TEMÁTICA 1. ALFABETIZACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA PARA TODAS LAS PERSONAS: SU IMPORTANCIA PARA LA PARTICIPACIÓN ACTIVA Y DEMOCRÁTICA EN LA RESOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES. EL PAPEL DE LA INFORMACIÓN F.J. Aznar, M. Fernández y J.A. Raga Unidad de Zoología Marina, Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, Universitat de València. A.P. 22085, Valencia 46071, España. Email: [email protected] RESUMEN: Este documento plantea la necesidad de que la ciudadanía posea mayor alfabetización científica y tecnológica (ACYT) como un ingrediente fundamental para que la gente pueda participar de forma crítica y efectiva en la resolución democrática de los problemas medioambientales. En primer lugar se identifican los problemas individuales, educativos y sociológicos que dificultan la adquisición de ACYT. A nivel del individuo, se arguye que los contenidos en ciencia y tecnología (CYT) tienen pocas posibilidades de competir con éxito para captar la atención del público porque son comparativamente poco motivadores, salvo en los casos de riesgo percibido asociado a incertidumbre. A nivel educativo, se aduce que las políticas educativas tradicionales, tanto en secundaria como en la universidad, el objetivo ha sido formar especialistas, de forma que los contenidos CYT no han generado aprendizaje significativo para la vida diaria de la mayor parte del alumnado, que no cursará estudios superiores. Desde un punto de vista sociológico, se defiende que los valores e intereses predominantes no favorecen la motivación por adquirir ACYT y que la divulgación científica tiende a regirse por las leyes del mercado, produciendo mensajes simplificadores y distorsionados para poder captar la atención del público. Respecto a las soluciones a este problema, el documento analiza las diferentes concepciones de ACYT y su concreción operativa. A nivel educativo se presenta brevemente el movimiento Ciencia-Tecnología y Sociedad (CTS) como una estrategia para desarrollar la ACYT. Este movimiento plantea acercar la CYT a las experiencias cotidianas de los estudiantes y hacerlos conscientes de la dimensión social y filosófica de la labor tecnocientífica. Sin embargo, surge la cuestión de si el contexto de aprendizaje en la escuela o la universidad es similar al que los ciudadanos experimentan al enfrentarse a problemas medioambientales reales donde han de tomar decisiones. Diversos estudios sugieren que los ciudadanos no expertos implicados en dichos problemas parecen beneficiarse especialmente de una ACYT donde se da preeminencia a las destrezas en compresión de procedimientos y la lógica de la argumentación. En cuanto a la divulgación CYT, el documento plantea la necesidad de promover políticas de divulgación adecuadas y externas a las leyes del mercado, donde se incentive la formación de científicos y periodistas especializados. Finalmente, la nueva sociedad de la información plantea un serio desafío: formar a los ciudadanos para que sean capaces de evaluar la fiabilidad y credibilidad de las fuentes de información. Hasta la fecha, dicha capacidad está muy poco desarrollada. 1 INTRODUCCIÓN Como ya señaló en el documento introductorio (véase el documento inicial), Naciones Unidas ha instituido una Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014). La educación es una de las claves para cambiar el actual curso de los acontecimientos sobre la preservación del medio ambiente. Afortunadamente, el llamamiento de Naciones Unidas está teniendo eco en las diferentes instancias educativas. En la Universitat de València, por ejemplo, el Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales ha firmado un Manifiesto para la Sostenibilidad que compromete al profesorado en diferentes actividades educativas al respecto (véase la documentación adjunta). En cualquier caso, está claro que queda mucho camino por recorrer. Dentro de este objetivo general, que obviamente contempla la formación en valores, un objetivo educativo esencial es conseguir que la ciudadanía sea capaz de comprender y evaluar los aspectos científicos y tecnológicos de los problemas medioambientales, tanto locales como globales, para poderles hacer frente, fundamentalmente en el contexto de la nueva sociedad de la información. Este es el punto de partida del presente documento, donde se analizan y discuten aspectos específicos del problema, y diversas soluciones. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA 1. Estado de la cuestión. 1.1. El conocimiento científico y tecnológico (CYT) se ha convertido en un elemento esencial para el funcionamiento de las sociedades modernas. La CYT transforman la economía y aumentan la duración y calidad de vida de la ciudadanía, pero son también una fuente de problemas debido a su impacto social y medioambiental. En los sistemas democráticos se intenta que la ciudadanía (1) tenga una actitud críticamente positiva hacia la empresa tecnocientífica; (2) esté mínimamente formada para entender los problemas asociados a ella y (3) participe activamente en los debates y la toma de decisiones sobre estas cuestiones. Se considera que la alfabetización científica y tecnológica (ACYT) es un elemento fundamental en este contexto. 1.2. Desde el punto de vista medioambiental, existe un amplio consenso de que el éxito de las políticas de desarrollo sostenible depende en gran medida de ACYT de la ciudadanía. 1.3. Los organismos internacionales y nacionales sitúan a la ACYT entre los objetivos educativos más importantes de este siglo. P.e., la Conferencia Mundial sobre la Ciencia para el Siglo XXI declara: “Para que un país esté en condiciones de atender a las necesidades fundamentales de su población, la enseñanza de las ciencias y la tecnología es un imperativo estratégico (...). Hoy más que nunca es necesario fomentar y difundir la alfabetización científica en todas las culturas y en todos los sectores de la sociedad, (...) a fin de mejorar la participación de los ciudadanos en la adopción de decisiones relativas a las aplicaciones de los nuevos conocimientos”. Este mensaje puede verse expresado en otros muchos documentos oficiales. 2 1.4. La voluntad política expresada en el Pto. 1.3 enfatiza el carácter democrático de la participación ciudadana para resolver los problemas medioambientales. Sin embargo, este objetivo parece chocar frontalmente con la evidencia de que la ACYT es pobre o inexistente en la gran mayoría de la población, incluso en los países más desarrollados. ¿Por qué ocurre esto? En lo que sigue, tratamos de identificar aspectos específicos de este problema desde el punto de vista individual, educativo y social, y delineamos algunos de los intentos que existen desde diferentes ámbitos para solucionarlo. 2. Aspectos específicos del problema. 2.1. Información, conocimiento y complejidad. 2.1.1. Actualmente, la cantidad y complejidad de la información en cualquier área de la cultura humana ha experimentado un desarrollo extraordinario; se habla de un crecimiento exponencial. 2.1.2. Este crecimiento complica mucho la integración entre los diferentes saberes (como decía T.S. Eliot: ¿Dónde está el conocimiento que perdemos con la información?). Es cierto que el conocimiento global se incrementa, pero las comunidades de expertos se ocupan de parcelas de conocimiento cada vez más pequeñas, cuyos contenidos se solapan también cada vez menos. Cada comunidad de expertos tiende a reflejar el mundo a su modo y a ignorar las áreas de conocimiento adyacentes. Sin embargo, la mayor parte de los problemas medioambientales son multidimensionales y globales. 2.1.3. Dicho de otro modo, el crecimiento de conocimiento especializado implica un incremento simultáneo de ignorancia; es lo que se denomina la paradoja del conocimiento y la ignorancia (PCI). 2.1.4. Desde el punto de vista de la ciudadanía, La PCI impacta profundamente en la cultura pública porque los conceptos clave y la “gramática” de cualquier dominio de conocimiento están cada vez más lejos de los recursos que el público general puede esperar tener para entenderlos. 2.2. La matriz individual: atención selectiva y motivaciones para conocer. 2.2.1. Ante la inmensa cantidad de información disponible existe necesariamente competencia para captar la atención del público. La gente es selectiva: maneja una economía de la atención cuyo balance se hace evaluando el coste de adquirir dicho conocimiento y el beneficio que puede obtenerse del mismo. 3 2.2.2. Se han considerado cuatro razones personales básicas (con sus correspondientes “beneficios”) para prestar atención a una información dada: • El deseo “innato” de aprender y conocer. Existe una recompensa intrínseca al satisfacer la curiosidad. Muchas investigaciones, sin embargo, sugieren que la gente suele ser poco o nada curiosa respecto a la mayor parte de información que recibe, por lo que la curiosidad per se no parece ser necesariamente motivadora. La evidencia parece apoyar esta idea: menos de un 10% de la población occidental puede considerarse “cosmopolita” bien informada. • Usos pragmáticos. En muchos casos el coste de informarse se justifica por la relevancia inmediata del conocimiento adquirido. La gente se informa de cuestiones que le conciernen por razones prácticas en el ámbito privado (p.e., razones profesionales o situaciones que pueden comportar riesgos, como la salud o la economía). • “Conocimientos del buen ciudadano”. La gente obtiene satisfacción al cumplir con las normas en que se fundamentan sus valores. Quien ha interiorizado los valores democráticos desea informarse en contenidos CYT para intervenir (aunque sea indirectamente) en la toma de decisiones, aunque no afecten directamente a su vida personal. Sin embargo, un ejemplo claro de que este factor no es muy motivador es que la gente suele votar atendiendo a sus intereses individuales (de acuerdo con el punto anterior), más que pensando en el bien común. • Utilidad social del conocimiento y la información. Una gran mayoría de las recompensas que la gente recibe son sociales, y el contexto más habitual de las interacciones sociales es la conversación. La gente tiende a informarse de lo que le puede resultar más útil para conversar (p.e., se necesita un gran cantidad de sobreentendidos y un bagaje de información común para poder mantener una conversación cotidiana). 2.2.3. De los factores anteriores, probablemente el más importante para prestar atención al conocimiento en CYT es el de los usos pragmáticos, especialmente si hay un riesgo percibido. En otros contextos, la información CYT tiene comparativamente pocas posibilidades de competir con éxito en el mercado de economía de la atención porque no existen mecanismos motivadores potentes. Aunque la curiosidad natural podría ser un mecanismo potencial, la comprensión de contenidos en CYT exige esfuerzo, y la gente suele disponer de poco tiempo para instruirse. Por otra parte, para sentirse motivado/a por los “conocimientos del buen ciudadano” se necesita profundizar mucho en la naturaleza de la democracia y de la importancia social de la CYT; ambos aspectos están generalmente descuidados. Finalmente, para el ciudadano medio no suelen existir fuertes recompensas conversacionales asociadas al conocimiento en CYT (p.e., en la mayoría de conversaciones “cultas”, suelen valorarse más los conocimientos en humanidades –véase después). 4 2.3. La matriz educativa: la ciencia y tecnología descontextualizadas y elitistas. 2.3.1. Tradicionalmente, la educación secundaria en CYT se ha supeditado a las exigencias de la enseñanza universitaria. Puesto que la mayoría de alumnos no siguen carreras científicas en la universidad, los currículos estarían adaptado a minorías y, por tanto, podrían considerarse elitistas. 2.3.2. La formación elitista posee un vínculo con la formación de especialistas, sobre todo por la necesidad de ser competente en áreas donde la información es vasta y compleja. Es decir, se necesita un sistema educativo capaz de producir personal competitivo a la hora de diseñar, desarrollar, optimizar y producir bienes y servicios para el mercado global. 2.3.3. Esta filosofía educativa acarrea algunas consecuencias en la forma como se han diseñado tradicionalmente los currículos: • En la educación secundaria, se ha hecho hincapié en los conceptos científicos que se requieren para los estudios superiores. Es decir, se ha instruido al alumnado en los conceptos y aplicaciones de paradigmas científicos bien establecidos, entrenándolo para que pudiera incorporarse en el futuro a la práctica profesional. Además, se ha buscado una especialización temprana para incrementar la eficacia en la adquisición de contenidos útiles para la futura especialización universitaria. • En la educación universitaria, la necesidad de producir profesionales competentes en áreas de especialización cada vez más restringidas ha enfatizado el conocimiento práctico y específico (los conocimientos conceptuales generales tenían más preeminencia en el pasado). En consecuencia, el pensamiento crítico suele restringirse al campo de especialización de forma “internalista”, es decir, el estudiante universitario raramente contempla su actividad “desde fuera” utilizando elementos de otras disciplinas y contextualizando su conocimiento desde un punto de vista filosófico, político y social. • Tradicionalmente, en ambos niveles educativos se ha tendido a ofrecer una visión positivista, racionalista y asocial de la ciencia. La actividad científica se presenta frecuentemente como la búsqueda objetiva y neutral hacia la verdad, la tecnología se presenta como el resultado de la aplicación práctica de los conocimientos producidos por la ciencia, y la sociedad se supone que es la receptora pasiva de todos los productos tecnocientíficos. La historia de la ciencia ilustraría la acumulación de conocimiento válido tras un proceso continuado de ensayo y error. 2.4. La matriz sociológica: la impopularidad de la ciencia. 2.4.1. Sin ánimo de querer hacer una homilía, parece bastante obvio que el ambiente social no es especialmente propicio para fomentar el interés por la ciencia. Entre otras cosas, tiende a valorarse lo efímero y lo que se logra sin esfuerzo; lo que proporciona ganancias materiales independientemente de 5 la formación personal (el clásico tener vs. ser); y las conductas individualistas que evitan responsabilidades y compromisos (el “sálvese quien pueda” y los free-riders), delegando las decisiones comunitarias en otros. 2.4.2. La brecha que denunciara Snow entre las cultura científica y humanística sigue abierta. Hoy por hoy se sigue considerando “intelectual” a gente versada en humanidades, pero frecuentemente analfabeta en ciencia (algunos/as hay que incluso se vanaglorian de ello). No olvidemos que estos “intelectuales” ejercen una influencia considerable en segmentos significativos de la población. Para mucha gente, la CYT siguen sin ser cultura. 2.4.3. En cualquier caso, parece existir en la cultura popular una depreciación creciente de “lo intelectual” en favor de una cultura antielitista. Este valor va asociado a una desconfianza creciente hacia los políticos, los medios de comunicación, las instituciones públicas y muchos expertos (entre ellos, los científicos, a pesar de que se reconozcan a veces los beneficios sociales que generan), que disminuyen todavía más el valor social de la “verdad” y la obligación de ser culto. 2.4.4. Todos los vehículos de información tienden a centrarse en “hechos memorables” que dominan la cultura popular, y que llegan a ser familiares por ósmosis. Estos “hechos memorables” delimitan el tipo de información más asequible y generan la “realidad” que constituye la sustancia de la mayoría de conversaciones. Este problema afecta también a los contenidos en CYT. 2.4.5. Debido a la especialización (la paradoja del conocimiento y la ignorancia, con el coste asociado de las barreras de comunicación) y a las razones sociológicas apuntadas en el apartado anterior, los medios de comunicación, para poder hacerse entender y mantener la audiencia, necesitan, o bien evitar muchos temas científicos, o tratarlos de forma superficial. Salvo excepciones, falta inversión en políticas de difusión en CYT. 3. Consecuencias. 3.1. Si las motivaciones personales para instruirse científicamente en un ambiente de competencia informativa son débiles y el ambiente social no promueve dichas motivaciones, cabe esperar un interés público minoritario por los contenidos en CYT. Al fin y al cabo, la gente puede funcionar sin necesidad de poseer una amplia formación en estos temas. 3.2. La educación reglada es el eje fundamental para la alfabetización tecnocientífica y serviría para alentar las motivaciones personales al respecto. Sin embargo, diversos autores consideran que la educación tradicional de CYT en secundaria, que se orienta hacia la universidad y está socialmente descontextualizada, no es motivadora. Esto quizá podría ayudar a explicar por qué mucha gente elude las carreras científicas en estudios superiores (de hecho, el número de alumnos matriculados en dichas carreras parece estar descendiendo). 6 3.3. Por otra parte, cabe plantearse si el enfoque educativo tradicional forma adecuadamente al segmento mayoritario de personas que no recibirá formación universitaria. Generalmente ha habido un vínculo muy débil entre el conocimiento recibido y el contexto de la vida diaria posterior. Esto dificulta el aprendizaje significativo, por lo que el esfuerzo de alfabetización se diluye. Más aún, se ha constatado que incluso los alumnos que cursan estudios superiores en CYT sufren deficiencias serias en conceptos elementales sobre la naturaleza de la ciencia y la investigación. 3.4. El resultado global es la concentración del saber en una minoría y la ignorancia en la mayor parte de los ciudadanos. La ignorancia puede generar dependencia intelectual y falta de crítica (muchos especialistas atribuyen a estos efectos el auge de las pseudociencias y otras formas de conocimiento no científico). Además, la combinación de ignorancia y elitismo supondría delegar la toma de decisiones en unos pocos en asuntos que conciernen a todos (por lo tanto, no se ejercería una verdadera democracia). Finalmente, esta combinación también puede generar hostilidad o expectativas irreales sobre la labor de la CYT. Han existido y existen movimientos anticiencia (se oye incluso la expresión: “la razón apesta” entre ciertos intelectuales demagógicos) debido a la desconfianza hacia las élites, la falta de compresión de los temas en CYT, y los desastres y problemas que a ellas se atribuyen. En la otra cara de la moneda, las expectativas sobre el alcance y las posibilidades de la CYT se magnifican. P.e., mucha gente deposita una confianza ciega en que las ciencias médicas hallarán un remedio final contra el cáncer, o que los avances tecnológicos harán compatible el actual paradigma de crecimiento económico indefinido con la preservación del medio ambiente (creencia mantenida, por cierto, con la connivencia de determinados grupos de interés). SOLUCIONES 4. Una propuesta global: la alfabetización científica y tecnológica. 4.1. El concepto de ACYT se ha manejado como un slogan para promover cambios en la política educativa y de divulgación científica para la ciudadanía. Se trata de un concepto polisémico con cualidades simples y deseables, pero que, analizado en detalle, sobre todo en términos operativos, deviene en un concepto muy complejo e incluso cuestionable (hay quien lo cataloga de mito). La complejidad del concepto surge de que existe un gran número de asunciones, interpretaciones, concepciones y perspectivas sobre su significado, y sobre qué se espera alcanzar con su aplicación. Por ello se recomienda ser explícito sobre qué queremos decir cuando hablamos de alfabetización científica. 5. Ejemplos del concepto de ACYT. 5.1. De entre las múltiples definiciones de ACYT, seleccionamos aquí unos cuantos ejemplos (se observará que hay redundancias y algunas diferencias de énfasis): • Una persona posee ACYT si es consciente de que la ciencia, las matemáticas y la tecnología son empresas humanas 7 interrelacionadas, con virtudes y limitaciones; comprende conceptos y principios clave en CYT; está familiarizado con la naturaleza y reconoce su diversidad y unidad, y usa el conocimiento científico y formas de pensamiento científico para propósitos individuales y sociales. • Una persona posee ACYT si posee curiosidad científica (como un hábito mental); competencia científica (conoce procedimientos para investigar científicamente); compresión (entiende las ideas científicas y la forma cómo funciona la ciencia); creatividad (es capaz de pensar y actuar creativamente); y sensibilidad (es consciente del rol de la ciencia en la sociedad). • Una persona posee ACYT si comprende (a) las relaciones entre ciencia y sociedad; (b) la ética científica; (c) la naturaleza de la ciencia; (d) la diferencia entre ciencia y tecnología; (e) los conceptos científicos básicos; (f) la interrelación entre la ciencia y las humanidades. • Una persona posee ACYT si comprende (a) las normas y métodos de la ciencia (es decir, la naturaleza de la ciencia); (b) comprende sus conceptos y términos clave (es decir, conoce contenidos básicos), y (c) es consciente y comprende el impacto de la ciencia y tecnología en la sociedad. 5.2. La mayoría de conceptos de ACYT manejan tres aspectos básicos: algunos enfatizan más el valor intelectual de la ACYT sin especificar explícitamente cuál es el propósito de dicha alfabetización; otros resaltan más su valor para adquirir competencia (es decir, la capacidad de resolver problemas prácticos o pensar de forma crítica en el manejo de problemas que implican argumentos lógicos, consideraciones cuantitativas, etc.); finalmente, otros se centran más su valor social (p.e., desempeñar roles comunitarios o tomar decisiones a nivel social). Estos tres aspectos generalmente se interrelacionan, y lo que suele haber son diferencias de énfasis. 6. La concreción operativa de la ACYT. 6.1. Como mencionamos más arriba, es importante ser explícito en la aplicación del concepto de ACYT. La mejor forma de hacerlo es formular la concreción operativa del mismo, esto es, aclarar qué se quiere conseguir exactamente y cómo. En lo que sigue, haremos una breve presentación de algunas propuestas desde el punto de vista de la educación y la divulgación. Trataremos los aspectos educativos con algo más de extensión porque la educación reglada es el eje vertebrador para la adquisición de cultura y valores. 7. El punto de vista educativo: el movimiento ciencia-tecnologíasociedad (CTS). 7.1. Conceptualmente, y de forma muy esquemática, el movimiento CTS considera tres premisas y una conclusión. Las premisas son las siguientes: 8 (a) La actividad tecnocientífica es un proceso social como cualquier otro; (b) la actividad tecnocientífica tiene un impacto en la sociedad y la naturaleza, y (c) la democracia es un elemento esencial y deseable en la organización social. La conclusión es que debería promoverse la evaluación y el control de la actividad tecnocientífica por parte de toda la ciudadanía. 7.2. En otras palabras, al movimiento CTS le preocupa la formación de actitudes, valores y normas de comportamiento respecto a la intervención de la ciencia y tecnología en la sociedad (y viceversa). Los propósitos fundamentales del movimiento serían mostrar que la CYT son accesibles para todos los ciudadanos y propiciar el aprendizaje para ejercer responsablemente como ciudadanos y poder tomar decisiones razonadas y democráticas en la sociedad civil. 7.3. Diversos autores incluyen al acrónimo CTS la A de “ambiente” para llamar la atención sobre la grave situación de emergencia planetaria. En este sentido, el principal desafío global que se plantea la CTS es cómo conciliar la CYT orientada hacia la innovación productiva con la preservación de la naturaleza y la satisfacción de necesidades sociales en el marco de un desarrollo sostenible. Concreción en el currículo 7.4. El objetivo instruccional del movimiento CTS es ayudar a los estudiantes a entender sus experiencias diarias, y hacerlo con una estrategia que se apoye en su tendencia natural a integrar su comprensión personal del ámbito natural, social y tecnológico. Es decir, en un currículo CTS, el conocimiento científico “convencional” se integra en las experiencias diarias de los estudiantes. Por tanto, es la ciencia la que debe penetrar en el mundo de experiencias del estudiante y no el estudiante el que debe acercarse a los arcanos científicos y tecnológicos (de forma contraria a como se ha hecho tradicionalmente). 7.5. La relevancia para los estudiantes surge básicamente a partir de (a) lo que necesitan conocer; esta necesidad se identifica a partir de los problemas que surgen en su vida diaria; (b) lo que les atrae y seduce, de acuerdo con los temas candentes tratados en los medios de comunicación, y (c) lo que merece la pena que conozcan. En este caso se requiere la participación de expertos, tanto científicos como educadores, para decidir qué dimensiones de las relaciones CTS podrían ser más útiles para los alumnos en tanto que futuros ciudadanos de una sociedad democrática. Conviene aclarar que no se trataría de ajustarse sólo al interés previo de los estudiantes, sino también de generar nuevos intereses. Las diferentes concreciones curriculares de CTS combinan estos tres puntos en mayor o menor medida. 7.6. Respecto al punto (c), existen dos grandes tradiciones a la hora de aplicar el movimiento CTS al diseño de currículos: • Una tradición más pragmática, que plantea trabajar con los estudiantes cuestiones de CYT que afectan a la sociedad (es decir, está más centrada en el impacto tecnocientífico). Lo importante es la 9 fuerza (social) del compromiso y de la evaluación crítica y reflexiva, tanto de los contenidos del conocimiento CYT como de sus consecuencias. Por ello, la reflexión tiende a centrarse en temas en los que la ética está involucrada. Desde un punto de vista pedagógico, la tradición pragmática permite conectar con los intereses del alumnado y del profesorado (por lo que es muy motivante), y se adapta relativamente bien a la organización y secuenciación habitual de los cursos de CYT. Sin embargo, se corre el peligro de generar un aprendizaje demasiado específico y efímero. • Una tradición más teórica, que plantea trabajar los aspectos filosóficos, epistemológicos, sociológicos e históricos fundamentales sobre CYT y sobre la dinámica de la investigación. Esta tradición posee dimensiones cognitivas (aprendizaje sobre la lógica de la investigación científica: conocimiento experimental, hipótesis, leyes, observaciones, etc.), personales (valores, influencias y creencias que inspiran a los científicos) y sociológicas (colegios invisibles, competencia, publicaciones, etc.). Esta tradición es más generalista e integradora, además de que puede pertrechar al estudiante con recursos de crítica más duraderos. Sin embargo, resulta generalmente menos motivante y es más difícil de integrar en los currículos convencionales. 7.7. Como resumen, los contenidos generales de los proyectos CTS son los siguientes: a) Naturaleza de la ciencia y la tecnología. • • • Epistemología. Relaciones entre ciencia y tecnología. Rasgos personales, motivaciones e intereses de los científicos y los tecnólogos. Cuestiones filosóficas, históricas y sociales internas a las comunidades científica y tecnológica. b) Cuestiones sociales de la ciencia y la tecnología. • • • Influencia de la sociedad en la ciencia y la tecnología: efectos del ambiente cultural, político y religioso, control social (instituciones políticas, poderes fácticos y grupos de presión), la dimensión organizativa en lo tecnológico y lo científico, etc. Influencia de la ciencia y la tecnología en la sociedad: problemas que origina y que ayuda a resolver, conocimiento necesario para tomar decisiones, responsabilidad social, ética y valores morales, contribución al pensamiento social, etc. Presencia de la mujer en la ciencia y la tecnología. c) Procesos y productos tecnológicos. • • • Aplicaciones de la ciencia. Artefactos tecnológicos. Procesos de diseño y producción tecnológica. 10 7.8. Existen múltiples formas de concretar la aproximación CTS en un currículo. P.e., se puede elaborar un currículo completo a través de las coordenadas CTS, o introducir actividades CTS en las unidades de una asignatura, o introducir unidades CTS sobre problemas específicos de interés. Debemos enfatizar que el movimiento CTS no niega el aprendizaje de conceptos científicos y tecnológicos convencionales; más bien, ayuda a tratarlos de forma más integradora y significativa para el alumnado, generalmente de forma transversal. 7.9. Es importante señalar que muchos defensores de la aproximación CTS creen es que pertinente, no sólo para la enseñanza secundaria, sino también para la universitaria. El contexto real 7.10. ¿Hasta qué punto es útil la aproximación CTS en contextos reales donde los ciudadanos tienen que participar activamente para tomar decisiones comunitarias? (en definitiva, éste es el objetivo central declarado de la ACYT). Por supuesto, la CTS siempre ayuda, pero para diversos autores no es lo mismo comprender los aspectos sociales de un problema en el que intervienen cuestiones tecnocientíficas que verse inmerso en una situación real en la que se debe decidir y actuar. Muchos autores piensan que, en situaciones reales, la forma cómo los ciudadanos enfocan los problemas, y el tipo de conocimiento CYT que requieren, difieren ostensiblemente respecto a los de una “alfabetización” más abstracta. 7.11. Imaginemos, por ejemplo, que se suscita una controversia sobre si permitir o no una actividad industrial en una localidad porque hay dudas sobre si puede suponer un riesgo para la salud de los residentes (formalmente, este escenario es bastante común). Dicha actividad supone un beneficio económico para el pueblo porque crea puestos de trabajo, pero también hay cierta incertidumbre sobre los riesgos de salud asociados. No obstante, la preocupación la suscitan sólo voces no “oficiales” (p.e., grupos ecologistas), todavía minoritarias en la comunidad científica; por eso el gobierno no cree necesario aplicar por el momento el principio de prudencia. De entre todos los agentes implicados en el conflicto (entre otros, expertos y políticos de uno y otro bando, y ciudadanos de a pie), centrémonos en estos últimos. ¿Qué tipo de ACYT sería más apropiada para poder participar en el debate e intervenir en la decisión? (Hemos escogido deliberadamente un problema donde aparecen situaciones de riesgo personal porque de este modo se aprecia mejor la relevancia de la ACYT; si hubiésemos escogido un problema de conservación –p.e., conservar intacta una parcela de bosque o destruirlo para construir una urbanización, los conflictos de valores difuminarían mucho más el componente CYT. Discutiremos sobre los valores y las actitudes en la Temática 2). 7.12. Diversos autores han investigado este tipo de situaciones, y han llegado a las siguientes conclusiones: 11 a) Generalmente la gente no necesita tener un gran bagaje de conocimientos conceptuales previos sobre CYT para comprender los problemas a los que se enfrentan. Cuando existe una fuerte motivación para implicarse es posible devenir “experto” en dicho problema (un ejemplo claro lo tenemos en los padres que tienen hijos con enfermedades crónicas). En definitiva, la gente aprende cuando lo necesita. b) La información relevante para el problema es generalmente accesible; la gente puede incluso contrastar opiniones de diferentes expertos (el uso de Internet ha revolucionado este aspecto). (Obviamente, los grupos de interés pueden ocultar datos sobre el problema específico que afecta a los ciudadanos, pero éste es un problema de control democrático por parte de las instituciones, no de los individuos afectados). c) En problemas donde se maneja incertidumbre (un gran número de problemas medioambientales son de este tipo) un elemento fundamental de la alfabetización parece ser la capacidad para evaluar evidencias (lo que se ha dado en llamar compresión de procedimientos). Es decir, las contribuciones más significativas de los ciudadanos de a pie en la toma de decisiones son las de aquellos que, aun no siendo expertos en el tema, poseen destrezas para reconocer cuándo las evidencias son sólidas o no; cuándo se está expresando una opinión, una especulación, una inferencia, o un hecho científico probado; si hay o no discursos sesgados que ocultan o maquillan la falta de evidencias; cuál es la fiabilidad de las fuentes de información; qué falacias se cometen en la argumentación, etc. Para que un ciudadano pueda hacer esta evaluación debe poseer al menos nociones básicas sobre medición y recolección de datos, diseños experimentales y estadística (esto le permitiría contrastar los aspectos formales de las evidencias presentadas), y entrenamiento en argumentación (lo que le permitiría detectar las falacias en el discurso). (Y, por supuesto, una motivación a prueba de bombas para examinar todas las dimensiones un problema complejo). (Debemos señalar también que se ha visto que las destrezas en la compresión de procedimientos se utilizan no sólo en situaciones conflictivas; algunos estudios muestran que las usan también tanto la gente que trabaja en industrias con un componente científico y tecnológico sustancial, como el público general cuando interactúa con elementos científicos y tecnológicos en su vida diaria. Los contenidos conceptuales sólo se adquieren a medida que se necesitan). d) En problemas donde se maneja incertidumbre raramente existe un flujo unidireccional desde la evidencia científica y tecnológica “puras” a la toma de decisiones. Amén de todos los conflictos políticos, económicos, éticos, etc., asociados a dichos problemas, las propias evidencias son múltiples e interactúan de forma compleja (pueden verse ejemplos en el material adicional). En la mayoría de problemas que se originan a nivel local se ponen en juego, no sólo las evidencias científicas, sino también los conocimientos locales, el conocimiento derivado del sentido común de muchos ciudadanos, etc. Por tanto, la resolución de los conflictos se negocia teniendo en cuenta “evidencias” de diferente naturaleza. 12 7.13. Conviene recordar que la motivación de la gente de a pie para intervenir en problemas locales presupone que su opinión cuenta a la hora de tomar las decisiones. Está claro que si el problema se percibe como una clara situación de riesgo personal o familiar, la gente se implicará, quieran o no los políticos; sin embargo, si el problema tiene que ver con razones de otro tipo, mucha gente se implicará sólo en la medida en que perciba que lo que tiene que decir va a servir de algo. 7.14. A juicio de ciertos autores, la discusión precedente tendría al menos tres consecuencias para la elaboración de un currículo educativo que pretenda una ACYT para todas las personas: 1. El contenido conceptual debería ir acompañado de un mayor énfasis en adquirir destrezas sobre compresión de procedimientos y la argumentación (esto implicaría reducir la presentación de contenidos conceptuales per se). 2. Puesto que la información está generalmente disponible (particularmente vía Internet), se deberían enseñar estrategias para buscar información relevante para cada problema, y para evaluar la fiabilidad de fuentes. 3. Las situaciones de aprendizaje sobre la dimensión social de la ciencia deberían ser más contextuales de lo que habitualmente plantea la aproximación CTS: los estudiantes deberían exponerse a problemas locales (reales o simulados) con el fin de experimentar más de cerca la complejidad de la evaluación de evidencias. 7.15. Cabría plantearse, no obstante, hasta qué punto las destrezas en la compresión de los procedimientos durante la formación secundaria servirían después para evaluar los aspectos procedimentales tremendamente complejos de muchas investigaciones. Por otra parte, los problemas reales se dan en situaciones donde se maneja el pensamiento postformal, típico del adulto, que combina razonamiento dialéctico, implica las emociones y valores, etc. Sin embargo, los alumnos adolescentes suelen encontrase en un estado de pensamiento formal (hipotético-deductivo). 7.16. En cualquier caso, algunos autores conciben la alfabetización científica como una característica emergente de la práctica colectiva, no como un rasgo que poseen los individuos. Estos autores plantean que existe demasiado conocimiento, y demasiado específico, como para que cualquier individuo pueda conocer todos los hechos relevantes, incluso en los contextos más restringidos. Lo importante es que, como colectivo, podemos producir una diversidad de conocimientos relevantes para el problema en cuestión. Una implicación de esta perspectiva es que quizá no debería plantearse la ACYT en términos de un cuerpo de conocimientos similar para todas las personas; ni siquiera se requeriría que todas las personas tuviesen un mismo nivel básico de destrezas. P.e., frente a un conflicto local, en la comunidad siempre habrá individuos que, no siendo expertos en un problema dado, podrían poseer suficiente bagaje como para poder evaluar los aspectos formales. 13 8. El punto de vista divulgativo. 8.1. Divulgación científica y tecnológica. 8.1.1. La divulgación CYT representa un complemento educativo esencial a la educación reglada para la adquisición de la ACYT porque, durante la vida de una persona, siempre hay una distancia entre lo que aprende en los centros educativos y los progresos constantes de la CYT (que incluye el reexamen de antiguos paradigmas). Este hecho, por cierto, justifica que la enseñanza secundaria, e incluso la universitaria, se centre en conocimientos formales –como la comprensión de procedimientos comentada arriba- para que puedan aplicarse independientemente del contenido específico de los nuevos descubrimientos y relecturas. 8.1.2. La divulgación CYT tiene como objetivo esencial ser capaz de obtener la información válida y relevante de cada tema en cuestión, y de utilizar las herramientas de expresión y decodificación adecuadas para que los legos entiendan dicha información. No obstante, hasta que puedan asentarse las bases de una ACYT aceptable por medio de la educación reglada, la divulgación CYT quizá debería asumir también un rol primordial a la hora de educar a la población, sobre todo adulta. (Debe tenerse en cuenta la urgencia de los problemas medioambientales y el hecho de que la mayoría de la población adulta actualmente no posee una ACYT adecuada). 8.1.3. Las cuestiones centrales en torno a la divulgación CYT son quién debe divulgar, qué se debe divulgar, y cómo hacerlo. En lo que sigue señalaremos los elementos más importantes respecto a cada cuestión. 8.1.4. Respecto a quién, existe la vieja cuestión de si deben divulgar los científicos y tecnólogos o los profesionales de la comunicación (p.e., periodistas). Unos conocen la información de primera mano, pero no poseen necesariamente las herramientas adecuadas para una transmisión efectiva; otros conocen dichas herramientas pero reciben la información filtrada, y no siempre tienen por qué entenderla con propiedad. 8.1.5. Respecto a qué, los divulgadores cumplen, como decíamos más arriba, la función de “traductores” de información compleja para hacerla asequible. La información normalmente se refiere a conceptos, procesos y mecanismos y su impacto natural y social. Desde el punto de vista de participación democrática, la divulgación CYT jugaría el papel fundamental de suministrar el conocimiento concreto a los no expertos. Algunos divulgadores también manifiestan que el objetivo último de la divulgación CYT, más allá de los contenidos específicos, es que la gente se sienta espoleada a conocer más sobre los problemas en cuestión sobre los que se les informa, así como crear un sentimiento positivo hacia la CYT. 8.1.6. Respecto al cómo, el tema se complica. La divulgación científica tiene que competir con infinidad de otros tipos de información en el mercado de la economía de la atención por parte del público (véase Punto 2.2.1). El principal problema en este régimen competitivo es la tensión entre el rigor del mensaje CYT que se pretende transmitir, y la simplicidad y atractivo para captar la atención. En este sentido, la divulgación CYT puede 14 considerarse un arte. Desde la iniciativa privada, la cantidad y calidad de la oferta divulgativa depende de la demanda del público. Si la demanda es escasa y mediocre (como todavía ocurre, p.e., en España) cabe esperar que exista una oferta divulgativa endeble y orientada al sensacionalismo adulterado y simplificador, donde se tiende más a crear mitos que a instruir sobre el mundo que nos rodea. Este resultado sería la consecuencia de las leyes del mercado de la información. Al final, la divulgación CYT tendría su clientela (la gente ya motivada por este tipo de contenidos, que generalmente posee ACYT) y no traspasaría la barrera que permite universalizarla (es decir, predica para conversos). 8.2. Soluciones operativas para incrementar la cantidad y calidad de la divulgación científica y tecnológica. 8.2.1. La divulgación CYT no debería depender sólo de las leyes del mercado (dichas leyes no garantizan que la “selección natural” escoja la mejor divulgación porque depende de la madurez y criterio de los receptores). Los poderes públicos deberían garantizar una inversión mucho mayor en recursos y estrategias para fomentar de la divulgación, cuyo éxito, por definición, no debería evaluarse exclusivamente desde parámetros competitivos. (Pensemos que es absurdo pensar, p.e., en la sanidad pública como un generador de riqueza; a diferencia de la sanidad privada, el objetivo es ofrecer un servicio a la ciudadanía, no ganar dinero). 8.2.2. Los grupos implicados en divulgación CYT son los científicos, los tecnólogos y los profesionales de la comunicación. Diversos autores abogan por un compromiso ético de todos para divulgar, pero está claro que necesitan medios e incentivos públicos para motivarles. • Entre los científicos y tecnólogos está instalada la idea de que la divulgación CYT es una pérdida de tiempo. Esto no es de extrañar porque la presión por publicar o patentar es feroz (ya se sabe: “publica o perece”). La mejor manera de cambiar el status quo es mediante (a) la inclusión de la dimensión divulgadora en la educación superior y (b) incentivos específicos. Respecto a (a), el currículo de las carreras científicas y tecnológicas debería incluir, en general, el aprendizaje de destrezas en interacción social. P.e., en biología de la conservación se ha señalado repetidamente que los expertos suelen estar muy poco preparados para la vida pública (y tendrán frecuentemente que lidiar con políticos, economistas, y público en general). Por ello, al menos en los EE.UU., las materias sociales se están introduciendo en el currículo universitario de biología. Lo mismo cabe decir sobre la divulgación: hay quien cree que un científico o un tecnólogo sólo domina su materia cuando es capaz de explicarla en términos sencillos a los legos. Esta dimensión “mundana” debería incluirse en la formación universitaria para evitar que los futuros investigadores se suban al pedestal de la pedantería y el autismo. Respecto a (b), hasta hace muy poco, en las universidades y centros de investigación españoles la divulgación ni siquiera se contemplaba explícitamente en las oposiciones y concursos de méritos; esta tendencia está empezando a cambiar tímidamente, y debería reforzarse mucho más. 15 • En el caso de los profesionales de la comunicación, la estrategia se define con una pregunta: ¿Cuántas universidades ofrecen la enseñanza del periodismo científico? Muy probablemente, casi todos los investigadores hemos tenido la experiencia de comprobar que una cantidad de noticias e informaciones relacionadas con aspectos CYT acaban siendo cubiertas por periodistas no especializados, que escriben con buena fe y mal juicio. (Normalmente, el aspecto “noticiable” de la información se deforma y simplifica hasta límites insospechados). Si la ciencia y la tecnología son tan importantes para los ciudadanos, y así lo declaran los gobiernos, éstos deben velar porque los comunicadores estén preparados también para educar al público. • Existen soluciones híbridas, de científicos reconvertidos a profesionales de la comunicación, o a la inversa. La experiencia en ambos campos es quizá la mejor garantía de buena divulgación (en España, véase, p.e., el caso de Joan Domènech Ros, Javier Sampedro, José Manuel Sánchez Ron, Manuel Toharia o Jorge Wagensberg). • Independientemente de quien divulgue (si el investigador o el comunicador), las relaciones entre ambos han de ser fluidas; algo que raramente ocurre, por algunas de las razones aducidas arriba. 8.2.3. Nos gustaría finalizar esta sección con un breve análisis de las virtudes divulgativas de Stephen Jay Gould, que ha sido considerado como uno de los mejores divulgadores científicos de las últimas décadas. Este autor poseía: (a) una amplia formación humanística; (b) un gran talento para explicar con claridad y sencillez sin adulterar el mensaje; (c) una gran capacidad expresiva, que impregnaba de emoción y pasión sus escritos; (d) una capacidad inusual de relacionar detalles insignificantes, a menudo muy dispares, que captaban inmediatamente la atención del público (en ese sentido, era muy “periodístico”); (e) un gran conocimiento de la historia, que le permitía enraizar los conceptos científicos en su dimensión social, política y cultural; (f) una gran intuición para tratar mensajes esenciales, desgranados a partir de las anécdotas; (g) una gran honestidad e implicación personal, que siempre reflejaba en sus escritos (no rehuía sus prejuicios, sus filias y sus fobias; los declaraba explícitamente). En nuestra opinión, los interesados en la divulgación CYT no deben pretender emular a Gould (nos parece inclasificable), pero harían bien en analizar las razones del éxito de su obra. 16 ACYT Y NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN 9. La universalidad del acceso a la información y la fiabilidad de las fuentes. 9.1. Resulta innegable que el uso de la red mundial, Internet, y otros muchos artefactos tecnológicos están revolucionando el acceso a la información. Esto empieza a tener, e indefectiblemente tendrá en pocas décadas, un impacto profundo en la forma en cómo se plantea la ACYT. En este apartado señalaremos sucintamente una de las consecuencias más importantes. 9.2. Entre las profundas reformas pedagógicas que este fenómeno probablemente conlleva (p.e., es posible que decrezca el énfasis en el contenido conceptual mediante clases magistrales), un aspecto crucial es que la ciudadanía deberá llevar a cabo una selección y evaluación de la información disponible respecto a cualquier problema CYT. 9.3. Desde el punto de vista educativo, se está pasando de una autoridad tradicionalmente reconocida desde el punto de vista del alumno (es decir, el docente y los libros de texto), a una avalancha de información del más variado pelaje, donde se amalgaman hechos, datos, opiniones, especulaciones creencias, bulos, etc. 9.4. Desde el punto de vista del ciudadano, existen ahora muchos menos filtros a la información adquirible, de forma que, al menos en teoría, resulta más difícil adoctrinar (o al menos adoctrinar en masa respecto a ideologías únicas), pero es más fácil confundir. Pensemos, p.e., en que una búsqueda en Internet, que ofrece multitud de fuentes de información no estructuradas ni organizadas. La labor de organizar ya no proviene de un “ente” superior (como un libro de texto), sino que recae sobre el receptor. Si recordamos el problema de la economía de la atención, ¿qué escogerá el receptor, y cuándo dejará de consultar más fuentes dentro del –a veces inmensoconjunto disponible? 9.5. Un objetivo educativo esencial, tanto para alumnos como para la población en general sería la necesidad de evaluar la fiabilidad y credibilidad de las fuentes. En el campo educativo, diversas investigaciones sobre el uso de Internet han descubierto que los alumnos de secundaria, cuando se les enfrenta a un problema CYT, son capaces de reconocer la fiabilidad y credibilidad de las fuentes si se les pide explícitamente que lo hagan. Sin embargo, sorprendentemente, los alumnos no incorporan después esta información a la hora de discutir las evidencias respecto al problema, es decir, tratan todas las fuentes como igualmente fidedignas. Este descubrimiento da que pensar: los futuros currículos escolares deberían incorporar una gran cantidad de aprendizaje específico sobre cómo reconocer la credibilidad de las fuentes en Internet. Este tipo de aprendizaje debería hacerse extensivo a la población adulta, y aquí las instituciones deberían ser creativas en las estrategias más operativas y eficaces para lograrlo. 17 VEINTICINCO CUESTIONES PARA EL DEBATE: 1. Leed por favor los documentos breves que E.J. Sánchez y T. Escalas han escrito en torno al documento introductorio de la Temática 1. ¿Estáis de acuerdo en sus comentarios? 2. Existen diferencias de opinión sobre cómo debe ser la relación entre los expertos y los ciudadanos. Dado que los expertos se supone que tienen mayores competencias técnicas para resolver los problemas medioambientales, hay quien piensa que deben tener un mayor peso a la hora de tomar decisiones. Es el viejo problema del elitismo: ¿deberían “valer igual” todas las opiniones para tomar decisiones en problemas con alto contenido técnico? Si no es así, ¿cómo articular las diferentes voces en un sistema de participación democrática? 3. Edward O. Wilson cree que es posible la unificación epistemológica de las ciencias (lo que él denomina consiliencia). ¿Crees que esto es posible? Si lo es, al menos tendríamos la esperanza de plantear muchos problemas medioambientales de forma más comprehensiva. Si no es posible, ¿cómo podemos resolver la paradoja del conocimiento y la ignorancia, evitando el autismo académico? 4. Desde un punto de la educación ¿cómo se podría compatibilizar la ACYT para todas las personas con la formación de expertos? (este problema plantea el vínculo entre educación secundaria y universitaria). ¿Es contraproducente una educación “generalista” en el actual esquema de formación específica competitiva? 5. En uno de los documentos-base seleccionados, Susan Greenfield nos dice que la ACYT será un hecho cuando la gente hable de temas científicos con la misma naturalidad que habla sobre Beckham. Situemos esta idea en el contexto de la economía de la atención y las motivaciones para conocer: ¿Cabe esperar que esto se haga realidad algún día? ¿Es posible promocionar tanto el conocimiento CYT en las conversaciones habituales? 6. ¿Estás de acuerdo con la afirmación de que la gente tiene menos curiosidad de la que normalmente se le presupone –la idea de que somos animales curiosos, o es que la información CYT no se presenta con suficiente simplicidad y atractivo? Si crees que la gente es curiosa por naturaleza, ¿qué características generales crees que debería poseer la educación y divulgación de los temas CYT para maximizar la curiosidad natural de la gente? 7. En el contexto de las conversaciones, ¿estás de acuerdo en que la gente suele valorar más los conocimientos en “humanidades” que en CYT? Si tu respuesta es afirmativa, ¿por qué crees que es así? 8. ¿Debería existir una alfabetización en ciencias sociales, de la misma forma que se plantea para el resto de ciencias y la tecnología? 18 9. Una contraposición recurrente en la educación universitaria es la de formar profesionales o formar “personas”. Por supuesto, no es absoluta (o quizá ni siquiera hay contraposición), pero sí es cierto que la formación de profesionales competentes en el mercado de trabajo puede entrar en conflicto con el tipo de contenidos “globalizadores”, y el tiempo que se les dedica (p.e., reflexionar sobre las bases filosóficas de la disciplina, o hacer análisis de tipo actitudinal sobre problemas profesionales específicos, o desarrollar una capacidad crítica genérica). ¿Crees que es necesaria una aproximación CTS a nivel universitario, o es algo que el alumnado debería trabajar en secundaria? Si crees que es necesaria, ¿cómo crees que podrían compatibilizarse los contenidos conceptuales y procedimentales específicos de cada carrera con los presupuestos de la CTS? 10. El nivel de maduración intelectual y la forma de razonamiento (incluyendo el razonamiento moral) de un adolescente no es el mismo que el de un adulto. Desde tu punto de vista de “no experto” ¿crees que los adolescentes pueden percibir la complejidad técnica, ética y emocional de los conflictos a nivel medioambiental durante la educación secundaria? ¿Qué sería más importante transmitir a estas edades? 11. En el caso de que poseas formación universitaria ¿qué te motivó a cursar estudios superiores? ¿Qué crees que motiva en general a la gente a cursar carreras orientadas a la CYT? 12. ¿Cuál de los aspectos de la ACYT te parece más importante para el segmento de población que no va a continuar estudios superiores? ¿Por qué? ¿Qué valoras más desde el punto de vista de la educación para la ciudadanía? 13. Los problemas medioambientales más graves ocurren a escala global. Sin embargo, el uso de la compresión sobre procedimientos (Ptos. 7.12c y 7.13) generalmente se aplica a escala local. ¿Crees que es posible aplicarlo también a otras escalas donde se maneja una cantidad ingente de datos y análisis? 14. Teniendo en cuenta las dos tradiciones dentro del movimiento CTS (Pto. 7.6), ¿qué contenidos te parecen más importantes para alfabetizar científicamente? 15. En su réplica a Susan Greefield, Jon Turney (véanse documentos adjuntos) dice: “Mucha gente es indiferente a la ciencia, y probablemente seguirá siéndolo. Otros no harán el esfuerzo de superar las barreras de la jerga y la metodología porque están demasiado ocupados. Si lo hicieran, ni siquiera esta claro todavía que sus opiniones sobre las implicaciones de la ciencia interesen. Todas la evidencias disponibles hasta el momento indican que los intentos de mejorar los niveles de alfabetización científica están fallando. (...) Ello podría deberse a que la gente percibe que realmente no pinta nada a la hora de tomar decisiones donde la ciencia está implicada, no porque sean incapaces de dominar los aspectos técnicos”. ¿Hasta qué punto crees que la gente no suele estar motivada por los contenidos en CYT simplemente porque no se les ofrece verdaderas oportunidades comunitarias de utilizarlos? 19 16. En el Pto. 7.10 se afirma que existen diferencias entre una ACYT “abstracta” y el tipo de ACYT que la gente usaría para enfrentarse a problemas reales que le conciernen y donde debe participar. ¿Estás de acuerdo? ¿Dónde ves las diferencias esenciales? 17. Existen autores que hacen un paralelismo entre la alfabetización (es decir, aprender a leer y escribir) y la alfabetización científica y tecnológica. ¿Crees que la comparación es acertada? 18. ¿Consideras que los investigadores tienen una cierta “obligación” ética de divulgar directamente su trabajo a los no-expertos, o debería existir una mediación por parte de los profesionales de la comunicación? ¿Debería ser la divulgación científica evaluada en las carreras de investigación? 19. ¿De qué forma crees que se puede enseñar al alumnado para reconocer la fiabilidad y credibilidad de las fuentes que consultan en Internet? 20. ¿Debería la ACYT tener como objetivo incrementar la aceptación de la CYT en la vida de los ciudadanos o hacer a la gente más consciente y crítica respecto a ellas? 21. ¿En qué contextos realistas se espera que el público utilice su ACYT? ¿En las decisiones de política CYT? ¿En llevar un estilo de vida más informado? ¿En asistir a eventos científicos? ¿En decidir desarrollar carreras en CYT? 22. La alfabetización científica, tal y como se ha presentado, asume un modelo de déficit en el que el público ha de adquirir conocimientos y destrezas que no posee y que son proporcionadas en última instancia por los expertos. ¿Crees que es una descripción adecuada de la situación? ¿Podría hablarse de un “déficit” por ambas partes, ya que los expertos también pueden ignorar los planteamientos e intereses del público? ¿Cómo sería un modelo de ACYT que no se basase en un déficit unidireccional? 23. ¿Cómo crees que se valoran socialmente las cuestiones relacionadas con la CYT? ¿Qué te parece más dominante, la tecnofilia, la tecnofobia oa la indiferencia hacia esos asuntos? 24. ¿Cómo ha sido la educación CYT que has tenido? ¿Puede relacionarse con alguno de los planteamientos posibles de la CTS en educación? 25. Supongamos que le damos a un grupo de ciudadanos no expertos la información disponible (¡y resumida!) sobre un problema medioambiental dado. ¿Crees que llegarían a las mismas conclusiones que han llegado los expertos? (Quizá te sorprendería el resultado de esta investigación). 20