las necrópolis medievales cristianas en la comarca mirandesa

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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao
Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia
N.º XXIII, pp. 111-139, 1996
ISSN 0214-7971
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA
COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
Jacinto Campillo Cueva (*)
RESUMEN
El presente artículo analiza un conjunto de 65 necrópolis medievales descubiertas en la comarca próxima a
Miranda de Ebro (Burgos). A través de esta manifestación sepulcral queda patente la importancia de esta zona
durante el proceso de repoblación y asentamiento definitivo de los cristianos, circunstancia apenas tratada en las
fuentes escritas.
RESUME
Le travail analyse les 65 nécropoles médiévales cataloguées dans la contrée de Miranda de Ebro (Burgos).
Au moyen de ces manifestations sépulcrales il rend évident l'importance de cette zone géographique pendant la
repopulation et le definitif établissement des chrétiens, aspect peu connu par le moyen des sources écrites.
LABURPENA
Artikulu honek, Miranda de Ebro-tik (Burgos) gertu dagoen eskualdean aurkitu diren erdi aroko 65 nekropolien multzoa aztertzen du. Hilobi bidezko aurkitze honen bidez nabari geratzen da berbiztanlegotze eta kristauen behin betiko kokatzearen prozesuan zehar alde honek izan zuen garrantzia, zertzelada hau ia agertzen ez
delarik idatzitako iturrietan.
(*)
Petronila Casado, 22.
09.005 BURGOS.
112
JACINTO CAMPILLO CUEVA
l. INTRODUCCIÓN
Antes de abordar el estudio que nos proponemos,
es conveniente realizar varias aclaraciones en aras a
una mejor comprensión del mismo. En principio,
nuestro propósito es investigar todas las manifestaciones sepulcrales conocidas hasta la actualidad, bien
aparezcan de forma aislada bien constituyan un conjunto cementerial. En consecuencia, se incluye cualquier tipo de sepulcro que, presumiblemente, fuera
utilizado durante la Edad Media por los cristianos
asentados en la comarca de Miranda de Ebro. Esto
implica la exclusión de todo vestigio funerario anterior, coetáneo de carácter marginal o posterior al siglo
XV. Sin embargo, se exceptúan los cementerios de las
parroquias, incluso cuando hayan deparado huesos
sueltos o hueseras, ya que todas ellas contaron con
uno a su alrededor. A esta norma general escapan los
cementerios propios de iglesias desaparecidas hace
varios siglos, como es el caso de las pertenecientes a
despoblados medievales.
Por tanto, la secuencia cronológica es muy amplia
dado que abarca todo el medievo: desde el siglo V al
XV, ambos inclusive. La introducción del cristianismo en la comarca mirandesa debió producirse durante el Bajo Imperio Romano, aun cuando por entonces
no llegase a desplazar completamente a los cultos
paganos. Según CANTERA y ANDRÍO (1991), a
partir de la V centuria la zona próxima a Miranda
debió experimentar un notable desarrollo de la vida
eremítica al difundirse el ejemplo dado por San
Millán, y luego con la fundación de la sede de Auca.
Sin embargo, la generalización de la nueva religión
no se produjo hasta el siglo VIII a raíz del establecimiento de los foramontanos en la zona (AZKÁRATE,
1988). A pesar de estas afirmaciones teóricas, las primeras evidencias sepulcrales cristianas actualmente
conocidas en el área mirandesa no deben situarse más
allá de las centurias VIII y IX, coincidiendo con la
llegada de los repobladores.
Además del catálogo de tumbas, se han incorporado otros vestigios arqueológicos estrechamente
vinculados con ellas, como es el caso de las estelas.
No obstante, se ha omitido de forma deliberada cualquier otro tipo de hallazgo (eremitorios, despoblados,
etc.) por no reflejar directamente el fenómeno funerario.
Durante la época bajoimperial, estas tierras mirandesas pertenecieron a la Tarraconense, si bien muy
pronto se individualizaron del resto por la vecindad
de los levantiscos cántabros y vascones. Ante estas
circunstancias, Roma estableció destacamentos militares con el fin de proteger sus dominios de las incursiones enemigas. La llegada de los visigodos no significó una alteración sustancial de esta situación
administrativa y militar. Sin embargo, los constantes
enfrentamientos con estos pueblos montañeses determinó la consolidación de una fuerte línea defensiva
para controlar los pasos estratégicos de la cuenca del
Ebro y, como consecuencia, la creación del ducado de
Cantabria, al cual se agregaron estas tierras mirandesas.
La invasión musulmana conllevó la desaparición
de la monarquía visigótica aun cuando su asentamiento en la zona se realizó de forma esporádica,
apoyándose en fortalezas para contener el empuje de
cántabros y vascones o para devastar la comarca. En
cambio, en las montañas septentrionales, la ocupación sarracena favoreció el nacimiento del reino
astur, refugio del cristianismo reacio al invasor. La
rebelión de los bereberes durante el reinado de Alfonso 1 permitió a los astures acometer numerosas incursiones en territorio enemigo con el propósito de frenar el avance del Islam y de trasladar una parte de la
población cristiana, que aún vivía en esta zona, hacia
el reino astur.
La situación comenzó a variar a partir de la segunda mitad del siglo VIII, pero especialmente a lo largo
del IX, a raíz de la repoblación de la comarca por parte de los reyes asturleoneses con gente procedente del
norte. Según la documentación conservada, este sistema de colonización se realizó mediante el procedimiento de la "pressura" y fue dirigido, fundamentalmente, por autoridades eclesiásticas. Fruto de estos
progresos cristianos fue la fundación del obispado de
Valpuesta, en sustitución de la sede episcopal de
Auca, dentro de cuyos límites permanecerían estas
tierras hasta 1087, que se unió a la de Burgos.
Durante los siglos VIII y IX las incursiones agarenas en el alto Ebro fueron frecuentes, aun cuando
no llegaran a obstaculizar la formación del condado
de Castilla que extendió su influencia hasta Miranda
bajo el conde Rodrigo. En época de Alfonso III, los
cristianos fortificaron los castillos de Lantarón, Término y Pancorbo de manera que se consolidó el avance de la frontera asturleonesa. Cuando, un siglo después, desapareció el peligro musulmán de estas
zonas, surgió un enfrentamiento entre Castilla y
Navarra que, a la postre, otorgaría a Miranda un
carácter fronterizo de índole diferente hasta que finalmente quedó bajo la órbita del primero.
La consolidación política castellana, unida a la
desaparición del peligro musulmán, propició el establecimiento de la primera división administrativa del
condado, vigente durante los siglos X al XII. La unidad fundamental de esta nueva organización radicó
en el alfoz o pequeño territorio compuesto por varias
aldeas sujetas a la autoridad de un señor o tenente
nombrado por el conde castellano correspondiente y
residente en el castillo de la localidad que daba nombre a su demarcación. El área objeto de nuestro estudio estuvo compartida fundamentalmente por los
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
alfoces de Término, Pancorbo y Miranda. Con posterioridad surgieron entidades de rango algo mayor,
denominadas merindades menores, que comprendían
varios alfoces. En este sentido, la comarca pasó a
depender de las merindades menores de Castilla Vieja y Bureba. Estas, a su vez, se integraban en una
demarcación superior llamada Merindad Mayor de
Castilla.
Desde el punto de vista de la administración religiosa, Miranda perteneció al obispado de Burgos hasta 1137 en que el obispo calagurritano se apropió de
ella. A partir de esta fecha se multiplicaron los pleitos entre ambas sedes episcopales cuyo final se alcanzó mediante un acuerdo firmado en 1229. En virtud
del mismo, las iglesias situadas en la margen izquierda del Ebro quedarían bajo la jurisdicción de Calahorra mientras que las de la derecha habrían de pertenecer alternativamente a ésta y a la de Burgos. Las iglesias comprendidas dentro de nuestro estudio dependieron de los arcedianatos de Briviesca y Valpuesta.
Los límites geográficos de la comarca obedecen a
razones de tipo político-administrativo y judicial. Por
ello, su perímetro resulta convencional toda vez que
se ha tomado como referencia la divisoria del partido
judicial de Miranda de Ebro, con exclusión del Condado de Treviño. Esta porción del solar burgalés está
situada al NE de la provincia, en los confines de Alava y de La Rioja y no lejos de Orduña, y adopta una
forma irregular que se halla comprendida entre los
42º 32'30" y los 42º 46'00" de latitud norte y los Oº
27'56" y los Oº 49'55" de longitud este, medidas
todas ellas referidas al meridiano de Madrid. Su territorio está constituido por dos cuencas sedimentarias,
abiertas fundamentalmente por el Ebro y su afluente
el Oroncillo. Por ello, se trata de tierras relativamente bajas ya que una buena parte de ellas se sitúa entre
los 600 y 450 metros de altitud. Es precisamente en
las zonas deprimidas donde se han establecido los
principales núcleos de población, casi siempre
huyendo de humedales y buscando lugares más salubres, elevados y al abrigo de los vientos dominantes.
Las cuencas del Ebro y del Oroncillo están separadas
por los montes Obarenes cuyas alturas menores se
dan en las Conchas de Raro (en tomo a 800 m.) y crecen hacia el NO hasta alcanzar los 1.356 m. de altitud.
En virtud de esta disposición orográfica, la conexión entre ambas partes no ha resultado nada fácil a
lo largo de la historia, de ahí que la red viaria se
estructure en sentido paralelo. Sin embargo, la existencia de pasos transversales a la cordillera ha permitido su intercomunicación a través, sobre todo, del
desfiladero de Pancorbo, pero también por el boquete de Encío, Sobrón, La Morcuera, Foncea o las Conchas de Raro. Esta situación, de obligado paso entre
la Meseta y el norte del Ebro, así como en la actuali-
113
dad su disposición periférica entre Castilla, País Vasco y La Rioja, le confiere una envidiable posibilidad
estratégica a la hora de explicar sus acontecimientos
históricos.
Dentro de la investigación arqueológica general,
la etapa medieval no ha ejercido una atracción especial hasta fechas relativamente recientes, de ahí su
desarrollo tardío en comparación con otras manifestaciones prehistóricas o de la Antigüedad. Una de las
causas explicativas ha sido, sin duda, la escasa relevancia artística de sus vestigios. En consecuencia,
nos adentramos en un mundo apenas estudiado y
estructurado y, por ende, lleno de hipótesis, inexactitudes, etc.
Paradójicamente, la cronología del proceso investigador desarrollado en la comarca resulta muy
amplia ya que hunde sus raíces en el siglo XIX o,
incluso, en el XVII, si bien estas noticias carecen de
una intencionalidad arqueológica. Este prolongado
espacio temporal se puede subdividir en tres grandes
etapas:
1ª. La fase inicial (1832-1969). A pesar de ser la
época más larga, dentro de ella no existe un criterio
de uniformidad debido a la falta de conexión entre las
diferentes noticias. No obstante, el número de necrópolis catalogadas durante la misma fue escaso: San
Juan de Ameyugo, Nuestra Señora de Arce, San Llorente de Bayas, El Espino de Santa Gadea, La Virgen
de Valverde y Santa Lucía de Miranda. Todos estos
casos corresponden a descubrimientos casuales, en su
mayoría realizados por estudiosos o eruditos locales.
Su publicación está unida a obras de índole histórica
o artística como algo meramente complementario y, a
veces, ni tan siquiera eso. Lógicamente, estos primeros aportes ofrecen muchas deficiencias por reducirse a una simple cita o por suponerles, en ciertos
momentos, una cronología romana. Aún más peregrino resulta la utilización, por parte de algunos autores,
del término "dólmenes" para referirse a un tipo de
tumbas excavadas en la roca o, mejor, a aquellas
construidas a base de grandes losas, tal como permiten afirmar algunas publicaciones de Ruidobro, Ibero, etc. Incluso, en ocasiones (RUIDOBRO, 1916;
MÉLIDA, 1942 y GARCÍA RÁMILA, 1964), la cita
no ofrece concreción alguna respecto a un yacimiento determinado. Asimismo, hay autores (PÉREZ DE
URBEL, 1945 y 1969; ANDRES, 1963 y 1964; RUIDOBRO, 1922, etc.) que se limitan a transcribir noticias anteriores sin que ello suponga novedad alguna.
2ª. La fase intermedia (1970-1980 ). Durante esta
década, la arqueología medieval de la zona mirandesa alcanzó su madurez, de suerte que servirá de base
a estudios ulteriores. Sin embargo, el número de nuevos yacimientos incorporados al conjunto preexistente no rebasó. la cifra conocida ya que solamente se
añadieron el Cristo de Barrio y San Mamés de Pan-
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JACINTO CAMPILLO CUEVA
corbo, Santa María de Tejuela de Villanueva-Soportilla, Santa Cruz y La Quintanilla de Bujedo, La Puentecilla de Encía y La Picota de Ameyugo. Por este
motivo, fue más importante la realización de un trabajo de campo con la correspondiente comprobación
"in situ". Esta tarea permitió el hallazgo de nuevas
necrópolis y el complemento de los datos de los yacimientos publicados. Como consecuencia de ello, se
produjo un enriquecimiento considerable del fenómeno sepulcral de la Edad Media. No obstante, ello no
presupone que durante esta etapa se olviden posturas
precedentes basadas en la utilización de citas escuetas, reiteraciones carentes de innovaciones, etc. Sin
embargo, aparecen por primera vez nuevos enfoques
interpretativos referentes a la cronología, tipología,
momento cultural, etc., gracias a la introducción de
las corrientes más recientes aplicadas al campo de la
investigación de la arqueología medieval que, en
nuestra provincia, encabezó A. del Castillo.
Otro hito importante que se produjo durante la
etapa fue el acometimiento de las primeras excavaciones, pioneras en su género dentro del ámbito provincial. En primer término, Valdizán realizó varios
sondeos de comprobación en Santa María de Tejuela
de Villanueva-Soportilla, San Mamés de Pancorbo,
Santa Cruz de Bujedo y La Virgen de Valverde, si
bien ninguno de ellos fue acompañado de la publicación de su correspondiente memoria de excavación.
Poco después, A. del Castillo excavó, de forma científica, la necrópolis de Santa María de Tejuela (Villanueva-Soportilla) cuyos resultados fueron publicados
a continuación por su excavador y completados con
posterioridad por miembros de su equipo. Mención
especial merece la confección de la carta arqueológica del partido judicial de Miranda de Ebro, obra que
corrió a cargo de ABÁSOLO (1974). Su gran novedad estriba en la recopilación de todas las necrópolis
conocidas hasta entonces así como de la bibliografía
existente sobre las mismas. Sin embargo, el número
de yacimientos nuevos es escaso ya que sólo incorpora dos: La Puentecilla de Encía y La Picota de
Ameyugo. Las necrópolis ya publicadas son simplemente enumeradas, a veces con algunas omisiones
bibliográficas. La inclusión de los descubrimientos
medievales dentro de la carta en un apartado especial
demuestra el escaso valor concedido a las manifestaciones arqueológicas más recientes. Ello no obsta
para que la obra tenga una gran significación por
cuanto servirá de base a la inmensa mayoría de autores posteriores que aborden aspectos históricos, artísticos o arqueológicos de la zona de Miranda.
A un mismo tiempo, las investigaciones arqueológicas que se centran en el medievo experimentaron un
amplio desarrollo y luego su consolidación gracias a la
tarea acometida por Loyola y Andrío desde Miranda
de Ebro en los años .~entrales de la década de 1970.
3ª. La fase reciente (1981-1996). Últimamente ha
tenido lugar una proliferación de autores que citan o
abordan con cierta profundidad facetas relacionadas
con vestigios sepulcrales de la Edad Media. Este
afianzamiento de los estudios arqueológicos se manifiesta, ante todo, durante la década de 1980, si bien
con posterioridad decaerá en una atonía que ha perdurado hasta nuestros días.
Desde el punto de vista cuantitativo, esta fase no
se presenta especialmente rica ya que el número de
yacimientos inéditos queda reducido a tres: San Martín de La Nave, Nuestra Señora de las Eras de Santa
Gadea y Santa María Magdalena de Suzana. Por tanto, ha de predominar la reiteración de datos, casi
siempre sintetizados en el topónimo donde se han
hallado las sepulturas. Una excepción a esto son los
estudios de los eremitorios con necrópolis ya que tanto Rubio como Monreal abordan el aspecto sepulcral
de forma más amplia.
Esta trayectoria, marcada por una cierta languidez
y estancamiento, se rompe definitivamente con la
publicación del presente artículo.
2. METODOLOGÍA
Desde el punto de vista arqueológico, la comarca
mirandesa no es de las más ricas y variadas de la provincia, pues, aunque existen yacimientos importantes
(necrópolis de Miraveche y Villanueva de Teba, castros de Pancorbo o poblados romanos de Silanes y
Arce Mirapérez), carece de manifestaciones megalíticas, celtibéricas, etc. Sin embargo, la zona ofrece
ciertas condiciones físicas favorables como son la
disponibilidad de tierras de laboreo, existencia de
pasos estratégicos ... No obstante, la abundancia de
lugares pantanosos ("paúles") ha contribuido al
rechazo de la población y de los asentamientos humanos hacia parajes más idóneos, sitos en alturas o laderas y protegidos de los vientos dominantes.
La colonización de estas tierras por los repobladores cristianos en la Alta Edad Media supuso un auténtico renacimiento ya que bajo el amparo de castillos
y monasterios fueron apareciendo infinidad de pequeños núcleos rurales. Este fenómeno implicó una
mayor proliferación de manifestaciones sepulcrales,
si bien los trabajos de investigación publicados no lo
traslucían, dado que hasta 1996 sólo se habían catalogado 20 yacimientos sepulcrales distintos. En parte,
esta particularidad se explica porque los trabajos
arqueológicos realizados en esta demarcación se han
realizado tradicionalmente desde la capital provincial
y, al estar Miranda de Ebro a 82 km. de ella (más próxima y mejor comunicada con Vitoria), ha experimentado un cierto abandono..a. pesar de la meritoria
labor acometida por Andrío y Loyola.
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
Conscientes de este panorama, nuestra primera
meta fue la recopilación de toda la bibliografía existente sobre el tema. Esta tarea estaba realizada, en
gran medida, hasta 1974, año en que apareció la carta arqueológica de los partidos judiciales de Belorado
y Miranda de Ebro. Esta publicación reunió la inmensa mayoría de las referencias anteriores, a la vez que
actualizaba antiguos yacimientos e incorporaba otros
nuevos. Ello, indudablemente, supuso un hito importantísimo en el campo arqueológico comarcal, si bien
hoy debe considerarse superado pues desde entonces
ha transcurrido casi un cuarto de siglo y el número de
yacimientos contabilizados se ha incrementado
sobremanera hasta alcanzar los 65.
Sin embargo, con objeto de ser totalmente exhaustivos, a esta primera recopilación bibliográfica agregamos los artículos y noticias divulgados con posterioridad a 1974, así como las referencias anteriores
no incluidas en la carta.
En segundo lugar, se procedió a la consulta de
fuentes documentales manuscritas, especialmente el
Catastro del Marqués de la Ensenada (ADPB) y los
apeos de los bienes fabricales y beneficiales de estos
pueblos (ADB) con el objeto de encontrar y documentar los cementerios de las ermitas o iglesias ya
desaparecidas. No obstante, esta vía, que en la Honor
de Sedano (CAMPILLO, 1995) dio excelentes resultados, apenas ha aportado novedades. Únicamente
nos orientó acerca de los hagiotopónimos, muy valiosos para precisar las advocaciones de los templos de
aquellos lugares donde se han descubierto tumbas y
que, en la actualidad, no hay otra constancia de su
existencia.
El último paso ha consistido en una labor de campo a fin de comprobar la totalidad de los datos precedentes, acopiar una documentación gráfica y fotográfica sobre el tema y realizar una encuesta arqueológica en cada uno de los pueblos mirandeses. Estos cuestionarios responden a un interés por allegar el mayor
número de datos posible, sobre todo en este campo,
dado que la aparición de tumbas es el fenómeno más
espectacular entre la gente del campo. Se ha encuestado a varias personas de cada localidad con el fin de
contrastar, precisar, detallar e incorporar más información. Después de acometer esta tarea, se procedió
a la visita de los yacimientos con el propósito de realizar una comprobación sobre el terreno que permitiera confirmar las citas publicadas, completarlas con
datos de localización y descripciones o rectificarlas.
A veces, estas prospecciones han permitido descubrir
nuevos yacimientos, casi siempre en función del azar.
Somos conscientes que estos tres procedimientos
descritos no agotan el abanico de posibilidades ya
que seguramente bajo el suelo yacen otras tantas
necrópolis que, de' momento, désconocenibs, 'pero
que futuros desmontes, aperturas de caminos de con-
115
centración parcelaria, etc. bien pudieran contribuir a
su descubrimiento.
A través de estas líneas hemos pretendido esbozar
el estado de la cuestión; queda para el futuro, más que
la tarea de incrementar el catálogo con nuevas aportaciones, la realización de trabajos científicos, bien
mediante estudios monográficos bien mediante excavaciones arqueológicas. Como meta postrimera se
impone la defensa y conservación de este patrimonio
que sistemática e impunemente se expolia y se destruye.
3. CATÁLOGO DE YACIMIENTOS
Alta ble
1. En lo alto del caserío está la iglesia de San
Sebastián, cuyas coordenadas coinciden con los 42º
36' 08" de latitud norte y los Oº 36'34" de longitud
este.
No hace muchos años, al realizar labores de acondicionamiento de una calle inmediata al templo, se
descubrió una tumba. Probablemente fuese un sarcófago antropomórfico, cubierto con una gran losa de
arenisca que cobijaba un esqueleto. En otra ocasión,
se exhumaron huesos humanos bajo el suelo de la
casa consistorial al efectuarse unas obras. Tanto estos
restos arqueológicos como otros similares encontrados en los alrededores corresponden al cementerio de
la parroquial.
Ameyugo
2. A 1.600 m. al NE del pueblo se halla el término de Los Tobares, asiento de una villa romana y de
un despoblado medieval. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 39'30" de latitud norte y los Oº 38'45" de
longitud este.
Según algunas referencias orales, en este pago se
han descubierto losas de piedra caliza y huesos humanos correspondientes a tumbas. Sin embargo, en la
prospección del lugar no se ha detectado nada en este
sentido debido a que una gran parte del yacimiento ha
sido ocupado por la autopista. Con todo, la documentación parroquial cita la existencia de una iglesia,
posteriormente convertida en ermita, en Valcorta, término inmediato, de advocación desconocida. Por
todo esto, bien podría tratarse del cementerio de la
misma.
3. A 100 m. al NE del caserío, no lejos del cruce
de Ameyugo con la Nacional I, se halla el término de
La Magdalena. Sus coordenadas coinciden con los
42º 39'30" latitud norte y los Oº 38'20" de longitud
este;
"
Según comunicaciones vérbales, al construirse la
JACINTO CAMPILLO CUEVA
116
carretera se descubrieron huesos humanos, especialmente calaveras, dentro de tumbas de lajas. Actualmente no queda nada porque luego se volvió a tapar.
Estos restos corresponden al cementerio de una
ermita, ya desaparecida, dedicada a Santa María
Magdalena.
4. A 150 m. al SO del pueblo se ubica el término
de San Juan o El Cementerio. Sus coordenadas coinciden con los 42º 39'07" latitud norte y los Oº 37'33,,
de longitud este.
En este lugar apareció un número de tumbas indeterminado cuando se construyó la carretera local. Es
muy probable que a este yacimiento arqueológico
puedan corresponder los más de treinta sepulcros
cubiertos atribuidos por CEÁN-BERMÚDEZ (1832)
a época romana y que, posteriormente, refirió PÉREZ
DE URBEL (1945 y 1969) y ABÁSOLO (1974). En
opinión de este último autor, tal vez habría que relacionarlos con el yacimiento de El Castro.
En este sitio estuvieron fundados la ermita de San
Juan, que en lo antiguo fue iglesia parroquial, y el primer camposanto del pueblo. Estos vestigios sepulcrales corresponden a la necrópolis de dicho templo.
5. A 600 m. al S de Ameyugo se sitúa el término
de Santa Ana. Sus coordenadas coinciden con los 42º
39'05" de latitud norte y los Oº 37'15" de longitud
este.
Según una encuesta realizada en el pueblo, hace
bastantes años aparecieron tumbas en sus inmediaciones. Actualmente, la vegetación y los desmontes
impiden toda comprobación. Estas evidencias sepulcrales corresponderían al cementerio de la ermita de
Santa Ana, cuyas ruinas aún pueden contemplarse.
6. A 1.200 m. al N-NO del pueblo se halla La
Picota, La Peñota o La Muela de Napoleón, como
también se la denomina. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 39'40" latitud norte y los Oº 36'32" de
longitud este.
En la peña y sus proximidades existieron bastantes tumbas excavadas en la roca arenisca que desaparecieron en la década de 1960 al construir el restaurante y el monumento al Pastor. Fue publicado por
ABÁSOLO (1974) quien refiere el hallazgo de tumbas antropomorfas, noticia, al parecer, reproducida
por VÉLEZ (1984). Estos vestigios arqueológicos no
han podido ser relacionados con ninguna construcción cristiana.
Arce
7. En el centro de este barrio mirandés está la iglesia de Nuestra Señora. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 40'35" latitud norte y los Oº 47'15" longitud este.
Al parecer, en la década de 1930 se descubrieron,
junto a la parroquia, unas cuatro tumbas con esquele-
tos humanos. El hallazgo de este tipo de restos es
antiguo ya que tanto AMADOR DE LOS RÍOS
(1888) como SÁEZ (1892) citan la existencia de
sepulcros. Este último autor los atribuye a los romanos ya que éstos enterraban a sus muertos a lo largo
de las vías de comunicación como se constataba en
Arce, donde muchas veces se habían hallado a derecha e izquierda de uno de sus caminos restos sepulcrales y aún entonces se podían ver algunos sepulcros
a la entrada de la iglesia. Posteriormente, VÉLEZ
(1984) siguiendo a Amador de los Ríos, referirá la
existencia de sepulturas romanas. Sin duda, estos restos deben responder a sepulcros medievales cristianos
pertenecientes al cementerio de la parroquial.
Ayuelas
8. En la parte más elevada del barrio de Arriba
está la iglesia de San Andrés. Sus coordenadas coinciden con los 42º 41'49" latitud norte y los Oº 37'02"
longitud este.
Hace algunos años, con ocasión de la construcción de los escalones de acceso al templo se descubrieron infinidad de sepulcros de lajas con sus correspondientes esqueletos. Actualmente, no se conserva
ningún vestigio ya que todo se volvió a cubrir.
Estos restos inéditos pertenecen al cementerio de
la parroquial.
9. A 1.000 m. al NO del pueblo está el término de
La Crucijada. Sus coordenadas coinciden con los 42º
41 '54" latitud norte y los Oº 38'10" longitud este.
Según referencias obtenidas en Santa Gadea, al
lado del antiguo camino que unía esta población con
Ayuelas, existía una tumba de lajas, actualmente
desaparecida.
Este hallazgo hay que relacionarlo con la existencia de una ermita cuya ubicación en la zona es segura, según informaciones recabadas en Ayuelas, pero
cuya advocación se desconoce. Debió estar dedicada
a San Pedro, dado que este topónimo se ha conservado para denominar un término inmediato.
10. A 300 m. al SE de Ayuelas, en el barrio de
Abajo está la ermita de Nuestra Señora de Gorejo.
Sus coordenadas coinciden con los 42º 41'32" de
latitud norte y los Oº 39 '03,, de longitud este.
En las inmediaciones del templo se han descubierto varias sepulturas de lajas, con sus correspondientes esqueletos, especialmente al este de la misma,
a raíz del desmonte de un ribazo para realizar la concentración parcelaria. En la actualidad, sólo se ven
algunos restos óseos humanos y dos grandes losas de
cubierta semienterradas.
Estos vestigios se corresponden con el cementerio
de la ermita, antiguamente iglesia, citado en 1334
(CANTERA y ANDRÍO, i991)~
,
11. A unos 200 m. al O del barrio de Abajo está el
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
término de Fuente de Gorejo o Casares, como también se le conoce. Sus coordenadas coinciden con los
42º 41 '19" de latitud norte y los Oº 38'40" de longitud este.
Según referencias orales, en este lugar se han descubierto piedras labradas a modo de losas, correspondientes a sepulturas, así como otros materiales
arqueológicos. La prospección del yacimiento no ha
deparado ningún vestigio claro, pero no resultaría
extraño que apareciese dado que la tradición popular
ubica en este sitio una ermita, probablemente dedicada a Santiago. Se trataría, pues, del cementerio de la
misma.
Bardauri
12. En el centro de este barrio mirandés está la
iglesia de Santa Marina. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 40'15" de latitud norte y los Oº 44 '13" de
longitud este.
Hace algunos años, al abrir unas zanjas para la
conducción de agua y al construirse una casa, aparecieron, alrededor de la parroquia, numerosas tumbas
de lajas, cubiertas con una gran losa de caliza, con sus
correspondientes vestigios antropológicos. Sin duda
alguna, estos restos sepulcrales corresponden al
cementerio de la iglesia parroquial.
13. A 1.000 m. al SE de Bardauri se encuentra el
término de Reduela, Herreruela o Camino Blanco.
Sus coordenadas coinciden con los 42º 39'55" latitud
norte y los Oº 44'20" longitud este.
Según un apeo de los bienes fabricales, en la subida de Herreruela o Camino Blanco, más arriba del
arroyo, la iglesia de Santa Marina tenía una pieza, en
una de cuyas lindes había una piedra grande que
parecía cementerio. Este vestigio, hoy no localizado,
debe corresponder al cementerio de la ermita de San
Martín sita en el despoblado llamado Herreruela, próximo a Los Corrales.
Bayas
14. A 200 m. al S de este barrio mirandés se ubica el término de San Llorente. Sus coordenadas coinciden con los 42º 41 '01" latitud norte y los Oº 45'43"
longitud este.
Al construirse la urbanización cercana a la carretera de Logroño se descubrieron varias tumbas de
lajas, hoy desaparecidas. Con este mismo lugar hay
que relacionar el hallazgo de algunos sepulcros de
época romana (SÁEZ, 1892) y la necrópolis de
pequeñas cistas formadas a base de lajas de arenisca
que cobijaban esqueletos en cuclillas (JÁUREGUI,
1981) orientádos hacia el este y, según su autora, pertenecientes al Neolítico tardío o Edad de Bronce.
Tales vestigios deben pertenecer a la necrópolis de
117
la ermita de San Lorenzo emplazada en este mismo
paraje.
Bozoo
15. En el centro del caserío está la iglesia de San
Julián y Santa Basilisa. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 43'27" de latitud norte y los Oº 36'00" de
longitud este.
Alrededor del templo, pero especialmente al
mediodía, se descubrieron, hacia 1980, tumbas de
lajas, hoy tapadas. Otros restos afines fueron hallados
en las eras y debajo de una casa del pueblo, todos
ellos asociados con esta necrópolis de la parroquial.
16. A 2.650 m. al SO de Bozoo se encuentra el término de Busto Redondo o La Dehesa de la Oberuela.
Sus coordenadas coinciden con los 42º 43 '10" latitud
norte y los Oº 34'20" de longitud este.
Según referencias orales, en este sitio se han descubierto varios sepulcros con sus correspondientes
esqueletos. Actualmente no puede detectarse nada en
este sentido porque todo ello ha sido invadido por la
maleza.
Estos restos hay que asociarlos con la iglesia del
despoblado de Loberuela, sito en esta dehesa.
Bujedo de Candepajares
17. Al N del caserío se halla la iglesia de La Asunción de Nuestra Señora, pegante a otra románica
dedicada a San Juan. Sus coordenadas coinciden con
los 42º 38'58" latitud norte y los Oº 40'11" longitud
este.
Hace unos 15 años, a raíz de la realización de unas
zanjas para la conducción de agua, aparecieron delante de la entrada del templo varias tumbas de lajas
cubiertas con grandes losas calizas y cobijando huesos humanos. Similares restos se reiteraron en el
lugar que ocupa hoy la báscula y en unas antiguas
eras contiguas a la carretera, donde, al parecer, también se descubrieron sarcófagos.
Hoy nada de esto es visible. Estos vestigios sepulcrales corresponden al cementerio parroquial.
18. A 700 m. al NO de Bujedo se localiza el cerro
de Santa Cruz. Sus coordenadas coinciden con los
42º 39'10" latitud norte y los Oº 39'42" longitud
este.
VALDIZÁN (1970) realizó algunos sondeos en la
superficie del altozano cuyo resultado fue el hallazgo
de dos sarcófagos. El primero contenía un esqueleto
completo. El segundo cobijaba dos cuerpos colocados uno al lado de otro y a los pies se descubrió otra
calavera más. Este hecho hizo pensar a su descubridor que se trataba de una sepultura familiar. Actualmente, se evidencian en el otero cuatro hoyos, restos
de aquellas excavaciones, y una tapa sarcofágica de
118
JACINTO CAMPILLO CUEVA
arenisca de perfil curvilíneo (192 x 47 cm.) provista
de un rebaje para encajar en la caja. Como sugiere
Valdizán, es muy probable que existan más vestigios
similares por descubrir. Esta necrópolis es citada por
ABÁSOLO (1974) y GARCÍA FERNÁNDEZ
(1989).
Estas evidencias sepulcrales corresponden al
cementerio de la desaparecida ermita de Santa Cruz,
ubicada sobre este cerro.
19. A 500 m. al SO del pueblo se emplaza el
monasterio de San Norberto. Sus coordenadas coinciden con los 42º 38'47" de latitud norte y los Oº
39'52" de longitud este.
En el recinto ajardinado del mismo se conservan
dos estelas altomedievales cuya procedencia no es
segura, pero que, según referencias fidedignas, proceden de La Rioja.
La primera es una losa rectangular (44 x 38 X 11
cm.) cuyo anverso lleva una cruz rehundida de brazos
iguales con sus extremos ensanchados. El reverso
porta una especie de arco de herradura, delimitado
por sendas incisiones, cuya rosca lleva un dibujo zigzagueante, también grabado. El interior compartimenta el espacio en cuatro sectores por una especie
de sencilla cruz incisa (Fot. 1 y 2).
La segunda es una estela discoidal de 33 cm. de
diámetro y 9,5 de grosor, rota por dos partes, y desprovista de vástago. Sus caras presentan una mala
conservación, con todo permiten vislumbrar, tanto en
el anverso como en el reverso, una gran cruz griega
incisa con los extremos de los brazos ensanchados
(Fot. 3).
La primera de estas estelas fue dada a conocer
escuetamente por nosotros (CAMPILLO, 1992-93).
20. A 1.850 m. al O-SO de Bujedo se encuentra el
pago de La Quintanilla. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 38 '03,, de latitud norte y los Oº 38 '50" de
longitud este.
En este paraje existe un yacimiento medieval
excavado en 1977-78 por Andrío y Lo yola. Además
de los vestigios de un despoblado, se descubrieron
también algunos restos óseos humanos y una estela
discoidal, depositada actualmente en los jardines del
monasterio. El hallazgo ha sido publicado por
LOYOLA (1977) y ANDRÍO (1987 a y b.) y por
CANTERA y ANDRÍO (1991). Tal vez a esta necrópolis se refiera GARCÍA FERNÁNDEZ (1989).
El disco de la estela está bastante deteriorado y
mide 35 cm. de diámetro. Tanto el anverso como el
reverso llevan una decoración incisa a base de tres
diámetros que convergen en el centro para dar lugar a
seis triángulos. El canto, de 10 cm. de grosor, porta
una serie ininterrumpida de dientes de lobo incisos.
El vástago es de la misma anchura y se individualiza
del disco por un estrangulamiento. Su altura frisa los
55 cm. (Fot. 4 y 5).
Estos restos sepulcrales pertenecen al monasterio
de monjas premostratenses fundado en este lugar
durante el siglo XII.
Encío
21. A 700 m. al E-NE del caserío está el término
de Las Cuevas. Sus coordenadas coinciden con los
42º 39'55" latitud norte y los Oº 36'30" de longitud
este.
Se trata de un afloramiento provisto de dos entradas artificiales que dan paso a un eremitorio. El espacio más occidental tiene una tumba de tipo bañera
excavada en la roca que, al decir de MONREAL
(1989), lleva un rebaje para la tapa y está orientada al
SE. El mismo autor supone la existencia de otras dos
sepulturas más dentro de este recinto aunque apenas
existan huellas. Lo cierto es que dispone de una
pequeña oquedad al fondo y una exigua hornacina al
norte. En el segundo ámbito, Monreal cita, al menos,
dos sepulcros orientados al este, en la parte baja y
otro más en un nivel superior, ambos del tipo de
bañera.
Su descubrimiento se debe a RUBIO (1981) en
quien se basó MONREAL (1989), GARCÍA
FERNÁNDEZ (1989) y AA.VV. (1987). De momento no hemos identificado la advocación cristiana con
quien relacionarlo.
22. En la parte baja del antiguo pueblo, ya abandonado, de Encía, está la ermita de San Juan de Acre,
hoy convertida en vivienda. Sus coordenadas coinciden con los 42º 40'08,, de latitud norte y los Oº
35 '58,, de longitud este.
Hace unos años aparecieron huesos y tumbas en el
interior del recinto sagrado así como a 10 m. más abajo. En este caso, se trató de una sepultura de lajas con
su correspondiente esqueleto. Nada de ello es actualmente visible.
Los restos sepulcrales corresponden al cementerio
de la ermita de San Juan, antiguamente iglesia de la
encomienda de Medina, orden de San Juan (RUIZ
DE LOIZAGA, 1991).
23. A unos 900 m. al N-NO de Encía está el término de La Fuentecilla o San Millán. Sus coordenadas coinciden con los 42º 40' 25,, de latitud norte y
los Oº 35 '50" de longitud este.
Hacia 1930 aparecieron, al realizar las labores de
arada, numerosas tumbas, especialmente sarcófagos,
alguno de ellos con decoración, se~n informes orales. Fueron dados a conocer por ABÁSOLO (1974) y
luego recogidos por GARCÍA FERNÁNDEZ (1989),
pero no se conserva nada.
Estos restos corresponden al cementerio de la
ermita de San Millán que, en lo antiguo, fue monasterio. La tradición popular afirma que aquí existió un
"convento".
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
Guinicio
24. En la parte alta del pueblo se encuentra la iglesia de Santa María de la Asunción. Sus coordenadas
coinciden con los 42º 43'56" de latitud norte y los Oº
39'45" de longitud este.
Alrededor del templo, pero sobre todo al norte y
este del mismo, se han descubierto infinidad de tumbas de lajas con sus correspondientes esqueletos. Los
hallazgos se produjeron al arar una tierra, al hacer un
camino y al sanear la iglesia. Actualmente, sólo perdura, en el borde de un camino rural, una laja de una
tumba con orientación O-E. El resto de las losas fueron reutilizadas en las paredes inmediatas.
Estos vestigios pertenecieron al cementerio de la
iglesia, antiguo monasterio dependiente de San
Millán de la Cogolla.
119
no ha deparado descubrimiento sepulcral alguno. Se
trataría de la necrópolis propia de esta parroquia.
28. Al NO de la ciudad se halla la calle de Santa
Lucía. Sus coordenadas coinciden con los 42º 41 '07"
de latitud norte y los Oº 44'10" de longitud este.
CANTERA (1945), basado en el fuero de Miranda, refiere la existencia de la iglesia de Santa Lucía,
luego transformada en ermita. En este paraje se
encontró abundante número de sepulcros, sin restos
arqueológicos de interés, que bien pudieran corresponder al cementerio cristiano de dicho templo, aunque el autor no se pronuncia en tal sentido. Es probable, aunque no seguro, que sea este yacimiento el descubierto por HUIDOBRO (1916) en Miranda de Ebro
y al que se refiere GARCÍA RÁMILA (1964).
En la actualidad no aparece superficialmente vestigio alguno.
Ircio
Montañana
25. Al norte del caserío se emplaza la iglesia de
San Pedro. Sus coordenadas coinciden con los 42º
39'17" de latitud norte y los Oº 47'29" de longitud
este.
Al este del templo, frente a la antigua portada, se
descubrieron hace algunos años restos humanos y
losas pertenecientes a tumbas que actualmente están
ocultas.
Estos vestigios sepulcrales corresponden al
cementerio de la parroquial.
26. A 500 m. al O del pueblo se ubica el pago de
Las Ánimas o Santa María. Sus coordenadas coinciden con los 42º 39'24" de latitud norte y los Oº
47'10" de longitud este.
En 1992, al desmontar un ribazo con motivo de la
realización de la concentración parcelaria, se descubrieron varias tumbas de lajas y un sarcófago pequeño, al parecer correspondiente a un entierro infantil.
Además aparecieron abundantes restos óseos. Actualmente, se evidencian algunas losas rotas, huesos
humanos, cerámica torneada y teja curva de época
medieval.
Los vestigios sepulcrales corresponden al cementerio de la ermita de Santa María que antiguamente
tuvo categoría de monasterio.
Miranda de Ebro
27. Al S de la ciudad se eleva un espigón fluvial
conocido por el nombre de La Picota. Sus coordenadas coinciden con los 42º 40'57" de latitud norte y
los Oº 43'58" de longitud este.
Un documento fechado en 1399 cita el cementerio
de San Martín de Miranda (CANTERA y ANDRÍO,
1991), iglesia situada por RUIZ DE LOIZAGA
(1991) en La Picota. La prospección de su superficie
29. Presidiendo el caserío se encuentra la iglesia
de San Andrés. Sus coordenadas coinciden con los
42º 43'36" de latitud norte y los Oº 40'12" de longitud este.
Según referencias verbales, al realizar ciertas
labores de acondicionamiento en la parte trasera de la
parroquial, salieron a la luz huesos humanos y algunas sepulturas de lajas, actualmente cubiertas.
Estos restos sepulcrales corresponden al cementerio de la parroquia.
Moriana
30. A 500 m. al SE del pueblo se localiza el pago
de Las Ermitas. Sus coordenadas coinciden con los
42º 41 '10" de latitud norte y los Oº 37'10" de longitud este.
Hace más de media centuria se descubrió en este
paraje una tumba de lajas con su correspondiente
esqueleto. La prospección de la loma donde se asienta el yacimiento ha deparado la localización de numerosos huesos humanos, teja curva y cerámica torneada.
Estos restos corresponden a la necrópolis de la
ermita, tal vez dedicada a San Martín, advocación
conservada en un término inmediato.
31. A 1.300 m. al SO de Mariana se halla el sitio
de El Roble. Sus coordenadas coinciden con los 42º
40'50" de latitud norte y los Oº 36'40" de longitud
este.
Según referencias verbales, aquí se descubrió a
principios de siglo un sarcófago de piedra, con su
correspondiente esqueleto, que fue llevado posteriormente al pueblo. La prospección del paraje ha resultado estéril. Sin embargo, es probable que estos ves-
JACINTO CAMPILLO CUEVA
120
tigios sepulcrales correspondan al cementerio de Santa Cruz, monasterio emplazado entre Mariana y
Encía.
La Nave
32. En este caserío agregado a Miranda existe el
término denominado San Martín. Sus coordenadas
coinciden con los 42º 41 '37" de latitud norte y los Oº
42'55" de longitud este.
Según referencias de SÁENZ (1991), en el siglo
XVIII el monasterio de San Millán de la Cogolla
tenía en este lugar un terreno inculto y varios sepulcros. En la actualidad no hay prueba alguna de su
existencia. Debían corresponder al cementerio de la
ermita de San Martín de La Nave, anteriormente
monasterio medieval.
Pancorbo
33. A 1.500 m. al NE de la villa, en pleno desfiladero, se halla la ermita del Cristo de Barrio. Sus
coordenadas coinciden con los 42º 38'32" de latitud
norte y los Oº 35 '28,, de longitud este.
En 1970, al realizar unas obras de acondicionado
del muro meridional, salieron a la luz diversas tumbas de lajas y, sobre todo, sarcófagos. Aparecieron
bajo un nivel, compuesto de piedra menuda, de 50
cm. de potencia. El número de hallazgos debió superar la media docena, todos con sus consabidos restos
óseos. Existen también pruebas gráficas del descubrimiento de cuatro tapas sarcofágicas con inscripciones
muy deterioradas realizadas sobre una franja superior
en resalte. Además, dentro de la ermita, se conserva
un sarcófago de caliza liso con su tapa, labrado a
hacha (Fot. 6). Aquí existen también dos lápidas
medievales cuya función funeraria no está nada clara
(Fot. 7).
La noticia fue comunicada por OSABA (1970) y
recogida por ABÁSOLO (1974) y ALBAINA (s.a y
1986).
Los restos sepulcrales corresponden al cementerio
de este templo y no deben relacionarse con enterramientos más recientes, acaso napoleónicos, como
apunta Albaina.
34. A 1.000 m. al N-NE del pueblo se encuentra el
pago de San Miguel. Sus coordenadas coinciden con
los 42º 38 '22" de latitud norte y los Oº 35 '05" de
longitud este.
En las labores de prospección realizadas en este
término, hemos descubierto varias vértebras y costillas humanas formando un sólo cuerpo así como losas
lisas de caliza que bien pudieron pertenecer a algún
enterramiento depositado alrededor de la antigua
ermita de San Miguel Arcángel situada en este lugar.
35. A 800 m. al SE de la tenada de Los Paúles,
próxima al pueblo de Obarenes, de ahí su atribución
errónea a éste, se encuentra el paraje conocido como
San Mamés. Sus coordenadas coinciden con los 42º
40'10" de latitud norte y los Oº 34'35" de longitud
este.
Sobre una altura, cuya superficie ronda los 30 x
10 m., se halla una importante necrópolis de tumbas
excavadas en la toba. En la actualidad pueden verse
15, 9 de ellas completas. La totalidad de las mismas
responde al tipo de bañera con un rebaje periférico
para ajustar el encaje de la tapa ( Fot. 9). Solamente
existe una, en solitario, que es antropomorfa (Fot.
10). Sin embargo, todas ellas se orientan de oeste a
este. Es probable que toda la superficie del cerro esté
cubierta de restos similares aun cuando la maleza y el
arbolado los oculten. Quizá por esto los grupos de
tumbas descubiertos por los frailes de Bujedo aparezcan formando conjuntos.
VALDIZÁN (1970) fue el primero en dar noticia
de su existencia apoyado en IZARRA (1943) y
ANDRÉS (1963 y 1964). Luego lo citarán de forma
escueta OSABA (1972) y ABÁSOLO (1974).
Siguiendo la misma fuente, ALBAINA (s.a., 1985 y
1986) reabundará en lo mismo sin aportar nada nuevo. Lo mismo sucederá con GARCÍA FERNÁNDEZ
(1989), VÉLEZ (1984), LOYOLA y ANDRÍO
(1975), CANTERA y ANDRÍO (1991) y ANDRÍO
(1987 a y b). En este último artículo especifica que
son once tumbas de bañera oval pertenecientes al
siglo X. Mayores aportes hicieron RUBIO (1981) y
MONREAL (1989 y 1991) al precisar su descripción,
medidas, etc. Según estos autores en la base noroccidental del roquedo existen varias cavidades, algunas
artificiales (eremitorios), en cuyo suelo se han detectado varias sepulturas. En una, concretamente, hay
restos de dos tumbas, una de bañera y otra antropomorfa, en parte cubiertas por la tierra. Esta posibilidad también se apunta para otra cueva.
Estos restos sepulcrales corresponden al cementerio de la ermita de San Mamés que, desde los primeros días de la repoblación, fue monasterio, floreciente en los siglos IX y X. Sin embargo, Monreal no se
inclina por ello sino que lo vincula a un poblado próximo o a eremitas aislados que tuvieron este lugar
como cementerio.
36. En el extremo N de la localidad se encuentra
el castillo de La Sala. Sus coordenadas coinciden con
los 42º 38'08" de latitud norte y los Oº 34'28" de
longitud este.
Algunas referencias recabadas entre el vecindario
sostienen que debajo de La Sala han aparecido algunas tumbas. Desconocemos otro tipo de precisión ya
que nada se ha conservado. De todos modos, estos
restos podrían vincularse con el cementerio de la
ermita de los santos Cosme y Darnián dado que existió una calleja y un barrio con este apelativo.
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
37. En la periferia oriental de la villa se encuentra
el Ladrero de San Nicolás, en las inmediaciones de la
nacional I. Sus coordenadas coinciden con los 42º
38'05" de latitud norte y los Oº 34'38" de longitud
este.
Según referencias orales, en este lugar han aparecido tumbas cuya tipología y demás circunstancias
ignoramos. Actualmente, no se observa ningún vestigio. Es probable que tales muestras correspondan al
cementerio de la ermita de Santa Eulalia asentada en
estas laderas del cerro.
38. A 1.000 m. al S-SO de Pancorbo se encuentra
el término de Entresanjuán. Sus coordenadas coinciden con los 42º 37'47" de latitud norte y los Oº
34'22" de longitud este.
Según un documento fechado en 1046 la iglesia
monasterial de San Juan de Pancorbo fue donada al
monasterio de San Salvador de Oña con su cementerio. La prospección del lugar no ha permitido descubrir ningún vestigio dado que su superficie esta ocupada por el silo, carreteras y autopista.
Estos restos sepulcrales corresponderían a la
necrópolis del monasterio, luego iglesia de San Juan.
39. A 2.500 m. al SE del pueblo se halla el término de Villanueva Judíos. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 37'02" de latitud norte y los Oº 35'40" de
longitud este.
Según referencias verbales, en este pago han aparecido algunas tumbas. La prospección de su superficie ha deparado el hallazgo de huesos humanos y
losas de piedra caliza pertenecientes a sepulcros. Hay
que destacar sobre todo una pieza, parcialmente
decorada en una de sus caras con una red de rombos
incisos (Fot. 8).
Estos vestigios corresponden al cementerio de la
ermita de San Martín, propia de este antiguo despoblado llamado Villanueva de Judíos.
Portilla
40. A 200 m. al S del pueblo se halla el término de
Santa Coloma. Sus coordenadas coinciden con los
42º 44'12" de latitud norte y los Oº 36'25" de longitud este.
Según información del Catastro del Marqués de la
Ensenada en este pago, asiento de una ermita dedicada a Santa Coloma, existía un cementerio. La despoblación del lugar ha impedido su localización.
Santa Gadea del Cid
41. A 1.750 m. al NE de Santa Gadea se encuentra el término de Santa Inés. Sus coordenadas coinciden con los 42º 43'32" de latitud norte y los Oº
38 '52" de longitud este.
A raíz de unos trabajos agrícolas, el tractor puso al
121
descubierto varias tumbas de lajas con sus consabidos
restos antropológicos, hoy totalmente destruidos.
Estos vestigios deben corresponder al cementerio
de una ermita dedicada a Santa Inés, enclavada en
esta zona, que, según algunas informaciones, debió
pertenecer al antiguo despoblado de Montañana la
Yerma.
42. A 1.500 m. al NE de la villa se halla un ribazo conocido por el nombre de El Hoyo. Sus coordenadas coinciden con los 42º 43'22" de latitud norte y
los Oº 38'40" de longitud este.
En un afloramiento rocoso situado al oeste existen
dos tumbas excavadas en la roca. La una es del tipo
bañera y por sus dimensiones debemos atribuirla a un
enterramiento infantil. La segunda, algo rota, es
antropomorfa y corresponde a un adulto (Fot. 11).
Además se conserva una pequeña oquedad de una tercera.
Estos vestigios sepulcrales deben pertenecer al
cementerio de alguna ermita, tal vez dedicada a San
Martín, dado que es topónimo próximo.
43. A 1.200 m. al NE de Santa Gadea se encuentra el monasterio de Nuestra Señora del Espino. Sus
coordenadas coinciden con los 42º 43 '35" de latitud
norte y los Oº 38'22" de longitud este.
En el roquedo sobre el que se asienta la iglesia,
entre dos contrafuertes del ábside, se conserva una
sepultura antropomorfa excavada en la roca, con
rebaje para ajustar la tapa (Fot. 12) y restos de una
segunda. Otras desaparecieron al hacer una rampa de
acceso por este mismo sector.
El primero en publicar su existencia fue HUIDOBRO (1916 y 1922) quien refiere el descubrimiento
de varias otras de forma antropoide, a raíz de efectuar
unos trabajos cerca de la iglesia. Este autor las sitúa
en los siglos XI y XII y las relaciona con cristianos
fugitivos martirizados por Tariq en el lugar, hoy despoblado de Montañana la Yerma, donde luego se
levantaría el monasterio e iglesia de San Millán que
cita el documento testimonial de la aparición de la
Virgen en dicho paraje. Parece que estas noticias
están tomadas de ARGÁIZ (167 5) quien supone l~
existencia sobre este mismo emplazamiento de una
iglesia visigótica dedicada a Santa María con su
cementerio anejo. Posteriormente, GOY (1940) se
hizo eco de todo ello precisando que muchos de estos
sepulcros antropoides se hallaban aún enterrados y
otros habían desaparecido en 1879 y 1886 a consecuencia de las diversas obras de restauración realizadas por los redentoristas. Las publicaciones posteriores de VALDIZÁN (1970), ABÁSOLO (1974),
GARCÍA FERNÁNDEZ (1989), VÉLEZ (1984) y
ECHEVERRÍA (1991) no aportan nada nuevo y se
limitan a refundir lo anterior.
Estos restos sepulcrales corresponden al cementerio de la iglesia de San Millán, donde luego se erigi-
122
JACINTO CAMPILLO CUEVA
rá el convento de Nuestra Señora del Espino.
44. A 1.000 m. al N del pueblo existe un alto
denominado San Pantaleón. Sus coordenadas coinciden con los 42º 43 '32" de latitud norte y los Oº
37'20" de longitud este.
En la parte alomada del cerro que mira a occidente, próximas al camino, se descubrieron hace algunos
años siete u ocho tumbas de lajas con sus correspondientes restos óseos. Actualmente no se aprecia nada
dado que el tractor lo ha destruido.
Estos restos sepulcrales deben corresponder al
cementerio de la ermita de San Pantaleón, ubicada en
este paraje.
45. En el extremo NO del pueblo, sobre una eminencia, se asienta la ermita románica de Nuestra
Señora de las Eras. Sus coordenadas coinciden con
los 42º 42'57" de latitud norte y los Oº 37'30" de
longitud este.
En el muro septentrional del templo se ubica el
actual cementerio donde hemos descubierto un sarcófago de piedra cubierto por una gran losa monolítica,
hoy desplazada, que permite ver los restos humanos
de su interior. La única noticia existente la proporciona CADIÑANOS (1993, b) al citar el descubrimiento de sepulcros en Término, nombre antiguo de Santa Gadea, cuya iglesia sería la actual ermita de Nuestra Señora de las Eras.
Estos restos sepulcrales hay que asociarlos con la
necrópolis de dicho templo.
46. A 300 m. al NO de la localidad se encuentra el
término de Santibáñez o Trasquintana. Sus coordenadas coinciden con los 42º 43 '08,, de latitud norte y
los Oº 37'15" de longitud.este.
Recientemente, el arado ha puesto al descubierto
varias tumbas de lajas con sus correspondientes huesos humanos. La prospección del lugar no ha permitido vislumbrar otro particular ya que el tractor ha
destruido el conjunto.
Estos vestigios deben corresponder al cementerio
de alguna de las ermitas, ubicadas en estos contornos,
dedicadas a San Esteban, San Miguel o San Pedro.
47. A 200 m. al SO del caserío se localiza el pago
de "Las Ermitas". Sus coordenadas coinciden con
los 42º 42'40" de latitud norte y los Oº 37'30"de longitud este.
A través de este alto, existió antaño un camino
rehundido en cuyo corte se apreciaban varias tumbas
de lajas que fueron destruidas a raíz de realizarse la
concentración parcelaria. En la actualidad, sólo aparecen en superficie teja y cerámica atípica torneada.
Los restos sepulcrales corresponden al cementerio
de una de las ermitas, de advocación desconocida,
que los apeos citan como La Primera Ermita y otras
con su correspondiente advocación, aunque ninguna
de ellas ha podido ubicarse en este paraje de forma
irrefutable.
48. A 4.500 m. al O de Santa Gadea se localiza el
pago de San Felices o Santo/ices dentro del paraje
denominado Fuentelateja y a veces Los Tobares o
Carrasquillo. Sus coordenadas coinciden con los 42º
42'03" de latitud norte y los Oº 34'58" de longitud
este.
En 1978 Andrío y Loyola llevaron a término una
excavación de urgencia después de que el tractor descubriera algunos vestigios sepulcrales. Fruto de estos
trabajos fue el estudio de cinco sarcófagos de piedra
caliza y arenisca, bastante deteriorados, con losas de
cubierta y huesos humanos removidos. Su forma interior es ovalada, salvo uno que adopta un vaciado trapezoidal. Todos ellos se orientaban de oeste a este y
oscilaban entre 200 y 180 cm. de largo. Uno de los
sepulcros disponía de dos esqueletos tal vez como
consecuencia de una reutilización. En ocasiones el
cadáver aparecía en posición decúbito supino, con los
brazos cruzados sobre la cintura y con las extremidades inferiores paralelas o superpuestas. No se hallaron materiales arqueológicos de ningún tipo a excepción de un anillo de cobre provisto de un recuadro
central con dos arcos que portan rayas incisas que fue
atribuido provisionalmente por sus excavadores a una
comunidad judía del siglo XIV, de lo cual se hace
también eco REYES (1990).
Las noticias al respecto de esta excavación nos la
proporciona ANDRÍO (1987 a y b) y CANTERA y
ANDRÍO (1991).
Según todos los indicios, estos restos sepulcrales
hay que relacionarlos con el cementerio de la ermita
de San Felices, desaparecida hace siglos y ubicada en
este paraje.
49. A 2.750 m. al E de la localidad se encuentra el
término de Cabezas, también conocido por Santotornín y Sanzadornil. Sus coordenadas coinciden con los
42º 42'25" de latitud norte y los Oº 39'42" de longitud este.
En este ribazo alargado, próximo a la divisoria
con Ayuelas se han hallado varias tumbas, tanto en el
camino carretero que lo cruza longitudinalmente
como en unas tierras próximas y en la zona rocosa del
cerro. Se conservan restos de dos tumbas de lajas de
caliza, orientadas de O a E y una sepultura antropomorfa excavada en la roca arenisca provista de rebaje periférico y dos signos grabado e idéntica orientación (Fot.13). Los demás vestigios han desaparecido
debido a la acción del tractor o bien son apenas perceptibles por estar cubiertos por la maleza.
Estos hallazgos corresponden al cementerio de la
ermita de San Saturnino, ya arruinada en 1723, sita en
este punto, otrora parroquia del despoblado de Cabezas.
Santa María Ribarredonda
50. En la parte alta del pueblo se eleva la iglesia
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
de Nuestra Señora de la Asunción. Sus coordenadas
coinciden con los 42º 38'29" de latitud norte y los Oº
30'30" de longitud este.
Hace algunos años se descubrieron dos tumbas de
lajas con sus correspondientes esqueletos al NE del
templo, junto a una casa. Idénticos hallazgos se produjeron hacia el SO, todos fuera del área ocupada por
la barbacana del cementerio.
Estos vestigios deben asociarse con la necrópolis
de la parroquial.
51. Dentro del caserío, en el suelo de un pajar sito
a unos 50 metros al sur de la iglesia, pegante a la
carretera, se descubrió, hace bastante tiempo, un
esqueleto asociado a un sable que se juzgó como perteneciente a la carlistada.
Somos de la opinión que esta evidencia sepulcral
debe relacionarse con el cementerio de alguna ermita
situada en esta zona, recordada por la toponimia ya
sea el caso del barrio de San Andrés ya el próximo de
Santaolín o San Antolín.
Silanes
52. En la parte más elevada del pueblo está la
iglesia de San Román. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 40'20" de latitud norte y los Oº 30'35" de
longitud este.
Según referencias orales, hace muchos años se
descubrieron algunas tumbas de lajas, con sus correspondientes huesos humanos, al pie del cerro donde
está situado el templo, en dirección a la casa del
maestro. Nada de esto es visible en la actualidad.
Los vestigios sepulcrales deben asociarse con el
cementerio de la parroquial.
Suzana
53. En el centro del caserío está la iglesia de Santa María Magdalena. Sus coordenadas coinciden con
los 42º 42'33" de latitud norte y los Oº 42'05" de
longitud este.
Alrededor del templo, pero especialmente en la
zona de la cabecera y en la plaza de la Magdalena, se
descubrieron tumbas de lajas hace unos 15 años a raíz
del acometimiento de unas reformas en los cimientos
del templo y al levantar la fuente. También se han
localizado otras tumbas semejantes en el suelo de una
casa próxima. En la actualidad no queda nada en
superficie.
A este hallazgo debe aludir ANDRÍO (1987 a) y
CANTERA y ANDRÍO (1991). Como es lógico,
estos vestigios corresponden al cementerio de la
parroquial.
54. En el extremo NE del pueblo, a la parte derecha de la carretera, aparecieron tres tumbas de lajas
con sus correspondientes huesos humanos, tapados
123
con losas calizas. El hallazgo se produjo al construirse los desagües de una casa cueva, a 2 y 3 m. de profundidad por un recorrido de 7 m .. Actualmente no se
conserva nada.
Estos vestigios, dada su separación con respecto a
la iglesia, no deben relacionarse con el yacimiento
anterior y bien podrían corresponder al cementerio de
una ermita, aún no identificada y que, según la toponimia, podría tratarse de San Esteban o Santa Cruz.
55. En el extremo NO del caserío, ya en pleno
descampado, se descubrieron hace algunos años seis
sepulturas de lajas con sus consabidos restos humanos. Como en el caso precedente, somos de la opinión
que esta nueva necrópolis hay que relacionarla, según
la toponimia, con otra ermita todavía por identificar,
tal vez dedicada a San Miguel.
Valverde de Miranda
56. A 1.100 m. al NE del pueblo se encuentra el
término de San Antón. Sus coordenadas coinciden
con los 42º 38'55" de latitud norte y los Oº 42'10" de
longitud este.
Según referencias verbales, en este paraje, donde
actualmente está el depósito del agua, han aparecido
tumbas de lajas y huesos humanos. Sin embargo, la
transformación del lugar en prado impide su constatación.
Estos vestigios corresponden al cementerio de la
ermita de San Antonio Abad, donde, según MADOZ
(1849), estuvo el primitivo camposanto de Valverde,
hoy desaparecido.
57. A 1.000 m. al NE de la localidad se halla el
término de Motiturri. Sus coordenadas coinciden con
los 42º 38'56" de latitud norte y los Oº 42'09" de
longitud este.
En 1990 apareció en una finca un fragmento de
sarcófago de arenisca correspondiente al hueco circular de la cabecera (Fot. 14). Se trata de la tapa y presenta un rebaje lateral para encajar con la caja.
Actualmente se ha fragmentado de tal forma que su
estado es irreconocible.
Esta pieza sepulcral aislada no la podemos relacionar, de momento, con ningún cementerio o ermita
aunque sin duda lo esté.
58. A 300 m. al NE del pueblo se halla el término
de La Virgen o Los Canónigos. Sus coordenadas
coinciden con los 42º 38'54" de latitud norte y los Oº
41 '52" de longitud este.
En 1931, al construirse la actual carretera local, se
descubrieron multitud de sarcófagos con sus correspondientes tapas y restos óseos, de los cuales sólo
pudieron salvarse dos que se aprovecharon como
abrevaderos. Según referencias, tanto respondían a
enterramientos infantiles como de adultos. También,
debieron exhumarse tumbas de lajas aunque, debido
124
JACINTO CAMPILLO CUEVA
a su menor vistosidad, nada se dijo. Actualmente
todavía son perceptibles algunos vestigios bajo una
capa de tierra de hasta 2 y 3 m. de potencia. Se trata
sobre todo de tumbas de lajas orientadas de O a E,
una de las cuales conserva en el corte un esqueleto
humano completo. En el pueblo aún existe un sarcófago que sirve de abrevadero cuyas medidas son 222
x 46 x 25 cm. (Fot. 15).
La necrópolis fue publicada por CANTERA
(1943) aunque pasó de~apercibida. Según este autor,
el cementerio, constituido por grandes sepulcros de
piedra, correspondería al despoblado de Pontánzuri o
Pontanzre. Luego, VALDIZAN (1970) volverá a tratar del yacimiento más prolijamente, sirviendo posteriormente de base a OSABA (1972), ABÁSOLO
(1974) y GARCÍA FERNÁNDEZ (1986, 1989).
Estos restos sepulcrales corresponden al cementerio de la ermita de Nuestra Señora la Antigua, antaño
monasterio e iglesia de Pontánzuri (GARCÍA-SOTO
y CANTERA, 1971).
Valluércanes
59. En la parte alta del caserío, en la ladera de El
Castillar, se emplazan las ruinas de la antigua iglesia
parroquial de Santa María del Valle. Sus coordenadas
coinciden con los 42º 34'20" de latitud norte y los Oº
34'01" de longitud este.
Aprovechando parte del recinto sagrado se construyó el actual camposanto de la localidad. En el mismo se han descubierto, en diferentes ocasiones, huesos humanos y losas pertenecientes a sepulturas de
lajas.
Estos vestigios están relacionados con el cementerio de la iglesia dedicada a la Virgen.
60. A 100 m. al O del pueblo se encuentra el pago
de San Martín. Sus coordenadas coinciden con los
42º 34'30" de latitud norte y los Oº 33'46" de longitud este.
En una finca situada al otro lado del arroyo, el arado ha puesto al descubierto tumbas de lajas y sarcófagos lisos, dos de ellos se han reutilizado como abrevaderos en Fuente del Pesebre y Fuente de la Magdalena. Al parecer, la mayoría tenía vaciado ovalado,
salvo uno que era antropomorfo. Poco más adelante,
en Barrequintanilla, también han aparecido restos
sepulcrales, especialmente sepulcros de lajas y huesos humanos.
Todos estos vestigios hay que relacionarlos con el
cementerio de la ermita de San Martín, situada en un
pequeño alto, antaño iglesia del despoblado de Quintanilla de Judíos.
61. A 1.500 m. al O de Valluércanes se encuentra
el término de La Virgen. Sus coord~nadas coipciden
con los 42º 34'42" de latitud norte y los Oº 33'00" de
longitud este.
Poco antes de llegar a la Cueva de la Virgen, junto a un corral que hay a la derecha del camino, están
las ruinas de una ermita. Antiguamente existían tumbas de lajas alrededor del recinto, pero en la actualidad no se aprecia nada por estar todo invadido de
hierba.
Estos restos corresponden al cementerio de la
ermita de Santa María del Valle desaparecida recientemente.
Villanueva de Teba
62. En la parte norte del pueblo se halla la iglesia
de San Pedro. Sus coordenadas coinciden con los 42º
38 '57" de latitud norte y los Oº 31 '28,, de longitud
este.
A unos 15 m. al SO del templo se han descubierto algunas tumbas de lajas con sus correspondientes
huesos humanos. Actualmente nada de esto es visible.
Estos restos sepulcrales hay que relacionarlos con
el cementerio de la parroquial.
Villanueva-Soportilla
63. A 1.250 m. al N-NE de la localidad se localiza el pago de Santa María de Tejuela. Sus coordenadas coinciden con los 42º 45'24" de latitud norte y
los Oº 37'18" de longitud este.
Desde tiempo inmemorial se han venido descubriendo tumbas en este paraje. Antes de que A. del
Castillo emprendiera su excavación científica en
1970, eran visibles una treintena de sepulturas excavadas en la roca arenisca. A raíz de los trabajos
arqueológicos se detectaron 279 tumbas distribuidas
por todo el alomamiento. La mayoría están excavadas
en la roca, pero también se pudieron estudiar otras
realizadas a base de lajas de caliza o mixtas (Fot. 16
y 17). Todas ellas adoptan la típica orientación de O
a E. Según su excavador, existe una gran variedad
tipológica y cronológica. Las más antiguas se dispondrían en tomo al edículo rupestre y corresponderían
al tipo de bañera. En un segundo término, aparecerían aquellas que empiezan a tallarse la parte de la
cabecera y los hombros para culminar, luego, en las
denominadas biformes, es decir las que presentan un
exterior de bañera y un interior antropomorfo. En
cuarto lugar aparecerían las tumbas propiamente
antropomorfas, a continuación las de lajas, espacialmente más alejadas del edículo, para concluir con los
sarcófagos. De estos últimos se han hallado dos,
ambos carentes de decoración y con el esqueleto en
posición decúbito supino. Uno de ellos se encontró en
el interior de la iglesia descubierta en lo más alto del
montículo. Al parecer las tumbas se distribuían formando grupos familiares, a veces individualizadas
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
por estelas funerarias en las cabeceras. La disposición
del cadáver resulta muy variada debido probablemente a la amplia cronología o vigencia de la necrópolis
(siglo XI-XII), aunque algunos autores incluso la
retrotraen a época visigoda, sobre todo en función del
hallazgo de algunos tipos cerámicos.
El estudio antropológico ha permitido descubrir
las edades de los enterrados. De ellos, 180 individuos
corresponden a adultos, en su mayoría descubiertos
en sepulcros antropomorfos; 62 a enterramientos
infantiles y 37 a adolescentes, siendo estos dos casos
más frecuentes en el tipo de bañera y menos en antropomorfos.
Los materiales descubiertos son escasos, destacando únicamente un anillo de bronce encontrado
dentro de un sarcófago y otro de plata en una tumba.
La primera referencia escrit31 sobre este yacimiento resulta algo vaga ya que MELIDA (1942) alude a
tumbas próximas a Sobrón, aunque bien pudiera tratarse de éstas. En el mismo sentido parecen manifestarse BARANDIARÁN (1974) cuando en 1935 lo
visitó con D. Femández Medrano. Sin embargo, será
VALDIZÁN (1970) el que aborde su estudio más
pormenorizadamente. En él se basarán autores posteriores como OSABA (1972), DE LA CRUZ (1973),
ABÁSOLO (1974) y GARCÍA GRINDA Y
MARTÍN (1984). El gran avance lo dio DEL CASTILLO (1972) al acometer su excavación. Su publicación sirvió de referencia obligada para otros investigadores de la región como GARCÍA FERNÁNDEZ
(1986 y 1989), VÉLEZ (1984), RUBIO (1981),
MONREAL (1989 y 1991) y ANDRÍO (1987 a y b).
Más recientemente CANTERA y ANDRÍO (1991)
han completado las publicaciones anteriores con un
estudio más circunstanciado.
64. A 1.750 m. al N del pueblo se encuentra el término de La Raicilla, próximo al molino de Camajón.
Sus coordenadas coinciden con los 42º 45'33" de
latitud norte y los Oº 36 'Z2,, de longitud este.
Una referencia oral permite situar en este punto
una nueva necrópolis formada por tumbas de lajas.
Sin embargo, todo esfuerzo por localizarla ha sido
inútil.
Su identificación con alguna de las ermitas que
antaño existieron en el pueblo es problemática si bien
la toponimia se inclina hacia San Andrés.
65. En la parte alta del pueblo se halla la iglesia de
San Esteban. Sus coordenadas coinciden con los 42º
44'45" de latitud norte y los Oº 36'47" de longitud
este.
A pocos metros de la actual portada del templo se
han hallado tumbas de lajas con sus correspondientes
huesos humanos. Tal vez de este lugar proceda una
estela, actualmente empotrada en una de las paredes
de la sacristía. Se trata de una pieza discoidal de piedra rosada. El disco mide 4 7 cm. de diámetro y lleva
125
una moldura lisa periférica de 6,5 cm. de anchura. Su
interior está ocupado por una cruz inscrita de brazos
iguales en resalte con los extremos ensanchados y
decorados con una incisión triangular, salvo en la
base que es biselada. El vástago tiene 45 cm. de
ancho por 13 cm. de lar_go (Fot. 18). Su publicación
corrió a cargo de CADINANOS (1993 a).
4. ESTUDIO DE LAS NECRÓPOLIS
En este reducido ámbito geográfico están atestiguadas varios tipos de sepulturas medievales cristianas. Entre ellas se destacan las tumbas de lajas, los
sepulcros excavados en la roca y los sarcófagos, además de aquellos otros de tipología dudosa o imposible de precisar.
Desde el punto de vista cuantitativo, predominan
las primeras, de manera que representan casi la mitad
de las catalogadas, exactamente 33. Con todo, es
seguro que varios de los casos considerados como de
tipología dudosa haya que englobarlos dentro de este
apartado. Por ello, no resulta extraño que su difusión
sea general a toda la comarca.
Este tipo de tumbas adopta la forma de una caja
pétrea realizada a base de losas. Sus lados longitudinales disponen de un número de lajas variable, pero
siempre colocadas en disposición apaisada. Los flancos transversales se cierran con una sola lastra. La
cubierta es siempre plana ya sea monolítica ya sea de
varias lanchas. El material utilizado en su construcción es la piedra caliza del país, salvo excepcionalmente que se emplea la arenisca. Por norma general,
los bloques disponen de un ligero desbastado sin que
éste culmine en un acabado cuidado. Sin embargo,
también se atestigua el empleo de losas toscas, sin
ningún tipo de trabajo.
Las medidas de los bloques utilizados dependen
de numerosos factores (litológicos, humanos, económicos, tecnológicos ... ). De todas formas, los conservados corresponden a dimensiones más bien modestas. En cambio, su grosor suele frisar los 15 cm ..
En el actual estado de la cuestión, es muy aventurado fijar las proporciones de este tipo de tumbas
debido a la destrucción de las mismas o a la conservación de una parte mínima de ellas como sucede en
la necrópolis de Cabezas (Santa Gadea). No obstante,
es lógico pensar que sus dimensiones sean similares a
las observadas en otros lugares (DE LA CASA, 1992;
ANDRÍO, 1987 b; CAMPILLO, 1995). Así parecen
confirmarlo las descubiertas en Santa María de Tejuela (Villanueva-Soportilla). Las circunstancias expuestas impiden el establecimiento de una clasificación de
las tumbas en función de su tamaño por cuanto es
imposible determinar si responden a sepulturas grandes, medianas o pequeñas. Esto último dificulta rela-
126
JACINTO CAMPILLO CUEVA
cionar sus proporciones con enterramientos adultos,
jóvenes o infantiles (BOLOS y PAGÉS, 1992 y
ANDRÍO, 1987 b). Ello no obsta, como sucede en
Villanueva-Soportilla, que puedan conocerse estos
pormenores acudiendo a análisis antropológicos.
Dentro de las necrópolis, la disposición adoptada
por las tumbas responde a una ordenación en gran
medida preconcebida, de modo que las sepulturas se
van colocando de forma paralela, unas al lado de
otras, como se pudo atestiguar en el Cristo de Barrio
(Pancorbo). Este hecho conlleva que apenas quede
separación entre ellas.
Por norma general, todas las tumbas respetan la
típica orientación de los enterramientos cristianos del
medievo. Los pies se colocan al saliente y la cabeza
al poniente, mirando hacia la salida del sol, hacia
Jerusalén. A esta regla escapan algunos casos, fácilmente explicables en función del espacio disponible...
·
La extensión superficial de las necrópolis de tumbas de lajas es muy difícil de determinar ya sea por el
elevado grado de destrucción ya sea porque gran parte
de ellas permanecen aún desconocidas bajo tierra. De
todas formas, la mayoría de los conjuntos cementeriales estudiados deben responder a dimensiones modestas, a veces impuestas por características físicas, por su
disposición en tomo a templos, etc. Solamente Santa
María de Tejuela (Villanueva-Soportilla) podría catalogarse entre las grandes, si bien haciendo constar que
en ella coexiste una gran diversidad tipológica. Esta
mayor extensión estaría relacionada con la relevancia
demográfica del poblado al que pertenece o bien con
una utilización más dilatada en el tiempo.
A tenor de los datos disponibles, los cadáveres
inhumados adoptan la posición decúbito supino, con
las extremidades inferiores extendidas y las superiores recogidas sobre el pecho o el vientre.
Dentro de esta clase de tumbas resulta muy difícil
establecer diferencias tipológicas dado que la inmensa mayoría de las catalogadas son conocidas a través
de referencias orales y las que se conservan se hallan
bastante destruidas. Sin embargo, en Cabezas (Santa
Gadea) y Santa María de Tejuela (Villanueva-Soportilla) hay evidencias de formas rectangulares, si bien
son más frecuentes las variantes trapezoidales (La
Virgen de Valverde, Santa María de Tejuela de Villanueva-Soportilla ... ).
El emplazamiento de esta modalidad sepulcral
está relacionado con la ocupación humana del territorio. Por esta razón, aparecen sobre todo alrededor de
los núcleos rurales mayores. En concreto, su ubicación se efectúa alrededor de espacios considerados
sagrados por los cristianos. Este es el caso de los antiguos cementerios situados en tomo a iglesias y ermitas tanto de lugares actualmente poblados como de
despoblados.
Según los especialistas en arqueología medieval,
la cronología de este tipo de tumbas es muy amplia.
Las más antiguas podría remontarse al siglo VIII,
pero el grueso de las mismas habría que situarlo a
partir de la XI centuria y en la XII ya que muchas
necrópolis se encuentran junto a edificios románicos.
Ello no obsta para que algunas tengan una cronología
posterior, incluso dentro del siglo XV.
La modalidad de tumbas excavadas en la roca se
da en 7 ocasiones por lo que debe considerarse como
algo esporádico y asociado a zonas montañosas o
ribazos rocosos de las cuencas sedimentarias.
Es probable que el hueco sepulcral se tallara de
forma individualizada en la roca arenisca, caliza o
toba, de tal manera que sus paredes fuesen convergiendo hacia el fondo, aun cuando a veces sean verticales. En la mayoría de los casos las cubiertas no se
han conservado "in situ". No obstante, en la necrópolis de Santa María de Tejuela (Villanueva-Soportilla)
se han constatado tapas monolíticas junto con el
empleo de varias losas, especialmente para cubrir
grandes sepulcros. Mejor conservación se observa en
los rebajes periféricos, a propósito para encajar el cierre.
Las dimensiones de las tumbas catalogadas son
muy variadas. El conocimiento de este pormenor es
posible gracias a que la mayoría de los ejemplares se
han conservado enteros. Junto a las sepulturas infantiles de pequeñas proporciones, abundan las que
miden en tomo a 170 cm. de longitud, 40 cm. de
anchura máxima y 30 cm. de profundidad. Estos
datos permiten deducir que la mayoría de los enterramientos detectados corresponden a adultos. En ellos,
la disposición del cadáver sólo es conocida a través
de la necrópolis de Santa María de Tejuela que en
nada difiere del resto.
La extensión superficial de este tipo de yacimientos está supeditada a las dimensiones del afloramiento rocoso. Pero no siempre su ocupación fue completa ya que se relaciona con el número de defunciones
o la amplia utilización cronológica. A tenor de las
evidencias, las sepulturas se disponen unas junto a
otras, con escaso margen de separación y respetando
un cierto paralelismo. Al igual que las tumbas de
lajas, la cabecera se encuentra al oeste y los pies al
este. No obstante, esta orientación general ofrece
ligeras variaciones casi siempre en función del grado
de dureza de la roca o de la superficie sepulcral disponible. Igualmente, este tipo de sepulturas se relaciona con cementerios de ermitas o iglesias salvo en
La Picota (Ameyugo) y Las Cuevas (Encío) que quedan pendientes de nuevos datos.
La variedad tipológica predominante entre las
tumbas excavadas en la roca es la de bañera con
vaciado ovalado si bien con la particularidad de disponer de una mayor amplitud en la zona de la cabe-
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
cera. Sin embargo, también existen algunos ejemplares antropomórficos, siempre coexistentes dentro de
la misma necrópolis.
De momento, faltan datos cronológicos precisos
para este tipo de tumbas. En ocasiones, como sucede
con San Mamés de Pancorbo, su establecimiento en
las proximidades de un templo románico permite
situarlas en tomo al siglo XII. Sin embargo, los especialistas defienden que esta modalidad sepulcral de la
Edad Media corresponde a los modelos más antiguos,
de modo que llega a su máximo apogeo en la X centuria.
Dentro de los yacimientos sepulcrales catalogados
existen catorce con sarcófagos. Esto supone que su
importancia es mayor que la de las tumbas excavadas
en la roca.
En estos casos, el sepulcro se realiza en una piedra monolítica de caliza o arenisca con la finalidad de
quedar exento. Casi siempre, se desconocen sus
dimensiones por hallarse destruidos. No obstante, los
conservados responden a unos parámetros normales y
próximos a los 2 m. de longitud. Sólo en Las Animas
de Ircio hay constancia del hallazgo de un sarcófago
infantil.
Dentro de esta variedad sepulcral coexisten los de
vaciado ovalado junto con otros trapezoidales y
antropomórficos, si bien estos últimos resultan más
esporádicos. Las pocas cubiertas conocidas responden a perfiles curvilíneos o semicirculares y están
provistas de un rebaje para ajustar en la caja. Es sintomático que ninguno de los conservados disponga de
decoración, tan frecuente en los ejemplares honoriegos (CAMPILLO, 1995).
La localización de las necrópolis con sarcófagos
es muy similar a las anteriores. De hecho, en muchas
ocasiones coexisten con tumbas de lajas o, más raramente, con sepulturas excavadas en la roca.
Los datos disponibles acerca de la orientación de
los enterramientos sarcofágicos proceden exclusivamente de excavaciones realizadas, sobre todo en Santa María de Tejuela y San Felices. Según éstas, no se
desvían de lo observado en el resto de tumbas. Sin
embargo, su cronología, en principio, no parece tan
antigua. En general, deben considerarse posteriores a
los sarcófagos ornamentados en la zona de Sedano
(CAMPILLO, 1995). No obstante, su vinculación a
templos románicos permite situarlos a partir del siglo
XII y Xill, sin descartar dataciones posteriores como
sería el caso de San Felices (Santa Gadea).
Además de los tres tipos de enterramiento arriba
analizados, hay catalogados 21 yacimientos con tumbas de tipología momentáneamente desconocida.
Esta contingencia se fundamenta en los informes orales, imposibles de comprobación, en la ambigüedad
de las fuentes manuscritas o en la imprecisión de ciertas publicaciones.
127
Actualmente, se tienen noticias de 4 estelas funerarias pertenecientes al medievo, lo que supone una
cierta escasez incluso con respecto a los ejemplares
de Sedano (CAMPILLO, 1995). El rasgo común a
todas ellas es su aparición fuera de contexto arqueológico, máxime cuando la procedencia de dos de ellas
es ajena a nuestra jurisdicción.
El material empleado para su factura es la piedra
caliza, salvo en el ejemplar de Villanueva-Soportilla
que utiliza la arenisca.
Desde el punto de vista tipológico predominan las
estelas discoidales y solamente hay constancia de una
pieza trapezoidal. El vástago es liso, pero el disco
porta siempre una decoración que se dispone en
ambas caras y de forma esporádica en el canto. El
repertorio ornamental es similar en el anverso y en el
reverso, con excepción de pequeñas variaciones compositivas. Sin embargo, en una ocasión es totalmente
distinto ya sea debido a una diferente concepción ya
sea a causa de una diversidad cronológica. Lo cierto
es que en todo momento se reproducen símbolos cristianos, especialmente cruces, o fácilmente asociables
con la religión como sucede con las composiciones
circulares radiadas u otros elementos geométricos.
De momento, resulta muy difícil asociar las estelas mirandesas con necrópolis en que hayan aparecido sarcófagos como sucede en la zona de Sedano,
aunque tampoco es descartable. Es probable que los
modelos más antiguos se remonten al siglo XI; pero
la mayoría se situaría en las dos centurias siguientes.
5. CONCLUSIONES
Dentro del ámbito burgalés, la comarca situada en
tomo a Miranda de Ebro ha sido una zona relegada
desde el punto de vista arqueológico, seguramente
debido a su lejanía con respecto a la capital y a la proximidad con las provincias limítrofes. Sin embargo,
las primeras noticias publicadas sobre necrópolis
medievales fueron muy tempranas. Con todo, no fue
hasta la década de 1970 cuando las investigaciones se
fueron afianzando en este campo hasta culminar en la
actualidad merced a una labor de prospección metódica y continuada. El resultado de ello es la catalogación de un cuantioso número de necrópolis, en total
65, lo que supone triplicar los yacimientos conocidos
hasta 1996. No obstante, el catálogo no está agotado
ya que bajo tierra quedarán sepultadas bastantes más.
La importancia del presente trabajo se patentiza
no sólo a través del incremento cuantitativo sino también por la exhaustividad demostrada mediante la
recopilación bibliográfica, el manejo de fuentes
manuscritas y la realización de encuestas detalladas.
De esta manera, la comarca mirandesa se incorpora
de lleno al mundo de la arqueología medieval con
128
JACINTO CAMPILLO CUEVA
esta primera sistematización. Ello ha exigido la recogida de una gran variedad de noticias sobre yacimientos ya conocidos desde antiguo o más recientes.
Esta tarea se ha desarrollado plenamente gracias a la
colaboración de muchos alumnos y numerosos ancianos.
No obstante, la elaboración del trabajo no ha sido
fácil, sino que ha presentado varias dificultades. Una
de ellas fue la falta de estudios específicos sobre el
fenómeno sepulcral de la comarca. La segunda vino
impuesta por el desconocimiento de las circunstancias en que se produjeron los hallazgos. El hecho de
no comunicarse estos descubrimientos a las autoridades competentes ha contribuido a la pérdida de innumerables datos así como de los restos exhumados. A
estos inconvenientes hay que agregar la ausencia de
ajuares funerarios susceptibles de aportaciones cronológicas más precisas.
En principio, según los datos manejados, tanto las
tumbas de lajas como las excavadas en la roca o los
sarcófagos se asientan en emplazamientos muy similares. Esta elección pudo realizarse en función de la
proximidad a los núcleos habitados existentes. De ahí
que se observen fuertes concentraciones en tomo a
Pancorbo y Santa Gadea. Para concretar, las necrópolis se establecen en aquellos lugares donde hay o ha
habido templos cristianos antiguos, sean iglesias
parroquiales, monasteriales o ermitas, situados dentro
del caserío o en su periferia, sí bien tampoco es
excepcional su ubicación en despoblado. En todo
caso, los cementerios se disponen alrededor del santuario, distanciándose de él a medida que es necesario ampliar el espacio sepulcral. Al margen quedan
únicamente contados ejemplos, de momento no asociables a templos cristianos conocidos, aunque en origen lo estuvieran.
Salvo raras excepciones, estas necrópolis son de
pequeñas o medianas dimensiones en cuanto a extensión superficial. Sus límites vienen dados en función
de accidentes geográficos como ribazos, escarpes,
etc., en función del escaso número de habitantes del
poblado o en función de su mayor o menos vigencia
como lugar cementerial. No obstante, algunas necrópolis, como la de Santa María de Tejuela, deben catalogarse dentro de las extensas.
En el conjunto de manifestaciones sepulcrales
catalogadas predominan las tumbas de lajas de tal
forma que suponen más de la mitad de las conocidas.
Le siguen en importancia numérica los yacimientos
con sarcófagos y finalmente las sepulturas excavadas
en la roca. De todas maneras, quedan 21 manifestaciones más cuya tipología es dudosa o desconocida.
No obstante, es de destacar que, por regla general, las
necrópolis no presentan un único tipo de tumba sino
que coexisten dos o incluso tres como demuestra el
caso de Santa María de Tejuela.
En todo caso, el cadáver se colocaba en posición
decúbito supino con las piernas extendidas y los brazos flexionados sobre el vientre o el pecho. En virtud
de los datos disponibles, predominan los enterramientos de adultos, con una estatura media no superior a 1,70 m. Esta práctica funeraria no conllevaba el
acompañamiento de ajuar funerario alguno, salvo
algunas excepciones un tanto tardías como son los
anillos de Santa María de Tejuela y San Felices
La documentación de una variedad tipológica no
es suficiente para establecer secuencias cronológicas
precisas dado que la mayoría corresponde a informaciones orales y las excavaciones científicas son escasas. Con todo, entre las tumbas de lajas abundan
aquellas de formas rectangulares y trapezoidales. Por
su parte, las excavadas en la roca pertenecen mayoritariamente al tipo de bañera ovalada, siendo excepcionales las antropomorfas. En los sarcófagos, por el
contrario, se documentan en parecida proporción los
de vaciado trapezoidal, ovalado y antropomórfico.
La orientación de todos ellos es la típica de las
sepulturas cristianas medievales, es decir: de oeste a
este. Sin embargo, existen pequeñas variaciones en
virtud de la estación en que se labró la tumba, de la
dureza de la roca o del espacio disponible.
Desde el punto de vista cronológico, los datos que
proporcionan las necrópolis mirandesas no son suficientes para establecer fechaciones seguras ni tampoco secuencias precisas. Tampoco ayudan a ello las
fuentes escritas ni los vestigios artísticos. La documentación diplomática se inicia, a finales del siglo
IX, con referencias esporádicas a fundaciones monásticas. Será a partir de la XI centuria cuando empiecen
a surgir más alusiones, lo que permite sospechar que
una gran mayoría de las necrópolis habría que datarlas con posterioridad a esta fecha. Según esto, su
momento de apogeo debe situarse en tomo a los
siglos XII y XIII, al tiempo que se consolida la repoblación de la zona y se desarrolla el pleno románico
y los inicios del gótico.
Tradicionalmente, los especialistas han otorgado
una mayor antigüedad al nacimiento de las tumbas
olerdolanas, aunque su prolongada perduración temporal ha determinado su contemporaneidad con respecto a las tumbas de lajas e incluso a los sarcófagos
que se consideran los de utilización más reciente.
A juzgar por los resultados obtenidos, se deduce
que la importancia del proceso repoblador en la
comarca mirandesa fue mayor que el que esbozan las
fuentes escritas. Sin embargo, este fenómeno no llegaría a consolidarse hasta la implantación del románico. La población se distribuyó en pequeños núcleos
rurales, próximos entre sí y dedicados preferentemente a actividades agropecuarias. Muchos de estos
lugares se dividieron en barrios, cada uno provisto de
un pequeño templo con su correspondiente cemente-
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
rio. Luego, la profunda religiosidad del hombre
medieval favoreció la construcción de ermitas en descampado, en tomo a las cuales también se practicaron, a veces, enterramientos. Este extremo viene confirmado por la íntima relación existente entre los santuarios y las necrópolis. Entonces, los templos se erigen con materiales más duraderos y se embellecen
con esculturas. Asimismo, los cementerios originan
el nacimiento de las primeras muestras artísticas de
carácter funerario a través de estelas decoradas con
motivos y símbolos cristianos.
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LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
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• necrópolis
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Fig. l. Distribución de las necrópolis medievales en la comarca de Miranda de Ebro (Escala 1:250.000).
131
132
Fot. l.
JACINTO CAMPILLO CUEVA
Bujedo de Candepajares. Estela depositada en el jardm del
monasterio. Anverso.
Fot. 2.
Bujedo de Candepajares. Estela depositada en el jardm del
monasterio. Reverso.
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
Fot. 3.
Bujedo de Candepajares.
Estela discoidal depositada en el monasterio.
Fot. 4.
Bujedo de Candepajares. Estela discoidal de La Quintanilla. Anverso.
133
134
Fot. 5.
JACINTO CAMPILLO CUEVA
Bujedo de Candepajares. Estela discoidal de La Quintanilla. Reverso.
Fot. 6.
Pancorbo. Sarcófago
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LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
Fot. 7.
Pancorbo. Lápida empotrada
en la ermita del Cristo de
Barrio.
Fot. 8.
Pancorbo. Losa sepulcral de
Vtllanueva Judíos.
Fot. 9.
Pancorbo. Necrópolis de San
Mamés.
135
136
JACINTO CAMPILLO CUEVA
Fot. 10.
Pancorbo. Sepulcro antropomorfo de
San Mamés.
Fot. 11.
Santa Gadea del Cid. Necrópolis de
El Hoyo.
Fot. 12.
Santa Gadea del Cid. Tumba
antropomorfa de El Espino.
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
Fot. 13.
Santa Gadea del Cid. Tumba
excavada en la roca de Cabezas.
Fot. 14.
Valverde de Miranda.
Fragmento de sarcófago de
Motiturri.
137
138
JACINTO CAMPILLO CUEVA
Fot. 15.
Valverde de Miranda.
Sarcófago de La Vrrgen.
Fot. 16.
Villanueva-Soportilla.
Necrópolis de Santa María
de Tejuela.
LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS)
Fot. 17.
Fot. 18.
Villanueva-Soportilla.
Tumbas excavadas en la
roca de Santa María de
Tejuela.
Villanueva-Soportilla. Estela discoidal empotrada en
los muros de la iglesia.
139
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