ROTACION DE COSECHAS Las diferentes plantas que se suceden

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ROTACION DE COSECHAS
Las diferentes plantas que se suceden en una misma parcela de tierra, constituyen lo que se llama la rotación de cosechas.
En donde lo permite el clima, la rotación más frecuente consiste en aprovechar la primavera y verano
de un primer año con una planta de escarda; patatas,
remolacha, maíz, etc.; sigue una cosecha de trigo entre.i,
la que se siembra con mucha frecuencia trébol rojo;.. ,'
solo o mezclado con alguna gramínea forrajera, para
aprovechar su forraje en el año de la siembra y en el
siguiente.
Esta alternativa fundamental, a la que debe la prosperidad agrícola gran parte del norte de Europa, puede sufrir muchas variantes impuestas por condiciones
económicas principalmente, pudiéndose tender a producir más cereales, más forrajes o más plantas de escarda. si lo consiente la naturaleza del suelo.
La pradera que se forma protege el suelo con gran
seguridad, el trigo no con tanta, y las plantas de escarda son muy débiles en este aspecto.
Se aspira a mantener la productividad del suelo,
devolviéndole abundantes masas de estiércol, lo que
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consienten los forrajes que se cosechan, que se dedican
a la alimentación del ganado. La rotación de las cosechas permite aminorar los daños causados por insectos
o enfermedades; el trigo recibe una tierra limpia de malas hierbas, así como todas las plantas s·e benefician en
el enriquecimiento de la tierra por el trébol. Se practica, porque ciertamente se conserva la producción en
niveles elevados, lo cual significa una vegetación fuerte y, por lo tanto, adecuada para contener la erosión.
El suelo apenas tiene descanso, pues en el momento de
levantar una cosecha se hace preciso prepararlo para
sembrar la que ha de seguirle; está, por tanto, protegido por la vegetación la mayor parte del tiempo posible.
Esta alternativa es excelente, y entre nosotros podría tener aplicación en muchas partes de la zona cantábrica, si lo accidentado del terreno y la conveniencia
económica no hubiese desviado la producción a una mayor preponderancia de la pradería.
La alternativa de que se viene tratando no puede.
establecerse en el resto de la nación porque llueve poco,
sobre todo en el verano. Nuestra alternativa es barbecho-trigo o trigo-barbecho semillado, en que se aprovecha parte del barbecho con una leguminosa anual. Los
cereales de invierno, lo mismo que algunas de las leguminosas empleadas, protegen bastante el suelo desde
que toman un desarrollo apreciable, y mal en los primeros momentos de su desarrollo. A pesar de esta manera de ser, alguna medida puede adoptarse. Lo que conviene es que las siembras cubran bien el terreno cuando sobrevengan las épocas de lluvias que puedan ser
perjudiciales, y como consecuencia se imponen en este
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aspecto las siembras tempranas, empezando por sembrar las tierras de mayor exposición.
La defensa del sudo la hacen las hojas que lo cubren, los tallos que amortiguan las corrientes y las raíces que aprisionan la tierra. Después de recogida la cosecha queda el rastrojo, los tallos duros y las raíces
que, aun después de muertas, no quieren soltar las tierras que las criaron. Existe en el rastrojo más de la mitad de la defensa que prestaba el sembrado, y para retener la tierra es de gran utilidad, por lo que se le levantará lo más tarde posible, dejándolo a medio envolver, porque en esa condición sigue prestando gran
utilidad a la conservación de la tierra.
La pendiente del terreno y la calidad del suelo pueden ser tales, que sea necesario adoptar otras prácticas
que suplementen las que se derivan de una rotación de
cultivos, la más apropiada que convenga adaptar a la
realidad de las circunstancias. Entre ellas debe citarse
el labrar según las curvas de nivel, cultivar en fajas,
proteger el suelo con terrazas y sembrar plantas de cobertura.
La flexibilidad del cultivo en fajas puede ayudar
considerablemente a establecer rotaciones de cultivo
que, de otra suerte, podrían ser perjudiciales ante los
efectos de la erosión, por la pendiente del terreno u
otras causas. PoÍ' ejemplo. En el Norte se dispone de
una finca como la que representa el gráfico 1.°, la cual
se podría dividir en cuatro parcelas para cultivar, el
primer año, maíz; el segundo también maíz; el tercer
año, trigo-trébol, y el cuarto trébol. Los efectos de la
erosión se dejarían sentir considerablemente en las parcelas cultivadas de maíz. Por otra parte, el cultivo forrajero tiene en toda la zona mayor intensidad que el
-56representado en esa alternativa. Para salvar los dos inconvenientes señalados, se pueden marcar cuatro fajas
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de igual anchura, que se ciñan lo más exactamente que
sea posible a las curvas de nivel del terreno, y que midan exactamente también las necesidades que ha de
tener el agricultor en maíz y trigo. Los intervalos entre
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las fajas se pueden cultivar de alfalfa o pradera permanente, con lo cual el suelo queda bien defendido, y en
las fajas se sitúan los cultivos de la rotación. Naturalmente, que las parcelas de maíz podrían ser de patata,
y que entre una y otra cosecha de maíz es posible que
quepa alguna de nabos, centeno. forrajero o trébol encarnado.
El procedimiento no sería tan práctico en la zona
cereal, en la que el terreno de protección, en lugar de
producir alfalfa o abundante hierba, sería necesario dejarlo encespedar con hierba corta que aprovecharía el
ganado al rastrojear.
El cultivar sujetándose sistemáticamente a una alternativa de cultivo bien establecida, evita siempre las
pérdidas de suelo yagua. Otro ejemplo. En una experiencia en que se cultivó el maíz continuamente, en terreno con el 16 por 100 de pendiente, se perdieron el 21
por 100 del agua de lluvia,'y 220,2 toneladas de tierra
por hectárea, mientras que cuando se cultivó en alternativa, las pérdidas de agua fueron de 16>37 por 100, y
la del suelo 133,0 toneladas de tierra por hectárea. La
rotación consistió en maíz, cebada y trébol. En la cebada, la pérdida de agua fué de 13,10 por 100 de la
llovida y la de tierra de 53 toneladas por hectárea, y
en el trébol, esas cifras se redujeron a 7,26 por 100
para el agua y 2,2 toneladas para la tierra. Las cifras
medias para el conjunto de la alternativa fueron de 12
por 100 para la cantidad de agua y 61,8 toneladas, para
la tierra perdida por hectárea.
El cultivo alternado sostiene la producción, que se
deprime cuando se cultiva todos los años la misma planta sobre el mismo terreno, y a una vegetación deprimida, corresponde una mayor erosión del terreno. Con-
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viene citar algún caso. En la Estación Experimental
de lllinois se cultivó maíz en la misma parcela durante
treinta y ocho años. La producción media anual, en los
dieciséis primeros años, fué de 34,4 hectolitros de grano por hectárea, y en los doce últimos, esa producción
se redujo a 20,8 hectolitros. En tierra semejante se cultivó siguiendo la alternativa de maíz, avena, trébol, y
en el primer período la producción media de maíz por
hectárea fué de 41,5 hectolitros, yen el segundo 37,1
hectolitros. La avena produjo en el primer período, 39>3
hectolitros de grano por hectárea, y en el segundo 47,6
hectolitros. Este caso pudiera servir de ejemplo para
sacar aplicación a la agricultura de algunas provincias
de Galicia, en las que muchas tierras están produciendo todos los años maíz desde hace más de un siglo, sin
que los tréboles apenas encuentren lugar para su producción.
Ya se ha hecho referencia al cultivo de tréboles y
gramíneas forrajeras, en beneficio de la conservación
del suelo y de la materia orgánica del mismo, tan íntimamente relacionados, y como consecuencia también,
de la mayor cantidad de nitrógeno que acumulan los
suelos sometidos a una rotación de cultivos mejorante.
En la Estación citada, después de cultivar maíz, sin
abono alguno, en la misma parcela durante treinta y
dos años, el suelo laborable contenía 12.810 kilogramos
de materia orgánica por hectárea, mientras que un suelo análogo cultivado durante veintinueve años con la
rotación-maíz, trigo, trébol-, sin que recibiese tampoco abono de ninguna clase, contenía 33.164 kilogramos de materia orgánica también por hectárea.
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