las tentaciones de jesús

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LAS TENTACIONES DE JESÚS
BASFHJesús tenía unos 30 años cuando
comenzó su misión apostólica pública (Lc
3,23). Sale de Nazaret y va al río Jordán
donde es bautizado y acepta su vocación de
Mesías-Siervo como: Profeta, Maestro y
Pastor.
Juan Bautista que bautizaba
Los Evangelios narran que el Espíritu
Santo, después de haber bajado en forma de
paloma, es quien empuja ahora a Jesús para
su hora de prueba.
También a nosotros el Espíritu Santo nos
hace transitar por caminos donde vamos a encontrarnos con las tentaciones, no
como un castigo, sino para hacernos fuertes y para darnos ocasión del amor que
sentimos por Dios al rechazarlas.
40 días estuvo Jesús en soledad en el desierto, el mismo tiempo que estuvo
Moisés orando y ayunando en el monte Sinaí hasta que Dios le dio su mensaje
admirable. Satanás es el enemigo del alma, enemigo de la salvación. Tratará
que Jesús olvide su misión y que se dedique a lograr su gloria personal llenando
el estómago y dando bienes materiales a sus seguidores. Pero Jesús lo vence y lo
hace salir huyendo. Dios permitirá que siempre tengamos tentaciones por eso
Jesús en el huerto de Getsemaní no les dice a sus apóstoles: “Orad para que no
tengan tentaciones sino: Orad para que no caigáis en tentación”. La tentación
llegará en todas las épocas de la vida, se
va una y llegará otra. Si oramos, no
sucumbiremos. Y si caemos, nos
levantamos y seguimos luchando, lo
importante en la batalla no es no ser
herido, sino terminar victorioso.
El espíritu está pronto. Óptima es la
voluntad, pero somos sensibles y
tenemos pasiones, solos no podemos,
pero Nuestro Señor siempre nos asiste.
Vivía entre las fieras. Si San Francisco,
San Isidro Labrador y San Martín de
Porres trataron con amabilidad a los
animales, ¿qué sería Jesús, el más perfecto exponente de la amabilidad, de la
dulzura y de la mansedumbre? Aquí los animales lo estaban reconociendo antes
que los hombres.
Los ángeles le servían. En toda la Biblia tenemos ejemplos de cómo Dios
envía a sus ángeles a proteger a sus elegidos. Ahora los envía a servir a su Hijo
amado. Nos consuela pensar que nosotros también estamos protegidos por
voluntad de Dios.
Recordemos lo que nos enseñan las tentaciones de Jesús que siguen
siendo las mismas por siglos para nosotros.
Primera Tentación. Cuando Satanás pide a Jesús que convierta las
piedras en pan, lo está invitando a escoger el
camino fácil y cómodo, en vez de tomar el
camino de las dificultades y de las humillaciones.
Tratar de usar su poder para realizar el milagro
convertir las piedras en pan, hubiera sido
desconfiar de la Providencia que alimenta a las
aves y cuida de las flores. Si Jesús lo hubiera
hecho, lo habrían seguido los glotones del
mundo, jurando que lo amaban pero en realidad
buscando aprovecharse de ese pan, y el premio que Él promete a quien lo siga,
con todas las consecuencias que eso signifique, es infinitamente más grande.
Segunda Tentación. Lánzate de la parte más alta del templo.
Al rechazar esta tentación, Jesús nos enseña que no
debemos exponernos temerariamente a peligros y
ocasiones sin necesidad grave. Ya sabemos que en estos
casos solo se sale victorioso por un milagro. Y El no
reparte milagros a los que andan desafiándolo a que los
haga. También nos enseña a no emprender obras más
allá de nuestras capacidades para satisfacer nuestro
orgullo. Todo lo espectacular es provisional. Hay un
espejismo: Querer dejar sorprendidos a los demás para
buscar el aplauso. Es la tentación de la popularidad.
Tercera Tentación. Todo te lo daré, si postrándote me adoras. Tener mucho,
Mandar mucho, aunque se cometan
pecados gravísimos para lograr tener todo
lo que se desea. Muchas almas se han
perdido por la ambición y la avaricia. Es la
Moderna Idolatría: El querer cambiar a
Dios, por falsos dioses que son los bienes
materiales, aunque haya que adorar noche
y día al enemigo del alma.
Jesús mismo nos narra su experiencia
espiritual, porque estaba solo, no tenía
testigos por eso este pasaje de Evangelio debemos leerlo con gran respeto y
agradecimiento, porque el mismo Maestro nos hace una confidencia y nos
advierte que si Satanás tuvo la osadía de ponerle tentaciones, con mayor razón
estaremos expuestos nosotros los seres imperfectos.
Para nuestro consuelo nosotros no estamos solos, Jesús, La Santísima Virgen, los
Ángeles, la Gracia santificante, y la oración serán siempre nuestra defensa y
nuestro escudo. Qué bueno será que al rezar el Padrenuestro nos detengamos
en aquella petición: “No nos dejes caer en tentación”
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CUADERNO:
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