Número de registro: 20412 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 270/2007.
Número de registro: 20412
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXVI, Octubre de 2007
Página: 3010
AMPARO DIRECTO 270/2007.
CONSIDERANDO:
SÉPTIMO. En otro orden de ideas, en cuanto a las penas impuestas a ... es legal la sentencia
reclamada, en la parte en que al ahora quejoso se le impusieron nueve meses de prisión y
noventa días multa por el delito de robo agravado, por haberse cometido aprovechando
alguna relación de trabajo, previsto y sancionado por los dispositivos 220, fracción II y 223,
fracción III, del Código Penal para el Distrito Federal vigente al momento de los hechos,
luego de haber estimado que tiene un índice de culpabilidad mínimo.
Ello es así, porque la responsable tomó en consideración lo establecido en los arábigos 70, 71
y 72 del ordenamiento punitivo local. Aun cuando el segundo de los ordinales mencionados
no lo mencionó, de la lectura de la sentencia se advierte que fue aplicado, toda vez que tomó
en cuenta la naturaleza de la acción y los medios empleados para ejecutarla, que la magnitud
del daño causado al bien jurídico tutelado fue de mínima entidad, las circunstancias de
tiempo, lugar, modo y ocasión del hecho realizado, la forma y grado de intervención del
sentenciado ... a título de coautor material, al haberlo realizado conjuntamente, así como las
peculiares del delincuente, quien manifestó contar con ... años de edad, estado civil ...
instrucción ... ocupación jefe de departamento, originario del Distrito Federal, que fuma
cigarrillo de marca comercial, que no ingiere bebidas embriagantes, que no es adicto a ningún
tipo de droga, no padece ninguna enfermedad venérea o contagiosa, que cuenta con dos
dependientes económicos, que su diversión es convivir con su familia, no pertenece a grupo
étnico o indígena, que habla y entiende el idioma castellano, y que es la primera vez que se
encuentra detenido; razones por las que la responsable, de manera correcta, confirmó el grado
de culpabilidad fijado por el Juez de proceso, imponiéndole en total las penas de nueve meses
de prisión y noventa días multa.
No pasa inadvertido para este colegiado, que el tribunal de alzada refiere, con base en la
jurisprudencia del Décimo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, de
rubro: "CULPABILIDAD DEL PROCESADO. ESTUDIO DE PERSONALIDAD NO
DEBE TOMARSE EN CUENTA PARA GRADUARLA.", que las reseñas individual y
dactiloscópica, así como el estudio de personalidad, no los consideraría para individualizar la
pena, sino para conferir o, en su caso, negar los sustitutivos o beneficios a los que se pudiera
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ser merecedor el sentenciado.
Al respecto cabe señalar, contrario a lo que sostienen la responsable, que este Tribunal
Colegiado no comparte el criterio invocado, toda vez que la legislación sustantiva para el
Distrito Federal contempla expresamente la obligación que tiene el juzgador para requerir los
dictámenes tendentes a conocer la personalidad del infractor de la ley, para la adecuada
aplicación de las penas, como son, entre otros, el de reseña individual y dactiloscópica, así
como el de criminología, en términos del precepto 72 del código punitivo para esta ciudad.
Sirve de apoyo a lo anterior, el criterio sustentado por este órgano colegiado, pendiente de
publicación, en sesión de veintinueve de junio del año en curso, de rubro y texto siguiente:
"CULPABILIDAD. PARA DETERMINAR SU GRADO AL INDIVIDUALIZAR LAS
PENAS DEBE TOMARSE EN CONSIDERACIÓN EL ESTUDIO CRIMINOLÓGICO
DEL INCULPADO. Si bien es cierto que entre las intenciones que motivaron la expedición
del Código Penal para el Distrito Federal se encuentran los principios que sustentan un
derecho penal de acto, también lo es que los criterios que contempla esa legislación para
individualizar las penas, lo mismo que en el ámbito federal, no corresponden en su integridad
a un esquema de culpabilidad de acto, sino a un sistema híbrido en el que cobran importancia
para graduarla, datos reveladores de la personalidad del infractor de la ley. Se afirma lo
anterior, toda vez que para la adecuada aplicación de las penas, el último párrafo del artículo
72 del citado código prevé que el Juez debe requerir los dictámenes periciales tendientes a
conocer la personalidad del autor del delito, como serían, entre otros, el estudio en
criminología. Así las cosas, no es legalmente posible sostener lo contrario aplicando, por
analogía, el argumento de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
establecido en la jurisprudencia por contradicción 1a./J. 166/2005, visible en el Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXIII, mayo de 2006, página
111, de rubro: ‘CULPABILIDAD. PARA DETERMINAR SU GRADO AL
INDIVIDUALIZAR LAS PENAS, NO DEBEN TOMARSE EN CONSIDERACIÓN LOS
ANTECEDENTES PENALES DEL INCULPADO, SALVO QUE SE TRATE DE DELITO
CULPOSO (LEGISLACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL).’, ya que como se ha visto, la
legislación sustantiva para el Distrito Federal contempla expresamente la obligación del Juez
de requerir los dictámenes periciales del infractor para la adecuada aplicación de las penas,
como son, entre otros, el criminológico."
En el entendido de que se considera correcta la determinación de la responsable de no
considerar para efectos de fijar el índice de culpabilidad del aquí quejoso, los antecedentes
penales (informes de ingresos a prisión), acorde con la jurisprudencia 1a./J. 166/2005 de la
Primera Sala de la Suprema Corte, emitida al resolver la contradicción de tesis 120/2005-PS,
que a la letra dice:
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"CULPABILIDAD. PARA DETERMINAR SU GRADO AL INDIVIDUALIZAR LAS
PENAS, NO DEBEN TOMARSE EN CONSIDERACIÓN LOS ANTECEDENTES
PENALES DEL INCULPADO, SALVO QUE SE TRATE DE DELITO CULPOSO
(LEGISLACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL). De los artículos 70 a 77 del Código Penal
para el Distrito Federal, que regulan las reglas de aplicación de las penas, se desprenden dos
reglas distintas, una general, aplicable a todos los delitos y otra específica, que resulta
aplicable sólo a los delitos culposos, la primera de ellas se encuentra comprendida en los
artículos 70 y 72, mientras que la segunda se integra con lo dispuesto en la regla general, así
como en el artículo 77 del ordenamiento legal en cuestión. Debe advertirse que en la regla
general de referencia no se encuentra expresamente establecido que el juzgador al fijar el
grado de culpabilidad del inculpado e individualizar las penas a imponer deba tomar en
consideración sus antecedentes penales, lo cual no ocurre en la regla específica, aplicable
sólo a los delitos culposos, ya que expresamente se establece que en la hipótesis apuntada
deben tomarse en consideración, entre otros aspectos, si el inculpado ha delinquido en
circunstancias semejantes. Ahora bien, como en nuestro sistema jurídico impera la garantía
de exacta aplicación de la ley en materia penal, debe concluirse que al fijar el grado de
culpabilidad de un inculpado e individualizar las penas a imponérsele, conforme a la regla
general en cuestión, no deben tomarse en cuenta sus antecedentes penales, pero cuando se
trate de delito culposo, al cual le resulta aplicable la indicada regla específica, sí debe tomarse
en consideración ese dato, por así disponerlo expresamente la ley; dicha conclusión se
corrobora con los antecedentes legislativos de las normas en cuestión, puesto que antes de la
expedición del actual Código Penal para el Distrito Federal, en esta capital era aplicable el
Código Penal Federal, en cuyos artículos 50 y 52 se establecen las circunstancias que deben
ser tomadas en consideración al individualizar las penas, legislación que antes del diez de
enero de mil novecientos noventa y cuatro, esencialmente atendía al grado de peligrosidad o
temibilidad del inculpado, abandonándose esa corriente doctrinaria a partir de la fecha
indicada, para adoptarse la figura del reproche de culpabilidad, según se señaló en la
exposición de motivos del decreto de referencia, con la finalidad de que con base en la
gravedad del hecho ilícito y en el grado de culpabilidad del agente, se cuantificara justamente
la pena a imponer, exponiéndose expresamente que se abandonaba en esos aspectos el
criterio de temibilidad o peligrosidad, porque si bien era un principio orientador de las
medidas cautelares, no debía serlo para la pena, ya que sólo se debía castigar al delincuente
por el hecho cometido y no por lo que era o por lo que fuera a hacer."
Penas que son acordes al índice de culpabilidad determinada por la responsable, esto es,
mínimo, así como a los parámetros mínimos y máximos establecidos en el diverso 220,
fracción II, del Código Penal para el Distrito Federal, que van de seis meses a dos años de
prisión y de sesenta a ciento cincuenta días multa, cuando el valor de lo robado no exceda de
trescientas veces el salario mínimo y que, por ende, atendiendo al índice fijado (mínimo) le
resultó de seis meses de prisión y sesenta días multa.
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Aumentado de acuerdo a la pena establecida en el artículo 223, fracción III, de ese
ordenamiento, que señala que las penas se incrementarán en una mitad cuando el robo se
cometa por haber aprovechado alguna relación de trabajo, de servicio o de hospitalidad, y
acorde al índice de culpabilidad determinado en tres meses de prisión y treinta días multa.
Penas que sumadas dan los nueve meses de prisión y noventa días multa antes señalados y
que no irrogan agravio alguno al aquí quejoso, al ser fijadas de acuerdo al índice de
culpabilidad impuesto por el juzgador y confirmado por su superior.
Pena privativa de libertad que deberá compurgarla en el lugar que señale la Dirección de
Ejecución de Sanciones Penales de la Subsecretaría de Gobierno del Distrito Federal, con
descuento del tiempo de detención que ha sufrido con motivo de este asunto (tres días) del
siete al nueve de mayo de dos mil seis, como lo precisara la responsable; cómputo que deberá
realizar la autoridad ejecutora correspondiente.
Por cuanto hace a la pena pecuniaria impuesta, de igual manera se considera acertada la
determinación de la responsable en el sentido de que deberá enterarla a la Tesorería del
Gobierno del Distrito Federal para que ésta a su vez la entere al Fondo de Apoyo a la
Procuración y Administración de Justicia; con las consecuencias legales que amerita en el
caso de no pagar sin causa justificada.
Por otra parte, es importante señalar, acorde con lo establecido por la responsable, que dicha
multa de noventa días resulta equivalente a $4,380.30 (cuatro mil trescientos ochenta pesos
30/100 moneda nacional), a razón del salario mínimo vigente en la época de los hechos que
era de $48.67 (cuarenta y ocho pesos 67/100 moneda nacional), en términos del numeral 247
del Código Penal para el Distrito Federal.
A su vez, se considera correcta la sustitución de la multa de noventa días impuestos al
impetrante de garantías para el caso de insolvencia comprobada, por cuarenta y cinco
jornadas de trabajo en favor de la comunidad, tomando en consideración lo que al respecto
prevén los numerales 36, párrafos segundo y cuarto, y 39, párrafo primero, ambos del Código
Penal para el Distrito Federal, en relación con el 66 de la Ley Federal del Trabajo, en el
sentido de que cada jornada de trabajo saldará dos días multa.
Por su parte, la sustitución de la pena de prisión por multa de doscientos setenta días (que
resultan de convertir nueve meses de pena privativa de libertad impuesta a días multa),
equivalentes a $75,600.00 (setenta y cinco mil seiscientos pesos 00/100 moneda nacional), a
razón de $280.00 (doscientos ochenta pesos 00/100 moneda nacional), que corresponde al
salario diario que percibía el sentenciado, tomando en cuenta que tanto en su declaración
ministerial como en la preparatoria señaló tener ingresos mensuales por la suma de $8,400.00
(ocho mil cuatrocientos pesos 00/100 moneda nacional) al momento de acontecer los hechos
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delictivos que se le imputan; se considera acorde a lo dispuesto en el dispositivo 84, fracción
II, del Código Penal para el Distrito Federal, al no exceder de tres años la pena de prisión
impuesta. A su vez, resulta correcta la apreciación de la responsable de restar a dicha suma la
cantidad de $840.00 (ochocientos cuarenta pesos 00/100 moneda nacional), que corresponde
a los tres días en que estuvo privado de su libertad ($280.00 pesos diarios), por lo que el
monto a considerar es de $74,760.00 (setenta y cuatro mil setecientos sesenta pesos 00/100
moneda nacional).
Respecto del sustitutivo de la pena de prisión por doscientas sesenta y siete (267) jornadas de
trabajo a favor de la comunidad, fue otorgado de manera correcta, tomando en cuenta que
cada jornada de trabajo salda un día, ya descontados los tres días de la prisión preventiva, de
conformidad con los arábigos 36, último párrafo, del código punitivo local y 66 de la Ley
Federal del Trabajo.
Los sustitutivos de la pena de prisión por doscientos sesenta y siete días de tratamiento en
libertad y semilibertad, ya descontados los tres días que estuvo privado de su libertad,
orientados a la aplicación de medidas laborales, educativas, de salud o de cualquier otra
índole autorizadas por la ley, respectivamente, también son ajustados a derecho en términos
de los preceptos 34 y 35, respectivamente, del código punitivo local, en relación ambos con
el 84 de dicho ordenamiento.
Por cuanto hace al beneficio de la suspensión condicional de la ejecución de la pena que le
fue otorgado por una garantía de $8,000.00 (ocho mil pesos 00/100 moneda nacional), resulta
correcto al encontrarse satisfechos los requisitos exigidos para su otorgamiento por los
diversos 89 y 90 del Código Penal para el Distrito Federal, a más de que el monto resulta ser
menor al fijado para la concesión de su libertad caucional ($13,000.00 en efectivo) como se
aprecia a foja 179 vuelta de la causa penal instruida en su contra.
Sirve de apoyo a lo anterior la jurisprudencia número 833, emitida por la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 537, Primera Parte, Tomo II,
Materia Penal, del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, Quinta
Época, de rubro y texto siguientes:
"CONDENA CONDICIONAL, IMPORTE DE LA FIANZA PARA CONCEDERLA. No
hay razón jurídica para que el monto de la fianza que se exija para conceder el beneficio de la
condena condicional sea mayor que el de la fijada para la concesión de la libertad caucional,
pues si se estimó que determinada cantidad era suficiente para garantizar la presencia del
acusado a disposición del Juez del proceso y para que no eludiera la acción de la justicia,
debe estimarse que esa también lo es para garantizar la presencia del condenado ante la
autoridad, siempre que sea requerido durante la suspensión de los efectos de la sanción
corporal impuesta."
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En relación con la condena a la reparación del daño consistente en restituir a la ofendida ... a
través de su representante legal, la cantidad en efectivo de $2,880.00 (dos mil ochocientos
ochenta pesos 00/100 M.N.), se estima correcta, ya que dicha pena es acorde a lo dispuesto
por los artículos 42, 43, 44, 45 y 46 del Código Penal para el Distrito Federal.
Es además correcta la apreciación de la responsable de tener por satisfecha dicha reparación,
en virtud de que consta en autos que fue recuperado dicho numerario y devuelto a su legítima
propietaria.
En cuanto a la reparación del daño moral y perjuicios no se hace consideración alguna, en
virtud de haber sido absuelto el quejoso de dicha condena al no existir prueba idónea que
permita establecer la cuantificación precisa de dichos daños.
A igual consideración se arriba en relación con la suspensión de los derechos políticos
impuesta por el Juez y confirmada por la responsable al sentenciado, prevista en el ordinal 35
constitucional; toda vez que las prerrogativas del ciudadano se suspenden, entre otras causas,
por estar sujeto a un proceso penal por delito que merezca pena corporal, a partir de la fecha
en que se dicte auto de formal prisión, durante la extinción de una sanción privativa de
libertad y por sentencia ejecutoria que imponga como pena esa suspensión, de conformidad
con el numeral 38, fracciones II, III y VI, de la Carta Magna; de ahí que la suspensión de los
derechos políticos del quejoso es una consecuencia directa de la pena de prisión impuesta a
aquél y, por ello, la condena en ese sentido es legal.
Es aplicable, por los motivos que la informan, la jurisprudencia número 1a./J. 67/2005
emitida por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página
128, Tomo XXII, Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
correspondiente al mes de julio de 2005, de rubro y texto siguientes:
"DERECHOS POLÍTICOS. PARA QUE SE SUSPENDAN CON MOTIVO DEL
DICTADO DE UNA SENTENCIA QUE IMPONGA UNA SANCIÓN O LA PENA DE
PRISIÓN, NO ES NECESARIO QUE ASÍ LO HAYA SOLICITADO EL MINISTERIO
PÚBLICO. Los derechos políticos del ciudadano señalados en el artículo 35 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, encuentran su limitación en las
hipótesis suspensivas contempladas en las fracciones II, III y VI del artículo 38
constitucional, de manera que cuando se suspenden los derechos políticos durante la
extinción de una pena privativa de libertad en términos de la citada fracción III, se está en
presencia de una pena regulada en los artículos 24, inciso 12, 45, fracción I y 46 del Código
Penal Federal, así como en los diversos 30, 56, 57, fracción I y 58 del Nuevo Código Penal
para el Distrito Federal, al prever, como una de las clases de suspensión de derechos, la que
se establece por ministerio de ley como consecuencia necesaria de la imposición de una
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sanción o de la pena de prisión. Ahora bien, la circunstancia de que la suspensión de derechos
políticos, se imponga por ministerio de ley como consecuencia necesaria de la citada
imposición, implica que una vez que el gobernado se ubica en la hipótesis constitucional como cuando se extingue una pena privativa de libertad-, no se requiere un acto voluntario
diverso para que se produzcan sus consecuencias, sino que operan de manera inmediata. De
esta forma, la suspensión de derechos por ministerio de ley, es la que de manera intrínseca se
produce como consecuencia necesaria de la imposición de una sanción o de la pena de
prisión, que el Juez debe tomar en cuenta ineludiblemente al dictar sentencia; por lo que es
innecesario que en estos casos el Ministerio Público (del fuero común o del fuero federal)
solicite la indicada suspensión en la etapa procedimental en la que formula sus conclusiones
acusatorias. En consecuencia, si el órgano jurisdiccional, al momento de dictar la sentencia
respectiva y en ejercicio de sus facultades, suspende los derechos políticos del sentenciado,
no rebasa la acusación, ya que dicha suspensión no está supeditada a la solicitud del
Ministerio Público, sino a lo dispuesto por una norma constitucional, la cual se desarrolla por
otra de carácter secundario en los términos apuntados."
En consecuencia, al resultar infundados los conceptos de violación hechos valer por la parte
quejosa, y al no advertirse queja deficiente que suplir de oficio, lo que procede es negarle la
protección constitucional solicitada contra la sentencia reclamada.
Por lo expuesto y fundado, y con apoyo además en los dispositivos 103 y 107 de la
Constitución General de la República, 46 y 158 de la Ley de Amparo; 35 y 37, fracción I,
inciso a), de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, se resuelve:
ÚNICO. La Justicia Federal no ampara ni protege a ... contra el acto que reclamó de la
Séptima Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, consistente en la
sentencia definitiva dictada el doce de junio de dos mil siete, en el toca penal ... que confirmó
la pronunciada por la Juez Sexagésimo de Paz Penal del Distrito Federal en la causa penal
número ... en la que se le consideró penalmente responsable en la comisión del delito de robo
agravado.
Notifíquese; con testimonio de esta resolución, devuélvanse los autos a la Séptima Sala Penal
del Tribunal Superior de Justicia en el Distrito Federal y, en su oportunidad, archívese.
Así lo resolvió el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, por
unanimidad de votos de los Magistrados licenciados Lilia Mónica López Benítez
(presidenta), Emma Meza Fonseca y Humberto Manuel Román Franco (ponente).
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