EJERCICIO 3: RELACIONA EL SIGUIENTE FRAGMENTO CON IDEAS DE OTROS AUTORES DE SU ÉPOCA. “Por todo lo que se ha dicho, el lector percibirá fácilmente que la filosofía contenida en este libro es muy escéptica, y tiende a darnos una noción de las imperfecciones y estrechos límites del entendimiento humano. Casi todo razonamiento es aquí reducido a la experiencia; y la creencia, que acompaña a la experiencia es explicada como no otra cosa que un peculiar sentimiento, o concepción vívida producida por el hábito. Ni siquiera es esto todo: cuando creemos en una cosa cualquiera de existencia externa, o suponemos que un objeto existe un momento después de dejar de ser percibido, esta creencia no es nada más que un sentimiento de la misma clase. Nuestro autor insiste en otras varios tópicos escépticos y concluye, en suma, que asentimos a nuestras facultados y empleamos nuestra razón porque no podemos remediarlo.”(Página 298 de Lecturas ... .) Repasa los argumentos del escepticismo metódico de Descartes y compáralos con los argumentos escépticos de Hume. Compara el hecho de que en un caso los argumentos sean previos al desarrollo de la investigación y en el otro caso sean un resultado. Intenta explicar qué conduce a cada uno de los autores a dos tipos de escepticismo diferentes. “Cuando creemos en una cosa cualquiera de existencia externa…….esta creencia no es nada más que un sentimiento de la misma clase”. Compara la posición de Hume con respecto a la existencia de los objetos externos con el Texto 3 cuyo autor es Descartes. Relaciona los límites del conocimiento para Hume con los que aparecen en Textos 6 y 7 , ambos escritos por Locke. Explica la posición de Berkeley con respecto a la existencia de los objetos externos y compárala con la de Hume. Lee el Texto 8 perteneciente a Kant y redacta una líneas acerca de si la distinción entre conocimiento a priori y conocimiento empírico puede resolver la cuestión del escepticismo o al menos señalar una vía para superarlo. Busca en el apartado Introducción a la filosofía moderna, del libro Lecturas.... las características fundamentales del pensamiento moderno que van a dar lugar a la toma de conciencia de los filósofos de las limitaciones del conocimiento humano. Amplía tus conocimientos sobre el escepticismo en la época consultando en los sitios siguientes: http://www.cibernous.com/glosario/alaz/escepticismo.html racionalismo/filosofia-de-la-ilustracion y http://filosofia.laguia2000.com/el- TEXTO 3: La teoría de las impresiones de Hume puede entenderse en relación al problema presentado por Descartes Las ideas de cosas corpóreas proceden de mí mismo. En la medida en que son ideas confusas y oscuras, yo mismo soy la causa del error. “Ahora bien: entre mis ideas, además de la que me representa a mí mismo (y que no ofrece aquí dificultad alguna) hay otra que me representa a Dios, y otras a cosas corpóreas e inanimadas, ángeles, animales y otros hombres semejantes a mí mismo. Más, por lo que atañe a las ideas que me representan otros hombres, o animales, o ángeles, fácilmente concibo que puedan haberse formado por la mezcla y composición de las ideas que tengo de las cosas corpóreas y de Dios, aun cuando fuera de mí no hubiese en el mundo ni hombres, ni animales, ni ángeles. Y, tocante a las ideas de las cosas corpóreas, nada me parece haber en ellas tan excelente que no pueda proceder de mí mismo; pues si las considero más a fondo y las examino como ayer hice con la idea de la cera, advierto en ellas muy pocas cosas que yo conciba clara y distintamente; a saber, la magnitud, o sea la extensión en longitud anchura y profundidad; la figura, formada por los límites de esa extensión, la situación que mantienen entre sí los cuerpos diversamente delimitados; el movimiento, o sea, el cambio de tal situación, pueden añadirse la substancia, la duración y el número. En cuanto a las demás cosas, como la luz, los colores, los sonidos, los olores, los sabores, el calor, el frío y otras cualidades perceptibles por el tacto, todas ellas están en mi pensamiento con tal oscuridad y confusión que hasta ignoro si son verdaderas o falsas y meramente aparentes; es decir, ignoro si las ideas que concibo de dichas cualidades son, en efecto, idas de cosas reales, o bien representan tan sólo seres quiméricos, que no pueden existir. (…………….) Y por cierto , no es necesario que atribuya a esas ideas otro autor que yo mismo, pues si son falsas –es decir, si representan cosas que no existen- la luz natural me hace saber que provienen de la nada, es decir, que si están en mí es porque a mi naturaleza –no siendo perfecta- le falta algo; y si son verdaderas, como de todas maneras tales ideas me ofrecen tan poca realidad que ni llego a discernir con claridad la cosa representada del no ser, no veo por qué no podría haberlas producido yo mismo” R.Descartes, Meditaciones metafísicas. Ed. Alfaguara, 1977. Meditación VI, pág. 63. TEXTO 6: Se puede comparar la crítica de Locke y Hume a la idea de sustancia. “De manera que si alguien se propone examinarse a sí mismo respecto a su noción de la pura sustancia en general, encontrará que no tiene acerca de ella alguna otra idea, sino una mera suposición de no saber qué soporte de aquellas cualidades que sean capaces de producir ideas simples en nosotros; cualidades que normalmente son llamadas accidentes. Si se pregunta a alguien cuál es el sujeto para el que el color o el peso son inherentes, no podrá responder sino que son las partes sólidas y extensas; y si se le pregunta qué es aquello a lo que la solidez y la extensión son inherentes, no estará en mejor situación que la del indio antes mencionado, que al decir que el mundo los soportaba un gran elefante, le fue preguntado que en qué se apoyaba, su vez, dicho elefante. A ello respondió que se apoyaba en una gran tortuga; pero como insistió en preguntarle sobre qué se apoyaba esa tortuga de espaldas tan grandes, respondió que era algo que él no sabía. Lo mismo ocurre en el asunto del que nos estamos ocupando, que en todos los demás casos en los que se emplean palabras sin tener ideas claras y distintas; entonces hablamos como niños que, al ser preguntados qué es tal o cual cosa que desconocen, dan de inmediato esta respuesta satisfactoria: que es “algo”, lo que en verdad no significa, cuando se emplea de esta manera bien por los niños o por los hombres, sino que no saben qué cosa es, y aquello sobre lo que dicen tener algún conocimiento y de lo que hablan, es algo de los que nos tienen ninguna idea distinta, de manera que están respecto a ello en una ignorancia total y en una oscuridad absoluta. Por tanto, idea que tenemos y a la que damos el nombre de sustancia, como no es nada sino el supuesto soporte, pero desconocido, de aquellas cualidades que encontramos que existen, y de las que imaginamos que no pueden subsistir sine re substante, sin nada que los soporte, denominamos a este soporte sustancia; la cual, según el verdadero sentido de la palabra, significa en nuestro idioma, lo que está debajo o lo que soporta”. J.Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano. Editora Nacional, Madrid, 1981, p. 435. TEXTO 7: La revisión de la relación causa-efecto y de la idea de sustancia produce en “25. Todas nuestras ideas, sensaciones o cosas que percibimos, cualesquiera que sean los nombres por los que las distingamos, son visiblemente inactivas; nada hay en ellas de poder o actividad. De manera que una idea u objeto de pensamiento no puede producir o hacer alteración alguna de otro. Para quedar satisfecho de la verdad de esto que digo, sólo hacer falta una mera observación de nuestras ideas. Pues como tanto ellas como cada una de sus partes existen sólo en la mente, de ello se sigue que no hay nada en ellas, excepto lo que es percibido. Quienquiera que se detenga a considerar sus propias ideas, tanto del sentido como de la reflexión, no percibirá en ellas ningún poder o actividad; no hay, por tanto tal cosa contenida en ellas. Un poco de atención nos revelará que el mismo ser de una idea implica pasividad e inercia. Tanto es ello así, que es imposible que una idea haga algo, o, hablando estrictamente, que sea causa de nada. Tampoco pude ser la semblanza o imagen de un ser activo, como hemos demostrado en la Sección 8. De lo cual se sigue claramente que la extensión, la figura y el movimiento no pueden ser la causa de nuestras sensaciones. Decir, por tanto que éstas son el efecto de poderes resultantes de la configuración, número, movimiento y medida de corpúsculos, tiene forzosamente que ser falso. 26. Percibimos una sucesión continua de ideas, algunas nos son suscitadas de nuevo; otras cambian o desaparecen por completo. Hay, por tanto, alguna causa de esas ideas, de la cual éstas dependen, y que las produce y las cambia. Que esta causa no puede ser una cualidad, o idea, o combinación de ideas, resulta claro de lo que se ha dicho en la sección precedente. Debe ser, por consiguiente, una sustancia; pero ya se ha mostrado que no hay sustancia que sea corpórea o material; sólo queda, por tanto, que la causa de nuestras ideas sea una sustancia incorpórea activa, es decir, un espíritu. 27. Descubro que puedo excitar ideas en la mente siempre que yo quiera y variar y cambiar la escena siempre que me parezca oportuno. Basta con quererlo para que inmediatamente ésta o aquella idea surja en mí fantasía; y, haciendo uso del mismo poder, puedo obliterarla y hacer sitio a otra. Este hacer y deshacer ideas da ocasión a que muy apropiadamente podamos decir que la mente es activa. Esto es cierto y está fundado en la experiencia; pero cuando hablamos de agentes no- pensantes o de ideas suscitadoras, fuera de la mera volición, entonces es que sólo estamos jugando con las palabras. 139. Pero se me objetará que no si hay ninguna ideas significada por los términos, alma, espíritu y sustancia. A ello respondo que esas palabras sí que significan una cosa real que no es ni una idea ni nada parecido a una idea sino un algo que percibe ideas, que tiene voluntad y que razona acerca de ellas. Lo que yo mismo soy, eso que yo denoto mediante el término “Yo”, es lo mismo que lo que queda significado por los términos alma o sustancia espiritual. Si se me dice que esto es sólo una disputa de palabras, y que como los significados inmediatos de otros términos han sido, por común consenso, llamados ideas, no se ve por qué lo significado por los nombres espíritu o alma no puede participar de ese mismo apelativo. A esto respondo que todos los objetos nopensantes de la mente coinciden en ser enteramente pasivos, y que su existencia consiste en ser percibidos mientras que un alma o espíritu es un ser activo cuya existencia no consiste en ser percibido sino en percibir ideas y pensar, Es, por tanto, necesario, a fin de evitar la equivocación de confundir naturalezas que son enteramente contrarias o desemejantes, que distingamos entre espíritu e ideas” G. Berkeley. Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Alianza editorial, Madrid, 1992, pp. 69-71 y 145. TEXTO 8: Se puede detectar la influencia de Hume en Kant. “No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros sentidos y que ora producen por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento la capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones, para enlazarlas o separarlas y para elaborar de este modo la materia bruta de las impresiones sensibles con vistas a un conocimiento de los objetos denominado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal ningún conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma. En tal supuesto, no distinguiríamos esta adición respecto de dicha materia fundamental hasta tanto que un prolongado ejercicio nos hubiese hecho fijar en ella y nos hubiese adiestrado para separarla. Consiguientemente, al menos una de las cuestiones que se hallan más necesitadas de un detenido examen y que no pueden despacharse de un plumazo es la de saber si existe semejante conocimiento independiente de la experiencia, e, incluso, de las impresiones de los sentidos. Tal conocimiento se llama a priori y se distingue del empírico, que tiene fuentes a posteriori, es decir, en la experiencia. De todas formas, la expresión a priori no es suficientemente concreta para caracterizar por entero el sentido de la cuestión planteada. En efecto, se suele decir de algunos conocimientos derivados de fuentes empíricas que somos capaces de participar de ellos o de obtenerlos a priori, ya que no los derivamos inmediatamente de la experiencia, sino de una regla universal que sí es extraída, no obstante, de la experiencia. Así, decimos que alguien que ha socavado los cimientos de su casa puede saber a priori que ésta se caería, es decir, no necesita esperar la experiencia de su caída de hecho. Sin embargo, ni siquiera podría saber esto enteramente a priori, pues debería conocer de antemano, por experiencia, que los cuerpos son pesados y que, consiguientemente, se caen cuando se les quita el soporte. En lo que sigue entenderemos, pues, por conocimiento a priori el que es absolutamente independiente de toda experiencia, no el que es independiente de esta o aquella experiencia. A él se opone el conocimiento empírico, el que sólo es posible a posteriori, es decir, mediante la experiencia. Entre los conocimientos a priori reciben el nombre de puros aquellos a los que no se les ha añadido nada empírico. Por ejemplo, la proposición “Todo cambio tiene su causa” es a priori, pero no pura, ya que el cambio es un concepto que sólo puede extraerse de la experiencia”. I.Kant, ”Prólogo a la primera edición de la Crítica de la Razón Pura”, Alfaguara, Madrid, 1984, pp. 41-43.