Armando del Romero Guerrero cooperante universitario, 1988 a 2013 La Cooperación Universitaria para el Desarrollo (CUD) ha sido la labor que mayor dedicación me ha demandado y más me ha apasionado. Y me resulta muy difícil resumir en unas pocas hojas veinticinco años de una actividad cada vez más intensa que comencé analfabeto y acabó desbordando el ámbito profesional y empapando el personal. Lo intento aquí, por primera vez con una mirada personal y con la libertad que me da no tener ya ninguna responsabilidad ni compromiso. Cuando en el año 2004 finalizó mi colaboración con el equipo del Centro Astronómico de Yebes, ya estaba muy involucrado en las actividades de la Universidad de Alcalá en el ámbito de la Cooperación Universitaria para el Desarrollo (CUD). Desde 1988 era el coordinador de uno de sus primeros convenios de colaboración con una universidad “del Sur”, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-León1 -había sido además, durante once años (1988-1999), el responsable de su primer proyecto, en el área de Física2- y desde 1999 tenía la responsabilidad de 1 La UNAN-León fue la última universidad creada por España –Cortes de Cádiz– en América. El 13 de abril de 1999, once años después de la firma del inicial Convenio-marco, la UAH y la UNAN-León se hermanaban en el acto central del quinto centenario de la fundación de la UAH. Formalizaron así su ya intensa relación. Con el impulso político que ello supuso, la relación entró en una nueva etapa y acabó siendo extraordinaria. 2 El proyecto Física implicó también a profesores de otras tres universidades (UCM, UNED y Paris V). Durante los cinco primeros años fue el único proyecto que logró resistir. Y cuando las “condiciones de contorno” permitieron nuevas áreas de cooperación entre la UAH y la UNAN-León, actuó como modelo de trabajo. Por esa labor, la UNAN-León me otorgó en 1994 el título de “profesor honorario”. dirigir y coordinar el Programa de Cooperación con Nicaragua (PCN)3, que era la organización-CUD más importante de la UAH. Digo “más importante” por dos razones. La primera, porque en 2004 la UAH representaba para la UNAN-León su apoyo externo más sólido y estable (con proyectos en quince áreas diferentes y con presupuestos en torno al medio millón de euros anuales), y para la Universidad Centroamericana (UCA) un apoyo académico fundamental en el campo jurídico4. La segunda, porque el PCN era el principal catalizador y canalizador de solidaridad5 en la comunidad universitaria de Alcalá, involucrando cada año a medio centenar de profesores (pertenecientes algunos a otras instituciones educativas o de investigación), técnicos de la administración y estudiantes, todos colaboradores voluntarios no remunerados, y los estudiantes costeando además su viaje6. Todo ello demandaba tener que acudir a diversas fuentes de financiación7, gestionar y justificar las subvenciones recibidas, así como visibilizar los logros (y las dificultades). Esas labores, sumadas a mi docencia en la UAH, resultaron ya incompatibles con la continuidad de mi colaboración con el equipo del CAY. Todo había comenzado muchos años antes, en otoño de 1987, cuando una profesora de la UAH, Adela Rodríguez Fernández, que había pasado el mes de agosto en la UNAN-León impartiendo un curso, se trajo de regreso una carta proponiendo a las autoridades de Alcalá un convenio idéntico al que la universidad nicaragüense acababa de firmar con la universidad de Barcelona. Yo fui uno de los profesores que apoyó esa iniciativa, aunque sin mayor intención de comprometerme, y el Convenio se firmó en junio 1988. Hacía poco que España había dejado de ser receptor de fondos de cooperación al desarrollo y trataba de aprender a ser “donante”, mientras que por otra parte recibía fuertes cantidades de ayuda de la entonces Comunidad Económica Europea. Nicaragua fue para el 3 El PCN integraba las relaciones de la UAH con tres universidades nicaragüenses: La Universidad Centroamericana (UCA), la Bluefields Indian and Caribbean University (BICU), universidad comunitaria de la Costa Atlántica; y la UNAN-León. La organización del PCN estaba basada en un equipo de dirección-coordinación, formado por el coordinador general, el coordinador académico y la secretaria administrativa. La envergadura y de la relación con la UNAN-León (que integraba también a la BICU), con diversos proyectos, demandó formar también un consejo de coordinación que reunía a los responsables de los diferentes proyectos. Su responsabilidad implicaba la ejecución del plan de trabajo acordado, de tres años de duración, la captación de los colaboradores (cooperantes) necesarios para ejecutarlo, dentro a fuera de la UAH, y la obtención de financiación adicional a la que aportaban la UAH y la contraparte nicaragüense. 4 Reconociendo esa importancia, la UCA-Managua otorgó ese mismo año un doctorado Honoris Causa al jurista de la UAH Diego Luzón Peña, que dirigía y coordinaba las actividades del convenio con esa universidad. 5 Solidaridad para nosotros quería decir dedicación no remunerada (ni en Nicaragua, ni en Alcalá), y quería decir trabajar en proyectos propuestos por la contraparte del Sur, de interés para su desarrollo institucional o para su proyección social. 6 En 2004, por ejemplo, los 31 profesores y administrativos españoles que participamos dedicamos un total de 55 meses de trabajo a tiempo completo, la mitad de ese tiempo en actividades en Nicaragua y el resto en la UAH Y 24 estudiantes colaboraron durante sus vacaciones de verano en proyectos concretos de la UNAN-León, permaneciendo en Nicaragua un total de 56 meses. (fuente: pág. Web del PCCA) 7 En 2004, por ejemplo, se obtuvieron 376.167 euros; la mitad de ellos aportados por financiadores externos (fuente: pág. Web del PCCA) 2 Gobierno de España su primer “laboratorio de cooperación”. Las primeras acciones de cooperación de las universidades españolas –absorbidas por desafíos y problemas internos de todo tipo– fueron balbuceos de jóvenes profesores (como yo). Pero poner en marcha y ejecutar un proyecto de cooperación universitaria que resultara útil requería mucho más que conocimientos académicos y buena voluntad. En primer lugar porque la necesaria comunicación física entre España y Nicaragua era una aventura incierta (cartas postales que tardaban meses y teléfonos que casi nunca funcionaban), porque lograr financiación era una tarea titánica y porque en la UAH no existía ninguna infraestructura de apoyo a los responsables de los proyectos. Pero sobre todo, en mi opinión, porque las realidades eran muy distintas y las pautas culturales muy diferentes (aunque el idioma sea parecido). Para poner en contexto lo que digo, señalaré que cuando en el año dos mil la CRUE no emitió su primera declaración afirmando que la universidad tenía el deber moral de ayudar a las universidades del Sur8, en la UAH ya llevábamos doce años cooperando con universidades nicaragüenses. Es más, dada la envergadura y profundidad de la relación con la UNANLeón, un año antes, 1999, quinto centenario de la fundación de la Universidad de Alcalá, el convenio de colaboración había adquirido el rango de un Hermanamiento. Todavía hoy me pregunto cómo pudimos navegar esos primeros doce años sin naufragar. Desde luego, el apoyo de las autoridades de la UAH, en especial de su Rector, Manuel Gala y la confianza que le inspiró el Rector Ernesto Medina y su proyecto para la UNAN-León fueron condiciones iniciales sine qua non. Pero convergieron muchas más circunstancias. Y sin falsa modestia creo que debo decir que otra de las más importantes fue el proyecto Física9, del fui responsable en sus primeros once años, entre 1988 y 1999, embrión de todos los proyectos posteriores, no tanto porque fuera el primero cuanto porque resistió y porque fue un modelo de referencia cuando aparecieron proyectos en otras áreas… En agosto de 1988 un compañero del Departamento, Miguel Ramos, viajó a la UNAN-León y, al regresar, me propuso ayudarle a elaborar un pequeño proyecto en el área de Física –académico y de naturaleza solidaria- y a buscar financiación. Le ayudé. Pero ocurrió que Miguel se fue a Francia con una beca que había solicitado… y al año siguiente el ICI (así se llamaba entonces la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AECID) nos concedió la ayuda solicitada (un millón de pesetas). Así que tuve que ser yo quien viajara ese año a Nicaragua para impartir los 8 CRUE (página web): http://www.crue.org/ 9 Que aún continúa hoy, con dimensión regional, codirigido por Miguel Sancho (UCM) y Eduardo González (UAH) 3 cursos de Física proyectados. Al regreso pedí ayuda al físico Miguel Sancho (UCM) –uno de los colegas que más aprecio y respecto- y a un compañero del departamento experto en didáctica de las ciencias, José Otero; con ellos reformulamos el proyecto. Años más tarde se integrarían también en la dirección académica los físicos Manuel Yuste, de la UNED y Michel Picquart, de la Universidad Paris V. Juntos, y con la ayuda de una docena de compañeros, dirigimos varios cursos de posgrado, entre ellos una Maestría en Didáctica de la Física para profesores de Universidad y dos largos programas para profesores de Física de la Enseñanza Secundaria, casi todos ellos impartidos en Nicaragua. La UNAN-León me nombró profesor honorario en reconocimiento a esas aportaciones (en la imagen, de 1994, el Rector Ernesto Medina entregándome el título en el Paraninfo de la UNANLeón). El proyecto Física fue para mí el reto más difícil de mi actividad como cooperante universitario. Por muchas razones. La principal, que no tenía ni idea de lo difícil que es la CUD, lograr que los beneficios superen a los efectos secundarios no deseados. Tardé años en hacerme consciente de eso, y de sus causas; en parte quizás, aunque parezca paradójico, por hablar el mismo idioma. Sin embargo, el citado proyecto ha sido la parte de mi actividad que más me ha enseñado a cooperar y que más me ha enriquecido como persona. Aunque mi experiencia posterior me dice que nunca se aprende lo suficiente: el último proyecto en el que me involucré –Bachilleres alejados– volvió a recordarme que, cuando uno interviene en un grupo social vulnerable, es muy difícil evitar “efectos colaterales” indeseados y nada fácil lograr un saldo claro de beneficios. Regreso al inicio de este relato. En el año 2004 estaba trabajando también, junto con Maritza Vargas Páiz, responsable entonces de la Cooperación Española de la UNAN-León10, en una profunda evaluación de los primeros quince años de cooperación internacional de esa institución, que coloquialmente llamamos “el proyecto de reflexión”. Tratábamos de encontrar la manera de atajar las principales dificultades de nuestra cooperación –una actividad que se nos reveló muy difícil– y 10 Maritza Vargas, quien posteriormente fue Vicerrectora de Relaciones Internacionales, Vicerrectora General y Rectora de la institución, jugó en mi opinión un papel clave en la evolución de las relaciones de cooperación entre la UNAN-León y varias universidades españolas, la UAH en especial, que contribuyeron de manera muy importante a la recuperación de aquélla universidad. 4 queríamos ayudar a definir unas prioridades para el rumbo a seguir que le sirvieran tanto a la UNAN-León como a sus contrapartes; en especial a las españolas que más habían colaborado en volver a levantar esa universidad: Alcalá, Barcelona (UB), Valencia (UV) y Zaragoza (UZ)11. Para ello creamos dos equipos ad hoc -de acuerdo con el Rector de la UNAN-León, Ernesto Medina-, uno de nicaragüenses12 y otro de españoles13. La reflexión tuvo tres etapas. La segunda y principal se desarrolló en Nicaragua durante el curso 2003-2004. Para poder dedicarme plenamente, y sumergirme, pasé ese curso en Centroamérica (sabático), invitado por el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), cuyo Rector, Eugenio Trejos, apoyaba decididamente el proyecto. Desde allí, visité frecuentemente la UNAN-León, regresando luego al ITCR a reflexionar. Las conclusiones, y la composición de los equipos que participaron en el Proyecto, se recogen en el libro Se hace camino al andar o Aprendiendo a cooperar entre universidades del Sur y del Norte, editado en 2005 por la UAH14. En julio 2005 se presentaron públicamente en la UNAN-León, con la participación entre otros del rector de la UAH, Virgilio Zapatero15. Y en noviembre 2005 se hizo lo propio en España, en el marco de un Encuentro Interuniversitario España-Centroamérica celebrado en la Casa de América de Madrid, en el que los rectores de las cuatro universidades españolas involucradas en el Proyecto (UAH, UB, UV, UZ) firmaron un acuerdo formal para promover una asociación interuniversitaria con el objetivo de “cooperar para cooperar (al desarrollo de Centroamérica)”. No eran sólo buenas intenciones: detrás de eso estaban las autoridades de la UNAN-León dispuestas a compartir con las universidades centroamericanas que lo desearan su gran capital de relaciones de cooperación española; y estábamos también un grupo de universitarios con experiencia y conocimiento –el equipo UAH, UB, UV, UZ que habíamos participado en el proyecto de reflexión- decididos a seguir arrimando el hombro. A partir de todo ello tanto el PCN como la Oficina de Cooperación Española de la UNAN-León (COOPES) comenzamos a funcionar con una perspectiva centroamericana, con la principal tarea de elaborar un nuevo plan de cooperación, para el siguiente trienio 2006-2008, que ayudara con eficacia a llevar a la práctica las principales conclusiones del proyecto de reflexión. El Plan se marcó dos objetivos estratégicos: (1º) impulsar una red de universidades centroamericanas y españolas capaz de promover y ejecutar proyectos conjuntos con fuerte proyección social en Centroamérica; y 11 Las universidades nicaragüenses quedaron muy dañadas y debilitadas tras la revolución sandinista (1978-1999), dicho sea esto sin la menor intención de valorar políticamente la citada revolución. 12 Equipo formado por co-responsables de los principales proyectos CUD de la UNAN-León, que lo eran con instituciones españolas, suecas, francesas, japonesas, y con la Organización Panamericana de la Salud 13 Equipo formado por co-responsables españoles de los proyectos elegidos con universidades españolas. 14 Armando del Romero y Maritza Vargas. SE HACE CAMINO AL ANDAR O APRENDIENDO A COOPERAR ENTRE UNIVERSIDADES DEL SUR Y DEL NORTE. Servicio de publicaciones UAH (2005). - Servicio de publicaciones UAH: http://www.uah.es/publicaciones/resenna.asp?id=1038&gen_rev=G - PCCA (página web): http://pcca.uah.es/joomla/publicaciones/doc_details/19-se-hace-camino-al-andar.html 15 En esa ocasión el Rector Zapatero fue investido Doctor Honoris Causa de la UNAN-León. 5 (2º) crear en la UAH un centro de cooperación solidaria con Centroamérica, capaz de capitalizar lo construido hasta la fecha y brindar un apoyo sólido a proyectos regionales de la Red a construir. El primero de ellos se logró claramente; y en ello jugó un papel importante el Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), Eugenio Trejos Benavides16. Finalizando el trienio (noviembre de 2008), cuando por otra parte se cumplían veinte años de cooperación entre la UAH y la UNAN-León, se presentó en Alcalá una nueva Red Interuniversitaria de Cooperación para el Desarrollo de Centroamérica (Red GIRA)17, con seis universidades participantes, cinco centroamericanas18 y la Universidad de Alcalá (la imagen inferior corresponde al momento de la ratificación de la Red en España, en la UAH, con la participación de representantes del Gobierno español (AECID) y de la Comunidad de Madrid). No eran sólo siglas, ni mucho menos; porque también se presentó un plan de acción para el trienio 2009-2011, que incluía nueve proyectos acordados y un estudio de viabilidad financiera. En los dos años anteriores (2006-2008), que fueron una “etapa constituyente” coordinada por Maritza Vargas, rectora de la UNAN-León, me había tocado asumir también la Secretaría Ejecutiva de la Red. En esa etapa algunos de los proyectos se multilateralizaron y la Red se integró en el Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA). No ocurrió lo mismo con el segundo objetivo estratégico del PCN en aquel trienio: cuatro años después del acuerdo inicial (2005), la UAH no había creado un centro de cooperación solidaria con 16 La UNAN-León le reconocería esa aportación en 2012, con ocasión de su segundo centenario, invistiéndolo Doctor Honoris Causa junto con los rectores de UAH, Fernando Galván y de la UZ, Manuel López. 17 El acrónimo corresponde al nombre de grupo de trabajo que se creó para coordinar la Red: Grupo Interuniversitario de Reflexión y Acompañamiento. Pág. web: http://redgira.unanleon.edu.ni/ 18 Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), Universidad de El Salvador (UES), Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Universidad Pedagógica Nacional de Honduras (UPNFM) y UNAN-León. Un año después se unirían la Universidad Complutense (UCM) y la Bluefields Indian and Caribbean University (BICU); y la Red sería reconocida por el Consejo Superior de Universidades Centroamericanas (CSUCA). 6 Centroamérica, a pesar de que habíamos cumplido todos los trámites previos para su solicitud, incluyendo una propuesta de estatutos y otra de viabilidad económica. Simplemente se había aceptado un cambio de siglas: que el PCN pasara a llamarse PCCA (Programa de Cooperación con Centroamérica). En abril 2009, cuando me quedó claro que el Rector de la UAH no tenía intención de cumplir ese compromiso, y tras consultar con muchos de mis compañeros, presenté mi renuncia a la Coordinación General del PCCA, porque una mayor institucionalización del Programa me parecía imprescindible para enfrentar los nuevos retos de la cooperación multilateral, mucho más complejos y difíciles. Es más, era la tercera vez que se malograba un intento formal de institucionalizar el PCN/PCCA como un centro universitario, o interuniversitario, de cooperación al desarrollo19. No obstante, mi implicación con la cooperación continuó cuatro años más, como co-responsable, junto con los citados Maritza Vargas (UNAN-León) y Miguel Sancho (UCM), de un proyecto piloto de la UNAN-León, la Universidad BICU de la Costa Atlántica y el Ministerio de Educación de Nicaragua que pretendía encontrar una fórmula, de bajo coste, para facilitar el acceso a la universidad de los bachilleres procedentes de municipios de alto nivel de pobreza: Promoción a la Educación Superior de Bachilleres Geográficamente Alejados. El proyecto se desarrolló, entre 2009 y 2012, en diez institutos de dos zonas alejadas de Nicaragua, con el apoyo de la UAH y la UCM. Un análisis crítico de sus resultados fue publicado por la UNAN-León en 201320. No creo que agregara interés a este resumen -y lo haría además demasiado extenso- detallar aquí mis actividades como promotor, director de proyectos (Física y Bachilleres Alejados), coordinador general de la cooperación con Nicaragua y Centroamérica de la UAH y como primer secretario ejecutivo de la Red GIRA. Únicamente señalar dos cosas. La primera, que el PCN (y el PCCA) funcionaban de abajo arriba, es decir, que su fuerza estaba en el llamado Consejo de Coordinación formado por los responsables de los proyectos, que eran las personas más comprometidas. Y que la responsabilidad de coordinarlo recayó en mí durante veinte años porque esos responsables me consideraron una y otra vez, cada tres años, la persona más adecuada. No hubo manera de convencer a ninguno de ellos para que asumiera el relevo (sin que ello supusiera que yo dejara de colaborar). Los rectores de la Universidad fueron ratificando siempre ese consenso. Lo que sí logré, 19 Los dos intentos anteriores se hicieron en los años 2001 y 2005, realizados siempre tras un acuerdo verbal previo de Rector UAH. 20 A. del Romero (UAH), M. Vargas (UNAN-León) y M. Sancho (UCM), Editorial UNAN-León (2013): http://issuu.com/programacooperacioncentroamericapcc/docs/bachilleres_alejados_nicaragua__bal 7 en el año 2000, fue que la coordinación se desdoblara, agregando una coordinación académica, que asumió el responsable de uno de los proyectos, Fernando Cerezal y el apoyo de una secretaria administrativa, contratando a una persona, Belén Ocaña, que fue adscrita a la Fundación General de la Universidad. Sin ellos creo que no hubiera sido capaz de continuar ocho años más con esa responsabilidad21. La segunda, que otra parte muy satisfactoria de mi actividad como coordinador del PCN/PCCA la encontré participando en el movimiento interuniversitario que ha logrado que la CUD fuera dignificada y asumida como una responsabilidad social de la universidad española. Uno de los frutos más destacados de ese movimiento fue, en mi opinión, la aprobación por la Conferencia de Rectores (CRUE), en el año 2006, de un Código de Conducta de las universidades en materia de cooperación al desarrollo22. Y aunque quede mucho por hacer, y elevando además nuestra mirada por encima de la actual coyuntura de crisis, todas las universidades españolas están hoy, en alguna medida, institucionalmente involucradas en proyectos de cooperación al desarrollo. Más interesantes me parecen los resultados de la acción conjunta de todos los que estuvimos implicados en el proceso, mientras yo fui su principal responsable. La historia de esas dos décadas, así como los objetivos estratégicos que en 2008 se planteaban para el futuro, se recogen de forma resumida en la publicación Caminos de solidaridad universitaria23, editada con motivo del vigésimo aniversario del PCN. La citada publicación incluyó además los resultados de una encuesta personal a 1.173 profesores, técnicos de administración y estudiantes de la UAH -UAH, la solidaridad necesaria24- que reflejaba la visión que en ese momento tenía la comunidad universitaria respecto de la cooperación universitaria para el desarrollo, así como la disposición personal a colaborar solidariamente en ese tipo de actividad universitaria. 21 Fernando Cerezal es desde 2009 el Coordinador del PCCA (http://pcca.uah.es/). Belén Ocaña se integró muy bien en el equipo de coordinación y mientras yo era responsable jugó un importante papel. 22 Observatorio de la Cooperación Universitaria al Desarrollo (CRUE): http://ocud.es/es/antecedentes Armando del Romero (2008). PCCA (página web): http://pcca.uah.es/joomla/publicaciones/cat_view/40memorias.html?start=5 23 24 Alberto González, doctorando; Francisco J. Hernández, PAS y Armando del Romero, profesor (2008). PCCA (página web): http://pcca.uah.es/joomla/publicaciones/cat_view/40-memorias.html 8 Finalizo con una última reflexión personal. Cooperar al desarrollo de otra institución es ayudar, eso está claro, pero también sabemos que el ejercicio de la solidaridad es para el “ayudador” uno de los principales beneficios; de esos que llaman “intangibles”. Beneficios tanto para los que participamos directamente como para nuestra comunidad universitaria. Tratando de reflejar eso, edité un libro en el año 2004 -en la Editorial del ITCR, Costa Rica- con micro-relatos y fotografías de más de cincuenta de los colaboradores españoles del PCN, profesores, estudiantes y técnicos de administración, sobre sus experiencias de cooperación en Nicaragua. Lo titulé Si yo te contara… Nicaragua en la mirada de los universitarios de Alcalá. No quedó ni un ejemplar. Aunque ese beneficio ha sido clave en el éxito del PCN/PCCA, no fue la única. Al menos hubo otra, en mi opinión, que tiene que ver con la confianza sostenida que el Programa inspiró en la comunidad universitaria. ¿Por qué se involucraron en él tantos compañeros, de Alcalá y de otras instituciones (una treintena)? Creo que estuvo en la manera de gestionarlo. Desde el principio, los promotores coincidimos en dos principios básicos de nuestra manera de cooperar, que nuestro crecimiento no desnaturalizó ni diluyó. El primero, ser honrados en nuestra acción -el coordinador y los responsables de proyecto dando ejemplo- renunciando a utilizar el Programa para la promoción personal o para “ponernos medallas”; especialmente en el sentido de supeditar nuestros (legítimos) intereses académico-profesionales a los de nuestras contrapartes del Sur. El segundo principio, que no debíamos aceptar cualquier aportación, por el hecho de ser solidaria; el colaborador debería asumir el compromiso que se necesitaba de él. Pero también, que la colaboración solidaria no era patrimonio de ninguna opción ideológica, y por tanto que era bienvenida, cualquiera que fuera la motivación personal o el color político del colaborador (en aquellos años de inicio de la democracia la sociedad española la izquierda consideraba la solidaridad como parte de su patrimonio político). Esta filosofía práctica se manifestó muy efectiva inspirando confianza y estimulando la solidaridad de nuestros compañeros. Me hubiera gustado terminar contando la vivencia positiva más imborrable de mis veinticinco años como cooperante, pero hoy por hoy no me siento capaz. Ni siquiera logro seleccionar dos o tres. Escribir sobre esa experiencia me queda también pendiente. Red Interuniversitaria de Cooperación para el desarrollo de Centroamérica (Red GIRA/CSUCA) 9