Poder Judicial de la Nación LABORAL. LEY EXCEPCIONES PAGO. DE 9688.RECHAZO PRESCRIPCIÓN DESVINCULACIÓN POR Y DE MUTUO ACUERDO (ART.241 LCT). EFECTOS DE LA FORMA DE EXTINCIÓN DEL CONTRATO. REQUISITO DE LA HOMOLOGACIÓN. IRRENUNCIABILIDAD.. PRINCIPIO INTERPRETACIÓN DE DE LOS ARTS. 15 Y 241 DE LA LCT. REMISIÓN PRECEDENTE “SUSLA” SALA II CFALP. PRUEBA. APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DEL FAVOR DEBILIS E IN DUBIO PERICIAL PRO OPERARIO MÉDICA. (ART. PORCENTAJE 9 LCT).PRUEBA INCAPACITENTE. RECHAZO DE PRETENSIÓN DE APERTURA A PRUEBA EN 2DA.INSTANCIA.(ART.121 LCT). PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN R.S. 2 La Plata, 2 de T.195 f*157/160 marzo de 2010. AUTOS Y VISTOS: Este expediente n°°10.792, caratulado “L, C. H. c/ Y.P.F. S.A. s/ enfermedad accidente", proveniente del Juzgado Federal de Primera Instancia N° 2 de esta ciudad; Y CONSIDERANDO QUE: EL JUEZ SCHIFFRIN DIJO: I. Llegan estos autos a la alzada en virtud del recurso de apelación interpuesto por la empresa demandada Yacimientos Petrolíferos Fiscales S.A. contra la sentencia , que hizo lugar a la demanda deducida por César Héctor L. II. 1. Cabe señalar que el actor inició esta causa contra su empleadora, Yacimientos Petrolíferos Fiscales, con el objeto de que fuera condenada al pago del resarcimiento por enfermedad accidente, conforme la ley 24.028. En su presentación, la considera responsable de la incapacidad que posee por padecer hipoacusia. En este sentido, sostiene que su minusvalía es consecuencia de las labores realizadas para la demandada, como mecánico en reparaciones en el sector de Mecánica Externa del Taller Naval del Puerto La Plata, en un ambiente ruidoso -fundamentalmente en las salas de máquinas de los buques de la accionada-, desde el 01/04/1971 hasta el 15/05/1992. 2. Por su parte, la demandada en su contestación interpuso las excepciones de prescripción y de pago, y negó el tipo de tareas que dijo desempeñar el actor como, también, el ambiente ruidoso de trabajo. Asimismo, controvirtió tanto la presencia de la afección incapacitante denunciada, como que, ante su padecimiento, ésta guarde vinculación con labor desempeñada. Finalmente, también cuestionó la fecha de toma de conocimiento. III. La sentencia de primera instancia hizo lugar a la pretensión de indemnización por el 5,88% de incapacidad por hipoacusia y condenó a la accionada a abonar al actor la suma de $ con más el interés correspondiente a la tasa activa promedio mensual del Banco de la Nación Argentina para las operaciones de descuento de documentos comerciales, desde el mes de mayo de 1992. Además, impuso las costas a la vencida y difirió la regulación de honorarios profesionales. Para así hacerlo, el a quo rechazó las excepciones de prescripción y de pago deducidas por la demandada. Respecto de la primera de ellas, fijó la fecha de toma de conocimiento de la incapacidad en el mes de mayo de 1992 y, en atención a que la demanda fue interpuesta el 30/12/1993, concluyó que el plazo bienal no había transcurrido. Asimismo, en relación con la otra defensa intentada, el juzgador consideró que, además de no haberse probado el pago del supuesto acuerdo de extinción del vínculo laboral ni su homologación, tampoco el mentado convenio generaba el efecto pretendido por YPF. En este sentido, basó su juicio en que para extinguir derechos Poder Judicial de la Nación con base en la ley de accidentes de trabajo, el acuerdo debía contener la especificación clara de estas circunstancias, dado su irrenunciabilidad. Y, con relación al porcentaje de incapacidad fijado en 7,35%, el a quo consideró que debía reducirse en un 20%, dado que sólo el 80% obedecía a la alta sonoridad ambiental en el trabajo, aplicando la ley 24.028 y dejando de lado la teoría de la indiferencia de la concausa. IV. 1. El recurso de apelación interpuesto por la demandada tiene como primer agravio que la sentencia la haya condenado al pago de la indemnización, desestimando la excepción de pago opuesta. En este sentido, sostiene que el actor se desvinculó de la empresa por mutuo acuerdo en los términos del art.241 de la LCT. Considera, citando jurisprudencia, que esta es la figura jurídica de la modalidad extintiva del retiro voluntario. Asimismo, entiende que no se encuentra viciada la voluntad asumida por el actor, pues se ha expresado cabalmente el libre consentimiento. Desde esta perspectiva, defiende la validez del acuerdo celebrado entre las partes resaltando que el actor, en el acta de tendrían desvinculación, efecto obligaciones de acordó cancelatorio la que de empleadora, la las sumas totalidad imputándose, abonadas de incluso, las a acciones como la presente. En relación con ello, cita el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, "Gatarri, Alfredo c/ Cometarsa S.A.", que otorgaría validez al pago gratificatorio realizado al trabajador, compensable en forma genérica con cualquier otro crédito que tuviese con motivo de la disolución del vínculo, o derivado de las disposiciones de la ley 9688. Y, también resalta, que estos acuerdos, no violan el principio de irrenunciabilidad, aún en el supuesto de carecer de homologación judicial. 2. Los siguientes agravios se dirigen a atacar diversos aspectos de la sentencia que tienen que ver con la condena por la incapacidad del actor generada por hipoacusia. Sostiene la demandada, que en autos no se ha probado la vinculación causal entre la dolencia que el perito médico dice haber detectado en el actor y las tareas desarrolladas bajo la órbita de su mandante. En este marco, dirige su queja al informe médico, al que le resta todo idoneidad. A valor partir probatorio, de allí, sosteniendo analiza el su falta de porcentaje de incapacidad otorgado, al que critica por no ajustarse a los baremos científicos aplicables. Expresa que no corresponde que se determine por la simple sumatoria de pérdida auditiva y, desde su mirada, sostiene que el porcentaje de 7,35% es, en realidad la disminución auditiva bilateral. Entiende, por tanto, que aún resta que la referida merma auditiva sea valorada en relación a la total obrera, ya que el decreto reglamentario de la 9688 establece que a la sordera total le corresponde el 42% de la T.O. Luego de realizar los cálculos que cree son correctos, sostiene que en la incapacidad que padece el actor deben analizarse factores de incidencia posteriores a la desvinculación laboral y, también, causas extra laborales, por lo que impugna el porcentaje final de incapacidad laboral otorgado. Se queja, también, de la pericia técnica –ingenieril-, a la que le resta todo valor probatorio. Expresa que el informe fue realizado en el buque Espíritu Santo diez años después de la desvinculación laboral del actor con su mandante y que, el mencionado buque, dejó de pertenecer a YPF en el año 1993. 3. Por último, el recurrente se queja de la tasa de interés y de la condena en costas. V. Pues bien, los agravios intentados no logran conmover lo resuelto en la instancia de origen. 1. Entremos a analizar la defensa de pago planteada por YPF desde el inicio de esta causa y sostenida en el recurso. La demandada se basó en la celebración de un acuerdo con la actora que, según expresa, se realizó en los términos del art.241 de la LCT. La apelante manifestó que consistió en una Poder Judicial de la Nación transacción mediante la cual el trabajador recibió una suma de dinero que cancelaba cualquier reclamo derivado de la relación laboral. Del examen de la causa se observa que, con la contestación de la demanda, YPF S.A. acompañó copia del acta celebrada el 12/05/1992 ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación , con la que pretende acreditar que no existió, por su parte, voluntad de despedir al trabajador, sino que a través de ella, la relación laboral concluyó de común acuerdo. Según se observa en dicha acta, las partes solicitarían la pertinente homologación, conforme el art.15 de la LCT. Pero no se ha demostrado tal acto. La recurrente, también sostiene que la norma del art.241 de la LCT. no la exige. Ahora bien, creo que no se debe centrar el análisis en la existencia aparece como o no motivo del acuerdo, porque particularizado de este aspecto no controversia. En efecto, en la contestación de los agravios, el actor reconoce su existencia, como forma de desvinculación laboral. Con ello, me parece que el examen debe consistir en precisar los efectos de esta forma de extinción del contrato de trabajo, estableciendo la importancia del requisito de la homologación como condición para su validez y de su oponibilidad frente a este tipo de acciones. Con este marco de estudio, es conveniente considerar el tema desde la realidad de los hechos y no desde la perspectiva de su encuadre jurídico, ya que éste podría ser ficticio. En este sentido, el asunto de autos no debería enfocarse desde la perspectiva del art.241 de la LCT., referido a la extinción del vínculo laboral por mutuo acuerdo, y a dilucidar si esta forma de disolución del contrato de trabajo requiere homologación, porque esta norma tampoco contempla que la extinción opere con la entrega de una suma de dinero al trabajador, como se dio entre las partes. Creo, por una parte, que la situación de autos excedería la figura de la norma, ya que no estamos frente a una simple concurrencia de voluntades, sino frente a una negociación en la que el contrato de trabajo se extinguió mediando un pago. Por otra parte, irrenunciabilidad de cabe los considerar derechos del al principio trabajador y de tener presente la serie de dispositivos que la ley ha establecido en orden a que la parte débil de la relación laboral no se vea perjudicada por la situación en que se halla frente a su empleadora. En este laborales sentido, impide que, el carácter aún con el tuitivo de encuadre las normas jurídico del art.241, deba considerarse que la situación resulta ajena a lo prescripto en el art.15 de la misma ley. Entiendo que debe prevalecer una interpretación en conjunto del orden jurídico laboral que procure equilibrar la desigualdad existente en la relación de trabajo. Con estas consideraciones, me parece que un acuerdo de esta naturaleza administrativa o requiere, primero, judicial intervenga que una para autoridad custodiar la efectiva voluntad de ambas partes de celebrar el acto puesto a su consideración, como lo expresa el art.241 de la LCT. Pero con esto no basta. Tales actos, para que sean válidos, deben acompañarse con una resolución fundada que acredite que mediante ellos se ha alcanzado una justa composición de los derechos e intereses de las partes, como lo señala el art.15. Observando las características del caso, resulta por demás dudoso que el trabajador tuviese interés, al momento de firmar el acuerdo, en renunciar a la indemnización que aquí reclama. Máxime cuando no aparece acreditado que en forma concreta se encuentre su incapacidad derivada de la hipoacusia precisada en el acuerdo. Si en condiciones normales la resolución de la autoridad debe hallarse motivada explicando las razones que justifican que se ha arribado a una justa composición de los derechos, a fortiori ha de cumplirse ese requisito en situaciones como la Poder Judicial de la Nación presente, en que el sentido común obliga a cuestionar que exista una efectiva equivalencia de intereses. Por consiguiente, estimo que el acuerdo arribado entre las partes carece de validez en el sentido de que el monto recibido por el trabajador no puede ser opuesto al examen de procedencia de la acción indemnizatoria ahora intentada (en este sentido, ver mi voto in re: "S., M. L. c/ YPF s/ ley 9.688 y art. 212 LCT", expediente n° 13.839, resuelto el 2 de marzo de 1999)(1), lo cual acarrea el rechazo del agravio en examen. 2. Por otra parte, el resto de la crítica no tendrá mejor resultado para el apelante. En este sentido, los elementos de prueba reunidos en la causa resultan suficientes en orden padecida a establecer por el actor que la guarda enfermedad vinculación incapacitante con el trabajo cumplido por éste a las órdenes de la demandada (arts.386 CPCC. y 155 ley 18.345). 2.1. En diagnosticó efecto, que el la actor perito padece médica, de en su hipoacusia informe perceptiva bilateral por trauma acústico. La médica, quien visitó el lugar de trabajo –Talleres Navales, que al momento de la pericia ya no pertenecían a la demandada-, manifestó que en donde ejercía sus labores el señor L le explicaron que arreglaban y reparaban motores de buques, casi siempre arriba de las embarcaciones, en ambientes húmedos y con altísima sonoridad en la sala de máquinas. Estos elementos, los exámenes complementarios agregados a la causa y la revisación del actor le permitieron a la médica diagnosticar la enfermedad y sostener que su origen se debe a los traumas sonoros sufridos durante los años de trabajo como mecánico bajo las órdenes de la demandada . También expresa, con claridad, que según las tablas de la Asociación incapacidad Médica es del Argentina 7,35% de (A.M.A.) el la y, T.O. porcentaje respecto a de la incidencia del ambiente laboral en el origen, aceleración o agravamiento de la afección, lo establece en el 80% del mencionado porcentual . 2.2. Ahora bien, no encuentro motivos para apartarme de la pericia médica y de sus conclusiones. Por otra parte, el elevado ruido en el ambiente laboral es sostenido por las declaraciones testimoniales , de acuerdo a los interrogatorios . Con relación a esta prueba, podemos precisar que los testigos describen ambiente laboral las de tareas, manera el lugar de coincidente, trabajo afirmando actor era mecánico montador naval, que toda y el que el su actividad laboral –afirman una jornada de ocho horas- la realizó en los buques de la empresa (sala de máquinas, cuarto de bombas y tanques) y que el ambiente de trabajo era ruidoso debido a los generadores, motores, bombas, turbinas, etc. Y, en vinculación con ello, no encuentro constancia suficiente de utilización de elementos de protección auditivos. Asimismo, el nivel sonoro del ambiente laboral intentó ser comprobado con la medición de los decibeles por parte del perito ingeniero. (..)el experto indicó que atenta la privatización de YPF y la venta de los buques, resultaba imposible expedirse acerca del nivel de decibeles solicitado como punto de pericia. El actor, por su parte , indicó a quiénes vendió la demandada los buques, a fin de que el perito pueda cumplir con la labor pericial encomendada. Luego de una serie de pasos procesales, finalmente el profesional llevó a cabo su informe, . Es del caso señalar que claramente la prueba técnica no puede verificar el nivel de ruido existente en el pasado. Sin embargo, mi experiencia, fruto del análisis de numerosas causas en las que se han presentado situaciones similares a la presente, me permite aproximarme a las características del ambiente laboral consecuencia, he en el que se de coincidir desempeñó el señor L. En con las conclusiones de la experta médica en cuanto a que los ruidos existentes durante la realización del trabajo del actor incidieron Poder Judicial de la Nación fundamentalmente en su enfermedad incapacitante (arts. 456, 477 y 386 CPCC. y 155 ley 18.345). Esta opinión, además, se enmarca en la tutela constitucional que ampara al trabajador, cuyo interés debe ser siembre tienda a objeto de una favorecerlo. “interpretación Desde esta evolutiva” perspectiva, surge que la aplicación del principio del favor debilis e in dubio pro operario (art.9 LCT.). 2.3. Respecto del porcentaje incapacitante establecido por la médica, es del caso señalar que aún cuando el apelante se esfuerce en realizar cálculos acerca de cómo debió obtenerse, no encuentro razones suficientes para apartarme de los criterios científicos utilizados por la experta ni de las conclusiones obtenidas respecto de la incapacidad del actor. Empero voy a detenerme en la inadmisible petición, incluida en el recurso, de remitir las actuaciones al “Cuerpo Médico Forense de la jurisdicción” (sic) a fin de que se revise al actor necesarios para y se realicen los estudios emitir dictamen respecto de que sean su estado de salud. Esta pretensión no es otra cosa que una solicitud de apertura atento a que prueba no en esta cumple instancia los que recaudos debe que denegarse, permiten la habilitación de este acto procesal ante la alzada (art.121 ley 18.345). Por lo demás, esta jurisdicción no tiene un Cuerpo Médico para asignarle la tarea que reclama el apelante, sólo cuenta con una médica forense y, a través de la Superintendencia de esta Cámara Federal, con un listado de profesionales habilitados para auxiliar al juzgador en la apreciación de los hechos controvertidos que requieran conocimiento especiales. En el caso, no habiendo denuncia de hechos nuevos, los elementos de prueba reunidos en la instancia de origen son suficientes en orden a formar mi convicción acerca de las cuestiones elevadas al tratamiento de la alzada por parte del recurrente (art.386 del CPCC). Por lo señalado, cabe confirmar el porcentaje de incapacidad determinado por el a quo, asignándole al trabajo el 80% de incidencia respecto de la enfermedad incapacitante padecida por el actor, sin perjuicio de dejar a salvo mi opinión respecto del criterio seguido sobre la reparación de infortunios laborales adecuados a la ley 24.028 (ver mi voto en los autos nº13.001/95, “R., J. H. c/ YPF s/ Ley 9688", del 21/04/98, registro de esta Sala II, L.48 f.193)(2). En efecto, la norma aplicada derogó la ley 9688 y, por consiguiente, su decreto reglamentario (decreto 1792/92) y, en su art.2, dejó de lado la teoría de la indiferencia de la concausa, con lo cual resultaron disminuidas las hipótesis de responsabilidad patronal. En virtud de esta ley, entonces, el trabajador sólo tendría derecho a solicitar la reparación de aquellas enfermedades incapacitantes causadas por la actividad laboral. Este aspecto no cuestionado por la parte actora, ha quedado firme. 3.1. Por último, tampoco será atendida la crítica del apelante referida a la tasa de interés establecida en la condena. El juzgador aplicó la doctrina que surge del fallo plenario de esta Cámara in re “Gómez, Ricarda c/ ENTEL s/indemnización por despido”, causa n°625 de la Sala II (3), que fijó para las causas laborales la correspondiente a la tasa activa promedio mensual del Banco de la Nación Argentina para las operaciones de descuento de documentos comerciales, por lo que cabe desechar también este agravio. 3.2. Asimismo, en relación con las costas, es del caso señalar que no encuentro motivos para apartarme del principio objetivo de la derrota del art.68, 1° parte del CPCC. La carga de las costas no importa una pena para la parte vencida, sino que tiene por objeto resarcir a la contraria de los gastos en que su conducta la obligó a incurrir. Es decir, encuentra su razón de ser en que el litigante al cual se le imponen, sostuvo un proceso sin éxito, a través de dos Poder Judicial de la Nación instancias, en las cuales reiteró su negativa al derecho de la actora. VII. confirme Por la todo lo sentencia expuesto, apelada propongo con costas al de Acuerdo, alzada a se la demandada recurrente vencida, ante la contestación de los agravios (arts.68 del CPCC. y 155 de la ley 18.345). EL JUEZ ÁLVAREZ DIJO: Que adhiere al voto del Juez Schiffrin. Por ello, SE RESUELVE: confirmar la sentencia apelada con costas de alzada a la demandada recurrente vencida, ante la contestación de los agravios (arts.68 del CPCC. y 155 de la ley 18.345). Regístrese, notifíquese devuélvase.Firmado.jueces Sala II y Leopoldo Héctor Schiffrin.César Álvarez. Juez Gregorio Julio Fleicher (art. 125, ley 18.345). NOTA (1): se transcribe a continuación: PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN R.S. 2 T 48 f* 193 //en la ciudad de La Plata a los 2 días del mes de marzo de mil novecientos noventa y nueve, reunidos en Acuerdo los señores Jueces que integran la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, toman en consideración el expediente n° 13.839/95, caratulado: “S., M. L.c/ Y.P.F. s/ Ley 9688 y art. 212 LCT” , procedente del Juzgado primera instancia N°2 Federal de de esta ciudad, Secretaría N° 5 , para resolver el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia de fs. 211/212 vta .- El Tribunal establece la siguiente cuestión a resolver: Se ajusta a derecho la sentencia apelada ? Practicado el pertinente sorteo el orden de votación resultó: Dr. Leopoldo H. Schiffrin Dr. Román J. Frondizi y Dr. Sergio O. Dugo. EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO: I- Llegan estos autos a la alzada en virtud del recurso de apelación deducido por YPF a fs. 214/219, contra la sentencia de primera instancia obrante a fs. 211/212 vta. que rechazó las defensas de pago y prescripción opuestas por la demandada e hizo lugar al resarcimiento pedido por el actor con base en la ley 9.688 y el art. 212, 4° párrafo de la LCT. II- En cuanto a la defensa de pago, la apelante sostiene que se encuentra acreditada una transacción por la cual el trabajador habría renunciado -a cambio de una suma de dinero abonada por YPF “en carácter indemnizatorio”- a cualquier especie de reclamo que tuviera por fundamento la relación laboral que unía a las partes. En tal sentido, las indemnizaciones pretendidas por el accionante fundadas en el art. 212 de la LCT y en la ley de accidentes de trabajo, quedarían abarcadas en la De todos modos, en renuncia antes aludida. forma subsidiaria, la recurrente argumenta que el a quo no tuvo en cuenta al sentenciar que el art. 212 de la LCT ya citado exige para su aplicación la imposibilidad física del trabajador de prestar servicios en la empresa, circunstancia no demostrada a juicio de la apelante. Respecto de la prescripción, lo decidido por el a quo en contra de las pretensiones de YPF esgrimidas en primera instancia no ha sido objeto del recurso interpuesto. Critica, además, YPF, la valoración de la prueba efectuada por el juez de grado, quien concluyó que existía relación concausal entre las dolencias incapacitantes y las condiciones de trabajo. En tal orden de ideas, el recurrente cuestiona el valor probatorio de la pericia médica, dado que el experto no visitó el lugar de trabajo del accionante. Añade que uno de los testigos tiene juicio pendiente contra la demandada, señalando también que, según uno de aquellos, M., los trabajos efectuados por S. tenían lugar fuera del área industrial. También se agravia la recurrente de que el a quo no haya tenido, en cuenta a fin de graduar la incapacidad de S., el lapso transcurrido entre el cese de las tareas de aquél y el tiempo de la realización de la pericia médica. Poder Judicial de la Nación Finalmente se agravia de los intereses fijados por el a quo. III- Corresponde tratar, en primer término, el agravio referido a la excepción de pago que, de tornaría superfluo el tratamiento de los ser admitido, restantes. Como ya lo dije, esta tacha se halla fundada en la existencia de un acuerdo transaccional celebrado entre las partes y acreditado por las piezas obrantes a fs. 195/197. Al respecto, tengamos en cuenta que dicha excepción fue opuesta por YPF al contestar la demanda (fs. 25/32), donde alegó la existencia de un acuerdo transaccional anterior al inicio del proceso, celebrado entre la empleadora y el trabajador, del que surgiría la voluntad concurrente de ambas partes de dar por finalizada la relación laboral, así como la renuncia de S. a cualquier reclamo derivado de la misma. Añadió la demandada que de no considerárse el pago aludido como total, debería ser entendido como pago parcial. A dicha argumentación replicó la actora (fs. 37/41 vta.) que los derechos laborales son irrenunciables y que no se trató de una desvinculación laboral en los términos del art. 241 de la LCT, sino de un despido encubierto. Posteriormente, se produjo solicitada por la demandada (fs. la prueba informativa 195 - acta que contiente el convenio transaccional) y (fs. 196 - la homologación del mismo por el Ministerio de Trabajo de la Nación). Por último, el a quo rechazó la excepción basado en que se trata de un crédito irrenunciable del trabajador; que, además, en el acta no se aclara expresamente la cancelación de los reclamos actuales del mismo, y que, por otro lado, el monto abonado por YPF tampoco alcanzaría para cancelar las sumas que le corresponden al actor por el resarcimiento de sus incapacidades. Contra dicho pronunciamiento, la empleadora formula los siguientes argumentos: 1) que el a quo no analizó que el distracto de la relación laboral entre el actor e YPF fue celebrado, de común acuerdo, mediante acta suscripta ante autoridad administrativa; 2) que en dicha acta el actor manifestó que a cambio del monto recibido renunciaría a toda indemnización derivada de la relación laboral; 3) que de lo contrario, el actor percibiría dos veces la misma cantidad de dinero, lo que constituiría un enriquecimiento sin causa del mismo lesionando el derecho de propiedad de la demandada; y 4) que así se lo ha entendido según el precedente de esta Sala en autos “M.E. N. c/ YPF s/ Ley 9.688", exp. n°12.687 del 17/5/95, y el precedente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re “Bordón Saturnino Liberato c/ Dálmine Siderca S.A.I.C.” (del 3 de agosto de 1989)(B. 457, XXII). (Fallos: 312:1244) Por su parte, la actora, al contestar agravios (fs. 220/225 vta.), ha replicado: 1) que el art. 12 de la LCT establece que “será nula toda convención de partes que suprima o reduzca los derechos previstos en esta ley... sea al tiempo de su celebración o del ejercicio de los derechos provenientes de su extinción”. 2) que el art. 15 exige para la validez de los acuerdos que medie resolución fundada de la autoridad administrativa o judicial que acredite que se ha alcanzado una justa composición de los derechos e intereses de las partes. 3) que es inaplicable el citado fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación porque el mismo ha resuelto el caso en la hipótesis del art. 17 de la ley 9.688 por el cual el trabajador abandona los principios protectorios del derecho del trabajo y se somete a los del derecho civil. 4) que en la hipótesis de que se aplique la ley 24.028, ella establece un procedimiento específico no cumplido en el caso para que sea válido un acuerdo de partes donde se negocie una indemnización por la enfermedad sufrida por el trabajador a raíz del desempeño de sus tareas. Poder Judicial de la Nación 5) que el art. renunciar a someterlos 13 de la ley citada prevé la imposibilidad de los a derechos transacción, reconocidos la cual por la sería misma y/o inoponible al trabajador. IV- Ahora bien, los elementos obrantes en la causa destinados a comprobar la existencia de la transacción y el cumplimiento de los requisitos de tal acto jurídico son, por una parte, el instrumento de fs. 195 extendido en La Plata el 9 de agosto de 1991, en el que puede leerse -dentro de un formulario preparado de la empleadora con blancos para ser llenados por el trabajador que los suscribe- la expresión de S. en el sentido de que “...solicita su despido por razones empresarias [, que el acuerdo] satisface sus intereses tanto morales como materiales”, y la declaración de la empleadora quien expresó su aceptación de aquella solicitud del trabajador y la voluntad de abonar a éste la suma de A “en carácter indemnizatorio”. Quedó asentado, asimismo, que una vez percibida la suma por la indemnización aludida, el obrero nada más tendrá que reclamar por ningún rubro ni concepto a YPF derivado de la relación laboral que los uniera. Por otro lado, a fs. 196 obra el dictamen de la Asesoría Letrada del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación (Delegación Regional La Plata) la que sin motivación expresa su opinión favorable a la homologación. Más abajo puede observarse el acto por el cual el Coordinador de la Delegación Regional La Plata de dicho Ministerio declaró homologado en los términos del art. 15 de la LCT el acuerdo transaccional en cuestión. En el texto aludido se expresa de modo manifiesto que el trabajador es despedido a su solicitud, dado que éste desea tutelar las conveniencias de la empresa. Esta grosería ofende el decoro de la justicia, pues documentos de índole jamás exhibir una debían cínica aparecer en confesión de desprecia los principios una causa voluntad tan burda judicial prepotente para que más elementales de la buena fe que debe regir todos los negocios del derecho. Tal principio general, en el campo laboral, está consagrado por el art. 63 de la ley de contrato de trabajo. Como decimos, pues, el contenido del documento de referencia es la confesada acreditación del despido incausado del actor, a quien se fuerza, mediante un pago que, cuanto más, podría imputarse a la indemnización correspondiente al despido, a renunciar a los demás derechos que le correspondan en virtud de la relación laboral extinguida. Dado el contenido manifiesto del acto, de nada sirve que sus formas externas sea las del art. 241 de la ley de contrato de trabajo, pues, en el sub judice, la inexistencia del acuerdo es patente y las formas extrínsecas semiobservadas -dado que el documento es un formulario con espacios en blanco- no alcanzan para dar cuerpo siquiera a un acto in fraudem legis, porque no llegan a velar la voluntad manifiesta de despido que surge del ridículo lenguaje empleado. La burla no siempre es idéntica al fraude, ya que el segundo requiere una maquinación que tenga aptitud para engañar a otro. Según la máxima célebre de Labeón, fuente del art. 931 del Código Civil “dolum fallaciam, machinationem decipiendum alterum astucia, engaño o malum esse ad omnem callidatem, circumveniendum,fallendum, adhibitam” -“el maquinación, dolo empleada malo para es toda sorprender, engañar o defraudar a otro”-.(Digesto, Libro IV, Título III, 1, parágrafo 2). A su vez, el art. 932 del Código de Vélez enfatiza que el dolo debe haber sido la causa determinante de la acción. Estamos, pues, frente a un caso de pura y simple violencia moral o coerción, en el que una de las partes aprovecha su situación de fuerza para obtener de la otra una ventaja evidentemente desproporcionada y sin justificación, como lo prevé el art. 954 del Código Civil, que, en la parte pertinente, dice modificación de los “...podrá demandarse la nulidad o actos jurídicos cuando una de las partes Poder Judicial de la Nación explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación [...] Se presume, salvo explotación prueba en caso en de contrario, notable que existe desproporción tal de las prestaciones”. En este sentido, la lesión en desmedro del actor es muy considerable. En efecto, éste percibió, en virtud del espúreo “acuerdo” rescisorio, la suma de $. Hemos de confrontar tal monto con el cálculo de la indemnización legal por despido que efectuó el a quo a fin de aplicar el art. 212 de la LCT, que es de $. A ello debemos sumar la indemnización por accidente de trabajo, que asciende, de acuerdo a la sentencia de primer grado, a $, lo cual arroja $. No añado los otros $ -que otorga el a quo por virtud del art. 212 de la LCT- pues, como después lo explicaré, tal rubro no me parece procedente. En consecuencia, el actor se vio ilegalmente impedido de percibir la suma de $.- ($ - $) que significa el 56,70% del monto que debió haber satisfecho la empresa demandada por el despido incausado y la enfermedad accidente. Ahora bien, los ejemplos que contiene la literatura referidos a la estimación de montos de la lesión, a fin de que se la pueda considerar comprendida en las previsiones del art. 954 del Código Civil, se refieren ordinariamente a los contratos de compraventa, pero obviamente caben en otras relaciones jurídicas. Por ello es valioso el criterio según el cual basta una desproporción del 40% para que se dé la lesión enorme (Borda, Tratado de Derecho Civil, Parte General, Tomo II, Ed. Perrot, 9° edición, Bs. As., 1988, p. 343). En este orden de ideas, también cabe recordar las soluciones tradicionales del Código Napoleón, que si bien sólo admite el instituto de la lesión los menores para la protección de y, sin distinción de capacidad, para la venta de inmuebles y la partición, fija la desproporción en siete duodécimas partes para la primera (58,33%) y en un 25% para la segunda, aunque debe tenerse en cuenta que el código eleva algo el cálculo del derecho francés tradicional que estimaba producida la lesión cuando la diferencia superaba el 50% (Baudry-Lacantinerie et Barde, Traité Theorique et Pratique de Droit Civil, Des Obligations, Tomo 1°, 2a ed., París, 1900, p.153). Resulta algo paradójico que el derecho común, de cuyo marco fueron separadas las relaciones laborales para protejer a los trabajadores, proporcione hoy pautas de defensa mayores que los de esta vapuleada rama del “nuevo derecho”. Ocurre, empero, que la matriz excesivamente individualista impresa en su tiempo al jus civile ha quedado superada por nuevos desarrollos, como es el de la responsabilidad que deriva del riesgo creado nacidas en y el por el derecho retorno romano a antiguas instituciones cristianizado, como son, precisamente, la lesión enorme y el abuso de derecho. En este introducción sentido, de la Salvatore ética Riccobono cristiana en expresa el Derecho que la Romano tardío, atenuó, en el campo patrimonial “las manifestaciones más ásperas inculcando del la individualismo consideración de sociales; facilitó las donaciones y del egoísmo intereses pagano, colectivos mal vistas por el derecho pagano, reprimió el ejercicio doloso del derecho y las y todas formas de violencia; exaltó y puso en acto, de modo general, el principio ya aplicado en casos singulares por el pretor: que nadie debe enriquecerse en daño de otros y, sobre todo, dar a la equidad un contenido más amplio, más humano, que se expresa en el campo del derecho con motivos sentimentales: de piedad, de fraternidad, de delicadeza” (v. la contribución Fattori encuentra dell’ en de este Evoluzione Mélanges de gran maestro del Droit titulada Diritto Romain, “Fassi e que se Romano”, Ancienne Maison D’Edition Vanderpoorten & C° - Soc. An., Recueil Sirey, Tomo II, Gante-París, 1926, pág. 262). Poder Judicial de la Nación Así, los arts. 954 y 1071 introducidos por la reforma del Código Civil de 1967, desplazaron una concepción de la libertad inspirada en el individualismo posesivo, por otra que sabe otorgar a ese valor primordial el marco humanista, personalista y solidario, en el cual puede darse el desarrollo digno de la comunidad y sus integrantes. Con todas estas razones resulta palmaria la imposibilidad del supuesto distracto que por sus términos resulta no serlo y a ello ha de sumarse que las formas del art. 241 LCT cuerpo legal, judicial para se complementan con las del art. 15 del mismo que el exige la homologación perfeccionamiento del administrativa acuerdo, la o cual requiere, para tener valor, una adecuada fundamentación que, en el caso, ha sido reemplazada por nudas afirmaciones de carácter ritual. En tales condiciones, el acta no refleja para nada la presencia de un equilibrio en los derechos e intereses de las partes, cuya protección debió haberse mantenido en aquél acuerdo. En efecto, el texto indica, por ejemplo, que la suma a pagar tendrá “carácter indemnizatorio”, pero no aclara cuál es el daño producido al trabajador en cuya virtud se le abona aquella indemnización. Puede inferirse, de cualquier modo, que el daño sea el acuerdo por el cese de la relación laboral, pero de ninguna forma cabe deducir que se reparar aquellos perjuicios que dieron lugar al intente presente reclamo. Además, las expresiones contenidas en dicha acta tales como “...[el trabajador] razones empresarias” o “nada ningún rubro ni concepto a relación laboral” demuestran solicita su más tendrá que su empleadora despido por reclamar por derivado de la palmariamente que el trabajador se sometió a las condiciones de negociación impuestas por la misma, en una situación de desequilibrio completo de fuerzas, contraria a la que debe regir los trabajador para que tales actos entre empleador y negocios sean válidos. Ha de ponerse de relieve que, bajo la vigencia del principio de irrenunciabilidad (art. 12 de la LCT), no puede considerarse válida una cláusula redactada por la empleadora que implica una renuncia indefinida de derechos trabajador que disposición la ha firmado. Menos contractual por la solicita ser despedido alegando convenio, pues laborales carece de toda por parte del aún puede aceptarse la que el propio trabajador razones que desconoce. Dicho validez como renuncia de derechos del trabajador. Por otra Trabajo se parte, el acto homologatorio del Ministerio de limitó a reconocer la validez del convenio, respaldando su decisión en el dictamen de la asesoría técnica de la institución, la que afirmó de modo dogmático que se había logrado intereses de una justa composición las partes. La de los resolución derechos e administrativa determinó finalmente validar el acuerdo, pero sin expresar los fundamentos exigidos por el art. 15 de la LCT. Es evidente que el funcionario que homologó el acuerdo pasó por encima de las deficiencias y desigualdades de la transacción. Para evitar ello, justamente, la ley prevé en forma expresa que tal decisión debe ser fundada. En lo que hace al caso “M.” en el cual el suscripto no participó, ignoro cual pueda ser su alcance, dado que no contiene descripción de los hechos de la causa. En fin, si actos de la naturaleza del examinado aquí pueden exhibirse en un expediente judicial, ello ocurre dada la degradación de los derechos que garantiza el art. 14 bis de la Constitución Nacional. Tal fenómeno se inserta en el cuadro en que la política económica del Estado argentino se ha dirigido despiadada a de una la suerte clase de persecución trabajadora. sistemática Corresponde a y la magistratura poner freno a tales desbordes y velar por la fiel observancia de los derechos civiles y sociales que garantiza la Ley Fundamental. Por último, he de decir que si bien, lamentablemente confusas y poco felices, las opiniones de los Petracchi y Bacqué integrantes de la Doctores Fayt, Corte Suprema de Justicia de la Nación ( in re: “Bordón, Saturnino Liberato c/ Poder Judicial de la Nación Dálmine Siderca S.A.I.C.” del 3 de agosto de 1989) no parecen tener el alcance de querer cohnestar actos ilícitos de la índole parten de la que ahora me ocupo, pues de la inexistencia de una renuncia del trabajador a sus derechos en los casos que considera. En lo que hace al caso “M.” en el cual el suscripto no participó, ignoro cual pueda ser su alcance, dado que no contiene descripción de los hechos de la causa. En consecuencia de lo expuesto en este acápite, estimo que el instrumento de fs. 195 acredita plenamente la existencia de despido incausado a cuya indemnización debe imputarse la suma entonces recibida por el demandante, y que, por ende dicho instrumento no es oponible al progreso de la acción que hasta aquí ha prosperado. V- Establecido ello, conviene, para tratar los restantes agravios, considerar en primer término el referido a la indemnización fundada en la ley 9.688 y, después, el que se ocupa del reclamo basado en el art. 212, 4° párrafo de la LCT. Pasemos a examinar, entonces, el óbice relativo a la apreciación entendió de la prueba existente la efectuada vinculación por el a concausal quo quien entre las enfermedades que padece el actor y las tareas cumplidas por éste en YPF, a los efectos de determinar la procedencia de la indemnización prevista por la ley 9.688. Para ello, hemos de atender a las condiciones de trabajo mencionadas teniendo en cuenta en primer término los dichos del actor en su libelo inicial. Según lo allí manifestado, el demandante de haber trabajó para YPF desde octubre de 1951, después pasado por los controles preocupacionales que declararon la plena aptitud para el trabajo, hasta el mes de julio de 1991, fecha en que resultó despedido. Los primeros 24 años se desempeñó como aprendiz en el sector Mecánica Interna de la Destilería y luego como mecánico en es misma área. Trabajaba en galpones viejos de aproximadamente 40 mts. de largo por 20 de ancho, que no tenían calefacción ni ventilación, haciendo el torneado de cuerpos de bombas de cojinetes y frenos de las máquinas internas ferroviarias, restauración afines, de elásticos mientras las de cuerpo de motores dependencias de la y tareas destilería se hallaban en pleno funcionamiento. Para comparar tales afirmaciones con la prueba reunida en autos, observemos que el testigo, plenamente hábil, de fs. 76, indicó que el demandante trabajaba en aquel galpón que se hallaba en malas condiciones y que las labores de S. consistían en efectuar ajustes de precisión sobre las piezas de trabajo, cambio de pernos, etc. (tareas que exigían mucha atención y concentración, pues elaboración de los materiales una falla deslizada en la hacía que la pieza labrada se perdiera). Añadió que las labores se realizaban de pie frente al banco donde estaba ubicada la morsa que sostenía el objeto a trabajar. También desarmaba turbinas y en los casos en que tenía que separar los cuerpos de las bombas usaba cuñas, las que se golpeaban con martillos hasta obtener la separación deseada. Entre las herramientas que comúnmente usaba el actor se encuentran martillos, llaves de gran tamaño y palancas para el movimiento de distintas piezas grandes destinadas a la reparación de la locomotora. Agregó, finalmente, que no le fueron entregados protectores respiratorios. Por otra parte, según el dictamen del ingeniero, el actor se desempeñó desde sus inicios como aprendiz mecánico. En a noviembre de 1952 pasa ser peón, después ayudante hojalatero (julio de 1953) , ayudante de mecánica (enero de 1955), mecánico (junio de 1960 hasta noviembre de 1968 en que fue dejado cesante). Reingresó Mtro. Especializado” en posteriormente como “Mecánico febrero de 1973, categoría que mantuvo hasta su retiro. Las secciones de la empresa por las que pasó Mecánica fueron la Interna, Administrativa, de Máquinas Mecánica, Ingeniería y y Movimientos, Capacitación, Paros. Además, Talleres, Secretaría el experto describió el galpón denominado “Taller” o “Mecánica” en forma similar a la expuesta por el actor en su libelo. Destacó que el piso (donde el actor se afirmaba para labrar las piezas) Poder Judicial de la Nación se encontraba en malas condiciones de conservación y que allí la iluminación era deficiente. Explicó más adelante que las tareas de aprendiz y de peón consistían en el movimiento de máquinas y objetos, limpieza y utilización de herramientas en general, manejaba acarreo tornos, alisadoras, y de materiales, fresadoras, como etc. En amoladoras, herramientas otras tareas agujereadoras, manuales usaba limas, esmeriles, sopladoras de aire, masas, puntas, etc. Indicó más adelante que las tareas de un mecánico de Mecánica Interna consisten específicamente en desarmar y armar los componentes de las máquinas o dispositivos a restaurar. Si se trata de piezas chicas, se utilizan llaves, limas o mazas; en cambio, para las reparaciones mayores se utilizan grandes máquinas rectificadoras, tornos, prensas hidráulicas, etc. Añadió que las reparaciones se efectúan en los talleres, pero el desmonte y montaje de las máquinas en arreglo debe realizarse en el lugar donde estaba instalada la usina. En la sala de bombas, que se compone de una dotación de entre 10 y 15 unidades, se verifican escapes de vapor y de combustible (comprometiendo la contaminación ambiental del sector) en equipos que funcionan en regulares condiciones debido a un mantenimiento insuficiente de los mismos que facilita el atascamiento y endurecimiento de las máquinas, al punto de tener que usar palancas para efectuar las operaciones. Finalmente, el perito médico concluyó que el actor padece de cervicoartrosis (con un grado de incapacidad del 15% de la total obrera), lumbiciatalgia (25%), broncopatía (15%) y depresión (10%), de las cuales las tres primeras, según el experto, guardan relación de concausalidad con las condiciones de trabajo. Al respecto dijo que la artosis es una enfermedad degenerativa que entre otros factores para su producción se destacan los esfuerzos físicos normales que actúan sobre el cartílago, provocando inestabilidades mecánicas. Añadió, además, que no se adhiere a la teoría genética que desecha como factores concausales las circunstancias exteriores y medioambientales, pues la artrosis de los pies de tal hipótesis no explica las bailarinas, la artrosis lumbosacra de los campesinos que trabajan dorsiflexionados, la artrosis cervical de los dentistas, la de codo de los trabajadores de fundiciones que usan largas tenazas, la manual de los escultores y la más moderna artrosis del dedo índice de operadores de computadoras. En cuanto a la broncopatía explicó que las causas se reducen al tabaquismo y a la polusión ambiental. Cabe advertir al respecto que de los testimonios no surge que el actor haya sido acreditarse la fumador, pero circunstancia sí, en cambio, de haberse puede expuesto frecuentemente a escapes de gases y vapores que generan un ambiente insalubre y que no recibió de la empresa protectores respiratorios. Por otra parte, la permanencia en trabajos de pie en el taller, con el piso en mal estado y las otras tareas descriptas más arriba, me llevan a interpretar que se han verificado las circunstancias fácticas para la producción de las enfermedades artrósicas. En tales condiciones, entiendo que se encuentra demostrada la vinculación concausal entre las incapacidades aludidas y las condiciones de trabajo a las que se sometió el accionante en la empresa demandada. VI- Ahora, tratemos el agravio relativo a la aplicación al caso del art. 212, 4° párrafo de la LCT. En relación con ello, la demandada señaló que la incapacidad absoluta que describe la norma no se manifestó durante la vigencia de la relación laboral. En efecto, tal circunstancia no resulta acreditada por los medios de convicción obrantes en autos, por lo que, en ese orden de ideas, he de expresar que, como ya lo he sostenido in re “R., M. c/ YPF s/ art. 212 LCT”, exp. n° 12.893 del 11/2/97 (v. también “B., V. c/ F.A. s/ art. 212 de la LCT” exp. n° necesario que las enfermedades el presupuesto de 208 de aquél la cuerpo 12.699, del 29/6/98), “es inculpables que constituyen norma cumplan la condición del art. legal. Es decir, debe tratarse de Poder Judicial de la Nación accidentes o enfermedades que impidan la prestación del servicio. De ahí, la necesidad de que la exteriorización de la dolencia tenga lugar durante la relación de trabajo.” “Si con olvido de la lógica se dejara de lado esta condición fundamental, se crearía a cargo del empleador una obligación sin causa, pues a diferencia de la indemnización prevista en la ley de accidentes de trabajo que supone un vínculo entre el infortunio y el trabajo, las enfermedades consideradas en que los arts. 208 y ss. de la LCT no tienen por reconocer ese origen. Se caería así, por una indebida mezcla de ampliación institutos esencialmente arbitraria de las distintos normas en una protectoras mencionadas”. Por tales consideraciones entiendo que debe hacerse lugar a la tacha. VII- Analicemos, en este punto, el óbice referido a que el a quo no tuvo en cuenta para graduar la incapacidad del actor, el tiempo transcurrido entre la desvinculación laboral y la producción de la pericia médica. He de señalar al respecto que, (como ya lo puntualicé en mi voto in re: “R. D. A. c/ Y.P.F. s/ ley 9.688" expediente n° 8, del 29/6/98, “L. P. c/ YPF s/ daños y perj.”, exp. n° 13.553, del día 2/12/97, entre otros) “frente a la regla general de quien provoca un daño debe indemnizar a la víctima que lo sufre por todas las consecuencias provenientes del mismo, si, en trata carácter de enfermedades de el caso, se progresivo, tal circunstancia no excluye la responsabilidad de la demandada por todo el perjuicio actual que padece el actor, en virtud del evento dañoso”. Más allá de ello, si se esbozase la hipótesis de que la incapacidad pudiera posteriores a respecto de la ello haberse cesación agravado del constancias por vínculo que circunstancias laboral, permitan no hay acreditar tal agravamiento, demostración que, por otra parte, debió ser aportada por la apelante. Por consiguiente, no corresponde hacer lugar a este planteo. VIII- Resta, finalmente por considerar el punto relativo a los intereses fijados por el a quo. En este sentido debo señalar que de acuerdo con numerosos precedentes de esta Sala debe aplicarse el Banco la tasa pasiva de interés mensual que publica Central para las operaciones de descuento. En consecuencia el agravio debe ser acogido. IX- Por todo ello, propongo al acuerdo de la sentencia modificándola apelada según surge en lo de los la confirmación principal que puntos y VI presente voto. Las costas de la instancia serán decide, VIII del distribuidas en un 70% a cargo de la demandada y un 30% para la actora. EL DOCTOR FRONDIZI DIJO: 1. La sentencia de fs. 211/212 vta. ha rechazado las excepciones de prescripción y pago opuestas por la parte demandada y ha hecho lugar a la demanda interpuesta por S. contra Yacimientos Petrolíferos Fiscales ex ley 9688 y art. 212, LCT. Consecuentemente, ha condenado a la parte demandada a abonar al actor la suma de pesos 49.209,60 con más el interés del 24% anual desde el mes de agosto de 1991 y hasta el 31.03.92, del 15% anual desde el 01.04.92 y hasta el 31.03.93 y del 12% anual desde esta última fecha y hasta la del efectivo pago. Ha ordenado adicionar el 1,5% del decreto 8064/57 de conformidad con los arts. 9 y 10 de la ley 9688. Las costas del juicio las ha impuesto a la parte demandada vencida. 2. El decisorio ha sido apelado por YPF a fs. 214/218 vta., con simultánea expresión de agravios. El recurso ha sido concedido a fs. 218 vta., y la réplica de los agravios por la contraria luce a fs.220/225. 3. Los agravios del apelante son los rechazo por el quo siguientes: a) el de la excepción de pago; b) la incorrecta interpretación y aplicación del art. 212, 4° párrafo de la LCT; c) la errónea valoración de la prueba realizada por el a quo, con especial referencia a la acreditación del nexo causal entre las dolencias incapacitantes que padece el actor y las tareas desarrolladas a las órdenes de la demandada y el Poder Judicial de la Nación ambiente laboral; d) el porcentaje de incapacidad el juez de primera instancia y e) la tasa fijado por de interés aplicada. 4. Examen de los agravios. La parte demandada celebró el 5 de manifestó que, entre las partes, se agosto de 1991 un acuerdo transaccional homologado por ante la autoridad administrativa -Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación-, por el cual se abonó al actor una suma de dinero, y por el que el S. manifestó que nada más tenía que reclamar por ningún rubro ni concepto a su empleadora derivado de la relación laboral que los uniera. En virtud de estos argumentos opone excepción de pago total a fs. 25 vta/26, que fue rechazada por el Juez de primera instancia. Contra tal pronunciamiento Petrolíferos Fiscales se alza Yacimientos y sostiene que los reclamos fundados en la ley 9688 y el art. 212, LCT provienen de la relación laboral, y que el actor manifestó en dicho acuerdo que nada tenía que reclamar por ningún rubro derivado de la misma. Añade que sostener lo contrario sería reconocer en favor de Susla dos veces la misma indemnización. De las pruebas rendidas en autos, resulta que a fs. 195/196 obra la contestación efectuada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación adjuntando el acuerdo transaccional celebrado entre el actor y la demandada con fecha 9 de agosto de 1991, homologado por ante la autoridad administrativa, por medio del cual se abonó al actor una suma de dinero que constituyó una justa composición de los derechos e intereses y por el que el Sr. S. manifestó que nada más tenía que reclamar por ningún rubro ni concepto derivado de la relación laboral. Tal como lo he sostenido in re “A., H. O. y otros c/Y.P.F. s/diferencia salarial” fallado el 15.06,93;“D. P., O. c/YPF s/Ley9688", expte. N°13.735, fallado 25.09.97; “N., R. O. c/YPF s/Ley 9688", fallado el 28.10.97"; “R., C. L. c/YPF s/Enfermedad Accidente”, fallado el 19.03.98, entre otros, si bien -en función del carácter tuitivo del derecho laboral- el art. 12 de la LCT establece el principio de la irrenunciabilidad de los derechos reconocidos al trabajador, lo cierto es que esa indisponibilidad es relativa, y que una de las excepciones a dicho principio es la del art. 15 de la LCT, que precisamente otorga validez a los acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios “...cuando se realicen con intervención de la autoridad judicial o administrativa, y mediante resolución fundada de cualquiera de éstas que acredite que mediante tales actos se ha alcanzado una justa composición de los derechos e intereses de las partes”. En autos estos recaudos se hallan cumplidos mediante acuerdo celebrado ante el Ministerio de Trabajo de la Nación, debidamente homologado, en el que el actor, sin formular reserva alguna, aceptó el pago de la suma convenida (A ) y seguidamente manifestó “(...) que una vez percibida la suma nada más tendrá que reclamar por ningún rubro su empleadora uniera...”. derivado de la relación ni concepto a laboral que los Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario Ante tales circunstancias resulta también aplicable al caso la llamada “doctrina del acto propio”, esto es, que no es admisible la contradicción pretensión con su de quien anterior intenta ponerse conducta en deliberada, jurídicamente relevante y plenamente eficaz (Fallos:273:187; 274:96; 275:235; 294:220, entre otros). En suma, resulta inadmisible que, en el sub lite, el actor pretenda ir en contra de su conducta anterior, haciendo valer un derecho al que ha renunciado. Por ello y por los motivos que informan la sentencia de esta Sala in re “M.", expte. 12.687, fallo del 17.05.95, que resolvió una cuestión sustancialmente análoga a la aquí debatida, concluyo en que cabe acoger el agravio de la parte demandada. USO OFICIAL 5. En virtud de las consideraciones precedentemente expuestas el tratamiento de los restantes agravios se torna abstracto. 6. párrafos Entiendo que vigésimo y distinguido colega metajurídicas cuyo las expresiones vigésimo primero preopinante, contenido contenidas del en voto reflejan los de mi opiniones político-ideológico respeto pero no comparto. 7. En suma, por normas legales citadas Acuerdo revocar la las consideraciones que preceden y también en aquella causa, propongo al sentencia de primera instancia, con costas de ambas instancias a la parte actora vencida (art. 68, Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación). Así lo voto. EL DOCTOR DUGO DIJO: Que adhiere al voto del Dr. Frondizi. Por ello, en mérito a lo que resulta del Acuerdo que antecede se RESUELVE: Revocar la sentencia apelada en todas sus partes e imponer las costas de ambas instancias a la parte actora vencida. Regístrese, notifíquese y devuélvase. Firmado Jueces sala II Dres. Román Julio Frondizi.Sergio Omar Dugo.Leopoldo Héctor Schiffrin. NOTA (2): publicada en el sitio www.pjn.gov.ar/Fueros Federales/Justicia Federal La Plata/Fallos Destacados/carpeta temática LABORAL(FD.979). NOTA (3):publicado en el sitio citado nota FALLOS PLENARIOS (FP.6). (2) último paso