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TEMA MONOGRÁFICO
ENFERMEDADES SISTÉMICAS AUTOINMUNES (II)
Dermatomiositis y polimiositis
A. Campoa, G. de la Redb y R. Cerveraa
a
Servicio de Dermatología. bServicio de Enfermedades Autoinmunes. Hospital Clínic. Barcelona. España.
L
a dermatomiositis y la polimiositis son las principales miopatías inflamatorias idiopáticas. Constituyen un grupo de enfermedades de etiología desconocida que se caracterizan por la existencia de una lesión inflamatoria muscular asociada con necrosis
de células musculares, lo que en la mayoría de los casos se traduce
en debilidad muscular. Estas dos enfermedades son consideradas
por algunos autores como formas de expresión diferentes dentro
del espectro de un mismo proceso patológico, diferenciándose por
la asociación o no de manifestaciones cutáneas. No obstante, se
han evidenciado diferencias significativas en los cambios anatomopatológicos y en el fenotipo del infiltrado inflamatorio de las lesiones musculares de ambos procesos que sugieren diferentes mecanismos patogénicos.
EPIDEMIOLOGÍA
Estas afecciones se pueden manifestar a cualquier edad, pero se
ha determinado la existencia de dos picos de máxima incidencia:
uno en la infancia (en individuos generalmente menores de 10
años de edad) y otro entre los 45 y los 60 años de edad. Por otro
lado, es dos veces más frecuente en mujeres que en varones y en
estos últimos la media de edad de inicio es mayor que en las mujeres. Especialmente elevada ha sido la incidencia descrita en la
etnia bantú.
La incidencia de la dermatomiositis y la polimiositis varía en diferentes estudios, y oscila entre uno y 30 casos por 106 habitantes y
año, con una prevalencia de aproximadamente 10 casos por cada
106 habitantes. En los casos de dermatomiositis juvenil y en los
pacientes con anticuerpos anti-Jo-1 se ha demostrado una mayor
incidencia en los meses de primavera que en el resto del año. En
el caso de la dermatomiositis juvenil existen evidencias de una relación con la infección por el virus coxsackie B, que también es
más prevalente en los meses de primavera.
CLASIFICACIÓN
Clasificación clásica
La clasificación de estas enfermedades ha experimentado una notable variación con el paso del tiempo. Incluso en la actualidad
existe una marcada disparidad de opiniones a la hora de subclasificar las entidades incluidas en este grupo. Algunos autores sitúan a
la polimiositis y la dermatomiositis en categorías separadas mientras que otros las unifican, aunque diferencian las formas juveniles
de las del adulto de ambas entidades. Muchos autores consideran
la miositis asociada con neoplasias o con otras enfermedades del
tejido conectivo en una categoría aparte, mientras que otros consideran innecesaria esta distinción.
El primer intento serio de llevar a cabo una clasificación integrada de estos procesos fue realizado por Bohan y Peter que establecieron las siguientes categorías:
(1201)
– Grupo I: polimiositis primaria idiopática.
– Grupo II: dermatomiositis primaria idiopática.
– Grupo III: dermatomiositis o polimiositis asociadas con neoplasia.
– Grupo IV: dermatomiositis o polimiositis infantil asociadas
con vasculitis.
– Grupo V: polimiositis o dermatomiositis asociadas con enfermedades del tejido conjuntivo (síndromes de solapamiento).
Estos mismos autores establecieron los criterios diagnósticos de
la polimiositis y la dermatomiositis, que se exponen a continuación:
1. Debilidad simétrica de los músculos de las cinturas escapular
y pélvica, de los músculos flexores del cuello, progresiva en el curso de semanas o meses, con o sin disfagia o afección de la musculatura respiratoria.
2. Biopsia muscular con evidencia de necrosis de fibras musculares, fagocitosis, regeneración, núcleos sarcolemales grandes y
vesiculosos con nucleolos prominentes, atrofia de distribución
perifascicular, variación en el tamaño de las fibras e infiltrado inflamatorio con frecuencia perivascular.
3. Elevación plasmática de enzimas musculares, especialmente
de la creatincinasa (CK) y con frecuencia de la aldolasa, la aspartato aminotransferasa (ASAT), la alanina aminotransferasa (ALAT) y
la lactato deshidrogenasa (LDH).
4. Tríada electromiográfica constituida por: a) unidades motoras
polifásicas pequeñas y cortas; b) fibrilaciones, ondas positivas agudas e irritabilidad insercional, y c) descargas repetitivas anómalas
de alta fecuencia.
5. Cualquiera de las manifestaciones cutáneas características de
la dermatomiositis.
Los pacientes que cumplían los cuatro criterios musculares tenían un diagnóstico de certeza de polimiositis. El cumplimiento de
tres criterios musculares permitía establecer el diagnóstico de probabilidad y si sólo se cumplían dos se establecía el de posibilidad.
Los pacientes con tres o más criterios musculares y el quinto (criterio de afección muscular) presentarían el diagnóstico de certeza
de dermatomiositis; el de probabilidad se establecería con dos criterios musculares y el criterio de afección cutánea, y el de posibilidad con un criterio muscular y el criterio cutáneo.
Problemas de la clasificación clásica
El planteamiento por algunos autores de la necesidad de diferenciar un subgrupo de pacientes con manifestaciones cutáneas altamente sugestivas de dermatomiositis, en ausencia de evidencia clínica y analítica de afección muscular durante largos períodos, ha
obligado a analizar esta clasificación original introduciendo términos como dermatomiositis amiopática o premiopática. Por otro
lado, se plantea si la diferenciación entre dermatomiositis y polimiositis no es en realidad más académica que práctica, habiendo
planteado algunos autores que dermatomiositis, polimiositis y derJANO 17-23 OCTUBRE 2003. VOL. LXV N.º 1.492
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Dermatomiositis y polimiositis
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matomiositis amiopática constituirían formas de expresión diferentes de un mismo proceso patológico, en uno de cuyos extremos
(polimiositis) se encontrarían los pacientes con afección exclusivamente muscular, en el polo opuesto (dermatomiositis amiopática)
se encontrarían los pacientes con lesiones exclusivamente cutáneas
y en el centro (dermatomiositis) aquellos con una combinación de
los dos problemas. En contra de esta teoría están los que defienden que las diferencias clínicas, morfológicas e inmunopatogénicas
de la dermatomiositis y la polimiositis indican que son procesos diferentes. Estas teorías han dado lugar a otras clasificaciones como
la que se expone a continuación: polimiositis, dermatomiositis,
miopatías con cuerpos de inclusión, miositis asociada con neoplasia, dermatomiositis-polimiositis juvenil, miositis asociada con otras
enfermedades autoinmunes sistémicas (síndromes de solapamiento) y, por último, dermatomiositis amiopática.
A continuación se hace referencia a dos de estas entidades, ya
que en ellas las características clínicas del proceso varían:
referencias a dicha asociación. Hay estudios retrospectivos que han
demostrado un incremento en la incidencia de neoplasias en pacientes con dermatomiositis en relacion con pacientes sin dicha
enfermedad. En la mayoría de los casos, el proceso neoplásico precede a la dermatomiositis o coincide temporalmente con ella, y los
tipos de neoplasia asociados con más frecuencia son equiparables a
los de la población general. La posible relación entre ambos procesos está todavía por determinar. Se han intentado identificar características clínicas específicas de la dermatomiositis asociada con
neoplasia, y se ha observado que el único dato consistentemente
asociado con una mayor incidencia de neoplasia subyacente es la
edad avanzada de los individuos. Por ello, en los pacientes con dermatomiositis de inicio en edades avanzadas es recomendable la
práctica de exploraciones complementarias destinadas a identificar
una posible neoplasia subyacente, aunque no existe convenio en lo
referente a qué exploraciones son las recomendadas. No obstante,
la mayoría de autores acepta que debería realizarse:
Dermatomiositis amiopática
– Una historia clínica completa y una exploración física exhaustiva, incluyendo el recto, la pelvis y las mamas.
– Un estudio analítico que incluya un hemograma y fórmula
leucocitaria y un estudio bioquímico básico, un proteinograma
electroforético y un análisis de orina.
– Una radiografía de tórax.
– Una mamografía en las mujeres.
Este término fue creado por Pearson y rescatado por Euwer y
Sontheimer para describir a un grupo de pacientes con lesiones cutáneas altamente sugestivas de dermatomiositis, pero que no cumplían los criterios diagnósticos del proceso por la ausencia de evidencia de afección muscular. En la mayoría de pacientes las manifestaciones cutáneas del proceso preceden a las musculares, a veces
incluso durante años. No obstante la rigidez de los criterios diagnósticos establecidos por Bohan y Peter no permite diagnosticar a
estos enfermos y, en definitiva, impide empezar tratamientos que
han demostrado ser más eficaces cuanto antes se apliquen en los
pacientes con el diagnóstico ya confirmado. Queda por establecer si
la mayoría o sólo parte de estos enfermos acaban desarrollando
afección muscular. Según algunos autores, la mayoría de pacientes
desarrollará durante el curso de la enfermedad las manifestaciones
musculares del proceso, por lo que consideran más apropiado el
nombre de dermatomiositis premiopática. Otros consideran probable que algunos no desarrollen nunca la citada miopatía.
El interés en diferenciar a estos pacientes radica en la posible
utilidad de iniciar los tratamientos inmunomoduladores en las
fases amiopáticas, planteándose si esto podría disminuir la posibilidad de desarrollar posteriormente la miopatía y el riesgo de secuelas posteriores. Hay estudios en ambos sentidos, por lo que la
actitud frente a estos pacientes suele ser fruto de la experiencia
personal de cada grupo.
Síndromes de solapamiento
Es un término empleado para definir aproximadamente al 20% de
los pacientes con dermatomiositis o polimiositis con manifestaciones de otras enfermedades autoinmunes sistémicas como lupus
eritematoso sistémico, artritis reumatoide, síndrome de Sjögren,
esclerosis sistémica o enfermedad mixta del tejido conjuntivo. Signos específicos de esclerosis sistémica o de la enfermedad mixta
del tejido conjuntivo, como el engrosamiento esclerótico de la dermis, las contracturas, la hipomotilidad esofágica, la microangiopatía y los depósitos de calcio, se observan en la dermatomiositis pero
no en la polimiositis, mientras que signos de artritis reumatoide,
lupus eritematoso sistémico o síndrome de Sjögren son muy raros
en la dermatomiositis. Los pacientes con el síndrome de solapamiento dermatomiositis-esclerosis sistémica pueden tener un anticuerpo antinuclear específico, el anti PM/Scl.
Dermatomiositis y cáncer
Desde que en 1916 Stertz y Kankeleit describieron el primer caso
de dermatomiositis asociado con neoplasia, han sido múltiples las
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En caso de detectarse alteraciones en alguna de estas pruebas
se deberán realizar las exploraciones necesarias para profundizar
en su estudio.
La asociación de dermatomiositis y neoplasia implica un peor
pronóstico del proceso, debido fundamentalmente a la propia neoplasia. También es cierto que los pacientes con dicha asociación
presentan, por lo general, una dermatomiositis de curso más tórpido. Habitualmente, el tratamiento de la neoplasia subyacente consigue mejorar las manifestaciones de la enfermedad, que pueden
recidivar cuando se produce la diseminación metastásica de la neoplasia. No obstante, no todos los casos presentan este comportamiento.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de estas enfermedades sigue siendo un enigma.
Se cree que poseen una base autoinmune, aunque se desconoce la
identidad del posible error inmunológico implicado. Entre los argumentos que dan fundamento a la hipótesis autoinmune cabe
destacar la asociación con otras enfermedades que cursan con una
respuesta inmune alterada, los signos de una respuesta inmunológica, como la producción de autoanticuerpos, o la respuesta inflamatoria en los órganos diana, así como el efecto beneficioso de la
terapéutica inmunosupresora e inmunomoduladora en un número
elevado de pacientes con miopatías inflamatorias idiopáticas. La
comprobación de que determinados mecanismos patogénicos predominan en unas u otras formas de miositis es lo que da sentido a
la clasificación en los tres grandes grupos antes mencionada.
Dermatomiositis
En esta enfermedad uno de los primeros hechos que ocurren es la
activación de la cascada del complemento por la vía clásica o la alternativa, lo que conduce, en definitiva, al depósito en los capilares
musculares de la fracción C5b9 (complejo de ataque de membrana). A partir de la lesión de estos capilares, su número se verá reducido, lo que condicionará cambios de microisquemia muscular,
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que a su vez producirá disolución de miofilamentos de las células
musculares (agresión subletal) y, en ocasiones, auténticos microinfartos musculares y atrofia perifascicular por hipoperfusión de estas áreas de los fascículos musculares. Hasta el momento no está
bien establecida la secuencia de los hechos por lo que se refiere a
la presencia de infiltrados inflamatorios en esta enfermedad. En
efecto, es frecuente que existan infiltrados inflamatorios compuestos por linfocitos B, linfocitos T y macrófagos situados alrededor
de los vasos de pequeño y mediano calibre en las biopsias musculares de las dermatomiositis. En estudios preliminares se está comprobando cómo las células endoteliales de los vasos de las biopsias
musculares de pacientes con esta enfermedad expresan moléculas
de adhesión leucocitaria del tipo ICAM-1 y VCAM, el primero sobreexpresado, ya que es constitutivo del endotelio, y el segundo
expresado de forma anómala, particularmente en los vasos con fenómenos inflamatorios a su alrededor. Es posible que la expresión
de estas moléculas pueda justificar la existencia, por migración, de
células inflamatorias a la zona perivascular. En cualquier caso, lo
que parece claro es que en la dermatomiositis una de las células
diana de la agresión inmunológica es la célula endotelial.
Polimiositis
En las polimiositis no se han demostrado estas lesiones capilares y
sí, en cambio, se ha evidenciado la presencia de fenómenos de citotoxicidad directa restringida a la expresión de antígenos de clase
I del complejo mayor de histocompatibilidad. En condiciones normales y en situaciones de ausencia de inflamación muscular, únicamente las células musculares adultas en regeneración y degeneración expresan tales antígenos en su superficie. En las biopsias
musculares de los enfermos con polimiositis se ha comprobado
que un elevado porcentaje de células musculares expresan estos
antígenos, particularmente en las áreas en las que existen fenómenos inflamatorios, y por parte de aquellas células aún viables pero
que están siendo agredidas por células inflamatorias (fenómeno de
invasión celular parcial). La inmunodetección de estos antígenos de
clase I puede ser de ayuda en la diferenciación morfológica, a veces
difícil, entre dermatomiositis y polimiositis, ya que en las segundas
la expresión se detecta de forma particularmente intensa en las zonas de hipoperfusión, en lo que se ha dado en llamar estrés celular.
vados, lo que complica tareas habituales como el peinado. En el caso
de los niños pequeños, la dificultad en la movilización la observan los
propios padres, mientras que en el caso de niños mayores, suele aparecer una disminución de las capacidades atléticas. La debilidad
muscular se caracteriza por ser de instauración subaguda (en semanas o meses), en ocasiones insidiosa, pero raramente aguda. Es constante y progresiva, a diferencia de otros procesos, como la miastenia
grave, en la que presenta un curso intermitente. Es prácticamente
siempre bilateral y simétrica. En fases avanzadas pueden ponerse de
manifiesto dificultades en la marcha (marcha de Trendelemburg) o
una hiperlordosis compensadora. Los reflejos musculotendinosos
están preservados, salvo en músculos gravemente afectados y atróficos. La atrofia muscular suele ser rara en las fases iniciales, a pesar
de que los grupos musculares afectados puedan notarse hipotónicos,
pero en fases avanzadas en pacientes con una enfermedad larga y
lentamente progresiva puede desarrollarse una atrofia muscular desproporcionada en relación con la debilidad del paciente. Otros grupos musculares que se afectan con frecuencia son la musculatura faríngea y de la lengua, que se manifiestan en forma de disfagia o rinolalia, y la flexora del cuello. En casos avanzados y, más raramente, en
casos agudos puede involucrarse la musculatura respiratoria, pero es
excepcional la afección de la musculatura facial y bulbar. Tanto es
así que la presencia de debilidad de la musculatura ocular debe hacer dudar de un diagnóstico de miopatía inflamatoria idiopática.
En la mitad de los casos la debilidad muscular se asocia con
mialgias. No obstante, a diferencia de lo que ocurre en las miositis
infecciosas no es un síntoma predominante en las miopatías idiopáticas. Cuando aparece suele ser un síntoma temprano.
Manifestaciones cutáneas
La dermatomiositis presenta unas manifestaciones cutáneas patognomónicas (pápulas de Gottron y eritema en heliotropo), sin las
cuales no se puede establecer un diagnóstico de certeza. Se asocia
también con lesiones cutáneas características aunque no patognomónicas que aparecen con frecuencia en estos pacientes. Como se
ha comentado anteriormente, las manifestaciones cutáneas están
prácticamente siempre presentes en el momento en que el enfermo desarrolla la clínica muscular, ya que con frecuencia la preceden o se desarrollan con ella.
Pápulas de Gottron
CLÍNICA
Las posibles manifestaciones clínicas de estas enfermedades son
muchas y la forma de presentación clínica de cada caso es muy variable. Por un lado, algunos pacientes pueden presentar las manifestaciones características de la miopatía sin evidencia de lesiones
cutáneas, entrando en el espectro de la polimiositis. En otras ocasiones sólo se presentan las manifestaciones cutáneas del proceso.
Hasta en el 56% de los pacientes las manifestaciones cutáneas preceden a la miopatía. Todo ello hace que no podamos establecer un
patrón clínico único de este proceso.
Es la manifestación clínica más específica de la dermatomiositis
(figs. 1 y 2) y se observa en el 70% de los pacientes. Es un eritema
maculopapular situado sobre prominencias óseas, como los nudillos, los codos y las rodillas, y en las áreas periungueales. Las lesiones iniciales son pequeñas y discretas pero a medida que pasa el
tiempo aumentan de tamaño y confluyen formando placas eritematosas o violáceas, descamativas y con telangiectasias en su superficie. Estas placas formadas por la evolución de las pápulas de
Gottron reciben el nombre de signo de Gottron. En algunas ocasiones las placas desarrollan pequeñas cicatrices, y con el tiempo
las lesiones se hacen atróficas y despigmentadas.
Manifestaciones musculares
Eritema en heliotropo
La lesión muscular se manifiesta por una debilidad progresiva que
afecta fundamentalmente a los músculos estriados del tronco y de
las cinturas escapular y pélvica. Estos músculos se afectan antes y
con mayor frecuencia que los periféricos; por ello, las acciones que
requieren el uso de la musculatura proximal se dificultan con anterioridad, mientras que las acciones motoras finas que dependen de
la fuerza de la musculatura distal se alteran más tardíamente. El paciente suele consultar por dificultad para levantarse de sillas bajas o
para subir escaleras, o por incapacidad para mantener los brazos ele-
Es un signo distintivo de este proceso patológico que se observa
hasta en el 60% de los pacientes, y que consiste en un eritema de
los párpados y la zona periorbicular, que ocasionalmente se extiende a las regiones malares frontales o temporales, de coloración rojo-violácea (fig. 3). Se ha comparado con la tonalidad de la flor de
la valeriana, de la que procede el término de eritema en heliotropo.
La intensidad del eritema puede variar en cuestión de horas, y no
es infrecuente observar un marcado edema de los párpados y los
tejidos periorbiculares.
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Figura 1 Pápulas de Gottron en el dorso de articulaciones metacarpofalángicas e interfalángicas.
Figura 3 Eritema en heliotropo. Obsérvese el eritema rojo-violáceo de los
párpados, y las áreas periorbiculares y malares.
Figura 4 Exantema eritematoso difuso y discreto del área del escote.
edematosas, y también es posible el desarrollo de lesiones más crónicas y maculares, así como cambios poiquilodermiformes en el
tronco y la raíz de las extremidades.
Alteraciones periungueales
Figura 2 Pápulas de Gottron. Detalle.
Eritema difuso de áreas fotoexpuestas (fotosensibilidad)
Es una manifestación menos específica que se observa hasta en el
30% de los pacientes como un eritema difuso especialmente distribuido por la piel fotoexpuesta de la cara, el cuello, la raíz de las extremidades y el tronco (fig. 4). En algunos pacientes este eritema
puede desarrollarse en otras superficies como los codos, las rodillas, las áreas maleolares o la cara anterior del tórax (dibujando una
“V”). Este eritema suele exacerbarse tras la exposición a radiaciones solares, puede ser difícil de identificar en pacientes de piel oscura y, en ocasiones, es tan tenue, transitorio o inaparente que pasa inadvertido. Ocasionalmente, las áreas afectadas se muestran
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Aparte de las pápulas de Gottron en el área periungueal, se puede
observar un eritema difuso y brillante con dilataciones irregulares
y tortuosas de las asas capilares del lecho ungueal, visibles en la capilaroscopia o a simple vista. También pueden objetivarse trombosis de asas capilares y hemorragias en astilla. Estas alteraciones
capilaroscópicas son más evidentes en pacientes que presentan fenómeno de Raynaud, artritis o afección pulmonar. No existe relación entre las citadas alteraciones y la actividad de la miositis o con
la asociación con neoplasias. En otros pacientes se observan engrosamientos, hiperqueratosis e irregularidad de la cutícula, cambios
que no son específicos de este proceso puesto que se pueden observar en pacientes con síndrome de solapamiento, con esclerosis
sistémica o con lupus eritematoso.
Manos de mecánico
Manifestación clínica muy característica de los pacientes con dermatomiositis. Consiste en la presencia de una hiperqueratosis de
las caras laterales y palmares de los dedos que determina una rugosidad y el desarrollo de fisuras con líneas horizontales irregulares
de aspecto sucio (fig. 5). Ante esta manifestación es primordial
descartar un componente traumático local o una exposición laboral
que justifiquen dicha apariencia.
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Eritema del cuero cabelludo y alopecia
Es posible la aparición de un eritema y alopecia difusos del cuero
cabelludo. Las manifestaciones eritematosas citadas en las diferentes localizaciones pueden, con el tiempo, curar dejando eritemas telangiectásicos reticulados con áreas de atrofia y cicatrización
que, en ocasiones, muestran cambios de hiper e hipopigmentación
de aspecto poiquilodermiforme. Todos estos cambios hacen que las
áreas afectadas presenten un aspecto similar al de la radiodermitis.
Edema
Aparte del edema orbitario y periorbicular, los pacientes presentan
con frecuencia edema en las manos, los brazos y ocasionalmente
en importantes áreas del tronco, generalmente asociado con eritema de la región dorsal de los antebrazos o la parte superior del
tronco comentado anteriormente.
Figura 5 Lesiones hiperqueratósicas en bordes laterales de los dedos o
“manos de mecánico”.
Otras manifestaciones cutáneas
Una gran variedad de manifestaciones cutáneas se han descrito
ocasionalmente asociadas con dermatomiositis. Entre ellas cabe
destacar el dermografismo; las lesiones ampollosas; las lesiones urticariformes; la fotosensibilidad; el eritema nudoso; el eritema multiforme; la queratosis folicular; la hipertricosis-hiperhidrosis; las
erupciones psoriasiformes; el pitting ungueal; las dermatitis exfoliativas; la livedo reticularis; las úlceras cutáneas; las paniculitis supuradas; las erupciones papulares foliculares eritematosas hiperqueratósicas en la cara, la espalda, el cuello, el tronco, el dorso de
los pies y las manos, y las áreas palmoplantares (pacientes orientales), y la asociación con cambios lupus-like o esclerodermiformes
(pacientes con síndrome de solapamiento).
gresiva, con un patrón radiológico de infiltrado intersticial que evoluciona hacia una gradual fibrosis pulmonar. Medicaciones como
el metotrexato pueden contribuir al desarrollo de la neumonitis, y
se han descrito casos de hipertensión pulmonar con cor
pulmonale. La enfermedad pulmonar intersticial aparece hasta en
el 10% de los pacientes con dermatomiositis y es más frecuente en
pacientes con síndromes de solapamiento y en asociación con anticuerpos anti-Jo-1 o a anti-PL-12 (hasta un 50% presenta anticuerpos anti-Jo-1). Las complicaciones respiratorias son, junto con la
cardiomiopatía de la enfermedad, las responsables de la mayoría
de las muertes en los pacientes con dermatomiositis.
Síntomas generales
Hasta en un 30% de los pacientes se ha descrito la afección de la
musculatura estriada y lisa del tercio proximal y la parte distal del
esófago, lo que justifica tanto el desarrollo de divertículos esofágicos y la presencia de reflujo gastroesofágico como la clínica de disfagia que se describe hasta en el 50% de los pacientes. La presencia de disfagia se considera un marcador de mal pronóstico. La
participación de la musculatura lisa del tubo digestivo es responsable de una disminución de la actividad peristáltica intestinal, desarrollándose en ocasiones divertículos colónicos. El desarrollo de
vasculitis intestinal y las frecuentes infecciones, especialmente en
casos de dermatomiositis de la infancia y antes del desarrollo de las
terapias inmunosupresoras, determinaban la aparición de úlceras
gastrointestinales cuyo sangrado provocaba melenas o hematemesis. La citada vasculitis puede determinar también una neumatosis
intestinal por disección submucosa del gas endoluminal que, en
ocasiones, desencadena un neumoperitoneo.
En el curso de la enfermedad es frecuente la presencia de síntomas generales, que se han descrito asociados con la clínica muscular y cutánea (mal estado general, fiebre y pérdida de peso), y son
más frecuentes en pacientes con síndrome de solapamiento con
otras enfermedades autoinmunes sistémicas.
Calcinosis universalis
Es una complicación tardía y discapacitante de la dermatomiositis
que aparece en el 15% de los adultos y en más del 50% de las formas juveniles. Consiste en el depósito difuso de calcio en los planos fasciculares de la piel y el músculo. El depósito subcutáneo
puede llevar a la ulceración crónica del área afectada con celulitis
secundaria. Los músculos más afectados suelen ser los de la cintura escapular y pélvica, y en menor grado los del tronco y las
extremidades, donde suele localizarse en las áreas de los codos y
las manos. La calcinosis se incrementa en el curso de los meses o
años y, en algunas ocasiones, la calcinosis desarrollada durante la
infancia disminuye en la adolescencia. A pesar de que el desarrollo
de esta afección es un buen factor pronóstico para la supervivencia
del individuo con dermatomiositis, la discapacidad funcional que
determina establece una limitada capacidad de recuperación funcional.
Manifestaciones respiratorias
Es posible el desarrollo de una dificultad respiratoria secundaria a
afección de los músculos intercostales y del diafragma. Esta dificultad ventilatoria puede determinar, junto con un trastorno en la
deglución por afección de la musculatura faringoesofágica, una
mayor predisposición a las neumonías por aspiración y una progresiva hipoxemia en pacientes con miositis intensa. Por otro lado, la
dermatomiositis puede producir una enfermedad pulmonar intersticial responsable de la aparición de tos no productiva y disnea pro50
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Manifestaciones digestivas
Manifestaciones articulares
Las artralgias son un síntoma temprano de dermatomiositis hasta en
el 30% de los pacientes. Pueden evidenciarse bursitis recurrentes de
hombros y caderas, derrames articulares y, en ocasiones, artritis inflamatorias discretas, pero es excepcional el desarrollo de artritis erosivas. Las artralgias y las artritis suelen ser simétricas y la intensidad
de las artritis tiende a disminuir a medida que progresa la debilidad
muscular, excepto en los pacientes con síndromes de solapamiento,
en los que puede ser crónica. Los pacientes con artritis presentan
con frecuencia afección pulmonar. Las contracturas musculares son
especialmente frecuentes en la dermatomiositis de la infancia.
Fenómeno de Raynaud
Se observa hasta en un 10% de los adultos y es excepcional en los
niños. Al igual que un posible síndrome seco se observa con mayor
frecuencia en pacientes con síndrome de solapamiento.
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Dermatomiositis y polimiositis
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Manifestaciones cardíacas
La frecuencia de afección miocárdica en pacientes con miopatías
inflamatorias idiopáticas varía según las series, en función de la
meticulosidad con la que se investigan las alteraciones cardiológicas. Hasta en un 40% de los pacientes se ha descrito la aparición
de miocarditis, fibrosis miocárdica y trastornos de la conducción.
Estas alteraciones justifican el desarrollo de miocardiopatías dilatadas, disminuciones en la fracción de eyección, taquiarritmias e
insuficiencia cardíaca congestiva. El desarrollo de arritmias clínicamente significativas es excepcional. Hasta en el 20% de las
autopsias de pacientes con dermatomiositis se evidencia la presencia de insuficiencia cardíaca congestiva con miocarditis atribuibles
tanto a la enfermedad de base como a un efecto de la corticoterapia prolongada. También se ha descrito el desarrollo de pericarditis.
Otras manifestaciones
Aunque con mucha menor frecuencia, en pacientes con miopatías
inflamatorias idiopáticas también se han descrito lesiones renales o
insuficiencia renal aguda por mioglobinuria, retinitis con exudados
de distribución peripapilar y alrededor de las venas retinianas, y
neuropatía del trigémino.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Las exploraciones complementarias que se deben realizar en estos
pacientes son aquellas destinadas a confirmar la existencia de una
miositis clínica, analítica y electromiográfica, con patrón histológico característico, una dermatitis con patrón histológico compatible, alteraciones inmunológicas sugestivas de asociación con otras
enfermedades autoinmunes sistémicas o con riesgo de enfermedad intersticial, y una asociación con afección extracutánea y
muscular.
hepática, si no se lleva a cabo una determinación concomitante de
los valores de CK para establecer el origen miogénico de la citada
elevación enzimática. Cuando la ASAT presenta valores superiores
a la ALAT deberá sospecharse un origen muscular de la citada elevación, mientras que si los valores de ALAT son superiores a los de
ASAT deberá sospecharse una elevación de causa hepática.
Electromiografía
La práctica de una electromiografía puede ayudar a confirmar la
existencia de afección muscular del proceso. Esta exploración detecta alteraciones cuando los músculos estudiados están afectados
por el proceso. Las alteraciones electromiográficas características
de las miositis consisten en la presencia de potenciales miopáticos
caracterizados por unidades o potenciales de acción polifásicos de
baja amplitud o voltaje y de corta duración bajo activación voluntaria, así como un incremento de la actividad espontánea con fibrilaciones, descargas complejas repetitivas y ondas agudas positivas. Se
ha observado, además, un incremento de la actividad eléctrica en
respuesta a la inserción de las agujas (irritabilidad muscular). Hay
que tener en cuenta que estas alteraciones electromiográficas aparecen hasta en el 80% de los pacientes con miopatías inflamatorias
idiopáticas, pero se presentan también en una gran variedad de
procesos miopáticos agudos y tóxicos.
En las etapas de regeneración de fibras musculares y en fases
de cronicidad de la enfermedad se pueden observar potenciales
mixtos miopáticos y neurogénicos (unidades polifásicas de corta y
larga duración). La presencia de hallazgos neuropáticos en las fases
iniciales de la enfermedad debe hacer pensar en la posibilidad de
una miopatía asociada con neoplasia.
En definitiva, los estudios electromiográficos son útiles para
descartar procesos neurogénicos y para confirmar la actividad o
inactividad de la miopatía.
Estudios anatomopatológicos
Enzimas musculares
Biopsia muscular
La miositis propia de la dermatomiositis provoca una elevación de
los valores plasmáticos de diversas enzimas musculares. Las enzimas musculares cuyos valores plasmáticos generalmente están elevadas en estos pacientes son la CK, la LDH, la aldolasa, la ASAT y
la ALAT.
La CK es la enzima muscular cuyos valores plasmáticos reflejan
con mayor precisión la actividad de la enfermedad. Es la enzima
más sensible y sus concentraciones pueden elevarse hasta 50 veces. Aunque los valores de CK generalmente se correlacionan con
la actividad clínica del proceso, hasta en un tercio de los pacientes
con dermatomiositis activa los citados valores pueden ser normales. Se ha observado, por ejemplo, en casos de dermatomiositis infantil activa sin tratamiento y en adultos con dermatomiositis, especialmente en casos asociados con otras enfermedades autoinmunes sistémicas, lo que refleja la concentración del proceso
patológico en los vasos intramusculares y del perimisio. Algunos
autores preconizan la determinación de creatina en orina de 24 h
como mejor marcador de la actividad de la enfermedad y atribuyen probablemente esta falta de correlación a variaciones horarias
en los valores enzimáticos plasmáticos.
Los valores plasmáticos de aldolasa son menos sensibles que los
de CK, pero más específicos que los de LDH o ASAT. La presencia de valores elevados de ASAT, ALAT y LDH asociados con fatiga y mínima debilidad en pacientes con miopatías inflamatorias
idiopáticas en sus fases iniciales en ocasiones orienta el diagnóstico
hacia una hepatopatía. Como consecuencia de ello, se pueden llegar a realizar exploraciones innecesarias e invasivas, como la biopsia
Esta prueba permite establecer el diagnóstico definitivo de las
miositis y excluir otras enfermedades neuromusculares. Cada una
de estas entidades se caracteriza por presentar unas manifestaciones o cambios histológicos característicos que resultan de la
combinación de tres procesos histopatológicos básicos: necrosis
segmentaria de fibras musculares, inflamación intersticial y vasculopatía. Para que la biopsia muscular sea diagnóstica es fundamental seleccionar un músculo afectado. Los músculos más afectados
son habitualmente los de las cinturas escapular y pélvica, y los de
las raíces de las extremidades. Sin embargo, en ocasiones puede
ser difícil identificar los grupos musculares afectados por el proceso. Recientemente se ha demostrado la utilidad de la resonancia
magnética para identificar estos grupos musculares, permitiendo
hacer una biopsia más dirigida. Dado que los cambios anatomopatológicos musculares de las miopatías inflamatorias idiopáticas son
parcheados, se puede conseguir una mayor rentabilidad diagnóstica practicando biopsias de dos grupos musculares afectados y realizando cortes seriados tanto transversales como longitudinales de
todas las muestras. Algunos autores preconizan la obtención de,
como mínimo, 2 a 3 cm de músculo en cada biopsia. Los músculos
afectados pueden aparecer, al biopsiarlos, como pálidos, blandos e
hipotónicos, o firmes y fibróticos, dependiendo del estadio evolutivo en el que se encuentren. En los pacientes con fibrosis puede
haber calcificaciones de los músculos y de los tejidos blandos. A la
hora de seleccionar estos músculos hay que tener en cuenta que
deberán evitarse aquellos utilizados recientemente para la realización de exploraciones electromiográficas o inyecciones intramus-
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culares, dado que dichos procedimientos pueden desencadenar
procesos inflamatorios y lesiones fibrilares que pueden determinar
falsas positividades en el diagnóstico histológico. En aproximadamente dos tercios de las biopsias musculares se llega a identificar
los cambios histológicos característicos de la miositis. A pesar de
realizar la selección del músculo que se va a biopsiar siguiendo las
recomendaciones anteriores, hasta un 10% de los casos presentan
biopsias musculares normales.
La dermatomiositis se caracteriza por la aparición de un infiltrado inflamatorio endomisial mixto, compuesto por linfocitos, macrófagos, células plasmáticas y, en menor número, eosinófilos y
neutrófilos, que se distribuye fundamentalmente por las áreas perivasculares, los septos interfasciculares y rodeando, más que infiltrando, los fascículos musculares. Los vasos sanguíneos intramusculares presentan hiperplasia endotelial, con estructuras tubulorreticulares, trombos de fibrina (especialmente en casos infantiles) y
obstrucción de capilares. Se puede observar duplicación de las
membranas basales capilares. Las fibras musculares se necrosan,
degeneran y son fagocitadas con frecuencia en grupos, afectando a
partes de un fascículo muscular, o en la periferia del fascículo, todo ello como consecuencia de microinfartos en el seno del músculo. Las fibras musculares de tipos I y II están afectadas por igual.
Los cambios anatomopatológicos que presentan estas fibras musculares dependen de la fase evolutiva del proceso. En fases iniciales se observan pérdidas de las estriaciones transversales, hialinización del sarcoplasma y aumento de los núcleos en el sarcolema. En
fases más avanzadas, las fibras se fragmentan y desarrollan una degeneración granular y vacuolar con tinción basofílica, observándose fagocitosis histiocítica. Finalmente las fibras musculares afectadas se atrofian y esclerosan, recordando los cambios observados en
la esclerosis sistémica. El resultado final es una atrofia perifascicular caracterizada por la presencia de dos a 10 capas de fibras atróficas en la periferia de los fascículos. La presencia de esta atrofia perifascicular es diagnóstica de dermatomiositis, incluso en ausencia
de inflamación.
Los hallazgos anatomopatológicos observados en las biopsias
musculares se han clasificado en cuatro grupos, basados en la extensión y distribución de la infiltración de las células inflamatorias:
– Tipo I: infiltración perivascular.
– Tipo II: infiltración endomisial.
– Tipo III: infiltración difusa.
– Tipo IV: infiltración escasa, en la que el infiltrado inflamatorio
no es prominente.
Se ha pretendido establecer una relación entre el tipo de patrón
inflamatorio y la respuesta al tratamiento. Los pacientes cuya biopsia muscular se encuentra en el grupo I o II tienen una buena respuesta al tratamiento inicial con corticoides y los del grupo III y
IV, una escasa respuesta. En los casos asociados con otras conectivopatías pueden observarse fenómenos de vasculitis.
Biopsia cutánea
Las alteraciones anatomopatológicas de las biopsias de lesiones cutáneas de dermatomiositis dependerán del estadio evolutivo de la
enfermedad. En las lesiones agudas, los cambios histológicos recuerdan a los propios del lupus eritematoso subagudo. En la epidermis se observa una degeneración vacuolar de la capa basal con
degeneración de la membrana basal. Se objetiva un infiltrado inflamatorio de predominio linfocitario, con histiocitos, células plasmáticas y, ocasionalmente, eosinófilos, de predominio perivascular y
un edema de la dermis que, por lo general, es más extenso que el
observado en el lupus eritematoso cutáneo subagudo y afecta a to52
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dos los estratos de la dermis. Es frecuente hallar depósitos dérmicos de mucina que son relativamente específicos de este proceso.
El tejido celular subcutáneo puede presentar también infiltrados
inflamatorios linfocitarios o degeneración mucoide. La epidermis
se atrofia, con el consiguiente aplanamiento de los procesos interpapilares e incrementos en los depósitos de melanina en la capa
basal. Se observa, además, engrosamiento, homogeneización y esclerosis de la dermis, con engrosamientos de las paredes vasculares. En el tejido celular cutáneo se pueden observar igualmente
fenómenos de esclerosis o calcificación. Los estudios inmunohistoquímicos demuestran la ausencia de fluorescencia en la unión dermoepidérmica, si bien en la dermis superficial se pueden observar
depósitos globulares de IgG, IgM y, ocasionalmente, de IgA.
Alteraciones anatomopatológicas viscerales. En caso de realizarse,
pueden observarse alteraciones en las biopsias de órganos afectados. En los pulmones, las alteraciones observadas con más frecuencia son las propias de la bronquiolitis obliterante, si bien en
ocasiones se han descrito las asociadas con neumonías intersticiales
o las características de la esclerosis sistémica. Los cambios cardíacos no son específicos y consisten en la presencia de degeneración
miofibrilar microfocal, con fibrosis intersticial y escaso infiltrado
inflamatorio. Las biopsias intestinales pueden mostrar, al igual que
en la piel y el músculo, proliferación de la íntima y trombosis de
arterias y arteriolas. También se ha citado el desarrollo de vasculitis
cerebral y meníngea.
Estudios inmunológicos
Se ha descrito una gran variedad de autoanticuerpos dirigidos contra antígenos nucleares y citoplasmáticos en el suero de estos pacientes. Entre los anticuerpos contra antígenos nucleares se incluyen aquellos dirigidos contra ribonucleoproteínas (anti Ro/SS-A,
anti-Sm o anti-La/SS-B) que no son específicos de las miositis, en
tanto que están más estrechamente relacionados con el grupo de
las conectivopatías mixtas. Aparecen con frecuencia en pacientes
con dermatomiositis y manifestaciones de estas conectivopatías.
Los anticuerpos contra antígenos citoplasmáticos están dirigidos
contra ribonucleoproteínas citoplasmáticas involucradas en la traducción y la síntesis proteínica. Entre ellos se incluyen anticuerpos
contra sintetasas, factores de traducción y proteínas de las partículas de reconocimiento de señales. Los más frecuentes son los antisintetasas dirigidos contra las aminoacil-transfer-ARN sintetasas,
cuya presencia parece correlacionarse con las manifestaciones extramusculares. El anticuerpo anti-Jo-1, dirigido contra la enzima
celular histidil-tARN sintetasa supone el 75% de todas las antisintetasas y se detecta en el 25% de los pacientes con miositis, especialmente en aquellos con alveolitis fibrosante criptogénica, fenómeno de Raynaud, síndrome seco y artritis. El anticuerpo anti-Ku
se asocia con el síndrome de solapamiento dermatomiositis-esclerosis sistémica, especialmente en los pacientes de origen oriental.
Algunos pacientes presentan igualmente valores elevados de factor
reumatoide y se han descrito casos con anticuerpos anticardiolipina especialmente en casos de dermatomiositis juvenil con complicaciones vasculares. Finalmente, puede haber elevaciones de la velocidad de sedimentación globular, lo que se había relacionado con
una mayor probabilidad de asociación neoplásica, aunque esta afirmación no se ha demostrado posteriormente.
Otras exploraciones recomendadas
Radiografía de tórax
Debería llevarse a cabo en todos los pacientes para descartar la
presencia de afección pulmonar subclínica. En los pacientes con
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sospecha de intensa afección de la musculatura respiratoria o fibrosis pulmonar deberá completarse el estudio con la realización
de pruebas funcionales respiratorias y gasometría arterial. El estudio radiológico puede ayudar también a detectar calcificaciones
musculares que ayuden a orientar el diagnóstico.
Electrocardiograma
Es importante para descartar alteraciones de la conducción o repercusiones electrocardiográficas de la miocardiopatía.
Cribado neoplásico
Dada la frecuente asociación con procesos neoplásicos, en pacientes de más de 50 años de edad se recomienda realizar un estudio
básico para descartarlas.
Resonancia magnética
Esta técnica permite el estudio funcional de la miopatía gracias a
la determinación de las variaciones en la cantidad de agua de los
tejidos (valorada a través de la determinación de los tiempos de
relajación en T1 y T2 de la resonancia magnética) y del consumo
de energía de estos tejidos (valorado a través de la cuantificación
de metabolitos fosforilados mediante la resonancia magnética
estereoscópica con 31P). Estas técnicas permitirían establecer la
existencia de afección muscular mediante procedimientos mucho
menos agresivos que la biopsia muscular. El estudio de pacientes
con dermatomiositis amiopática mediante la resonancia magnética
estereoscópica ha demostrado la existencia también en ellos de deficiencias metabólicas latentes que apoyarían la teoría de que la citada entidad no es más que una variante expresiva o una fase temprana de un mismo proceso patológico.
TRATAMIENTO
El tratamiento de estas enfermedades es complicado por el caprichoso comportamiento del proceso. Algunos pacientes presentan
sintomatología moderada, toleran bien los tratamientos, responden
de forma adecuada a ellos y no presentan complicaciones adicionales. Por otro lado, hay pacientes con formas clínicas recalcitrantes
que no responden a terapias múltiples y que requieren medidas
terapéuticas agresivas y desesperadas para controlar la enfermedad. El problema es que no existen datos clínicos que ayuden a
identificar en qué punto de este espectro se encuentra un paciente
en concreto antes de iniciar el tratamiento. Esto queda complicado
por las múltiples opciones terapéuticas y los diferentes protocolos
de administración que se aplican en cada centro sanitario. A pesar
de ello existen algunos puntos de acuerdo entre los diferentes grupos de estudio de estas enfermedades. Dado que en la patogenia
del proceso se han involucrado toda una serie de mecanismos inmunopatológicos, es fácil comprender que el tratamiento se basará
en la utilización de terapias inmunomoduladoras.
Corticoides
Los corticoides sistémicos son el tratamiento empírico de elección.
A falta de estudios doble ciego, estos fármacos son claramente eficaces, y se acepta que disminuyen la morbilidad y la mortalidad en
las formas tanto juveniles como del adulto. El inicio temprano del
tratamiento permitirá disminuir las dosis totales y el tiempo de duración del tratamiento. No son útiles para el tratamiento de las
contracturas residuales, las deficiencias osteomusculares o para la
enfermedad inactiva. Se supone que los corticoides actúan mejorando la vasculopatía y disminuyendo el depósito de los componentes finales del complemento.
(1213)
El tipo de enfermedad puede influir en la respuesta al tratamiento. Así, por ejemplo, se ha descrito una peor respuesta en los
casos de síndrome de solapamiento que en las formas puras de
dermatomiositis. Hay autores que consideran que es esencial iniciar el tratamiento de las formas agudas de la enfermedad con dosis elevadas de corticoides, ya que con ello se consigue una mayor
efectividad y se reducen las secuelas del proceso. Se entienden por
dosis elevadas las comprendidas entre 1 y 2 mg/kg/día (dosis totales entre 80-100 mg/día), mantenidas durante 3-4 semanas. Según
estos autores las dosis inferiores, aparte de no ser efectivas, suponen un mayor riesgo de desarrollar efectos secundarios derivados
de la corticoterapia, al alargar la duración total del tratamiento,
aunque esta teoría no es compartida por todos los autores. En
nuestra experiencia personal los resultados son mejores cuando se
aplican dosis iniciales elevadas, con reducciones posteriores, que
cuando se inician tratamientos a dosis inferiores, con frecuencia
insuficientes, que obligan en muchas ocasiones a aumentarlas posteriormente.
El corticoide de elección es la prednisona, y se deben evitar los
principios activos fluorados por sus efectos sobre la musculatura y
las alteraciones electrolíticas que pueden determinar.
Una vez solucionada la fase aguda del proceso se deben reducir
las dosis de corticoides. También en este aspecto existen diferencias entre los distintos autores. A pesar de que muchos, entre los
que nos incluimos, consideramos necesaria una reducción gradual
y lenta de las dosis diarias, otros preconizan reducciones más rápidas de estas. Según algunos autores el paso a tratamiento a días alternos como forma de reducción de la dosis consigue mantener la
eficacia del tratamiento, reduciendo la morbilidad asociada. Se citan reducciones de dosis de entre 5 y 10 mg/día cada 3-4 semanas,
hasta alcanzar las mínimas necesarias para mantener el proceso bajo control. Habitualmente se llega a conseguir mantener controlado al paciente con dosis de entre 10-25 mg en días alternos o las
equivalentes diarias.
Algunos pacientes no responden al tratamiento con prednisona y se vuelven resistentes a los corticoides. Se considera como tales a los pacientes que, tras 2-4 meses de tratamiento con
dosis de entre 40 y 80 mg/día, no presentan respuesta valorable,
entendida como la mejoría de la fuerza muscular, de la sensación de bienestar o la normalización de las enzimas musculares.
Dado que estas pueden normalizarse pese a la persistencia de
la actividad del proceso, en la actualidad se tiende a ajustar el
tratamiento en función del grado de recuperación de la fuerza
muscular. El problema que se plantea en el ajuste de las dosis
es la posibilidad de que un paciente desarrolle una miopatía esteroidea, con lo que la clínica muscular puede persistir o empeorar pese a la normalización de las enzimas musculares. Esta situación plantea la duda acerca de si dicho empeoramiento es
secundario a una reagudización del proceso, con lo que el paciente requeriría un aumento en las dosis de corticoides, o de la
citada miopatía esteroidea, en cuyo caso sería necesaria la reducción de las dosis. La tendencia a la normalización de los parámetros enzimáticos orienta hacia la segunda, por lo que se recomienda reducir las dosis de corticoides y adoptar una actitud
expectante sobre la evolución de la clínica muscular. La repetición de la biopsia muscular y la práctica de un nuevo electromiograma no parecen ser útiles en la diferenciación de las
dos situaciones. En la actualidad, se están investigando una serie de marcadores que se relacionan con el grado de lesión de
la célula endotelial, así como la posible utilidad de técnicas de
imagen como posibles parámetros de valoración de la actividad
clínica con el fin de evitar los problemas en el ajuste de los tratamientos.
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Existe también la posibilidad de administrar corticoides intravenosos. Usualmente se recomiendan dosis de 1 g de metilprednisolona al día durante 3 días consecutivos. Tras conseguirse la respuesta deseada se debe pasar a la administración diaria de 60 mg
de prednisona.
Inmunosupresores
En las situaciones en las que se presenta una resistencia a los corticoides (hasta en un 20% de los pacientes) se plantea la necesidad
de recurrir a otros tratamientos. Además de esta, hay otras situaciones en las que se plantea la necesidad de utilizar otros inmunomoduladores:
– La necesidad de reducir las dosis de corticoides pese a una
buena respuesta, con el fin de reducir los efectos secundarios derivados de su uso.
– Cuando los repetidos intentos de reducción de dosis de corticoides provocan reagudizaciones del proceso.
– Cuando el paciente presenta una enfermedad rápidamente
progresiva con debilidad intensa e insuficiencia respiratoria.
La preferencia por uno u otro fármaco se basa en la experiencia
personal y la relación beneficio/seguridad de estos.
Azatioprina
Derivado de la 6-mercaptopurina, es administrado oralmente
en dosis de 1 a 3 mg/kg/día. Para muchos autores es el fármaco
preferido, dada su eficacia, tolerancia por parte del paciente y su
relativa seguridad. Requiere de 3 a 6 meses de mantenimiento
para producir sus efectos, por lo que antes de considerarse
no efectivo deberá mantenerse como mínimo durante este período.
Otras medidas
Dieta y suplementos
Se recomiendan dietas bajas en hidratos de carbono y sal, y con
elevado contenido proteínico, con el fin de evitar los aumentos de
peso y de presión arterial inducidos por los corticoides, así como
para prevenir la malnutrición que se puede derivar del propio proceso patológico. De igual forma, se sugieren suplementos de
potasio para contrarrestar el efecto mineralocorticoide de esta medicación. Como en cualquier otra enfermedad que requiera tratamiento esteroideo deberán asociarse medidas de protección gástrica y será necesario plantear la administración de vitamina D y
calcio, sobre todo en mujeres menopáusicas.
Profilaxis antituberculosa
Se debe valorar la necesidad de quimioprofilaxis con isoniazida en
pacientes con antecedentes o alto riesgo de desarrollar tuberculosis pulmonar.
Reposo y rehabilitación física
El reposo absoluto es recomendado en las fases agudas del proceso, pero puede ser contraproducente en las fases de recuperación,
ya que la terapia física y la actividad son importantes en la rehabilitación de los pacientes. No obstante, su aplicación debe posponerse hasta la resolución de la fase activa de la enfermedad. Es fundamental la colaboración con un fisioterapeuta.
Tratamiento de las lesiones cutáneas
Se administra por vía intravenosa en dosis semanales de 0,4 a 0,8
mg/kg u oralmente en dosis de 7,5 mg semanales (en tres tomas de
2,5 mg separadas 12 h). Considerado menos efectivo que otros tratamientos por algunos autores, presenta mayor riesgo de toxicidad
para el paciente.
Las lesiones cutáneas pueden ser resistentes a los tratamientos tópicos. Corticoides tópicos potentes, como el clobetasol, pueden ser
útiles, pero raramente curan las lesiones. Con frecuencia se requieren altas dosis de corticoides sistémicos para controlar estas manifestaciones. En este control también han demostrado cierta utilidad
los antimaláricos, como la hidroxicloroquina, que ha conseguido
controlar las citadas manifestaciones en algunos de los estudios publicados. Dicha medicación ha permitido también reducir las dosis
necesarias de corticoides en los pacientes y se ha relacionado con
una mejoría de la clínica articular. La fotosensibilidad asociada con
las lesiones cutáneas deberá tratarse mediante la fotoprotección
(evitando la exposición y utilizando factores protectores).
Ciclofosfamida
Tratamiento de la calcinosis
Se han obtenido resultados contradictorios en cuanto a su efectividad. Parece estar indicada en pacientes con enfermedad pulmonar
intersticial.
Uno de los efectos más discapacitantes de esta enfermedad son los
depósitos cutáneos e intermusculares de calcio. Este depósito tiene una patogenia y un pronóstico poco claros, pero contribuye claramente al desarrollo de atrofias musculares y contracturas, y es
responsable también de ulceraciones y abscesificaciones cutáneas.
No se resuelve con los tratamientos inmunomoduladores, pero su
aplicación puede prevenir nuevos depósitos. Se han ensayado múltiples tratamientos como los bifosfonatos, el hidróxido de aluminio,
el probenecid, la colchicina, las dosis bajas de anticoagulantes orales y la resección quirúrgica de lesiones individuales, con resultados decepcionantes en la mayoría de los casos.
Metotrexato
Ciclosporina
Fármaco utilizado con limitado éxito, se han descrito resultados favorables en el tratamiento de casos infantiles de dermatomiositis.
Inmunoglobulina intravenosa
Obtenida de sueros humanos, es un tratamiento novedoso con resultados prometedores pero con un coste económico elevado.
Otros procedimientos
Se han ensayado procedimientos como la plasmaféresis, cuyos
resultados son contradictorios en las diferentes series, y la irradiación corporal total, que ha resultado útil en casos desesperados, consiguiendo remisiones prolongadas, pero cuyos efectos
secundarios obligan a considerar seriamente la necesidad de
practicarlo. Finalmente, se ha descrito la práctica de timectomías o la utilización de clorambucilo o mercaptopurina en algunas
series.
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PRONÓSTICO
Dado que en la actualidad se inicia el tratamiento con inmunomoduladores en cuanto se establece el diagnóstico de miopatía inflamatoria idiopática, se desconoce la historia natural de esta enfermedad. De las observaciones recogidas de la era precorticoidea se
supone que la mayoría de pacientes sucumbía al proceso tras un
curso extremadamente variable. Las muertes se producían gene(1214)
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ralmente como consecuencia de infecciones en pacientes muy debilitados, pero se han citado también remisiones espontáneas hasta
en un tercio de los casos.
Con los tratamientos actuales son de esperar supervivencias superiores al 85%, si bien hasta en la mitad de los casos persiste cierto grado de debilidad y alrededor del 20% de los pacientes quedan
significativamente limitados, especialmente los niños con contracturas residuales y calcinosis. Aproximadamente la mitad de los pacientes se recuperan y pueden suspender el tratamiento tras 5
años de iniciarse el proceso, mientras que un 20% requerirán continuarlo por la persistencia de actividad de la enfermedad.
El índice de mortalidad en pacientes con dermatomiositis y polimiositis es, aproximadamente, cuatro veces superior al de la
población general. Las principales causas de muerte son las infecciones respiratorias, generalmente secundarias a aspiraciones, la
insuficiencia cardíaca, la malnutrición secundaria a la disfagia intensa, la debilidad, las neoplasias asociadas y los efectos secundarios al tratamiento esteroideo. Por ello, el pronóstico empeora en
los pacientes con afecciones viscerales, especialmente pulmonares,
cardíacas y renales. La asociación con ciertos autoanticuerpos que
determinan la posibilidad de afección visceral, como los anti-Jo-1 y
PL-12, puede tener significado pronóstico. También se relaciona
con un peor pronóstico el hecho de pertenecer al sexo femenino,
ser de raza negra, el inicio en edades avanzadas, presentar formas
clínicas con afección importante desde la presentación inicial o inicio muy tardío del tratamiento. Asimismo, son indicadores de mal
pronóstico la presencia de disfagia o la asociación con cáncer. El
pronóstico no varía entre las formas clásicas y amiopática de la dermatomiositis. A pesar de todos estos datos, no existe un patrón de
comportamiento claramente definido que ayude a determinar el
curso que seguirá la enfermedad en un paciente en concreto.
En el caso de la dermatomiositis juvenil, la calcicosis, que aparece hasta en el 50% de los casos, es un factor de buen pronóstico vital, pero complica las posibilidades de recuperación. Por otro lado,
la calcinosis puede progresar hasta años después de haberse controlado la miositis, por lo que puede acabar determinando limitaciones funcionales graves. Se ha sugerido la posibilidad de que el
tratamiento intensivo y temprano reduzca el riesgo o la gravedad
de la calcinosis.
El embarazo es generalmente bien tolerado en las pacientes
con dermatomiositis, si bien es frecuente que durante este se produzcan exacerbaciones que requieran tratamiento corticoideo. Pa-
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ra el feto el pronóstico es peor. Así, en un estudio, tan sólo el 55%
de los embarazos fueron llevados a término con éxito, con un 33%
de abortos espontáneos.
En cualquier momento pueden producirse recaídas, y estas tienen peor pronóstico si se producen tras reducciones excesivamente rápidas del tratamiento corticoideo. Bibliografía general
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