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RASTREANDO
El bodegón: comida hecha pintura. Parte I
PERSPECTIVAS EN NUTRICIÓN HUMANA
ISSN 0124-4108 Vol. 13 No. 1 Enero-Junio de 2011
Universidad de Antioquia. Medellín. Colombia págs. 95-99
Teresita Alzate Yepes1
INTRODUCCIÓN
Buscando evidencias del uso de los alimentos en la historia, sobresale aquel reconocido
para el soporte de la vida del ser humano como proveedor de sustancias nutritivas, de las
cuales se ocupa cada vez más la ciencia y la tecnología. Sin embargo, aunque no siempre
se tenga plena conciencia, es amplia la participación de los alimentos en el campo artístico,
siendo bastante elocuente en la pintura como objeto altamente codiciado por reconocidos
exponentes del arte pictórico, aunque en tiempos más recientes, son otros géneros de la
plástica los que han irrumpido para deleite de nuevas formas de apreciación.
Podríamos decir, sin ningún recato, que los alimentos siempre han ocupado un lugar privilegiado en la historia del arte y desde distintos lenguajes se han fabricado nuevos caminos
para enaltecer su papel como dispositivo que logra la trascendencia de su participación en
la socialización familiar, salud nutricional e integración grupal. Nos abocaremos aquí a dar
una rápida mirada, pero muy gustosa sobre algunos mojones que han inmortalizado a la
cocina y a los cocineros, a través del pincel.
1
Grupo GIIESEN, Escuela de Nutrición y Dietética, Universidad de Antioquia. Medellín-Colombia.
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Como citar este artículo: Alzate Yepes T. El bodegón: comida hecha pintura. Parte I. Perspect Nutr Humana. 2011;13:95-99.
Perspectivas en Nutrición Humana
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El bodegón
LA COMIDA EN LA PINTURA
Figura 1. Caravaggio. Cesto de frutas.1597. Museo
Pinacoteca Ambrosiana
Podría decirse que fueron los alimentos, fundamentalmente los vegetales, los que dieron inicio con
las flores, al género del bodegón, que incursionó
tímidamente desde la antigüedad hasta el siglo XVI
cuando aparece como tema secundario, como arte
de segunda clase, pero que en el siglo XVII llegó a
ser reconocido y respetado como género pictórico.
La palabra bodegón se acuñó en España y se refiere, en esencia, a la pintura de alimentos y objetos
de cocina. En otros países, este tipo de pintura se
denominó naturaleza muerta, connotación que se
fue ampliando en su utilización hacia otras modalidades artísticas y que pervive en el presente. El
bodegón es la expresión de objetos inanimados, representados en el entorno cotidiano del artista, que
reflejan la intimidad, la vida doméstica de manera
natural, haciendo destacable lo cotidiano y visible
lo otrora inadvertido.
Sánchez Cotán pintó todo tan al detalle que se le
consideró cercano al realismo mágico, al aprovechar
como nadie la geometría a partir de la forma de los
alimentos, su disposición y volumen (figura 2).
Figura 2. Juan Sánchez Cotán. Bodegón del cardo.
1602. Museo del Prado
Los bodegones del español Diego Velázquez incursionaron y perpetuaron en este género, escenas
menos intimistas como las típicas de tabernas y
mercados, elevando el carácter y la naturaleza de
cuencos, jarrones, tinajas, peroles, así como los
más sencillos alimentos, frutas y flores, mediante
pinceladas, luces y sombras, volúmenes y contornos, que intentan dar vida a la eterna inmovilidad
que los imbuye, pero quedando plasmados en
lienzos que resisten el paso del tiempo y que siglos
después de creados perduran como los consentidos
del arte pictórico.
En 1596 Caravaggio pintó el que se considera el
primer bodegón de la historia de este género (figura
1). Posteriormente Blas de Prado y su discípulo
Juan Sánchez Cotán se constituyeron en grandes
impulsores del bodegón en España y este siempre
mostró las frutas y las hortalizas en un deslumbrante
realismo, dado principalmente por el uso de fondo
oscuro para realzar texturas, colores y matices.
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A Juan Sánchez Cotán, en España, le siguieron
Zurbarán y Velázquez. En sus obras, nombradas
con lenguaje simple y absolutamente descriptivo,
ellos tratan los objetos desde unos humildes
limones hasta desdeñados tiestos de la cocina
con un realismo tal que les confieren una incuestionable jerarquía al transmitirles vida, movimiento
y emoción.
BODEGONES: LA NATURALEZA MUERTA
El siglo XVII se reconoce como el de la madurez
del bodegón como género de la pintura barroca.
Sensualidad y simbolismo expresan los cuadros de
grandes pintores por medio de frutas, flores y pequeños utensilios, que en primeros planos o en paisajes
profundos recrean la historia completa alrededor
de una faena doméstica y cotidiana. Recipientes y
utensilios de metal, cerámica, porcelana, bronce o
vidrio, vasijas como platos, tazones, cuencos, vasos,
ánforas, así como ajos, pimientos y yerbas; servilleta
y canasta, flores y jarrón, frutos y gallinas, pescado,
codornices y corderos, se convierten en objetos
dignificados, rescatados de lo común y ordinario,
para lucimiento de pintores ante reyes y potentados.
Así empezó la cocina como continente y la comida
y bebida como contenido, a visibilizarse, primero
naturaleza muerta y luego, con acompañamiento
humano, se insinúa la presencia de las acciones
y sus hacedores, la cocinera, el tabernero, los comensales, que luego se exhiben de manera abierta
y comprometida.
Figura 3. Juan Van der Hammen y León. 1627. Bodegón con dulces y cerámica. National Gallery of Art,
Washington
Mateo Cerezo, también español y burgalés, a pesar
de su corta existencia, demostró que no solo sabía
de barroco, pues su Bodegón de cocina le dio renombre dentro de este género por ser un descriptor
de realidades contundentemente naturales (figura 4).
Figura 4. Mateo Cerezo. Bodegón de cocina. 1664.
Museo del Prado
La composición, el enfoque, la perspectiva, los claro
oscuros y el contraluz, poco a poco son reconocidos
como característica de estilo de famosos pintores que
se han inmortalizado a partir de la cocina y los alimentos, usados estos en primer plano o como fondo.
El español Felipe Ramírez trabajó principalmente los
frutos de la tierra en su más cruda y real expresión,
así como el vino, creando grandes y hermosos
bodegones destinados a decorar residencias de la
nobleza. Más adelante, el español Juan Van der Hammen y León se convirtió en un gran exponente del
bodegón que juega con la simetría, la luz exterior, la
forma y el color de los alimentos para crear ambientes provocadores (figura 3). De otro lado, el holandés
Abraham Van Beyeren, a mediados del siglo XVII,
se dedicó a paisajes marinos y logró perfeccionar
los bodegones de esta temática, gozando fama de
experto en pescados.
Para el siglo XVIII se destaca en el género de los
bodegones de naturaleza muerta otro pintor español,
el retratista y miniaturista Luis Egidio Meléndez,
representado por varias obras, entre ellas Bodegón
con pan, manzanas, uvas y una botella (figura 5),
pintada en el momento en que recibió el encargo de
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El bodegón
realizar una serie de bodegones para el Gabinete
de Historia Natural del futuro rey Carlos IV.
Figura 6. Francisco de Goya. Doradas. 1808. Museum
of Fine Arts of Houston
Figura 5. Luis Egidio Meléndez. Un trozo de salmón,
un limón y tres vasijas. 1772. Museu Nacional d’Art de
Catalunya
Quizás sin proponérselo Francisco de Goya,
grabador y pintor español, en el siglo XVIII, pintó
bodegones y les impregnó su clásico ambiente trágico resaltando aún más la naturaleza muerta que
daba a conocer. El sentimiento trágico acompaña
la serie de bodegones realizados por Goya durante
la Guerra de la Independencia, representando animales muertos en un fondo neutro. Es fácil captar
que en Doradas la iluminación empleada acentúa
el dramatismo, incluso los ojos de los peces parecen acusar sobre las barbaridades que se estaban
cometiendo en el campo de batalla. La pincelada
del pintor aragonés es muy rápida, pródiga en
tonalidades blancas, grises, rojas o amarillas con
una extraordinaria calidad, muy característica del
Impresionismo (figura 6).
Por su parte Vincent van Gogh, a finales del siglo
XIX, produjo su más famoso bodegón: Girasoles
o Vaso con quince girasoles (1888); sin embargo
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se le ocurrió pintar acciones cotidianas alrededor
de la alimentación con excelente perspectiva, por
ejemplo: Los comedores de patatas. Es objeto de
gran reconocimiento el manejo de la luz que crea
esa sorprendente perspectiva en bodegones tan
famosos como Naturaleza muerta con uvas, manzanas, limones y pera, Naturaleza muerta con peras,
Naturaleza muerta con cesto de verdura y Naturaleza muerta con verdura y frutas, entre muchas de
sus obras (figura 7).
Figura 7. Vincent van Gogh. Naturaleza muerta con
verdura y frutas. 1885. Museo Nacional Van Gogh
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