TEMA 3: LA FE QUE SE CELEBRA EN LA LITURGIA VER: Vamos a escuchar una breve historia que nos introducirá a la reflexión del día de hoy: Pepe fue a ver a la Virgen de Guadalupe el día doce de diciembre. Es uno de católicos que van una o dos veces a la Iglesia al año. Vio al padre Juan, a quien conocía antes de su ordenación, y le dice: -¿Qué tal, Juan? ¡Qué gusto verte! Pues vine a ver a la Virgencita, le traje su veladora y una flor y ya le dije que me dé salud –que es lo más importante- y pues ya me voy. El padre Juan, después de saludarlo, le dice que ya está a punto de iniciar la Misa. –No te gustaría quedarte a Misa. Vamos a rezar, a escuchar la Palabra de Dios y a celebrar la Eucaristía. Pepe, le dice a su viejo amigo: -No, Juan. Eso no es para mí. El padre Juan, le dice en tono amable: -Quédate, vamos a rezar juntos un rato. Verás que te va a hacer bien. El amigo del padre le da sus razones: -Yo vengo a la Iglesia pero a mí me gusta rezar sólo, para que Dios me ponga atención nada más a mí. No me gusta venir a Misa porque la gente que viene es pura hipocresía; además, uno viene a la Iglesia y todos se te quedan viendo como vienes vestido… y pues tú dices allá enfrente el discurso y yo ni te entiendo nada. Mejor, yo rezo en mi casa. Yo vengo a Misa cuando me nace, dejo que mi esposa venga y mando a mis hijos, y que ellos recen por mí. Y pues ultimadamente, vale igual que yo rece en la casa a que venga a la Iglesia. ¿O cuál es la diferencia?... Vamos a ayudarle al padre Juan: ¿qué le diríamos al bueno de Pepe? ¿De qué modo se lo explicaríamos? ¿Cómo podríamos convencerlo de participar de modo habitual, frecuente, activo en la liturgia de nuestra Iglesia? Definitivamente nuestra liturgia, como lugar donde celebramos la fe tiene un gran valor. ¿Estamos convencidos de que es valiosa? ¿Cómo presentamos ese valor a los demás? ¿Cuál es la diferencia de rezar uno sólo en su cuarto a rezar junto con la comunidad y celebrando la Eucaristía? JUZGAR: Esquema de esta catequesis: Celebrar nuestra fe es una necesidad. Lo que celebramos es nuestra fe: el misterio de la muerte y resurrección del Señor. En lo que celebramos nos encontramos realmente con Cristo. Algo muy importante: prepararnos para celebrar. ¿Qué implica celebrar? SC. Cada vez que recitamos el Credo durante la Misa expresamos las verdades más fundamentales en las que creemos, las decimos con el corazón y adhiriéndonos a ellas hacemos una confesión de fe. Estas verdades, no sólo las debemos conocer, también es muy importante que las celebremos; es más, ésta es una necesidad que todos tenemos. La celebración de la fe se realiza en la celebración de los sacramentos que mediante signos y palabras, realizan la gracia que significan 1; es decir: se nos lava en el Bautismo, se nos unge con el Espíritu en la confirmación, se nos reconcilia en la confesión, se nos da el alimento para la vida en la Eucaristía, se nos une en el matrimonio y se forma una nueva familia, se nos consagra en el orden sacerdotal para servicio de todos y se nos une a Dios en los momentos de peligro y enfermedad con la unción de los enfermos. En la carta que el Papa Benedicto XVI escribió para inaugurar el Año de la Fe, llamada Porta fidei, se nos explica la necesidad que tenemos de celebrar esta fe que profesamos, nos dice: “Sin la liturgia y los sacramentos, la profesión de fe no tendría eficacia, pues carecería de la gracia que sostiene el testimonio de los cristianos. Del mismo modo, la enseñanza del Catecismo sobre la vida moral adquiere su pleno sentido cuando se pone en relación con la fe, la liturgia y la oración” (n. 11). Así pues, sabemos que es una necesidad del cristiano celebrar en la liturgia esa fe que profesa para obtener la gracia con la que Dios nos auxilia. Dentro de estos sacramentos la celebración de la Misa ocupa un lugar especial y más importante porque ella es el compendio y la suma de nuestra fe 2. La Eucaristía es la fuente y la cumbre de toda la vida cristiana3, pues lo que celebramos en ella es todo el misterio de Cristo que en el pan y en el vino consagrados, ofrecidos al Padre en acción de gracias, se nos dan como alimento, y se renueva nuestra comunión de hermanos. Jesús mismo lo quiso y así está atestiguado desde antiguo por los Evangelistas, cuando narran la institución de la Eucaristía (Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20.), y por los Hechos de los apóstoles (2, 42) y por san Pablo que, en su Carta a los Corintios, da testimonio de esta fe transmitida y celebrada en la Eucaristía: “Porque yo recibí del Señor lo que les transmití: que el Señor, la noche que era entregado, tomó pan, dando gracias lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva” (1 Cor 11, 23-26). Así pues, estamos en esta gozosa espera del Señor, y día a día o domingo a domingo, realizamos esta gran celebración de la alegría y del amor de Dios por nosotros. Sin embargo, esta acción, como muchas otras de nuestra vida, puede tornarse aburrida o tediosa; puede ser que estemos celebrando la Misa sólo por obligación y miedo de no caer en pecado mortal, puede ser que no esté teniendo su 1 CEC 1131 CEC 1327 3 Lumen Gentium 11 2 verdadero significado que es que la mesa de la Eucaristía es el lugar del encuentro más especial con Cristo y con la comunidad. Y esto puede deberse a que no conocemos del todo aquello que celebramos y, por lo tanto, no lo valoramos como se debe; también puede deberse a la poca atención que algunos de nuestros pastores, los sacerdotes, ponen en la educación de los fieles, o a la falta de experiencia personal con Cristo. En la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica sobre este tema aparece un número muy importante que habla sobre la preparación de los fieles a la hora de celebrar su fe en la liturgia: “La Asamblea debe prepararse para encontrar a su Señor, debe ser "un pueblo bien dispuesto". Esta preparación de los corazones es la obra común del Espíritu Santo y de la Asamblea, en particular de sus ministros. La gracia del Espíritu Santo tiende a suscitar la fe, la conversión del corazón y la adhesión a la voluntad del Padre. Estas disposiciones preceden a la acogida de las otras gracias ofrecidas en la celebración misma y a los frutos de Vida nueva que está llamada a producir”4. Finalmente, reflexionemos en estas palabras que el Concilio Vaticano II pronunció en la Constitución sobre la Liturgia llamada en latín “Sacrosanctum Concilium”; aquí se expresa lo que implica celebrar nuestra fe, y podemos hacer de estas palabras un camino a seguir para mejorar la celebración de nuestra fe: (SC 48). Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos. ACTUAR: Indicaciones para este momento: Pídele a las personas que se junten por pequeños grupos (3 ó 4 personas). Explícales que en este momento van a escuchar (o leer) unas preguntas y las van a compartir en los pequeños grupos. Menciónales que es necesario que una persona anote las respuestas del grupo. Después de que compartan por pequeños grupos, invítalos a que compartan sus respuestas a todo el grupo. 4 CEC 1098. Preguntas a reflexionar en base al texto del Concilio Vaticano II (Sacrosanctum Concilium): ¿Te parece que algunas personas vienen a la Misa como extraños y mudos espectadores? ¿Por qué crees que suceda esto? ¿Te parece que a algunas personas les resulta complicado comprender ciertos ritos u oraciones de la Misa? ¿Cuáles ritos u oraciones serán las más difíciles de entender? ¿Cuáles crees que sean algunos obstáculos para que los fieles puedan participar consciente, piadosa y activamente en la liturgia? ¿Cómo podemos favorecer la participación consciente, piadosa y activa en la liturgia?