RESCATE DEL PASADO México, país joven, es vieja morada del hombre. La casualidad y el trabajo se han aliado con frecuencia para propiciar los hallazgos que han permitido establecer las edades y la fisonomía del pasado. Los datos son manipulados por el investigador que se auxilia de los más precisos medíos científicos, y así la conciencia nacional va transitando del mito a la historia como disciplina rigurosa. No es posible entender el presente ni planear el futuro si se ha perdido la noción del devenir. Recuperarla -o rectificarla- ha sido para los mexicanos tarea lenta e incesante. El 4 de febrero de 1870, cuando se canalizaba el desagüe de la capital en el Tajo de Tequixquiac, se encontró un hueso sacro de llama, labrado para simular una figura animal, al que se atribuye una antigüedad mínima de once a doce mil años, con un margen de tres o cuatro milenios hacia atrás. Este hueso, que los especialistas suponen el vestigio más remoto de la presencia humana en territorio de Mesoamérica, apareció en capas del Pleistoceno junto con otros instrumentos que cumplían la función dual de lo utilitario y de lo estético. En 1945, cuando se edificaba un hospital de incurables en Tepexpan, lugar próximo a la Ciudad de México, un albañil puso al descubierto huesos fosilizados que los prehistoriadotes reconocieron como de mamut. Junto al cráneo se halló una lasca de obsidiana con evidencia de uso, de donde resultaba lícito suponer no sólo la existencia del hombre en la vecindad del mastodonte sino también la lucha entre ambas especies. La teoría se convirtió en certidumbre al encontrarse unos restos a los que se denominó “el hombre de Tepexpan”, aunque después se haya comprobado que pertenecían a una mujer sexagenaria. Esta fue, quizá, miembro de una tribu que detuvo ahí su largo peregrinaje, comenzado diez mil años antes más allá del estrecho de Bering. Sin embargo, el asentamiento de núcleos humanos numerosos, el paso de la forma de vida nómada a la sedentaria, fue un fenómeno que ocurrió hasta que logró desarrollarse la agricultura. Las culturas de América son culturas del maíz, a diferencia de las europeas, cuyo cereal es el trigo, y de las asiáticas, que se fundan en el arroz. Otra característica distintiva del habitante de estas latitudes es la preponderancia que concedió a la domesticación del mundo vegetal, mientras en otros continentes se afanaban más por la domesticación de los animales. El primitivo agricultor se agrupó en aldeas. Allí, en un medio de relativa abundancia y seguridad, surgieron las actividades artesanales y los rudimentos del comercio. El intercambio, confinado primero a áreas muy limitadas, fue extendiéndose cada vez más y poniendo en contacto tribus de origen distante y de hábitos diferentes. Estas circunstancias se conocen con cierto detalle gracias a otra casualidad favorable. En 1940 la capital mexicana, en proceso de expansión, exigió mayor consumo de tabiques y en sus alrededores surgieron varías fábricas de ladrillos. En una de ellas -Tlatilco- se encontraron objetos que revelaban un intenso tráfico mercantil entre pueblos ubicados desde el sur de Canadá hasta el Perú. En esa misma zona aparecieron figuras que representaban, según palabras de Miguel Covarrubias, “a personajes gordos, de rasgos extraordinariamente mongoloides y con gruesas bocas displicentes”. Eran los olmecas. autorizados no vacilan en atribuirles la invención del papel, de la escritura, de los sellos, del cincel. La cultura olmeca parece ser la cultura madre. Con el transcurso de los siglos todas las tentativas dispersas de asentamiento en un vasto territorio se concentraron en una urbe central: Teotihuacan. Sus habitantes erigieron pirámides enormes, palacios comunicados por grandes avenidas a las que no faltaba ni pavimento ni drenaje. Todavía puede apreciarse la refinada fruición de la riqueza, la complejidad del arte y del pensamiento, el aplauso tributado a la habilidad del técnico, la reverencia guardada al conocimiento esotérico del sacerdote. Cuando Teotihuacan fue abandonada, la naturaleza recuperó su dominio y el páramo cubrió las edificaciones. Durante la colonia permaneció oculto en su apariencia montosa el templo y la labor de reconstrucción, iniciada en los albores de este siglo, aún no termina. Sin embargo el esplendor teotihuacano, aunque no total, puede ser contemplado por el observador contemporáneo. Con regularidad se presentan en esa zona arqueológica espectáculos de luz y sonido que tienen como escenario la pirámide llamada del Sol, que alcanza una altura de sesenta y cinco metros y que mide en su base 224 por lado. Y la pirámide de la luna que se eleva cuarenta y dos metros sobre un rectángulo de 120 por 150. Quien asiste puede escuchar el relato de un mito indígena según el cual Teotihuacan, sitio de reunión de los dioses, era también lugar en que se elegía a la deidad que iba a ser sacrificada para convertirse en astro vivificador. En 1968, la recepción en este sitio, del Fuego Olímpico, simbolizó la esperanza universal en la supervivencia de la Una búsqueda intensa y azarosa permitió a Covarrubias humanidad. localizar las ciudades olmecas: en las costas del Golfo de Cientos de kilómetros al sureste, en plena selva, ocurrió México. De ellas sólo quedaba la escultura: unas cabezas paralelamente al teotihuacano el florecimiento de otro gigantescas de basalto y pequeñas estatuillas, no tan pueblo: el maya. Las ciudades de quienes constituyeron impresionantes pero si más reveladoras. Por ejemplo, la el “Antiguo Imperio” se localizan en Honduras, Guatemala que retrata a un hombre desnudo, gordinflón y calvo, en y Chiapas: Allí, en el momento de su apogeo, llegaron cuyo vientre el tallador grabó a contarse hasta tres millones de habitantes unidos por una misma religión, una ciencia, un arte, una técnica Un número, que, convertido a los términos del y una política. Uaxactún, Tikal, Quiriguá y Palenque calendario gregoriano, dio la fecha de 98 años antes han opuesto, a la erosión de los siglos y a la voracidad de Cristo. La astronomía, el cálculo del tiempo, fueron de la jungla, un material en que se plasmaron formas unas de las más antiguas y fructíferas devociones del que muestran su opulencia. Pero el significado de los hombre mesoamericano. A pesar de la multiplicidad de jeroglíficos aún aguarda su desciframiento. Cuando éste hallazgos arqueológicos en la zona pantanosa del Estado ocurra se conocerán las creencias en que se apoyaron de Tabasco, los olmecas continúan siendo un enigma los hombres mayas, qué ambiciones los movieron, qué para los investigadores. Se ignora de dónde vinieron y catástrofes los dispersaron. No es fácil admitir que se deje no se ha podido encontrar testimonios que permitan atrás, a merced de la destrucción, el producto de tanto reconstruir su evolución. No obstante, muchos criterios esfuerzo humano acumulado. 62 Lo que más destaca en la fisonomía de las ciudades mayas es su carácter de observatorio astronómico. De la contemplación del cielo se alimentó la matemática. Esta se aplicaba, fundamentalmente, al cálculo del tiempo; y el conocimiento de éste a la práctica de la agricultura. Así los mayas idearon un sistema calendárico muy preciso que dividía el año en 18 meses de veinte días cada uno, con un lapso complementario de cinco. En bien de la exactitud se hacia un ajuste periódico semejante al año bisiesto que rige ahora, pero más aproximado en un diezmilésimo de día. La noción sobre la que descansaba esta compleja estructura era la W cero, ideada por los mayas mucho antes de que los árabes la divulgaran entre los científicos de Europa. El tiempo -el fugitivo-, quedó aprisionado en una red numérica que abarcaba 23 millones de años. subterráneamente, alimentados por copiosas lluvias y filtraciones al través de la permeabilidad de la roca caliza. En algunos hundimientos, las corrientes ocultas saltan para formar pozos naturales. A éstos se les llamó cenotes y por lo general fueron el corazón de una ciudad. Los primeros habitantes de Chichén Itzá saciaron su sed con las aguas emanadas de un cenote circular. Pocos años después la ciudad fue abandonada por razones enigmáticas. Sus 75 mil habitantes caminaron hacia otros rumbos y cuando volvieron, cuatrocientos años después, el agua del gran depósito ya no era potable. Lo convirtieron entonces en un lugar sagrado al que arrojaban ofrendas y víctimas. La leyenda magnificó la riqueza de tales actos propiciatorios en honor de las divinidades de la lluvia. Muy posteriormente, las investigaciones fueron acicateadas más por la ambición de lucro que por el afán de conocimiento. Pero el-tiempo no era una abstracción vacía. Era el El saqueo ha impedido conocer piezas clave para armar vehículo de la vida: todo lo acontecido, lo presente y lo el rompecabezas que hasta ahora continúa siendo la predecible quedó escrito en estelas en las que el signo arqueología maya. Este gran horizonte no tiene paralelo tiene, igualmente, un valor ornamental. con ningún otro del Continente, ni por el número de sus vestigios, ni por la extensión de la zona que abarca, ni por La arqueología brinda también noticias de la fiereza y el la importancia de los secretos que reserva. rigor de las batallas, la celebración de la victoria y el lujo palaciego. El testimonio se halla en las pinturas murales En el Valle de México, mientras tanto, unas culturas de Bonampak, descubiertas en 1946. Allí comparecen el avasallaban a las otras y las asimilaban, o se superponían prisionero torturado y suplicante, la víctima inmolada, los entre sí. A los teotihuacanos sucedieron los toltecas, capitanes triunfantes. El ejército era el dintel de piedra, palabra que llegó a ser sinónimo de artistas. Su capital fue como diría el poeta Xahil, que sostenía el gracioso edificio Tula, ciudad perdida y encontrada hasta 1943 y que ostenta de la corte con sus hombres refinados, sus mujeres varios gigantescos atlantes tallados en piedra. Otra de sus que contemplaban -desde la impavidez de la belleza- la creaciones singulares fue Cholula, donde los españoles crueldad de los vencedores y el dolor de los vencidos; levantaron 39 templos católicos en correspondencia a las ancianas, cuyo último placer era la gula; los esclavos un número igual de adoratorios y templos indígenas. de rodillas, los músicos y los oficiantes. La armonía de la Los toltecas fueron desplazados por los mexicas, los composición, el equilibrio y la variedad de las figuras, la más vigorosos y agresivos del mundo precolombino riqueza, del colorido y la minucia del detalle revelador mesoamericano. En una isla del lago Mayor, en el valle hacen de Bonampak un monumento y un documento. de México, edificaron una ciudad con avenida de tierra y agua: Tenochtitlan, cuya hegemonía llegó a abarcar Tampoco tiene par, hasta ahora, el hallazgo hecho en gran parte del territorio actual del país y aun a desbordar 1949 en el Templo de las Inscripciones de Palenque, cuyo algunas de sus actuales fronteras, El impulso que animó a interior es una fastuosa cámara mortuoria. ¡Ahí reposan este pueblo fue esencialmente religioso, pero su manera los restos de un hombre de mediana edad sepultado en más directa de manifestarse fue la guerra y lo que a lo largo un sarcófago de piedra de más de 20 tonelada! mantuvo su dominio fue el desarrollo y la intensidad-del comercio. Los grandes centros ceremoniales y las pequeñas aldeas del Antiguo Imperio habían quedado sin amparo porque LA CIUDAD DE MEXICO: TESORO ARQUEOLOGICO ahora los mayas se ocupaban de erigir Chichén Itzá, lejos INAGOTABLE de la selva, en la árida península de Yucatán. Allí no existen otros (los que los que corren La famosa, la grande, la antigua Tenochtitlan ha sufrido, a lo largo de los siglos, varias metamorfosis. Ahora se le 63 conoce como la Ciudad de México, capital del país. Pese a estar asentada sobre extensas zonas arqueológicas, la metrópoli no se ha paralizado, pero su dinamismo no debe confundirse ni con el desprecio ni con el olvido del pasado en aras de la actualidad. Todos los días sus entrañas son perforadas para cimentar nuevos edificios, tender ductos, abrir túneles o construir pasos a desnivel. Pero junto al albañil vigila el arqueólogo: con “delicados” instrumentos explora, rescata, identifica, sitúa. El horizonte histórico se amplía, se enriquece con detalles, se clarifica y se valora gracias a las exigencias que la vida actual nos impone continuamente. Cerca del canal construido para las regatas olímpicas está Xochimilco. Sus habitantes practicaron un peculiar sistema de cultivo intensivo, que propició el auge agrícola de la zona lacustre. La chinampa consiste en un terreno artificial asentado en el lago sobre una estructura de estacas; la longitud varía, pero la anchura es siempre la misma para permitir que la humedad penetre equilibradamente por ambos costados. Se rellena, para mantenerla a un nivel constante, con lodo extraído del fondo lacustre y el rendimiento que se logra de esta manera es igual al de los cultivos de laboratorio. La chinampa fue la única forma de la tecnología precolombina que subsiste aún ahora sin haber sufrido ninguna modificación apreciable. Los canales El conjunto habitacional más grande se levanta en un barrio de Xochimilco, las lanchas y los árboles que bordean las indigena en cuya plaza se concentraban hasta sesenta mil parcelas sembradas con flores y legumbres, permiten personas “en trato de comprar y vende”, según testimonio tener una visión aproximada de lo que era la fisonomía de del conquistador Hernán Cortés. Este aseguraba que la capital azteca. el mercado de Tlatelolco era “dos veces la ciudad de Salamanca”. Las transacciones que allí se efectuaban eran Y no se puede avanzar un paso sin bollar zonas al menudeo y al por mayor. Confluían, desde todos los arqueológicas desconocidas o inexploradas. Hoy como puntos del territorio azteca y de las naciones limítrofes y ayer. En 1790, cuando el gobierno citadino ordenó tributarías, la variedad ubérrima de los frutos de la tierra, empedrar el Zócalo, los cavadores encontraron un del mar y de los lagos; los productos de la industria; las gigantesco monolito: el calendario azteca o la piedra del creaciones de la imaginación. La rareza de un artículo o la sol, sin duda el más impresionante y el más complejo lejanía de su origen acrecentaban su precio y su aprecio. monumento gráfico en piedra que produjo esta civilización. Los señores potentados adquirían todo lo que compone La pieza muestra, esculpidos en la superficie, algunos datos una suculenta mesa y adorna una lujosa mansión. Las de la ciencia astronómica y la medida del tiempo de los mujeres principales se hacían dueñas de finísimos tejidos, antiguos mexicanos. Antonio León y Gama intentó, y logró de joyas primorosamente labradas, de una rica gama de parcialmente, descifrar esos signos; la tarea es continuada cosméticos. La gente del pueblo regateaba para proveerse por los investigadores actuales. de lo necesario para su manutención y la de su familia, para la comodidad de su hogar, para su aseo y adorno personal, Este monumento es uno de los que más fácilmente para su salud. Y los esclavos, que se constituían a sí identifica y más ampliamente reconoce el pueblo de mismos en objeto de tráfico, perdían o ganaban su libertad México. Su figura aparece en el frente de los billetes de a a cambio del cacao o de las mantas que desempeñaban el peso, en monedas de oro, en un sin número de objetos oficio del dinero. Las disputas suscitadas por los abusos de artesanales; y el Comité Organizador de los XIX Juegos un comerciante o la deshonestidad de un comprador eran Olímpicos lo eligió como su emblema. El calendario juzgadas en el sitio mismo de los hechos por un tribunal, azteca preside la Sala Mexica del Museo Nacional de pronto a resolver las controversias y a imponer el castigo Antropología, gigantesco edificio moderno diseñado y correspondiente. El orden y la disciplina, baluartes del construido para agrupar, clasificar, proteger y exhibir la señorío, regían también la actividad mercantil. mayor parte del acervo que hasta hoy se ha rescatado para la historia. El transporte del calendario a su sitio de honor En la Ciudad Tlatelolco del presente, la Plaza de las Tres exigió el uso de una plataforma especial de 116 llantas que Culturas sintetiza los ingredientes históricos de México: lo soportaba el peso de sus 24 toneladas y su tamaño de indígena está representado por los restos de una pirámide; casi cuatro metros de diámetro. Esta magnitud sólo fue lo español perpetúa sus rasgos en el templo de Santiago superada por una escultura que representa a Tláloc, dios Apóstol; y la actualidad se yergue en la esbeltez de los de la lluvia, de 168 toneladas. Su traslado, del sitio en que edíficios recientes, en especial la Secretaria de Relaciones se le halló al Museo, hizo indispensable la construcción de Exteriores. una carretera especial y el tiro de la plataforma portante 64 fue hecho por dos tractores de alta potencia. Por una extraña coincidencia, aunque el transporte de esa deidad se realizó fuera de la temporada de lluvias, la última etapa de su traslado a la Ciudad de México se efectuó bajo un torrencial aguacero. esqueletos de nueve individuos de distintas edades; el más joven contaba, a la hora de su muerte, 16 años y el más viejo era ya sexagenario. Por la ausencia de armas en el entierro, se supuso que se trataba de sacerdotes y no de reyes o jefes militares. Las alhajas eran tan abundantes que hoy ocupan una sala entera del Museo de Oaxaca. Predominan los objetos de oro, aunque también hay piedras preciosas, huesos humanos y de animales, además de perlas, cosechadas en el Océano Pacifico. Hacia el sur de la ciudad, en el Pedregal donde se levantan los edificios de la Universidad Nacional Autónoma, están las áreas de Copilco y Cuicuilco, destruidas alrededor del año 11 antes de Cristo por lavas volcánicas. Hoy son proveedoras de restos antropológicos, cerámica y Es seguro que las otras tumbas guardaban riquezas pirámides. parecidas. Pero, por desgracia, fueron saqueadas antes de que se emprendieran las excavaciones de los El Instituto Politécnico Nacional, la otra gran institución de arqueólogos. educación y cultura superior en México, se estableció en Zacatenco a más de 30 kilómetros al norte, en el territorio Aunque orfebres esmerados, los moradores de de una tribu agrícola que existió en las primeras centurias Mesoamérica no labraron metales duros. Cuando un de esta era. En Naucalpan, apéndice industrial de la ciudad, pueblo lacustre -el tarasco- produjo objetos de cobre, está Tlatilco; su cerámica relata la vida cotidiana de una era-demasiado tarde: los conquistadores españoles habían población que hace más de mil quinientos años alcanzó desembarcado ya en las costas continentales. Era el año la prosperidad basada en la explotación de la tierra. Las de 1519. Hernán Cortés, a la cabeza de un ejército de figurillas femeninas muestran una variedad inagotable de 518 soldados salidos de Cuba para ensanchar los límites tocados. Una refinería de petróleo se ubica en el barrio del dominio hispánico, después de un breve y victorioso de Atzcapotzalco, uno de los principales señoríos que asalto a la península de Yucatán y de fructíferas alianzas con florecieron en el Valle de Anáhuac. En el centro mismo de la los tabasqueños, eligió un punto más al norte en el golfo de ciudad pueden observarse los restos del templo mayor de México para sentar sus reales. Por el día de su fundación, los aztecas, una de cuyas escalinatas se conserva, no lejos a este sitio se le impuso el nombre de Villa Rica de la de ahí, en los sótanos de un edificio de oficinas. Inscrito Vera Cruz, y se constituyó en el centro de operaciones en esta proliferación de huellas del pasado, el arqueólogo de un hombre fascinado por el prestigio del imperio que hace sus investigaciones en territorio mexicano puede azteca cuya riqueza ponderaban sus tributarios, que eran aplicarse a sí mismo, sin jactancia, con gratitud, aquella también quienes mejor conocían su poderío. Esta fuerza frase de Picasso: yo no busco, encuentro. era desproporcionada con la de los advenedizos y muchos de ellos vacilaban en emprender la aventura que su jefe les proponía, a pesar de las recompensas con que los tentaba. AGONIA Y TRANSFIGURACION Para evitar que las vacilaciones pudieran convertirse en Todos los pueblos aborígenes, por espléndidas que fueran fuga, Hernán Cortés quemó sus naves. Frente a si no sus edificaciones, por abstrusos que fueran sus cálculos, quedaba abierto más que el camino a Tenochtitlan. por dilatados que fueran los términos de su dominio, no acertaron a superar los obstáculos que derivaban del Ascensión difícil la de la costa al altiplano. ¿La ruta era la atraso de su tecnología. Esas limitaciones fueron la falta verdadera? ¿Los guías no estaban conduciéndolos a una de utilización de la rueda, la carencia de bestias de carga celada sin salida? ¡Y los extremos del clima! Y estos indios y el estado rudimentario de la metalurgia. La mayor parte de sonrisa enigmática, de cortesía excesiva, de lenguaje de los pueblos prehispánicos se limitó a la orfebrería. sujeto a las traiciones de la traducción. Sobresalieron los mixtecos-zapotecos en el Estado de ¿De qué te hablaban a Cortés? del incontrastable poder Oaxaca, según el tesfimonio de la tumba 7, una de las 170 del emperador Moctezuma II, que le enviaba presentes encontradas en Montealbán, ciudad indígena abandonada, amistosos y por medio de emisarios le rogaba -¿o el ruego a pocos kilómetros de la capital oaxaqueña. En 1932 era sólo la vaina de una amenaza?- que no pasase adelante. se descubrieron, en un patio, los restos de la sepultura Imposible detenerse, la suerte ya estaba echada. más rica de México. En ella habían sido reinhumados los 65 El asombro embargó el ánimo de aquellos aventureros rudos y ambiciosos. El temor también. Y la codicia. Porque el espectáculo que avizoraban era el de un lago con tantas ciudades y villas pobladas en el agua y en tierra firme otras grandes poblaciones y aquella calzada tan derecha y por nivel ... que parecía a las cosas del encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y edificios que tenían dentro en el agua y todos de calicanto y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños y no es de maravillar que yo (Bernal Díaz del Castillo) escriba aquí de esta manera porque hay mucho que ponderar en ello que no se cómo lo cuente; ver cosas nunca oídas ni aún soñadas como veíamos”. Las calzadas se interrumpían con puentes, para dejar paso libre a las canoas que era donde se transportaban las cargas. En lancha era posible recorrer la ciudad entera. Incluso tener acceso hasta el palacio de Moctezuma del que Cortés eludió dar una descripción. ¿Para no herir la vanidad de Carlos V de Alemania y de España? ¿Para aminorar la importancia del botín y así también el pago del quinto debido a la Corona? En este palacio, que había contemplado el despliegue del fausto de que se rodeaba el emperador; que había visto crecer su proceso de divinización, acelerado por una etiqueta cada vez más hierática y cada vez más complicada; que había asistido a su agobio bajo el peso de las premoniciones y de los augurios, fue hecho prisionero Moctezuma II por un golpe de audacia de Cortés, quien lo tomó como rehén para subyugar al pueblo. Pero el estupor de los sometidos fue efímero. Un día del año 10 Acatl -1515-, Moctezuma 11 pronunció las palabras que consagraban como príncipe soberano de Tlatelolco a un joven soldado. Por sus hazañas guerreras era merecedor de este título, uno de los principales dentro de la jerarquía azteca. Su nombre: Cuauhtémoc. Cuando los mexicanos tomaron las armas para arrojar de su capital al invasor y cuando se aprestaron a defenderse del sitio que preparaba Cortés, Cuauhtémoc fue elevado al rango supremo político, militar y religioso. Su heroísmo fue impotente para salvar a sus súbditos. En el significado del nombre del último emperador, azteca -águila que caetambién estaba dicho el destino de los suyos. Después de sufrir varios descalabros, Cortés comprendió que Tenochtitlan no se rendiría más que a un ataque naval. En un improvisado astillero se armaron poderosos 66 bergantines. Fueron hechos con los aparejos y piezas de las naves desmanteladas en Veracruz antes de convertirlas en pasto del fuego. Algunos de los marinos más expertos del mundo occidental dirigieron las maniobras del asalto. Fue necesaria, por otra parte, una ascensión al cráter del volcán Popocatépetl para buscar azufre y hacer la pólvora que vomitarían los arcabuces y los cañones para esparcir el espanto. La derrota, aunque inevitable, fue lenta. Durante tres meses los sitiados resistieron el ataque de los invasores, el aislamiento, el hambre, abandonaban una casa hasta que era demolida y los defensores exterminados. Cuauhtémoc no se rindió a Cortés sino hasta que su heredad no era, como dice el poeta náhuatl, “más que una red de agujeros”. La conquista de México, al igual que todas, fue violenta y la rapiña insaciable. Pero allá, en la remota metrópoli europea, en Madrid, meditaban conciencias escrupulosas. ¿Cómo justificar, moralmente, estos hechos? ¿Cómo disfrutar, sin remordimiento, de estas ganancias? Dando a las hazañas militares y colonizadoras un sentido que trascendiera lo fáctico. Y éste no podía ser más que el religioso: la conversión al cristianismo de pobres almas engañadas por el Diablo durante milenios y ahora providencialmente iluminadas por la luz de la fe verdadera. Entonces surgió un elemento fundamental en la empresa de occidentalización de América: el evangelizador. Su celo apostólico adoptó formas de conducta ambivalentes: o bien concebía al aborigen como la encarnación del mal y se empeñaba, siguiendo la predicación de San Pablo, en hacer de él un hombre nuevo, que hubiese renegado de sus viejas creencias, dando la espalda a sus costumbres de siglos, renegado de su memoria (lo que traducido en actos era la abolición de los templos y estatuas, la quema de los códices, la sistemática destrucción de los vestigios históricos); o bien se aproximaba al pagano con simpatía, intentaba comunicarse con él por medio del aprendizaje de su lengua, entender su manera de pensar y de comportarse, no mostrar desaprobación para mejor ganar su confianza e influir en un ánimo resquebrajado por el desastre e imponerle las normas consideradas ortodoxas. Esta segunda actitud no sólo preservó los documentos existentes sino que se aplicó a dar forma perdurable a lo que fluía en tradiciones, orales; a recoger en volúmenes lo que andaba disperso; a poner las bases, en suma, de lo que más tarde iba a alcanzar la categoría de ciencia: la antropología. Ambas posiciones, que en apariencia son antagónicas e irreductibles, en ocasiones se daban simultáneamente en el mismo personaje. Tal es el caso, muy ilustrativo de los conflictos en los que se debatían los hombres de aquella época, de Fraile Diego de Landa, quien a partir de 1549 organizó autos de fe en los que las llamas devoraban los libros de los mayas y que, al mismo tiempo, observaba con acuciosidad y método las estructuras familiares y políticas, las costumbres privadas y públicas; en suma, todo lo que le permitiría redactar una Relación de las cosas de Yucatán”, texto de consulta para quien quiera aproximarse al alma de aquel pueblo. De la hecatombe, sin embargo, se salvaron de un modo que es posible presumir, pero no comprobar, tres libros. El más importante está registrado con el número trescientos en la Biblioteca de Dresde en la República Democrática Alemana. El documento manuscrito en figuras representativas versa sobre astronomía, cronometría y religión; es un original con 39 páginas de papel indígena, fabricado con cortezas de árboles. Otro es el volumen 386 de la Biblioteca Nacional de Paris llamado Códice Pereciano y el tercero que se conserva en Madrid recibe el nombre de Tro-Cortesiano. Pese a múltiples tentativas estos manuscritos todavía no son descifrados. Un grupo de lingüistas se dedica a su esclarecimiento. Con la ayuda de computadoras electrónicas se espera recomponer y ordenar los elementos contenidos en los códices, que son los mismos que aparecen en las estelas, en las pirámides y en las vasijas mayas que se han conservado. También se estudian las lenguas actuales, descendientes del gran tronco materno, para hallar la clave de la estructura de ese idioma en la época de redacción de los códices. Tarea lenta pero prometedora. Aparte de estos documentos quedan algunos escritos indígenas en caracteres latinos, obviamente elaborados después de la victoria española, lo que de ningún modo les resta interés. Así, por ejemplo, el Popol Vuh” o libro del Consejo es un tratado de la cosmogonía maya y también una evocación de sus figuras heroicas y de la apacibilidad de su vida cotidiana. Algunos exégetas han querido atribuir a estas páginas un esoterismo científico y técnico que todavía no está fuera de discusión. Lo que sí es indudable es su mérito literario, apreciable gracias a las diversas versiones castellanas en que se ha vertido el original. Los “Anales’ de los Xahil” perseguían un fin puramente pragmático: probar, entre las autoridades pertinentes, la propiedad de unas tierras que ponían en litigio los encomenderos españoles. Para reforzar sus argumentos, el autor se remonta al pretérito y llega hasta el origen de su tribu. La lectura del texto nos permite advertir los procesos de raciocinio, tan peculiarmente distintos de los occidentales, de aquellos hombres. Y los ojos con que contemplaron, el ánimo con que recibieron el impacto de la Conquista, así como las relaciones establecidas con sus nuevos amos. Los “Chilam-Balam” de Chumayel, de Tizimín y otros semejantes, eran lecturas reservadas a los sacerdotes y a los iniciados en los misterios de la religión maya. Mas, por encima de la oscuridad de sus enigmas, resplandece la belleza de las imágenes, la nostalgia de la grandeza perdida, el vigor de las admoniciones proféticas. También en la antigua Tenochtitlan los libros de los mexicas fueron quemados en un auto de fe que ordenó el obispo Juan de Su márraga. Sin embargo, el número de los papeles que se libraron del celo inquisitorial fue mayor que el de los mayas. Entre ellos, el “Códice Borbónico”, de extraordinaria hermosura, que se conserva en la Biblioteca Nacional de París; Está formado por 38 hojas y al desdoblarse mide casi catorce metros. Era el libro de los horóscopos de los aztecas, uno para cada día de los 260 de su calendario ritual. En la Biblioteca del Vaticano, en Roma, se encuentra el “Códice Borgia”. Sus 39 hojas, pintadas por ambos lados, alcanzan una extensión de diez metros. El entusiasmo de lord Edward Kingsbourough por los códices mexicanos lo llevó a la difícil empresa de copiar los textos y las pinturas de los ejemplares conocidos hasta la primera mitad del siglo pasado. Así inició una obra monumental que cuajó en voluminosos libros. Fue tanto su empeño de investigador que, cuando paró mientes en sus finanzas, ya muy menguadas por los gastos de la edición, fue para advertir que estaba en la ruina. Uno de sus acreedores, fabricante de papel, a quien no logró contagiar su amor por la arqueología, logró que se le impusiera a Lord Kingsbourough una pena de cárcel, sitio en el que perseveró hasta su muerte, Un día del año de 1934 Emily Walcot Emart caminaba por la Biblioteca Vaticana para descansar un momento tras la consulta de fatigosos textos. De pronto sus ojos se detuvieron en un pequeño libro de pasta roja. No había nada en su aspecto exterior que despertara la curiosidad, 67 pero la señorita Walcot lo tomó, lo abrió y tuvo frente a sí unos extraños dibujos de plantas. De esta manera fue descubierto un manuscrito preparado por los indígenas para el primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, sobre las plantas y hierbas medicinales del México aborigen. El documento se conoce con el nombre de “Códice Badiano”. La lengua náhuatl, cuya claridad y concisión ensalzan quienes la conocen, tenía que haber sido un vehículo apto para la expresión literaria. Sin embargo, fuera del nombre y la figura de un rey poeta Netzahualcóyotl, lo demás era hipótesis que los hispanistas rechazaban con un desdén que no se apoyaba en ningún documento y los indigenistas exageraban sin temor a que los hechos vinieran a rectificar sus afirmaciones, Fue hasta fechas muy recientes que el investigador Angel María Garibay encontró un conjunto de manuscritos redactados en caracteres latinos en los que un grupo de descendientes de los antiguos señores aztecas, educados en colegios especiales y dirigidos por Fray Bernardino de Sahagún, recogieron de manera sistemática, lo que la memoria conservaba del pasado. pudiendo hacerlo en castellano aunque sea hablando poco”. Hostigada, la lengua decayó, si no en los labios de los indios sí en los libros. La producción desde mediados del siglo XVI hasta la actualidad se encierra en los límites del folklore. En cuanto a los géneros no hubo excepción de ninguno de los que han florecido en occidente. La poesía manaba teñida de religiosidad o de lirismo. Recogía las imágenes legendarias, dramatizaba los acontecimientos. A diferencia de como esta actividad se concibe y se practica en castellano, los aztecas no vieron en la creación poética un modo de manifestar y afirmar lo individual o lo original. Era más bien lo contrario: vínculo que contribuía a fortalecer el sentimiento de lo colectivo, anon¡mato buscado, repetición de fórmulas que anhelaban elevarse al nivel del conjuro, a la recurrencia sagrada del rito, al auxilio nemotécnico para que se atesorara en el corazón de la muchedumbre lo que hablan averiguado los más sabios. La prosa empezaba a trascender de lo didáctico y lo histórico para incurrir en la ficción. El trauma de El anuncio de este hallazgo y la traducción de algunos la Conquista cambió bruscamente este rumbo para ejemplos de poesía épica y lírica produjo una enorme dejar que penetraran las influencias europeizantes. Al conmoción en el mundo intelectual mexicano y extranjero. convertirse las letras en un instrumento evangelizador Hispanistas e indigenistas, por la misma irracionalidad de hubo un auge del teatro que copiaba los modelos sus posiciones ideológicas, acogieron con desconfianza españoles, sobre todo el auto sacramental. El sincretismo las afirmaciones de Garibay y hubo quien no vacilara en lingüístico es muy fácil de observar en la toponimia calificarlas de fraude. Pero la edición de su monumental mexicana. Los nombres consagrados por el bautismo “Historia de la literatura náhuatl, que data de 1953, tan se repiten según las devociones predominantes de los rigurosa en su método, tan exacta y prolija en sus fuentes, colonizadores y encomenderos y se distinguen gracias tan abundante de muestras, no sólo disipó las últimas a las antiguas denominaciones aborígenes. A veces esta dudas razonables, sino que creó un entusiasta grupo de última denominación es también la única, pero tal cosa no estudiosos de la principal lengua nativa del altiplano, viva ocurre nunca cuando se trata de un lugar que era un centro aún en muchas regiones del país y clásica porque en ella religioso. Así como los restos de la pirámide sirvieron de cuajaron los momentos estelares de una civilización. cimiento a la construcción de la basílica, de la catedral, del templo cristiano, así también sobre la advocación de la Garibay divide en dos las épocas de cultivo de las letras deidad indígena se impuso el nombre sacado del santoral. aztecas. La primera abarcaría desde sus orígenes, que sitúa alrededor de 1430, hasta la victoria de las armas españolas. Los locativos aborígenes no tienen un origen exclusivamente La segunda se inicia el año mismo de la Conquista y se azteca, pues en el antiguo territorio mexicano se hablaron cierra en 1750, cuando 1a tendencia hispanizante llegó a hasta 120 idiomas y dialectos cuya variedad es susceptible su recrudescencia. No en vano un hombre, por otra parte de reducirse a una docena de familias lingüísticas. Muchas amante de la cultura, al dar instrucciones a los curas pone se extinguieron, otras se fusionaron en condiciones cláusulas como ésta: que tengan escuela de castellano y imposibles de discernir y ahora sólo pueden contarse aprendan los niños a leer y escribir, pues de este modo como subsistentes 52. Las usan cerca de cuatro millones adelantarán; a lo que se añade ser falta de respeto hablar de habitantes, de los cuales un poco menos de la mitad no en su idioma con los superiores o delante de ellos, puede expresar su pensamiento en castellano. 68 En México la noción de indio no se interpreta como sólo en los museos ni en las zonas arqueológicas. El referida a la raza sino a la cultura. Se consideran indios a espíritu ancestral se habrá transfigurado en la fisonomía los núcleos de población que por habitar en las regiones contemporánea. más remotas del país, no pudieron incorporarse a su desarrollo y cambios históricos y se aferran a sus viejos hábitos y tradiciones. En 1941 un grupo de técnicos en muchas especialidades, teóricas y prácticas, comenzaron la tarea de aculturar a los marginales, de liberarlos de su aislamiento físico e intelectual y de sumarlos a una nación que busca su unidad. El primer paso para lograrlo es tener un medio de entendimiento del que no quede excluido ninguno. Este es el castellano, pero no es posible enseñarlo si los lingüistas no se aplican antes al aprendizaje de los idiomas y dialectos autóctonos para formar sus respectivas gramáticas. Así puede procederse a la alfabetización de los indígenas de su propia lengua. Después, cuando ya dominen el alfabeto, es factible el paso a la traducción. Pero si este proceso se reduce al aula, resulta de una lentitud que no se aviene ni al ritmo ni a las urgencias de la vida contemporánea. Es necesario un contacto más amplio y éste se da en el comercio, en las relaciones laborales. Pero tanto el uno como las otras han operado, durante siglos, con un desequilibrio desventajoso para los indígenas. Por ello guardan, ante la presencia M mestizo o del blanco, una actitud de reserva, de desconfianza. Para ayudar a su progreso ha sido necesario entender cabalmente sus costumbres y sus propios esquemas de valores, los estudios etnológicos marcan la pauta de acción concreta. Cuando se rompen las barreras, cuando es uno de sus semejantes el que lleva a la tribu el llamamiento de la nacionalidad, la cooperación es más espontánea, más entusiasta y más eficaz. El Instituto Nacional Indigenista, con sus Centros Coordinadores estratégicamente distribuidos en diversas zonas geográficas, trabaja activamente en la construcción de caminos, de escuelas, de hospitales; en la modificación del fondo de las conciencias, en la proposición de ejemplos vivos de maneras de pensamiento y de conducta, de actitudes, de juicios, del uso de instrumentales complejos y del desarrollo de potencialidades útiles. Cuando esta tarea haya concluido y desaparezca la diferenciación que aún existe en algunos aspectos, entre estos núcleos indígenas y el resto de la población, los vestigios de las culturas abolidas o asimiladas no se hallarán 69 En la piedra del Sol, los Aztecas fijaronla movilidad de su tiempo circular. Tonatiuh era el centro en que días y meses se iniciaban y volvian. En los corredores del Museo de Tepotzotlán, se suceden las figuras estofadas de santos cuya sola presencia es un acto de fe. Las excavaciones en Cholula han sacado a la luz los restos de t estuco que cubrían una de las pirámides de la parte inferior, luego sepultada por otras. Esta hermosa pieza en barro bruñido es muestra magnífica del alto grado de perfección alcanzado por los artistas de la cultura olmeca o del hule. El lecho de un río se convirtió en la hermosa calle del Padre Belaunzarán, en ella, Guanajuato, ciudad muy ligada al movimiento de Independencia, vive otras leyendas. Este vaso de obsidiana -valiosa muestra de la cultura mexica es el espejo en que un mono coge su cola y la contempla. Al Tlalocan, paraíso presidido por Tláloc, llegaban quienes morían ahogados o víctimas de enfermedad causada por el agua. En la catedral de Cuernavaca se han descubierto los restos de este mural de siglo XVI que narra la llegada de misioneros franciscanos a la Nueva España. En esta maqueta se reproduce el corazón de Tenochtitlan, cuyo mágico esplendor deslumbró a los españoles. En ella se encarna y se evoca el mito. Obra maestra de la arquitectura, el Museo de Antropología fue diseñado por Pedro Ramírez Vázquez para dar cabida a los tesoros arqueológicos y etnográficos de México. En su perfecta altura, los atlantes de Tula sostenían el cielo. Libres de ese peso, cargan el recuerdo de un mundo hierático y son clave de su misterio. Como otras más, la plaza de la Santa Veracruz ha recuperado, gracias a una restauración cuidadosa y respetuosa, la fisonomía que tuvo originalmente. La soberbia pirámide de Cholula, cuya base es mayor que la de Teotihuacan es objeto de estudios que nos revelarán secretos ocultos durante siglos.