Derecho Procesal, concursal y arbitraje El derecho al olvido y a la

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Derecho Procesal, concursal y arbitraje
Newsletter trimestral (enero – marzo 2015)
Autor: Ana Fernández y Jose María Abascal
El derecho al olvido y a la intimidad en internet
La Sala de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional ha dictado ya 18 sentencias en las que
aplica el «derecho al olvido». Concretamente en 14 de ellas, la Audiencia Nacional ha sido favorable a los
intereses de los particulares y ha establecido algunos de los criterios para determinar cuándo cabe o no la
aplicación del denominado «derecho al olvido».
De esta manera, la Audiencia Nacional, confirma la doctrina introducida por el Tribunal de Justicia de la Unión Europa (TJUE)
en su respuesta a las cuestiones prejudiciales elevadas por ella misma en el caso «Mario Costeja», y que desestimaba los
recursos planteados por Google Spain y Google Inc. confirmando el derecho del particular a ejercer el «derecho al olvido».
Concretamente, el Sr. Costeja reclamaba a Google la eliminación de una información veraz publicada en «La Vanguardia» y en
la que aparecía éste como moroso. Por su parte, el buscador se opuso en su momento, alegando que era el periódico el que
tenía que borrar esa noticia, porque lo único que hacía era dar una información real existente.
Ante aquella situación, el Sr. Costeja acudió a la Agencia Española de Protección de Datos para ejercitar dos acciones: por un
lado, frente a la empresa editora del diario «La Vanguardia» y, por otro, frente a la propia empresa Google. La Agencia
Española de Protección de Datos decidió estimar la reclamación formulada por el Sr. Costeja contra Google, instándole a
adoptar las medidas necesarias para retirar los datos de su buscador e imposibilitar el acceso futuro a los mismos, si bien,
desestimó la reclamación contra «La Vanguardia» por entender que la publicación de los datos en la prensa tenía justificación
legal.
Pues bien, la Audiencia Nacional, para resolver la controversia suscitada ante la interposición del oportuno recurso por parte
de Google, utilizó una figura propia del Derecho comunitario denominada «cuestión prejudicial», la cual permite que los
tribunales de los Estados de la Unión Europea, en el contexto de un litigio del que estén conociendo, cuestionen al Tribunal de
Justicia de la Unión, entre otros aspectos, acerca de la interpretación del Derecho comunitario.
La fundamentación jurídica contenida en la sentencia dictada por el TJUE en el caso Costeja, fue acogida íntegramente por la
Audiencia Nacional, dictando ésta sentencia que se publicó el 23 de enero de 2015, poniendo fin a la controversia y
estableciendo cuáles son los criterios que han de utilizarse para determinar si aplica o no el «derecho al olvido», teniendo en
cuenta los derechos que entran en pugna, que son, por un lado, el derecho a la protección de datos de las personas y, por
otro, el derecho a la libertad de información.
La meritada sentencia, señala que es preciso realizar un juicio de ponderación que permita determinar cuál de los dos
prevalece, teniendo en cuenta que:
“La oposición [a que los datos sean indexados por motores de búsqueda] se encontrará justificada cuando las circunstancias
que configuran la situación personal concreta del interesado así lo determinen, ya sea por la naturaleza de la información y su
carácter sensible para la vida privada del afectado, por la no necesidad de los datos en relación con los fines para los que se
recogieron o por el tiempo transcurrido, entre otras razones.”
A modo de resumen, podemos concretar que en aquella primera sentencia, publicada el 23 de enero de 2015, se establecía
que:

El tratamiento previo a la indexación de datos que realizan los motores de búsqueda les hace responsables del
tratamiento de datos personales.

La normativa española resulta de aplicación a Google, al ser ésta una filial establecida en España (Google Spain) y estar
la actividad de ésta íntimamente ligada a la de la matriz en Estados Unidos.

La libertad de información se ve garantizada por la subsistencia de la información en la fuente, es decir, en el sitio web
donde se publica la información.

El “derecho al olvido” se aplicará cuando los resultados generados por una búsqueda no tengan interés público y
teniendo en cuenta la fecha de publicación de la información, entre otros factores.

Debemos concluir que esto no implica eliminar la información, implica que no sea accesible cuando se busca por el
nombre de la persona afectada.
Tras esta sentencia, las resoluciones se sucedieron en cascada. Sin embargo, debemos poner de manifesto que no existe un
derecho generalizado «al olvido», sino que la cancelación de datos, según la Audiencia Nacional, estará justificada cuando las
circunstancias de cada caso concreto así lo determinen.
A efectos prácticos, las conclusiones que podemos extraer se centran en que quien ejercite el derecho de oposición:
(i)
ha de indicar ante el responsable del tratamiento o ante la Agencia Española de Protección de Datos que la búsqueda se
ha realizado a partir de su nombre, como persona física;
(ii)
ha de indicar los resultados o enlaces obtenidos a través del buscador, así como el contenido de esa información que le
afecta y que constituye un tratamiento de sus datos personales a la que se accede a través de dichos enlaces.
A partir de ahí, la tutela del derecho de oposición de los particulares exigirá una adecuada ponderación de los derechos en
conflicto para establecer si el derecho a la protección de datos debe prevalecer sobre otros derechos e intereses legítimos, en
atención a la concreta situación personal y particular de su titular.
Por último, debemos hacer constar que, del análisis de la materia (derecho al olvido en internet), surge una reflexión en
relación con la cancelación de antecedentes penales, preceptos 136 y 137 del Código Penal, sobre la conveniencia o
procedencia de establecer un sistema similar que permita, transcurrido cierto tiempo, y atendiendo las circunstancias de cada
caso, proceder a la cancelación completa de determinadas informaciones o datos en los motores de búsqueda, por la
sensibilidad de los mismos y el daño o menoscabo que puedan ocasionar al perjudicado en relación con su derecho al honor y
a la intimidad personal y familiar.
Más Información:
Ramón Fernández-Aceytuno
Socio de Procesal
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