El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de la belleza

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El arte de las vanguardias y la evolución del
concepto de la belleza a través del desnudo
Historia del Arte Contemporáneo en España
30/05/2012
Pedro Ruiz Corro
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de la belleza
a través del desnudo.
Tradicionalmente, arte y belleza son dos conceptos complementarios y, así, el
arte clásico es el arte de la belleza, pero esta íntima unión parece haberse quebrado
con el desarrollo del arte contemporáneo. Las nuevas concepciones estéticas que
introducen las vanguardias artísticas rompen con los cánones clásicos y, desde ese
momento, los artistas y los espectadores nos enfrentamos a una nueva visión del
concepto plástico de belleza, muy evidente en el tratamiento del desnudo,
especialmente del desnudo femenino pero también del masculino.
A las personas nos gusta ver en las obras de arte lo que también nos gustaría
ver en el mundo real, por ello nos inclinamos, de forma natural, hacia las
representaciones bonitas y atractivas y apartamos la vista de las que nos molestan o
disgustan; lo cierto es que el mayor obstáculo al que nos enfrentamos para gozar de
las grandes obras de arte es nuestra propia incapacidad para “despojarnos de
costumbres y prejuicios”1.
Podemos afirmar que en el campo del arte existe una época premoderna en la
cual los artistas se dedicaban a la representación del mundo, pintando o esculpiendo
personas, paisajes y eventos históricos tal como se presentaban al ojo humano. A
partir de las vanguardias, surgen nuevas formas plásticas en las que las condiciones de
la representación se tornan centrales y el arte se vuelve, como la filosofía, sobre su
propio tema, adoptando muy distintas realizaciones según la época, el autor o la
corriente artística que lo interpreta.
Ese arte premoderno, ha dado lugar a que, desde los griegos, el desnudo sea
entendido como la representación de un cuerpo objetivamente hermoso, de
armoniosas proporciones, bello rostro y psicología equilibrada. Pablo Picasso (18811973) y su obra Las señoritas de Avignon rompen claramente con esta idea tradicional;
aunque ya en obras anteriores se había iniciado ese proceso de cambio, por ejemplo
en los desnudos de Manet, Renoir, Gauguin, Rodin, etc.; pero será tras la
representación de esas prostitutas, dibujadas a base de planos angulares, cuando
comience la discusión en torno a la belleza en la representación del cuerpo humano en
el arte contemporáneo.
1
Gombrich, E. H.: La Historia del Arte. Pág.: 29.
1
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
En este trabajo partimos de la idea de que la belleza en el arte “nunca ha sido
algo absoluto e inmutable, sino que ha ido adoptando distintos rostros según la época
histórica y el país”2, además creemos que la belleza en el arte es un aspecto subjetivo,
dependiente del gusto íntimo y particular del artista y del espectador. Así lo que para
algunos es una obra maestra, es considerado por otras personas como algo carente de
cualquier valor, incluso puede ser objeto de desprecio, especialmente en lo que hace
referencia al arte contemporáneo. Lo cierto es que “un mundo pluralista del arte
requiere una crítica pluralista del arte, lo que significa (…), una crítica que no dependa
de un relato histórico excluyente, y que tome cada obra en sus propios términos, en
términos de sus causas, sus significados, sus referencias…3 ”.
En realidad, creemos que el valor artístico de una obra debería establecerse a
partir de las impresiones y emociones que la misma es capaz de provocar en el
espectador (hecho totalmente subjetivo y personal); por ello vamos a realizar una
personal y breve selección de obras que nos muestran las distintas formas de
interpretar la belleza y el desnudo en el arte contemporáneo con el objetivo de
demostrar que, hasta en las más variadas y opuestas interpretaciones del tema, se
respira la belleza del arte.
Ya hemos señalado que consideramos Las señoritas de Avignon (1907, Óleo
sobre lienzo. 2,44 x 2,34 m., Museo de Arte Moderno, Nueva York) como la obra que
define una clara ruptura con el sentido clásico de la belleza. Picasso concibió una
pintura tan radical en su estilo que no fue entendida, incluso, por los críticos y
pintores vanguardistas de aquel momento. Frente a la pintura tradicional, Picasso
2
3
Eco, U.: Historia de la Belleza. Pág. 14.
Danto A. C.: Después del fin del arte. Pág.. 210.
2
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
rompe en esta obra con la profundidad espacial y la forma de representación ideal del
desnudo femenino, reestructurando los cuerpos por medio de líneas y planos
cortantes y angulosos y alargando y distorsionando los rostros, así, la suavidad y
delicadeza con que tradicionalmente se trataba este tipo de desnudo se transforma en
una multiplicidad de puntos de vista en las figuras, que nos ofrecen una visión
totalitaria del conjunto, situándolas en un marco irreal en el que no encontramos
luces, ni sombras, ni diversidad de planos de profundidad; acentuando de esa forma la
planitud de la obra4.
Realmente el ideal de belleza femenino de Picasso en esta obra no se ajustaba
en absoluto a lo establecido, pero lo cierto es que esta pintura tiene una importancia
clave en el desarrollo del cubismo y del arte contemporáneo. Desde esta obra “el arte
ya no se propone proporcionar una imagen de la belleza natural, ni pretende procurar
el placer sosegado de la contemplación de formas armónicas”5, desde ahora su
objetivo será mostrar al espectador el mundo a través de miradas distintas, nuevas y
críticas.
Otras obras de Picasso que, antes de llegar al cubismo, nos muestran figuras
desnudas, son Desnudo femenino de espaldas (1899), Desnudo femenino sentado
(1899), Saltimbanquis (1904), Familia de arlequín (1905), Holandesa con cofia (1905),
Muchacho desnudo con caballo (1905), Desnudo de Fernande Olivier (1905), Dos
desnudos (1906), Los dos hermanos (1906), El harén (1906), Desnudo de la cabellera
(1906), Desnudo con las manos juntas (1906)… y tras la creación en 1907 de Las
señoritas de Aviñón y el inicio de su “período negro”, nos encontramos con Desnudo
con paños (1907), Tres mujeres (1908), Baño (1908), La dríada (1908), Desnudo (1910),
La mujer en camisa (1913), Mujer desnuda en un sillón rojo (1929), Bañista sentada
(1930), La Venus del espejo (1932), La Musa (1935), Desnudo bajo un pino (1959)…
4
5
Suárez, A. y Vidal, M.: El siglo XX. H.ª Universal del Arte. Tomo 9. Pág.: 128.
Eco, U.: Op. cit. Pág.: 415
3
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
En las últimas décadas del siglo XIX nos encontramos con la obra,
prácticamente en su totalidad centrada en el desnudo femenino, del andaluz Luis
Ricardo Falero (1851-1896). Estudiaría en Inglaterra y Francia, donde enfocaría su
estilo del desnudo femenino en un aspecto exótico, fantástico y de cierta influencia
oriental. Todas estas características se pueden observar fácilmente en Hada bajo cielo
estrellado. También podemos destacar otras composiciones como La Pose (1879),
Ninfa (1892), Ninfa de la Luna, La favorita, La balanza del Zodiaco… o Vino de Tokai.
Joaquín Sorolla (1863-1923), por su parte, sería un impresionista peculiar (su estilo se
puede llegar a definir mejor como luminista) cuyas pinceladas denotaban un brillo
especial, por lo que sus obras (muy numerosa, de temática mediterránea la gran
mayoría de ellas, tanto playas como otros paisajes marinos) estarán envueltas en un
ambiente lumínico tan característico de su obra. Dentro de estas obras nos
encontramos con Triste Herencia (1899, 212×288cm.), Desnudo de mujer (1902, Museo
Sorolla, Madrid), Paseo por la playa (1909, 205x200cm., Museo Sorolla, Madrid) o
Niños en la playa (1910, 118×127cm., Museo del Prado, Madrid). En muchas de ellas
vemos su temática preferida: escenas cotidianas y paisajísticas de la vida
mediterránea.
Luis Romero de Torres (1874-1930) debe buena parte de su fama a sus
múltiples desnudos, sensuales y dramáticos, de cierta factura académica: Vividoras del
amor (1906), La musa gitana (1908), El retablo del amor (1910), El pecado (1913),
Venus de la poesía (1913), La gracia (1915), Rivalidad (1925-26), Ofrenda al arte del
toreo (1929), Cante hondo (1929), o La nieta de Trini (1929). Ignacio Zuloaga
Zabaleta (1870-1945) nos legó obras de estilo costumbrista como El desnudo de la
mantilla y el clavel (1915) y El Oterito (1936). Aurelio Arteta (1879-1940) centrará su
obra en lo cotidiano de una sociedad vasca tanto rural como de ciudad: se trata de un
artista concienciado en el detalle y laborioso, pues era costumbre en él realizar
múltiples bocetos previos para que el resultado sean unas figuras idealizadas, de
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
colores suaves y a menudo tonalidades oscuras, como podemos observar en su
laureada obra, Los Bañistas (1930), o bien Hombres del mar (1932). En Vázquez Díaz
(1882-1969) nos encontramos con obras interesantes como Desnudo de la ventana
(1939), o Desnudo joven echado (1939). Óscar Domínguez (1902-1957) surrealista
perteneciente a la Generación del 27 fue, al igual que muchos de sus coetáneos, uno
de los mayores exponentes mundiales de la vanguardia histórica española: realiza
obras donde las figuras se alargan y doblan, adquiriendo una consistencia gelatinosa,
aportando cierto carácter de mofa a la composición. Muestra a menudo variados
componentes sexuales, muchas veces con carácter sádico, relacionados íntimamente
con la mecanicidad de la era industrial. Estas características pueden contemplarse en
La máquina de coser electrosexual (1935).
Una concisa lista de autores españoles y obras que también trataron el tema
del desnudo a partir de comienzos del siglo XX puede ser la siguiente: Orfeo atacado
por las bacantes (1904), El rapto de Europa (1907), Leda y el Cisne (1918) de Fernándo
Álvarez de Sotomayor; Los amores de Armida y Reinaldo (1904), Las tentaciones de
Buda (1922) de Eduardo Chicharro; Angélica y Medoro (1910), Figuras de romance
(1934), de Marceliano Santa María; La mestiza desnuda (1923) de Juan de Echevarría;
Paisaje con cuatro desnudos (1915), Desnudo en el campo (1925) de Joaquin Sunyer;
Desnudo de espaldas (1926) de Roberto Fernández Balbuena; Las chicas de la Claudia
(1929) de José Gutiérrez Solana; Nocturno del desnudo (1954) de Rafael Zabaleta. En
escultura, destacaron la Maja desnuda (1902) de Mariano Benlliure; Eva (1904) de
Enric Clarasó; Desconsuelo (1907) de Josep Llimona; Eclosión (1908) de Miquel Blay;
Deseo (1914) de Mateo Inurria; La Diosa (1909) de Josep Clará; Venus mediterránea
(1914) de Julio Antonio; Monumento a Santiago Ramón y Cajal (1926) de Victorio
Macho; o Gran Bailarina (1929) de Pablo Gargallo.
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
El surrealismo dará rienda suelta a la imaginación, lo fantástico y lo onírico,
donde el desnudo impactante estaría presente en muchas ocasiones: Salvador Dalí
(1904-1989) sería su mayor representante, estableciéndose el sexo como una de sus
grandes obsesiones. Dentro de estas obras nos encontramos con El gran masturbador
(1929, 110x150cm., Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), en el cual nos
encontramos con esta clara obsesión del pintor por el sexo, entre otras. La muerte, el
temor por la pérdida de la cordura, la soledad, el miedo a la pérdida del ser querido, el
deseo sexual…
En Dalí también observamos más obras con similares características, como bien
fueron, en primer lugar y antes de su creación surrealista, Merienda en el campo
(1921), Musa de Cadaqués (1921), Desnudo en un paisaje (1922), Bañistas de la Costa
Brava (1923), Desnudo femenino (1925)… ya de la fase surrealista nos encontramos
con La apoteosis de Homero (1944), La tentación de San Antonio (1946, 89x119, 5cm.,
Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica), Leda Atómica (1949, 61x45cm., Fundación
Gala-Salvador Dalí), Corpus hypercubus (1954, 194,5x124cm, Museo Metropolitano de
Arte de Nueva York), Dalí desnudo (1954, 61X45cm. Colección privada) o la peculiar
Dalí desnudo, en contemplación ante cinco cuerpos regulares metamorfoseados en
corpúsculos, en los que aparece repentinamente la Leda de Leonardo cromosomatizada
por el rostro de Gala (1954)… además de esculturas como Busto de mujer retrospectivo
(1933), Desnudo femenino histérico y aerodinámico (1934), Venus de Milo con cajones
(1936), El esclavo de Michelin (1964), Cristo twisteado (1976), u Homenaje a Newton
de 1985.
Joan Miró (1893-1983), por su parte, también fue pionero en cuanto a
vanguardia internacional, y tampoco escapó al tratamiento del desnudo, como
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
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podemos ver en obras surrealistas como Desnudo femenino (1915), Desnudo con
pájaro y flor (1917), Desnudo con espejo (1919, Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen,
Dusseldorf, Alemania.) Desnudo de pie (1921, Pers Galleries, Nueva York, E.E.U.U.) o
Llama en el espacio y mujer desnuda (1932).
Pero por esos mismos años, otros pintores fuera del ámbito español llevan a
cabo también una reinterpretación del desnudo, con una concepción alejada de la
picassiana, pero también muy interesante en relación al concepto de la belleza y que
creemos oportuno (por no decir imprescindible) citar para comprender mejor el
contexto del tema que nos atañe. Podemos destacar a Henri Matisse (1869-1954),
(representante del fauvismo) cuyas obras son el resultado de la relación que establece
entre el modelo y los distintos acordes de colores usados en su representación, de
forma que rompió definitivamente con la representación naturalista del color: la nariz
de una mujer puede representarse con una mancha de cualquier color si con ello se
añade expresividad a la composición. Amaba dibujar desnudos localizados en paisajes
idílicos, mundos más o menos míticos y de cierto gusto clásico que podemos relacionar
con las pinturas de Tiziano, Rubens, Poussin o con las bañistas de Cézanne, pero
representados bajo su particular forma de entender la representación artística.
Lejos de la tradición realista y clásica, jugó con las curvas, las contracurvas y con
el color para expresar en su pintura el placer de vivir. Así, por ejemplo en su obra La
danza (1909, y otra versión en 1910: 2,60 x 2,88 m. Óleo sobre lienzo. Ermitage. S.
Petersburgo), tenemos un cuadro de una sencillez más aparente que real, realizado
con una gran síntesis de medios: “un inmenso acorde verde y azul para el fondo y un
bermellón saturado para las figuras, todo ello formando una sola unidad fluida y
plana, como una gran sinfonía cromática”6. A partir de esos colores, las desnudas
bailarinas aparecen pintadas en colores planos sobre un fondo también plano
compuesto por esa arriesgada mezcla de azul y verde; están dispuestas formando un
motivo circular de rítmico movimiento que abarca todo el lienzo. Desde la realización
de esta obra la pintura de Matisse se definirá por su vitalidad, establecida desde la
íntima relación entre las formas y los colores, expresando una nueva realidad y una
estética original, fruto de la libertad y de la creatividad del espíritu humano.
6
Faerna García-Bermejo, J. Mª.: Matisse. La era de los impresionistas. Vol. 22. Comentario lámina 26.
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
En este breve análisis sobre las distintas formas foráneas de retratar el desnudo
podemos destacar también las representaciones de Ernst Ludwig Kirchner (18801938), con obras de formas simplificadas, definidos contornos y colores puros y planos
que relacionan sus obras con los fauves; aunque el clima representado tiende a ser
inquietante, con empleo de colores violentos y un relativo desprecio por las formas y
el dibujo, huyendo de todo tipo de academicismo.
Localiza sus desnudos en el paisaje, tema “que expresa la aspiración a un
mundo en el que el hombre se encuentra en un estado de pureza”7, una nostalgia de
una vida más elemental y primitiva. Buscaba, a partir de un lenguaje extremadamente
realista, expresar la integración total del ser humano en la naturaleza, hasta lograr,
como consecuencia de esa íntima relación, que ocupase su lugar en el entorno natural
de forma equilibrada, del mismo modo que lo tenían los elementos naturales que le
rodeaban (árboles, piedras, arena, agua, etc…). Por ejemplo, en su obra Tres Bañistas
(1913. Óleo sobre lienzo. 1,205 x 0,91 m., Museo Wallraf-Richartz. Colonia), representa
tres desnudos femeninos en total armonía, bañándose desnudas, alegremente
fundidas con la naturaleza, como los pueblos primitivos. Esta armonía de las modelos
con el paisaje, se establecía por medio de una nueva relación casi mística con la
naturaleza, idea defendida por algunas corrientes de pensamiento que en esos años se
extendían por Alemania, como el Wandervögel, que predicaba la vida en el campo, el
camping y el movimiento nudista8.
7
8
Suárez, A. y Vidal, M.: Op. cit. Pág.: 159.
http://www.artehistoria.jcyl.es/arte/contextos/5375.htm
8
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
Con un tratamiento totalmente particular y muy definido, podemos señalar las
obras de Amadeo Modigliani (1884-1920), con una gran predilección por el tema del
desnudo y la belleza, que hace particularmente reconocibles sus cuadros. Sus múltiples
desnudos femeninos rebosan una sensualidad lánguida y complacida; la línea que
perfila los cuerpos es sutil, melodiosa y elegante; los ojos almendrados de los rostros
dotan a las figuras de una mórbida melancolía que recuerda a Botticelli. La influencia
de la vanguardia no sería tan determinante para la creación de su característico estilo.
El canon alargado de sus figuras evidencia el gusto por el manierismo y enlaza sus
personajes femeninos con las imágenes de los cuadros de Parmigianino, pero, a su vez,
la estilizada geometrización de las formas denota el impacto que sobre él ejerció el
descubrimiento del arte africano, que conoció gracias a su amigo Brancusi.
Podemos destacar, Desnudo acostado, con los brazos abiertos, (1917. Óleo
sobre lienzo. 0,60 x 0,92 m. Milán, colección privada). Muestra la opulencia de un
espléndido cuerpo femenino e invita al espectador a recorrerlo. Para ello se sirve de
9
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
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un particular y fragmentario encuadre, que corta la figura a la altura de los muslos
y deja fuera el brazo derecho y parte del cabello, lo que acerca al espectador a pocos
centímetros del cuerpo de la modelo. El torso, las piernas y los brazos llenan el
espacio de la tela, que parece no poder abarcarlos, los ojos están llenos de oscuridad y
de sensualidad, igual que el perfil de la nariz, el de las fosas nasales y la línea de los
labios. En contraste con la naturaleza abstracta del lecho de almohadas, realizado a
base de toques gruesos y perceptibles, el cuerpo se modela con una pincelada
minuciosa que se demora en toda una gama de colores cálidos. El empaste de los
colores y la vibración de la pincelada anulan la línea del contorno y dan al cuerpo un
erotismo extraordinario.9
En la evolución del tratamiento del desnudo por los artistas contemporáneos,
no podemos dejar de señalar la obra del padre del Dadaísmo: Marcel Duchamp (18871968), pues sus obras nos proponen una creación basada en el diálogo entre objeto y
concepto, frente a la habitual de carácter exclusivamente visual. Afirmaba que “un
artista se expresa con su alma y con el alma hay que asimilarlo”10. En este sentido,
podemos destacar su creación Dándose: 1º. El salto de agua, 2. El gas de alumbrado
(1946-66. Diversos materiales: vieja puerta de madera, ladrillos, terciopelo, madera,
ramas, aluminio, hierro, etc., 242,5 x 177,8 x 124,5 cm. Museo de Arte de Filadelfia).
Se trata de una instalación, una singular obra de arte contemporáneo que constituye
su última obra y a la que Duchamp dedicó los últimos veinte años de su vida.
En nuestro análisis sobre la evolución en el tratamiento del desnudo,
podemos continuar con la obra de Willem De Kooning (1904-1993), desarrollada
9
López Blázquez, M. y Rebull Trudel, M.: Modigliani (1884-1920). La era de los impresionistas.
Volumen 20. Comentario de la lámina 34.
10
Mink, J.: Marcel Duchamp. 1887-1968. El arte contra el arte. Pág: 73.
10
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
mayoritariamente dentro del Expresionismo Abstracto. Sus cuadros se caracterizan
por la combinación de elementos figurativos con otros puramente abstractos,
generalmente en blanco y negro, con pintura de esmalte comercial, en los que “la
unidad del cuadro se configura como una unidad de energía transmitida con
vehemencia a la tela”11. A partir de 1950 comienza una serie de cuadros sobre
mujeres con los que se propone acabar con los tópicos tradicionales sobre y el arte y
la belleza. Del cuadro Woman I, escribió: "(…) hizo algo por mí: eliminó la composición,
el orden, las relaciones, la luz, toda esa charla absurda sobre la línea, el color y la
forma..."12. Con su Woman I (1950-52, Óleo sobre lienzo, 1,93 x 1,47 m. Museo de
Arte Moderno. Nueva York) comenzó a desarrollar uno de sus temas más
característicos: figuras femeninas deformes, monstruosas, inquietantes; cuya sola
contemplación provoca miedo y repulsión. Representa mujeres grotescas, de
descarnadas facciones, grandes ojos y excesivos rasgos sexuales, pintadas con colores
violentos y grueso empaste.
Entre las muy diversas visiones del tema extrapeninsulares queremos señalar
también, para finalizar, la obra de Francis Bacon (1909-1992), destacado autor y uno
de los que ha expresado con mayor realismo en su pintura la tragedia de la existencia
humana, expresada como un estado específico del hombre europeo contemporáneo 13.
Basa su producción artística en la representación obsesiva del cuerpo humano visto
como un objeto mutilado, contorsionado, con rostros en el límite de la desaparición;
criaturas deformes que se aparean, defecan, vomitan, eyaculan, sangran, y caen
abatidas. Nos hace visibles percepciones inconscientes, pues el mismo afirmaba que su
obra es el resultado de “traducciones míticas de nuestras estructura internas”14. Desde
el inicio de su producción artística y, especialmente tras la elaboración de Tres estudios
en la base de una Crucifixión (1944), su obra se dedica a representar una terrible
violencia inhumana, no definida en actos concretos sino de tipo expresivo,
desarrollada en un espacio y en un tiempo que no vemos y que imprime su horror a las
formas y al color que enmarca a las figuras15.
Vamos a realizar también una breve selección de algunos autores y obras que
nos parecen significativos en el análisis de la evolución del concepto de la belleza ya en
la escultura contemporánea. Nos parece interesante destacar como los autores han
buscado nuevas formas de representación de la figura del hombre o de la mujer, que
muchas veces suponen una nueva visión del cuerpo y del espíritu humanos, ya que,
generalmente, encontraron en la exageración del contenido anímico la forma más
evidente de expresión del existencialismo del hombre moderno. La previa e
11
Suárez, A. y Vidal, M.: Op. cit. Pág.: 324.
http://www.artehistoria.jcyl.es/arte/obras/14179.htm
13
Ficacci, L.: Francis Bacon, 1909-1992. Pág.: 7.
14
Walther, I. F.: Los maestros de la pintura occidental. Pág: 646.
15
Ficacci, L.: Op. cit. Pág.: 13.
12
11
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
inspiradora tragedia de Rodin, estalla en los espectrales seres expresionistas, que
entonan un himno al dolor y a la angustia y en los que late una profunda
desesperación muy descriptiva de la profunda melancolía y desesperanza que definen
el espíritu del hombre contemporáneo. Hormigón, hierro y, finalmente desperdicios
metálicos (especialmente virutas) serán los materiales que mejor sirvan a la expresión
de esas convulsas formas.
De nuevo en España, podemos destacar las realizaciones de Julio González
(1876-1942) cuyas obras fueron evolucionando de forma cada vez más abstracta, más
abierta, más lineal y geométrica. Sus figuras, porque no abandona nunca del todo la
figuración, se componen de varillas y láminas de hierro que se curvan y se sueldan,
fragmentándose una y otra vez en un espacio abierto. Su obra rebasa ampliamente las
formas próximas al cubismo e influye en el desarrollo de la construcción abstracta, en
los surrealistas y en los expresionistas, pues alternó la abstracción con la figuración de
tipo expresionista, aunque sus aportaciones de mayor influencia fueron las de
compromiso abstracto, aquellas en las que prima absolutamente el concepto plástico:
“Un pintor o un escultor pueden dar forma a cosas que no tienen una forma concreta:
como la luz, el color, una idea”16. Busto femenino (1934), Torso (1936), Mujer
peinándose ante un espejo (1936-37) o La petite faucille son sólo algunas de sus obras
que tratan el tema que nos atañe. También nos encontramos con Figura femenina de
pie, un óleo sobre lienzo de 1936-39.
Destacamos asimismo la obra de Alberto Giacometti (1901-1966), que consigue
la máxima tendencia deshumanizante y existencialista, reduciendo el cuerpo humano a
un torturado hierro enmohecido. “Dominan las figuras humanas delgadas, filiformes,
16
http://www.artehistoria.jcyl.es/artesp/contextos/5356.htm
12
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
aisladas, que parecen expresar en su superficie roída, como lacerada, las fuerzas de la
destrucción y la soledad del hombre; son una manifestación tridimensional de la
angustia existencia del Informalismo.”17.
Con frecuencia nos presenta figuras humanas en pie, muchas veces desnudas y
a menudo extremadamente delgadas, casi filiformes, acusando una fragilidad
desmesurada. Tales figuras, habitualmente realizadas en bronce, suelen ser de tamaño
natural (aunque Giacometti recurrió también durante unos años al extremo contrario,
creando obras diminutas) y presentan superficies ásperas y rugosas. Parece como si
con ellas el autor quisiera mostrarnos los aspectos más trágicos y desoladores de la
existencia humana, determinados por los duros acontecimientos que en la primera
mitad del s. XX le había tocado vivir. En consecuencia, la forma externa es el reflejo
de una intensa y atormentada vida interior, por tanto no reconoce modelos: la forma
es expresión del alma. Cuando aparecen en grupo, las figuras, erguidas y tensas,
parecen aisladas, en silencio y soledad a pesar de la cercanía de las otras figuras
humanas. Ante su obra hablamos de existencialismo escultórico, pues sus figuras nos
evocan sentimientos casi autodestructivos, desesperanza y angustia vital.
En la escultura Tres hombres que caminan (1948, bronce, Museo de Arte de
Dallas) nos presenta a tres figuras caminando para demostrar su capacidad de
supervivencia mediante la metáfora del movimiento. Pero estos hombres no
interactúan entre ellos sino que caminan en direcciones opuestas, lo que confiere a
esta obra un pesimismo terrible.
17
Suárez, A. y Vidal, M.: Op. cit.. Pág.: 353.
13
El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
Una producción muy interesante para nuestro trabajo es la del artista Henry
Moore (1898- 1986), exponente del organicismo en la escultura. Sus obras recogen
desde concepciones abstractas, a la figuración, con el tema recurrente de la figura
humana, representada con una particular interpretación de la masa y el volumen.
Podemos analizar Figura Reclinada (1951. Bronce. Longitud: 2,28 m. Edición de cinco
ejemplares. Galería Nacional de Arte Moderno. Edimburgo), obra en la que representa
una figura femenina reclinada; posición que le gustaba particularmente pues “es la
que da más libertad, composicional y espacialmente. (…) Es libre y al mismo tiempo
estable. Coincide con mi opinión de que la escultura debería ser permanente, debería
durar eternamente”18.
Antoni Tàpies (1923-2012), pese a ser un artista abstracto en primera instancia,
introducirá en buena parte de sus obras (tanto pinturas como esculturas) ciertas
partes del cuerpo de una forma esquemática y deteriorada, agredido, dañado,
agujereado… siendo éstas principalmente genitales humanos. Sus vanguardistas
creaciones le sitúan como uno de los principales exponentes a nivel mundial del
informalismo. Algunas de sus obras que incluyen desnudos (al menos, parciales)
bastante interesantes son: Relieve ocre y rosa (1966), Desnudo (1966), Body of
material and orange – Colored stains (1968), Gran torso (1986), Axila (1968), Espalda
(1968)… o Dies d´aigua II (1987).
Adscrito al realismo objetivo o hiperrealismo, Antonio López (1936) es uno de
los artistas más personales del panorama español posterior a la Guerra Civil. Desde la
década de los años cincuenta, ha trabajado el dibujo, el grabado, la pintura y la
escultura, creando una obra que traduce literal, fría y fotográficamente la
representación de seres y objetos. Su repertorio iconográfico parte siempre de la
realidad de lo visual y reproduce tanto espacios de la intimidad como la inmensidad
exterior: retratos, naturalezas muertas, interiores y objetos domésticos y grandes
panoramas. Para el desarrollo de nuestro tema, es interesante abordar el análisis de
18
Moore, H.: Op. cit. Pág: 86.
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
sus desnudos, realizados con una elaboración muy lenta y meditada, hasta lograr
captar la esencia del retratado.
La escultura le ha interesado desde su juventud y ha llegado a ser para él un
medio de expresión tan importante como la pintura19, a veces quizá más,
especialmente para representar la figura humana; por ello hemos escogido analizar
una de sus representaciones de desnudo escultórico: Hombre y mujer (1968-1994.
Madera policromada. Hombre: 195 x 59x 46 cm.; Mujer: 169x 42x 38 cm. Madrid,
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.)
Constituye su más ambicioso proyecto escultórico, representa dos figuras en
las que trabajó a lo largo de veintiséis años, con largas interrupciones y cambios de
rumbo. Hombre y mujer nació de una preocupación por el canon de las proporciones
humanas, influido por su admiración de obras antiguas: “(…) Una buena escultura
egipcia o griega es lo más hermoso, lo más enigmático que el hombre ha podido
hacer”20.
Sin embargo, el resultado final rompe con la idea de canon pues el crecimiento
de la figura del hombre terminó imponiendo una evidente desproporción entre la
figura masculina y la femenina. Esta ruptura se relaciona con el complejo y largo
proceso de creación de la obra. Aparentemente concluida en 1973 y vendida a una
coleccionista norteamericana, el artista insistió en que la escultura volviera a Madrid
19
Solana, G, López Moreno, Mª y otros: Antonio López. Pág.: 54. “ (…) aunque sé que la pintura y la
escultura son incomparables, para mí no hay nada tan fascinante como una escultura.”
20
Solana, G, López Moreno, Mª y otros: Op. cit. Pág.: 54.
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
para poder realizar nuevos cambios pues estaba insatisfecho con el resultado del
hombre que presentaba unos brazos excesivamente alargados. Una vez recuperada, se
concentró en la figura masculina, con la que iniciaría entonces una aventura
“desmesurada”, como él mismo describe: “Corté el tórax de la figura del hombre por
la cintura y lo alargué. Entonces quedó estrecho y lo fui ensanchando. Las piernas
me parecían zambas y fui poco a poco quitando del interior y añadiendo en el exterior
encolando tela de saco y acudiendo una mezcla de cola, escayola, serrín y pigmentos.
La cabeza quedó terminada y me orientaba hacia dónde debía llevar la figura. Pero
hiciera lo que hiciera nunca estaba seguro de que estuviera bien resuelta. A1 no
encontrar un único modelo que equivaliera a la escultura, trabajaba con varios,
aprovechando de ellos lo que se acercaba más a lo que yo creía que debía ser”21.
López deseaba representar un cuerpo de belleza y proporciones intemporales,
como la escultura antigua, pero no encontraba un modelo adecuado, por lo que usó
varios ya que cada uno le aportaba algo nuevo y a la vez introducía un nuevo
desorden, en consecuencia la figura del Hombre terminó siendo una síntesis entre los
deseos del artista y los cuerpos reales que habían posado para él. Y le salió una especie
de autorretrato; un autorretrato interior. Y aunque la obra se inició con el objetivo de
encontrar un canon de las proporciones humanas (similar al propuesto por Durero en
su grabado de Adán y Eva, o el mismo tema de sus óleos sobre tablas del Museo del
Prado), lo cierto es que en la obra lo que domina es la desproporción entre la ambas
figuras. Una desproporción que nos recuerda un poco a la que se da en la escultura
egipcia Memi y su compañera Sabu (h. 2575-2465 a. C., en el Metropolitan Museum
de Nueva York).
El desajuste entre el hombre y la mujer no es sólo de talla, sino también de
carácter, porque la figura femenina, concluida mucho antes, presenta una actitud más
inhibida, mientras que el hombre muestra un carácter más ambicioso. ¿Es esta realista
obra de Antonio López más bella que las anteriormente expuesta? Es evidente que su
resultado se aproxima más a las representaciones clásicas, representando la figura
humana de forma más convencional, pero esto no significa que sea más bella o mejor
que el resto: todas nos sorprenden, perturban y seducen, por tanto, todas ellas nos
causan emoción y asombro y, ¿no debe ser este uno de los objetivos de la obra
artística?
Tras la exposición y el análisis de esta particular selección de obras podemos
concluir que, en su conjunto, la contemplación de las mismas nos refleja un evidente
alejamiento del canon clásico de belleza, pero su mera vista nos impulsa a los más
variados estados de ánimo (angustia, melancolía, ansia de libertad, deseo de luchar
para cambiar y mejorar la realidad, repulsa, sorpresa, admiración, etc…), pues en ellas
21
Solana, G, López Moreno, Mª y otros: Op. cit. Pág.: 55.
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
se hallan claramente explícitos la euforia, el activismo, la violencia y la agresividad, el
desafío, la provocación, el rechazo del pasado y la denuncia frente a los valores
establecidos y defienden el valor de la innovación, del cambio, de la originalidad, de la
fe en el progreso y en la evolución humanas como nociones fundamentales.
En estas obras los artistas nos muestran el proceso de transformación en el que
los seres humanos estamos inmersos; su sensibilidad a la hora de captar el entorno, o
la potencialidad para realizar una interpretación llena de personalidad no dejan de
admirarnos, pues creemos que las obras de arte son fruto de su tiempo y, por ello,
podemos afirmar que no hay un arte más verdadero que otro y que el arte no debe ser
de una sola manera: todo arte es arte, de ningún modo las obras de arte necesitan
parecerlo y, de la misma forma, todo objeto artístico es bello pues la historia del arte
no tiene ya una sola dirección que tomar sino que se enfrenta a infinitas posibilidades.
El arte puede y debe ser lo que quieran los artistas y la belleza residir donde ellos
decidan.
Como establecíamos al inicio del tema (siguiendo las ideas de Danto), un
mundo abierto y plural requiere un arte diverso, abierto a toda experiencia creativa,
cuyos significados y referencias sean libres y variados; por ello creemos firmemente
que la belleza y el arte residen no sólo en las obras clásicas, de depurada belleza y
equilibrio, sino en cualquier creación artística que nos provoque emociones ya que,
como hemos señalado que decía Duchamp, el arte hay que apreciarlo a través del
alma.
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El arte de las vanguardias y la evolución del concepto de belleza a través del desnudo
Pedro Ruiz Corro
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