipotente, creador de todas las cosas, y que el alma humana
es inmortal) no se podían probar mediante la razón filosófica o natural, sino tan sólo a través de la revelación divina.
Su nombre se atribuye al principio de economía en lógica formal, conocido como ‘la navaja de Ockham’, según la cual
las entidades no tienen que ser multiplicadas sin necesidad.
FILOSOFÍA ARABE Y JUDÍA.
Filosofía Arabe: los Árabes conocen el pensamiento griego a través de Siria, y así la filosofía va a servir para
interpretar o comentar al Corán. Como la escolástica cristiana, se plantea aquí el tema de las relaciones entre religión
y filosofía. El pensamiento griego aparece como un bloque, y así Aristóteles va unido sin distinciones claras a
doctrinas neoplatónicas. Hay, pues, un sincretismo o mezcla doctrinal a la base del pensamiento árabe. Los
principales postulados de esta filosofía fueron realizados por Averroes.
Filosofía Judía: Moisés Maimónides (1135 – 1024), cordobés, contemporáneo de Averroes, autor de una Guía
de Perplejos, aspira a armonizar filosofía y religión. Es una verdadera suma de escolástica judía, el ejemplo más
complejo perfecto de este tipo de obras en las filosofías orientales. El objeto supremo de la religión y de la filosofía es
el conocimiento de Dios; es menester poner de acuerdo a los principios y resultados de ambas; el tratado de
Maimónides se dirige a los que dueños de esos conocimientos, están dudosos o perplejos acerca del modo de hacer
compatibles las dos cosas; se trata de una indecisión, no de un extravío.
La importancia de la filosofía árabe y judía, y en especial de sus principales representantes Averroes y Maimónides, es
grande; pero más aún por lo que han influido en la Escolástica cristiana, que por su interés propio. No puede
compararse al alcance metafísico y teológico de estos pensadores con el de los grandes cristianos, fue el
conocimiento de Aristóteles. Esto les da un material filosófico enormemente superior al de los pensadores cristianos
contemporáneos, y esta ventaja durará hasta el siglo XVIII.
BIBLIOGRAFIA
"Enciclopedia Microsoft Encarta 99".
ra
GARCÍA M. Manuel; (1971). "Lecciones Preliminares de Filosofía." Editorial Porrúa. 3 edición. México D.F., México.
da
HIRSCHBERGER, J.; (1968). "Breve Historia de la Filosofía." Edittorial Herder. 2 edición. Barcelona, España.
ª
MARÍAS, Julián; (1960). "Historia de la Filosofía." Ediciones Castilla. 12 edición. Madrid, España.
Trabajo enviado por:
Eladio Urbina.
Fh 4 – DOCUMENTO 1
9
Descargar