APN 23-6-2009. CASO TUDELA. Falta de imprudencia leve con resultado de muerte. Policía que dispara a la carrera y en semioscuridad a un delincuente, en el curso de una persecución policial en una nave donde estaban Centro de Documentación Judicial robando, causándole la muerte a uno de ellos RECOPILACION DOCUMENTACION PROFESIONAL: PL ZARAGOZA [email protected] Id Cendoj: Órgano: Sede: Sección: Nº de Recurso: Nº de Resolución: Procedimiento: Ponente: Tipo de Resolución: 31201370032009100155 Audiencia Provincial Pamplona/Iruña 3 3/2004 96/2009 Apelación sentencia delito JESUS SANTIAGO DELGADO CRUCES Sentencia S E N T E N C I A Nº 96/2009 Ilmo. Sr. Presidente: D. JUAN JOSÉ GARCÍA PÉREZ Ilmos. Sres. Magistrados: D. AURELIO VILA DUPLÁ D. JESÚS SANTIAGO DELGADO CRUCES En Pamplona,a 23 de junio de 2009. La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Navarra, integrada por los Ilmos. Sres. Magistrados al margen expresados, ha visto en grado de apelación el presente Rollo Penal de Sala nº3/2004, derivado del Procedimiento Abreviado nº 80/2003 el Juzgado de lo Penal Nº 3 de Pamplona, sobre un delito de homicidio imprudente ; siendo apelante, D. Patricio y Dª. Celsa , representados por la Procuradora Dª. María José González Rodríguez y defendido por el Letrado D. Saturnino Jiménez Ruiz; y apelado, D. Carlos Daniel , representado por el Procurador D. Carlos Hermida Santos y defendido por el Letrado D. José Ramón Pardinas Sanz, así como EL MINISTERIO FISCAL y EL ABOGADO DEL ESTADO en representación del Estado Español. Siendo Ponente el Ilmo. Sr. Magistrado de esta Sección D. JESÚS SANTIAGO DELGADO CRUCES. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- Con fecha 15 de julio de 2003, el Juzgado de lo Penal Nº 3 de Pamplona dictó en el citado procedimiento sentencia cuyos hechos probados y fallo son del siguiente tenor literal: a) Hechos probados: "Se dirige la acusación contra Carlos Daniel , mayor de 21 años (nacido el 6 de marzo de 1.958), sin antecedentes penales, de profesión Policía Nacional, con carnet profesional nº NUM000 , quien sobre las 1.25 horas del día 4 de junio de 2.000 y tras recibir un aviso de la Centralita telefónica de la Comisaría de Tudela, formando parte de la patrulla policial con indicativo "Sierra Uno", se dirigió, junto con su compañero, el también Policía con carnet profesional nº NUM001 a las instalaciones de la empresa SANYO, sitas en la localidad de Tudela, Polígono Industrial, Vía Transversal 2- nº 25, desde donde el Vigilante de Seguridad de la citada empresa había comunicado a la Policía la existencia en el interior de la empresa de tres individuos sospechosos. Una vez en las instalaciones y cuando se disponían a dirigirse al lugar donde el vigilante había visto a través de las cámaras de vigilancia, que se encontraban los individuos, concretamente al doblar un pasillo que comunica la entrada a la empresa con las oficinas, fueron asaltados por los tres sospechosos que se encontraban escondidos, quienes portaban entre otras cosas 2 hachas de la marca "Bellota" y un mallo, con clara intención de agredirles con el hacha, momento en que tras repeler la agresión que no llegó a darles y tras la pertinente identificación diciendo "Alto policía" se inició una persecución por el pasillo que comunica con las naves de montaje, encontrándose el primer y segundo casquillo en las proximidades de hachas 1 Centro de Documentación Judicial pertenecientes a los tres sospechosos. En todo momento en la nave no había otra iluminación que las luces de urgencia encontrándose la fábrica en semioscuridad no pudiendo apreciarse caras sino únicamente siluetas. Continuando el acusado la persecución y cuando se encontraban dos de ellos al fondo del pasillo iluminados únicamente por la luz de emergencia, y colocados uno frente a otro, uno (el luego fallecido) entregó algo (un arma corta) al otro que estaba de frente al Agente, y éste apuntó al Agente el cual en carrera lo percibió y efectuó un cuarto disparo que impactó en el anterior individuo que se disponía a huir tras entregar algo al que apuntó al Agente con un arma corta, sin llegar a disparar. El disparo del Agente alcanzó al que resultó ser Lucas , que falleció. Los otros dos sujetos huyeron del lugar escapando por el tejado rompiendo el techo de uralita desde dentro. Desde el lugar en que se encontró el cadáver y el lugar por el que escaparon los otros individuos así como en el exterior de la fábrica, tejado etc, no existe ni una sola gota o mancha de sangre. No existe más sangre que la del fallecido". b) Fallo: "Que debo absolver y absuelvo a Carlos Daniel de responsabilidad criminal por los hechos enjuiciados absolviendolo de las acusaciones de las que venía siendo objeto en la presente causa, declarándose las costas de oficio. Llévese certificación de esta Sentencia a los autos principales y notifíquese al Ministerio Fiscal y a las partes con expresión del recurso de apelación que cabe interponer frente a la misma dentro de los DIEZ DIAS siguientes al de su última notificación, correspondiendo el conocimiento de dicho recurso a la Audiencia Provincial de Navarra. Lo que pronuncio, ordeno y firmo, juzgando definitivamente en la instancia por esta Sentencia, en lugar y fecha "ut supra"". SEGUNDO.- Notificada dicha resolución fue apelada en tiempo y forma por la representación procesal de D. Patricio y Dª. Celsa . TERCERO.- En el trámite del Art. 790. 5 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, el Ministerio Fiscal, D . Carlos Daniel y el Abogado del Estado, solicitaron la confirmación de la sentencia apelada. CUARTO.- Admitida dicha apelación en ambos efectos y remitidos los autos a la Audiencia Provincial, previo reparto, correspondieron a esta Sección Tercera, en donde se formó el Rollo de Apelación Civil ya referido, habiéndose realizado el señalamiento correspondiente para deliberación y fallo. Dictada sentencia en la presente causa el día 31.5.2005 la misma fue objeto de recurso de amparo y el Tribunal Constitucional en Sentencia de fecha 12.1.2009 acordó la nulidad de la sentencia mencionada y que se dictase otra respetuosa con el derecho que se decía vulnerado. QUINTO.- Se aceptan los hechos declarados probados de la sentencia apelada, que se dan por reproducidos en la presente. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- Interpuesto recurso de amparo por el condenado en nuestra sentencia número 68/2005, de 31 de mayo , D. Carlos Daniel ; el mismo fue acogido por la Sala Segunda del Tribunal Constitucional en su sentencia 3/2009, de 12 de enero de 2009, STC 003/2009 , la cual consideró vulnerado el derecho del recurrente en amparo a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 CE ) y, en consecuencia declaró, para restablecerlo en su derecho, "la nulidad de la Sentencia de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Navarra núm. 68/2005, de 31 de mayo , recaída en el recurso de apelación núm. 3-2004, retrotrayendo las actuaciones al momento anterior al de pronunciarse la mencionada Sentencia para que se dicte una nueva respetuosa con el derecho fundamental vulnerado". La referida sentencia constitucional estimó que "aunque formalmente la Sentencia de apelación no modifica el relato de hechos probados de la Sentencia de instancia, lo cierto es que, al enjuiciar la conducta del recurrente en amparo, introduce un nuevo elemento fáctico determinante de su condena, referido a la diferente iluminación de las zonas en las que se encontraban el demandante y los dos sospechosos, 2 Centro de Documentación Judicial respectivamente, cuando aquél en la persecución de éstos efectuó el disparo que acabó con la vida de uno de ellos". Más adelante considera que "esta diferente iluminación de las zonas en las que se hallaban el demandante de amparo y los sospechosos, más favorable para aquél y desfavorable para éstos, resulta determinante al calificar la Audiencia Provincial de imprudente la conducta del recurrente"... "En definitiva, la Audiencia Provincial ha modificado los hechos declarados probados por el Juzgado de lo Penal mediante la adición de un elemento fáctico determinante de la condena del recurrente en amparo y que, como señala el Abogado del Estado, únicamente ha podido obtenerlo mediante una nueva valoración de las declaraciones prestadas en el acto del juicio por quienes presenciaron el desarrollo de los acontecimientos (el acusado, su compañero, el vigilante de seguridad y el hermano del fallecido), sin que se hubiera celebrado vista en el recurso de apelación". Así pues, entendemos que la nueva sentencia que el Tribunal Constitucional nos ordena dictar, respetuosa con el derecho fundamental vulnerado, exige, por un lado, valorar la acción del recurrente en amparo sin tener en cuanta, en absoluto, la diferente iluminación de la zona "en que se hallaban el demandante de amparo y los sospechosos", en la que se desarrollaron los hechos ; y, por otro, que de considerarse imprudente tal acción, pese a no valorarse al efecto el extremo referido a la diferente iluminación, habría de reproducirse lo resuelto en la sentencia anulada, incluidos los motivos del recurso no afectados por la sentencia constitucional. SEGUNDO.- La Ilma. Sra. Magistrado Juez de lo Penal número tres de Pamplona dictó sentencia el día 15 de julio de 2003 , en los autos de Procedimiento Abreviado seguidos en el referido Juzgado con el número 80/03 por un delito de homicidio imprudente, en la que absolvió al acusado D. Carlos Daniel del delito referido del que venía siendo acusado. La acusación particular ejercida por la Sra. Celsa y por D. Patricio , hermano del fallecido, formuló recurso de apelación en el que pidió en primer lugar que se declare la nulidad de la sentencia dictada en primera instancia por los vicios de que adolece el relato de hechos probados consistentes en falta de claridad y contradicción entre ellos que redundan en falta de motivación; y en todo caso que se revoque la sentencia recurrida y se condene la acusado como autor del delito mencionado que se le imputa, así como al pago de las indemnizaciones solicitadas en conclusiones provisionales que en este particular fueron elevadas a definitivas, con declaración y condena de la responsabilidad civil subsidiaria del Estado. El Ministerio Fiscal se adhirió al recurso de conformidad con lo solicitado en su día, pidiendo la condena del Sr. Carlos Daniel . TERCERO.- La causa se siguió por el delito de homicidio imprudente, en el auto de apertura del juicio oral de 12.8.02 se tuvo por formulada acusación por homicidio imprudente, habiéndose acordado el sobreseimiento provisional respecto del resto de infracciones objeto de acusación como la de asesinato y tentativa de homicidio, tal resolución fue confirmada por auto dictado por la Sección 2ª de esta Audiencia de 18 de febrero de 2003 , mención necesaria en tanto que la calificación y acusación mencionada se proyecta sobre todos los motivos del recurso, ya que los mismos deben afrontarse desde la perspectiva citada. Insistimos nuevamente en que el Tribunal de apelación no puede obviar tampoco que el recurso que tiene ante sí lo es frente a una sentencia absolutoria y que las pruebas practicadas durante el acto del juicio, además de los informes de Balística, de Policía Científica y de autopsia, estuvieron constituidas, esencialmente, por la declaración del acusado, la de su compañero, la del guarda jurado y la de Patricio hermano del fallecido, pruebas de índole subjetiva que una vez valoradas por la juez de la instancia determinaron que la misma obtuviese la conclusión absolutoria plasmada en la sentencia recurrida. En relación con esta cuestión dijimos en nuestra sentencia de 28.12.04 lo siguiente: "Se ha venido manteniendo, por ejemplo en la sentencia de la Sala 2ª del TS de 21 noviembre 2003 EDJ 2003/158347 , que "el juicio sobre la prueba producida en el juicio oral es sólo revocable en casación en lo que concierne a su estructura racional, es decir, en lo que respecta a la observación por parte del Tribunal de los hechos de las reglas de la lógica, los principios de la experiencia y los conocimientos científicos. Por el contrario constituye doctrina de esta Sala que son ajenos al objeto de la casación aquellos aspectos del juicio que dependen sustancialmente de la inmediación, o sea de la percepción directa de las declaraciones prestadas en presencia del Tribunal de instancia. En este sentido se ha señalado repetidamente que la cuestión de la credibilidad de los testigos y la apreciación del contenido detallado de su testimonio queda fuera, salvo supuestos excepcionales, de las posibilidades de revisión en el marco del recurso de casación, dada la naturaleza de este recurso y la imposibilidad de que el Tribunal que lo resuelve disponga de las ventajas y garantías que proporcionan en la valoración probatoria la inmediación y la contradicción (SSTS. 22 de septiembre de 1992, 30 de marzo de 1993 y 28 de enero de 2000, núm. 64/2000 , entre otras)". Doctrina que "mutatis mutandis" sería aplicable a la apelación en razón sobre todo del carácter personal de las pruebas referidas y la eficacia que deriva del principio de inmediación, todo ello, en sintonía 3 Centro de Documentación Judicial con la doctrina contenida en la sentencia del TC Pleno de 167/2002, de 18 de septiembre en cuanto afirma, como lo había anticipado el Tribunal Supremo, que no puede el Tribunal "ad quem" revisar la valoración de las pruebas practicadas en la primera instancia, cuando por la índole de las mismas es exigible la inmediación y la contradicción, "en caso de apelación de sentencias absolutorias, cuando aquélla se funda en la apreciación de la prueba, si en la apelación no se practican nuevas pruebas, no puede el Tribunal "ad quem" revisar la valoración de las practicadas en la primera instancia, cuando por la índole de las mismas es exigible la inmediación y la contradicción" o lo que es igual "el respeto a los principios de inmediación y de contradicción impide a un Tribunal que revisa el enjuiciamiento en vía de recurso, y que por tanto no ha podido contemplar de forma directa la práctica de las pruebas personales, modificar la valoración de dichas pruebas efectuada por el órgano a quo que es el que ha dispuesto de la inmediación". No obstante, si bien es verdad que la prueba producida en el juicio oral es inmune a la revisión en vía de recurso en lo que depende de la inmediación también lo es, como decíamos en nuestra sentencia de 1 de diciembre de 2004 , que es susceptible de ser revisada "en lo que concierne a la estructura racional del discurso valorativo y concretamente a los denominados juicios de inferencia, y ello es así porque, con arreglo, por ejemplo, a la doctrina contenida en la sentencia del TS de 31.5.1999 , el relato de hechos probados de una sentencia de primera instancia es vinculante cuando expresa hechos, acontecimientos o sucesos, pero no cuando contiene juicios de inferencia, que puedan ser revisados siempre que se aporten elementos que pongan de relieve la falta de lógica y racionalidad del juicio, en relación con los datos objetivos acreditados, siendo ello así porque el juicio de inferencia, juicio deductivo, no depende de ordinario de la inmediación, sino de un juicio de racionabilidad que ha de tener su base objetiva en datos externos que se declaren previamente probados, de donde resulta la posibilidad de modificar el referido juicio a través del recurso cuando no sea razonable". Del mismo modo no cabe duda de la posibilidad de corregir a través de esta vía los errores de subsunción en que se haya podido incurrir, derivados de una inadecuada interpretación de las normas penales y de la doctrina jurisprudencial. Por eso, en relación con el error en la apreciación de la prueba la doctrina mencionada lo limita a aquéllos que puedan ser acreditados en apelación sin necesidad de revisar la valoración de las pruebas practicadas en la primera instancia, cuya naturaleza exija la inmediación y la contradicción, cual sucedería, por ejemplo, con la prueba documental o con la pericial a condición de que se cumpliesen los requisitos que al efecto ha elaborado la jurisprudencia, vid. por ejemplo las sentencias de la Sala 2ª de 21 de enero, 13 de febrero y de 5 de diciembre de 2001 respectivamente, entre otras muchas. CUARTO.- Delimitados los contornos del recurso y, por ende, las facultades del Tribunal de apelación respecto de la revisión de la sentencia objeto de la alzada, corresponde ahora estudiar los concretos motivos que configuran el recurso. El primero de los motivos de la apelación se refiere a la falta de claridad en el relato de hechos probados y contradicción entre los hechos de tal clase, y en este particular se denuncia la existencia de vacíos narrativos que afectan a las circunstancias que la normativa específica de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad contempla en orden al uso de armas; gravedad de los hechos que motivaron la intervención policial; situación y descripción del inmueble, su iluminación; ambigüedades relativas al lugar donde aparecieron los casquillos; elementos que portaban los agresores; número exacto de disparos; así como la forma en que se describe el episodio relativo a la entrega del arma, pues en principio según se relata en la sentencia se entrega "algo", luego, entre paréntesis se dice que un arma, para luego aludir a un arma susceptible de disparar; añadiéndose que la sentencia tampoco cumple con el deber de motivación, en cuanto no expresa las razones en las que la juez fundamenta su convicción, deber que alcanza tanto a los hechos como a los fundamentos jurídicos. Como señala la sentencia del TS de 15.9.2000 "para que el órgano jurisdiccional pueda realizar el juicio de valoración jurídico-penal y determinar la existencia de un determinado delito, o de un subtipo agravado o atenuado, o de otras circunstancias que influyen en la responsabilidad criminal, es absolutamente indispensable que haya realizado previamente el juicio histórico que recae sólo y exclusivamente sobre los hechos «haciendo declaración expresa y terminante de los que se estimen probados», según la dicción literal de la regla 2ª del art. 142 de la LECr . lo que excluye rotundamente dudas o incertidumbres pues tanto la pena -y su entidad mayor o menor- como la absolución, exigen una certeza histórica sobre los hechos enjuiciados. Cuando falta esa certeza la sentencia incide en vicio procesal... que comprende aquellos supuestos en que la relación fáctica es tan imprecisa que permite soluciones alternativas, por incurrir en omisiones sobre extremos trascendentes para la calificación jurídica y, en definitiva, sobre los que han de servir de base para los distintos pronunciamientos que el fallo debe contener". La sentencia del TS de 28.10.96, con cita de las de la misma Sala y Tribunal de 23 febrero, 12 enero 4 Centro de Documentación Judicial 1996 y 9 octubre 1995, entre otras, indica que "la falta de claridad ... se produce no sólo cuando gramaticalmente resulte incomprensible el «factum» (por ambigüedad, por oscuridad, por deficiente redacción, por imprecisión) sino también cuando por la omisión de datos o circunstancias importantes se impide conocer la verdad de lo acontecido, con la lógica consecuencia de que entonces se hace imposible determinar la existencia del delito, la participación concreta del acusado, la concurrencia de circunstancias modificativas o incluso el contenido de los distintos pronunciamientos civiles, si se quiere actuar dentro de las estructuras de lo que debe ser la tutela judicial efectiva. Es así pues que si la omisión de tales circunstancias es notoriamente trascendente hasta el punto de impedir la comprensión del fallo judicial, es fácilmente asumible el defecto procesal. La alegación exitosa del defecto necesita: a) que en la narración exista incomprensión, duda, confusión u omisiones, en referencia siempre a puntos esenciales del relato histórico como antecedente obligado del silogismo judicial; b) que tales oscuridades o incomprensiones guarden una directa relación con la calificación jurídica de la sentencia; y c) que esa falta de entendimiento provoque realmente un evidente vacío descriptivo en los hechos probados". De otro lado la contradicción exige, según la doctrina contenida en la sentencia de 12 febrero 1996 una serie de condicionantes ...Conforme a ella es preciso y necesario para la prosperabilidad de la contradicción: a) que la misma sea interna, como producida dentro de los hechos probados, pero no entre éstos y los fundamentos jurídicos, a salvo el supuesto excepcional que a continuación se dirá; b) que sea gramatical, no meramente ideológica, es decir, que los hechos comprendidos en el «factum» sean contradictorios, irreconciliables y antitéticos, de forma tal que la afirmación de uno implique la negación del otro; c) que en razón de ello sea manifiesta, patente e insubsanable, pues ni siquiera con la integración de otros pasajes del relato puede rehacerse la comprensión y la compatibilidad mutua y recíproca de los hechos contradictorios; y d) que la contradicción sea esencial porque afecte a partes fundamentales del silogismo judicial, y a la vez causal no sólo por tratarse de expresiones imprescindibles sino porque además determinen el fallo poniendo de manifiesto la incongruencia existente entre lo que se acuerda y sus antecedentes fácticos. Pues bien, teniendo en cuenta que la acusación fue por homicidio imprudente, y partiendo, obviamente de tal dato, la Sala considera que, pese a no ser modélica la redacción de los hechos probados que contiene la sentencia impugnada, los mismos no incurren en el vicio que se denuncia. En efecto, los hechos probados no son incomprensibles ni adolecen de omisiones esenciales, ya que, en todo caso, las señaladas por la parte recurrente ni son de tal entidad ni son determinantes respecto de la calificación jurídica pertinente. En esencia los hechos que la sentencia declara probados permiten conocer que tres personas se introdujeron en las instalaciones de una empresa de noche, que una vez descubiertos por el vigilante de la empresa y dado aviso a la Policía acudió una dotación compuesta por dos agentes quienes junto con el vigilante intentaron localizar a los intrusos, y estos al verse descubiertos iniciaron la huida, siendo perseguidos por los funcionarios de policía y el vigilante, que en el curso de la misma aquéllos acometieron a éstos con un hacha, y que posteriormente el acusado continuó persiguiendo a dos de los intrusos y al llegar a un pasillo con las circunstancias e iluminación que describe el "factum" uno de ellos entregó un arma corta al otro, que se encontraba frente al agente, apuntándole a este, momento en que el referido agente disparó alcanzando al individuo que había hecho la entrega del arma y que se disponía a huir, quien resultó ser Lucas , el cual falleció como consecuencia de la herida recibida. En cuanto a la forma en que se describe el episodio relativo a la entrega del arma el hecho probado resulta perfectamente inteligible, debiéndose añadir que se describe la entrega de "algo", especificándose entre paréntesis que se trataba de un arma corta, no existe por lo tanto la ambigüedad denunciada ni omisión relevante. La cuestión relativa a las circunstancias en las que la actuación policial se desarrolló aparecen en el relato histórico, y las correspondientes a la normativa que rige la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad son más bien cuestiones jurídicas que no tiene por qué incluirse en los hechos probados de la sentencia. En cuanto a la motivación a que alude el recurrente la misma se desprende del contenido y fundamentación jurídica de la sentencia recurrida. Lo propio sucede respecto de la contradicción invocada. La Sala no aprecia su concurrencia en los términos necesarios para la configuración del vicio mencionado, en cuanto que respecto de los tan repetidos hechos probados no confluyen los requisitos jurisprudencialmente exigidos al efecto, obsérvese que la omisión de datos o circunstancias importantes para configurar el vicio denunciado ha de ser de tal entidad que impida conocer la verdad de lo acontecido, con la lógica consecuencia de que se haga imposible determinar la existencia del delito, la participación concreta del acusado, la concurrencia de circunstancias modificativas etc. pues, como dice la sentencia del TS de 23.1.02 con cita de varias más, "no es necesario que las sentencias recojan todos y cada uno de los hechos que han quedado probados sino solamente aquellos que han de servir de base a la subsunción y a los distintos pronunciamientos que el fallo debe contener"; consideramos, por lo tanto, que no concurre ni la falta de claridad ni la contradicción a las que se refiere la parte recurrente, lo que determina el rechazo del motivo. 5 Centro de Documentación Judicial QUINTO.- El segundo de los motivos del recurso se refiere a la existencia de error en la apreciación de la prueba y no puede merecer mejor suerte que el anterior porque las pruebas practicadas que sirvieron de sustento a la sentencia ahora impugnada fueron, esencialmente, pruebas de carácter personal, supuesto en el que el principio de inmediación posee especial relevancia, habiéndose afirmado que el referido principio alcanza un especial significado e intensidad en las pruebas de índole subjetiva como las referidas, que el Tribunal de Apelación no puede, ni debe en principio revisar, en cuanto se trata de pruebas que, por su naturaleza, no ha podido ver ni oír directa y personalmente (STS 11-3-91 ). Por esta razón, el Tribunal de alzada debe mantener como norma general la valoración probatoria realizada por el juez "a quo", como tiene reiteradamente declarado una doctrina jurisprudencial que por conocida hace ociosa su cita, salvo que las conclusiones obtenidas por aquél sean ilógicas, erróneas, o no se correspondan racionalmente con el resultado probatorio, y es que al haberse practicado las pruebas en la vista oral presidida por él con inmediación, es quien está en mejores condiciones para poder apreciar aquéllas libremente según los dictados de su conciencia tal y como dispone el artículo 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal . Al amparo de este motivo, vuelven a invocarse alguna de las cuestiones alegadas en el motivo anterior y otras que atañen a las circunstancias en las que se produjo el disparo que mató a Lucas , cuyo estudio estimamos que debe realizarse al resolver el motivo relativo al error de derecho, al considerar la inaplicación denunciada del art. 142 del CP . del homicidio imprudente del que se acusa al Sr. Carlos Daniel . Respecto de las cuestiones citadas, cuyo examen corresponde realizar en el seno del motivo dirigido a demostrar la existencia de error en la apreciación de la prueba, partiendo de las consideraciones que acabamos de hacer y de las limitaciones que nos impone el carácter absolutorio de la sentencia de instancia, puede afirmarse que la valoración probatoria realizada en la sentencia referida no puede tacharse de ilógica, errónea o de que sus conclusiones repugnen a las reglas y normas del criterio humano. En efecto no resulta incongruente la conclusión obtenida respecto de las hachas y mazos que los intrusos portaban, ni las cuestiones relativas a la ubicación de los casquillos, el lugar donde se encontraron, tienen virtualidad suficiente para dar lugar a la existencia de error. Señala la parte recurrente que no puede estimarse como probada la entrega del arma y la forma en que la misma se describe en los hechos probados. La juez de la primera instancia creyó la versión que de los hechos ofreció el propio acusado, en realidad el episodio de la entrega del arma y posterior disparo del agente tan sólo pudo ser apreciado por él mismo y por los dos individuos a los que perseguía, habiéndose razonado suficientemente en la sentencia recurrida las razones por las cuales la juez no estimó creíble lo declarado por el hermano de la víctima. En cualquier caso aunque había poca luz, como declaró el vigilante y pese a que este vio que llevaban los intrusos algo en la mano sin poder distinguir qué, y pese a que el propio acusado declaró inicialmente que no apreció armas, lo cierto es que después a preguntas de la juez declaró que vio el arma cuando el contrario estaba en posición de disparo y que se trataba de un arma corta. Así pues la conclusión obtenida acerca de la existencia del arma en poder de los individuos que entraron en la empresa es inobjetable desde el punto de vista doctrinal al que nos hemos venido refiriendo, no es ilógica ni contraviene las reglas del criterio humano. Lo propio sucede respecto del momento y modo en que uno de los individuos entrega el arma al otro, pues aunque la zona, como toda la fábrica según el "factum", estaba en semioscuridad lo cierto es que con arreglo a los hechos declarados probados tal episodio se produjo "cuando se encontraban dos de ellos al fondo del pasillo iluminados únicamente por la luz de emergencia", de modo que no puede tacharse de ilógica la conclusión obtenida en este punto por la juez de la primera instancia. Tampoco cabe admitir que no se pudiera ver la entrega porque ambos individuos se tapasen uno al otro, pues es posible que tal obstaculización no se produjese, lo que determina que no pueda apreciarse el error que invoca la parte recurrente. En suma, pues, la juez «a quo», después de la valoración de la prueba llegó a la convicción de que los hechos se produjeron tal como se plasman en el «factum» de la resolución recurrida. De ahí que el uso que haya hecho el juez de su facultad de libre apreciación o apreciación en conciencia de las pruebas practicadas en el juicio, reconocida en el artículo 741 LECr , únicamente pueda ser rectificado en los términos a los que antes nos hemos referido, y como las conclusiones obtenidas no pueden tildarse de ilógicas y derivan racionalmente de las pruebas que se practicaron debemos rechazar el motivo alegado como antes se indicó, lo que significa que deba permanecer intacta la declaración de hechos probados contenida en la sentencia recurrida, de la que habrá de partirse para resolver los restantes motivos de apelación. SEXTO.- El tercero de los motivos del recurso está referido a la existencia de error de derecho, al considerar infringido, por no aplicación, el art. 142 1 y 3 del CP . preceptos cuyo tenor literal es el siguiente: "El que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años". "Cuando el homicidio fuere cometido por 6 Centro de Documentación Judicial imprudencia profesional se impondrá además la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un periodo de tres a seis años". La doctrina jurisprudencial considera que la existencia del ilícito imprudente precisa de la concurrencia de una acción lesiva de una norma de cuidado, productora del resultado descrito en el precepto, lo que configura el elemento objetivo del tipo. En este particular, la acción infractora de la norma de cuidado obliga a tener en cuenta de un lado el deber de cuidado interno que obliga a advertir la presencia del peligro en su gravedad aproximada como presupuesto de toda acción imprudente; es la existencia de este deber el que permite sancionar la culpa inconsciente que equivale a la imprudente falta de previsión del peligro que se concreta en el resultado; y, de otro, el deber de cuidado externo, que consiste en el deber de comportarse externamente conforme a la norma de cuidado previamente advertida y como implica esa advertencia previa se imputa subjetivamente en los supuestos de culpa consciente. Por eso, ante conductas igualmente peligrosas las realizadas con culpa consciente son más reprochables que las realizadas con culpa inconsciente (SAP de Madrid de 3.3.2000 ). En segundo lugar, aspecto subjetivo del tipo, es preciso que el agente haya querido la realización de la conducta descuidada ya sea con conocimiento del peligro que en general entraña (culpa consciente) o sin ese conocimiento (culpa inconsciente), y que, en cambio, el autor no haya querido el resultado producido. En tercer lugar es necesaria la concurrencia de la correspondiente relación causal de modo que el resultado producido, previsible y evitable de haberse actuado conforme lo requería la norma de cuidado, pueda imputarse objetivamente al descuido del agente, a la infracción del deber mencionado. En este sentido la sentencia del TS de 30.6.2004 indica: "Las infracciones culposas o por imprudencia, sean delito o falta, están constituidas por los siguientes elementos: a) la producción de un resultado, previsto como tal en el ordenamiento punitivo; b) la infracción de una norma de cuidado, cuyo aspecto interno es del deber de advertir la presencia del peligro, y cuyo aspecto externo es el deber de comportarse conforme a las normas de cuidado previamente advertido; y c) que se haya querido la conducta descuidada, con conocimiento del peligro o sin él, pero no el hecho resultante de tal conducta". SÉPTIMO.- Expuesto lo anterior es necesario ahora aludir a la doctrina recaída para distinguir la imprudencia grave de la leve, al objeto de determinar la calificación jurídica que merece la actuación del acusado en relación con los hechos enjuiciados, sobre todo si los mismos pueden encuadrarse en el ámbito de la imprudencia grave, como exige el tipo del art. 142.1 CP . En este aspecto la sentencia de la Sección 1ª de esta Audiencia de 8 abril 2003 , indica que, "...según reiterada doctrina del Tribunal Supremo, puesta de manifiesto, entre otras, en la Sentencia de 19 de diciembre de 2001 para distinguir la imprudencia grave... de la leve... habrá de atenderse: A) A la mayor o menor falta de diligencia mostrada en la acción u omisión. B) A la mayor o menor previsibilidad del evento que sea el resultado. C) A la mayor o menor gravedad de la infracción del deber de cuidado que según las normas socio culturales del agente se espera... Concurrirá la imprudencia temeraria, y a partir del nuevo Código Penal, la grave, cuando en la conducta del acusado se aprecia la ausencia de las más elementales medidas de cuidado, causante de un efecto lesivo o dañino fácilmente previsible, y el incumplimiento de un deber exigido a toda persona en el desarrollo de la actividad que ejercita. La desatención a las más elementales normas de cautela y a los deberes de cuidado más esenciales caracteriza la imprudencia temeraria y la grave..." (Sentencia del Tribunal Supremo de fecha 19 de diciembre de 2001 , con cita de otras varias anteriores). En igual sentido, tiene declarado el Tribunal Supremo que "el problema del grado del injusto y de desvalor de la acción... depende siempre de la infracción de la norma de cuidado y del grado de peligrosidad de la conducta, pues según constante jurisprudencia la diferencia entre imprudencia grave... dependerá... del grado de poder de previsión... y del grado de la infracción del deber de cuidar..., correspondiéndose la imprudencia grave a un grado importante o muy importante de un descuido evidente sin guardar la diligencia que en cada caso le sea exigible" (Sentencia del Tribunal supremo de fecha 16 de marzo de 2001 )". En efecto, la sentencia del TS de 30.6.04 precisa que "La diferencia existente entre la falta... (art. 621.2 ) y el delito imprudente (art. 142.1 ) estriba en el módulo de la imprudencia desplegada, toda vez que el delito requiere que la imprudencia sea grave y la falta, leve. La jurisprudencia ha señalado, por otro lado, con reiteración que tal imprudencia grave se equipara con el antiguo concepto de imprudencia temeraria del art. 565 del Código Penal de 1973 ...". Como dice la Sentencia 966/2003, de 4 de julio , el criterio fundamental para distinguir entre ambas clases de imprudencia ha de estar en la mayor o menor intensidad o importancia del deber de cuidado infringido, ya que la infracción de tal deber constituye el núcleo central acerca del cual gira todo el concepto de imprudencia punible. La previsibilidad es un elemento inherente al mismo concepto de deber de cuidado. Sólo lo que es resultado previsible puede servir para afirmar que alguien ha omitido el deber de cuidado. Tal deber es inconcebible respecto de resultados no previsibles, en sentido potencial. Señala dicha Sentencia «que el nivel más alto de la imprudencia está en la llamada «culpa con previsión», cuando el sujeto ha previsto el resultado delictivo y pese a ello ha actuado en la confianza de que no habrá de producirse y rechazándolo para el supuesto de que pudiera presentarse. Aquí está la frontera con el dolo eventual, con todas las dificultades que esto lleva consigo en los casos 7 Centro de Documentación Judicial concretos. En el vértice opuesto se encuentra la culpa sin previsión o culpa por descuido o por olvido, en que el sujeto no prevé ese resultado típico, pero tenía el deber de haberlo previsto porque en esas mismas circunstancias un ciudadano de similares condiciones personales lo habría previsto. Es la frontera inferior de la culpa, la que separa del caso fortuito. Aparte de las dificultades prácticas que, por lo general, se plantean para saber si una persona ha previsto o no un resultado que es consecuencia de su propio comportamiento, es lo cierto que tampoco este criterio sirve para distinguir la imprudencia grave de la leve, pues hay casos en los que la no previsión revela una conducta de desidia o abandono de sus deberes por parte del sujeto que hace especialmente reprochable su conducta y obliga a calificarla como imprudencia grave». De modo que hay que estar a las circunstancias del caso concreto: son las que sirven de guía para calificar una conducta imprudente como grave o como leve. En efecto, «la gravedad de la imprudencia está directamente en relación con la jerarquía de los bienes jurídicos que se ponen en peligro y con la posibilidad concreta de la producción del resultado lesivo. En otros términos: cuando la acción del autor genera un peligro para un bien jurídico importante en condiciones en las que la posibilidad de producción del resultado son considerables, la imprudencia debe ser calificada de grave. En estos casos, la diferencia que caracteriza a la imprudencia grave respecto del dolo eventual reside en la falta de conocimiento del peligro que concretamente se genera por parte del autor» (Sentencia 2235/2001, de 30 de noviembre ). A lo expuesto debe añadirse que la determinación de los diversos grados de culpa no puede realizarse atendiendo al resultado alcanzado, resultado en el que en muchas ocasiones interviene el azar, ni tampoco valorando la ausencia o presencia de infracciones administrativas, sino que ha de lograrse exclusivamente uniendo el alcance cualitativo de la culpa con objeto de conocer su real dimensión de acuerdo con sus elementos constituyentes y con su intrínseca intensidad: grave cuando se infrinja un deber mínimo de cuidado y leve en otro caso, atendidas especialmente las circunstancias concurrentes en las que el agente se vio inmerso. OCTAVO.- Teniendo en cuenta la doctrina precedente corresponde ahora examinar, a la luz de los hechos declarados probados, si el acusado incurrió en el ilícito descrito en el art. 142.1 del CP , como entiende la parte recurrente, al disparar y ocasionar la muerte de Lucas o si, por el contrario, su acción está exenta de responsabilidad o puede calificarse como constitutiva de la falta descrita en el art. 621.2 del CP que castiga a "los que por imprudencia leve causaren la muerte de otra persona...", la cuestión nuclear reside en determinar en primer lugar si la acción del acusado puede considerarse como constitutiva de imprudencia grave o sólo leve. Para ello, además de tener en cuenta las consideraciones y circunstancias referidas conviene traer a colación las normas que rigen el uso de armas de fuego por parte de los agentes de Policía. En este sentido el art. 5. 2, apartados c) y d) de la Ley Orgánica 2/1986, de 13 marzo de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad dispone lo siguiente "c) En el ejercicio de sus funciones deberán actuar con la decisión necesaria, y sin demora cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e irreparable; rigiéndose al hacerlo por los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad en la utilización de los medios a su alcance. d) Solamente deberán utilizar las armas en las situaciones en que exista un riesgo racionalmente grave para su vida, su integridad física o la de terceras personas, o en aquellas circunstancias que puedan suponer un grave riesgo para la seguridad ciudadana y de conformidad con los principios a que se refiere el apartado anterior". Conviene ahora recordar que el relato de hechos probados nos indica que iniciada la persecución de los intrusos, accedieron a un pasillo y estando al fondo del mismo, Lucas , que se encontraba de espaldas al acusado, entregó un arma corta al otro el cual, estando de frente al agente de Policía, le apuntó, momento en el que dicho agente disparó alcanzando al referido Lucas ocasionándole la muerte. Nos dice también el "factum" que en la nave no había otra iluminación que las luces de "urgencia" y que la fábrica se encontraba en semioscuridad "no pudiendo apreciarse caras sino siluetas", en cuanto al episodio del disparo efectuado por el agente, resulta que la acción se desarrolla en un pasillo, al fondo del cual se encontraban los delincuentes "iluminados únicamente por la luz de emergencia", el agente percibe que le apuntan con un arma corta yendo a la carrera y en tal situación disparó, alcanzando a quien no le estaba apuntando, consiguiendo huir quien lo hizo. Es conveniente destacar, como continuación de las consideraciones que hicimos al principio de este fundamento, que tratándose de funcionarios policiales dentro de su cometido profesional entra el arriesgar su propia integridad en defensa del orden y precisamente por ello se les dota de especial preparación y se les equipa con los medios necesarios incluso con armas de fuego, por eso debe tenerse siempre en cuenta, además de los criterios y principios que rigen su actuación, antes mencionados, que la aniquilación del delincuente, incluso cuando se trata de agresor violento, solo cabe si es imposible actuar de otra manera. Se ha dicho que si de la comparación entre el deber objetivo de cuidado y la conducta realizada resulta que ésta ha quedado por debajo de lo que el cuidado objetivo exigía, se habrá lesionado dicho deber y, por lo tanto la conducta será típica a los efectos de constituir el tipo de injusto del ilícito imprudente. 8 Centro de Documentación Judicial En este sentido la acción desplegada por el acusado fue la de disparar con arma corta yendo a la carrera, en lugar que se encontraba en semioscuridad y encontrándose el lugar donde se hallaban los delincuentes iluminado exclusivamente por la luz de emergencia, de modo que el disparo se realizó cuando uno de éstos había apuntado, no había llegado a disparar y en una zona de semioscuridad, como estaba toda la fábrica según los hechos probados, en la que se encontarban el agente y los intrusos, en tal tesitura, y pese a eliminar, como nos ordena la sentencia constitucional, la cuestión relativa a la diferente iluminación, seguimos apreciando que un profesional como el acusado debió haber advertido el peligro que entrañaba hacer uso de su arma de fuego, corta, y además a la carrera, en el curso de la huida de los delincuentes, en la circunstancias en que lo hizo, lo que añade mayor imprecisión si cabe al disparo y entraña, por ello, mayor riesgo; por lo tanto, una persona experta como el acusado lo era, hubiera debido acomodar su actuación al riesgo mencionado y evitar hacer uso de su arma en las condiciones referidas, sobre todo cuando la acción desplegada por el agente es susceptible de generar un evidente peligro para un bien jurídico importante como lo es la vida, siendo considerables las posibilidades de ocasionar un resultado tan grave como el producido; resultado desde luego previsible y evitable si el agente hubiera acomodado su actuación a los postulados exigidos por la norma de cuidado cual era no haber disparado en las condiciones en que lo hizo, de suerte que el resultado producido puede objetivamente imputarse a la infracción del deber de cuidado exigible al agente. Por otra parte considera la Sala que el acusado, aún habiéndose visto apuntado por uno de los delincuentes, hubiera podido actuar de otro modo, esto es, existían alternativas al uso de armas de fuego, sin que pueda obviarse que la acción se desarrolló en zona de semioscuridad, de modo que hubiera podido eludir la necesidad de usar el arma al menos inicialmente protegiendo no obstante su integridad física arrojándose al suelo, por ejemplo, y aprovechando las oportunidades que le daba la semioscuridad de la zona donde se encontraban, de ahí que no quepa apreciar necesidad en el uso del arma, ni tampoco proporcionalidad en la utilización de la misma. Ello no obstante la Sala valora y pondera las difíciles circunstancias en que el agente se vió envuelto como consecuencia de la actuación de los intrusos, pero las mismas se tienen en cuenta para degradar la responsabilidad, que configuramos como constitutiva de leve imprudencia, como señalamos a continuación. En efecto, llegados a este punto, y afirmada la concurrencia de los elementos definidores del ilícito imprudente, corresponde determinar si el mismo ha de calificarse como grave o leve; en este sentido, pese a que se puso en peligro un bien jurídico importante y pese a que la previsibilidad de ocasionar un resultado fatal como el producido era considerable, considera la Sala que deben tenerse en cuenta, como acabamos decir, el conjunto de circunstancias en que se desarrolló la acción imprudente imputada al acusado y en este particular los hechos que se declararon probados describen que los delincuentes, momentos antes de producirse el disparo que alcanzó a Lucas , acometieron a los perseguidores cuando estos doblaban un pasillo, intentando agredirles con un hacha, así como que no obedecieran a las voces de "alto policía", si a ello se añade la persecución que se inició y el hecho de haber sido apuntado el agente con un arma corta y, desde luego, la tensión vivida como consecuencia de la actuación de los delincuentes; es evidente que se trata de circunstancias que han de tenerse en cuenta para valorar la entidad de la falta de diligencia del agente, la gravedad de la infracción de la norma de cuidado así como el grado de previsión en concreto y ponderación de las circunstancias que el acusado hubo de afrontar en la situación de tensión vivida, por lo que estima la Sala que no puede sino concluirse considerando como leve la infracción imprudente reprochable al acusado, art. 621.2 del CP , puesto que, pese a todo, no pueden dejarse de valorar a estos efectos la situación anímica del funcionario de la Policía, la situación en la que se vio inmerso y la rapidez de los acontecimientos que impide la reflexión y serenidad suficiente para ponderar las circunstancias y elegir friamente el medio más idóneo para la protección de su integridad. NOVENO.- Debemos señalar por otra parte, tratándose de agente de Policía, por lo tanto de profesional de la seguridad, que incluso en los supuestos de agresión contra tales funcionarios, es más que discutible que respecto de los mismos, y con mayor razón en el caso sometido a nuestra consideración, pudiera apreciarse la circunstancia relativa a la legítima defensa no sólo por carecer de suficiente especificidad respecto de los funcionarios policiales sino porque en el caso enjuiciado hubo "error en el golpe" de suerte que en todo caso, la circunstancia a aplicar hubiera debido ser más bien la de estado de necesidad del art. 20 5ª, aplicación no exenta de dificultades en razón del tercero de los requisitos necesarios al efecto; en cualquier caso se viene sosteniendo que la muerte del agresor violento sólo queda penalmente justificada si puede apreciarse la circunstancia 7ª, cumplimiento de deber o ejercicio legítimo de oficio o cargo, del precepto mencionado, pero, de nuevo, como hemos visto la apreciación de la eximente tanto completa como incompleta requiere no solo el respeto a los criterios de racionalidad, proporcionalidad y congruencia sino también, S.T.S. 16.1.98 y 12.3.02 , la necesidad en abstracto y en concreto del uso de las armas, esto es, necesidad de un mal grave que no pudiera excluirse por otros medios, requisito que a juicio de la Sala no concurre en cuanto que pudieron haberse utilizado otros medios o sistemas en lugar del recurso al disparo; a lo que cabe añadir que en todo caso la concurrencia de las circunstancias mencionadas ha de probarse cumplidamente por parte de quien las invoca. 9 Centro de Documentación Judicial DÉCIMO.- En consecuencia si bien los hechos declarados probados no son constitutivos de un delito de homicidio imprudente del art. 142. 1 , debiendo en este aspecto desestimarse el recurso y confirmarse en este particular la sentencia recurrida; sí lo son de una falta de imprudencia leve tipificada en el art. 621. 2 del C.P . que castiga a los que por imprudencia leve causaren la muerte de otra persona, de la que es autor penalmente responsable Carlos Daniel , en quien no concurren circunstancias modificativas de la referida responsabilidad. Dispone el art. 638 que en la aplicación de las penas correspondientes a las faltas, los Jueces y Tribunales procederán según su prudente arbitrio, en función de las circunstancias del caso, sin ajustarse a las reglas contenidas en los arts. 61 a 72 del Código . Por consiguiente y dando aquí por reproducidas cuantas circunstancias se han expuesto a lo largo de esta resolución, a la vista del modo en que se desarrollaron los hechos, la entidad de la infracción del deber de cuidado cometido por el acusado y de la situación en la que se vio inmerso, estimamos adecuada la imposición de la pena de multa de un mes, con arreglo a una cuota diaria de 50 euros, en total 1.500 euros. La cuantía de la cuota establecida lo es en función de las circunstancias mencionadas en el art. 50. 5 del C. P . y, por lo tanto, del sueldo que percibe como funcionario del Estado, tal y como consta en la pieza de responsabilidad civil, cargas familiares y patrimonio de acusado, el cual es, además, titular de un vehículo Opel Zafira, lo que permite la determinación de la cuota diaria de multa en la suma mencionada, puesto que una cifra menor vaciaría de contenido efectivo la sanción en su conjunto, de modo que no cumpliría adecuadamente su función de prevención general positiva. Siendo asimismo de aplicación la responsabilidad personal subsidiaria regulada en el art. 53 CP, consistente en un día de privación de libertad por cada dos cuotas diarias no satisfechas. UNDÉCIMO.- Con arreglo a lo dispuesto en el art. 116 C.P ., toda persona criminalmente responsable de un delito o falta lo es también civilmente, si del hecho se derivan, cual aquí sucede, daños o perjuicios, y, en este sentido, ha de tenerse en cuenta que la indemnización de perjuicios morales y materiales comprende tanto los causados al agraviado, como los irrogados a sus familiares o a terceros. No obstante lo anterior considera la Sala, a la vista de las actuaciones, hechos y circunstancias expuestas en la presente resolución, que debe hacerse uso en este particular de lo dispuesto en el art. 114 del C. P ., pues es innegable que la víctima contribuyó de forma muy importante a la producción del daño y perjuicio; en este sentido no puede obviarse que el fallecido, junto con sus compañeros, accedió ilícitamente a la factoría de la empresa SANYO siendo de noche para la comisión de algún hecho delictivo, que al ser sorprendidos tanto él como las personas que le acompañaban, no sólo hicieron caso omiso a las órdenes de "Alto Policía", sino que acometieron a los agentes y vigilantes con un hacha y luego, posteriormente, en su huida, el compañero del fallecido llegó a apuntar con un arma corta al agente de policía acusado, todo ello supone, como hemos dicho, una importantísima contribución del delincuente fallecido al daño que le fue inferido, lo que determina que deba moderarse la indemnización correspondiente. En este aspecto, el art. 6. 1 letra c) de la Ley 35/95 de 11 de diciembre , de asistencia y ayuda a las víctimas de los delitos violentos y contra la libertad sexual, establece para los casos que regula una cuantía indemnizatoria para caso de muerte consistente en 120 mensualidades del Salario Mínimo Interprofesional vigente a la fecha del fallecimiento, así pues siendo el salario referido del año 2.000 de 424,80 # al mes, multiplicado por 120, arroja la suma de 50.976 #, criterio el aludido que la Sala utiliza con valor orientativo, pues bien, teniendo en cuenta tal suma aproximadamente y aplicando sobre ella un porcentaje reductor del 60%, en razón de las consideraciones antes realizadas, se obtendría una indemnización total de, aproximadamente, 3.400.000 pesetas ó 20.434,41 #, cantidad que, en atención a las circunstancias, estima la Sala adecuada para el resarcimiento derivado de la muerte de Lucas , de donde resulta procedente atribuir a la Sra. Celsa 12.020,24 # y a Lucas 8.414,17 #, cantidades a cuyo pago procede condenar al acusado, con declaración de la responsabilidad civil subsidiaria del Estado Español, conforme a lo dispuesto en el art. 121 C.P ., al concurrir en el caso enjuiciado, obviamente, los requisitos exigidos al efecto por el precepto citado. En cuanto a la indemnización pedida por el hermano del fallecido, Patricio , señala la sentencia de la AP de Ciudad Real de 19.9.2000 que "la Jurisprudencia, la Recomendación 75/7 y la Ley 30/95 , expresan una idea común: la indemnización por daño moral a quien no es la víctima sólo es explicable cuando se puede constatar un daño propio y excepcional, es decir, se requiere que el daño exceda del que es común a todos los familiares directos de la víctima, pues no se indemniza el solo hecho de contemplar el sufrimiento del ser querido, sino que se exige que esa situación se traslade de forma negativa a la esfera de la vida del tercero que reclama la indemnización, y en este supuesto, ausente de prueba alguna sobre este perjuicio concreto y exigible, no procede reconocer cantidad alguna a las hermanas del fallecido". Por su parte la 10 Centro de Documentación Judicial sentencia de la AP de Zamora de 18 septiembre 2000 recoge varios criterios jurisprudenciales existentes cuando afirma que "La jurisprudencia civil, desde la STS de 20 de diciembre de 1.930 y, en tiempos recientes, la penal ha venido atribuyendo el derecho a percibir una indemnización por los daños derivados de la muerte de una persona no a los herederos, sino a quienes resultaren perjudicados en algún sentido como consecuencia del óbito", "que el Tribunal Supremo también ha llegado a decir que la determinación de los perjudicados por el fallecimiento debe hacerse siguiendo un orden lógico de afinidad con el causante, de modo que sean los más inmediatos a él, los que la reciban, con exclusión de los demás, pues de seguirse un criterio distinto tendría que distribuirse el montante total de la indemnización entre todos aquellos de alguna manera hayan sufrido, cualquiera que fuese su grado, el "doloroso vacío"( STS de 23 de diciembre de 1.985 )" y que "los hermanos también pueden ser perjudicados, siempre que a la relación de parentesco se añadan otros datos esenciales como la pérdida de la convivencia, la dependencia económica, u otros supuestos de parecida entidad que pierden su fuerza y eficacia en los casos de abandonos prolongados, desentendimiento de obligaciones familiares, rotura de esos vínculos, ignorancia de paradero, u otras causas parecidas que suponen la rotura material o moral de aquéllos de manera voluntaria y consciente STS de 20 de octubre de 1.986, 25 de junio de 1.983 y 28 de febrero de 1.995...". Pues bien, el hermano del fallecido es mayor de edad sin que conste con el necesario rigor ni convivencia ni dependencia de él ni especial vínculo afectivo. Por otra parte resulta que el referido recurrente concurre a la indemnización con la persona que ha venido conviviendo con el fallecido y el hijo de ambos, y en este sentido, por ejemplo, la Ley 35/1995, de 11 de diciembre , antes citada, no contempla entre los beneficiarios a los hermanos del fallecido, sino al cónyuge o conviviente more uxorio, hijos del fallecido o del cónyuge o asimilado siempre que dependieran económicamente de él y en defecto de los anteriores los padres de la persona fallecida si dependieran económicamente de ella. Del mismo modo el sistema introducido por la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos de Motor, en la Tabla I del Anexo, sólo reconoce la condición de beneficiario, cuando de hermanos se trata y concurren con cónyuge e hijos, si los mismos son menores y dependían de la víctima. En consecuencia a la vista de los criterios que se acaban de mencionar y de las circunstancias concurrentes en el apelante no procede la determinación de cantidad indemnizatoria alguna en su favor. DUODÉCIMO.- Las costas procesales se entienden impuestas por la ley a los criminalmente responsables de todo delito o falta, en consecuencia, procede su imposición al acusado, pero sólo las relativas a un juicio de faltas, con inclusión de las devengadas por la acusación particular. Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación, FALLO Que debemos estimar y estimamos parcialmente el recurso de apelación interpuesto por la Procuradora Sra. González Rodríguez, en nombre y representación de Dª Celsa y de D. Patricio , dirigidos por el Letrado Sr. Jiménez Ruiz, frente a la sentencia dictada el día 15 de julio de 2003 por la Ilma. Sra. Magistrado-Juez de lo Penal nº 3 de Pamplona , en autos de Procedimiento Abreviado nº 80/2003, recurso en el que ha sido parte apelada D. Carlos Daniel , representado por el Procurador Sr. Hermida y defendido por el Letrado Sr. Pardinas, el Estado Español, representado y defendido por el Sr. Abogado del Estado, y el Ministerio Fiscal, y revocando en lo necesario la resolución recurrida y confirmándola en cuanto absolvió al acusado del delito de homicidio imprudente, debemos condenar y condenamos a Carlos Daniel , en concepto de autor penalmente responsable de una falta de imprudencia leve con resultado de muerte, ya definida, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad, descrita en el art. 621. 2 del C.P ., a la pena de un mes de multa a razón de una cuota diaria de 50 #, en total 1.500 #, con la responsabilidad personal subsidiaria, en caso de impago, de un día de privación de libertad por cada dos cuotas diarias no satisfechas; así como a que indemnice a Dª Celsa en la suma de 12.020,24 #, y al menor Lucas en 8.414,17 #, cantidades que devengarán los intereses del art. 576 de la LEC desde la fecha de esta resolución, declarando la responsabilidad civil subsidiaria del Estado español, e imponiendo al condenado las costas causadas, incluidas las devengadas por la acusación particular, correspondientes a un juicio de faltas. Devuélvanse los autos originales al Juzgado de su procedencia con testimonio de esta resolución. Así por esta nuestra Sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos. 11