Apuntes sobre legislación de tierras baldías

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Rl<~PCBLICA
nl<~ COLO~1 HIA
[8lf&I8 IIYOI DE nUISlU SEBol1 DR _
Apuntes sobre legislación
DE
r¡~rras ~a'días
Jo~é
M9nta¿VO
ftnton¡o
<:o~~~¡ald~ liúm~ro
(Tesis ,mentada para obteDer el títule de DoUar eD Jutlspradelil)
BOGO"rA
Tipografía Augusta, contiguo al Palacio Municipal
~M~~~T
IlBUOTECA
LA REPUBLlCA
lUIS·ANGEl
AIlAHGO
Esta tesis se publica en cumplimiento del artículn 9,° del Acuerùo
número2.o
Consiliatura
de 1909, expedido por la
del Colegio Mayor
ùe
Nues tra Señora del Rosario, «sobre
colacion de grados ".
Indice
Páginas:
Dedicatoria.
Informe del Presidente
Introducción
de Tesis.
CA PITULO I. Noción histÓrica y jurídica de la propiedad de los baldíos
ARTICULO ].0 Teoría
ARTICULO 2.° Derecho Español
ARTICULO 3." Derecho
Colombiano
CAPITULO II. Legislación colombiana
sobre baldíos
a) Aplicacir)n de los baldios: como
asignaciones a los militares
b) Para promover y fomentar 1,\ imigración de extranjeros
e) Para fomentar la reducción de los
indígenas a la vida civiliz2da y la
formación de nuevas poblaciones
d) Para auxilio a las obras públicas,
ferrocarriles, caminos etc.
12
17
17
22
27
31
32
32
33
36
e) Para el pago de la deuda- pública
y como recurso fiscal
Para los cultivadores y colonos
Leyes sobre la materia en genera I
f)
CAPITULO
III. Nuestra tesis
CAPITULO
§ l."
§ 2.°
§ 3.°
§ 4.
Q
46
t.
El· problema de los
baldíos en Colombia
ARTICULO 2.° Posibles soluciones
Aspecto social de la cuestión
Aspecto económico y fiscal
Aspecto legal
Conclusiones
ARTICULO
40
41
43
O
47
48
49
53
57
63
IV. Legislación vigente sobre
tierras baldías, procedimiento para obtener la adjudicación yarrendamiento de bosques nacionales
Introducción
ARTICULO 1.° Principios generales
ARTICULO 2.° Procedimiento para
obtener la adjudicación de terrenos baldíos
Aplicación de los baldíos al fomento de obras públicas
Baldíos destinados a servicio pLÍblico
Adqu'sición de los baldios por cultivadores
Adjudicatarios de minas en baldíos
§ 5. Adquisición de baldíos por titulos
de concesión
64
64
66
69
69
69
70
72
Q
Bosques existentes en baldios
73
74
ARTICULO
3.° Algunas
clle~ti()ne~
prácticas
75
1.
Què es terreno baldío
75
II.
Cuál es el modo legal y cuál es el
título por
los cuales se adquieren
los haldíos
77
III.
Derechos de los cultivadores
77
IV.
¿Los derechos cie los cultivadores
son enajenables
V.
Imprescriptibilidad
VI. ¿ Hoy pueden
a título de venta?
79
de los baldios
79
los extranjeros
ad-
quirir baldíos en la regiÓn del Chocó y del Darién?
8\
Dedico este modesto trabajo
a la memoria de mis padres y a
los señores Doctor don Rafael
Maria Carrasqllil/a y don José
Posada Tavera por carÙ70 y
profunda l!ratitud.
ilrm ITCO)IFIITffi ~
Señor Rector del Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario-E.
S. D.
El señor jos¿ Antonio Montalva, distinguido
alumno de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas establecida en el Colegio al digno cargo de V. S.,
se propone coronar su carrera con la presentación del
examen final de grado que le dé derecho a alcanzar
la borla de doctor de la mencionada Facultad; yal
efecto ha presentado la respectiva tesis reglamentaria,
(lue ha venido a mi estudio en mi carácter de presidente, por designación con que el señor Montalva ljuiso distinguirme.
El trabajo en referencia llena cU'n)lida71:!ntzlos
requisitos que para los de
Sil
clase exige el reglamen-
to de la Facultad, y es una buena muestra de los conocimientos que en las diferentes ramas de la ciencia
del Derecho ha logrado acopiar el postulante merced
a su consagración yaventajadas
dotes intelectuales.
Versa la tesis del señor Montalva sobre la interesantisima materiO'de las tierras baldías, base de la
futura prosperidad y engrandecimiento de paises que
como el nuestro
disponen de extensos territorios
pertenecientEs a la ccmunidad y de cUJa justiciera y
atinada adjudicación pende la solución de intrincados
problemas sociales que serían más tarde para Colombia rémora de su adelanto y causas de profunda perturbación en su ordenado funcionamiento.
El señor Montalva estudia el asunto desde el
punto de vista teórico y práctico, filosófico e histórico,
y propone las soluciones que a su juicio serán más
acertadas, siendo de notarse la parte de su trabajo
relativa a la legislación colombiana, por el esfuerzo
personal que revela, por el método
y
orden que ha lo-
grado establecer y por la indudable utilidad que pres-
fará a todos los que deseen transitar por aquel inttincad() sendero, inclusive a nuestros futuros legisladores.
Por todo la expuesto conceptúo que la tesis del
señal Montalva acredita de modo palmario que su aufor está superabundantemente preparado para presentar el examen que solicita y alcanzar el título a que
aspira.
Soy de V. S. muy atento y respetuoso servidar,
MIGUEL
ABADIA MENDEZ
lntroduee¡oíl
La cuestiÓn de las tierras baldías ha sido en Colombia materia de muchísimas leyes; sin embargo,
poco se ha estudiado el asunto y no sabemos que se
haya escrito nada acerca de él. (1)
Apenas hay varias compilaciones de leyes y disposiciones sohre la manera de adquirir tierras baldías. Nos
parecen entre todas las más dignas de mención: las del
doctor Vicente Olarte Camacho (1895, 1902 Y 1913)
quien es de las poquísimas per~f)nas que entre nosotros laboran sobre la materia; la publicada en 1884
como edición oficial, hecha por los señores Facundo
Mutis y Julio Liévano, empleados de la Secretaría de
Hacienda de la República, y la del doctor Julián Restrepo Hernádez, que hace parte de la Codificación
Cundinamarquesa
(Tratado IX). Esta tamhién es edici6n ofidal, y contiene todas las disposiciones vigentes sobre tierras baldías hasta el año de 1900. Se
distingue por la clasificaciÓn científica con que se or(1) Ni aùn la propaganda. que suele ser medio eficaz pua atraer
capitales
y hrazos ha sido ejercida por los colombianos rèspectl) de
nuestra Patria. Más bien en el extranjero se ha escrito sobre Colnlllhia.
Es di~nu LIe mención el lihro titulad\1 •.Colomhid"
by Phanar
James éder, editado reciE'ntemcnte t'n I\lJl'l'il Y(¡rk, ell donLle se hacc
importante
alusión a nuestrO.i baldíos COIllU puede verse cn la págilla /8U.
EIl la Argentina
cscribió el señor Guillermo
Ancizar Sal11per, un
folleto
titulado
.ContribuciÓn
al estudio de una legislación de baldíos
y de colonización
en Colomhia.»
Esta obra es de indole distinta a la
quc anima nuestro mode~to estudio: con laudable interés quc nos induce a imitar, estudia el autfr la reglamentaciÓn del asunto de haldios
en la Argentina y desea su implantación
Cil C¡'¡ombia, COli léS variantes
dd caso. Varias veces la helllos consultado y usamos de 1" facultad
que Sil autor concede en la portada.
- ~4denó. A su autor le debemos nuestra iniciaciÓn en fa
materia y el haberla escogido como punto de tesis.
Justo es que en la primicia de nuestras labores estudiantiles rindamos testimonio de admiración y de gratitud al sabio Profesor.
La novedad del asunto creemos que debe ser
excusa de los muchos defectos de que adolezca este
trabajo, pues Ja misma carencia de estudios sobre
baldíos nos sugirió el método que debíamos seguir.
¿ Qué d{r. cha tiene el Estado sobre las tierras
baldías? He ahí la primera cuestión que nos propusimos indagar, cuestión más difícil de la que parece y
que da margen a distintas consecuencias prácticas
según como sea resuelta. Insinuamos la idea de que
los gobiernos no Henen ni el dominio privado, ni el
eminente sobre las tierras baldías, sino que éstas son
propiedad general o comunal. Claro que la exponemos con temor y desconfianza, porque precisamente
nuestra Legislacíón ha optado siempre por los sistemas que nosotros combatimos.
Procuramos buscar las leyes principales que se
han expedido en Colombia acerca de esta materia,
rastreando su historia en el Derecho Español, fuente
del nuestro y la interpretación de las tendencias que
orientaron a la Madrt~ Patria y luégo al Legislador
colombiano:
vasto campo para la .critica, por cuanto
aquéllas han sido opuestas en ocasiones y qu.izá p~
cas veces acertadas.
Mucho hemos pensado por qué un problema de
importancia capital, como es el de los baldios no se
ha discutido mucho por la prensa y no ha sido objeto
de múltiples escritos. Y no hemos querido darnos una
respuesta satisfactoria a esa pregunta.
Ni los congresos ni los gobiernos se preocupan
por darle unidad y desarrollo a un plan de administración y colonización de los baldíos y son flagrantes
las contradicciones en que han incurrido nuestros Ministros de Hacienda en sus informes y memorias. Afirma uno que los baldíos son una grade esperanza para
Cùlombia; sostiene otro que SOllcosa inútil; mientras
-
15-
el primero opina que deben concederse sin reservas, el
segundo cree que la mejor es limitar las cO:lcesiones.
En suma, no se han fijado ddinitivamente
las ideas.
Parece quel a Dios gracias, vamos saliendo del período revoltoso de nuestra furr.lación y estamos convencidos de que uno de los caminos más eficaces para
lograr nuestro ideal de progreso y bienestar es el de
la buena aplicaciàn de 105 baldio~. Y como todos estamos obligados a prestar nuestro contingente, por
humilde que sea, a fin de adelantar esa grande obra,
110 hemos
vacilad') nosotros en proponer los cami110S que a nu;:stro inexperti) juicio podrían servir a
ella. fdiccs
si acertamos siquiera a dar la voz de
llamada para que los entendidos afronten el problema
y lo resuelvan.
Pero todo esto es teoría y resultaria inùtil en la
práctica si se estudiara solamente la que ha sido
lluestra legislación de baldíos y 10 que podría ser, no
lo que es. Con el fin de evitar ese inconvenienteindicamas en esta tesis las disposiciones legales que rigen
Iloy, tanto en el derecho como en el procedimiento que
debe seguirse en la adjudicación de tierras baldías,
puntos a los cuales nos atrevemos a hacer algunas
anotacione~, pero que bien merecerían, por suimpor··
tancia juridica, ser tratados hábil y extensamente.
Nos parece que no hay en Colombia ni doctriua
ni jurisprudencia acerca del ramo de baldíos y por eso
no las citamos. Las memorias de los Ministros de
Hacienda y de fomento, que pudimos consultar casi
todas y de las cuales hablaremos algunas veces, es la
único que existe como doctrina. Y como precedente,
unas pocas providencias de los gobiernos, conocidas
ùe todos porque se insertan generalmente en las compilaciones de leyes y decretos.
No concluiremos este trabajo con un proyecto de
ley, porque consideramos
que es insuficiente para
sustentarlo; y porque si algunos conocimientos hemos
logrado adquirir sobre baldíos, sólo el trajín de la
práctic~ autoriza para formular conclusiones particularizadas y completas. Unicamente estudiamos puntos
de vísta generales.
~
1ft -
Además, el aspecto jurídico de la cuestión, que
es el que propiamtnte nos atañe, sólo debe comprender la noción filosófica de la propiedad de los baldíos
y la noticia sabre práctica tradicional, con el análisis
que sea del caso. La cuestión económica habría de
abarcar datos estadísticos suficientes: situaciones, c1i~
mas, productos, estaciones etc.
Relacionados con los baldíos hay muchos puntos
que por sí solos darían materia para ser extensamente
tratados: tales son el de los bosques nacionales, el de
las minas situadas en baldíos, el' de la colonización etc.
Por la naturaleza misma de nuestra tesis no nos ,atrevimos a tratar de ellos.
Es "de presumirse que preparado el asunto por
individuos que se ocupen en distintas materias, al someterlo a un Congreso, en él ha de"'haber repr~sentantes de todas las actividades y éonocimientos, que
sabrán medir y resolver el problema.
En cuanto a nosotros se refiere, aliéntanos en
esta insignificante y ardua labor ~I recuerdo de que
no escribimos una obra científica a la cual pueda exigirse profundidad y exactitud, sino sólo el modesto
trabajo que un estudiante tiene obligaciÓn de presentar para ser ~dmitido al examen de grado ..
Si alguien encontrare en él un dato útil, ulla observación no desprovista de acierto, no lo atribuya al
graduando, 'quien s610 prohíja los errores y defectos
de su te~is, sino al inolvidable y glorioso Claustro del
Rosario que inculca la ciencia en cuantos puede y en
todos Ids que pasan por sus aulas infunde el amor
entraftable de la Patria yet deseo de servirla.
r-e!'~--I"
Capítulo
NQCION HISTORICA
1.
y JURIDICA DE LA PROPIl:.DAD
DE BALDlOS
El estudio del derecho de propiedad puede ya
considerarse CO:ll0 uno de los lu[ares comunes de la jurtsprudencia. Desde el más encumbrado tratadista de
Fi!osofia del Derecho hasta el simple estudiante, se preocupan todos por desentrañar los orígenes de la propiedad, su fundamento, los modos de adquirirla, las
consecuencias jurídicas y sociales del derecho que engendra. Sobra por la misTl}.ocualquiera noción general
que acerca de ella quisiéramos exponer, y por la mis1110 sólo la estudiaremos
en cuanto se hace indispensable para tratar uno de nuestros grandes e inexplorados problemas nacionales: las tierras baldías (1).
AfHICULO
1.°_ - Teoria.
Sabido es, que los primeros hombres del mundo
tornaron para sí los elementos necesarios a su existencia y desarrollo; que las propiedades comunales se
fueroll distribuyendo
luégo entre las familias y después entre las tribus, y que el fenómeno de la apropiaciÚn individual es tan antiguo como el hombre
mismo (2).
(1) Parece que baldlo viene de la V07. castellana anticuada balda
precio o de pQcu provecho;
quizá proced~
'-lUt signifi.ca cosa de poco
<le la arablga
ba/t.
(2) Cf. Lapropied.d p(~ L. Garriguet,
Cap.IV.
-
18 -
La ocupaciÓ~,de Jas cosas ':y-la suhsiguier.te p'Osesión de ellas es el modoporigi,,¿lrio por excelencia
de adquirir la propiedad; originario en oposición a los
derivativos, de los cuales la TRADICION sólo surgi()
indudablemente COll el comercio; la HERG,CI:\, con la
consagración de las leyes naturales en forma de mandatos en las leyes humanas positivas; y la PRESCRIPCION, con el avance de las costul11bre~ y de las legi3laciones.
Este mismo proceso se ha repetido en el curso
de los siglos, cada vez que las circunstancias se presentan como en los orígenes de las familias y de los
pueblos.
Cuando una inv~siÓn de hombres llega a una comarca inmensa y despoblada,
sienta sus moradas y
establece viviendas,
surge naturalmente la divisiÓn
y repartición de los medios de subsistencia, y en primer lugar de los terrenos, elemento del trabajo y origen de la riqueza.
Tal sucediÓ en épocas de gran revolucion del
mundo, ya con el movimiento deJas nacioncs"asiáticas, ya con las irrupciones de los bárbaros cn Eurupa, ya, más tarde, con las grandes conquist3s adelantadas en el mundo americano.
Mas al ocupar los pueblos una extensión para
establecerse y constituír nacionalidades, la despropÓr,ción entre el terreno y los hab;tantes, así como también las distintas condiciones de aquél, hacen que grandes comarcas queden inhabitadas, a merced del primer ocupante en un principio, a disposición del soberano luégo, quien fija los derechos que s0bre ellas tengan los individuos.
Pero ese derecho del soberalw
sobre las tierras no ocupadas es de naturaleza particular, materia de controversias cuando se ha tratado
de las minas, y que puede serio también en tratándose de las tierras incultas y nO apropiadas: el desprecio y la indiferencia con que se la5 ha mirado, ~on la
causa de que tal punto de derecho abstracto y de consecuencias prácticas no se haya ,debatido ahincadamente entre los juristas.
'
La explicación más clara gue<~epresenta acerca de
-
19-
la naturaleza del derecho que el soberano tiene sobre
los baldíos es la del dominio eminente, esto es, un derecho anterior y superior al de los particulares,
en
virtud del cllal disfruta de la propiedad pública y dispone, como lo cree conveniente, de las tierras no
apropiadas,
las minas, el régimen de las aguas,
etc. (1).
esta explicación a teoría no parece justa, porque
no se ve el origen de ese derecho superior: el deredw de propiedad
existió antes que el Estado, y él
está en la obligación sagrada de reconocer y respetar
lu:; derechos de los particulares (2).
Otra tesis es la de que el Estado es así como tutor de la riqueza pública, y que por lo mismo está eli
Sll derecho el de velar porque gocen de los suyos los
individuos y porque aumente el bienestar social (3).
Solución fácil ésta, respetable como toda teoría,
pero que en nuestro humilde parecer no puede aceptarsc. La idea de que el Estado es así como un tutor
revive los principios de Derecho Público y Privado dè
la Edad ¡''''edia: como dispensador de riquezas, vendría a ser una instituciÚn empírica, y que llevada a la
pr<ictica sería el socialismo, perjudicial como toda doc.,..
trina extremada.' Además, siendo un principio de del'cella universal el de que nadie puede transmitir lo que
no es suyo, nemo dat quo non habet, ¿ como podría admitirse que un particular que adquiera tierras baldías
por la entrega que le hace el Estado es propietario
regular, cuando las ha recibido de quien no es dueño
verdadero, a nr)fl domino?
Dicen otros que el soberano o la nación tiene sobre los baldíos una propiedad privada, como persona
(l) Pa,;cuale Fjore, Derecho Internacional Público, Tomo l,
Pilg. 36\ Y siguientes.
(2) Derecho Internacional Privado por Julian Restrepo Hernández, pago 171 : .POI esto lus hombres han necesitado naturalmente,
no
,;Úio de la sociedad, :.;ino t,uubién de que en ésta haya una autoridad
que regule los derechlià dI' cada uno p:tra asegurarlos
y asegurar la libertad de los asoda-jos.
Tal es el oficio del soberano, quienquiera que
,;ca __.. Por eso hel110s definido la soberania diciendo que es la protecciÚIl ~uprel11a del derecho en un territorio determinado •.
(3) Gerardo Arias Meji¡¡, Ninas, Cap. 1\, pago 66.
- 20jurídica que es y conserva y administra un patrimonio (articulo 202 de la Constitución. Código Fiscal,
articulo 45).
Inaceptable también nos parece esta tercera opinión, pues que hace retroceder el derecho, asi como
la anterior, a los tiempos en que el soberano era dueño de vidas y haciendas, y en que la única norma era
la ley del más fuerte.
Si, pues, el Estado no tiene sobre los baldíos 'el
dominio eminente, porque eso sería involucrar dos nociones distintas, la soberania y el derecho privado; sí
no es tutor de la riqueza pública, por no ser administrador apto, y si carece del dominio privado, porque
en las concepciones modernas del derecho, el poder
público no impera para beneficio propio sino para
bien de los asociados, porque su oficio es garantizar
el derecho, no usurparlo; si no están en lo cierto estas tres tesis, cuál hemos de proponer que satisfaga y
sea fecunda en resultados prácticos?
Creemos nosotros~ y con temor lo exponemos,
que los baldíos son propiedad general de toda la nación, en los cuales no tiene el gobierno otros derechos
que los de reglamentaciÓn y policía, bien para proteger
al poseedor regular asegurándole el fruto de sus trabajos, ya para adjudicar10s a quienquiera que vaya
a emprender la obra de poblarlos y cultivar/os. Y como
el adelanto y las empresas que contribuyen a él sólo
son garantia del trabajo y facilidad para ejercitar10, claro está que también le corresponde a la nación
fomentar las obras que hayan de comunicar las dis"'
tintas partes del país a procurar la civilización que
trae riqueza.
De suerte que todos los ciudadanos tenemos un
derecho potencial en esa riqueza, derecho que pasa
al acto mediante el cumplimiento de condiciones que
la ley impone.
El soberano tiene, así como un encargo de fiducia que la comunidad le ha encomendado y que debe
--
21 -
respetar (1), convirtiendo en un derecho adquirido la
espectativa que tiene cada particular (2).
y estas ba::.es filosóficas no son de pura teoría,
traen consigo consecuencias trascendentales que iremos estudiando. Así, según nuestra opinión, no tienen dere~ho los gobiernos para destinar los baldíos
como recurso u arbitrio fiscal en casos de apuro: según las otras opiniones sí la ti ~ne, y el derecho de
los particulares es subsidiario; el derecho de reversión
por el cual vuei ven al Estado en cierto plazo las tierras que se adjudicaron y que no han sido cultivadas
1) cercadas, no se explka
satísfar:toríamer:te sino con
nuestra teoría; la prescripción, que no corre a favor
de los poseedores y en contra de la nación, no encontraría una base jurídica aceptable, si no fuera porque
cI bien comunal, así como la soberanía que la garantiza, 11\1 prescribe. Y así de otras muchas cosas.
Ni es invención nuestra la teorí1 que hemos expuesto: la hemos entresacado del antiguo Derecho Es(1) El doctor Arias Mejia, ya citado, dice en la pag\lla 69 de Sil
nhra: ,,::;t' ve, pucs, que el E~taJo es poseedor pero no propietario.
Y
par;l cOll1probiJr esto basta l,bservar que el Estado no tiene sobre el
(~rritoriù ninguna de las facultades amplisimas-no
ilimitadas-que
rI
dueî'ío de LIli tunda tiene sobre el. El dominio del Estado es un domiIlio poiítico, /la civil».
(:1) Este punto se aclara not lblementc con la explicación
que dá
sobre los derechos adquiridos nuestro maestro el doctor Julián Restrepo Hernández, en su ohra inédita Derecho l1inero, que bondadosam~nte 1I0S ha pelmiliJo con:;ultar. La cuestión ha suscitado controversias entre los más reputados jurisconsultos
quienes dan explicaciones
vagas 'flotantes',
rara vez comprensillles
y nUllca sati~factorias.
Dice
el citado trahajo;
.En toda disposición
legal encontramos
dos cosas,
dos elementos, infalihlcmente:
el m:,Lr'al v el formal. El m••terial no
depende Je la ley, ella lo enc;Jtlntra, la t(Jli.a.l' la gobierna;
ese elemento material es el hecho previsto en la ley, la hipotesis base de ~us
disposiciones,
el caso (le la ley como dicen los prácticos. El formal,
es la conclusión juridica que la ICI' saca dd hecho, es la verdadera disposición legal, que consal{ra dl'rechlJs e impone obligaciont'!l, es el
t:'kcto legal y juridico del hecho: jus ex facto oritur _.. ' Sentado esto
podemos sacar en consecuencia que verificado el hecho previsto en la
ll'v, nacen por lo mismo, las conse;:uencias
jurídicas que la ley asigna
al hecho. La lógica asi lo indica, y asi la impone la buena fe del legis¡ador. E!>as consecuenciali
son los derechos adquiridos. Podemos
pues, ¡jar la fórmula sintética, así; Los derechos adquiridos son I.~
consecuencias jurídicas nacidas en virtud de una ley al cumplimiento de un hecho previsto en la misma ley. Los hechos previstos en la ley son complejos de tJrdinario, y es preciso que se cumpl3n
totalmente:
no pueden con~iderarse cumplidos mientras cualquiera de
sus tlementos,
materi¡t de la previsiÔn legal, esté pendiente •.
-' . 22pañol, no del que gobernó en las colonias, sino del
que rigió para la 'Península, derecho que obedeció a
razones históricas, el cual, a pesar del poder 'absoluto de'que gozaban los reyes, no atribuyó nunca a la
Corona los baldíos como bienes realengos.
ARTICULO
2.o---DerecllO Español.
En materias sociales y juridicas, al emprender un
estudio, es indispensable conocer el asunto ante todo
por sus precedentes y la e,voluCÎón- que haya sufrido.
y como nuestro derecho, aunque muy propenso ¡l la
imitación francesa, no pudo sustraerse a las tradiciones colonia{es; y como las enseñanzas de la Madre
Patria hubieron de perpetuarse entre nosotros en las
universidades y en el temperamento
mismo, es claro
que para abordar una cuestión será más conveniente
que consultar autores de Derecho Romano y Derecho
Francés, estLldiar en las Leyes de Partidas, en la Recopilación de Indias y las Reales Ordenanzas que rigieran e,?España, a a las cuales se diera aplicaciÓn
:en las' COl-Ünias ~e América (1)~
; ",
_ '
El admirabkJoveHanos
cnsu celebrado Informe
sobre la Ley agragia, muy cor.ocido de los juristas y
de los hombres de letras, nos dice que la invasión de
los visigodÓs en las tierras que forman hoy la Peninsula dio por resultado el que aquellos se repartieran
los dos tercios de la conquistado, y a los vencidos
sólo se les dejara una tercera parte. Aquel pueblo que
al decir del clásico publicista, más sabía de guerrear
(1) Los romanos veían corno fuente del derecho de f,rop,iedad la
conquista. Para ellos se dividia el terreno en ager pri"atus, que era
del dominio particular de Idseiudadanos
y l!.gerpublicus, propiedafl
del Estado, Las tierras incultas e inapropiadas
pertenecían al sobet~no, aun cuando podían utilizar\as los particulares
pagando lin canon,¡¡1
Estado, y el poseedor de ese ager pub/lcu$ era prote~ido, si no pO.r el
derecho positivo, si por el pretoriano, y podia transmitir su derecho a
sus herederos. 'Es claro que hubo varias etapas para llegar a esa clas;ficacion definitiva y es claro también qllC bajo la denominaciÓn genérica ager prlvatus sc l.'omprendían varias especit~s (Camp, Georges Bry,
Principes de Droit Romain. Edition 1907. Livre II, Chap, l.., pal!'.
224. Foustel de Coulanges La Ciudad antigua. 1908, Capitu\() Vi; El
derecho de prop¡ed~, pá¡irtali70 y--sigulente,
.
-
23-
que.,de gobernar y lahrar, había mermado l~u~hísimo
con las contiendas bélicas, de suerte que eXlsfla gran
desproporción entre el invasor y la tierra conquistada, y hubo de quedar desierta una inmensa parte de
ella: tal es el origen de los baldíos en España.
El Derecho Español antiguo consideró siempre
los baldíos como propiedades comunales, y así la Ley
2.a,'Título XXVII, Partida tercera, dice:
.. Departimíento ha muy grande entre las
cosas de este mundo. Ca tales y ha dellas que
pertenecen a las a ves, e a las bestias e a todas
las otras creéÙuras que viven, para poder usar
dellas también como a los ames; e ha otras que
pertenecen tan solamente a todos los ornes; e
otras son que" pertenecen apartadamente al
común de alguna cibdad o villa o castillo, o de
otro lugar cualquier do ames moren; e otras y
ha que pertenecen
señaladamente a cada un
ame, para poder ganar, o perder el señorío delias; e otras son que no pertenecen a señorío
de ningún ame, ni son contadas en sus biénes,
así como mostraremos adelalite" (1).
Tiene esto su explicaCión histórica, por el carác,tcr especial del feudalismo en España, distinto del derecho medioeval del· résto de Europa. El feudalismo
inglés y el francés implicaban disgregaciÓn; los Señores vivían,en perpetuas luchas y defendían sus pequeños intereses despreciando autoridad superior. En E'Spaña al contrario, era notable la noción de soheranía,
y ya desde principios de la Edad Media se enumera(1) .A la tercera especie de cosas pertenecen las fuentes, montes
dehesas y otros lugares semejantes a estos de las ciudades y villas, destinados Ifl pro o utilidad romún de c~da ciuJad o villa, de los cuales
pueJe usar cualquiera que fuese moraùor de ella _... Otras cosas hay
que sin emhargo de pcrtenei:er tamhién al común de las ciudades y villas, ,no IHlcdc IIsar de ellas cada vecino en particular, como son los
call1pos,'.'i¡ias
II otras
C05125 que están en el patrimonio
de la misma
ciudad, cuyos frutos sirve!l para el beneficio común de la ciudad ..•.•
~~ustración del Derecho Real de España por don Juan Sala, Libro 2.",
lit. Il, nlJn:ero 8.
- 24-
,j
ban entre las casas imprescriptibles «la jurisdicción
suprema, civil a criminal, que compete al Rey» (2),
que equivalía a decir que sólo él tenia derecho de administrarla: el uno era un derecho de/ens,'vJ; el otro,
un derecho agresivo. Los baldíos no eran bienes rC(lJengos y el gobierno no era administrador apto, sino
un fideicomisario encargado por toda la nación de
atribuir su propiedad a \liS particulares mediante ciertas reglas, y de proteger a quienes las poseyeran. Se
entiende que no había centralización y que las comunidades tenian libertad para disponer acerca de su uso.
Así para la Península. Los baldios de las Colonias sí tenían reglas distintas, y la misma ley ê'ribuia
a la Corona, al Monarca, la propiedad particular, a titulo de dominio privado~ d~ las tierras no ('curadas.
No se siguió en eso el derecho tradicional. quizá
porque no dominaban las mismas razoncs históricas,
derecho tradiciol)al que era el justo y fundado en los
principios.
La antigüedad se propuso sustraer esas tierras
baldías en España de la apropiación individual, con
el objeto, según se pensaba inocentemente, de «que
sirviera como recurso a los menesterosos y of:eciera
trabajo y pan a los pobres». Pero según comenta JoveUanos, tal sofisma conducía al enriquecimiento de
los ganaderos en grande, y sólo era ilusión y .error
respecto de los menesterosos que carecían de medios
para los cultivos.
Bien se explica, sin embargo, tal procedimiento
en gentes de carácter esencialmente nómade y guerrero: tenía que lIamarles más la atención la ganadería
que el cultivo, porque este último es arte de paz, en
tanto que la primera arbitra recursos menos difíciles
de explotar para las empresas bélicas.
Expelidos los moros de Espafta, ha debido dejarse esta tendencia, mas no fue así y el gobierno sostuvo en adelante las mismas prácticas.
Conocido es el hecho que llamaron las leyes es(2) Ibidem, Lib. 2.", Titulo
II, ntÍmero 9.
-
25-
pañolas «el servicio de millones" con que los pueblos
.contribuyeron para que el Rey reparase la pérdida de
la famosa Armada invencible.
Felipe II, para retribuir ese préstamo, dispuso en
las Cortes de Madrid de 1586 y 1593, que no se nombrasen jueces de reparticiÓn de tierras baldías, haciendo asi infructuosas las providencias que se hubieran
tomado, y dejándolas al uso comunal de las ciudades,
villas y aldeas.
Felipe III en 1609 y Felipe IV en 1632, asi coma
también la Reina Gobernadora en 1669, prometieron
por sí y ror sus sucesores que nunca se enajenarían
los baldíos, por la misma causa porque la había ordenado Felipe II.
Felipe V, en 1738, «so color de justas restituciones, pero en rigor para remediar urgencias del Estado, mandó inLOq::orar a la Corona (antecedente dela de~amortización
hecha por Carlos !II de los bienes de la Compañía de Jesùs) aquelL.is tierras consejiles que fueron en un principio baldías a realengas
para la que nombró ur.a junta» (J). Hubo reclamos
cor.tra esta providencia, la cual no se revocó, y sólo
en 1746 mereció la atención de Fernando VI, quien
hubo de suprimir la junta, y declaró nulas Jas enajenaciones y adjudicaciones,
excepto 13s de aquellas
tierras que hubieran comprado para si los mismos pueblos y aquellos montes que fueran ir útiles.
En tiempos de Carlos III y Carlos IV se quiso
re~ablecer
la enajenación,
pero las trabas ruestás
para adquirir los baldíos impidieron que aquello se
pusiera en práctica.
Por último, en 22 de juiio de 1819, se expidió la
Real cédula de Feïnando VII para la venta de baldíos
destinada al pago de réditos y desamortizaciones
de
la deudo:. pública.
Es aqueHa una prolija instrllcCÎ'>n, en que se determina el derecho y el procedimiento; pero tampoco
(1) Ensayo sobre la evolucIón de la propiedad en Colombia
l'or Diego M~ndoza Pérez (Anales de Jurisprudencia, a~o II, serie II
pago :t32. AI10 de 1897 .•
-
26 -
pudo ponerse en práctica, debido a la Oposlclon de
la&-gentes de influencia a quienes perjudicaba, en particular los ricos ganaderos (l) .
.En el estudiQ de ]ovellanos, de que se hizo ya
mérito, se trasluce la opinión del gobierno de su época,poco menos que irreductible en materia de tradiciones. Tratándose
de legislación, el obstinado' sectarismo de escuela product fatales resultados. El pretende reaccionar, demuestra como al país más le interesa tener hombres y cultivos que ganados, y no
pierde 'devista la riqueza pública y privada. Propone reformas en el sentido de que se hagan adjudicaciones, pero es enemigo de una ley de carácter general
para toda España. Según él en LInas provincias sería
conveniente la adjudicación ell forma de censo re~crvativo; en otras, en forma de venta al contado; en otras,
gratuitamente, para fomentar las industrias. Hombre
adelantado a su época, leía en el porvellir y aconsejaba de una vez los remedios para posibles mc:les .
•
•
De las disposiciones legales que anteriormente se
enunciaron, la que da idea más cabal del asunto es
quizá la Real Cédula expedida en el Pardo, a 15 de
oct!lbre de 1754. En ella se ve el afán que tenía la
Corona española ;por reglamentar de modo uniforme
la materia, de principiar si se quiere una nueva vida
en el particular.
En cuanto a los montes y plantíos, no' estará por
demás advertir que fue grande el número de leyes expedidas con el objeto de que no se talaran'; y mâyor
todavía el de aquellas que se dictaron para que las
primeras fueran cumplidas. En 1496, 1500, 1537, 1555,
1,609, 1708 Y otros años, se tratÓ de estos asuntos,
según puede colegirse por el Título 24, del Libro VII
de la.Novísima Rec-opilación. Para todo esto se cons(1) Teatro de la Legislación universal de España e Indias.
por don Antonio Jayier Pérez.y Lópe~,M~drid. MOCCXClII (palabra
T6rmf,!ós).'~
....
, ,~•..
~.••.•
I
'
••.•.
-
27-
tituian oficinas especiales y se nombraban
de montes y baldíos.
Es tiempo ya de que vamos a estudiar
que España adquirió en las tierras baldías
ca y el que nuestra República heredó y ha
en las colomb:anas ..
ARTICuLO
3. -DerecllO
visitadores
!
~I derecho
de Américonstituido
colombiano.
Hay cosas sllsceptibles de apropíación, dice Grocio (1). de las cuales n<ldie se ha hecho dueño: tales
los terrenos incultos, las islas marinas, los animales
fieros, los peces y las aves. Pero hay que notar que
la ocupación de ellas puede hacerse de dus maneras:
en la totalidad de la cosa, como lo hacen los pueblos
y los reyes, a de una parte de ella, como In hacen los
particulares (2).
,
Pero hecha la ocupación en general, las cosas no
ocupadas especialmente no quedan sin dueño, sino
que pertenecen al primero que las ha ocupado, es decir, al pueblo o al soberano. Tales son ordinariamente los rios y lagos, los estanques, bosques y montañas.
Si la ocupación (y consecuencialmente
la accesiÓn) es el modo:originario de a'dquirir la propiedad, los
indígenas· americanos tenían derecho a todos los terrenos ocupados por ellos; y al ser defectuoso su título, puede decirse que el Monarca español lo adquirió
por el mismo m ~dio. Así, toda tierra no apropiada, en
Colombia, corresponde al Monarca español, a sea a
su legitimo sucesor, la Nación C0lombiana. Se entiende que ese derecho, según lo digirnos arriba, no es
el de propiedad privada. Pero la apropiación que no
sea hecha como 10 determina ese propietario sobera!lO, es decir, conforme a Jas leyes, no es valedera.
(1) Hugo Grado, El derecho de la guerra y de la oaz, tomo 1,
Libro II, Cap. II (traducción de Pradier Fodèr, París, 1877).
(2) El mismo autor, en el Capitulo III, distIngue con mucha insistencia la propiedad de la soberanra, con esta frase de Séneca ; .A
los Reyes corresponde
el poder sobre todas las cosas y a los particulares la propit:dad».
- 28La Ley 14, Título XII, Libro IV, de la Re:opílación de Indias, dice: «Por haber Nos sucedido enteramente en el Señorío de Indias y pertenêcer a nuestro patrimonio y Corona Real LOS BALDIOS, suelos y
tíerras que no estuvíeren concedidos por los señores
Reyes nuestros predecesores a por Nos, a en nuestro
nombre, conviene que toda la tierra que se posee sin
justos y verda.deros titulos, se nos restituya seglin y
como nos pertenece
Por todo lo cual ordenamos
a los Virreyes y Presidentes de Audiencias pretoriales, que cuando les pareciere señalen término competente ..........• (1).
El doctor Julián Restrepo Hernández, en su ya citada obra de Derecho Minero, se expresa así: ••La independencia americana puso en las nuevas nacionalidades los derechos de que antes había gozado el Soberano español. La Constitución Cundinamarquesa del
año 12, Título preliminar, artículo 10; las de la Gran
Colombia (1821, artículo 2.°; 1830, artículo 3."), y luégo todas las granadinas y colombianas colocaron la
soberanía en la naciÓn; de suerte que todas las regalías, derechos y bienes que tuvo el Monarca españul
en el territorio que compuso la Nueva Granada, la Confederación Granadina, los Estados Unidos de Colombia y la República d.e Colombia pasaron, por derecho
de sucesión, a la nación colombiana».
Nuestras constituciones y leyes han declarado
siempre los baldíos, propiedad nacional (2).
La Constitución de 1886, dice: «Artículo 202. Pertenecen a la República de Colombia :.... 2." Los baldios,
minas y salinas que pertenecían a los Estados, cuyo
dominio recobra la Nación sin perjuicio de los dere-
(1) El doctor Emiliano Restrepo E., en su alegato Aguas d~1Fucha (Boçotá, Imprenta de El Tradiclonísta. 1854) estima qll~ al lado
del domlOio eminente que tenía Españ¡o en tierras americanas según la
Ley l, Titulo ).", Libro 1/1d~ la R~copilación de Indias, la que acabamos de citar -vino a establecr, o m~j()r dicho, a confirmar y ratificar ci
tlomín;o privado, el dominio sujeto a la ley civil.
(2) Vo COOl,!. de 1853, artículo ¡2, numeral 19; Const, de 1&.'>",
~ticulo 60"
o
-
29-
chas constituidos a favor de terceros por dichos Estados, a a favor de éstos por la Nación a titulo de indemnización» .
El articulo 4.° del Código Fiscal (Ley 110 de 1912)
dice que son bienes fiscales del Estado: « a) Los que
tienen este carácter entre los enumerados en el artículo 202 de la Constitución». Bien es cierto que en la
exposiciÓn de motivos, a la página XXIV, se dice:
"Por lo expuesto, se ve que el título que tiene el Estado al dominio de los baldios) es un titulo meramente negativo» (?).
Es de notarse que el artículo 875 del Código Fiscal anterior al que está en vigencia, dice que el Gobierno de la Unión administra las tierras baldías como
las demás propiedades y bienes nacionales.
'Oon Fernando Vèlez hace notar que las tierras
baldías siemrre han pertenecido a la Nación (1).
El artículo 674 del Código Civil, dice: «Se llaman bienes de la Unión aquellos cuyo dominio pertenece a la Repúbl¡ca
Los Lienes de la Unión cuyo
uso no pertenece generalmt:l1te a todos los habitantes
se llaman bienes de la Uniàn o bienes fiscales»; y el
siguiente: «Son bienes de la UniÓn todas las tierras
que estando situadas dentro de los límites territoriales,
carecen de otro dueño».
De suerte que siempre se ha considerado entre
nosotros que los baldios son bienes fiscales y que por
tanto hacen parte de la hacienda nacional; y en todas
nuestras Constituciones se asigna al Congreso la atribución especial de «decretar lo conveniente para la
administración, conservación y enajenación de los bienes nacionales». La de 1863, en su articulo 30 decía
que las tierras baldías de la NaciÓn, hipotecadas para
el pago de la deuda pública, sólo podían aplicarse a
ese objeto, o cederse a nuevos pobladores, o para
abrir nuevas vías de comunicación. La que nos rige
dice en el numeral 22 del artículo 76 que el Congreso
(1) Datos para la historia del Derecho nacíonal por Fernando
(Medellín,
Imprenta del Departamento,
1891 pago 117). Vêase
también el resumen que hace en la pág. 120.
Véiez
-
30
por medio de leyes ejerce la atribución de «limitar o
regular la apropiación o adjudicación de tierras baldías» (1) .
(1) La Ley 1.,\ Titulo XVII. de la segunda Partida.
hace la distinción en que tánto hemos recalcado,
con estas palabras:
'E destas
heredades, que son rayzes; las unas son rayzes quita mente del Rey,
",si como cilleras o bodegas, e otras tierras de labores, de ljual manera quier que 's'can, que ovièsse heredado, o comprado, o ganado, apartadamente,
par¡¡ si. E otras y ha que peneneœrt
al reyno, assí como
Villas, e CastiHos, a los otros hon'Jres, que por tierra los Reyes dan a
los ricos brttès» ..
y en la glosa correspondicnte
se explica el texto asi :
«EII~ey 'tiene un triple panimonio;
uno se Ilam,l fiscal, como
Jas entradas y salidas dc la cámara fiscal; otro ljue es todo el patrimonio real de que esta ley habla, y d otro es el que n<l tiene C0l110 pnncipe sino priv¡¡damenle,
por sucesión o por \HÓSpera fortuna H por la
probidad C(;Il que se manejó',.
Capitula
U:GISLACION
COLON\BIANA
II.
SOBRE BALDlOS
"Es lugar común en nuestros escritores el decir
que la legislación colombiana
de baldíos es un caos,
y que estamos malbaratando el patrimonio nacional».
Asi, se expresa el doctor Diego Mendoza Pérez en su
trabajo sobre la evolución de la propiedad en Colombia, que en otro lugar citamos ya; y acepta por vía
de discusiÓn la angustiosa tesis, para combatirla. A
nuestro juicio ese lugar COmLII1 es evidente y asi lo
demostraremus, 110con palabras, sino trayendo relaciÓn de la abrumadora cantiùad de leyes'que sobre
la materia se han expedido, y clasificando las mismas,
a fin de eX3.lI1inar las tendencias que han guiado a
nuestros legisladores (1).
(1) HClIlos consultado las leyes colûmbla.uas de.!ide 182,1'; en parel CÓdigo I:iscal de 18B (Ley IUo) ad,(jptado' por la Ley 5ï de
IHHï, y el CÚdl¡;o Fiscal de 1912(1.<:y 110) y las sigli¡entcscómpilaciones:
Uccopilaciull de las leycs y disposiCioncs
vigentes sollre tierras
baluias. EdIciÓn oficial. Bogotá. Imprcnta tte MedardO Rîvas. 1884 (Elaborada por los señores Facundo Mutis y Julio Lièvano, y aprobaua
)lor el uoctM Fclipe 1\ngulo, Secretario <1e Ha~·ienda). Procedimiento
para uCllullciar milla~ y terrenos baldios hasta obtener el respectivo ti11110 ¡je propil'dad;
y CompilaciÓn dc las leyes, decretos y rcsolucio11CS refercntes
a los mismos ralllOS, por J. :<oberto Castelbondo.
1897.
llllpr,~nta ;o,¡acional.
Guia para dcnunciar y pedir en adjudicaci6n
tierras baldias por
U1alqllier tiwlo. 1895 (por Vicente Olartc Camacho).
Recopilación de
l¡¡s kyl's y disposicioncs
vigentcs sobrl~ ticrras baldias e instrucciones
y fornllllarios para su adquisición.
Imprenta Eléctrica. 1907. Aprobada
por l'1 Ministerio de Obr¡,s Públicas y Fomento;
y complemento a la
misnla. Imprenta Colombia. 1911. Recopilación
de Jas leyes y disposiciones vigentes sobre tierras baldias.
Imprent-a de vapor. 1899. Tratado noveno de la CodificaCÍón Cundina1l1an.jlleSa de Julián Restrepo
Hernández (1900). Vicente Olarte Camacho---Guia
para denunciar.tierras baldías y arrendamiento
ue bosques naci,males, tercera edición.
Imprenta Eléctrica. 1913.
ticular
-
32
En la República se han aplicado las tierras baldías:
a) COMO ASIGNACIONES A LOS MILITARES.
Ley de 28 de septiembre, artículo 6.". inciso 2."
Decreto Legislativo de 25 de julio, artículo 3."
Ley de ).0 de junio.
Decreto Legislativo de 2 de junio, que hace extensivas a vari·:)s militares las recompensas de la
parte II, Tratado VI de la Recopilación Granadina (La Ley 6 aplica hasta 100,000 fanegadas de
baldíos para recompensar extraordinariamente
a los militares que se hallen inútiles por causa
del servicio, siempre que hubieran h~cho con
honor a la mellaS dos campañas de la Independencia; a ninguno podía dársele má~ de 2,500
fanegadas, siendo de su cargo acreditar que
eran baldías y los gastos necesarios hasta ohtener la posesiÓn.
)850 La Ley de 1.0 de junio, adicional a la de 2 de
junio de 1849, aplicÓ 50,000 fanegadas de b¡¡\díos para ciertos militares.
1853 El Decreto Legislativo de 21 de abril autorizÓ
al Ejecutivo para disponer de 16,000 fanegadas
de baldíos en favor de algunos servidores de
la Patria.
)853 El Decreto Legislativo de 15 de junio concediÓ
50,000 fanegadas de baldios para recompensar
servicios militares.
1858 La Ley de 22 de mayo facultó al Ejecutivo para
disponer de baldíos en favor de ciertos militares.
1859 El Decreto Legislativo de 2) de abril concediÓ
) ,000 hectáreas de baldios a la viuda e hijos
del Coronel Gregorio Forero.
)863 La Ley 16 concedió 3,200 hectáreas de baldíos
a la señora Mercedes CÓrdoba y a las hijas de
la señora Venancia Córdoba.
1821
1823
) 844
1846
b)
CION
PARA PROMOVER
DE EXTRANJEROS.
Y FOMENTAR
J 823 El articulo 2.° del Decreto
LA INM!GRA-
Legislativo de 7 de
junio autoriza al Poder Ejecutivo para disponer
- 33desde 2.000,000 hasta 3.000,000 de fanegadas
de baldíos con ese objeto.
1826 El Decreto Legislativo de 30 de abril dio la misma autorización al Ejecutivo para que dispusiera hasta d~ 1.000,000 más de fanegadas.
1835 La Ley de 23 de abril concede terrenos para
cementerios de extranjeros no católicos.
1836 El Decreto Legislativo de 6 de junio faculto al
Ejecuti va para conceder a Mr. Tirre} Moore
hasta 100.000 fanegadas de baldíos en Antioquia
para poblarlas con europeos que se naturaliza-
ran.
1837 Decreto Legislativo de 26 de abril que reformó
el anterior.
1847 La Ley de 2 de junio sobre Inmigración de ,,~-xtranjeros, autorilÓ al Poder Ejecutivo para dispor.er de 3.0ÚO,000 de fanegadas de baldíos
COll el objeto de concederlas
a nuevos colonos.
1871 Ley 80 sobre protección de los inmigrantes extranjeros.
1872 La Ley 63 cedió 200.000 heCtáreas de baldíos
a Antioquia para' fomentar la inmigradon.
1872 La Ley 33 sobre fomento de la inmigración (~).
e)
PARA FOMENTAR
LA REDUCCION DE INDIG€NAS
A LA VIf)A CIVILIZADA
y LA FORMACION DE POBLA-
CIONES E INCREMENTO
DE LAS EXISTENTES:
1824 Ley de 3 de agosto que auxilia a las tribus que
quieran abandonar la vida errante.
1835 La Ley de 29 de mayo creó el distrito de Bahíahonda y concedió a sus pobladores tierras
baldías.
1835 La Ley de 6 de junio concedió baldios a los habitantes de la Provincia de Casanare que no los
tuvieran.
(1) Puede consultarse la colección de leyes completas sobre la
materia en el .Iibro titulado La inmigraci6n en ColombIa por el doctor Arturo Bngard (1914), en la parte segunda pá¡tna Qli y siguientes.
- 341836 El Decreto Legislativo de 30 de mayo autorizó
al Ejecutivo para conceder en propiedad hasta
t 00 fanegadas de baldíos a cada una de las familias que se establecieran en territorio' de Bocas del Toro.
1841 Decreto Legislativo de 21 de mayo que hace
extensiva a todas las poblaciones que se formen
en tierras desiertas de propiedad particular, la~
ext:nciones que concede a nuevos pobladores
la Ley de 6 de mayo de 1834 (esta ley citada
concede baldíos alas poblaciones y a los pobladores: exime los. frutos, por veinte años, del
diezmo eclesiàstico,y a fosindividuos los exime del servicio militar y de cargos consejiles (t).
18.42 La Ley de 12 de mayo asigna fondos para gastos,de agrimensura y reparto de baldios a nuevos pobladores.
'
1843 Decreto Legislativo de 2 de junio que autorizó
al Poder Ejecutivo para conceder hasta 100 fanegadas de baldíos a cada una de las fam¡lias
que se estableciera en el territorio de Bocas' dèt
Toro.
t (,44 Ley de 17 de junio que concede baldíos a las
familias que se establezcan en Casan are.
1486 Decreto Legislativo de 17 de marzo que conce. de baldíos a la parroquia de Camarones.
1849 Decreto Legislativo de lO de abril que concedió
baldíos a los habitantes y nuevos pobladores de
la Villa de Buenaventura.
1849 Decreto Legislativo de 30 de abril que concede
baldíos a los pobladores del distrito de Cabal.
1850 La Ley de 22 de junio autorizó al Ejecutivo para
que adjudicara de 15 a 25,000 fanegadas de
baldíos a cada uno de Jas Cantones de San Andrés, el Daríén y San Martin, y hasta 60 fanegadas, dentro de cadà uno de ellos, a cada
familia que se hallara establecida a se estableciera.
- 351852 El Decreto Legislativo de 26 de marzo concedió
baldíos a los vecinos de Timbío; y el Decreto
Legislativo de 30 de abril concedió al Cantón
de Cocuy 2,000 fanegadas.
1853 La Ley de 13 de mayo concedió baldíos a los
pobladores de la aldea de Obaldia.
1856 El Decreto Legislativo de 2 de mayo restableció la Provincia de Pamplona y le concedió los
baldíos que con espondían a las provincias de
que se formó.
1863 La Ley 20 concedió hasta 50 hectáreas de baldíos a cada población shuada en terreno nacional.
1866 La Ley 2.a cedió 16,000 hectáreas a los pobladores de la aldea del Ubano.
1866 La Ley 25 cedió 27,360 hectáreas a los pobladores de Nueva Salento y Manzanares.
1868 La Ley 40 autorizó para conceder 25 hectáreas
de baldíos a los indígenas que se civilizaran.
1870 La Ley 95 cedió baldíos a quienes se establecieran en la antigua ciudad de la Plata.
1871 La Ley 20 concedió baldíos a quien~s se establecieran en la aldea de San Faustino.
1871 La Ley 21 concedió 12,000 hectáreas de baldíos a la aldea de Santo Domingo.
1871 La Ley 58 cedió 12,000 hectáreas a los pobladores de la villa de Pereira.
1871 La Ley 67 cedió 9,000 hectáreas a los pobladores del distrito de Nare.
1873 La Ley 12 concedió 12,000 hectáreas a cada
una de las poblaciones de Murillo, Santo Domingo y Soledad.
1875 La Ley 5.a cedió otras 12,000 hectáreas a los
pobladores de Soledad.
1876 La Ley 8.a concedió baldíos a los pobladores
de Marulanda, en el Tolima; y a los de Aquitania, en Antioquia.
1881 La Ley 4. a cedió 100 hectáreas para egidos de
Agùachica.
1884 La Ley 19 concedió baldios al distrito de Santacruz (Santander).
d)
PARA AUXILIO
TRUCCION
TES, ETC ..
DE
36-
A LAS OBRAS PUBLICAS,
CAMINOS,
FERROCARRILES,
CONS-
PUEN-
1835 Ley de 26 de mayo sobre apertura de un camino de herradura en el QUÍJldro:concedía al contratista hasta 25,000 fanegadas de baldíos allí
mismo.
1836. El Decreto Legislativo de 30 de mayo concedió hasta) 0,000 fanegadas de baldíos a quien
se comprometiera a abrir un camino de herradura del Cantón de Alange al Atlántico.
1836 El Decreto Legislativo de 6 de junio concediÓ
privilegio para una comunicacion intermarina
por el Istmo de Panamá, y a los empresarios,
hasta 72,000 faneg..idas de baldíos.
1839 Decreto Legislativo dç ) I de junio que concedió 10,000 fanegadas de baldíos al Municipio
de Salaz.ar para la mejora de un camino.
) 84;2- El Decreto Legislativo de 29 de mayo asigr.Ú
6,000 fanegadas de baldíos como auxilio a la
apertura del canal de R~molino, Provincia de
Santa marta.
1847 Decreto Legislativo de 6 de junio que aprobÚ
el contrato sobre la construcciàn de un ferrocarril en Panamtl, e hizo _concesiones de baldíos
a la eom~ñia ..
1850 La Ley de 30 de mayu concedió 25,000 fanegadas de baldíos al doctor Manuel María ZatdÚa
para la construcción de un camino.
1850 El Decreto Legislativo de 4. de junio que aprobó el contrato sobre d kffocarril de Panamá,
concedió a la compañía todos los baldíos necesarios para la empresa y sus accesorios, y además hasta 150,000 fanegftq~s en las Provincias
de Panamá y Veraguas, si hab(â baldíos en
ellas (artículo 18).
)851 La Ley de 20 de mayo (oncedió a José María
Oban<;io50,000 fanegada$ de baldíos a If)s lados del camino que proyectaba entre Popayán
y ta costa del Pacífico, con obligaçión de repartir hasta (sic) 10,000 entre los pobJadores.
-
37-
1851 La Ley de 19 ce mayo con(( dió 35,CCO fanegadas de baldíos para el auxilio y fomento de
ciertos caminos, a las Provir.cias de Socorro y
Soto.
1851 Decreto Legislativo de 18 de junio: el artículo
10 concedía 50,000 fanegadas de baldíos a la
compañía privilegiada
para la apertura del canal ínteroceánico.
1852 La Ley de 1.0 de junio concedió privilegio par~
abrir un c¿:n21 entre el golfo de San Miguel y la
ensenada de Caledonia: concedió los baldios
necesarios para excavar el canal, y 5.000 fanegadas en las Provincias que la compañía eligiera.
1854 La Ley de 12 de abril concedió 128,000 hectáreas de baldíos al general Tomás C. de Mosquera como auxilio para la construción de lin
camino carrete ro de Cali a Buenaventura.
I fl54 El Decreto Legislativo d~ 21 de octubre concedió a la Provincia de Ocaña 14,000 hectáreas
de baldíos para la apertura de un camino.
1855 La Ley de 16 de abril concedió 16,000 hectáreas de baldíos para la apertura de un camino
de Santamarta a VaIledupar.
1855 El Decreto Legislativo de 28 de abril concedíÓ
privilegio para abrir un canal interoceánico por
la Provincia del Chocó, asignaba a la compañía privilegiada los baldícs necesarios para la
excavación de 64,000 hectáreas más en las Provincias qt:e eligiera.
1855 El Decreto Legislativo de 30 de abril concedió
16,000 he. 111 eas de taldíos como auxilio para
la apertura de un camino de Riohac.ha a Maracaibo; y el Decreto Legislativo de 30 de abril
concedió privilegio y baldíos para abrir un camino que comunicara el Valle del Cauca con el
Pacifico.
1858 La Ley de 30 de abril autorizó la donación de
baldíos para caminos públicos.
1864 La Ley 40 concedió hasta 5.000,000 de hectáreas de baldíos para el fomento de varias mejoras materiales.
- 38J 867 La tey 46 concedió 64,000 hectáreas
,'presa
dei Ferrocarril'
a la ell1-
de Pananfá.
) 868 La Ley 24 c!>ncedió 50,000' hectár-eas a la Em-
presa del Ferrocarril de Sabanilla,
1870 La Ley 97 asignó 200,OOOhectareas de baldíos
a la Empresa del canal interoceánico.'
1873 La Ley 90,cedía 5G,OOO hectáreas de baldíos a
la compañia que construyese un ferrocarril en'tre' Riohacha y Salguero.
'
,1874, La'teyl8
cediÓ 100,000 hectáreas para el Fe'rrocarrílde
Antioquia; y)a Ley 51 'asignaba a
Rotierfo A: JOf 200,000 hectáreas de baldíos
para auxítiar la construcción del Ferrocarril de
, Paturía ..
1878 La Ley 21 sobr~ apertura del Canal de Panamá, concedió bá{díQS a la Compafiía.
1881 La Ley 51 sóbreconstrud:iót1 del Ferrocarril de
Gir'ardot.
1882 La Ley 10, refo;'rÎ1atoria de la 49 de U'St, auxilió la apertura del; \:amino de Occidente, l'Il
Boyacá, con 100,000; hect~rcas de baldíos.
1883 La Ley26 concediÓ 5O,OÇO r.edáreas de baldías para el camino de Popayán al Pacífico.
1884 La Ley 55,por la cual, se, aclÇlr~ba y adicionaba el articulo 3." de JaLey' 27 de 1878, que
hizo, UlJa cesión al Estado ,de Boyacá.
1886 La Ley43 qúe fomenta laapertnraJe
vi?s de
comunicación del Tolima, Antioqui¡l, Cauca y
Cundinamarca,
cede-' por
artícu\o5.0-ai
Tolima 100,OOOhectáreas'd~
baldíos, adjudicables en c4alquier trrrítóFi,o de la RepÜblica.
1887 La Ley 5t qu~ aprueba un: contrato celebrado
por el Gobernador de} Magdalena con Roberto
A. Joyy Manuel S. de M,i.ei: el arlícul() 7.°
concedía a los empresarios 1OO,COO" hectáreas
, de baldíos a titulo 'gratuito, en lotes alternajos
y dentro del Depa(Íamento del Magdalena. La
adjudicación se hacía por décimas partes, a medida que fueran puestas en servicio iguales porciones del ferrocarril.
,;
I
er
;
-
39 ~
1887 La Ley 75 concedió a los den.ul1ciante~ d~ minas de filón el derecho a que se les adjudIcara
hasta 500 hectáreas de baldíos adyacentes a la
mina, respetando los derechos de los· cultivadores ..
1890 La Ley 45, que aprobó un contrato celebrado
·con José Bonnet sobre establecimiento de la
navegación por vapor de los ríos Orinoro y
Meta desde Ciudad Bolívar hasta Cabuyaro,
adjudicó al contratísta 50,000 hectáreas a fin
de fundar trcS colonias; adquiría 1,000 hectàreas por cada viaje que hiciera, de suerte que
si no hacía los cincuenta viajes, el excedente
volvía a poder de ia Nación. Esos baldíos se
adjudicarían en las Provincias de Casanare o
de San Martín; en puntds no exceptuados por
las leyes de baldíos; en ningún'caso podía adjudical se a la orilla del Meta más de la mítad
de los lotes.
11-)90 La Ley 47 que ap,ueba un contrato para la
construcción y explotación de un camino de
hierro de Bucaramanga ri Puerto Wilches, cedió a la compañía los baldíos r ecesarios para
la .vía, sus edificaciones y accesorios; y 60,000
hectáreas cuyos ,títulos se exp~dirían a medida
que se construyese el ferrocarril.
1890 La Ley'66 que aprueba un contrato para la
construoción del Ferrocarril de Cúcuta al Magdalena (semejante a la anterior ; Id cesión era
sólo de 20,000 hectàreas).
1890 La Ley 68 auxilia al Departamento de Boyacá
para la apertura del camino de Occidente, con
100,000 hectáreas de baldíos que el Gobierno
Departame:1tal debía distribuír, como mejor conviniera, e.ntre IQs pobladores.
J 890 La Ley )00 que aprueba un contrato para la
èonstrucciónde un camino' de hierro entre Ocaña y el Magdalena.
,
189Q',LaLey 104; sobre ferrocarriles, que concede
.:.;bàldíos al contratista hasta en 300 hectáreas
-- 40 por kilómetro de lo construido. En ningún caso
podrían adjudicarse más de 1,000 hectáreas en
lotes rectangulares de anchura cie 40 hectáreas,
cuando estuviesen situados sobre la línea, o a
menos de 3 kilÓmetros de ella, quedando siempre a salvo los derechos de los cuhivadores.
t 896 La Ley 99, que auxilia un camino en Casanare,
faculta al Ejecutivo para conceder hasta 100
hectáreas de baldíos por cada kilómetro. Lo
mismo que un camino en Boyacá.
1905 El Decreto Legislativo número 52 (marzo 11)
autorizó al Poder Ejecutivo para transar con
Indalecio Liévano, a fin de que la Nación recuperara los privilegios que se le habían concedido y la propiedad del cami:1o de herradura de
Occidente, así como los baldíos que se le habían concedido por los mismos co:1tratos.
e) PARA EL . PAGO DE LA DEUDA
PUBLICA
Y
COMO RECURSO FISCAL INMEDIATO.
Ley de 27 de mayo que aplicó fondos al crédito de la deuda interior y exterior, y cuyo artículo 4.0 dispuso que no se vendieran en adelante
tierras baldías Sin9 por vales de la deuda exterior.
.
1839 La Ley de 14 de abril autorizÓal Poder Ejfcutivo para determinar ddinitivamente
las cantidades que se debían dar en pago úe los intereses de la Deuda exterior, por la cual se dispuso la apropiaciàn hasta~e 2.000,000 de fanegadas de baldíos para el pago de los intereses
vencidos 1) para la amortización de parte del
capital, con ciertas çondicionesque
la ley señala.
1853 El artículo 3.0 de la Ley de 20 de junio destina
las tierras baldias para la amortización de la
Deuda ..
18!>9 La Ley de 1.° de m~y:O sobre pago de intereses y amortización
4e la Deuda exterior,
1836
-
41 -
autorizÓ al Ejecutivo para disponer con este objeto hasta de 5.000,000 de hectáreas de baldíos.
1871 La Ley 37 sobre transacción, por tierr~s baldías, con la Compañía González y Salazar por
las reclamaciones a que <.lióorigen un Decreto
de !a COl~vención de 1863 (de fecha 29 de abril
dd mismo año).
1874 La Ley 3.a que aprobó el convenio adicional
de 1. de em r0 de 1873, sobre arreglo de la
Deuda exterior, y nuevamente destinó los baldios para el pago de b misma.
0
f)
PARA
LOS
CUL T!V ADORES
y COLONOS.
1832 El Decreto Legislativo de 16 de marzo dice:
~Artículo 1.u El Poder Ejecutivo podrá dispoIler de 500,000 fanegadas de tierras baldías en
la Provincia de Casanare, para distribuirlas en
propiedad a los individuos, bien sean extranjeros o bien nacionales de otras Provincias, que
se establezcan en aquella.
«Artículo 2." En la distribución de estas 500,000
fanegadas se observarán las reglas siguientes:
1.a Se asignarán a los puramente agricultores,
desde 25 hasta 200 fanegadas; 2.° A los puramente creadores, desde 200 hasta 3,600, y esta
última base servirá para las asignaciones que
se hagan a los que al mismo tiempo sean agricultores y creadores (Ley 4.a, Parte V, Tratado I de la Recopilación Granadina).
1845 La Ley de 2 de mayo, que creó y organizó el
Territorio del Caquetá, autoritó al Ejecutivo
para adjudicar en propiedad hasta 150 fanegadas de baldíos a cada una de las familias que
se hubieran establecido a s~ establecieran en el
territorio.
1845 La Ley de 7 de mayo (artículo 15) autorizó al
Ejecutivo para conceder hasta 60 fanegadas de
baldíos a la orilla de los caminos nacionales, o
cerca de ellos, a cada una de las familias que.
se establecieran
en las partes despobladas de
-- 42 los mismos, siempre que se obligaran a cuftívarios y él permanccer en el lugar asignado.
1448 La Ley de 20 de abril autoriz6 al Ejecutivo
para que pudiera conceder
hasta
JO fanegadas
de baldios al granadino que las cultivara.
Ley de 29 de marzo concediÓ baldíos a los
pobladores cercall\IS a los caminos nacionales.
1849 La
18~7 El Decreto
Legislativo
de 17 de febrero
pro-
rrogÓ hasta el 31 de diciembre Je 1860 el plazo concedido por el Decreto de al de abril de
1849
sieran
él
los pobladores de baldíos para que pura~a y lahral11.as.
] 870 La Leyde 4 de junm facuHaba al Poder Ejecutivo para
e:5tablece
grupos de poblaciÚn
que
sirviesen' de centro a l¡¡~ misiones; para destinar uria parte de la Tuerza pÚblica a la fundaci()n de colonias; p:m(~concedt'r hasta 10 hectáreas de baldíos a cada famillfa que- se estableciese en ellzs; nara auxiliar a los colonos y a
las familias de indigenas que: e redujesen a la
vida civil, con herramientas,
y demás objetos
animale~, semillas
indiStl(~nsab¡cs a su estable-
cimiento.
1871 La Ley 69 sohre fomento de meioras
les y cofon¡l¡¡~i()nde1ierras
1874 La Le}' 53
se
fomenta la colonizay se promueve
la naveg~d ')fi de los ríos 'putlll11ayo y Napo.
1886 La Lc~'4() hace una ceSión., al Dcparta:nento de
Antioq¿iia de 100.000 hèdáreas de baldíos en
, las orinas cricntaÚs del Atrato, a'fin de que là
pUl'
la
materia-
baldfas.
ciÓn del Tt'rriturio
Cl.ial
'c("ICaqueta
Asamblfct DcpÚtamcntal
las di~t6huyera
sin
. que ningÚn adjudicatario
pudiera obtener más
, de 5,000' hectáreas.'
,.
1087 La Ley 75 concedió a los' dentJnciantes
de mi-
\las de filón situadas en terreno ·nacional, el derecito a que se les adjudicára hasta 500 h ectá, reaS ad)' acentes, en terreno continuo y por cualquiera de loS titulos legales. Todo, dejando a
.~ . salvd los derechos de J<i5 cultivadores.
18~
!ta Ley '72 fomentó
la fundación de una l:olonia
-
43-
militar en la Sierra Nevada de Santa Marta.
1887 La Ley 31 ratificó la cesión de unos baldíos he-
1890
18S0
) 905
1911
cha al Distrito de SansÓn por el Virrey Amar
en 1807, con la salvedad de los derechos adquiridos.
La Ley 22, que deroga el articulo 4. o de la Ley
40 de 1886. Su artículo 2.° reglamenta de nuevo el asunto.
La Ley 55 ordena al Gobierno que contrate
con uno a dos ingenieros ia mensura. dentro de
los límites de El fresno, de las 7,680 hectáreas
de baldios que se incluyeron en las 12,000 ccdidas para el Municipio de Soledad, y que dicte las providencias conducentes rara que se demarquen, repartan y entreguen a los pobladores, tanto los lotes que les corresponden def1tro
tle la extensión indicada, como los que ocuparan al tiempo de la ley, dentro de las 20,000
hectáreas posteriormente
cedidas al Fresno.
Todo debía hac~rse de acuerdo con las leyes
que regularan la matel'Ïa.
La Ley 55 ratificó la venta de varios bienes nacionales y cediÓ a los municipios los terrenos
de resguardos de indígenas, respetando los derechos de los indios residentes, conferidos por
leves ar,t'.?riores.
L;~; Ley 51 que cede baldíos al Departamento
de Nariiio (adicionada
y reformada por las
leyes 105 de 1913 y 69 de 1914: todas tres son
il11portallt¡si mas).
) 914 Ley 15 ror la cual se ceden 8,000 hectàreas
·baldíús ai Municipio de Caldas (Tolima)
el fomento de la población de Briceño.
HAN
REGULADO
EN GE1\ERAL
LA MATERIA
ùe
para
LAS
~IGU¡El\'TES LEYES:
1821 La Ley de 1 t de octubre sobre enajenación
de
baldíos y creación de una oficina de agrimensura.
1829 La Ley de 31 de Julio sobre
demarcación
de
--- 44 -
1834
1843
1847
1857
1859
1860
1871
1873
1882
baldíos y prohibición de extraer de ellos maderas preciosas.
La Ley de 6 de mayo sobre colonización y reparto de tierras bal días.
Ley de 30 de marzo sobre e:lajenación de baldíos.
Adiciona la ar.terior.
La Ley de 2 de junio dEclaró que los terrenos
sin dueño que estén fuéra de las poblaciones
son baldíos.
La Ley de 11 de mayo creó agrimensores oficiales para medir y levantar los planos de los
baldíos de la RepÚblica.
Ley de 27 de abril sobre baldíos que contengan minas (Véanse artículos 1606 y 1607 del
Código Fiscal antiguo).
La Ley 70 limita )a adjudicaciÓn de tierras baldias.
La Ley 106. Título X (Código Fiscal antiguo)
En su artículo 2192 dice: «Desde que comience a regir este Código en todas sus partes, quedan derogadas las leyes anteriores sobre asuntos fiscales de la Unión, sean a nó contrarias a
las disposiciones en él contenidas» (1). La adiciona la Ley 61 de 1874.
Ley 48, sento el principio de que la propiedad
de los baldíos se adquiría por el cultivo, en
cualquiera extensión, y debía ser amparada, de
oficio, por el Ministerio Público; consideraba a
los cultivadores como poseedoras de b:Jcna fe,
y sólo podían ser privados de la posesión por
sentencia dictada en juicio civil ordinario; el
contradictor debía presentar títulos legales de
propiedad, de antigtiedad de diez años, y si
vencía debía indemnizar al demandado del va-
(1) La RecopilaciÓn
Decreto de 10 de octubre
puso que la parte relativa
publicación
en el Diario
2944, correspondiente
al
de 1884, ya citada dice en la página61:
.Pcr
de 1873 (Diario Oficial número 2983), se disa tierras haldias empezaría a regir desde su
Oficial, y empezó a publicarse en el número
28 de octubre de aquel mismo afta>.
-
45-
torde
'las mejoras, desmontes, ernpalizadas,
, cultivos y habitaciones, estimado todo por perito~. Los baldíos se reputaban bienes de uso público y su propiedad 110 se prescribia contra la
Nación en ningún caso; y volvían a ella los adjudicad0s, si en el espacio de diez años no se
establecía en ellos industria agrícola a pecuaria.
En ningún caso çodia adjudicarse una extensión mayor de 5,000 hectáreas. Los baldíos situados en el límite de los Estados Soberanos o
en centros poblados sólo podian aplicarse al
fomento de nuevas roblaciones, para adjudicaciones a cultivadores y COI~O auxilio para las
vías de comunicación. Contiene otras disposiciones que no citamos, por ser comunes a todas
las leyes de la fi :lteria (1).
1905 La Ley 51 de 29 de abril (Daba derecho a los
cultivadores, a lo cultivado y a otro tanto; con
información sumaria de tres testigos se pedía
ante la Municipalidad respectiva la adjudicación;
previas formalidades la llevaba a cabo y debía
remitir el expediente al Ministerio de Obras PÚblicas para s~ aproQa~ión .. En et título se fijaba
un plazo, vencido el cual los terrenos volvían
al dominio naciona!si no habían sido cultiva(1) El doctt>r Aníbal Gatindo,
quien firmó esta ley como Presidente dl'! Senado, decía en 1883 en la memoria que rindió al Congreso,
en su calidad de Secretario de Hacienda:
, .Si una ley semejante
contara ~a siquiera medio siglo de existencia; si esos principio!; tu~elare;; de la i1propÍ3ción del suelo y de
prok,ción
al trabajo 'ibre llevaran ya e3c tiempo de estar consagr.do8
en nuestra legisladon,
cuán distintJ seria la condición social, política
y econÓmica de la R",pÚblica. En vez de estas inmensas regíÚnes esclavizadas por propi ~tarios que se han hecho lIdju iicar una dilatadBCXt.:nsión territorial, con el único objeto de impedir el libre àcceso de la
población al i. tierra incuita, a de reducir a la condidón de siervos a
los trabajadores
que neœsit.an I)cupcrla para el cultivo, conlarlamoll
hoy, discminaèos
por la vast1 extensión del país algunos centenares
de miles de propietarios
cu:tivadores j la riquez~ agrícola y pècua.
ria seria die~, cien, mil veces mayor de 10 que es hoy ;el cultivó libre
habna cambIado ya la faz del suelo del pais; la distribución
de II! riqueza no seguiría las leyes de la distribuci"ll1 del león de la fábula; y
e~os c~ntenafes de miles de campesinos propietarios,
formarían hoy el
Ilucleo de un pueblo libre, porque no hay verdadera nacionaJida1 donde no existe una masa conside(31)Ie,,. en relación con la cifr~ tot~1 de la
población, que tenga hogar y 5ub~iMerfiàpropios
Que defender~'
--
46 -
dos. No se podia adjudicar más de l,CaO hectáreas en extensión continua. El artículo
) 5 pro-
hibió la emisión de bonos territoriales; y los títulos existentes, en circulación, debían regis-
trQrse, por conducto de las Tesorerías
Munici-
pales, en el Ministerio de Obré\s Públicas. Las
adjúdicacion€s a empresas no se consideraban
perfectas en tanto que el Gobierno no declarara que los contratistas tJabfan cumplido todas
sus; obligaciones. El artículo 24 prúhibió la libre
explotación de bosques nacionales, y facultÚ al
Ejecutivo par.:. reglamentar
último, autorizó.al
la explotación.
Gebierno
o comisiones agrarias, ,con facultaqes
nadas por Decretos Ejecutivos).
1912 Ley 110 (Código Fiscal)
,
Adelante nos ocuparemos
Por
para crear juntas
determi-
articulos
44 a 108.
minuciosa nI ente de
ella (Deroga el Código fiscal antiguo y las leyes 33 de 1892; f9 Ile 1894; 56 Y 61 de 1905;
30 Y36 de 1907;25 de_ 1908,y 9.· de 1909) (1).
;
Capít~lo
III
NUESTR A TES1S
lÑTRODUCCIQN
Según se v.~ por la enum~racíón y c,lasificación
que hemos hecho, tres han sido los móviles que han
guiado, al ,soberano de Colombia en la concesión de
tierras baldías :eJ progresonacionaJ, el cumplimiento
de SUS' obligaciones
cultura ycolol1ización.
fisÓ:les'
y el fomento de la agrinú-
Y a pe;¡ar, del constderable
mero'de ,disposiciones, positivas, el prcbl~ma de Jo¿
baldíos está sin solucionar)- nos parece, y qUl:zá muchas de'aquéJ!as han partido de sustanciales, 'errores.
Asi, sostenemos que los baldíos en ningún caso deben
U) De propósito hemos omitido la enumeración de lai leyes menos importantes, por jllzgarlo innecesario ..
-
47-
considerarse como un recurso fiscal, aun para situaciones apuradas; que al destinarse al fomento del progreso, en cualquier forma, las concesiones deben hacerse con cautela y bajo seguridades, y que las adjudicaciones
comunes, deben revestir forma distinta
Je la que hasta el presente se les ha dado. Todo partiendo de la base de que hoy no constituyen para Colombia los baldíos una riqueza, en el sentiûo económico del vucablo, sino al contrario, una nueva dificultad que es preciso resolver. No debe exigirse que
produzcan rendimientos, por ahora, sino que deben
ser materia de inversión de recursos.
ARTICULO
1. -El problema de los baldíos en
Q
Colombia.
En el campo especulativo puedè proponerse la
cuestión con sólo hacer notar que los baldíos en Colombia no han dejado de serto, ya por las dificultades
que la misma naturaleza opone a su población y cultivo, ya porque nadie sabe en qué condiciones existen, de qué riquezas naturales están dotados, ya porque no hay vías de comunicación que los hagan más
fácilmente explotables, ya,' en fin, por su desvalorizacion proveniente de varias causas.
El hombre busca naturalmente su mayor comodidad y provecho. No es presumible que un romántico amor de la Patria haga que el individuo emprenda
la lucha por la vida en las condiciones más desventajosas para él; que sin medio de transporte ni vías
de comullicacióu vaya y vuelva de las ciudades a los
alejados y desiertos b"ldíos; que more en ~stos, en
·medio de inclemente naturaleza, sin poder aprovechar
losprodu.ctos
que por su trabajo obtenga, y que se
resuelva a renunciar a las comodidades de la vida civilizélda, sin el aliciente de la riqueza siquiera, todo
por un problemático futuro de prosperidad
nacional,
resultante de la poblacíóny explotación de los baldíos. Por lo menos no es la común.
y es curioso observar cómo al propio tiempo
- 48qut! se car-oce de ;bralosque
tasyek~hsascbinar<:a8,haj)
'rediman nuestt:aS f!lC'tlJen las tiud8des ptétora
de individuos ociosos, 'po!" ta; t!Rl'el1cla ,de empresas y
ta tOl1sigl:lientedesordeuadaafkióna
laempleoma~
hiá 'Oficial.
'
'
,
,
El aspecto gra;Je del asunt0 está en las èonsecuencHis que,para la República puede traer ese abandono
ell'que vfvimos, esa despreocupación de nuestros bal ..•
díO'S. Entre otras, la del peligro que amenaza'
beranía nàtiona1. Los países
a la solimítrofes de Colombia;
h~tmanos por varios títulos, pero hermanos voraces
y que tienden a su expatlstôn¡pÓt' medios 110 siempr:
legítimos, van avanzando cauta y silenciosamente sobre ,nuestro territorio ;y"q"jé,q;~pe ~i •.10, pia las otras
naciones hayan de justifi'car $US' proèediinieritos, ya
que tratándose de la diSCûsiôh\de fronteras, el ocupante suele ser, según la. práctica internacional, la
p'ersoha de mejor deriec~o:.:.'
'
.
: ; De suerte que áJ 'pfbP}Ó ,tiempo ,que. hay en Colombia mucha gente siri 'tfat)ajb,en~téh Inmensas extensiones de tierras<'sfn ha pjfantes 'ril ttittivos; esas
extensiohe$, eh las f(o'n"t,eráf' de :la RepÚblica, están
en·peligro. inminente de ~e~se"s~§t~a'Í~~~
a la soLera"Hf rfàciónaJ; es drtídl pobhir 'esas tierras y utilizarlas
ëxpldtándólas, a dws:a de His d1N~iJ1tadesque opone
la naturaleza y dt qltéJiohay nH~drdsde transporte ni
"comodidades' de vida eh ~H~s: }tconsecuencialmente,
aut1q~e'constittiyan un g~¿{ndeposito dé futura riqueza, ellas v~len hoy muy poco.
, ARTICULO
2.o~Posibles soluciollfS;
Ya q1Je con tanta 'precisión n()Sattevemos
fialartos
¿ Cuál
males, podría p'tégtllitársenos:
a sees
su
su soludón? A lo cual tespondetlálMs: Es cuestión
tan ~()tnplela, exige tan profundo ~studl.()) requiere
tale~periència, que no puede resolverse. de una plumada.' Nos contentaremos 'ton iniciar
lo.s
más impor-
tantes principios fundamentales que, a nuestro juicio,
deb@i} regit ·la. materia; corno -posibles conductos para
- 49liegàr a resultados prácticos; su desarrollo verdadero
y reglamentación
corresponden
a los versados y al
Poder Legislativo Nacional.
En dos palabras pueden compendiarse los corn·
plejos problemas referentes a nuestros baldíos; despoblación y desvalorización ..
La despoblación
debe corregirse poniendo medios conti arios a los que hoy obran, para lograr así
un fin opuesto: aperturas de vías de comunicación, facilidades de transporte y trabajo, colonización.
La desvalorización
debe repararse estudiando
los errores económicos que la hayan engendrado y
corrigiéndolos.
y es base indispensable de ambas cosas la estabilidad política, el respeto por el derecho y la absoluta seguridad de las personas y de las propiedades (1)..
',
ASPECTO
SOCIAL
La colonizaciún colombiana, como asu:1to social,
comprende otros varios: la inmigración extranjera y
la nacÜmal, la reducción de los indígeras a la vida
civilizada; la funddción de colonías agrícolas y militares.
Sobre inmigración extranjera; ha publicado un
patriótico y bien escrito trabajo, nuestro aniigo; el
doctor Arturo Brigard (2).
A veces no participamos de sus optimistas ideas,
a veces pensamos en que muchos de los ël~mentos
que ofrece nuestra n:ituraleza no coristittiyeri riqueza,
en el sentido 'económico del voeablo, por nb set aprovechables; a veces tememos qUé nuestra pOCél serie-dad y la :indementia de nuestro clima no atraigah a
·Ia inmigración extranjera, y nos hemoS ptt!guntado si
(1) Por eso dice Montesquieu:
.Las tierras no se cúltivan eri ra. zÓn de su fertilidad sino en razón de la íi\'lertad •.
(2) La Inmigración en Colombia. Estudio presentado en el Colegio Mayor de Nuestra Seilora del Rosario por el Colegial aenúmero
Arturo Brí~ard, al recibir el título de doctor eri jurlspntlJerida; Bogotá.
Imprenta de San Bernardo. 1914.
- 50no será lo más conveniente procurar y fomentar la
inmigración nacional. Con muy buen acuerdo dice don
Tomás Carrasquilla, en su estudio titulado Inmigración y Colonización (1):
«Los mejores colonos se encontrarán tal vez entre los mismos pobladores del país, pues conociendo
el nuevo medio en ;que van a establecerse pueden hacerlo con probabilidadas de buen éxito
» Y en
otro lugar: « ••••si se estimula a los colonos nativos,
pronto se convierten en propjetafi05~ y fa mayoria de
entre; ellos, en çinco o más ê.ños, forman verdaderas
fortuna~",.
,.
Estas ideas n'os parecen juícíosas'y prácticas y
por eso las acogemos; y como la inm:gración .no se
trae sino que se atrae bien sea nacional o extranjera,
aun cuando los nativos del pais se sujetan de mejor
gana que los extaño~ a las penalidades de la tierra,
es evidente que la colonización llevada a cabo por
lOI) mis'mos colombianos abrirá lag puertas a saludables corrientes de trabajo y capital.
La inidativa particular es la Jlam~da a resolver
problemas comd los enun.:iados; mas. ella tampoco es
ocasional ni improvisada, sino fruto de la seguridad
.del trabajo y del adelanto en las comodidades. Es
preciso, además, que la acción de los Gobiernos la
levante primero y la sùstenga después, cumpliendo
una buel\a LEY DE Tl2RRAS Y DE'COLONIZACION.
La reducción de los indlgenas, que en pleno si.glo xx forman entre nosotros tribus salvajes, no puede obtenerse por la fuerza sino pJr la atracción: las
armas destruyen sin convencer, y reviven en ellos
la qJemolÏa. de los conquistadcres. La historia nos
enseña. que no hay ot~o med_ippara realizar la obra
de civiUzación cristiana oe . 10$ salvajes, sino las misiones. Mucho tiempo. hace que la iglesia católica
empezó latarea, catequizando a los hijos del desierto y formando así, fieles de Cristo y ciudadanos
de Colombia. Con este indispensable, poderoso auxi(1) Informe que presenta al seftor Mínistrode
Fomento. Bogotá. Imprenta Nadona!. 1906.
Obras Públicas y
-
51 -
Har se facilita la obra del Estado, que llevará a termi~o sus obligaciones
para COll esos desgraciados
conciudadanos (1).
La ley de tierras de la República Argentina, de
30 de diciembre de 1902, dice en su ártículo 17: «El
Poder Ejecutivo fomentará la reducción de las tribus
indígenas, procurando su establecimiento POR MEDIO
DE MISIONES Y sUll1inistrándole~
tierras y elementos
de trabajo» (2).
Por la cita que hemos hecho del señor de la Barra, y por la anterior, se ve, cómo el gobierno Argen~
tino, sin que sea por L.matismo, coadyuva a la acción
de progreso de la Iglesia; sin tener en mira el interés
religioso, sólo por via de adelanto, se han dado considerables auxilios a las misiones. Y a nadIe se le
ocurre aU pensar que ese dinero se impute, en el presupuesto, al dCiJartamento del culto, sino al de fomento.
(1) Creemos <lue en nhgún caso, la protección
de bs misiones
debe ser materia cie c<lntroversia política a de discusión sectaria. En
los paises verJaJer;¡J1Iente
civilizados,
los gohiernos hall recurrido a
1,1 Igksia, algu.las ve<:es prescindiendo
de su misión divintl, como el
ulL'di(. más p ,ù:roso de implantar la ci\'ilización.
Don Francisco de la
Barra, MiOl~trl) ùe lvLjico en:a Argentina, por los alias de 1904, dice
a su gobierno.
en un informe que !Ï¡¡;!ió sobre la inmigración
en la
Hepública Arg~nti;Ja, en el cual S~ ocup •• de la colonización:
.EI Gobierno ha fOnJent;,du el eSlahlecillt.ientu de misiones y de colqnias protectoras de los indigen;ls. A fin',; de 1902 se dio un decreto disponiendo (SIC) la entrega de lo 5,000 al Pddn: Famboleo, para la subdivisión de
20,000 hc(láreas en el Chdco, donde ti~n: e~tabledda
una misión. En
el mismo año ,;e amplió en 20.000 hec:ár. as la concesión que habian
obkllido ilnteri()/m~/1te los Padres de la mbiÓn de Formosa v se les
dicr¡ln '$ 5,000. E,J 1:1'lI'f) J~I alil próxilll
P;I.n:JO (1913) se de'tenninó
ci tr:lso y entr •.•ga de 250 lolt'~, de 25 hectáreas ca.la uno. para la mi·
sión que dirige t;,mbiéJl en el territorio de Formosa fray Pedro Iturral·
de. Sc mandó enlrcg~r la .>uma ùe ¡. 10,000 para. la mensura y subdivibión ce la tierra.
cEn el ter. ¡torio de la Tierra del Fucgo se concedió a los misioneros salesianos el uso de una superficie d~ 19,454 hectáreas, por diez
años, para el estahlecimic1to
de los indigenas del Territorio.
cEstas culoni?s
h,n servido para civilizar a los indios, antes
salvajes, y para hacer que concurran,
según el pensamiento del Gobierno, al desarrdlo
de la riqueza económica de la Nación-.
Páginas 76 y siguientes.
(2) Nuestra Ley 89 de 1890 (25 de noviembre)
determina la manera como deben ser gobernados los salvajes que se vayan reduciendo a
la vida civ ilizada, y dice que la leRislación general de la República no
regírà entre ellos, sino que el Gobierno, de acuerdo con la autoridad
:::cleslástica, determinará
la manera como esas incipientes
sociedades
deben ser gobernadas.
~~~~O DE LA REPU8UCA
~- 52 E~to, que ruciamente expresamos, lo dice en fra-:
&~~;grandiosasel doctor C~Hasquila, frases que no podemos menos de copiar, para que st\ virtud y autoridad
cienHika ~~bran en alge' la pobreza de las nuestras:
. ~La coop,eración a Jas misiones es trabajo en favor de la civilización universal, del progreso del humano linaje, y ~s obligaciÓn sagrada que nos impone
el patriotismo ~ porque hay quehacer
ciudadanos de
los salvajes de hoy; preciso es que flote el tricolor
glpJi~so en tpdas las regiones (te la nación, que cstétlPobladoslos
límites de Colombia para lograr defender nuestr~s fronteras.
~Las misiones ven¡:irán ~ resolver nuestros ç:rob.lemas económicos y fiscales, y aún algunos que parecen poBtieos. AQrirán ellas campo ubérrimo a la ir;dustria y al trabajo, centuplicarán la riqueza nacional,
aU,m~ntarán los brazos, atraerán sana inmigración y
darán a los ánimos inquiebs preocupaciones nobles
y provechosas ..
'!oY no os detenga saber que el Gobierno aumente la suma destinada a las misiones. No es esta !.Ina
emprCSq limitada que requiera determinado caudal
para concluírse,ni tampoco es de aquellas que result41n inútiles, si 09 llegan a perf~c~o término. Es tarea
siempre acabada, pero siempre por empezar. C<lda
niño 'que s,e instruye, cada dolor que s~ calma, cadd
alma redimida es una obra completa. En cambio, ~u(ln-:
~9 h,aya cincuent~l pueblo~ fundados, ,aún faltan".ç;.ttos
tantos; si tuviéramos cien escuelas, urgente sería' afta(tir otras dgsçienta's ;aJarapílla de hoy deb~ agregarse la iglesia, de mê!fíana; al cé.m:nQ de' hJY~ nuevas vías que se crucen y entrelacen, y por donde no
tra,nsiten cabal~adur1s, s;n::> pas~1l como el rayo, 10comotor,\s i.'automoviles.
Las misiones nos dieroi~,
ahora tres siglo8, cuanto tenemos; las misi0!1es nos
détrán¡loq~e' nos falta» (1). '.
, (irëonftuencia
sobre las misiones en Colombia, predicada
en la Cah:dral de Bogotà el 20 de octl!br~ de 191'2, por ~l Canónigo
doctor 'Rafael Matía Carrasquilla,
Recbr del Cfllegio M;a~'or de Nues~ra S,ef\Qra del Rcs¡¡rjo (Andil publiqda
en hojil suelta, y además, en
là /ley/,ta del Claul>tro y en el libro titulado ~as Hisiones en ColombIll, en donde puede verse la anterior cita, a la p~ina 2:1)..
"
_
-
53-
Aconsejan algunos, la fundación de instituciones
adecuadas al apoyo directo y materjal de las misiones, verbi gracia, la de colonias militares. Con estas
::ie logra que la fuerza pública defienda el territorio,
en las fronteras, y más que todo, II1Ut stra a los vecinos que hay quien haga respetar la soberanía de Columbia 'j lus derechos de sus ciuda<.:anos, víctimas
tstos, a veces, de ~alvajes dq:'redaciones. Por otra
parte, los soldados no permanecen ociosos, cultivaI!
sus terrenos y al final del respectivo lapso de alista:-niento, las armas no han enervado sus energías, al
contrario, los l1an hecho aptos para el trabajo. Halagadora perspectiva la que se presenta a la imaginación, viendo cÓmo al Ilegélr la época de cambiar las
guarniciones de las fronteras y de los territorios que
están por colonizar~ en vez de volver los sujetos que
las forman, extenuados y pobres a las ciudadt's, cada
unidad militar sirve de centro a una pequeña posesión,
Jueilu ya de la nJ.turaleZ3, animadiJ rW¡ el ejemplo
de sus cumpañeros (1). '
ASPEC'IO
EC01\OMICO
y FISCAL
La revaluación de los baldíos colombianos, como
cucstión económica comprende otras legales y fiscaks: si es ra~ional aplicar/os C0l110 lIll recurso para
remediar urgencias del Estad), si lkhen concederse
~in limitaciÓn, en cuanto a la ex ensiÚn y a la perpetuidad de la propiedad o Il"), si el procedimiento de
la centraJización del ramo es conveniente o nó. Cada
una de las cualts prc~lT()l1e a SlI vez la resolución
(1) l1emoria del Secretario de Hacienda y Fomento de 187-4;
.\' sena ¡:Ioriuso, sin dllJa. l'ara el ejército ellcargaùo ùe defender COli
las ~rl1las nllt'~tr;'s frollter;¡s. CO[nenlilr a c(lllscfI'arlas
desde ahora
con ks inslrulllt'lIt IS dei ¡rallaj" p;¡cífi.:", (Página 8U).
En el 1H¡~1ll1)documcntü, sc ml;cstr.J el fUllcionario.
enemigo de
jas misioncs. lh'jando t'ntrcv,~r malanltllle un cspirilu apasionado.
Es
clIrinsu CÓ.1l10al ".lcer rcnlnisccn:ia
de la cllnlj'uista española,
dcllluestra con la historLt en la mano el illf,ujo bt'lIdico del s3cerdottqll~ contcnía a los cabal/eras ell sus de~malles.)' rapiñas,
para con:
(¡Ulr forzal1amcntè
y 5\11 salJer~e de donde, COll Olle las misiones no
SOI1 buenas.
Nu qllert~l11os
comcntarlo.
pues al le~r original el ÛOCll"
mento, ve uno la inju6ticia de sus conceptos.
- 54de otras. No estará por demás hacer presente que en
un estudio general del punto no pueden pormenorizarse aquellos asu'ntos, cada uno de los cuales da, .por
sí solo, bastante materia para desarrollar.
Desde la existencia de Colombia como nación
independiente, han aplicado las leyes el producto de
l~s tierras baldías al pago de la dcud~ pública, consignándose tal sistema como cláusula de los contratos que la RepÚblica ha celebrado con sus acreedores.
Ya la Ley de 20 de abril de 1838; orgánica del crédit9 nacional, declara cuales son laS Deudas Interior y
Exterior de la Nueva Granada, y en su artículo 4 ....
dice:
«Para la (:,raduaI amortizadón del capital de dicha deuda exterior se aplican por ahora, y sin perjuicio de aumentar después los fondos que sea dable :'''1
2." El producto líquido de las tierras baldías que se
enajenen per dinero, y el d~ sus ~rrendamientos" (1).
La Constitución de 1863 decía en su artículo 30:
«Las tierras baldías de la Nación, hipotecadas
para el pago de la deuda pública, no podrán aplicarse sino a este objeto ..... » Y en desarrolo de ese principio, el articulo 868 del Código Fis~al de 1873 de.,.
da: «Las tierras baldías son aplicables, según el parágrafo del artículo 10 de la Constitución: l. AI pago
de la deuda pública .... » (2).
El 31 de díciembre d~ 1872 se celebrÓ un convenio sobre deuda exterior, entre el representante de
los tenedores de bonos ingleses y el ~ecrctario del
Tesoro y Crédito nacional de Colombia, cuyo artícuto 1.0 fijó la deuda en ¡;2.000,000, o sean '$ 10.000,000
en oro.
u
(1) Ley J.", Parte 2.a, Tratado V de Là Recopilaci6n Granadina.
(2) El mismo Código, en su Libro IV, llamado Crédito Público
(articulas
2092 y siguientés)
claifÍ\:a la deuda naciunal Cil Intel ior y
Exterior. según que los acreedores
sean Cil Sil ~f'neralidad
nacionales
o extranjeros.
Suodivide
la Interior en consolidada y flotante,
según
que sólo sea exig'ble el pago de intereses o a la vez de capital e intereses; y la Exterior, en antigua y llueva; la primera precedente de la
cllota parte que correSpondió a la Nueva Granada. de los empréstitos
\ suministros
hechos a la Gran Colombia, y segùn la división de la
Deuda, que se hizo en 1838 y 1839; la segunda,
proveniente
del empréstito contraido en Londres, en 1863, para la apertura del camino de
Buenaventura
a Cali.
-
55-
El artículo 7.0 disponía que de esos '$ 10.000,000
se destinafJ '$ 1.000,000 como capital inicial de una
\:ompañía que debía organizarse en ~ondres para pr?mover y fomentar empresas industnales en ColombIa
y la colonización y cultivo de sus tierras baldías.
Para el aumento de ese fondo, Colombia, por su
parte, concurría con 2.000,000 de hectáreas de terreno baldío, cuyos títulos se er,tregarian a la Compañía
de Fomento a que se refeJia el artículo 7.". Si la Compañia no llegaba a organizarse, el valor de los 2.000,000
de hectáreas de baldíos se aplicaría a la amortización
de la deuda.
El ~ltículo 46 del Código Fiscal vigente dice:
«Los terrenos baldíos son aplicables: 1.0 Al pago de
la deuda púhlÏl.:a ,.»
REMEDIO FISC/\L
Ya la apurltamo~, las dificultades de aprovechar
las materias primas, provocan y efectúan de modo
natural la desvalotización
de las tierras; y nuestro
sistema de aplicación de las mismas ha estimulado
t.'se Jesa~t.·e. Pomposamente dicen nuestros Códigos
fiscales que las tierras baldías se aplican al pago de
la Deuda Pública, y para ello se han emitido grandes
cantidades de bonos territoriales. Mas sucede que por
desgracia nuestra, el crédito territorial de la RepÜblica ha ido siempre por {1 suelo y los acreeûores del
Tesoro, por no pcrderlo todo. dan al mercado los títulos a infimos precies.
Entendemos que h:)y se cotiza de '$ 0,20 a $, 0,30
en oro la hel tárea de tierras baldics, representada en
bonos, y aún ha bajado a 'fi, O, t 5.
Oe suelte que no se é Icanza el objeto propuesto,
que es el d~ solventar a la República, y sí se logra el
de hacerle un gran mal, depreciando sus tierras.
De una vez por toùas la decimos: nos parece un
error, por inveterado que sea el principio, y aunque
la hayan defendido personas sapientes, nos parece un
. error'aplicar las tierras haldías como recurso fiscal.
Es la misma falta que cometería el padre de familia
-·56 -
que en vez de procurar a sus hijos educacíón, y dota'rlos con un oficio a profesión, pretendiera utilizar'"
los desde pEqueños en sus menesteres, con el engañoso pensamiento de que su ayuda le serviría de mucho, sin caer en la cuenta, tarde ya y sín remedio, de
que no era ese el verdadero camÎno de hacerlos provechosos para sí mismo y para los demás.
No tenemos progrESJ; se nos presenta la cuestión grave de una extensión territorial desierta, y en
vez de preocuparnos
porque haya muchos pequeños
propietarios, nos hemos dado el lujo de despreci3r las
tierras y girar sobre ellas como sobre un fondo perdido (1).
Si hay dos problemas, el crédito interno y el cré·
dito externo; el progreso de Colombia y su hienestar,
y el pago de las deudas de la Repúbli.:a y de sus intereses a los acreedores extranjeros, ellos deben ser
resueltos separadamente. Harto tenemos COll lino solo
para que no los involucremos.
y ese ha sído siempre nuestro error econÓmico.
Damos en pago de la Deuda pública las tierras baldías; hipotecamos los ferrucarriJes que hacemos can
dinero extranjero, a compaJ1íéls extranjeras. Y en cambio dejamos que los nacionales especulen con aquellas rentas y tesoros que sí habían de aplicarse al
pago de los extraños.
Es de observarse que aun cuando se ha visto
siempre en Colombia la ineficacia de tal expediente,
todavía en 1851, dice el doctor Manuel Murillo Toro
en su informe al Congreso, como Secrdario de Hacienda que era: «Los bienes nacionales, y muy particularmente las tierras baldías- que empiezan a tener
mucha demanda, son el; mejor fondo de que podemos
echar mano para la amOlltizaciÓn de la Deuda Exterior que es la amenaza constantet y el prim:ipal embarazo para el desarrollo de nuestra prosperidad: es
necesario economizarlo,' ponet término al derroche
(1) En el al10 de 186B sólo se adjudicaron a cultivadores 6 hect áreas 4,COO metros de baldíos;
y 25,344 hectáreas 3,960 metros, se
dieron a cambio de papeles de' DeuJa (Memoria del Secretario de Hal;i4;nda y Fomento de 1869).
-
57
que h asta ahora ha habido, sin provecho siquiera de
la cultura
de las tierras ni de la jndependencia
per-
sonal».
ASPECTO LEGAL
Colombia ha sido siempre liberal en la concesión
de sus baldíos. Se presenta cualquiera émpr~sa de
apariencias halag'ldoras y quienes representan al Gobierno en los distintos
ramos de la Administración
pÚblica, no rechazan ni discuten las exigencias de
aquéllas en este particular. Y ese no es a veces el sistema de atraer mayores capitales y de poblar las tierras baldías, pues a la larga vienen a convertirse las
tales concesioncs en un recurso fiscal, en una parte
de la subvención o indemnización
que se dé a esas
cm presas.
Se ha debatido el punto de si será conveniente
hacer la concesiÓn de baldíos en grandes extensiones
de terreno a nó. Se afirman las dos tesis opuestas en
<lrgumcntos de peso, siendo de ad vertir que nuestros
Ministros de Hacienda han discrepado notablemente
en sus opiniones al respecto (1).
'
Quienes sostienen la teoría de las grandes concesiones, argumentan a~í: los pequeños cultivadores
ni se animan ni tienen medios para acometer la empresa de desmontar, cultivar y beneficiar una pequeña extensión baldía; los trámites exigidos por las le(1) Don Miguel Samper, Secrclario de Hacienca y Fomento, decia cn su Informe al Congreso de IR69 (páginas 1 II Y siguientes):
.Considero
de suma importancia recomendar al Congreso que sea muy
cauto en la concesión de tierras baldías, Sm duda alguna que no debemos negar:as,
sin<l antes, ofrecerlas
gratuitamente
a los CJue 'luieran
poblarlas (¡ cl'ltivarl~s;
pero en cuanto a concesiores
considerables,
aun para fomentar camino" es lIlene~ter 4UC no se prodigue un bien
Que es cn la época actual de casi ninguna significación.
El verdader{l
desti:lO de los baldíos de IIll pais rxtemo v poco p\,blado es el de
ser cultivados, y por IJ mismo debemns
adoptar C{ln tiempo una legislaciÓn previsora, 4ue en lo posible evite la monstruosa extensión dl'
propiedades
adquiridas
casi sin precio o por cOllcesion:s
gratuitas'"
En cambio, don AQuileo Parra, Secretario de Hacienda y Fomento, decia al Congre~o de 1874 (Informe, página 54): <,No estiPl10 necesaria ¡a limitaciÓn del derecho de propiedad sobre los baldíos; pue:;
no participo del temor, que il ctros ha preocupado,
de que la posesiÓn
de extensos
terrenos
l,or unos pucos propietarios
llegue a ser con el
tiempo un peligro para la libertado,
-
58 ~
yes para que un indiv.id.uo logre ser adjudicatario son
embrollados" oscuros y costosos; los Gobiernos no
pueden conocer a fondo las necesidades de cada region, en las distintas épocas, para rcmcdiarlas, cuando no hay serios intere~es que- proteger; y las grandes empresas colonizadoras, sí tienen los mcdios necesarios para fomentar el prop:reso y las industrias
con la explotación de los baldíos.
Quienes afirman qlle to'das las concesiones deben hacerse con limitación dicen que d dcstko de los
baldios es el de ser poblados, colonizados y cultivados; que eso no se logra adjudicándolos en extensiones consíderables a unos pocos individuos pudientes,
a quienes nada importa' ei progreso y que sÚlo persi.'guen el lucro, el cllal logran negociando sobre esos
terrenDS que poseen; y que en un pais en donde hay
mucha tierra y pocos brazos lo natural es procurar
. que haya el mayor número po~ible de propietarios, lo
cual podrá ser quizá la redención económica y la causa del bienestar individual y social.
Ambas tesis defendidas en absoluto nos parecen
viciosas y creemos que aquí como en otras materias
puede afirmarse que la verdad .está en el justo medio.
Es muy halagador el pEnsar que dentro de p8CO
tiempo la mayoría de los colomtianos sea propietaria de bienes raíces, pero quizá ro es lo más práctico
pensar que eso se alcance con una restricción excesiva en las concesiones. Un individLlo no incorpora sus
esfuerzos personales y sus ahorros en un negocio que
no le ofrezca estimulo y en tratándose de baldíos, la
mejor recompensa consiste que quien los trabaja pueda hacerse, por virtud de ese trabajo, propietario de
mayores extensiones ..
Mas, por otra parte la experiencia enseña que
las empresas que reciben grandes concesiones de baldíos para beneficiarias por sí mismas suelen convertirse en opresoras, se limitan a ejercer influencias políticas (1) Ydesempeñan el papel del perro del hortelano.
(1) Como hl! sucedido en los Estados Unidos en donde hay demasiada largueza en las adjudica~iones
de baldíos.
-
59-
Además, si por sí mismas exp](Jtan lo que reciben, no conservan ni aUl1lentilll el patrimonio, sino
que lo dilapidan; y por eso el mislllo seCtor Parra (don
Aquileu), que rcc:1aza los para (>1 i¡¡fundados temores
sohre ilimitaci¡'¡n de las COliCl ~;ines, dice Cil la pági·
na 57 de su Informe, que varias veces helllos c~tado:
"Nada signitica el que hasta allilra se hayan solici~ad() adjudicaciol1es de h;¡ldíos por miles de hectáreas: p\lrque es" se ha hecho con el objeto de aprovechar las riquaas vegetales que contienen. Una vez
agotadas ésta~', las tierras s~rán abandonadas
por sus
dueños, q cedidas en lotes alternados a nuevos pobladmes, como único medio de dar algún valor a las que
se reserva el propietario».
Mas adelante, el mismo serlor Parra resuelve la
cuestiÓn con las siguientes terminantes palabras:
«SÓlo los agricultores pobres se resuelven a luchar con el clima, con los demás inconvenientes de la
habitación en medio de los bosques seculares; y estos no se establecerán allí sino en caliJad de propietarios del suelo que han de cultivar)).
La redenciÓn económica del pais, la terminación
de la empleomania, el bienestar individual, no se consiguen sino haciendo que mucha gente sea propietaria
de tierras.
Ya el doctor NÜñu •.el estadista d2 mirada de
águila», se expresaba así, en 1881, en s~ mensaje
al Congreso Nacional:
«Los latifundios (grandes concesiones de tierra)
r perdieron a Roma, dijo Plinio. Hace más de ücho años
que en un documento oficia) me expresé así: No tenemos ya mayorazgos, vi¡\cùlacioncs ni mar;os muertas, pero la manera de enajenar nuestras tierras no
está exenta de peligros', y muy graves para la porvenir. Los latifundios, pueden, bajo forma distinta surgir, con muchos de sus males, de esas enajenaciones
monstruúsas
que. comprenden con frecuencia rios,
puertos, cordilleras, etc., además de superficies territoriales que podrían dar alimento y hogar a millares
de hC'mbres, si no a millones».
-
60-
Aconseja luégo como medio 'conciliador de erróneas teorías extremas, el de que se hagan grandes
concesiones, pero ninguna de ellas a título traslaticio
de dominio, es decir, que nunca se ceda en propiedad,
sino en usufructo hasta por largos término~, tal como
se hace con las concesiones de ferrocarriies y otras
obras semejantes.
A ello nos permitimos objetar que no resulta práctico, porque el mayor aliciente que puede tener el hombre en el cultivo de la tierra, es el de adquirirla en
propiedad, dejarla en patrimonio a sus herederos, y
precisamente Jquello constituye uno de los fundamentos del derecho de propiedad, tal como la estudia la
Filosofía. La enfitcusis ha ido desapareciendo
del
Derecho.
Quizá seria conveniente conciliar los apuestes
pareceres, despojando de trabas las adjudicaciones y
permitiendo que éstas se hagan cn considerable extension (limitada siempre), asegurando eso si el adjudicatario que cumplirá los compromisos que contraiga,
promesa que respaldará con alguna seguridad. Esto
sin perjuicio de que en las leyes persista el derecho
de reversión, csto es, que los baldios no cultivados u
ocupados con ganados dentro de cierto plazo vuelvan
al dominio nacional.
El sistema de las empresas colonizadoras parece
que ha producido buen resultado en la Argentina, talvez por su acertada reglamentación, en donde en vez
de feudalizarse los baldíos, la que acontece es que con
facilidad los labriegos se tornan en propietarios. Tal
es el ideal para Colombia, mediante la combinación
racional de los sistemas. (1)
(1) Don Francisco de la Barra. LÍtado en otro lugar, dice: -Otros
dos inconvenientes
graves ha prod\!cido la aplicación de las leyes de
tierras (de la Argentina) anteriores a la vigente, que han sido señalados
por el mismo estadista (el Ministro de Agricultura don Wenceslao Escalante) en SlIS últimas memorias:
la venta de grandes extensiones
para satis~acer necesidades fi,scales y la ~onc~siónde
tierras a particuJ •.• n>,ç. sin Imponer a los agraciados las obligacIOnes de pob\ar\as.
Aq\\elias. ventas, que no handado el mejor resultado, dice el señor Ministro,
demuestran
la verdad de la tesis que tengo el honor de sostener:
que la tierra pública no debe.ser enajenada con lines de rent •.:ordina-
-
61 --
El Gobierno Nacional, que entre nosotros ha solido hacer más política que otra cosa (por lo menos
así sucediÓ en mucho tiempo), ignora las extensiones
de baldíos que hay en la RepÚblica; si le presentan
una peticiÓn de adjudicaciÓn tier,e que guié1rse por la
que digan testigos locales, ante autoridades locales
también; muchas veces, bajo errónea, distinta denominación, ¡:-uede adjudicar a diferel~Ls personas las
mismas tierras: las situadas en los térmir.os de inmensos municipios, que ni se sabe CJi1 propiedad hasta
donde va Sll límite. Los cultivadur(:s, que desmontan y
labran un lote d~ tierra alejado, por desidia, casi siempre, ni la den unjan, ni adquieren pür consiguienle
ningún título legal de propiedad sobre él; las autoridades ignor~n que s()bre (S~ lote haya posesión;
cuálquier día, un rico a un intrig3nte, la denuncia
como haldio, se la adjudican y l:::!nz3 de alli por el
poder de su propia autoridad a esos trabajadores pobres, o por lo menos, hace surgir lin pleito en que
\leva las mayores probabilidades del éxito, aun cuando los otros tengan las mejores razones de derecho.
Estos y otros inconvenicntes bastan a demostrar que
no es el mejor sistema de administración de baldíos
el que la sujeta a una entidad que no conoce NI PUEDE conocer a fondo su existencia, condiciones, situaciÓn etc., por razones que no dependen de e\la; a una
entidad que por otras circunstancias, obrará muchas
veces injustamente,
respecto a los derechos de los
cultivadores;
a una entidad, que para resolver cualquier solicitud o dirimir una controversia necesita
tiempo considerable, dilaciones a cusa de las distancias y trámites complicados, en los cuales suele desaparecer el derecho del más humilde, para dar campo
ria Ji para gastos ordinarios. La concesión de l!;ra\1des áreas cn la forma
que. se ha hecho hasta hace poco (esto se decía en 1903), cs altamente
pef]udicial
y 110 corresponde a ningún fin con\'cniente
a los intereses
de la Nación.'
-Fomentan
la especulación, con olvido del objeto fundamental de
las leyes aplicadas:
poblar y explotar las tierras concedidas .•
Estas palabras,
autorizadísi\1lJs
en boca de dos cstadistas confirman, y la vemos con satisfacción, la tcsis que sostenemos y las ideas
-lue teníamos formadas cuando leímos el Informe del Ministro mexicano.
-
62 -
.
a la pretensiÓn de quien tenga mayores Înfluencías.
Sin contar con el costo quc ocasiona todo eso, en
pago de servicius
vados
pÚblicos y
a los apoderados,
l'Il
qlH
pago de servicios pri-
mu,'has veces retraen a
quien debieran
asegurar uficitlllH';'te sus d~~recllOs.
Vistos los inconveniclltes,
fácil seréí deducir que
el modo de rCllloverlns
está Cil Id impJantací(l[l de un
sistema que produ/ca
decrus contrarios. Es decir;
la administraciÓn
de los baldíos de~)e estar a cargo de
entidades qllí.: los conozcan, que puedan apreciar Sll
extensiÓn y Situ3ciÚll, SllS cOlldiCÏillles y consiguiente
valor, y que al adjudicarlos llU lihrcn a ciegas, sino
con pleno conocimiento de «¡liSa; quc puedan hacer
efectivos los derechos de los cultivadores, sin largas
tramitaciones
lli gastos pecuIJj,lrios, y aún que estén
encargadas de fo,nentar su explotaÓón por medios
legales y prácticos.
Quizá sería acertado para Colombíél, en asunto
ùe baldíos, dar autonomía a los Departamentos,
talvez a los Municipios, con sujeciÓn, eso si, aun cuando
no rigurosa
ni en forma que fa hiciera nugatoria, al
respectivo servicio nacional, reprl'sentado pOT una sección especial del Ministerio de Agricultu(a, o de Obras
Públicas, en la Capital. Se complementaría esta organización, por el ~stablecimiento
de iJJspectores locales,
que hicieran la anotación de tierras a su cuidado,
el registro de aquellas que estuvieren cultivando los
individuos,
dieran a con()cer a éstos, con la mayor
claridad posible, la ley que los ampara, se· encargaran
en fin de transmitir a las juntas locales, todas las noticias conducentes del ramo, y ¿1:1Il coadyuvaran a las
peticiones de los particulares en cuanto fueran justas.
El desarrollo
de esta idt3 capital puede tener
muchas faces y hacerse de maneras diversas. Los que
saben admistraciÓn pública podrían presentar proyectos para la formación de las oficinas y StlS ramifica-
ciones,
en cuanto son dependencia
nacional.
dejando
a las secciones autÓnomas para este efecto, la facult<ld de organ;zarsc y reglamentar su vida y funciona-
miento de acuerdo con las necesidades
los hábitos
dominantes
de la región,
en clla, sus recursos etc.
- 63CONCLlJS!ONES
De este somero análisis, en el cual hemos expuesto, sin pretensi',)n de acertar, nuestras opiniones,
que no son producto de la sabia experiencia sino resultado del estudiQ superficial que hemos emprendido
:sobre legislaciÓn de baldíos, deducimos las siguientes
'Conclusiunes prácticas:
a) Los terrenos baldíos no constituyen hoy para
Colombia ulla riqueza efectiva;
b) Por lo mismo, deben considerarse como un
;problema que es preciso solucionar;
e) Es un error aplicarlos C0l110 un recurso fiscal
en cualquiera forma:
d) Debe impulsarse su aprovechamiento,
fomentando la inmigraciÓn nacional y extranjera, la fundación
de colonias y las misiones;.
e) Las concesiones de baldíos deben ser -estimuladas· por la perpetuidad del dominio sobre ellos, y
haciéndolas en extensiones 'considerables siempre que
ci adjudicatario asegure satisfactoriamente que cumplirá sus compromisos;
f) Puede ser conveniente la descentralización
del ramo de haldios, 1lt> absoluta sino en la forma que
atr~s se indio).
r
--
Capitulo
IV
LEGlSLACION VIGENTE SOBRF.: TIERRAS BALDJAS , PROCEDlMIETO
PARA OBTENER SU AD]UDICACJON
y
ARRENDAMIENTO
DE BOSQUES NACIONALES
JNTRODUccrON
Digimos ya en el Capítulo II que en Colombia se
ha expedido una abrumadora cantidad de leyes sobre
baldíos. (1) A pesar de tso se han notado siempre
muchos vacios que vinieron a ser llenados por medio
de decretos ejccutivGs (2). Y para suplir las deficiencias de unc;s y otros hubo necesidad de aclar.:n los puntos dudosos ror medio de Resoluciones ministerialrs.
Parece que el nuevo Código Fiscal (Ley 110
de 1912) cuyo Libro Primero se ocupa de los baldíos
en su Título II (artículos 44 a 108), se propuso unificar la legislación en este punto. Y aun cuando el articulo 450 sólo deroga el Código Fiscal antigllo y
algunas leyes, de hecho quedaron abrogadas otras que
establecían
principios del todo opuestos a los que
hoy rigen.
(1) ,'\notamos
coma 1ê\SleYI'Small importantes:
48 d~ 1882; la 56 de 1884; ~a51 dçJfl05.
la 61 de 1874; la
(2) Son dignos de mención:
el decreto de 20 de marzo de IH70
que desarrolló
la ley en el sentido dt decir que las adjudicaciones
de
baldíos a orillas de los rios navegables no pudieran extenderse sino a
uno solo de sus lados; el decreto de 7 de enero 1870 sobre procedimiento en las adjudicaciones;
el dt'aeto de 23 de diciembre de ]8B
sobre pago de tierras baldías en dOCllrnentos o va'es (D. O. N." 2967);
el decreto N." 698 de 1881, sobre embión de títulos de tierr~s baldías
(D. O, N." 5]29); el decreto 1\'.0831 de 1884 sobre comprobación
de
abandono de los bJldíos y asuntos relacionados
con la materia (D. O.
N." 6230): el decreto N.o 678 de 1890 :sobre formas de hacer adjudicaciones (D. O. N." 8207); el decreto N.' 27 de ] 897 sobre entrega de posesión de los baldíos pOT los jueces (D. O. N. " 10257); el decreto N."
496 de 1909 que reglamenta las leyes sllbre colonización e inmigración.
-
65-
Creclllos
que el citado Código, es en el día la
norma quc existe subre baldíos y por eso nos
referiremos
a él. En apoyo de esta opinión obra el
hecho de que personas cntendidas, como son los doctores Eùuardo Rodrígucz Pir1eres y Vicente Olarte
Camacho, quienes han publicado recientemente Guías
(J prontuarios
para denunciar baldíos, no han hecho
~:llusi('l1la utras disposiciones legales fuera de las contenidas C:l el Codigo Fiscal ele 19 12.
Ílnica
Hicimos notar atrás que conforme al artículo 202
de 13. ConstítuciÚn vigente «pertenecen él la RepÚblica
de Colombia ... los baldí()~ .... que pertenecíéin a los Estados (Departamentos)
cuyo duminio recobra la Naci(Jn, sin perjuiciu de los derechus constituídos a favor
de tercerus por dichos eSladcs, o a favor de éstos por
la NaciÓn a titulo de indemnización.»
(1)
Además, el artL:uh 4.u hal'ÍJ. dicho: «El territorio, con los bienes pÚblicos que t:e él forman parte,
pertenece única¡lH nte a la Nac;Ó:l.»
En tiempl s anteriores 110 se había dicho expre~alllel1te que los baldíos fueran una píopiedad
parlicIJl~lr de la Nació:l, pero ese principio siempre se \levó
a la práctica, y ya por medio de leyes, ya por medio
de decretos de carácter legislativo, su enajención se
mandó y consumó para pagar asignaciones y para
cumplir obligaciones fi::icales.
El CÓdigo Fiscal dice (artículo 2.°) que la Hacimda Nacional es el conjunto de los hienes e impuestos que pertenecen al [st~dlJ;
y que se divide en
bicnes jÏscafes y tesoro nacional (artículo 3.°). Y entre los bienes fiscales comprende «los que tienen ese
carácter entre los enl\merados en el artículo 202 de
la ConstituciÓn.»
El Gobierno tiene sobre los baldíos las mismas
facultades administrativas
que sobre los demás bienes nacionales (artículo 62).
(1) Vé;¡se la Circular n,' 151 del Ministerio 'je Hacienda de 9 cie
mayo de 1889 (l). O. N," 8161).-[~esolución del Minisll:rio, de 3 de julio
de 189U(D, 0, !\." 8:287),
- 66Los municipios gozan del usufructo de los baldíos
existentes dentro de su territorio cuando se la conceda el Gobierno y siempre que no estén ocupados
por cultivadores.
Ese usufructo no impide que se adjudiquen a particulares
los terrenos y cesa un vez
que se registren las respectivas adjudicaciones (Véase
el artículo 59 del Código fis ~al).
ARTICULO
1.o-Principios generales.
~Son baldíos y en tal concepto pertencen al Estado los terrenos situados dentro de los limites del
territorio nacional que carecen de otro dueño, y los
que habiendo sido adjudicados con ese carácter, deban volver al dominio def Estado» (artículo 44); Y se
reputan baldíos:
las costas desiertas del territorio no
pertenecientes
a particulares
por título originario o
traslaticio de dominio; las islas marinas perL:>necientes al Estado no ocupadas por poblaciones ni a propiadas por particulares en virtud de título traslaticio de
dominio; las islas de rios a lagos na~gables
por
buques de más de cincuenta toneladas, y las márgenes de los ríos navegables, en las cuales no tengan
der.echos los particul«res por titulas traslaticios de dominio (artículo 45).
Las tierras baldías se aplicun :
a) Al pago de la Deuda pública;
b) A concesiones a cultivadores ~
e) Al fomento de obras públicas;
d) A la amortización
de títulos de concesión de
baldíos, expedidos válidamente en la vigencia de otras
leyes (artículo 46).
El dominio de los baldíos no puede adquirirse
por prescripción
(artículo 61).
Los baldíos no son enajenables a título de venta (artículo 60).
El Estado no sanea la propiedad que transfiere
en las adjudicaciones de baldíos, ni garantiza la calidad de táles; las inexactitudes de las peticiones y de
los planos sólo perjudican a Los peticionarios y a sus
- 67c3ushabientes.
los derechos
La adjudicaciÓn deja siempre a salvo
de tcrc:eros y de cultivadores (artícu-
lo 47.)
No pueden adjudicarse los haldbs que sean ne·
cesarios para un LISO público (articulo 49).
Los baldios adjudicados por cualquier titulo quedan sujetos a las ~cr\'Ïdumhres de tránsito, camin~)s,
acueducto , irrilTaciÚn
v.. demás que sean necesarIas
~
,
para el desarrullo de los terrenos adyacentes (artIculo'
54). Esto se entiende también de los terrenos que con·
tinÜell siendo del dominio del Estado.
No se pueden adjudicar baldíos ubicados en un
Departamento
o Intendencia a una misma penr,ona,
natural () jurídica, por una extensiÓn mayor de 2,500
hectáreas; a orillas de Ulla via pública la ad~udicaciÓn
no puede pasar de 2,500 kilómetros sobre ella; y en
las costas nacionales, en las regiones limítrofes con
las l~aciones ve.:inas y en las regiones bananeras de
la Costa Atlántica no pueden adjudicarse los baldíos
en lotes continuos; entre lino y otro se dejarjn mil
hectáreas que el Estado se reser'ya (artículos 48,50,52).
Esto ~últimos IlOson enajenables pero pueden ser arrendados por el Gobierno (artículo 53).
Todo exceso obtenido en unz adjudicaciÓn es
denunciable en cualquier tiempo como baldío; quien
pruebe su existencia tiene derecho a que se le adjudi4ue gratuitamente la mitad y dehe ser preferido en la
adjudicaciÓn del resto (articulo 58).
El Gobierno no puede hacer adjudicaciones en
los terrenos por los cuales hayan de atravesar ferrocarriles o caminos nacionales, mientras no hayan sido
constituidos,
siempre que estén decretados o contratados. Esto no vulnera los derechos de cultivadores establecidos con anterioridad al decreto a contrato (artículo 51).
Al dominio de la Nación vuelven ipso facto los
baldíos cuando en el lapso de diez años no se hubiere
cultivado la tercera parte de la adjudicado, a no se
hubiere ocupado con ganados las dos terceras partes:
con el sÓlo hecho de cumplirse esa condición resolutoria son denunciables los terrenos.
--
U3 --
Sólo se considerará
adjudicatario al colono
tivador en la parte que hubicre redimido.
RESERVA
TERr~IT(iRIAL
ü
cul-
DEL ESTADO
La constituyen y por III t111tOno S{)J1enajenables:
a) Las islas nacionales quc estén en mares de
la República y las que estén situadJs en ríos o lagos
navegables por buques de más de cincuenta toncladas;
b) Los baldíos donde se encuentran las cabeceras de los ríos nwegables;
e) Los lotes intermedios que deben dejarse entre los adjudicados, y
d) Ulla porción de 25.000 hectáreas en cada Departamento
y de 100,000 en cada Intendencia, en los
lugares que determine el Gobierno (artículo 107).
El Gobierno hará levantar el pIanu de los baldíos,
valiéndose
para ello de la Ofi;.:jna de L()'1gitudcs. La
mensura y el plano se harán por secciones y en la ÜItima se señalarán lus terrclOS que constituyen la rcserva territurial del Estado, con expresh'm dc su cabida. Esa oficina determinará la extensiÓn que deba
quedar, como reserva territorial del Estado, en los
lugares cn dundc se hallen las fuentes de los ríos navegables. También infc'rmará, en qu¿ lugares de cada
Departamento () Intendencia conviene tomar la porciÓn
de hectáreas de que habla ti articulo 107 del Código
Fiscal, (aparte d), y I~e..:ho el señalamiento por el Gobierno, la Oficina hará la mensura y señalará en el
plano el gloto de tíerra correspondiente.
La Comisión (?) preferirá aquellas tierras apropiadas para fundar nuevas poblaciones y para dar incremento a ellas.
No es necesario «que el globo de terreno destinado a
formar parte de la reserva enc¡:lda de Departamento
o Intendcncia sea uno solo continuo.» (artículo transitorío Ñ).
LOS BALDIOS
a) Por
tículo 65);
Sll
cultivo
PUEDEN
ti
ADQUIRIRSE
ocupación
con ganados
(ar-
- 69b) Por hallazgo de una mina de filón denunciable en terrenos que ya se posean, lo cual da derecho
a la adjudicación de 500 hectáreas en terreno adyacente dejando a salvo derechos de terceros (artículo 84);
e) A cambio de titulo de concesión (articulo 8ü).
Además, la ley puede ,conceder baldíos para el
fomento de una obra pública determinad21 (artículo 81).
Asimismo, la ley puede destinar determinadas
porciones de baldíos para «servicios públicos naciom~les, departamentales
o municipales» artículos 93
y 96).
2.o-Procedimiento, para obtener la adjudicación de terrenos baldíos.
ARTICULO
§ 1. AplicaciÓn de los baldios al fomento obras
0
públicas.
Cuando deban darse baldíos, conforme a la ley,
para el fomento o pago de obras públicas, el Ministerio expedirá los bonos o títulos de concesibn en las
épocas y el modo establecidos en el contrato; si en
éste nada ~e ha dicho; se entiende que los bonos no
pueden expedirsesiho
cuando el contrato se haya
cumplido íntegramente (articulo 81). Estos bonos otlju/os de concesión SOI1 documentos públicos expedídos a la orden en los cuales se hace constar que con
ellos puçd~ obtenerse la adjudiçacbn de baldíos en
la cantidad de hectáreas que el título designe. Estos
bonos son todos transferiQles por la vía de endoso,
como los efectos de comercio a la orden (artículos 82
y 83).
' jl
§ 2;0 Cuando la !ley destina baldíos para servicios púbHcos, nacionales, departamentales o mU11icipales, fa ,entidad agraciada debe hacer levantar el
plano del terreno; el Ministerio a cuyo cargo e~té, el
ramo de baldíos dictará la resolución de adjudicación
y esa providencia debe publicarse y además registrarse en el lugar de ubicación del baldio «para que éste
deje de tener tal carácter (artlculos 94, 95~ 97 y 9g).
- 70, § 3.° Adquisición de baldíos
colonos.
por
cultivadores o
:' La persona estableL'ida en terrenos baldíoscotl
casa de habitación y cultivos dé'cualquièr élas,e, tienederecho
a que se le adjudique lo cultivado y tres
tantos más eIT el terreno adyacente (artículo 66).
Si el ocupante no tiene cuIt/voS. sino ganados,
ti ene derecho:
a) A la' adjudicación
gratuita dë'terrenoadyacente si la parte ocupada tiene pastos élrtificiales o
silps ppstosnaturales
se han o~t,~'1~o,c~n Qbrfl~,iwportantès, comó ,desmontes, canále~~ ,diques e!è.
b) Si el terreno esté'¡ cercadocón cercas firmes
que impidan el paso de ganados, el -O,cupantetiene
derecho' a la adjudicación
gratuita de la oçupado,
siempre que no pase de 2,500 hectáreas;
.'
c) Si el ocupqnte' de".los baldíos no ha t~nido
qu~ hacer ninguna 'de e~tas- obras>sóJo,tiene -dered:w
arÚso de ~Ilos, sinpe;-Juiçjo de los, d.erec~os de tcrcè-.
io~ (àrtículo 67) .. '
. ".b1 ,f\; .
",
. El .estahlecimi.ento de los- lltdüwadores está ITmitqçl(), -por las disposiciones
legalès sobre minas ypor
ID:,q~~.e,s~é
dispues.to o se dispongapor14:leyd,ctÜobie,rnp·> co retad4ncQn 195fdestinado8 o-que·se dastmen
al servicio o al uSQ¡p~b~icos (artLulo fiS»)}"!;' .
Elegido por~J
oultivador' b por 'el, d~gcubrJd()r
de 'lma mina en baldl~s~rtE'rrènd;'ôebe~lrJgfrà1f'(}dbernador o Intendente rélS~~diVo¡ Îùrr~rsoP¡ci'tud eri'que
se-' expr.ese: el nombre cOllt!üe se:~onoce 'el terreno;
los datos aproximados de su situación, linderos, servidUJ119reS y çultivos 'hechos' en. t!l!d numerÓ! d'e~at).ezas
9.e~"¡l}.~
..dO queJo .o~~pen:la ci:c~nstancia.6el1~?etsitlû
hE;Ch9,s, la o(:upacl<;m. O el cultl vo pOr ;el i90lJa¡laJtte 'o
por .. lóltras pers0nas d-t:quienes sea causahábientè\tY
la, ~i{,cunstancia de :110~estar destinado el terreno a
tÜngÚIl s,ervicio o uso ,público ni.dentro de laexlenS\W1 çor¡respondiente a minas de aiuvióB;.en ek.p}otacipo. Esta;soJicitu~ debejr aoompañada de unalnfôrma"
.
~
t,
.•
-
71 -,
ción sumaria de tres testigos, tomada con inte[ven~ón
del Ministefio PlIblico, en que consten 'los hechoS' ,enumerados en la relación (artículos :69'y 86, deL'Código Fiscal. .(1) ,
.
Recibido el escrito por el Gobernador, comisiona
él al Alcalde del municipio respectivo, a fin de que
haga pijblica la: solicitud por treinta días, fijándola en
la puerta de su 'oficina y en varios de los luglires. más
públicos, impresa si fuere posible, y dánQola, a conocer por bandos dados en tres días de mercadocQnsecutivos; El, aviso debe publicarse en el periGdico oficial del Departamento o Intendencia, y: s~'no~ubi~re,
en uno particular de la capital. Praqicado estoy devuelto el asunto a la Gobernación, ''-s'c fijará. Ch lista
por diez días: durante estos plazos cllalqui~rá persoha puede oponerse a la adjudicación ante la respecti':'
va oficina.
'
'. '
Se da luégo traslado al agente del Mh¡isterjo Pliblico, quien puede oponerse a la adjudi.cació·nsicon
ella se con~rav.i:enel1 disposiciones
legales ;caso de
que surj;! oposición, se remite.el expediente al.Poder
J.lldict~l para, que las. partes ,hagpn valer sus derechos.
SU4"Qecisión judicial defjnitiY3;eS favorable al denunciante, o..sÏ'no t1Ubi(!r~,oposlotón; vueltos'IO$ autos a
la .Gohernacion, .;ésta, .ordanará el levant~mie~t{)deJ
plano-(de;qu~hqQhw:l
artículo 55), hecho;por unagri~
mensor que prestará juramento como perito según el
Código Judicial. Recibido el plano, se remite el expe-'
diente ~I' Ministerio que tenga a su cargo estos asun-
(1) En ia pnh:tica ha ocurrido,¡a 'duda de si esa inf()nna~ic)n slImaria ha d.e,!\er redhida por 10\ auwridad local de la ubicación de los baldíos, ci si puede tomarse en lin lugar di\'>\Ïn\o. f..,,\a última opi,,\Ón ""
lund,a en, que cuando la ley no rChtringc debe aplicarse fo favc.rable;
o¡'ltamos lOin embargo
por la primera, pOfquE:,así lo exigen de una
part e 1a conveniencia
de la Nación, y de otra, l,(I,smismo:';.derechos
de
los. panicl\lares,
ya¡:¡\J:e las autoridades de cada rt!gión pueden inter\'cnlr,.ljue,e!¡l<!.que
sè,P.fOPUllC la ley, nu de Ulla manera empírica sino
con cqnocitpjento
de callsa. Despuèsde
escrito este trllbajo se expidió
el [) ecreto número 1298 de 1914,25 de noviemb¡e, .que deœ.rmina,quc
esta información
sumaria ha de ser recibida por e~juez.de.l municipio
d~ ut) icación de los haldios, yen su defecto, por el alcalde.
- 72tos (1), el cual dentro de los diez días siguientes, debe
díctar su resolución. El Ministro mandará que se reg~stre, como título de propiedad (artículos 70 a 78 y
89 del C.Ódigo Fiscal).
Las cuestiones que se susciten entre particulares
sobre terrenos no adjudicados se ventilaràn en juicio
de policía; y las controversias sobre terreno ocupado,
cultivado a adjudicado, se ventilarán por la vía ordinaria, considerando a los colonos a cultivadores como
poseedores. Cuando en estos juicios sean parte ~olonos que no tengan título de adjudicación, se debe ci·
tar y tener como part~ al Ministerio Público (2) artículos 79 y 80).
§ 4.° Los adjudicatarios de baldíos en que haya
minas de filÓn denunciables, tienen la preferencia a
que se les adjudique hasta 500 hectáreas adyacentes
a sus pertenencias, siempre que no se violen derechos
de cultivadores a colonos. El mismo derecho se reconoce a quien descubra en terrenos baldios algún producto valioso, de explotación desconocida antes en el
pais; en estos casos el procedimiento es el común,
sólú queja prueba sumaria relativa al descubrimien-:
to de minas a de objeto valioso, debt practicarseante
un Juez de Circuito, con intervención del MinisteriOPÚblico (artículos 84, 8ô y'87}. 'los baldíos ocupa~
dos por minas de aluvión no puedén adjudicarse mientras las minas no sean adandonadas (artículo 65).
i
(1) Ultima mente se volvió a ad:;cribir el ramo de balPiíos al Mide Hacienda ..
(2) Es equitativo amparar al acupante contra los desmanes
del
usurpador.
Mas, las prerrogativas
c,¡ncedidas a los cultivadores
han
causado perjuicios en la pr¡ictica, debido a la mala interpretación
Que
se les ha dado. Bastaba antigllamsnte la oposición, para que el denunciante de baldíos se viera obligado a probar su calidad de tales, oposición temeraria muchas veces, fuente de dlspendlos y dilaciones.
El Decreto número 1227 de 1914, ~ de noviembre, parece que
obvia en parte la dificultad, pues order' a Que todo opositor a la adjudicación de tierras baldfas debe presentar con el escrito respectivo las
pruebàs de que trata el articulo 1322 del CÓdigo JUdicial, so pena de
Que no sea tenida en cOenta su oposiciÓn. E~as prueball son: I.a la de
que RHce por /0 men-ur un año que está
en quieta y pRcificà posesión
de la tosa, por si mismo o por medio de otro j 2.• La de que el demandado lo perturba o inquif'ta en esa posesión debiendo determinarse
los
hecho8 en qué consiste la perturbación.
nisterio
-
73 ..-
§ 5. Adquisiciàn de baldios por medio dl' títulos
0
dl' cO'lcesiól1.
Para obtener la adjudicación de baldios a cambio de titulos Je concesiÓn se dirigirá una solicitud al
G{lbernador o Intend~l1te respectivos, a la cual se ha
de a20mpa11ar tLulus por el I~Úl11erOde hectáreas cuya
ad.iudicaci0n se pida, se sigue el mismo procedimiento que deben observar los cultivadores,
conforme LI
los artículos 70 a 77 (artículos 88 y 89).
Cuando dos o más personas soliciten que se les
adjudique una misma porciÓn de baldíos debe preferirse a quien primero hizo la solicitud. Pero si éste no
la agitare, por espacio de seis meses, se dará curso a
las otras peticiones con prelaciÓn según el orden en
que fueron presentadas.
Los títullls dados en cambio de los baldíos deben cancclarse, y si queda algún excedente debe expedirse al adjudicatario
un título que la' represente
(artículos 90 y 9 1).
El procedimiento es el mismo para obtener la ad.iudicaciÓll él camhio de títulos de deuda pública con
la sola diferencia de que antes de decretarse se hará
el avalúo de que trata el artículo 20 del Código Fiscal,
y el solicitante debe consignar los títulos que cubran
ese avalúo (drtículo 92).
De todos los expedientes relativos a adjudicacio- .
nes de baldíos dele formarse un archivo que se custodiará en la Sección correspondiente del Ministerio a
cuyo cargo esté el asunto (artículo 63).
Todos los
de adjudicación
culo 64).
gastos que ocasionen las diligencias
son de cargo del peticionario
(artí-
No puede hacerse ninguna adjudicación de baldios sin Que se haya agregado· al expediente un plano
del terreno. acompañado de una exposición del agrimenso! sobre las condiciones de aquél respecto de su
altura, clima. aguas que lo bañen, cultivos que .se hallen dentro de él, productos naturales (artículo 55).
-
74 --
BOSQUE~ EXISTENTES EN BALDIOS
Los administra el Gobierno de acuerdo con las
reglas referentes a .los bienes nacionales.
El Gobierno puede. por medio de decretos, destinar determinadas porciones cie ros bosques existentes en haldíos para ser explotados
únicamente como
bosques, ya por administración directa, ya por arrendamíento. Cuando esto se hiciere se levantará el plano
correspondiente,
se dictará una resolución mínisteri;.¡1
y entra el bosque a form.ar parte de los baldíos destinados para LISO a servicio público según el artículo 96
y toma la denominación de bosque nacional (artículos
103 Y 104)
Los bosques nacionales 110 son enajenahles
sino
mediante
autorizaciÓn especial del Congreso (artículo 106).
,
Es libre la extracción de la tagna en terrenos baldíos. El Poder Ejecutivo estahlecerá un impuesto hasta del seis por ciento sob¡ e la exportación
de dicho
fruto (artículo 105) (J).
Para llevar a cabo el arrendamiento
de bosques
existeI:ltes en baldíos se hará la siguiente: dirigir una
solicitud al Concejo Municipal de la ubicación del terreno en que se exp~ese el no:nbre de éste a si no la
tiene, su situación, linderos y extensión (que no podrá
'pasar de 10,000 hectáreas), la circunstancia de no estar destinado para uso a servicio público, ni de haber
en él mina de aluviàn en explotación y la de si haya
nó dentro de él porciones ocupadas por cultivadores o
colonos. El Concejo Municipal dt:be ordenar la práctica de una inspección ocular, la cual debe hacer el
Alcalde, acompañado de su Secretario, del Personero
Municipal y de los testigos, a fin de cerciorarse de la
exactitud de la relación hecha por el solicitante. Se
tramita luégo la petición como cualquiera otra de adjudicación de baldíos. Si el Ministerio resuelve que
debe darse en arrendamiento
el terreno se decretará
(1) La libertad
de extraer los productos
ques hahia sido concedida
espontáneos
por Ley de 6 de abril de 1870.
de Jas bos-
- 75el remate, con1asformalidades
que para ello establece el artículo 9.0 del Código Fiscal; si quien remata
fuere persona distinta de quien solicitó el arrendamiento del bosque, deberá )eembolsar a ésta de los
gastos hechos en las diligcncias,
según cuenta com-'
probada y a juicio del Ministerio (artículo 69). ' ..
El arrendamiento de bosques uo impige la a'djudicaciÓn de lÇ)sbüldíos en que aquellos estén situados.
Por el hecho de la adjudicac:Ón, el adjudicatario
queda subrrogado
en los derechos de la Nación en la
parte conespondiente,
pcro debe respetar el arriendo
(a:L:ulo \0\).
Al arrendat.:.rio de un bosque le es prohibido hacer desmontes Cl! las cabeceras de los rios y derribar
¡I)S árboles de resinas. El Gobierno puede, además,
e:~ caca ca~o ~¡:rticu!a, esLblccer otras prohibiciones
tendientes a impt:dir que se destruyan los bosques' so
pr ~texto
eXfl.)t~ción (artículo 102).
ce
ArnlCULO
3. -Algunas
cuestio!1cs pràcticas.
I ¿ Qué es tel reno baldío?
Digill\os
en el capitulo
I que etimologicamente
ba/dia quiere decir cosa inútil. Así se toma en el lenguaje comùn, y también como C05a superflua, tosa
que existe en demasía.
De acuerdo con nuestras leyes positivas, terreno
baldía es aquel que no tiene dueño y está situado en
territorio nacional. Dè suerte que la condición impuesta por el soberano para que un terreno deje de tener
ci carácter de baldío es la de que pase a tener duefio. El doninio de lus baldíos solo se adquiere por la
adjudicació:l, bien que, segLÍn Jo entendemos nosotro~.
la ucupaciÓn debe ser el modo para adquirir
los baldíos. Si un individuo ocupa baldíos y los cultiva ;:>or
ci lapso legal y los denuncia, es dueño; mientras tot1as estas circunstancias no estén reunidas, nÔ. Cuando más será poseedor y tendrá los derechos que
(.'01110
a tal le corresponden.
- 76El terreno valdío deja de se(lo cuando se harll
cumplido las condiciones legales para que pase a ser
propiedad particular.
La adjudicación, registrada en legal forma, y el
subsiguiente cultivo, son los elementos indispensables
para que se. efedúe aQuel fenómeno legal.
De aquí se desprenden dos importantisimas consecuencjas, a saber:
a) Si no hay el título legal de la adjQdrcación.
nunca podrá ganarse por prescripción el dominio d~
los baldíos;
b) Si los 'bafdíós no han sido cultivados dentro
de los diez afios que siguen ala adjudicación, ellos
vuelven al dominio del Estado, por el derecho que
han llamado de reversión, qJe es como una condición
resolutoria ..
Se ha suscitado varias veces la cuestión de si la
declaratoria de que unos terrenos son baldíos o nó
debe hacerse administrativa mente o en juicio ("ontra-.
dictorio (1).
En teoría parece lo más racional que se haga de'
este último modo, pues se ventila una cor.troversia
entre pltrticulares, sobre derechos patrimoniales, sometida por lo mismo a la jurisdicciGn contenciosa (articulo 146 del Código Judicial).
Ese juicio contradictorio debería ·ser: o bien un
juicio posesorio, cuando se trata de colonos que no
hayan obtE.nido titulo de adjudicación, o bien un juicio
ordinario cuando la controversia sea sobre la propiedad misma. Nue~tra ley positiva determina esto en
los articulos 78, 79 Y 80 del Código fiscal.
En cuanto a la prueba sobre la C~ lidad de baldíos que se atribuya a uno~ terrenos, ella puede ser
constituida por declaraciones de nudo hecho, como se
previene en el procedim~eflto de adjudicaciones. Claro está que los declarantfs deben dar la razón de su
dtcho (Véase la resolucíôn del Ministerio de Hacien(1) Resoluciones del Secretario
de HJcíenda, 20 de Ilovíembr~
Iseo. Mem<.na
de 1880, 6 de noviembre de 1880, 22 de noviembre de
~~ Hacienda y Fomento de 1881, pá¡:inas 279 y si
-77da <le 20 de agosto de 1895. Diario Oficial nùmeTo
9813, y la de 30 de mayo de 1897, Diario Oficial
nùmero t 0382).
'.
21 ¿ Cuál es el modo legal y cuál es el ti!l11opor
Jas cuales se adquiel en los baldíos?
En nuestro concepto, está dicho, el modo debe
ser la ocupación (y la c()f1siguiente accesión) y el título, la ley misma. Para otorgar el título debiera intervenir la arijudicación.
Conforme a Ja ley existe sobre e1 particular un
sistema que es contradictorio consigo mismù. En efecto: según el artículo 60 del Código Fis~al, «los baldíos no wn enajenables a título de venta». Sin embargo se adjudican a cambio de documentos de crédito
público, es decir, se dan por un pago de precio.
La exposición de motivos del Código, dice al comentar el artículo 47: que el Estado como persona jurídica transfiere ti dominio de los baldíos a titulo gratuito cuando la hace respecto de cultivadores, y a título (Jfleroso cuando admite en cambio de ellas documentos de deuda pública o bonos de concesión y dice
que en el primero de los casos hay una dónàción, y
en el segundo una permuta.
Sin embargo, parece que los caracteres de la donación no se encuentran reunidos en este modo de adquirir, y sí los de la ocupación, tal como los detalla
,el titulo pertinente del Código Civil.
El derecho de reversi1n, en cuya virtud vuelven
al dominio del Estado los baldíos adjudicados y no
cultivados dentro de los diez años siguientes, demuestra que el título que el Estado confiere no es firme, ni
su registro constituye un modo de transferir el dominio si' los baldíos no se ocupan. ¿ La ocupación no
,viene él, ser, pues, base de los derechos que sobre
ellos se constituyen?
III Derechos de los cultivadores.
Un individuo ocupa un terreno baldío, lo cultiva
y establece en él habitación y siembras. Otra persona
lo denuncia como baldio.
¿ Deberá adjudicarse y entregarse a quien hace
la denunda, arrojando al ocupante como a poseedor
-18 -
de mala fe, que nodio parte de su ocupación a Jas
autoridades? ¿ O por el contrario, no se considerará
baldío el terreno, supuesto que en él hay fincado el
derecho del primer ocupante, aunque no Jo haya ratificado la autoridad Y puesto que hay unaposesión de
por medio?
No podemos responder afirmativamente a la primera cuestión, porque si uno de los medios de adquiTir baldíos es la adjudicación por cultivo precedida de
éste y de la ocupación, y si el cultivador tiene derecho a que se. le de en propiedad la cultivado Y'tres
tantos más, no puede haber respecto de los cultivadores de terrenos baldíos poseedor de mala fe.
Tampoco puede resolverse por la afirmativa la
pregl;lnta segunda: si es baldío el terreno que no tiene 'dueño; si ilO tiene dueño el terreno que no ha sído
adJùdicarlo, es claro que es baldío el terreno ocupado
por iln ·cultivador que no ha cumplido las condiciones req.ueridas por laley para adquirir ci dominio.
Nos parece que una teoría distinta es la equitativa y' la legal. .
El' cultivador que no es adjudicatario, es decir,
que ha incorporado capital y trabajo en un terreno
que ocu,p.a pero que no es suyo, no tiene propiedad
sinopos,esión. Por consiguiente le asisten todos los
derechos anexos al poseedor regular; debe ser preferido en la adjudicación, y si se hace a favor de otro,
preciso será indemnizarle plenamente todas las mejoras introducidas en el terreno Y otorgarle las prerrugativas qu~ le confiere la legislación civil.
Esto se funda en razones ùe ley, de equidad y
de conveniencia ..
Lo primero, porque no puede impedirse a nadie
que denunCie un terreno que en realidad· sea baldío,
ni puede negársel~ su adjudicación ni demorarla ; lo
segundo, porque tampoco sería ju~to despojar a un
individuo del fruto de su trabajo; y la tercero, porque
hay interés 'en que sean denunciados y adjudicados
los terrenos baldíos, cuanto más se pueda, pero la
mejor denuncia es la que hace un cultivador. Privarle
de garantías sería. impedirle que pusiera los medios
-79 necesarios para obtener un derecho que la misma ley
le otorga.
IV Los baldíos no son enajenables a título de
venta dice el artícu!o 60 del Código Fiscal.
Ocurre preguntar: ¿ Los duec/lOs de los cultiva-
dores sobre los baldíos son enajenables a título de
venta?
.
Entendemos, por el lacónico comentario que hace
al artículo citado la exposición de motivos (página 31)
que con él se quiso impedir que el Go.bierno pudiera
enajenar los baldíos como un recurso fiscal.
Sin embargo, el legislador no distinguió·y quedó
comprendida toda enajenación a titulo de venta, aunque fuera hecha por un particular.
Porsupuesto que si se entiende por baldlo todo
terreno 'que no tiene dueño, claro está que no puede
ser enajenado. Parece que el Código Fiscal ha querido colocar los baldíGs entre los bienes que están fuera del comercio.
No creemos que esto quiera decir que un cultivador, por ejemplo, no pueda vender los derechos que
tenga sobre los baldíos cultivados por él. No puede
vender el cuerpo' ciertc?, porque no es suyo, ,pero si
los derechos innegables que tiene sobre èl.
V fmprescriptibilidad de los baldios.
«El dominio de los baldios no puede adquirirse
por prescripción» dice el articulo 61 del Código Fiscal. Doctrina esta sentada ya por la ley 48' de 1882,
en su artículo 3.0, y fundada en los principios y en la
tradición, así como también en la conveniencia.
Las leyes españolas optaban por ella, puesto que
la 7.a del título XXIX de la Partida' Tercera, decia a
la letra: Plaça, nin calle, nin camino; nin ddesa, nin
exido, nin otro lagar cualquier semejante destos que
sea en uso comunalmente del pueblo de alguna cibdad, a villa, a castillo, a de otro lagar, no lo puede
ningún ame ganar por tiempo
»
. Parece 'que el mismo - principio se desprende de
varias cédulas expedidas por el R~y de España, para
que fueran ley en sus dominios americanos. Entre
ntras es digna de mención la de 15 de octubre de
--- sa 1754, últímamente reproducida por el doctor Vicente
Olarte Camacho, en su Guía, publicada en 1913. Esa
ordenanza rigió en Colombia hasta 1821.
El fundamento juridico de la imprescriptibilidad
de los baldíos está en la naturaleza misma del deredlo que la Nación tiene sobre elJos, punto estudiado
ya en el capítulo I.
No nos referimos a' Jas privilegios artificiales, s~
así puecle decirse, que Jas Jeyes conceden a la Nación
y a otras personas jurídicas para favorecerlas en algunos casos, para que no corran contra ellas ciertos
términos, por ejemplo.
Ya digimos que la Nación no debe considerarse
dueño de los baldíos a titulo privado; menos aùn a título de soberano. Que no es administrador apto, sino
ùnicamente un mandatario de la comunidad a Quien
los baldíos pertenecen.
En este concepto si se justifica la imprescriptibilidad, puesto que la Nación no administra los baldíos
ni dispone de ellos libremente y como de cosa propia, sino Que respeta el derecho potencial que todos
tenemos sobre aquellos, y Jo hace respetar, impidiendo que un individuo, con perjuicio de los otros, se
apropie indebidamente y sin cumplir con las condiciones legales, el terreno baldio.
A5í se armoniza lo que dispone el Codigo Fiscal
y la que manda el Código Civil. Este último, en su
artículo 2517, dice: «Lás reglas relativas a la prescripción se aplican igualmente en favor y en contra de
la Nación, del territorio, de las municipalidades, de
los establecimientos y corporaciones y de los individuos particulares que tienen la libre administracion
de la suyo" (1).
Hay una consideración práctica que justifica ci
principio especulativo y la disposición legal sobre este
punto. Si en tratándose de baldíos corrieran contra la
Nación las prescripciones del derecho común, habría
de hacerse nugatoria la adjudicación en la forma im(1) El artículo 2519 del Código Civil dispone:
uso pÚblico no se prescriben en nin¡Ún caso.
Los bienes
de
-
8i -
puesta por la ley fiscal. Los cultivadores no tendrian
necesidad de pedirla y esto sería una fuente perpetua
de pleitos, sacrificándose muchisimas veces los dereçhos de aquéllos, a quienes no aprovecharía, sino al
contrario, dañaría ese desamparo judicial.
Las condiciones que exige la ley para ganar el
dominio por prescripción, son: posesión, justo título
y buena fe. El derecho agrega además la de que sea
prescriptible la cosa, y por eso las leyes españolas
decían que no podían ganarse por tiempo las cosas
divinas, ni las de uso común, ni los derechos reales
(del Rey).
Para que haya esa posesión legal se requieren
varios requisitos; que sea continua, pácifica, pública,
110 equívoca
ya títuto de propietario. «A título de propietario, porque no pueden prescribir los que poseen
a nombre de otro, como por ejemplo, el colono, arrendatario, inquilino, depositario, usufructuZtrio, comodatario y todos los que tienen precariamente la cosa ajella; bajo el supuesto de que se presume siempre que
llno posee por 'si mismo y a título de propietario, si
no se prueba que comenzó a poseer por otro, pues la
posesión es un hecho que acompaña ordinariamente
a la propiedad; y cuando uno cornenza a poseer por
(Jtra se presume que siempre sigue poseyendo del mi~mo modo y con el propio título, si no hay prueba de
la contrario». (V. bcriche. Diccionario de Legislación
y Jurisprudencia. Verbo Prescripción de dominio) (1).
El COIOflO no posee a nombre propio, sino que
tiene un derecho precario, si así puede decirse, por
tanto no posee LOIllO verdadero dueño y no puede adquirir por el transcurso del tiempo.
VI c· Los extranjeros pueden adquirir hoy baldios
cn la región del
Choco y
del Darién?
El artículo 2.0 de la Ley
de Ja sanción de la presente
san y reforman los Códigos
tierras baldías, para ponerlos
Partida
Tercera,
Título
72 de 1910, dice: «Desley, y mientras se reviy Leyes sobre minas y
de acuerdo con las nue-
XXX. Ll'Y V.
- 82vas necesidades y conveniencias de la Nación, se sospenderá toda adjudicación de esos bienes de propiedad nacional a favor de individuos, entidades o compañías extranjeras, en la región del Chocó y del Darién» .
El articuro 448 de la Ley 110 de 1912 (Código
Fiscal), dice: <olLasbaldios, minas, bosques y lechos
de rios que en determinadas regiones se rijan por legislación especial, continuarán sujetos a esé régimen
mientras duren en vigor las leyes que 10 c:st<;blecen».
No intentamos estudiar el punto de la conveniencia a inconveniencia de que ros extranjeros se hagan
propietarios en Colombia; ni eJpeligro que para nuestra soberanía entrañen. I,ls adjudicaciônes hechas a los
mismos en las costas. Nos proponemos
únicamente
resolver la cuestión de siel t~xto legal primeramente
transcrito está hoy en v4;encia onó la está.
Ante todo obséryase, que el Lt'gi<;lauor 110 dijo
en él que no se hicieran adjudicaciodes
Illlentras no
se revisaban las leyes sobre baldios, sino mientras se
revisaban. Es decir, que conforme a I¿¡s reglas gram,:t¡cales, que se presume las observa t'l Legislador (artículo 28 del Código Civil), quiso que la disposkiól1
emanada de él sobre no adjudicació:¡ de balJio5 rigkra en el lapso comprendido entre la expedid,:m de la
ley y la revisión de los códigos y leyes sobre baJu¡os.
Nada podía decir para el tiempo subsiguiente. tI mismo esperaba que la revisión de esas leyes traería
consigo la reglamentacion completa de la materia. Podemos, pues, decir que se expidió esa ley cun una
condición r~solutoria para cuando viniera a imperar
la otra, mejor dicho, se fijÓ la época de su derogacion tácita.
De suerte que si el l('gi~ lédûr de J 912 se propuso, al escribir el artículo 448, transcrito, ~ejar en
vigencia la Jey de 1910, no logró su objeto, vistas las
Últimas palabras de aquè!: « •••••••• ccntjn~arál1 sujetos
a ese régimen mientras duren en vigor las leyes que
lo establecen».
y como la ley que establece el régimen de J(,s
baldío~ cn el ChocÓ y el Darien sólo se t. xpidiÓ tran-
- 83-
sitoriamente, nos parece claro que no rige, desde el
momento en que se han revisado y expedido nuevas
leyes sobre minas y baldios.
De ahí concluímos que hoy sí pueden adquirir
los extranjeros, bien sean individuos a compañías, los
terrenos baldios situados en el Chocó y el Darién, por
vía de adjudicación.
Esto desde el punto de vista legal simplemente,
pues el punto constitucional también ofrece campo de
demostración. Se ha sostenido, nus parece que con
bastante fundamento, que el artículo 2. de la Ley 72
de 1910 es contrario a1 articulo 11 de la Constitución:
éste «consagra la reciprocidad de concesi ón de derechos y no la de restricción de los mismos», (1) de
donde se infiere que los extranjeros gozan en Colombia, como mínimum, de los derechos que los colombianos tengan en el pais a que pertenezca el extranjero; y además de otros, pues la redacción del texto
constitucional no es taxativa a restrictiva.
Sinembargo creemos inútil disertar sobre la inconstitucionalidad de la mentada Ley 72 de 1910,
una vez que no está en vigencia su artículo 2.°, según la vimos ya.
0
Debo cumplir con la obligadon de dar público
testimonio de gratitud al señor Doctor don Miguel
Abadia Méndez, Presidente Je Tesis, quien con sus
sabias enseñanzas me ayudó eficazmente a escribirla.
ro 29,
(1) Restrepo
Hernández.
Derecho
Internacional
Privado.
Núme-
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