Una introducción al problema de la causalidad de la razón como

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Factótum 14, 2015, pp. 45-60
ISSN 1989-9092
http://www.revistafactotum.com
Una introducción al problema
de la causalidad de la razón como libertad en Kant
Ariel Giménez
Universidad Nacional de San Martín (Argentina)
E-mail: [email protected]
Resumen: El contenido de este artículo analiza la aplicación de la categoría de causalidad a la libertad. Esto
implica pensar a la libertad como una especie de causalidad de la razón en el plano teórico y práctico. Partiendo
de un problema explicito que Kant formula en la Crítica de la Razón Práctica sobre la aplicación de la categoría de
causalidad a la idea de libertad, nos preguntamos si es posible pensar la determinación de la razón como una
causalidad por libertad. La función que tiene la razón consigo misma, en tanto ella es práctica, es determinarse
como voluntad libre. El examen de la voluntad es la crítica de la razón que se piensa y se determina a sí misma
como una “causalidad por libertad”. Exponemos de qué modo puede introducirse el problema de pensar a la idea
de libertad como una causalidad que la razón requiere para fundamentar la acción moral.
Palabras clave: Kant, libertad, razón, causalidad, moralidad.
Abstract: The contents of this article analyzes the application of the category of causality to freedom. This implies
freedom to think as a kind of causality of reason in the theoretical and practical level. From an explicit problem
that Kant formulated in the Critique of Practical Reason on the application of the category of causality to the idea
of the freedom, we wonder if it is posible to think the determination of reason and causality by freedom. The
function that have the reason itself, as it is practical, is determined as free will. Examination of the will is the
critique of reason that thinks and determines itself as a “causality by freedom”. We explained how the problem
can be inserted to think the idea of freedom as causality required to found why moral action.
Keywords: Kant, freedom, reason, causality, morality.
Reconocimientos: Investigación financiada por el programa Stipendienwerk Lateinamerika-Deutschland.
1. Introducción
El contenido de este artículo analiza la
aplicación de la categoría de causalidad a la
libertad. Esto implica pensar a la libertad como
una especie de causalidad de la razón en el
plano teórico y práctico.1 Partiendo de un
problema explicito que Kant formula en la
Crítica de la Razón Práctica2 sobre la aplicación
1
En este punto seguimos a Wagner (2004), que ha expuesto un
concepto de libertad polifacético y con una gama de aspectos
diferentes: cosmológico, estético, ético-político y teleológico.
2
En adelante citaremos la Edición Académica de las obras de
Kant (1902ss). A esta edición aludiremos bajo la abreviatura Ak
seguida del número de tomo (en cifras romanas) y del número de
página (en cifras arábigas). Las referencias a la Crítica de la razón
pura se harán citando edición A o B según corresponda. A las
referencias de la Crítica de la razón práctica y la Crítica del juicio se
antepondrá la abreviatura de la obra seguida del número de tomo y el
número página de mencionada edición según corresponda.
RECIBIDO: 18-09-2015 ACEPTADO: 14-11-2015
de la categoría de causalidad a la idea de
libertad, nos preguntamos si es posible pensar
la determinación de la razón como una
causalidad por libertad. La función que tiene la
razón consigo misma, en tanto ella es práctica,
es determinar-se como voluntad libre. El
examen de la voluntad es la crítica de la razón
que se piensa y se determina a sí misma como
una “causalidad por libertad”.
¿Desde dónde y en qué fundamenta dicho
examen? Para aclarar ésta cuestión es
necesario indagar acerca de la idea de libertad
pensada como causalidad. Esta indagación es
necesaria porque la razón práctica tiene como
objetivo establecer una ley de la voluntad libre
para todo ser racional. Para que la razón
“pueda” proporcionar esa ley a la voluntad, ella
debe pensarse a sí misma apelando a la
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categoría de causalidad en la cual busca una
cierta realización de sus propios objetos de
manera libre.
La moralidad depende del concepto de
autonomía.3 Y este concepto presupone una
idea de libertad pensada como causalidad.
La finalidad de la segunda Crítica es mostrar
la realidad de la razón práctica, esto es,
investigar acerca de la manera de causar sus
objetos en el orden de la moralidad. Si la
causalidad de la razón implica la idea de
libertad como condición para que ésta se
piense a sí misma como voluntad libre,
entonces habrá que preguntarse si es
posible pensar a la libertad como causalidad.
Kant va tener que mostrar de qué manera
puede pensarse esa relación. En líneas
generales podemos contar con una pregunta
orientadora: ¿por qué la idea libertad es una
especie de causalidad de la razón?
La representación de la idea de libertad
tiene que ser pensada de modo tal que sea
una especie de causalidad, y a su vez, la
causalidad de la razón tiene que pre-suponer
la libertad. Con lo cual estamos ante una
exigencia de la razón pura de pensarse a sí
misma como libre de modo causal. Sabemos
que el pensar (en sentido general) no puede
estar
desprovisto
de
categorías.
El
pensamiento de algo en general es por y a
través de las categorías. Con la afirmación
de que la razón pura no puede por su índole
propia “pensar” nada sin una respectiva
categoría, se nos indica que el ámbito
teórico y práctico requiere de la tabla de las
categorías del entendimiento puro. Según un
pasaje
de
la
segunda
Crítica,
las
representaciones de las ideas de la razón
deben pensarse de modo categorial.
Pronto comprendo que no puedo
pensar nada sin categoría, tengo que
buscar
también
primeramente
esa
categoría en la idea que la razón tiene de la
libertad, de la que me estoy ocupando,
categoría que aquí es la causalidad; y que
si bien al concepto de libertad de la razón,
en tanto que es un concepto trascendente,
no puede atribuirse ninguna intuición
correspondiente,
al
concepto
del
entendimiento (de la causalidad), para
cuya síntesis el concepto de la razón
requiere lo incondicionado, sí tiene que
dársele antes una intuición sensible,
gracias a la cual se le asegura primero su
realidad objetiva. (KpV; V, 103)
3
El descubrimiento del principio de autonomía moral,
sostenido por primera vez en la Fundamentación de la Metafísica
de las Costumbres, es caracterizado por Carnois (1973: 79) como
una “segunda revolución copernicana”.
De acuerdo con esto puede decirse que
la razón tiene la necesidad de “buscar” la
categoría
correspondiente
a
toda
representación en el pensamiento. Esto
proporciona
un
fuerte
apoyo
a
la
interpretación de que las ideas de la razón
deben ser pensadas categorialmente, ya que
“para todo uso de la razón respecto de un
objeto se requieren conceptos puros del
entendimiento (categorías), sin los cuales no
se puede pensar ningún objeto” (KpV; V,
136). De aquí que un problema sea el
conocimiento de un objeto de experiencia sin
una intuición al que referir la categoría; lo
no
quiere
decir
que
pensar
sea
necesariamente conocimiento.4 ¿Pero cómo
pensar categorialmente un objeto sin una
intuición que le corresponda?
Todo
uso
de
la
razón
requiere
categorías. En relación a esto, Kant señala
que es necesario resolver “qué sucede con la
aplicación de esta categoría de causalidad a
las cosas que no son objetos de posible
experiencia” (KpV; V, 54). De esto se
deduce una necesidad que surge en virtud
de una cuestión aún más profunda: ¿cómo
pensar
a
la
facultad
de
apetecer
(Begehrunbermögen)?5 Para ello se requiere
establecer que la facultad de apetecer en su
relación con el “entendimiento” como
facultad de pensar (no como facultad de
conocer) define lo que se denomina
“voluntad” (cf. GM, Ak, IV, 446). La voluntad
requiere ser pensada desde una categoría
que en el ámbito práctico de la razón sólo
puede ser la causalidad. Kant lo expresa de
esta forma: “en el concepto de una voluntad
ya está contenido el concepto de causalidad,
y, por ende, en el de una voluntad pura está
el concepto de una causalidad de la libertad”
(KpV; V, 55). Para Kant es legítimo utilizar la
categoría de causalidad para pensar la
voluntad y la idea de libertad inherente a
ella. Esta legitimidad (que analizaremos más
adelante) viene dada porque la categoría de
causalidad
no
está
completamente
restringida a la facultad de conocer, sino que
es un derecho de la razón “en virtud del
origen puro y no empírico del concepto de
4
Véase, KrV B XXVI (nota). Con respecto a la distinción entre
pensar y conocer puede verse que ella forma parte de una
restricción crítica importante en el empleo de las categorías. Cf.
Torretti (1980: 372).
5
Kant define esta facultad del siguiente modo: “Facultad de
apetecer es la facultad que tiene un ser de causar, mediante sus
representaciones la realidad de los objetos de esas
representaciones” (KpV, V, 9 n.). Resulta aclaratorio es hecho de
que Kant ya señale, en los comienzos de la segunda Crítica, que
la facultad de apetecer es la que causa sus propios objetos.
Ahora bien, ¿hasta que punto es una causa que puede ser
independiente de la representación de objetos?
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causa” (KpV; V, 56n).6 La consecuencia
evidente de esto es que la categoría de
causalidad aplicada a la libertad no podría
permanecer en el mero pensamiento “sin
contradicción”, y ante esto, sería necesario
proporcionarle realidad objetiva. De acuerdo
con esto habría que preguntarse entonces:
¿en qué consiste la realidad objetiva de la
categoría de causalidad aplicada a la idea de
libertad?
Kant
quiere
superar
esta
ambivalencia de usar las categorías para lo
suprasensible (cf. KpV; V, 4-5). A partir de
esta ambivalencia, no nos resulta extraño
que una de las objeciones a la segunda
Crítica haya sido que ella establezca “la
realidad objetiva de las categorías aplicadas
a los noúmenos” (KpV; V, 5). Ello implica en
la segunda Crítica mostrar de qué modo
puede usarse las categorías para la ideas y,
sobre todo, para la idea de libertad. La
categoría de causalidad contiene en sí
misma cierta dignidad con respecto a las
demás categorías. Esto se debe a la relación
que se establece entre ella y la idea de
libertad como clave de bóveda (Schlußstein)
de todo el sistema crítico (cf. KpV; V, 3-4).
¿Será suficientemente legítimo desde el
punto de vista crítico representar la idea de
libertad desde la determinación de la
categoría de causalidad?
En el abordaje que Kant hace del
concepto
“causalidad
por
libertad”
distinguimos
dos
momentos con sus
respectivos pasos: 1) un primer momento es
el que se desarrolla en la primera Crítica, en
donde dicho concepto está ligado a la
antinomia de la razón pura. Para llegar a
este punto, un primer paso ha sido
determinar la legitimidad de las categorías
en el conocimiento. Un segundo paso que
efectúa la primera Crítica es resolver el
conflicto antinómico que tiene la razón
consigo misma cuando intenta explicar una
“causa absoluta” (por su derecho a lo
incondicionado) en una serie temporal de
acontecimientos.
2)
En
un
segundo
momento el concepto es abordado desde la
segunda Crítica con vistas a mostrar la
realidad objetiva de las ideas y, con ello, la
6
Torretti hace notar que: “Los conceptos puros del
entendimiento, que sólo sirven para conocer a priori los objetos
espacio-temporales que puede revelarnos la intuición sensible,
nos permiten pensar, cuando los tomamos por sí mismos, hecha
abstracción
de las condiciones peculiares de nuestra
sensibilidad, la noción de un objeto en general, no limitado por
esas condiciones. Este pensamiento no tiene, claro está, valor
cognoscitivo, pues no podemos hacernos una idea de cómo un
objeto así, ni espacial ni temporal, podría ser siquiera posible;
pero ello no lo priva de su significado como pensamiento, que
puede ser útil desde otro punto de vista” (Torretti, 1980: 372-373).
En líneas generales este trabajo intenta desplegar la afirmación
de que las categorías, y sobre todo la categoría de causalidad, es
utilizado por la razón para determinarse a si misma en su libertad.
47
idea de libertad. Para ello, en un primer
paso, Kant tendrá que mostrar la legitimidad
del uso de la categoría de causalidad
aplicado a la libertad; con lo cual este paso
es importante por el modo en que se
desarrolla la idea de libertad dentro del
sistema crítico. El segundo paso será
determinar qué tipo de realidad objetiva
debe atribuirse a la idea de libertad y que ha
conducido a Kant a reflexiones posteriores.
La aclaración de la aplicación de la categoría
de causalidad a la idea de libertad sólo
puede ser realizada cuando se recorre paso
a paso la problemática, con lo cual
respetaremos estos dos momentos en la
exposición que haremos.
2. La validez objetiva de las categorías
en general y el problema de la
aplicación
En la Crítica de la razón pura el concepto
de “causalidad por libertad” es significado
(Bedeutung) y abordado como un concepto
problemático porque está en referencia al
“uso” (Gebrauch) objetivo de las categorías
del entendimiento puro. Al margen del
problema dialéctico de la razón consigo
misma debemos observar la aplicación de la
categoría de causalidad a los objetos de la
experiencia posible y fuera de los límites de
la experiencia. Para ello, la legitimidad
establecida por la propia razón para todo uso
de las categorías del entendimiento en el
campo del conocimiento es un punto
importante para pensar la aplicación. Un
breve análisis de algunos pasajes de la
primera Crítica nos permitirá comprender: a)
qué es una categoría esquematizada; b) qué
es una categoría sin esquema. Con esto
pretendemos pensar al esquematismo como
una elaboración de la validez objetiva de las
categorías7 y, de este modo, aclarar el
7
Allison (1992, original 1983) señala lo que a su entender es
un punto para distinguir con precisión la diferencia entre “validez
objetiva” (objective Gültigkeit) y “realidad objetiva” (objective
Realität). Este autor sostiene que la validez objetiva de las
categorías está en relación con la síntesis de representaciones en
un juicio. En cambio, la realidad objetiva adquiere un sentido
ontológico ya que indica una aplicación a un objeto real que nos
sea dado en la intuición (objeto de experiencia posible) (Cf.
Allison, 1992: 217ss). Esta tesis anteriormente mencionada se
encuentra en abierta oposición a lo que señala Rosales (2009:
148). Este autor indica que Kant utiliza los conceptos de validez
objetiva y realidad objetiva como sinónimos o equivalentes. Para
ello se basa en que la realidad objetiva es una verdad
trascendental y la verdad es validez objetiva. Con lo cual realidad
objetiva y validez objetiva son idénticos. Esto implica que la
realidad objetiva de la categoría, en cuanto a su contenido
conceptual, se refiere a un objeto y, por ende, indica también
aplicación a objetos. Véase también Heidegger (2010: 183-184) y
Meerbote (1972: 51-58).
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Ariel Giménez
problema de la aplicación de las categorías
en general.
Según la versión convencional, la
doctrina del esquematismo tiene como
resultado
el
proporcionar
significación
objetiva
a
un
concepto
puro
del
entendimiento.8
Kant
afirma
que
los
“esquemas” de los conceptos puros del
entendimiento son las condiciones de
significación de estas últimas. Esto quiere
decir que los esquemas son las únicas y
verdaderas condiciones que procuran a los
conceptos puros una referencia a objetos. En
este sentido, las categorías no tienen otro
uso posible que el uso empírico. ¿En qué
consiste tal uso de las categorías? El capítulo
del esquematismo brinda las características
del uso de las categorías. Kant allí hace una
distinción esencial de los usos de los
conceptos puros del entendimiento que tiene
amplias
repercusiones
en
las
determinaciones de una categoría. Dicha
distinción apunta exclusivamente a mostrar
de qué modo puede entenderse la
significación que adquiere una categoría en
su relación a la sensibilidad ya que:
Después de lo que ha sido mostrado
en la Deducción de las categorías, nadie
dudará, espero, en decidirse acerca de la
cuestión de si estos conceptos puros del
entendimiento son de uso meramente
empírico, o también de uso trascendental,
es decir, si, como condiciones de una
experiencia posible, se refieren a priori
solamente a fenómenos, o si, como
condiciones de la posibilidad de las cosas
en general, pueden extenderse a objetos
en sí mismos (sin restricción alguna a
nuestra sensibilidad). Pues allí hemos visto
que los conceptos son enteramente
imposibles, y no tienen significado alguno,
si no les es dado un objeto, ya a ellos
mismos, ya, por lo menos, a los elementos
en los que consisten, y por tanto no
pueden dirigirse a cosas en sí (sin
considerar si, y cómo, pudieran sernos
dadas); que, además, la única manera
como nos son dados objetos es la
modificación
de
nuestra
sensibilidad;
finalmente, que conceptos puros a priori
deben contener a priori, además de la
función del entendimiento en la categoría,
también condiciones formales de la
sensibilidad (a saber, del sentido interno),
las cuales contienen la condición universal,
sólo bajo la cual la categoría puede ser
aplicada a algún objeto. (KrV A 139 / B
140)
8
Leserre (2014: 49-71) señala que el significado objetivo se
construye por la posible referencia a un objeto y por el enlace
necesario de las representaciones en un orden temporal.
En el contexto en el que se ubica dicho
pasaje, las categorías son usadas por el
entendimiento en dos direcciones: por un
lado con el uso empírico y, por el otro, el uso
trascendental
del
entendimiento.
El
resultado de la deducción trascendental es
que las categorías son condiciones de
posibilidad de la experiencia. Ahora bien, no
es lo mismo afirmar que los conceptos puros
del entendimiento son “condiciones de
experiencia posible”, lo cual implica una
referencia de estos a priori sólo a
fenómenos, de modo que la restricción
estaría dada desde la sensibilidad, a afirmar
que las categorías son “condiciones de
posibilidad de las cosas en general”, según
el cual, la extensión de estas va hacia
aquello que es un objeto en sí mismo.
¿Cómo es esa extensión que tienen las
categorías de suyo?
3. Las categorías del entendimiento
como funciones lógicas o formas del
pensamiento en general
Las categorías del entendimiento son
funciones lógicas o formas del pensamiento
en general. Si las categorías abandonan esta
caracterización es por el esquematismo. La
doctrina del esquematismo es lo que permite
establecer la diferencia entre categorías
esquematizadas y sin esquemas o también
denominadas categorías meramente puras.
Con esto surge una doble posibilidad de
mostrar que las categorías no están
completamente restringidas al uso que el
entendimiento puede efectuar con ellas en el
conocimiento. La primera Crítica muestra
que las categorías son las condiciones de
posibilidad de la experiencia, pero estas
originariamente van más allá de los límites
impuestos por la sensibilidad.
El capítulo del esquematismo nos
permite señalar qué es una categoría
esquematizada. Para ello, es menester
considerar en qué consiste el esquematismo.
El esquematismo, como primera parte de la
doctrina transcendental de la facultad de
juzgar, trata sobre “la condición sensible
sólo bajo la cual pueden ser empleados
conceptos puros del entendimiento” (KrV A
136/B
175).
Este
tratar
sobre
las
condiciones sensibles sobre las cuales
pueden ser usados los conceptos puros de
entendimiento le corresponde a la facultad
de juzgar como la “facultad de subsumir
bajo reglas, es decir, de discernir si algo
está, o no, bajo una regla dada (casus datae
legis)” (KrV A 132/B171). De este modo, el
esquematismo en todas sus peculiaridades
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se caracteriza como un procedimiento de
subsunciones. Ahora bien, cuál es la
naturaleza de una subsunción es lo que aún
debe aclararse. A nivel general la subsunción
implica que “un objeto está contenido bajo
un concepto” (KrV A 137/B176). En este
sentido, subsumir bajo reglas equivale a
subsumir intuiciones bajo las categorías. Sin
embargo, la característica principal de la
subsunción es que la representación de algo
bajo algo debe ser homogénea. La condición
de posibilidad de la subsunción es la
homogeneidad (cf. Rosales, 2009: 244). De
acuerdo con esto, Kant en el capítulo del
esquematismo muestra el procedimiento por
el cual se subsumen fenómenos bajo
categorías. Ello va implicar atender a la
pregunta acerca de cómo es posible dicha
subsunción por la peculiar heterogeneidad
entre ambas, es decir, que “los conceptos
puros del entendimiento son completamente
heterogéneos en comparación con las
intuiciones empíricas” (Cf. KrV A 138/B
177).
Entonces,
la
naturaleza
del
procedimiento de la subsunción es “mostrar
la posibilidad de cómo conceptos puros del
entendimiento pueden ser aplicados, en
general, a fenómenos” (KrV A 138/B 177).
La
subsunción
o
aplicación
es
desarrollada bajo el nombre de “esquema
trascendental”. Este trata de resolver la
heterogeneidad entre las categorías y las
intuiciones. Para este fin es necesaria una
representación mediadora que haga posible
la subsunción o aplicación. ¿Por qué es
necesaria una representación mediadora? Si
el contenido de los conceptos puros
estuviese de suyo encerrado en las
intuiciones sensibles o puras, las categorías
serían a posteriori y su origen nos remitiría a
la sensibilidad. De esto se deduce que no
hay una identidad homogénea entre las
categorías y las intuiciones, lo cual hace
necesaria una tercera representación que
medie entre ambos extremos. Por un lado,
esa tercera representación debe ser idéntica
a la categoría y a su vez idéntica a la
intuición si es que ha de ser posible la
homogeneidad.
Por
otro
lado,
dicha
representación debe ser también pura a
priori porque en caso contrario no sería
homogénea con la categoría. En efecto,
“esta representación mediadora debe ser
pura (sin nada empírico), pero [debe ser],
por una parte, intelectual, y por otra parte,
sensible. Una [representación] tal es el
esquema trascendental” (KrV A 138/B 177).
En consecuencia, el “esquema trascendental”
es una representación mediadora intelectual
y sensible.
49
Hasta aquí tenemos una definición del
“esquema trascendental” que se presenta en
los primeros párrafos del capítulo del
esquematismo, y que resulta esencial pero
aún insuficiente para aclarar de modo
específico la aplicación de una categoría a la
intuición pura o sensible. Lo que es pensado
en ambos extremos de la subsunción o
aplicación como esquema trascendental
puede aclarar esa insuficiencia. Si tenemos
en cuenta lo representado en la categoría, es
decir, aquello que es pensado en ella en
tanto concepto que funciona en un juicio,
nos encontramos con que “el concepto del
entendimiento contiene unidad sintética pura
de lo múltiple en general” (KrV A 138/B
177). En el otro extremo el contenido de las
intuiciones debe ser puro y a priori, de lo
contrario el esquema trascendental sería
empírico. De este modo, el contenido debe
ser la intuición pura del tiempo (cf. Rosales,
2009: 245). El tiempo es la única condición
común pura a priori que es contenido en
todas las intuiciones y que opera como
síntesis intuitiva, es decir, “el tiempo, como
condición formal de lo múltiple del sentido
interno, y por tanto, de la conexión de todas
las representaciones, contiene un múltiple a
priori en la intuición pura” (KrV A 138/B
177). De esta manera, la “multiplicidad” y la
“unidad sintética” contrapuestos son los
extremos
a
los
cuales
el
esquema
trascendental tiene la tarea de mediar. Así
pues, el esquema trascendental es una
representación homogénea de la unidad
sintética de lo múltiple en el tiempo. ¿Cómo
es la acción de este esquema trascendental?
Porque hasta aquí tenemos la función y lo
que es el esquema trascendental, pero no su
modo propio de proceder. ¿En qué consiste
esquematizar?
La expresión “esquematizar” indica
principalmente sintetizar un múltiple de
cierto modo y a través de esto producir un
esquema. Esto quiere decir que la facultad
de juzgar esquematiza a las categorías y
produce sus esquemas. De aquí que se
interprete al esquema en general como un
método de síntesis y un determinado modo
general de sintetizar (cf. Rosales, 2009:
244). El determinado modo de unir del
esquema, presentado por Kant como método
de síntesis o modo de síntesis, produce las
respectivas imágenes de un concepto. De
esto resulta que el esquema sea una
“condición formal y pura de la sensibilidad, a
la cual está restringido el concepto del
entendimiento en su uso, (…) y al
procedimiento del entendimiento con estos
esquemas, [lo llamaremos] el esquematismo
del entendimiento puro” (KrV A 140/B 179).
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Ariel Giménez
Si tenemos en cuenta que el esquema es un
producto de la imaginación, ésta facultad
tendrá la tarea de subsumir o aplicar las
imágenes bajo los conceptos. Dicho con
mayor precisión, el esquematismo será “la
representación
de
un
procedimiento
universal de la imaginación para suministrar
su imagen a un concepto” (KrV B 180). Sin
embargo, nuestro interés actual no se refiere
al procedimiento del entendimiento a través
de la facultad de juzgar que opera con
esquemas trascendentales. Nuestro interés
se dirige, más bien, a las categorías
despojados de su contenido esquemático.
Este interés se asienta en una doble
observación: 1) El hecho de que Kant haya
mostrado en la deducción trascendental la
validez a priori de las categorías como
condiciones de posibilidad de la experiencia,
y con ello haya restringido el uso de las
mismas a la experiencia y no a un uso
trascendental, no implica que las categorías,
como meras funciones lógicas o formas del
pensamiento en general, no tengan su
propia
significación.
2)
Además
al
caracterizar al esquematismo y a las
funciones de los esquemas trascendentales
como condiciones formales puras de la
aplicación y subsunción de las categorías a
lo múltiple, lo cual equivale a darles
significación objetiva restringida a objetos
sensibles, no implica que las categorías
adquieren significación solamente a través
de sus esquemas.
Ciertamente, Kant afirma que las
categorías
no
están
limitadas
completamente a la experiencia y al
conocimiento de objetos. Aquí podría
objetarse
precisamente
que
las
demostraciones
de
la
deducción
trascendental
y
del
capítulo
del
esquematismo nos inducen a considerar a
las categorías en un exclusivo uso empírico y
restringir su completa significación como
condiciones de experiencia posible.
Por lo tanto, los esquemas de los
conceptos puros del entendimiento son las
verdaderas y únicas condiciones para
procurarles a éstos una referencia a
objetos, y por tanto, significación; y por
eso las categorías, al fin, no tienen otro
uso, más que [el uso] posible empírico,
pues sirven meramente para someter a los
fenómenos, mediante fundamentos de una
unidad necesaria a priori (debido a la
unificación necesaria de toda conciencia en
una apercepción originaria), a reglas
universales de la síntesis, y para tornarlos
así, con ello, aptos para la integral
conexión en una experiencia. (KrV A 146 /
B 185)
En términos generales “usar un concepto
es representar por medio de él un objeto
dado
o
dable,
ya
sea
directa
o
indirectamente,
en
nuestra
intuición
sensible” (Rosales, 2009: 305). Esto nos
indica claramente que un cierto uso
necesario y empírico de las categorías está
referido a los objetos de una experiencia
posible, esto es, a fenómenos. De acuerdo
con esto, usar un concepto puro del
entendimiento es darle significación y
sentido empírico. Sólo de este modo es
posible un conocimiento empírico, ya que “si
un conocimiento ha de tener realidad
objetiva, es decir, [si ha de] referirse a un
objeto y ha de tener en él significación y
sentido, el objeto debe poder ser dado de
alguna manera” (A 155/B 194). De esta
manera, hay una exigencia inherente a la
categoría de ser expuesta sensiblemente, es
decir, que no significaría nada si no se
pudiese exhibir su significado en objetos
empíricos. Kant dice sobre esto: “por eso se
exige también hacer sensible un concepto
abstracto, es decir, exponer en la intuición el
objeto que le corresponde, porque sin esto,
el concepto quedaría (como se suele decir)
sin sentido, es decir, sin significado” (KrV A
240/B 249).
Ahora bien, otro pasaje de la primera
Crítica resume esa referencia de los
conceptos puros del entendimiento a las
intuiciones de la sensibilidad y a sus
esquemas, lo cual les brinda significación
empírica, aunque las restringen:
En realidad, es cierto que les queda a
los conceptos puros del entendimiento,
incluso después de hacer abstracción de
toda condición sensible, una significación;
pero solamente lógica, la significación de
mera unidad de las representaciones, a las
cuales, empero, no les es dado ningún
objeto, y por tanto, tampoco significación
alguna que pudiera producir un concepto
de objeto. (…) Por consiguiente, las
categorías,
sin
los
esquemas,
son
solamente funciones del entendimiento
para conceptos, pero no representan objeto
alguno. Esta significación la reciben de la
sensibilidad, que realiza al entendimiento,
a la vez que lo restringe. (KrV A 147/B
187)
La restricción alude a los esquemas de la
imaginación
y
sus
respectivas
determinaciones de tiempo. Sabemos que
los esquemas trascendentales de las
categorías
reflejan ciertos
modos de
sintetizar dirigidos a la unidad sintética de la
multiplicidad sensible en el tiempo en
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general. Precisamente por ello restringir a
las categorías equivale a limitarlas a los
esquemas de la síntesis pura del tiempo en
general. Esto implica darles a estos
conceptos puros del entendimiento su
estricta significación en el conocimiento de
esos objetos en el tiempo.
Sin embargo, queda un tipo de
significación a las categorías despojadas de
su contenido esquemático. Si se retira el
límite de los esquemas trascendentales a las
categorías, es decir, si se hace abstracción
de todas las condiciones sensibles bajo las
cuales limitamos la significación de las
categorías a una significación empírica, nos
queda una “significación lógica” (KrV A 147).
Como no se trata en el esquematismo de
exponer esa significación lógica de las
categorías en todas sus características, Kant
se limita a señalar la posibilidad de hacer
abstracción de las condiciones sensibles y, al
hacer esto, les queda a las categorías una
significación de “mera unidad de las
representaciones” (KrV A 147). Que las
categorías no estén limitadas quiere decir
que tienen una función mucho más amplia
que la determinación de un objeto, o mejor
dicho, de la posibilidad de un objeto. Ahora
bien, ¿en qué consiste la “significación
meramente lógica” de las categorías? En
varios pasajes Kant caracteriza a los
conceptos puros del entendimiento como
funciones lógicas y les otorga un significado
meramente lógico.9
(…) quiero sólo recordar que las
categorías no están limitadas, en el pensar,
por las condiciones de nuestra intuición
sensible, sino que tienen un campo
ilimitado; y que sólo el conocer lo que nos
representamos en el pensamiento, la
determinación del objeto, requiere la
intuición; con lo cual, a falta de esta
última, el pensamiento del objeto, por lo
demás,
puede
seguir
teniendo
sus
consecuencias verdaderas y provechosas
en el uso de la razón que haga el sujeto;
uso que, empero, como no siempre está
dirigido a la determinación del objeto, y por
9
En este sentido señala Di Sanza: “Las categorías en tanto
funciones lógicas de unidad son independientes de que se dé o
no un objeto en la intuición. Sin la intuición sensible sólo
mantienen un significado lógico, pero para que se produzca
efectivamente el conocimiento requieren del dato de la
sensibilidad y del enlace que efectúa la imaginación”. Cf. Di
Sanza (2010: 163). El termino “lógico” se designa como un
concepto problemático, esto es, indica que estamos ante un
concepto que se dirige hacia un múltiple en general: “esos
conceptos de otras intuiciones sensibles, pero no-humanas, de
una intuición no-sensible, de una intuición intelectual y de un
intelecto intuitivo, así pues también de una intuición en general y
de su múltiple en general, etc., son conceptos problemáticos.
Ellos no se contradicen a sí mismos ni a los conceptos
críticamente asegurados, pero su realidad objetiva no es
cognoscible”. Cf. Rosales (2009: 307).
51
tanto, al conocimiento, sino que también
está dirigido a la determinación del sujeto y
del querer de éste, no se puede exponer
todavía aquí. (KrV B 166, N. 498)
El concepto puro del entendimiento sólo
brinda conocimiento si le es dada una
intuición sensible. En caso contrario, la
categoría es “el pensamiento de un objeto
en general” (KrV B 146; §22). Esta
generalidad quiere decir que el pensamiento
no está referido a un aspecto particular, sino
más bien refiere a todas las cosas sin
restricción alguna.10 Por ello, las categorías
son pensamientos de las cosas en sí mismas,
ya que el pensar una cosa en sí es una
determinación que implica un grado de
generalidad mucho mayor al pensamiento de
un objeto empírico.11 Por consiguiente, una
primera aproximación a la restricción
impuesta a las categorías está dada por la
aplicación a la intuición y, de este modo,
estas no tienen “otro uso para el
conocimiento de las cosas, que su aplicación
a objetos de la experiencia” (KrV B 146147). Esto está en la línea de lo planteado
en los §§ 22-24 de la primera Crítica que
resaltan la limitación de las categorías a los
objetos empíricos y a la vez los amplia como
conceptos puros que refieren a una intuición
en general. Las categorías en este sentido
son meras formas del pensamiento 12 que si
no les es dada una intuición sensible no se
puede conocer por medio de ellas ningún
objeto determinado y carecen de realidad
objetiva.13
Pero aquí hay, en el fundamento, un
engaño difícil de evitar. Las categorías no
se basan, según su origen, en la
sensibilidad, como las formas de la
intuición,
espacio
y
tiempo;
por
consiguiente,
parecen
admitir
una
aplicación ampliada más allá de todos los
10
“Ese añadido “en general” quiere decir que esos conceptos
son referidos a las cosas pura y simplemente, a todas las cosas
sin restricción a una esfera o aspecto particular, por ejemplo, a
las cosas en su referencia al sujeto, en tanto apariciones”. Cf.
Rosales (2009: 305).
11
Creemos oportuno indicar que las categorías en el nivel
negativo que expone la primera Crítica, es decir, que las
categorías refieren a objetos sensibles en el conocimiento y fuera
de esto no podría haber conocimiento, implica que estas tienen
como funciones propias pensar cosas en sí mismas. De aquí se
infiere que la razón en el pensar tenga el singular destino de
verse agobiada por las ideas, las cuales indican un grado de
generalidad que va más allá del conocimiento de un objeto de
experiencia posible.
12
También puede verse en KrV B 288 ss, que estas formas
del pensamiento o meras categorías puras no derivan en
proposiciones sintéticas, que es el objetivo de la observación final
al sistema de los principios.
13
Ver KrV B 298, A 247-248, B 303-305. En estos pasajes se
puede ver claramente el problema de despojar a las categorías
de su condición restrictiva, esto es, de su condición esquemática.
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52
Ariel Giménez
objetos de los sentidos. Pero ellas no son,
por su parte, nada más que formas del
pensamiento, que sólo contienen la
facultad lógica de unificar a priori en una
conciencia lo múltiple dado en la intuición.
(KrV B 305-306)
Esa apariencia de “aplicación ampliada”
de las categorías es el problema central que
la Crítica intenta subsanar con la doctrina del
uso empírico. Esta doctrina tiene como
referentes últimos las formas del espacio y
del tiempo como condiciones a priori de la
sensibilidad sólo bajo las cuales pueden ser
dados objetos. Ahora bien, la misma
apariencia de aplicación más allá de los
sentidos, y por ende, un uso transcendental,
fue posible porque las categorías están
predispuestas a esa apariencia. ¿De qué
modo están predispuestas? ¿En qué consiste
esa unificación? La unificación es la función
lógica de una categoría y es la primera
determinación pensada por el entendimiento
puro en una categoría. Cuando Kant refiere
los conceptos puros del entendimiento como
“formas del pensamiento” está señalando
que estos tienen la forma de ser una función
lógica14
anteriormente
valida
a
toda
determinación esquemática y temporal de
las mismas.
4. La categoría de causalidad: ¿un
género para dos especies?
En lo siguiente hemos de limitarnos a
considerar de manera específica la categoría
de causalidad (Kausalität/Ursache)15 y su
relación con la idea de libertad (Freiheit).
Como hemos visto las categorías en general
son funciones lógicas o formas del
pensamiento de objetos en general. Ello
indica que las categorías en general son
funciones sin determinación “real” de
objetos. Ahora bien, en relación a la
categoría de causalidad, si se abstrae el
tiempo en la relación de síntesis según una
regla, la categoría es pensada lógicamente
como algo desde el cual se puede inferir la
existencia de otra cosa. En este sentido Kant
señala:
Del concepto de causa (si dejo de lado
el tiempo en el que algo sigue, según una
regla, a algo diferente) no encontraría yo
en la categoría pura nada más, sino que
hay algo a partir de lo cual se puede inferir
14
Ver KrV A 239, A 242, A 244-245, B 306. Estos pasajes
expresan que las categorías son funciones lógicas o formas del
pensamiento, es decir, representaciones de las cosas en general.
15
Ver B XXXVII, B 5, B 122 y ss, A 112, B 232 ss, B 429-432.
En estos pasajes se encuentran claramente los diversos matices
de definición del concepto de causalidad.
la existencia de algo diferente; y no
solamente no se podría distinguir una de
otro la causa y el efecto, sino que, puesto
que este «poder inferir» requiere bien
pronto condiciones de las cuales no sé
nada, el concepto no tendría determinación
alguna de cómo aplicarlo a algún objeto.
(KrV A 243 / B 301).
La categoría de causalidad, en cuanto
concepto puro del entendimiento (categoría
sin esquema), carece de toda determinación
que permita un juicio de objeto.16 Ello se
debe, claro está, a la abstracción de las
determinaciones de tiempo. Sin embargo, la
cita señala que la categoría (si se abstrae la
determinación del tiempo) podría ser
pensada de cierto modo y, a su vez (sin la
abstracción del tiempo), podría ser pensada
de otra manera. En consecuencia, la
categoría
de
causalidad
puede
ser
comprendida en una doble especie (cf. KrV A
531/B 559).
La categoría de causalidad pensada
como necesidad natural y, a su vez, pensada
como libertad encierra el problema del
vínculo y compatibilidad entre ambas
causalidades.
Establecer
esta
doble
diferencia en la categoría conduce a Kant a
la necesidad de aclarar de qué modo se
determinan estas especies de causalidades.
De modo específico, la causalidad de la
necesidad natural refiere a la existencia de
objetos determinables en el tiempo, esto es,
refiere a la existencia de fenómenos. En
cambio, la causalidad de la razón o
causalidad por libertad, refiere a la
existencia de las cosas en sí mismas (cf.
KpV; V, 94).
La libertad en sentido cosmológico o
libertad trascendental,17 concebida como una
16
Ver KrV B 289, B 298, A 349. Estos pasajes indican el tipo
de determinación de las categorías en su función lógica. A lo
anteriormente dicho agregamos una connotación especial: el
vacío de contenido. Con respecto a los conceptos vacíos sería
oportuno analizar detenidamente la crítica hegeliana sobre el
vacío en relación a las determinaciones de las categorías, ya que
según el § 43 de Enciclopedia de Hegel alguna especie de
determinación deben tener para diferenciarse una categoría de
otra. Lo que interesa en ésta crítica hegeliana es falta de
“contenido” para la distinción de las categorías. Sin embargo,
creemos más bien que el problema radicaría en la especie de
determinación, esto es, en el juicio. Ello se debe (al menos en
Kant) a que el entendimiento es discursivo y procede por juicios.
En el orden práctico se verá con mayor detalle el problema de
determinar una acción desde la categoría de causalidad sin
apelar a la instancia del juicio (presidida por los esquemas de
tiempo) pensado en la relación de esa categoría.
17
Dice Duque (1998: 87): “Kant llama a tal causalidad:
libertad trascendental, o sea: una libertad que obra en el mundo
sin empero del mundo y cuya idea debe ser inferida, no para
garantizar conexiones particulares, sino la conexión del «todo»
(aunque Kant se atendrá a las acciones humanas, capaces de
iniciar una serie –sólo de ellas tenemos conciencia-, apuntando
por analogía a una acción capaz de iniciar la serie completa). “
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causalidad por libertad, se nos presentan
dos razones que merecen atención y
análisis: a) la primera razón consiste en que
la idea de libertad pensada como una
causalidad inicia el problema de la
compatibilidad y, a la vez, deja abierto de
qué modo debe ser pensado ésta causalidad
en el ámbito práctico; b) la segunda razón
consiste en que nos muestra el problema de
una idea de libertad que como causa sincausa pretende realidad
objetiva
sin
“tiempo” (cf. KpV; V, 94 ss), lo cual no sólo
escinde al sujeto actuante en dos caracteres
(empírico e inteligible) de suyo compatibles
por su propia heterogeneidad de ámbitos.
Estas dos razones sugieren que la aspiración
de la razón pura en sí misma es “unificar-se”
o “hacer-se” efectiva en lo sensiblemente
determinado por el tiempo.
En cuanto a la primera de las razones
debemos partir de la afirmación de que la
idea de libertad trascendental en sentido
cosmológico no pretende “mostrar la efectiva
realidad de la libertad como [si fuera] una
de las facultades que contienen la causa de
los fenómenos de nuestro mundo sensible”
(KrV A 558/B 586).18 Entonces, ¿qué busca
mostrar la razón pura con una idea de
libertad
trascendental
pensada
como
causalidad? Dice Kant:
La libertad está tratada aquí sólo como
idea trascendental por medio de la cual la
razón piensa comenzar absolutamente la
serie de las condiciones en el fenómeno
mediante
lo
que
es
incondicionado
sensiblemente; en lo cual, empero, se
enreda en una antinomia con sus propias
leyes, [leyes] que ella prescribe al uso
empírico del entendimiento. Que esta
antinomia se basa en una mera apariencia
ilusoria, y que la naturaleza no está en
conflicto, por lo menos, con la causalidad
por libertad: eso era lo único que podíamos
alcanzar [a demostrar], y era, además, lo
único que pretendíamos. (KrV A 558/B
586)
18
Apelando a esta cita queremos hacer notar la ubicación de
la problemática que encierra en sí misma la concepción de la
libertad en el idealismo trascendental. Reducir el problema de la
libertad humana en el idealismo trascendental pura y
exclusivamente a la primera Crítica implica no haber comprendido
el propósito último de toda esta concepción de la filosofía, a
saber, la fundamentación de la metafísica en la moralidad. Esta
aclaración surge a raíz de un articulo de Ferreiro que dice: “Kant
creyó ver en el idealismo trascendental la única forma de salvar
todavía la libertad humana en un mundo dominado por las leyes
de la mecánica; apeló así para ello a un dualismo metafísico en
último análisis análogo al de la filosofía clásica griega y al de las
teologías naturales del Medioevo, las cuales fundamentaron la
libertad precisamente en la diferenciación sustancial entre el alma
humana y el universo de los cuerpos.” Ferreiro (2014: 168).
53
El “comienzo absoluto” en la serie
temporal de la explicación de las causas de
los fenómenos es el problema a resolver en
el conflicto cosmológico.19 Así vemos que la
categoría de causalidad y la libertad se
implican de cierto modo. Ahora bien, ¿en
qué consiste la categoría de causalidad en sí
misma y en cuanto tal? Despojada de su
contenido esquemático, esto es, pensada
como una función lógica indeterminada en el
mero concepto, la causalidad se define
como: algo desde el cual se puede inferir la
existencia de otra cosa. A partir de la
definición lógica pensada en la categoría de
causalidad
sabemos
que
el
conflicto
antinómico va implicar que mecanismo
natural y libertad presupongan aquella
representación. Además, ésta función lógica
de la causalidad es usado por el
entendimiento para pensar las relaciones en
un juicio. ¿De qué modo se piensa toda
relación en un juicio? Al modo de
fundamentos y consecuencias.20 De aquí que
la inferencia de la existencia de una cosa a
otra es pensada como relación de síntesis
entre un fundamento y su respectiva
consecuencia. Esta relación es la única
relación pensada lógicamente en toda
representación de la causalidad como
concepto
puro
del
entendimiento,
independientemente de si el concepto es
necesario o no para la posibilidad de la
experiencia (cf. KrV A 112/114).
El conflicto de la razón consigo misma
en la Tercera Antinomia21 presupone un
concepto de causa-efecto (esquematizado)
en la sucesión temporal de los fenómenos
subalternos. Esto quiere decir que todo lo
que acontece, en cuanto es algo que existe,
presupone algo que lo ha determinado en el
tiempo, esto es, presupone una causa
(Ursache).
La
experiencia
de
todo
acontecimiento es posible por esta necesidad
de que los fenómenos que acontecen
presupongan fenómenos que anteceden
como causas en un orden temporal objetivo.
19
En las antinomias dinámicas ocurre que la tesis afirma la
existencia de algo que ejerce sus efectos en la serie sin ser parte
de ella; en cambio, en la antítesis se afirma la imposibilidad de
poder salirse de la serie misma. En la tesis se defiende la
posibilidad de pensar una idea; en la antítesis se defiende el
conocimiento de los fenómenos. Cf. Duque (2002: 140).
20
Cf. B 98. Allí el pasaje dice: “todas las relaciones del pensar
en los juicios son a) la del predicado con el sujeto; b) la del
fundamento con la consecuencia; c) la del miembros reunidos de
la división, los unos con los otros”.
21
Sería oportuno un análisis más detallado de la relación
entre la Tercera Antinomia y el Principio de razón suficiente
leibniziano. En este respecto señala Duque (2002: 141): “La
Tercera Antinomia es seguramente la más importante de todas
ellas, pues que aquí se discute la validez y alcance del principium
grande: el Principio de “razón suficiente” leibniziano (rector
justamente de todas las verdades de hecho, o sea: que implican
existencia).”
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54
Ariel Giménez
La asimetría de determinación temporal de
los fenómenos es lo que demuestra la
Segunda Analogía de la experiencia y el
conflicto
cosmológico
presupone
una
causalidad
natural
regido
por
este
principio.22 En este sentido, la posibilidad de
la experiencia se basa en esa “regla” de
estricta necesidad y universalidad. 23 Al
respecto Kant dice:
Por consiguiente, la relación de los
fenómenos (como percepciones posibles),
según la cual lo posterior (lo que
acontece), por lo que concierne a su
existencia, está determinado en el tiempo
necesariamente y según una regla, por
algo precedente, es decir, la relación de la
causa al efecto, es la condición de la
validez objetiva de nuestros juicios
empíricos, con respecto a la serie de las
percepciones, [y es], por tanto, [la
condición] de la verdad empírica de ellos, y
por tanto, de la experiencia. Por eso, el
principio de la relación causal en la
sucesión de los fenómenos vale también
para todos los objetos de la experiencia
(bajo las condiciones de la sucesión),
porque él mismo es el fundamento de la
posibilidad de la experiencia. (KrV A 202) 24
Esta afirmación nos permite comprender
que en la sucesión de los fenómenos, en sus
relaciones, estos se conectan en el tiempo
como una producción “sintética de la
imaginación, que determina el sentido
interno con respecto a la relación temporal”
(KrV B 233). La imaginación es la que coloca
a un fenómeno como efecto y a otro como
su causa, esto es, los pone una relación que
se ordena en un antes y un después de
modo objetivo. La causa determina al efecto
en el tiempo. Resultado de la Segunda
Analogía es que la posibilidad de la
experiencia de los fenómenos consiste en
una ley de causalidad que determina una
sucesión objetiva donde: todo lo que
acontece está determinado por todo lo que
precede en el tiempo.25 Ahora bien, en la
investigación de las causas para un efecto
22
En la Segunda Analogía la posición de Kant se basa en que
la causalidad natural es la única causalidad cognoscible por un
entendimiento aplicado a las condiciones intuitivas de la
experiencia, pero no se afirma que fuera la única causalidad
pensable como existente. Cf. Duque (2002: 141, nota 168).
23
El problema esencial en el concepto de causa-efecto es la
necesidad (Notwendigkeit) identificada con la universalidad
estricta. Esa necesidad estriba en que, si afirmamos que A es la
causa de B, afirmamos que A junto con condiciones permanentes
B se seguirá invariablemente (cf. Allison, 1992: 45). Esto sugiere
en líneas generales que: un efecto determinado se sigue de su
causa.
24
El concepto de regla quiere decir: “La representación de un
condición universal según la cual (y por tanto, de la misma
manera) puede ser puesto cierto múltiple, se llama un regla; y si
debe ser puesto así, [se llama] una ley”. Cf. A 113.
natural dado, esto es, en la serie ascendente
hacia el pasado que ha dado origen a un
fenómeno subalterno, la razón busca de
manera
necesaria
lo
absoluto
incondicionado. ¿En qué consiste este
comienzo absoluto de una serie o absoluto
incondicionado? Consiste en que si está dada
una condición también lo está la serie
completa de condiciones, con lo cual fue
posible esa condición. La categoría de
causalidad “ofrece una serie de causas para
un efecto dado, en la cual se puede
ascender, a partir del último, como lo último
condicionado,
hasta
aquéllas,
como
condiciones, y [así] se puede responder la
pregunta de la razón” (KrV B 442).
El argumento nos conduce a pesar que si
la
causalidad
estricta
significa:
determinación de la conexión en una síntesis
de causas y efectos en una serie temporal
asimétrica,26 la razón busca una causalidad
que no es causalidad. La causalidad
incondicionada exige un tipo de causa que
no sea determinada por la serie regresiva, y
esto es su máximo conflicto (Tercera
Antinomia). La condición absoluta (sinrelación) no es posible si atendemos a la
investigación del entendimiento en la
búsqueda de causas para un efecto según
una regla. La inevitable y aparente
ampliación
del
conocimiento,
que
el
entendimiento pretende con la categoría de
causalidad, trasciende sus propios límites
esquemáticos y permite a la razón fundar
una idea cuya causalidad es más amplia que
la anteriormente restringida. Al respecto dice
Kant:
Pero como de esa manera no se puede
obtener ninguna totalidad absoluta de las
condiciones en la relación causal, la razón
se crea la idea de una espontaneidad que
pudiera comenzar por sí misma a obrar, sin
que se precisara anteponerle otra causa
25
El problema general de las analogías es la posibilidad del
conocimiento de un “orden temporal objetivo”. Cf. Allison (1992:
337). En este sentido, Allison señala que: “El problema especifico
de la «Segunda analogía» es la posibilidad del conocimiento de
un orden de estados sucesivos de un objeto, es decir, la
posibilidad de juicios de la forma «el estado A precede al estado
B en el objeto X». Tal sucesión de estados puede llamarse
«sucesión objetiva»”. Cf. Allison (1992: 337). También puede
verse Paton (1936: 230-232), Van Cleve, (1973: 69-87), Melnick
(1973: 85).
26
En cuanto a dicha definición habría que situarla en el
contexto de la distinción que el mismo Kant realiza al referirse al
concepto de causalidad. En este sentido señala Duque: “Kant
distingue cuidadosamente entre «causalidad» (Kausalität) y
«causa» (Ursache). La primera apunta a la pura ley relacional, y
puede desde luego ser pensada. La segunda tiene como
referente un fenómeno cognoscible. En el mundo puede haber
pues, dos tipos de causalidad, aunque en él sólo se den causas
fenoménicas”. Cf. Duque (1998: 86).
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para determinarla, a su vez, a obrar, según
la ley de la conexión causal. (KrV B 561)
Lo que Kant muestra es una especie de
causalidad cuya determinación consiste en:
espontaneidad para comenzar por sí misma
a obrar. El surgimiento u origen de esta
causalidad por libertad está en la búsqueda
de lo absoluto incondicionado. La relación de
síntesis de causas y efectos en la serie
temporal no permite a la razón acceder a la
totalidad absoluta de las condiciones en esa
relación, con lo cual espontáneamente surge
una causa que por sí misma se determina a
obrar y, con ello, se resuelve la búsqueda de
una condición (cf. KpV; V, 99). Resulta
evidente que la determinación de la
espontaneidad no se puede explicar al modo
como explicamos un fenómeno en la serie de
condiciones de ese fenómeno, porque “una
acción originaria, por la cual ocurriera algo
que antes no era, [es algo que] no se puede
esperar de la conexión causal de los
fenómenos” (KrV A 544). Entonces, ¿por qué
llamar causalidad por libertad a un principio
de que no es causalidad en sentido estricto?
Dos puntos importantes habría que señalar
con respecto a esta pregunta: 1) El concepto
de causalidad por libertad está desarrollado
como espontaneidad que origina por sí
misma una acción fuera del tiempo y cuya
finalidad es poder ser fundamento de una
serie de fenómenos determinados en el
tiempo. Su contexto es la unión, en una
acción como fenómeno, de un fundamento
inteligible con una consecuencia sensible (cf.
KrV A 538 / B 566). De esta manera, la
causalidad por libertad es pensada, y sólo
puede ser pensada, al modo como es
definida
la
categoría
de
causalidad
despojada de su contenido esquemático,
esto es, como fundamento espontáneo
desde el cual surge una consecuencia.
Aunque la causalidad natural exige ser
definida a partir de una regla, la idea de
libertad exige pensar en el concepto de
causalidad algo que no puede ser explicado:
la
espontaneidad
como
fundamento
inteligible. La diferencia marcada entre una y
otra causalidad es la determinación del
tiempo. Sin embargo, ésta diferencia no
impide “pensar” la determinación entre
causalidad natural y causalidad por libertad
en un mismo fenómeno.
Con el concepto de causalidad por
libertad se logra pensar lógicamente un
fundamento espontáneo que tiene como
consecuencia (en el orden práctico) objetos
según ideas. Sobre la base de esta
concepción de fundamento espontáneo
pensado en la causalidad por libertad se
55
funda una independencia de la naturaleza o
necesidad natural. Lo peculiar de la
causalidad por libertad es que surge en
oposición y gracias a la causalidad natural. 27
De este modo, el concepto de causalidad
aplicado a la libertad tiene una legitimidad
lógica sin realidad efectiva (en tanto
facultad) por estar fuera del tiempo. Esto
intentará revertir Kant en el ámbito práctico
-orden del deber ser (Sollen/Pflicht)afirmando
una
autoconciencia
moral
(conciencia de sí mismo como libre).
Así pues, si se quiere atribuir la
libertad a un ser cuya existencia está
determinada en el tiempo, no se puede
sustraer a este ser, al menos desde este
punto de vista, de la ley de la necesidad
natural a la cual están sujetos todos los
eventos de su existencia, y por lo tanto,
también sus acciones; pues esto sería tanto
como abandonarlo al ciego azar. Pero como
esta ley concierne inevitablemente a toda
causalidad de las cosas en cuanto su
existencia es determinable en el tiempo, se
sigue que, si ese fuera el modo como
hubiera de representarse también la
existencia de esas cosas en sí mismas, la
libertad tendría que ser rechazada como un
concepto vano e imposible. Por lo tanto, si
se quiere aún salvar la libertad, no queda
otro medio que atribuir la existencia de una
cosa en cuanto determinable en el tiempo,
y por lo tanto, también la causalidad según
la ley de la necesidad natural sólo al
fenómeno y la libertad a ese mismo ser
considerado como cosa en sí. (KpV; V, 95)
Si la causalidad natural refiere a la
existencia de todo fenómeno en el tiempo,
entonces la causalidad por libertad no hace
alusión
a
ninguna
relación
objetiva
determinada. ¿La razón tiene una causalidad
por libertad?28 Responder este planteo
conduce a pensar el problema que señala
Kant en el ámbito práctico cuando vuelve a
pensar la confluencia, en una misma acción,
de la causalidad natural y la causalidad por
libertad: “¿cómo puede llamarse totalmente
libre un hombre que, en el mismo momento
y respecto de la misma acción está a la vez
sometido
a
una
necesidad
natural
inevitable?” (KpV; V, 95).
Echemos una mirada retrospectiva a lo
anteriormente analizado. La razón teórica en
la búsqueda de lo incondicionado partía
desde el acontecimiento como efecto hacia
27
Vitiello (2004: 54-58) señala esa oposición (divergencia) y
continua remisión reciproca de la libertad con respecto a la
naturaleza. El conflicto irresoluble (al menos en la segunda
Crítica) marca la coherencia de la moral en Kant.
28
Duque (2002: 143) señala que la libertad según Kant es una
“determinación de la voluntad no afectada por el mundo, aun
cuando tenga causalidad eficiente en él”.
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56
Ariel Giménez
la causa. En este sentido, el movimiento
hacia la causa que produce el efecto es un
regreso en la serie ascendente. Este
movimiento se considera una regla cuya
denominación es: la ley natural. La
causalidad natural queda así establecida por
una ley mecánica en la cual “todo” fenómeno
subalterno tiene una causa en una sucesión
temporal. En cambio, la causalidad por
libertad sólo puede ser pensada como una
determinación
lógica
del
paso
del
fundamento a la consecuencia sin realidad
objetiva. La realidad objetiva del concepto
de causa (al menos en cuento razón teórica)
queda asegurada por medio de la exposición
o esquematismo.29 Sin el esquematismo la
causalidad es un concepto vacío sin intuición
y no hay posibilidad de síntesis o relación
objetiva en un juicio.30
Pero dado que bajo esta aplicación no
puede ser puesta intuición alguna, pues
29
La realidad objetiva del concepto de causalidad por libertad
no puede ser conocida desde la razón teórica (véase por ejemplo
KrV A 567/B 595). Ello es evidente si tenemos en cuenta las
restricciones a las categorías en la Analítica Trascendental, en el
Esquematismo, y en la Segunda analogía de la experiencia.
Ahora bien, en distintas obras Kant señala una doble manera de
“representar” un concepto puro pensable en un objeto (de
experiencia y fuera de la experiencia). Cuando un concepto puro
del entendimiento adquiere realidad objetiva es porque se lo
puede exponer en una intuición y esta exposición (directa)
alcanza para ser conocimiento (cf. Progresos, Ak, XX, 279-280).
En cambio, cuando el concepto no puede ser expuesto sino más
que de modo indirecto, estamos ante la simbolización del
concepto (cf. Ibíd.). La salida de emergencia hacia el símbolo de
la idea nos pone ante la representación del objeto por analogía.
En este punto, la analogía nos permite pensar el procedimiento
de la facultad de juzgar que reflexiona sobre: “la relación de la
causalidad en general, como categoría, puede ser representada
en ambos casos como lo mismo aun cuando yo siga sin tener
noticia del sujeto de esta relación en su constitución
(Beschaffenheit) interna; por tanto, sólo es posible exponer [en tal
caso] el sujeto, pero no desde luego su constitución” (cf. Ibíd.). En
la analogía con lo sensible la idea tiene que ser determinada de
algún modo, y aquí la relación de causalidad en general funciona
(en la forma del pensar) como base para pensar la idea. En este
sentido es importante constatar que para pensar analógicamente
la idea de libertad se deba apelar como base de ese pensar, a la
categoría de causalidad (cf. Torretti, 1980: 553-554). Si bien abre
un nuevo problema pensar libertad analógicamente con la
naturaleza desde la categoría de causalidad, es importante
señalar que aquí la categoría es pura, esto es, como relación
entre fundamentos y consecuencias. La reflexión de la facultad
del discernimiento utiliza la regla para aplicar a la idea un símbolo
y con ello conferirle realidad objetiva a esa idea. Para un mayor
análisis de la simbolización y la analogía: Proleg., § 58; KU, § 90;
Lógica § 84; Duque: su edición de Progresos, pp. 45-46, notas
65-65; M. Caimi, La Metafísica de Kant, §§ 42-43 (pp. 79-82).
30
Al referirnos a una relación objetiva en un juicio estamos
haciendo alusión a una relación objetiva determinada. Las
categorías pueden concebirse (pensarse) separadas de los
esquemas de tiempo sensibles que condicionan la aplicación
(subsunción) a objetos existentes. Pero esto les proporciona una
simple forma vacía de unidad de la síntesis por la cual se
constituye un objeto y de ninguna manera representa un objeto o
una relación determinada objetivamente. (cf. Torretti, 1980: 553).
A esto nos hemos referido con más amplitud en el capitulo sobre
la validez objetiva de las categorías.
una intuición sólo puede ser sensible,
resulta que la causa noumenon, respecto
del uso teórico de la razón, si bien es un
concepto posible y pensable, es sin
embargo un concepto vacío. Pero ahora yo
no pido conocer teóricamente la naturaleza
de un ser en tanto que tiene una voluntad
pura; me basta sólo indicarlo como tal
mediante ese concepto, y por lo tanto, sólo
unir el concepto de la causalidad con el de
la libertad (y con lo que le es inseparable,
la ley moral, como motivo determinante de
ésta); y este derecho me corresponde
ciertamente en virtud del origen puro y no
empírico del concepto de causa, no estando
autorizado a hacer más uso de él que el
concerniente a la ley moral que determina
su realidad, es decir, sólo un uso práctico.
(KpV; V, 56)
Kant señala en la cita que la razón pura
no necesita conocer que un sujeto posee
voluntad pura. Lo que si requiere la razón
(en la idea de libertad) es una manera de
“determinarse”. En este sentido, la Crítica de
la razón práctica vuelve a pensar la
causalidad desde otro plano, esto es, a partir
de la búsqueda de un principio o fundamento
(Grund) para la voluntad. Si tenemos en
cuenta que la razón práctica no tiene como
finalidad el conocimiento de la causa de un
efecto natural dado, manifestado en un
acontecimiento, sino “determinarse a sí
misma, mediante la propia causalidad, a la
realización de sus objetos” (KpV; V, 15),
entonces la razón necesita (y sería
interesante preguntar por qué necesita)
determinarse a actuar de la misma manera
en que se determina la causalidad natural (o
necesidad natural) en la serie de fenómenos.
Este “determinarse a sí misma” funciona
como una autoconciencia de la razón
práctica. Esta razón actúa como si fuese
naturaleza, esto es, actúa del mismo modo
en que proceden las determinaciones de las
necesidades naturales: según una causa.
Con esto estamos ante una analogía (aquí
hacemos alusión a la analogía en sentido
estricto, es decir, al modo como puede ser
definido lo suprasensible (la libertad): “una
semejanza
incompleta
de
dos
cosas
completamente desemejantes” (Proleg., §
58).
La finalidad de dicha analogía es una
necesidad objetiva de la razón por el
siguiente motivo: la razón necesita (se ve
precisada) unir la función lógica de la
causalidad a la idea de libertad porque ello
significa darle un estatus determinado a esta
idea.
La
razón
precisa
determinarse
libremente, en oposición y gracias a las
necesidades naturales, como un fundamento
que tiene sus propias consecuencias. En
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
Factótum 14, 2015, pp. 45-60
efecto, Kant sostiene que con ésta unión de
la categoría pura de causalidad a la idea de
libertad le es suficiente a la razón práctica
para determinarse como voluntad pura y
libre. No necesita más que unir la función del
concepto de causalidad con la idea de
libertad
para
proporcionar
una
determinación en el ámbito práctico (Duque,
2002: 145, nota 177). La función del
57
concepto de causalidad está en la relación
entre fundamento y consecuencia. La razón
traslada esa función lógica para establecer la
relación de ésta con la voluntad. Traslada
esa función de tal modo que pueda
establecerse
a
sí
misma
como
un
“fundamento
de
determinación”
(Bestimmungsgrund) para la voluntad.
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