LA PERSONA DE EDAD Y SU APORTACION PERMANEF4TE`

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La dependencia de la familia debe ser selectiva y si la persona de edad está
sola o vive lejos de familiares o amigos la enfermera tratará de conseguir más
servicios de organismos profesionales o voluntarios.
Sin embargo, para una
minoría de personas de edad con impedimentos será inevitable el traslado a un
hospital u otra institución de asistencia. Comprendiendo
el efecto que la vida
en una institución ejerce en la persona de edad apartada de su ambiente normal, la enfermera procurará que Lrsta siga en lo posible controlando sus actividades personales.
En el período precedente y consecutivo a la muerte es probable que haya que
prestar atención integral a la familia o los amigos de la persona de edad enferma. La enfermera puede aliviar los síntomas físicos de angustia, pero la respuesta al estado emocional del agonizante es más difícil; para vencer esa dificultad ha de estar al tanto de las costumbres locales y de los aspectos sociales y
religiosos que se atribuyen a la muerte, así como del estado de animo de familiares y amigos.
El aprovechamiento
eficaz por todos los países de la red de enfermería para
la atención de las personas de edad podtia reportar beneficios de gran alcance.
El personal de enfermeda ocupa una posición favorable para dispensar asistencia con anticipación,
evitar modos de vida conducentes a enfermedad o invalidez en la edad avanzada y fomentar prácticas que contribuyan
a una vejez sana. En los países industriales, la enfermera debe estar al tanto de las responsabilidades del empleador y del empleado en lo que respecta al logro de un rendimiento óptimo a cualquier edad y preparar al trabajador para la jubilación,
con el fin de hacer más llevadero el paso de la condición de “empleado” a la de
“jubilado”.
La previsión al establecer planes para las futuras personas de edad y el desarrollo de un sentido agudo de oportunidad
en relación con los ancianos de
hoy, deben ser atenciones prioritarias para todos los servicios de enfermeda, si
se quiere conseguir que la calidad de la vida en la vejez sea satisfactoria en todo
el mundo.
LA PERSONA DE EDAD Y SU APORTACION PERMANEF4TE’
La función de la persona de edad en la fuerza laboral se concibe de distinta
manera en los países en desarrollo y en fos desarrollados. En Francia, por
ejemplo, la política de la nueva administración
es estimular la producción y
combatir el desempleo reduciendo la semana de trabajo a 35 horas y adelantando la edad de jubilación a los 60 años para los hombres y a 55 para las mujeres.
* Por MaIcolm S. Adismhian,
Imdtnto
de ltmxli~
sobre el ll3ewroE0,
Madr&,
India.
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a los 30 millones aproximadamente
de jóvenes que están a la espera y a los 100
millones que engrosarán las filas en el año 2000. Ello representa un impresionante potencial de producción que debería permitir a los pal’ses en desarrollo
el mejoramiento de su PNB. Sin embargo, el dilema es que la mayoría de las
personas en edad de jubilación conservan la plenitud de sus facultades y aptitudes.
Lucha por la equidad
Al seguir siendo productivas, las personas de edad contribuyen a reducir la
pobreza. Sin embargo, el problema no es únicamente la pobreza, sino también
la falta de equidad ya que sólo una minoria goza de buena posición. Segtín estudios de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, en los países en desarrollo
no socialistas el 84q;ó de la población total, o sea 1 500 millones, vive en la
pobreza (y la cifra aumenta en unos 24 millones al año) mientras que el 16%
disfruta de la abundancia y se enriquece en un 0,05% al año. La “revolución
verde”, por ejemplo, beneficia solamente al 20% de los agricultores (los que
tienen explotaciones grandes e intermedias);
el crédito les favorece; la educación tiende a concentrarse en el 20% de la sociedad; los servicios de salud, que
son urbanos y hospitalarios,
no llegan a la mayoda rural. En resumen, los beneficios del aumento de la producción recaen en la minoría acomodada.
De ahí que el problema de la persona de edad en esas sociedades sea el
problema del pobre explotado y sin organizar, y que la lucha contra la causa
b%sica de su pobreza sea la lucha contra las desigualdades e injusticias que caracterizan a dichas sociedades. Por consiguiente, es de interés para la mayoría
pobre organizarse y, en esa organización de los pobres por los pobres, las personas de edad, por razón de su experiencia, condición social y conocimientos,
tienen una función capital que desempeñar. En esa lucha contra la desigualdad y en pro de la justicia, las personas de edad de escasos recursos, que constituyen la gran mayotia del grupo, deben figurar a la cabeza.
Conservación de valores
En las sociedades precitadas, la persona de edad debe esforzarse por considerar el desarrollo en un contexto amplio, como medio de conservación y transmisión de los valores que dan carácter humano a la vida. Para ello, cuenta con
dos cualidades únicas: memoria y experiencia. La persona de edad es un repositorio de sabidur’ra y de normas éticas de comportamiento.
El anciano sagaz
(brahn$n de la India, mandatin de China, imán de las culturas árabes o sabio
de la aldea africana) practica tradicionalmente
modos de vida que recogen y
transmiten los valores de tolerancia, en lugar de disputa vana; cooperación, en
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CRONICA
lugar de competitividad
est&il; e interés por los demás, en lugar de afán de fiscalización y poder.
En la mayoría de las familias pobres, las personas de edad asumen la principal
responsabilidad por los niños, que generalmente no pueden aspirar a una educación oficial. De sus tíos y abuelos el niño recibe el tipo de educación denominado
aprendizaje por fa práctica, es decir, las lecciones que capta, comprende y asimila el individuo por sus propios medios. Esa labor educativa reúne al niño y al
adulto
y complementa
el sistema
escolar,
compensando
a veces su formalismo
e
inadecuación, además de ofrecer oportunidades de participación genuina en la
educación mutua. Esta contribución propia de las personas de edad a la educación de los jóvenes pone de relieve el valor que representan dichas personas para
la sociedad e imprime un sentido de urgencia a la atención de sus necesidades en
materia
de atención
médica,
vivienda
y transporte.
Hechos y cifras
l Cuando
se escriba la historia social del presente siglo, uno de los
hechos más notables será sin duda el predominio numérico de las perso-
nas mayores de 65 años.
l Vivir
hasta la edad de 70 u 80 años es un privilegio del siglo XX en
la mayor parte de los países industrializados;
más de la mitad de los varones recién nacidos llegarán a los 70, y más de la mitad de las mujeres,
a los 80.
l El envejecimiento
es una fase normal de la vida humana y debe
considerarse como tal.
l La mayoría
de fas personas de edad son independientes
y, lo que es
más, siguen aportando algo a la sociedad y a sus familias.
l Para el año 2000, en América
Latina y el Caribe 36 países llegarán
a la tategoría de los que alcanzan una esperanza de vida de 65 años o
más.
l En América
Latina el porcentaje de poblacion mayor de 65 años en
1980 es de 4,0 y el previsto para el año 2000 es de 4,6; esto representa un
aumento de 13 millones de individuos.
l En América
del Norte (Estados Unidos y Canadá) la población mayor de 65 años sobrepasaba el ll % del total en 1980 y será del 12,1% en
el año 2000.
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