Res. 218. F° 288-294. L° 6 1.- ACTA DE PROCEDIMIENTO POLICIAL. AUSENCIA DE TESTIGOS. CONSIGNACIÓN POR LA AUTORIDAD PREVENTORA DE LAS CIRCUNSTANCIAS ESPECIALES. 2.- PRINCIPIOS QUE SUSTENTAN LA PARTICIPACIÓN CRIMINAL. CARÁCTER DE COAUTOR DEL QUE TOMA PARTE EN LA EJECUCIÓN. IDÉNTICA ADECUACIÓN LEGAL. En la ciudad de Santa Fe, a los once días del mes de diciembre de dos mil ocho, se reunieron en Acuerdo los señores Vocales de la Sala Tercera de la Cámara de Apelación en lo Penal, doctores ELOY EMILIANO SUÁREZ y JULIO CÉSAR RONDINA, integrada en esta oportunidad con el señor Vocal de la Sala Primera, doctor DANIEL RUCCI, con el objeto de dictar resolución en los autos: “1.- H., A. G. - 2.- C., M. I. S/ (1-2) ROBO CALIFICADO POR EL EMPLEO DE ARMA” (Expte. N° 514 - Año 2008).Estudiado el proceso, el Tribunal sometió a votación las siguientes cuestiones a resolver: 1ra.- ¿Es nula el acta de procedimiento y secuestro? 2da.- En su caso, ¿es justa la sentencia recurrida? 3ra.- ¿Qué resolución corresponde adoptar? A la primera cuestión el señor Vocal doctor Suárez dijo: Contra la sentencia de fecha 26 de junio de 2008, dictada por el señor Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Penal de Sentencia de la Segunda Nominación de esta ciudad, por la que CONDENA a A. G. H. y a M. I. C., como autores penalmente responsable del delito de Robo calificado por empleo de arma (art. 166, inc. 2°, primer párrafo, del Código Penal), a la pena de cinco años de prisión e inhabilitación absoluta por igual término, con costas; interponen recursos de apelación la defensa del imputado M. C. (fs. 160), y el imputado H. (ver fs. a fs. 166).A fojas 179, la señora Defensora General de Cámaras, defensora de H., solicita la nulidad del acta de procedimiento de fojas 1, por no haberse cumplimentado con las disposiciones que establece el artículo 190 V, apartado 7° del Código Procesal Penal, debido a que, afirma, en el lugar se contaba con la presencia de un testigo, el señor P. A. C. (fs. 55/56). Además, afirma que la introducción al proceso del cuchillo se presenta dudosa y que el imputado niega haberlo utilizado. Por ello, solicita se declare la nulidad del acta de procedimiento y secuestro.A fojas 186 contesta el señor Fiscal de Cámaras y sostiene que más allá de las interpretaciones que realiza la defensa, debe desestimarse la nulidad y confirmarse la resolución apelada, ya que los actos que se registraron en el acta de procedimiento se presumen conocidos por la defensa, a través de las notificaciones que recibiera, y al no haberse formulado oportunamente la denuncia respecto de dichos vicios procesales, éstos quedaron subsanados formalmente.Ya en el tratamiento del fondo del asunto, la señora Defensora General de Cámaras plantea la nulidad el acta de procedimiento y secuestro del cuchillo, por entender que no se ha dado cumplimiento a las exigencias establecidas en el artículo 190 V del Código Procesal Penal (incorporado según Ley 12.162, B.O. 3-12-03), dispuestas con relación a las actas de procedimientos que labren los funcionarios policiales, y sostiene que su pupilo debió ser desincriminado de este hecho, razón por la que cabe avocarse en primer lugar al análisis de la validez de tal documento.En ese sentido, cabe recordar que la norma invocada por la impugnante establece, en su inciso 7°, que “cuando las actas de prevención acrediten actos irreproductibles y definitivos, tales como secuestros, inspecciones oculares o requisas personales, el funcionario deberá actuar con dos (2) testigos mayores de dieciocho (18) años, hábiles y que no pertenezcan a la repartición. Si por las especiales circunstancias del caso no fuera posible la presencia de dos (2) testigos, el acta tendrá valor con la intervención de uno (1) solo; y si ello fuera absolutamente imposible, de cuyas causales deberá dejarse constancia explicativa, darán fe dos (2) funcionarios actuantes”.De la lectura de la cuestionada acta policial, se aprecia que el procedimiento fue realizado en la Bajada Distéfano, en la zona de Colastiné, de esta ciudad, alrededor de las 06,00 del día 25 de febrero de 2007, constando en la misma, en una apretada síntesis, que al ser observado un auto detenido su propietario manifestó haber sido abordado por tres sujetos que, bajo amenazas con un cuchillo, le sustrajeron elementos de su propiedad, describiendo a los sujetos. Que luego de un patrullaje por la zona, se procede a la detención de G. A. H. y muy cerca de él se secuestra un cuchillo de cabo plástico color lila, hoja con serrucho, posiblemente utilizado en el hecho, por lo que fue arrestado en averiguación del hecho, dándose por finalizado el acto con la suscripción del instrumento por parte del Comisario Daniel Pujato, el Sargento Marcelo Mufarrege y el imputado.Analizando también otras documentaciones obrantes en la causa, como el acta de inspección ocular (ver fs. 4) donde se deja constancia de la imposibilidad de hallar testigos por la hora y el lugar, o el informe médico-policial del imputado H., realizado a la hora 6,55 (ver fs. 37), se infiere de lo consignado por las autoridades prevencionales intervinientes a fojas 1, que en el lugar de los hechos existió imposibilidad para cumplir con la exigencia de testigos, dado que el procedimiento se efectuó a horas muy tempranas del día, sobre la Ruta 168.Como señala Carbone, refiriéndose al artículo 190 V del Código Procesal Penal, “nuestra norma se compadece con la jurisprudencia más tolerante toda vez que no exige imperativamente la presencia de los testigos, sino en la medida de las posibilidades de las circunstancias de tiempo y lugar” (CARBONE, Carlos A.; “Código Procesal Penal de la Provincia de Santa Fe -Comentarios a la reforma según ley 12.162-” (1ra. ed., Bs. As., Nova Tesis Ed. Jurídica, 2004, pág. 136), opinión que guarda coherencia con el hecho de no estar sancionadas expresamente de nulidad en nuestro sistema procesal las omisiones que podrían producirse por la prevención.Entiende el Tribunal que pese a que no quedara documentada la imposibilidad de encontrar testigos, en la medida que el procedimiento habría ocurrido en horas casi de la madrugada, en la ruta y en zona oscura, deshabitada, han existido dificultades serias para cumplir la norma.Ello sin perjuicio de que el testigo P. A. C., haya estado presente en el hecho, dado que de su declaración de fojas 55/56 surge claramente que observó la consumación del ilícito, pero que “luego de esto llegó la policía y tomó intervención”.Conjugando este relato con lo consignado por la autoridad preventora en el acta de procedimiento cuestionada, se aprecia que, luego de tomar conocimiento de lo ocurrido, los agentes policiales comenzaron un patrullaje por el barrio de la Bajada Distéfano, con el objetivo de localizar a los autores del hecho, de modo que abandonaron el lugar y, cuando se efectúa el acta de inspección ocular, evidentemente el testigo nombrado ya se había retirado del mismo, de donde se aprecia que no pudieron encontrarse testigos para que suscribieran el acta respectiva que, de todas formas, se encuentra debidamente firmada por el imputado.Por otra parte, resulta obvio que el referido testigo se encontraba sobre la Ruta 168 con su grúa y que el arresto y secuestro del cuchillo en cuestión se concretó frente al domicilio de H., en el barrio de la Bajada Distéfano y luego de que éste intentara esconderse tirándose al piso, según él mismo reconociera.En definitiva, si bien la autoridad policial debería consignar en forma expresa las causales que se invocan de la no intervención de testigos, tanto para la detención de los imputados como para su requisa y secuestro de elementos, aunque ello resulte claro de lo actuado, como ocurre en el “subjúdice”, tal situación no configura un supuesto de invalidación del acto, conforme su importancia y el sentido estricto que debe prevalecer al nulificar actos del proceso.Asimismo, cabe tener en consideración que la autenticidad del acto registrado en el documento cuestionado se encuentra corroborada por los elementos de juicio incorporados en la sustanciación de la investigación, en consonancia con las características del ilícito denunciado, de allí que no puede estimarse seriamente que se incorporaron datos falsos en el acta de fojas 1, supuesto en el que sí podría admitirse la declaración de ineficiencia requerida.Por lo expuesto, a esta primera cuestión voto, en consecuencia, por la negativa.A la misma cuestión, el señor Vocal doctor Rondina expuso argumentos de igual tenor a los del doctor Suárez y votó también por la negativa.A la misma cuestión, el señor Vocal, doctor Rucci dijo: Existiendo dos votos anteriores totalmente coincidentes y concordantes que hacen resolución válida, impuesto de los autos, me abstengo de emitir mi voto en virtud de lo preceptuado por el artículo 26 de la Ley 10.160.A la segunda cuestión el señor Vocal doctor Suárez continuó diciendo: En su escrito de fojas 179, la defensa de H. se queja por el agravante que le fuere impuesta a su pupilo al atribuirle el empleo de un arma en la comisión del delito. Sostiene que esta situación no sólo es negada por el propio H., sino también por los dichos de C. (fs. 44/45). Asimismo, afirma que el testimonio de C. llaman la atención debido a la escasa iluminación, la hora del procedimiento y la distancia existente entre el lugar del hecho y donde éste se encontraba, de donde surge la imposibilidad de que se pudiera ver que se empleó un arma cuando se desarrollaban los hechos. Es por ello que solicita se revoque el decisorio recurrido y se lo condene a H. como autor de Robo simple.A fojas 183 manifiesta su disconformidad el doctor Héctor Tallarico, defensor de M. I. C., argumentando que el “a quo” realizó una valoración errónea del material probatorio reunido en autos. Se agravia por el encuadramiento jurídico en el que ubica la conducta de su defendido, ya que éste fue imputado y condenado en calidad de autor, ni siquiera como partícipe, siendo que siempre negó su intervención en el hecho y no se pudo demostrar con certeza que haya sido quien portara el arma, ni quien ingresara al automóvil y se apoderara del bolso de la víctima. Por todo ello, es que solicita se revoque la sentencia.A fojas 126 el señor Fiscal de Cámaras manifiesta que el material probatorio reunido durante la investigación es suficiente para demostrar la participación que tuvieron los imputados en el hecho que se les imputa, acreditándose que los mismos, mediante el empleo de amenazas y la utilización de un arma blanca, lograron apoderarse de bienes personales de las víctimas. En cuanto a la calidad de autor de C., la misma se comprueba mediante las coincidentes declaraciones prestadas por las víctimas, el informe médico forense, las lesiones sufridas por M. y los dichos del testigo C., quien manifiesta que eran tres los individuos que estaban robando. Por todo ello, es que solicita se confirme el fallo recurrido.Ingresando al análisis del fondo de la cuestión, y en lo atinente a los agravios formulados por la defensa de H., surge la declaración de R. Dante M. de que uno de los tres sujetos que lo asaltaron lo amenazó en todo momento con un cuchillo de mango lila, que fuera secuestrado en la causa y que éste reconociera (ver fs. 48/49).También su hija, M. M., relata que uno de los sujetos se coloca frente a su padre esgrimiendo un cuchillo y gritándole que lo iban a matar si no le daban el dinero, reconociendo el secuestrado como el utilizado en el hecho (ver fs. 50/51).Por su parte, P. A. C., chofer de la grúa que se encontraba dialogando con M. por el problema mecánico de su automóvil, relata el accionar de los tres sujetos, manifestando que uno de ellos portaba un cuchillo y que el otro que lo quiso rodear aparentemente tenía en su cintura “un arma blanca casera o bien una tumbera, porque estaba toda cubierta con cinta negra”.Cuando se le pide que reconozca el cuchillo secuestrado manifiesta no estar seguro dado que sólo vio el metal que reflejaba la luz. Este dato resulta relevante para valorar la sinceridad de su testimonio, que sumado a las deposiciones de las víctimas y al secuestro del arma en cuestión, permite arribar a la conclusión de que H. utilizó el cuchillo para perpetrar el apoderamiento.Resulta equivocada la hipótesis que plantea la defensa acerca de que este testigo no pudo observar el arma por la distancia a la que se encontraba, dado que de su relato, así como del de M., surge que cuando los individuos comienzan el atraco, él se encontraba junto a la víctima frente al automóvil y que al ver que era agredido el propietario del mismo, huye corriendo unos cincuenta o cien metros, deteniéndose para continuar observando a distancia las demás incidencias.No cabe duda, entonces, que pudo presenciar al principio del hecho que H.. tenía el cuchillo, aunque no pudiera reconocer si era el secuestrado. También observó que otro de los autores, el que trató de rodearlo y que luego, según su relato fue quien ingresara en el automóvil para sustraer el bolso rosado, llevaba en su cintura otro elemento con mango cubierto con cinta negra.Por lo demás, el hecho de que C. niegue la existencia del cuchillo, debe enmarcarse en un contexto donde no admite su intervención, mientras H. “se hace cargo”, intentando desvincularlo de cualquier responsabilidad en el hecho, al punto de expresar que se encontraba alejado del lugar, en la garita, sin saber que iba a realizar un delito junto con G..Esta versión no resulta más que un vano intento por mejorar la situación de ambos, no encuentra corroboración en prueba alguna y, contrariamente, se ve desvirtuada por los dichos de las víctimas y del testigo C. que relatan que fueron tres los sujetos que efectuaron conjuntamente el robo.Por tanto, claramente se aprecia que la calificación legal efectuada por el “a quo” luce correcta y ajustada a derecho, por lo que, respecto de este imputado, la sentencia debe ser confirmada.Puestos ahora a analizar los agravios de la defensa de C., y como ya se expusiera al tratar la situación de H., surge de los relatos de las víctimas y del testigo C. la actuación de C. en el hecho.Si se tiene en cuenta que R. G. (a) “K.”, quien, según surge de las declaraciones de las víctima, vestía una remera parecida a la de Boca (azul y amarilla), tuvo a su cargo sujetar a M. M., empujarla, para introducirse en el automóvil y sustraer el bolso, habiéndose determinado que H. fue quien amenazó con el cuchillo a R. D. M., resta la intervención de C. tomándolo de atrás a éste y golpeándolo para que no pudiera moverse, según surge del relato de los nombrados.Por otra parte, como señala C., los tres sujetos actuaron de acuerdo, uno tomándolo a M. en el primer momento, y los otros apareciendo uno por detrás del automóvil intentando rodearlo y el otro por el frente de la unidad, lo que provocó que huyera a la carrera del lugar hasta detenerse para observar lo que acontecía luego.De su relato se extrae también que arrojaron a M. del otro lado del guardarail, aunque no pudiendo observar si lo tenía un solo sujeto o dos porque escapaba a su visión. Este resulta otro dato muy importante para dar credibilidad a sus dichos, ya que no intenta “completar” una versión sino que manifiesta lo que realmente vio, sin ninguna clase de aditamentos, por lo que sus expresiones son muy significativas en cuanto a la intervención de tres sujetos en el robo, extremo que se encuentra debidamente probado.Hallándose acreditada la intervención de C. en el hecho, del que en ejercicio de su defensa sólo reconoce haber sido testigo, no resulta necesario que haya portado el arma empleada, ni que se haya apoderado por sí de los elementos sustraídos. Los principios que sustentan la participación criminal en sentido amplio, ubican a quien integra un número plural de autores en el carácter de coautor en tanto toma parte de la ejecución del hecho aunque no realice la totalidad de las acciones típicas, dado que quien interviene en la ejecución del desapoderamiento violento, aun cuando no haya utilizado personalmente el arma -conducta llevada cabo por otros intervinientesdesarrolla actos que integran la objetividad y subjetividad del delito y, por tanto, le corresponde idéntica adecuación legal.Por todo ello, respecto de este imputado, también la sentencia luce ajustada a derecho, por lo que merece ser confirmada.Voto, en consecuencia, por la afirmativa.A la misma cuestión, el señor Vocal doctor Rondina expuso argumentos de igual tenor a los del doctor Suárez y votó también por la afirmativa.A la misma cuestión, el señor Vocal, doctor Rucci dijo: Existiendo dos votos anteriores totalmente coincidentes y concordantes que hacen resolución válida, impuesto de los autos, me abstengo de emitir mi voto en virtud de lo preceptuado por el artículo 26 de la Ley 10.160.A la tercera cuestión el señor Vocal doctor Suárez continuó diciendo: Atento al resultado obtenido al tratar la cuestión anterior corresponde: I.- Rechazar el planteo de nulidad efectuado. II.- Confirmar la sentencia que CONDENA a A. G. H. y a M. I. C., como autores penalmente responsable del delito de Robo calificado por empleo de arma (art. 166, inc. 2°, primer párrafo, del Código Penal), a la pena de cinco años de prisión e inhabilitación absoluta por igual término, con costas. Así voto.A esta última cuestión, los señores Vocales doctores Rondina y Rucci dijeron que la resolución que correspondía adoptar era la propuesta por el doctor Suárez y sufragaron en igual sentido.“1.- H., A. G. 2.- C., M. I. S/ (1-2) ROBO CALIF. POR ARMA” (Expte. N° 514 - Año 2008) Por los fundamentos del Acuerdo que antecede, la Sala Tercera de la Cámara de Apelación en lo Penal, integrada, RESUELVE: I.- Rechazar el planteo de nulidad efectuado.II.- Confirmar la sentencia apelada, con costas.En la suma de seiscientos cincuenta pesos ($ 650), cuatro con veintidós JUS (4,22 JUS), se regulan los honorarios profesionales del doctor Héctor Tallarico, por su actuación en esta instancia.Fijar como interés moratorio para los honorarios de los profesionales actuantes la tasa activa capitalizada del Nuevo Banco de Santa Fe S.A. (art. 31, 4° párrafo, de la ley 12.851).Insértese el original, agréguese el duplicado, hágase saber, córrase vista a al Caja Forense y, oportunamente, bajen. SUÁREZ RONDINA RUCCI (Art. 26, Ley 10.160) Gaido