DEPARTAMENTO DE POSGRADO FACULTAD DE DERECHO UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES Pág. 1 SISTEMAS EXPERTOS JURÍDICOS: PREMISAS PARA UN BALANCE (por Antonio Enrique Pérez Luño)* 1. Planteamiento. En el año 1987 Richard Sussekind publicó una obra que pretendía abordar de forma global y totalizadora los presupuestos teóricos, métodos operativos y prestaciones de los sistemas informáticos basados en el conocimiento en la esfera jurídica. Ese libro contenía afirmaciones de contrapuesto signo: a) reflejaba cierto confiado optimismo su creencia de que la I.A. es quizá el logro intelectual más estimulante que se ha producido desde el advenimiento de la tecnología informática, con importantes repercusiones para el razonamiento jurídico; o su aserto de que, sin duda, los sistemas expertos tienen un amplio espacio de aplicaciones potenciales en el ámbito jurídico (1987, 7 y 11; b) pero mostraba cautela al reconocer que, hasta entonces, el desarrollo de los sistemas informáticos basados en el Conocimiento no había logrado en el derecho resultados comercialmente operativos, ni en el plano legislativo, ni en el del precedente judicial, pese a su elevada significación heurística y a su creciente trasparencia y flexibilidad (1987, 32). Trascurrido más de un lustro desde que fueron avanzadas esas opiniones, y dada la celeridad con que se suceden los avances tecnológicos y sus eventuales repercusiones jurídicas, no parece del todo ocioso trazar un balance que evalúe lo acontecido en estos últimos años en este sector nuclear de la informática jurídica. 2. De la inteligencia artificial (I.A.) a los sistemas expertos (S.E.) en el derecho. Al promediar la década de los años 70 se conforma uno de los sectores más dinámicos y en constante evolución de la informática jurídica metadocumental o decisional, el se refiere a la aplicación al derecho de la inteligencia artificial (I.A.) y los sistemas Expertos (S.E.). La inteligencia artificial alude al conjunto de actividades informáticas que si fueran realizadas por el hombre sin considerarían producto de su inteligencia. La propia amplitud de estas operaciones que abarcan desde la comprensión de lenguajes naturales, el reconocimiento de imágenes o sonidos, hasta una amplia y diversa gama de juegos y simulaciones, han determinado una necesidad de acotar y delimitar su ámbito. A ello también ha contribuido la contradicción que supone predicar de entidades ajenas al hombre el rasgo humano por excelencia, o sea, la inteligencia. De ahí que hoy se aluda preferentemente a lo que es el sector más importante de la inteligencia artificial, el que se refiere a los sistemas expertos. Tales sistemas incorporan, de una manera práctica y operativa, el conocimiento que posee un experto en la materia de que se trate. Consisten en programas que reproducen las actuaciones que ha previsto el experto que los diseña. Entre los sistemas expertos más notorios de nuestros días se encuentran los dirigidos al diseño artístico o arquitectónico, la localización de yacimientos minerales y el diagnóstico médico. El paralelismo entre el diagnóstico clínico y el dictamen o razonamiento jurídico ha propiciado una copiosa bibliografía sobre experiencias de aplicación de los S.E. al derecho. Se indica que al igual que el médico dictamina en función de alojar los síntomas de la enfermedad en un cuadro de patologías, el jurista mediante el silogismo de la subsunción atribuye a unos hechos tipificados las consecuencias jurídicas previstas en la norma. En función de ello han proliferado en estos años una serie de proyectos y prototipos de sistemas expertos jurídicos (S.E.J.) en