Palabras pronunciadas por Pedro Daniel Weinberg en ocasión del Reconocimiento a la trayectoria de la Dra. María Antonia Gallart. Buenos Aires, 5 de agosto de 2015. Amigas y amigos todos, Querida María Antonia Sean mis primeras palabras para agradecerte que te hayas prestado, con tu presencia en este acto, a participar en este merecido reconocimiento público a tu trayectoria académica. Nos sumamos complacidos a este evento promovido por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura –OEI- y la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo -ALAST. Y no tengas duda, yo lo hago –como creo que así lo entienden todos los asistentes- para saldar una vieja cuenta que tenemos contigo por lo que significa la valoración de tu aporte al campo de la investigación educativa, y en particular por lo referido al campo de la Educación, Formación y Trabajo. No temo equivocarme si sostengo que María Antonia Gallart constituye un orgullo para la comunidad educativa nacional. Ello se manifiesta por su actuación profesional y por su obra escrita. Por eso mismo es acreedora a este reconocimiento al que nos sumamos en el día de hoy. No obstante, debemos insistir que ella y su aporte deberían haber sido merecedores de una valoración y agradecimiento mucho menos mezquino que el asignado hasta ahora por parte de instancias académicas e institucionales. Esta convocatoria que efectúan la OEI y ALAST vienen a remediar en parte, esta justa y postergada reparación del país, y en especial de los actores y protagonistas que actúan en el terreno de la educación. Que en el día de hoy nos estemos haciendo cargo de saldar parte de esta deuda, no significa que María Antonia no haya recibido otros reconocimientos. Sin ir más lejos lo hizo la Vicaría Episcopal de la Educación hace algunos años. Fue el propio Cardenal Jorge Mario Bergoglio, en ese entonces arzobispo de Buenos Aires, quien le concedió el Premio Juntos Educar 2008 en su calidad de “Educadora destacada”. Para decirlo de una vez, María Antonia Gallart se erige como una personalidad relevante, decisiva e imprescindible al hacer un balance de la investigación educativa en nuestro país; además, su figura alcanza su plenitud cuando advertimos que su labor se proyecta más allá de las fronteras nacionales a través de su presencia en América y Europa. A cualquier analista o investigador le resulta difícil imaginar qué hubiese sido de la investigación socio-educativa, y sobre todo la relacionada con la Educación, la Formación y el Trabajo si no hubiésemos podido contar con esta tenaz estudiosa. Quiero expresarlo con todas las letras: el área de investigación de la Educación, Formación y Trabajo en Argentina no hubiese alcanzado el actual nivel de desarrollo sin sus contribuciones. Aportes que cubren desde sus labores de investigación hasta la producción escrita -artículos, documentos, libros; su actividad docente; su acción formativa mediante la dirección de tesis de maestría y doctorado; su papel en la diseminación del conocimiento; su compromiso con la construcción y consolidación de institucionalidades; su colaboración con los organismos internacionales especializados –OIT, Cinterfor, UNESCO, OEI. Reconocemos en María Antonia a una personalidad nítidamente definida, singular, con sello propio en la vida del país, y en especial en el terreno de la educación. Por ello, repito, su figura y trayectoria intelectual tiene más que merecido que se le concedan los reconocimientos y los lauros a su persona y a su obra. Sin menoscabar en lo más mínimo tus merecimientos y tu lugar en esta jornada, quiero apelar a tu consentimiento para que me autorices que como parte de este acto, sumemos en la celebración a dos personas que contribuyeron a moldear tu personalidad académica y que también no han sido valorados debidamente, por no decir, injustamente olvidadas. Tu generosidad me autoriza a tomarme la libertad para que compartas este momento con dos personas trascendentes, creo, para ti; pero también para el país al que sirvieron y que poco las recuerda y valora a pesar de sus determinantes contribuciones a la vida nacional, y en particular al estudio del trabajo. Con tu permiso entonces, María Antonia, quiero aludir a dos seres que sé resultan caros en tu entorno íntimo y en tu vida profesional; dos figuras que además, estimo te abrieron el interés por el mundo del trabajo. En primer lugar me refiero al catedrático catalán Dr. Alejandro Gallart Folch, uno de los más prominentes abogados laboralistas de la región iberoamaericana del siglo veinte, y cuyas ideas y contribuciones siguen vigentes aun en nuestros días, tal como lo reconocen entre otras prominentes personalidades del derecho laboral como lo son Américo Plá Rodríguez en Uruguay, o José Luis Monereo Pérez de la Universidad de Granada, España. Del Dr Gallart Folch aprendió el rigor intelectual; la precisión de la palabra escrita; la tenacidad para afrontar las obligaciones, los azares y los avatares de la vida; servir al prójimo. Y esos valores los adquirió desde que este eminente exiliado catalán llegara a nuestras tierras, y la acunara en sus brazos mientras seguía produciendo libros y tratados que al día de la fecha siguen siendo considerados como clásicos de la literatura del iuslaboralismo iberoamericano; en palabras de la propia María Antonia, el Dr. Gallart Folch le “transmitió la inquietud por lo social y la pasión por la excelencia”. El otro maestro que tuvo la Dra Gallart, y estimo tampoco equivocarme en este juicio, es el Dr Floreal Forni. Fallecido hace apenas dos meses, Forni no es suficientemente conocido por las jóvenes generaciones de sociólogos; y mucho menos es leído y citado en la literatura sociológica contemporánea; por no aludir al relativo aprecio que despierta en la actualidad su paso por la dirección del CEIL en los años heroicos de la última dictadura militar. No tengo ninguna duda acerca de la trascendencia de Forni en la breve historia de la sociología científica en el país, sobre todo por sus aportes en materia de sociología del trabajo, sociología de las religiones, sociología rural, economía social. Junto al entrañable Floreal, María Antonia hizo sus primeros palotes en la investigación empírica; en esas etapas formativas que van desde su salida de la Universidad de El Salvador a su viaje a The University of Chicago para obtener su doctorado; de ese período le queda a la Dra. Gallart la aguda mirada de investigadora social, el desarrollo de la imaginación sociológica para la elaboración de conceptos y teorías, el hábil manejo del abordaje etnográfico –en el sentido más amplio del término- y la destreza para conjugar el análisis cuantitativo y cualitativo de los datos. Para entender en su justa dimensión el alcance y la proyección de la labor de nuestra homenajeada conviene repasar cuál era el estado de la investigación y el lugar que ocupaba la literatura escrita sobre Educación, Formación y Trabajo a mediados de los años ochenta, cuando ella escoge transitar por esta temática, y dedicarle su tiempo, sus energías y su pasión a esta temática. Comencemos por establecer que poco se había avanzado en nuestro país sobre la materia hasta ese entonces. Se contaban con los dedos de una mano los estudios publicados. Antes de 1970 existían esfuerzos reducidos por parte de contados investigadores. Tal el caso de Josef Maton, que examinó la oferta y demanda de la enseñanza técnica industrial en la Argentina entre 1960-1980; o el de un soldado del ejército argentino que escribió sobre la evolución de la educación técnica entre 1936 y 1965; o David Wiñar que analizó el caso de la creación de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional. Solo a partir de mediados de los años ochenta las contribuciones comienzan a tomar otro ritmo de producción: prosigue sus labores el citado Wiñar, y a él se le suman Graciela Riquelme, Silvia Llomovatte, Marta Novick, Daniel Filmus; creo no olvidarme de muchos más. Pero casi ninguno de ellos hace del tema un asunto de su exclusiva actividad; por lo general, son parte de otras inquietudes e intereses en el campo de la investigación socioeducativa. En el resto del continente la situación no era mucho más auspiciosa que en nuestra tierra. En Brasil, Claudio de Moura Castro comenzaba a identificar y singularizar este campo de estudio; lo hacía desde el Programa de Estudios Conjuntos sobre Integración Económica –ECIELpromovido por el BID; además puso en marcha la primera unidad de investigación en una institución de formación profesional convocando para ello a jóvenes sociólogos y economistas. Me refiero al caso emblemático del SENAI Sao Paulo donde comenzaron sus carreras de investigación en este campo nuestra querida Elenice Leite y Marisa de Assís, entre otros. En universidades paulistas comenzaban a ocuparse del asunto Marcia Leite y Leda Gitahy. En México se “descubría” el tema de la mano de la joven Dra. Maria de Ibarrola en el Departamento de Investigaciones Educativas del Instituto Politécnico Nacional; ella estaba regresando desde Canadá con su doctorado bajo el brazo. Otro tanto ocurriría con el colombiano Víctor Manuel Gómez Campo que se instalaba durante unos años en la Universidad Autónoma Metropolitana antes de retornar a su país; él también había escrito su tesis doctoral en los Estados Unidos de Norteamérica sobre los temas que nos preocupan, y estimuló los estudios de jóvenes investigadores mexicanos. Sin ánimo de agotar esta lista, mencionemos a Oscar Corvalán, instalado en el CIDE de Chile –dirigido en ese entonces por el recordado Patricio Cariola- donde se ocupaba de analizar los sistemas de aprendizaje vigentes en instituciones de formación profesional, inquietud que daba continuidad a sus preocupaciones manifestadas en sus tesis de maestría y doctorado obtenidas en Canadá. A nivel regional el panorama tampoco era demasiado excitante, para decirlo de una alguna manera. Lo más relevante al respecto lo venía produciendo María Angélica Ducci desde CINTERFOR/OIT; a través de varios libros y documentos logró desentrañar el impacto social y económico que había tenido la actuación de las instituciones de formación profesional de la región en sus respectivos países a partir de los años cuarenta del siglo XX. Fíjense ustedes que el tema que nos ocupa fue abordado de manera marginal en los trabajos producidos en el marco del proyecto PNUD/CEPAL/UNESCO “Desarrollo y Educación en América Latina y el Caribe” conducido por Germán Rama a mediados de los años setenta. Solo fue con la publicación del documento CEPAL/UNESCO Educación y conocimiento: eje de la transformación productiva con equidad (1992) coordinado por Fernando Fajnzylber y Juan Carlos Tedesco que el tema pasa a ser abordado en las “grandes ligas” del pensamiento educativo. Completo este rápido panorama compartiendo una anécdota personal. Cuando en CINTERFOR/OIT quisimos impulsar el tratamiento de la temática de la formación y trabajo a mediados de la década del setenta, solo encontramos tesis norteamericanas para publicar. Y lo que hicimos fue traducir la tesis de Jeffrey Puryear sobre el aprendizaje en el SENA de Colombia, y los trayectos ocupacionales de los egresados del SENAI Sao Paulo de Michael Lukomski. A grandes trazos este era el panorama poco esperanzador, prácticamente inexistente, con el que se encontraría la Dra. Gallart cuando era despedida en Chicago, Illinois, por la Dra. Mary Jean Bowman, camino a su país para dar inicio a esta destacada carrera académica que hoy celebramos. Su primera producción académica publicada en diversos medios científicos se caracterizan desde el inicio por su volumen, por su originalidad temática, por su rigor científico y por su espesor conceptual. Además, y ya por ese entonces, comienza a preocuparse por establecer las bases de una sólida institucionalidad que dé presencia, permanencia y continuidad a los esfuerzos dispersos en el país y en la región. Desde su austera oficina en el CENEP diseña y pone en marcha la Red Latinoamericana de Educación y Trabajo –RET- que recibe el decisivo apoyo de la agencia canadiense de desarrollo -IDRC-, y de Daniel Morales Gómez en especial. Suma en esta patriada a CINTERFOR/OIT y OREALC/UNESCO. Desde esta posición identifica investigaciones e investigadores; sistematiza el conocimiento producido en las Américas; promueve la realización de estudios nacionales; y convoca a eventos subregionales y regionales. En 1991 realiza aquí, en Buenos Aires, con la decidida complicidad de Joao Carlos Alexim, entonces Director de CINTERFOR/OIT, el primer seminario americano, de neto corte académico, sobre las relaciones entre educación y trabajo. Los documentos presentados al evento aparecerán publicados poco después, en dos tomos azules, de apretada letra; en esta obra prácticamente inhallable en la actualidad, se recogía por primera vez la producción de una veintena de investigadores de todo el continente americano. A mi criterio, ya en ese entonces –de la segunda mitad de los años ochenta estamos hablandoMaría Antonia Gallart establece las líneas de su actuación sobre dos pilares: uno, la investigación pura y dura; dos, su compromiso con la construcción de espacios institucionales que den cobijo a proyectos de investigación de largo aliento para la promoción de la investigación socioeducativa en el ámbito de la Educación, Formación y Trabajo. Me detendré brevemente sobre estos dos asuntos para tratar de resumir el significado de la actuación de nuestra querida homenajeada. La tarea de investigación de María Antonia Gallart se tradujo en un llamativo número de publicaciones que aparecieron en documentos, artículos, ponencias, exposiciones, libros y en la participación en obras colectivas. Permítanme resumir, en aras del tiempo que me han concedido, algunos de los fermentales conceptos introducidos por la autora en el debate nacional y continental en el campo de la Educación Formación y Trabajo. En primer lugar, gracias a ella y al empeño promovido y articulado desde la RET, se consolidó este campo en el marco de la investigación social y educativa. A pesar de sus esfuerzos y su modestia, no logró eludir la incómoda situación de erigirse en la principal referente académica en la materia. Y sobre todo, logró consolidar definitivamente este campo de investigación. En segundo término, no escatimó esfuerzos por abordar la temática de la articulación educación y trabajo desde los más variados ángulos sustantivos. Citaré algunos de ellos: sus análisis en torno a la educación técnica, la formación profesional y la educación tecnológica; el sector informal; las pequeñas y medianas empresas; el seguimiento de egresados; la juventud; la pobreza; la reestructuración industrial; las redes productivas; la perspectiva de género a través de la educación y el trabajo de las mujeres; las competencias laborales; la relación escuela-empresa; la relevancia de la formación de habilidades básicas para la formación para el trabajo. Esto es: no se circunscribió en su labor como investigadora a algunas facetas de la cuestión; y no menos importante, eludió caer en la trampa de las modas y los intereses coyunturales impuestos por terceros. En tercer orden, su fuerte convicción en el estudio científico de la materia, sumado a su agudeza analítica y a su imaginación sociológica, permitieron colocar a la Educación Formación y Trabajo en el centro del debate nacional y americano; ello se verifica tanto en los temas críticos de la agenda de la investigación educativa como la referida a la formulación de las políticas públicas. Así, las relaciones educación y empleo, la tensión entre la racionalidad educativa y la racionalidad productiva, los riesgos de la secundarización de la educación técnica, la articulación escuela-empresa, por citar solo algunos de los asuntos que considero más relevantes. La otra dimensión de la actividad profesional de nuestra María Antonia a la que aludo más arriba se refiere a su quehacer llevado a cabo fuera del laboratorio de la investigadora pura y dura. Tal como lo expresara anteriormente, su labor estuvo guiada, también, por su vocación de servicio y su compromiso social. En ese sentido, expondré una desordenada e incompleta enumeración de otros aportes de su actuación para que podamos apreciar la envergadura de su participación. - Fue vocal del Consejo Nacional de Educación Técnica. - Participó en las acciones de promoción de la Educación Técnica en la Fundación YPF. - Miembro de Número de la Academia Nacional de Educación. - Miembro del Comité Mixto OIT/UNESCO de expertos sobre la aplicación de las recomendaciones relativas a la situación del personal docente. - Durante una década, fungió como coordinadora de la Red Latinoamericana de Educación y Trabajo, de la que había sido su fundadora. Merced a su tesonera labor consiguió multiplicar exponencialmente el número de investigaciones nacionales en la materia, la elaboración de tesis, la producción de libros, el apoyo y estímulo a jóvenes investigadores, la realización de reuniones técnicas y seminarios, etc. etc. - Dictó cátedra de grado y posgrado en diversas universidades del país y del extranjero: Universidad del Salvador, San Andrés, Di Tella… - Orientó decenas de tesis de maestría y doctorado sobre los temas que le incumben. - Alentó la formación de jóvenes investigadores; lo hizo por todos los medios a su alcance. - Se desempeñó como consultora de organismos internacionales –OIT, CINTERFOR/OIT, UNESCO/OREALC, IIPE UNESCO, OEA, OEI, Banco Mundial, BID- y organismos nacionales – Ministerio de Educación, Ministerio de Trabajo, Ministerio de Economía. No puedo concluir estas palabras sin dejar expresa constancia de mi reconocimiento y aprecio hacia todas y todos aquellos que hicieron posible esta magnífica fiesta de celebración y reconocimiento a una trayectoria intelectual, académica y humana. En primer lugar, a María Antonia Gallart por prestar su consentimiento y acompañarnos en este festejo colectivo; y a ustedes por participar del mismo. Segundo, al compromiso y entusiasmo desplegados por Irma Briasco y Claudia Jacinto en la organización del evento; no hubiese sido posible el éxito de esta iniciativa sin el tesonero trabajo que ellas desplegaron durante estos meses. Y en especial quiero destacar el inestimable apoyo de la dirección de la Oficina de la OEI en Buenos Aires. Con el anterior director, Darío Pulfer, pusimos en marcha esta iniciativa, y de él recibimos todo su respaldo personal e institucional. Desde comienzos de este año, el actual director Andrés Delich que nos acompaña, no solo ratificó lo acordado, sino que generosamente puso a nuestra disposición la eficiente capacidad logística de la Organización que hicieron posible el resultado que todos tenemos a la vista. A todos y todas, muchas gracias. A María Antonia mis muestras de gratitud por haberme concedido el privilegio de ser su amigo. Y sobre todo, a ella le reconozco haber sabido honrar esta profesión de investigadora comprometida al servicio de la sociedad argentina: gracias otra vez por tu desempeño académico excepcional a lo largo de una extensa trayectoria y por tu ejemplar vocación de servicio y ejercicio pleno de la ciudadanía.