1 Resolución del Ararteko, de 9 de febrero de 2010, por la que se

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Resolución del Ararteko, de 9 de febrero de 2010, por la que se concluye la
intervención del Ararteko en relación con la huelga de la residencia para personas
mayores “Aldakonea”, de Donostia-San Sebastián
Antecedentes
1. Un grupo de familiares de personas residentes en el centro residencial
Aldakonea de Donostia-San Sebastián, se dirigió a esta institución, el 27 de
mayo de 2009. Mostraba su preocupación por las consecuencias que la huelga
de personal de dicho centro estaba teniendo en la atención a las personas
mayores.
Señalaba que el 31 de diciembre de 2008 había concluido la vigencia del
convenio colectivo del personal de las residencias para personas mayores, por
lo que era preciso firmar uno nuevo. Que, para ello, se había constituido la
Mesa de negociación y se habían iniciado las conversaciones entre las partes
trabajadora y empresarial. Que, sin embargo, se había producido, al parecer, un
importante desacuerdo entre dichas partes, en lo que afecta a las
reivindicaciones laborales. Que esto había provocado que una de ellas
abandonara la Mesa negociadora, quedando suspendido el diálogo entre ambas
partes.
Añadía que, ante ello, un sindicato - ELA-STV - convocó una huelga en la
referida residencia. En febrero de 2009 se habían iniciado paros -de una hora,
algunos días y de tres horas, otros-. El periodo de huelga se recrudeció tras la
ruptura de la Mesa negociadora, pasando a realizarse paros en días alternos, de
6 horas cada día (tres horas entre las 8 y las 11 de la mañana y otras tres
horas, entre las 7 y las 10 de la noche).
Se indicaba que el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales había
establecido los servicios mínimos, pero que éstos resultaban insuficientes, a
juicio de los reclamantes, "para prestar los cuidados mínimos, garantizar la
seguridad de los residentes y evitar desatenciones". Citaban algunas
situaciones que consideraban inadecuadas.
El grupo de familiares, reunidos en asamblea, decidieron llevar a cabo una serie
de acciones, con el deseo de encauzar y encontrar una solución al problema.
En este sentido, denunciaron la situación en los medios de comunicación y
dirigieron escritos a responsables de diversas instituciones públicas, como el
Ayuntamiento de San Sebastián, la Diputación Foral de Gipuzkoa y las Juntas
Generales de Gipuzkoa. Igualmente, lo hicieron con la empresa que gestiona el
servicio residencial. Así mismo, una representación de dichos familiares
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mantuvo encuentros con varios responsables de las entidades implicadas en el
conflicto, con el fin de desbloquear la situación, pero sin resultado positivo.
Ante todo ello, acudieron a esta institución.
2. La residencia para personas mayores Aldakonea, de San Sebastián, es un
centro de titularidad pública –Diputación Foral de Gipuzkoa- pero de gestión
privada –UTE Aldakonea, compuesta por Biharko Gipuzkoa, S.L. y Lanar, S.L.-,
mediante un contrato de concesión para el uso y gestión del servicio público,
de fecha 17 de mayo de 1999, obtenido mediante concurso público. El centro
tiene 108 plazas residenciales. Dispone, también, de un centro de día con 30
plazas que, por su horario, no se ve afectado por la huelga. En el momento de
redactar esta resolución, la residencia cuenta con 96 personas, de las cuales
91 son grandes dependientes, según nos informan el propio centro y el
Departamento foral de Política Social. Así mismo, de las 96 personas, 45 se
encuentran en la Unidad de Psicogeriatría.
El personal trabajador de la residencia depende totalmente de dicha empresa.
De acuerdo con el pliego de condiciones económicas y jurídico-administrativas
de la concesión, corresponde a la empresa adjudicataria la contratación del
personal que precise para llevar a cabo su labor. En este sentido, el punto 11.5
indica que "El personal contratado será por cuenta y cargo exclusivo del
concesionario. La Diputación Foral de Gipuzkoa no tendrá relación jurídica
alguna con el personal al servicio del concesionario durante el plazo de vigencia
del contrato objeto de este pliego ni al término del mismo". Ese personal estaba
afectado por el convenio de personal de residencias de Gipuzkoa 2005-2008,
vencido el 31 de diciembre de 2008. Por tanto, se trata de acordar un nuevo
convenio para el siguiente cuatrienio 2009-2012.
3. El Ararteko mantuvo un encuentro con responsables del Departamento de
Política Social de la Diputación Foral de Gipuzkoa, a petición de estos últimos,
el 26 de junio de 2009. En la reunión, dichos responsables manifestaron la
preocupación del citado departamento foral ante la situación de huelga que se
vivía en la residencia –que, como hemos dicho, es foral, pero de gestión
privada- y nos trasladaron su visión de la situación. Según se indicó, la huelga
comenzó el 23 de febrero por reivindicaciones laborales, especialmente
salariales, del personal trabajador ante la empresa gestora (UTE Aldakonea).
Ese personal pide la equiparación salarial con el personal foral de la única
residencia de la Diputación Foral de Gipuzkoa, de gestión directa (Egogain, de
Eibar). Se constituyó la Mesa negociadora, integrada por las centrales
sindicales, en representación de las y los trabajadores, y por la asociación
empresarial guipuzcoana ADEGI, en representación de la empresa. Sin
embargo, las negociaciones quedaron rotas y no tenían constancia de que se
hubiera solicitado el arbitraje.
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La Inspección de servicios sociales, perteneciente a dicho departamento foral,
había adoptado algunas medidas ante la huelga. Por una parte, había señalado
a la residencia una serie de tareas que consideraba básicas en la atención
residencial. Por otra, estaba girando visitas de inspección semanalmente, para
comprobar el cumplimiento de lo anterior, así como de la Orden de servicios
mínimos sobre el personal, dictada por el Departamento de Empleo y Asuntos
Sociales del Gobierno Vasco.
En cuanto a las tareas básicas a realizar, se recogen en un documento y son
las siguientes:
"Niveles de atención básica a residentes en periodo de huelga:
-
Levantado de todos los residentes, excepto aquellos que, por prescripción
facultativa, deban permanecer encamados.
Distribución del desayuno, comida y cena en horario adecuados, evitando la
concentración de las ingesta en un pequeño margen de horas.
Administración de la medicación en las horas pautadas facultativamente.
Cambio de pañales, según pautas establecidas por el centro, excepto casos
con prescripción facultativa.
En casos de continentes, acompañamiento a baños, según pautas
establecidas.
Hidratación, la prescrita.
Higiene y baño, mínimo 1 ducha semanal y resto, higiene adecuada.
Acostar en horario habitual, excepto prescripción facultativa.
Cambios posturales, todos los prescritos y si es preciso una limitación, hay
que priorizar los casos (facultativamente).
Dentro del área sanitaria, se tendrá especial atención al estado de las pieles
de los residentes, así como a la evolución de las úlceras existentes y a la
aparición de nuevas úlceras.
El centro deberá establecer una organización, por escrito, con designación de
tareas a realizar para cubrir las necesidades básicas de atención a los
residentes. Esta organización podrá variar día a día".
Los responsables forales indicaron que la situación de huelga estaba afectando,
necesariamente, a la organización del centro, que había tenido que reajustar
algunos horarios, pero que tales cuidados básicos se respetaban debido a que
la dirección del centro había establecido una rigurosa organización para las
horas de huelga. No obstante, también se nos informó del problema que
estaban suponiendo para la organización del centro determinadas actuaciones
de presión ejercidas por algunos familiares, como la de no respetar el horario de
la cena, que se había adelantado media hora para una parte de los residentes,
llevando más tarde a su familiar al comedor.
Los representantes del departamento foral manifestaban la complejidad que
veían en esta situación, ya que el conflicto laboral se encontraba entre una
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empresa privada (la ya citada) y su personal. Sin embargo, el servicio es foral y
el conflicto incide directamente en las personas allí residentes, puesto que la
huelga se está llevando a cabo en lo que ahora es su hogar. Esas personas son
mayores y grandes dependientes, cuya atención corresponde a la Diputación
foral.
Posteriormente, hemos tenido contacto con dicho departamento foral, que nos
ha informado de algunos aspectos concretos. Recientemente, antes de dictar
esta Resolución, quisimos actualizar lo que pudiera transmitirnos la
Administración foral, para lo cual solicitamos un nuevo encuentro con personal
del citado Departamento de Política Social, concretamente del área de
Inspección. También en esta ocasión se nos facilitó información y se nos
aportó documentación al respecto.
Hay que señalar que la convocatoria de huelga inicialmente fue general, para
varios centros guipuzcoanos con gestión indirecta y los servicios mínimos se
establecieron para esa convocatoria general, sin especificar centro. A partir del
mes de abril, se dictaron servicios mínimos específicos para Aldakonea (por ser
uno de los centros que continuaba la huelga). En este momento, el personal
foral de Inspección aumentó su intervención –que hasta entonces había sido
leve- y el 24 de abril comenzó a realizar visitas a la residencia. Desde entonces,
estas visitas están siendo prácticamente semanales, excepto en diciembre de
2009, que han sido dos (el 4 y el 15) y en enero de 2010, que la primera ha
sido el 14. Según nos indicó el personal foral, las visitas se efectúan sin aviso
previo.
Se suspendieron los nuevos ingresos en este centro, pero se han reanudado
para aquellas personas en lista de espera que lo hubieran indicado al presentar
su solicitud. No obstante, añadieron que se informa a las familias de la
situación de huelga que se vive en el centro, para que tomen su decisión.
4. Desde esta institución del Ararteko se ha querido observar directamente el
grado de prestación asistencial de la residencia, tanto en lo referente a la
atención a las personas residentes como a la limpieza de las instalaciones,
lavado de ropa, etc. Para ello, personal de la institución ha llevado a cabo
varias visitas al centro, todas ellas sin aviso previo. La primera fue el día 26 de
junio de 2009. Los paros tenían lugar en días alternos, de 8 a 10.30, por la
mañana, y de 6.30 a 10, por la noche. Según nos indicó la directora del centro,
los servicios de limpieza de las instalaciones y lavado de la ropa están
subcontratados con otra empresa, por lo que esas labores no se ven afectadas
por la huelga. En cuanto a la atención personal de los y las residentes, no se
observó ningún aspecto que pudiera llevar a pensar en una falta de atención en
cuestiones consideradas básicas y elementales en este tipo de personas.
La directora del centro explicó cómo estaba organizado el servicio, de manera
que la huelga afectara lo menos posible a las personas residentes. Existía una
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estricta planificación de tareas, con control de tiempos, para poder atender a
todas las personas, en todas las tareas necesarias, en el horario adecuado.
Además, las actividades terapéuticas y ocupacionales seguían desarrollándose.
La visita a la residencia se repitió el 14 de setiembre. Acababa de entrar en
vigor una nueva Orden de servicios mínimos de personal y se había modificado
el horario de huelga, que ahora era de 8 a 10,30 de la mañana, de lunes a
sábado, excepto festivos. Esta hora es la de mayor actividad en el centro,
porque es cuando hay que realizar curas, levantar, duchar, vestir, dar el
desayuno, medicación, etc. a todas las personas residentes. Con este nuevo
horario, se habían reajustado, otra vez, ciertas tareas, como el horario de la
cena que volvía a ser el habitual, normalizándose la situación antes citada. Esto
permitía que el conjunto de residentes pudiera estar acostado a la hora
habitual, 10 de la noche.
En la visita a las dependencias, se observó que la limpieza del centro, así como
la higiene y atención de las personas residentes, parecían adecuadas. No
obstante, desde la dirección se nos transmitió el cansancio por una situación
que se prorrogaba durante meses. La Mesa negociadora continuaba rota, ya
que la patronal no consideraba asumible la pretensión de la central sindical
convocante de la huelga.
En vísperas de dictar esta Resolución, se ha girado una nueva visita al centro,
el 25 de enero de 2010. El horario de huelga se mantiene igual, en el momento
de mayor incidencia en la organización del centro. A pesar de la adecuada
planificación de las tareas de cada mañana –que incluyen la ducha diaria a
todas las personas residentes-, la reducción del personal, por los servicios
mínimos, hace que se retrase, más de lo deseado, la hora en que se levantan
todas las personas y comiencen su correspondiente actividad. En esta línea,
una de las residentes con quien hablamos durante la visita se quejaba de las
horas que pasaba en la cama y mostraba su deseo de que la levantaran a una
hora más temprana, lo cual no resulta fácil en la situación actual.
De acuerdo con la Orden de servicios mínimos en vigor, la reducción que se
produce de personal de atención directa es la siguiente. En auxiliares, su
número se reduce en un tercio, todos los días (de 18, quedan 12). En
enfermería, se reduce a la mitad, los lunes, jueves y viernes (de 2, queda 1); en
un tercio, los martes y miércoles (de 3 queda 1) y los sábados no hay variación
(1 persona).
Tras casi un año de huelga (desde el 23 de febrero 2009), se nos confirmó el
cansancio, hastío y malestar que se siente, en general, por todas las partes
afectadas por la situación de huelga: residentes, familiares y personal
trabajador, adherido o no a la huelga. Según la información facilitada ese día, el
porcentaje del personal de atención directa (auxiliar y enfermería) adherido a la
huelga ronda el 60%. No obstante, se nos indicó que se respetan los servicios
mínimos y las tareas consideradas fundamentales. Sin embargo, la huelga
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afecta a las actividades de la mañana (ocupacionales, movilidad,....) que, al
iniciarse más tarde de lo habitual, resultan más breves e, incluso, más
numerosas de lo previsto, porque deben unirse grupos de diferentes horarios.
La comisión de familiares y usuarios de la residencia se encuentra en proceso
de formación. No obstante, con motivo de la huelga, los familiares convocan y
celebran sus reuniones en el centro.
5. En esta institución se realizó un estudio sobre las posibilidades de abordar la
situación de huelga en la residencia, teniendo en cuenta el marco jurídico, los
pronunciamientos judiciales y otros aspectos relativos al tema. A ello nos
referiremos en el siguiente capítulo.
6. Esta institución quiso conocer, también, la opinión al respecto del Gobierno
Vasco y, en concreto del Departamento de Empleo y Asuntos Sociales, quien
ostenta la competencia en el establecimiento de los servicios mínimos. Para
ello, dirigimos un escrito a dicho departamento. Por una parte, se mostraba
nuestra preocupación por la situación de la residencia, teniendo en cuenta que
la huelga afecta directamente a personas en situación de gran vulnerabilidad,
que necesitan la ayuda de otras para las actividades más elementales de la vida
(levantarse y acostarse, asearse, alimentarse, ...). De hecho, ésa es la razón
por la que ingresaron en el centro. Por otra, se solicitaba información acerca de
diversos aspectos, como los servicios mínimos en vigor y el porcentaje que
representaban, por categorías laborales, respecto al total del personal
trabajador.
El citado departamento del Gobierno Vasco nos aportó amplia información.
Indicaba la metodología utilizada y los criterios empleados para establecer los
servicios mínimos que han de operar en una situación de huelga como la que
nos ocupa –un servicio público, esencial para la comunidad, gestionado por
una entidad privada-.
En cuanto a la metodología, el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales
indicaba que, al tener conocimiento de la convocatoria de huelga, recaba
información y propuestas de las distintas partes en el conflicto. Por una parte,
escucha a las dos partes directamente implicadas, como son: los y las
trabajadoras, a través de la representación sindical, y la empresa privada de
quien dependen. Por otra, también se convoca a la Administración titular del
servicio –en este caso, la Diputación foral- que ha contratado la gestión del
mismo. Además, se convoca a la Inspección de Servicios Sociales de la
Diputación Foral porque es quien tiene la competencia para realizar el
seguimiento en la residencia en orden a garantizar unas condiciones adecuadas
de las personas residentes durante el transcurso de la huelga.
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Escuchadas todas esas partes y si no ha habido acuerdo, la Consejera de
Empleo y Asuntos Sociales, a propuesta de la autoridad laboral –Dirección de
Trabajo de ese departamento-, dicta la Orden sobre el personal mínimo que ha
de atender el servicio que va a proceder a la huelga.
El Departamento recuerda que el ejercicio de la huelga es un derecho
fundamental recogido en la Constitución (art. 28.2), al que se otorga
protección igual que al derecho a la vida, la integridad física y la salud, entre
otros. Por tanto, es preciso conjugar los derechos enfrentados de las partes
afectadas. En este caso -indicaba el departamento- el derecho a la salud y a la
atención de las personas que están en las residencias "... no pueden quedar sin
la debida protección frente al legítimo ejercicio del derecho a la huelga de las y
los trabajadores. Por otra parte, esta protección tampoco puede, en modo
alguno, vaciar de contenido el derecho de huelga, mediante la fijación de
servicios mínimos, dado el carácter restrictivo que debe presidir su
establecimiento, a tenor de la doctrina sentada por el Tribunal Constitucional".
Se añade que las huelgas en residencias geriátricas son motivo de gran
preocupación para el Departamento, puesto que las consecuencias del conflicto
repercuten en un colectivo de gran vulnerabilidad, como son las personas
mayores, afectadas por una gran discapacidad, que les origina su situación de
gran dependencia.
Por esa razón, los criterios que se utilizan al establecer los servicios mínimos
tratan de procurar que la atención a las personas residentes sufra el menor
menoscabo posible. "Que garantice una atención continuada e integral,
especialmente en lo que se refiere a cuidados preventivos médicos y a lo que
se entiende por mantenimiento y conservación del ámbito biopsicosocial". En
este sentido, el departamento señala cuáles serían las labores básicas
imprescindibles e indica "... la referida atención ha de conllevar la realización de
tareas para las personas mayores, tales como levantarlas, acostarlas, limpieza
e higiene personal, el suministro de alimentos, así como para dispensar la
medicación a las personas que lo precisen". El Departamento considera que,
además, "Estas actividades son imprescindibles para garantizar la integridad,
tanto física como moral, de éstas...", de acuerdo con distinta normativa.
Igualmente, se tiene en cuenta el carácter socio-sanitario de la atención integral
que se presta en la residencia, el grado de dependencia de las personas
residentes, la distribución espacial del edificio, los días y horas afectadas,
y la duración de la huelga. Así mismo, se diferencian los servicios que son de
atención directa (atención sanitaria y geriátrica), que inciden directamente en la
salud e integridad de las personas, del resto de servicios (limpieza, lavandería,
administración, ...), que tienen una incidencia mucho menor.
En lo que respecta a la residencia Aldakonea, en concreto, se nos facilitó
información sobre el número de personas, por categoría laboral, afectadas por
los servicios esenciales. Estos datos se complementaron posteriormente con
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información del Departamento de Política Social de la Diputación. La Orden que
establece los actuales servicios mínimos es de 10 de diciembre de 2009, con
vigencia hasta el 10 de febrero. Señala que el horario de huelga es de 8 a
10.30 de la mañana, los 6 días de la semana (de lunes a sábado), excepto
festivos. El servicio mínimo en personal auxiliar es del 66,6 %. En el punto 4
hemos indicado cuál es el personal de atención directa afectado en ese horario.
7. Las Juntas Generales de Gipuzkoa han tratado el conflicto generado en varias
residencias de personas mayores de Gipuzkoa, como Aldakonea, con motivo de
la falta de acuerdo en la negociación para un nuevo convenio colectivo del
sector. Al menos en tres ocasiones a lo largo del año 2009 (1 de abril, 11 de
mayo y 26 de junio) se ha debatido sobre este asunto en la Comisión de
Política Social, con la comparecencia de la Diputada foral en las dos primeras
fechas indicadas.
Consideraciones
1. La residencia para personas mayores Aldakonea es de titularidad foral, pero la
Diputación tiene asignada su gestión a una entidad privada. En este sentido, el
personal de dicho centro depende de esa empresa privada con quien tiene
establecida su relación laboral. Este personal ha declarado una situación de
huelga en el contexto de sus reivindicaciones laborales. Este hecho ha
conllevado la necesidad de ajustar la actividad del centro a la nueva situación.
El ejercicio de la huelga es un derecho constitucional, reconocido como tal y
con el rango de derecho fundamental. Así, la Constitución, en su artículo 28.2,
señala: "Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa
de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las
garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales
de la comunidad.”
Sin embargo, este derecho, al igual que los demás, no es absoluto, sino que su
ejercicio tiene límites, sobre los que se ha pronunciado el citado alto tribunal.
Estos límites tienen su razón de ser, en este caso, en el derecho de la parte
directamente afectada por la huelga, esto es, el de las personas mayores: su
derecho a recibir la debida asistencia, teniendo en cuenta su situación, lo cual
está relacionado con su derecho a la salud y a una atención integral, en
términos básicos o elementales. Por tanto, en esta huelga nos encontramos
ante dos derechos enfrentados que hay que proteger: el derecho a la salud y a
la atención de las personas residentes y el derecho a la huelga de las personas
trabajadoras. Debe buscarse un equilibrio entre ambos derechos, de manera
que ninguno de ellos quede vulnerado o afectado en alguno de sus elementos
nucleares.
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Un elemento fundamental en el límite del derecho a la huelga lo constituye la
intervención de la autoridad laboral, estableciendo los servicios mínimos o
indispensables que es preciso atender, para lo cual fija el personal mínimo, por
categorías laborales, que debe permanecer en el trabajo. Al no haberse
aprobado aún la ley orgánica reguladora del derecho a la huelga que prevé la
Constitución (art. 28.2), en esta materia se sigue aplicando el Real Decreto-Ley
17/1977, de 4 de marzo, que reforma la normativa sobre relaciones de trabajo.
El artículo 10 indica que "Cuando la huelga se declare en empresas encargadas
de la prestación de cualquier género de servicios públicos o de reconocida e
inaplazable necesidad y concurran circunstancias de especial gravedad, la
Autoridad gubernativa podrá acordar las medidas necesarias para asegurar el
funcionamiento de los servicios. El Gobierno, asimismo, podrá adaptar a tales
fines las medidas de intervención adecuadas".
Por tanto, dicho precepto establece dos condiciones, que han de ser
concurrentes, para el establecimiento de los servicios mínimos: a) que la huelga
se dé en empresas que presten servicios públicos o de reconocida e inaplazable
necesidad y b) que se den circunstancias de especial gravedad. Ambas
condiciones se dan en el caso de huelga en una residencia de personas
mayores dependientes.
El Tribunal Constitucional se ha pronunciado repetidas veces sobre los servicios
mínimos y sus criterios se recogen en varias sentencias, entre ellas la STC
183/2006, de 19 de junio. En síntesis, este tribunal:
- Reconoce que el servicio en el que recae la huelga ha de quedar
inevitablemente afectado y que esta molestia ha de asumirse.
- Indica que los servicios mínimos han de asegurar la cobertura mínima del
servicio, sin que ello exija alcanzar el nivel de rendimiento habitual ni asegurar
el funcionamiento normal del mismo. De ser así, se vulneraría el derecho a la
huelga.
- Añade que debe existir una razonable proporción entre los sacrificios que se
impongan a los huelguistas y los que padezcan los usuarios del servicio
afectado.
- Por tanto, el funcionamiento normal del servicio debe ser perturbado sólo
hasta extremos razonables. No debe serle añadida la presión adicional del
daño innecesario. También indica que el derecho de los trabajadores de
defender y promover sus intereses mediante la huelga cede cuando con ello
se ocasiona o se puede ocasionar un mal más grave que el que los
huelguistas sufren. "El derecho de la comunidad a estas prestaciones vitales
es prioritario respecto del derecho de huelga".
También el Tribunal Supremo ha tenido ocasión de pronunciarse sobre este
asunto, al estudiar casos concretos que se le han planteado. En su sentencia
de 22 de octubre de 2007 recuerda la jurisprudencia, tanto constitucional
como de la Sala que lo estudia y, además de lo anterior, señala que:
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- El derecho a la huelga ha de acomodarse con el ejercicio de otros derechos
reconocidos y constitucionalmente protegidos.
- La noción de servicios esenciales se refiere a la naturaleza de los intereses a
cuya satisfacción se presta el servicio, conectándose con los derechos
fundamentales, libertades públicas y bienes constitucionalmente protegidos.
- Al adoptar los servicios mínimos ha de tenerse en cuenta la extensión –
territorial y personal-, duración prevista y otras circunstancias, así como las
necesidades concretas del servicio y naturaleza de los bienes protegidos.
2. La huelga responde a un conflicto entre la parte trabajadora y la empresarial o
empleadora. Ese conflicto ha de ser resuelto en ese contexto mediante la
negociación colectiva, en la que ambas partes podrán estar representadas por
asociaciones sindicales, en un caso, y empresariales, en otro. La negociación
colectiva laboral es también un derecho al que se refiere la Constitución en su
artículo 37 y que ha sido legalmente desarrollado. Así, por ejemplo, el Estatuto
de los Trabajadores señala que "los convenios colectivos, como resultado de la
negociación desarrollada por los representantes de los trabajadores y de los
empresarios, constituyen la expresión del acuerdo libremente adoptado por
ellos en virtud de su autonomía colectiva" (artículo 82.1). En el respeto a esa
autonomía, en la negociación colectiva no cabe la intervención de agentes
externos, ajenos a las partes en conflicto, sin que cuenten con la total voluntad
de dichas partes, salvo en situaciones absolutamente excepcionales. Son las
partes quienes tienen la legitimidad y el monopolio para la negociación. Por
tanto, cualquier ingerencia en la negociación colectiva por alguien ajeno
directamente a las partes en conflicto puede ser considerado una intromisión
de terceros que atenta al derecho constitucional citado.
3. En el caso concreto de Aldakonea, la autoridad laboral -en este caso, el
Gobierno Vasco, a través del departamento con competencia en materia de
trabajo- ha fijado los servicios mínimos que han de regir en esta situación de
huelga. Lo ha hecho a través de varias órdenes dictadas por quien, en cada
momento, tenía la responsabilidad máxima del Departamento (anteriormente, el
de Justicia, Trabajo y Seguridad Social y ahora, el de Empleo y Asuntos
Sociales). Los servicios fijados en cada momento pretenden responder a las
necesidades ineludibles de las personas residentes, en atención a sus
especiales características pero, como indica su propia definición, son mínimos
o esenciales.
El Gobierno Vasco, a la hora de fijar los servicios mínimos mediante la
correspondiente Orden, tiene naturalmente en cuenta la situación de enorme
vulnerabilidad y dependencia de estas personas. Entendemos que tendría que
valorarse, también, el número de grandes dependientes en el centro y el
porcentaje que representan sobre el total de residentes, a la hora de determinar
tales servicios. En el caso de Aldakonea, en el momento de redactar esta
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Resolución, hay 93 grandes dependientes y representan el 95 % del total de
residentes. Además, la residencia les ofrece, no sólo atención social, sino
también sanitaria. Por todo ello, al fijar los servicios mínimos, un centro de
estas características debería, a nuestro juicio, recibir un tratamiento no inferior
al que se da a los hospitales, cuando su personal ejerce el derecho de huelga.
Podría afirmarse, incluso, que las personas mayores de una residencia están
necesitadas de más cuidados que algunos de los enfermos que se encuentran
en un hospital, pues estos últimos pueden encontrarse con un grado elevado de
autonomía y no necesitar ayuda de otras personas para las tareas más
elementales de la vida cotidiana (levantarse, acostarse, comer, lavarse, tomar
la medicación, ...). Por el contrario, las personas mayores a las que nos
referimos están calificadas como grandes dependientes, con todo lo que eso
conlleva. Por tanto, al fijar los servicios mínimos habría que tener en cuenta ese
hecho. También habría que considerar el tiempo que lleva la huelga porque su
duración incrementa el efecto negativo en las y los residentes.
4. La Diputación Foral, como titular del servicio residencial, ha de velar por que
las personas residentes reciban la mejor atención posible y procurarles una
estancia de calidad. Ante esta situación de huelga, la Diputación ha de procurar
que el conflicto repercuta lo menos posible en la vida de las personas
residentes y, en todo caso, que éstas reciban, efectivamente, las atenciones
que les permitan cubrir dichas necesidades básicas debidamente. En este
sentido, el Departamento de Política Social, ya señaló la relación de tareas que
consideraba básicas para las personas residentes, que han sido expuestas en el
punto 3 del apartado anterior. Al fijar estas necesidades, se tiene en cuenta
que las personas residentes requieren una atención integral: médica,
psicológica, de alimentación e higiene, etc. y que de todo ello depende su
supervivencia. Es evidente que la reducción del 33 % del personal auxiliar en el
horario de huelga ha de tener efecto, pero hay que procurar que sea el menor
posible. Igualmente, la Diputación ha de garantizar el respeto de todos los
derechos de estas personas y velar por que puedan ejercitarlos.
El Departamento foral de Política Social, como responsable último de la
atención a las personas residentes, debe verificar el cumplimiento efectivo de
tales tareas y controlar que las personas residentes reciban la atención
adecuada. Para esto dispone de sus competencias en materia de inspección y
control de los centros residenciales que le confiere el Decreto 40/1998, de 10
de marzo. En este contexto, personal foral viene efectuando visitas de
inspección semanales desde abril. Teniendo en cuenta que el objeto de la
concertación es la atención adecuada y el mejor bienestar posible de las y los
residentes, el control puede ser realizado desde distintas perspectivas, pero
siempre ha de incluir, necesariamente, la observación directa, mediante visitas
al centro. Ante la importancia de esto último, las visitas deberían realizarse con
la mayor periodicidad, duración e intensidad posibles, para comprobar
directamente que en la prestación de servicios se cumplen, al menos, los
mínimos exigidos, de manera adecuada. Su finalidad es la de poder intervenir si
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se observara alguna irregularidad en ese sentido. Igualmente, ese control sirve
para poder valorar el grado de suficiencia de los servicios mínimos establecidos
para la finalidad señalada y, en caso de considerarlos insuficientes, poder
fundamentar su solicitud de incremento de tales servicios ante el Gobierno
Vasco, sin demora.
La situación de huelga y su impacto en la vida residencial es dinámica y esto
requiere un seguimiento constante y la adecuación de las medidas adoptadas a
los cambios que se producen. De hecho, las propias órdenes de servicios
mínimos se dictan para determinado periodo y, de cualquier manera, en ellas ya
se prevé su replanteamiento, en atención a diversos aspectos, como, por
ejemplo, la duración del conflicto. Es importante tener en cuenta este último
aspecto porque no cabe duda de que la duración del conflicto incrementa las
molestias e incomodidades que sufren las personas residentes. Así lo entiende,
también, el Tribunal Supremo, según se ha indicado en el punto 1 de este
apartado.
Por todo ello, el Departamento foral de Política Social ha de ejercer su función
de control con el máximo rigor. Ha de exigir el cumplimiento estricto de lo
establecido en el Decreto Foral 38/2007, tal como se indica en el artículo 4 del
mismo. Así mismo, ha de exigir todas las condiciones a las que se ha sometido
la empresa adjudicataria en los pliegos de condiciones contractuales, tal como
se indica en la estipulación segunda del contrato de concesión del servicio. En
esta misma línea, la Ley de Contratos del Sector Público, en relación con la
ejecución del contrato de gestión de servicios públicos, indica que "el
contratista está obligado a organizar y prestar el servicio con estricta sujeción a
las características establecidas en el contrato..." y añade que "la
Administración conservará los poderes de policía necesarios para asegurar la
buena marcha de los servicios de que se trate" (artículo 255). Si bien, en el
momento actual, dichas condiciones han de quedar adecuadas a la situación de
huelga y a los servicios mínimos establecidos.
Igualmente, para reducir el impacto de la huelga en las y los residentes,
resultaría adecuado que la Diputación, a la hora de asignar nuevas plazas
residenciales, tuviera en cuenta la situación que vive Aldakonea, a efectos de
valorar la oportunidad o no de autorizar nuevos ingresos en esta residencia,
mientras dure el conflicto. Habría que tener en cuenta el grado y tipo de
dependencia de la persona solicitante, así como la situación en que se
encuentra, todo lo cual determina, en definitiva, el nivel de ayuda que necesita.
En cualquier caso y siempre que fuera posible, debería ofrecerse a las familias y
solicitantes la posibilidad de ingreso en otros centros de la zona o comarca. No
obstante, si se opta por este centro, las familias y residentes deberán ser
informados claramente de la situación que en él se vive.
Así mismo, la Diputación, mientras dure la huelga, debería procurar ofrecer a
las personas que se encuentran en Aldakonea y deseen un cambio de centro, la
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posibilidad del traslado a otra residencia, considerándola más idónea, siempre
que así se solicite.
5. Dado que las negociaciones entre las partes patronal y social se encuentran
suspendidas, el Departamento de Política Social debe esforzarse para contribuir
a que se den las condiciones objetivas adecuadas para que se reanude ese
diálogo; debe animar a ambas partes a reconducir la situación y volver a la
Mesa de negociación, con espíritu constructivo y con la meta puesta en un
acuerdo. La negociación corresponde a las dos partes, como ya hemos
indicado, pero el Departamento debe realizar todo cuanto esté en su mano para
propiciar y favorecer ese diálogo. Así lo señalaron las Juntas Generales, en
junio de 2004, en el documento de recomendaciones efectuadas por la
Ponencia para abordar el fenómeno de la dependencia de las personas mayores
en Gipuzkoa (recomendación 8.5). El mismo documento también hace
referencia a las condiciones de trabajo dignas y a la formación y cualificación
de personal (recomendaciones 1.10 y 7.4-7.5).
6. La Diputación Foral de Gipuzkoa es la responsable última del adecuado
funcionamiento del centro en la atención a las personas residentes. Para llevar
ese objetivo a buen término, el ordenamiento jurídico le otorga potestades
suficientes en el marco de la contratación administrativa. Por tanto,
corresponde a la Administración ejercer su potestad en ese marco, teniendo en
cuenta que la concertación está condicionada a la buena gestión, según los
términos estipulados en la propia concertación.
A ese respecto, una forma de garantizar una adecuada prestación del servicio
por parte de la empresa concertada es fijar, debidamente y con carácter previo,
los requisitos para la concertación que favorezcan al máximo la mejor atención,
reduciendo en todo lo posible los elementos que puedan incidir negativamente
en la calidad del servicio. En este sentido, la Diputación Foral de Gipuzkoa
dispone, básicamente, de dos instrumentos: una norma específica y los pliegos
de condiciones.
La norma es el Decreto Foral 38/2007, de 22 de mayo, por el que se
determinan las condiciones necesarias para la concertación de servicios
residenciales para personas mayores dependientes. Según el artículo 3, las
condiciones para formalizar conciertos y convenios son:
-
-
Acreditar el cumplimiento de lo dispuesto en el Decreto 41/1998, sobre
requisitos de los centros residenciales para personas mayores. Así mismo,
del Decreto 40/1998, de 10 de marzo, por el que se regula la autorización,
registro, homologación e inspección de servicios sociales en la CAPV.
Proveer a la persona usuaria de la cartera de servicios que se establece en
un anexo.
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-
Integrar en la cultura organizativa y en el funcionamiento diario del centro
las buenas prácticas de una serie de procesos y áreas de actuación, que
también se señalan en un anexo.
Disponer de un modelo asistencial en base a las ratios y perfiles
profesionales de atención directa, igualmente establecidos en un anexo.
Los tres últimos requisitos tienen que ver directamente con la calidad en la
atención. En relación con el último, sobre las ratios del personal de atención
directa, cabe señalar que este decreto foral supera ampliamente las ratios
establecidas en el Decreto 41/1998 del Gobierno Vasco, antes citado. Ese
incremento de personal es más adecuado al momento actual y resulta positivo
porque contribuye a una mejor atención a las personas mayores.
Respecto a los pliegos de condiciones para la concertación, observamos que
entre las condiciones técnicas que se establecieron en este caso, se indican
algunos aspectos a tomar en consideración por la empresa al contratar al
personal, como son: la formación adecuada a las funciones a desarrollar, su
experiencia en trabajos de similar contenido, el conocimiento de las lenguas
oficiales de la Comunidad Autónoma del País Vasco y el hecho de que sean
potencialmente beneficiarias de prestaciones sociales (punto 7.4).
Sin embargo, ni en el DF 38/2007 ni en los pliegos de condiciones vemos
alguna referencia sobre la calidad en el empleo del personal que trabajará en el
servicio concertado. Este aspecto nos parece importante porque incide en la
calidad asistencial que se presta. Por eso, parece conveniente que cuando la
Administración fije las condiciones de contratación de la gestión de los
servicios públicos residenciales incorpore la valoración de determinados
criterios o consideraciones de tipo social que afectan a la calidad en el empleo
del personal trabajador, de conformidad con las previsiones del artículo 102.1
de la Ley 30/2007, de 30 de octubre, de Contratos del Sector Público. Nos
referimos a criterios como: la estabilidad laboral, la formación profesional
continua, la evaluación periódica del grado de satisfacción de esas personas, la
existencia de vías fluidas de comunicación interna en la empresa, así como de
vías de participación de los trabajadores en las decisiones que les afectan,
medidas de prevención de riesgos en el trabajo, de fomento del trabajo en
equipo y de las buenas relaciones, atención a posibles situaciones de estrés,
flexibilidad horaria para conciliar la vida familiar y la laboral, etc. Estos criterios
han de ir acompañados de los correspondientes indicadores y valores de
referencia.
En esta misma línea, la Ley de Servicio Sociales, en su artículo 72, establece
que las administraciones públicas, al contratar, incorporarán cláusulas sociales,
que constituirán un requisito para la adjudicación. Igualmente, que aplicarán
criterios o medidas de discriminación positiva a favor de las entidades que
reúnan unas características determinadas, entre las que figura la de mejorar las
ratios establecidas en la cartera de prestaciones y servicios.
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La positiva valoración de todos estos aspectos y de otros similares en el
momento de la concertación, resulta de gran interés porque contribuyen al
bienestar de las personas trabajadoras, lo cual es importante porque eso incide
directamente en la calidad asistencial que reciben los y las residentes. La
satisfacción en el trabajo, entre otras cosas, reduce la movilidad laboral, mejora
la actitud y el clima en el entorno laboral, etc. Todo esto cobra una especial
importancia en una residencia porque se busca un trato cercano y cálido con
las personas mayores y, al mismo tiempo, de total respeto.
7. Somos conscientes de la dificultad que entraña conjugar adecuadamente los
dos derechos a los que antes nos hemos referido -el de las personas residentes
a ser atendidas y el de las trabajadoras a realizar la huelga- pero es preciso no
escatimar esfuerzos para ello. En este conflicto, las personas mayores son la
parte más débil, más sensible y más vulnerable y, sin embargo, son quienes
sufren en primera persona las consecuencias de la huelga. Por eso, al abordar
una huelga en una residencia de personas mayores dependientes es
fundamental tener eso en cuenta. Las personas residentes, por su situación de
vulnerabilidad, requieren una atención integral: médica, psicológica, de
alimentación e higiene, etc. Todo eso resulta de vital importancia para esas
personas porque de ello depende su supervivencia. La no prestación de esas
tareas podría ocasionarles males irreparables, por lo que actúa como un
limitador del derecho a la huelga.
Hay, también, otros elementos que consideramos de interés mencionar, como
son:
- La situación de huelga afecta directamente a las personas residentes, a pesar
de que ellas sean completamente ajenas a las razones de su inicio y, también,
a pesar de que carezcan de toda capacidad para intervenir en el conflicto.
- Ellas sufren directamente las consecuencias de la huelga. Aunque los
servicios mínimos les atiendan en lo básico y fundamental, éstos, por
definición, nunca alcanzarán la atención completa de una situación
normalizada. La huelga requiere un reajuste de horarios y de tareas y, es muy
posible, que algunas puedan quedar suprimidas.
- La huelga altera la vida de la residencia y modifica el normal desarrollo de las
actividades. Las personas residentes soportan, también, el clima enrarecido y
crispado, causado por la tensión y el cansancio que se crea entre el personal
durante estas situaciones.
- Todo ello se produce sin que ellas –las personas mayores- hayan elegido esa
situación. La viven en el lugar en el que pasan todo el día, las 24 horas,
porque es su hogar y no están en condiciones de salir de él. Es decir, se
sienten impotentes ante una situación que se les impone, pero que no la
desean; que se produce en su propia casa porque es allí a dónde han
trasladado su residencia, no por una decisión arbitraria, sino impulsada por
las circunstancias derivadas de su avanzada edad, situación de incapacidad y
dependencia en una fase avanzada de su vida.
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8. En nuestro informe anual al Parlamento Vasco correspondiente al pasado año,
al tratar el asunto de la huelga en una residencia pública de gestión privada,
como es Aldakonea, ya indicábamos que las huelgas en los servicios sociales
que atienden a personas dependientes deberían ser objeto de una reflexión por
todas las partes intervinientes y por la propia sociedad, en torno a los
elementos que se dan en ellas, como los citados en el punto anterior, entre
otros. Se indicaba que, sin cuestionar el derecho constitucional de los
trabajadores a la huelga, sería conveniente encontrar un punto de equilibrio
para que su ejercicio no haga recaer los efectos negativos en colectivos tan
vulnerables como el que ahora nos ocupa.
Igualmente, creemos necesario reflexionar, por parte de todos los agentes
sociales, sobre el modelo de atención en los servicios sociales, el modelo de
creación y de gestión de centros residenciales, así como sobre la calidad en el
empleo del personal que trabaja en ellos. Habría que establecer instrumentos
legales para abordar debidamente ese aspecto.
La Ley 12/2008, de 5 de diciembre, de Servicios Sociales ya contempla la
intervención de la iniciativa privada en la prestación de servicios de
responsabilidad pública (título V) y se refiere, expresamente, a la contratación
de la gestión de servicios o gestión indirecta (artículo 71 y ss.), que es el caso
de Aldakonea. La ley prevé la inclusión, en el contrato, de varias medidas de
discriminación positiva a favor de entidades que reúnan ciertas características,
como hemos indicado. Sería deseable que, en el desarrollo de la ley que debe
efectuar el Gobierno Vasco, se mencionaran en ese apartado las medidas
orientadas a la mejora de las condiciones laborales, tal y como se incluyen al
tratar el concierto (artículo 65.2.k). Igualmente, debería crearse, dentro del
Consejo Vasco de Servicios Sociales, el "consejo sectorial orientado a la
calidad en el empleo y a la mejora de la formación y la cualificación en el
ámbito de los servicios sociales", que contempla dicha ley (artículo 48.4).
En la misma línea, sería también deseable que, en el desarrollo de la Ley
39/2006, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en
situación de dependencia se acordaran cuanto antes los indicadores previstos
de calidad en el empleo de los trabajadores/as de los servicios sociales, así
como las exigencias en la contratación de los servicios, que den cumplimiento
a los objetivos que se fijen para la calidad en el empleo. Ello, de conformidad
con las resoluciones de 2 de diciembre de 2008 de la Secretaría de Estado de
Política Social, Familias y Atención a la Dependencia y a la Discapacidad (BOE
17 diciembre).
Así mismo, en el informe sobre "Atención a personas mayores en la CAP:
servicio de asistencia domiciliaría, centros de día y centros residenciales",
presentado en 2005, ya se abordaba el asunto de las residencias públicas
gestionadas por entidades privadas, mediante concierto. En el capítulo V, sobre
valoración y recomendaciones, se indicaba la necesidad de encontrar
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soluciones consensuadas y comprometidas a los problemas que surgen de la
concertación de las administraciones públicas con las entidades privadas. Se
abordaba el asunto de las condiciones salariales de los trabajadores del sector
privado como origen de conflictos laborales. Como decíamos, es esencial
estudiar estas cuestiones a fondo sin perder de vista que el sistema debe
seguir siendo de responsabilidad pública (recomendación nº 12, página 410).
9. No podemos obviar referirnos al modelo de atención residencial que se lleva a
cabo en Aldakonea. Este modelo de gestión indirecta de un centro público
comporta diferencias -salariales y de otras condiciones laborales- entre el
personal que trabaja en centros residenciales públicos, en función de que su
relación laboral esté establecida con la Diputación foral o con la empresa
privada gestora del centro. Esas diferencias, que son significativas, conllevan
un germen de conflictividad que puede activarse en cualquier momento, por lo
que no resultan positivas para la estabilidad del sistema. Esto nos lleva a
reiterar la necesidad de que se profundice en la reflexión sobre el modelo de
gestión de los centros residenciales para personas mayores así como sobre la
calidad en el empleo de los servicios concertados.
El actual modelo de funcionamiento y gestión de los centros residenciales
públicos no resulta pacífico porque conjuga la gestión directa, la indirecta e,
incluso, la mixta en un mismo centro. Esto hace que en las residencias haya
personal afectado por convenios y condiciones laborales y salariales muy
diferentes, lo cual puede dar lugar a conflictos desde la perspectiva del
Derecho laboral.
La huelga en la residencia Aldakonea tiene su origen en las diferencias
salariales y de condiciones laborales en general existentes entre el personal
contratado por la empresa que lo gestiona y el personal dependiente de la
Diputación que trabaja en el único centro foral de gestión directa en Gipuzkoa
(Egogain), cuyas condiciones son más favorables. Según un documento hecho
público por el sindicato convocante de la huelga, las diferencias salariales del
personal auxiliar y de enfermería en ambos centros rondan en torno a 5.780
euros anuales. Además de la equiparación salarial, la reivindicación laboral
incluye, durante los próximos tres años, la equiparación en aspectos como
pluses (de festividad, nocturnidad, etc.), estabilidad en el empleo y otras
mejoras laborales.
Es cierto que las condiciones de acceso han sido diferentes en ambos casos
(para el personal foral ha supuesto un mayor esfuerzo porque ha tenido que
demostrar su mérito y capacidad en un proceso selectivo), pero en ambos
centros se desarrolla un trabajo similar porque tienen el mismo titular así como
la misma cartera de servicios y de procesos en la atención residencial (que
establece el DF 38/2007). Además, el personal contratado por la empresa ya
no tiene posibilidad de acceder a la función pública para prestar servicios en
una residencia porque el ente foral ya no convoca estas plazas.
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Es evidente que esta situación puede generar tensiones y no favorece el normal
desarrollo de la actividad laboral en la residencia que nos ocupa. Por eso,
parece conveniente analizar esos aspectos y reflexionar sobre estas cuestiones,
para abordarlas de la mejor manera posible.
Igualmente, conociendo las consecuencias que tiene un conflicto, habría que
disponer de medidas que reduzcan su impacto, en lo posible. En este sentido,
pensamos que es necesario fijar mecanismos que incentiven el diálogo y la
negociación entre las partes como vías de solución, aportándose propuestas
realistas y viables sobre las que sea posible acordar un calendario para su
realización. A este respecto, reiteramos lo indicado en el punto 5, en el sentido
de que el Departamento de Política Social actúe propiciando el acercamiento y
el diálogo entre las partes. Igualmente, hay que tener presente la vía de la
mediación laboral, cuando se considere que puede facilitar o acercar al
acuerdo. Cuanto antes se alcance la solución en un conflicto, será mejor para
todas las partes. Por el contrario, su prolongación en el tiempo recrudece las
posturas, empeora el clima entre las partes y cronifica el problema, dificultando
su solución satisfactoria, de manera grave.
Así las cosas, entendemos que cuando exista dificultad para el acuerdo y el
conflicto se prolongue por un tiempo superior al razonable, la autoridad laboral
debería considerar este extremo a la hora de fijar los servicios mínimos, como
ya hemos indicado, de manera que, a través de ellos, se pueda aminorar el
impacto prolongado de la huelga en las personas residentes.
10. Resulta insoslayable en el análisis de la situación que nos ocupa subrayar la
vertiente económica de las demandas que han dado lugar a la huelga, como
también la tienen las razones por las que la Administración opta por un sistema
de gestión indirecta de la residencia. Dada la magnitud del asunto y su
importancia para un modelo social sostenible, entendemos que dicha vertiente
económica debe formar parte de la reflexión a la que nos hemos referido
anteriormente, de manera que se analicen la finalidad y la función de los
servicios sociales destinados a las personas mayores dependientes, lo que tales
servicios aportan a la sociedad, su financiación, el retorno de la inversión, etc.,
así como el modelo de servicios residenciales que desea nuestra sociedad y el
compromiso que está dispuesta a asumir para su sostenibilidad y
mantenimiento.
La reflexión que demandamos requiere, como hemos indicado, la participación
de todos los agentes sociales. Por eso, sería conveniente que, además de las
instituciones, participasen organizaciones sociales, sindicales y empresariales.
Esa reflexión debería tener en el horizonte la consecución de un amplio
consenso sobre el modelo de los servicios residenciales y su financiación, que
le dote de solidez y estabilidad, y que conjure el riesgo de conflictos laborales.
Es constatable que esta reflexión tiene ya un recorrido, tanto en las Juntas
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Generales de Gipuzkoa como a través de iniciativas impulsadas por la
Diputación Foral de Gipuzkoa (por ejemplo, las Jornadas organizadas en el
marco de los cursos de verano de la EHU-UPV), pero creemos necesario
profundizar y avanzar en la misma. No podemos olvidar que las previsiones
futuras indican un incremento en la demanda de plazas residenciales, lo cual
conlleva un aumento del gasto, año tras año.
La Administración también concierta servicios y gestión en otros sistemas de
atención, como el sanitario o el educativo, pero en ellos no percibimos el nivel
de conflicto que se da en los servicios sociales. De hecho, en el sistema
educativo se ha caminado hacia una confluencia salarial del personal docente.
Es cierto que ambos sistemas son mucho más sólidos y de mayor tradición y
trayectoria que el de los servicios sociales. No obstante, podrían servir de
referencia para ir normalizando la actual situación de la concertación en
residencias para personas mayores, especialmente tras la aprobación de la Ley
de Servicios Sociales y de la Ley de Promoción de la Autonomía personal y
Atención a las personas en situación de dependencia, que configuran los
servicios como un derecho subjetivo.
11. El Gobierno Vasco debería desarrollar la Ley de Servicios Sociales, como
hemos indicado en el punto 8, en especial en los siguientes aspectos:
- El Título V, sobre la intervención de la iniciativa privada. Debe regular el
régimen de concierto, como se indica en la disposición adicional octava.
Especialmente, debería regular la contratación de la gestión de servicios y
otras actividades de responsabilidad pública, como los residenciales. Sería
deseable que este último desarrollo concretara medidas de acción positiva
orientadas a la mejora de las condiciones laborales, tal como ya se contempla
para los conciertos (art. 65.2.k).
- Crear el Consejo sectorial orientado a la calidad en el empleo, dentro del
Consejo Vasco de Servicios Sociales, a que se refiere la propia ley (art. 48.4).
- Regular cuanto antes los requisitos materiales, funcionales y de personal
exigidos a los servicios y centros de servicios sociales a que se refiere la
disposición adicional cuarta de la ley, en especial los que afectan a los
servicios residenciales. En este contexto, se debería actualizar el Decreto
41/1998, regulador de los centros residenciales para personas mayores, en
especial en lo que respecta a las ratios del personal de atención, porque la
realidad actual ha variado sustancialmente con respecto a la que existía en el
momento de la aprobación de dicha norma. Por citar un ejemplo, dicho
decreto no menciona a las personas grandes dependientes cuando
actualmente constituyen la mayoría en las residencias.
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En relación con todo lo señalado en este punto, nos hemos dirigido al
Departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco, competente en
esta materia.
Tras todo lo anterior, llegamos a las siguientes conclusiones.
Conclusiones
1. La Diputación Foral de Gipuzkoa, como titular de la residencia Aldakonea y
responsable última del servicio que se presta en la misma, ha de ejercer todas
las potestades que le otorga el ordenamiento jurídico en el marco de la
contratación administrativa, con el objeto de garantizar la prestación del
servicio en las condiciones debidas.
2. La Diputación ha de contribuir, de todas las maneras posibles, a fomentar las
condiciones objetivas adecuadas que propicien el diálogo y la negociación entre
las partes social y empresarial, que conduzcan a la firma de un nuevo convenio
colectivo del sector.
3. En el ejercicio de sus competencias de inspección y control de servicios
sociales, la Diputación ha de actuar con el máximo rigor, efectuando visitas a la
residencia con la mayor periodicidad e intensidad posibles, para comprobar el
grado de atención que reciben las personas residentes y, si se observara alguna
irregularidad, intervenir de inmediato para paliar la situación.
4. Si, en algún momento, la Diputación entendiera que los servicios mínimos
estipulados no alcanzan para prestar debidamente los servicios considerados
esenciales para las personas residentes, deberá ponerlo de inmediato en
conocimiento del Gobierno Vasco, a efectos del posible replanteamiento de
tales servicios mínimos. Igualmente, deberá informar a la misma autoridad
laboral sobre el número de personas con gran dependencia existentes en el
centro, con el fin de que se tenga en cuenta al dictar los servicios mínimos.
5. La Diputación, a través del Departamento de Política Social de la Diputación
debería tener en cuenta la situación de conflicto que vive la residencia
Aldakonea a la hora de asignar nuevas plazas a solicitantes en lista de espera.
En esa línea, debería ofrecer a esas personas la posibilidad de ingreso en otro
centro, siempre que esto sea posible.
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6. Así mismo, dicho departamento, mientras dure la huelga, debería facilitar, en lo
posible, el traslado de las personas residentes en Aldakonea a otro centro
residencial, considerándolo más idóneo, siempre que así lo soliciten.
7. La Diputación, a la hora de fijar las condiciones de contratación de la gestión
de los servicios públicos residenciales, debería incorporar a las ya existentes,
determinados criterios y cláusulas sociales que favorezcan la calidad en el
empleo del personal que trabaje en dichos servicios. Esto se justificaría por la
incidencia que la calidad en el empleo tiene en la atención efectiva que reciben
las personas residentes.
8. Las diferencias que se dan en la actualidad entre las condiciones laborales del
personal que trabaja en Aldakonea, dependiente de una empresa privada, y las
del personal foral que trabaja en la residencia de gestión directa, no favorecen
la paz laboral y el normal desarrollo de la actividad residencial en la primera
citada –que ahora nos ocupa-. Por eso, habría que analizar y reflexionar sobre
estas cuestiones.
9. Entendemos que resulta totalmente necesario profundizar en el debate social e
interinstitucional sobre el modelo de creación y gestión de los servicios
residenciales públicos dirigidos a personas mayores en Gipuzkoa y en el
conjunto de la Comunidad Autónoma. Han de abordarse aspectos como su
financiación, copago, condiciones laborales del personal que trabaja en dichos
servicios, etc., pues todos ellos resultan imprescindibles para dotar de
estabilidad y sostenibilidad a la red de centros y servicios residenciales. Ese
debate ha de contribuir a acordar los aspectos fundamentales en torno al
diseño de un modelo consensuado hacia el que avanzar.
I
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