aspectos de la crisis de la letra de cambio y su uso por los

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ASPECTOS DE LA CRISIS DE LA LETRA DE CAMBIO Y SU
USO POR LOS CONSUMIDORES
Alfonso Cano Lcjpez
INTRODUCCION
El objeto de las presentes notas no es otro, que hacer un sucinto y a todas
luces superficial recorrido por dos sectores de la realidad socio-económica recientemente regulados por nuestro Derecho, que en su roce, en su relación
plantean más de un tema conflictivo. Nos estamos refiriendo a la nueva regulación del Instituto Cambiario y a las normas que integran el llamado Derecho de
los consumidores y usuarios.
Recorrido éste que se realiza con la pretensión, fallida adelantemos, de encontrar una solución al problema que plantea el uso de letras de cambio en
operaciones con consumidores o en otras palabras la incorporación de la parte
del precio aplazada por el consumidor a una letra de cambio, con la consiguiente
alteración del régimen jurídico de su deuda.
Problema éste, que de no encontrar adecuada solución, va a afectar gravemente no sólo al rol del consumidor como parte a proteger en las relaciones
contractuales, sino también a la propia credibilidad de la letra como instrumento
del crédito.
GENERALIDADES
Al acercarnos al instituto cambiario surgen en una primera instancia dos
demoledoras y extendidas ideas: que no se paga y que se trata de un documento
que apenas sirve para algo más que para liquidar un tributo a la Hacienda
Pública.
Efectivamente, la letra de cambio es un documento y más concretamente un
título-valor. Un documento, un soporte físico que no crea derechos aunque sí las
adorne de nuevas facultades, que no solamente prueba su existencia, sino que
fundamentalmente incorpora relaciones ,jurídic~is, derechos preexistentes O
coetáneos a la creación y emisión de la letra.
A este último tipo de documentos, cuya posesión es necesaria para ejercitar
el derecho literal y autónomo qrie incorporan, pertenece la letra, título-valor que
incorpora un derecho de crédito que entraña la pretensión de una prestaciin
dineraria, cierta y a pagar el día del vencimiento, en un lugar determinado por la
propia letra.
Estos títulos surgen para hacer posible una rápida, eficaz y segura transmisión de los derechos que incorporan, en nuestro caso un derecho de crédito de
contenido pecuniario. Esto es posible fundamentalmente por las siguientes razones:
A) Movilización del derecho incorporado. Este va a circular con arreglo al
régimen jurídico del documento (cosa mueble) al que se incorpora. Transmitiendo el documento se transmite el derecho.
B) Notas que van a caracterizar el ejercicio del derecho incorporado:
- Legitimación por la posesión. Sólo el poseedor legítimo del documento
puede ejercitar el derecho. E1 propietario del documento es el titular del derecho
incorporado.
- Literalidad del derecho incorporado. Es el propio documento el que va a
delimitar lo que el acreedor puede exigir del deudor, y lo que éste puede oponer
a su exigencia de pago.
- Autonomía del derecho incorporado. El deudor no podrá oponer al titular del derecho incorporado excepciones que provengan de sus relaciones con
anteriores titulares (salvo mala fe).
Sólo en la medida en que estas tres notas estén presentes en la letra de
cambio, ésta será un instrumento de crédito que permitirá la rápida y segura
movilización de los derechos pecuniarios que incorpora.
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Detengámonos antes de seguir adelante, en este peculiar título-vaior. Normalmente intervienen en él, tres sujetos: librador, librado y tomador.
Lihrndor es la persona que crea la letra, incorporando un mandato de pago
puro y simple dirigido al librado. Crea una apariencia de derecho de crédito, y de
ahí que el Ordenamiento lo convierta en garante de la aceptación y del pago de la
letra.
Lihrrrdo es la persona a quien el librador manda pagar la suma indicada en la
letra, a la orden del tomador o persona por este último designada en la propia
letra. Sólo a través de la aceptación se convierte en obligado cambiario, en
deudor que a través del pago de la letra salda una deuda preexistente.
Torntrdor es la persona a cuya orden el librador manda hacer el pago al
librado, es el titular del derecho de crédito que se incorpora a la letra, y a quien
el librado no podrá oponer si actúa de buena fe, posibles excepciones que tengan
su origen en sus relaciories personales con el librador.
Digamos también que de las conocidas funciones de la letra en una economía
moderna: medio de pago, medio de garantía, e instrumento de crédito, es esta
última función la más relevante en la actualidad, y lo es en el más del millón y
medio de letras que manejan diariamente los Bancos, que no olvidemos dedican
casi 113 de su personal a este menester.
Utilizamos la palabra crédito en el sentido de confianza y plazo. Como señala
el profesor Girón Tena una deuda de dinero se incorpora a una letra de cambio
porque no se paga actualmente y se remite para más tarde el pago. Es la potencirilidud de la letrri parri corzi~evtir,\emedicrnte J U transmisián en dinero !o que
originu lri propensión u la incorporación de los créditos u letras de cambio.
Y es en este punto y en esta función donde cobra importancia la relación
entre la letra y la Banca. Los Bancos han llegado a ser los operadores institucionales del dinero y del crédito. En nuestro constitucional sistema de Economía de
Mercado, son los ofertantes del servicio de conversión a dinero de los derechos
de crédito incorporados a las letras de cambio. Así, el problema de la masificación de la letra no puede ceñirse a los Bancos como empresarios, pues es un
tema que interesa y afecta a toda la estructura socio-económica.
A través del descuento los empresarios movilizan sus créditos, monetarizan
su crédito sin tener que esperar al vencimiento. Pasando de acreedores a libradores, convirtiendo en tomador a un Banco, el cual adelante el importe de la
letra menos el tipo de descuento, convirtiéndose en poseedor de la letra y titular
del derecho incorporado por el empresario-acreedor-librador.
El deudor en la reación con el empresario-acreedor se convierte, nunca contra su expresa voluntad, en librado a quien se dirige una orden de pago por el
importe de su deuda, deuda que en caso de que hubiere aceptado la letra le
podrá se exigida por cualquier tenedor legítimo, al que no podrá oponer ninguna
excepción que tenga origen en sus relaciones con el acreedor-librador. No obstante este riesgo, alto, obtiene el beneficio de aplazar el pago de su deuda.
El Banco a través del descuento encuentra una buena y rentable colocación
al dinero de sus depositantes.
LA CRISIS DE LA LETRA Y SU NUEVA REGULACION
Pues bien, esta letra, instrumento fundamental del crédito y medio riguroso
de garantizar el pago de obligaciones dinerarias provenientes de negocios anteriores a la creación de la propia letra, deviene en grave crisis a partir de los años
sesenta. Crisis, pérdida de confianza, las letras no se pagan y esto bien puede
deberse a las circunstancias siguientes:
1. Régimen jurídico anacrónico y desfasado, contenido, hoy derogado, en el
Código de Comercio.
2 . Masificación de la letra. Más de 1.500.000 manejadas al día por la Banca.
Generalización de una institución que surgió en el tráfico solemne y riguroso
entre comerciantes y se llega a aplicar a las operaciones de venta a los consumidores, lo que origina su vulgarización y desacralización con la consiguiente
pérdida de temor.
3. El régimen procesal para que los acreedores cambiarios puedan exigir el
pago de las letras por la vía judicial era altamente defectuoso, poco claro y
complejo.
4. Utilización de la letra en una clara maniobra de abuso económico, para
obtener dinero de los Bancos, mediante la entrega masiva de letras al descuento.
Letras que no responden a efectivas operaciones económicas, y que son creadas
por empresarios con dificultades de tesorería, obteniendo por el descuento un
dinero, que difícilmente obtendrían a través de créditos bancarios directos.
5 . Utilización excesiva como instrumento para facilitar las ventas a plazos
de bienes de consumo. Lo que produce un progresivo endeudamiento de las
economías domésticas. Las letras no se pagan al usarse como medio para la
obtención de un crédito que en el momento de su vencimiento no podrá pagarse.
Si el crédito no se cumple es externamente la letra la que fracasa.
Pero lo que es peor y más grave es que esta utilización de la letra en las
operaciones con los consumidores, dada la transmisibilidad de la letra, y la
autonomía del derecho incorporado que hace inatacable la posición del tercero
tenedor de la letra frente al consumidor-deudor-aceptante. Y coloca a los consumidores en una posición de casi indefensión en la que se hace difícil el ejercicio de los derechos que en su defensa la Ley les reconoce.
Estas circunstancias unidas a nuestro ingreso en las Comunidades Europeas,
han hecho que tras un largo período de gestación, se promulgue el 16 de julio de
1985 la Ley Cambiaricr y del C h e q u e , que deroga el régimen con ten id,^ en el
Codigo de Comercio, y que entró en vigor el uno de enero del año en curso.
Vacatio legis comprensible dada su naturaleza y la complejidad del tráfico económico sobre el que incide.
Técnicamente muy superior a los derogados artículos del Código, recoge la
Legislación Uniforme de Ginebra de los años 30. Facilita la circulación, descuento, presentación y pago de la letra, rebusteciendo la posición del acreedor
cambiario, que ya no va a estar indefenso ante el deudor litigioso. Agiliza los
trámites para el ejercicio de las acciones cambiarias y fortifica en consecuencia
el carácter autónomo de la obligación cambiaria.
No hace alusión alguna en su articulado a la utilizacio'n de /u letra en las
venta5 u <.onsumidove.\, desaprovechando una magnífica oportunidad, para impedir por esta vía la conculcación de los reconocidos derechos de los consumidores y usuarios.
Tan sólo en su Exposición de Motivos se hace alusión a un futuro texto
complementario, que establecerá las normas que habrán de regir para las letras
emitidas en operaciones realizadas por consumidores. Se aduce para ello la falta
de uniformidad de estas normas en la Europa Comunitaria. Podemos contestar
diciendo que a un consumidor inglés no le debe importar demasiado que las
normas que tutelan sus derechos sean diferentes a las que tutelan al consumidor
francés. Lo importante para ambos es que esas normas existan, que estén en
vigor. Y en España no existen, eso es lo importante, no la uniformidad.
Veamos ahora, el estado de cuestión desde las normas dictadas en defensa
del consumidor, para restablecer el equilibrio de éstos con los otros operadores
económicos.
LEGISLACION PROTECTORA DE LOS DERECHOS DE LOS CONSUMIDORES
Nace como medio para corregir las disfunciones que se producen en el modo
de producción neocapitalista. En éste, roto el Principio de Libertad contractual
por la desigualdad real entre las partes del contrato, empresario y consumidor el
legislador interviene en un intento de restablecer el equilibrio.
En nuestro Derecho Positivo esta tutela del consumidor como parte más
débil, la podemos encontrar ya en los anos sesenta, en el Derecho regular de la
competencia. Estas normas aún dirigidas a la protección directa de los empresarios, en tanto y cuanto que pretenden asegurar la transparencia del mercado,
protegen indirectamente los intereses de los consumidores, aunque de un modo
bien débil, ya que éstos carecen de legitimación para instar la suspensión de
las prácticas prohibidas.
Es en el artículo 51 de nuestra Constitución del 78, donde se configura la
defensa de los consumidores y usuarios como principio rector de la política
económica y social, como equilibrio, contrapunto al Principio de Libertad de
empresa que se recoge en el artículo 38.
En desarrollo de este precepto constitucional, que afirma en su párrafo primero. «Los poderes p~íhlicos gctruntizcrrán la defensti de los consumidores y
u.suaricis, protegiendo mediunte procedimientos ejiccrces la seguridad, lcz salud y
los legítimos intereses de los mismos», se promulga la justamente criticada
Ley General de Defensa de los Consumidores y Usuarios de julio de 1984.
Consta de 41 artículos y 4 Disposiciones finales, junto con una Derogatoria.
Eleva esta Ley General la defensa de los consumidores y usuarios a Principio
Ordenador de todo el Ordenamiento, y como tal habrá de ser considerado en la
legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos
(artículo 53 Constitución).
Se estructura la nueva Ley como una pirámide:
- Principio General de defensa de los Consumidores.
- Definición legal de consumidor.
- Derechos básicos de los consumidores, que asi se hacen invocables ante
los tribunales.
- Regulación legal de estos derechos, que será completada por posteriores
reglamentos.
El hmbito de uplicacicía de esta Ley General viene determinado por el propio
concepto legal de consumidor, como el que adquiere, utiliza o disfruta como
destinatario final, bienes servicios o productos, cualquiera que sea la naturaleza
de quienes los producen, facilitan, suministran o expiden. Dos puntualizaciones
a este respecto:
l . Aunque da la impresión que defina y protega al consumidor en concreto,
el que realiza un acto de consumo, gran parte de sus normas van dirigidas a la
protección de todos los consumidores potenciales, a todos los ciudadanos.
2. Estas normas no serán de aplicación cuando quien suministra los bienes
o servicios no es empresario.
Definido el consumidor y con él, el propio ámbito de aplicación de la Ley,
ésta recoge en su artículo los derechos básicos de los mismos, siguiendo fielmente el Programa Preliminar de Defensa de los Consumidores de la C. E. E. de
1975.
1 . Derecho a lu proteccicín de su sulud y seguridud. Los productos, actividades y servicios no implicarán riesgos para la salud y seguridad de los consumidores, salvo los usual y10 reglamentariamente admitidos, que deberán ser
previamente advertidos.
2. Derecho u /a protección de sus intereses econ(jmico-sociales. Esta protección ha de circunscribirse a los intereses legítimos, siempre dentro del marco
que dibujan los artículos 38 y 128 de la Constitución. En desarrollo de este
derecho:
A. Se dictan normas reguladoras de la actividad publicitaria, artículo 8:
-Incorporación necesaria a la publicidad de las prestaciones propias de cada
producto o servicio.
-Incorporaci~n de lo ofrecido en la publicidad al contenido del contrato.
-Equiparación de la publicidad engañosa al fraude.
B. Se regulan en el artículo 18 los contratos con condiciones generules,
cuando el adherente sea un consumidor o usuario. Definiéndolas como las redactadas previa y unilateralmente por una empresa, para aplicarlas a todos los
contratos que celebre, y cuya aplicación no pueda ser evitada por el consumidor,
siempre que quiera obtener el bien o servicio de que se trate. De estas cláusulas
sólo serán válidas las que respeten el doble principio de:
- Libertad, que exige claridad y sencillez, que posibilite una comprensión
directa, sin reenvíos.
- Justicia, que exige buena fe, y justo equilibrio en las contraprestaciones
de las partes.
C. Se regula el régimen de comprobación y garantías que deberá asegurar al
consumidor, la naturaleza y características propias del bien o servicio, así como
la devolución del precio en caso de incumplimiento. Se impone la obligación de
prestar garantía en los bienes duraderos, correspondiendo la carga de la prueba
de la no existencia de defectos de funcionamiento y originarios al garante
(artículo 11).
3. Derecho cr ln rrpcrrrrcicín e indemnizacicín de los d a ñ o s , que le produzca
el consumo de bienes o la utilización de servicios, salvo culpa exclusiva de
consumidor o usuario. Ha sido la regulación de este derecho por la Ley General,
la que más críticas ha levantado. Mientras en el artículo 25 parece sentarse un
principio general de responsabilidad objetiva para todo fabricante, distribuidor o
importador de bienes y servicios, por los daños que éstos causen a los consumidores. En el artículo siguiente, el 26 se sienta un principio contradictorio «éstos,
se dice, no responderán cuando acrediten que han actuado diligentemente cumpliendo las exigencias reglamentarias. Por último el artículo 28 impone la responsabilidad sin culpa en relación a los daños que pudieran causar una amplia
gama de bienes y servicios concretos.
4. Derecho a la informacicín y educución. Se impone de forma harto difusa
la obligación de informar con veracidad y eficacia sobre las características esenciales de los bienes y servicios ofrecidos a los consumidores.
5. Derecho de audiencia y representucicín que deberán ser desarrollados en
disposiciones posteriores.
Esta Ley General ha sido duramente criticada por la doctrina, crítica que se
apoya en los argumentos siguientes: excesiva generalidad e inconcreción de sus
mandatos que la lleva a otorgar derechos sin definir las obligaciones correspondientes, carácter excesivamente adminstrativista, no reconocimiento de la acción de cesación, ni de procedimientos judiciales rápidos y eficaces.
Por último y en lo que aquí nos interesa, nada se dice de las letras emitidas
en operaciones realizadas por los consumidores, cuya regulación es presupuesto
necesario para una eficaz protección de los mismos, y cuyo excesivo uso es una
de las causas, como dijimos, de la crisis de la propia letra. Afirma el profesor
Quintana que en la mente del legislador estaba la idea de que este tema iba a ser
regulado en la Ley Cambiaria que se aprobaría al ano siguiente, o en el peor de
los casos por mandato expreso de dicha Ley en un plazo corto de tiempo.
No fue así, y se ha perdido una buena ocasión en los veranos del 84 y 85,
para haber regulado las letras de cambio nacidas de las operaciones de consumo.
Máxime en un país como el nuestro que se caracteriza frente a otros del mismo
contexto económico, como Portugal y Francia, por una utilización masiva de la
letra para instrumentar los pagos aplazados en las ventas a los consumidores,
con lo que ello implica de posible y probable perjuicio para sus intereses económicos. Intereses que la Ley General dice defender.
LETRA DE CAMBIO Y OPERACIONES DE CONSUMO
Vistos siquiera de modo sucinto los olvidos de nuestra Ley Cambiaria y
nuestra Ley General Defensa de los Consumidores y Usuarios, veamos ahora los
riesgos, que la utilización de letras en las operaciones de crédito al consumo,
acarrea para los consumidores y sus posibles, pero ya irremediablemente futuras
soluciones.
El problema, ya lo hemos adelantado, puede plantearse del modo siguiente.
El comprador, el consumidor, cuando paga a plazos una determinada mercancía
o bien, tiene frente al vendedor empresario, la posibilidad de hecho de suspender
el pago de la parte aplazada del precio cuando la cosa entregada no es la pactada
o tiene defectos. Esta medida de la suspensión del pago de los plazos protege al
consumidor, no sólo porque hace aumentar el interés del vendedor en eliminar la
prestación defectuosa, sino que en el supuesto de una reclamación judicial del
vendedor, el consumidor podrá oponer en el procedimiento judicial, ¡as excepciones que nacen del contrato con el empresario vendedor.
Pero esta situación descrita cambia sustancialmente cuando el acreedor del
pago aplazado es un tercero, por ejemplo un Banco, en el que el vendedor,
después de incorporar su derecho de crédito a una letra, la ha presentado al
descuento. E1 Banco como tercero de buena fe es inmune a las excepciones
personales que deriven del crédito (artículo 20 Ley Cambiaria), que une al consumidor, deudor combiario, con el empresario, vendedor, librador.
Situación ésta de perjuicio para el consumidor, con independencia de que en
el caso de Entidades de Financiación de ventas a plazos al comprador, la Jurisprudencia haya considerado que existe una intercomunicación entre el contrato
de compra-venta y e! de préstamo. Afirmando el Tribunal Supremo que los
derechos del financiador no son independientes sino derivados de la venta que se
financia. ( 17-VI-1974).
De ahí que afirme el profesor Chulia con rotundidad que la prohibición o
limitación del uso de la letra de cambio en la defensa que se le conceden frente al
vendedor, no se desvirtúen con la incorporación del derecho de crédito de éste a
una letra y la posterior trasmisión a un tercero de buena fe.
Frente a esta situación caben dos soluciones
A . Admitir el uso de letras en las operaciones de los consumidores pero
prohibiendo su endoso técnico. Así, la legislación inglesa y americana, establecen que caso de ser endosadas a un tercero ajeno al negocio causal, éste no
podrá alegar la condición de tercero poseedor de buena fe, y por tanto al no ser
inmune, el deudor podrá alegar excepciones basadas en su relación causal, origen de la deuda que se incorpora a la letra.
B. Prohibir pura y llanamente el libramiento de letras en este tipo de operaciones, ya que por su posibilidad de circulación pueden ir a parar a manos de un
tercero. Francia en 1978 prohíbe la firma por el comprador a crédito de letras de
cambio, bajo sanción de nulidad a éstas o multa al comerciarite vendedor (de 200
a 2.000 francos).
Esta segunda solución es quizá la más acertada, pues en la primera, prohibición del endoso, los consuniidores-aceptantes más ingenuos, seguirán pagando
estas letras frente a los endosatarios.
En nuestro país tendrá que ser la incorporación del Derecho Comunitario. la
que obligue a nuestro legislador a solucionar el problema, La propuesta de
Directiva de 27 de febrero prohíbe en las operaciones de crédito al consumo la
firma de letras de cambio y de cheques postdatados.
Esta futura medida afectará a las ventas de bienes muebles de una cuantía
limitada, pero permitirá que la letra sea un instrumento de crédito seguro, en
otros ámbitos del mundo empresarial, a la vez qiie solucionaiía una de las causas
de la crisis que sumió a la Ietra de cambio.
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