EL ESTATUTO JURIDICO DEL BUQUE. I. Introducción Sin lugar a dudas, la noción de buque ocupa una posición central y reviste importancia capital en el Derecho marítimo, el cual tiene por objeto el "conjunto de relaciones jurídicas que nacen en o se desarrollan con el mar"2. El concepto jurídico que se tenga del buque como objeto registral repercutirá inevitablemente en buena parte de las relaciones jurídicas que el Derecho marítimo trata de ordenar y, desde luego, en su acceso e inscripción tanto en el Registro de Bienes Muebles como en el Registro Marítimo. En efecto, el término "buque" admite múltiples significados, siendo necesario elaborar un concepto de buque a través del cual sea posible garantizar un juego armónico de todo un conjunto jurídico que regula la navegación, con todos y cada uno de sus elementos, incluido el registro del buque, surgiendo entonces la dificultad de establecer una noción completa y precisa que afecte al resto de las instituciones, principios y normas del Derecho marítimo, tanto público como privado3. Al examinar las distintas definiciones de buque se comprueba que algunas se limitan a fijar los elementos esenciales que todo buque habría de reunir, mientras que otras optan por una definición más amplia. Como punto de partida, debemos advertir que nuestro Código de comercio -cuyo Libro III (arts. 573 a 869) se ocupa del comercio marítimo- no ofrece definición alguna del buque, ni siquiera en el Título I de dicho Libro, que lleva precisamente por rúbrica "De los buques". Más concretamente, el artículo 573 se limita a referirse a la propiedad de los buques mercantes4 y el artículo 585 se ocupa de la naturaleza jurídica mobiliaria del buque5. Dicha laguna se puede colmar a través de la regulación contenida en el Reglamento del Registro Mercantil de 1956, a la que según veremos queda sujeto el Registro de Bienes Muebles. II. El sistema español de registro de buques A diferencia de otras legislaciones que han optado por un sistema público unitario de registro de buques, nuestro Derecho positivo cuenta con un sistema público de registro que es dual y obligatorio6. Efectivamente, el buque debe estar inscrito primeramente en el Registro Marítimo pero también en el Registro de Bienes Muebles (en adelante, RBM). Y ello teniendo presente que la inscripción en el RBM requiere la previa inscripción del buque en el Registro Marítimo. El Registro Marítimo está formado, en sentido amplio, por el Registro Marítimo ordinario o general (esto es, por el Registro Marítimo Central y los registros de matrícula de cada Capitanía Marítima, anteriormente llamados registros de distritos marítimos)7 y por un Registro Marítimo Especial que es el Registro Especial de Buques y Empresas Navieras de Canarias (en adelante, REBECA). Ese Registro Marítimo ordinario, al igual que el REBECA, tiene carácter administrativo, hallándose regulado en el Real Decreto sobre Abanderamiento, Matriculación de buques y Registro marítimo (RDAb, 1989) y en la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante (LPEMM, 1992). Cabe añadir que los datos relativos a los buques inscritos en los Registros de matrícula tienen acceso al Registro Marítimo Central en la Dirección General de la Marina Mercante, dependiente del Ministerio de Fomento8. Se advierte, por tanto, como ha puesto de manifiesto la doctrina, que el Registro Marítimo se organiza o estructura en un plano doble: uno central (correspondiente al citado Registro Marítimo Central) y otro periférico (correspondiente al de los registros de matrícula llevados en las Capitanías Marítimas y que se completa con el REBECA)9. Por otro lado, a primera vista, en el Registro Marítimo ordinario encontrarían asiento aquellas circunstancias y elementos técnicos que permiten identificar el buque y reconocer al mismo la legitimidad para enarbolar la bandera o pabellón nacional; mientras que en el RBM quedaría constancia de las circunstancias que afectan a la propiedad y a los gravámenes sobre el buque. Sin embargo, la dualidad del sistema público registral se prolonga con una verdadera duplicidad registral por cuanto, como sostiene la doctrina más autorizada, «ni el Registro Administrativo se limita a los aspectos técnicos y de identificación del buque ni el Registro Mercantil se limita a la mención de la propiedad y de los gravámenes sobre el buque», sino que «ambos abarcan los dos tipos de cuestiones»10. A título ilustrativo, podemos destacar el párrafo segundo del artículo 75 de la LPEMM, que ordena dejar constancia en la inscripción de los buques, a los efectos de su identificación, de "los actos y contratos por los que se adquiera o transmita su propiedad [y] los de constitución de hipotecas o imposición de derechos reales...". Exigencias éstas que ya figuran en el artículo 149 del Reglamento del Registro Mercantil de 1956. En el mismo sentido, la Dirección General de los Registros y del Notariado (DGRN) ha dispuesto que la obligación de remisión de datos por parte de los Registradores de Bienes Muebles al Registrador Central de Bienes Muebles "se extiende a las inscripciones y anotaciones practicadas en el Registro de Buques, de manera que el Registro Central deberá tener pleno conocimiento de los siguientes datos: a) Nombre del buque, número OMI (Organización Marítima Internacional), pabellón, arqueo y lista, así como matrícula nacional y NIB (número de identificación del buque), si constan. (...)"11. III. El Registro de Bienes Muebles El Registro de Bienes Muebles (RBM) está integrado por seis secciones, la primera de las cuales tiene por objeto el registro de buques y aeronaves12. Se trata de un registro de titularidades y gravámenes sobre bienes muebles, que tiene carácter mercantil y efectos jurídico privados, quedando sujeto básicamente a las normas contenidas en el RRM de 195613, la Ley 28/1998 de 13 de julio, de Venta a Plazos de Bienes Muebles (LVPbm)14, la Orden del Ministerio de Justicia de 19 de julio de 1999 por la que se aprueba la Ordenanza para el Registro de Venta a Plazos de bienes Muebles (ORVPbm) y el R.D. 1828/1999, de 3 de diciembre, por el que se aprueba el Reglamento del Registro de condiciones generales de la contratación (RRcgc). Esta relación normativa se completa con las Instrucciones de la DGRN. Así, el examen del registro de buques en la correspondiente sección del RBM se ha visto afectado por una Resolución de la DGRN del 11 de abril de 2000 por la que se resuelven determinadas cuestiones derivadas de la creación del RBM, así como por su Instrucción de 26 de abril de 2001, sobre datos a remitir por los Registros de buques al Registro Central de Bienes Muebles15. De ese modo, la sección primera del actual RBM reemplaza al anterior sistema registral mercantil de buques. La Ley 19/1989, de 25 de julio, de reforma parcial y adaptación de la legislación mercantil a las Directivas comunitarias europeas en materia de sociedades dio una nueva redacción al artículo 16 del C. de c., que supuso la desaparición de los buques y aeronaves como objeto de inscripción en el Registro Mercantil, al tiempo que ordenó que los libros registro de buques y aeronaves, llevados hasta entonces en el Registro mercantil, pasasen a constituirse en un registro independiente, aunque regido transitoriamente por la misma normativa -es decir, por el RRM de 1956- hasta que se estableciera un registro de la propiedad mobiliaria, que habría de incluir, entre otros, los libros de buques y aeronaves. La nueva regulación del Registro mercantil supuso una importante ruptura en relación con la situación precedente. Con la exclusión del Registro Mercantil de los libros de buques y aeronaves, el Registro Mercantil se ha quedado como un Registro destinado a la inscripción del empresario individual y social y de los hechos y actos inscribibles que les afecten, fundada en el sistema de folio personal16. Mientras que la inscripción del buque y de los derechos reales se ha independizado, pasando a integrar junto con la inscripción de las aeronaves, la sección primera del nuevo RBM, basada en el sistema de folio real. Así, el Registro Mercantil queda como un registro sustancialmente de personas, hechos y relaciones jurídicas de interés para el tráfico mercantil, desprovisto de la inscripción de bienes como los buques que han desfigurado el significado del Registro Mercantil como registro dirigido a proporcionar a los terceros el conocimiento y la certidumbre sobre los más importantes datos referentes a los sujetos de la actividad mercantil, a sus cambios y mutaciones y a ciertos aspectos del tráfico que realizan17. Su estructura consta de un nivel central único, el Registro de Bienes Muebles Central18, a cargo del Registrador de bienes muebles central y, en el nivel periférico, de los diversos RBM que -hasta que se apruebe la demarcación registral del RBM- quedan a cargo del registrador de la propiedad y mercantil que ostente la competencia19. En concreto, los buques construidos habrán de inscribirse en el RBM que corresponda a la provincia o distrito marítimo en que se hallen matriculados; mientras que los buques en construcción se inscribirán en el Registro correspondiente al lugar en que se construyan. Esta previsión de la Orden que aprueba la ORVPbm20 corrobora lo establecido en el artículo 19 del RDAb21. IV. La noción de buque a los efectos del Registro de Bienes Muebles El artículo 146 del Reglamento del Registro Mercantil de 1956 (en adelante, RRM) dispone que "se reputarán buques, para los efectos del Código de Comercio y de este Reglamento, no sólo las embarcaciones destinadas a la navegación de cabotaje o altura, sino también los diques flotantes, pontones, dragas, gánguiles y cualquier otro aparato flotante destinado o que pueda destinarse a servicios de la industria o comercio marítimo o fluvial"22. A primera vista, parecen ser dos los elementos principales de la noción de buque que resulta del mencionado Reglamento: la flotabilidad y el destino mercantil (que podrá ser efectivo o potencial), siendo irrelevante la potencia y la capacidad de propulsión (propia o prestada por otro artefacto), el arqueo, las dimensiones o el tamaño del aparato flotante de que se trate así como las aguas sobre las cuales discurre la navegación (aguas marítimas o fluviales). Sin embargo, visto más de cerca, en realidad el precepto sólo exige un requisito: el de la flotabilidad, pues el destino mercantil pasa a un segundo plano, desde el momento en que se considera suficiente la potencialidad o eventualidad de semejante destino23. Ello hace que la definición sea extremadamente amplia. En efecto, la definición transcrita excede del significado técnico de buque, ya que «en sentido técnico hablamos del buque para referirnos a cualquier construcción destinada a la navegación marítima o fluvial»24. Se trata asimismo de un concepto sumamente amplio, que ha recibido desde hace tiempo la crítica de la doctrina maritimista25. Así, se ha dicho que nos encontramos ante una definición tan amplia del buque, que extiende el concepto a cualquier aparato flotante, aunque no tenga aptitud para la navegación26. En tal sentido, la definición ha sido objeto de crítica, al decir que «comprende cosas que no son buques y es, además, excesivamente pretenciosa, pues pretende utilizar dicho concepto para los "efectos del Código"», es decir «el concepto así pergeñado desea utilizarse para delimitar el ámbito de aplicación del Derecho marítimo español»27. De igual modo, se ha reprochado la amplitud de la definición y en especial «su afán de servir de interpretación auténtica del Código de Comercio, casi 70 años después de la publicación del Código»28. En cualquier caso, es posible extraer algunas consecuencias de los términos que emplea esa disposición del Reglamento: En primer lugar, el precepto transcrito considera buques, a efectos registrales, tanto las embarcaciones como los aparatos flotantes de todo tipo y tamaño. En efecto, como se ha puesto de relieve, el concepto de buque que ofrece el RRM de 1956 «incluye todos los buques, con cubierta o sin ella, destinados a la navegación extraportuaria o a la navegación portuaria, cualquiera que sea su tonelaje y su eslora». Asimismo «comprende, en su sentido literal al menos, no sólo los que pueden navegar sino también cualquier aparato flotante aunque estén destinados a permanecer en un punto fijo, como puede ser el caso de los diques flotantes, pontones, plataformas de extracción petrolífera...»29. Con igual criterio, otros autores han considerado que en esa definición del buque entran «tanto las embarcaciones (de cualquier tamaño) como los aparatos flotantes (denominados también artefactos navales), quedando excluidos las boyas, balizas y otros medios flotantes de ayudas a la navegación por no ser susceptibles de transportar personas o cosas»30. En lo concierne a los aparatos flotantes, conviene sin embargo tener presente lo que establece nuestro Código civil, en su artículo 334.9º, cuando califica como inmuebles "los diques y construcciones que, aun cuando sean flotantes, estén destinados por su objeto y condiciones a permanecer en un punto fijo de un río, lago o costa". Lo cual lleva aparejada su exclusión de la noción que estamos analizando31. Debemos también poner de manifiesto que el artículo 146 del Reglamento no exige la navegabilidad de la embarcación o aparato de que se trate (entendida como flotabilidad y autonomía de desplazamiento) sino únicamente su flotabilidad y adscripción a un destino mercantil. Esto es, «flotabilidad y navegabilidad no son términos equivalentes»: «la diferencia descansa en que la navegabilidad exige además de la flotabilidad (que pueda mantenerse a flote sin necesidad de apoyo, lo que excluye las instalaciones fijas), el requisito de la autonomía de desplazamiento». Así, se ha afirmado, comparando la definición dada por el RRM de 1956 con aquella otra que ofrece la LPEMM, que el precepto del Reglamento puso término a un prolongado debate anterior acerca de la exigencia de navegabilidad, «manteniendo únicamente el requisito de la flotabilidad, junto al de su destino mercantil»32. Algunos autores consideran que la flotabilidad no es bastante, sino que ha de completarse con otro requerimiento: el de la movilidad, desplazamiento o aptitud para navegar, con medios de propulsión que pueden ser propios del aparato que flota o ajenos al mismo. Así, se ha considerado que es insuficiente el requisito de la flotabilidad, exigido por el artículo 146 del Reglamento del Registro Mercantil de 1956, como elemento caracterizador del concepto de buque, puesto que deberá ir acompañado de la movilidad: «esa movilidad lleva implícita la posibilidad de que la construcción flotante pueda desplazarse por el agua, sea mediante autopropulsión (a motor, a vela o remo...) o heteropropulsión (a remolque, tracción o mediante cualquier tipo de fuerza motriz externa)». De esta manera, se sostiene que semejante capacidad de desplazamiento es "aptitud para navegar", complemento indispensable de la flotabilidad, ya sea con o sin medios propios, con la finalidad de evitar el absurdo de considerar que todo aquello que flota es un buque y debe, en consecuencia, tener acceso al Registro33. Igual conclusión alcanzan otros autores que, al requisito de la flotabilidad, suman -teniendo en cuenta la jurisprudencia que así lo ha entendido- la aptitud o capacidad para navegar, alejando del concepto de buque los artefactos que no flotan, y los que flotan pero carecen de movilidad (diques, bateas, mejillonera, embarcaciones permanentemente amarradas, etc.), es decir los «destinados a permanecer en un punto fijo de un río, lago o costa», que como sabemos y en virtud del artículo 334.9º del Código Civil tienen la consideración de bienes inmuebles34. En segundo lugar, como ya apuntamos antes, el precepto establece que es buque "cualquier... aparato flotante destinado o que pueda destinarse a servicios de la industria o comercio marítimo o fluvial"35. Esta mención ha planteado el problema de determinar qué tipo de embarcaciones queda comprendido en dicho concepto, en atención a su destino o finalidad: si únicamente aquellas embarcaciones y aparatos flotantes que tienen fines mercantiles (finalidad lucrativa) o si quedan incluidas también las embarcaciones de recreo, científicas, deportivas, etc., que no tienen ese destino. Aunque algunos han defendido la exclusión de estas últimas, teniendo en cuenta que el C. de c. contempla el comercio por mar y habla de "buques mercantes"36, la doctrina de forma mayoritaria ha defendido su inclusión en el concepto, no admitiendo como límite el carácter comercial de su destino37. Se ha dicho así que basta que «una embarcación o aparato flotante sea susceptible de ser destinado a la navegación comercial (marítima o fluvial) para que adquiera la condición jurídica de buque»38. En tal sentido debemos tener presente, en lo que concierne a las embarcaciones sin fin lucrativo, que la Dirección General de los Registros y del Notariado (DGRN) estimó que el concepto de buque contenido en el artículo 146 del Reglamento, no es obstáculo para que las embarcaciones de recreo tengan acceso al Registro Mercantil (hoy RBM): "Considerando que, sin embargo, las embarcaciones de la lista 5ª de los Registros de las Comandancias de Marina tienen como fin exclusivo la práctica del deporte sin propósito lucrativo, lo que las aleja de la vida mercantil: ni el propietario tiene la consideración jurídica de armador o comerciante marítimo, ni el buque está destinado al servicio de la industria o comercio marítimo o fluvial (lo cual no hace que, sin embargo, la inscripción en el Registro Mercantil sea imposible, dados los amplios términos del artículo 146 del RRM de 1956)"39. Sin embargo, en opinión de algunos autores, con ese pronunciamiento no se resuelve la discusión entre los partidarios de una noción estricta de buque y aquellos otros que abogan por considerar como buque a toda clase de embarcaciones, puesto que «mientras la primera postura permanece fiel a la concepción del Derecho marítimo contenida en el Código, la segunda se inserta en la órbita de quienes, lege ferenda, propugnan la expansión de sus normas hacia todo el Derecho de la navegación»40. Habría que anotar que, en una Resolución anterior, de 28 de enero de 1969, la DGRN había negado la necesidad de la inscripción obligatoria en el Registro mercantil (actual RBM) de las embarcaciones de recreo y deportivas sin ánimo de lucro. Esta contradicción puede resolverse, como se ha propuesto, diciendo que «la propia Resolución, al citar la inscripción obligatoria, parece distinguir entre buques cuya inscripción es obligada y otros cuya inscripción sería voluntaria, entre los que podrían incluirse los de recreo»41. Por otro lado, el artículo 146 del Reglamento no subordina la noción registral de buque a la realización de una navegación marítima, ya que incluye "no sólo las embarcaciones destinadas a la navegación de cabotaje o altura, sino también... cualquier otro aparato flotante destinado o que pueda destinarse a servicios de la industria o comercio marítimo o fluvial"42. Esta última posibilidad también ha dado lugar divisiones doctrinales, entre los partidarios y los detractores de la inclusión de los buques y embarcaciones fluviales dentro de la noción de buque registrable. En efecto, algunos autores, ateniéndose a la letra del precepto, se decantan por incluir los buques destinados tanto a la navegación marítima como a la navegación fluvial43. Sin embargo, otros autores se amparan en disposiciones específicas del C. de c. y del C.c. y optan así, bien por la exclusión pura y simple entendiendo que sólo cabe integrar en la noción a los buques de mar44, bien defienden una exclusión con matices. En línea con esta última opción, se ha dicho que «el Reglamento de 1956 comprende en el concepto (...) los buques y embarcaciones destinados o que puedan destinarse a los servicios de la industria o del comercio fluvial», pero que se trata de «una expresión que ha de entenderse referida únicamente a los buques que lleven a efecto una navegación mixta o, a lo más, a aquéllos susceptibles de navegar por mar, pero no a las embarcaciones fluviales propiamente dichas»45. A otros autores les parece más sólida la posición que sólo contempla los buques de mar por cuanto el C. de c. «limita su ámbito a la navegación por el mar y sus arts. 349 y 372 someten el transporte y las embarcaciones fluviales a la disciplina del transporte terrestre»46. En cuarto y último lugar, la noción registral de buque comprende todos aquellos que se encuentran en construcción47. Los términos que utiliza el repetido precepto del RRM de 1956 avalan su inclusión, puesto que el artículo 146 retiene, como ya ha sido expuesto, el criterio del destino potencial a la industria o al comercio. Además, la Ley de Hipoteca Naval (LHN) admite la posibilidad de que el propietario o el naviero constituyan una hipoteca naval sobre un buque en construcción, siempre que se proceda a la inscripción previa de su propiedad en el Registro de la provincia en el que el buque se construya y se haya invertido en dicha construcción la tercera parte de la cantidad en que se haya presupuestado el valor total del casco48. V. Consideraciones finales En razón de lo expuesto, podemos afirmar que la noción de buque del RRM, siendo como es de una amplitud extrema, más que definir lo que es un buque establece cuáles son los objetos que obligatoriamente deben registrarse, sin que de ello pueda derivarse que todos los objetos registrables o registrados sean buques. Sin embargo, aún hemos de hacer algunas precisiones en lo que concierne a la inscripción en el RBM de las llamadas plataformas fijas, las embarcaciones deportivas, el abanderamiento provisional de buques extranjeros en el Registro Marítimo español y, finalmente, el abanderamiento de buques españoles en el extranjero. En cuanto a las plataformas fijas, el artículo 8.4. de la LPEMM las define como "todo artefacto o instalación susceptible de realizar operaciones de exploración o de explotación de recursos naturales marítimos o de destinarse a cualesquiera otras actividades, emplazado sobre el lecho de la mar, anclado o apoyado en él". Dado que, como ya fue indicado, las construcciones que son asimiladas por el C.c. a los inmuebles49 acceden al Registro de la Propiedad, no cabe por razones obvias su inscripción en el RBM. Hay que entender, sin embargo, que si las plataformas fijas a las que se refiere la LPEMM no se asimilan a los inmuebles como resultado del artículo 334.9 del C.c., entonces sí acceden al RBM. Pero si se tratara de construcciones (flotantes o no) fijas y destinadas a permanecer en un punto permanente de un río, lago o costa, en este caso son bienes inmuebles por destino y no pueden inscribirse más que en el Registro de la Propiedad50. En cualquier caso, al adherirnos a la concepción amplia e integradora del Derecho marítimo como conjunto de relaciones jurídicas que nacen o se desarrollan con el mar, tanto uno como otro tipo de plataformas fijas (inmuebles y muebles) son objeto de interés y estudio para el Derecho marítimo, a pesar de que su noción y regulación resulte de normas administrativas, mercantiles o civiles. En lo que concierne a las embarcaciones deportivas y de recreo, basta como se ha dicho ya la potencialidad de su destino mercantil para considerarlas como buques. En este sentido, la sentencia de la Sala de lo civil del Tribunal Supremo de 29 de diciembre de 2000, tras decir que tales embarcaciones "han de quedar amparadas por las normas reguladoras del tráfico marítimo", sumándose así a esa concepción amplia del Derecho marítimo, reconoce la calificación de buque "a aquellos aparatos aptos para la navegación y que sirvan de soporte para el ejercicio de actividades (...) aunque las mismas no tengan finalidad lucrativa", entendiendo en consecuencia que la embarcación deportiva denominada Albacor "ha de ser considerada como buque a la que son aplicables las normas del Código de Comercio, entre ellas, el art. 952.1º, que establece la prescripción anual de las acciones nacidas de la reparación del buque"51. Anteriormente, en lo que concierne a las embarcaciones sin fin lucrativo, la DGRN había entendido -como ya expusimos- que el concepto de buque contenido en el artículo 146 del RRM, no era obstáculo para que las embarcaciones de recreo tuviesen acceso al Registro Mercantil, aunque al parecer la diferencia residiría en el carácter potestativo o voluntario, en lugar de obligatorio, de la inscripción en el RBM. En cuanto a los buques extranjeros que han sido objeto de abanderamiento provisional en el Registro Marítimo español, una vez que el Ministerio de Fomento resuelve favorablemente la solicitud de abanderamiento provisional, los buques afectados quedan inscritos o registrados en una "lista especial complementaria" del Registro Marítimo52, y adquieren así la nacionalidad española, habiendo causado baja en el registro marítimo estatal de procedencia. Sin embargo, el buque abanderado provisionalmente en España no es susceptible de asiento en el RBM, puesto que la primera inscripción tiene que ser la de su propiedad, a tenor del RRM53, lo que acarrea graves dificultades en lo concerniente a la eficacia de las garantías reales constituidas sobre el buque que ha sido abanderado provisionalmente54, explicándose así que la doctrina diga de ellos que «se trata de buques de existencia jurídica parcial o incompleta»55. Cabe resumir la situación de tales buques diciendo que «la práctica actual de muchos sistemas jurídicos nacionales se basa en una distinción aparente entre "registro" y "bandera", de forma que el hecho de abanderar el buque provisionalmente (...) no suspende ni anula su registro inicial en el país del propietario. El buque pasa de esta forma a estar doblemente registrado, aunque se estipula y considera que es el Registro de origen ("flagging out") el que determina la propiedad y todo lo relativo a constitución y modificación de derechos reales»56. Siendo eso así, nos suscita una duda, que sólo reflejamos aquí, la Resolución del 11 de abril de 2000, en la que la DGRN señaló que en la sección de Buques del RBM se deben practicar todas las inscripciones de actos y contratos relativas a embarcaciones, con independencia de la lista en la que estén inscritas en el Registro administrativo correspondiente. Para terminar, queda hacer una referencia al abanderamiento inverso, esto es, el de buques españoles en el extranjero y su incidencia en el RBM. Al variar el abanderamiento del buque español y adquirir provisionalmente un pabellón extranjero, el criterio de conexión previsto en el artículo 10.2 del Código civil cambia, de manera que los derechos que se constituyan sobre el buque en esta situación han de quedar sometidos a la ley del lugar de su abanderamiento, aunque no causen baja en el RBM57. María del Pino Domínguez Cabrera. Area de Derecho Mercantil. Profesora Asociada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Notas 1 Profesora de Derecho Mercantil, Facultad de Ciencias Jurídicas, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 2 El profesor Ignacio Arroyo ha formulado una definición que nos presenta el Derecho marítimo como "el conjunto de relaciones jurídicas que nacen en o se desarrollan con el mar"; ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: «Presentación» en ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO y BELTRÁN SÁNCHEZ, EMILIO M. (Directores) La reforma de la legislación marítima, Navarra, 1999, p. 22. En una obra más reciente, el profesor Arroyo Martínez reitera los criterios que delimitan la materia objeto del Derecho marítimo, y permiten afirmar su autonomía y concebirlo en forma amplia como un Derecho general. Dice así que : «el Derecho marítimo es el conjunto de relaciones jurídicas que nacen o se desarrollan con el mar. Por consiguiente, el mar y lo marítimo constituyen los criterios delimitadores de la materia. Esa definición significa reconocer la autonomía de la disciplina, primero en el plano científico y después en los niveles legislativo, judicial y académico o universitario. Y, por otra parte, el Derecho marítimo se concibe como un derecho general que incluye tanto aspectos de Derecho privado como público, nacional e internacional. Esa idea supone una concepción más amplia que la contemplada en los textos positivos (código de comercio principalmente) y en los planes de estudios de nuestras Facultades que trocean el Derecho marítimo entre Derecho mercantil (las relaciones marítimas privadas) y el Derecho internacional público (el denominado Derecho público del mar)». ARROYO MARTÍNEZ, I.: Compendio de Derecho Marítimo, Madrid, 2002, p. 21. Por su parte, el maritimista francés Georges Ripert definió el Derecho marítimo en sentido amplio, como "el conjunto de reglas jurídicas relativas a la navegación en el mar" y, en sentido estricto, como "la parte del Derecho comercial, o mejor dicho, del derecho privado, aplicable a las relaciones que nacen entre los que explotan los navíos y quienes los usan, y especialmente los transportes por mar y los contratos que son su accesorio". RIPERT, GEORGES: Compendio de Derecho Marítimo, Buenos Aires, 1954, p. 11. Además, Rodière y Pontavice integran en el Derecho Marítimo no solamente las operaciones jurídicas a las que da lugar el transporte marítimo, sino también los bienes y personas que participan en las mismas. RODIÈRE, RENÉ y PONTAVICE, EMMANUEL DU: Droit maritime, Précis Dalloz, Paris, 1991, p. 5. 3 El profesor Gabaldón García manifiesta, al abordar el estatuto jurídico del buque en el marco de unas Jornadas sobre la reforma de la legislación marítima, que "el nuevo Derecho de la navegación ha de ofrecer un concepto unificado, común y general de buque, que sirva tanto para las relaciones privadas como de [sic] las públicas nacidas con ocasión de la navegación". GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS: «Estatuto jurídico del buque: privilegios marítimos e hipoteca naval», en ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO y BELTRÁN SÁNCHEZ, EMILIO M. (Directores) La reforma de la legislación marítima, cit., p. 97. 4 Dispone este precepto lo siguiente: "Los buques mercantes constituirán una propiedad que se podrá adquirir y transmitir por cualquiera de los medios reconocidos en el Derecho. La adquisición de un buque deberá constar en documento escrito, el cual no producirá efecto respecto a tercero si no se inscribe en el Registro Mercantil. También se adquirirá la propiedad de un buque por la posesión de buena fe, continuada por tres años, con justo título debidamente registrado. Faltando alguno de estos requisitos, se necesitará la posesión continuada de diez años para adquirir la propiedad. El capitán no podrá adquirir por prescripción el buque que mande". 5 Artículo 585 del C. de c.: "Para todos los efectos del derecho sobre los que no se hiciere modificación o restricción por los preceptos de este Código, seguirán los buques su condición de bienes muebles". 6 Para un completo análisis del registro de buques en el ordenamiento jurídico español, v. DOMÍNGUEZ CABRERA, MARÍA DEL PINO: El Registro de Buques, Tesis Doctoral, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2002, 547 p. 7 El RDAb habla indistintamente de registro de matrícula de buques y de registro del distrito marítimo. Cfr., por ejemplo, los artículos 3 y 7del RDAb. 8 Resulta así del artículo 9 del RDAb, que ordena la incorporación el Registro Marítimo central de "todos los datos de los buques, necesarios para conocer todas las posibilidades de su utilización, así como para poder informar debidamente y proponer la resolución que proceda en las peticiones de cambio de titularidad, dominio, nombre y lista; exportación, desguace, pérdida total por accidente y, en general, cuantas incidencias administrativas puedan ocurrir al buque desde su entrada en servicio hasta su baja del registro". 9 GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la navegación Marítima, Madrid, segunda edición, 2002, p. 212. 10 ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO y GARCÍA GABALDÓN, JOSÉ LUIS: «Abanderamiento y registro de buques y de buques en construcción», Revista de Derecho Marítimo, volumen XI, 1994, p. 438. 11 Numeral 1 de la Instrucción de la DGRN de 26 de abril de 2001, sobre datos a remitir por los Registros de buques al Registro Central de Bienes Muebles. 12 El apdo. 1 de la Disposición adicional única del R.D. 1828/1999 que aprueba el RRcgc crea el RBM, integrado por las siguientes secciones: 1. Sección de Buques y Aeronaves, 2. Sección de Automóviles y otros Vehículos de Motor, 3. Sección de Maquinaria industrial, establecimientos mercantiles y bienes de equipo, 4. Sección de otras Garantías reales, 5. Sección de otros bienes muebles registrables y 6. Sección del Registro de Condiciones Generales de la Contratación. 13 La disposición transitoria decimotercera del RRM de 19 de julio de 1996 dispone que "los Libros de Buques y Aeronaves seguirán llevándose en los Registros a que se refiere el artículo 10 del Reglamento del Registro Mercantil aprobado por Decreto de 14 de diciembre de 1956, hasta la publicación del Reglamento del Registro de Bienes Muebles a que se refiere la disposición final segunda de la Ley 19/1989, de 25 de julio, a cuyo efecto continuarán transitoriamente vigentes los artículos 145 a 190 y concordantes del referido Reglamento del Registro Mercantil". 14 La disposición adicional tercera de la LVPbm anticipó la creación del RBM al disponer que "El Registro de Venta a Plazos de Bienes Muebles se integrará en el futuro Registro de Bienes Muebles, a cargo de los Registradores de la Propiedad y Mercantiles, conforme disponga su Reglamento". 15 Asimismo, la DGRN adoptó el 12 de abril de 2002 una Resolución sobre la interpretación del artículo 98 de la Ley 24/2001, de 27 de diciembre, respecto de los títulos inscribibles en los Registros de la Propiedad, Mercantiles y de Bienes Muebles. 16 Cfr. el artículo 81 del Reglamento de Registro Mercantil de 19 de julio de 1996. 17 Cfr. URÍA, RODRIGO: Derecho Mercantil, vigésimo octava edición, MadridBarcelona, 2002, pp. 75-76; GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la navegación Marítima, cit., pp. 215-218; ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, cit., pp. 347-348. 18 En este Registro central existen a su vez dos secciones: el Registro Central de Venta a Plazos de Bienes Muebles y el Registro Central de Condiciones Generales de la Contratación. 19 Cfr. las disposiciones adicional única, transitoria única y finales segunda y tercera del R.D. 1828/1999, de 3 de diciembre, por el que se aprueba el RRcgc (BOE nº 306, de 23 de diciembre de 1999). 20 Apdo. 4 de la disposición transitoria de la Orden de 19 de julio de 1999, que aprueba la ORVPbm. 21 Según establece el artículo 19 de ese Real Decreto, "La inscripción de buques en el Registro Mercantil se efectuará en el que corresponda a la provincia o distrito marítimo en que se hallen matriculados. Lo mismo se observará respecto de buques en construcción en cuanto al lugar donde se construyan." 22 Reglamento del Registro Mercantil (RRM) de 14 de diciembre de 1956 (BOE nº 66 de 7-3-1957). Los artículos 145 a 190 y concordantes han sido declarados transitoriamente en vigor por la Disposición transitoria decimotercera del Real Decreto 1784/1996, de 19 de julio, que aprueba el Reglamento del Registro Mercantil, vigente hasta no se publique el Reglamento de Registro de Bienes Muebles a que se refiere la Disposición final segunda de la Ley 19/1989, de 25 de julio, de Reforma y Adaptación de la Legislación mercantil a las directivas comunitarias. Para un estudio de los antecedentes, v. RÍOS MOSQUERA, A: «Los Buques ante el Registro Mercantil», Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, tomo XIV (año XVII), enero de 1941, núm. 152, 1941, pp. 1 y ss. Téngase en cuenta que, el sistema español de registro de buques es básicamente doble, porque junto al Registro Marítimo ordinario, de carácter público y administrativo y con efectos básicamente jurídico públicos, existe un Registro de Bienes Muebles (RBM) integrado por seis secciones, la primera de las cuales tiene por objeto el registro de buques y aeronaves. El RBM tiene carácter mercantil y posee efectos jurídicos privados, quedando sujeto básicamente a las normas contenidas en el RRM de 1956, en la Orden del Ministerio de Justicia de 19 de julio de 1999 por la que se aprueba la Ordenanza para el Registro de Venta a Plazos de bienes Muebles (ORVPbm) y en el R.D. 1828/1999 de 3 de diciembre por el que se aprueba el Reglamento del Registro de condiciones generales de la contratación (RRcgc). 23 El profesor Arroyo reduce a uno el número de elementos necesarios para la existencia del buque al cual se refiere el artículo 146 del Reglamento: la flotabilidad. Efectivamente, en su Curso de Derecho Marítimo, el profesor Ignacio Arroyo contempla la flotabilidad como única exigencia, al escribir que: "la finalidad mercantil no debe ser un criterio delimitador de la noción de buque"; "el requisito de la flotabilidad es el único elemento que contempla el reglamento"; "ni la finalidad lucrativa ni el tipo de navegación son criterios excluyentes". ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, Barcelona, 2001, pp. 336, 337 y 338. En el mismo sentido, v. ALONSO ESPINOSA, FRANCISCO JOSÉ: «Marina Mercante, Buque y Naviero en la Ley 27/1992», Revista de Derecho Mercantil, núm. 225, 1997, p.1251. 24 URÍA, RODRIGO: Derecho Mercantil, cit., p. 1101. El profesor Arroyo señala igualmente que «no ha de extrañar [...] que en sentido técnico se considere buque cualquier construcción destinada a la navegación acuática (marítima, fluvial o lagunar)». ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, cit., p. 336. Entiende el profesor Rueda que la noción de buque contenida en dicho precepto "sobrepasa la órbita propia a la que se circunscribe el concepto técnico y, por otro, la pretensión de ampliar el ámbito de aplicación del Derecho marítimo al tráfico fluvial". RUEDA MARTÍNEZ, JOSÉ ALEJO: "Artículo 585", en SALA REIXACHS, Alberto (director), BALDÓ DEL CASTAÑO, Vicente, y RUEDA MARTÍNEZ, José Alejo (coordinadores): Comentarios al Código de Comercio. Doctrina y Jurisprudencia adaptadas a la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, tomo III, Barcelona, 2002, p. 1714. 25 Cfr. RUBIO GARCÍA MINA, JESÚS: «Algunos comentarios al artículo 146 del Reglamento del Registro Mercantil», Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, 1966, núm. 454, pp. 593-594. 26 URÍA, RODRIGO: Derecho Mercantil, cit., p. 1102; JIMÉNEZ SÁNCHEZ, GUILLERMO J. (coordinador): Lecciones de Derecho mercantil, octava edición, Madrid, 2003, p. 508. 27 BROSETA PONT, MANUEL: Manual de Derecho Mercantil, décima edición, Madrid, 1994, p. 806. 28 VICENT CHULIÁ, FRANCISCO: Introducción al Derecho Mercantil, séptima edición, 1994, p. 582. 29 MATILLA ALEGRE, RAFAEL: El naviero y sus auxiliares. El buque, Barcelona, 1995, p. 122. 30 GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la Navegación Marítima, cit., pp. 207-208. 31 Alonso Casado se refiere, como ejemplo, a la batea o vivero flotantes diciendo que «en sí considerado no es bien inmueble, pero adquiere tal carácter por incorporación al permanecer unido de manera fija a las aguas públicas, cuyo aprovechamiento se adquiere por concesión, según el artículo 409 del Código civil, y tiene la consideración de inmueble». ALONSO CASADO, JOSÉ: «Aparato flotante inscrito en el Registro de la Propiedad», Anuario de Derecho Marítimo, vol. V, 1986, p. 194. 32 Cfr. ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: «Reflexiones en torno a la Ley de Puertos del Estado y Marina Mercante», Anuario de Derecho Marítimo, volumen XI, 1994, pp. 51 a 54. Sin embargo, con posterioridad, el profesor Arroyo reduce a uno el número de elementos necesarios para la existencia del buque al cual se refiere el artículo 146 del Reglamento: la flotabilidad. Efectivamente, en su Curso de Derecho Marítimo, el profesor Ignacio Arroyo contempla la flotabilidad como única exigencia, al escribir que: "la finalidad mercantil no debe ser un criterio delimitador de la noción de buque"; "el requisito de la flotabilidad es el único elemento que contempla el reglamento"; "ni la finalidad lucrativa ni el tipo de navegación son criterios excluyentes". ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, cit., pp. 336, 337 y 338. 33 Cfr. ALONSO LEDESMA, CARMEN: «El Estatuto Jurídico del Buque», en EIZAGUIRRE, JOSÉ MARÍA DE (Coordinador): IV Jornadas de Derecho Marítimo de San Sebastián (San Sebastián, 23 y 24 de mayo de 1996), ed. Librería Carmelo, Donostia, 1997, pp. 31-32. 34 GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS Y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la Navegación Marítima, cit., p. 208. 35 García Villaverde señala que la frase "que pueda destinarse" permite deducir «la comprensión en el concepto de buque de aquellos que se dedican a fines distintos de los comerciales e industriales. En definitiva, lo que se ha hecho es resolver formalmente un problema histórico de interpretación que tiene como finalidad algo tan razonable como es someter los mismos objetos de la realidad al mismo régimen jurídico». GARCÍA VILLAVERDE, R.: «Buque», en MASCAREÑAS, CARLOS E. (Director): Nueva Enciclopedia Jurídica, tomo I, Barcelona, 1983, pp. 851 y ss. 36 A título meramente ilustrativo, cabe citar al profesor Sánchez Calero quien parece optar por un concepto estricto de buque, puesto que entiende que al exigirse al buque que se dedique a servicios de la industria o el comercio, lo que parece es que quedan excluidas las embarcaciones con otro destino, como las de recreo, recobrando su amplitud si se piensa en otros aparatos (fábricas flotantes, plataformas, etc.). SÁNCHEZ CALERO, FERNANDO: Instituciones de Derecho Mercantil, volumen II, vigésima quinta edición, Madrid, 2003, p. 512. Cfr. asimismo la exposición realizada por Gabaldón García y Ruiz Soroa acerca de los autores que defienden una concepción estricta. GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS Y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la Navegación Marítima, cit., p. 208. 37 Como ya fue expuesto, el profesor Arroyo Martínez sostiene que "la finalidad mercantil no debe ser un criterio delimitador de la noción de buque". ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, cit., pp. 337. 38 URÍA, RODRIGO: Derecho Mercantil, cit., p. 1102. En igual sentido, Matilla Alegre estima que «para el Reglamento del Registro Mercantil de 1956, los buques (...) no son solamente los que estén destinados al servicio de una actividad industrial o mercantil, sino también los que puedan estarlo». MATILLA ALEGRE, RAFAEL: El naviero y sus auxiliares. El buque, cit., p. 123. En la misma línea, señala Broseta Pont que «el artículo 146 no exige que el buque se destine efectivamente a actividades mercantiles, sino que basta (para ser considerado buque, a los efectos del Código y del RRM) que a ellas pueda destinarse, cosa que permite calificar de buque a los que realizan otras actividades diversas no lucrativas». BROSETA PONT, MANUEL: Manual de Derecho Mercantil, cit., p. 807. Vid. asimismo ALONSO LEDESMA, CARMEN: "El Estatuto Jurídico del Buque", cit., pp. 35-36. 39 Resolución de fecha 25 de julio de 1989 (la referencia a la lista 5ª debe entenderse referida en la actualidad a la lista 7ª e, igualmente, la mención de las Comandancias de marina corresponde hoy a las Capitanías marítimas). 40 GABALDÓN GARCÍA JOSÉ LUIS y RUIZ SOROA JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la Navegación Marítima, cit., p. 208. 41 ALBERT PIÑOLE, ENRIQUE: «Reflexiones en torno al Registro de buques», Anuario de Derecho Marítimo, vol. XIV, 1997, p. 411. 42 «(...) la mención de "los diques flotantes, pontones, dragas, gánguiles y cualquier otro aparato flotante" (...) lo primero que hay que tener en cuenta es que no se trata de buques, sino de otros aparatos que se asimilan a los buques a los efectos de extenderles el régimen jurídico previsto para ellos». GARCÍA VILLAVERDE, R.: «Buque», en MASCAREÑAS, CARLOS E. (Director): Nueva Enciclopedia Jurídica, cit., p. 855. 43 Dice Uría que «basta, pues, que una embarcación o aparato flotante sea susceptible de ser destinado a la navegación comercial (marítima o fluvial) para que adquiera la condición jurídica de buque». URÍA, RODRIGO: Derecho Mercantil, cit., p. 1102. El profesor Arroyo también defiende la inclusión, en los términos que siguen: «los buques (...) destinados a la navegación en aguas interiores y fluviales se consideran buques y pueden ser objeto de inscripción» ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, cit., p. 338. La profesora Alonso Ledesma parece defender también la inclusión de los buques fluviales en la noción amplia que resulta del Reglamento del Registro mercantil. Cfr. ALONSO LEDESMA, CARMEN: «El Estatuto Jurídico del Buque», cit., p. 39. 44 Para Broseta Pont «el precepto parece manifestar el intento de unificar dentro de un único Derecho de la navegación a la que se realiza por aguas interiores y por el mar». Aunque ante la pregunta que plantea sobre si se puede aceptar esta unificación por un simple precepto reglamentario, contesta negativamente: «según lo dispuesto por el artículo 1.601 del Código Civil, por el artículo 349 del Código de comercio (que asimila el transporte fluvial al terrestre) y porque un simple precepto reglamentario no puede producir tan enérgicos efectos normativos. La declaración al efecto del artículo 146 del RRM posee un valor puramente programático con pretensiones innovadoras». BROSETA PONT, MANUEL: Manual de Derecho Mercantil, cit., p. 808. 45 MATILLA ALEGRE, RAFAEL: El naviero y sus auxiliares. El buque, cit., p. 123. El fundamento empleado es el siguiente: «la navegación marítima y la navegación fluvial, en la mayoría de las legislaciones suponen (...) dos sistemas normativos diferentes, como es el caso del Derecho español en el que, al transporte por aguas interiores, se aplican normas distintas (349 del C. de c.); y, porque estos buques no tienen acceso al Registro Mercantil (arts. 149 a 151) sin la inscripción previa en el Registro Administrativo de buques y empresas navieras en el que no pueden entenderse inscribibles dado que los encargados de éste carecen de jurisdicción sobre tales aguas». Ibíd. 46 GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS Y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la Navegación Marítima, cit., p. 209. Ambos autores señalan además que el Reglamento de Registro mercantil «no puede válidamente contrariar las disposiciones del Código. Además, para llegar al RM [Registro mercantil] debe el buque inscribirse previamente en el Registro Marítimo y éste no contempla la inscripción de buques fluviales». Ibíd., pp. 172-173. En el mismo sentido el profesor Rueda Martínez señala que, "por lo que se refiere a los efectos del propio reglamento, sus artículos 149 y 150 advierten la imposibilidad de registrar un en buque en el Registro Mercantil si no se halla previamente inscrito en la matrícula de la Comandancia de Marina, y las autoridades marítimas no concederán el certificado de matrícula o asiento de una embarcación fluvial porque no tienen atribuciones para hacerlo, por lo que en este aspecto tampoco puede atribuírsele ningún valor". RUEDA MARTÍNEZ, JOSÉ ALEJO: "Artículo 585", SALA REIXACHS, Alberto (director), BALDÓ DEL CASTAÑO, Vicente, y RUEDA MARTÍNEZ, José Alejo (coordinadores): Comentarios al Código de Comercio. Doctrina y Jurisprudencia adaptadas a la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, cit., p. 1715. Cfr. asimismo RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho Marítimo: El buque, el naviero, personal auxiliar, Oñati, 1990, pp. 18-19. 47 Dos son las modalidades básicas en el campo de la contratación de construcción de buques: la construcción por economía, realizada por cuenta del constructor y la construcción por empresa, realizada por el constructor pero por cuenta de otra persona, quedando unidos mediante un contrato. Sobre esta cuestión, hay que mencionar el estudio específico realizado por el profesor Menéndez, quien señala: «es el dato de la construcción por cuenta propia o ajena el que nos sirve de base para la delimitación de la figura: la construcción de un buque por cuenta de la misma persona que piensa en su enajenación o simplemente en su explotación posterior queda al margen del contrato de construcción; sólo en los supuestos de construcción por cuenta de otra persona y mediante precio (construcción por empresa) se dará esa modalidad contractual». Así, Menéndez mantiene que el contrato de construcción con materiales proporcionados por el comitente y el contrato de construcción con suministro de materiales por parte del mismo constructor se configuran como contratos de arrendamiento de obra. MENÉNDEZ MENÉNDEZ, AURELIO: «La naturaleza jurídica del contrato de construcción de buques», Revista de Derecho Mercantil, vol. XXV, núm. 68, 1958, pp. 299 y ss. V. también ESPERANZA MARTÍNEZ-RADÍO, ANTONIO DE LA: «Construcción de buque con materiales proporcionados por el comitente. Su propiedad. La entrega como acto de administración», Revista de Derecho Mercantil, vol. XXVI, núm. 89, julio-septiembre 1963, pp. 415 y ss. 48 Cfr. los artículos 5 (párrafos tercero y cuatro) y 16 de LHN de 21 de agosto de 1893, relativos a los requisitos a cumplir para poder constituir una hipoteca sobre el buque en construcción, motivo que permite su consideración de buque partiendo del artículo 146 del RRM de 1956. Sobre el particular, v. ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, cit., pp. 338 y 351-352, del mismo autor ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: "Estatuto jurídico del buque y de la aeronave" en MENÉNDEZ, AURELIO (director): Lecciones de derecho mercantil, Madrid, primera edición, 2003, p. 934, así como GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS Y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la Navegación Marítima, cit., p. 209 y 218-219. V. asimismo GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS: «Estatuto jurídico del buque: privilegios marítimos e hipoteca naval», cit., p. 97. 49 Artículo 334.9 del C.c.: "Son bienes inmuebles: (...) 9º. Los diques y construcciones que, aun cuando sean flotantes, estén destinados por su objeto y condiciones a permanecer en un punto fijo de un río, lago o costa". 50 Para un análisis más exhaustivo de esta cuestión, véase DOMÍNGUEZ CABRERA, MARÍA DEL PINO: El Registro de Buques, cit., pp. 459-460. 51 Fundamento de derecho segundo de la Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de diciembre de 2000. Al oponerse a una interpretación restrictiva del concepto de buque que aparece en el artículo 146 del RRM, el Tribunal Supremo se adhiere en la sentencia a un concepto amplio de buque y del Derecho marítimo. En efecto, dice el TS que "la doctrina moderna tiene un concepto más amplio del Derecho marítimo que se extiende a otras actividades, incluso con finalidad no lucrativa, como son la pesca, turismo, estudios oceanográficos, ecología, etc., a las que se entiende son aplicables las normas reguladoras de la navegación marítima. Esta concepción amplia tiene su reflejo en el concepto de buque (...). De otra parte, ha de acudirse al criterio interpretativo del art. 3.1 del Código Civil, teniendo en cuenta que la realidad social actual impone una ampliación del ámbito de la actividad marítima que, si al tiempo de la promulgación del Código de Comercio se limitaba al transporte de personas y cosas como actividades con ánimo de lucro, en la actualidad se extiende a otras actividades desconocidas en aquella época y que han de quedar amparadas por las normas reguladoras del tráfico marítimo (...)" (fundamento de derecho segundo). 52 Sobre esta clase de abanderamiento, v. los artículos 4, 13.4 y 22.2 del RDAb. 53 Artículo 149.1 del RRM de 1956: "La primera inscripción de los buques será la de propiedad de los mismos. Esta inscripción se practicará presentando en el Registro Mercantil copia certificada de la matrícula o asiento del buque...". 54 GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la navegación Marítima, cit., p. 229. 55 RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho Marítimo: El buque, el naviero, personal auxiliar, cit., p. 34. 56 57 Ibíd., nota 7-bis, al pie de las pp. 33-34. En tal sentido, v. GABALDÓN GARCÍA, JOSÉ LUIS y RUIZ SOROA, JOSÉ MARÍA: Manual de Derecho de la navegación Marítima, cit., p. 230; así como ARROYO MARTÍNEZ, IGNACIO: Curso de Derecho Marítimo, cit., pp. 344.