Derecho internacional público

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Derecho Internacional Público
Lectura 4
(Derecho Constitucional Internacional)
Luis L. Córdova Arellano
www.cordovaluis.org
DERECHO INTERNACIONAL
PÚBLICO
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LIBRODE CORTESIA
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DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
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II. Los sujetos del derecho
internacional
Es en los sujetos de derecho internacional donde este derecho manifiesta marcada­
m ente su evolución. Hasta el siglo pasado el Estado era considerado el sujeto por
excelencia del derecho internacional, entendiendo como tal aquel a quien el derecho
internacional atribuye un catálogo de derechos y obligaciones
A principios del siglo pasado, cuando aparecen las primeras manifestaciones
de organizaciones internacionales (la primera organización internacional de que se
tiene conocimiento es la Administración Generale de l’Octroi de Navegación du
Rhin de acuerdo con el tratado de fecha 15 de agosto de 1804)26 es el punto de
partida para term inar con el monopolio del Estado como sujeto de derecho inter­
nacional. Actualmente, la gama de sujetos de derecho internacional es am pliay está
en aumento: los estados, las organizaciones internacionales, las organizaciones
parecidas a las estatales (la Iglesia católica, la Soberana Orden Militar de Malta),
los pueblos que luchan por su liberación, el Comité Internacional de la Cruz Roja,
el individuo, y además se perfilan nuevos sujetos sobre los cuales la doctrina no
llega a un consenso.
EL ESTADO
El Estado es el objeto de análisis de varias disciplinas humanísticas. Para el derecho
es una “ comunidad constituida por un orden jurídico determinado que presenta
características propias” ,27 como la centralización de sus órganos internos, ámbito
de validez espacial y temporal de su derecho interno: es decir, un territorio latu
sensu y una independencia internacional.
Respecto a la centralización de sus órganos, ya decíamos con anterioridad que
una de las características del derecho interno es que se produce por órganos
centralizados del Estado; los que también tienen el monopolio de la aplicación del
. 26 Véase la interesante y sólida obra del jurista argentino Julio A. Barberis, Los sujetos del derecho
internacional actual, Tecnos, Madrid, 1984, p. 77.
27 Jbidem, p. 40.
14
D ERECH O INTERNACIONAL PÚBLICO
derecho, aun coactivamente en caso de incumplimiento, y el Estado asimismo
centraliza o m onopoliza la función jurisdiccional.
Por otra parte, el Estado aplica su imperio en un “ territorio” , éste visto en un
sentido amplio que comprende la superficie terrestre, el subsuelo, el espacio
suprayacente y el mar en la extensión y modalidad que fija el derecho internacional.
También tiene una lógica dimensión personal: la población, cuya ausencia hace
imposible el derecho.
Por otra parte, el Estado se presenta en las relaciones internacionales convi­
viendo e interrelacionando con un conjunto de Estados respecto de los cuales
guarda una relación de independencia, de igualdad, en un sistema descentralizado.
El Estado no depende de ningún otro, ni de cualquier otro sujeto de derecho
internacional. Estas características son manifestación de su soberanía, que, como
vimos, es un elemento fundamental el cual le da estructura al derecho internacional.
Gracias a la soberanía puede existir un sistema de estados que conviven y se
relacionan en todos los sentidos. Sin embargo, también existen excepciones, y es el
caso de lo que en la práctica internacional se le ha denominado como estados
“ dependientes” , que son los que, de común acuerdo, dependen de otro Estado
soberano. Los ejemplos son el Reino de Batan, los Valles de Andorra, el Sultanato
de Brunei y el Principado de Monaco.28
La sucesión de estados
Para explicar cómo surgen a la vida los estados, la doctrina habla de dos teorías, la
teoría declarativa y la constitutiva. La primera postula que el Estado surge a la vida
internacional cuando reúne todos los elementos a los que hicimos mención,
independientemente de que se le reconozca o no; lo que es más racional que la teoría
constitutiva que postula: los estados lo son cuando medie un reconocimiento de los
demás estados. Teoría, esta última, demasiado peligrosa, ya que se puede prestar a
condicionamiento por los países más fuertes, política y económicamente hablando.
Aunque en la práctica, como lo vamos a ver, esta teoría se impone.
Los acontecimientos dramáticos que llevaron a la desaparición tanto del bloque
socialista como de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas pusieron nueva­
mente a prueba las normas internacionales de reconocimiento y de sucesión de
estados.
La idea prevaleciente en la doctrina de derecho internacional de que el
reconocimiento,29 en términos generales y sobre todo el de estados, más que una
, materia del derecho es un problema de la política internacional que está probada
con la reciente práctica en el caso de desaparición de la Unión Soviética y
28 Ibidem, p. 46.
29 Joe Verhoeven, “ La Reconnaisance Internationale: Déclin ou renouveau?” , en Annuire Fran­
já is de Droit International, XXXIX-1993, París, 1993, pp. 7-40.
LOS SUJETOS DEL D ERECH O INTERNACIONAL
15
Yugoslavia.30 En estos casos sobresale la postura de Estados Unidos y de la
Comunidad Europea quienes incluso establecen ciertas normas mínimas para
expresar su reconocimiento.
En efecto, a fin de hacer frente a los cuestionamientos sobre la desintegración
de la URSS y Yugoslavia, la Comunidad Europea estableció las siguientes reglas
concretas o requisitos para obtener el reconocimiento:
a) Respeto por las disposiciones de la Carta de Naciones Unidas y los
compromisos contenidos en el acta final de Helsinki y en la Carta de París,
especialmente en relación con el Estado de derecho, la democracia y los
derechos humanos;
b) Garantías para los derechos de las etnias, grupos nacionales y m inorías...;
c) Respeto por la inviolabilidad de todas las fronteras las cuales sólo pueden
ser cambiadas por medios pacíficos y de común acuerdo;
d) Aceptación de todos los compromisos relevantes en relación con el desar­
me y la no proliferación nuclear así como con la seguridad y estabilidad
regional;
é) La obligación de resolver las controversias por medio de acuerdo, inclu­
yendo, cuando sea apropiado por el recurso al arbitraje, todas las cuestiones
relativas a la sucesión de estados y las disputas regionales.
Las reglas concluyen con la prevención de que los Estados europeos “no
reconocerán entidades que son el resultado de la agresión” y que “ ellos tomarían
en cuenta los efectos del reconocimiento en los estados vecinos” .3'
Para el caso de Yugoslavia, a fin de hacer frente al problema de reconocimiento
que siguió a la desintegración de la República Socialista Federal de Yugoslavia, la
declaración introdujo más requisitos:
a) Aceptar las provisiones del proyecto de convención bajo consideración de
la Conferencia sobre Yugoslavia, especialmente aquellas relativas al capí­
tulo II sobre derechos humanos y derechos de grupos étnicos o nacionales;
b) Apoyar los esfuerzos de la Secretaría General y del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas y la continuación de la Conferencia sobre Yugos­
lavia.32
L a desintegración de la Unión Soviética
Como resultado de la desintegración de la URSS, 15 estados emergieron y en lo
que se refiere a su reconocimiento, tuvieron un tratamiento diferenciado.
30 Véase sobre ambos casos: Michael Bothe y Schmidt Christian, “ Sur quelques questions de
successions poses par ladissolution de I’ URSS el celle de la Yugoslavie” , en Revue Générale de Droit
International Public, vol. 96, núm. 4, Francia, 1992, pp. 812-841.
31 Declaration on the Guidelines on the Recognition o f New States in Eastern Europe and in the
Soviet TJnion (16 de diciembre de 1991).
32 Declaration on Yugoslavia (Extraordinary EPC Ministerial Meeting, Bruselas, 16 de diciembre
1991).
D ERECH O INTERNACIONAL PÚBLICO
Primero tenemos el caso de los tres estados del Báltico: Letonia, Lituania y
Estonia, que es singular por sus antecedentes históricos. Estos tres gobiernos fueron
reconocidos como estados independientes a principios de la década de los veinte
(por ejemplo, mediante el tratado celebrado entre Lituania y Rusia en el año de
1920 se reconoce la soberanía plena de Rusia sobre Latvia). Otro aspecto impor­
tante en la historia es el tratado firmado entre la URSS y Alemania denominado
Pacto M olotov Ribbentrop de 1939 que contenía un acuerdo secreto (los datos y el
mismo acuerdo secreto se dio a la publicidad durante la política de transparencia
informativa — la glasnost— impulsada por el entonces líder soviético Mijail
Gorbachov)33 que planeaba la anexión a la URSS de los tres estados del Báltico,
como en efecto sucedió en 1940 cuando gobiernos títeres en el poder de los tres
estados pidieron y lograron la anexión de sus estados a la URSS. La reacción de la
m ayoría de los estados occidentales fue que de ju re reconocían a los tres estados
del Báltico y aceptaban un control de f a d o por parte de la Unión Soviética, por lo
que en consecuencia no mantenían relaciones diplomáticas con ellos.
En 1991, después del abortado golpe de Estado en contra del gobierno de
Gorbachov, Lituania insistió sobre su independencia. En poco tiempo, las tres
ex repúblicas del Báltico fueron reconocidas por la comunidad internacional.
Lo interesante del caso es que tanto los miembros de la Comunidad Europea
como Estados Unidos y otros países no usaron el término de “ reconocimiento” .
Por ejemplo, los europeos en su comunicado del 27 de agosto de 1991 se referían
a “ la restauración de la soberanía e independencia de los estados del Báltico que
habían perdido en 1940” y confirmaban la decisión de reestablecer relaciones
diplomáticas inmediatamente.34
Otro caso es el de las tres repúblicas eslavas, Ucrania, Belorrusia (actualmente
se denomina Belarús) y Rusia. Desde julio de 1990 Belorrusia y Ucrania habían
declarado su soberanía pero no hubo una reacción internacional. Después del fallido
golpe de Estado en Moscú, el 24 de agosto de 1991, Ucrania y Belorrusia declararon
su independencia. La declaración de Ucrania la hizo sujeta al referéndum realizado
el primero de diciembre de 1991, el cual dio por resultado una votación en favor
de la independencia de 90 por ciento de la población.
En virtud de que el ex presidente soviético Mijail Gorbachov todavía hacía
maniobras para salvar del naufragio a la URSS, sólo algunos países se apresuraron
a reconocer la independencia de Ucrania, entre ellos Canadá, Polonia, Hungría y
Rusia, entonces todavía República de la URSS.
Es interesante notar que Canadá tomó esa decisión en virtud de la gran
población de ucranianos que tiene en su territorio y lo hizo con base en los resultados
del referéndum. Ahora Canadá enfrenta el mismo problema, pero ahora con una de
sus provincias, Quebec.
Dos reuniones sellaron la suerte de la Unión Soviética, la primera celebrada el
8 de diciembre en M insk en donde las tres repúblicas eslavas, Rusia, Ucrania y
33 Véase Luis Angel Benavides Hernández, La sucesión de estados en su práctica contemporánea:
el caso del ex-bloque socialista, tesis de licenciatura, Facultad de Derecho, u n a m , 1994.
34 Declaration o f European Community Foreign Ministers, Bruselas, 27 de agosto de 1991.
LO S SU JETOS DEL D EREC H O INTERNACIONAL
17
Belorrusia declararon que “ la URSS dejaba de existir, como sujeto de derecho
internacional y como una realidad geopolítica” ; y la reunión de Alma-Ata, Kazaks­
tán, del 21 de diciembre en donde se dieron cita once ex repúblicas soviéticas:
Ucrania, Belorrusia, Rusia, Kazajstán, Kirghizistán, Tadjikistán, Turkmenistán,
Uzbekistán, Armenia, Azerbayán y Moldavia, las cuales formalmente establecie­
ron la Comunidad de Estados Independientes y la terminación de la URSS.35
Habiendo establecido sus reglas, la Comunidad Europea pudo reaccionar
rápidamente a este acontecimiento; el 23 de diciembre emitió una declaración sobre
el “ Futuro Estatus de Rusia y de las Otras Repúblicas Soviéticas” en la cual se
reconoció a Rusia como continuadora de la personalidad jurídica internacional de
la URSS. Aquí no se utilizó el concepto de reconocimiento. Más tarde, gradualmente,
hasta que todas cumplieron los requisitos anotados, se reconoció a las otras ex
repúblicas soviéticas.
Otra prueba del carácter político del reconocimiento es la postura de Estados
Unidos, cuyo presidente en aquel tiempo, George Bush, en un mensaje por
televisión saludó el nacimiento de los nuevos estados con motivo de la desintegra­
ción de la URSS e hizo una diferencia de reconocimiento, dividiendo a los nuevos
estados en tres categorías. En la primera, reconoció a Rusia y anunció su apoyo
para que ocupara un puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; en la
segunda, reconoció la independencia de Ucrania, Armenia, Kazajstán, Belorrusia
y Kirghizistán y en virtud de que estas ex repúblicas manifestaron bilateralmente
compromisos hacia EUA, se acordó establecer relaciones diplomáticas con ellas y
apoyarlas para ser miembros de las Naciones Unidas a aquellas que no lo fueran.
En la tercera categoría se refirió a seis ex repúblicas, Moldavia (actualmente se le
reconoce como Moldava), Turkmenistán, Azerbayán, Tadjikistán, Georgia y Uzbequistán, a las cuales se les condicionó el reconocimiento para “ cuando tengamos
la satisfacción de que ellas han hecho los mismos compromisos respecto de
políticas responsables de seguridad y de principios democráticos, como lo han
hecho los demás estados que hemos reconocido actualmente” (discurso, transmi­
tido por TV, del presidente Bush el 25 de diciembre de 1991).
Es de notar que en los recientes casos de reconocimiento a que nos hemos
referido, la institución del referéndum ha jugado un papel importante, como una
m anera de m edir la autodeterminación de los pueblos, principio base de la soberanía.
Por lo que toca a la membresía de los organismos internacionales, también el
caso de Rusia muestra ciertas consideraciones de carácter político no jurídico. En
efecto, el 24 de diciembre de 1991 el representante permanente de la URSS en la
Organización de Naciones Unidas entregó al secretario general una carta de Boris
Yeltsin en la que manifestaba que “ la Federación Rusa ocupará el lugar de la URSS
como miembro de las Naciones Unidas, incluido el Consejo de Seguridad y todos
35
Véase: Manuel Becerra Ramírez, El factor jurídico en la transformación de la URSS a la
Comunidad de Estados Independientes, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM, México, 1992,266
pp.; y Ana Teresa Gutiérrez del Cid, De la nueva mentalidad soviética a la política exterior rusa:
decadencia y derrumbe de una gran potencia y una nueva definición de intereses, tesis de Doctorado,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, u n a m , México, 1994.
DERECH O INTERNACIONAL PÚBLICO
los demás órganos y organizaciones del sistema de Naciones Unidas, con el apoyo
de los estados de la Comunidad de estados Independientes” y más adelante
afirmaba que la Federación Rusa “ asume la plena responsabilidad de todos los
derechos y obligaciones de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con
arreglo a la Carta de las Naciones Unidas, incluidas las obligaciones financieras” .
M ás tarde, el mismo secretario general hizo circular la carta entre las misiones
permanentes acreditadas ante las Naciones Unidas.36
Lo interesante del asunto es que no hubo ninguna reacción negativa sobre esta
carta. De esa manera hubo una aceptación tácita de que Rusia fuera la continuadora
de la URSS en la membresía, con todos los derechos en la ONU, por lo que Rusia,
Ucrania y Belorrusia no necesitaron solicitar su admisión a las Naciones Unidas
(estas dos últimas porque ya eran originarias de la ONU) siguiendo el procedimiento
del artículo 4 de su estatuto, como sí lo tuvieron que hacer las demás ex repúblicas
soviéticas.
Efectos de la sucesión de estados
En lo que se refiere a la sucesión de estados hay varias hipótesis sobre lo que puede
pasar en el momento de la desaparición de un Estado. La primera se refiere al caso
de la desaparición de un Estado federado, y uno de los miembros continúa la
personalidad jurídica del anterior Estado federal y los demás se convierten en
sujetos nuevos de derecho internacional. La segunda es que el anterior Estado
federal desaparece y surgen nuevos estados dentro de su territorio; la tercera es la
desaparición del anterior Estado y la creación de una organización por los nuevos
estados con la posibilidad, por lo menos teórica, de que esta organización pueda
igualmente continuar la personalidad jurídica del anterior Estado federal.37
Por lo que respecta a las normas que se aplican a las consecuencias de sucesión
de un Estado en lo tocante a sus derechos y obligaciones internacionales, tomando
en cuenta que el Estado sucesor adquiere una parte o la totalidad del territorio de
su predecesor, debemos decir que la materia está codificada por las Convención
de Viena del 22 de agosto de 1978, sobre la Sucesión de Estados en Materia de
Tratados a la que le sigue la Convención de Viena de 1983 relativa a la Sucesión
de Estados en M ateria de Bienes Públicos, de Archivos y Deudas Públicas. Ambas
convenciones recogen la costumbre internacional sobre la materia; sin embargo,
ninguna de las dos ha entrado en vigor, por lo que la materia de sucesión de estados
permanece dentro del campo del derecho consuetudinario.38
36 Véase: Alfonso Dastis Quecedo, “ La desintegración de la Unión Soviética y la cuestión de su
‘sucesión’ en las Naciones Unidas”, en Revista Española de Derecho Internacional, vol. XLIV-1992,
núm. 1, Madrid, 1992, pp. 249-252. También se recomienda Yehuda Z. Blum, “ Russia takes over the
Soviet Union’s Seat at the United Nations”, en European Journal o f International Law, vol. 3, núm. 2,
Italia, 1992, pp. 354-361.
37 Michael Bothe, op cit., p. 814.
38 Rein MuIIerson, “The Continuity and Succession o f States by Reference to the Former USSR
and Yugoslavia” , en International and Comparative Law Quarterly, vol. 42, parte 3, julio de 1993, pp.
473-493.
LOS SU JETOS DEL D EREC H O INTERNACIONAL
19
La experiencia de los últimos años, por ejemplo en los casos de la Unión
Soviética y de Alemania, es que los problemas derivados de la sucesión de estados
se han resuelto por la vía de la negociación que se ha manifestado en la realización
de tratados de carácter bilateral o multilateral; sin embargo, la Comisión de Derecho
Internacional ha procurado recoger algunas reglas básicas de carácter consuetudi­
nario a las que aquí nos referiremos.39
La primera tiene que ver con la situación de los tratados en vigor. En este caso,
el Estado predecesor permanece como parte de los acuerdos que se le aplicarán, de
ahí en adelante, dentro de los nuevos límites espaciales; lógicamente no seguirá
siendo miembro del tratado que se refiera al territorio del cual el Estado predecesor
perdió su control. En cuanto al Estado sucesor, en el caso de que hubiera existido
antes de la mutación, aplicará dentro de sus nuevos límites territoriales los tratados
de los cuales formaba parte. Es decir, ésta es una regla que se refiere a la simple
variación de los límites espaciales.
En cuanto a los efectos para el sucesor de los tratados del predecesor. Aquí se
habla de la “ libertad del sucesor” . Esto significa que en regla general, el sucesor
no es parte de los tratados en cuya elaboración no ha participado, es decir se aplica
las reglas de “ tabla rasa” . Sin embargo, este criterio se atempera en relación con
los tratados multilaterales, ya que si bien el Estado sucesor no ha sido parte de estos
tratados, tiene una vocación para suceder al Estado predecesor y a emprender,, por
su propia cuenta, la participación al régimen convencional. Es decir, a los principios
de intransferibilidad y de variación espacial del orden jurídico se agrega el princi­
pio de aceptación selectiva por el Estado sucesor, del orden jurídico convencional
establecido por el predecesor.
Sin embargo, hay una excepción a este principio de “ libertad del sucesor” con
los tratados cuyo objeto sea establecer un régimen territorial específico (tratados
sobre fronteras, sobre servidumbre, la creación de un estatus de neutralidad,
etcétera) los cuales no serán afectados por la sucesión de estados. Aquí se aplica la
doctrina de uti possidetis que se refiere al respeto de las fronteras, incluyendo los
tratados sobre fronteras.
En lo que se refiere a los efectos de la sucesión de estados en el derecho interno,
las reglas consuetudinarias son un tanto imprecisas ya que las materias a las que se
aplican son muy variadas: bienes, obligaciones contractuales, derecho de las
personas, etcétera. Normalmente, el Estado sucesor no está obligado por las normas
que fueron creadas por una soberanía que no es la suya; sin embargo, por razones
prácticas, y en interés de la población se mantienen temporalmente todas o parte
de las normas creadas por el Estado predecesor.
Otro aspecto es el relativo a los efectos jurídicos de los actos nacidos con
anticipación a la sucesión. En este caso, se distinguen reglas concretas en relación
con los bienes públicos, las deudas y los compromisos efectuados por el Estado
predecesor sobre la explotación de los recursos naturales.
39
Aquí seguimos algunas ideas de Jean Combacau y Sur Serge, Droit International Public,
Montchrestien, París, 1993, pp. 432-441.
20
D ERECH O INTERNACIONAL PÚBLICO
En relación con los bienes públicos, se aplica, en términos generales, la regla
de que la sucesión trae por consecuencia la “ extinción de los derechos del Estado
predecesor y el nacimiento de los del Estado sucesor” . En la práctica se aplica este
principio, o bien, se reparten los bienes a prorrata entre el Estado predecesor y el
Estado sucesor. En el caso de las deudas, si son deudas generales contraídas dentro
del interés del país, se transmiten a prorrata de acuerdo con la capacidad contribu­
tiva del territorio transferido y en el caso de las deudas locales contraídas en interés
del territorio del sucesor se transmite en forma total a éste. Existe también el
principio de las “ deudas odiosas” , que son las contraídas por las colonias en
perjuicio de sus colonias; en este caso, el Estado sucesor se niega a hacerse cargo
de las deudas contraídas.
En relación con los compromisos efectuados por el Estado predecesor sobre
la explotación de los recursos naturales (por ejemplo, concesiones de explotación),
se aplica el principio de la soberanía permanente sobre los recursos naturales que
es un argumento fuerte de los estados sucesores, y más cuando su aparición tiene
como causa la descolonización.
En lo que toca a la nacionalidad, normalmente ésta es afectada ya que se toma
la del sucesor; sin embargo, en ocasiones se mantiene la nacionalidad del predece­
sor seguido de un derecho de opción a los ciudadanos. En algunos casos se reconoce
una doble nacionalidad como en el caso de Rusia.40
Reconocimiento de gobiernos
El problema de reconocimiento de gobiernos surge cuando llega al poder un
gobierno por la vía no constitucional (golpe de Estado, revolución, etcétera). Los
estados, ante la aparición de un nuevo gobierno, establecen posturas políticas que
en la práctica internacional se les ha denominado doctrina, como veremos más
adelante.
México ha conformado una doctrina concreta denominada doctrina Estrada, la
cual surge como una reacción ante la práctica denigrante de condicionar el recono­
cimiento de los nuevos gobiernos, que trae por consecuencia una intromisión en
los asuntos internos de los estados. También es producto de la experiencia amarga
que ha sufrido México de intervenciones armadas, condicionamiento de su gobier­
no surgido de la revolución por parte de las grandes potencias continentales y
extracontinentales.
Se le ha denominado doctrina Estrada a un comunicado hecho el 27 de
septiembre de 1930, por el eminente diplomático mexicano Genaro Estrada, que
en ese tiempo se desempeñaba como secretario de Relaciones Exteriores de
México:
Con motivo de los cambios de régimen ocurridos en algunos países de la América del
Sur, el gobierno de México ha tenido necesidad, una vez más, de decir la aplicación,
por su parte, de la teoría llamada de “reconocimiento” de gobiernos.
40
Manuel Becerra Ramírez, “ La doble nacionalidad en la Federación Rusa” , en Revista d
Derecho Privado, año 4, núm. 12, u n a m , México, septiembre-diciembre de 1993, pp. 325-343.
LOS SU JETOS DEL D ERECH O INTERNACIONAL
21
Es un hecho muy conocido el de que México ha sufrido como pocos países, hace
algunos años, las consecuencias de esa doctrina que deja al arbitrio de gobiernos
extranjeros el pronunciarse sobre la legitimidad o ilegitimidad de otro régimen,
produciéndose con ese motivo situaciones en que la capacidad legal o el ascenso
nacional de gobiernos o autoridades, parece supeditarse a la opinión de los extraños.
La doctrina de los llamados “reconocimientos” ha sido aplicada, a partir de la
Gran Guerra, particularmente a naciones de este continente, sin que en muy conocidos
casos de cambios de régimen en países de Europa los gobiernos de las naciones hayan
reconocido expresamente, por lo cual el sistema ha venido transformándose en una
especialidad para las repúblicas latinoamericanas.
Después de un estudio muy atento sobre la materia, el gobierno de México ha
transmitido instrucciones a sus ministros o encargados de negocios en los países
afectados por las recientes crisis políticas, haciéndoles conocer que México no se
pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos, porque considera que ésta es una
práctica denigrante que, sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el
caso de que sus asuntos interiores puedan ser calificados en cualquier sentido por otros
gobiernos, quienes de hecho asumen una actitud de crítica al decidir, favorablemente
o desfavorablemente, sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. En consecuen­
cia, el gobierno de México se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a
sus agentes diplomáticos y a continuar aceptando, cuando también lo considere
procedente, a los similares agentes diplomáticos que las naciones respectivas tengan
acreditados en México, sin calificar, ni precipitadamente ni aposteriori, el derecho que
tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o subsistir a sus gobiernos o
autoridades. Naturalmente, en cuanto a las fórmulas habituales para acreditar y recibir
agentes y canjear cartas autógrafas de jefes de Estado y cancillerías, continuará usando
las mismas que hasta ahora, aceptando por el derecho internacional y el derecho
diplomático.
•
En una excelente monografía del profesor César Sepúlveda se califica a la
fórmula de la doctrina como “ vaga” y “ difusa”41 y de tener una fraseología
“ suntuosa y barroca” ;42 y tiene razón, de ahí que hasta nuestros días la doctrina
Estrada sea motivo de polémicas.
Sin la fraseología y tratando de encontrar la esencia de la doctrina, diríamos
que sus elementos principales serían:
á) México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos.
b) México considera que el reconocimiento es una práctica denigrante que,
además de herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el caso de
que sus asuntos interiores puedan ser calificados en cualquier sentido por
otros gobiernos.
c) El gobierno de México se limita a mantener o retirar, cuando lo crea
procedente, a sus gentes diplomáticos y a confirmar aceptando, cuando
también lo crea procedente, a los similares agentes diplomáticos que las
naciones respectivas tengan acreditados en México, sin calificar, ni preci-
41 César Sepúlveda, La teoría y práctica del reconocimiento de gobiernos, 2a. ed., u n a m , Facultad
de Derecho, México, 1974, p. 76.
42 Ibidem, p. 78.
22
D ERECH O INTERNACIONAL PÚBLICO
pitadamente ni aposteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras
para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades.
Estos tres puntos esenciales de la doctrina Estrada giran alrededor del principio
de no intervención en los asuntos internos de los estados, y por supuesto ha tenido
un papel muy importante en tanto que ha servido como freno de la intervención
estadounidense en los países del continente. Freno que en muchos casos ha sido
rebasado, pero en esta hipótesis se comporta claramente en violación de la normatividad internacional.
La práctica mexicana de la doctrina Estrada no ha sido del todo armónica, ya
que es posible ver ciertas incongruencias. Como ya observaba Sepúlveda, México
no reconoció al gobierno de f a d o encabezado por Francisco Franco, y reconoció
al gobierno de la República en el exilio en agosto de 1945, y otros casos similares
ocurrieron en Sudamérica en la década de los cuarenta. Lo mismo sucedió en 1989,
en el caso de Panamá (en el conflicto entre los gobiernos de Estados Unidos y
Panamá que desencadenó la invasión), cuando el gobierno mexicano hizo califica­
ciones de orden interno que sólo le correspondía hacer a los panameños.
En términos generales, la doctrina Estrada es una aportación de gran valor a la
política exterior del continente americano, ya que está conectada estrechamente con
principios de derecho que tienen validez universal. Resta al gobierno mexicano ser
congruente con ella en todo momento.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES
Algunas corrientes doctrinales del derecho internacional consideran a las organi­
zaciones internacionales como sujetos derivados de derecho internacional, ya que
están formados por estados. Sin embargo, nosotros creemos que son sujetos
independientes y al mismo nivel que los demás sujetos de derecho internacional.
El hecho de que estén formados por estados no tiene trascendencia, como no la
tiene que los estados tengan individuos en su interior.
Las organizaciones internacionales son sujetos indiscutibles del derecho inter­
nacional; tienen características propias que las singularizan de los otros sujetos; son
creadas por medio de un tratado internacional; pueden participar en la creación de
una nueva organización internacional; una vez creadas se diferencian de los estados
que le dieron origen, esto es, tienen una voluntad propia, independiente; su ámbito
de competencia no es territorial sino funcional, es decir, su competencia se refiere
a ciertas materias (económicas, culturales, políticas, etcétera); poseen un derecho
interno propio, que regula el funcionamiento de sus órganos internos y su personal;
en su actividad exterior están reguladas por el derecho internacional.
Además, la personalidad jurídica de la organizaciones internacionales se
caracteriza por la facultad que poseen de mantener relaciones diplomáticas con los
estados miembros u otros terceros, baste como ejemplo mencionar que la Organi­
zación de Naciones Unidas tiene representaciones diplomáticas en casi todos los
estados miembros.
LOS SU JETOS DEL D ERECH O INTERNACIONAL
23
Por otra parte, las organizaciones internacionales tienen una estructura interna
común para todas ellas, lo que la doctrina ha llamado “ estructura trinitaria orgáni­
ca” ;43 un órgano representativo de todos los estados miembros, que recibe diferen­
tes denominaciones: Asamblea General, Conferencia, Consejo o Comité de Minis­
tros; un órgano ejecutivo, de número más reducido, conocido por las siguientes
denominaciones: Consejo de Seguridad, Junta de Administración, Consejo de
Administración, y un órgano administrativo al que se le denomina Secretaría
General u Oficina.
La doctrina de derecho internacional tiene una serie de criterios de clasificación
de las organizaciones internacionales; la más común es la que distingue a las
organizaciones de ámbito universal de las organizaciones de ámbito regional. Las
primeras son aquellas que tienen una competencia general, no importando la región;
el ejemplo clásico es la Organización de Naciones Unidas (ONU), y también se
puede mencionar, entre otras, a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), la Organización de las Naciones para la Agricultura y la Alimentación
(FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las organizaciones de ámbito regional son aquellas que tienen una limitación
territorial en su competencia. En América Latina tenemos como ejemplo la Orga­
nización de Estados Americanos (OEA), el Banco Interamericano de Desarrollo
( b i d ), el Sistema Económico Latinoamericano ( s e l a ); en Europa el Consejo de
Europa, la Comunidad Europea, el Consejo Nórdico; en África, el Banco Africano
de Desarrollo, la Organización de Unidad Africana; en Asia, el Banco Asiático de
Desarrollo.
LAS ORGANIZACIONES PARECIDAS A LAS ESTATALES
Este tipo de organizaciones tiene algunas características similares a las estatales,
sin que podamos afirmar que son totalmente organizaciones estatales; sin embargo,
son sujetos de derecho internacional. En esta categoría comprendemos a la Iglesia
católica, y a la Soberana Orden de Malta.
La Iglesia católica
Hay una discrepancia en la doctrina de derecho internacional en lo relativo a
determinar quién es el titular de la subjetividad internacional, si la Iglesia católica,
la Santa sede, o el Vaticano. Por ejemplo, el maestro Sepúlveda no hace diferencia
entre el Vaticano y la Santa Sede;44 la profesora Ortiz A hlf opina que la Santa Sede
43 Manuel Medina, Las organizaciones internacionales, 2a. ed., Alianza Universidad, Madrid,
1979, p. 54.
44 César Sepúlveda, Derecho internacional, op. cit., pp. 487-489.
24
D EREC H O INTERNACIONAL PÚBLICO
y la Ciudad del Vaticano son sujetos diferentes del derecho internacional.45 En su
completísima monografía sobre los sujetos del derecho internacional, el jurista
argentino Julio A. Barberis razona que el sujeto del derecho internacional es la
Iglesia católica, y un órgano de ella es la Santa Sede: “ la Santa Sede es sólo el
órgano regular del gobierno que representa a la Iglesia en el plano internacional y
que ésta es el sujeto de derecho de gentes, conviene mencionar también que
excepcionalmente la Iglesia actúa por medio de otros órganos” 46 y aparte reconoce
a la Ciudad del Vaticano como sujeto diferente.
Nosotros nos inclinamos por una posición monista. El 11 de febrero de 1929
la Iglesia católica y el Reino de Italia celebraron los denominados Pactos de Letrán,
mediante los cuales se crea la Ciudad del Vaticano.
Los Pactos de Letrán traen por consecuencia:
a) regular las relaciones entre Iglesia y Estado;
b ) crear una independencia de la Iglesia católica, con una organización
concreta compuesta de un territorio que es la Ciudad del Vaticano, con una
autoridad que la representa, el sumo Pontífice (la ley fundamental de la
Ciudad del Vaticano, en su artículo 1 indica que el Sumo Pontífice es el
soberano de la Ciudad del Vaticano y posee la plenitud de Poder Legisla­
tivo, Ejecutivo y Judicial).47
En ejercicio de su subjetividad internacional, la Iglesia católica realiza tratados
internacionales denominados concordatos, y tiene derecho a enviar y recibir agentes
diplomáticos. Los documentos que regulan la constitución y funcionamiento de la
Iglesia católica son, indudablemente, los Pactos de Letrán y su ley fundamental.
En conclusión, la Iglesia católica, como poder material, cuenta con una plena
organización que le permite tener una estructura interna e internacional y una
indudable subjetividad internacional, aunque no se le considere una organización
estatal.
La Soberana Orden M ilitar de Malta
La Soberana Orden M ilitar de Malta, nacida en el siglo XI, con fines hospitalarios
y militares (con una importante participación en las Cruzadas). Después de cambios
de sede, desde 1834 se estableció definitivamente en Roma. La Soberana Orden es
un fenómeno del derecho internacional; está constituida en el nivel interno; tiene
una Constitución que data del 24 de junio de 1961, y su subjetividad internacional
se manifiesta de la siguiente manera:
a) Tiene posibilidad de concertar tratados con la finalidad de llevar a cabo su
actividad hospitalaria y asistencial;
45 Loretta Ortiz Ahlf, Derecho internacional, op. cit., pp. 47-48.
46 Julio A., Barberis, op. cit., p. 100.
47 Ibidem, p. 101.
LOS SU JETOS DEL D ERECH O INTERNACIONAL
25
b) M antiene relaciones diplomáticas con muchos estados, es decir, es titular
del ju s legati.
Como decíamos anteriormente, la Soberana Orden es un fenómeno del derecho
internacional, pues por una parte su manifestación de la subjetividad internacional
es clara y, por otra, guarda cierta dependencia religiosa con la Iglesia católica; sin
embargo, ésta le otorga amplia independencia; por ejemplo, la Soberana Orden
tiene acreditado ante la Iglesia católica un representante de carácter diplomático.
Concluyamos que la Soberana Orden Militar de Malta es un sujeto parecido a
los estatales, sin que sea un ente estatal, más bien un sujeto sui generis del derecho
internacional.
LOS PUEBLOS QUE LUCHAN POR SU LIBERACIÓN
(CONFLICTOS ARMADOS SIN CARÁCTER INTERNACIONAL)_______
La subjetividad internacional se ha modificado rápidamente, sobre todo en este
siglo, adecuándose a las necesidades de las relaciones internacionales. El derecho
internacional contemporáneo reconoce como sujetos a ciertos grupos humanos que
nacen de una situación de beligerancia, y que están en tránsito de convertirse en
formaciones políticas más definidas, como pueden ser las de Estado. Por eso,
en algunas ocasiones, la doctrina los considera Estados en status nascendi. Lo que
es indudable es que su subjetividad internacional es transitoria y se termina cuando
una de las partes realiza un control total de la situación.
Las Convenciones de Ginebra, de 12 de agosto de 1949, en su artículo tercero,
que es común a todas, y el Protocolo II, que adiciona a dichas convenciones de
fecha 1977, contiene reglas precisas aplicables a los conflictos armados sin carácter
internacional.
El artículo tercero de las Convenciones de Ginebra se refiere a que los
contendientes en un conflicto armado sin carácter internacional deben “tratar con
hum anidad” a las personas que no participen directamente en las hostilidades;
además, prescribe un cierto cuidado para los heridos y enfermos.48
48 El artículo 3 textualmente dice:
En caso de conflicto armado sin carácter internacional y que surja en el territorio de una de las
Altas Partes contratantes, cada una de las partes contendientes tendrá la obligación de aplicar por lo
menos las disposiciones siguientes:
1. Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluso los miembros de las
fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas que hayan depuesto las armas y las
personas que hayan quedado fuera de combate por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra
causa, serán en toda circunstancia, tratados con humanidad, sin distinción alguna de carácter desfavo­
rable basada en la raza, el color, la religión o las creencias, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier
otro criterio análogo. A tal efecto, están y quedan prohibidas, en cualquier tiempo y lugar, respecto a
las personas arriba mencionadas:
a)
los atentados a la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus formas,
las mutilaciones, los tratos crueles, torturas y suplicios.
D ERECH O INTERNACIONAL PÚBLICO
Por su parte, el Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra relativo a la
protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional
(Protocolo II) que desarrolla y completa el artículo común a dichos convenios,
también obliga a las partes de un conflicto bélico, sin carácter internacional, a
proteger las garantías fundamentales de las personas que no participen directamente
en las hostilidades o que hayan dejado de participar en ellas, estén o no privados
de libertad.
La partes contendientes en un conflicto armado sin carácter internacional, es
decir, en el interior de un país, son sujetos del derecho internacional, ya que tienen
derechos y obligaciones derivadas del derecho internacional convencional, como
lo estamos analizando.
Ahora bien, ¿cuándo estamos en la hipótesis de encontramos con grupos
armados que sean protegidos por las Convenciones de Ginebra y el Protocolo II?
La respuesta la da este último instrumento normativo. El Protocolo II señala los
requisitos que debe reunir el grupo armado para caer en la hipótesis prevista en la
Convención de Ginebra y el Protocolo II:
a) Que el grupo armado tenga cierta organización y actúe bajo un jefe
responsable, y
b) Que ejerza un control tal sobre una parte del territorio nacional que le
permita llevar a cabo operaciones militares continuas y concertadas, y
aplicar las normas del Protocolo II (art. 1).
El Protocolo II sólo se aplica a conflictos armados; esto significa que no se
aplica a “ las situaciones de tensiones internas y de disturbios interiores, tales como
los motines, los actos esporádicos y aislados de violencia y otros actos análogos”
(art. 1), que evidentemente son regulados por el derecho interno de los estados.
Aquí se presenta un problema teórico muy interesante: ¿cómo es posible
obligar a un tercero a que cumpla un tratado internacional? o en otras palabras,
¿cómo es posible que el grupo armado, que no sea el gubernamental, sea obligado
por el Protocolo II o la Convención de Ginebra, si es evidente que por no estar en
el poder no los ha firmado? La respuesta se encuentra en el derecho consuetudina­
rio. Para Barberis, una norma consuetudinaria autoriza a las partes en un tratado a
conferir derechos y obligaciones a un tercero.49 Nosotros somos de la idea de que
estas normas tienen un carácter consuetudinario y de ahí su obligatoriedad. Son
normas que tienen por objeto humanizar la contienda bélica y que se deben aplicar
independientemente de su adopción por las partes en conflicto.
Ahora bien, estas normas no se aplican a los conflictos donde una de las partes
lucha contra “ la dominación colonial y la ocupación extranjera y contra los
regímenes racistas” , ya que en este caso se aplica una normatividad diferente.
b) la toma de rehenes,
c) los atentados a la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes;
d) las condenas dictadas y las ejecuciones efectuadas sin previo juicio, emitido por un tribunal
regularmente constituido, provisto de garantías judiciales reconocidas como indispensables por los
pueblos civilizados.
49 Julio A. Barberis, op. cit., p. 120.
LOS SUJETOS DEL D ERECH O INTERNACIONAL
27
Por otra parte, es curioso que México sea parte de las Convenciones de
Ginebra, mediante firma y ratificación hechas en el año de 1952, también del
Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra relativo a la protección de las
víctimas de los conflictos armados internacionales (Protocolo I), en virtud de su
adhesión hecha en 1983, pero no así del Protocolo adicional a los Convenios de
Ginebra relativo a la Protección de las víctimas de los conflictos armados sin el
carácter internacional (Parte II). Las razones se ignoran.
EL RECONOCIMIENTO DE BELIGERANCIA
El asunto de los conflictos internos de carácter internacional trae a colación una
institución de derecho internacional denominada “ reconocimiento de beligeran­
cia” que consiste en reconocer a un grupo sublevado un status jurídico internacio­
nal. Este grupo sublevado participa en un conflicto interno: guerra civil, insurrec­
ción, rebelión política, levantamiento para liberar el país de gobernantes locales o
extranjeros, impuestos y no elegidos por el pueblo, la sucesión o el rompimiento
de estructuras federales o similares ya que no corresponden a la realidad sociopolítica-económica y a las aspiraciones populares.50
Por supuesto, el reconocimiento de beligerancia no supone un juicio valorativo
en relación con la rebelión, sino es el reconocimiento de hechos existentes que
requieren una regulación internacional para humanizar la contienda bélica.
Las consecuencias jurídicas que se derivan del reconocimiento de beligerancia
son de carácter temporal, pues dependen de la prolongación de la lucha armada. El
grupo sublevado es considerado como un Estado, solamente por lo que respecta a
las operaciones de guerra; por tanto, el efecto fundamental del reconocimiento es
la obligación de aplicar las leyes de guerra entre los insurrectos y el gobierno
establecido, y en cuanto a los terceros estados, éstos tienen la obligación de ceñir
su conducta a los derechos y obligaciones de la neutralidad, absteniéndose de
ayudar a cualquiera de las partes beligerantes.
El reconocimiento de beligerancia puede hacerse en forma expresa o tácita.
Evidentemente, el gobierno constituido rara vez dará un reconocimiento expreso,
por eso normalmente hay que remitirse al reconocimiento tácito del grupo belige­
rante contrario.
LOS MOVIMIENTOS DE LIBERACIÓN NACIONAL
(CONFLICTOS ARMADOS INTERNACIONALES)
Éste es un concepto producto de una larga evolución que se cristaliza el 14 de
diciembre de 1960 cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la
50
Véase “ Reconocimiento de beligerancia”, en Diccionario jurídico mexicano, Porrúa,
México, 1988, pp. 2686-2687.
unam ,
28
D ERECH O INTERNACIONAL PÚBLICO
resolución 1514 (x v ) denominada “ Declaración sobre la concesión de la inde­
pendencia a los países y pueblos coloniales.”
El concepto de lucha de los pueblos armados por su liberación, o de movimien­
tos de liberación nacional, está íntimamente ligado con el principio de autodeter­
minación de los pueblos. En virtud de este principio, los gobiernos de las metrópolis
tienen la obligación de abstenerse del uso de la fuerza a fin de que sus colonias
puedan llegar pacíficamente a la independencia. En todo caso se aplican las
Convenciones de Ginebra y el Protocolo I Adicional a las convenciones de Ginebra
(1977) y específicamente su artículo 1, parágrafo 4.
Innumerables resoluciones ha dictado la Asamblea General de Naciones
Unidas sobre la autodeterminación de los pueblos que inclusive comprende a los
de África del sur que luchan contra la política del apartheid.
En otro momento, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tenía
un status especial, ya que se le reconocía como movimiento de liberación nacional
y además participaba, a invitación de la Asamblea General, como observador en
sus sesiones de trabajo.51 También poseía el estatuto de observador permanente
en la UNESCO, OIT, f a o y OMS.
Por supuesto que en el caso de los movimientos de liberación nacional no es
requisito esencial que se tenga el control exclusivo de una parte del territorio. Así
se desprendía del caso de la OLP.
EL COMITÉ INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA
El Comité Internacional de la Cruz Roja, creado en 1863 a iniciativa de Henry
Dunant y Gustave Moynier, tiene funciones de asistencia humanitaria internacio­
nal, y para cumplirlas es titular de derecho y obligaciones internacionales.
Dicho comité está compuesto por tres órganos: la Asamblea, el Consejo
Consultivo y la Dirección, de acuerdo con su estatuto de 1915, que ha sido
modificado en varias ocasiones.
Los Convenios de Ginebra de 1949 se refieren en varias ocasiones al Comité
Internacional de la Cruz Roja, concediéndole derechos y obligaciones. Por ejemplo,
el artículo 125 del Convenio de Ginebra sobre el Trato a los Prisioneros de Guerra
(Convenio número 3) le concede al Comité Internacional facultades para “ visitar
a los prisioneros de guerra, repartirles socorros, materiales de cualquier origen
[ ...] ” , y así, las referencias al Comité Internacional son muy frecuentes en el texto
de los Convenios de Ginebra. Lo mismo sucede con los protocolos de 1977. Estos
instrumentos internacionales también conceden un papel muy importante en la
designación de las potencias protectoras, que son las encargadas de salvaguardar
los intereses de las partes en conflicto, como se desprende del artículo 5 del
Protocolo I.
51 Resolución de la Asamblea General 3237 (XXIX).
LOS SUJETOS DEL D EREC H O INTERNACIONAL
29
Además, el Comité Internacional desempeña otras actividades en el plano in­
ternacional que le dan un carácter, indudable, de sujeto de derecho internacional:
suscribe tratados, goza de inmunidades de jurisdicción en determinada medida, ejer­
ce la protección de sus funcionarios, cumple funciones análogas a las consulares.52
El Comité Internacional de la Cruz Roja tiene una activa presencia en las
relaciones internacionales; además, su asistencia es una necesidad en los conflictos
o desastres que desgraciadamente asolan a nuestro mundo con mucha frecuencia.
Por tanto, su subjetividad internacional es vista no sólo como una necesidad, sino
también con simpatía.
EL INDIVIDUO COMO SUJETO DE DERECHO INTERNACIONAL
El individuo tiene una subjetividad jurídica muy limitada; sin embargo, no hay duda
que es un sujeto del derecho internacional. En primer término, recordemos que las
convenciones de Ginebra de 1949 y sus protocolos de 1977 protegen al individuo;
es decir, en este caso el individuo es titular de derechos reconocidos en instumentos
internacionales.
Es en el ámbito de los derechos humanos y en el del derecho humanitario
internacional donde el individuo encuentra sustento para su subjetividad interna­
cional. La Convención sobre Genocidio, del 9 de diciembre de 1948; la Convención
sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1951 y su Protocolo de 1967; el Tratado de
Londres del 8 de agosto de 1945, que crea el tribunal militar internacional para
juzgar a los criminales de guerra; las convenciones sobre derechos humanos de
Roma, del 4 de noviembre de 1950 y de San José de Costa Rica del 22 de noviembre
de 1969, son, entre otros, documentos de derecho internacional que toman al
individuo como titular de derechos y obligaciones internacionales.
Sin embargo, esta subjetividad internacional es muy limitada. Veamos por
ejemplo el Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
aprobada el 8 de abril de 1980, cuyo artículo 23 autoriza a “ cualquier persona o
grupo de personas [...] a presentar a la Comisión peticiones referentes a presuntas
violaciones de un derecho humano; pero solamente la Comisión puede someter el
caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, quien es la única que tiene
facultades jurisdiccionales” . En otras palabras, y según el profesor Fix-Zamudio,
solo los estados y la Comisión Interamericana “ tienen capacidad procesal de
carácter activo para presentar una demanda ante la Corte Interamericana” .53 Es
evidente que los derechos de los individuos en el nivel internacional tienen ciertas
limitaciones.
Otros casos en que los individuos tienen subjetividad internacional son los
relativos a la piratería marítima, terrorismo y los ya mencionados crímenes de
genocidio o de guerra.
52 Julio A. Barberis, op. cit., p. 157.
53 Héctor Fix-Zamudio, “ El sistema americano de protección de los derechos humanos” , en
Cuadernos del Instituto de Investigaciones Jurídicas, año I, núm. 1, México, enero-abril de 1986, p. 66.
30
D EREC H O INTERNACIONAL PÚBLICO
OTROS SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
La evolución de la subjetividad internacional parece muy activa, ya que manifiesta
la evolución de las relaciones internacionales en donde aparecen nuevos factores de
poder y es precisamente esta situación la que lleva a ciertas confusiones. El hecho
de que sean indudables factores de poder algunos entes internacionales, no significa
que tengan una subjetividad jurídica en el derecho internacional público. Para ser
considerado sujeto de derecho internacional es necesario pasar un riguroso examen
alrededor de sus derechos y obligaciones internacionales y su capacidad de ejerci­
cio. En algunos casos, como por ejemplo “ los países subdesarrollados” como una
nueva categoría de sujeto, son proyecciones que todavía no están totalmente
maduras; ya que no resisten, por ahora, un examen sobre sus derechos y obligacio­
nes internacionales y su capacidad de ejercicio.
Así vemos, que en la doctrina no hay una corriente dominante; son ideas,
conceptos, que no tienen del todo una base teórico-práctica sólida, pero pueden ser
proyecciones de instituciones de la subjetividad del futuro.
Tal es el caso de las empresas transnacionales, la humanidad, los países
subdesarrollados, las Organizaciones Internacionales no Gubernamentales (ONG)
entre otros conceptos. En el caso de las empresas transnacionales, algunos piensan,
acertadamente, que éstas no deben de tener subjetividad internacional, y en caso de
querer controlarlas, se debe hacer por medio de los estados de los cuales son
originarios.54 Otros, como el maestro César Sepúlveda, muestran cierta inclinación
para incluirlas dentro del catálogo de sujetos de derecho internacional.55 Los
conceptos de humanidad y países subdesarrollados se encuentran también en
discusión entre los estudiosos del derecho internacional.56 En el caso de las ONG,
su desarrollo y su gran impacto en las relaciones internacionales han hecho pensar
que pueden constituirlas en sujetos internacionales. Es indudable su gran impacto,
sin embargo, es muy dudoso que sean titulares de derechos y obligaciones a tal
grado que puedan constituirse en sujetos.
54 Bernardo Sepúlveda, “ Las empresas transnacionales y la transferencia de tecnología. Reflexio­
nes sobre las perspectivas para su regulación internacional”, en Los problemas en un mundo en proceso
de cambio, u n a m , México, 1978, p. 107.
55 César Sepúlveda, Derecho internacional, op. cit., p. 495.
56 Véase, por ejemplo, el interesante trabajo de Antonio Canchóla Castro, en Los sujetos del
derecho internacional del desarrollo, tesis de licenciatura Facultad de Derecho, u n a m , México, 1986.
D erecho internacional público
Víctor M. Rojas Amandi
NOS
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C u l t u r a H ju r íd ic a
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C a p ít u l o t e r c e r o
i
I
Los sujetos del
Sujeto del
d ip
es quien tiene la capacidad de acuerdo con el
d ip
d ip
para ser titular
de derechos y objeto de las obligaciones previstas p o r dicho sistema jurídico.
E n el
d ip
clásico se le reconoció esta capacidad solam ente a los Estados, con la
sola excepción de la Santa Sede. E n el
d ip
m od ern o , se reconoce que además de
los Estados, tam bién las organizaciones internacionales son sujetos del
esta form a, se distingue entre sujetos del
del
d ip
d ip
d ip .
De
originarios — Estados— y sujetos
derivados o secundarios.
I. L o s Estados
La Teoría del Estado clásica desarrolló la “ teoría de los tres elementos” . De
acuerdo con esta, los tres elementos constitutivos del Estado, son: territorio,
pueblo y poder.
i . El territorio
Bajo el concepto de territorio del Estado se entiende el conjunto de espacios
geográficos en donde el sistema jurídico nacional de un Estado es válido. El
territorio de un Estado se delimita por tres tipos de fronteras: frontera de tie­
rra, frontera de mar y frontera de aire. La frontera territorial se fija de manera
unilateral o mediante tratados internacionales. La frontera de mar se fija por
la Convención Internacional del Derecho del M ar del 10 de diciembre de
1982; según esta Convención el espacio marino donde el Estado adyacente
ejerce su soberanía plena, al que se le conoce com o mar territorial, es un
espacio de 12 millas marinas a los largo de las costas. Asimismo, existe un es­
pacio de 200 millas marinas a lo largo de las costas, al que se denomina zona
35
D
erecho
in t e r n a c io n a l p ú b l ic o
económ ica exclusiva, en donde el Estado adyacente tiene la facultad exclu­
siva de explotación de los recursos marítimos. Por cuanto hace a la frontera
de aire todavía no existe acuerdo alguno, aunque se suele mencionar una
distancia entre 8o y 100 kilómetros de altura.
2. El pueblo
Por pueblo se entiende el grupo de personas sobre los cuales el Estado ejer­
ce sus poderes soberanos. A pesar de que no se requiere que el pueblo de un
Estado tenga una unidad cultural com ún, esto es, que tenga origines étnicos,
idioma, religión e historia comunes, la experiencia demuestra que, cuando
en el pueblo de un Estado se integra por diversos grupos culturales, en m u­
chos casos existe el riesgo de vivir en un estado de guerra civil latente.
3. El poder
E l poder es la capacidad de la organización estatal de establecer y hacer fun­
cionar un orden político interno (soberanía interna) y de actuar de manera
independiente en el marco del dip (soberanía externa).
D e acuerdo con el d i p moderno, la soberanía no es un principio ab­
soluto, sino relativo, que significa que el poder del Estado no puede estar
por encima del d i p , sino que se debe ejercer en el marco del orden jurídico
internacional. La relatividad de la soberanía se muestra en que el poder
soberano de un Estado se encuentra limitado por el poder soberano de los
demás Estados. Sobre todo mediante la multitud de tratados internacionales
que se han celebrado en la época del d i p m oderno se ha fijado la relatividad
de la soberanía. H oy día, apenas se si se puede encontrar un Estado que no
haya limitado su capacidad de acción de manera voluntaria mediante la fir­
ma de tratados internacionales. Estas limitaciones se encuentran sobre todo
en el campo de la protección de los derechos humanos.
4. El principio de la efectividad
Decisivo para tener la calidad de Estado resulta saber si el poder del Estado
se ha impuesto efectivamente por un periodo considerable. E n este caso no
resulta relevante la actuación del poder público en base a normas legales
(legalidad) ni su legitimidad.
36
Los sujetos del
d ip
5. La teoría de la continuidad de los Estados
Según la teoría de la continuidad de los Estados, ni las revoluciones dentro
de un Estado, ni los cambios que sufre el territorio de un Estado, ni las m e­
didas que toma una potencia extranjera en el territorio de un Estado que
mantiene ocupado, afectan la existencia del Estado com o sujeto del d i p .
Aun en el caso que el poder soberano de un Estado pierda efectividad,
no se puede hablar de que un Estado ha desaparecido a causa de falta del po­
der soberano, a menos que no exista la mínima posibilidad de que dicho
poder se restablecerá en el futuro.
La teoría de la continuidad de los Estados lleva en la práctica a que para
el surgimiento de un Estado se fijen requisitos más estrictos que para su des­
aparición. Por lo mismo, una organización socio-política puede ser tratada
com o un Estado, cuando ya no cumple los requisitos que se exigen para el
surgimiento de un Estado.
E l sentido del principio de continuidad radica en que las obligaciones
internacionales de un Estado, que desaparecerían con la desaparición del
mismo, deben ser mantenidas por tanto tiempo com o sea posible.
E n caso de la ocupación militar de un Estado por otro, se debe señalar
que la calidad estatal sólo en casos excepcionales desaparece. Esto sucede
cuando, en lugar de los órganos del Estado, actúan directamente órganos
de un Estado extranjero, o se funda un nuevo poder estatal. E l hecho de
que después de un conflicto armado, las fuerzas de ocupación exijan gastos
de reparación, es un indicio de la continuidad de un Estado.
6. El problema de los Estados fracasados
E n el m undo contem poráneo se ha acuñado el térm ino de Estados fra­
casados para denom inar a los Estados en los que, sin haber sido objeto
de intromisiones extranjeras, y debido a causas estrictamente internas, el
poder del Estado ha desaparecido prácticamente. Entre los mismos pueden
ser mencionados: Cam boya, Somalia, R uan da y Liberia. Otros Estados que
ya muestran los prim eros rasgos de Estados fracasados son Etiopía, Zaire y
Georgia.
La razón de que existan Estados que durante décadas pudieron subsistir
com o tales, y que hoy día sólo lo son en la form a, radica en el hecho de que,
cuando los mismos surgieron después de haber sido descolonizados, reci­
bieron ayuda de las superpotencias de la Guerra Fría con la que pudieron fun­
37
D
erecho
in t e r n a c io n a l p ú b l ic o
cionar com o auténticos Estados, a pesar de que no contaban con los recursos
sociales, políticos y económicos para conform ar organizaciones estatales.
Se cuestiona si los Estados fracasados todavía deben seguir siendo llama­
dos Estados, pues su poder hace tiempo que ya no existe. Sin embargo, de
desconocérseles el estatus de Estados, el territorio de los mismos podría ser
anexado legítimamente por otros Estados; esto debido a que la prohibición
del ejercicio de la fuerza y de la intervención que el d i p le im pone a los
Estados, sólo es en relación con otros Estados y no con las organizaciones
socio-políticas que no tienen tal carácter. La calidad estatal de dichos Esta­
dos fracasados se acepta para garantizar el derecho de autodeterm inación de
los pueblos de los grupos que en su territorio habitan.
Por otra parte, mientras en los Estados fracasados existan grupos que
luchan por el poder del Estado no se puede decir que no exista posibilidad
de que el mismo se restablezca.
Debido a que el Estado fracasado es un Estado en los términos del d i p ,
al mismo se le reconocen todos y cada uno de los derechos que el d i p les
garantiza a los Estados.
7. Las ciudades internacionales
Las ciudades internacionales son ciudades-Estado, cuyo poder soberano se
encuentra limitado por el hecho de que su poder soberano lo ejercen un
grupo de Estados o una organización internacional. Históricamente, las ciu­
dades que han sido internacionalizadas representan un compromiso entre
varios Estados para solucionar controversias territoriales. C o m o ejemplos se
pueden mencionar Cracovia, Danzing, Trieste, Jerusalén, Shanghai y Tánger.
II. Las organ izaciones internacionales (01)
Las Oí son organismos permanentes creados mediante el acuerdo de volun­
tades de d i p entre dos o más Estados para la consecución de un objetivo
común perm itido por el d i p . Las Oí poseen voluntad propia y, por lo menos,
un órgano propio. Las 01, finalmente, son sujetos de obligaciones y titulares
de derechos del d i p , esto es, tienen personalidad jurídica en el d i p . A diferen­
cia de la personalidad jurídica que los Estados tienen en el d i p que es origi­
naria e ilimitada, la personalidad jurídica de las 01 es derivada y limitada, pues
la misma se deriva del acuerdo de voluntades de los Estados que la crearon
38
Los sujetos del
d ip
y se limita a los derechos y obligaciones necesarios para la consecución de
sus objetivos.
E n las oí, la unión entre los Estados miembros se da con base en el
principio de igualdad. Todos ellos deben cederle a la Oí las mismas facultades
soberanas y, en principio, deben tener el derecho de que su voto en los órga­
nos de representación de los Estados valga exactamente igual al de los votos
de todos los demás Estados miembros.
III. Sujetos especiales del
d ip
1. La Ciudad del Vaticano
La Ciudad del Vaticano es un Estado soberano regido por el Papa, que se
encuentra ubicado dentro de la ciudad de R o m a. La Ciudad delVaticano fue
cedida mediante los Tratados de San Juan de Letrán en 1920 a la Iglesia Cató­
lica com o indemnización por los territorios del Estado de la Iglesia Católica
que se ubicaban en el centro de la península y que en 1870 fueron anexados
por el R e in o de Italia.
2. La Santa Sede
La Santa Sede es un sujeto del d i p que se integra por el obispo de R o m a
(el Papa) y por la C u ria R om an a, que es un grupo de personas que se
encargan de las actividades administrativas de la Iglesia Católica. E l nuncio
apostólico, es el embajador de la Santa Sede en los Estados extranjeros y, por
lo mismo, es jefe de la misión diplomática.
D ebe quedar claro que, la Ciudad del Vaticano y la Santa Sede son dos
sujetos de d i p independientes uno del otro.
3. La Orden de los Caballeros de Malta
La O rden de los Caballeros de Malta es un sujeto sui géneris de d i p reco­
nocido por casi todos los Estados, a pesar de haber perdido su territorio
soberano: la isla de Malta. Esta O rden tiene una personalidad limitad de d i p .
39
D
e r e c h o in t e r n a c io n a l p ú b l ic o
H oy día, sólo lleva a cabo actividades filantrópicas y puede llevara a cabo
funciones de fuerza de protección en conflictos armados.
4. E l C o m ité In ternacion al de la C ru z R o ja
E l Com ité Internacional de la C ru z R o ja es una organización que se inte­
gra hasta por 25 ciudadanos particulares suizos que tiene Su sede en Ginebra
y que posee una personalidad limitada de d i p . E n conflictos armados, el
Com ité tiene el derecho de realizar inspecciones a los campos de prisio­
neros de guerra.
N o se debe confundir el Com ité Internacional de la C ruz R o ja , con las
sociedades nacionales de la C ruz R o ja , con la Liga de las Sociedades de la
C ruz R o ja, ni con la Conferencia Internacional de la Cruz R o ja , los que no
tienen personalidad alguna de d ip .
5. Sujetos con p ersonalidad ju ríd ic a de
d ip
dudosa
A . R ebeliones y regímenes de facto
U na guerra civil es un conflicto interno de un Estado determinado que,
sólo le puede interesar al d i p cuando en una fase cruenta del conflicto se
viola el estándar m ínim o humanitario de los insurgentes.
Cuando los insurgentes han ejercido durante un largo tiempo un con­
trol efectivo en el territorio del Estado que ocupan, se puede hablar de un
régim en de facto. A éste, a pesar de que de hecho tiene los tres elementos
del Estado, no se le reconoce personalidad de d i p .
El reconocim iento de una rebelión por un tercer Estado, viola el princi­
pio de prohibición de la intervención en los asuntos internos de otro Esta­
do, a menos que, dicho reconocim iento sea la única posibilidad de proteger
los derechos de los ciudadanos de terceros Estados que se encuentren en el
territorio ocupado por el m ovim iento rebelde.
B. Los m ovim ientos de liberación nacional
Los m ovimientos de liberación nacional representan una categoría especial
de las rebeliones. Ellos luchan con base en el principio del derecho de au­
todeterminación de los pueblos contra el poder extranjero que controla el
Estado. A este tipo de movimientos no se les reconoce personalidad de d i p .
40
Los
s u je to s d e l d ip
C uestionario
1.
¿Q ué facultades tiene
2.
¿Cuáles son los tres elementos constitutivos del Estado?
3.
¿Cuáles son los tres tipos de fronteras de un territorio?
4.
¿Cuál es el pueblo del Estado?
5.
¿Q ué es el poder del Estado?
6.
¿Defina el principio de efectividad?
7.
¿Cuáles son las características de la teoría de la continuidad
de los Estados?
8.
¿Q ué es un Estado fracasado?
9.
¿Q ué son las ciudades internacionales?
10 .
Defina el concepto de organización internacional
11.
¿Cuáles son los sujetos especiales del
12 .
¿Cuáles son los sujetos con personalidad jurídica de
un
sujeto de
d ip ?
d ip ?
d ip
dudosa?
(
41
C a p ít u l o s é p t im o
El reconocimiento internacional
El reconocim iento consiste en una m anifestación unilateral de voluntad de un
Estado m ediante la que se reconoce la existencia de una determ inada situación
jurídica com o puede ser: Estados, gobiernos, gobiernos de facto, m ovim ientos
beligerantes, com ités de liberación nacionales. Se suelen distinguir dos grados:
reconocim iento de iure y reconocim iento defacto.
I. C o n cep to
El reconocim iento consiste en una manifestación unilateral de voluntad de
un Estado mediante la que se reconoce la existencia de una determinada si­
tuación jurídica, tal y com o sería el caso de la existencia de un Estado, de un
gobierno o de un comité de liberación nacional.
U n a vez que el reconocim iento ha sido otorgado, el mismo no puede
ser revocado. U na excepción a este principio existe sólo cuando el recono­
cimiento ya no tiene más objeto alguno debido a que el Estado o gobierno
reconocidos han desaparecido.
II. Las situaciones q u e p u e d e n ser o b jeto de reco n o cim ien to
C in co son las situaciones que pueden ser objeto de reconocim iento:
A. Estados
B. Gobiernos
C. G obiernos de facto
61
D
erecho
in t e r n a c io n a l p ú b l ic o
D. M ovim ientos beligerantes
E. Com ités de liberación nacionales
III. Las form as del reco n o cim ien to
Dos son las formas mediante las que se lleva a cabo el reconocim iento:
expreso y tácito. E l reconocim iento expreso se otorga mediante una de­
claración formal, escrita o verbal. El reconocim iento tácito se lleva a cabo
mediante actos que llevan implícita la voluntad de un Estado de reconocer
determinada situación, com o por ejemplo, el establecimiento de relaciones
diplomáticas, el recibimiento del jefe de Estado o, la conclusión de tratados
internacionales bilaterales.
La conclusión por parte de un Estado de tratados multilaterales del que
es parte otro Estado al que no ha reconocido, no implica su reconocim ien­
to. Tam poco el hecho de que un Estado form e parte de una organización
internacional de la que también form en parte otros Estados a los que no
ha reconocido trae implícito un reconocim iento. Sin embargo, si en este
último caso, el Estado ha manifestado su voluntad para que otro Estado
entre a form ar parte de la organización internacional, esto implicaría su
reconocim iento tácito.
IV. Los grados del reco n o cim ien to
C o n relación a los efectos del reconocim iento se suelen distinguir dos gra­
dos: reconocimiento de iure y reconocimiento de facto. E l reconocim iento de iure
significa que, el Estado que reconoce acepta que el Estado reconocido cum ­
ple todos y cada uno de los requisitos necesarios para ser un sujeto del P iP .
E l reconocim iento de facto, en cambio, significa que, el Estado que reco­
noce acepta de manera provisional y guardando sus reservas para el futuro
que, el Estado reconocido cumple las condiciones necesarias que exige el
d i p para poder llegar a ser sujeto del d i p .
62
El reconocim iento internacional
V. El reco n o cim ien to de los Estados
Para que un Estado pueda ser reconocido, deben existir los tres elementos:
territorio, poder y pueblo. La legitimidad del poder del Estado no es nece­
saria para el reconocim iento del mismo.
H oy en día se discute si la calidad de Estado de una organización sociopolítica depende del reconocim iento (teoría constitutiva) o, por el contrario,
el efecto del reconocim iento es solamente la confirm ación de una situación
que de hecho existe, de tal forma, que la calidad estatal existía aún antes de
mediar el reconocim iento (teoría declarativa).
1. ¿Existe una obligación de otorgar un reconocimiento a un Estado?
Según la doctrina Lauterpacht, existe una obligación para otorgar el recono­
cimiento a los Estados existentes. Sin embargo, esta doctrina aún no ha lle­
gado a ser parte del derecho de costumbre internacional, por lo que ningún
Estado tiene derecho a ser reconocido por los demás Estados, ni se encuen­
tra obligado a reconocer a los demás Estados.
2. Consecuencias de un reconocimiento prematuro
Cuando una organización social o m ovim iento político son reconocidos
com o Estado a pesar de que no existan los tres elementos, el Estado que
reconoce lleva a cabo una conducta que se puede conceptuar com o un
ilícito internacional, debido a que la misma se puede tipificar com o una
intervención en los asuntos internos de otro Estado. En este caso, se debe
tener en cuenta que, no se puede considerar que un nuevo Estado ha nacido
mediante su separación de otro cuando aún existen luchas armadas entre las
fuerzas armadas de ambos.
V I. El reco n o cim ien to de los g o b iernos
N orm alm ente no existe la necesidad de que un gobierno sea reconocido,
pues el reconocim iento del Estado lleva im plícito el reconocim iento de su
gobierno. Sin embargo, el reconocim iento de un gobierno puede llegar a
ser necesario cuando el mismo haya cambiado de una form a que resulte
63
D
erecho
in t e r n a c io n a l p ú b l ic o
contraria al régim en constitucional del Estado, pues en dicho caso se debe
determinar si los nuevos gobernantes son competentes en los términos del
d i p para representar al Estado en sus relaciones internacionales. Según la
doctrina Estrada, el reconocim iento de un gobierno en tales casos, también
implica una intromisión en los asuntos internos de otro Estado, sin embargo,
dicha doctrina no ha llegado a ser parte de la costumbre internacional.
Para que un nuevo gobierno pueda ser reconocido, se requiere que el
mismo ejerza un control efectivo sobre todo el territorio del Estado. Sobre
esto, no debe existir oposición significativa alguna y dicho gobierno debe
ser aceptado por una parte considerable de la población.
Siempre se debe tomar en cuenta que de acuerdo con la doctrina Stim son,
a la que ya se le puede considerar parte del derecho de costumbre interna­
cional, no debe ser reconocida ninguna situación que haya surgido median­
te una violación del d i p . Tam poco se debe olvidar que la doctrina Stim son nos
puede llevar a un conflicto con el principio de efectividad.
V II. El reco n o cim ien to de los m ovim ientos b eligerantes
También es posible que un m ovim iento insurgente sea reconocido por el
gobierno del país en el que lucha com o un movim iento beligerante. La
consecuencia de este reconocim iento es que, a los miembros del mismo no
se les podrá aplicar más el derecho penal interno, y en cambio los mismos
deberán ser objeto del derecho internacional de guerra (ius in bello).
64
El reconocim iento internacional
C uestionario
1.
¿C óm o se define el reconocim iento internacional?
2.
¿Cuáles son las situaciones que pueden ser objeto de reconocimiento
internacional?
3.
¿Cuáles son las formas del reconocim iento internacional?
4.
¿Cuáles son los grados de reconocimiento?
5.
¿Q ué sostiene la doctrina Lauterpacht sobre el reconocim iento
de los Estados?
6.
¿Cuáles son las consecuencias de un reconocim iento prematuro
de los Estados?
7.
¿Cuándo puede llegar a ser necesario el reconocim iento
de un gobierno?
8.
¿Cuál es la consecuencia del reconocim iento de un m ovimiento
beligerante?
65
Derecho Internacional Público
Lectura 4
(Derecho Constitucional Internacional)
Apéndice
Luis L. Córdova Arellano
www.cordovaluis.org
ESTADO
DE DERECHO
INTERNACIONAL
M a n u e l B e c e r r a R a m ír e z
N u r ia G o n z á le z M a r tín
Coordinadores
u n iv e r s id a d n a c io n a l a u t ó n o m a d e
MÉXICO, 2 0 1 2
Mé x ic o
EL ESTADO PLURINACIONAL COMO REFERENCIA TEÓRICA
PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESTADO DE DERECHO
INTERNACIONAL
Jo sé L u iz QUADROS DE MAGALHÁES*
Tatiana RlBEIRO
SUMARIO: I. Introducción. II. El Estado nacional. III. El Es­
tado plurinacional. IV. Un nuevo orden internacional fundado
en la igualdad dem ocrática y en la efectiva diversidad. V. Con­
clusiones.
I. I n t r o d u c c i ó n
Las nuevas Constituciones de Bolivia y Ecuador de 2009 representan una
gran novedad para el derecho constitucional, ya que suponen una potencial
ruptura con el paradigma del Estado nacional.
Además de ser una novedad para el constitucionalismo y en consecuen­
cia para el derecho, la proposición teórica del Estado plurinacional puede
representar, además, un nuevo paradigma para la construcción de un nuevo
orden jurídico-institucional internacional.
Todas las experiencias puestas a prueba hasta ahora en el campo inter­
nacional toman como referencia, invariablemente, el derecho del Estado
nacional construido en la realidad europea a partir del siglo XV. Su caracte­
rística uniformizadora está, de diferentes maneras, repetida en los arreglos
institucionales de los órdenes regionales y mundiales hasta ahora experi­
mentados.
Eso refleja la era europea, para la cual simbólicamente podemos esta­
blecer como referencia la fecha de 1492, que marca la expulsión de la pe­
nínsula ibérica de los árabes y posteriormente de los judíos y el inicio de la
*
Profesor de derecho constitucional
195
196
JOSÉ LUIZ QUADROS DE MAGALHÁES / TATIANA RIBEIRO
invasión europea en América (con la llegada de Colón al territorio que pasó
a ser llamado América Central).
En este texto proponemos una nueva construcción internacional que sig­
nifique una ruptura con la hegemonía europea, que empieza a llegar a su fin.
Para ello nos inspiramos en el Estado plurinacional como un modelo de or­
den jurídico plural, diverso, democrático y tolerante, que sea capaz de crear
espacios de diálogo permanente donde las partes involucradas puedan com­
parecer en condiciones de igualdad de expresión, sin que sean sometidas a
seudoimperativos de valor construidos por otra cultura, y entonces puedan
efectivamente construir una agenda mundial de derechos que lleguen a ser
unlversalizados. Otra novedad de la propuesta está en el hecho de que ésta
no se enmarca en las visiones tradicionales culturalista o universalista. Por
un lado, una visión culturalista no servirá para encubrir violaciones de de­
rechos y de autoritarismos, un vez que estos grupos se comprometen a dis­
cutir de forma permanente. Sentarse a una mesa (simbólicamente) y discu­
tirlo todo es la mejor forma de superar intolerancias y violencias. Mientras
haya debate, no habrá violencia. Sin duda, esta estrategia es más eficaz que
intervenciones armadas dichas humanitarias, todas siempre muy trágicas.
En este punto podemos decir que un derecho que efectivamente debe ser
universalizado es aquel que promueva espacios permanentes de discusión.
Por otro lado, alejamos un discurso que suena hipócrita: el de un univer­
salismo que nunca ha sido universal, sino europeo. La imposición de valo­
res y de derechos se ha mostrado como una forma eficaz de dominación y de
imposición de intereses de potencias hegemónicas casi siempre europeas,
aunque no se encontraran en el continente europeo. Incluso las más legíti­
mas intervenciones humanitarias ocultan intereses hegemónicos.
Para demostrar el potencial de la idea del Estado plurinacional en la
construcción de un Estado de derecho internacional vamos en este texto
a explicar, primeramente, la formación del Estado nacional, entender su
significado e importancia, para después comprender las bases del Estado
plurinacional.
Es importante recordar que la creación de nuevos espacios instituciona­
les de diálogo internacional debe revisar las bases tradicionales del dere­
cho internacional (europeo), siendo que el primer aspecto a ser revisto son
los sujetos del derecho internacional. Creemos que la revisión de los roles
de los diversos actores del orden internacional se aproxima con la teori­
zación de algo que ya, desde hace mucho, ocurre en la realidad histórica
concreta de las relaciones internacionales. Los Estados nacionales son cada
vez más impotentes y tal vez efectivamente menos importantes en la reso-
EL ESTADO PLURINACIONAL COMO REFERENCIA TEÓRICA
197
lución de los problemas y de los desafíos mundiales. En tal medida, pensar
en un nuevo arreglo mundial sugiere, incluso, la superación de la idea de
intemacionalización, una vez que ésta se basa en las premisas del Estado
nacional y en una realidad en parte ya superada. Es fundamental reconocer
el papel de los nuevos actores (Estados regionales, plurinacionales, grupos
étnicos, ONG, empresas, personas, movimientos sociales) en nuevos espa­
cios institucionales para pensar un orden mundial democrático (y no sola­
mente internacional).
Para entender el Estado plurinacional y cómo este Estado puede servir
de modelo para la construcción de un nuevo orden internacional de acuerdo
con la construcción de un Estado de derecho internacional, vamos a estudiar
la formación del Estado nacional y su lógica de funcionamiento.
II. E l E s t a d o n a c i o n a l
La formación del Estado moderno a partir del siglo XV tuvo lugar des­
pués de luchas internas, donde el poder del rey se afirma frente a los po­
deres de los señores feudales, unificando el poder interno, unificando los
ejércitos y la economía, para entonces afirmar este mismo poder frente a
los poderes externos, los imperios y la Iglesia. Se trata de un poder unificador en una esfera intermedia, ya que por un lado crea un poder organizado y
jerarquizado internamente sobre los conflictos regionales —las identidades
existentes antes de la formación del reino y del Estado nacional que surge
en ese momento— , y por otro lado, se afirma frente al poder de la Iglesia y
de los imperios. Es éste el proceso que ocurre en Portugal, España, Francia
e Inglaterra.1
De estos hechos históricos deriva el surgimiento del concepto de sobe­
ranía en un doble sentido: la soberanía interna a partir de la unificación del
reino sobre los grupos de poder representados por los nobles (señores feu­
dales), con la adopción de un único ejército subordinado a una única volun­
tad; la soberanía externa a partir de la no sumisión automática a la voluntad
del papa y al poder imperial (multiétnico y descentralizado).
Un problema importante surge en ese momento, fundamental para el co­
nocimiento del poder del Estado (primeramente por los súbditos, y que per­
manece para los ciudadanos en el futuro Estado constitucional): para que el
1
Creveld, Martin van Creveld, Ascensao e declínio do Estado, Sao Paulo, Editora Martins Fontes, 2004, y Cueva, Mario de la, La idea del Estado, 5a. ed., México, Fondo de
Cultura Económica-UNAM, 1996.
198
JOSÉ LUIZ QUADROS DE MAGALHÁES / TATIANA RIBEIRO
poder del rey (o del Estado) sea reconocido, este rey no puede identificarse
particularmente con ningún grupo étnico interno. Los diversos grupos de
identificación preexistentes al Estado nacional no pueden crear conflictos o
barreras intransponibles de comunicación, pues amenazarán la continuidad
del reconocimiento del poder y del territorio de este nuevo Estado soberano.
Así, la construcción de una identidad nacional se vuelve fundamental para
el ejercicio del poder soberano.
De esa forma, si el rey pertenece a una región del Estado que tiene cul­
tura propia, marcas comunes con las que claramente se identifica, difícil­
mente otro grupo, con otras identificaciones, reconocerá su poder. De esa
manera, la tarea principal de este nuevo Estado es crear una nacionalidad
(conjunto de valores de identidad) sobre las identidades (incluso podemos
hablar de nacionalidades) preexistentes.2 La unidad de España aún hoy ra­
dica — entre otros motivos— en la capacidad del poder del Estado para
mantener una nacionalidad española por encima de las nacionalidades pre­
existentes (gallegos, vascos, catalanes, andaluces, castellanos, entre otros).
El día en que estas identidades regionales prevalezcan sobre la identidad
española, el Estado español estará condenado a la disolución. Como ejem­
plo reciente, podemos citar la fragmentación de Yugoslavia entre varios pe­
queños Estados independientes (Estados étnicos), como Macedonia, Serbia,
Croacia, Montenegro, Bosnia, Eslovenia, y en 2008 el impasse en Kosovo.
Por tanto, la tarea de construcción del Estado nacional (del Estado moder­
no) dependía de la construcción de una identidad nacional o, en otras pa­
labras, de la imposición de valores comunes que deberían ser compartidos
por los diferentes grupos étnicos y por los diversos grupos sociales para que
fuera reconocido el poder del Estado, del soberano. Así, en España, el rey
de Castilla pasa a ser español, y todos los grupos internos deberían también
sentirse españoles, reconociendo así la autoridad del soberano.
Este proceso de creación de una nacionalidad dependía de la imposición
y de la aceptación de valores comunes por el pueblo. ¿Cuáles han sido ini­
2 Utilizamos en este texto las palabras “identidad” e “identificaciones” casi com o si­
nónim os; es decir, una identidad se construye a partir de la identificación de un grupo con
determinados valores. Es importante recordar que el sentido de estas palabras es múltiple en
autores diferentes. Podemos adoptar el sentido de identidad como un conjunto de caracterís­
ticas de una persona que permiten múltiples identificaciones, siendo dinámicas y mutables.
Ya la idea de identificación se refiere al conjunto de valores, características y prácticas cul­
turales con las que un grupo social se identifica. En ese sentido, no podríamos hablar de una
identidad nacional o una identidad constitucional, sino de identificaciones que permiten la
cohesión de un grupo. Identificación con un sistema de valores o con un sistema de derechos
y valores que lo sostienen, por ejemplo.
EL ESTADO PLURINACIONAL COMO REFERENCIA TEÓRICA
199
cialmente esos valores? Un enemigo común (en la España del siglo XV
los moros, el imperio extranjero), una lucha común, un proyecto común y,
en aquel momento, el factor fundamental unificador: una religión común.
España nace, así, con la expulsión de los musulmanes y posteriormente de
los judíos. Se crea en aquella época una policía de la nacionalidad: la Santa
Inquisición. Ser español era ser católico, y quien no se comportara como un
buen español era excluido.
La formación del Estado moderno está, por lo tanto, íntimamente rela­
cionada con la intolerancia religiosa, cultural, la negación de la diversidad
fuera de determinados padrones y límites. El Estado moderno nace de la
intolerancia con el diferente, y dependía de políticas de intolerancia para su
afirmación. Hasta hoy podemos ver el fundamental papel de la religión en
los conflictos internacionales, la intolerancia con el diferente. Incluso Esta­
dos que constitucionalmente aceptan la condición de Estados laicos tienen
en la religión una base fuerte de su poder; el caso más asustador es el de
Estados Unidos, país dividido entre protestantes evangélicos fundamentalistas, por un lado, y protestantes liberales, por otro lado. Esto repercute
directamente en la política de Estado, en las relaciones internacionales y en
las elecciones internas. La misma vinculación religiosa con la política de
Estado podemos comprobar en una Unión Europea cristiana, que resiste a
la inclusión de Turquía y convive con el crecimiento de la población mu­
sulmana europea.
El Estado moderno ha sido la gran creación de la modernidad, juntamen­
te, en el siglo XVIII, con la afirmación del Estado constitucional.
En América Latina los Estados nacionales se forman a partir de las lu­
chas por la independencia a lo largo del siglo XIX. Un factor común en esos
Estados es el hecho de que, casi invariablemente, han sido Estados construi­
dos para una parcela minoritaria de la población, donde no había el interés
—por parte de las elites económicas y militares— de que la mayor parte
de la población se sintiera parte del Estado. De esa forma, en proporciones
diferentes en toda América, muchos pueblos nativos (de los más diversos
grupos indígenas), así como millones de inmigrantes forzados africanos,
han sido radicalmente excluidos de cualquier idea de nacionalidad. El de­
recho no estaba para estas minorías, la nacionalidad no existía para estas
personas. No interesaba a las elites que indígenas y africanos tuvieran el
sentimiento de nacionales.
De forma distinta a Europa, donde se construyeron Estados nacionales
para todos los que se encuadraran en el comportamiento religioso impues­
to por los Estados, en América no se esperaba que los indígenas y negros
200
JOSÉ LUIZ QUADROS DE MAGALHÁES / TATIANA RIBEIRO
se comportaran como iguales. Era mejor que permanecieran al margen, o
incluso, en el caso de los indígenas, que no existieran: se mataron millones
de ellos.
En ese sentido, las revoluciones de Bolivia y de Ecuador, sus poderes
constituyentes democráticos fundan un nuevo Estado capaz de superar la
brutalidad de los Estados nacionales en América: el Estado plurinacional,
democrático y popular.
Nunca en América hemos tenido tantos gobiernos democráticos popula­
res como en este sorprendente siglo XXI. Lo importante es que estos go­
biernos no son apenas democrático-representativos, sino además participativos, dialógicos.
Una nueva idea, en este proceso, llama la atención: el Estado plurinacio­
nal de las Constituciones de Ecuador y de Bolivia.
III. EL ESTADO PLURINACIONAL
América Latina sufre un proceso de transformación social democrática
importante y sorprendente. De Argentina a México los movimientos so­
ciales movilizan y conquistan importantes victorias electorales. Derechos
históricamente negados a los pueblos originarios de la tierra llamada “Amé­
rica” por el invasor europeo, ahora son reconocidos. En medio de estos
diferentes procesos de transformación social vemos que cada país, delante
de sus peculiaridades históricas, traza caminos diferentes, pero ninguno ha
abandonado el camino institucional de la democracia representativa, su­
mando a esta una fuerte democracia dialógica participativa.
Así, en 2009 vemos ai Uruguay de Tabaré Vázquez buscar la reconstruc­
ción de los derechos sociales, a la Argentina de Cristina Kirchner reformar
las fuerzas armadas introduciendo la enseñanza de los derechos humanos; al
Paraguay de Lugo buscando rescatar una deuda centenaria de humillación
y de exclusión de los pobres y de los pueblos nativos; al Chile de Michelle
Bachelet intentando romper la resistencia de una clase media conservadora
y machista; a la Venezuela de Hugo Chávez caminando para el socialismo;
al pueblo de El Salvador eligiendo un gobierno comprometido con los de­
rechos democráticos y sociales; y especialmente Bolivia y Ecuador, donde
los gobiernos elegidos con fuerte apoyo popular promulgaron sus nuevas
Constituciones, y con éstas un concepto totalmente innovador para el mun­
do jurídico: el Estado plurinacional.
Vamos a introducir solamente este concepto como fruto de un proceso
democrático que se inició con revoluciones pacíficas, donde los pueblos
EL ESTADO PLURINACIONAL COMO REFERENCIA TEÓRICA
201
originarios (llamados por el invasor de “indígenas”) finalmente, después de
500 años de exclusión radical, reconquistan gradualmente su libertad y su
dignidad.
La idea de Estado plurinacional puede superar las bases uniformizadoras
e intolerantes del Estado nacional, donde todos los grupos sociales deben
conformarse a los valores determinados en la Constitución nacional en tér­
minos de derecho de familia, derecho de propiedad y sistema económico,
entre otros importantes aspectos de la vida social. Como vimos anterior­
mente, el Estado nacional nace a partir de la uniformización de valores uni­
da a la intolerancia religiosa.
A partir de la constitucionalización y de su lenta democratización (toda­
vía de bases meramente representativas, en general) ya no se podría admitir
la construcción de la identidad nacional basada en una única religión que
uniformizara el comportamiento en el plano económico (derecho de propie­
dad) y en el plano familiar. Se hizo necesario construir otra justificativa y
otro factor agregador que permitieran a los diversos grupos sociales presen­
tes en el Estado moderno reconocerse y, a partir de entonces, reconocer el
poder del Estado como legítimo.
La Constitución cumplirá esta función. No democrático en sus inicios, el
constitucionalismo va a uniformizar (junto con el derecho civil) los valores
de esa sociedad nacional, creando un único derecho de familia y un único
régimen de propiedad que sustentaría el sistema económico. Esto ocurrió en
todos los tipos constitucionales: liberal, social o socialista.
La uniformización de valores y de comportamientos, especialmente en
la familia y en la forma de propiedad, excluye racialmente grupos sociales
diferentes (étnicos y culturales), que, o bien se adaptan o bien son exclui­
dos de esa sociedad constitucionalizada (uniformizada). El destino de esos
pueblos es el distanciamiento, la aculturación y la pérdida de raíces o bien
la miseria, los presidios o todavía los manicomios.
La lógica del Estado nacional ahora constitucionalizado e incluso “de­
mocratizado” sustenta esta uniformización. La ideología que justifica todo
eso es la existencia de un posible “pacto social” o “contrato social”, o cual­
quier idea que procura identificar en las bases de estas sociedades america­
nas un posible acuerdo uniformizador, como si los pueblos nativos pudie­
ran renunciar a su historia y cultura para asumir el derecho de familia y el
derecho de propiedad del invasor europeo, que siguió en el poder con sus
descendientes blancos desde los procesos de independencia del siglo XIX.
La gran revolución del Estado plurinacional está en el hecho de que este Es­
tado constitucional, democrático participativo y dialógico puede finalmente
202
JOSÉ LUIZ QUADROS DE MAGALHÁES / TATIANA RIBEIRO
romper con las bases teóricas y sociales del Estado nacional constitucio­
nal y democrático representativo (poco democrático y nada representativo
de los grupos no uniformizados), uniformizador de valores y, consecuente­
mente, radicalmente excluyente. El Estado plurinacional reconoce la demo­
cracia participativa como la base de la democracia representativa y garan­
tiza la existencia de formas de constitución de la familia y de la economía
según los valores tradicionales de los diversos grupos sociales (étnicos y
culturales) existentes.
En palabras de Ileana Almeida3 sobre el proceso de construcción del Es­
tado plurinacional en Ecuador: “Sin embargo, no se toma en cuenta que los
grupos étnicos no luchan simplemente por parcelas de tierras cultivables,
sino por un derecho histórico. Por lo mismo se defiende las tierras comuna­
les y se trata de preservar las zonas de significado ecológico-cultural”. Cier­
tamente, este Estado tira por tierra el proyecto uniformizador del Estado
moderno, que sostiene a la sociedad capitalista como sistema único fundado
en la falsa naturalización de la familia y de la propiedad, y más tarde de la
economía liberal. En palabras de la autora:
Al funcionar el Estado como representación de una nación única cumple tam ­
bién su papel en el plano ideológico. La privación de derechos políticos a
las nacionalidades no hispanizadas lleva al desconocimiento de la existencia
m ism a de otros pueblos y convierte al indígena en víctim a del racismo. La
ideología de la discrim inación, aunque no es oficial, de hecho está genera­
lizada en los diferentes estratos étnicos. Esto empuja a muchos indígenas a
abandonar su identidad y pasar a form ar filas de la nación ecuatoriana aun­
que, por lo general, en su sectores más explotados.4
La Constitución de Bolivia, en la misma línea de creación de un Estado
plurinacional, dispone sobre la cuestión indígena en cerca de los 80 de los
411 artículos. Según el texto, los 36 “pueblos nativos” (aquellos que vivían
en Bolivia antes de la invasión de los europeos) pasan a tener participación
amplia efectiva en todos los niveles del poder estatal y en la economía. Con
la aprobación de la nueva Constitución, Bolivia pasó a tener una cuota para
parlamentares originales de pueblos indígenas, que también pasarán a tener
propiedad exclusiva sobre los recursos forestales y derechos sobre la tie­
rra y los recursos hídricos de sus comunidades. La Constitución establece
la equivalencia entre la justicia tradicional indígena y la justicia ordinaria
3 Almeida, Ileana, E l Estado plurinacional. Valor histórico y libertad política para los
indígenas ecuatorianos, Quito, Editora Abya Yala, 2008, p. 21.
4 Ibidem, pp. 19 y 20.
EL ESTADO PLURINACIONAL COMO REFERENCIA TEÓRICA
20 3
del país. Cada comunidad indígena podrá tener su propio “tribunal”, con
jueces elegidos entre los habitantes. Las decisiones de esos tribunales no
podrán ser revisadas por la justicia común. Otro aspecto importante está en
el hecho de la descentralización de las normas electorales. Así, los repre­
sentantes de los pueblos indígenas podrán ser elegidos a partir de las nor­
mas electorales de sus comunidades. La Constitución prevé aún la creación
de un tribunal constitucional plurinacional, con miembros elegidos por el
sistema ordinario y por el sistema indígena. La nueva Constitución demo­
crática transforma la organización territorial del país. El nuevo texto prevé
la división en cuatro niveles de autonomía: el departamental (equivalente a
los Estados brasileños), el regional, el municipal y el indígena. Por el pro­
yecto, cada una de estas regiones autónomas podrá promover elecciones
directas de sus gobernantes y administrar sus recursos económicos. El pro­
yecto constitucional avanza todavía hacia la construcción del Estado pluri­
nacional al romper con la vinculación del Estado con la religión (la religión
católica aún era oficial) transformando a Bolivia en un Estado laico (Brasil
lo es desde 1891).
Otro aspecto importante es el reconocimiento de varias formas de cons­
titución de la familia.
Además de importante instrumento de transformación social, garantía de
derechos democráticos, sociales, económicos plurales y personales diver­
sos, la Constitución de Bolivia es un modelo de construcción de un nuevo
orden político, económico y social internacional. Es el camino para pensar­
se en un Estado democrático y social de derecho internacional.
Citando nuevamente a Ileana Almeida:
En contra de lo que podría pensarse, el reconocim iento de la especificidad
étnica no fracciona la unidad de las fuerzas democráticas que se alinean en
contra del imperialismo. Todo lo contrario, m ientras más se robustezca la
conciencia nacional de los diferentes grupos, m ás firme será la resistencia al
im perialism o bajo cualquiera de sus formas (genocidio, im posición política,
religiosa o cultural) y, sobre todo, la explotación económ ica.5
América Latina (mejor: América plural), que nace renovada en estas de­
mocracias dialógicas populares, se redescubre a sí misma también indígena,
democrática, económicamente igualitaria y social y culturalmente diversa,
plural. En medio a la crisis económica y ambiental global, que anuncia el
fin de una época de violencias, fundada en el egoísmo y en la competitivi5 Idem.
204
JOSÉ LUIZ QUADROS DE MAGALHÁES / TATIANA RIBEIRO
dad, nuestra América Latina anuncia finalmente algo de nuevo, democrático
y tolerante, capaz de romper con la intolerancia unificadora y violenta de
quinientos años de Estado nacional.
IV. U N NUEVO ORDEN INTERNACIONAL FUNDADO EN LA IGUALDAD
DEM OCRÁTICA Y EN LA EFECTIVA DIVERSIDAD
El Estado plurinacional sirve de ejemplo para pensar un nuevo orden in­
ternacional no europeo, no hegemónico, sino plural, diverso y democrático.
Todas las formas de organización del poder, desde la modernidad (siglo
XV) han invariablemente reproducido el modelo uniformizador hegemóni­
co de la era europea (desde 1492). El Estado plurinacional rompe con ello
y puede servir de inspiración para construir un nuevo orden internacional
democrático, múltiple (más allá de multipolar) y, finalmente, democrático.
En busca de la caracterización de un posible “Estado de derecho interna­
cional” debemos buscar una construcción teórica que supere el paradigma
uniformizador vigente fundado en el Estado nacional. Como se ha visto, el
Estado nacional creado a partir del siglo XV (Portugal y España seguidos
por Inglaterra, Francia y Holanda) inventa un derecho territorial y unifor­
mizador. Viabilizar el ejercicio del poder centralizado y jerarquizado, que
propone el Estado moderno (nacional), dependía de la uniformización de la
economía y de los valores sociales, y consecuentemente de la uniformiza­
ción del derecho de propiedad y de familia y de la creación de una moneda
nacional y de la policía nacional. Se consiguió la construcción de esta uni­
formización con violencia e intolerancia, una vez que era, necesariamente,
uniformizadora.
Incluso con la posterior constitucionalización del Estado moderno y el
surgimiento de formas descentralizadas de organización territorial (como
el Estado federal) no se ha abandonado la uniformización básica del dere­
cho de propiedad y del derecho de familia.
Al analizar las formas descentralizadas de Estado más recientes (el Es­
tado regional en Italia a partir de la Constitución de 1947 y el Estado au­
tonómico en España con la Constitución de 1978 y la redemocratización)
se observa la preocupación por la preservación de la diversidad cultural,
lingüística, procurando resolver conflictos que amenazaban fragmentar los
Estados nacionales. Estas formas innovadoras fueron creadas no para la
superación del Estado nacional, sino para su preservación. Acontece, así,
la descentralización y el reconocimiento de diversidad con la intención de
EL ESTADO PLURINACIONAL COMO REFERENCIA TEÓRICA
205
preservar la uniformidad que interesa: la uniformidad económica fundada
en la uniformización del derecho de familia y de propiedad.
Antes de esas innovadoras formas descentralizadas que se desdoblan al
final del siglo XX conocíamos el Estado federal. El federalismo moderno
aparece en los Estados Unidos de América y representa una de las formas
más descentralizadas de Estado. ¿Es el Estado federal un Estado nacional?
La respuesta se hace muy fácil cuando pensamos en el ejemplo norteameri­
cano y en su fuerte nacionalismo.
El federalismo surge justamente de la necesidad de que sea establecido
un poder fuerte manteniéndose la diversidad, pero uniformizando lo que es
necesario para el desarrollo de una economía nacional fuerte. Así, se consti­
tuye un ejército nacional que viabilice la expansión económica, una policía
nacional fuerte para control y represión de los no excluidos en el sistema
económico, una religión hegemónica y un derecho de familia y de propie­
dad que garantice una fuerte base uniformizadora.
Si estudiamos el proceso de formación y de transformación de los demás
Estados federales vamos a encontrar las mismas características uniformizadoras del Estado nacional. Desde la enorme complejidad de la Unión
Soviética y su proceso de “rusificación”, pasando por la diversidad de India
y de Africa del Sur, visualizamos los casos de Brasil, México, Venezuela,
Argentina, Australia, Austria, Alemania y los casos interesantes de Bélgica
y Canadá; invariablemente estaremos frente a construcciones nacionales en
los padrones tradicionales.
En el siglo XX observamos todavía el desarrollo de un derecho interna­
cional (básicamente europeo y por tanto uniformizador) y de un derecho
comunitario europeo, que aunque tratara de buscar la preservación de la
diversidad cultural y lingüística de los Estados-miembros, es altamente uni­
formizador en sus bases; esto es, economía (derecho de propiedad), y valo­
res que sostienen la economía capitalista (el derecho de familia).
Este orden europeo uniformizador (una era de quinientos años) parece
estar acercándose a su final. De ahí que no podemos pensar en un “Estado
de derecho internacional” fundado en los mismos paradigmas hegemónicos
uniformizadores de siempre. Por este motivo proponemos un orden inter­
nacional efectivamente plural, igualitario y democrático, para el cual bus­
camos el modelo de Estado plurinacional previsto en las Constituciones de
Bolivia y Ecuador de 2009.
Este Estado rompe con el paradigma de quinientos años de Estado na­
cional, permitiendo que cada grupo étnico preserve su propio derecho de
familia y de propiedad, y tribunales propios para solucionar conflictos en
206
JOSÉ LUIZ QUADROS DE MAGALHÁES / TATIANA RIBEIRO
esos ámbitos, creando un espacio de diálogo democrático donde las partes
comparecen en condición de igualdad para construir una agenda común de
derechos humanos (o fundamentales, en la perspectiva constitucional).
V. CONCLUSIONES
Con el fin de proponer un nuevo orden internacional y la construcción de
un “Estado de derecho internacional” recorrimos un camino histórico para
comprender el surgimiento y la evolución del Estado moderno:
a) Vimos que el Estado moderno surge a partir de la afirmación de un
ámbito territorial intermedio de poder: el poder de los reyes entre el poder
de los imperios (multiétnico y descentralizado) y el poder de los señores
feudales (local y fragmentado);
b) Para que el poder de este nuevo Estado fuera reconocido fue necesario
construir una nacionalidad por encima de las nacionalidades preexistentes.
Así, se inventó el español como una identidad por encima de las identidades
anteriores de castellanos, gallegos, vascos, catalanes y otros, proceso que
se repitió en diferentes escalas en Francia, Portugal, Reino Unido y varios
otros Estados nacionales que se formaron en los últimos quinientos años;
c) Este Estado nacional uniformiza valores por medio, primeramente, de
la religión. A partir de entonces gradualmente se construye un fuerte apara­
to burocrático que permite el desarrollo del capitalismo: el pueblo nacional,
la moneda nacional, los bancos nacionales, los ejércitos nacionales (funda­
mental para la expansión europea la búsqueda de recursos para el desarrollo
de su economía) y la policía (fundamental para el control y la represión de
los pobres excluidos del sistema económico desigual);
d) Desde entonces este modelo uniformizador se reproduce, incluso en
las nuevas formas descentralizadas de Estado como en los Estados federa­
les, los Estados regionales y el Estado autonómico español. En esos Esta­
dos, a pesar de que se reconozca la diversidad cultural y lingüística, la base
uniformizadora del derecho de propiedad (que sostiene un sistema econó­
mico único) y el derecho de familia (que sostiene los valores de este sistema
económico) permanece más o menos intacta y sólida;
e) La uniformización económica fundada en la uniformización del dere­
cho de familia y del derecho de propiedad permanece también en nuevas
formas jurídicas como, por ejemplo, el derecho comunitario europeo;
f) En América los Estados nacionales tuvieron otro proceso de forma­
ción: mientras en Europa los diferentes fueron excluidos físicamente (mu­
EL ESTADO PLURINACIONAL COMO REFERENCIA TEÓRICA
207
sulmanes y judíos) y los menos diferentes fueron uniformizados (los grupos
étnicos internos) en América. Los Estados formados que se independizaron
en los siglos XVIII y XIX fueron construidos por descendientes de los euro­
peos para los hombres blancos descendientes de los europeos. Los pueblos
nativos, llamados “de indios” por aquellos perdidos invasores europeos,
fueron radicalmente excluidos del orden jurídico constitucional que nacía
entonces, e igualmente los inmigrantes forzados de Africa que tuvieron sus
vidas esclavizadas;
g) Surgieron en América Estados nacionales para el 20% de la población
(y ésta es una cifra simbólica, ya que encontramos Estados en los que hasta
hoy la exclusión supera este número). En Estados Unidos la población car­
celaria alcanza ya dos millones setecientas cincuenta mil personas, siendo
que de ellas, el 80% son negros e hispánicos. Los hombres negros alcanzan
la cifra de 800,000 presos, y las mujeres negras, 75,000. Este fenómeno se
repite en toda América Latina. En Brasil solamente los pobres están pre­
sos. La mayoría de los pueblos originarios de Bolivia, Ecuador y Chile
han sido radicalmente excluidos, y sólo ahora, con gobiernos democráticos
finalmente elegidos (Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y
Michele Bachelet en Chile) la situación empieza a cambiar;
h) La ola democrática en América Latina trajo una importante nove­
dad: la previsión de un Estado plurinacional, donde cada grupo étnico
podrá mantener su propio derecho de familia y su propio derecho de pro­
piedad, manteniendo además tribunales para solucionar cuestiones en ta­
les esferas;
i) Esa novedad puede finalmente representar una ruptura con quinientos
años de hegemonía del paradigma del Estado nacional que representa la
hegemonía europea;
j) Pensar un nuevo orden internacional democrático y también igualitario
exige el coraje de romper con un universo europeo que generó los derechos
humanos “universales” europeos y un orden desigual cultural, económico y
social favorable a los Estados del Norte (Europa occidental, EUA y Canadá)
reproducidos en los textos prejuiciosos de supuesta superioridad europea
presentes en el Tratado de Versalles y con fuertes resquicios en la Carta de
las Naciones Unidas (como, por ejemplo, en el sistema de tutela).
Un nuevo orden mundial y la construcción de un derecho internacional
(tal vez mundial) democrático deben partir de la superación de pretensio­
nes hegemónicas; de falsas declaraciones o de suposiciones disimuladas de
superioridad cultural. Un nuevo orden mundial democrático exige la cons­
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JOSÉ LUIZ QUADROS DE MAGALHÁES / TATIANA RIBEIRO
trucción de espacios permanentes de diálogo en condiciones reales de igual­
dad de manifestación, de igualdad de expresión y de igualdad de voto en
las deliberaciones. Un nuevo orden mundial democrático exige el reconoci­
miento de nuevos actores de las relaciones mundiales; de nuevos sujetos de
un derecho internacional que quizá llegue a ser finalmente democrático y
deje de ser meramente internacional, pasando a ser efectivamente mundial.
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