BORRADOR DE ACUERDO SOBRE LA REFORMA DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA (ARNC) Madrid, 30 de mayo de 2011 ÍNDICE Página I. Flexibilidad interna en la empresa en tiempo de trabajo y movilidad funcional. ......................................................................................... 2 II. Vigencias y dinamización de la negociación colectiva......................... 6 III. Comisiones paritarias ....................................................................... 8 IV. Medios extrajudiciales de solución de conflictos ................................ 9 V. Estructura de la negociación colectiva ............................................ 16 VI. Legitimación. .................................................................................. 21 VII. Ámbito personal de los convenios colectivos .................................... 22 VIII. Mutuas........................................................................................... 23 1 I. FLEXIBILIDAD INTERNA EN LA EMPRESA EN TIEMPO DE TRABAJO Y MOVILIDAD FUNCIONAL La flexibilidad interna, particularmente la que opera en espacios temporales reducidos para hacer frente a la coyuntura, se configura como una potente herramienta para facilitar la adaptación competitiva de las empresas, favoreciendo una mayor estabilidad en el empleo, así como la calidad del mismo. La negociación colectiva es el espacio adecuado para ordenar el uso flexible en la empresa de elementos como el tiempo de trabajo y la movilidad funcional en un sentido complementario o, cuando sea posible, alternativo, a las previsiones legales, de forma que su regulación convencional desincentive el uso de la extinción de la relación laboral como un instrumento para la adecuación de la capacidad productiva al ciclo. A tal efecto, la negociación colectiva deberá, como contenido mínimo, regular criterios, causas, procedimientos, periodos temporales y periodos de referencia para la movilidad funcional y la distribución irregular del tiempo de trabajo en el ámbito de la empresa. En defecto de dicha regulación específica pactada a partir de la vigencia de este Acuerdo, las partes acuerdan distinguir tres niveles de aplicación de la flexibilidad en materia de tiempo de trabajo y movilidad funcional que a continuación se indican. A) Flexibilidad Ordinaria Se considera como principio general la distribución irregular de la jornada anual de trabajo a fin de evitar en lo posible las horas extraordinarias o la contratación temporal. En este sentido, el empresario podrá distribuir irregularmente hasta un 20% de la jornada anual ordinaria aplicable, pudiendo afectar con ello a la jornada máxima semanal o mensual, aunque no a la máxima anual. Igualmente podrá afectar a los horarios 2 diarios, sin perjuicio del respeto a los límites que al respecto se prevén en el Estatuto de los Trabajadores. De la misma forma, el empresario dispondrá de una bolsa de cinco días (o 40 horas) al año que podrá alterar en la distribución prevista en el calendario anual. La movilidad funcional en el seno de la empresa no tendrá otras limitaciones que las exigidas por la pertenencia al grupo profesional o, en su caso, por las titulaciones requeridas para ejercer la prestación laboral. Por tanto, no se considerará la categoría profesional a efectos de movilidad funcional. B) Flexibilidad Extraordinaria Temporal Para las empresas y los trabajadores se consideran en el Acuerdo varios criterios que faciliten que, con los debidos fundamentos causales y de proporcionalidad y controles judiciales, y sin perjuicio de lo que se regule expresamente por la propia negociación colectiva, puedan alterarse las regulaciones que afectan esencialmente al tiempo de trabajo y a la movilidad funcional, cuando el empresario tenga necesidades temporales al respecto. Si éste prevé que tales necesidades van a ser de mayor duración, entonces deberá acudir al procedimiento de modificación sustancial de condiciones de trabajo, al que a continuación se hace referencia. Por tanto, las partes reconocen que el empresario necesita dar respuesta a situaciones coyunturales, que no debe seguir los procedimientos previstos en el artículo 41 de la LET. En este sentido, cuando el empresario necesite distribuir irregularmente la jornada anual de trabajo más allá del porcentaje establecido en el apartado A) y hasta un máximo de un 30 por ciento de dicha jornada o modificar el calendario laboral anualmente aplicable más allá del número 3 de días (u horas) fijado en aquel apartado y hasta un máximo de 10 días (u ochenta horas), deberán existir razones económicas, técnicas, organizativas o de producción que lo justifiquen, según se entiende por tales en el párrafo último del artículo 41.1 de la LET, sin que por ello se pueda aumentar la jornada anual aplicable. La decisión del empresario debe comunicarse a los representantes de los trabajadores con la máxima antelación, y en todo caso con no menos de 48 horas, excepto que el empresario demuestre que el cumplimiento de tal preaviso no podrá atender debidamente las necesidades previstas. Cuando el empresario quiera alterar el tiempo de trabajo por encima de aquellos porcentajes o cuantías o de forma permanente deberá acudir al procedimiento para las modificaciones sustanciales previsto en el artículo 41 de la LET. La movilidad funcional temporal para la realización de funciones distintas a las pertenecientes al grupo profesional podrá ordenarse si existiesen razones económicas, técnicas, organizativas o de producción que las justifiquen, según se entiende por tales en el último párrafo del artículo 41.1 de la LET, y durante el tiempo necesario para su atención, sin que pueda superar seis meses en un año u ocho meses en dos años. También el empresario deberá informar de esta situación a la representación de los trabajadores. Esta movilidad respetará los derechos de las nuevas funciones salvo que sean inferiores, en cuyo caso se mantendrá la retribución de origen. Tampoco será posible invocar causas de despido objetivo por ineptitud sobrevenida o falta de adaptación en estos supuestos. Asimismo operarán las cláusulas de ascenso, si procede, en los términos previstos en la LET. Si la movilidad funcional es permanente o superior al periodo indicado, se regirá por el acuerdo entre las partes o, en su defecto, por las reglas del artículo 41 de la LET. 4 Lo anterior se aplicará sin perjuicio de lo que se establezca por acuerdo entre empresario y representación de los trabajadores o, en su defecto, por acuerdo o convenios colectivos de ámbito superior. C) Modificaciones sustanciales con carácter permanente Cuando las modificaciones sustanciales en tiempo de trabajo o movilidad funcional sobrepasen en porcentaje, cuantía o duración lo indicado en los apartados anteriores o se prevean de forma permanente, se aplicará lo establecido en el art. 41 de la LET. En relación a este precepto, y concretamente a lo previsto en el art. 41.6, al igual que sobre el descuelgue salarial previsto en el art. 82.3, las partes consideran como prioritario la necesidad de dar salida a las situaciones en las que no haya habido acuerdo. Más concretamente, es esencial contemplar inmediatamente los términos del sistema arbitral en relación a lo determinado en el art. 41.6 y 82.3 de la LET, para los casos de desacuerdo en las modificaciones sustanciales de condiciones previstas en convenios colectivos estatutarios y en los descuelgues salariales. Téngase en cuenta, al respecto, que, tal como puede desprenderse del art. 41 de la LET, el procedimiento arbitral para estos casos tiene perfiles diferentes respecto al arbitraje en conflictos de intereses o de aplicación e interpretación de convenios colectivos. En consecuencia debe considerarse que la justificación o no del cambio propuesto por el empresario debe ser sometida por éste a un tercero, una vez se constata el desacuerdo. Además el árbitro debe decidir sobre las propuestas sometidas por el empresario y no sobre otras soluciones alternativas propuestas por iniciativa del árbitro o de la parte laboral. Cuando sea posible, podrá el árbitro graduar la intensidad de la aplicación de la propuesta empresarial de cambio. 5 II. VIGENCIAS Y DINAMIZACIÓN DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA La vigencia del convenio colectivo es aquélla que los sujetos legitimados acuerdan, sin perjuicio de lo previsto en el art. 86 de la LET. Es un objetivo prioritario, compartido por las partes, la renovación del contenido de los convenios, sin perjuicio de las disposiciones transitorias necesarias y de respeto a posibles derechos, lo que nos llevaría a actuar sobre el apartado 3 del citado artículo 86 de la LET. En consecuencia, y a efectos de incentivar esta renovación, la norma estatal y, en su caso, los convenios y acuerdos a los que se refiere el artículo 83 de la LET deben establecer unas vigencias máximas de los contenidos de los convenios, incluso diferenciándose por la autonomía colectiva en función de las materias. Además, no resulta útil, y si plantean graves dificultades de distinción en la práctica, mantener la diferenciación legal actual a estos efectos de vigencia del carácter normativo u obligacional de los contenidos de los convenios. En principio, la norma estatal y la colectiva debieran regular con mayor decisión la necesidad de empezar la negociación de renovación del convenio una vez que éste haya sido denunciado, con una antelación al término de la vigencia que se podría vincular al período de duración del que finaliza, con un máximo de seis meses de anticipación. El inicio de la negociación prácticamente debe coincidir con la denuncia del convenio, con los plazos mínimos para contestar al requerimiento de la otra parte. Las partes han de estar obligadas a negociar de buena fe. Y el plazo límite fijado por la normativa estatal para la vigencia de los contenidos, una vez vencido el convenio, debería también estar vinculado a la duración del anterior sin sobrepasar los seis meses. 6 En cuanto prevean dificultades serias para poder llegar a un acuerdo en los plazos a los que aquí se hace referencia, deben comunicarlo a las instituciones pertinentes a los efectos de poder facilitar la intervención de terceros mediadores. Terminado este plazo de extensión de la vigencia, la normativa estatal, en defecto de regulación convencional al respecto, debe prever: a) Acudir a la mediación obligatoria, si no se ha dado con anterioridad, con un plazo máximo de 15 días. Con posterior posibilidad, que ha de incentivarse a nivel de norma legal y convencional, de acudir al arbitraje -30 días de plazo máximo para resolver- si ambas partes así lo deciden o han de aplicarlo, todo ello respecto a aquellos puntos en los que tengan discrepancias; b) si la mediación obligatoria no es positiva y las partes no optan por el arbitraje, debería desaparecer la unidad de negociación con la posible inclusión de sus destinatarios en otra de carácter superior. De no ser así desaparecería la unidad de negociación, sin perjuicio de la obligación de las partes de volver a negociar de buena fe, según lo establecido en el artículo 89.1 de la LET , un vez trascurridos al menos doce meses desde la cesación de las negociaciones o la intervención del mediador. Caso de no optar las partes por el arbitraje, se deberá entender que se aplica lo indicado este apartado b). En los casos señalados en ese apartado b), se mantendrán a nivel contractual individual las condiciones de trabajo antes reguladas por el convenio colectivo vencido. De igual forma, y caso de no existir o sobrevenir un convenio colectivo superior, se mantendrá por un plazo máximo de tres años la regulación de este convenio vencido en materia tales como el régimen disciplinario o los derechos de las representaciones unitarias y sindicales. Todo lo anterior será sin perjuicio de la aplicación, en su caso, de lo dispuesto en el art. 41 de la LET. Finalmente habría que incluir como disposición transitoria en la LET el texto siguiente: 7 “Lo dispuesto en el art. 86.3 será de aplicación a los convenios colectivos que hayan terminado su vigencia inicial dos años antes a la entrada en vigor de este Acuerdo sin que se haya llegado a un acuerdo de renovación para un nuevo convenio, salvo pacto en contrario por las partes negociadoras del convenio afectado.” III. COMISIONES PARITARIAS Este Acuerdo en materia de reforma de la negociación colectiva exige para los firmantes un mayor compromiso en la administración y gestión de los convenios colectivos. En consecuencia existe un interés común en fortalecer y ampliar las funciones de las Comisiones Paritarias. Para ello, han de observarse los siguientes principios: a) Dotar de seguridad jurídica a su actuación; b) garantizar que su funcionamiento sea realmente efectivo, de forma que no represente dilaciones o impedimentos en los ámbitos en los que puede intervenir; c) desarrollo de una aproximación flexible, de forma que su intervención sea fruto del consenso entre las partes y no perjudique o limite otras posibles alternativas de solución de conflictos, con las que ha de estar vinculadas. Las Comisiones Paritaria, sin perjuicio de lo que en cada unidad de negociación pueda establecerse al respecto, deberían desarrollar las siguientes funciones: 1) Interpretación de lo pactado en el supuesto de cualquier conflicto de interpretación del convenio colectivo. Esta intervención, en el caso de conflictos colectivos, será previa a cualquier otra vía, sea extrajudicial o judicial, siempre que se garantice la rapidez y efectividad en el funcionamiento de la correspondiente Comisión Paritaria a efectos de no perjudicar los derechos de los sujetos afectados. Esta interpretación tendrá la misma eficacia que el 8 convenio, integrándose en el mismo y siendo objeto de los mismos trámites de registro y publicación que, en su caso, haya seguido aquél. 2) Solución de los conflictos de aplicación del convenio, incluyendo los ocasionados respecto a la determinación de sus ámbitos personal, funcional o temporal. 3) Desarrollo de cualquier función de regulación o adaptación que pueda haber sido delegada por la comisión negociadora, siempre que para ello se respeten, con independencia de la composición numérica, los niveles de legitimación previstos en la normativa estatal respecto a la comisión negociadora. 4) Emitir informe no vinculante cuando un convenio colectivo sectorial de ámbito inferior pretenda no aplicar lo regulado por un acuerdo o convenio colectivo de ámbito sectorial superior en materias distintas a las referidas en el párrafo tercero del art. 84 de la LET. Dicho informe, que deberá solicitarse por las partes negociadoras convenio del previamente a iniciar los trámites a los que se refiere el art. 90 de la LET, deberá emitirse en el plazo máximo de 15 días desde su solicitud. 5) Entender, si así se prevé por las partes, en la solución de los conflictos ocasionados en los periodos de consulta previstos en el art. 41 y 82.3 de la LET, siempre que se respeten los plazos de terminación del mismo allí establecidos. IV. MEDIOS EXTRAJUDICIALES DE SOLUCIÓN DE CONFLICTOS 1. En los acuerdos interprofesionales de nivel estatal y autonómico, se han venido regulando medios extrajudiciales de solución de conflictos laborales, principalmente de carácter colectivo, cuyos resultados, aunque positivos en términos de “desjudicialización”, pueden valorarse 9 como insuficientes en la evolución actual de nuestras relaciones laborales. Esta insuficiencia no sólo puede predicarse desde una perspectiva cuantitativa –el número de arbitrajes habidos es muy escaso, y el de mediaciones relativamente bajo-, sino también cualitativa, en el sentido de que tales medios extrajudiciales han sido configurados para atender esencialmente los conflictos colectivos derivados de la aplicación e interpretación de los convenios colectivos, con diseños básicamente inadecuados para atender otros tipos de conflictos laborales. 2. Esa configuración de los medios extrajudiciales limita la posibilidad de aplicarse a toda una conflictividad colectiva e individual, originada esencialmente -aunque no únicamente- a nivel empresarial, y derivada de las medidas de flexibilidad interna y de restructuración que han requerido de forma creciente las empresas, conflictividad que, al no encontrar solución o tener una solución insatisfactoria, especialmente en supuestos de desacuerdo, ha llevado frecuentemente a la flexibilidad externa como medio de adaptación de la empresas a los cambios de circunstancias en el mercado. 3. Cuando en la reciente Ley 35/2010, el legislador ha hecho diversas referencias a la necesidad de establecer la mediación y el arbitraje como medios preferentes para la solución de las controversias derivadas de la flexibilidad interna y del descuelgue salarial, lo cierto es que está llamando a una profunda reforma de los medios extrajudiciales, en tanto que necesitan de una aproximación más flexible, ágil y efectiva a efectos de cumplir un papel más relevante en la solución de las controversias originadas a nivel de empresa, y no sólo en el plano más institucional de solución de los conflictos derivados de la administración de los convenios colectivos. 4. Igualmente es necesario , hacer jugar a la mediación y al arbitraje un papel mayor en la solución de los conflictos derivados de las 10 limitaciones que han de establecerse tanto a la vigencia temporal de los convenios colectivos en casos de desacuerdos para su renovación como al propio deber de negociar, de manera que la mediación se utilice de forma más acentuada en los procesos de negociación, como forma de fortalecimiento de los mismos y, una vez agotada la posibilidad de acuerdo en esa negociación, puedan elegir las partes la intervención de un tercero – o terceros - como árbitro. Tales medios extrajudiciales no han de debilitar, sino todo lo contrario, el derecho y deber de negociar colectivamente, pero han de facilitar la efectiva y continua adaptación de los contenidos de los convenios. 5. Por tanto, es necesario dotar de una mayor polivalencia a los medios extrajudiciales, aunque, en la presente coyuntura, ha de tener una especial relevancia aquellas relacionadas con facilitar la solución de las controversias derivadas de los cambios organizacionales y de las reestructuraciones en las empresas a efectos de hacerlas más competitivas, así como de la renovación de los convenios colectivos como consecuencia de las posibles limitaciones a la vigencia del convenio colectivo y al deber de negociar. 6. En base a las anteriores premisas, los puntos esenciales a abordar para la reforma de los medios extrajudiciales de solución de conflictos pueden basarse en los siguientes principios generales: a) Es necesario extrajudiciales, ampliar el ámbito objetivo de los medios incluyendo como finalidad propia de los medios extrajudiciales la solución de los conflictos no sólo derivados de la aplicación e interpretación de los convenios colectivos, sino también expresamente los siguientes, entre otros: -los derivados de la renovación de los convenios colectivos al término de su vigencia y tras un determinado periodo de negociación sin acuerdo; - los derivados de la modificación de convenios colectivos estatutarios, sea del propio nivel sea relacionados con el descuelgue de un 11 convenio colectivo superior; - los derivados de la modificación de acuerdos colectivos de trabajo y decisiones unilaterales del empresario de efectos colectivos, dando la mayor relevancia a lo que se pacte a nivel de empresa;- los derivados de la modificación en materia salarial que represente descuelgue de la regulación contenida al respecto en convenios de ámbito superior, dando la mayor relevancia a lo que se pacte a nivel de empresa; - los derivados de las decisiones unilaterales del empresario cuando , en el uso de su derecho a modificaciones unilaterales de forma temporal, las partes afectadas, colectivas o individuales, no estén de acuerdo, sin perjuicio de la ejecución de la decisión empresarial; los derivados de los procesos de suspensión y despido de carácter colectivo; -los derivados de la subrogación empresarial, especialmente a efectos de potenciar los pactos de armonización de las condiciones de trabajo con anterioridad o posterioridad a la subrogación; - los derivados de la convocatoria de huelgas y de la determinación de los servicios de seguridad y mantenimiento en tales casos. b) La utilización de los medios extrajudiciales ha de estar basada, en principio, en la voluntariedad, excepto cuando por acuerdo de las partes correspondientes, a nivel de empresa o ámbito superior, se establezca la obligatoriedad de los mismos. En este caso, ha de garantizarse el funcionamiento rápido y efectivo de tales medios a efectos de no lesionar el derecho a la tutela judicial efectiva o dilatar la resolución de las controversias por otras posibles vías. c) Como ya se ha indicado en el apartado III) de este Acuerdo, las comisiones paritarias de los convenios colectivos han de tener un papel esencial en la solución de los conflictos originados en la aplicación e interpretación de los mismos, pero su intervención en los otros tipos de controversias , pudiendo ser relevante en función 12 de lo determinado por las partes firmantes de aquéllos, no ha de perjudicar , retrasando indebidamente o impidiendo, el recurso a las vías de mediación y arbitraje por terceros. d) Es necesario dotar a la mediación y al arbitraje de procedimientos más ágiles, rápidos y eficaces, potenciando su cercanía a la empresa, así como favorecer la presencia de mediadores y árbitros que gocen de la confianza de las partes, a efectos de que puedan realizar una contribución positiva a la gestión de las situaciones de desacuerdo. A estos efectos, debe evaluarse el seguimiento de los conflictos en sus fases iniciales y no sólo finales de consolidación del desacuerdo; deberán acortarse los plazos procedimentales al mínimo posible; deberá elaborarse una guía procedimental para incentivar la eficacia de estos procedimientos; deberá delimitarse claramente la forma de la elección de los terceros a efectos de que ello no suponga retraso en el procedimiento; y deberá dotarse de la máxima seguridad jurídica a las decisiones arbitrales, especialmente en relación a su eficacia y eventuales recursos ante la jurisdicción competente. e) En especial, en relación al sistema de elección de un mediador o arbitro para la controversia concreta, y caso de que otras vías no sean efectivas – como la elección por cada parte de un tercero que a su vez elijan a otro neutral - ha de favorecerse la fórmula de que, en caso de desacuerdo en la elección del tercero por las partes, puedan elegirlo inmediatamente de las listas que puedan consensuarse previamente. f) Respecto al procedimiento, la mediación y el arbitraje han de regirse por los principios de la máxima inmediatez, simplicidad y brevedad en sus trámites, de forma que existan plazos máximos claros a efectos de obtener la resolución de los conflictos ante el mediador o árbitro. 13 Para ello, es esencial que los mediadores y árbitros, además de gozar de la máxima neutralidad – especialmente en los supuestos de órganos unipersonales -, sean consensuados entre profesionales con gran conocimiento de las materias a tratar y con un nivel de disponibilidad de actuación inmediata. Además, especialmente en los conflictos originados en la empresa, debe elegirse a quienes conozcan especialmente las circunstancias en este ámbito. g) Respecto a la mediación –ha de evitarse la incorporación simultánea con aquella de la conciliación, dado que es reiterativo por procedimiento y finalidad -, ha de establecerse dos vías principales, la de carácter unipersonal – abriendo la posibilidad de que este mediador pueda erigirse con posterioridad en árbitro – o la bipartita – a veces denominada tribunal de mediación, de forma que medien dos personas elegidas de una lista previa confeccionada por las partes y en la que cada una ha sido elegida por una de éstas. También existe la posibilidad de combinar ambas, de forma que exista desde un principio un tribunal mediador tripartito, con dos miembros elegidos por cada una de las partes y un tercero independiente. En este caso, el tribunal puede comenzar ejerciendo una función mediadora para después pasar sin solución de continuidad a arbitrar. De esta forma, a fin de garantizar la máxima rapidez procedimental, ha de fomentarse que en el seno del proceso de mediación pueda surgir con inmediatez y naturalidad la solución arbitral, sin perjuicio de la libertad de las partes para no acudir al arbitraje o buscar otro tercero para ello. h) Respecto al arbitraje, además de acentuar la necesidad de dotarle de un gran rapidez y agilidad, es necesario replantearse su composición personal, en tanto que los árbitros no han de ser sólo aptos para resolver controversias jurídicas como hasta ahora – las derivadas de la administración del convenio colectivo – sino también 14 conflictos predominantemente de intereses que son los que pueden estar en los originados en el ámbito de la flexibilidad interna, en los descuelgues de los convenios colectivos o en la renovación de los convenios colectivos. i) Para lo anterior, trabajadores, con las el empresas apoyo de y la representación organizaciones de los empresariales, sindicatos y autoridades públicas competentes, han de jugar un papel esencial en la elección y formación permanente de los mediadores y árbitros , de forma que tengan la máxima familiaridad con los conflictos que pueden plantearse a nivel de empresa, conflictos que no suelen ser de carácter exclusivamente jurídico, sino, más frecuentemente, con componentes organizacionales y de intereses. En este sentido, es necesario la conformación de las listas consensuadas de terceros a efectos de asegurar su máxima neutralidad, conocimiento de la empresa y sector y, en lo posible, dedicación a estas laborales mediadoras y arbitrales. j) Dada la diversidad y complejidad de los conflictos que hemos señalado que pueden atender la mediación y el arbitraje, ha de contemplarse la posibilidad de que comisiones técnicas de expertos, nombrados para cada caso, que puedan asistir a tales terceros o a las mismas partes en conflicto en la determinación e identificación de los hechos y datos subyacentes en los conflictos, lo cual puede ayudar a una mejor delimitación de los aspectos en controversia. k) Es importante que esta renovación de los medios extrajudiciales tenga muy presente la necesidad de facilitar la adaptación en las empresas de menor dimensión, y que son las que más pueden experimentar en su competitividad los efectos negativos sea de la imposibilidad de solucionar las situaciones de desacuerdo en la flexibilidad interna o en los descuelgues sea la excesiva 15 judicialización en su controversias colectivas y. sobre todo, individuales. l) A los anteriores efectos, las partes en el Acuerdo se comprometen a renovar bajo los principios anteriores la regulación de los medios extrajudiciales tanto del SIMA como a nivel de CCAA, así como promocionar la renovación de la regulación de los convenios colectivos en estas materias a efectos de potenciar la incorporación eficaz de aquella regulación, sin perjuicio de adaptarla a sus circunstancias específicas. m) Por su parte, los poderes públicos han de dar el máximo apoyo a la renovación y potenciación de los medios extrajudiciales, promocionando el contexto institucional adecuado para ello, en especial para la debida elección, formación y disponibilidad de mediadores y árbitro. V. ESTRUCTURA DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA. La estructura de la negociación colectiva ha de realizar una ordenación que facilite una mayor y mejor flexibilidad interna en las empresas, preservando los derechos de los trabajadores. Ello exige un cambio en el plano procedimental y en el de contenidos. Como principios generales creemos que deben desarrollarse los siguientes: a. La regulación más adecuada de la flexibilidad interna debe ser en la empresa –tiempo de trabajo, funciones, salario, etc.-, lo que conlleva cierta descentralización. Pero no debemos olvidar que empresas de pequeño e, incluso, mediano tamaño pueden no estar interesadas en tener convenio colectivo propio. Lo cual conlleva a que exista un nivel supraempresarial y, de otro lado, que esta regulación no impida el desarrollo de otras alternativas complementarias como son los 16 acuerdos y pactos de empresa, los cuales, aún sin aplicárseles el Título III de la LET, también debieran ser reconocidos en su carácter normativo – excepto pacto en contrario por las partes – y registrados en aras a una mayor seguridad jurídica. Esta seguridad jurídica es deseable en tanto que tales acuerdos de empresas son el instrumentos jurídico a través del cual las mismas pueden complementar, suplementar o inaplicar, en base a lo indicado en el art. 41.6 de la LET, lo establecido en los convenios colectivos de ese Título III de la LET. En definitiva, se debe descentralizar la negociación colectiva, siempre que existan diversos instrumentos negociales que den protagonismo a la negociación en la empresa. b. Los convenios colectivos de empresa tienen tendencia a ser autosuficientes, especialmente en las grandes empresas. Lo que no es obstáculo para que si el nivel sectorial, especialmente adecuada ordenación el de estatal, temas desarrolla transversales, una los convenios colectivos de empresa puedan tomarlo como referencia. Por tanto, para poder promocionar debidamente los convenios colectivos de empresa, y respetar su autosuficiencia, debe eliminarse la actual prohibición del artículo 84 primer párrafo de la LET, que impide una negociación de ese nivel inferior durante la vigencia del convenio colectivo sectorial, y ello previa petición de informe no vinculante a la Comisión Paritaria del convenio superior que deberá emitirse en el plazo improrrogable de 15 días. En los convenios de empresa la Comisión Negociadora se constituirá conforme al artículo 87.1 del ET, pudiendo ser 17 asesores de la misma quienes soliciten sus miembros, con las limitaciones en número que decidan. c. Respecto a los niveles superiores a la empresa, no es posible mantener una posición rígida y única respecto a cuál es el nivel supraempresarial más adecuado, si el provincial, el interprovincial, el autonómico o el estatal. Dependerá de los sectores, de materias y de si se pretende efectuar una ordenación de la estructura o una estricta regulación de condiciones de trabajo, entre otros factores. Probablemente los convenios provinciales están más necesitados de renovar contenidos, pero a corto plazo y de forma generalizada resulta muy difícil e incluso no deseable una eliminación global de la función reguladora del nivel provincial a favor de otro de nivel superior. En muchos casos, porque hay sectores que necesitan niveles intermedios próximos a la empresa en los que abordar la regulación de condiciones de trabajo, que pueda ser complementada mediante acuerdos de empresa. No obstante, por propia iniciativa de las partes contratantes o por impulso de los acuerdos interprofesionales o convenios colectivos sectoriales estatal o autonómicos, debe impulsarse de forma inmediata una reforma profunda de sus contenidos a efectos de facilitar la flexibilidad interna en la empresa, especialmente en materias de tiempo de trabajo, movilidad funcional y vinculación de los salarios con la productividad y resultados de las empresas. En este sentido, los convenios colectivos provinciales deben aplicar las recomendaciones y regulaciones que al respecto establezcan los niveles superiores citados, y sólo deben apartarse de las mismas tras el informe que al respecto pueda emitir la comisión paritaria existente a tales niveles, 18 informe que habrá que solicitarse obligatoriamente antes de proceder al trámite indicado en el art. 90 de la LET. Dicha comisión paritaria tendrá un plazo máximo de 15 días desde la solicitud para emitir su informe no vinculante. d. El nivel autonómico –pluriprovincial- puede, en determinados sectores y a corto o medio plazo, asumir un papel similar al que predicamos del nivel provincial. En todo caso, no debe tratarse de la creación de otro nivel sectorial a superponer al provincial, dado que ello agravaría seguramente los problemas existentes en nuestra estructura. Nos referimos a la función reguladora de condiciones de trabajo que puede desarrollar este nivel en determinados sectores en sustitución de lo que está regulado en los convenios provinciales o territoriales inferiores. Al mismo ha de serle de aplicación lo establecido en el párrafo anterior cuando pretenda no aplicar las recomendaciones y regulaciones establecidas en acuerdos interprofesionales estatales o autonómicos o en convenios colectivos sectoriales superiores. Lo anterior es sin perjuicio del papel que a nivel autonómico interprofesional le reconoce la norma estatal en la ordenación de la negociación colectiva o de determinadas materias – arbitraje, por ejemplo-. e. El nivel sectorial estatal tiene adjudicado desde 1997 una función claramente ordenadora de la estructura negocial, que en algunas de sus líneas generales pueden ser actualmente compartidas e incluso acentuadas. Estos convenios deben de ordenar y gerenciar la negociación en los niveles inferiores, con la finalidad de dotar a las 19 empresas de un marco regulador que permita una adaptabilidad continua de sus condiciones de trabajo y que supongan un apoyo al incremento de su productividad y competitividad. Los convenios sectoriales estatales deben tener también una regulación sobre procedimientos que sirva de guía a los niveles inferiores. Y en lo que se refiere a contenidos, abordar temas transversales especialmente respecto a promover marcos flexibles en materia de retribución, de tiempo de trabajo, de clasificación profesional y movilidad funcional, de movilidad geográfica, etc. En este sentido, debe establecer principios ordenadores a tener en cuenta en los distintos niveles, y especialmente a nivel provincial, como es la necesidad de impulsar la renovación de contenidos, todo ello con la finalidad de potenciar al máximo la flexibilidad interna en las empresas. Igualmente deben servir para guiar e innovar en temas tales como planes de igualdad, códigos telemáticos y, en general todo aquello que puedan considerarse como mejores prácticas a recomendar en su implantación en niveles inferiores. Los niveles inferiores deben aplicar tales contenidos contemplados en los convenios colectivos estatales, incluso si no se encuentran dentro de las materias respecto a los que existe una vinculación legal. Caso de que en tales niveles sectoriales inferiores pretenda desarrollarse respecto a tales materias no vinculantes una regulación contraria a la establecida a nivel estatal, y antes de seguir los trámites indicados en el art. 90 de la LET, se aplicará la indicada obligación de solicitar informe no vinculante a la comisión paritaria del acuerdo o convenio colectivo correspondiente, la cual deberá emitir dicho informe en el plazo de 15 días desde aquella solicitud. 20 Lo anterior se entiende sin perjuicio de que pueda haber determinados sectores en los que el convenio colectivo sectorial estatal sea la fuente principal y única de regulación de las condiciones de trabajo, sin exclusión de la posibilidad de acuerdos de empresa. A estos efectos la propuesta de modificación del Art. 84 de la LET sería la siguiente: (Art. 84, a añadir a párrafo primero) “No obstante, lo anterior no será de aplicación en el caso de tratarse de convenios colectivos de empresa, que podrán negociarse en cualquier momento de vigencia de convenios colectivos de ámbito superior”. (Art. 84, a añadir al final como nuevo párrafo). “Sin perjuicio de lo anterior, tanto respecto a un convenio de empresa en los supuestos contemplados en el párrafo primero de este precepto, como respecto a un convenio colectivo sectorial de ámbito inferior cuando pretenda no aplicar lo regulado por un acuerdo o convenio colectivo de ámbito sectorial superior en materias distintas a las referidas en el párrafo superior, será necesario que, previamente a iniciar los trámites a los que se refiere el art. 90 de la LET, las partes negociadoras soliciten un informe no vinculante de la comisión paritaria correspondiente de aquel acuerdo o convenio, el cual deberá emitirse en el plazo máximo de 15 días desde su solicitud” VI. LEGITIMACIÓN La legitimación contemplada en el artículo 41.4 y 82.3 de la LET debiera trasladarse a la posibilidad de establecer acuerdos a nivel de empresa, complementando los convenios colectivos supraempresariales. Se trataría de contemplar a la representación de los trabajadores no sólo para las funciones de descuelgue sino también para regulaciones adaptativas, que hay que potenciar en los acuerdos supraempresariales. Finalmente, debe incorporarse a la legitimación inicial empresarial una modificación del artículo 87.3 de la LET, en relación a potenciar el mayor peso del factor número de trabajadores en la composición del banco 21 empresarial. En este sentido debiera reconocerse la integración en las Comisiones Negociadoras a quienes representan u 10% o más del número de trabajadores afectados. A estos efectos el art. 87.3 de la LET podría quedar con la siguiente redacción: (87.3) “....las asociaciones empresariales que en el ámbito geográfico y funcional del convenio cuenten con el 10 por 100 de los empresarios, en el sentido del artículo 1.2 de esta Ley, y siempre que éstas den ocupación a igual porcentaje de los trabajadores afectados. También tendrán legitimación las asociaciones de empresas que, en aquellos ámbitos, den ocupación al menos a un 10 por ciento de los trabajadores afectados. VII. AMBITO PERSONAL DE LOS CONVENIOS COLECTIVOS En la práctica de la negociación colectiva, y por su incidencia en la flexibilidad interna de las empresas, se contempla en ocasiones la no aplicación del convenio a las personas que tienen una función directiva o puestos de confianza, además de los contratos de alta dirección, dado que requieren de una regulación específica y no les afecta la mayoría de las condiciones de trabajo que se regulan. En consecuencia, la norma estatal debería contemplar esta exclusión para ser aplicada excepto pacto de empresario y directivo en contrario. Todo ello sin que, en base a sus funciones directivas y a su relación de confianza suponga discriminación y sin obviar la aplicación del derecho necesario previsto en el ordenamiento laboral. De otro lado, y en base al fomento y promoción del trabajo autónomo previstas en el Título V de la LETA y a su incidencia positiva en el empleo, debe excluirse durante dos años la aplicación de los convenios a los denominados nuevos emprendedores –autónomos-, es decir, aquéllos que comienzan un negocio, cuando su número de empleados sea inferior a seis trabajadores. Todo ello sin perjuicio de la posibilidad de pacto en contrario entre emprendedor y empleado, sin perjuicio de la aplicación del derecho necesario previsto en el ordenamiento laboral y de la de las oportunas 22 previsiones en los contratos individuales respecto a la aplicación futura, e incluso retroactiva, del convenio. A estos efectos, una posible redacción del art. 82.3 (párrafo primero) ET que prevea esta posibilidad de exclusión del ámbito personal del convenio para el personal directivo podría ser la siguiente: “De igual modo, se presumirá que el personal directivo de la empresa no estará incluido en el ámbito del convenio colectivo a menos que las partes negociadoras acuerden expresamente lo contrario o que esta sea la voluntad explícita de empresario y directivo. A estos efectos, se entenderá por personal directivo aquel el que el empresario delegue sus facultades directivas según lo indicado en el artículo 20.1 de esta Ley”. Respecto a los emprendedores, también en dicho precepto se puede incluir el siguiente apartado: “Salvo pacto en contrario a nivel individual, también estarán excluidos de la aplicación del convenio colectivo los trabajadores contratados por los trabajadores autónomos que inicien una nueva actividad económica comprendida en su ámbito funcional y durante los primeros dos años a contar desde su inicio, siempre que el número de trabajadores empleados no sea superior, en media anual, a seis trabajadores por cuenta ajena según lo establecido en el art. 1.1 ET. Si se superara dicho número en media anual, el convenio colectivo será de aplicación con efectos retroactivos durante ese año afectado.” VIII. MUTUAS. I. Las Organizaciones firmantes trasladan al Gobierno su acuerdo para que elabore una regulación de las MATEPS que se fundamente en los siguientes principios generales esenciales: 1. Garantizar la función de las Mutuas como entes colaboradores en la gestión de la Seguridad Social, fundamentalmente respecto a la protección de los derechos de los trabajadores en el ámbito de las contingencias de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales y, en su caso, en la gestión de la prestación económica de incapacidad temporal derivada de contingencias 23 comunes, todo ello en el uso más adecuado y eficiente de sus recursos. 2. Mantener la naturaleza jurídica de las Mutuas asegurando su carácter privado como asociaciones de empresarios constitucionalmente tuteladas, respetando su autonomía gestora y de gobierno, todo ello sin perjuicio del control y tutela a desarrollar, en cuanto ente colaborador, por la Administración. Las empresas elegirán libremente la Mutua, con participación de sus trabajadores. 3. Mejorar el cuidado de la salud de los trabajadores y contribuir a la competitividad de las empresas. Para ello, deberán dotarse de las siguientes políticas: a) Incentivar a las empresas atendiendo a su tamaño, incluidas las empresas individuales, para la mejora en la prevención de riesgos laborales, valorando actuaciones y resultados. b) Desarrollar un programa específico para la eficaz gestión de la incapacidad temporal basado en: - La mejora de la colaboración de las mutuas con la administración de la Seguridad Social y los servicios públicos de salud, para el control de los procesos y el acortamiento del tiempo de recuperación de la salud, con el consiguiente efecto derivado sobre los costes empresariales. - La fijación de objetivos e indicadores periódicos mensurables, de mejora de la gestión, incremento y de actuaciones y reducción de costes indebidos. - Sin perjuicio de las obligaciones legales respecto de los excedentes, la instrumentación de una política orientada a repercutir en las empresas mutualistas los ahorros derivados de las mejoras de gestión y reducción de cargas 24 burocráticas. Ello evitando cualquier efecto discriminatorio en el empleo de los trabajadores. c) Mejorar la gestión de la enfermedad profesional y reforzar los mecanismos de notificación y registro de la misma. d) Prestar sus servicios con la calidad que requieren sus mutualistas y usuarios, reforzando la información a los mismos y a sus profesionales sobre funciones, procedimientos, derechos y obligaciones. 4. Articular debidamente su régimen económico distinguiendo las prestaciones de la gestión interna promoviendo, mediante medidas estructurales de ajuste presupuestario (reaseguro, prestaciones, excedentes, reservas) y la creación de comisiones previas de auditoría, la mejor relación entre los recursos públicos y privados de las Mutuas y entre los ingresos y costes de las prestaciones, garantizando su gestión eficiente y transparente, así como su contribución a la solidez y mejora del Sistema de Seguridad Social. 5. Promover, en cuanto ente colaborador de la Seguridad Social, el desarrollo de la participación efectiva de las asociaciones empresariales y sindicales más representativas, sin perjuicio de la debida representación de los mutualistas y trabajadores de las Mutuas en sus órganos de dirección, supervisión y control. 6. Con el objetivo de eliminar el absentismo injustificado se elaborará trimestralmente un ratio de evaluación de su comportamiento general tanto en el sector público como en el privado, de forma que puedan adoptarse las medidas correctoras adecuadas. II. Las organizaciones firmantes solicitan del Gobierno que en los meses siguientes a la firma del presente Acuerdo se realice una primera evaluación, con vistas a los presupuestos de 2012 en 25 relación con la ejecución presupuestaria de ingresos y gastos y la eventual adecuación y ajuste de las cotizaciones por contingencias profesionales. Esta evaluación se realizará periódicamente en los términos establecidos en el Acuerdo Social y Económico. III. Las organizaciones firmantes trasladan al Gobierno y a los grupos parlamentarios su interés en que las medidas necesarias para aplicar este Acuerdo se adopten por norma legal que pueda ser tramitada en el marco del Proyecto de Ley de actualización, adecuación y modernización del sistema de Seguridad Social de forma que puedan entrar en vigor, en todo caso, antes del 1 de enero de 2012. 26