Frutillar, su historia y encanto

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FRUTILLAR
Su historia y encanto
Introducción
l paisaje que hoy conocemos como Frutillar y sus alrededores ha
sufrido una serie de modificaciones interesantes que influyen en
la conducta humana y nos ayudan a conocer el lugar donde estamos. Los
cambios en el entorno natural son paulatinos y es relevante darnos cuenta
cuál es la realidad que nos rodea. Remontarnos al pasado nos obliga a
reflexionar acerca de cómo era el mundo hace millones de años atrás y
cómo nos hemos ido adaptando a las nuevas condiciones que nos ofrece
el ambiente.
Así, el siguiente relato nos invita a indagar acerca del origen de este destino
único en el mundo por su flora y fauna, sus habitantes y por las bellezas
naturales que se han formado en el tiempo, descifrando así el contexto
donde se fue dando una cultura muy particular dadas las condiciones de
su atmósfera. Es entonces la experiencia de las formas de vida de esta
maravillosa y mágica localidad la que intentamos dar a conocer en nuestro
cuento a continuación.
Formación geológica del paisaje
a climatología ha jugado un papel clave en el desarrollo de
nuestra especie. El avance y retroceso de los hielos provocaron diferentes periodos migratorios y de adaptación a las nuevas
condiciones. Gran parte del planeta vivió durante los dos últimos
millones de años un periodo que los geólogos han denominado el
Pleistoceno, y que es conocido popularmente como la Edad del Hielo.
Las glaciaciones recibieron en Europa los nombres de: Gunz, Mindel,
Riss y Würm. En Norteamérica: Nebraska, Kansas, Illinois y Wisconsin.
En nuestra Región de Los Lagos ubicada en la Patagonia chilena, son
conocidas por los científicos con el nombre de Tegualda, Llico, Santa
María y Llanquihue, siendo esta última la que definió el panorama
actual de Frutillar. Dicho congelamiento comenzó hace 80.000 años
atrás y terminó hace 10.000 años aproximadamente. Fue el momento
oportuno para el paso del hombre a América.
Según los últimos estudios de geología, la erosión de los hielos
de las sucesivas glaciaciones produjo formas que dominan la cordillera principal, mientras que la deposición de los materiales erosionados moldeó gran parte de la morfología existente en la depresión
intermedia. Puntualmente para nuestro interés, la formación geológica de las cuencas del lago Llanquihue y el seno de Reloncaví, dieron
como resultado paisajes únicos que tenemos acceso a presenciar hoy
en día dominados por lagos, volcanes, cascadas, árboles gigantes y
otros atractivos naturales propios de la Patagonia chilena, de destacada belleza e importancia histórica, turística y cultural.
Por otra parte no podemos dejar de mencionar la intervención de
los volcanes y las consiguientes erupciones en la formación del pai-
saje actual. Con la perspectiva del tiempo los científicos han podido
comprobar la evolución del paisaje natural a través de los cambios
de origen volcánico. Por ejemplo, Ensenada era el lugar por donde
desaguaba el lago Llanquihue durante el último post-glacial y eventualmente hasta mediados de la Era Cristiana, cuando sus riberas estaban aún colonizadas por etnias originarias de la Patagonia. Producto de las erupciones de los volcanes Osorno y Calbuco, además de
levantamientos del terreno, fueron cerrando el desagüe hasta que el
lago subió unos 20 metros de nivel, comenzando a drenar sus aguas
por el cauce abandonado del río Maullín. Hoy en día, en el inicio del
camino hacia las Cascadas se pueden observar lavas basálticas de
la erupción de 1835 del volcán Osorno, provenientes de numerosos
conos menores adventicios ubicados en su flanco sur-occidental.
Otro ejemplo de las maravillas de la naturaleza son los saltos
del Petrohué y sus impresionantes cascadas de agua en el río Petrohué, generadas sobre un flujo de lavas, relativamente recientes,
emitidas por el volcán Osorno. Las cascadas de agua se producen
en el lugar donde la lava, ya cristalizada, de color gris oscuro a
negro y textura fina, alcanzan su extensión máxima, es decir en el
frente de la colada. Así, el lago Todos Los Santos fue represado por
estas lavas y el río Petrohué se precipita por numerosas cascadas
que surcan y han erosionado estas lavas generando un espectáculo
natural único en el mundo y posible de presenciar.
Actualmente el maravilloso lago Llanquihue tiene una superficie de
832 km2 y es el lago de mayor envergadura del país. Como señalamos
anteriormente su origen es un antiguo glaciar, que en tiempos aún más
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lejanos formaba un conjunto homogéneo con el seno de Reloncaví y
el lago Todos los Santos. Sus aguas cristalinas son alimentadas por
riachuelos y vertientes, que lo transforman en un excelente ambiente
para el desarrollo de la fauna íctica y el desarrollo de la pesca deportiva de especies como la trucha Arco Iris, trucha Fario, salmón Coho del
Pacífico y Salar del Atlántico, además de la amplia gama de deportes
náuticos que se pueden practicar dada su enorme superficie.
Primeros hallazgos humanos:
Monte Verde
unto con analizar la geología de la zona nos interesa indagar
acerca del interesante y revolucionario hallazgo arqueológico
del sitio denominado Monte Verde, a 35 km. al suroeste de Puerto
Montt que data de 12.500 años de antigüedad. Este descubrimiento ha
cambiado la idea que se tiene del mundo y permite reflexionar acerca
de las teorías del poblamiento americano y de qué manera somos testigos de nuevos giros en el saber científico aportando así al origen, tan
remoto, de la existencia humana en nuestra Patagonia chilena.
Según los arqueólogos que están descifrando las características
del lugar, el área de Monte Verde, dominada por el ambiente de la
cuenca del río Maullín, seguramente se caracterizaba por sus espesas selvas, pequeños bosques, pantanos, una intrincada red de
esteros, y claros donde habían animales hoy extintos, como grandes
elefantes que se alimentaban de las hojas y ramas de los árboles
que arrancaban en la periferia de los bosques, conocidos como
mastodontes que nos dejaron hace millones de años.
Particularmente en los sitios arqueológicos que se han encontrado en dicho campamento se han podido definir rasgos culturales
muy avanzados que hablan de una especialización de las actividades
como por ejemplo el hallazgo de fogones, braseros, hoyos, herramientas de caza y para uso doméstico, cerámica y textiles. También
se encontraron restos que denotan la existencia de espacios domésticos, toldos recubiertos con pieles donde se refugiaba y vivía la tribu.
El diseño de los cimientos indica que estaban dispuestos en filas de
espacios semirectangulares formando una o dos estructuras ovales
tipo toldo con espacios interiores separados y bastante cuadrados en
su forma. Este descubrimiento es muy relevante para la humanidad,
ya que cuestiona la teoría del poblamiento americano.
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La siguiente leyenda indígena nos ayuda a comprender la cosmovisión de los pueblos originarios y
sorprendernos de las maravillas que aparecen en los
mensajes que se transmitieron oralmente de generación en generación. Cuenta la tradición de la formación de los lagos Llanquihue, Todos los Santos y
Chapo, aún cuando no habían llegado a estas tierras
los hombres occidentales que…
En la región de la Patagonia Chilena vivían
varias tribus de indígenas que tenían sus
propias costumbres y creencias. Cuenta la
tradición que un genio maléfico, conocido como
el Pillán, odiaba el trabajo y la virtud y por esto
se enfurecía cuando los indios, abandonando
los vicios, se entregaban a labrar sus tierras.
Una tradición antiquísima, decía que para
vencer al Pillán, había que arrojar en el cráter
del volcán Osorno una hoja de canelo y que
entonces empezaría a caer del cielo tanta nieve
que terminaría por cerrar el cráter, ya que se lo
impedían las inmensas quebradas que rodeaban
los volcanes y los ríos de fuego que corrían por
sus faldas.
Un día que los desesperados indios estaban
celebrando un gran machitún, apareció entre
ellos un indio viejo, que nadie supo quién era
ni de dónde venía, y que pidiendo permiso para
hablar dijo: “Para llegar al cráter es necesario
que sacrifiquéis a la virgen más hermosa de la
tribu. Debéis arrancarle el corazón y colocarlo
en la punta del Pichi-Juan, tapado con una
rama de canelo. Veréis entonces que vendrá un
pájaro del cielo, se comerá el corazón y después
llevará la rama de canelo y la dejará caer en el
cráter del Osorno, pero para que este milagro
se cumpla y perdure, debéis hacer promesa
formal de ser buenos y virtuosos, pues si algún
día os volvéis a arrojar en los brazos del vicio,
la nieve se derretirá y el Pillán volverá a arrojar
fuego y cenizas sobre vosotros, sobre vuestras
casas y sobre vuestras tierras. Sed buenos y
Pueblos originarios
ntre los araucanos que habitaron el sur de Chile, nos interesa profundizar en la rama de los huilliches, quienes habitaron la zona de la Patagonia Chilena comprendida entre Valdivia,
Osorno, el lago Llanquihue, el seno de Reloncaví, y el borde costero
de Chiloé. Se han encontrado leyendas que dan a conocer cómo el
hombre legitima los fenómenos naturales dando respuestas a las
interrogantes propias de nuestra especie.
Estos pueblos originarios compartían con todos los grupos culturales araucanos el idioma mapuche o mapudungun. Para profundizar en este aspecto es interesante tener en cuenta el origen de
la nomenclatura huilliche de los volcanes y cerros que rodean este
mágico lago, para imaginarnos cómo se fue denominando la naturaleza desde los primeros contactos humanos con ella. Por último es
importante conocer la ubicación geográfica de ellos en el planeta.
Estas tribus, moradores de la región de la Patagonia, denominaban al volcán Osorno como Purrarahue, Purahuille o Purahuilla. Su
situación geográfica es de 41º 05´ latitud sur y 72º 28´58´´ longitud
oeste. Tiene 2.661 metros de altura y figura actualmente entre los
volcanes apagados. Tiene una perfecta forma piramidal, salvo una
pequeña prominencia gibosa que se encuentra en la falda oeste sur,
a medio camino entre el pie y la cumbre cubierto de nieve perpetua
hasta aproximadamente la mitad de su altura. En total presenta cinco
cráteres laterales en sus faldas, uno hacia el norte, dos al este, uno
al suroeste y otro al noroeste, muy poco elevados y que no alteran la
regularidad de su figura general. La parte inferior consta de escorias
sueltas sobre enormes campos de lava, enclavados en el espeso bosque. Su cumbre está formada por una especie de tapón de nieve y
hielo en el cráter, que tiene forma de embudo y que ofrece desprendimiento de vapores de agua entre las rocas y la capa de hielo. El volcán
Osorno fue venerado por indígenas en su base a orillas del lago Llanquihue para pedir por la paz y tranquilidad con sus enemigos. Cada
diez o doce años, se celebraban las fiestas del rehue o rehueñatum.
Era el lugar sagrado donde se practicaba el culto del pillanguillatúan
y el dequiñiritún y donde se reunían los caciques de 300 leguas (más
de 1.600 km. a la redonda) a celebrar ahí sus rogativas y fiestas para
fortificar su amistad y ajustar sus rencillas y guerras de tribus.
Asimismo la denominación del volcán Calbuco es una palabra
de origen huilliche, que debería escribirse Kallfu-ko, que significa
“agua azul”. Dicho volcán estuvo en actividad desde el año 1575,
fecha probable en que se formó definitivamente. Se encuentra situado al sur del lago Llanquihue, entre los grados 41º 20´ latitud sur
y 72º 37´ longitud oeste. Es de cráter ancho, el cual ha cambiado
en los últimos 100 años tres o cuatro veces. Ahora se encuentra
cubierto de nieve hasta los 1.400 metros de altura.
El cerro Puntiagudo, denominado por los huilliches como el
cerro Dequiñcheu, tiene 2.494 metros de altura y está cubierto de
nieve hasta su base constituida por un manto de basalto, simétricamente rasgado por hendiduras de erupción. Desde el centro de
la cima se eleva una punta aguda, como un tornillo. Hacia el oeste,
sur y este se abren en forma de abanico cinco ventisqueros que
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descienden hasta la región boscosa y que terminan a 2.000 metros
de altura, perdiéndose en la selva virgen. De estos ventisqueros se
desprenden arroyos que fluyen por el noroeste al lago Rupanco y
dan origen al río Puntiagudo que desemboca en el lago Todos los
Santos. La situación geográfica del puntiagudo es 40º 56´53´´ latitud sur y 72º 16´09´´ longitud oeste.
Asimismo, la actividad económica de los pueblos originarios
de la Patagonia Chilena se basaba principalmente en la agricultura
de la papa, el maíz y la quínoa, y en la ganadería de auquénidos
como llama, alpaca, vicuña y guanaco, que les proporcionaba carne
y lana. La alfarería, cestería y la labranza de la madera les facilitó la
elaboración de utensilios para uso doméstico. La estructura social y
política se basaba en el levo o tribu, que se caracterizaba por tener
una estructura patrilineal.
Las tribus más cercanas a los lagos del sur de Chile utilizaron
la dalca, embarcación que consistía en tres tablones de alerce o
ciprés curvados con agua y con fuego, y que estaban unidos entre
sí mediante fibras vegetales y calafateados con estopa de alerce.
Medía hasta 10 metros de largo y tenía capacidad para doce tripulantes que la impulsaban a remo. La invención se le atribuye a
los chonos (de la isla de Chiloé), que luego habrían transmitido el
conocimiento a sus vecinos cuncos y huilliches, quienes la utilizaron
como medio de desplazamiento en dicha región.
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triunfaréis”. Así habló el sabio viejo indio y sin
que nadie se diera cuenta de ello, desapareció
tan misteriosamente como había llegado.
Una asamblea compuesta por los indios
más viejos de la tribu, resolvió que la virgen
más virtuosa era Licanrayén, la hija menor del
cacique, hermosa joven que unía una belleza
extraordinaria, un alma más blanca que los
pétalos de la flor de la quilineja. Temblando
llevó el mismo cacique la noticia de su próximo
sacrificio a su hija.
“No llores –le respondió ella. “Muero
contenta, sabiendo que mi muerte ha de
aliviar las amarguras y dolores de toda nuestra
valerosa tribu. Sólo pido un favor: que para
matarme no uséis vuestras hachas ni vuestras
lanzas. Quiero que me maten con sus perfumes,
las flores que han sido el único encanto de mi
vida y que sea mi amado toqui Quitralpique,
quien me prepare el lecho mortal y quien me
arranque el corazón.”
¡La muerte juntó esas dos almas que la
vida mantuvo separadas! El más fornido de los
mancebos fue encargado de llevar el corazón
y la rama de canelo a la cima del cerro PichiJuan, que eleva su cono agudo donde termina el
llano. Toda la tribu quedó en el valle esperando
la realización del milagro. Y apenas el mancebo
había colocado el corazón y la rama de canelo
en la roca más alta, apareció en el cielo un
enorme cóndor, que bajando en rápido vuelo,
de un bocado se engulló el corazón y agarrando
la rama de canelo emprendió el vuelo hacia
el cráter del Osorno, que en esos momentos
arrojaba enormes haces de fuego. Dio el cóndor,
en vuelo espiral, tres vueltas por la cumbre del
volcán y después en una súbita bajada, dejó
caer dentro del cráter la rama sagrada.
En el mismo momento aparecieron en el
cielo, negras nubes y empezó a caer sobre los
volcanes, una lluvia de plumillas de nieve, que a
El encuentro entre Magallanes y las pisadas grandes
l primer contacto del hombre occidental con las tierras Patagónicas se llevó a cabo a principios del siglo XVI con las maravillosas hazañas que nos relata la historia acerca de las expediciones
para encontrar el ansiado paso hacia Oriente. Por fin, al cabo de dieciocho meses de trabajos incesantes, todo estuvo listo para la partida
de Magallanes en busca de un ansiado paso entre occidente y oriente.
La escuadrilla expedicionaria zarpó del puerto de San Lúcar el 20 de
septiembre de 1519. Después de tocar en las Canarias y en Río de Janeiro, arribó al Río de la Plata el 10 de enero del año siguiente. Desde
allí comenzó Magallanes la exploración minuciosa de la costa. El reconocimiento de las márgenes de aquél río le hizo perder un mes entero;
pero cuando comprendió que allí no existía el estrecho que buscaba,
hizo rumbo al sur sin alejarse de tierra, y siguió explorando una a una
las bahías y caletas. El 31 de marzo Magallanes mandó echar anclas
en un puerto muy seguro que denominó San Julián, resuelto a esperar
allí un tiempo bonancible para continuar su navegación. Nada habría
podido hacerle vacilar en sus inquebrantables propósitos de llevar a
término la empresa que había acometido.
Esta determinación produjo un vivo descontento entre algunos de
los expedicionarios. Durante la navegación, el resuelto comandante se
había visto obligado a poner en el cepo al capitán de una de sus naves para reprimir el primer conato de desobediencia. En San Julián, los
descontentos, creyendo, sin duda, que era temerario el seguir en una
exploración que no podía dar otro resultado que inútiles sufrimientos,
se pronunciaron en abierta rebelión en tres de las naves en la noche
del 1 de abril. Magallanes, sin embargo, desplegando una gran energía, sofocó el motín, castigó con la pena de muerte a sus principales
caudillos y supo mantener la disciplina en sus tripulaciones.
En ese lugar tuvo Magallanes sus primeras relaciones con los salvajes de la extremidad austral del continente americano. Envueltos en
toscas y sucias pieles de guanaco, esos indios, altos y membrudos,
parecían más grandes todavía. Por esa disposición a encontrar siempre algo de maravilloso en los países explorados por primera vez,
inclinación natural a los navegantes de aquel siglo, Magallanes y sus
compañeros creyeron que aquellos salvajes eran verdaderos gigantes
de una talla sobrenatural. A la vista de la huella que dejaban con sus
pies en la nieve y en la arena, los españoles les dieron el nombre de
patagones, de donde se ha derivado la palabra Patagonia con que
se designa el territorio que va desde el paralelo 38° de latitud al sur
del continente Americano.
Pasado el invierno, continúan su viaje y a los pocos días de navegar, el Almirante llena su asombro con un brazo de mar que se interna
hacia el oeste. La desesperanza ha cundido entre los tripulantes; los
únicos que se mantienen confiados son Magallanes y Elcano.
Para imaginarnos cómo fue tan magnífico suceso para la humanidad en palabras de Enrique Campos Menéndez podemos interpretar la
atmósfera en que sucedió la sorpresa: “Es el 1 de noviembre de 1520. El
cielo está gris. Sobre las olas, surge un arco iris. El viento reza lo que los
labios callan; se ha descubierto el ansiado estrecho que une el Atlántico
con el mar del Sur que la posteridad llamará Estrecho de Magallanes.”
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El paso de los conquistadores
españoles por el lago Llanquihue
l imponente y maravilloso lago Llanquihue fue descubierto
en 1552 por don Pedro de Valdivia. Este acontecimiento ha
quedado testimoniado en una carta e informe que el descubridor
dirigiera al Rey de España, y donde relata el descubrimiento como
resultado de la primera expedición de su ejército para conocer los
territorios ubicados al sur de la recientemente fundada ciudad de
Valdivia. El objetivo primero de la expedición consistía en establecer
una comunicación terrestre con la isla de Chiloé. En su misiva al
Rey, señala:
“No pude pasar de allí a causa de salir de la cordillera grande
un río muy caudaloso de ancho de más de una milla, así me subí
río arriba derecho a la sierra y en ella hallé un lago de donde procedía el río, que al parecer de todos los que iban conmigo, tenía
hasta cuarenta leguas…” (aprox. 223 km).
Pocos años después, en 1558, en una expedición dirigida por
don García Hurtado de Mendoza, también encontró el lago, que en
aquellos años se denominaba “Lago de Valdivia”, en homenaje a
su descubridor.
Luego de la fundación de la ciudad de Osorno en marzo de 1553,
el camino hacia Chiloé pasaba al interior de las tierras descubiertas, por
la vía del río Maullín. Por este motivo, el lago Llanquihue permaneció
desde entonces en el olvido. Sin embargo, a pesar que en 1597 los
conquistadores españoles tomaron de nuevo posesión tranquila de toda
esta región, los pobladores, no se atrevieron a penetrar en sus contornos
por temor a los antiguos enemigos o temerosos de las leyendas que de
él se contaban. Al mismo tiempo las cercanías y orillas del lago estaban
cubiertas por espesos e impenetrables bosques, lo que hacía muy difícil
la ocupación. El suelo consistía sólo en pantanosos ñadis que imposibilitaban todo tráfico por esas inhóspitas regiones adyacentes.
Con posteridad al despoblamiento de Osorno en 1602 y de esta
región del sur, el mágico lago pasó inadvertido y abandonado hasta
el año 1842. Aquel año don Bernardo E. Philippi, zarpando desde
San Carlos de Ancud, en una expedición expresamente dirigida a
esa región, redescubrió el lago el día 29 de enero de 1842. Y una
segunda expedición, en marzo del mismo año, navegando esta vez
desde la desembocadura del río Maullín hacia el interior, le permitió
confirmar su hallazgo.
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los rojos fulgores de las llamas del cráter parecía
lluvia de oro.
Cayó nieve y nieve; días, semanas y años
enteros. Fue una verdadera lucha entre el
fuego que subía del infierno y la nieve que caía
del cielo. La nieve derretida corría formando
impetuosos torrentes por las faldas del Osorno
y del Calbuco y corriendo se despeñaba en los
inmensos barrancos que servían de defensa a
la morada del Pillán, hasta que llenadas las
hondonadas profundas, las aguas quedaron al
nivel de las tierras cultivadas. Así se formaron
los lagos Llanquihue, Todos los Santos y Chapo.
Por más esfuerzos que hizo el Pillán, no
pudo librarse de quedar preso dentro del
Osorno, de donde ahora no puede salir para
volver a sus malandanzas. Cuando los indios
volvieron al día siguiente al lugar en que se
había consumado el sublime sacrificio de la
virgen y del toqui vieron con asombro que el
lecho mortal de Licanrayén, había echado raíces
y que sus ramas, entrelazándose, formaban el
más hermoso palacio que la mente humana
pudo imaginar.
Cuento basado en una leyenda mapuche
Ese palacio de helechos y flores, existe aún en el fondo de la quebrada del Diablo, cerca de Puerto Varas.
Muchos son los turistas que han bajado a admirar
su maravillosa belleza, pero sólo unos cuantos han
podido ver el palacio, porque éste es sólo visible para
quienes no tienen una sola mancha en su conciencia y
saben sentir los íntimos encantos de la naturaleza.
Colonización alemana: el ingreso de Occidente
l lago Llanquihue, que había sido explorado en su tiempo
por los conquistadores españoles, cayó en el olvido desde
la época en que los araucanos conquistaron ese territorio en el siglo
XVII. Incluso lo señalaban en sus mapas como laguna Llanquihue,
restándole importancia y tamaño. Sin embargo, en 1797 los españoles tomaron posesión del lago, pero no se atrevieron a penetrar
en sus regiones, por temor a las fábulas transmitidas de generación
en generación por los indios.
A mediados del siglo XIX, una vez afianzados como República
independiente de la monarquía española, el gobierno de Chile inició
los esfuerzos necesarios para colonizar la Patagonia chilena, desde
Valdivia al sur. Para esta tarea contactó, entre otros, al destacado
naturalista alemán Bernardo E. Philippi, quien obtuvo noticias de un
gran lago al sur de Osorno, el cual era temido por los indígenas, por
la creencia de que estaba embrujado. El relato del descubrimiento
del lago Llanquihue escrito por el famoso y connotado científico, el
año 1842, nos da una idea de la inmensidad del lago y el espectáculo alentador que se le presentó frente a sus ojos:
“Apenas habríamos andado dos horas cuando descubrimos, a
través del verde de los árboles, la superficie del lago. La magnífica
vista me indemnizó ampliamente el cansancio del viaje. El agua de
este lago es clara como la del Ginebra en Suiza, su superficie es de
siete leguas más o menos de largo, por otras tanto de ancho, de tal
modo que no pude distinguir la orilla del frente. Tiene como aquél,
los nevados Alpes por un lado, la cordillera de los Andes que se levanta desde sus riveras orientales con un volcán cubierto de nieve
hasta la mitad de su altura y que se interna en sus aguas…”
Es interesante hacer el ejercicio de leer e imaginarse cada una
de estas palabras, ponerse en el lugar de un hombre cargado de
cultura europea que se maravilla frente a tan único paisaje. Su
impresión es tal que en el encuentro con aquel mágico lugar nacen
palabras de elogio y decide realizar toda una empresa de ocupación que no fue fácil de iniciar. Gracias a su coraje y empuje, se vio
motivado en forma personal a convencer a su hermano Rodolfo
que contratara a 9 familias de artesanos de Hessen, Alemania, para
radicarse en el sur de Chile.
En Julio de 1848 el gobierno nombró al mencionado Philippi
como Sargento Mayor de Ingenieros y le comisionó para que viajase oficialmente a Europa a contratar una colonia de alemanes
compuesta entre 150 y 200 familias para establecerse en el sur
de Chile. En Octubre de 1850 el gobierno nombró a Vicente Pérez
Rosales agente de colonización desde Valdivia al sur. Éste último,
debió iniciar desde Valdivia la exploración de tierras alternativas
e internarse en la selva virgen, para así dar cabida a más colonos
alemanes que llegaban en forma continua en los veleros y vapores
enviados desde Alemania por Philippi. Así, tras la infatigable lucha
por descubrir más territorios, Pérez Rosales llegó hasta las orillas
del lago Llanquihue. Es en ese momento cuando exclama tan maravillosas palabras que han quedado registradas:
“...Todo aquel malestar, todo el cansancio se tornó en entusiasmo y alegría cuando saliendo de repente del oscuro recinto de la
selva, se presentó a nuestra vista, sin transición ninguna, el más
espléndido panorama.
Encontrábame como por encanto en la margen occidental del
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gran lago de Llanquihue que, semejante a un mar, ocultaba en las
brumas del norte y del sur, el término de las limpias aguas que
tranquilas entonces, parecía que retozaban a mis pies por entre las
raíces de los robustos árboles que orlaban la playa donde nos detuvimos. La pura atmósfera del oriente hacía resaltar con el azul del
cielo los más delicados perfiles de las últimas nieves que coronaban
las alturas de Pullehue, de Osorno y de Calbuco, conos volcánicos
que alzándose al poniente del Tronador, de donde se desprenden,
parecía que alineados se miraban en las aguas del lago.”
Con estas palabras queda demostrada la actitud inteligente y
visionaria de los colonos al enfrentar las situaciones novedosas que
les van ocurriendo, sin esto ser motivo de echar pie atrás en aquel
desafiante proyecto que tenían en mente. Para facilitar la tarea de
conocer más el lugar se hace amigo del mítico indio Juan, hombre
valiente y fornido, quien lo ayudó en las excursiones y a comunicarse con los nativos.
En noviembre de 1852 arribó en Valdivia, el velero Susanne
con 105 inmigrantes. Pérez Rosales resolvió avecinarlos a orillas
del lago Llanquihue, por lo que tuvieron que retroceder hasta
Puerto Montt. La embarcación llegó el 23 de noviembre a Ancud.
De ahí los colonos fueron trasladados en lanchones a Mellipulle
(Puerto Montt) donde anclaron el 28 de noviembre. El 12 de febrero de 1853 Pérez Rosales fundó en la ciudad de Mellipulle a
la cual dio el nombre de Puerto Montt, en honor al Presidente de
la República.
Los primeros colonos asignados al lago Llanquihue que llegaron
en el velero Susanne fueron las familias: Muschgay, Weidelmer, Fuchs,
Verter, Dempflin, Wahl, Staehle, Riedel, Koehler, Scmidt, Klotz, Buck.
Eran gente de trabajo que traían sus herramientas y semillas para
instalarse, ya que venían con la voluntad de identificarse con Chile.
Llenos de privaciones y expuestos al duro clima del sur, los
colonos alemanes fueron un ejemplo de lucha contra la naturaleza.
Pese a que el territorio estaba cubierto de espesas selvas, los mencionados inmigrantes, con su esfuerzo y disciplina lograron dominar
esa región con el paso del tiempo.
Dentro de las actividades agrícolas que conocemos, se cultivaba la linaza y el nabo para aceites que se enviaban a Valparaíso.
Existía la cebada perla y fábricas de tejido de lino puro. También el
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cultivo de la papa y su conversión en aguardiente en las
riveras ponientes del lago Llanquihue. Molinos harineros, batanes
para cáscaras taninas, aceite secante
preparado para pintura al óleo. Todo se
exportaba. Luego se fundaron las industrias de cervecerías, salazones, curtidurías, fábrica de tejidos de mimbre, industria colmenera y otros que comenzaron
a dar forma a la prospera colonia de
Llanquihue.
Muy bien aprovecharon los alemanes una de las materias primas más
propias de esta zona: la miel de Ulmo.
La conocieron a través de los indios que
habitaban la zona que sabían de las bondades del lugar. Una de sus cualidades su
fluidez y fácil uso para la alimentación. En
palabras de Pérez Rosales encontramos descrita la experiencia que
tuvo con la miel en este mágico lugar:
“El grande abejarrón chileno que vemos con tanta frecuencia zumbando por entre las flores de nuestros jardines, no fabrica
cera como la abeja europea. La miel que acopia es transparente y
líquida, y las vasijas en que las deposita, son alvéolos regulares
simétricamente colocados, hechos de fibras vegetales tan estrechamente unidas, que no dejan escapar ni un átomo de la miel
que se deposita en ellos. Este interesante insecto que tal vez el
arte y el tiempo logren domesticar, defiende, como el europeo, su
propiedad, y cuando no la puede rescatar con la violencia de sus
lancetazos, lo hace con la astucia. Había yo dejado dos panales
llenos de miel cerca del lugar donde rendido por el cansancio me
sorprendió el sueño, y al despertar no encontré en ellos ni una sola
gota de miel; el tejido cañamoso de los panales conservaba el más
grato olor a flores.” En el año 1856 se fundaron los pueblos de Puerto Varas,
Llanquihue y Frutillar, siendo este último el destino que nos
interesa destacar en nuestro relato.
Frutillar: lugar de fresas salvajes
a “Villa de Frutillar” fue fundada el 23 de noviembre de 1856
por disposición del presidente de la república Don Manuel
Montt, con respaldo del Ministro Antonio Varas.
El paraíso que nos ocupa tiene condiciones especiales, tanto
por la tranquilidad del lugar cuanto por la intensidad de sus contrastes visuales. La pureza del aire se refleja en la nitidez con que
se pueden apreciar la inmensidad de colores y formas en todas las
estaciones del año, ya sea en el día o en la noche.
La atmósfera que se crea es armónica ya que mezcla belleza
con carácter, lo que da como resultado un equilibrio que no aburre
ni al más simple de los seres vivos. Desde cualquier punto donde
uno se encuentre tiene el privilegio de ser testigo de una experiencia con la naturaleza única e irrepetible.
Cuenta la tradición que la palabra Frutillar viene de la gran
cantidad de fresas silvestres que se encontraban repartidas por
todos lados en los bosques y praderas de esta localidad. Esta
fruta es un saludable producto dado su alto contenido de vitamina
A, B1, B2, B3, B6, C y E, y de minerales como potasio, magnesio,
hierro, fósforo, yodo y calcio. La humedad de la tierra permite
el crecimiento de variados productos antioxidantes que aportan
beneficios a quienes lo consumen. Son muy apreciadas por su
intenso y delicado sabor, ideal para preparar mousse, mermelada, helados y rellenar el famoso kuchen alemán que se puede
probar en las diversas cafeterías que existen en esta sofisticada
localidad.
La artesanía también es interesante porque se trabaja a partir
de materias primas propias del lugar. Los telares son confeccionados con lana de oveja teñida de maravillosos y diversos colores.
Se pueden encontrar chalecos, bufandas, gorros, chales, calcetines,
entre otros, tejidos a mano y de gran calidad. También se encuentran trabajos de tallado en madera y cestería donde se aprecia la
historia y vida de los pueblos originarios.
En conclusión, esta pequeña historia acerca del origen de Frutillar
y su desarrollo en el tiempo nos invita a conocer en profundidad el
maravilloso lugar donde estamos ubicados dentro del planeta. Es interesante el ejercicio de preguntarse qué fue sucediendo en este mágico
lugar hace millones de años para lograr conocer más en profundidad el
encanto y la atmósfera del lugar donde nos encontramos.
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FRUTILLAR su historia y encanto
Texto y diseño Patagonia Media. Ilustraciones Alberto Montt.
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