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CONFERENCIA CLINICOPATOLÓGICA
Editor: J.M. Ribera
Editor asociado: A. Ariza
Caso: 45, 2001
Convulsiones y lesión frontoparietal izquierda
en una mujer de 20 años
Álvaro Cerveraa, Emilia Castillob y Àlex Casalotsc
a
Servicio de Neurología. Hospital Clínic. Barcelona. Servicios de bRadiodiagnóstico y cAnatomia Patológica.
Hospital Universitari Germans i Trias i Pujol. Badalona. Barcelona.
La paciente no tenía antecedentes familiares de interés y fumaba 10 cigarrillos al día. Entre sus antecedentes patológicos tan sólo destacaba disminución de la agudeza visual bilateral en los últimos 8 meses.
El 23 de marzo de 1999, mientras dormía, la paciente presentó una crisis tónico-clónica generalizada, por lo que se
remitió al Hospital de L’Esperit Sant de Santa Coloma de
Gramenet (Barcelona). En el momento de su ingreso estaba
desorientada en el tiempo y el espacio, sin otras alteraciones en la exploración física. Tras permanecer estable durante 12 h se dio de alta con el diagnóstico de crisis comicial para seguir control y estudio ambulatorio. El día 7 de
abril de 1999 se practicó una tomografía computarizada
(TC) craneal, en la que se apreció una lesión hipodensa
parcialmente quística de localización temporoparietooccipital subcortical derecha, sin captación de contraste, con
edema periférico moderado y con efecto de masa sobre el
asta occipital derecha. Se decidió su ingreso para estudio.
El estado general de la enferma era bueno. La presión arterial
era de 120/80 mmHg, la frecuencia cardíaca de 74 lat/min,
la temperatura axilar de 36 °C y la frecuencia respiratoria de
16 respiraciones/min. Se hallaba consciente y bien orientada.
El lenguaje era normal. No había signos meníngeos, las pupilas eran isocóricas y normorreactivas y no se apreció nistagmo. Había heminanopsia homónima izquierda. La fuerza
muscular, la sensibilidad y los reflejos osteotendinosos eran
normales, al igual que la marcha y las pruebas de coordinación. El examen del fondo de ojo fue normal.
La hemoglobina era de 126 g/l, hematócrito 0,39 l/l, leucocitos, 4,7 × 109/l (52 segmentados, 33 linfocitos, 11 monocitos, 3 eosinófilos, 1 basófilo); VSG, 18 mm/h; plaquetas,
157 × 109/l y actividad de protrombina del 100%. Los datos
de la bioquímica plasmática eran los siguientes: glucosa, 93
mg/dl; creatinina, 0,8 mg/dl; sodio 137 mmol/l; potasio, 4,5
mmol/l; calcio 9,2 mg/dl; fósforo, 3,9 mg/dl; colesterol 188
mg/dl; triglicéridos, 136 mg/dl; AST, 26 U/l, ALT 31, U/l;
fosfatasa alcalina, 132 U/l, gamma-GT, 37 U/l, bilirrubina,
0,9 mg/dl y proteínas totales, 68 g/l (proteinograma normal).
No había proteinuria, y el examen del sedimento de orina
fue normal. La radiografía de tórax y el electrocardiograma
(ECG) también fueron normales. Los anticuerpos antitejido y
anticardiolipina fueron negativos. La actividad de la enzima
conversiva de la angiotensina (ECA) fue de 46 U/ml. La intradermorreacción de Mantoux fue negativa, al igual que la
prueba de rosa de Bengala y la serología frente al virus de la
Conferencia celebrada el 10-11-2000 en el Hospital Universitari
Germans Trias i Pujol. Badalona. Barcelona.
Med Clin (Barc) 2001; 116: 710-717
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inmunodeficiencia humana (VIH). En la resonancia magnética (RM) cerebral se observó una lesión de aspecto seudotumoral en la región temporoparietal derecha, con moderado efecto de masa y ligero edema perilesional. En la zona
cortical parietal izquierda había una pequeña lesión de morfología lineal. También se apreciaron dos lesiones lineales
en el hemisferio cerebeloso derecho que podrían corresponder a angiomas venosos. Se efectuó una angiografía digital
de troncos supraaórticos y selectiva carotídea y vertebral bilateral, que puso de manifiesto un extenso proceso expansivo, angiográficamente de naturaleza indeterminada y de aspecto avascular, en la región parietooccipital derecha. El
estudio de los potenciales evocados sensitivos, auditivos y
visuales fue normal. Se dio de alta a la enferma con tratamiento anticomicial (100 mg/8 h de fenitoína) para control
evolutivo.
Durante las 2 semanas posteriores al alta la paciente presentó cefalea de predominio en el vértex y la zona parietooccipital derecha, opresiva, que ocasionalmente se acompañaba de náuseas y vómitos. Se practicó una nueva TC
craneal (el 18 de mayo de 1999), en la que se observó la lesión temporoparietooccipital derecha ocupante de espacio,
preferentemente subcortical, con ligera captación periférica
de contraste y con aumento del efecto de masa sobre la línea media y el sistema ventricular. Se administró a la enferma un tratamiento y se citó para control.
En agosto de 1999, a raíz de un politraumatismo por accidente de tráfico, ingresó en el Hospital Universitari Germans
Trias i Pujol (HUGTiP). En la exploración física persistía el
déficit campimétrico izquierdo. Se realizó una nueva TC craneal, que puso de manifiesto un área de baja atenuación
parietal derecha localizada en la sustancia blanca, con retracción de la asta occipital del ventrículo derecho, que parecía corresponder a una lesión residual. En una nueva RM
cerebral destacaba una disminución de la lesión cerebral
derecha con desaparición de la contralateral. Se remitió a
consultas externas de neurología para control.
El día 6 de noviembre de 1999 la paciente ingresó de nuevo
en el HUGTiP por presentar de forma progresiva, desde hacía 2 días, cefalea y pérdida de fuerza en las extremidades
derechas. En la exploración neurológica destacaba hemiparesia faciobraquial (4/5) y crural (3/5) derecha, con signo
de Babinski derecho. Se practicó una TC craneal, en la que
se observó una lesión de baja atenuación de gran tamaño
(8,5 × 6 × 5 cm) frontal izquierda, con captación de contraste en anillo, con componente quístico y edema perifocal,
que provocaba un gran efecto de masa. En la RM cerebral
se apreció una extensa lesión frontal parasagital izquierda,
intraaxial, que causaba desplazamiento de la línea media,
del cuerpo calloso y ventrículos laterales, de aspecto quísti-
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A. CERVERA ET AL.– CONVULSIONES Y LESIÓN FRONTOPARIETAL IZQUIERDA EN UNA MUJER DE 20 AÑOS
Fig. 1. Corte axial de RM en secuencias potenciadas en T1 con contraste,
que pone de manifiesto la lesión occipitoparietal derecha con efecto de masa
sobre el asta occipital del ventrículo lateral derecho y con leve desplazamiento de la línea media. La lesión es homogéneamente hipointensa y presenta
realce periférico lineal grueso en su margen anterior.
Fig. 2. Corte axial de RM en secuencias FLAIR, en la que se aprecia una lesión
notablemente hiperintensa que se extiende hasta afectar el cuerpo calloso.
co, con captación de contraste y márgenes desflecados,
con edema vasogénico asociado. También había una lesión
en la sustancia blanca parietal posterior derecha subcortical
asociada a atrofia y/o necrosis laminar parietal focal.
El día 11 de noviembre de 1999 se efectuó craneotomía
frontal izquierda, con aspiración y evacuación de la lesión
quística y biopsia de la pared de la lesión. En el estudio citológico del líquido lesional destacaba un infiltrado inflamatorio linfocitario con abundantes histiocitos espumosos, sin
células malignas. El examen de la biopsia de la lesión permitió efectuar el diagnóstico.
extensa y única, con bajo coeficiente de atenuación, localizada en la sustancia blanca periventricular y subcortical parietooccipital derecha. Dicha lesión presentaba un ligero
efecto de masa y obliteración parcial del asta occipital del
ventrículo lateral derecho, y no se modificaba tras la administración de contraste intravenoso.
Una vez ingresada, se practicó a la paciente una RM craneal que, en secuencias potenciadas en T1 con contraste,
puso de manifiesto un realce periférico lineal grueso en el
margen anterior (fig. 1). En secuencias FLAIR la lesión era
notablemente hiperintensa y podía observarse su extensión
hasta afectar el cuerpo calloso (fig. 2).
Unas 2 semanas tras el alta la paciente fue ingresada de
nuevo por presentar cefalea. Se practicó una TC craneal con
contraste, en la que se observaba un aumento del tamaño
de la lesión parietooccipital derecha, con discreto aumento
del efecto de masa sobre el asta occipital del ventrículo lateral derecho.
En un ingreso posterior, a raíz de un politraumatismo por
accidente de tráfico, destacaba en una nueva RM craneal
una franca disminución del tamaño de la lesión parietooccipital derecha, sin presentar entonces efecto de masa.
Aproximadamente 4 meses más tarde la paciente fue reingresada por presentar focalidad neurológica. En la RM se
apreció una nueva lesión expansiva intraparenquimatosa
frontal izquierda, con moderado efecto de masa sobre el
asta frontal del ventrículo lateral izquierdo y leve desplazamiento de la línea media. Esta lesión era homogéneamente
hipointensa en secuencias T1 y, tras la administración de
contraste, presentaba un realce periférico anular, incompleto y grueso (fig. 3).
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Dr. Álvaro Cervera. Se trata de una paciente de 20 años de
edad, sin antecedentes de interés, que presentó dos episodios de focalidad neurológica, separados por un intervalo de
6 meses, en relación con dos lesiones cerebrales ocupantes
de espacio. La primera de ellas cursó con una clínica subaguda, desencadenó después una crisis generalizada y mejoró tras el tratamiento que se instauró para la hipertensión
intracraneal asociada, dejando una lesión residual. El diagnóstico se llevó a cabo a raíz de una biopsia de la segunda
lesión, cuyo aspirado puso de manifiesto histiocitos espumosos y un infiltrado inflamatorio.
Para tratar de llegar al diagnóstico de la paciente me centraré, sobre todo, en los aspectos radiológicos de las lesiones,
teniendo en cuenta la clínica, la edad y el resultado del aspirado citológico. Antes de proseguir, desearía que se comentaran los estudios de imagen.
Dra. Emilia Castillo. La primera exploración que se practicó
a la paciente fue una TC craneal realizada de forma ambulatoria, que puso de manifiesto una lesión parenquimatosa
Dr. A. Cervera. La paciente es una mujer de 20 años sin
antecedentes de interés, fumadora, con serología negativa
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MEDICINA CLÍNICA. VOL. 116. NÚM. 18. 2001
para el VIH y sin alteraciones en la exploración física general ni en los parámetros analíticos.
En cuanto a la clínica, el cuadro se inició con una pérdida
de agudeza visual, demostrándose en la exploración física
una hemianopsia homónima izquierda. Esta clínica indica
una alteración de las vías ópticas derechas, que se explica
por la lesión temporoparietooccipital derecha evidenciada
en la neuroimagen. La lesión asentaba en un territorio subcortical, y su crecimiento y el edema asociado explicarían la
crisis epiléptica, que fue el motivo de la consulta de la paciente. Dicha lesión provocó, con posterioridad, una clínica
de hipertensión intracraneal, asociada al mayor tamaño de
la lesión, edema perilesional y efecto de masa.
Tanto la clínica como la lesión mejoraron con un tratamiento que no se especifica y que, probablemente, consistió en
fármacos antiedema, como los glucocorticoides. En estos
momentos existía otra pequeña lesión córtico-subcortical
parietal izquierda, que no producía sintomatología. En el segundo episodio, la lesión frontal parasagital explicaría la clínica de piramidalismo derecho de predominio en la extremidad inferior.
Desde el punto de vista radiológico, las lesiones presentaban un aspecto tumoral, con captación de contraste en anillo en el caso de la segunda lesión, y con un ligero realce
irregular en la primera. Ambas daban lugar a edema perilesional y efecto de masa. Por las características radiológicas
habría que establecer el diagnóstico diferencial entre lesiones infecciosas, tumorales e inflamatorio-desmielinizantes.
Dentro de los cuadros infecciosos que pueden proporcionar
imágenes similares en la TC o en la RM craneales, los más
frecuentes serían los abscesos cerebrales, tanto bacterianos
como fúngicos. En su forma característica, estas lesiones se
acompañan de una repercusión sistémica, con malestar y
fiebre. En esta enferma no había ninguna sintomatología
aparte de la neurológica, y no existían factores predisponentes para sufrir un absceso cerebral, ya que en la mayor parte de los casos se asocian a cardiopatías cianosantes congénitas o a enfermedades óticas1. En los estudios de
neuroimagen se presenta como una lesión de aspecto tumoral, captante de contraste en anillo y con abundante edema perilesional. Dichas lesiones son muy difíciles de diferenciar de un proceso neoplásico, aunque el anillo captante
suele ser de menor grosor en las lesiones infecciosas que
en las neoplásicas. Dada la evolución de la paciente, con
dos lesiones separadas en el tiempo, y la desaparición de la
primera sin un tratamiento antibiótico específico, es improbable la etiología infecciosa.
La tuberculosis puede producir lesiones intraparenquimatosas únicas denominadas tuberculomas, que son ligeramente hiperdensas en la TC y ponen de manifiesto un realce
anular o irregular con el contraste. En ocasiones aparece el
signo de la diana, con realce en anillo y un área central calcificada2. La primera lesión de esta enferma, de forma aislada, podría ser compatible con el diagnóstico de tuberculosis, pero la mejoría y la aparición de otra lesión meses más
tarde, la negatividad de la prueba de Mantoux y la falta de
alteraciones en la radiografía de tórax o sistémicas permiten
descartar tal posibilidad.
La paciente no está infectada por el VIH y no hay evidencias
de que presente ningún tipo de inmunodepresión, por lo
que son improbables la leucoencefalopatía multifocal progresiva, que puede cursar con lesiones desmielinizantes y
es secundaria a la infección por el virus JC en pacientes inmunodeprimidos, y la toxoplasmosis. Esta última produce
lesiones únicas o múltiples, con captación en anillo y edema periférico, que suelen asentar en los ganglios basales y
en la unión corticomedular en los hemisferios cerebrales.
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Fig. 3. Corte axial de RM potenciado en T1 tras la administración de contraste, en el que se observa una lesión expansiva intraparenquimatosa frontal izquierda de bordes relativamente bien definidos, con moderado efecto de
masa sobre el asta frontal del ventrículo lateral izquierdo y leve desplazamiento de la línea media. La lesión es homogéneamente hipointensa y presenta realce periférico anular, incompleto y grueso.
La enfermedad de Lyme, causada por la Borrelia burgdorferi, puede cursar con lesiones en la sustancia blanca, que a
veces pueden confluir y realzarse con contraste. La evolución y la falta de datos epidemiológicos que apoyen este
diagnóstico la hacen improbable en este caso. En la enfermedad de Whipple también pueden aparecer imágenes similares a las presentadas por esta paciente, pero se trata de
un proceso muy infrecuente, que se asocia a diversas alteraciones sistémicas.
Por las características radiológicas de la lesión debería descartarse siempre un proceso neoplásico, fundamentalmente
un glioma. Desde el punto de vista radiológico, cada una de
las imágenes de este caso, de forma aislada, sería compatible con el diagnóstico de glioma. Sin embargo, la resolución
de las lesiones y la aparición de otra en el hemisferio contralateral hacen poco probable ese diagnóstico. En los gliomas tan sólo puede observarse una mejoría de la lesión tras
un tratamiento quirúrgico, quimioterápico o radioterápico.
En el glioblastoma multicéntrico pueden aparecer varias lesiones en puntos del sistema nervioso central que se encuentran alejados entre sí, pero este subtipo se da en menos del 1% de los casos y es muy infrecuente en personas
jóvenes.
Otros tumores, como el linfoma, pueden asociarse a imágenes similares a las observadas en esta paciente. Dada su
edad, es rara la presencia de un linfoma sin que haya inmunodepresión, y tampoco hay signos que hagan pensar en
una enfermedad linfoproliferativa difusa. El linfoma primario
del sistema nervioso central es un linfoma no hodgkiniano,
principalmente de células B, que suele aparecer entre los
50 y los 60 años de edad si no existe inmunodepresión3. En
estos pacientes los tumores suelen tener una localización
periventricular y los focos de necrosis son muy raros. Las
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A. CERVERA ET AL.– CONVULSIONES Y LESIÓN FRONTOPARIETAL IZQUIERDA EN UNA MUJER DE 20 AÑOS
imágenes de la paciente podrían ser compatibles con un
linfoma si existiera una inmunodepresión, pero en su ausencia es poco probable este diagnóstico. De todas maneras, es un diagnóstico a considerar, ya que el linfoma puede
desaparecer radiológicamente con tratamiento con glucocorticoides4 o incluso de forma espontánea sin tratamiento5.
En un tercio de los pacientes con linfoma primario del sistema nervioso central, estos fármacos tienen un efecto linfocitolítico parcial y transitorio, y en raras ocasiones se induce
la remisión completa5. Si se sospecha un linfoma, es importante retrasar el tratamiento con glucocorticoides, ya que se
puede producir una lisis rápida de las células neoplásicas,
con lo que desaparece la lesión temporalmente y en la biopsia tan sólo se identifican linfocitos reactivos, sin que sea
posible realizar el diagnóstico e instaurar el tratamiento
apropiado. Normalmente el tumor recidiva en un lugar próximo al original, pero no siempre es así y en ocasiones aparece en el hemisferio contralateral. Por los motivos comentados, es improbable que esta paciente tenga un linfoma
cerebral primario, aunque es uno de los principales diagnósticos a considerar. De la misma manera, dada la edad y
la buena evolución de la primera lesión, se pueden descartar las metástasis cerebrales, que podrían tener la misma
apariencia que las lesiones de la paciente por neuroimagen.
Las leucodistrofias, como la adrenoleucodistrofia, en muy raras ocasiones se pueden comportar radiológicamente como
lesiones tumorales. No existen antecedentes familiares, y la
paciente es de sexo femenino, por lo que, teniendo en cuenta la evolución de las lesiones, no es un diagnóstico que se
pueda plantear en este caso. Las leucodistrofias, en general,
suelen producir una afección difusa de la sustancia blanca.
Entre los procesos inflamatorio-desmielinizantes hay que
considerar la sarcoidosis, que es una enfermedad granulomatosa multisistémica, con predisposición por los pulmones. La afección neurológica en la sarcoidosis se da en el
5%, de los casos y consiste en neuropatía periférica, alteración de pares craneales o afección del sistema nervioso
central. El diagnóstico de neurosarcoidosis es difícil, como
se demuestra en los estudios autópsicos6. La afección del
sistema nervioso en la sarcoidosis es primariamente leptomeníngea y vascular. Puede producirse la coalescencia de
múltiples granulomas, lo que da lugar a la producción de
masas intracraneales que a menudo presentan edema en el
tejido adyacente7. Para obtener un diagnóstico de certeza
se necesitan un cuadro clínico apropiado y la confirmación
histológica de la lesión del sistema nervioso en ausencia de
otras causas. La prueba cutánea con el antígeno de Kveim
es muy útil, ya que es positiva en el 85% de los casos8. Las
determinaciones en el suero de la ECA pueden ser normales en el 20 al 40% de los casos. Esta enfermedad tiene mal
pronóstico, por lo que se recomienda el tratamiento con altas dosis de glucocorticoides, en ocasiones asociados a
otros inmunodepresores. En la neurosarcoidosis hay una
importante discordancia entre la clínica y la neuroimagen, y
la mejoría clínica no se suele asociar a una mejoría de las
imágenes9. Los hallazgos radiológicos más frecuentes son
engrosamiento o masas de la duramadre, afección leptomeníngea y lesiones cerebrales captantes y no captantes7, en
tanto que, desde el punto de vista anatomopatológico, se
observan granulomas con infiltrados linfocitarios. Se ha descrito, de manera excepcional, la sarcoidosis con afección
exclusiva del sistema nervioso. En cualquier caso, es muy
poco probable el diagnóstico de neurosarcoidosis, ya que la
paciente no presentaba alteraciones sistémicas, la radiografía de tórax y los valores séricos de la ECA eran normales y
las lesiones tumorales son muy infrecuentes en la sarcoidosis. Aunque si asumimos que el tratamiento con el que me-
joró la primera lesión consistió en glucocorticoides, hay que
tener en cuenta este diagnóstico.
En la enfermedad de Behçet se producen alteraciones en el
sistema nervioso central que pueden ser parenquimatosas o
no. El neuro-Behçet se refiere a las primeras10 y se caracteriza por múltiples focos necróticos que se acumulan, sobre
todo, en el tronco cerebral, ganglios basales y médula espinal. También se pueden encontrar lesiones necróticas focales
en el córtex cerebral. Se puede manifestar como lesiones diseminadas o, en casos mucho más raros, como lesiones únicas. Es una enfermedad más frecuente en varones y se asocia a HLA B51. Las lesiones pueden ser asintomáticas y
detectarse en estudios habituales en pacientes con enfermedad de Behçet. La clínica neurológica como forma de inicio
de la enfermedad de Behçet se observa en el 3% de los casos, en tanto que el inicio concomitante de los síntomas típicos y los neurológicos tiene lugar en el 7,5% de los casos10.
En la neuroimagen se pueden observar múltiples lesiones en
la sustancia blanca. La afección más frecuente tiene lugar en
el tronco, y las complicaciones vasculares, en forma de trombosis venosas, son infrecuentes. En las lesiones agudas suele
haber edema y captación de contraste, existiendo una buena
correlación clinicorradiológica11. Los glucocorticoides son útiles y se asocian a buen pronóstico. En casos raros, la clínica
puede ser remitente-recurrente, similar a la de la esclerosis
múltiple. A diferencia de esta última, y de forma característica, no suelen existir bandas oligoclonales en el líquido cefalorraquídeo11. La falta de las manifestaciones típicas de la
enfermedad de Behçet en esta enferma hace que este diagnóstico sea poco probable.
En raras ocasiones, las vasculitis que afectan al sistema
nervioso central, de forma aislada o en asociación a enfermedades como el lupus eritematoso sistémico, cursan con
imágenes de aspecto tumoral que captan contraste de forma periférica y con una clínica remitente, como en el caso
de la paciente que se discute. Suelen asociarse a alteraciones analíticas como elevación de la VSG y anticuerpos antiADN, entre otros, aunque no siempre es así12. Dadas la rareza de las imágenes tumorales en esta entidad y la ausencia
en la enferma de alteraciones clínicas o analíticas sugestivas de vasculitis, este diagnóstico es poco probable.
La esclerosis múltiple (EM), de forma infrecuente, puede
cursar con crisis epilépticas, hemianopsia homónima y afasia, entre otras. Antes de la aparición de las técnicas de
neuroimagen se hablaba, en estos casos, de la «forma cerebral» de la EM, y se planteaba a menudo el diagnóstico diferencial con un tumor cerebral13. Las crisis comiciales aparecen en el 1 al 3% de los casos de EM, y la hemianopsia
homónima, en el 1% de los casos. Entre los pacientes con
«afección cerebral» hay una mayor proporción de casos con
un curso remitente-recurrente. Esta afección cerebral ocurre en pacientes muy jóvenes.
Las placas de la EM, de forma típica, no producen efecto de
masa. Sin embargo, si las áreas de desmielinización y la
respuesta inflamatoria celular asociada son acentuadas y
confluentes, puede producirse una lesión focal con edema y
efecto de masa. En las formas seudotumorales de la EM
existen placas de desmielinización que se presentan como
lesiones ocupantes de espacio, con efecto de masa, edema
y alteración de la barrera hematoencefálica. En ocasiones,
en los estudios de neuroimagen, se visualiza un realce difuso o en anillo tras la administración de contraste14,15. La respuesta inflamatoria intensa en las placas de desmielinización puede, a veces, ocasionar una masa por la confluencia
de las lesiones y el edema asociado. Esto da lugar a una
señal que simula un tumor o un absceso en la TC o en la
RM. Las lesiones se realzan con contraste, lo que puede
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MEDICINA CLÍNICA. VOL. 116. NÚM. 18. 2001
provocar la confusión con gliomas. Estas lesiones seudotumorales pueden aparecer como forma de comienzo o en
pacientes con EM ya conocida. Desde el punto de vista radiológico, las lesiones sintomáticas que presentaba la paciente pueden ser compatibles con la EM. En general, las
placas de la EM se localizan en la sustancia blanca del sistema nervioso central, aunque no de forma exclusiva. El
74% de ellas se sitúan en la sustancia blanca (de éstas, el
50% en las regiones periventriculares), el 17% en la unión
córtico-subcortical, el 5% en la corteza y el 4% en la sustancia gris central16.
En el estudio citológico de la segunda lesión se observaron
abundantes histiocitos espumosos con alto contenido lipídico y un infiltrado inflamatorio sin células malignas. Estos
hallazgos, aunque frecuentes en lesiones inflamatorio-desmielinizantes del sistema nervioso central, son inespecíficos17 y también pueden observarse en lesiones infecciosas
o neoplásicas18. Las lesiones activas de la EM contienen
gran cantidad de macrófagos espumosos con un alto contenido lipídico, resultado de la fagocitosis activa de la mielina17. Los macrófagos espumosos se asocian a veces a
áreas de necrosis en los gliomas malignos y las células tumorales pueden adquirir un fenotipo lipídico en algunos
gliomas malignos y en el xantoastrocitoma pleomorfo. También es frecuente en la EM la presencia de astroglia con
cuerpos celulares hipertrofiados, y hay una pérdida intensa
de la mielina con relativa preservación de los axones, lo
que no se observa en los gliomas malignos19. Las placas
agudas de EM son diseminadas, pequeñas, perivenulares
y, casi siempre, inflamatorias, y pueden contener numerosos astrocitos pleomorfos que provoquen el diagnóstico
erróneo de glioma.
Por último, habría que incluir en el diagnóstico diferencial la
encefalomielitis aguda diseminada. En esta entidad se producen lesiones desmielinizantes en múltiples territorios del
sistema nervioso central tras una infección viral o la administración de una vacuna. Se ha descrito algún caso de lesión desmielinizante de gran tamaño que produce efecto de
masa, pero esto es muy infrecuente. Se manifiesta como un
único episodio, aunque se ha descrito la recidiva tras la vacunación. Desde el punto de vista patogénico es difícil de
diferenciar de la EM. Se ha propuesto que la lesiones desmielinizantes seudotumorales podrían representar una entidad intermedia entre la EM y la encefalomielitis aguda diseminada20.
Dentro de las posibilidades expuestas, para llegar a un diagnóstico de aproximación previo a la biopsia se podrían valorar otros parámetros. Desde el punto de vista radiológico, las
lesiones que presentaba la paciente no permiten distinguir
de forma clara entre un absceso, una neoplasia o una lesión
desmielinizante. Recientemente, sin embargo, se ha descrito
un nuevo signo radiológico (imagen en anillo abierto, u openring imaging sign) que podría ayudar a distinguir entre estos
tres tipos de lesiones21. En las lesiones desmielinizantes, la
captación de contraste dibuja un anillo que suele ser incompleto o abierto, a diferencia de las lesiones infecciosas o neoplásicas, en las que suele ser cerrado. La parte abierta del
anillo corresponde a la sustancia gris cortical o a los ganglios
basales. Este signo puede orientar al diagnóstico de enfermedad desmielinizante, pero también puede aparecer, aunque es poco frecuente, en lesiones tumorales.
Otras exploraciones complementarias ayudarían a orientar
el cuadro, como la espectroscopia por RM, que puede diferenciar una neoplasia de una lesión desmielinizante. Sin
embargo, el SPECT cerebral con talio (201Tl) es de poca ayuda, ya que se han descrito imágenes captantes tanto en lesiones neoplásicas como en desmielinizantes. En el caso de
714
las lesiones desmielinizantes, cuando éstas se resuelven
dejan de captar en el SPECT22.
Dada la clínica de hipertensión intracraneal que presentó la
paciente durante el primer episodio, no se pudo realizar
una punción lumbar. Si ésta hubiera sido posible, se podría
haber estudiado la aparición de bandas oligoclonales que,
de estar presentes, habrían inclinado hacia el diagnóstico
de EM.
Es muy importante llegar a un diagnóstico definitivo ante lesiones como las que presenta la enferma antes de plantear
determinados tratamientos, como la cirugía o la radioterapia, pues las lesiones seudotumorales desmielinizantes que
se diagnostican erróneamente como neoplásicas y se tratan
con radioterapia presentan un curso clínico muy desfavorable23.
La citología del aspirado de la segunda lesión orienta hacia
una lesión desmielinizante, por la presencia de macrófagos
espumosos, infiltrado linfocitario y la ausencia de células
malignas. Lo mismo podría verse en el caso de un linfoma
que hubiera sido tratado previamente con glucocorticoides,
pero en la historia clínica no se especifica que se hubiera
aplicado este tratamiento antes de la biopsia. Sin embargo,
la citología es inespecífica y el diagnóstico se ha de obtener
a partir de la biopsia.
Para llegar a un diagnóstico correcto desde el punto de vista
anatomopatológico es imprescindible una orientación clínica,
ya que en algunos casos de EM seudotumoral los hallazgos de la biopsia pueden indicar un diagnóstico erróneo
de neoplasia18. Esto se debe a que las lesiones desmielinizantes pueden presentar hipercelularidad, astrocitos muy
pleomorfos (incluso con mitosis), áreas de necrosis, degeneración quística y cavitación. Por otra parte, las lesiones neoplásicas pueden parecerse a las desmielinizantes al acompañarse de macrófagos espumosos, infiltrados inflamatorios y
bordes bien definidos, entre otros. Todo ello hace fundamental la sospecha clínica de desmielinización para llegar al
diagnóstico correcto. Luego, en el estudio histológico de la
mielina y los axones, puede constatarse la desmielinización
con preservación axonal que es característica de la EM.
Por los datos epidemiológicos de la enferma, las características radiológicas de las lesiones, el curso evolutivo y los hallazgos citológicos, mi orientación diagnóstica es esclerosis
múltiple.
Dr. Aurelio Ariza. ¿Cuál fue el diagnóstico de presunción de
los médicos que atendieron a la paciente?
Dr. Ramiro Álvarez. La sospecha clínica inicial en el Hospital de l’Esperit Sant de Santa Coloma de Gramenet fue una
forma seudotumoral de EM, sin que se pudiese descartar
un linfoma cerebral primario.
Dr. Ricard Pujol. ¿Se llevó a cabo tipificación de HLA?
Dr. R. Álvarez. No se realizó.
Dr. A. Ariza. Las imágenes de RM son muy llamativas. ¿Hay
algún comentario adicional sobre las mismas?
Dr. Jaume Capellades. En primer lugar, quiero insistir en el
valor del signo del anillo incompleto, que es bastante útil
para diferenciar entre lesiones desmielinizantes seudotumorales y tumores, aunque no es totalmente específico. Otra
técnica de neuroimagen potencialmente útil es la espectroscopia por RM, que permite distinguir entre tumores de alto
grado de malignidad (con disminución de los valores de Nacetilaspartato) y las placas de desmielinización agudas de
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A. CERVERA ET AL.– CONVULSIONES Y LESIÓN FRONTOPARIETAL IZQUIERDA EN UNA MUJER DE 20 AÑOS
Fig. 4. Lesión constituida principalmente por numerosos histiocitos espumosos con núcleo redondo y pequeño, y un citoplasma amplio y granular (hematoxilina-eosina, ×200).
Fig. 5. Se observan numerosos astrocitos reactivos con abundantes procesos
citoplasmáticos que configuran un patrón estrellado (hematoxilina-eosina,
×200).
Dra. Montserrat Codina. En una mujer joven la fenitoína no
es el tratamiento de elección de la epilepsia. Probablemente
sea más adecuada la terapia con lamotrigina o ácido valproico.
Dr. R. Álvarez. Estoy de acuerdo. Sin embargo, la paciente
fue atendida en urgencias, y en ese entorno la fenitoína es
el fármaco más usado, por la comodidad de su administración por vía intravenosa.
DIAGNÓSTICO CLÍNICO
– ¿Forma seudotumoral de esclerosis múltiple? ¿Linfoma cerebral primario?
DIAGNÓSTICO DEL DR. A. CERVERA
Fig. 6. Infiltrados inflamatorios perivasculares de localización focal constituidos por linfocitos maduros y alguna célula plasmática (hematoxilina-eosina,
×200).
– Esclerosis múltiple seudotumoral.
DISCUSIÓN ANATOMOPATOLÓGICA
la EM (sin disminución de los valores de N-acetilaspartato).
Las secuencias de difusión, útiles a veces para diferenciar
abscesos de tumores, no ayudarían en esta situación, ya
que las placas de desmielinización agudas pueden presentar alteraciones de la difusión hística. Algunos estudios recientes apuntan la posible utilidad de la perfusión por RM,
en la que se constataría la presencia de neovascularización
en los tumores de alto grado y su ausencia en las placas de
desmielinización agudas seudotumorales. Por último, la
transferencia de magnetización puede servir para valorar el
grado de desmielinización y efectuar el seguimiento de los
enfermos, pero no ayuda a distinguir entre una forma seudotumoral de EM y un tumor.
Dr. Josep M.ª Ribera. ¿Qué tratamiento se administró a la
enferma entre el primer y segundo brotes?
Dr. R. Álvarez. Metilprednisolona, tres bolos de 1.000 mg.
Dr. Domingo Escudero. Quisiera insistir en la similitud
que hay entre las formas seudotumorales de EM y la encefalomielitis aguda diseminada, aunque en esta última
enfermedad es rara la evolución en dos episodios, con recidiva.
Dr. Àlex Casalots. Se recibieron cuatro fragmentos irregulares de tejido que, en conjunto, ocupaban un volumen
aproximado de 1 cm3 y presentaban una coloración blanquecina y una consistencia elástica. El examen histológico
puso de manifiesto una lesión de celularidad densa, integrada por un infiltrado difuso de células de núcleo redondo y pequeño, y citoplasma amplio y granular que correspodían a histiocitos espumosos (fig. 4). Entre éstos llamaba
la atención la presencia de numerosos astrocitos reactivos
con ocasionales núcleos atípicos, amplios citoplasmas eosinófilos y múltiples procesos finos y alargados (fig. 5).
La inmunohistoquímica para la proteína glial fibrilar ácida
confirmó la naturaleza astrocitaria de estas células y resaltó
el patrón estrellado de los procesos citoplasmáticos, muy
característico de los astrocitos reactivos no neoplásicos. En
otras zonas de la biopsia, se observaban infiltrados perivasculares integrados por linfocitos maduros y algunas células
plasmáticas (fig. 6). Los linfocitos poseían positividad para
marcadores T y negatividad para marcadores B.
A la vista de este cuadro histológico, y de los antecedentes
clínicos facilitados por los neurólogos y neurocirujanos, se
consideró la posibilidad de un proceso desmielinizante. Con
tinciones para la mielina (luxol-fast-blue) se constataron
cambios de desmielinización y abundantes restos mielínicos
715
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MEDICINA CLÍNICA. VOL. 116. NÚM. 18. 2001
Fig. 7. Restos granulares lipídicos en el interior de los histiocitos espumosos,
teñidos de color rojo intenso (oil-red-O, ×200).
Fig. 8. Los axones se encuentran preservados en su mayor parte (plata de
Bodian, ×200).
granulares en el citoplasma de los macrófagos. Estos restos
granulares fueron también intensamente positivos con una
tinción para las grasas (oil-red-O) (fig. 7), y su cacter lipídico fue asimismo objetivado mediante microscopia electrónica. La tinción de plata de Bodian y la inmunohistoquímica
para neurofilamentos demostraron la persistencia de axones
en la lesión (fig. 8).
A partir de estos hallazgos se emitió el diagnóstico de desmielinización, gliosis reactiva e infiltrados linfoides perivasculares, compatibles con lesión seudotumoral tipo EM.
La EM, descrita por Jean-Martin Charcot, es el paradigma
de las lesiones desmielinizantes del sistema nervioso central, entre las cuales es la más común y la mejor conocida.
La forma clásica suele presentarse como múltiples placas
desmielinizantes de pequeño tamaño que surgen separadas en el espacio y en el tiempo. Las localizaciones predilectas suelen ser la sustancia blanca periventricular, el nervio óptico, el cerebelo, el tronco del encéfalo y la médula
espinal24.
En la bibliografía se recogen casos aislados de lesiones desmielinizantes de gran tamaño que simulan tumores, tanto
desde el punto de vista clínico como radiológico23,25-30. Tales
casos suelen caracterizarse por un cuadro clínico agudo, la
presencia de una lesión única de gran tamaño en localizaciones no favorecidas por la EM, una excelente respuesta a
los glucocorticoides y, con frecuencia, la falta de nuevos
brotes. Más recientemente se han publicado la serie de
Zagzag et al18, en la que se revisan 17 casos y se hace
mención especial de los signos histológicos que permiten el
reconocimiento de este tipo de lesiones, y la de Kepes20,
que reúne 31 casos de presentación seudotumoral y los
compara con las formas clásicas de la EM y con las encefalitis postinfecciosa y posvacunal.
El presente caso ilustra cómo la EM puede presentarse con
las características radiológicas propias de un tumor. El diagnóstico diferencial histológico debe hacerse, en primer lugar, con astrocitomas de alto grado. El riesgo de emitir un
diagnóstico tumoral erróneo radica en el hecho de que la
EM puede acompañarse de rasgos indicativos de glioma, tales como hipercelularidad, astrocitos atípicos, figuras de mitosis, áreas de necrosis y degeneración quística. Por el contrario, la presencia de histiocitos espumosos, astrocitos con
procesos citoplasmáticos bien desarrollados (imágenes en
araña), infiltrados inflamatorios prominentes y márgenes
bien definidos contribuye a descartar el diagnóstico de glioma y favorece el de EM.
Otros diagnósticos a tener en cuenta son los linfomas, sobre
todo en lesiones con infiltrados inflamatorios muy densos, y
la leucoencefalopatía multifocal progresiva, que puede presentarse con grandes placas desmielinizantes pero que tiene una etiología viral bien conocida y suele darse en pacientes inmunodeprimidos18,20.
Desde el punto de vista etiopatogénico, en la EM se combinan factores genéticos, ambientales y autoinmunes. La célula diana de este proceso desmielinizante es el oligodendrocito, causante de la síntesis de las vainas de mielina en
el sistema nervioso central. Se han invocado múltiples mecanismos en la degradación de la mielina, incluyendo la inmunidad celular, inmunidad humoral y activación del complemento. En cualquier caso, la pérdida de la mielina da
como resultado final la denudación de los axones, cuya incapacidad para transmitir de forma eficiente los potenciales
de acción es la causa de la aparición de los correspondientes síntomas y signos neurológicos24.
716
Dr. A. Ariza. ¿Cuál fue la evolución de la enferma?
Dr. R. Álvarez. Tras el primer episodio asumimos como
primera posibilidad una forma seudotumoral de EM y optamos por iniciar tratamiento con bolos de metilprednisolona en vez de efectuar una biopsia de la lesión. Adoptamos
esta actitud porque esta posibilidad diagnóstica era más
probable que un linfoma, al tratarse de una paciente joven, no inmunodeprimida, con una lesión que en la RM
presentaba el signo del anillo incompleto y se acompañaba de una lesión contralateral indicativa de lesión desmielinizante.
Dr. D. Escudero. Cuando, con motivo de un accidente de
tráfico, la enferma ingresó en Urgencias del HUGTiP, nosotros desconocíamos sus antecedentes neurológicos. Se
practicó una TC cerebral, en la que se apreció una lesión
residual en la sustancia blanca. Cuando reingresó al cabo
de un mes, tuvimos la misma impresión diagnóstica de EM
seudotumoral e indicamos biopsia de la lesión.
Dr. J.M. Ribera. ¿Cómo está la enferma en la actualidad?
Dr. D. Escudero. No ha presentado nuevos episodios neurológicos. Está recibiendo interferón beta intramuscular semanal.
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A. CERVERA ET AL.– CONVULSIONES Y LESIÓN FRONTOPARIETAL IZQUIERDA EN UNA MUJER DE 20 AÑOS
Dr. J.M. Ribera. ¿El SPECT hubiera sido útil en el diagnóstico diferencial entre EM seudotumoral y tumor cerebral?
Dr. A. Cervera. Sólo he hallado referido un caso de EM seudotumoral en el que se había efectuado SPECT. El patrón
de captación fue como en los gliomas.
Dr. A. Ariza. El caso ilustra de forma muy clara la necesidad de una buena comunicación entre clínicos y patólogos,
así como la plena vigencia de la correlación clinicopatológica, que permitió obtener un diagnóstico de certeza en esta
enferma.
DIAGNÓSTICO PATOLÓGICO
– Esclerosis múltiple, forma seudotumoral.
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