¿Es la Primavera Árabe un fenómeno novedoso? Evolución política del mundo árabe hasta las revueltas y evaluación crítica del papel de Occidente Francisco J. Ruíz González Comité Consultivo de Funciva Septiembre 2012 La Fundación Ciudadanía y Valores como institución independiente, formada por profesionales de diversas áreas y variados planteamientos ideológicos, pretende a través de su actividad crear un ámbito de investigación y diálogo que contribuya a afrontar los problemas de la sociedad desde un marco de cooperación y concordia que ayude positivamente a la mejora de las personas, la convivencia y el progreso social Las opiniones expresadas en las publicaciones pertenecen a sus autores, no representan el pensamiento corporativo de la Fundación. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Sobre el autor Francisco J. Ruíz González es miembro del Consejo Consultivo de FUNCIVA. En 1992 se graduó en la Escuela Naval Militar, en 2005-2006 cursó el Máster en Estudios Estratégicos y de Seguridad del Naval War College de los Estados Unidos, y en 2010 obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, con la Tesina “La Política Exterior y de Seguridad de la Federación Rusa en las presidencias de Yeltsin y Putin”. En el periodo 2009-2012, como analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), ha pronunciado más de 40 ponencias y publicado unos 80 trabajos y artículos relacionados con temas de Seguridad y Defensa, y en la actualidad está completando su Tesis Doctoral, con el título “Arquitectura de Seguridad Europea. Un sistema imperfecto e inacabado”. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org ¿Es la Primavera Árabe un fenómeno novedoso? Evolución política del mundo árabe hasta las revueltas y evaluación crítica del papel de Occidente Aquel que desconoce la historia, está condenado a repetirla Napoleón Bonaparte Francisco J. Ruíz González El 4 de enero de 2011 el joven vendedor de fruta Mohamed Bouazizi moría en Túnez, como consecuencia de las heridas sufridas el 17 de diciembre de 2010 cuando desesperado, frustrado, y sin horizontes, se echó encima el contenido de un bidón de gasolina y se prendió fuego. Las protestas en su localidad natal de Sidi Bouzid se extendieron a la totalidad del país, gobernado durante 23 años por Zine El Abidine Ben Ali, hasta lograr su abandono del poder y huída a Arabia Saudí el 14 de enero de 2011. Comenzaba de ese modo la llamada Primavera Árabe, denominación genérica de las sucesivas revueltas populares que se han ido produciendo en el Oriente Medio y el Norte de África (en adelante MENA, Middle East and North of Africa). El Presidente Ben Ali visitando al moribundo Bouazizi en el hospital Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Sin embargo, los esfuerzos democratizadores en esta región no son nuevos, pero siempre han estado condicionados por la situación geopolítica mundial y en ocasiones, dependiendo del paradigma de las relaciones internacionales utilizado, se han pospuesto para favorecer la estabilidad y seguridad de esa zona convulsa. En este Documento se analiza esa evolución política del mundo árabe hasta el comienzo de las revueltas, con especial atención a la influencia de Occidente en esos procesos, mientras que en un Documento posterior se analizará la situación actual de las mismas, sus consecuencias para la seguridad internacional, y se intentará establecer si el anteponer los principios a los intereses es, en ocasiones particulares, una decisión inteligente. Los modelos tradicionales de las relaciones internacionales y los antecedentes de democracia y extremismo en la región MENA Según los paradigmas realistas y la prescripción hobbesiana de la conducta internacional (1), la principal preocupación de los Estados es la guerra y la paz, por lo que se deben ocupar principalmente de mantener su propia seguridad frente a amenazas externas. Para los realistas, el componente militar de la seguridad conforma la alta política, mientras que todos los demás instrumentos, incluyendo el económico, se relegan a un nivel inferior. De ese modo, las Relaciones Internacionales serían una situación de guerra de todos contra todos, un juego de suma cero en el que el interés de cada Estado excluye el del resto. De acuerdo con ese enfoque, al finalizar la II Guerra Mundial Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental tejieron una red de regímenes amigos, autoritarios en lo político cuando no abiertamente dictatoriales, molesto detalle que se obviaba con tal de que sirvieran para oponerse a los movimientos revolucionarios impulsados por el Bloque Soviético. El concepto subyacente podía ser el de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos” o el de “el fin justifica los medios”, pero existe una frase 1 ( ) Para un estudio sobre la aplicación de los postulados de Hobbes y su Leviatan (publicado en 1651) en la post-Guerra Fría, ver WILLIANS Michael C., “Hobbes and international relations: a reconsideration”, International Organization, Vol. 50, No. 2, 1996, 213-236. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org mucho más expresiva, la famosa “he may be a son of a bitch, but he’s our son of a bitch”, que nos permitiremos la licencia de no traducir (2). El enfrentamiento entre bloques se reprodujo en la región MENA. Con los soviéticos se alinearon la Argelia del “Frente de Liberación Nacional” (FLN) (independizado de Francia en 1962), el Partido Baaz (“Renacimiento”) de carácter nacionalista árabe, laico y socialista (que alcanzó el poder en Siria en 1963 y en Irak en 1968), o la Libia de Muamar el Gadafi a partir de 1969. Por el contrario, las monarquías cuasi feudales y ultrarreligiosas del Golfo Pérsico, el Marruecos Alauita, la Jordania Hachemita, la Persia del Shah, o el Túnez republicano y laico (independizado de Francia en 1957) se alinearon con Occidente. Mención aparte merece el Estado más importante, por población y peso político, de todo el mundo árabe, que no es otro que Egipto. El Presidente Gamal Abdel Nasser dirigió un régimen populista entre 1956 y 1970, fue apoyado tanto por EEUU como por la URSS en su guerra contra Francia y Reino Unido tras nacionalizar el Canal de Suez, unificó Egipto y Siria entre 1958 y 1961 bajo la denominación de “República Árabe Unida”, y lideró la causa árabe en defensa de Palestina, con la grave derrota en la Guerra de los seis días de 1967 que enfrentó a Israel con Egipto, Jordania, Siria e Irak. Tras una nueva derrota árabe en la Guerra del Yom Kipur en 1973, la década de los 70 presenció importantes eventos cuyas consecuencias han llegado hasta nuestros días. De entrada, en represalia por el apoyo a Israel, los países árabes agrupados en la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) aumentaron los precios del barril de crudo y decretaron un embargo contra Occidente. El precio del barril se cuadruplicó, la economía mundial entró en recesión, y la exportación de petróleo saudí a EEUU llegó a caer desde 1,2 millones de barriles diarios a tan sólo 19.000. Aunque el Secretario de Estado Kissinger presentó entonces un programa para alcanzar la independencia energética, el hecho es que EEUU continuó siendo 2 ( ) Esa frase se atribuye al Presidente estadounidense Franklin D. Roosvelt en referencia al dictador nicaragüense Anastasio Somoza, pero nunca estuvo claro que la hubiese pronunciado. El caso es que se ha convertido en una cita tradicional para los mandatarios de EEUU más representativos del realismo político, entre ellos Henry Kissinger, como un modo de reflejar que la razón de estado de Maquiavelo está por encima de los principios a la hora de tomar decisiones en política exterior. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org fuertemente dependiente de las importaciones de crudo del Golfo Pérsico (que cubrían un 20% de su consumo), ya que Arabia Saudita no sólo es el mayor productor mundial, sino que además tiene capacidad de aumentarla para hacer frente a eventualidades en otras zonas (3). Eso ocurrió con una nueva crisis petrolífera, producto de la revolución islámica que derrocó al Sha Reza Palevi en enero de 1979: el precio del petróleo se multiplicó por 2,7 desde mediados de 1978 hasta 1981, lo que aumentó exponencialmente los beneficios del petróleo saudí, ante la imparable demanda de Occidente en general y de EEUU en particular. Estos eventos nos llevan a hacer referencia a la otra tendencia de las relaciones internacionales que, tradicionalmente, se ha contrapuesto al realismo: el liberalismo. Para los liberales, el principal foco de atención es la cooperación, consideran que la seguridad es mucho más que la simple protección de un país frente a amenazas militares externas, ya que debe incluir cuestiones como la seguridad económica, energética y medioambiental, y es la teoría que ha contribuido a desarrollar los campos de la prevención de conflictos y los sistemas de seguridad colectivos. Las principales diferencias entre ambas tendencias se recogen en la siguiente Tabla: Realismo Liberalismo Teóricos Hobbes y Maquiavelo Kant y Locke Ejemplo Henri Kissinger Woodrow Wilson Naturaleza humana Avariciosa y agresiva Cooperativa Objetivos de la política La seguridad La paz Medios de supervivencia El poder El orden Estados-nación, además de ONG, Actores primarios Estados-nación Organizaciones internacionales, burocracias e individuos Antagonistas Grandes poderes Regímenes autoritarios Instrumento principal Poder militar Diplomacia 3 ( ) En 1979 Arabia Saudita produjo una media de 9,8 millones de barriles diarios, de un total mundial de 66 millones de barriles. Además de esa condición de máximo productor mundial de petróleo, los Al-Saud disfrutaban de la mayores reservas probadas del mundo, con un total de 168.000 millones de barriles, para un total mundial de 683.000 millones. Cifras obtenidas del registro histórico de la British Petroleum Statistical Review, disponible en http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Causas de conflicto Hipótesis clave Naturaleza humana y Percepciones equivocadas y fallos anarquía de la diplomacia Balance de poder Paz democrática Conflictos inevitables, Conclusión pesimismo Base de las Relaciones internacionales El poder Cooperación posible, optimismo La cooperación Fuente: Manual Strategy and Force Planning, Naval War College, USA, 2004 Aquel periodo 1979-1980 guarda grandes similitudes con la actual Primavera Árabe (4). Por una parte, el descontento ante la mala situación económica, la corrupción de las clases dirigentes, y la lentitud en las reformas políticas, condujeron a un creciente movimiento popular contra el régimen autoritario del Sha. Entre los grupos de oposición se incluían liberales, con arraigo entre las clases medias urbanas, por lo que se generó una corriente de opinión favorable en Occidente hacia las protestas. Sin embargo, el vacío de poder creado con la huída del Sha fue aprovechado por el ayatolá Jomeini y el clero chiíta, fuertemente organizado e implantado en las zonas rurales, de modo que en tan sólo tres meses se proclamó la República Islámica y se aprobó una Constitución teocrática, desapareciendo todo vestigio de la oposición urbana y liberal. Parece acreditado que la Administración Carter, a pesar del respaldo garantizado por el Consejero de Seguridad Nacional Brzezinski al Sha, dejó finalmente caer a su régimen, por considerar imparables las revueltas y estar imbuida de las ideas del liberalismo, tanto en su antagonismo con los regímenes autoritarios como por su preferencia por las herramientas diplomáticas. Sin embargo, las consecuencias fueron que, además de la mencionada crisis energética, en noviembre de 1979 estudiantes islámicos asaltaron la Embajada de EEUU, secuestrando a su personal. La operación militar de rescate en abril de 1980 fue un fracaso, y finalmente los rehenes fueron liberados tras 444 días de cautiverio, ya con Ronald Reagan en la Casa Blanca. 4 ( ) La última similitud se ha producido, por desgracia, el mismo día que se completaba este documento, al ser asesinado en Bengasi el Embajador de EEUU, a manos de los milicianos a los que Occidente ayudó a derribar el régimen de Gadafi. Stevens es el primer Embajador estadounidense que es asesinado desde 1979 en Afganistán. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Otro país favorecido por las convulsiones del bienio 1979-1980 fue Egipto, ya que en septiembre de 1978 su Presidente Anwar el-Sadat suscribió los Acuerdos de Camp David con Israel, por los que recuperó la península del Sinaí perdida en la guerra de 1967. El reconocimiento del Estado de Israel y la firma de la paz supusieron a Egipto su expulsión de la Liga Árabe y a su Presidente el ser asesinado por radicales en 1981, pero su sucesor Hosni Mubarak conservó la condición de aliado preferente de EEUU, y Egipto ha sido desde entonces uno de los principales receptores a nivel mundial de ayuda exterior estadounidense (5). Además, la revolución iraní coincidió en el tiempo con la invasión soviética de Afganistán, que comenzó en diciembre de 1979. La reacción estadounidense es otro ejemplo de pragmatismo y de adopción de decisiones pensando a corto plazo, aunque sus consecuencias a largo plazo puedan ser mucho peor que el problema que se busca solucionar. En el marco de la Guerra Fría, EEUU hizo frente a la invasión usando a los mujaidines que se oponían al régimen comunista de Kabul, a los que financió junto con Arabia Saudita hasta con 40.000 millones de dólares (6) y suministró grandes cantidades de equipamiento militar (incluidos los célebres misiles antiaéreos Stinger). Estos radicales islamistas eran reclutados entre los refugiados afganos en Pakistán, y reforzados por miles de voluntarios llegados de otras zonas, entre ellos el joven saudí Osama Ben Laden. Cuando los soviéticos se retiraron en 1989, los victoriosos mujaidines, fuertemente fanatizados, regresaron a sus países y desestabilizaron a los gobiernos locales. Un ejemplo paradigmático es el de Argelia, dónde el “Frente Islámico de Salvación” (FIS) logró la victoria en las legislativas de 1991, tras lo cual el FLN declaró el estado de emergencia e ilegalizó los partidos islamistas. Se suele criticar esa decisión por ser contraria al resultado democrático de unas elecciones libres, pero 5 ( ) Sólo en 2010, último año de Mubarak en el poder, EEUU ayudó a Egipto con un total de 1.698,9 millones de dólares, 397 de ellos en ayudas económicas y el resto en asistencia militar. Datos oficiales de la United States Agency for International Development (USAID), disponibles en http://gbk.eads.usaidallnet.gov/. 6 ( ) Ver “The cost of an Afghan victory, The Nation (28.1.1999), disponible en http://www.thenation.com/article/cost-afghan-victory?page=0,1. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org no se recuerdan tan a menudo los propósitos del FIS de acabar con la incipiente democracia una vez en el poder, e imponer la Sharia como único código legal (7). Por otra parte, en agosto de 1990 Saddam Hussein decidió invadir Kuwait. Esa agresión fue especialmente inoportuna en el tiempo, ya que entonces EEUU y la URSS estaban diseñando un nuevo orden mundial, tras la caída del Muro de Berlín, por lo que se generó una reacción unánime de la comunidad internacional. Una de las consecuencias de la guerra, tras la que Saddam siguió en el poder, fue que Irak permaneció en el subconsciente estadounidense como un Estado gamberro (rogue state) al que había que contener (8). Por su parte, Arabia Saudita y el resto de las monarquías del Golfo estrecharon sus relaciones con EEUU, permitiendo el establecimiento de bases permanentes en sus territorios. Sin embargo, el Irak arruinado de los años 90 no era la verdadera amenaza para Occidente: Ben Laden había regresado a Arabia en 1990, como un héroe de la Yihad (guerra santa) contra los soviéticos en Afganistán, y al producirse la invasión de Kuwait ofreció a los Al-Saud desalojar a los iraquíes liderando un ejército de mujaidines, coordinados por la organización Al Qaeda (“la base”), fundada en agosto de 1988. El rechazo de Riyadh, unido a la permanencia de tropas infieles en las tierras más sagradas del Islam tras la guerra, llevaron a Ben Laden a iniciar su particular cruzada contra EEUU, con una sucesión de atentados terroristas (9) que culminaron el 11 de septiembre de 2001 (en adelante 11-S). El 11-S, la reacción estadounidense, los cambios de régimen, y los esfuerzos democratizadores en la región MENA No es necesario recordar los eventos del 11-S de 2001 en Nueva York y Washington, ya que están grabados a fuego en nuestra memoria colectiva. Pero sí hay que reseñar que 7 ( ) El Vicepresidente del FIS, Ali Belhadj, en febrero de 1989 declaraba que “No hay democracia porque la única fuente de poder es Alá a través del Corán, y no el pueblo. Si el pueblo vota contra la ley de Dios, no es nada más que blasfemia. En este caso es necesario matar a los no-creyentes por la buena razón de que desean sustituir la autoridad de Dios por la suya propia”. En la guerra civil argelina, desarrollada a pocas millas de la costa mediterránea española, murieron unas 200.000 personas. 8 ( ) A ello también contribuyó la herencia de la Guerra Fría, por haber apoyado al Bloque Soviético, y el intento de asesinar al ex Presidente George H. W. Bush durante un viaje a Kuwait en abril de 1993. 9 Acciones contra intereses estadounidenses, como los atentados de las torres Khobar de Arabia Saudita (1995), las Embajadas en Kenia y Tanzania (1998), y el destructor USS Cole en Yemen (2000). Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org los atentados fueron ejecutados por suicidas islamistas (casi todos saudíes), miembros de una organización dirigida por otro saudí y establecida en el Afganistán de los talibán, a su vez radicales que habían sido adoctrinados en Pakistán por las escuelas coránicas financiadas con capital saudí, para promover su versión wahhabi del Islam. Por su parte, el gobierno de Pakistán consideraba a los radicales un instrumento útil, ya que si alcanzaban el poder Islamabad obtendría la profundidad estratégica necesaria en su enfrentamiento con la India, por lo que fue el todopoderoso ISI (Inter Services Intelligence) el que promovió la instalación de campamentos terroristas. La reacción inicial estadounidense siguió una secuencia lógica: ultimátum a Kabul para que desmantelase los campamentos terroristas y entregase a los líderes de Al Qaeda a la justicia; amenaza del Subsecretario de Estado Richard Hermitage al Director del ISI de devolver a Pakistán “a la edad de piedra” si no colaboraba en la inminente campaña y rompía sus vínculos con los talibán; y comienzo el 7 de octubre de 2001 de la operación “Libertad Duradera”, con la caída de Kabul el 13 de noviembre. Sin embargo, y como había anunciado el Presidente Bush, la campaña de Afganistán no sería el final sino tan sólo el principio de la “Guerra Global Contra el Terror” (conocida por las siglas en inglés GWOT, Global War On Terror). Lo extraño es que a partir del discurso sobre el Estado de la Unión en enero de 2002 (10) se pusiera el foco de la GWOT en el llamado “Eje del Mal”, formado por Corea del Norte, Irán e Irak, acusándoles de ser regímenes totalitarios y de desarrollar armas de destrucción masiva que podían acabar en manos de los terroristas. De ese modo, y una vez establecida la “Doctrina Bush” en la Estrategia de Seguridad Nacional de septiembre de 2002 (con la opción de ejecutar acciones militares preventivas antes de que las amenazas se materializasen), se sentaron las bases para la invasión de Irak, finalmente iniciada en marzo de 2003. No deja de ser paradójico que la reacción a unos atentados terroristas ejecutados por radicales islamistas acabase con el derrocamiento del régimen laico del Baaz. Aparte de la polémica por la inexistencia de las armas de destrucción masiva, cabe destacar la 10 ( ) “State of the Union address”, BBC http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/1790537.stm. News (30.1.2002), Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org disponible en completa falta de vínculos entre Saddam Hussein y Al Qaeda, mientras que está más que acreditado que las donaciones supuestamente caritativas en los países del Golfo sirven para financiar las redes de terrorismo internacional (11). El resto es bien conocido: una desastrosa postguerra, 4.474 soldados estadounidenses y decenas de miles de iraquíes muertos, un billón de dólares de coste, y un crecimiento exponencial del terrorismo islamista (con el nacimiento de franquicias como Al Qaeda en Irak, Al Qaeda en la Península Arábiga o Al Qaeda en el Magreb Islámico). Merece la pena hacer otro alto para estudiar, bajo el prisma de la Teoría de las Relaciones Internacionales, como se desarrollaron los procesos de la decisión en la Administración Bush que llevaron a la “Doctrina Bush” y a la invasión de Irak. Inicialmente, la política exterior de George W. Bush respondía a un modelo puramente realista, en contraposición a las posiciones liberales de la Administración Clinton. En lo relativo a la “Gran Estrategia” a adoptar, y frente al modelo Clinton de seguridad cooperativa, en 2001 los republicanos oscilaban entre el aislacionismo (al que tendía el propio Presidente, poco versado e interesado en política exterior) y la implicación selectiva, propia del equilibrio de poder realista (tendencia principalmente representada por la Consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice). Sin embargo, otra tendencia alcanzaría una gran relevancia, la de neoconservadores como el Subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz. El neoconservadurismo, que curiosamente tiene su origen en el ámbito del Partido Demócrata, aboga por intervenir militarmente en el exterior para cambiar los regímenes políticos y construir nuevas instituciones en base a los valores occidentales. Tras los atentados del 11-S, ambas tendencias se unificaron en una gran estrategia decididamente primacista, en base a un desprecio común de las leyes e instituciones internacionales, frente a las que ponían su fe no en la diplomacia y en los tratados, sino en el poder militar y en la solución de usarlo (12). En el siguiente cuadro se comparan las principales características de las diversas Grandes Estrategias mencionadas: 11 ( ) Ver “EEUU acusa a donantes saudíes de financiar el terrorismo islamista”, El País (5.12.2010), disponible en http://internacional.elpais.com/internacional/2010/12/05/actualidad/1291503606_850215.html. 12 ( ) En esa etapa, los mandatarios estadounidenses consideraban que América no debía conformarse con la ausencia de guerra, ya que se encontraba ante la oportunidad de imponer una paz justa, reemplazando pobreza y represión en el mundo por esperanza de un futuro mejor. Estos últimos conceptos están claramente alejados de los tradicionales postulados del realismo, y responden a la mezcla propia del idealismo de los neoconservadores con una gran estrategia de primacía, lo que Pierre Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Primacía Referente Realismo extremo, analítico unilateralismo Mayor problema Desafío de otras de las RRII Orden mundial preferido Seguridad Implicación Cooperativa Selectiva Aislacionismo Balance de poder Realismo del realismo defensivo Indivisibilidad de la Paz entre grandes No implicarse grandes potencias paz potencias en el exterior Hegemonía Interdependencia Balance de poder Amplia Transnacional Restringida Liberalismo Balance sin implicarse Concepción de los intereses Estrecha nacionales Contenerlos. Si se Conflictos producen, regionales intervenir Contenerlos. Si se Intervenir selectivamente Conflictos Contenerlos étnicos producen, intervenir Abstenerse selectivamente Casi indiscriminada intervención Contenerlos Intervenciones Intervenir Casi indiscriminada Intervenir humanitarias selectivamente intervención selectivamente Uso de la fuerza A voluntad Frecuente Discriminado Abstenerse Abstenerse En autodefensa Fuente: Manual Strategy and Force Planning, Naval War College, USA, 2004 La traumática experiencia de la postguerra iraquí demostró a EEUU que ni siquiera su condición de única superpotencia le permitía ejercer una primacía global, y los costes humanos y económicos de los conflictos de Irak y Afganistán convencieron a la Administración Bush de la necesidad de adoptar un enfoque más pragmático en su política exterior por el cual, sin abandonar los principios, los cambios de régimen no se impusieran militarmente, sino que los procesos democratizadores se adaptaran a las características de cada región, como se refleja en el siguiente párrafo de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2006 (13): “Tenemos una responsabilidad de promover la libertad humana. Pero la libertad no puede ser impuesta, debe ser elegida. La forma en que la libertad y la Hassner definió como “wilsonismo con botas militares”, en referencia a los principios internacionalistas del Presidente demócrata Woodrow Wilson. 13 ( ) The National Security Strategy of the United States of America, marzo de 2006, disponible en http://georgewbush-whitehouse.archives.gov/nsc/nss/2006/. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org democracia se asientan en cada territorio reflejará la historia, cultura, y hábitos únicos de su pueblo [...] Aunque nuestros principios son consistentes, nuestras tácticas variarán […] Conforme consideramos que enfoque adoptar, nos guiaremos por cual será el más efectivo para avanzar en la causa de la libertad mientras tomamos en consideración otros intereses que son también vitales para la seguridad y bienestar del pueblo americano”. Esos conceptos representaron el regreso del Partido Republicano a los postulados del realismo y a una gran estrategia de implicación selectiva, y acabaron con la influencia de los neoconservadores, expulsados de la Administración (Wolfowitz en 2004, y su jefe Donald Rumsfeld en 2006). Una de las nuevas iniciativas fue el programa del “Gran Oriente Medio y Norte de África”, impulsado por EEUU en el G-8, que aspiraba a cambiar esa región política y económicamente, en aras a una transformación democrática que socavase las causas profundas del radicalismo y el terrorismo (14). Sin embargo, este programa tuvo poca incidencia, dada la inmediata protesta de los regímenes árabes y los importantes intereses de EEUU en la zona (15), que le hicieron atemperar esa promoción de sus valores en la región. Hasta el comienzo de las revueltas a finales de 2010, cabe mencionar otro proceso político impecablemente democrático, pero de consecuencias preocupantes para la seguridad global. La Autoridad Nacional Palestina, controlada por la organización liderada por Yasser Arafat (Al Fatah) venía gobernando la Franja de Gaza y gran parte de Cisjordania desde los Acuerdos de Oslo de 1993. Hacia la zona fluyó una gran cantidad de ayuda internacional, incluyendo la de la Unión Europea y la propia España, que financió la construcción del Aeropuerto de Gaza en 1998 (16). Israel, por su parte, intentó rebajar la tensión retirando todos sus asentamientos en la Franja. 14 ( ) La iniciativa se presentó en la Cumbre del G-8 de junio de 2004. Ver OTTAWAY Marina & CAROTHERS Thomas, “The Greater Middle East initiative: Off to a false start”, Carneguie Policy Brief, No. 29, 2005, disponible en http://www.carnegieendowment.org/files/Policybrief29.pdf. 15 ( ) “Los dirigentes estadounidenses están todavía paralizados por un viejo problema: el choque entre su declarado deseo de transformar la región y su interés subyacente de mantener las útiles relaciones que tienen con los actuales gobiernos de muchos Estados no-democráticos allí […] Egipto y Arabía Saudí han tomado el liderazgo en rechazar el plan como un intento de imponer los valores occidentales y su visión del mundo árabe”. Ibid., 2. 16 ( ) El aeropuerto fue destruido por Israel en 2001 y nunca ha vuelto a entrar en servicio. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org La situación cambió tras las elecciones de enero de 2006, impecablemente democráticas en sus formas y desarrollo. Las listas respaldadas por Hamas (organización considerada terrorista por la UE y EEUU) obtuvieron la mayoría absoluta, ante el descontento popular por la corrupción extrema de la clase dirigente. El gobierno paso a las manos del Primer Ministro Ismail Haniya, mientras que la presidencia del Estado continuó en manos del sucesor de Arafat, Mahmud Abbas. A principios de 2007 se desataron fuertes combates entre las milicias de los Mártires de Al-Aqsa (afines a Abbas) y los milicianos de Hamas, de modo que la ANP quedó dividida en dos: Cisjordania bajo control de Al-Fatah y la Franja de Gaza bajo control de Hamas. El resultado final de ese proceso democrático es bien conocido: ataques masivos con cohetes y morteros contra civiles indefensos en las ciudades israelíes vecinas de Gaza, operación de represalia israelí “Plomo Fundido” en el invierno de 2008, que causó 1.400 muertes palestinas, y bloqueo marítimo y terrestre de la Franja para evitar la llegada de armas a Hamas, lo que ha ocasionado grandes penurias a la población civil. Ataques israelíes a Gaza durante la operación “Plomo Fundido” Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Conclusiones De los antecedentes históricos de la evolución política del mundo árabe se extraen importantes lecciones, a tener en cuenta a la hora de plantear cual es la respuesta más adecuada de Occidente la Primavera Árabe. Durante la Guerra Fría la totalidad de las relaciones internacionales se abordaban bajo el prisma del enfrentamiento bipolar entre los bloques occidental y comunista. El riesgo de la destrucción mutua asegurada, debido a la existencia de armas nucleares, convirtió esa lucha en un riesgo vital, ante el cual sobraba toda consideración sobre el carácter más o menos democrático de los regímenes que se alineaban con Occidente y contra la URSS, incluidos los del mundo árabe. A finales de los años 70, con la Administración demócrata de Carter en la Casa Blanca, la influencia de los paradigmas del liberalismo fue decisiva en la decisión de dejar caer al Sha de Persia. Pero el gobierno de Teherán no fue ocupado por las clases medias que promovían un sistema de corte occidental, sino por un régimen teocrático dirigido por los ayatolás, que desde el mismo momento de su creación ha representado una amenaza para Occidente, hasta llegar a su actual programa nuclear. Ya con los republicanos de vuelta en la Casa Blanca en 1981, la amenaza soviética llevó a intentar desalojar al Ejército Rojo de Afganistán, usando a islamistas a los que se proporcionó adiestramiento, financiación y armas. A principios de la década de los 80 Arabia Saudita era un aliado clave para EEUU: le garantizaba el petróleo necesario para su economía, y reclutaba a mujaidines radicalizados en escuelas coránicas. Por su parte, el Egipto militarizado de Hosni Mubarak garantizaba la estabilidad y la paz con Israel, objetivo prioritario para Washington. Cuando Irak desafió a la comunidad internacional invadiendo Kuwait en 1990, Arabia Saudita y Egipto se alinearon sin fisuras con los estadounidenses, a los que en la época no preocupaba en absoluto su autoritarismo y falta de libertades democráticas. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Esa mezcla de pragmatismo, decisiones pensando en el corto plazo, dependencia energética, renuncia a los principios cuando se percibían contrarios en la práctica a los intereses, o aplicación de los mismos en el momento más inoportuno, conformó un explosivo cóctel que se manifestó con toda crudeza el 11 de septiembre de 2001. Una vez desaparecida la amenaza soviética, la nueva amenaza vital para la seguridad de Occidente era el terrorismo internacional de raíz islamista radical, pero EEUU se dedicó en los años 90 a contener al régimen baazista de Saddam Hussein, que tras la Guerra del Golfo sólo representaba una amenaza para su propia población. Aunque el terrorismo islamista carece de justificación, no cabe duda de que existen unas condiciones subyacentes que favorecen su desarrollo, en particular por fomentar la capacidad de reclutamiento de nuevos activistas: una población mayoritariamente joven, sin perspectivas de futuro, consciente del saqueo de los recursos energéticos por la oligarquía dirigente, y en una situación límite ante la falta de libertades civiles. En consecuencia, muchos jóvenes comenzaron a refugiarse en el Islam, en particular en su versión más radical del wahhabismo promocionado por la monarquía saudí con los enormes beneficios del petróleo. El proselitismo saudí y la caridad obligatoria (zakat) que constituye el tercer pilar del Islam no son la causa del terrorismo islamista, pero está fuera de toda duda que han sido aprovechados por los radicales para reforzarse, sin que debamos olvidar que la inmensa mayoría de las víctimas de AlQaeda y sus acólitos han sido precisamente árabes. Ese análisis debía haber estado presente entre los decisores estadounidenses a la hora de reaccionar ante el 11-S, pero tras la expulsión de los talibán de Afganistán, el foco de la acción exterior de parte de Occidente se mantuvo en Irak, una férrea dictadura en lo político, pero mucho más avanzada en términos de separación de religión y Estado, respeto a la libertad de credo de las minorías (17), o reconocimiento de los derechos de la mujer, que cualquiera de las monarquías del Golfo Pérsico. 17 ( ) Antes de 2003, la minoría cristiana de Irak (un millón de personas) vivía sin libertades políticas, pero era respetada por el régimen e incluso ocupaban algunos puestos clave, como el Ministro de Exteriores Tareq Aziz. Tras la invasión, los cristianos iraquíes disfrutan de libertad política, pero sólo pueden hacer uso de ella para elegir entre ser asesinados por los islamistas en sus casas o iglesias, o exiliarse y salvar la vida (medio millón de ellos se refugiaron en Siria). Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Tras el fracaso de la postguerra iraquí, los tímidos intentos de la Administración Bush para democratizar el mundo árabe y atacar la raíz de las causas del terrorismo (como el programa “Gran Oriente Medio y Norte de África”) fueron abandonados ante las airadas protestas de Egipto y Arabia Saudita, que acusaron a EEUU de intentar inmiscuirse en sus asuntos internos. Sin embargo, ni desde el pragmatismo del realismo, ni desde el idealismo liberal, era oportuno perpetuar el status-quo de la región, y la inacción de Occidente ha conllevado, en gran parte, que la Primavera Árabe resultase una sorpresa, y ha dificultado que se pudiesen capitalizar los posibles beneficios políticos del componente reformista de las mismas. Por último, cabe destacar que las experiencias revolucionarias contra gobiernos autocráticos (como la de Irán) o incluso los procesos democráticos (como los de Argelia o Palestina) ocurridos en el mundo islámico antes de las actuales revueltas no ofrecen un resultado muy alentador, ya que tuvieron por resultado la formación de la república islámica de los ayatolá, la cruenta guerra civil argelina, o la toma del poder por Hamas. El modo en que estos patrones podrían reproducirse con ocasión de las actuales revueltas será objeto de estudio en un futuro Documento. Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org