RESOLUCION Nº 300/00 En Buenos Aires, a los 25 días del mes de

Anuncio
RESOLUCION Nº 300/00
En Buenos Aires, a los 25 días del mes de octubre del
año dos mil, sesionando en la Sala de Plenario del Consejo de
la
Magistratura
del
Poder
Judicial
de
la
Nación,
con
la
Presidencia del Dr. Bindo B. Caviglione Fraga, los señores
consejeros presentes,
VISTO:
El expediente 438/99, caratulado “Suen, Dante José
Alfredo c/ integrantes de la Sala ‘A’ de la Cámara Civil”, del
que
RESULTA:
I. El Sr. Dante José Alfredo Suen denuncia a los
integrantes de la Sala “A” de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil -Dres. Jorge Escuti Pizarro, Ana María Luaces y
Hugo
Molteni-
“por
considerar
que
han
incurrido
en
mal
desempeño de sus funciones” en la actuación que les cupo al
entender en los recursos de apelación interpuestos en los autos
caratulados “Picarel, Jorge Osvaldo c/ Suen, Dante José Alfredo
y otro s/ daños y perjuicios”, tramitados originariamente ante
el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 36.
II. Relata el presentante que fue demandado en las
actuaciones referidas por los daños y perjuicios presuntamente
“derivados de una obra en construcción
que se realizaba en el
terreno de [su] propiedad de la calle Catamarca 1018 de Capital
Federal, lindero del inmueble propiedad de la actora sito en
Catamarca 1024”.
Destaca que en primera instancia se había hecho lugar
parcialmente a la demanda y que tal decisorio fue apelado por
ambas
partes.
magistrados
Agrega
que
cuestionados
la
resolución
-al
entender
dictada
en
los
por
los
recursos
interpuestos- no desvirtuó “en lo básico” los argumentos de la
sentencia del inferior, pero acogió los agravios de la actora
y modificó el monto de la condena, elevándolo de $ 5.819 a $
30.212,50 sin explicación razonable.
Manifiesta que la sala desestimó los fundamentos de
su apelación -en la inteligencia de que se trataban de una
“mera
‘reproducción
que
se
hacía
de
la
pericia’”-
y
mal
interpretó
un
informe
pericial
que
lo
absolvía
de
toda
responsabilidad en los daños -al tomarlo en parte- citando sólo
las probables proporciones de responsabilidad parcial que según otro informe podían caberle-, aplicándolo “a la totalidad
del inmueble”.
Sostiene que, de esa forma, se ignoraron “elementos
periciales fundamentales” a los cuales el fallo remitía y que,
por lo tanto, se llegó a una “conclusión errónea y arbitraria”.
Explica que, en primera instancia, se realizaron dos
informes y que él objetó la realización del segundo, por
entender que el primero de ellos era perfectamente claro y
categórico
pero
que,
de
todas
formas,
los
dos
expertos
designados llegaron a la misma conclusión: la responsabilidad
de los daños que padecía el inmueble de propiedad de la actora
se debían “a su propio abandono y [a la] falta de atención en
[su] conservación”.
Aduce que esta conclusión -que a su criterio debía
haber llevado al rechazo de la demanda- fue tratada de manera
disímil en primera y segunda instancia. Al respecto, indica que
la
sentencia
dictada
por
el
juzgado
estableció
“una
indemnización de $ 4.310 [equivalente al] 25% del monto de los
arreglos
según
valores
de
[la]
época
que
permanecieron
estables” y que, la apelación por él interpuesta, se encaminaba
a dilucidar si ese 25% se refería al total de la obra o se
limitaba a la reparación de dos de los ambientes afectados –
hall y estar- del inmueble.
Agrega que la resolución del superior habría alterado
el informe pericial practicado por el Ing. Dolinko, quien
habría
limitado
su
responsabilidad
-en
el
porcentaje
y
ambientes indicados- aplicando ese 25% al “total de los daños
verificados”.
Según afirma, esa interpretación constituiría una
lectura equivocada de la pericia y ese “grueso error” habría
llevado
a
que
se
lo
condenara
al
pago
de
una
“suma
desproporcionada e injusta por arbitraria”.
Asimismo, entiende que el decisorio carecería de
sustento legal y fáctico, pues, para establecer el porcentaje
a reparar, toma como base la suma de los daños materiales
totales indicados por el otro experto –Ing. Maluccio-.
Asevera también que la sentencia de la sala resulta
arbitraria al fijar el monto por daño moral.
Hace saber que interpuso recurso extraordinario, el
cual
fue
rechazado,
como
también
su
queja,
por
“razones
formales”.
II. Llegadas las actuaciones a conocimiento de la
Comisión de Acusación se solicitó la remisión de los autos
referidos en la denuncia; copia certificada de las piezas de
interés se agregaron como Anexo de este expediente.
CONSIDERANDO:
1º) Que de las constancias de los autos caratulados
“Picarel, Jorge Osvaldo c/ Suen, Dante José Alfredo y otro s/
daños y perjuicios” surge que:
1) El 23 de julio de 1991 la Dra. María Eleonor
Picarel -en su carácter de apoderada del Sr. Jorge Osvaldo
Picarel- demandó a los Sres. Dante José Alfredo Suen y Pablo
Pécora por los daños y perjuicios supuestamente producidos en
el inmueble de la calle Catamarca 1024 de esta ciudad, por la
obra
realizada
en
la
finca
lindera
y
por
la
suma
de
A
124.516.507, que podría resultar ampliada por incremento en el
valor
de
los
derivasen
por
daños
la
reclamados
misma
causa
y/o
los
-fs.
que
17/30
en
del
el
futuro
expediente
judicial-. Posteriormente el monto demandado fue incrementado
a la suma de A 170.266.325 -fs. 51/52-.
2)
El
Dr.
Juan
Carlos
Suen
-apoderado
de
los
accionados- al contestar la demanda, negó la responsabilidad
endilgada a sus representados en la producción de los daños y
cuestionó los montos reclamados -fs. 80/92 y 108/109-.
3) En el informe pericial efectuado por el Ing.
Maluccio
-fs.
1177/1224-
se
llegó
a
las
siguientes
conclusiones:
a) El muro medianero pudo ser de “0,45 mts” y que, a
la fecha del estudio, tenía “0,35 mts”, encontrándose el eje
medianero perfectamente definido no sobrepasando la estructura
el límite de los predios, razón por la cual no había influencia
en el valor de las propiedades. No se pudo comprobar un
debilitamiento en la capacidad portante del muro, “las viguetas
no
fueron
movidas
[y]
no
se
observó
desprendimiento
de
material”.
La estructura resistente del inmueble de Catamarca
1018 se encontraba dentro de su propio predio y no se observó
movimiento
de
viguetas;
tampoco
observaron
fisuras
en
las
bovedillas
estructurales.
No
se
en
la
base
del
muro
medianero -en el sector de las obras realizadas en la finca de
Catamarca 1018- y la estructura de este inmueble no apoyaba en
ese
muro,
siendo
para
la
Municipalidad
“una
estructura
independiente”.
Los movimientos en la región del muro medianero no
pudieron afectar la eficiencia de la membrana en el centro del
inmueble de Catamarca 1024.
b) La membrana de impermeabilización de la terraza
del
inmueble
de
envejecimiento”.
la
actora
Los
se
encontraba
cielorrasos,
“destruida
pinturas,
por
revoques
interiores, revestimientos y carpintería se vieron afectados
por incapacidad de la membrana de aislar las aguas pluviales y
las provenientes de la pileta.
Por la incidencia de las lluvias producidas entre
diciembre de 1989 y el mismo mes de 1990, la membrana referida
“se vio sometida a trabajar en forma extraordinaria y no pudo
resistir por encontrarse al final de su vida útil”. En su
desgaste, pudo haber influido el desagote de la pileta que se
encontraba en la azotea de la finca del Sr. Picarel, si es que
se hacía derramando el agua en la terraza “sin la manguera que
se observ[ó] instalada en forma precaria”.
En el informe también se indicó que: “La humedad
proveniente de la azotea aumentó el peso del cielorraso y el
efecto
de
degradación
del
metal
desplegado,
con
las
consecuencias de desprendimientos múltiples que se observaron
(...) el problema es una membrana que dejó de ser impermeable
por envejecimiento y los malos materiales componentes de las
estructuras de [soporte] complementaron el colapso de los
materiales del cielorraso, paredes, etc.”.
c) Se observó hundimiento de vereda y reparación en
la entrada del inmueble de Catamarca 1024.
Algunas paredes interiores de esa finca soportan
cargas de techo y la medianera en cuestión sirve de apoyo
únicamente a parte de la cubierta del hall.
El sector que presentaba movimientos era el muro de
frente y ello pudo deberse al peso provocado por el cantero, de
gran dimensión, ubicado en su parte superior a lo largo de todo
ese muro.
La pileta de natación del inmueble de Catamarca 1024
era
antirreglamentaria
por
estar
apoyada
en
la
medianera
determinar
el
valor
opuesta.
El
perito
coincidió
en
de
“reparación” de la propiedad -conforme al presupuesto que
acompañara la parte actora y que se encuentra agregado a fs.
982 del expediente judicial- en la suma de $ 120.850.
Por último, indicó que “el motivo de la presente se
resume en obsolecencia de la membrana impermeable en la azotea
de Catamarca 1024”.
4) De la pericia efectuada por el Ing. Moisés Dolinko
-fs. 2837/2876- y
su contestación a las impugnaciones -fs.
3087/3117- surgen las siguientes conclusiones:
a) El eje medianero entre los inmuebles es de 35 cm
de espesor en la parte inferior y 33 cm en la parte superior y
“no
ha
sufrido
modificaciones,
pues
esta
es
una
línea
imaginaria divisoria de propiedades y no necesariamente debe
coincidir con el recorrido de la parte central de la pared”.
Destacó que 25 cm correspondían a la finca del Sr. Picarel y 10
cm a la del Sr. Suen y que, en los planos originarios, la pared
era de 45 cm.
Existía
“una
invasión
de
estructura
[dentro
del
inmueble del Sr. Picarel] en cuanto a columnas de 2,5 cm”,
estimando que la reducción del valor del terreno por esa
invasión era de $ 63,97, importe que reiteró al contestar las
impugnaciones.
Por el debilitamiento de la medianera se produjo una
disminución de su capacidad portante, mas ello no se evidenció
ya que los testigos que colocó no se fisuraron.
La edificación del denunciante tiene una estructura
independiente de hormigón armado, que no ejerce acción directa
sobre el muro en cuestión.
b)
afectaron
Los
los
trabajos
perfiles
de
ejecutados
la
por
bovedilla
el
Sr.
Suen
estructural
“no
[del
inmueble del Sr. Picarel]”.
Los efectos de golpes para rebaje de muro en la obra,
no ocasionaron movimientos en las bovedillas de la finca de la
parte actora.
c)
“(l)as
humedades
constatadas
se
debían
a
obsolescencia de la aislación hidráulica de la cubierta [de la
finca de la actora], las filtraciones producidas en el sector
frente de la propiedad [del Sr. Picarel] en su planta baja y en
habitaciones posteriores de planta alta, no se deb[ían] a
causas de ejecución de la obra lindera sino a obsolescencia de
sus propias aislaciones de cubiertas”.
Continúa
“(l)os
deterioros
existentes
en
las
habitaciones de frente en planta baja y posteriores en planta
alta [eran] ajenos a la obra de la demandada”; los del hall y
estar de la finca del Sr. Picarel, eran atribuibles sólo
parcialmente a la obra efectuada por el Sr. Suen.
d) Se adoptaron precauciones concordantes con la
presencia de una propiedad antigua al demolerse la construcción
anterior y rebajar el muro medianero y, salvo los daños que se
indicaron en párrafos anteriores, los demás deterioros de la
finca de la actora no se debían al desarrollo de la obra de la
demandada.
Concluyó
cielorrasos
de
las
que:
“(l)as
causas
habitaciones
de
la
de
caídas
actora
se
de
los
deben
a
deterioros progresivos por filtraciones a través de su propia
cubierta(...) En cuanto a la fisura que se observa en la pared
separatoria entre [el] hall y [el estar] puede tener origen en
vibraciones de la obra(...) La obra de Catamarca 1018, no
afectó la medianera entre los inmuebles de Catamarca 1024 y
1030(...) Las filtraciones(...) en la propiedad de la actora se
deben a causas existentes en la aislación hidráulica de la
cubierta de dicha propiedad, ajenas a los motivos del presente
juicio”.
El techado asfáltico de la propiedad de la actora fue
calificado por el experto como “de elevada antigüedad(...)
obsoleta
y
sin
capacidad
para
proveer
aislación
a
construcciones ubicadas inferiormente” -agregó- “el techado no
cumple(...)
función
aislante
alguna”,
dado
su
grado
de
obsolescencia.
En su contestación a las impugnaciones destacó: “los
daños por filtraciones en sector medianero de (h)all y (e)star,
son parcialmente debidos a la obra de la demandada(...) se
estima que la incidencia de los rubros revoques y pintura en
dicho local, es del 25 % debido a la obra y 75% debido a
situaciones propias de la falta de mantenimiento adecuado en la
finca de la actora. En cuanto a las deficiencias indicadas(...)
en los restantes ambientes de la propiedad de la actora, se
deben en su totalidad a situaciones propias de la misma”.
5) La sentencia de primera instancia -dictada el 21
de noviembre de 1996- hizo lugar parcialmente a la demanda,
considerando que los hechos reales y probados llevaron a la
convicción
de
que:
a)
“la
disminución
del
espesor
de
la
medianera(...) había provocado [su] debilitamiento”; b) había
“signos de deterioros y/o fisuras incluyendo [el] frente y [la]
parte opuesta a la que linda con la propiedad demandada”; c) la
humedad existente en la “cocina y [las] habitaciones de [la]
planta
alta
no
ten[ían]
vinculación
alguna
con
la
obra
[ejecutada por el Sr. Suen]; d) la humedad constatada “en [el]
frente y [en la] planta alta se deb[ían] a la obsolescencia de
la aislación hidráulica, agravada por las lluvias”; e) el
rebaje del espesor del muro medianero efectuado en la obra de
la demandada había provocado, en forma parcial, deterioros en
el hall y en el estar; f) las restantes fisuras visibles en el
sector frente se debían a la “vibración del tránsito”; y g) en
el hall y en el estar “el 25% de la situación general [se
debía] a la obra de la parte demandada y el 75% [restante] a la
situación
propia
del
inmueble
de
Catamarca
1024".
En
consecuencia, se fijó el monto de la reparación de los daños
ocasionados en el inmueble de la parte actora por la ejecución
de la obra de la demandada “en el 25% del reclamo formulado”,
estimándolo “en $ 4.319(...) toda vez que representa el exacto
25%
de
la
cantidad
[pedida
por
la
accionante]”,
dejando
constancia que se trataba de moneda estable por encontrarse
vigente la ley 23.928. Estimó la reparación del daño moral en
$ 1.500 y ordenó la adición de intereses a la tasa pasiva
promedio mensual publicada por el Banco Central de la República
Argentina a partir del 22 de noviembre de 1990 -fs. 3275/3278-.
6) Esta sentencia motivó la interposición de recursos
de apelación por ambas partes.
En
el
escrito
presentado
ante
este
Consejo,
el
denunciante -entre otros agravios- cuestionó el porcentaje
establecido en la sentencia para la reparación de los daños que
le correspondía. Para ello citó párrafos de las conclusiones
del estudio pericial efectuado por el Ing. Dolinko que se han
transcripto.
La actora también expresó agravios descalificando las
pericias y los montos fijados para reparación de los daños.
7) La sala “A” de la Cámara Nacional de Apelaciones
en
lo
Civil
-integrada
por
los
magistrados
denunciados-
resolvió
las
cuestiones
planteadas
por
vía
de
apelación,
conforme se desprende de fs. 3614/3621.
En la resolución dictada el 15 de septiembre de 1998,
la
alzada
declaró
desierto
el
recurso
de
la
demandada
y
parcialmente el de la actora y se explayó sobre la labor de los
expertos designados de oficio -como asesores de la justicia que
aportan los antecedentes que permiten al juzgador “obtener un
conocimiento cabal de los hechos que sólo pueden penetrarse a
través de una cultura especializada”- destacando la pericia
efectuada por el Ing. Dolinko, de quien se dijo que había dado
un “amplio espectro de lo ocurrido”.
Para fijar el valor de reparación de los daños se
tuvo en cuenta la estimación efectuada por el Ing. Maluccio que
coincidía con un presupuesto agregado por la actora a fs. 982,
elevando el monto de condena a la suma de $ 30.212,50, es decir
el 25% de ese presupuesto. Sobre el particular, se expresa que
no
se
había
formulado
crítica
eficaz
a
ese
porcentaje
determinado en primera instancia.
Contra tal decisorio, el denunciante dedujo recurso
extraordinario, que fue rechazado -fs. 3644-.
2º) Que, conforme se ha señalado, el trámite impreso
a las actuaciones en sede judicial fue correcto y regular.
El peticionante, en su denuncia, asevera que los
integrantes de la Sala “A” de la Cámara Nacional de Apelaciones
en
lo
Civil
malinterpretaron
el
informe
pericial
que
lo
absolvía de toda responsabilidad en los daños, tomando sólo la
suma considerada como monto de las reparaciones y evaluando
luego las probables proporciones de responsabilidad parcial que
podían caberle, según lo citado en otro informe, aplicándolo a
la totalidad del inmueble.
Sostiene asimismo que, por ello, se llegó a una
“conclusión errónea y arbitraria”.
Surge de lo reseñado que, conforme lo señala el
denunciante,
se
utilizaron
elementos
conclusivos
de
dos
dictámenes periciales realizados por distintos expertos.
En
el
primero
de
ellos
-elaborado
por
el
Ing.
Maluccio- prácticamente se eximía de responsabilidad en la
producción de los daños a la parte demandada y, a los fines
ilustrativos -respondiendo a requerimientos de las partes- se
efectuó una estimación de valor de las reparaciones.
En el realizado por el Ing. Dolinko -más preciso y
pormenorizado- se atribuyó un grado de responsabilidad de la
parte demandada en la producción de los daños, la que no fue
cuantificada en porcentaje alguno, salvo al decir: “los daños
por filtraciones en sector medianero de hall y estar, son
parcialmente debidos a la obra de la demandada(...) se estima
que la incidencia de los rubros revoque y pintura en dicho
local, es del 25% debido a la obra y 75% debido a situaciones
propias de la falta de mantenimiento adecuado en la finca de la
actora”.
3º) Que, por ello, la fijación de ese porcentaje en
la sentencia de primera instancia, aparece como el resultado de
las conclusiones a las que arribó el juzgador en uso de las
facultades que le confiere la ley, pudiendo afirmarse lo propio
de lo decidido por la alzada.
4º) Que, aún en la hipótesis de que pudiera asistirle
razón al denunciante en orden a que el fallo discutido habría
sido erróneo, lo cierto es que a este Consejo le está vedado
inmiscuirse en cuestiones jurisdiccionales, cuando ellas son
producto de procesos –como acontece en el que nos ocupa- en los
que se han respetado las reglas que imponen las leyes de fondo
y forma.
En tal sentido, ha de remarcarse que el remedio para
tales supuestos está previsto en la correcta deducción de los
medios de impugnación que el código de rito establece a tal
fin.
Como se ha sostenido en numerosos precedentes, no
puede este Cuerpo constituirse en instancia revisora de fallos
judiciales que cumplen las condiciones ya citadas.
5º) Que, más allá del acierto o error en que hubieran
incurrido los jueces al fallar, no logra apreciarse en su
actuar la concurrencia de elementos que permitan sostener la
imputación
de
mal
desempeño
que
se
les
endilga
en
este
expediente.
Asimismo, la conducta desplegada por los magistrados
denunciados tampoco se encuadra en una falta merecedora de
sanción disciplinaria, en los términos del artículo 14 de la
ley 24.937 (t.o. por decreto 816/99). En consecuencia -y de
conformidad con lo propuesto por la Comisión de Acusación
(dictamen 61/00)- corresponde desestimar la denuncia formulada.
Por ello,
SE RESUELVE:
1º)
Desestimar
el
pedido
de
apertura
del
procedimiento de remoción de los integrantes de la Sala “A” de
la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital
Federal, Dres. Jorge Escuti Pizarro, Ana María Luaces y Hugo
Molteni.
2º) Notificar al denunciante y a los magistrados
denunciados, y archivar las actuaciones.
Regístrese.
Firmado por ante mí, que doy fe.
Fdo.: Ricardo A. Branda - Bindo B. Caviglione Fraga - Melchor
R. Cruchaga - Pablo D. Fernández - Javier E. Fernández Moores
- Angel F. Garrote - Juan C. Gemignani - Juan M. Gersenobitz Margarita A. Gudiño de Argüelles - Claudio M. Kiper - Diego J.
May Zubiría - Eduardo D.E. Orio - Alfredo I.A. Vítolo Santiago H. Corcuera (Secretario General)
Descargar