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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO
MAESTRÍA EN DERECHOS HUMANOS Y DEMOCRACIA.
LA EFICACIA HORIZONTAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Y EL
CUMPLIMIENTO DEL DERECHO A LA IGUALDAD A PARTIR DEL
EXAMEN DE UN RÉGIMEN DE PROPIEDAD EN CONDOMINIO.
PRESENTA: LIC. ARTURO CASTAÑEDA BONFIL
DIRECTORA DE TESIS: MTRA. ADRIANA ORTEGA ORTIZ
TESIS PARA OBTENER EL GRADO DE
MAESTRO EN DERECHOS HUMANOS Y DEMOCRACIA
VI PROMOCIÓN - CJF
2012- 2014
MEXICO, D.F., DICIEMBRE 2014
AGRADECIMIENTO AL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL
RESUMEN:
Esta investigación se centra en el análisis desde la dogmática jurídica y el enfoque de
derechos humanos, de un caso de violación de derechos humanos entre particulares
(igualdad, reunión o asociación, información en poder de particulares y propiedad
privada), en un régimen Condominal ubicado en el Noroeste de México, a fin de revisar
la aplicación en la práctica del efecto horizontal de derechos fundamentales; se
emprende un examen doctrinario, jurisprudencial, y de las posturas sobre la recepción de
esta teoría en México; se propone que los particulares al contratar respeten el principio
de igualdad, analizando a su vez el principio de autonomía de la voluntad y el concepto
de relaciones asimétricas de poder, y se sugiere inhibir, en el derecho privado, la
estipulación de cláusulas contrarias a los DDHH. La investigación, después de revisar
los conceptos de tutela judicial efectiva y eficacia horizontal de los DDHH, examina si
la jurisdicción ordinaria y el juicio de amparo directo, satisfacen los estándares
internacionales del recurso judicial efectivo, previstos en el artículo 25 de la CADH y se
proponen reformas en los diversos órdenes con la finalidad de hacer del principio de
igualdad material, una realidad en las relaciones inter privatos.
PALABRAS CLAVE: eficacia horizontal, igualdad, autonomía de la voluntad, tutela
judicial efectiva.
SUMMARY:
This research Project is centered within legal theory analysis and a human rights point of
view, of a particular human rights violation case amongst civilians (equality, reunion or
association, information at people’s reach and private property), in a Condominium
Regime located in Northwestern Mexico, with the purposes of revising the application of
the horizontal effects of basic rights; a theory and jurisprudence test is applied as well as
the positions regarding the reception of this theory in Mexico; the idea that people
respect the principles of equality during contract execution is proposed, analyzing the
principle of free will and the asymmetric relation of power concept, suggesting the
inhibition of the private right to stipulate clauses contrary to basic human rights. This
research, after revising the concepts of effective judicial guidance and the horizontal
effects of Human Rights, examines whether, the ordinary jurisdiction and the direct
appeal trial satisfy the international standards of the effective judicial resource
established in article 25 of the Commission of Human Rights and proposes reforms in
various orders with the purpose of making the principle of equality material, a reality
in inter privatos relations.
KEY WORDS: horizontal effects, equality, free will, effective judicial guidance.
i
AGRADECIMIENTOS:
En principio, quiero dedicar este espacio para reconocer al Consejo de la Judicatura
Federal, por ser la institución que me otorgó la oportunidad de estudiar la maestría en
Flacso-México, pues gracias a su interés constante de dotar de conocimientos y
herramientas a quienes integramos el Poder Judicial de la Federación, nos incentiva a
realizar estudios de posgrado, lo que desde luego incide en el adecuado ejercicio de la
función jurisdiccional, además representa un apoyo invaluable en nuestra superación
académica.
Agradezco a mi Directora de Tesis Adriana Ortega Ortiz, por el tiempo que dedicó en
asesorarme y ayudarme a culminar el presente trabajo de investigación.
Finalmente quiero agradecer a mi esposa Lucía y a mis hijos Arturo, Paulina y Diego,
que en todo momento, me hayan concedido su paciencia, apoyo y comprensión.
ii
ÍNDICE GENERAL
Agradecimientos..……………………………………………………………………
Introducción…...……………………………………………………………………
II
1
CAPÍTULO I.
Marco teórico conceptual de la institución denominada eficacia horizontal de los
derechos
humanos..……………………………………………………………………………
4
1) Planteamiento del Problema. Hechos del Caso.………………………...…………
2) Marco conceptual…………………………………………………………………..
2.1 La eficacia horizontal de los derechos humanos.…………………………………
2.1.2 Posturas adversas a la eficacia horizontal de los derechos…..…..……….…
2.1.3 Una respuesta a las críticas y a favor de la eficacia horizontal de los
derechos humanos: un estudio de doctrina y jurisprudencia interamericana ……
2.2 Estudio de la jurisprudencia de origen interno relativa a la eficacia horizontal de
los derechos humanos.………………………………………………………………
4
10
10
16
17
23
CAPÍTULO II.
El principio de igualdad y la eficacia horizontal de los derechos humanos en el
ámbito de la tutela judicial efectiva.………………………………………..………
45
1) La eficacia horizontal de los derechos humanos como cumplimiento del derecho
a la igualdad…………………………………………………………………………
1.1 Autonomía de la voluntad………………………………………………………
1.2 Relaciones asimétricas de poder entre particulares…….…………………………
2) La eficacia horizontal de los ddhh y la tutela judicial efectiva.……………………
2.1 Estándares internacionales sobre recurso efectivo……..…………………………
2.2 La jurisdicción ordinaria..……………………………………………………….
2.3 El juicio de amparo directo..……………………………………………………
45
56
64
72
73
74
81
CAPÍTULO III.
Propuestas de reformas a los diversos órdenes………………………………………
88
1) Reforma normativa..….….….….….….….….….….….….….….….….….….……
1.1 Reforma constitucional……………………………………………………………
1.2 Código Civil para el Estado de Sonora……………………………………………
1.3 Ley sobre el Régimen de Propiedad en Condominio de Inmuebles para el Estado
de Sonora…………………….………………………………………………………
88
90
92
CONCLUSIONES……………………………………….…………………………
99
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………
106
iii
95
INTRODUCCIÓN
El objeto general de este trabajo de investigación es revisar la aplicación práctica de la
teoría de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales en México, a partir del
análisis de las relaciones jurídicas que se dan entre particulares en el interior de un
régimen condominal específico, de cuyo examen se observan vulneraciones al derecho a
la igualdad y otros derechos fundamentales por parte de personas privadas, de tal suerte
que uno de los propósitos de este trabajo es identificar las garantías judiciales que
existen en el orden jurídico nacional, para hacer frente a esta problemática, y en caso de
resultar insuficientes, proponer algunas soluciones al caso planteado; por lo que el
argumento principal de esta tesis se centra en reconocer la necesidad de implementar la
teoría de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales para salvaguardar
plenamente los derechos humanos en el seno de las relaciones entre particulares.
Así en el primer capítulo, se plantea el contexto general de los hechos de un caso con el
que se pretende evidenciar la violación de derechos humanos que se da en las relaciones
entre particulares, en un régimen Condominal ubicado en el Estado de Sonora, México.
En tal sentido, la investigación se desarrolla tomando como base el examen de la
doctrina jurídica existente sobre la vigencia de los derechos fundamentales inter
privatos, en la que subyace la idea de su multidireccionalidad, en contraposición con la
teoría clásica, según la cual los derechos fundamentales constituyen límites dirigidos
únicamente frente a los actos del poder público, y no así frente a actos de particulares.
En segundo término, se plantean las posturas a favor y en contra de la recepción del
efecto horizontal de los derechos humanos en el sistema jurídico mexicano. En tercer
lugar, se presenta el desarrollo evolutivo y oscilatorio de la jurisprudencia en la materia
del Drittwirkung en México, hasta llegar a la jurisprudencia de la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 1a./J. 15/2012, de rubro: “DERECHOS
FUNDAMENTALES.
SU
VIGENCIA
EN
LAS
RELACIONES
ENTRE
PARTICULARES.” (SCJN, 2012b: 798), que constituye un gran avance en la materia,
porque establece la recepción de la teoría de la multidireccionalidad de los derechos
fundamentales en nuestro país, además de que propone bases para la creación de una
1
doctrina relativa a su vigencia en las relaciones entre particulares, aunque con alcances
limitados.
Por otra parte, en el segundo capítulo se retorna al análisis de los hechos del caso
planteado a fin de demostrar desde el punto de vista jurídico por qué existen elementos
que permiten concluir que ciertos agentes particulares vulneran los siguientes derechos
humanos de algunos condóminos: el derecho a la igualdad, el derecho a la reunión o
asociación, el derecho a la información en poder de particulares y el derecho a la
propiedad privada. A partir de la premisa de que los particulares violentan derechos
fundamentales de otros particulares en sede privada, se postula la idea de que el derecho
a la igualdad, por tratarse de una de norma de jus cogens, que incluso genera efectos
entre particulares, necesariamente impacta a los contratos y convenios civiles, por lo que
las partes contratantes también deben respetar el principio de igualdad, al celebrar los
pactos privados.
Asimismo se analiza tanto el principio de autonomía de la voluntad de las partes que rige
en la contratación privada, como el concepto de relaciones asimétricas de poder, así
como los nexos y tensiones de estas dos categorías con el diverso principio de igualdad,
con el propósito de anular o atemperar los efectos perjudiciales que generan en la
práctica las situaciones asimétricas de poder, así como el ejercicio no limitado del
principio de autonomía de la voluntad al momento en que se concertar acuerdos entre
particulares, que se traducen ordinariamente en la estipulación de cláusulas entre
particulares que incluso atentan contra estándares en materia de derechos humanos.
El trabajo de investigación en otra parte, se desarrolla con la pretensión de compatibilizar
los conceptos de tutela judicial efectiva y eficacia horizontal de los derechos humanos, ya
que ambos conceptos convergen en la búsqueda de instrumentos jurisdiccionales de
carácter procesal que protejan y salvaguarden de manera real los derechos fundamentales
frente a los actos de particulares; y así se formula el cuestionamiento de si la jurisdicción
ordinaria civil en el Estado de Sonora, cumple con los estándares internacionales del
recurso judicial, de acuerdo con el artículo 25 de la CADH, para arribar a la conclusión
de que se encuentran en proceso de desarrollo y construcción las bases operativas para
2
que esta jurisdicción proteja adecuadamente los derechos humanos de las partes que
acuden a ella, para hacer frente a las violaciones de derechos fundamentales entre
particulares, en tanto que representa una garantía de la eficacia inmediata de los derechos
fundamentales en sede privada.
Además, se examina si el juicio de amparo directo satisface cabalmente los estándares de
recurso judicial y se arriba a la conclusión de que tal medio extraordinario de defensa en
gran medida lo hace.
Finalmente, en el tercer capítulo de este trabajo, ante la insuficiencia de los mecanismos
jurisdiccionales para hacer frente a la violaciones de derechos humanos que se presenten
en sede privada como en el caso planteado, se formulan diversas propuestas de reformas,
primero a nivel constitucional con el fin de vincular directamente a los particulares a la
Ley Fundamental; después a los diversos ordenamientos secundarios vigentes en el
Estado de Sonora, entre ellos a algunos artículos del Códigos Civil, con el objeto de
limitar el poder privado, que ordinariamente se ejerce abusando del principio de la
autonomía de la voluntad en la celebración de contratos; y finalmente se propone en la
Ley sobre el Régimen de Propiedad en Condominio de Inmuebles para el Estado de
Sonora, la creación de un ente público que en el marco de las relaciones condominales,
participe en forma activa en el respeto, promoción, garantía y protección de los derechos
fundamentales de los condóminos, para obtener los elementos que permitan una eficaz
incidencia de los derechos fundamentales en las relaciones inter privatos, ante la ausencia
de las autoridades del Estado de Sonora, para hacer frente a esta problemática.
3
CAPÍTULO I
MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL DE LA INSTITUCIÓN DENOMINADA
EFICACIA HORIZONTAL DE LOS DERECHOS HUMANOS.
1) Planteamiento del Problema. Hechos del Caso.
Como el propósito de este trabajo es proponer alguna solución concreta para la posible
violación de derechos humanos en el seno de las relaciones inter privatos; esta
investigación tomará como referencia un específico régimen Condominal. En efecto, la
tarea sería determinar si es factible que en relaciones de coordinación entre particulares,
se presenten violaciones o afectaciones a derechos humanos de condóminos, cometidas
por parte de otros particulares, ya sea: por la empresa vendedora de lotes de terreno, por
los órganos de representación y vigilancia del propio condominio, o bien, por parte de
otros condóminos, en un fraccionamiento residencial constituido bajo este esquema que
se encuentra ubicado dentro de un campo de golf en una ciudad del Noroeste de México.
Si la respuesta al caso concreto resultara ser positiva, las conclusiones, así como las
argumentaciones que condujeron a tales conclusiones, serían útiles para el análisis de la
denominada eficacia horizontal de los derechos humanos.
Conviene, en principio, exponer el contexto del caso en el que posiblemente se verifica
la vulneración de derechos fundamentales:
a)
En una ciudad del Noroeste de la República Mexicana (Sonora) se encuentra
constituido dentro de un campo de golf, un Régimen de Propiedad en Condominio
Horizontal integrado por más de quinientos condóminos, que para efectos de este trabajo
denominaremos Condominio Residencial, el cual no comprende la propiedad particular
ni el usufructo del Club de golf que para estos efectos denominaremos Club Deportivo,
que se conforma de la casa club y el campo de Golf respectivo, por lo que el hecho de
ser condómino del referido fraccionamiento no confiere la facultad de utilizar las
instalaciones deportivas y recreativas de esa asociación; ya que para tener acceso a ellas,
sólo es indispensable ser miembro asociado del Club Deportivo y pagar las cuotas
anuales y mensuales respectivas, sin que se requiera ser dueño-condómino titular de un
4
lote de terreno o casa habitación del Condominio Residencial; conviene aclarar que
coincidentemente la empresa a la que pertenece el Club Deportivo, es la dueña original y
promotora en la mayoría de los casos de la venta de los terrenos que integran el régimen
Condominal del fraccionamiento.
b)
Los condóminos deben pagar actualmente de forma bimestral cuotas de
mantenimiento y conservación, cuyo monto se fija por acuerdo de la Asamblea General
de Condóminos y se determina por el número de metros cuadrados de sus lotes. En
cambio, el Club Deportivo paga al Condominio Residencial una parte de los servicios
que se prestan a este último, y de los que resulta beneficiado también el primero, empero
la cuota no es de acuerdo a la proporción fijada a los lotes de los condóminos, sino una
cantidad inferior, aunque cuenta con una propiedad mayor, sobre todo si se atiende a las
dimensiones territoriales del campo de golf.
c)
Al momento en que un particular decide celebrar con la empresa vendedora el
contrato privado de promesa de compraventa a plazos sobre el lote de terreno que le
interesa, debe necesariamente aceptar diversas obligaciones contempladas en el pacto
respectivo, sin la posibilidad de modificar las estipulaciones que se le presentan en las
que se abusa de la cláusula penal en favor del vendedor –como ocurre normalmente,
cuando los particulares, personas de a pie, concertan contratos o convenios de adhesión
con otros particulares en situación de predominio: bancos, aseguradoras, constructoras,
prestadores de servicios de telefonía, de televisión por cable, etc.-.
Otra situación similar se presenta en el mismo contrato en la cláusula relativa a la
modalidad de compraventa a plazos, en la que los compradores suscriben el número
equivalente de pagarés que correspondan al pago de las mensualidades acordadas, y en
dichos títulos de crédito, se fija unilateralmente el pago de un interés moratorio mensual
a razón del siete por ciento, lo que se contrapone con la diversa cláusula en la que se
estipula que la falta de cumplimiento en el pago oportuno de la cantidad señalada para
cada parcialidad, causaría un interés moratorio del cinco por ciento mensual sobre el
pago vencido y ocasionaría la rescisión automática del contrato; diverso supuesto que
impide modificar el contrato de compraventa ocurre cuando se establece como cláusula
5
la terminación del contrato a favor del vendedor (con la consiguiente aplicación de la
cláusula penal sobre el veinticinco por ciento del precio total de la compraventa), en el
caso de que el comprador no firme la escritura definitiva en un plazo máximo de diez
días hábiles posteriores contados a partir del momento en que el vendedor le informa
que se encuentra listo el proyecto de escritura correspondiente, además de que el
vendedor se reserva la posesión material del inmueble hasta el momento en que se cubra
la totalidad del precio.
También se observa la existencia de estipulaciones que obligan al comprador en el
supuesto de que desee vender su inmueble a un tercero, a obtener la aprobación previa
del comité de vigilancia.
En la inteligencia de que no existen cláusulas penales a favor del comprador para el caso
del posible incumplimiento por parte del vendedor, y si el comprador propone modificar
las cláusulas que eventualmente pudieran lesionar, el vendedor simple y llanamente, no
celebra el respectivo contrato.
d) Atendiendo al costo de los lotes de terreno los particulares adquirentes pertenecen a
la clase económica media alta y alta, en cambio, la empresa vendedora de los lotes,
propietaria del Club Deportivo, representa a un grupo económicamente fuerte o en
situación de predominio en el referido Estado de Noroeste de México (Sonora).
e)
La celebración del Contrato de compraventa definitivo en escritura pública, desde
luego, conlleva a la sujeción del propietario a la escritura del Régimen de Propiedad en
Condominio, al Reglamento Condominal, al Reglamento Arquitectónico y de
Construcción, así como a la Ley Sobre el Régimen de Propiedad en Condominio de
Inmuebles para el Estado de Sonora.
f) Por lo que hace al Reglamento Condominal cabe señalar que: desconoce las
autorizaciones de fusión de lotes provenientes de cualquier autoridad; posibilita, según
la interpretación del Administrador de Condominio y del Comité de Vigilancia, que se
impida el acceso y participación en las reuniones deliberativas de las Asambleas
Generales del Condominio, a aquellos condóminos que no estén al corriente en el pago
de las cuotas respectivas, ni siquiera con voz. Este estatuto Condominal también
6
permitía que se cobrara a los condóminos que no pagaran sus cuotas oportunamente un
interés moratorio a la tasa más alta que por igual concepto se cobre por las oficinas
bancarias locales. Asimismo, este pacto condominal, contempla la figura del juez
privado o procedimiento arbitral en los conflictos que surjan entre condóminos
derivados de la interpretación de la Ley de la materia, de la escritura constitutiva del
régimen, del reglamento Condominal y de los actos traslativos de los lotes individuales,
y erige como integrantes de la Comisión de Arbitraje al propio administrador, al
presidente del Comité de Vigilancia y a tres condóminos designados por éstos.
g) Ahora, en el caso que se plantea, uno de los días señalados para la celebración de la
Asamblea General se les impidió la entrada a varios condóminos que no estaban al
corriente en el pago de las cuotas, criterio que si bien se encuentra en el reglamento
condominal, lo cierto es que resulta arbitrario, toda vez que dicha circunstancia hace
nugatorio el ejercicio de los derechos fundamentales de asociación, de participación, de
igualdad y de acceso a la información.
Se dice lo anterior, pues de esa reunión surgieron diversos acuerdos que afectan a la
totalidad de condóminos, como lo son el aumento de cuotas condominales, la fijación de
intereses moratorios por la falta de su pago oportuno; la designación del administrador,
del comité de vigilancia y comité arquitectónico; aprobación de modificaciones y
adiciones a la escritura constitutiva del régimen de Propiedad en Condominio y
Constitución de Servidumbres; se determinaron diversos lineamientos para el trámite
relacionado con las obras y remodelaciones, entre otras cuestiones que afectan el
funcionamiento interno del condominio. Aunado a ello, el Administrador y el Comité de
Vigilancia, no proporcionan a los condóminos copias o informes de las actas de
asamblea, así como tampoco hacen entrega de los estados de cuenta en los que se
muestre la relación pormenorizada de los gastos efectuados y los montos pendientes de
cubrirse.
De tal manera que dichos comportamientos evidencian que en el seno de las relaciones
inter privatos, específicamente en un régimen condominal, se obstaculizó el ejercicio de
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diversos derechos fundamentales mencionados anteriormente (de asociación, de
participación, de igualdad y de acceso a la información).
h) Razonablemente, la falta de pago de cuotas condominales por parte de muchos
condóminos, obedece a que el monto de éstas en contraste con los servicios prestados no
atiende, al concepto de cuota justa, además de que su monto fue determinado en forma
unilateral por la empresa vendedora y una minoría de condóminos, en tanto que los
órganos de representación de la asamblea fueron elegidos a conveniencia, ya que la
misma empresa, designó a sus empleados de alta jerarquía para integrar a dichos
órganos, a lo que se suma el incumplimiento por parte de la empresa vendedora, en
proporcionar servicios de calidad sobre todo en materia de seguridad.
i) En el caso particular, no se advierte la intervención del Estado, pues éste a través de
las dependencias competentes, se limita en la mayoría de los casos a hacer constar en sus
respectivos registros los diversos pactos celebrados entre particulares al momento de
formalizar compraventas en escrituras públicas así como el registro de la constitución
del régimen Condominal.
De los hechos del caso planteado, se puede identificar la afectación de los siguientes
derechos humanos: el derecho a la igualdad al celebrarse contratos entre particulares
(incisos c) y f)), el derecho a la libertad de asociación o reunión con fines lícitos en
conexión con el principio de igualdad (incisos f) y g)), el derecho de acceso a la
información que se encuentra en poder de particulares (inciso g)), y el derecho a la
propiedad privada (inciso h)).
Además, se observa que los protagonistas en la transgresión de derechos humanos, son
los particulares, y no así órganos de poder público.
Es por ello, que el presente trabajo de investigación se centrará en demostrar cómo la
teoría de la eficacia horizontal de los derechos humanos, apoyado en la idea de su
multidireccionalidad, se aplica al escenario del caso planteado desde la perspectiva de
que “el efecto horizontal de los derechos fundamentales” no sólo debe ser concebido
como la posibilidad de que los particulares sean titulares de obligaciones de respeto en
relación a los derechos fundamentales y, por tanto, susceptibles de afectarlos; sino
8
también, desde la óptica de buscar y obtener respuestas sustantivas adecuadas y
mecanismos procesales eficaces, para hacer frente en la realidad a la vulneración de los
derechos humanos en las relaciones entre particulares en nuestro sistema, con la visión
persistente de prevenir estas violaciones, pues en ningún caso son deseables, o ante su
eventual vulneración, restituir y reparar de manera eficiente los derechos humanos
transgredidos por un particular, para lo cual en este primer capítulo, se expondrá el
soporte doctrinal, constitucional y jurisprudencial, de la teoría que también ha sido
denominada “la vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre
particulares”, “eficacia frente a terceros de los derechos fundamentales”, o
“Drittwirkung” en el derecho alemán.
Conviene aclarar que este trabajo de tesis, es crítico de los esquemas de contratación
privada, en los que el principio de autonomía de la voluntad, sintetizado en la expresión:
“lo pactado en los contratos, es ley entre las partes” tiende a entronizarse en beneficio
de algún particular, sin importar la afectación y vulneración de los derechos
fundamentales de la otra parte, lo que se afirma ocurre en el seno del régimen
Condominal del caso planteado.
Asimismo, es pertinente precisar que si bien es cierto en el caso propuesto no se aplica la
perspectiva de la teología de la liberación, -que es considerada como uno de los
principales antecedentes del discurso contemporáneo de derechos humanos en América
Latina-, en la medida de que concibe a los derechos humanos como derechos de los
pobres, en razón de que los adquirentes de los lotes en condominio, desde luego tienen
capacidad económica y por supuesto no son pobres, en tanto que el condominio descrito
por sus características particulares es considerado de “lujo”; también lo es que los
hechos del caso, merecen la reflexión y los comentarios correspondientes desde la
perspectiva de los derechos humanos, porque como se demostrará, con la afectación de
los derechos fundamentales de los condóminos en el régimen descrito, también persiste
la vulneración a principios universales como la igualdad, la libertad y la dignidad de las
personas.
9
2) Marco conceptual
2.1 La eficacia horizontal de los derechos humanos.
Con esta expresión, suele identificarse la problemática actual que representa la
existencia de la garantía judicial correspondiente ante eventuales violaciones de
derechos humanos provenientes de un particular, mejor conocido como problema de
protección, procesal o adjetivo, que se formula de la siguiente manera: ¿cuáles son las
garantías judiciales procedentes en caso de una violación de este tipo? (Mijangos, 2004).
En este sentido, junto con el problema de protección de los derechos humanos en las
relaciones entre particulares, también encontramos, otros dos problemas, a saber: la
cuestión de la validez horizontal de los derechos fundamentales, denominado problema
de construcción o sustantivo, que consiste en preguntar: ¿cómo influyen los derechos
humanos en las relaciones entre particulares?, y el problema de colisión de éstos en las
relaciones inter privatos, que radica en cuestionar: ¿en qué medida inciden dichos
derechos en las relaciones privadas?, lo que implica efectuar un análisis singular de las
relaciones jurídicas en las que los derechos fundamentales se ven enfrentados con otros
bienes o derechos constitucionalmente protegidos.
Esta trilogía de problemas –construcción, protección y colisión- en la formulación de la
teoría de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, es identificada
por el Dr. Javier Mijangos y González, quien de la suma de estos cuestionamientos, ha
conceptualizado de manera amplia y general, lo que se ha denominado: La vigencia de
los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, institución que reconoce
su multidireccionalidad no sólo como límites al actuar del Estado, sino también de los
particulares; en contraposición con la visión unidireccional o vertical de dichos
derechos, que acoge el dogma de que los derechos fundamentales constituyen
limitaciones exclusivamente frente a los órganos del poder público y no así frente a los
particulares.
Asimismo es necesario destacar, únicamente de manera referencial, que la dogmática
alemana constituye un importante antecedente en la doctrina de la teoría de la vigencia
de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, y debido a ello se
10
emplea de manera recurrente la expresión o terminología germana, que se otorga a dicha
problemática: Drittwirkung der Grundrechte (Mijangos, 2004).
El Dr. Javier Mijangos y González, advierte que el punto de partida de la teoría de la
eficacia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares es la validez
normativa de la Constitución, por ser la ley superior, lo que para Luis Roberto Barroso,
implica el reconocimiento de que las “normas constitucionales están investidas de plena
eficacia, que es la característica de las normas jurídicas, y su no observancia ha de
movilizar los mecanismos propios de coacción, o sea, de cumplimiento forzado”
(Barroso, 2008: 7).
Hecha esta precisión el primer autor distingue las dos funciones que cumplen los
derechos fundamentales en el sistema jurídico, en atención a los elementos que permiten
determinar su validez.
Desde una perspectiva liberal, la función subjetiva de los derechos fundamentales,
impide justificar su validez en las relaciones entre particulares, en virtud de que
identifica a los poderes públicos como la única amenaza de los derechos fundamentales,
pues ignora que éstos también pueden ser conculcados por agentes de otra naturaleza
(Carbonell, 2005). Esta función (subjetiva) es la que ha recibido mayor atención en
México por parte de la doctrina y la jurisprudencia (Zúñiga, 2009).
En cambio, este autor, al citar a Julio Estrada Alexei, precisa que:
[…] la función objetiva de los derechos fundamentales pone énfasis en que éstos
constituyen normas objetivas de principio y decisiones axiológicas que tienen
valor para todos los ámbitos del derecho, ya que su fuente es la Constitución, es
decir, son “ley superior”, con fuerza normativa propia. Desde esta perspectiva, los
derechos fundamentales no se limitan a actuar en la relación del individuo con el
poder público, sino que, como valores supremos que rigen para todo el
ordenamiento jurídico, también informan las relaciones recíprocas entre
particulares, y limitan la autonomía privada, al mismo tiempo que fungen como
mandatos de actuación y deberes de protección para el Estado. (Zúñiga, 2009:
277).
Para Mijangos y González la esencia de la función objetiva de los derechos
fundamentales, consiste en considerarlos como elementos objetivos que irradian al
conjunto de relaciones que se suceden en el ordenamiento jurídico, incluidas aquellas
que se originan entre agentes particulares (Mijangos y González, 2004).
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La concepción de los derechos fundamentales desde la perspectiva objetiva, tiene su
origen en la sentencia dictada en 1958 por el Tribunal Constitucional Alemán en el caso
de Eric Lüth, presidente del Club de Prensa de Hamburgo; quien llamó al público
alemán a boicotear un film del director Veit Harlan, por su pasado nazi. Lüth fue
demandado en la vía civil, y fue condenado al daño ocasionado a Harlan. El tribunal
Constitucional Alemán, estudió las tesis contrarias a que los derechos fundamentales
sólo se ejercen frente al Estado, es decir, aquéllas que sostienen que estos derechos están
presentes también en las relaciones de derecho privado (Zúñiga, 2009).
La parte esencial de la sentencia, sostiene que:
a).- La Ley Fundamental, no es un ordenamiento neutral de valores, ya que en el
apartado de los derechos fundamentales, se estableció un orden objetivo de valores lo
que pone de manifiesto la pretensión de validez de los derechos fundamentales.
b).- Este sistema de valores, encuentra su núcleo en la personalidad humana que se
desarrolla libremente en la comunidad social y en su dignidad, por tanto, debe regir, en
tanto decisión constitucional básica, en todos los ámbitos del derecho.
c).- La legislación, la administración y la jurisdicción reciben de este sistema de valores,
directrices e impulso; y por ende, influye evidentemente también en el derecho civil; por
lo que ninguna prescripción jurídico-civil puede estar en contradicción con este sistema
de valores, lo que implica que todas estas normas jurídicas deben ser interpretadas según
su espíritu.
En otro aspecto, los derechos fundamentales en el desarrollo de su función objetiva,
constituyen normas básicas de identificación del resto de las normas de un ordenamiento
jurídico, lo que justifica la validez de esos derechos en el seno de las relaciones entre
particulares; por tanto, no existe razón para que su efecto identificador se detenga y
limite a las producciones normativas de los principales órganos estatales en un sentido
amplio, sino que alcanza a todas las relaciones jurídicas que pueda contener el sistema,
incluidas las de Derecho privado.
Zúñiga Padilla opina que la concepción de los derechos fundamentales en su función
objetiva no implica una renuncia a su contenido originario, de corte liberal, sino un
12
enriquecimiento conceptual; y por esta razón, considera que deberá siempre encontrarse
un equilibrio o armonización entre las teorías clásica y de la eficacia horizontal de los
derechos, que son producto de posturas ideológicas distintas, por lo que se incorpora en
el debate doctrinal sobre el tránsito del Estado liberal al Estado social (Zúñiga, 2009).
Por otra parte, el doctrinario Javier Mijangos y González, señala que existen dos teorías
distintas que pretenden dar respuesta al problema de construcción o sustantivo de la
Drittwirkung, es decir, al modo en que inciden los derechos fundamentales en las
relaciones entre particulares.
Estas dos teorías se denominan, por un lado, eficacia mediata, ya sea a través del acto
legislativo, o bien, de la decisión judicial; por el otro, eficacia inmediata, directa y
limitada.
Para este autor la eficacia mediata parte de la necesaria presencia de un acto del poder
público para que los derechos fundamentales se implanten en las relaciones privadas.
Así, en la mediación legislativa, se considera que el legislador es el órgano que ha de
expandir los derechos humanos por el ordenamiento jurídico a través de los productos
legislativos; esto es, “la mediación legislativa, consiste en sostener que el órgano
primario y predominante en la concretización de los derechos fundamentales en el
ordenamiento jurídico es el Poder Legislativo a través del respectivo desarrollo de los
contenidos iusfundamentales” (Mijangos y González, 2008: 16). Por consiguiente,
“quienes defienden esta posición, en términos generales, no niegan el papel que tienen
los órganos judiciales al establecer el derecho respectivo en el caso concreto, pero se les
relega a un nivel secundario dirigido a la resolución de casos que contengan una zona de
penumbra, laguna o antinomia” (Mijangos y González, 2008: 16).
Por otra parte, en el caso de la mediación judicial, es el juez quién deberá atender a las
normas de derechos fundamentales al momento de resolver el litigio sometido a su
conocimiento.
La teoría de mediación judicial, también es conocida como instrumentalización alemana
porque, en opinión del Juez Zúñiga Padilla, el artículo 1.3 de la Ley Fundamental de
Bonn establece que:
13
[…] los derechos fundamentales relacionados a continuación vinculan a los
poderes legislativo, ejecutivo y judicial a título de derecho inmediatamente
aplicable. De este modo, en Alemania surgió la interrogante de cómo conciliar esa
norma jurídica, que claramente establece un paradigma constitucional de corte
liberal, con la aspiración de proteger las libertades individuales que en la realidad
son amenazadas no sólo por entes públicos sino también por particulares. Este
problema fue resuelto por el Tribunal Constitucional alemán, analizado en la
sentencia del caso Lüth, en el que dicho Tribunal construyó la concepción de la
función objetiva de los derechos fundamentales, en la que éstos se entienden como
principios objetivos rectores del ordenamiento jurídico y no [sólo] como derechos
subjetivos. (Zúñiga, 2009: 279).
Por tanto, la mediación judicial radica en que los órganos judiciales, se encuentran
directamente vinculados por los derechos fundamentales, lo que implica que “juegan un
papel de puente entre la Constitución y los particulares, al momento en el que resuelven
un caso concreto, ya que el juez tendrá que analizar si el derecho aplicable, en ese litigio,
es compatible con lo dispuesto en la Constitución, y en caso de ser negativa la respuesta,
introducir el respectivo contenido iusfundamental.” (Mijangos y González, 2004: 25).
Mijangos y González, sostiene que estos modelos de eficacia mediata no representan una
solución satisfactoria al problema sustantivo de los derechos fundamentales, ya que la
mediación legislativa implica su propia negación, porque la norma respectiva que
regulara las relaciones privadas sería una norma legal, lo que generaría que los derechos
fundamentales se colocaran sólo como límites dirigidos frente al poder del Estado.
Lo anterior, según el citado autor, también puede predicarse del modelo de la mediación
judicial, ya que en éste los derechos fundamentales constituyen parámetros
interpretativos de obligada observancia para los jueces. Por lo que la construcción de la
mediación judicial, de origen Alemán, toma como premisa de su fundamento la doble
función que los derechos fundamentales realizan en el sistema jurídico, esto es, el
subjetivo y el objetivo.
Empero, debe precisarse que en dicho modelo:
[…] los derechos fundamentales se ven privados de su doble configuración al
momento en que se insertan en las relaciones jurídico-privadas, ya que frente a
este escenario se prima la dimensión objetiva de los derechos en detrimento de su
función subjetiva, lo cual tendrá consecuencias significativas en la cuestión
procesal de la Drittwirkung, referidas, principalmente, a que los derechos
fundamentales no pueden ser accionados como tales frente a violaciones
14
provenientes de los particulares, sino que se difuminan como simples derechos
legales con aspiraciones de ser interpretados conforme a la Constitución; y en
segundo término, respecto al establecimiento de un sistema de garantías dirigido,
ex constitutione, únicamente para la protección contra vulneraciones provenientes
de los poderes públicos. (Mijangos y González, 2004: 98-99).
En cambio, la segunda teoría sobre la incidencia de los derechos fundamentales en la
relaciones entre particulares, se conoce como eficacia inmediata o instrumentalización
española. “Esto, porque el artículo 9.1 de la Constitución Española, en lo conducente,
dispone que: “los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al
resto del ordenamiento jurídico”. (Zúñiga, 2009: 280).
En este sentido es que se afirma que de la lectura del artículo invocado “junto con otros
del sistema constitucional y legal español determinan un rechazo al modelo
constitucional de corte liberal, conforme al cual los derechos fundamentales sólo
protegen al individuo frente a actos del poder público.” (Zúñiga, 2009: 280).
Por lo que en España, todos los tribunales son competentes para “la interpretación,
control y aplicación de las normas constitucionales y, en especial, de los derechos
fundamentales, en todas aquellas controversias objeto de su conocimiento.”(Zúñiga,
2009: 280).
En otras palabras, dado que el aparato de administración de justicia español, puede
calificarse como horizontal, se afirma que:
[…] en el ordenamiento español los derechos fundamentales son accionables en
cualquier tipo de relación jurídica. La protección de los mismos, frente a
violaciones provenientes de los particulares, se constituye como una exigencia del
sistema y, por último, la doble cualidad de los derechos se mantiene plena en todos
los niveles del ordenamiento. (Mijangos y González, 2004: 41).
Para Mijangos y González la teoría de la eficacia inmediata, directa y limitada, es la
única que se presenta como una respuesta adecuada a la incidencia de los derechos
fundamentales en las relaciones entre particulares. Ya que en esta construcción, los
derechos fundamentales no requieren de un acto del poder público, como condición
necesaria, para implantarse en las relaciones entre particulares; en razón de que los
mismos mantienen su calidad de derechos subjetivos oponibles frente a cualquier sujeto,
siempre en el entendido de que se haya hecho el necesario análisis del contenido y
15
configuración concreta de cada derecho fundamental y de su posible colisión con otros
derechos y principios constitucionales (Mijangos y González, 2004).
2.1.2 Posturas adversas a la eficacia horizontal de los derechos.
Existen voces en México que consideran que de aceptarse la teoría de la eficacia
horizontal de los derechos fundamentales en nuestro sistema jurídico, se desnaturalizaría
el juicio de amparo, o bien, se promovería continuamente, no obstante de que esta figura
no forma parte del texto Constitucional (Vázquez Gómez, 2011).
Esta posición encuentra sustento, en la teoría tradicional o liberal de los derechos
fundamentales, que reconoce únicamente su eficacia vertical, en tanto que considera que
son oponibles exclusivamente a los actos del Estado; tendencia que se justificó en gran
medida debido a que los derechos civiles y políticos fueron originalmente concebidos
como limitaciones a la actuación estatal. De ahí que las primeras declaraciones de
derechos surgieran como reacción contra los Estados absolutistas, bajo la lógica de que
el enemigo a vencer era el príncipe y el poder que arbitrariamente ejercía (Vázquez
Gómez, 2011).
De acuerdo con esta teoría resulta comprensible que las declaraciones de derechos
hicieran énfasis en que éstos eran esferas de los particulares que sólo podían oponerse
frente al Estado, generando la consecuencia lógica de que las garantías que sirvieran
para su protección, también serían sólo procedentes en contra de actos de autoridad
(Vázquez Gómez, 2011).
Miguel Carbonell sostiene que la teoría tradicional de los derechos fundamentales, no
obstante el devenir histórico, sigue teniendo peso en el foro jurídico mexicano, en base a
dos apoyos:
El doctrinal. Ha encontrado su desarrollo a lo largo del siglo XX en nuestro país
derivado del concepto de «garantía individual» entendida como la relación jurídica
de supra a subordinación en la que existen dos sujetos: el activo constituido por el
gobernado, y el pasivo constituido por el Estado y los órganos de autoridad.
El jurídico. Ha encontrado su desarrollo en la doctrina jurisprudencial creada en la
primera mitad del siglo XX, según la cual, la procedencia del juicio de amparo está
supeditada a la existencia de un acto de autoridad, pero conceptualizando a la
«autoridad» como: (i) aquella constituida con ese carácter conforme a la ley; o
16
bien, (ii) aquella que dispone, directa o indirectamente, de la fuerza pública para
hacer cumplir sus resoluciones. (Vázquez Gómez, 2011).
De lo anterior se ha concluido que debido a que no hay una vía de protección procesal
que permita prevenir o reparar violaciones de derechos humanos realizadas por
particulares, resulta que tales derechos sólo pueden hacerse valer frente al Estado.
En otro aspecto, estas posturas afirman que abrir la posibilidad de judicializar en forma
inmediata vía amparo las violaciones de derechos humanos inter privatos, además de
generar la desnaturalización de esta institución, también provocarían su consecuente
desbordamiento, ya que sostienen que todos aquellos casos que hoy son planteados ante
la justicia ordinaria serían ahora resueltos por la justicia constitucional; lo que implicaría
la centralización en la administración e impartición de justicia, además de que se
presentarían dos efectos secundarios poco deseables: a) el congestionamiento del trabajo
de los tribunales de amparo; y b) la inutilidad de los procesos y procedimientos que se
pudieran llegar a establecerse en la justicia ordinaria, sea local o federal, toda vez que
existen en México un sinnúmero de juicios: civiles, penales, mercantiles o laborales, que
pueden ser promovidos en contra de actos de otros particulares. (Vázquez Gómez,
2011).
2.1.3 Una respuesta a las críticas y a favor de la eficacia horizontal de los derechos
humanos: un estudio de doctrina y jurisprudencia interamericana.
En cambio, también existen opiniones (la postura a favor) que consideran necesaria y
fundamental la recepción de la teoría de la eficacia horizontal de los derechos humanos
en el constitucionalismo mexicano –entre ellos el Ministro Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea, el doctor Javier Mijangos y González y el maestro Francisco Vázquez Gómez
Bisogno-, porque sostienen que no obstante que ni en la reforma constitucional de
amparo, ni en la de derechos humanos, se menciona cosa alguna sobre la eficacia
horizontal de los mismos, hoy no puede afirmarse que la Constitución mexicana sea
omisa o indiferente a la idea de que los derechos humanos generan relaciones jurídicas
entre sus titulares y cualquier ente externo que pudiera vulnerarlos, sean autoridades o
particulares.
17
Dicha corriente de pensamiento, afirma que hoy nadie puede negar que todas aquellas
prescripciones del derecho internacional que reconozcan derechos humanos son normas
que integran el bloque de constitucionalidad mexicano; de ahí, que si conforme al
artículo 32.2 de la Convención Americana de los Derechos Humanos, “…los derechos
de cada persona están limitados por los derechos de los demás…” (CADH, 1969: Art.
32.2), resulta que la eficacia horizontal de los derechos humanos deriva de la propia
Constitución, lo cual presupone el cumplido respeto y realización de los derechos
humanos en las relaciones privadas. (Vázquez Gómez, 2011).
Por otra parte, el Magistrado Victorino Rojas Rivera, considera que el fundamento de la
teoría de la horizontalidad de los derechos humanos, también puede sustentarse –desde
el punto de vista ético- en el hecho de que: “Así como cada persona exige de la
autoridad –como parte del Estado- el respeto de sus derechos fundamentales y su
sometimiento a ellos, también a cada persona le es exigible ese respeto por otra; pues si
una persona demanda respeto a sus derechos fundamentales, por la misma razón debe
respetar los de otra persona.” (SCJN, 2013b: 146).
Es por ello que para este autor, en la actualidad, surge la necesidad de replantear la
concepción clásica de los derechos fundamentales bajo tres líneas argumentativas:
[…] 1) la salvaguarda de la libertad no puede agotarse en la protección frente a
las interferencias de los poderes públicos; 2) las complejas sociedades actuales
operan una serie de poderes de carácter privado que representan una amenaza
potencial nada desdeñable para las libertades individuales, y 3) una progresiva
difuminación entre lo público y lo privado que en conjunto hacen apremiante ese
replanteamiento. (SCJN, 2013b: 147-148).
Respecto al tema, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado, por un
lado, que la obligación de respeto y garantía de los derechos fundamentales, que
normalmente tienen sus efectos en las relaciones entre los Estados y los individuos
sometidos a su jurisdicción, "…también proyecta sus efectos en las relaciones
interindividuales…" (Corte IDH, 2003b: Párr. 146), y por el otro, que el jus cogens,
“…al acarrear obligaciones erga omnes, las caracteriza como siendo dotadas de un
carácter necesariamente objetivo, y por lo tanto abarcando a todos los destinatarios de
18
las normas jurídicas (omnes), tanto a los integrantes de los órganos del poder público
como a los simples particulares…” (Corte IDH, 2003b, párr. 76-77).
Vázquez Gómez Bisogno afirma que de la lectura de los artículos 25.1 de la Convención
Americana de los Derechos Humanos, y 2.3.a) del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, al establecer que toda persona cuyos derechos y libertades “hayan
sido violados tiene derecho a la concesión de un recurso efectivo ante una instancia
nacional, "aun" cuando la violación hubiera sido cometida por personas que actuaban en
ejercicio de sus funciones oficiales”, se advierte la obligación del Estado mexicano para
“prever recursos que tengan como finalidad la reclamación de violaciones a los derechos
humanos acontecidas entre particulares.” (Vázquez Gómez, 2011).
Sostiene dicho autor que de la interpretación sistemática y funcional de los preceptos
32.2 y 25.1 de la Convención Americana de los Derechos Humanos, y 2.3.a) del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, es evidente que actualmente “… la
Constitución mexicana está impregnada de esencia de la teoría de la eficacia horizontal
de los derechos humanos, razón por la cual, considera que debe replantearse si la
principal garantía de control constitucional en México, como lo es el juicio amparo, deba
permanecer ajena a las relaciones privadas.” (Vázquez Gómez, 2011).
Por otra parte, afirma que como la Corte IDH “… ha sostenido que la obligación del
Estado de proporcionar un recurso judicial no se reduce simplemente a la mera
existencia de los tribunales o procedimientos formales o aún a la posibilidad de recurrir
a los tribunales, sino que los recursos deben tener efectividad…”, resulta relevante
cuestionar sí: “¿los recursos civiles, penales, mercantiles o laborales establecidos en el
sistema jurídico mexicano cumplen con tal característica?” (Vázquez Gómez, 2011).
Respecto del tema de la efectividad del recurso, refiere que la Corte IDH, al interpretar
el artículo 25.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, determinó “… que
esta característica se cumple si el tribunal que conozca del mismo tiene las facultades
necesarias para restituir a la presunta víctima en el goce de sus derechos si se considera
que éstos habían sido violados.” (Vázquez Gómez, 2011), pues al respecto estimó que
un recurso judicial efectivo “…es aquel capaz de producir el resultado para el que ha
19
sido concebido, es decir, debe ser un recurso capaz de conducir a un análisis por parte de
un tribunal competente a efectos de establecer si ha habido o no una violación a los
derechos humanos y, en su caso, proporcionar una reparación…” (Corte IDH, 2008:
párr. 118).
Sobre esta base, afirma que resulta absurdo pretender argumentar que, por ejemplo, un
procedimiento civil sustanciado conforme al Código Federal de Procedimientos Civiles
tiene por objeto que el órgano jurisdiccional respectivo lleve a cabo un análisis a efecto
de establecer si existieron violaciones a los derechos humanos entre dos particulares,
cuando del análisis del mencionado Código ninguno de sus preceptos da pie a suponerlo,
ni mucho menos a fundamentarlo. (Vázquez Gómez, 2011).
En torno al tema del congestionamiento del juicio de amparo, sostiene que tal escenario
no se presentaría, porque en la promoción del juicio de amparo, se debe aplicar más que
el principio de definitividad, el diverso de subsidiariedad, respecto del que la Corte
Constitucional colombiana, ha diseñado una doctrina jurisprudencial, y que se
actualizaría ante casos en que exista subordinación o indefensión de algún particular
respecto de actos de otro particular (Vázquez Gómez, 2011).
Vázquez Gómez, refiere que según esta postura:
[…] los particulares deben tener el carácter de autoridad en el juicio de amparo
cuando se ubiquen en una relación de supra a subordinación y realicen actos que,
independientemente de la fuente de las relaciones jurídicas generadas, afecten en
tal grado a otro particular ubicándolo en un estado de indefensión respecto de la
tutela de sus derechos humanos, lo que no implica el desconocimiento de las vías
ordinarias de resolución, pero sí el análisis de si dichas vías resultan o no eficaces
atendiendo al caso concreto. (Vázquez Gómez, 2011).
En tal virtud, esta posición considera que “el reconocimiento de los actos de particulares
para efectos del amparo dependerá del planteamiento realizado por el agraviado y la
posibilidad de evaluar por parte de tribunal el acto como lesivo de su esfera de derechos”
(Vázquez Gómez, 2011), por lo que es importante advertir que, tomando en
consideración el principio de subsidiariedad, “en ningún momento se pretende que el
Poder Judicial de la Federación sustituya a las autoridades ordinarias competentes en la
resolución de este tipo de conflictos, salvo en aquellos en que sea excepcionalmente
necesario.”(Vázquez Gómez, 2011).
20
Por tanto, este autor acepta:
[…] que en la gran mayoría de los casos, este tipo de violaciones inter privatos,
requieren la mediación de las autoridades ordinarias, las cuales por regla general
serán las competentes para valorar inicialmente este tipo de actos. Sin embargo, no
puede negarse que pueden existir actos de particulares que deben llegar de manera
directa al amparo cuando los particulares estén en una situación de supra a
subordinación y sin medios de defensa eficaces que le permitan solventar su
pretensión. […] lo anterior ha sido entendido con claridad por diversos sistemas
jurídicos latinoamericanos. (Vázquez Gómez, 2011).
Asimismo, considera que de no reconocer la eficacia horizontal de los derechos
fundamentales, no se terminarían de dar los pasos necesarios para la concreción del
Imperio del Derecho, que implica, citando a Albert Venn Dicey, “que nadie se encuentre
por encima del Derecho, es decir, que todos los hombres y autoridades, cualquiera que
sea su rango o condición, deben estar sujetos al Derecho y ser susceptibles de
enjuiciamiento por parte de los tribunales” (Vázquez Gómez, 2011).
De acuerdo con el propio Vázquez Gómez, la teoría clásica o liberal de los derechos
fundamentales que sólo reconoce la verticalidad de los mismos, ha sido rebasada, por
dos razones:
Primera. En materia de derechos humanos, y sobre todo por lo que hace a los
derechos económicos, sociales y culturales, el Estado ya no debe ser visto como
enemigo, sino que ahora debe ser visto como aliado debido a que el respeto,
protección y tutela de los mismos sólo puede concretarse a través de la actividad
del Estado (vgr. educación, vivienda, salud, cultura, deporte, medio ambiente, etc.)
Es decir, es evidente que este tipo de derechos (DESC’s) requieren no de
inactividad de las autoridades -como ocurre normalmente frente a los derechos de
libertad-, sino que, por el contrario, requieren de actos positivos en favor del
particular. [18] Así, en este ámbito jurídico, el Estado ha tenido que transitar, de
ser posible opresor a ser necesario impulsor.
Segunda. En materia de derechos humanos, las amenazas más importantes a
nuestros bienes humanos básicos provienen hoy tanto del Estado como de la
actuación de otros particulares. Es decir, es evidente que en el siglo XVIII el
Estado representó una amenaza real para la libertad y autonomía de las personas,
pero hoy los individuos se encuentran puestos a un doble fuego: el poder del
Estado y el poder de otros particulares. (Vázquez Gómez, 2011).
Finalmente, para advertir con claridad los cambios que hoy deben asumirse en las
relaciones jurídicas que se generan entre particulares, tomando como base el
reconocimiento y consecuente protección de los derechos humanos, el investigador
21
citado, propone los siguientes ejemplos y realiza las siguientes interrogantes, que para
efectos de este apartado, resultan de singular importancia:
Art. 1° constitucional.- derecho a la igualdad y principio de no discriminación: la
discriminación en nuestra sociedad por razones de raza, sexo, discapacidad, etc.,
¿se genera mayormente por la acción de los órganos públicos, o bien, por actos y
omisiones de los particulares?; cuando una mujer es despedida por estar
embarazada, ¿estamos o no frente a una discriminación, frente a una violación de
derechos humanos?
Art. 4° constitucional.- derecho a un medio ambiente sano: ¿quién tiene mayor
capacidad de destrucción del ambiente?, ¿el Estado o las grandes empresas?
Art. 16° constitucional.- derecho a la intimidad (comunicaciones privadas) o
derecho a la protección de los datos personales: ¿quiénes son hoy los grandes
detentadores de los medios de comunicación y de las bases de datos?, ¿los órganos
estatales o los particulares? (Vázquez Gómez, 2011).
Y concluye después de hacer estas interrogantes, que cuando la Constitución reconoce a
los derechos humanos, y ubica a la dignidad humana, a la vida, a la libertad, y a la
igualdad, como entidades pre-jurídicas anteriores, exteriores y superiores al Estado y a la
sociedad, la teoría tradicional de los derechos fundamentales carece de sustento
filosófico y doctrinal (Vázquez Gómez, 2011).
Asimismo este investigador, sostiene que la teoría liberal de los derechos fundamentales,
incurre en los siguientes equívocos:
- Que dado que su apoyo doctrinal proviene del concepto de “garantía individual”
entendida como la relación jurídica de supra a subordinación sólo existente entre el
Estado y el gobernado, es irreal, ya que en la actualidad es evidente que sí pueden
establecerse relaciones jurídicas entre los particulares derivadas de la violación a los
derechos humanos; y (Vázquez Gómez, 2011).
- Por otra lado, su apoyo jurídico, en el que el concepto de autoridad debe ser
interpretado limitativamente y justificado en gran medida a partir del apoyo doctrinal,
que reconoce exclusivamente las relaciones de supra a subordinación, entre gobernados
y poderes públicos, al descalificarse el basamento doctrinal, al ser tachado de irreal,
consecuentemente el apoyo jurídico pierde su justificación; ya que, hoy no es
comprensible que en la lógica del reconocimiento de los derechos humanos se piense
que sólo son oponibles al Estado por ser éste el único ente susceptible de violarlos; pues,
22
lo importante, sobre todo al momento de analizar la procedencia o improcedencia del
juicio de amparo, es transitar del análisis subjetivo propio de la teoría tradicional o
liberal de los derechos fundamentales consistente en preguntarnos: ¿quién violó los
derechos humanos?, al análisis objetivo propio de la teoría de la eficacia horizontal para
formular la interrogante: ¿qué tipo de derechos fueron violados? (Vázquez Gómez,
2011).
En suma, los que están a favor de la implementación de la teoría de la eficacia horizontal
de los derechos humanos en nuestro sistema jurídico, consideran que tal institución
posibilita que estos derechos se protejan con los mismos medios que el particular tiene
para defenderse de los actos del Estado, e implica un cambio de paradigma, en razón de
que los casos que conforme a la teoría liberal de los derechos fundamentales deberían
enderezarse por vías civiles, penales o laborales, pueden iniciarse por la vía
constitucional y obtener una protección más eficaz.
2.2 Estudio de la jurisprudencia de origen interno relativo a la eficacia horizontal
de los derechos humanos.
En la actualidad no cabe duda de que el denominado “efecto horizontal de los derechos
humanos” ha sido aceptado en forma moderada en la jurisprudencia mexicana, ya que a
partir de la jurisprudencia 15/2012, del rubro: “DERECHOS FUNDAMENTALES.
SU VIGENCIA EN LAS RELACIONES ENTRE PARTICULARES.” (SCJN,
2012b: 798) la Primera Sala de la SCJN, ha comenzado a sentar las bases para la
creación de una doctrina sobre la eficacia de los derechos fundamentales frente a los
particulares.
Sin embargo, del análisis de la jurisprudencia del siglo pasado y de éste, sobre la
vigencia y protección de los derechos humanos en el seno de las relaciones inter
privatos, emitida por el Poder Judicial de la Federación, se advierte que ésta ha sufrido
una serie de vicisitudes, pues la línea evolutiva de estos tópicos, demuestra que las
posturas han oscilado entre su rechazo absoluto y la aceptación incipiente de la misma,
aunque debemos reconocer que sobre todo en el siglo pasado, se observa claramente el
23
predominio de la teoría liberal de los derechos fundamentales en la jurisprudencia
mexicana, como se advierte por ejemplo del criterio sostenido por la Primera Sala de la
SCJN, al resolver el amparo directo penal 3061/25 el 16 de octubre de 1929, en el que
acogió la teoría clásica-liberal de los derechos fundamentales, pues consideró que en
atención a su naturaleza jurídica, en la generalidad de los casos, constituyen limitaciones
al poder público, impuestas a las autoridades, y no a los particulares, por lo cual éstos no
pueden violar garantías individuales (Zúñiga, 2009).
En cambio, dos años más tarde, la Segunda Sala de la SCJN reconoce en forma
incipiente la vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares,
al resolver el caso Brown & Bigelo Internacional, el 5 de octubre de 1931; este
precedente tiene su origen en la relación laboral que tenía dicha empresa con uno de sus
trabajadores (el Señor Efrén M. Velasco), a quien se le hizo efectiva una cláusula de
exclusión existente en el contrato colectivo de trabajo, en la que estipulaba que sería una
causa justificada de separación del obrero, la circunstancia de que dejara de pertenecer al
sindicato; el trabajador demandó a la empresa por considerar injustificada la causa de
despido aplicada. La Junta laboral del conocimiento determinó, por una parte, que el
despido basado en dicho pacto no era inconstitucional, porque la restricción a la libertad
de trabajo tiene como fundamento el consentimiento expreso del trabajador, y por la
otra, que el artículo 5° constitucional únicamente protege a los obreros frente a trabajos
en condiciones inhumanas. Inconforme con la resolución, el trabajador acudió al juicio
de amparo ante el juez de Distrito, quien negó la protección constitucional solicitada,
bajo el argumento de que los derechos fundamentales constituyen límites dirigidos
únicamente frente al poder público. El caso llegó al conocimiento de la Segunda Sala,
quien revocó la sentencia, al estimar que los pactos celebrados entre particulares también
deben respetar los principios consagrados en la Constitución, especialmente las normas
de derechos fundamentales, so pena de ser declarados inconstitucionales (Mijangos,
2004).
No obstante este pronunciamiento, la propia Segunda Sala de la SCJN, refrenda la
aplicación de la teoría liberal de los derechos fundamentales, al resolver el amparo en
24
revisión administrativo 3044/33, en la sentencia de 19 de abril de 1934, pues sostuvo
que los derechos que bajo el nombre de garantías individuales consagra la Constitución,
constituyen limitaciones jurídicas que, en aras del respeto a la libertad individual, sólo se
oponen a la soberanía del Estado (Zúñiga, 2009).
En esta inercia, cabe acotar que la concepción clásica de los derechos fundamentales,
también fue aceptada por la Primera Sala de la SCJN, al fallar en 23 de febrero de 1948,
el amparo directo penal 2842/47, ya que determinó que el delito de ataques a las
garantías individuales, previsto entonces en la fracción II del artículo 364 del Código
Penal del Distrito y Territorios Federales, “no puede ser cometido por particulares, ya
que la violación de garantías, consideradas éstas como derechos del individuo que
limitan el ejercicio del poder público, existe únicamente en los actos de la autoridad”
(Zúñiga, 2009: 281).
Bajo esa línea de pensamiento, en la que se excluye a los particulares de la comisión del
delito de violación de garantías, la Primera Sala de la SCJN, reafirmó que las garantías
individuales, consagradas por la Constitución son derechos subjetivos, que limitan la
actividad del poder público, por lo que sólo los funcionarios o quienes representen ese
poder, son a quienes se les puede atribuir la violación de las referidas garantías, pero no
así a los particulares; ello al resolver el amparo directo penal 166/48, en la sentencia de
13 de junio de 1949, en el contexto de un caso en el que se analiza un delito contra la
propiedad.
En cambio, aproximadamente nueve años después, la SCJN a través de la extinta Cuarta
Sala, hace un importante pronunciamiento a favor de la multidireccionalidad de los
derechos fundamentales, en particular respecto a la vigencia del derecho a la libertad de
asociación en las relaciones entre particulares, en la sentencia de 8 de enero de 1958, en
el caso conocido como Refrescos Pascual, en el que un sindicato de trabajadores solicitó
a dicha empresa aplicara una cláusula de exclusión a varios trabajadores que formaban
parte de diverso sindicato. Ante la negativa del patrón, el sindicato solicitó a la Junta su
aplicación, quien tampoco aceptó la petición. El sindicato inconforme acudió al juicio de
amparo, en el que la referida Sala determinó que es facultad (como derecho) del
25
trabajador afiliarse a la agrupación sindical que considere pertinente, y que de aceptarse
dicha petición equivaldría a una violación de la libertad de asociación reconocida en la
Constitución Mexicana.
En otro aspecto, también la extinta Cuarta Sala de la SCJN, por lo menos en dos casos,
realizó pronunciamientos a favor de la vigencia de los derechos fundamentales entre
particulares, destacando el tema del respeto a la garantía de audiencia en el seno de las
relaciones que se dan entre los sindicatos y sus agremiados, en las que los protagonistas
como transgresores de derechos fundamentales, son los sindicatos.
El primer caso, denominado Sánchez Ortega, tiene su origen en una controversia de
naturaleza laboral, en la que un sindicato denegó a este trabajador la prestación
consistente en una beca a favor de su hijo para realizar estudios de ingeniería en la
Ciudad de México; porque la codiciada beca había sido conferida al hijo de uno de los
dirigentes sindicales, que ni siquiera cursaba la licenciatura en ingeniería. El señor
Sánchez insistió en el otorgamiento de la beca para su hijo, lo que generó que el
sindicato le impusiera una suspensión por ocho días laborales y un año en su derecho de
voz y voto en las asambleas sindicales. El trabajador acudió a la junta del trabajo y
argumentó que con la imposición de dichas sanciones, evidentemente se afectaban sus
derechos e intereses, y como el sindicato obró de manera coactiva, entonces tenía la
obligación de cumplir con las garantías de audiencia y legalidad previstas en la
Constitución. La junta absolvió al sindicato al considerar que no existió tal violación,
pues el respecto a esas garantías debe vigilarse en tratándose de actos de autoridad. No
obstante, la otrora Cuarta Sala de la SCJN, estimó que “aún los organismos particulares
como lo es un sindicato, deben respetar las garantías individuales consagradas en la
constitución”, al resolver el amparo en sentencia de 15 de febrero de 1960 (Mijangos y
González, 2004: 85).
En el segundo caso, denominado Martínez Carrasco, la Cuarta Sala de la SCJN de igual
forma consideró que las garantías individuales deben ser respetadas “no sólo por las
autoridades, sino también por los particulares u organizaciones privadas de toda índole”
(Mijangos y González, 2004: 86), el amparo se originó a propósito de una demanda
26
laboral, en la que el trabajador, indicaba que había sido expulsado del sindicato de
trabajadores ferrocarrileros de la República Mexicana, y separado de la empresa
ferrocarrilera para la cual prestaba sus servicios, por oponerse a la posición oficial de su
sindicato de dar soporte a un candidato para acceder a un cargo público, por lo que
reclamó ante la junta del trabajo la nulidad de la aplicación de la cláusula de exclusión
en su contra y por supuesto el despido injustificado, afirmando que no se le dio
oportunidad de defensa para contestar los cargos imputados. La referida Sala determinó
conceder el amparo a dicho trabajador, en la sentencia de 7 de marzo de 1963.
Cabe precisar que estas dos sentencias pudieron llegar a significar un giro extraordinario
en el concepto de las garantías individuales en el derecho mexicano, ya que por una
parte, enfatizan la argumentación en el carácter coactivo de las sanciones impuestas por
un particular en situación de predominio como lo son los sindicatos, y por la otra, en
forma incipiente sientan las bases para la multidireccionalidad de los derechos
fundamentales; pero desafortunadamente, estas resoluciones representan una excepción
dispersa en la jurisprudencia constitucional del siglo pasado; además de que estos
pronunciamientos no fueron atendidos por parte de la doctrina jurídica de la época
(Mijangos y González, 2004).
Otro precedente emblemático, lo encontramos en un caso derivado de un juicio de
amparo indirecto, en el que se observa por una parte, que un juez de Distrito al dictar su
resolución, reconoce implícitamente la vigencia de la teoría de la eficacia horizontal de
los derechos fundamentales en las relaciones inter privatos, mientras que un Tribunal
Colegiado de Circuito, apoyado en la teoría tradicional de los derechos humanos, no
acepta que la conculcación de éstos se pueda presentar en las relaciones entre
particulares.
Lo anterior surge a raíz del recurso de revisión en el que se impugnó la sentencia de un
juez de Distrito, que concedió el amparo contra la resolución que indebidamente admitía
como prueba una grabación telefónica, en un juicio del orden familiar de guarda y
custodia de menores, ya que el juez federal consideró, que la referida prueba contravenía
el derecho de inviolabilidad de las comunicaciones privadas establecido en el artículo 16
27
constitucional; sin embargo, el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito (Distrito Federal), al dictar sentencia en 1997, revocó esa determinación, bajo la
consideración de que para que se actualice la violación del derecho en comento, es
indispensable que el acto de la intervención de cualquier comunicación privada,
provenga de una autoridad y nunca de un particular; es decir, la garantía consagrada en
el precepto en cita, sólo se da frente a los actos realizados por las autoridades; de esta
ejecutoria, derivó la tesis titulada: "COMUNICACIONES PRIVADAS. LA
ADMISIÓN DE LA PRUEBA DOCUMENTAL DE SUS GRABACIONES NO
INFRINGE LA GARANTÍA DE SU INVIOLABILIDAD.” (Mijangos y González,
2004).
Sin embargo, tres años más tarde (11 de octubre de 2000), la Segunda Sala de la SCJN,
consideró lo contrario a esa postura al determinar, que también correspondía a los
particulares respetar el derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones, en atención al
contenido en ese entonces del párrafo noveno del artículo 16 Constitucional, pues al
resolver el amparo en revisión 2/2000, y analizar el tema en cuestión, la Segunda Sala de
la SCJN determinó que cuando un particular interviene alguna comunicación privada,
incurre en una ilicitud constitucional, ya que el artículo constitucional invocado
establece como principio universal que las comunicaciones privadas son inviolables “lo
que implica que ni la autoridad ni los particulares pueden intervenir una comunicación,
salvo en los casos y las condiciones que respecto a las autoridades establece el propio
numeral” (Zúñiga, 2009: 287).
El referido asunto tiene su origen en un juicio civil de divorcio necesario, en el que la
parte actora, ofreció diversos registros fonográficos y una pericial fonética. Tales medios
de convicción no se admitieron por el juez de primera instancia, por lo que el actor
interpuso recurso de apelación, que fue declarado fundado; dicha resolución fue
impugnada en un juicio de amparo indirecto ante un juzgado de Distrito, quién concedió
el amparo a la parte quejosa (demandada en el juicio natural) bajo el argumento de que
la grabación telefónica fue obtenida mediante intercepción de alguna línea de teléfono, y
tal acción, está proscrita por la aludida norma constitucional, ya sea que provenga de
28
autoridades o de particulares. Inconforme con esa determinación, la parte actora en el
juicio natural, señaló como motivo de agravio que los particulares no violan garantías
constitucionales, no obstante, la sentencia recurrida fue confirmada bajo los argumentos
antes mencionados.
Esta resolución de la Segunda Sala de la SCJN, a la vista del Dr. Mijangos, es
innovadora, porque permite en cierta medida la redefinición de los derechos
fundamentales en el ordenamiento jurídico mexicano, ya que tal ejecutoria aborda, por
primera vez de forma directa, la problemática que representa la teoría de la eficacia
horizontal de los derechos humanos; además de que introduce el concepto de ilicitud
constitucional (Mijangos y González, 2004).
En efecto, la Segunda Sala sostiene que la violación de un particular a determinados
derechos fundamentales puede constituir una ilicitud constitucional, además parte de una
idea que es fundamental en la Drittwirkung: el necesario y particular análisis de la
norma constitucional en juego para determinar su grado de eficacia. En esta operación,
según la Corte, es necesario identificar si del texto de la norma constitucional se
desprenden principios universales dirigidos tanto a las autoridades como a los
particulares. El Dr. Mijangos considera que esta sentencia, bajo las premisas antes
indicadas, sienta las bases para el desarrollo de una teoría sobre la multidireccionalidad
de las garantías individuales en el ordenamiento mexicano, ya que en ésta se sostiene
que los deberes previstos en la Constitución vinculan tanto a las autoridades como a los
gobernados; aunque también reconoce que sólo representa los cimientos de dicha teoría,
ya que varios extremos de la problemática, sustantiva y adjetiva, quedan sin resolver,
como lo relativo al necesario desarrollo del concepto de principios universales; la
concreción de aquellas garantías individuales que son susceptibles de regir las relaciones
entre particulares; y por último, la definición de cuáles son los medios de defensa
jurisdiccionales que proceden en caso de que un gobernado cometa un ilícito
constitucional en detrimento de otro particular (Mijangos y González, 2004).
En este mismo contexto, nueve años después, el Tercer Tribunal Colegiado en Materia
Civil del Primer Circuito, además de reconocer la teoría de la eficacia horizontal de los
29
derechos humanos en relaciones de coordinación, fija postura sobre el tratamiento
procesal y de fondo, que conforme a nuestro sistema jurídico, en su concepto, se debe
dar a las violaciones de derechos humanos que ocurren en el seno de las relaciones
privadas, y en cierta medida pretende dar respuesta a un problema de colisión de
derechos fundamentales entre particulares, en la ejecutoria dictada el 14 de mayo de
2009, en el amparo directo 28/2009, que como antecedente tiene un juicio civil en el
cual se demandó el pago de la pena convencional de conformidad con lo estipulado en la
cláusula de confidencialidad y secreto industrial celebrado entre el actor y el
demandado, y la obligación de abstención del demandado de seguir utilizando la
información privilegiada, estrategias de comercialización, agenda de clientes propiedad
de la parte actora.
En la ejecutoria, además de reconocerse el efecto horizontal de los derechos
fundamentales, se hace una reflexión acerca de la desigualdad que se ha suscitado entre
los particulares en la sociedad moderna, en la que algunas personas se ven fortalecidas
por su pertenencia a algún grupo social dominante, situación que ha hecho necesario
tutelar los derechos fundamentales no sólo frente a los actos del poder público, sino
también respecto a esos grupos o particulares dominantes; asimismo se aborda un
problema de colisión de derechos, que involucra la ponderación de la garantía de la
libertad de trabajo y el derecho de un tercero, en este caso de un patrón a que sus
trabajadores subordinados, no divulguen secretos de fabricación o asuntos reservados en
perjuicio de la empresa.
El Tribunal Colegiado determinó negar el amparo sobre la base de que la libertad de
trabajo no es absoluta, sino que su ejercicio se condiciona a la satisfacción de diversos
presupuestos, y en el caso no se actualizaba la violación a dicho derecho fundamental,
pues sólo se condicionó al extrabajador a no afectar el derecho de un tercero que
también se encuentra protegido, esto es, el del patrón que lo contrató, a que no se revelen
secretos de fabricación, comercialización, precios, producción y venta de los productos
de la empresa en la que había prestado sus servicios, y, se precisó que esa condicionante
no era inconstitucional, porque es el supuesto a que se refiere la garantía que se analiza,
30
en el sentido de que su protección queda restringida a que no se afecten derechos de
terceros, también tutelados por la ley, como en la especie lo es el derecho del patrón de
que el trabajador no revele los secretos de fabricación o dé a conocer asuntos de carácter
reservado en perjuicio de la empresa, conforme a la fracción IX del artículo 47 de la Ley
Federal del Trabajo. De esta ejecutoria, se generó la tesis aislada I.3o.C.739 C, del
Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, Novena Época; de
rubro: “DERECHOS FUNDAMENTALES. SON SUSCEPTIBLES DE ANALIZARSE,
VÍA AMPARO DIRECTO INTERPUESTO CONTRA LA SENTENCIA DEFINITIVA
QUE PUSO FIN AL JUICIO, EN INTERPRETACIÓN DIRECTA DE LA
CONSTITUCIÓN, AUN CUANDO SE TRATE DE ACTOS DE PARTICULARES EN
RELACIONES HORIZONTALES O DE COORDINACIÓN.” (TCC, 2009: 1597).
En otro aspecto, y por la vinculación que tiene con el efecto horizontal de los derechos
fundamentales, la Segunda Sala de la SCJN, al resolver la contradicción de tesis
153/2009, en la sentencia de 10 de junio de 2009, sostuvo el criterio de que el hecho de
que un contrato colectivo de trabajo no sea un acto de autoridad para efectos del juicio
de amparo, no significa que su contenido escape al control de constitucionalidad, por lo
que determinados pactos celebrados entre particulares, como son algunas cláusulas de
los mencionados contratos, pueden resultar inconstitucionales, pese a que los sujetos que
los celebran no sean autoridades para efectos del juicio de amparo, y precisó, que el
escrutinio constitucional de tales contratos, sólo puede efectuarse válidamente en el
juicio de amparo directo, si previamente se agota el juicio de nulidad de las respectivas
cláusulas ante la potestad común que en el caso, son las juntas laborales (SCJN, 2009).
El asunto derivó de dos amparos directos, en los que se reclamó un laudo dictado en un
juicio seguido por el cónyuge supérstite de una trabajadora asegurada del IMSS al que le
demandó, entre otras prestaciones, el otorgamiento y pago de una pensión de viudez.
En un amparo, se sostuvo que si el Contrato Colectivo de Trabajo constituye una fuente
formal autónoma del derecho laboral, y en éste se prevé la obligación del cónyuge
supérstite de demostrar la dependencia económica que tenía con la de cujus, para tener
derecho a reclamar su pensión de viudez, entonces es claro que tal estipulación viola el
31
artículo 4 de la Constitución Federal, al distinguir por razón de sexo entre el viudo, al
que le impone tal deber, y la viuda que no tiene tal obligación procesal, en franca
transgresión del principio de igualdad del varón y la mujer ante la ley.
En cambio, el otro tribunal colegiado, en un amparo directo laboral de similares
características, estimó que:
[…] en el juicio de garantías no se puede alegar la inconstitucionalidad de una
norma contractual derivada de la concertación de voluntades entre los
particulares, puesto que el contrato colectivo no tiene la calidad de norma
general, impersonal y abstracta, propios de las normas generales impugnables en
el amparo directo, como lo establece la fracción IV del artículo 166 de la Ley
Reglamentaria del juicio de garantías. (SCJN, 2009: 33-34)
La Segunda Sala de la SCJN al resolver la contradicción, sostuvo que el hecho de que el
contrato colectivo de trabajo no sea un acto de autoridad para efectos del juicio de
amparo:
[…] es posible que, al señalar como acto reclamado el laudo dictado en juicio
laboral, se incluya en los conceptos de violación el tema de la interpretación y
aplicación de algún contrato de esta naturaleza, a fin de verificar si sus cláusulas
respetan o no las condiciones relativas a que no podrán ser inferiores a las
previstas en el artículo 123 de la propia Carta Magna, ni contrarían las garantías
individuales consagradas en su capítulo I, del título primero. (SCJN, 2009: 56)
Y condicionó la posibilidad de impugnación en amparo directo del clausulado de un
contrato colectivo de trabajo, a que dicho punto hubiese sido parte de la litis ante la
jurisdicción ordinaria, en el cual se hubiese planteado la nulidad de las cláusulas
consideradas ilegales o violatorias de garantías y, por ende, haya habido
pronunciamiento en ese sentido por parte de la junta responsable; lo que desde luego,
habilita para ponderar la validez de un acto celebrado entre particulares, como un
contrato colectivo de trabajo, a la luz de los derechos fundamentales (Zúñiga, 2009).
Por otra parte, por su relevancia destaca la ejecutoria emitida por el Pleno de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación el 19 de abril de 2010, en el amparo en revisión
2219/2009, toda vez que en ella se pone de manifiesto que el Máximo Tribunal del país
continua adoptando la teoría tradicional de los derechos fundamentales, para solucionar
los asuntos sometidos a su consideración, pues al analizar si la Barra Mexicana de
Abogados (BMA) debía o no ser considerada como autoridad para efectos del amparo, la
32
postura mayoritaria determinó que la BMA no podía ser considerada autoridad para
dichos efectos, ya sea por las condiciones del caso, o bien, porque el amparo no tutela
violaciones entre particulares.
Dicha postura encontró sustento principalmente, a través de los argumentos del
Ministro Luis María Aguilar Morales, quien consideró que si bien las relaciones entre
particulares pudiesen dar lugar a violaciones de los derechos fundamentales y a las
garantías consagradas en la Constitución, lo cierto, es que el juicio de amparo no tenía
una “finalidad universal frente a esas violaciones”, sino que se trataba de un instrumento
de protección frente al Estado, por lo que trasladarlo al ámbito de los conflictos inter
privatos, sería tanto como concederle una función distinta a la que posee (Vázquez
Gómez, 2011).
Por su parte, el Ministro Sergio Valls Hernández refiere, que en tanto los colegios de
profesionales no son creados por ley, como lo son en otros países de nuestro continente,
en los que se les otorgan potestades públicas establecidas en la ley y derivadas de la
misma, no puede asimilarse a éstos como autoridades para efectos del amparo, pues la
Ley Reglamentaria del 5° constitucional, de ninguna manera les otorga esa característica
(Vázquez Gómez, 2011).
En el mismo sentido se expresó la Ministra Margarita Luna Ramos, argumentando
que quienes han entrado a este tipo de asociaciones (colegios de profesionales), han
adoptado voluntariamente los procedimientos de carácter disciplinario instaurados en sus
disposiciones, por lo que al afiliarse a esos colegios, se someten a sus estatutos y al
código de honor que los mismos establecen, lo cual hace que no sea posible determinar
que al aplicarse un procedimiento de esa naturaleza se está en presencia de un acto de
autoridad, pues de manera voluntaria se sometieron a su jurisdicción (Vázquez Gómez,
2011).
Cabe precisar que, contrario a lo anterior, la postura que sostiene, que es necesaria la
recepción en nuestro sistema jurídico de la teoría de la eficacia horizontal de los
derechos humanos, fue defendida fundamentalmente, en esta resolución, por el Ministro
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, ya que sostuvo que la BMA sí es autoridad para
33
efectos del amparo, debido precisamente a esa teoría, y hace diversas precisiones
respecto a los argumentos de la mayoría de los Ministros (Vázquez Gómez, 2011).
En principio refiere, que se pronunciaron por un esquema tradicional, en el que el
derecho constitucional se encuentra completamente separado del derecho privado, y bajo
la perspectiva de que los derechos fundamentales son sólo oponibles frente al Estado;
conceptualizando al juicio de amparo bajo la teoría clásica de mediados del siglo XX, lo
cual funcionó muy bien en nuestro país durante el régimen autoritario, empero no bajo el
régimen democrático que nos encontramos viviendo en la actualidad (Vázquez Gómez,
2011).
Además, introduce la idea de la dualidad de los derechos fundamentales, entendidos
éstos en su dimensión subjetiva y objetiva, que irradia a todas las relaciones del orden
jurídico, lo cual ha trascendido en cómo debemos entender hoy los derechos
fundamentales (Vázquez Gómez, 2011).
Luego, argumentó “…estoy convencido que la Constitución, la norma constitucional y
sus valores y sus principios iluminan todo el orden jurídico y que no es factible hacer
una división que sirve para efectos meramente académicos entre derecho público y
derecho privado.” (Vázquez Gómez, 2011).
Y concluye, que en su opinión, es acto de autoridad para efectos del amparo, “…aquél
que afecta, que modifica, que extingue la esfera jurídica de los particulares de manera
unilateral y obligatoria con independencia de la naturaleza formal de quien lo emite.”
(Vázquez Gómez, 2011).
El caso se decidió por mayoría, en el sentido de que la Barra Mexicana de Abogados, no
debía ser considerada autoridad para los efectos del amparo, lo que pudiera implicar que
las bases sobre las que descansa la teoría tradicional o liberal de los derechos
fundamentales, se encuentran enraizadas en nuestro sistema legal siguiendo los criterios
de la mayoría de los Ministros del Máximo Tribunal de nuestro país, los cuales por lo
menos tienen una eficacia refleja, como se observa en la resolución de mérito.
No obstante lo anterior, cabe acotar que en México, el reconocimiento categórico de la
teoría de la vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones privadas -con
34
alcances limitados en cuanto al tratamiento procesal que se dio a este tema, debido
principalmente a las características del sistema constitucional mexicano-, se actualizó a
partir del momento en el que la Primera Sala de la SCJN, pronunció la ejecutoria en el
amparo directo en revisión 1621/2010 el 15 de junio de 2011, y la tesis aislada
1ª.CLI/2011, que después conformó la Jurisprudencia por reiteración 1a./J. 15/2012, del
rubro: “DERECHOS FUNDAMENTALES. SU VIGENCIA EN LAS RELACIONES
ENTRE PARTICULARES.” (SCJN, 2012b: 798); la cual se integró con los siguientes
precedentes: Amparo directo en revisión 1621/2010, Amparo directo 28/2010, Facultad
de atracción 261/2011, Amparo directo en revisión 2934/2011 y Amparo directo 8/2012.
Asimismo, cabe destacar que el primer precedente -Amparo directo en revisión
1621/2010-, es emblemático, pues en esta ejecutoria la Primera Sala de la SCJN,
comenzó a sentar las bases para la creación de una doctrina para dar sustento a la teoría
de la vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, cuyos
aspectos más relevantes, se concretizan en lo siguiente: a) se reconoce la doble función
(subjetiva y objetiva) que cumplen los derechos fundamentales en el ordenamiento
jurídico; b) que no todos los derechos fundamentales son multidireccionales, y c) que la
vigencia horizontal del derecho dependerá de su estructura y contenido.
Los aspecto descritos en el inciso b) y c), desde luego conllevan a definir y delimitar los
alcances de esta doctrina, por lo que corresponderá a los Tribunales del Poder Judicial de
la Federación, en última instancia, desarrollar -a partir del análisis del contenido y
estructura de los derechos- cuáles son susceptibles de ser oponibles a los particulares.
Así, por el momento, la vía que ha encontrado la jurisprudencia mexicana para dotar de
eficacia horizontal a los derechos fundamentales, es la operación conocida como
mediatización o instrumentalización del poder público a través de la intervención del
Poder Judicial en la resolución de conflictos de derechos que afecten a los particulares.
De tal suerte que la mediatización pública se relaciona con la solución que se le dé al
conflicto, lo que por supuesto vincula al Estado y, por tanto, en esta solución el Estado
debe velar por el respeto y garantía de los derechos fundamentales.
35
El amparo directo en revisión 1621/2010 es un ejemplo de la aplicación de esta doctrina,
ya que en él se discutió la posibilidad de que los particulares aporten alguna prueba
obtenida con vulneración de los derechos fundamentales (en este caso, del derecho a la
inviolabilidad de las comunicaciones), y que ésta sea considerada al momento de fallar.
El primer cuestionamiento que planteó la Primera Sala, consistió en resolver de forma
previa si el derecho fundamental a la inviolabilidad de las comunicaciones rige en las
relaciones entre particulares o, únicamente, en las que se entablan con los poderes
públicos; al respecto, recurrió al precedente del amparo en revisión 2/2000, referido con
antelación, y después del análisis de fondo (efecto horizontal) y de forma (procedencia
de la acción de amparo), concluyó que la prueba obtenida con vulneración de derechos
fundamentales por parte de un particular –en el caso: múltiples correos electrónicos-, no
podían ser considerados para fallar un caso que se someta a conocimiento de la
judicatura, en razón de que las pruebas obtenidas, directa o indirectamente violando
derechos fundamentales, no surten efecto alguno, lo que comprende tanto a las pruebas
obtenidas por los poderes públicos, como a aquéllas obtenidas, por cuenta y riesgo, de
un particular.
En el enfoque que prevalece en la ejecutoria en comento, es decisiva la influencia, que
pudieron ejercer, tanto el Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, como el Dr. Javier
Mijangos y González, ya que el primero fue el ponente y el segundo el secretario
proyectista en el asunto de mérito; mayormente si se considera que ambos, han
formulado a nivel no sólo doctrinal, sino también en decisiones judiciales, una serie de
planteamientos, comentarios, reflexiones e incluso obras, que reconocen la necesaria
apertura de nuestro sistema jurídico a la recepción de la teoría de la eficacia horizontal
de los derechos fundamentales; lo que por otra parte, permite observar, tanto en la propia
ejecutoria del citado asunto, como en el texto de la tesis que después integró
jurisprudencia, su postura doctrinaria, con algunas adecuaciones atento a la normativa
constitucional y procedimental existente en nuestro sistema jurídico.
Otro de los méritos de la ejecutoria, derivan de la referencia que se hace en ella a
jurisprudencia y precedentes, tanto de la Corte IDH, como de tribunales extranjeros,
36
sobre el tema de los derechos fundamentales inter privatos, pues al respecto se hace
notar en la propia sentencia que dicha Corte ha desarrollado “un sólido cuerpo
jurisprudencial, que tiene como caso más relevante a la Opinión Consultiva 18/03, de 17
de septiembre de 2003, solicitada por los Estados Unidos Mexicanos, relativa a la
condición jurídica y derechos de los inmigrantes” (SCJN, 2011h: 33), cuyo examen es
fundamental para comprender la tendencia de la jurisprudencia internacional “de
extender la vigencia de los derechos fundamentales a las relaciones entre particulares”
(SCJN, 2011h: 35), aclarando que:
En realidad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha construido toda
una teoría sobre la vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones
entre particulares en el ámbito latinoamericano, oscilando entre la adopción de la
doctrina estadounidense de la state action –que intenta identificar una conexión
entre el acto de un particular y la realización de una función pública-, y la
adopción definitiva y sin ambages, de la eficacia directa de los derechos
fundamentales entre particulares. Véanse por todos, los casos Velásquez
Rodríguez contra Honduras (1987), Godínez Cruz contra Honduras (1987),
Paniagua Morales contra Guatemala (1998), Bámaca Velásquez contra
Guatemala (2000), Comunidad de Paz de San José Apartadó contra Colombia
(2002) y Juan Humberto Sánchez contra Honduras (2003) (SCJN, 2011h: 34).
También cabe puntualizar que de esta ejecutoria, derivó la tesis aislada 1a. CLII/2011,
de la Primera Sala de la SCJN, Novena Época; del rubro: “REVISIÓN EN AMPARO
DIRECTO. RESULTA LA VÍA ADECUADA PARA QUE LA SUPREMA CORTE
DE JUSTICIA DE LA NACIÓN CONOZCA DE AQUÉLLAS SENTENCIAS DE LOS
TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO QUE NO REPAREN UNA
VIOLACIÓN
DE
DERECHOS
FUNDAMENTALES
COMETIDA
POR
UN
PARTICULAR.” (SCJN, 2011g: 230).
Por otra parte, y por la relevancia de los precedentes que conformaron la Jurisprudencia
por reiteración 1a./J. 15/2012, del rubro “DERECHOS FUNDAMENTALES. SU
VIGENCIA EN LAS RELACIONES ENTRE PARTICULARES.” (SCJN, 2012b:
798); a continuación se presenta una breve reseña de los restantes cuatro.
En la sentencia dictada el 23 de noviembre de 2011, en el amparo directo 28/2010, la
Primera Sala, estableció los lineamientos para la solución de los problemas que versan
sobre conflictos de derechos fundamentales entre particulares, además, analizó el
37
sistema de protección dual, es decir, analizar cada situación dependiendo del sujeto que
solicita que se garanticen de sus derechos fundamentales, lo anterior, dado que en la
ejecutoria de mérito en esencia ponderó dos derechos fundamentales en las relaciones
que se surgen entre los particulares –a saber, el derecho a la libertad de expresión en
conflictos entre medios de comunicación y el derecho al honor de los mismos-; derivado
de un juicio civil en el cual Demos, Desarrollo de Medios S.A. de C.V. (a la que
pertenece el periódico La Jornada), demandó a Editorial Vuelta, S.A. de C.V. (a la que
pertenece Letras Libres) y a un periodista, por el daño moral que en su opinión le había
causado la publicación de la columna “Cómplices del terror.”
La Sala resolvió negar el amparo solicitado, en virtud de que las opiniones contenidas en
la citada columna se encuentran protegidas por el ejercicio de la libertad de expresión, el
cual debe prevalecer ante el derecho al honor de la quejosa. La ejecutoria de este asunto,
originó la tesis aislada 1a. XVIII/2011, de la Primera Sala de la SCJN; de rubro:
“AMPARO DIRECTO. RESULTA LA VÍA ADECUADA PARA QUE LOS
TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO CONOZCAN DE AQUELLAS
SENTENCIAS DE LOS TRIBUNALES ORDINARIOS QUE DESCONOZCAN UNA
VIOLACIÓN
DE
DERECHOS
FUNDAMENTALES
COMETIDA
POR
UN
PARTICULAR.” (SCJN, 2012c: 2685).
Otro de los precedentes importantes, lo constituye la Solicitud de Ejercicio de la
Facultad de Atracción (SEFA) 261/2011, en la que la Primera Sala de la SCJN, en
resolución de 22 de febrero de 2012, determinó que sí era procedente ejercer dicha
facultad, porque con ello se avanzaba en la creación de una doctrina constitucional
relativa a la horizontalidad de los derechos fundamentales y en la conformación de una
sólida doctrina constitucional en materia de libertad de expresión y derecho al honor, en
razón de que el tema central del asunto sería determinar si el hecho de emitir
información sobre una persona acusada de cometer un delito, vulnera su derecho al
honor.
Luego, en la sentencia pronunciada el 13 de junio de 2012, por la propia Sala, en el
amparo directo en revisión 2934/2011, resolvió que el acceso a una cuenta de correo
38
electrónico ofrecida como prueba por el titular de la misma, no se consideraba ilegal,
pues el propio titular dio su consentimiento para acceder a ella. Por consiguiente, su
recepción en juicio no transgrede el derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones
privadas. Dicha determinación tiene como antecedente un juicio civil en el que la
demandada propuso como prueba una fe de hechos practicada respecto de correos
electrónicos dirigidos a ésta; así como la inspección judicial en la cuenta personal de
correo electrónico del administrador único de la misma.
Finalmente, en la sentencia dictada, también por la Primera Sala, el 4 de julio de 2012,
en el juicio de amparo directo 8/2012, que se originó de un juicio civil, deducido con
motivo de una acción por daño moral, que se sustenta en la publicación en medios de
comunicación impresos de algunas notas periodísticas y caricaturas de un funcionario
público y sus familiares, que actuaron como intermediarios en múltiples contratos y
licitaciones celebradas por PEMEX, y distintas empresas privadas, en dichas notas se
trataba de evidenciar el tráfico de influencias que se daba en las contrataciones de dicha
paraestatal, la Sala determinó que los actores tienen el carácter de personas (privadas)
con proyección pública y que los medios de comunicación se constituyen como personas
públicas, de tal suerte que la información difundida e impugnada, de la autoría de los
codemandados en el juicio de origen, se considera de relevancia pública y por ende
amparada constitucionalmente, y por ello resolvió negar el amparo solicitado.
En este sentido, a través de decisiones judiciales adoptadas por el más alto Tribunal del
país, particularmente en la jurisprudencia 1ª./J. 15/2012 de la Primera Sala de la SCJN
en nuestro sistema judicial se adoptó la teoría de la eficacia horizontal de los derechos
humanos, lo cual constituye un avance al problema de protección de estos derechos entre
particulares, sobre todo si se toma en cuenta la incertidumbre jurídica que imperó en el
siglo pasado al momento en que un órgano jurisdiccional, ya sea ordinario o
constitucional, se ocupaba del examen de las violaciones de derechos humanos entre
particulares.
Sin embargo, pese al precedente sentado en la jurisprudencia de mérito, dicho criterio
resulta insuficiente para hacer frente al cúmulo de violaciones que en esta materia se
39
presentan, por una parte porque la jurisdicción ordinaria a quien le reviste el modelo
directo e inmediato en la incidencia de los derechos fundamentales en las relaciones
entre particulares, se encuentran en proceso de desarrollo y el marco operativo de
protección y garantía de los derechos humanos violados en sede privada, y sus
resoluciones no tienen carácter terminal en los respectivos conflictos; y por la otra, el
juicio de amparo directo y el indirecto conocen de forma mediata e indirecta, de este tipo
de infracciones, precisamente a través de la mediación del estado o de la decisión
judicial que realice la propia jurisdicción ordinaria.
Si bien es cierto que al resolverse el juicio de amparo directo no se juzga respecto de
posibles violaciones a los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares,
sino sobre la correcta o incorrecta aplicación del derecho fundamental al caso concreto
llevada a cabo por el Tribunal del fuero común, en algunos casos, materialmente se
resuelve una violación proveniente de una relación entre particulares; con la aclaración
de que aun cuando se analicen violaciones cometidas por particulares, no se reconoce de
manera abierta a los derechos fundamentales como derechos subjetivos en las relaciones
inter privatos, al menos en el juicio de amparo directo.
En efecto, el juicio de amparo directo como medio de control constitucional, resuelve de
manera mediata e indirecta estas afectaciones, pues para el trámite de este juicio y su
posterior resolución se requiere que previamente se haya ventilado un juicio ante la
jurisdicción ordinaria, en el que la litis haya incidido en la vulneración de derechos de
esta índole entre particulares, o bien, que en el trámite del respectivo juicio, aparezca de
manera sobrevenida esta vulneración. En este último aspecto, nuestro sistema se
identifica con la teoría de la mediación judicial, o instrumentalización alemana, ya que
se requiere necesariamente de la existencia de una sentencia definitiva, laudo o
resolución que ponga fin al juicio pronunciada por un órgano jurisdiccional ordinario,
para estar en condiciones de analizar este tópico.
Por otra parte, conforme al nuevo paradigma constitucional en materia de derechos
humanos la obligación de resolver los conflictos que versen sobre vulneraciones a los
derechos humanos inter privatos reside de primera mano en la jurisdicción ordinaria, lo
40
cual se confirma con el contenido de las siguientes tesis aisladas del Pleno de la SCJN
de rubros: “PARÁMETRO PARA EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EX
OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.” (SCJN, 2011d: 551);
“CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN UN MODELO DE
CONTROL
DIFUSO
DE
CONSTITUCIONALIDAD.”
(SCJN,
2011e:
535);
“SISTEMA DE CONTROL CONSTITUCIONAL EN EL ORDEN JURÍDICO
MEXICANO.” (SCJN, 2011b: 557); y “CONTROL DIFUSO.” (SCJN, 2011a: 549); sin
embargo, como ya se mencionó, las decisiones sobre esta materia, pronunciadas por la
potestad común no tiene el carácter de terminales, pues sería la sentencia que se dicte en
el juicio de amparo directo la que resolvería en definitiva estos conflictos, si llegaren a
resolver el fondo.
Finalmente, cabe aclarar que en relación a los criterios de rubros: “AMPARO
DIRECTO. RESULTA LA VÍA ADECUADA PARA QUE LOS TRIBUNALES
COLEGIADOS DE CIRCUITO CONOZCAN DE AQUELLAS SENTENCIAS DE
LOS TRIBUNALES ORDINARIOS QUE DESCONOZCAN UNA VIOLACIÓN DE
DERECHOS FUNDAMENTALES COMETIDA POR UN PARTICULAR.” (SCJN,
2012c: 2685) y “REVISIÓN EN AMPARO DIRECTO. RESULTA LA VÍA
ADECUADA PARA QUE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
CONOZCA DE AQUÉLLAS SENTENCIAS DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS
DE CIRCUITO QUE NO REPAREN UNA VIOLACIÓN DE DERECHOS
FUNDAMENTALES COMETIDA POR UN PARTICULAR.” (SCJN, 2011g: 230);
que se citan en este apartado -los cuales en términos generales indican que el juicio de
amparo directo es la vía adecuada para que los tribunales del Poder Judicial de la
Federación resuelvan la problemática derivada de la violación de derechos
fundamentales entre particulares- los comparto parcialmente, en razón de que no sólo el
juicio de amparo directo es la vía adecuada para hacer frente a las violaciones de
derechos humanos que ocurren en el seno de las relaciones entre privados, ya que puede
darse el caso de que con motivo de un juicio tramitado ante el juez ordinario, se cometan
violaciones al procedimiento que confirmen la vulneración de derechos humanos entre
41
particulares, o bien, que se trate de actos en el juicio, antes o después de concluido, que
tengan una ejecución que sea de imposible reparación, lo que haría procedente el juicio
de amparo indirecto en términos del artículo 107, fracciones IV y V, de la Ley de
Amparo; tal y como se observa en la ejecutoria del amparo indirecto en revisión 2/2000,
de la Segunda Sala de la SCJN; por lo que también es factible hacer frente a estas
violaciones a través del juicio de amparo indirecto de forma mediata, toda vez que se
requiere la intervención del Estado para que el Poder Judicial de la Federación, en su
carácter de órgano de control concentrado de constitucionalidad/convencionalidad, se
ocupe de tales infracciones.
De acuerdo con el marco conceptual y jurisprudencial expuesto en este capítulo,
considero que la teoría que debe adoptarse en nuestro sistema jurídico, es la de la
eficacia horizontal de incidencia inmediata de los derechos humanos.
Conviene indicar que, los modelos de incidencia de los derechos humanos que se
presentan en determinado sistema jurídico y que la doctrina ha calificado y diferenciado
como directos e inmediatos y mediatos e indirectos, desde luego, no son perfectamente
puros, y por tanto, dichos modelos pueden coexistir para “obtener los elementos que
permitan una eficaz incidencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre
particulares” (Mijangos, 2004: 16).
La implementación de la eficacia horizontal de la incidencia inmediata, se puede lograr
en los términos que propone el Magistrado Miguel Ángel Alvarado Servín, en su ensayo
“La Supremacía de los Derechos Humanos en el Sistema Jurídico Mexicano; La
Drittwirkung Der Grundrechte en México. (Segunda parte)”, a través de la reforma al
artículo primero constitucional, en el sentido de vincular a los particulares a la Ley
Fundamental, que es similar a lo estipulado en los sistemas constitucionales Español y
Colombiano, ya que las respectivas cartas magnas reconocen la cualidad subjetiva de
que los derechos humanos son oponibles en forma directa tanto a los órganos del poder
público como a los particulares.
Con este enfoque inmediato del efecto horizontal de los derechos humanos, por tener
rango constitucional, se eliminarían las complicaciones que surgen de las
42
interpretaciones constitucionales sobre la vigencia de los derechos humanos en las
relaciones entre particulares, o lo que es lo mismo, se diluirían las voces que sólo
aceptan la teoría clásica de los derechos fundamentales, pues desde el momento en que a
nivel constitucional se vincula no sólo a los poderes estatales, sino también a los
particulares al respeto de las normas de los derechos fundamentales, termina la discusión
en torno al tema de si es posible o no aceptar en determinado sistema normativo la teoría
de la eficacia horizontal de los derechos humanos.
Ahora bien, también se debe advertir que en el sistema mexicano implícitamente se
reconoce la eficacia directa e inmediata de los derechos fundamentales ante violaciones
provenientes de relaciones entre particulares, precisamente a partir de los criterios
emitidos por la SCJN respecto del control difuso de constitucionalidad y
convencionalidad, así como del control ex officio, aunado al hecho de que el reformado
artículo 1º constitucional en su tercer párrafo constriñe a todas las autoridades, en el
ámbito de sus competencias a promover, respetar, proteger y garantizar los Derechos
Humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad, por lo que el Estado deberá prevenir, investigar,
sancionar y reparar las violaciones a los Derechos Humanos, en los términos que
establezca la ley; de ahí que la eficacia directa e inmediata de los derechos
fundamentales en las relaciones entre particulares actualmente se consagra en el ámbito
de la jurisdicción ordinaria, lo que desde luego representa un cambio en el paradigma
nacional (Alvarado, 2014).
Así, ante la obligación que tienen los jueces de la jurisdicción ordinaria de proteger,
garantizar, respetar y promover los derechos humanos de los particulares que concurran
en esos procedimientos, así como de ejercer el control difuso ex officio de la
constitucionalidad/convencionalidad en materia de Derechos Humanos en los
procedimientos que se ventilen ante ellos, es que las relaciones entre particulares
violatorias de derechos fundamentales también se pueden dirimir en forma más depurada
a través del juicio de amparo directo en el que se reclame la sentencia definitiva o
resolución que haya puesto fin al juicio, ya que los Tribunales del fuero común tienen en
43
principio la obligación de atender la dimensión objetiva de los derechos fundamentales
al emitir su sentencia -control ex officio-, permeando de esta manera en todo el sistema
jurídico el derecho fundamental de que se trate, haciendo que cobre vida en las
relaciones entre particulares (Alvarado, 2014).
En este sentido, es evidente que el juicio de amparo mexicano es un mecanismo procesal
mediato e indirecto, que requiere de la mediación del Estado, en este caso de la
intervención de la jurisdicción ordinaria, para acceder a la esfera jurídica privada a partir
del acto reclamado a una autoridad jurisdiccional, pues así lo informan los criterios de la
Primera Sala de la SCJN, sobre el tema de la vigencia de los derechos fundamentales en
las relaciones entre particulares y también las reglas procesales referidas tanto en los
artículos 1º, 103 y 107 Constitucionales, como diversos numerales de la nueva Ley de
Amparo.
Por otra parte, conviene aclarar que como en el caso específico se sostiene que algunos
particulares dentro de un régimen Condominal violentan los derechos fundamentales de
otros particulares, y que el origen de estas infracciones deriva en gran medida de las
desigualdades que se presentan entre las partes y que se ven reflejadas en el contenido de
las cláusulas estipuladas en contratos y convenios celebrados en sede privada; en los que
se advierte que subyacen relaciones asimétricas de poder por razones de predominio
económico de una de las partes, así como como el ejercicio no limitado del principio de
autonomía de la voluntad; se considera que la teoría de la eficacia horizontal de los
derechos humanos sirve de punto de partida para solucionar la problemática expuesta, en
tanto que ayuda a identificar cuándo un particular ha violentando un derecho humano de
otro particular, así como para reparar y restituir el derecho vulnerado cuando los órganos
del Estado resuelven asuntos sometidos a su jurisdicción y dirimen la controversia
planteada; de tal suerte que, la teoría materia de análisis permite también discernir a
través de una postura realista, qué medios jurídicos existentes en nuestro sistema, de
carácter sustantivo y adjetivo, inmediatos o mediatos, son idóneos y eficaces para
prevenir y reparar este tipo de violaciones, y ante la insuficiencia de éstos, hacer
propuestas con las que se resuelva la problemática del caso planteado.
44
CAPÍTULO II
EL PRINCIPIO DE IGUALDAD Y LA EFICACIA HORIZONTAL DE LOS
DERECHOS HUMANOS EN EL ÁMBITO DE LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA.
1) La eficacia horizontal de los derechos humanos como cumplimiento del derecho
a la igualdad.
El reconocimiento pleno que se haga en nuestro sistema jurídico de la teoría de la
eficacia horizontal de los derechos humanos (sobre todo desde la perspectiva de
protección), que implicaría judicializar de manera directa e inmediata, las violaciones de
derechos fundamentales cometidas por particulares, en mi opinión, contribuiría
enormemente en hacer realidad el derecho a la igualdad, porque con tal racionalidad
procesal, se daría respuesta de manera eficiente y efectiva a la obligación constitucional
y convencional de combatir la desigualdad real que se presenta en relaciones jurídicas
entre non state actors (Vázquez, 2013), por medio de la función jurisdiccional, y
remediar en el caso concreto, situaciones asimétricas de poder.
En el capítulo primero, se plantearon los hechos de un caso real, en el que se pueden
identificar la lesión de los siguientes derechos fundamentales: de igualdad al celebrarse
contratos entre particulares, de libertad de asociación o reunión con fines lícitos en
conexión con el principio de igualdad, el de acceso a la información que se encuentra en
poder de particulares y el de propiedad privada; en los que el agente transgresor de
dichos derechos es un particular.
En efecto, del examen de los hechos destacados, se puede constatar la vulneración al
derecho a la igualdad de los compradores de lotes (condóminos), frente a la empresa
vendedora, que deriva de los propios esquemas de celebración del contrato privado de
promesa de compraventa, de la formalización en escritura pública de esa compraventa,
así como de la adhesión forzosa al reglamento condominal, al igual que sus
modificaciones y adiciones, a través de los acuerdos de las asambleas respectivas, por lo
siguiente:
45
- En tales documentos se establecen cláusulas o disposiciones en las que se aprovecha de
la situación de ventaja en la que se encuentra la empresa vendedora, en las que se abusa
de figuras jurídicas como la cláusula penal a favor de ésta, para el caso de
incumplimiento del comprador, sin que existan disposiciones similares o análogas en el
supuesto de que sea la parte vendedora la que incumpla sus obligaciones; igualmente, en
caso de que un condómino se atrase en el pago de cuotas de mantenimiento y
administración, se establece un interés moratorio de tres por ciento mensual, equivalente
al treinta y seis por ciento anual, el cual es muy superior al interés legal que rige al tipo
de convenciones de carácter civil, ya que éste corresponde al nueve por ciento anual, lo
que desde luego afecta el patrimonio del eventual deudor. Además, con tales
disposiciones, se desnaturaliza la relación meramente civil que debe existir entre los
condóminos y se le da un tratamiento mercantil, al procurar obtener un interés
injustificado mediante el cobro desmedido de cuotas e intereses y la limitación de los
derechos de los condóminos en la participación de las Asambleas Generales a que estén
al corriente en el pago de las mismas, lo que es indebido, pues tales derechos se originan
con el simple hecho de haber adquirido un inmueble sujeto a este régimen.
- La limitación referida en el párrafo que precede, impide a los condóminos participar
libremente en las asambleas respectivas; además de que los imposibilita a acceder a los
trámites que realiza el comité arquitectónico, como son las autorizaciones de proyectos
de construcción o remodelación de obras dentro del condominio, esto es, coarta
injustificadamente la libertad del propietario de un inmueble a realizar las
modificaciones que mejor le parezcan de acuerdo con la normativa de construcción,
siendo que en el caso esa libertad queda supeditada a una previa autorización por parte
del referido comité, la cual no se puede obtener en caso de tener un adeudo en el pago de
las cuotas, lo que resulta innecesario, pues ya se encuentra previsto por la ley y el
reglamento respectivos, un mecanismo legal para el cobro de cuotas atrasadas, conforme
al cual, el adeudo de tales cuotas constituye título ejecutivo que puede hacerse efectivo
mediante el ejercicio de la acción civil respectiva ante los tribunales competentes, acción
46
que de resultar procedente conlleva al embargo de bienes del deudor y su eventual
remate para el pago de las mismas.
Por tales motivos, la titularidad de los derechos que son connaturales al condómino, tales
como participar e intervenir, aunque sea sólo con el uso de voz, en las reuniones
deliberativas de la Asamblea General de condóminos, no debe condicionarse al pago de
las cuotas respectivas, ya que de ser así, se nulificarían los derechos esenciales o
consustanciales de los condóminos, y se entronizarían conceptos económicos en
relaciones humanas que tienen como base fundamental la convivencia armónica y
pacífica de familias que habitan el condominio, en las que no debería tener cabida la
especulación económica.
Por lo que respecta, al derecho a la libertad de asociación o reunión con fines lícitos
en conexión con el principio de igualdad, se estima que estos derechos humanos
fueron transgredidos, desde el justo momento en que el administrador y los integrantes
del comité de vigilancia, al interpretar los artículos 43 y 441 del respectivo Reglamento
Condominal, denegaron el acceso a la Asamblea General Ordinaria de Condóminos, a
varios propietarios que no se encontraban al corriente en el pago de sus cuotas; lo
anterior, toda vez que de la interpretación interrelacionada de esos numerales, no se
sigue que la falta de pago de las cuotas, impida a los condóminos morosos a participar
en ellas, ya que por lo menos deben tener derecho a intervenir con voz, en las
deliberaciones de la Asamblea respectiva, es decir, se debía respetar el derecho de los
condóminos de acceder libremente a la referida Asamblea, por un lado, para escuchar lo
“Artículo 43.- Se consideran condóminos para efecto de votación en las asambleas
aquellos que previamente al acto hayan entregado al administrador o a quienes hayan
lanzado la convocatoria copia de su escritura de adquisición, o constancia de cualquier
otra especie que acredite el correspondiente derecho de dominio o de fideicomisario,
pero en ningún caso podrán votar los condóminos que tengan pendiente el pago de
cuotas a su cargo para la constitución del fondo de mantenimiento y administración, o el
fondo de reserva, o cualquier otro adeudo relacionado con los bienes comunes o con la
aplicación de este reglamento.”
“Artículo 44.- El quórum para asamblea se formará exclusivamente con los condóminos
que estén al corriente con el pago de sus cuotas.”
1
47
que se discutiría en ella, y por otro, para expresar sus opiniones, aun cuando por
cuestiones de falta de pago de las cuotas no pudieran votar en las decisiones finales,
pues al considerarlo en la manera en que fue interpretado el reglamento interno, se dio
un trato desigual a los condóminos que no se encuentran al corriente en el pago de sus
cuotas, frente aquellos que sí lo están, con lo que se restringió su derecho de reunión
aludido, sin existir una justificación objetiva y razonable.
En efecto, el hecho de que en términos del artículo 44 del reglamento citado, el quórum
para la asamblea se forme exclusivamente con los condóminos que estén al corriente en
el pago de sus cuotas, no riñe con la idea de que los morosos, puedan participar con el
uso de voz en la Asamblea. Esto, pues en principio, el derecho a intervenir se trata de
una facultad connatural y sustancial de cada condómino, y por tanto, indisponible en
pacto alguno entre particulares; además, ese derecho constituye, por sí mismo, una
forma de participación activa que al darse en el seno del órgano supremo del
condominio, esto es, la Asamblea General, permite mediante un ejercicio sano,
constructivo, crítico, democrático y deliberativo, mejorar las condiciones de vida y
organización del Régimen Condominal, pues eventualmente puede servir para denunciar
las irregularidades o deficiencias de los órganos de representación y vigilancia; incluso,
al ejercer su derecho de voz, pudieran convencer a los que se encuentran al corriente en
el pago de cuotas, de tomar las mejores decisiones que convengan a todos los integrantes
del régimen, como podría ser, que se suspenda el pago de cuotas por considerar que no
se destinan a los fines lícitos para las que fueron creadas, o solicitar que se remueva
determinado administrador o a algún integrante de los comités de vigilancia y de
construcción; de ahí que se afirme que el derecho a participación de los condóminos en
las Asambleas respectivas, por lo menos con el uso de voz, es indisponible e
irrenunciable por algún pacto entre particulares, por lo que de existir alguna estipulación
en ese sentido, la cláusula respectiva no debe surtir efecto, o en su caso, se debe tener
por no puesta, ya que es evidente que las decisiones que se toman en las Asambleas
Generales afectan directamente los intereses de los condóminos, por lo que éstos en
general y sin distinción alguna deben estar en condiciones de participar activamente en
48
la toma de decisiones que se dan en el seno del órgano supremo del Condominio, aunque
sólo sea expresando opiniones sobre algún punto de interés.
Asimismo, conviene aclarar que en los artículos 43 y 44 del Reglamento Condominal,
no se advierte necesariamente, la prohibición para que los condóminos morosos puedan
participar, por lo menos con el uso de voz, en las asambleas respectivas, pues una cosa
es el “quórum para la asamblea”, que incide directamente en aspectos relacionados con
la votación, y otra muy distinta es el derecho de cada condómino para acudir a la
asamblea y por lo menos opinar en asuntos que son de su incumbencia, de estar
debidamente informado de los temas que le son comunes y le afectan, de hacer
propuestas, de denunciar irregularidades e incluso convencer a otros condóminos no
morosos en determinados puntos de acuerdo.
Luego, si el pacto condominal se aplica en forma restrictiva, como aconteció en el caso
que se plantea, es directamente violatorio de la Ley del Régimen de Propiedad en
Condominio para el Estado de Sonora, y por consiguiente, lesiona el derecho
fundamental previsto en el artículo 9 constitucional, en la medida que agentes
particulares coartaron a varios condóminos su derecho a reunirse pacífica y libremente
con un objeto lícito en la Asamblea General Ordinaria, pues impidieron el acceso a la
misma a los que no estaban al corriente en el pago de cuotas.
En este sentido, conviene puntualizar que la Ley de Propiedad en Condominio de Bienes
Inmuebles para el Estado de Sonora, contempla un estándar amplio por lo que hace al
derecho de los condóminos para participar en las asambleas correspondientes, pues ante
la falta de disposición expresa que prohíba a los condóminos morosos participar en estas
reuniones, debe estimarse que todos sin exclusión ni distinción, pueden concurrir a las
reuniones de mérito con voz y voto; por lo que en este aspecto, el reglamento se
visualiza atentatorio de los derechos de los condóminos, al restringir desde una
concepción utilitaria o económica, el derecho de éstos para participar con voz y voto en
las asambleas, pues sólo se permite dicha participación si no tienen adeudos en el pago
de sus cuotas; lo que por otra parte revela los intereses económicos que están en juego,
ya que a través del blindaje netamente comercial que tiene el régimen Condominal,
49
subyace la idea de tratar a las asambleas de condóminos, como si fueran asambleas de
accionistas de una sociedad mercantil, cuya regulación se enmarca en el derecho
corporativo y comercial, con la diferencia de que las relaciones jurídicas de los
condóminos se regulan por una legislación netamente civil.
Aunque, no se desconoce que otras legislaciones locales, como la Ley de Propiedad en
Condominio de Inmuebles para el Distrito Federal, en su artículo 34,2 con un estándar
más reducido, restringe parcialmente la participación de los condóminos en las
Asambleas Generales, al establecer un esquema general en el que todos los condóminos
están facultados para intervenir activamente con voz en éstas; empero, limita su derecho
de voto condicionándolos a que estén al corriente en el pago de sus cuotas, restricción
que podría resultar inconstitucional y convecionalmente inválida, pues sin ser materia de
este trabajo, se puede considerar que eventualmente pudiera infringir el principio de
igualdad, ya que sólo en limitados supuestos están en aptitud de votar los condóminos
morosos.
Considero que la anterior distinción, pudiera atentar contra el principio de igualdad que
rige en todas las colectividades modernas, entre ellas las reguladas bajo el régimen de
condominio, ya que las determinaciones tomadas y votadas en la Asamblea General,
involucran y afectan a todo el grupo que conforman este particular régimen de relaciones
y convivencias, por lo que me parece que no se puede restringir o condicionar el derecho
“Artículo 34.- Con excepción de las Asambleas Generales convocadas para modificar
la Escritura Constitutiva, extinguir el Régimen de Propiedad en Condominio o afectar el
dominio del inmueble, se suspenderá a los condóminos o poseedores morosos su
derecho a voto conservando siempre su derecho a voz, en la Asamblea General.
Para efectos de esta Ley son casos de morosos los siguientes:
I. La falta de pago de dos cuotas o más para el fondo de mantenimiento y administración
y el fondo de reserva;
II. La falta de pago de una cuota extraordinaria de acuerdo a los plazos establecidos; y/o
III. Cuando por sentencia judicial o laudo administrativo debidamente ejecutoriado, se
haya condenado al pago de daños a favor del condominio y éste no haya sido cubierto.
En estos supuestos no serán considerados para el quórum de instalación de la Asamblea
General, estando impedidos para ser electos como Administrador Condómino, o como
miembros del Comité de Vigilancia.”
2
50
al voto, al supuesto de que éstos se encuentren al corriente en el pago de cuotas, pues
precisamente existen medios legales para hacer efectivo el cobro de dichos adeudos,
como es el juicio ejecutivo civil.
Ahora, por lo que respecta a la posible violación del derecho de acceso a la
información que obra en poder de particulares, cabe precisar que este derecho
fundamental continúa vulnerándose, porque hasta el momento, una parte considerable de
condóminos desconocen el contenido real de las diversas actas de Asamblea de
Condóminos, ya que el Administrador no ha entregado copias de las mismas a cada
condómino, además de que aquél tampoco ha hecho puntual entrega de los estados de
cuenta mensuales denominados “de gasto y consolidado”, pese a que es su obligación
cumplir con dichos deberes, en términos de los artículos 31 y 46 inciso l) 3 relativos del
reglamento del condominio.
Máxime, que la información contenida en los documentos de mérito reviste para los
condóminos interés particular, pues su conocimiento les permite no sólo estar enterados
de la situación del régimen, sino también, ejercer plenamente sus derechos como
condóminos y cumplir con sus obligaciones, de la manera establecida en éstos, lo que
puede incidir, por ejemplo: en el disfrute de ciertos bienes y servicios, en la facultad de
exigir rendición de cuentas, en la posibilidad de denunciar irregularidades atribuibles a
los órganos de representación y vigilancia del condominio, etc., pues precisamente el
acceso a esta información, y su consiguiente conocimiento, constituye un derecho
connatural mínimo de los condóminos, que les permite el disfrute y ejercicio de otros
derechos.
“Artículo 31.- El libro de actas de asamblea se mantendrá siempre para consulta a
disposición de los condóminos y de los acreedores registrales de éstos. Además, el
administrador remitirá a cada condómino una copia de las actas correspondientes
inmediatamente después de que queden asentadas en dicho libro.”
“Artículo 46.- Corresponderá al administrador:”
“(…)”
“l).- Entregar mensualmente a cada condómino un estado de cuenta que muestre una
relación pormenorizada del gasto efectuado durante el mes anterior con cargo al fondo
de mantenimiento y administración y un estado consolidado que muestre los montos y
especificación de las cuentas pendientes de cubrirse.”
3
51
Por tanto, en el caso, no se advierte justificación legal alguna que permita que los
órganos de representación se conduzcan con opacidad en los aspectos reseñados;
mayormente si se considera que se trata de información que naturalmente debe ser del
dominio de cada condómino; porque existe disposición expresa al respecto que obliga al
órgano de administración a proporcionarla a éstos, y además, se trata de información que
por darse en el seno del Régimen Condominal, al pretender regular las relaciones
jurídicas que se dan entre los condóminos, o bien entre éstos y sus órganos de
representación, vigilancia, y construcción, necesariamente pertenecen a la esfera del
conocimiento de cada uno de ellos, por lo que en este caso, no existe la remota
posibilidad de alegar que la causa de la opacidad, o de restricción de la información
correspondiente deviene del diverso ejercicio del derecho a la intimidad o a la vida
privada de otros condóminos, o de las personas que representan a los órganos de este
régimen, pues se trata de información generada hacia el interior del mismo y por tanto,
de interés para cada uno de los sujetos que lo conforman, en virtud de lo cual es claro
que esta información, al involucrar de forma necesaria a los condóminos, debe ser
conocida por ellos; además de que no se está en el supuesto de que terceros o personas
ajenas al condominio soliciten información sobre ese régimen, hipótesis en la que sería
factible, desde luego oponer el respeto al derecho a la intimidad y a la vida privada de
los condóminos.
Finalmente, por lo que respecta al derecho humano a la propiedad privada, considero
que se violó en diversos momentos del presente caso; pues en principio, al concertar con
la empresa vendedora el precio del inmueble y la forma de pago, por un lado en el
contrato de compraventa relativo se estableció para el caso de cancelación del mismo
por incumplimiento del comprador respecto al pago en el tiempo acordado, la aplicación
de una pena en su contra equivalente al veinticinco por ciento del precio total de la
compraventa definitiva, más los gastos que se hubieren erogado con el contrato, en el
entendido de que de existir algún saldo a reembolsar al comprador con motivo de esta
cancelación, se devolverían sin el pago de interés alguno, previo descuento de las penas
correspondientes, así como los intereses que fuesen aplicables.
52
Diversa situación se presentó en el mismo contrato, pues en la cláusula relativa se
determinó la modalidad de compraventa a plazos, en la que el comprador suscribe el
número equivalente de pagarés que correspondan al pago de las mensualidades
acordadas, y en dichos títulos de crédito, se fijó unilateralmente el pago de un interés
moratorio mensual a razón del siete por ciento, lo que se contrapone con la diversa
cláusula en la que se estipula que la falta de cumplimiento en el pago oportuno de la
cantidad señalada para cada parcialidad, causaría un interés moratorio del cinco por
ciento mensual sobre el pago vencido y ocasionaría la rescisión automática del contrato.
Otro supuesto ocurrió cuando al establecer como cláusula la terminación del contrato a
favor del vendedor (con la consiguiente aplicación de la cláusula penal sobre el
veinticinco por ciento del precio total de la compraventa), en el caso de que el
comprador no firme la escritura definitiva en un plazo máximo de diez días hábiles
posteriores contados a partir del momento en que el vendedor le informe que se
encuentra listo el proyecto de escritura correspondiente.
El tercer supuesto que se verifica la vulneración del derecho humano a la propiedad
privada, se materializa con el reglamento condominal y los acuerdos de la asamblea
general ordinaria de condóminos, en las que dispuso que si un condómino se atrasara en
el pago de cuotas de mantenimiento y administración, pagará un interés moratorio de
tres por ciento mensual, equivalente al treinta y seis por ciento anual, el cual es superior
al interés legal que rige a ese tipo de convenciones de carácter civil, que corresponde al
nueve por ciento anual.
Con tales disposiciones, se desnaturaliza la relación meramente civil que debe existir
entre los condóminos y se le da un tratamiento mercantil, al procurar una ganancia
injustificada, mediante el cobro desmedido de cuotas.
Por tanto, si el artículo 21. 3 de la CADH, que prevé el Derecho Humano a la Propiedad
Privada, señala que tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del hombre
por el hombre, deben ser prohibidas por la ley; y atendiendo a que México, ratificó el
contenido de dicho pacto, en términos de lo dispuesto en el artículo 1º constitucional, las
cláusulas y estipulaciones convenidas en el contrato de compraventa, en los títulos de
53
crédito y en el propio reglamento de régimen condominal, pueden considerarse como
ventajosas, contrarias al derecho humano a la propiedad privada, pues de las respectivas
convenciones inter privatos se observa que una de las partes obtendría en provecho
propio y de modo abusivo sobre la propiedad de otro, una ganancia, o interés excesivo, y
por mucho mayor al que corresponde a esta clase de convenciones.
En este escenario, en el que se observa la vulneración de por lo menos cuatro derechos
fundamentales, considero que la idea de igualdad en sus dos dimensiones, como
principio y como derecho, cumple un papel protagónico y central, por los efectos que
irradia en el goce efectivo de los derechos humanos.
En efecto, la igualdad como principio, fundamenta y da sentido a todo el andamiaje
jurídico de origen nacional e internacional y a los actos que derivan de él. Como derecho,
la igualdad constituye una herramienta subjetiva para acceder a la justicia; es decir,
otorga titularidad a las personas para reclamar, por diversas vías, la realización efectiva
de la igualdad en el ejercicio del resto de los derechos. Como principio y como derecho,
la igualdad implica una obligación a cargo del Estado, derivada de un mandato
constitucional y convencional que condiciona y sustenta todo su quehacer (SCJN, 2013a).
Respecto al principio de igualdad, la Opinión Consultiva 18/2003 de la Corte IDH,
solicitada por México, señala que tiene carácter de jus cogens, por lo que no admite
acuerdo en contrario; ningún acto jurídico que entre en conflicto con dicho principio
fundamental puede ser admitido; es aplicable a todo Estado, independientemente de que
sea parte o no en determinado tratado internacional, implica que el Estado, ya sea a nivel
Internacional o en su ordenamiento interno, y por actos de cualquiera de sus poderes o de
terceros que actúen bajo su tolerancia, aquiescencia o negligencia, no puede contrariar el
principio de igualdad y no discriminación; y genera efectos inclusive entre particulares
(SCJN, 2013a).
De lo anterior, se sigue, que cualquier norma jurídica nacional, de carácter general o
individualizada, entre las que se encuentran los contratos y convenios de naturaleza
civil, celebrados entre particulares, también deben respetar la materialización del
54
principio de igualdad, por ser norma de jus cogens, que al permear en todo el
ordenamiento jurídico nacional, necesariamente impregna a los pactos privados.
Consecuentemente, se observa que el principio de igualdad tiene una dimensión bastante
amplia, que permite cuestionar, actualmente, si los derechos humanos de corte civil,
como los que se encuentran en juego en una contratación privada, satisfacen o no el
principio de igualdad real, no sólo al amparo de las cláusulas de los pactos respectivos,
sino atendiendo al contexto global en el que se dio la contratación, de tal suerte que el
principio de igualdad formal, que se ha entronizado en las relaciones contractuales
privadas, no impide advertir o apreciar, asimetrías de poder y desequilibrios que pueden
presentarse, no sólo en agravio de grupos en desventaja social, económica y cultural
(desigualdad estructural), sino también en perjuicio de sujetos de derecho que no
necesariamente pertenecen a estos grupos, y cuya afectación, normalmente, deriva de la
imposición de términos y condiciones en convenios o contratos, que afectan derechos
indisponibles; además de que estas asimetrías contractuales, eventualmente, generan el
enriquecimiento desproporcional de unos y la disminución patrimonial de otros, así
como la imposibilidad formal de ejercer derechos por existir un pacto expreso al
respecto, lo que pudiera tener ciertos visos de legalidad, empero, la realidad es que se
abusa del principio de libertad contractual, con un claro propósito de aprovechamiento
económico.
Además de que es nula la posibilidad de que la parte a la que se le imponen términos y
condiciones en la contratación privada pueda modificarlas, pues la simple pretensión de
hacerlo, conlleva a que la contraparte se niegue a celebrar el pacto privado respectivo,
por lo que la parte débil en la contratación, no tiene ninguna opción y debe aceptar los
términos de la contratación impuesta, pues de otro modo no tendría acceso al bien
deseado.
Asimismo, se advierte que en el escenario del caso planteado, es inexistente la
intervención del Estado de Sonora para salvaguardar de manera directa los derechos
humanos de los condóminos afectados, quizás porque la propia Ley no le confiere
participación en las relaciones que se dan al interior de un régimen condominal, y sobre
55
todo porque parece que el Estado atiende el principio de legalidad, que consiste en que
la autoridad sólo puede hacer aquello que la ley le permite, razón por la cual no
despliega actuación alguna en el ámbito de las relaciones internas entre estos
particulares; lo que eventualmente pudiera pugnar con el actual paradigma
constitucional en materia de derechos humanos, previsto en el artículo 1º, párrafo
tercero, constitucional, en cuanto a que todas las autoridades, en el ámbito de sus
competencias tienen la obligación de respetar, promover, proteger y garantizar los
derechos humanos, incluso si la violaciones se dan entre particulares al interior de un
régimen condominal.
No obstante, todo indica que la intervención del poder público en el Estado de Sonora,
en materia Condominal, se condiciona a la excitativa de justicia por parte de los
condóminos, esto es, de que los particulares afectados por la actuación de otros
particulares, deben necesariamente accionar la maquinaria judicial estatal, en defensa de
sus derechos humanos y con la pretensión de lograr restablecerlos.
En este orden de ideas, a continuación se analizan dos temas (autonomía de la voluntad
y las relaciones asimétricas de poder inter privatos o non state actors) que frente al
principio de igualdad, presentan tensiones y conflictos, al momento de proponer
soluciones a la problemática que entraña la vigencia de los derechos humanos en las
relaciones entre particulares, desde la óptica del derecho privado y especialmente en
normas jurídicas individualizadas, como son los convenios, acuerdos y contratos
celebrados entre particulares, que son parte del objeto de esta investigación.
1.1
Autonomía de la voluntad.
Para emprender el análisis de este principio, conviene escrudiñar en el modelo o
paradigma de regulación jurídica denominado derecho privado clásico, que
históricamente se caracteriza por abstraer los rasgos más sobresalientes de la
codificación civil continental europea, y del restablecimiento de la doctrina contractual
clásica del derecho anglosajón, en los siglos XVIII y XIX.
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En términos jurídicos se atribuyen a este modelo de regulación, los siguientes
presupuestos: a) La construcción de sujetos de derecho individuales; b) La equivalencia
de los sujetos de derecho, expresada en nociones tales como la igualdad formal ante la
ley y la igualdad de las partes contratantes; c) La consagración del principio de
autonomía de la voluntad, y del contrato como mecanismo válido para intercambiar
bienes y servicios; en un escalón similar, el establecimiento de factores personales y
subjetivos de asignación de responsabilidad civil, tales como el dolo y la culpa; d) La
limitación de las funciones del Estado a la creación de reglas generales y abstractas
(legislación), protección de bienes jurídicos individuales y de las condiciones
institucionales de equilibrio económico (seguridad, defensa) y al restablecimiento del
equilibrio económico ante la producción ilícita de daño o el incumplimiento de lo pactado
contractualmente (justicia civil) y, en los casos de afectaciones más graves, la imposición
de sanciones penales (justicia penal); y e) El diseño de acciones procesales individuales, en
las que la medida de la legitimación es la afectación individual de derechos (Abramovich y
Courtis, 2002).
Este modelo, permite observar cómo se verifica la construcción de los llamados
derechos civiles o derechos de libertad o de autonomía, de tal suerte que la elaboración
técnica de las posiciones jurídicas individuales tradicionalmente denominadas derechos
civiles responde a la necesidad de configurar jurídicamente un espacio autónomo de
actuación, en el que la interferencia estatal en las decisiones adoptadas por los
individuos, sea mínima, ya sea en el ámbito económico, cultural, religioso, político, en el
desarrollo de la personalidad, de relaciones afectivas, de expresión de ideas, arte, ocio, etc.
Bajo este esquema, el valor resaltado es la libertad, ya que la regulación de cualquier área
de interacción humana tiende a poner énfasis en el papel que juega la voluntad individual
en la realización del derecho, y de esta forma, los derechos quedan configurados como
libertades: de aprender y enseñar, de conciencia, de trabajar, religiosa, de expresión,
ambulatoria, de actuación salvo existencia expresa de prohibición (penal, por ejemplo),
de formar una familia (Abramovich y Courtis, 2002).
57
En este modelo el mercado también desempeña un papel central, ya que gran parte de la
construcción jurídica de la noción de derecho subjetivo y de su protección jurisdiccional
giró alrededor del aseguramiento de derechos patrimoniales; y en ese sentido se asigna,
preeminencia al contrato como técnica de distribución e intercambio de bienes
(Abramovich y Courtis, 2002).
En este sentido, el modelo privilegia al principio de la libertad contractual, de la libertad
de las convenciones, denominado por los comentaristas franceses teoría de la autonomía
de la voluntad, que en esencia afirma el culto al individuo y a su voluntad,
reconociéndole el poder de crear a su arbitrio los contratos y las obligaciones que
libremente decida (Bejarano, 2004).
Este principio actualmente subsiste, aunque se afirma, por un sector importante de la
doctrina en nuestro país, que cada vez se encuentra más limitado o neutralizado, debido
a que la libertad de acción del individuo debe quedar restringida por el respeto a los
intereses comunes, por el carácter prioritario de los intereses de la sociedad, de ahí, la
proliferación creciente de leyes imperativas y prohibitivas, que reglamentan o impiden la
concertación de actos o contratos perjudiciales a la comunidad, se trata de normas
básicas que aseguran la convivencia social -o normas de orden público-, que impiden la
lesión de los intereses de la sociedad o la contradicción de sus fines por los actos del
individuo (Bejarano, 2004).
Se sostiene por este sector de la doctrina que las limitaciones que la ley impone a la
voluntad particular en aras del beneficio colectivo son cada día más numerosas, por la
necesidad de preservar el bien general ante el desarrollo de los intereses privados del
individuo, y sobre todo, porque se ha demostrado la inexactitud de los postulados del
individualismo liberal, cuya aplicación, lejos de haber conseguido el equilibrio y
beneficio de la comunidad, produjo un grave desajuste y notable desproporción en las
relaciones humanas, en razón que los seres humanos no son iguales, ni económica, ni
socialmente, ni en inteligencia y voluntad, y al dejar su acción en plena libertad, la
afectación de la parte más débil resulta evidente (Bejarano, 2004).
58
Debido a ello, se afirma que en el derecho moderno existe una creciente intervención del
Estado para limitar el alcance de la libertad de contratar, así como para intervenir en
auxilio de los desvalidos mediante la imposición de reglas prohibitivas e imperativas de
observancia forzosa.
La autonomía de la voluntad quedó así reducida a la libertad de obligarse mediante la
celebración de actos jurídicos cuyo contenido no sea contrario a las normas de interés
público, a las buenas costumbres y a los derechos de terceros, situación que puede
resumirse en la frase “lo que no está prohibido está permitido”.
No obstante, lo anterior, otro sector de la doctrina, sostiene que a partir de los años
ochenta y noventa
del siglo pasado, el constitucionalismo social y democrático, -
defensor y garantista de los derechos humanos-, sufrió los embates de un proceso
deconstituyente, primordialmente por la aparición del nuevo derecho de las
corporaciones, que se regula por una ley mercatoria de carácter supranacional, que de
alguna forma ha pretendido subordinar los derechos humanos, a los derechos
patrimoniales, a las leyes del mercado, de la libre empresa y circulación de bienes y
servicios, por lo que en ese sentido, la aplicación de límites al principio de autonomía de
la voluntad, no resultan tan efectivos, dada la problemática de la economía global, la
cual se desató con motivo de la burbuja financiera en el año dos mil ocho, en tanto que
es en esa tendencia en la que, en el presente, nos encontramos inmersos (Pisarello,
2014). Lo que en palabras de Elena Ponitowska se puede resumir en: “El poder
financiero manda no sólo en México sino en el mundo.” (Tejeda, 2014: 2)
La tendencia de aquellos modelos de regulación jurídica, que al día de hoy pretenden
asegurar o proteger a toda costa los derechos patrimoniales, en detrimento de principios
internacionales de derechos humanos, como el que se contempla en el artículo 21.3 de
la Convención Americana de Derechos Humanos, que prohíbe la explotación del
hombre por el hombre, en mi concepto se encuentra latente y dispersa en reglas legales,
como las previstas en el Código Civil para el Estado de Sonora, que prevén la lesión
como causa de nulidad de los actos jurídicos y la cláusula penal; sobre todo, porque, si
bien la primera figura jurídica (lesión), pretende alcanzar de cierta forma la igualdad real
59
en la celebración de contratos de derecho privado, lo cierto es, que en la práctica resulta
letra muerta, e inútil para desmantelar desigualdades estructurales, en razón de que exige
un enorme estándar de prueba para su actualización; y la cláusula penal, en la
cotidianidad práctica, es empleada por particulares tanto en situación de predominio
económico, como los que carecen de él, así como prestadores de bienes o servicios, en
forma abusiva y desmedida, en los contratos.
La figura de la lesión, se contempla en el artículo 18 del Código mencionado, cuyo texto
dispone:
Cuando alguno, explotando o aprovechándose de la suma ignorancia, notoria
inexperiencia o extrema necesidad de otro, obtenga un lucro excesivo que sea
evidentemente desproporcionado a lo que él por su parte se obliga, el perjudicado
tendrá derecho a obtener la declaración de nulidad del contrato y, de no ser
posible, la reducción equitativa de su obligación. (CCES, 2014: Art. 18).
Esta regla legal, contempla una causa de nulidad de los contratos, denominada lesión
que entraña un vicio en los convenios en general, y se presenta cuando una de las partes
en un contrato concede al otro beneficios que son sumamente superiores al valor de las
prestaciones que recibe, lo que implica que exista una notoria inequivalencia entre lo
que se da y lo que se obtiene, pues no es lógico suponer que, al celebrar un contrato
oneroso, uno de los otorgantes se proponga dar una prestación valiosa y recibir por ella
una retribución raquítica; para la configuración de esta causa de nulidad además se
exige que la desigualdad sea consecuencia de una situación que conlleve una notoria
disparidad económica, social o intelectual en que se encuentre alguna de las partes y que
la mejor dotada de ellas haya abusado de la otra, resultando de ello un trato inicuo,
injusto e inmoral.
La razón de ser de esta regla legal reside en la necesidad de proteger eficazmente a los
débiles de las asechanzas y los abusos de quienes se encuentran en una situación de
predominio, en un país como el nuestro, donde existe una gran desigualdad económica,
social y cultural entre las distintas clases sociales.
Así por ejemplo en la exposición de motivos del Código Civil del Distrito Federal de
1928, los miembros de la comisión redactora declararon respecto de la lesión:
60
Se dio a la clase desvalida o ignorante una protección efectiva, modificándose las
disposiciones inspiradas en los clásicos prejuicios de la igualdad ante la ley y de
que la voluntad de las partes es la suprema ley de los contratos, pues se
comprendió que no todos los hombres, tan desigualmente dotados por la
naturaleza y tan diferentemente tratados por la sociedad, en atención a su riqueza,
cultura, etc., pueden ser regidos invariablemente por la misma ley [...] (Bejarano,
2004: 86).
Sin embargo, en la actualidad la protección no ha resultado tan efectiva como desearon
los legisladores, fundamentalmente por ser defectuosa la fórmula legal que consagra a la
lesión, ya que su existencia supone, en primer término, que haya una evidente
desproporción entre las prestaciones que recíprocamente se conceden los contratantes
(uno de ellos obtiene un lucro excesivo, una considerable ganancia), dato que es de
objetiva constatación; y en segundo lugar, se tiene que esa exagerada ganancia fue
producida por la explotación de la debilidad o desigualdad ajena, pues el perjudicado era
sumamente ignorante, notoriamente inexperto o extremadamente necesitado, cualidades
que debe residir en la víctima de la lesión (son datos personales, subjetivos).
Conforme a lo anterior se puede considerar que la exigencia de una extrema debilidad en
la víctima, para caracterizar a la lesión, hace nugatoria la protección, pues no basta que
alguien sea despojado por su ignorancia, su inexperiencia o su estado de necesidad, sino
que es indispensable, además, que su incultura sea suma, su falta de experiencia notoria
y su estado de necesidad extremo; por lo que considero que el defecto en que incurre el
legislador ordinario dimana de la propia redacción de la regla, en la que se exige que la
explotación de la penuria, la ligereza o la inexperiencia de una de las partes, sean
calificadas, esto es, que se manifiesten en grado extremo.
Por otra parte, por lo que respecta a la cláusula penal y su abuso, conviene tener en
cuenta la diversa regla legal, prevista en el artículo 1977, del Código de la entidad
citado, que dispone: “La cláusula penal no puede exceder ni en valor ni en cuantía a la
obligación principal.” (CCES, 2014: Art. 1977).
Considero, que es precisamente este parámetro de validación cuantitativa, lo que ha
llevado a algunos contratantes a realizar un ejercicio abusivo de este pacto, pues al
margen de su utilidad práctica al remplazar la prueba de los daños y perjuicios que
pudiera generar el incumplimiento total o parcial de alguna obligación contractual, lo
61
cierto es que el tope fijado en esta regla legal, es aprovechado por el contratante más
fuerte, sin un sustento real en cuanto a la posible generación de daños y perjuicios que
pudiera generar el incumplimiento de los contratos; por tanto, la práctica ha demostrado
que se verifica con demasiada cotidianeidad el uso perverso de este pacto, en el que los
límites al principio de la autonomía de la voluntad, resultan insuficientes, dados los
extremos que se consignan en la regla legal de mérito.
Pensemos por ejemplo en el caso típico de un contrato de compraventa de inmuebles, en
el que se establece como causa de rescisión del contrato la falta de pago oportuno del
precio acordado en determinada fecha, y como cláusula penal por el incumplimiento en
el plazo acordado, que se pagará el noventa por ciento del precio pactado; en este caso, y
sin entrar a detalles, es evidente de que con motivo del incumplimiento en el pago del
precio acordado en el plazo estipulado, se actualizaría la causa de rescisión del contrato,
lo que además permitiría al vendedor, exigir al comprador, el cumplimiento de la
cláusula penal, consistente en el pago del noventa por ciento del precio total de la
compraventa concertada, lo que resultaría notablemente injusto, por desproporcional e
inequitativo, pues el comprador, de acuerdo con la regla legal en comento, que en la
actualidad es legalmente válida, está constreñido a cubrir dicho importe (el noventa por
ciento de la compraventa), sin obtener a cambio alguna contraprestación; por lo que
considero que estos extremos, son los que exigen de los operadores jurídicos, realizar
interpretaciones, que reflejen mayor humanidad al momento de aplicar determinadas
reglas legales, como por ejemplo lo hizo William Shakespeare, en su ejemplar obra: El
mercader de Venecia.
En suma, considero que en el Derecho Privado, particularmente en materia de
contratación civil y mercantil, en la que impera, el principio de la autonomía de la
voluntad de las partes -según el cual, “lo que no está prohibido está permitido”, y que
consiste básicamente en la libertad de obligarse mediante la celebración de actos
jurídicos, cuyo contenido no sea contrario a las normas de interés público, las buenas
costumbres y los derechos de terceros-, actualmente, resulta indispensable armonizar ese
principio con el de igualdad real (Saba, 2011), y replantear a nivel de interpretación
62
jurisdiccional si las reglas legales que sustentan la bases de derechos sustantivos
previstos en los Códigos Civiles, por ejemplo en un caso de la nulidad de los pactos
privados notoriamente lesivos de uno de los contratantes, se justifica el uso de la
normativa que sea más protectora de la persona que se encuentra en una situación
asimétrica de poder, para lo cual resulta indispensable desde luego, ampliar la base
argumentativa de las sentencias, pues cuando resulte necesario hacer un ejercicio de
ponderación, se debe tomar en cuenta adecuadamente la existencia de relaciones
asimétricas de poder, y en su caso exponer las razones por las que en el asunto subyace
una relación desequilibrada de este tipo, lo que desde luego permita cumplir de manera
real con el principio de igualdad en la contratación.
Aunado a lo anterior, resulta conveniente encontrar más límites objetivos al principio de
autonomía de la voluntad, no obstante que se sostenga que el Estado lo viene haciendo,
a través de diversas reglas de carácter prohibitivo e imperativo; lo cierto es que desde la
perspectiva del derecho internacional de los derechos humanos, conviene ponderar y
cuestionar si las reglas de mérito, cumplen su propósito y en este punto, el principio de
igualdad real o material entre las partes, puede funcionar como un sistema de pesos y
contrapesos que atempere los abusos que pudieran darse al principio de libre
contratación.
Lo precedente, se podría lograr al procurar que en el momento de concertar y estipular
cláusulas en los convenios y en los acuerdos de una asamblea de condóminos, se busque
en lo posible, que aquéllas confieran a las partes derechos y obligaciones en igualdad de
condiciones, lo que consolidaría un trato igualitario entre los condóminos, y de esta
manera se vayan eliminando prácticas que incentivan o toleran la violación de derechos
fundamentales en el ámbito privado, como en el caso planteado, en el que uno de los
derechos vulnerados es derecho a la igualdad en conexión con otros derechos humanos.
Otra manera de evitar la desigualdad en la contratación, podría ser con la creación de
órganos del Estado, o atribuir a los ya existentes mayor participación en las relaciones en
sede privada, verbigracia, asesorar a las partes, sobre todo a la más débil, al momento de
concertar contratos y convenios; lo que también implicaría que quien asesora como
63
autoridad, deberá tomar con seriedad la función de supervisar y vigilar el respeto a los
derechos fundamentales entre los particulares, destacando desde luego el principio de
igualdad real en la celebración de pactos privados.
No se soslaya que en la actualidad existen diversas instituciones que realizan la función
de asesorar a la ciudadanía en diversos tópicos, tal como se evidencia con la actividad
incipiente que desarrolla la Profeco, en materia de registro de los contratos de adhesión
de los proveedores de bienes y servicios; o bien, la atribución de la Procuraduría Social
del Distrito Federal, en materia Condominal, al orientar, informar y asesorar a quien lo
solicite, sobre el reglamento interno de los condominos, escrituras constitutivas, o
traslativas de dominio y acuerdos o resoluciones consideradas en Asambleas Generales,
entre otras, con lo que se podría lograr el debido respeto de los derechos entre los
particulares.
Por tanto, la propuesta de armonización del principio de autonomía de la voluntad y el
principio de igualdad real, tiene que ver con el enfoque de respeto y promoción de los
derechos humanos relacionados con libertades civiles, que ordinariamente se regulan en
normas legales y se materializan en normas jurídicas individualizadas como los
contratos civiles y mercantiles; lo que además permite afianzar y materializar el
principio de igualdad sustantiva en este tipo de relaciones.
1.2 Relaciones asimétricas de poder entre particulares.
El concepto de relaciones asimétricas de poder evoca una noción en la que subyace una
tensión con el principio de igualdad, porque precisamente la idea relacional de
asimetrías de poder implica identificar que entre dos o más sujetos de derechos, la
disposición de poder asignada a cada uno de ellos es desigual.
El concepto referencial de relaciones asimétricas de poder entre particulares está
vinculado con el tema de grupos sociales existentes en una comunidad, en razón de que
grupo social constituye:
[…] un colectivo de personas que se diferencian de al menos otro grupo a través
de formas culturales, prácticas o modos de vida. Los miembros de un grupo
tienen afinidades específicas debido a sus experiencias o forma de vida similares,
64
lo cual los lleva a asociarse entre sí más que con aquellas otras personas que no
se identifican con el grupo o que lo hacen de otro modo (Marion, 1990: 77).
Por regla general, depende de la pertenencia a un grupo social para estimar la particular
situación de desventaja en que se encuentra un grupo social frente al otro, lo que
conlleva algún tipo de opresión ejercida por el grupo más fuerte o preponderante
(Marion, 1990). En términos generales, “toda la gente oprimida sufre alguna limitación
en sus facultades para desarrollar y ejercer sus capacidades y expresar sus necesidades,
pensamientos y sentimientos.” (Marion, 1990: 73).
Iris Marion Young señala que el contexto en el que los integrantes de estos grupos
utilizan el vocablo opresión para describir las injusticias de conceptos y condiciones, se
dividen en cinco categorías: “explotación, marginación, carencia de poder, imperialismo
cultural y violencia.” (Marion, 1990: 73).
Señala que los movimientos sociales de izquierda de los años sesenta y setenta
cambiaron el significado de opresión y:
En su nuevo uso, la opresión designa las desventajas e injusticias que sufre
alguna gente no porque un poder tiránico la coaccione, sino por las prácticas
cotidianas de un bien intencionada sociedad liberal […] la opresión se refiere
también a los impedimentos sistemáticos que sufren algunos grupos y que no
necesariamente son el resultado de las intenciones de un tirano. La opresión así
entendida es estructural y no tanto el resultado de las elecciones o políticas de
unas pocas personas (Marion, 1990: 74).
En el presente estudio, se abordará brevemente las primeras tres categorías, consistentes
en: la explotación, la marginación y la carencia de poder; al considerar que son
clasificaciones que se actualizan al momento identificar las características de las
relaciones asimétricas de poder.
Respecto al término explotación, Iris Marion refiere que en las sociedades capitalistas se
transfiere de manera sistémica el poder de unas personas a otras, aumentando así el de
estas últimas; que en este proceso de transmisión de poderes la clase capitalista adquiere
y mantiene la capacidad para extraer beneficios de la parte trabajadora; y que no se
transfieren solamente poderes de éstos a los capitalistas, sino que también “disminuyen
los poderes de los trabajadores en proporción mayor a la cantidad de poder transferido,
65
debido a que los trabajadores sufren privaciones materiales y pérdida de control, todo lo
cual los priva de importantes elementos de autoestima.” (Marion, 1990: 87).
Sugiere que la justicia, por tanto, “requiere la eliminación de las formas institucionales
que permitan y refuerzan este proceso de transferencia, y su reemplazo por formas
institucionales que permitan a todas las personas desarrollar y usar sus capacidades en
un modo que no prive a otras personas sino que les permita desarrollos y usos similares”
(Marion, 1990: 87-88).
He aquí un punto importante, pues la eventual eliminación de formas institucionales que
permiten y refuerzan el proceso de transferencia, también debe ser entendida en el
contexto de que la transferencia de poder y control no es exclusiva de entes públicos,
sino que existen situaciones de facto, en donde también se debe vigilar y respetar que las
personas no priven a otras en el desarrollo de sus capacidades.
Por otra parte, la marginación consiste en que una categoría completa de personas es
expulsada de la participación útil en la sociedad, quedando así potencialmente sujeta a
graves privaciones materiales que a menudo “son sin duda injustas, especialmente en
sociedades donde otras personas tienen de todo en abundancia.” (Marion, 1990: 94).
Finalmente, las personas carentes de poder son aquéllas que no tienen autoridad o
decisión, es decir, son personas sobre las que se ejerce el poder sin que ellas lo ejerzan:
[...] los individuos carentes de poder se sitúan de tal modo que deben aceptar
órdenes y rara vez tienen derecho a darlas. La carencia de poder designa también
una posición en la división de trabajo y la posición social concomitante que deja
a las personas pocas oportunidades para desarrollar y usar sus capacidades.
Quien carece de poder tiene poca o ninguna autonomía laboral, dispone de pocas
oportunidades para la creatividad y no utiliza casi criterios propios de trabajo, no
tiene conocimientos técnicos ni autoridad, se expresa con dificultad
especialmente en ámbitos públicos o burocráticos, y no impone respeto.
He analizado aquí algunas injusticias asociadas a la carencia de poder: inhibición
en el desarrollo de nuestras capacidades, falta de poder de toma de decisiones en
la vida laboral, y exposición a un trato no respetuoso a causa del estatus. Estas
injusticias tienen consecuencias distributivas, pero están fundamentalmente
ligadas a la división del trabajo. La opresión de quienes carecen de poder pone en
cuestión de división de trabajo que es común a todas las sociedades industriales:
la división social entre quienes planifican y quienes ejecutan (Marion, 1999: 99 y
102).
66
Las categorías de opresión, la explotación, la marginación y la carencia de poder están
vinculadas a las relaciones de poder que tienen cabida en virtud de la división social del
trabajo, esto es, para quién trabaja, quién no lo hace, y cómo el contenido de la labor
delimita la posición institucional que una persona tiene en relación con las demás. Es
decir, están relacionadas con las estructuras e instituciones que delimitan la vida material
de las personas, incluyendo los recursos a que tienen acceso y las oportunidades
concretas que se les presentan o no, para así desarrollar y ejercer sus capacidades. “Estos
tipos de opresión son una cuestión de poder concreto en relación con las demás
personas, es decir, una cuestión de quién se beneficia a costa de quién, y quién es
prescindible.” (Marion, 1999: 102).
De lo antes señalado, podemos concluir que las relaciones asimétricas de poder que se
dan en los grupos de la sociedad están vinculadas con su presencia y capacidad de
obtener de otras personas la transferencia del poder ajeno al propio, es decir, que en la
medida en que un grupo o personas en particular tengan preponderancia sobre otras
personas o grupos, podrán ejercer opresión sobre éstos para obtener lo que está
buscando, y por ende, conseguir para sí un beneficio económico y una situación de
predominio sobre el otro.
Así, un grupo que tiene estas características, evidentemente será más aventajado que los
demás, y en esa medida influirá en la toma de decisiones de los menos afortunados,
impidiendo de alguna manera que ejerzan una libertad completa en la toma de
decisiones. Por ejemplo, si un empleador le dice a un trabajador que deberá laborar
horas extras, la voluntad del trabajador se verá influida por intereses propios e intereses
ajenos, pues sabe de antemano que negarse a trabajar horas extras pondrá en peligro sus
aspiraciones de permanencia o ascenso, por lo que al tener interés en conservar su
empleo, los intereses del patrón serán preponderantes a los deseos propios del
trabajador, quien aun cuando podría negarse a trabajarlas, porque simplemente no quiera
o prefiera invertir su tiempo en actividades diversas (descanso, ocio, convivencia
familiar, etc.), está subordinado a la voluntad del patrón y la voluntad propia quedará
mermada para evitar represalias en su contra por parte de su empleador.
67
La relación de coordinación o igualdad entre particulares, se suspende o se quebranta si
alguno de ellos, verbigracia, se encarga de la prestación de un servicio público o cuando
detenta cierto poder social, que pueden colocar a los demás en estado de subordinación o
indefensión, y es precisamente en estos eventos cuando se justifica el ofrecer medios de
solución para el respeto de los derechos de particulares frente a las transgresiones de
otros particulares.
Así, un grupo social con poderío económico en el mundo capitalista puede influir en
gran medida en este tipo de decisiones, así como en las relacionadas con la contratación
de bienes y servicios, como en el caso de una empresa preponderante y aventajada en
comparación con un particular, pues en ese supuesto, no se estaría entonces en presencia
de relaciones igualitarias.
La concepción de relaciones asimétricas de poder tiene su nacimiento con el
quebrantamiento del principio de igualdad; porque en algunos casos, no existe
uniformidad entre personas o grupos, en los que unos ejercen un poder coactivo sobre
otros, es decir, la voluntad es dependiente, y el espacio o margen de acción que el
individuo tiene frente a sí para poder elegir dos o más opciones igualmente posibles, está
mermada por presiones externas de otros individuos.
Por otra parte, es fácil advertir la tensión que se presenta entre el ciudadano común y el
Estado, cuando este último ejerce el poder público; ya que conforme a la teoría liberal de
los derechos, se presupone que esta tensión, no debería estar presente en las relaciones
de coordinación surgidas entre particulares, que se desarrollan entre individuos
considerados en principio iguales y libres, y que quedan sometidos solamente al imperio
de la autonomía de la voluntad y la libertad contractual dándose por entendido que no
necesitan ninguna protección externa adicional.
En el caso planteado, la autonomía de la voluntad y la libertad contractual no son
totalmente libres para el comprador (parte débil) y esto desde luego rompe la situación
de igualdad que debe caracterizar las relaciones entre privados, por lo que sí debe existir
una protección externa adicional por parte del Estado.
68
Por ello, actualmente, en algunos ordenamientos se reconoce la posibilidad de alegar la
vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, lo que
implicó en principio acudir a la teoría alemana de la Drittwirkung, descrita en el primer
capítulo de esta tesis, cuyo origen se encuentra en el campo de las relaciones laborales,
donde es especialmente sensible la subordinación del trabajador a un poder, esta vez
privado (la empresa), y los consiguientes peligros que para los derechos fundamentales
provienen de estos poderes privados (CJF, 2009: 62).
En efecto, la ideología liberal presumía la igualdad de la que partían los individuos en
sus relaciones privadas, pero esta presunción, especialmente en la época actual, está
lejos de poder sostenerse, pues ahora la sociedad se caracteriza cada vez más por su
complejidad, pues el imperio de que tradicionalmente gozó la autoridad es hoy en día
más difuso a virtud de los denominados grupos de fusión o de presión, o simplemente
otros ciudadanos particulares situados en una posición dominante, que poseen un poder
en muchos de los casos similar al del Estado, por lo que no es improbable que afecten
los derechos fundamentales de los particulares (CJF, 2009: 63).
Estos grupos sociales o particulares en situación de ventaja son evidentemente diversos a
las instituciones jurídicas tradicionales como los sindicatos, las cámaras empresariales,
los colegios de profesionales, etc., ya que constituyen otros sectores cuyos derechos e
intereses han sido calificados como difusos, colectivos o transpersonales (CJF, 2009:
63).
En una sociedad estructurada en grupos y en la predominación de los aspectos
económicos, el poder del grupo o de quien tiene una preeminencia económica se impone
al poder del individuo, creándose situaciones de supremacía social ante las que el
principio de igualdad real ante la ley es una falacia. El poder puede surgir no sólo de las
instituciones públicas, sino también de la propia sociedad, conllevando implícitamente la
posibilidad de abusos; desde el punto de vista interno, referido a los integrantes de un
grupo, se puede traducir en el establecimiento de medidas sancionadoras, y por el lado
de la actuación externa de ese grupo o de un particular en situación dominante, se puede
69
reflejar en la imposición de condiciones a las que otros sujetos u otros grupos tienen la
necesidad de someterse (CJF, 2009: 64).
El fortalecimiento de ciertos grupos sociales o de un particular en situación dominante
quienes pueden afectar la esfera jurídica de los individuos ha hecho necesario tutelar a
éstos, no sólo frente a los organismos públicos, sino también respecto a esos grupos o
personas particulares; sobre todo porque en una sociedad corporativista y de predominio
económico como la actual, lo que en realidad se presenta son situaciones de disparidad y
asimetría, ya que no debe perderse de vista que esos grupos o particulares mencionados
logran no sólo ocupar un lugar relevante en el campo de las relaciones particulares, sino
que en muchas ocasiones también influyen en los cambios legislativos en defensa de sus
derechos (CJF, 2009: 65).
Estos grupos de poder, o simplemente otros ciudadanos particulares organizados o
situados en una posición dominante, constituyen una amenaza incluso más determinante
que la ejercida por los poderes públicos para el pleno disfrute de los derechos
fundamentales. Las situaciones actuales de poder económico privado ponen de
manifiesto la existencia, en el ámbito de las relaciones privadas, el fenómeno de poder, o
de monopolización del poder social, similar a los poderes públicos. Son situaciones de
sujeción análogas a las existentes frente al poder estatal, en las que la autonomía privada
y la libertad contractual de la parte más débil quedan manifiestamente anuladas, ya que,
o bien no dispone realmente de la libertad para decidir si contrata o no, o bien carece de
posibilidades de discutir el contenido o exigir su cumplimiento. Este panorama
desembocó en la reconsideración de la teoría clásica de los derechos fundamentales, y en
la extensión analógica del contenido de las relaciones públicas a las relaciones privadas,
en donde la superioridad de una de las partes anula la libertad jurídica y los derechos
individuales de la parte más débil.
Estas situaciones no pueden dejarse únicamente al amparo del dogma de la autonomía
privada. La frontera cada vez menos nítida entre lo público y lo privado, pues ambas
esferas se entrecruzan y actúan en ámbitos comunes y de manera análoga, la existencia
cada vez más numerosa de organizaciones y estructuras sociales, que conforman lo que
70
se viene denominando como poder privado y que se sitúan justamente en esa línea
divisoria, cada vez más confusa, hace necesario replantearse el ámbito de validez de las
clásicas garantías estatales, es decir, la garantía que representan para los ciudadanos los
derechos fundamentales. Éstos deben ser entendidos como salvaguardas frente al poder,
ya sea público o privado. No sería coherente un sistema que sólo defendiera a los
ciudadanos contra la amenaza que representa el posible abuso proveniente del poder
público y niegue dicha protección cuando la amenaza, que puede ser tanto o incluso más
grave que la anterior, tenga su origen en un poder privado (CJF, 2009: 67-68).
En el caso concreto se tiene que en el Estado de Sonora, la empresa vendedora de lotes
en condominio se encuentra en una situación de preponderancia económica, porque,
entre otros, su objeto social es la comercialización de lotes de terreno en zonas con alta
plusvalía, lo que a su vez denota, una capacidad financiera superior a la de los
particulares que desean adquirir este tipo de terrenos; mayormente si se considera que
dicha empresa se encuentra situada entre una de las más importantes y prósperas en la
localidad, por tanto, se presume su calidad de particular en situación de predominio
económico.
Los esquemas de contratación de la empresa vendedora revelan asimetrías de poder
entre ésta y los particulares, cuando éstos fungen como compradores. Es así, pues tienen
que someterse a la forma preexistente de contratación, con poca o nula posibilidad de
pactar y proponer cambios en los contratos de promesa de compraventa que
sistemáticamente se emplean, en los que se abusa de la cláusula penal, y en caso de un
eventual incumplimiento de la empresa, el particular no cuenta con cláusulas semejantes,
que le permitan obtener una compensación pecuniaria de carácter indemnizatorio
equivalente a la que la empresa tiene pactada a su favor; ya que no debe perderse de
vista que al tener la empresa vendedora la tenencia de un bien necesario para otro,
automáticamente le da poder sobre el interesado, en la medida de que la necesidad de
uno, se vuelve herramienta coactiva del otro, y de esa manera, impone su voluntad sobre
la del particular, de ahí que al ser el tenedor del servicio (venta de inmuebles), se
71
actualiza una situación de superioridad, rompiendo con ello la situación de igualdad que
caracteriza las relaciones entre privados.
Conviene agregar que se manipula fácilmente al particular, toda vez que la inmobiliaria
tiene los medios a su alcance, y en su caso, puede llegar a restringir la venta del bien al
particular, en el supuesto de que no se acepten las condiciones propuestas, dejando en
estado de desventaja a los particulares, quienes además de convenir conforme a los
contratos previamente establecidos, la propia empresa vincula al comprador (como
condómino consolidado), al reglamento Condominal, en el que el blindaje económico a
favor de la empresa es absoluto, pues todo hace presumir, que la pretensión de la
empresa es obligar a los condóminos a financiar económicamente, el mantenimiento del
campo de golf del Club Deportivo, referido en el capítulo anterior, de manera
desproporcional, lo que evidencia cierta forma de aprovechamiento económico en
perjuicio de los condóminos, pues sólo así se entiende las restricciones de los
condóminos para participar con voz en las asambleas respectivas, la opacidad de los
órganos de administración y vigilancia del condominio, y la existencia de cláusulas y
acuerdos condominales que reflejan la obtención de intereses mayores a los legales, con
motivo del impago de las respectivas cuotas.
2) La eficacia horizontal de los ddhh y la tutela judicial efectiva.
Hablar de la eficacia horizontal de los derechos humanos en el marco de la tutela judicial
efectiva, implica querer conjugar dos aspiraciones legítimas en favor de la garantía de
los derechos humanos, pues por un lado la eficacia horizontal de los derechos
fundamentales, busca lograr la efectiva justiciabilidad de las vulneraciones de derechos
humanos cometidas por particulares, a través de los mecanismos judiciales más óptimos
e idóneos que pueden existir en determinado sistema jurídico; mientras que la noción de
tutela judicial efectiva, se concibe en términos más amplios como la posibilidad de
obtener protección judicial efectiva ante la lesión de los derechos fundamentales.
En suma, ambos conceptos desde la óptica del derecho internacional de los derechos
humanos, confluyen en la búsqueda de instrumentos jurisdiccionales de carácter procesal
72
que defiendan y protejan de manera real los derechos fundamentales frente a los
“poderes salvajes de naturaleza privada” (Zaldívar, 2002: 79).
2.1 Estándares internacionales sobre recurso efectivo.
La Corte IDH, ha desarrollado las características del derecho a la tutela judicial que se
contempla en el artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, y ha
precisado que es necesario que los recursos judiciales satisfagan los siguientes
requisitos: a) idoneidad; b) efectividad; c) rapidez y; d) sencillez.
a) En relación al concepto de recurso idóneo, la propia Corte IDH ha definido que:
[…] debe ser apto para proteger los derechos del afectado (tutelar la situación
jurídica infringida en un caso concreto), produciendo el resultado para el cual fue
concebido. Esto está en directa relación con el aspecto normativo, es decir, el
diseño normativo del recurso debe ofrecer la posibilidad de plantear como objeto
la violación de un derecho humano, y de obtener remedios adecuados frente a
esas violaciones (Nash y Nuñez, 2012-2014: 20-21).
b) La efectividad del recurso en cambio:
[…] implica que es necesario que los recursos den resultado o respuesta a las
violaciones de derechos humanos consagrados tanto en la CADH, como en la
Constitución y las leyes. De esta manera, no sería efectivo el recurso que
resultara ilusorio o inútil, ya que configuraría una denegación de justicia.
Asimismo, para que el recurso sea efectivo, la resolución que se dicte con
ocasión de su conocimiento, debe ser clara y precisa, de manera que puedan
llevarse a cabo sus mandatos (Nash y Nuñez, 2012-2014: 21-22).
“La Corte explicó el sentido de la palabra “efectivo”, señalando que el recurso debe ser
“capaz de producir el resultado para el que ha sido concebido” agregando que ello no
implica que todo recurso deba ser necesariamente acogido, sino que haya, por lo menos,
una posibilidad seria de que el recurso prospere.” (Medina, 2003: 372).
c) En cuanto a la rapidez del recurso, la Corte IDH ha analizado la tutela judicial a la luz
de los parámetros del plazo razonable del artículo 8 de la CADH. Sin embargo, se critica
por desafortunada la afirmación que hace la Corte en el Caso Ivcher Bronstein, en
relación a esta cualidad del recurso, porque se considera:
[…] no puede estimarse que la rapidez y sencillez que requiere la tutela de los
derechos fundamentales, pueda medirse con la misma vara que la exigencia de un
plazo razonable para terminar un juicio. Deberá estarse a cada caso, su
complejidad, las consecuencias para el goce y ejercicio de los derechos y las
73
exigencias de efectividad para decidir si el recurso ha sido rápido en el caso
concreto (Nash y Nuñez, 2012-2014: 23).
d) El requisito de sencillez consagrado en el artículo 25 de la CADH, no ha sido
desarrollado con precisión por la Corte IDH, empero, la doctrina señala algunas
referencias para que el recurso cumpla este requisito, y se sostiene que la simplicidad
buscaría evitar las complejidades innecesarias, teniendo a la vista la finalidad del juicio
o recurso como vía procesal para poner fin a la arbitrariedad y al abuso.
Al tenor de las características del recurso judicial efectivo, se examinará, ahora, si la
jurisdicción ordinaria en el Estado de Sonora, y en su caso el juicio de amparo directo, a
partir del caso planteado, que versa sobre la vulneración de derechos fundamentales por
particulares, satisfacen o no dichas condiciones, para poder estar en aptitud de afirmar o
negar que estos mecanismos jurisdiccionales, cumplen adecuadamente como garantía de
los derechos humanos cuando el protagonista de la violación es un particular.
2.2 La jurisdicción ordinaria.
La jurisdicción ordinaria civil en el Estado de Sonora, como en otras entidades
federativas, se encuentra compuesta por jueces civiles de primera instancia, y por
Tribunales de apelación (Salas del Tribunal Superior de Justicia y Tribunales Regionales
de Circuito), que conocen de la segunda instancia conforme a su competencia específica.
Cabe señalar, que en el caso planteado en el que se violaron derechos humanos por
particulares (de igualdad, de libertad de reunión o asociación con fines lícitos, en
conexión con el principio de igualdad, de acceso a la información y de propiedad
privada), actualmente no existe la posibilidad de exigir su justiciabilidad en forma
directa vía amparo a los órganos del Poder Judicial de la Federación que ejercen el
control ex officio de constitucionalidad o convencionalidad concentrado, porque en
principio deben judicializarse ante la potestad común, en términos del Código Civil del
Estado de Sonora y del Código de Procedimientos Civiles respectivo.
Las acciones correspondientes para su judicialización son las siguientes: a) Nulidad
de los contratos de compraventa, y de los acuerdos de las actas de Asambleas Generales
ordinarias de condóminos o de algunas de sus cláusulas; b) Cumplimiento de las
74
cláusulas del pacto condominal a cargo del Administrador; y c) Remoción del cargo del
administrador por incumplimiento de sus obligaciones.
Sin embargo, esto no impide que en las controversias ordinarias correspondientes la
parte afectada haga valer, concomitantemente a las acciones sujetas a reglas legales, el
planteamiento correspondiente a la vulneración de sus derechos fundamentales por
particulares, o en su caso, que el juzgador ordinario, pese a la omisión de las partes de
hacer las peticiones relativas a la infracción de sus derechos humanos en relaciones de
coordinación, identifique en el proceso respectivo los derechos humanos que se
encuentren en colisión, y realice el pronunciamiento en su sentencia mediante el
ejercicio de la ponderación de los derechos fundamentales que estén en juego.
Lo anterior de conformidad con el nuevo paradigma constitucional en materia de
derechos humanos, vigente a partir del once de junio de dos mil once, con motivo de la
reforma al artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que
implica la modificación del sistema jurídico mexicano, y obliga a la jurisdicción
ordinaria, dentro del ámbito de su respectiva competencia, a respetar, promover,
proteger y garantizar los derechos humanos de las personas que ante ellos litigan, con el
referente de que en estos casos la posible violación de derechos fundamentales proviene
de un particular.
En este sentido, disiento de lo expresado por el maestro Francisco Vázquez Gómez
Bisogno, -cuyos reflexiones se encuentran en el capítulo uno de este trabajo-, en cuanto
a que los procedimientos ordinarios de carácter civil, mercantil, laboral y penal, por la
naturaleza de las acciones ejercitadas, no resolverán adecuada y eficazmente las
violaciones de derechos fundamentales que se dan en el seno de relaciones privadas, al
sostener que en este tipo de violaciones deberían privilegiarse de manera directa los
mecanismos procesales existentes en México, que hoy se ocupan del examen y
resolución de las infracciones de los derechos fundamentales contra los agentes de los
poderes públicos, principalmente a través del juicio de amparo.
En efecto, el punto en desacuerdo con el tratadista mencionado, deriva de que a raíz de
la reforma constitucional de mérito los jueces nacionales en general, es decir, los
75
titulares de la jurisdicción ordinaria, local y federal, tienen la obligación constitucional
de respetar, promover, proteger y garantizar dentro del ámbito de sus respectivas
competencias, los derechos humanos de las personas que ante ellos litiguen, no obstante
de que la violación provenga de un particular.
Además de que, por el momento, la procedencia del juicio de amparo, conforme al
artículo 103, constitucional se encuentra referenciada exclusivamente a las autoridades
(agentes del poder público), y no obstante que los artículos 1º, último párrafo, y 5º,
fracción II, segundo párrafo, de la Ley de Amparo en vigor, también contemplan a los
particulares con el carácter de autoridad responsable, su señalamiento sólo resulta
procedente cuando éstos realicen actos equivalentes a los de una autoridad, en atención a
las funciones que se les asignen a través de una norma general, y no así cuando actúan
exclusivamente como particulares en relaciones de coordinación.
Razones por las que en mi concepto, y en contraposición a lo expuesto por el tratadista
antes citado, las violaciones de derechos humanos que se dan en el seno de relaciones
privadas, en primer término quedan circunscritas competencialmente a la jurisdicción
ordinaria.
No omito precisar, que ciertamente, en algunos casos la eficacia de las acciones civiles,
con claros referentes de violación de derechos humanos entre particulares, se ha visto
mermada, en gran medida por el enfoque tradicional limitado, que las autoridades de la
jurisdicción ordinaria normalmente les atribuyen a tales acciones, pues en la decisión
correspondiente prevalece la aplicación de normas, y no así de principios fundamentales,
por ende, en las decisiones respectivas pudiera imperar el formalismo jurídico, pues en
nuestra tradición jurídica la tendencia es ajustarse a reglas expresadas en las propias
regulaciones sustantivas y adjetivas civiles, y su interpretación. De ahí que en el caso
pudieran terminar aplicando exclusivamente la teoría de los actos jurídicos y las
disposiciones sobre cumplimiento y rescisión de los pactos celebrados; por lo que tal vez
no se advierta como estándar habitual, que en las sentencias que se emiten por la
potestad común, se efectúe algún ejercicio de ponderación que permita determinar la
prevalencia de un derecho fundamental sobre otro en un caso particular.
76
Empero, en mi opinión, actualmente en el sistema jurídico mexicano, implícitamente se
reconoce la eficacia directa de los derechos fundamentales ante violaciones provenientes
de particulares, precisamente a partir de los criterios emitidos por la SCJN respecto del
control difuso de constitucionalidad y convencionalidad, así como del control ex officio,
aunado al hecho de que el reformado artículo 1º constitucional antes citado, en su tercer
párrafo constriñe a todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias a prevenir,
investigar, sancionar y reparar las violaciones a los Derechos Humanos, en los términos
que establezca la ley; por lo que la eficacia inmediata de los derechos fundamentales en
las relaciones entre particulares se ve consagrada en el ámbito de la jurisdicción
ordinaria, posibilidad que se niega en otros sistemas como el alemán, el cual cabe
mencionar guardaba cierta similitud con el mexicano en algunos aspectos sobre todo
hasta antes de la reforma constitucional de junio de dos mil once, ya que en ambos
sistemas los particulares carecían de una acción específica o privilegiada para hacer
valer directamente los derechos fundamentales transgredidos por particulares ante la
jurisdicción, por lo que los Tribunales ordinarios aplicaban solamente derechos legales
al caso concreto pero con apego a la Constitución, siendo el juicio de amparo la única
vía por la que podían acceder a contenidos iusfundamentales en las relaciones que se
daban entre particulares, lo cual se modificó en México a partir de la obligación por
parte de las autoridades jurisdiccionales de ejercer un control ex officio de la
constitucionalidad y convencionalidad, lo cual desde luego representa un cambio en el
paradigma nacional, que ha constituido al sistema mexicano en un modelo sui generis de
protección de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares (Alvarado,
2014).
Por tanto, en nuestro país, la eficacia de los derechos fundamentales entre particulares no
se determina a través del acceso a la jurisdicción constitucional, sino en razón de su
adecuada protección en el procedimiento ordinario de ahí que el sistema jurídico
mexicano también se encuentre matizado por la doctrina de la incidencia directa o
inmediata.
77
En diverso aspecto, considero que el juicio ordinario civil, en el que se formulen
planteamientos relacionados con violaciones de derechos humanos por particulares,
tenderá a satisfacer paulatinamente los estándares de recurso judicial idóneo, efectivo,
rápido y sencillo, en el marco de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales, lo
que dependerá en gran medida de todos los operadores jurídicos, pero principalmente de
la aplicación de los jueces ordinarios en la materia de los principios correspondientes,
para lograr la efectiva protección, garantía, promoción y respeto de los derechos
fundamentales en las relaciones de coordinación entre particulares, en el entendido de
que la jurisdicción ordinaria aún se encuentra en proceso de desarrollo respecto a la
aplicación de derechos humanos, por su reciente incorporación al sistema constitucional.
Aquí cabe acotar que el procedimiento ordinario de corte civil en la entidad, tiene las
siguientes características:
-No es sencillo, es formalista, y en cierta manera complicado, pues se deben atender
reglas adjetivas que aunque están codificadas, en algunos casos representan cierto grado
de dificultad en su interpretación y aplicación, además de que por los sujetos
involucrados y dada la naturaleza de las acciones antes descritas, se está en presencia de
un juicio que se regula por las disposiciones procesales de estricto derecho, sobre
procedencia, términos y plazos, lo que impide suplir la deficiencia de la queja o errores
en que incurra alguna de las partes al momento de promover una acción, tales como
acreditar la personalidad, ofrecer pruebas, interponer recursos, etc.
-Tampoco, es rápido, porque el promedio mínimo de duración de los juicios incluyendo
las dos instancias en la jurisdicción común descrita, es de un año, además de que la
determinación que resuelve la apelación (para el supuesto de que juicio admita este
recurso) no es definitiva ni terminal, pues en su contra procede el juicio de amparo
directo.
-Puede resultar efectivo, y esto dependerá en gran medida de que el juzgador ordinario,
como rector del proceso, en ejercicio de las obligaciones que constitucionalmente tiene
asignadas, realice adecuadamente los ejercicios de ponderación, interpretación
conforme, en sentido amplio o restringido, o inaplicación, para proteger los derechos
78
humanos infringidos y en su caso para establecer reparaciones adecuadas a estas
infracciones, pese la incertidumbre que pueda existir en estos temas, las cuales desde
luego se espera se vayan resolviendo a través de las decisiones de los tribunales que
ejercen
control
concentrado
de
constitucionalidad/convencionalidad
y
de
la
jurisprudencia que emitan al respecto.
Todo lo anterior, desde luego, no debe generar desconfianza hacia la jurisdicción
ordinaria, dado que está convocada a desempañar un importantísimo papel, en la eficacia
inmediata y directa del fenómeno de la horizontalidad de los derechos humanos en
acatamiento a su obligación de aplicar la Constitución, precisamente al dirimir los
conflictos de su competencia, en los que se presente por ejemplo una colisión de derechos
fundamentales -inter privatos-, o bien un enfrentamiento entre un derecho de esta
categoría y una regla legal, con el fin de determinar qué derecho humano debe prevalecer
en el caso concreto controvertido, lo que por supuesto fortalece la teoría de mérito en el
rango inmediato y sobre los casos concretos que se les plantean, de surtirse los supuestos
necesarios.
Bajo ese contexto, como los titulares de la jurisdicción ordinaria de carácter civil son los
que conocen de manera directa e inmediata de las controversias que se suscitan entre
particulares en relaciones de coordinación, a ellos compete de primera mano ejercer el
control difuso ex officio de constitucionalidad/convencionalidad en los asuntos
respectivos., por lo que, desde luego, esta jurisdicción representa una garantía inmediata
para la protección de los derechos humanos en las relaciones entre privados.
De acuerdo con la contradicción de tesis 293/2011, las normas constitucionales con las
normas de derechos humanos contenidas en los tratados internacionales de la materia,
integran un parámetro único de regularidad constitucional frente al cual habrán de
contrastarse las normas del derecho legislado para resolver si hay contrariedad o no, y en
caso de que la haya, hacer que sean armónicas con el orden constitucional e internacional,
y en caso de que no sea posible dicha armonización, será necesario inaplicarlas (SCJN,
2011f).
79
De
esta
manera,
a
través
del
control
difuso
ex
officio
de
constitucionalidad/convencionalidad realizado por los tribunales de jurisdicción ordinaria
se instituye el procedimiento para el examen de la compatibilidad o incompatibilidad de
las normas internas con las normas internacionales, al resolver los asuntos de particulares
en los que se hagan planteamientos de vulneración de derechos fundamentales por otros
particulares. Con la aclaración de que la normativa constitucional ya no es la única
referencia que contiene derechos humanos sino también lo es la normativa internacional;
de tal suerte que con esta nueva forma de interpretar y aplicar el derecho interno a través
del control difuso ex officio de constitucionalidad/convencionalidad, también se pueden
proteger los derechos humanos de un particular que contiende con otro, como en el caso
de una controversia de naturaleza civil en el Estado de Sonora.
En tal sentido, no es necesario reformar o adecuar el Código de Procedimientos Civiles
para el Estado de Sonora, para que los tribunales de la jurisdicción ordinaria de carácter
civil ejerzan el control difuso ex officio de constitucionalidad/convencionalidad en los
asuntos de su competencia, pues ya existe sustento constitucional y jurisprudencial para
que lo hagan, asumiendo desde luego, que dichos jueces se encuentran en la línea
interpretativa de que el principio de igualdad como norma de ius cogens, permea a todo
el ordenamiento jurídico, y en esa virtud, como imperativo categórico, están
constreñidos a conocer y solucionar las controversias entre particulares en las que estén
en juego sus derechos fundamentales, de tal suerte que al momento de resolver busquen
materializar o hacer realidad este principio de igualdad entre estos particulares, para lo
cual deben hacer el ajuste o buscar el equilibrio respectivo, dependiendo del caso.
Ahora, cabe precisar que para hacer posible lo anterior, primero el juez ordinario tendrá
que identificar los derechos fundamentales que están juego en una controversia entre
particulares, en el supuesto de que las partes no efectúen en su oportunidad los
planteamientos correspondientes, y donde la intervención de la autoridad debe ser de
oficio.
En segundo lugar, el siguiente ejercicio será al momento de resolver, y debe consistir en
la ponderación de los derechos humanos que fueron identificados y que se encuentren en
80
colisión, para posteriormente determinar cuál debe prevalecer en el caso controvertido,
lo cual implica analizar de manera singular las relaciones jurídicas en las que los
derechos
fundamentales
se
ven
encontrados
con
otros
bienes
o
derechos
constitucionalmente protegidos, a su vez, la estructura y contenido de cada derecho
permitirá
determinar
cuáles
son
sólo
oponibles
al
Estado
y
cuáles
son
multidireccionales. En este punto, de ser necesario, el intérprete debe emplear el control
difuso ex officio de constitucionalidad/convencionalidad, que puede ir desde la
interpretación conforme en sentido amplio, o en sentido estricto, o en su caso inaplicar
normas, aunque aquí cabe acotar que la autoridad judicial, para ejercer el control ex
officio debe asegurarse que se ha actualizado la necesidad de hacer ese tipo de control,
esto es, en cada caso debe establecer si resulta indispensable hacer una interpretación
conforme en sentido amplio, una en sentido estricto o una inaplicación, lo cual ocurre
cuando se está en presencia de una norma que resulta sospechosa o dudosa de cara a los
parámetros de control de los derechos humanos. De tal manera que cuando una norma
no genera sospechas de invalidez para el juzgador ordinario, por no parecer
potencialmente violatoria de derechos humanos, entonces no se hace necesario un
análisis de constitucionalidad/convencionalidad exhaustivo, porque la presunción de
constitucionalidad de que gozan todas las normas jurídicas no se ha puesto siquiera en
entredicho (SCJN, 2014f).
Y por último, en tercer término, en caso de determinar que sí existen afectaciones a los
derechos fundamentales de las partes, el juzgador deberá establecer en su sentencia, en
los considerandos y resolutivos correspondientes, las reparaciones integrales para el
restablecimiento de los derechos conculcados.
2.3 El juicio de amparo directo.
La pertinencia de examinar la institución del juicio de amparo directo, después de la
jurisdicción ordinaria, desde la perspectiva del efecto horizontal de los derechos
humanos en un escenario normal y ordinario, en el que las partes agotan todos los juicios
y medios de defensa existentes, estriba en reconocer que dicho medio extraordinario de
81
defensa ha contribuido enormemente en la implementación de soluciones a la
problemática que representa la violación de los derechos humanos en las relaciones entre
particulares, en aquellos casos que han sido sometidos a la potestad común, además de
que la resolución terminal que se emita en dicho juicio, constituye la última decisión
sobre la incidencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares en
determinado caso justiciable, de ahí la necesidad de examinar si esta garantía judicial
cumple con los estándares de recurso judicial efectivo, en tanto que a través de esta
instancia terminal, se pueden llegar a corregir deficiencias y omisiones en que pudo
haber incurrido el juzgador ordinario en el tratamiento de los derechos fundamentales
conculcados por particulares en un conflicto determinado y sus reparaciones.
En nuestro sistema jurídico, el juicio de amparo directo se ha caracterizado por constituir
el punto de cierre y complemento de la jurisdicción ordinaria, pues procede contra
sentencias definitivas (desde el punto de vista de cosa juzgada formal, en cuanto a que
ya no admiten ningún recurso ordinario), laudos o resoluciones que ponen fin al juicio,
que se emiten por la potestad común.
Ciertamente, para analizar la justiciabilidad de las lesiones a derechos humanos entre
particulares en las sentencias de los juicios de amparo directo se necesita de la
mediación de la jurisdicción ordinaria pues son estas resoluciones las que se reclaman en
el juicio uniinstancial; por tanto, la etapa de cognición de la vulneraciones en esta vía de
amparo, no es inmediata ni directa, pues en todos los casos, la mediatez en la
intervención del Poder Judicial de la Federación, a quien corresponde el conocimiento
de estos juicios (Tribunales Colegiados de Circuito y SCJN), depende de que en la
jurisdicción ordinaria, se ventile un procedimiento, que culmine con una resolución con
las características antes precisadas, y que mediante la excitativa de justicia o promoción
de la acción constitucional correspondiente, el particular afectado someta a la decisión
de la jurisdicción federal, el análisis de la violación de sus derechos humanos por las
actuaciones de uno o varios particulares –non state actors- que ordinariamente son
reconocidas, rechazadas, o bien ignoradas por la jurisdicción ordinaria en sus sentencias
al resolver el caso concreto controvertido.
82
En efecto, para el estudio de la protección de los derechos fundamentales en las
relaciones jurídico-privadas entre particulares, conviene realizar un análisis comparativo
del “recurso de amparo constitucional” del sistema jurídico español, con el juicio de
amparo mexicano, en razón a la similitud que guardan entre sí, a fin de llegar a ciertas
conclusiones respecto a la mediatez e inmediatez de ambos sistemas.
La estructura del modelo español tiene como objetivo proteger a todos los ciudadanos
frente a las violaciones de los derechos y libertades originados por disposiciones, actos
jurídicos o simple vía de hecho de los poderes públicos del Estado, las Comunidades
Autónomas y demás entes públicos de carácter territorial o institucional, así como sus
funcionarios o agentes (Alvarado, 2014).
Con lo anterior se podría pensar que en el referido recurso de amparo se impediría
invocar la violación de un derecho fundamental por parte de un particular, empero, la
jurisprudencia española permite afirmar lo contrario, pues su Tribunal Constitucional en
materia de violaciones a derechos fundamentales provenientes de particulares, se erige
como un control subsidiario, en virtud de no puede pronunciarse sobre su eficacia hasta
en tanto los órganos del Poder Judicial, como garantes naturales de los derechos
fundamentales, emitan la interpretación primaria, por lo cual la resolución judicial
suplanta la violación privada en el objeto del amparo, pues la transgresión se imputa
formalmente al órgano jurisdiccional, sin embargo dicho Tribunal Constitucional
materialmente juzga una violación proveniente de un particular, lo que denota que en
este aspecto, este mecanismo de protección al igual que el juicio de amparo directo
mexicano, son de carácter mediato (Alvarado, 2014).
En efecto, en nuestro país, ante la obligación de ejercer el control difuso de la
convencionalidad en materia de Derechos Humanos que tienen nuestros jueces, es que
las relaciones entre particulares que se aduzcan como violatorias de derechos
fundamentales se pueden dirimir mediante el juicio de amparo directo, ya que al ser
necesaria la intervención de órganos jurisdiccionales para salvar la concepción de los
derechos fundamentales como límites frente al poder público, los Tribunales del fuero
común tienen la obligación de atender la dimensión objetiva de los derechos
83
fundamentales al emitir su sentencia -control ex officio-, permeando de esta manera el
derecho fundamental de que se trate en todo el sistema y haciendo que cobre vida en las
relaciones entre particulares.
Si bien es cierto que al resolverse el juicio de amparo directo no se juzgará respecto de
posibles violaciones a los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares,
sino sobre la correcta o incorrecta aplicación del derecho fundamental al caso concreto
llevada a cabo por el Tribunal del fuero común, materialmente resolverá una violación
proveniente de una relación entre particulares; con la aclaración de que en nuestro
sistema jurídico aun cuando se analicen violaciones cometidas por particulares no se
reconoce de manera abierta a los derechos fundamentales como derechos subjetivos en
las relaciones entre particulares, al menos en el juicio de amparo directo (Alvarado,
2014).
Una vez que se han presentado algunas de las similitudes entre los sistemas de España y
México, se debe agregar que en el primer modelo para estar en aptitud de acceder al
recurso de amparo constitucional -recurso de casación-, se tiene como exigencia
procesal estar en presencia de un acto judicial; en cambio, en nuestro país, por tratarse
de un juicio autónomo además del propio concepto que se tiene de acto reclamado,
requiere la mediación del Estado para acceder a la esfera jurídica privada a partir
precisamente del referido acto reclamado, por lo que es evidente que el juicio de amparo
directo mexicano, es un mecanismo de carácter mediato (Alvarado, 2014).
Así, una de las diferencias destacadas entre los sistemas de protección de derechos
fundamentales en las relaciones inter privatos, en cuanto a la inmediatez o mediatez de
los mismos, es verificable en la jurisprudencia constitucional española, en la que se
conceptualiza a los derechos fundamentales como derechos subjetivos, aun en las
relaciones entre particulares, y con esta calidad, es que son objeto de los
pronunciamientos del Tribunal Constitucional Español en los recursos de amparo,
mientras que en la jurisprudencia mexicana, lo conceptualiza como un sistema de
valores (función o cualidad objetiva) que deben integrarse a la sentencia que habrá de
dictar un Tribunal Colegiado en México al momento de pronunciarse sobre la
84
constitucionalidad o inconstitucionalidad de la resolución del fuero común que
constituye el acto reclamado; y precisamente esta disimilitud es la que permite afirmar
que en España existe la eficacia inmediata en el ámbito jurisdiccional constitucional
extendiendo su protección a las controversias entre particulares (Alvarado, 2014).
Aclarando, que sin perjuicio de lo anterior, en mi concepto el sistema jurídico español
también puede considerarse como mediato, toda vez en éste también se impone la
necesidad de agotar un procedimiento judicial para acceder al recurso de amparo
constitucional.
Por otra parte, considero que el juicio de amparo directo mexicano, cumple parcialmente
los estándares de recurso judicial sencillo, rápido, efectivo e idóneo que la Corte IDH,
ha desarrollado en su jurisprudencia, por lo menos para hacer frente a las violaciones de
derechos humanos en las relaciones de coordinación, por lo siguiente:
-No es una instancia sencilla, ya que al ser un procedimiento concentrado y sumario en
el que se ventilan y dilucidan violaciones de derechos fundamentales se convierte en una
vía complicada y formalista, precisamente por los requisitos que debe satisfacer la
demanda de amparo. Mayormente si se considera, que por la naturaleza del juicio
ordinario civil cuya resolución será la materia de estudio en el juicio de amparo directo,
el tipo de pretensión y sujetos que intervinieron en el mismo, tales juicios de amparo se
regulan por el principio de estricto derecho, lo que impide suplir la deficiencia de la
queja a las partes, salvo que se tratara de un particular (condómino) al que haya que
suplir la deficiencia de la queja en términos del artículo 79 de la Ley de Amparo vigente,
o bien que el tribunal de amparo estimara necesario ejercer el control concentrado ex
officio de constitucionalidad/convencionalidad. Así, por regla general el juicio se
resolverá conforme a los planteamientos y argumentaciones contenidos en los conceptos
de violación; y también dependerá en cierto grado, de que las pretensiones en el juicio
natural, se hayan ejercido correctamente por las partes.
-Estimo que sí cumple el estándar de rapidez, al ser un juicio que generalmente se
resuelve en un lapso breve, ya que a partir de que se turna el expediente para resolución,
el promedio para que se emita la sentencia respectiva es de tres a seis meses. Cabe
85
aclarar que también dependerá de las cargas de trabajo que tenga el órgano colegiado
que conozca del asunto y de la posibilidad de que contra la sentencia dictada en el juicio
de amparo directo, proceda el recurso de revisión ante la SCJN, por lo en ese caso, la
rapidez de la resolución de la revisión dependerá también de las cargas de trabajo del
Máximo Tribunal en el país.
-Es parcialmente efectivo, porque si la pretensión constitucional deducida es acogida
en la sentencia de amparo, la respuesta a las violaciones de derechos humanos, se da a
nivel de aplicación del control concentrado de principios constitucionales o
convencionales, y por lo tanto esta jurisdicción sí es capaz de producir el resultado para
el que ha sido concebida, en tanto que tiene la potestad para conocer y resolver un juicio
de derechos fundamentales entre particulares.
-Es un medio idóneo para proteger derechos humanos, porque su diseño normativo y
jurisprudencial es apto para plantear como objeto la violación de los mismos entre
particulares aunque se requiera la mediación de la jurisdicción ordinaria, por lo que
actualmente sí es factible sostener, que se puedan obtener remedios adecuados frente a
violaciones de derechos fundamentales.
Ciertamente, la Primera Sala de la SCJN, ha construido un andamiaje coherente para de
alguna forma solucionar las violaciones de derechos fundamentales que se dan en el
seno de las relaciones entre particulares; lo que se aprecia en la jurisprudencia por
reiteración 1a./J. 15/2012, y tesis aisladas 1a. CLII/2011 y 1a. XVIII/2011, ya invocadas.
Lo anterior, sin perjuicio de que en la diversa vía, esto en la indirecta se hayan hecho
importantes pronunciamientos a favor de la eficacia horizontal de los derechos humanos,
como lo hizo la propia Primera Sala en la tesis 1a. X/2013 (10a.) de rubro:
“DISCAPACIDAD. LA NATURALEZA PRIVADA DEL CONTRATO DE SEGURO
NO EXCLUYE LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
QUE RIGEN LA MATERIA” (SCJN, 2013c: 632) reconoció que:
Debido a la fuerza normativa de la que goza la Constitución, es que los principios
contenidos en la misma vinculan a todos los sectores del ordenamiento jurídico, lo
cual incluye a las relaciones surgidas entre particulares y, en consecuencia, a la
contratación de seguros con empresas de índole privada. Lo anterior, toda vez que
la existencia de relaciones de naturaleza privada no puede implicar una excepción
86
a los principios de igualdad y de no discriminación que se encuentran consagrados
en el texto constitucional (SCJN, 2013c: 632).
Además, cabe precisar que este precedente (dictado en amparo indirecto en revisión)
constituye un claro ejemplo de la aplicación del efecto horizontal de los derechos
humanos, y en el que por supuesto se utilizó también el principio de igualdad y no
discriminación, para hacer el ajuste razonable y poner fin a desigualdades estructurales
en un caso determinado.
87
CAPÍTULO III
PROPUESTAS DE REFORMAS A LOS DIVERSOS ÓRDENES
1) Reforma normativa.
Después de analizar el caso planteado y los medios de defensa existentes en nuestro país
para la aplicación de la teoría de la eficacia horizontal de derechos humanos, al
considerar que colman parcialmente los estándares internacionales en materia de recurso
judicial a que alude la jurisprudencia de la Corte IDH, en este capítulo se formulan
diversas propuestas de reformas a diversos ordenamientos, con una visión más allá de lo
estrictamente judicial. En primer término se plantea una reforma de rango constitucional
a fin de que se incluya el reconocimiento expreso de la obligación de respeto de los
Derechos Humanos por parte de los particulares, con lo que se sientan las bases para
garantizar y proteger de manera plena (directa e inmediata) las violaciones de derechos
humanos en sede privada.
En segundo lugar se propone una reforma legislativa a algunos ordenamientos del Estado
de Sonora, partiendo de la premisa de que una garantía importante de los derechos
humanos, atendiendo al ámbito de exigibilidad de éstos, sin duda alguna lo constituye la
garantía política, que consiste en que las diversas actuaciones de aquellos órganos del
Estado que tienen capacidad para dictar normas de alcance general, -básicamente el poder
legislativo y el ejecutivo-, sean los primeros encargados en desarrollar los derechos
humanos para garantizar por medio de normas generales los derechos humanos
(incidencia mediata), lo que implica no sólo contar con buenas constituciones, sino
también con buenas leyes y buenos reglamentos que desarrollen esas leyes; sin perder de
vista que los derechos humanos se deben garantizar de manera interdependiente e
indivisible, para lo cual resulta indispensable poner límites a la acumulación ilimitada de
poder económico, lo que puede hacerse en sede política, a través de normas que
provoquen límites al poder privado (Pisarello, 2014), pues si se pretende garantizar el
88
derecho a la igualdad entre particulares que celebran contratos civiles, o bien en las
relaciones entre condóminos, son necesarias buenas leyes en estas materias.
Las reformas y adiciones a los ordenamientos que se propone en este trabajo, pretende
mejorar las disposiciones atinentes y colmar las omisiones en la materia, en el entendido
de que este ejercicio integrador bien lo podría efectuar el Legislador Sonorense, mediante
el control de convencionalidad, de acuerdo con el artículo 1 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, en relación con el diverso artículo 2º. de la CADH,
precepto este último, que dispone lo siguiente:
Artículo 2. Deber de Adoptar Disposiciones de Derecho Interno. Si el ejercicio de
los derechos y libertades mencionados en el Artículo 1 no estuviere ya garantizado
por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen
a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones
de esta convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias
para hacer efectivos tales derechos y libertades (CADH, 1969: Art. 2).
Lo anterior, sin perjuicio de que las autoridades estatales, en el ámbito de sus respectivas
competencias logren la efectividad de los derechos y libertades consagrados en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la propia CADH, también a
través del control de convencionalidad (Corte IDH, 2011).
En efecto, el examen de la problemática descrita en el presente trabajo de investigación,
evidencia violaciones de derechos humanos (igualdad, libertad de asociación, acceso a la
información y propiedad privada) ocurridas en el ámbito de las relaciones inter privatos
–en un régimen condominal-, lo que permite en este apartado realizar diversas
propuestas a nivel de garantías primarias, o de índole legislativo, con la pretensión de
lograr el respeto, promoción, garantía y protección de los derechos humanos frente a
actos de particulares, es decir, darle vida a la teoría de la eficacia horizontal de los
derechos humanos en el seno de las relaciones entre particulares (Alvarado, 2014).
Por lo que, en principio se propone una reforma de rango constitucional a fin de que se
reconozca de manera expresa la vinculación directa de los particulares a la Constitución,
principalmente a las normas de derechos fundamentales, lo que se traduce en la
obligación de respeto de los Derechos Humanos por parte de los particulares, para así
garantizar de manera plena su multidireccionalidad, en aquellos casos en que la
89
naturaleza jurídica del derecho fundamental lo permita; luego, ante la ausencia del
Estado de Sonora para salvaguardar de manera directa los derechos fundamentales de los
particulares, en razón de que la legislación local no le confiere participación en las
relaciones que se dan al interior de un régimen condominal, se hace indispensable abrir
paso a la teoría de la eficacia horizontal de los derechos humanos, realizando diversas
modificaciones en los ordenamientos secundarios, en observancia a la necesidad de dar
eficacia a la obligación de respeto de tales derechos en las contrataciones inter privatos,
por ello, se propone a través de productos legislativos, modificaciones y adiciones a
diversas disposiciones del Código Civil para el Estado de Sonora, con los que se
pretende a nivel sustantivo, armonizar el principio de igualdad con el de autonomía de la
voluntad, y en su caso, limitar a este último en la contratación; además de la creación de
un organismo público descentralizado que participe en forma activa en el respeto,
promoción, garantía y protección de los derechos humanos de los particulares, en su
calidad de condóminos.
1.1 Reforma constitucional.
Como se adelantó, para dar vida a la teoría de la eficacia horizontal de los derechos
humanos en el sistema jurídico mexicano, en principio, debe implementarse la
incidencia inmediata y directa de los derechos fundamentales a rango constitucional,
como sucede en aquellos países en los que su Carta Magna reconoce la cualidad
subjetiva de que los derechos humanos, en tanto que son oponibles por igual al poder
público y a los particulares –estos últimos en su dimensión privada-, la propuesta de
reforma constitucional es a fin de que al igual que en otros sistemas jurídicos –como en
España y Colombia principalmente-, se reconozca de manera expresa la obligación de
respeto a los Derechos Humanos por parte de los particulares, y para esto se plantea la
modificación del texto del artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, en el que se equipare la obligación de los particulares con la de los poderes
públicos en el ámbito de respeto de los Derechos Humanos reconocidos tanto en la
propia Constitución como en el resto del ordenamiento jurídico.
90
Con este enfoque inmediato del efecto de los derechos fundamentales, desde luego se
eliminarían las complicaciones que surgen de las interpretaciones constitucionales
respecto a la vigencia de los citados derechos en las relaciones entre particulares, por
tanto, se acallarían las voces que sólo aceptan la aplicación en nuestro sistema jurídico
de la teoría clásica de los derechos fundamentales, ya que al vincular a los particulares al
respeto de esos derechos en el orden constitucional, se daría fin a la discusión en torno a
la prevalencia de esta teoría, para dar paso y entronizar a la eficacia horizontal de los
derechos humanos.
Finalmente cabe aclarar que la inclusión en la Constitución de la multidireccionalidad de
los derechos fundamentales se presenta como una solución de incidencia inmediata a los
problemas que surgen en el seno de las relaciones inter privatos, porque además de que
permitiría judicializar directamente este tipo de infracciones ante las autoridades
jurisdiccionales que legalmente sean competentes, también haría posible reconocer que
los derechos humanos infringidos en sede privada, tienen una cualidad subjetiva, como
sucede en el sistema español.
No obstante, la adición constitucional de mérito resultaría limitada para la solución
concreta de problemas, pues aún y cuando la Constitución proteja a los particulares en sus
relaciones con otros particulares y permee todos y cada uno de los ordenamientos
secundarios, la posible afectación de derechos fundamentales debe salvaguardarse de
manera eficaz y de primera mano, a través de los ordenamientos legales secundarios
correspondientes (efecto mediato), permitiendo coexistir en el sistema jurídico mexicano
los modelos de incidencia inmediata y mediata, para así “obtener los elementos que
permitan una eficaz incidencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre
particulares” (Mijangos, 2004: 16); por ello el enfoque prioritario que propongo para la
solución del caso planteado y aquéllos que puedan surgir en situaciones relativas al
régimen condominal, es la adecuación de la legislación local, y la creación de un
organismo capacitado en el tema de derechos humanos, con atribuciones y facultades
suficientes para su protección, tal y como se expondrá a continuación.
91
1.2 Código Civil para el Estado de Sonora.
En cuanto a las reformas sustantivas que se proponen al Código Civil para el Estado de
Sonora, para limitar el abuso del poder privado, y armonizar el principio de igualdad y
libre contratación, se propone: modificar los artículos 18 (que contempla la lesión); 1927
(que establece la forma en que se deben cumplir los contratos), y 1977 (que dispone el
límite cuantitativo de la cláusula penal).
Tocante al artículo 18, se propone eliminar parte de los elementos subjetivos que
actualmente conforman a la figura de la lesión, consistentes en la suma ignorancia,
notoria inexperiencia y extrema necesidad, en tanto que la exigencia de una extrema
debilidad en la víctima, para caracterizar a la lesión, hace nugatoria la protección
(Bejarano, 2004), pues la norma actual exige un estándar bastante alto de prueba para que
se actualice, ya que no basta que alguien sea despojado por su ignorancia, inexperiencia o
estado de necesidad, sino que es indispensable, además que su incultura sea suma, su falta
de experiencia notoria y su estado de necesidad extremo; por tanto, se propone que el
precepto de mérito quede con esta fórmula normativa:
Artículo 18.- Cuando alguno, explotando o aprovechando alguna situación de
vulnerabilidad o desventaja de otro, obtenga un lucro excesivo que sea evidentemente
desproporcionado a lo que por su parte se obliga, el perjudicado tendrá derecho a obtener
la declaración de nulidad del contrato y, de no ser posible, la reducción equitativa de su
obligación.
Por lo que atañe al artículo 1927 del código en cita que en términos generales establece el
principio de pacta sunt servanda en los contratos y la entronización del principio de la
autonomía de la voluntad de las partes en los convenios que celebran, se propone agregar
a la segunda parte de este precepto una salvedad, que en realidad constituye un límite a
estos dos principios, y que aunque algunos pudieran considerarlo innecesario bajo la
óptica de que la última parte del precepto parecería contemplarlo al disponer que los
contratos desde que se perfeccionan obligan a las partes, no sólo al cumplimiento de lo
expresamente pactado, sino también a las consecuencias que, según su naturaleza, son
conformes a la ley; considero que desde un enfoque de derechos humanos, tal situación
92
ha sido interpretada como sinónimo de ley secundaria, y por tanto, de manera limitada,
sin tener como referente a los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución
Mexicana y en los tratados internacionales que versen sobre derechos humanos.
Precisamente, esa interpretación cerrada ha ocasionado que en los contratos privados se
estipulen cláusulas que son claramente violatorias de derechos humanos de alguno de los
contratantes, por lo general el más débil, posiblemente porque el desajuste se encuentra
en la propia ley secundaria y en las reglas legales ahí previstas, y éste sólo se refleja en
las estipulaciones privadas respectivas.
Luego, desde la óptica de los derechos humanos, conviene armonizar los principios
citados (de pacta sunt servanda y de autonomía de la voluntad), con el actual paradigma
constitucional en materia de derechos humanos, previsto en el artículo 1º, párrafo tercero,
de la Carta Magna, en cuanto a que todas las autoridades, en el ámbito de sus
competencias tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos, de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad, por lo que se estima adecuado que el legislador sonorense
ajuste el contenido normativo en cita, para cumplir con su deber de respeto y promoción
de los derechos humanos en las relaciones jurídicas que se dan entre particulares; lo que
implicaría en el caso del precepto analizado, que la celebración de contratos entre
particulares, obligue a los contratantes, al cumplimiento de lo expresamente pactado, a
condición de que se cumpla con un límite objetivo, que consiste en que los pactos
privados no violen derechos fundamentales. Por tanto, se propone adicionar a la segunda
parte de este artículo, lo siguiente:
Artículo 1927.- Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento; excepto
aquéllos que deben revestir una forma establecida por la ley. Desde que se perfeccionan
obligan a los contratantes, al cumplimiento de lo expresamente pactado, a condición de
que no se infrinjan estándares en materia de derechos humanos previstos en la
Constitución y en los tratados internacionales, y también obligan a las partes a cumplir las
consecuencias de los contratos que, según su naturaleza, son conformes, a la buena fe, al
uso o a la ley.
93
Finalmente, por lo que respecta, al límite cuantitativo de la cláusula penal, en el sentido
de que objetivamente no puede exceder en valor y en cuantía a la obligación principal, se
propone ajustar este límite, conforme al estándar de derecho internacional previsto en el
artículo 21.3 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
En efecto, el precepto mencionado hace referencia al Derecho Humano a la Propiedad
Privada, y señala que tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del hombre
por el hombre, deben ser prohibidas por la ley; y toda vez que México, ratificó el
contenido de dicho pacto, y en términos de lo dispuesto en el artículo 1º constitucional,
resulta obligatorio para el Estado mexicano proteger el derecho humano a la propiedad
privada, con la consecuente adecuación del derecho interno, en el que la ley prohíba (no
permita) que una persona obtenga en provecho propio y de modo abusivo sobre la
propiedad de otro, una ganancia, o interés excesivo derivado de la celebración de un
contrato. [Contradicción de Tesis 350/2013 (SCJN, 2014d), de cuya resolución derivaron
las jurisprudencias 46/2014 (10ª.) (SCJN, 2014c) y 47/2014 (10ª.) (SCJN, 2014b)]; por lo
que propongo que el artículo respectivo, se modifique para quedar como sigue:
Artículo 1977.- La cláusula penal tendrá como límite cuantitativo que la parte acreedora
no obtenga en provecho propio y de modo abusivo sobre la propiedad de la parte
deudora, una ganancia excesiva ante el incumplimiento del contrato por parte del deudor;
la indemnización estipulada en los convenios como pena convencional que no satisfaga
este límite, será nula.
Con estas propuestas de reforma, modificación y adición a algunos preceptos del Código
Civil para el Estado de Sonora, considero se podría lograr la realización del principio de
igualdad material, además de que se enriquecería la cultura de respeto y promoción de los
derechos humanos, en relaciones sustantivas privadas que se dan entre particulares al
momento de celebrar contratos, pues de alguna forma con estas propuestas se equilibra o
ajusta la situación real de desventaja en que se puede encontrar alguna de las partes (por
lo general, la que carece de poder), al celebrar actos jurídicos de naturaleza civil, con
otros particulares que sí cuentan con poder económico o de otra índole; lo anterior sin
94
perjuicio del ajuste razonable que el juzgador pueda hacer en su sentencia, para el
supuesto de que un asunto se lleve a la instancia judicial.
1.3 Ley sobre el Régimen de Propiedad en Condominio de Inmuebles para el Estado
de Sonora.
Existe la necesidad de adecuar la Ley sobre el Régimen de Propiedad en Condominio de
Inmuebles para el Estado de Sonora al nuevo paradigma constitucional de derechos
humanos, y es relevante porque en el caso planteado es inexistente la participación del
Estado en materia de respeto y garantía de los derechos fundamentales entre los
condóminos en sus relaciones inter privatos; por tanto, se requiere crear en la legislación
sonorense un ente encargado de cumplir con tal asignación de forma directa.
En este punto, cabe señalar que en nuestro país tenemos como referencia el esquema
creado en la legislación del Distrito Federal, en donde se prevé a la “Procuraduría Social
del Distrito Federal”, con un cúmulo de atribuciones, facultades y funciones en materia
condominal, que le permiten estar en aptitud de cumplir con la obligación constitucional
de respeto, promoción, garantía y protección de los derechos fundamentales en el ámbito
de las relaciones entre particulares, en específico, entre condóminos.
Con este cuadro, en donde una institución del Estado vigila las relaciones entre
particulares, se puede entender como un paso hacia adelante para la implementación de la
eficacia horizontal de los mismos, aunque sea a través de un producto legislativo mediato
e indirecto.
En efecto, de la lectura de la Ley de Propiedad en Condominio de Inmuebles para el
Distrito Federal y de la Ley de la Procuraduría Social del Distrito Federal, se aprecia la
existencia del referido órgano, el cual es una instancia accesible para la defensa de los
derechos sociales y tiene como principales funciones: crear, instrumentar, difundir y
aplicar mecanismos de participación ciudadana y sana convivencia entre todos aquellos
que habiten en condominios, así como observar el debido cumplimiento de la Ley y
Reglamento de la materia; orientar, informar y asesorar a los condóminos sobre el
reglamento condominal interno, escrituras constitutivas o traslativas de dominio y
95
acuerdos o resoluciones consideradas en Asamblea General, así como en lo relativo a la
celebración de actos jurídicos que tiendan a la adquisición o administración de
inmuebles; capacitar a los condóminos en la elaboración y distribución de convocatorias
para la celebración de asambleas generales; registrar las propiedades constituidas bajo el
Régimen de Propiedad en Condominio y los nombramientos de los administradores de
éstos; autorizar y registrar el libro de la Asamblea General; la Procuraduría Social del
Distrito Federal, puede asistir por medio de un representante a la Asamblea General de
un condominio, cuando se considere necesario por la importancia del o los asuntos a
tratar.
Además, la ley que regula al organismo en análisis, lo faculta a recibir quejas en materia
condominal, quien les da trámite, y emite resoluciones, recomendaciones y sugerencias
según corresponda; aplica las sanciones de conformidad con las leyes respectivas; puede
denunciar ante el Ministerio Público actos u omisiones que puedan ser constitutivos de
ilícitos; substancia los procedimientos conciliatorio, arbitral, administrativo de
aplicación de sanciones y recurso de inconformidad, cumple también con funciones de
amigable composición, aplica los medios de apremio y sanciones correspondientes, y lo
faculta para aprobar los convenios propuestos por condóminos, poseedores, comités de
vigilancia o administradores.
Por último, cabe destacar que en el modelo de la Procuraduría del Distrito Federal se
prevé que en caso de que las partes estén en desacuerdo con las resoluciones o laudos
emitidos por el organismo, puedan interponer un recurso de inconformidad ante el
Titular de ésta o un juicio de nulidad ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo
del Distrito Federal.
Consecuentemente, desde la perspectiva de defensa de derechos fundamentales de los
condóminos, se propone la creación de un organismo estatal semejante al del Distrito
Federal, pues considero que éste en cierta medida podría satisfacer estándares de
promoción, respeto, garantía y protección de los derechos humanos involucrados en
materia Condominal, por la vía no jurisdiccional, a través de la propia normativa, y
también por conducto de ciertos órganos administrativos que pueden tener incidencia en
96
su control frente a otros particulares, lo que en la actualidad no sucede en la legislación
sonorense, por no contemplar algún órgano administrativo del Estado o descentralizado,
con las funciones, facultades y atribuciones suficientes para salvaguardar los derechos
fundamentales en las relaciones entre particulares, en específico, en relaciones entre
condóminos y sus órganos de representación, como se expuso en el presente trabajo de
investigación.
El análisis emprendido, nos lleva a concluir que la intervención del poder público en el
Estado de Sonora para la eficacia horizontal de los derechos humanos en materia
Condominal, se condiciona a la excitativa de justicia por parte de los condóminos, esto
es, que particulares afectados en el seno de sus relaciones inter privatos, deben
necesariamente accionar la maquinaria judicial estatal, en defensa de sus derechos
humanos, con la pretensión de lograr restablecerlos.
En tal virtud, propongo incluir en la Ley sobre el Régimen de Propiedad en Condominio
de Inmuebles para el Estado de Sonora la creación de un organismo eficaz que vigile y
garantiza el respeto y protección de los derechos fundamentales, entre particulares
(condóminos), cuyo personal deberá estar capacitado en el tema; que cuente además con
su propio ordenamiento, en el que se establezca el cúmulo de atribuciones, facultades y
funciones que tendría encomendadas para estar en aptitud de cumplir con la obligación
constitucional de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos fundamentales
en el ámbito de las relaciones entre particulares en materia Condominal en el Estado de
Sonora.
En suma, en principio, con la reforma constitucional propuesta se pretende entroniza de
forma plena la teoría de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales, en la
medida en que se reconoce de manera expresa la obligación de respeto a los Derechos
Humanos por parte de los particulares (incidencia inmediata), y posteriormente con las
modificaciones y adiciones que se proponen a los ordenamientos legales secundarios
(incidencia mediata), se hace factible salvaguardar de manera eficaz el respeto de los
derechos humanos por parte de los particulares en sus relaciones con otros particulares,
pues de materializarse en los ordenamientos respectivos dichas adecuaciones, se tendría
97
que observar y analizar si la formulación de los pactos celebrados entre particulares,
cumplen real y efectivamente con los estándares en materia de derechos humanos.
98
CONCLUSIONES
El estudio del caso planteado, evidencia que la violación de derechos fundamentales en el
seno de las relaciones horizontales entre particulares, a partir de la celebración de
convenios civiles y su ejecución, es más frecuente de lo que imaginamos, y se presenta
como algo hasta cierto punto permitido gracias a que nuestra tradición jurídica nos lleva a
analizar el fenómeno de la violación de estos derechos, sólo desde la perspectiva de la
teoría clásica de los derechos humanos, que desde un enfoque vertical y unidireccional,
reconoce que los derechos fundamentales exclusivamente son oponibles frente a los actos
del poder público y no así frente a los actos de particulares, no obstante que en la
actualidad, el particular, se encuentra entre dos fuegos, que de igual forma amenazan el
goce y disfrute de sus derechos humanos, ya que por una parte tenemos al poder del
Estado, y por otra, otros particulares.
La teoría de eficacia horizontal de los derechos humanos, postula la multidireccionalidad
de los derechos fundamentales, y a partir de esta premisa propone que los derechos
humanos no sólo constituyan límites al actuar del Estado, sino también al de los
particulares, ya que estos derechos, gozan de una doble cualidad, al configurarse como
derechos públicos subjetivos (función subjetiva), y como elementos objetivos que
irradian todo el ordenamiento jurídico, incluyendo las relaciones jurídicas que se generan
entre particulares (función objetiva), en tanto que por estar previstos en normas
constitucionales, conforman la Ley Suprema.
La noción de eficacia horizontal de los derechos humanos también se identifica con el
problema de la determinación de cuál es la garantía judicial efectiva ante violaciones de
derechos humanos provenientes de un particular (problema de protección procesal o
adjetivo); en consonancia con esta idea, también se identificaron otros dos problemas: el
primero tiene que ver con la cuestión de la validez horizontal de los derechos
fundamentales (denominado problema de construcción o sustantivo), y el segundo
problema, de colisión de los derechos humanos en las relaciones inter privatos, que
implica efectuar un análisis singular de las relaciones jurídicas en las que los derechos
99
fundamentales se ven enfrentados con otros bienes o derechos constitucionalmente
protegidos.
Además, al analizar las razones que informan las posturas que están en contra y a favor
de la recepción en nuestro país de la teoría de la eficacia horizontal de los derechos
humanos, desde luego muy respetables, me permite discernir, sobre todo por lo que atañe
a las posturas radicales a favor de esta teoría, que la vía asequible para afrontar de manera
directa e inmediata a las violaciones de derechos humanos en las relaciones inter
privatos, es el juicio de amparo indirecto o biinstancial, tal vez porque es el mecanismo
judicial que por su inmediatez en el conocimiento de vulneración de derechos
fundamentales, con todas sus deficiencias, ha resultado ser el más efectivo en la tutela de
estos derechos frente a los órganos del poder público en México, y por ende, constituye
un deseo legítimo de que sea el juicio de amparo indirecto, la vía para reparar las
violaciones de derechos humanos entre particulares, bajo la premisa de que lo que
interesa es el tema de la vulneración de los derechos fundamentales, sin importar quién
sea el agente transgresor, esto es, el Estado o un particular.
En cambio, al abordar la postura moderada en la recepción de esta teoría, encontramos
que en la jurisprudencia por reiteración 1a./J. 15/2012, del rubro: “DERECHOS
FUNDAMENTALES.
SU
VIGENCIA
EN
LAS
RELACIONES
ENTRE
PARTICULARES.”(SCJN, 2012b: 798), y las tesis aisladas 1a. CLII/2011 y 1a.,
XVIII/2011 de rubros: “REVISIÓN EN AMPARO DIRECTO. RESULTA LA VÍA
ADECUADA PARA QUE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
CONOZCA DE AQUÉLLAS SENTENCIAS DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS
DE CIRCUITO QUE NO REPAREN UNA VIOLACIÓN DE DERECHOS
FUNDAMENTALES COMETIDA POR UN PARTICULAR.” (SCJN, 2011g: 230), y,
“AMPARO DIRECTO. RESULTA LA VÍA ADECUADA PARA QUE LOS
TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO CONOZCAN DE AQUELLAS
SENTENCIAS DE LOS TRIBUNALES ORDINARIOS QUE DESCONOZCAN UNA
VIOLACIÓN
DE
DERECHOS
FUNDAMENTALES
100
COMETIDA
POR
UN
PARTICULAR.” (SCJN, 2012c: 2685), adoptan la fórmula de que los derechos humanos
efectivamente tienen incidencia en las relaciones entre particulares.
No obstante lo anterior, por la estructura de nuestro sistema, el tratamiento procesal que
se da a este tema, es de postergar su conocimiento al juicio de amparo directo, por
considerarse la vía idónea para dar respuesta a este tipo de problemática, lo que implica
agotar en todos los casos procedimientos ante los tribunales de la jurisdicción ordinaria,
en los que previamente se ventilen los conflictos de derechos entre particulares, que
pudiera significar que no ha existido mucho avance en la temática en comento; empero,
estos pronunciamientos desde luego demuestran el interés del Máximo Tribunal de
nuestro país de reconocer que entre particulares, en sus relaciones de coordinación, sí se
configura la violación de derechos humanos, sin embargo, debido a que existen cauces
legales preestablecidos como son los procedimientos civiles, mercantiles, laborales,
penales y administrativos, de la competencia de la jurisdicción ordinaria, deben agotarse
previamente a la promoción del juicio de amparo directo.
Si bien conforme a los criterios citados pareciera que la doctrina que en la materia
prevalece en México, es de la mediación judicial o instrumentalización alemana, pues en
todos los casos se requiere de la mediación del Estado para que los Tribunales Mexicanos
encargados del control concentrado de la constitucionalidad de actos se pueda ocupar de
las violaciones de derechos humanos ocurridas en las relaciones privadas, también lo es
que con motivo de la trascendental reforma de diez de junio de dos mil once al artículo 1°
constitucional en materia de derechos humanos, al mismo tiempo que se obliga a la
jurisdicción ordinaria a velar por los derechos humanos, se le reconoce el importante
papel de garantes primarios de las infracciones de los derechos fundamentales que
provienen de poderes privados, por lo que en mi concepto esta jurisdicción, con motivo
del nuevo paradigma constitucional en la materia, se ha convertido en una garantía de la
eficacia inmediata en la protección de estos derechos cuando son vulnerados en sede
privada.
En efecto, el juzgador ordinario de primera mano debe atender a las normas de derechos
fundamentales al momento de resolver el litigio sometido a su conocimiento, pues juega
101
un papel de puente entre la Constitución y los particulares, al momento en el que resuelve
un caso concreto, y por ende tendrá que analizar si el derecho aplicable, en ese litigio, es
compatible con lo dispuesto en la Carta Magna, y en caso de ser negativa la respuesta,
introducir el respectivo contenido del derecho fundamental.
Desde luego que el reconocimiento pleno que se haga en nuestro sistema jurídico de la
teoría de la eficacia horizontal de los derechos humanos bajo la perspectiva de
protección, que implica la justiciabilidad directa e inmediata por parte de un juez
ordinario de las infracciones de derechos humanos cometidas por particulares, contribuirá
enormemente a hacer realidad el derecho a la igualdad, porque con tal racionalidad
procesal, se daría respuesta de manera eficiente y efectiva a la obligación constitucional y
convencional de combatir la desigualdad real que se presenta en las relaciones jurídicas
entre particulares por medio de la función jurisdiccional, y remediar en el caso concreto,
situaciones asimétricas de poder.
En atención a que la igualdad como principio en el derecho internacional de los derechos
humanos tiene una dimensión bastante amplia en términos de la jurisprudencia de la
Corte IDH, particularmente de la OC-18/03, se arribó a la conclusión de que los contratos
y convenios de naturaleza civil, celebrados entre particulares, también deben respetar este
principio, por ser norma de jus cogens, que al permear en todo el ordenamiento jurídico
nacional, necesariamente impregna a los pactos privados. Por lo que, es válido cuestionar
si el cúmulo de cláusulas que se estipulan en un contrato civil, satisfacen o no el principio
de igualdad real, no sólo al amparo de lo expresamente pactado en éstas, sino atendiendo
al contexto global en el que se dio la contratación, de tal suerte que el principio de
igualdad formal, que se ha entronizado en las relaciones contractuales privadas, no
impida advertir o apreciar, asimetrías de poder y desequilibrios que pueden presentarse,
no sólo en agravio de grupos en desventaja social, económica y cultural (desigualdad
estructural), sino también en perjuicio de sujetos de derecho que no necesariamente
pertenecen a estos grupos, y cuya afectación, normalmente, deriva de la imposición de
términos y condiciones en convenios o contratos, que afectan derechos indisponibles,
como son los derechos humanos.
102
El análisis de las condiciones en que se contrata entre particulares, llevó al estudio del
principio de autonomía de la voluntad -que consiste en la libertad de obligarse mediante
la celebración de actos jurídicos, cuyo contenido no sea contrario a las normas de interés
público, las buenas costumbres y los derechos de terceros-, esto es, al partir de la idea de
que dicho principio debe armonizarse con el diverso de igualdad, y para el supuesto de
que en un caso determinado sean incompatibles tales principios, desde luego que se
propone limitar la autonomía de la voluntad de los contratantes, prohibiendo o inhibiendo
la estipulación de cláusulas en los contratos que sean contrarias a los derechos humanos
de los particulares que los celebran y de prácticas contrarias a las mismas, así en el caso
planteado destacan los derechos humanos a la igualdad, a la reunión o asociación, a la
información en poder de particulares y a la propiedad privada.
En este aspecto, los operadores jurídicos en el ámbito jurisdiccional, efectivamente
juegan un papel de enlace entre la Constitución, Tratados Internacionales y los
particulares, al momento en el que resuelven un caso concreto, ya que tendrán que
analizar si el derecho aplicable, en el litigio planteado, es compatible con lo dispuesto en
la Constitución y en los Tratados Internacionales en materia de derechos humanos, y en
caso de ser negativa la respuesta, introducir el contenido del derecho fundamental que
corresponda, lo que implica cuestionar de manera constante si las reglas legales que
sustentan la bases de derechos sustantivos previstos en los Códigos Civiles, en un caso de
nulidad de pactos privados, satisfacen los estándares que respeten a los derechos
humanos, y en su caso si se justifica el empleo de la normativa que sea más protectora de
la persona que se encuentra afectada por una situación asimétrica de poder.
Por otra parte, los conceptos de tutela judicial efectiva y eficacia horizontal de los
derechos humanos, conforme al caso planteado en este trabajo, confluyen en la búsqueda
de instrumentos jurisdiccionales de carácter procesal que protejan y salvaguarden de
manera real los derechos fundamentales frente a los actos de particulares; así por lo que
respecta al cuestionamiento, de que si la jurisdicción ordinaria civil en el Estado de
Sonora, cumple los estándares internacionales del recurso judicial, de acuerdo con el
artículo 25 de la CADH, se estima que dicha jurisdicción paulatinamente irá satisfaciendo
103
los estándares de recurso judicial idóneo y efectivo, para hacer frente a las violaciones de
derechos humanos en sede privada, principalmente porque se encuentran en proceso de
construcción las bases operativas para que ejerza el control difuso ex officio de
constitucionalidad/convencionalidad en los juicios entre particulares que se les presentan
y en los que se actualice la problemática de resolver violaciones de derechos humanos
entre particulares, por lo que dependerá en gran medida de la aplicación que estos
juzgadores realicen como órganos protectores y garantes primarios de los derechos
fundamentales de los particulares que ante ellos litiguen; sin que esto implique
desconfianza hacia su importante labor jurisdiccional, pues conforme al nuevo paradigma
constitucional, la jurisdicción ordinaria también está convocada a proporcionar respuestas
eficaces, inmediatas y directas, al efecto horizontal de los derechos humanos, máxime si
se ha dejado en sus manos el control difuso ex officio de constitucionalidad y
convencionalidad que antaño tenía vedado ejercer.
Como mecanismo terminal de protección de derechos humanos entre particulares, el
juicio de amparo directo también tiende a satisfacer los estándares de recurso judicial
precisados, en tanto que dicha jurisdicción es capaz de producir el resultado para el que
ha sido concebida, ya que tiene la potestad para conocer y resolver un juicio de derechos
fundamentales entre particulares, en un contexto mediato, pues en todos los casos, se
requiere que se ventile un procedimiento ante la jurisdicción ordinaria, que culmine con
la decisión respectiva, y además es idóneo, para proteger derechos humanos, porque su
diseño normativo y jurisprudencial es apto para plantear como objeto la violación de
estos derechos, no sólo por parte de las autoridades, sino también entre particulares.
En razón de que los medios jurisdiccionales de defensa existentes en nuestro país, para la
aplicación de la teoría de la eficacia horizontal de derecho humanos al caso planteado, en
mi opinión, colman parcialmente los estándares internacionales en materia de recurso
judicial a que alude la jurisprudencia de la Corte IDH, se formulan diversas propuestas de
reformas con una visión más allá de los estrictamente judicial, a la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, así como a diversos ordenamientos secundarios
vigentes en el Estado de Sonora, como es la adición al artículo 1° Constitucional, en el
104
que se reconozca la obligación de respeto de los derechos fundamentales por parte de
particulares; así como a los artículos 18, 1927 y 1977 del Código Civil para el Estado de
Sonora, con lo que se pretende a nivel sustantivo, limitar el poder privado, que
ordinariamente se ejerce abusando del principio de la autonomía de la voluntad en la
celebración de contratos; y además se propone adicionar en la propia Ley sobre el
Régimen de Propiedad en Condominio de Inmuebles para el Estado de Sonora,
disposiciones que regulen un organismo público descentralizado, [-como es el caso de la
Procuraduría Social en el Distrito Federal-] u otro órgano equivalente, que en el marco de
las relaciones privadas que surgen entre condóminos, participe en forma activa en el
respeto, promoción, garantía y protección de los derechos humanos de estos particulares;
reformas y adiciones, que de materializarse en los ordenamientos respectivos, por una
parte trascenderían en la formulación de los pactos celebrados entre particulares, pues se
tendría que ver y analizar, si realmente cumplen con los estándares en materia de
derechos humanos; y por la otra, se inhibirían los abusos y afectaciones a los derechos
humanos que sufren los condóminos en todos los regímenes de propiedad en condominio
constituidos y por constituirse en el Estado de Sonora, con independencia del estatus
económico de los condóminos que los integran.
En suma, el presente trabajo de investigación pretendió evidenciar la vulneración de
derechos fundamentales en relaciones entre particulares, tomando en cuenta el devenir
histórico de la teoría de la eficacia horizontal de los derechos humanos, así como su
aceptación a nivel jurisprudencial en diversos criterios de la SCJN, para lograr la
adecuada protección, garantía y respeto de los derechos fundamentales en sede privada.
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