Factótum 14, 2015, pp. 45-60 ISSN 1989-9092 http://www.revistafactotum.com Una introducción al problema de la causalidad de la razón como libertad en Kant Ariel Giménez Universidad Nacional de San Martín (Argentina) E-mail: [email protected] Resumen: El contenido de este artículo analiza la aplicación de la categoría de causalidad a la libertad. Esto implica pensar a la libertad como una especie de causalidad de la razón en el plano teórico y práctico. Partiendo de un problema explicito que Kant formula en la Crítica de la Razón Práctica sobre la aplicación de la categoría de causalidad a la idea de libertad, nos preguntamos si es posible pensar la determinación de la razón como una causalidad por libertad. La función que tiene la razón consigo misma, en tanto ella es práctica, es determinarse como voluntad libre. El examen de la voluntad es la crítica de la razón que se piensa y se determina a sí misma como una “causalidad por libertad”. Exponemos de qué modo puede introducirse el problema de pensar a la idea de libertad como una causalidad que la razón requiere para fundamentar la acción moral. Palabras clave: Kant, libertad, razón, causalidad, moralidad. Abstract: The contents of this article analyzes the application of the category of causality to freedom. This implies freedom to think as a kind of causality of reason in the theoretical and practical level. From an explicit problem that Kant formulated in the Critique of Practical Reason on the application of the category of causality to the idea of the freedom, we wonder if it is posible to think the determination of reason and causality by freedom. The function that have the reason itself, as it is practical, is determined as free will. Examination of the will is the critique of reason that thinks and determines itself as a “causality by freedom”. We explained how the problem can be inserted to think the idea of freedom as causality required to found why moral action. Keywords: Kant, freedom, reason, causality, morality. Reconocimientos: Investigación financiada por el programa Stipendienwerk Lateinamerika-Deutschland. 1. Introducción El contenido de este artículo analiza la aplicación de la categoría de causalidad a la libertad. Esto implica pensar a la libertad como una especie de causalidad de la razón en el plano teórico y práctico.1 Partiendo de un problema explicito que Kant formula en la Crítica de la Razón Práctica2 sobre la aplicación 1 En este punto seguimos a Wagner (2004), que ha expuesto un concepto de libertad polifacético y con una gama de aspectos diferentes: cosmológico, estético, ético-político y teleológico. 2 En adelante citaremos la Edición Académica de las obras de Kant (1902ss). A esta edición aludiremos bajo la abreviatura Ak seguida del número de tomo (en cifras romanas) y del número de página (en cifras arábigas). Las referencias a la Crítica de la razón pura se harán citando edición A o B según corresponda. A las referencias de la Crítica de la razón práctica y la Crítica del juicio se antepondrá la abreviatura de la obra seguida del número de tomo y el número página de mencionada edición según corresponda. RECIBIDO: 18-09-2015 ACEPTADO: 14-11-2015 de la categoría de causalidad a la idea de libertad, nos preguntamos si es posible pensar la determinación de la razón como una causalidad por libertad. La función que tiene la razón consigo misma, en tanto ella es práctica, es determinar-se como voluntad libre. El examen de la voluntad es la crítica de la razón que se piensa y se determina a sí misma como una “causalidad por libertad”. ¿Desde dónde y en qué fundamenta dicho examen? Para aclarar ésta cuestión es necesario indagar acerca de la idea de libertad pensada como causalidad. Esta indagación es necesaria porque la razón práctica tiene como objetivo establecer una ley de la voluntad libre para todo ser racional. Para que la razón “pueda” proporcionar esa ley a la voluntad, ella debe pensarse a sí misma apelando a la Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 46 Ariel Giménez categoría de causalidad en la cual busca una cierta realización de sus propios objetos de manera libre. La moralidad depende del concepto de autonomía.3 Y este concepto presupone una idea de libertad pensada como causalidad. La finalidad de la segunda Crítica es mostrar la realidad de la razón práctica, esto es, investigar acerca de la manera de causar sus objetos en el orden de la moralidad. Si la causalidad de la razón implica la idea de libertad como condición para que ésta se piense a sí misma como voluntad libre, entonces habrá que preguntarse si es posible pensar a la libertad como causalidad. Kant va tener que mostrar de qué manera puede pensarse esa relación. En líneas generales podemos contar con una pregunta orientadora: ¿por qué la idea libertad es una especie de causalidad de la razón? La representación de la idea de libertad tiene que ser pensada de modo tal que sea una especie de causalidad, y a su vez, la causalidad de la razón tiene que pre-suponer la libertad. Con lo cual estamos ante una exigencia de la razón pura de pensarse a sí misma como libre de modo causal. Sabemos que el pensar (en sentido general) no puede estar desprovisto de categorías. El pensamiento de algo en general es por y a través de las categorías. Con la afirmación de que la razón pura no puede por su índole propia “pensar” nada sin una respectiva categoría, se nos indica que el ámbito teórico y práctico requiere de la tabla de las categorías del entendimiento puro. Según un pasaje de la segunda Crítica, las representaciones de las ideas de la razón deben pensarse de modo categorial. Pronto comprendo que no puedo pensar nada sin categoría, tengo que buscar también primeramente esa categoría en la idea que la razón tiene de la libertad, de la que me estoy ocupando, categoría que aquí es la causalidad; y que si bien al concepto de libertad de la razón, en tanto que es un concepto trascendente, no puede atribuirse ninguna intuición correspondiente, al concepto del entendimiento (de la causalidad), para cuya síntesis el concepto de la razón requiere lo incondicionado, sí tiene que dársele antes una intuición sensible, gracias a la cual se le asegura primero su realidad objetiva. (KpV; V, 103) 3 El descubrimiento del principio de autonomía moral, sostenido por primera vez en la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, es caracterizado por Carnois (1973: 79) como una “segunda revolución copernicana”. De acuerdo con esto puede decirse que la razón tiene la necesidad de “buscar” la categoría correspondiente a toda representación en el pensamiento. Esto proporciona un fuerte apoyo a la interpretación de que las ideas de la razón deben ser pensadas categorialmente, ya que “para todo uso de la razón respecto de un objeto se requieren conceptos puros del entendimiento (categorías), sin los cuales no se puede pensar ningún objeto” (KpV; V, 136). De aquí que un problema sea el conocimiento de un objeto de experiencia sin una intuición al que referir la categoría; lo no quiere decir que pensar sea necesariamente conocimiento.4 ¿Pero cómo pensar categorialmente un objeto sin una intuición que le corresponda? Todo uso de la razón requiere categorías. En relación a esto, Kant señala que es necesario resolver “qué sucede con la aplicación de esta categoría de causalidad a las cosas que no son objetos de posible experiencia” (KpV; V, 54). De esto se deduce una necesidad que surge en virtud de una cuestión aún más profunda: ¿cómo pensar a la facultad de apetecer (Begehrunbermögen)?5 Para ello se requiere establecer que la facultad de apetecer en su relación con el “entendimiento” como facultad de pensar (no como facultad de conocer) define lo que se denomina “voluntad” (cf. GM, Ak, IV, 446). La voluntad requiere ser pensada desde una categoría que en el ámbito práctico de la razón sólo puede ser la causalidad. Kant lo expresa de esta forma: “en el concepto de una voluntad ya está contenido el concepto de causalidad, y, por ende, en el de una voluntad pura está el concepto de una causalidad de la libertad” (KpV; V, 55). Para Kant es legítimo utilizar la categoría de causalidad para pensar la voluntad y la idea de libertad inherente a ella. Esta legitimidad (que analizaremos más adelante) viene dada porque la categoría de causalidad no está completamente restringida a la facultad de conocer, sino que es un derecho de la razón “en virtud del origen puro y no empírico del concepto de 4 Véase, KrV B XXVI (nota). Con respecto a la distinción entre pensar y conocer puede verse que ella forma parte de una restricción crítica importante en el empleo de las categorías. Cf. Torretti (1980: 372). 5 Kant define esta facultad del siguiente modo: “Facultad de apetecer es la facultad que tiene un ser de causar, mediante sus representaciones la realidad de los objetos de esas representaciones” (KpV, V, 9 n.). Resulta aclaratorio es hecho de que Kant ya señale, en los comienzos de la segunda Crítica, que la facultad de apetecer es la que causa sus propios objetos. Ahora bien, ¿hasta que punto es una causa que puede ser independiente de la representación de objetos? Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 45-60 causa” (KpV; V, 56n).6 La consecuencia evidente de esto es que la categoría de causalidad aplicada a la libertad no podría permanecer en el mero pensamiento “sin contradicción”, y ante esto, sería necesario proporcionarle realidad objetiva. De acuerdo con esto habría que preguntarse entonces: ¿en qué consiste la realidad objetiva de la categoría de causalidad aplicada a la idea de libertad? Kant quiere superar esta ambivalencia de usar las categorías para lo suprasensible (cf. KpV; V, 4-5). A partir de esta ambivalencia, no nos resulta extraño que una de las objeciones a la segunda Crítica haya sido que ella establezca “la realidad objetiva de las categorías aplicadas a los noúmenos” (KpV; V, 5). Ello implica en la segunda Crítica mostrar de qué modo puede usarse las categorías para la ideas y, sobre todo, para la idea de libertad. La categoría de causalidad contiene en sí misma cierta dignidad con respecto a las demás categorías. Esto se debe a la relación que se establece entre ella y la idea de libertad como clave de bóveda (Schlußstein) de todo el sistema crítico (cf. KpV; V, 3-4). ¿Será suficientemente legítimo desde el punto de vista crítico representar la idea de libertad desde la determinación de la categoría de causalidad? En el abordaje que Kant hace del concepto “causalidad por libertad” distinguimos dos momentos con sus respectivos pasos: 1) un primer momento es el que se desarrolla en la primera Crítica, en donde dicho concepto está ligado a la antinomia de la razón pura. Para llegar a este punto, un primer paso ha sido determinar la legitimidad de las categorías en el conocimiento. Un segundo paso que efectúa la primera Crítica es resolver el conflicto antinómico que tiene la razón consigo misma cuando intenta explicar una “causa absoluta” (por su derecho a lo incondicionado) en una serie temporal de acontecimientos. 2) En un segundo momento el concepto es abordado desde la segunda Crítica con vistas a mostrar la realidad objetiva de las ideas y, con ello, la 6 Torretti hace notar que: “Los conceptos puros del entendimiento, que sólo sirven para conocer a priori los objetos espacio-temporales que puede revelarnos la intuición sensible, nos permiten pensar, cuando los tomamos por sí mismos, hecha abstracción de las condiciones peculiares de nuestra sensibilidad, la noción de un objeto en general, no limitado por esas condiciones. Este pensamiento no tiene, claro está, valor cognoscitivo, pues no podemos hacernos una idea de cómo un objeto así, ni espacial ni temporal, podría ser siquiera posible; pero ello no lo priva de su significado como pensamiento, que puede ser útil desde otro punto de vista” (Torretti, 1980: 372-373). En líneas generales este trabajo intenta desplegar la afirmación de que las categorías, y sobre todo la categoría de causalidad, es utilizado por la razón para determinarse a si misma en su libertad. 47 idea de libertad. Para ello, en un primer paso, Kant tendrá que mostrar la legitimidad del uso de la categoría de causalidad aplicado a la libertad; con lo cual este paso es importante por el modo en que se desarrolla la idea de libertad dentro del sistema crítico. El segundo paso será determinar qué tipo de realidad objetiva debe atribuirse a la idea de libertad y que ha conducido a Kant a reflexiones posteriores. La aclaración de la aplicación de la categoría de causalidad a la idea de libertad sólo puede ser realizada cuando se recorre paso a paso la problemática, con lo cual respetaremos estos dos momentos en la exposición que haremos. 2. La validez objetiva de las categorías en general y el problema de la aplicación En la Crítica de la razón pura el concepto de “causalidad por libertad” es significado (Bedeutung) y abordado como un concepto problemático porque está en referencia al “uso” (Gebrauch) objetivo de las categorías del entendimiento puro. Al margen del problema dialéctico de la razón consigo misma debemos observar la aplicación de la categoría de causalidad a los objetos de la experiencia posible y fuera de los límites de la experiencia. Para ello, la legitimidad establecida por la propia razón para todo uso de las categorías del entendimiento en el campo del conocimiento es un punto importante para pensar la aplicación. Un breve análisis de algunos pasajes de la primera Crítica nos permitirá comprender: a) qué es una categoría esquematizada; b) qué es una categoría sin esquema. Con esto pretendemos pensar al esquematismo como una elaboración de la validez objetiva de las categorías7 y, de este modo, aclarar el 7 Allison (1992, original 1983) señala lo que a su entender es un punto para distinguir con precisión la diferencia entre “validez objetiva” (objective Gültigkeit) y “realidad objetiva” (objective Realität). Este autor sostiene que la validez objetiva de las categorías está en relación con la síntesis de representaciones en un juicio. En cambio, la realidad objetiva adquiere un sentido ontológico ya que indica una aplicación a un objeto real que nos sea dado en la intuición (objeto de experiencia posible) (Cf. Allison, 1992: 217ss). Esta tesis anteriormente mencionada se encuentra en abierta oposición a lo que señala Rosales (2009: 148). Este autor indica que Kant utiliza los conceptos de validez objetiva y realidad objetiva como sinónimos o equivalentes. Para ello se basa en que la realidad objetiva es una verdad trascendental y la verdad es validez objetiva. Con lo cual realidad objetiva y validez objetiva son idénticos. Esto implica que la realidad objetiva de la categoría, en cuanto a su contenido conceptual, se refiere a un objeto y, por ende, indica también aplicación a objetos. Véase también Heidegger (2010: 183-184) y Meerbote (1972: 51-58). Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 48 Ariel Giménez problema de la aplicación de las categorías en general. Según la versión convencional, la doctrina del esquematismo tiene como resultado el proporcionar significación objetiva a un concepto puro del entendimiento.8 Kant afirma que los “esquemas” de los conceptos puros del entendimiento son las condiciones de significación de estas últimas. Esto quiere decir que los esquemas son las únicas y verdaderas condiciones que procuran a los conceptos puros una referencia a objetos. En este sentido, las categorías no tienen otro uso posible que el uso empírico. ¿En qué consiste tal uso de las categorías? El capítulo del esquematismo brinda las características del uso de las categorías. Kant allí hace una distinción esencial de los usos de los conceptos puros del entendimiento que tiene amplias repercusiones en las determinaciones de una categoría. Dicha distinción apunta exclusivamente a mostrar de qué modo puede entenderse la significación que adquiere una categoría en su relación a la sensibilidad ya que: Después de lo que ha sido mostrado en la Deducción de las categorías, nadie dudará, espero, en decidirse acerca de la cuestión de si estos conceptos puros del entendimiento son de uso meramente empírico, o también de uso trascendental, es decir, si, como condiciones de una experiencia posible, se refieren a priori solamente a fenómenos, o si, como condiciones de la posibilidad de las cosas en general, pueden extenderse a objetos en sí mismos (sin restricción alguna a nuestra sensibilidad). Pues allí hemos visto que los conceptos son enteramente imposibles, y no tienen significado alguno, si no les es dado un objeto, ya a ellos mismos, ya, por lo menos, a los elementos en los que consisten, y por tanto no pueden dirigirse a cosas en sí (sin considerar si, y cómo, pudieran sernos dadas); que, además, la única manera como nos son dados objetos es la modificación de nuestra sensibilidad; finalmente, que conceptos puros a priori deben contener a priori, además de la función del entendimiento en la categoría, también condiciones formales de la sensibilidad (a saber, del sentido interno), las cuales contienen la condición universal, sólo bajo la cual la categoría puede ser aplicada a algún objeto. (KrV A 139 / B 140) 8 Leserre (2014: 49-71) señala que el significado objetivo se construye por la posible referencia a un objeto y por el enlace necesario de las representaciones en un orden temporal. En el contexto en el que se ubica dicho pasaje, las categorías son usadas por el entendimiento en dos direcciones: por un lado con el uso empírico y, por el otro, el uso trascendental del entendimiento. El resultado de la deducción trascendental es que las categorías son condiciones de posibilidad de la experiencia. Ahora bien, no es lo mismo afirmar que los conceptos puros del entendimiento son “condiciones de experiencia posible”, lo cual implica una referencia de estos a priori sólo a fenómenos, de modo que la restricción estaría dada desde la sensibilidad, a afirmar que las categorías son “condiciones de posibilidad de las cosas en general”, según el cual, la extensión de estas va hacia aquello que es un objeto en sí mismo. ¿Cómo es esa extensión que tienen las categorías de suyo? 3. Las categorías del entendimiento como funciones lógicas o formas del pensamiento en general Las categorías del entendimiento son funciones lógicas o formas del pensamiento en general. Si las categorías abandonan esta caracterización es por el esquematismo. La doctrina del esquematismo es lo que permite establecer la diferencia entre categorías esquematizadas y sin esquemas o también denominadas categorías meramente puras. Con esto surge una doble posibilidad de mostrar que las categorías no están completamente restringidas al uso que el entendimiento puede efectuar con ellas en el conocimiento. La primera Crítica muestra que las categorías son las condiciones de posibilidad de la experiencia, pero estas originariamente van más allá de los límites impuestos por la sensibilidad. El capítulo del esquematismo nos permite señalar qué es una categoría esquematizada. Para ello, es menester considerar en qué consiste el esquematismo. El esquematismo, como primera parte de la doctrina transcendental de la facultad de juzgar, trata sobre “la condición sensible sólo bajo la cual pueden ser empleados conceptos puros del entendimiento” (KrV A 136/B 175). Este tratar sobre las condiciones sensibles sobre las cuales pueden ser usados los conceptos puros de entendimiento le corresponde a la facultad de juzgar como la “facultad de subsumir bajo reglas, es decir, de discernir si algo está, o no, bajo una regla dada (casus datae legis)” (KrV A 132/B171). De este modo, el esquematismo en todas sus peculiaridades Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 45-60 se caracteriza como un procedimiento de subsunciones. Ahora bien, cuál es la naturaleza de una subsunción es lo que aún debe aclararse. A nivel general la subsunción implica que “un objeto está contenido bajo un concepto” (KrV A 137/B176). En este sentido, subsumir bajo reglas equivale a subsumir intuiciones bajo las categorías. Sin embargo, la característica principal de la subsunción es que la representación de algo bajo algo debe ser homogénea. La condición de posibilidad de la subsunción es la homogeneidad (cf. Rosales, 2009: 244). De acuerdo con esto, Kant en el capítulo del esquematismo muestra el procedimiento por el cual se subsumen fenómenos bajo categorías. Ello va implicar atender a la pregunta acerca de cómo es posible dicha subsunción por la peculiar heterogeneidad entre ambas, es decir, que “los conceptos puros del entendimiento son completamente heterogéneos en comparación con las intuiciones empíricas” (Cf. KrV A 138/B 177). Entonces, la naturaleza del procedimiento de la subsunción es “mostrar la posibilidad de cómo conceptos puros del entendimiento pueden ser aplicados, en general, a fenómenos” (KrV A 138/B 177). La subsunción o aplicación es desarrollada bajo el nombre de “esquema trascendental”. Este trata de resolver la heterogeneidad entre las categorías y las intuiciones. Para este fin es necesaria una representación mediadora que haga posible la subsunción o aplicación. ¿Por qué es necesaria una representación mediadora? Si el contenido de los conceptos puros estuviese de suyo encerrado en las intuiciones sensibles o puras, las categorías serían a posteriori y su origen nos remitiría a la sensibilidad. De esto se deduce que no hay una identidad homogénea entre las categorías y las intuiciones, lo cual hace necesaria una tercera representación que medie entre ambos extremos. Por un lado, esa tercera representación debe ser idéntica a la categoría y a su vez idéntica a la intuición si es que ha de ser posible la homogeneidad. Por otro lado, dicha representación debe ser también pura a priori porque en caso contrario no sería homogénea con la categoría. En efecto, “esta representación mediadora debe ser pura (sin nada empírico), pero [debe ser], por una parte, intelectual, y por otra parte, sensible. Una [representación] tal es el esquema trascendental” (KrV A 138/B 177). En consecuencia, el “esquema trascendental” es una representación mediadora intelectual y sensible. 49 Hasta aquí tenemos una definición del “esquema trascendental” que se presenta en los primeros párrafos del capítulo del esquematismo, y que resulta esencial pero aún insuficiente para aclarar de modo específico la aplicación de una categoría a la intuición pura o sensible. Lo que es pensado en ambos extremos de la subsunción o aplicación como esquema trascendental puede aclarar esa insuficiencia. Si tenemos en cuenta lo representado en la categoría, es decir, aquello que es pensado en ella en tanto concepto que funciona en un juicio, nos encontramos con que “el concepto del entendimiento contiene unidad sintética pura de lo múltiple en general” (KrV A 138/B 177). En el otro extremo el contenido de las intuiciones debe ser puro y a priori, de lo contrario el esquema trascendental sería empírico. De este modo, el contenido debe ser la intuición pura del tiempo (cf. Rosales, 2009: 245). El tiempo es la única condición común pura a priori que es contenido en todas las intuiciones y que opera como síntesis intuitiva, es decir, “el tiempo, como condición formal de lo múltiple del sentido interno, y por tanto, de la conexión de todas las representaciones, contiene un múltiple a priori en la intuición pura” (KrV A 138/B 177). De esta manera, la “multiplicidad” y la “unidad sintética” contrapuestos son los extremos a los cuales el esquema trascendental tiene la tarea de mediar. Así pues, el esquema trascendental es una representación homogénea de la unidad sintética de lo múltiple en el tiempo. ¿Cómo es la acción de este esquema trascendental? Porque hasta aquí tenemos la función y lo que es el esquema trascendental, pero no su modo propio de proceder. ¿En qué consiste esquematizar? La expresión “esquematizar” indica principalmente sintetizar un múltiple de cierto modo y a través de esto producir un esquema. Esto quiere decir que la facultad de juzgar esquematiza a las categorías y produce sus esquemas. De aquí que se interprete al esquema en general como un método de síntesis y un determinado modo general de sintetizar (cf. Rosales, 2009: 244). El determinado modo de unir del esquema, presentado por Kant como método de síntesis o modo de síntesis, produce las respectivas imágenes de un concepto. De esto resulta que el esquema sea una “condición formal y pura de la sensibilidad, a la cual está restringido el concepto del entendimiento en su uso, (…) y al procedimiento del entendimiento con estos esquemas, [lo llamaremos] el esquematismo del entendimiento puro” (KrV A 140/B 179). Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 50 Ariel Giménez Si tenemos en cuenta que el esquema es un producto de la imaginación, ésta facultad tendrá la tarea de subsumir o aplicar las imágenes bajo los conceptos. Dicho con mayor precisión, el esquematismo será “la representación de un procedimiento universal de la imaginación para suministrar su imagen a un concepto” (KrV B 180). Sin embargo, nuestro interés actual no se refiere al procedimiento del entendimiento a través de la facultad de juzgar que opera con esquemas trascendentales. Nuestro interés se dirige, más bien, a las categorías despojados de su contenido esquemático. Este interés se asienta en una doble observación: 1) El hecho de que Kant haya mostrado en la deducción trascendental la validez a priori de las categorías como condiciones de posibilidad de la experiencia, y con ello haya restringido el uso de las mismas a la experiencia y no a un uso trascendental, no implica que las categorías, como meras funciones lógicas o formas del pensamiento en general, no tengan su propia significación. 2) Además al caracterizar al esquematismo y a las funciones de los esquemas trascendentales como condiciones formales puras de la aplicación y subsunción de las categorías a lo múltiple, lo cual equivale a darles significación objetiva restringida a objetos sensibles, no implica que las categorías adquieren significación solamente a través de sus esquemas. Ciertamente, Kant afirma que las categorías no están limitadas completamente a la experiencia y al conocimiento de objetos. Aquí podría objetarse precisamente que las demostraciones de la deducción trascendental y del capítulo del esquematismo nos inducen a considerar a las categorías en un exclusivo uso empírico y restringir su completa significación como condiciones de experiencia posible. Por lo tanto, los esquemas de los conceptos puros del entendimiento son las verdaderas y únicas condiciones para procurarles a éstos una referencia a objetos, y por tanto, significación; y por eso las categorías, al fin, no tienen otro uso, más que [el uso] posible empírico, pues sirven meramente para someter a los fenómenos, mediante fundamentos de una unidad necesaria a priori (debido a la unificación necesaria de toda conciencia en una apercepción originaria), a reglas universales de la síntesis, y para tornarlos así, con ello, aptos para la integral conexión en una experiencia. (KrV A 146 / B 185) En términos generales “usar un concepto es representar por medio de él un objeto dado o dable, ya sea directa o indirectamente, en nuestra intuición sensible” (Rosales, 2009: 305). Esto nos indica claramente que un cierto uso necesario y empírico de las categorías está referido a los objetos de una experiencia posible, esto es, a fenómenos. De acuerdo con esto, usar un concepto puro del entendimiento es darle significación y sentido empírico. Sólo de este modo es posible un conocimiento empírico, ya que “si un conocimiento ha de tener realidad objetiva, es decir, [si ha de] referirse a un objeto y ha de tener en él significación y sentido, el objeto debe poder ser dado de alguna manera” (A 155/B 194). De esta manera, hay una exigencia inherente a la categoría de ser expuesta sensiblemente, es decir, que no significaría nada si no se pudiese exhibir su significado en objetos empíricos. Kant dice sobre esto: “por eso se exige también hacer sensible un concepto abstracto, es decir, exponer en la intuición el objeto que le corresponde, porque sin esto, el concepto quedaría (como se suele decir) sin sentido, es decir, sin significado” (KrV A 240/B 249). Ahora bien, otro pasaje de la primera Crítica resume esa referencia de los conceptos puros del entendimiento a las intuiciones de la sensibilidad y a sus esquemas, lo cual les brinda significación empírica, aunque las restringen: En realidad, es cierto que les queda a los conceptos puros del entendimiento, incluso después de hacer abstracción de toda condición sensible, una significación; pero solamente lógica, la significación de mera unidad de las representaciones, a las cuales, empero, no les es dado ningún objeto, y por tanto, tampoco significación alguna que pudiera producir un concepto de objeto. (…) Por consiguiente, las categorías, sin los esquemas, son solamente funciones del entendimiento para conceptos, pero no representan objeto alguno. Esta significación la reciben de la sensibilidad, que realiza al entendimiento, a la vez que lo restringe. (KrV A 147/B 187) La restricción alude a los esquemas de la imaginación y sus respectivas determinaciones de tiempo. Sabemos que los esquemas trascendentales de las categorías reflejan ciertos modos de sintetizar dirigidos a la unidad sintética de la multiplicidad sensible en el tiempo en Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 45-60 general. Precisamente por ello restringir a las categorías equivale a limitarlas a los esquemas de la síntesis pura del tiempo en general. Esto implica darles a estos conceptos puros del entendimiento su estricta significación en el conocimiento de esos objetos en el tiempo. Sin embargo, queda un tipo de significación a las categorías despojadas de su contenido esquemático. Si se retira el límite de los esquemas trascendentales a las categorías, es decir, si se hace abstracción de todas las condiciones sensibles bajo las cuales limitamos la significación de las categorías a una significación empírica, nos queda una “significación lógica” (KrV A 147). Como no se trata en el esquematismo de exponer esa significación lógica de las categorías en todas sus características, Kant se limita a señalar la posibilidad de hacer abstracción de las condiciones sensibles y, al hacer esto, les queda a las categorías una significación de “mera unidad de las representaciones” (KrV A 147). Que las categorías no estén limitadas quiere decir que tienen una función mucho más amplia que la determinación de un objeto, o mejor dicho, de la posibilidad de un objeto. Ahora bien, ¿en qué consiste la “significación meramente lógica” de las categorías? En varios pasajes Kant caracteriza a los conceptos puros del entendimiento como funciones lógicas y les otorga un significado meramente lógico.9 (…) quiero sólo recordar que las categorías no están limitadas, en el pensar, por las condiciones de nuestra intuición sensible, sino que tienen un campo ilimitado; y que sólo el conocer lo que nos representamos en el pensamiento, la determinación del objeto, requiere la intuición; con lo cual, a falta de esta última, el pensamiento del objeto, por lo demás, puede seguir teniendo sus consecuencias verdaderas y provechosas en el uso de la razón que haga el sujeto; uso que, empero, como no siempre está dirigido a la determinación del objeto, y por 9 En este sentido señala Di Sanza: “Las categorías en tanto funciones lógicas de unidad son independientes de que se dé o no un objeto en la intuición. Sin la intuición sensible sólo mantienen un significado lógico, pero para que se produzca efectivamente el conocimiento requieren del dato de la sensibilidad y del enlace que efectúa la imaginación”. Cf. Di Sanza (2010: 163). El termino “lógico” se designa como un concepto problemático, esto es, indica que estamos ante un concepto que se dirige hacia un múltiple en general: “esos conceptos de otras intuiciones sensibles, pero no-humanas, de una intuición no-sensible, de una intuición intelectual y de un intelecto intuitivo, así pues también de una intuición en general y de su múltiple en general, etc., son conceptos problemáticos. Ellos no se contradicen a sí mismos ni a los conceptos críticamente asegurados, pero su realidad objetiva no es cognoscible”. Cf. Rosales (2009: 307). 51 tanto, al conocimiento, sino que también está dirigido a la determinación del sujeto y del querer de éste, no se puede exponer todavía aquí. (KrV B 166, N. 498) El concepto puro del entendimiento sólo brinda conocimiento si le es dada una intuición sensible. En caso contrario, la categoría es “el pensamiento de un objeto en general” (KrV B 146; §22). Esta generalidad quiere decir que el pensamiento no está referido a un aspecto particular, sino más bien refiere a todas las cosas sin restricción alguna.10 Por ello, las categorías son pensamientos de las cosas en sí mismas, ya que el pensar una cosa en sí es una determinación que implica un grado de generalidad mucho mayor al pensamiento de un objeto empírico.11 Por consiguiente, una primera aproximación a la restricción impuesta a las categorías está dada por la aplicación a la intuición y, de este modo, estas no tienen “otro uso para el conocimiento de las cosas, que su aplicación a objetos de la experiencia” (KrV B 146147). Esto está en la línea de lo planteado en los §§ 22-24 de la primera Crítica que resaltan la limitación de las categorías a los objetos empíricos y a la vez los amplia como conceptos puros que refieren a una intuición en general. Las categorías en este sentido son meras formas del pensamiento 12 que si no les es dada una intuición sensible no se puede conocer por medio de ellas ningún objeto determinado y carecen de realidad objetiva.13 Pero aquí hay, en el fundamento, un engaño difícil de evitar. Las categorías no se basan, según su origen, en la sensibilidad, como las formas de la intuición, espacio y tiempo; por consiguiente, parecen admitir una aplicación ampliada más allá de todos los 10 “Ese añadido “en general” quiere decir que esos conceptos son referidos a las cosas pura y simplemente, a todas las cosas sin restricción a una esfera o aspecto particular, por ejemplo, a las cosas en su referencia al sujeto, en tanto apariciones”. Cf. Rosales (2009: 305). 11 Creemos oportuno indicar que las categorías en el nivel negativo que expone la primera Crítica, es decir, que las categorías refieren a objetos sensibles en el conocimiento y fuera de esto no podría haber conocimiento, implica que estas tienen como funciones propias pensar cosas en sí mismas. De aquí se infiere que la razón en el pensar tenga el singular destino de verse agobiada por las ideas, las cuales indican un grado de generalidad que va más allá del conocimiento de un objeto de experiencia posible. 12 También puede verse en KrV B 288 ss, que estas formas del pensamiento o meras categorías puras no derivan en proposiciones sintéticas, que es el objetivo de la observación final al sistema de los principios. 13 Ver KrV B 298, A 247-248, B 303-305. En estos pasajes se puede ver claramente el problema de despojar a las categorías de su condición restrictiva, esto es, de su condición esquemática. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 52 Ariel Giménez objetos de los sentidos. Pero ellas no son, por su parte, nada más que formas del pensamiento, que sólo contienen la facultad lógica de unificar a priori en una conciencia lo múltiple dado en la intuición. (KrV B 305-306) Esa apariencia de “aplicación ampliada” de las categorías es el problema central que la Crítica intenta subsanar con la doctrina del uso empírico. Esta doctrina tiene como referentes últimos las formas del espacio y del tiempo como condiciones a priori de la sensibilidad sólo bajo las cuales pueden ser dados objetos. Ahora bien, la misma apariencia de aplicación más allá de los sentidos, y por ende, un uso transcendental, fue posible porque las categorías están predispuestas a esa apariencia. ¿De qué modo están predispuestas? ¿En qué consiste esa unificación? La unificación es la función lógica de una categoría y es la primera determinación pensada por el entendimiento puro en una categoría. Cuando Kant refiere los conceptos puros del entendimiento como “formas del pensamiento” está señalando que estos tienen la forma de ser una función lógica14 anteriormente valida a toda determinación esquemática y temporal de las mismas. 4. La categoría de causalidad: ¿un género para dos especies? En lo siguiente hemos de limitarnos a considerar de manera específica la categoría de causalidad (Kausalität/Ursache)15 y su relación con la idea de libertad (Freiheit). Como hemos visto las categorías en general son funciones lógicas o formas del pensamiento de objetos en general. Ello indica que las categorías en general son funciones sin determinación “real” de objetos. Ahora bien, en relación a la categoría de causalidad, si se abstrae el tiempo en la relación de síntesis según una regla, la categoría es pensada lógicamente como algo desde el cual se puede inferir la existencia de otra cosa. En este sentido Kant señala: Del concepto de causa (si dejo de lado el tiempo en el que algo sigue, según una regla, a algo diferente) no encontraría yo en la categoría pura nada más, sino que hay algo a partir de lo cual se puede inferir 14 Ver KrV A 239, A 242, A 244-245, B 306. Estos pasajes expresan que las categorías son funciones lógicas o formas del pensamiento, es decir, representaciones de las cosas en general. 15 Ver B XXXVII, B 5, B 122 y ss, A 112, B 232 ss, B 429-432. En estos pasajes se encuentran claramente los diversos matices de definición del concepto de causalidad. la existencia de algo diferente; y no solamente no se podría distinguir una de otro la causa y el efecto, sino que, puesto que este «poder inferir» requiere bien pronto condiciones de las cuales no sé nada, el concepto no tendría determinación alguna de cómo aplicarlo a algún objeto. (KrV A 243 / B 301). La categoría de causalidad, en cuanto concepto puro del entendimiento (categoría sin esquema), carece de toda determinación que permita un juicio de objeto.16 Ello se debe, claro está, a la abstracción de las determinaciones de tiempo. Sin embargo, la cita señala que la categoría (si se abstrae la determinación del tiempo) podría ser pensada de cierto modo y, a su vez (sin la abstracción del tiempo), podría ser pensada de otra manera. En consecuencia, la categoría de causalidad puede ser comprendida en una doble especie (cf. KrV A 531/B 559). La categoría de causalidad pensada como necesidad natural y, a su vez, pensada como libertad encierra el problema del vínculo y compatibilidad entre ambas causalidades. Establecer esta doble diferencia en la categoría conduce a Kant a la necesidad de aclarar de qué modo se determinan estas especies de causalidades. De modo específico, la causalidad de la necesidad natural refiere a la existencia de objetos determinables en el tiempo, esto es, refiere a la existencia de fenómenos. En cambio, la causalidad de la razón o causalidad por libertad, refiere a la existencia de las cosas en sí mismas (cf. KpV; V, 94). La libertad en sentido cosmológico o libertad trascendental,17 concebida como una 16 Ver KrV B 289, B 298, A 349. Estos pasajes indican el tipo de determinación de las categorías en su función lógica. A lo anteriormente dicho agregamos una connotación especial: el vacío de contenido. Con respecto a los conceptos vacíos sería oportuno analizar detenidamente la crítica hegeliana sobre el vacío en relación a las determinaciones de las categorías, ya que según el § 43 de Enciclopedia de Hegel alguna especie de determinación deben tener para diferenciarse una categoría de otra. Lo que interesa en ésta crítica hegeliana es falta de “contenido” para la distinción de las categorías. Sin embargo, creemos más bien que el problema radicaría en la especie de determinación, esto es, en el juicio. Ello se debe (al menos en Kant) a que el entendimiento es discursivo y procede por juicios. En el orden práctico se verá con mayor detalle el problema de determinar una acción desde la categoría de causalidad sin apelar a la instancia del juicio (presidida por los esquemas de tiempo) pensado en la relación de esa categoría. 17 Dice Duque (1998: 87): “Kant llama a tal causalidad: libertad trascendental, o sea: una libertad que obra en el mundo sin empero del mundo y cuya idea debe ser inferida, no para garantizar conexiones particulares, sino la conexión del «todo» (aunque Kant se atendrá a las acciones humanas, capaces de iniciar una serie –sólo de ellas tenemos conciencia-, apuntando por analogía a una acción capaz de iniciar la serie completa). “ Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 45-60 causalidad por libertad, se nos presentan dos razones que merecen atención y análisis: a) la primera razón consiste en que la idea de libertad pensada como una causalidad inicia el problema de la compatibilidad y, a la vez, deja abierto de qué modo debe ser pensado ésta causalidad en el ámbito práctico; b) la segunda razón consiste en que nos muestra el problema de una idea de libertad que como causa sincausa pretende realidad objetiva sin “tiempo” (cf. KpV; V, 94 ss), lo cual no sólo escinde al sujeto actuante en dos caracteres (empírico e inteligible) de suyo compatibles por su propia heterogeneidad de ámbitos. Estas dos razones sugieren que la aspiración de la razón pura en sí misma es “unificar-se” o “hacer-se” efectiva en lo sensiblemente determinado por el tiempo. En cuanto a la primera de las razones debemos partir de la afirmación de que la idea de libertad trascendental en sentido cosmológico no pretende “mostrar la efectiva realidad de la libertad como [si fuera] una de las facultades que contienen la causa de los fenómenos de nuestro mundo sensible” (KrV A 558/B 586).18 Entonces, ¿qué busca mostrar la razón pura con una idea de libertad trascendental pensada como causalidad? Dice Kant: La libertad está tratada aquí sólo como idea trascendental por medio de la cual la razón piensa comenzar absolutamente la serie de las condiciones en el fenómeno mediante lo que es incondicionado sensiblemente; en lo cual, empero, se enreda en una antinomia con sus propias leyes, [leyes] que ella prescribe al uso empírico del entendimiento. Que esta antinomia se basa en una mera apariencia ilusoria, y que la naturaleza no está en conflicto, por lo menos, con la causalidad por libertad: eso era lo único que podíamos alcanzar [a demostrar], y era, además, lo único que pretendíamos. (KrV A 558/B 586) 18 Apelando a esta cita queremos hacer notar la ubicación de la problemática que encierra en sí misma la concepción de la libertad en el idealismo trascendental. Reducir el problema de la libertad humana en el idealismo trascendental pura y exclusivamente a la primera Crítica implica no haber comprendido el propósito último de toda esta concepción de la filosofía, a saber, la fundamentación de la metafísica en la moralidad. Esta aclaración surge a raíz de un articulo de Ferreiro que dice: “Kant creyó ver en el idealismo trascendental la única forma de salvar todavía la libertad humana en un mundo dominado por las leyes de la mecánica; apeló así para ello a un dualismo metafísico en último análisis análogo al de la filosofía clásica griega y al de las teologías naturales del Medioevo, las cuales fundamentaron la libertad precisamente en la diferenciación sustancial entre el alma humana y el universo de los cuerpos.” Ferreiro (2014: 168). 53 El “comienzo absoluto” en la serie temporal de la explicación de las causas de los fenómenos es el problema a resolver en el conflicto cosmológico.19 Así vemos que la categoría de causalidad y la libertad se implican de cierto modo. Ahora bien, ¿en qué consiste la categoría de causalidad en sí misma y en cuanto tal? Despojada de su contenido esquemático, esto es, pensada como una función lógica indeterminada en el mero concepto, la causalidad se define como: algo desde el cual se puede inferir la existencia de otra cosa. A partir de la definición lógica pensada en la categoría de causalidad sabemos que el conflicto antinómico va implicar que mecanismo natural y libertad presupongan aquella representación. Además, ésta función lógica de la causalidad es usado por el entendimiento para pensar las relaciones en un juicio. ¿De qué modo se piensa toda relación en un juicio? Al modo de fundamentos y consecuencias.20 De aquí que la inferencia de la existencia de una cosa a otra es pensada como relación de síntesis entre un fundamento y su respectiva consecuencia. Esta relación es la única relación pensada lógicamente en toda representación de la causalidad como concepto puro del entendimiento, independientemente de si el concepto es necesario o no para la posibilidad de la experiencia (cf. KrV A 112/114). El conflicto de la razón consigo misma en la Tercera Antinomia21 presupone un concepto de causa-efecto (esquematizado) en la sucesión temporal de los fenómenos subalternos. Esto quiere decir que todo lo que acontece, en cuanto es algo que existe, presupone algo que lo ha determinado en el tiempo, esto es, presupone una causa (Ursache). La experiencia de todo acontecimiento es posible por esta necesidad de que los fenómenos que acontecen presupongan fenómenos que anteceden como causas en un orden temporal objetivo. 19 En las antinomias dinámicas ocurre que la tesis afirma la existencia de algo que ejerce sus efectos en la serie sin ser parte de ella; en cambio, en la antítesis se afirma la imposibilidad de poder salirse de la serie misma. En la tesis se defiende la posibilidad de pensar una idea; en la antítesis se defiende el conocimiento de los fenómenos. Cf. Duque (2002: 140). 20 Cf. B 98. Allí el pasaje dice: “todas las relaciones del pensar en los juicios son a) la del predicado con el sujeto; b) la del fundamento con la consecuencia; c) la del miembros reunidos de la división, los unos con los otros”. 21 Sería oportuno un análisis más detallado de la relación entre la Tercera Antinomia y el Principio de razón suficiente leibniziano. En este respecto señala Duque (2002: 141): “La Tercera Antinomia es seguramente la más importante de todas ellas, pues que aquí se discute la validez y alcance del principium grande: el Principio de “razón suficiente” leibniziano (rector justamente de todas las verdades de hecho, o sea: que implican existencia).” Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 54 Ariel Giménez La asimetría de determinación temporal de los fenómenos es lo que demuestra la Segunda Analogía de la experiencia y el conflicto cosmológico presupone una causalidad natural regido por este principio.22 En este sentido, la posibilidad de la experiencia se basa en esa “regla” de estricta necesidad y universalidad. 23 Al respecto Kant dice: Por consiguiente, la relación de los fenómenos (como percepciones posibles), según la cual lo posterior (lo que acontece), por lo que concierne a su existencia, está determinado en el tiempo necesariamente y según una regla, por algo precedente, es decir, la relación de la causa al efecto, es la condición de la validez objetiva de nuestros juicios empíricos, con respecto a la serie de las percepciones, [y es], por tanto, [la condición] de la verdad empírica de ellos, y por tanto, de la experiencia. Por eso, el principio de la relación causal en la sucesión de los fenómenos vale también para todos los objetos de la experiencia (bajo las condiciones de la sucesión), porque él mismo es el fundamento de la posibilidad de la experiencia. (KrV A 202) 24 Esta afirmación nos permite comprender que en la sucesión de los fenómenos, en sus relaciones, estos se conectan en el tiempo como una producción “sintética de la imaginación, que determina el sentido interno con respecto a la relación temporal” (KrV B 233). La imaginación es la que coloca a un fenómeno como efecto y a otro como su causa, esto es, los pone una relación que se ordena en un antes y un después de modo objetivo. La causa determina al efecto en el tiempo. Resultado de la Segunda Analogía es que la posibilidad de la experiencia de los fenómenos consiste en una ley de causalidad que determina una sucesión objetiva donde: todo lo que acontece está determinado por todo lo que precede en el tiempo.25 Ahora bien, en la investigación de las causas para un efecto 22 En la Segunda Analogía la posición de Kant se basa en que la causalidad natural es la única causalidad cognoscible por un entendimiento aplicado a las condiciones intuitivas de la experiencia, pero no se afirma que fuera la única causalidad pensable como existente. Cf. Duque (2002: 141, nota 168). 23 El problema esencial en el concepto de causa-efecto es la necesidad (Notwendigkeit) identificada con la universalidad estricta. Esa necesidad estriba en que, si afirmamos que A es la causa de B, afirmamos que A junto con condiciones permanentes B se seguirá invariablemente (cf. Allison, 1992: 45). Esto sugiere en líneas generales que: un efecto determinado se sigue de su causa. 24 El concepto de regla quiere decir: “La representación de un condición universal según la cual (y por tanto, de la misma manera) puede ser puesto cierto múltiple, se llama un regla; y si debe ser puesto así, [se llama] una ley”. Cf. A 113. natural dado, esto es, en la serie ascendente hacia el pasado que ha dado origen a un fenómeno subalterno, la razón busca de manera necesaria lo absoluto incondicionado. ¿En qué consiste este comienzo absoluto de una serie o absoluto incondicionado? Consiste en que si está dada una condición también lo está la serie completa de condiciones, con lo cual fue posible esa condición. La categoría de causalidad “ofrece una serie de causas para un efecto dado, en la cual se puede ascender, a partir del último, como lo último condicionado, hasta aquéllas, como condiciones, y [así] se puede responder la pregunta de la razón” (KrV B 442). El argumento nos conduce a pesar que si la causalidad estricta significa: determinación de la conexión en una síntesis de causas y efectos en una serie temporal asimétrica,26 la razón busca una causalidad que no es causalidad. La causalidad incondicionada exige un tipo de causa que no sea determinada por la serie regresiva, y esto es su máximo conflicto (Tercera Antinomia). La condición absoluta (sinrelación) no es posible si atendemos a la investigación del entendimiento en la búsqueda de causas para un efecto según una regla. La inevitable y aparente ampliación del conocimiento, que el entendimiento pretende con la categoría de causalidad, trasciende sus propios límites esquemáticos y permite a la razón fundar una idea cuya causalidad es más amplia que la anteriormente restringida. Al respecto dice Kant: Pero como de esa manera no se puede obtener ninguna totalidad absoluta de las condiciones en la relación causal, la razón se crea la idea de una espontaneidad que pudiera comenzar por sí misma a obrar, sin que se precisara anteponerle otra causa 25 El problema general de las analogías es la posibilidad del conocimiento de un “orden temporal objetivo”. Cf. Allison (1992: 337). En este sentido, Allison señala que: “El problema especifico de la «Segunda analogía» es la posibilidad del conocimiento de un orden de estados sucesivos de un objeto, es decir, la posibilidad de juicios de la forma «el estado A precede al estado B en el objeto X». Tal sucesión de estados puede llamarse «sucesión objetiva»”. Cf. Allison (1992: 337). También puede verse Paton (1936: 230-232), Van Cleve, (1973: 69-87), Melnick (1973: 85). 26 En cuanto a dicha definición habría que situarla en el contexto de la distinción que el mismo Kant realiza al referirse al concepto de causalidad. En este sentido señala Duque: “Kant distingue cuidadosamente entre «causalidad» (Kausalität) y «causa» (Ursache). La primera apunta a la pura ley relacional, y puede desde luego ser pensada. La segunda tiene como referente un fenómeno cognoscible. En el mundo puede haber pues, dos tipos de causalidad, aunque en él sólo se den causas fenoménicas”. Cf. Duque (1998: 86). Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 45-60 para determinarla, a su vez, a obrar, según la ley de la conexión causal. (KrV B 561) Lo que Kant muestra es una especie de causalidad cuya determinación consiste en: espontaneidad para comenzar por sí misma a obrar. El surgimiento u origen de esta causalidad por libertad está en la búsqueda de lo absoluto incondicionado. La relación de síntesis de causas y efectos en la serie temporal no permite a la razón acceder a la totalidad absoluta de las condiciones en esa relación, con lo cual espontáneamente surge una causa que por sí misma se determina a obrar y, con ello, se resuelve la búsqueda de una condición (cf. KpV; V, 99). Resulta evidente que la determinación de la espontaneidad no se puede explicar al modo como explicamos un fenómeno en la serie de condiciones de ese fenómeno, porque “una acción originaria, por la cual ocurriera algo que antes no era, [es algo que] no se puede esperar de la conexión causal de los fenómenos” (KrV A 544). Entonces, ¿por qué llamar causalidad por libertad a un principio de que no es causalidad en sentido estricto? Dos puntos importantes habría que señalar con respecto a esta pregunta: 1) El concepto de causalidad por libertad está desarrollado como espontaneidad que origina por sí misma una acción fuera del tiempo y cuya finalidad es poder ser fundamento de una serie de fenómenos determinados en el tiempo. Su contexto es la unión, en una acción como fenómeno, de un fundamento inteligible con una consecuencia sensible (cf. KrV A 538 / B 566). De esta manera, la causalidad por libertad es pensada, y sólo puede ser pensada, al modo como es definida la categoría de causalidad despojada de su contenido esquemático, esto es, como fundamento espontáneo desde el cual surge una consecuencia. Aunque la causalidad natural exige ser definida a partir de una regla, la idea de libertad exige pensar en el concepto de causalidad algo que no puede ser explicado: la espontaneidad como fundamento inteligible. La diferencia marcada entre una y otra causalidad es la determinación del tiempo. Sin embargo, ésta diferencia no impide “pensar” la determinación entre causalidad natural y causalidad por libertad en un mismo fenómeno. Con el concepto de causalidad por libertad se logra pensar lógicamente un fundamento espontáneo que tiene como consecuencia (en el orden práctico) objetos según ideas. Sobre la base de esta concepción de fundamento espontáneo pensado en la causalidad por libertad se 55 funda una independencia de la naturaleza o necesidad natural. Lo peculiar de la causalidad por libertad es que surge en oposición y gracias a la causalidad natural. 27 De este modo, el concepto de causalidad aplicado a la libertad tiene una legitimidad lógica sin realidad efectiva (en tanto facultad) por estar fuera del tiempo. Esto intentará revertir Kant en el ámbito práctico -orden del deber ser (Sollen/Pflicht)afirmando una autoconciencia moral (conciencia de sí mismo como libre). Así pues, si se quiere atribuir la libertad a un ser cuya existencia está determinada en el tiempo, no se puede sustraer a este ser, al menos desde este punto de vista, de la ley de la necesidad natural a la cual están sujetos todos los eventos de su existencia, y por lo tanto, también sus acciones; pues esto sería tanto como abandonarlo al ciego azar. Pero como esta ley concierne inevitablemente a toda causalidad de las cosas en cuanto su existencia es determinable en el tiempo, se sigue que, si ese fuera el modo como hubiera de representarse también la existencia de esas cosas en sí mismas, la libertad tendría que ser rechazada como un concepto vano e imposible. Por lo tanto, si se quiere aún salvar la libertad, no queda otro medio que atribuir la existencia de una cosa en cuanto determinable en el tiempo, y por lo tanto, también la causalidad según la ley de la necesidad natural sólo al fenómeno y la libertad a ese mismo ser considerado como cosa en sí. (KpV; V, 95) Si la causalidad natural refiere a la existencia de todo fenómeno en el tiempo, entonces la causalidad por libertad no hace alusión a ninguna relación objetiva determinada. ¿La razón tiene una causalidad por libertad?28 Responder este planteo conduce a pensar el problema que señala Kant en el ámbito práctico cuando vuelve a pensar la confluencia, en una misma acción, de la causalidad natural y la causalidad por libertad: “¿cómo puede llamarse totalmente libre un hombre que, en el mismo momento y respecto de la misma acción está a la vez sometido a una necesidad natural inevitable?” (KpV; V, 95). Echemos una mirada retrospectiva a lo anteriormente analizado. La razón teórica en la búsqueda de lo incondicionado partía desde el acontecimiento como efecto hacia 27 Vitiello (2004: 54-58) señala esa oposición (divergencia) y continua remisión reciproca de la libertad con respecto a la naturaleza. El conflicto irresoluble (al menos en la segunda Crítica) marca la coherencia de la moral en Kant. 28 Duque (2002: 143) señala que la libertad según Kant es una “determinación de la voluntad no afectada por el mundo, aun cuando tenga causalidad eficiente en él”. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 56 Ariel Giménez la causa. En este sentido, el movimiento hacia la causa que produce el efecto es un regreso en la serie ascendente. Este movimiento se considera una regla cuya denominación es: la ley natural. La causalidad natural queda así establecida por una ley mecánica en la cual “todo” fenómeno subalterno tiene una causa en una sucesión temporal. En cambio, la causalidad por libertad sólo puede ser pensada como una determinación lógica del paso del fundamento a la consecuencia sin realidad objetiva. La realidad objetiva del concepto de causa (al menos en cuento razón teórica) queda asegurada por medio de la exposición o esquematismo.29 Sin el esquematismo la causalidad es un concepto vacío sin intuición y no hay posibilidad de síntesis o relación objetiva en un juicio.30 Pero dado que bajo esta aplicación no puede ser puesta intuición alguna, pues 29 La realidad objetiva del concepto de causalidad por libertad no puede ser conocida desde la razón teórica (véase por ejemplo KrV A 567/B 595). Ello es evidente si tenemos en cuenta las restricciones a las categorías en la Analítica Trascendental, en el Esquematismo, y en la Segunda analogía de la experiencia. Ahora bien, en distintas obras Kant señala una doble manera de “representar” un concepto puro pensable en un objeto (de experiencia y fuera de la experiencia). Cuando un concepto puro del entendimiento adquiere realidad objetiva es porque se lo puede exponer en una intuición y esta exposición (directa) alcanza para ser conocimiento (cf. Progresos, Ak, XX, 279-280). En cambio, cuando el concepto no puede ser expuesto sino más que de modo indirecto, estamos ante la simbolización del concepto (cf. Ibíd.). La salida de emergencia hacia el símbolo de la idea nos pone ante la representación del objeto por analogía. En este punto, la analogía nos permite pensar el procedimiento de la facultad de juzgar que reflexiona sobre: “la relación de la causalidad en general, como categoría, puede ser representada en ambos casos como lo mismo aun cuando yo siga sin tener noticia del sujeto de esta relación en su constitución (Beschaffenheit) interna; por tanto, sólo es posible exponer [en tal caso] el sujeto, pero no desde luego su constitución” (cf. Ibíd.). En la analogía con lo sensible la idea tiene que ser determinada de algún modo, y aquí la relación de causalidad en general funciona (en la forma del pensar) como base para pensar la idea. En este sentido es importante constatar que para pensar analógicamente la idea de libertad se deba apelar como base de ese pensar, a la categoría de causalidad (cf. Torretti, 1980: 553-554). Si bien abre un nuevo problema pensar libertad analógicamente con la naturaleza desde la categoría de causalidad, es importante señalar que aquí la categoría es pura, esto es, como relación entre fundamentos y consecuencias. La reflexión de la facultad del discernimiento utiliza la regla para aplicar a la idea un símbolo y con ello conferirle realidad objetiva a esa idea. Para un mayor análisis de la simbolización y la analogía: Proleg., § 58; KU, § 90; Lógica § 84; Duque: su edición de Progresos, pp. 45-46, notas 65-65; M. Caimi, La Metafísica de Kant, §§ 42-43 (pp. 79-82). 30 Al referirnos a una relación objetiva en un juicio estamos haciendo alusión a una relación objetiva determinada. Las categorías pueden concebirse (pensarse) separadas de los esquemas de tiempo sensibles que condicionan la aplicación (subsunción) a objetos existentes. Pero esto les proporciona una simple forma vacía de unidad de la síntesis por la cual se constituye un objeto y de ninguna manera representa un objeto o una relación determinada objetivamente. (cf. Torretti, 1980: 553). A esto nos hemos referido con más amplitud en el capitulo sobre la validez objetiva de las categorías. una intuición sólo puede ser sensible, resulta que la causa noumenon, respecto del uso teórico de la razón, si bien es un concepto posible y pensable, es sin embargo un concepto vacío. Pero ahora yo no pido conocer teóricamente la naturaleza de un ser en tanto que tiene una voluntad pura; me basta sólo indicarlo como tal mediante ese concepto, y por lo tanto, sólo unir el concepto de la causalidad con el de la libertad (y con lo que le es inseparable, la ley moral, como motivo determinante de ésta); y este derecho me corresponde ciertamente en virtud del origen puro y no empírico del concepto de causa, no estando autorizado a hacer más uso de él que el concerniente a la ley moral que determina su realidad, es decir, sólo un uso práctico. (KpV; V, 56) Kant señala en la cita que la razón pura no necesita conocer que un sujeto posee voluntad pura. Lo que si requiere la razón (en la idea de libertad) es una manera de “determinarse”. En este sentido, la Crítica de la razón práctica vuelve a pensar la causalidad desde otro plano, esto es, a partir de la búsqueda de un principio o fundamento (Grund) para la voluntad. Si tenemos en cuenta que la razón práctica no tiene como finalidad el conocimiento de la causa de un efecto natural dado, manifestado en un acontecimiento, sino “determinarse a sí misma, mediante la propia causalidad, a la realización de sus objetos” (KpV; V, 15), entonces la razón necesita (y sería interesante preguntar por qué necesita) determinarse a actuar de la misma manera en que se determina la causalidad natural (o necesidad natural) en la serie de fenómenos. Este “determinarse a sí misma” funciona como una autoconciencia de la razón práctica. Esta razón actúa como si fuese naturaleza, esto es, actúa del mismo modo en que proceden las determinaciones de las necesidades naturales: según una causa. Con esto estamos ante una analogía (aquí hacemos alusión a la analogía en sentido estricto, es decir, al modo como puede ser definido lo suprasensible (la libertad): “una semejanza incompleta de dos cosas completamente desemejantes” (Proleg., § 58). La finalidad de dicha analogía es una necesidad objetiva de la razón por el siguiente motivo: la razón necesita (se ve precisada) unir la función lógica de la causalidad a la idea de libertad porque ello significa darle un estatus determinado a esta idea. La razón precisa determinarse libremente, en oposición y gracias a las necesidades naturales, como un fundamento que tiene sus propias consecuencias. En Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 45-60 efecto, Kant sostiene que con ésta unión de la categoría pura de causalidad a la idea de libertad le es suficiente a la razón práctica para determinarse como voluntad pura y libre. No necesita más que unir la función del concepto de causalidad con la idea de libertad para proporcionar una determinación en el ámbito práctico (Duque, 2002: 145, nota 177). La función del 57 concepto de causalidad está en la relación entre fundamento y consecuencia. La razón traslada esa función lógica para establecer la relación de ésta con la voluntad. Traslada esa función de tal modo que pueda establecerse a sí misma como un “fundamento de determinación” (Bestimmungsgrund) para la voluntad. Referencias FUENTES PRIMARIAS Kant, I. (1902ss) Kant´s Gesammelte Schriften. Hrsg. von der Königlich Preussischen und der Deutschen Akademie der Wissenschaften. Berlin: G. Reimer, W. Gruyter. Kant, I. (2007) Crítica de la Razón Pura. Traducción, notas e introducción de Mario Caimi. Buenos Aires: Colihue. Kant, I. (1996) Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. Edición bilingüe alemánespañol y traducción de José Mardomingo. Barcelona: Ariel. Kant, I. (2001) Crítica de la razón práctica. Edición bilingüe alemán-español, traducción, estudio introductorio, notas e índice analítico de Dulce María Granja Castro. México: Porrúa-UAM. Kant, I. (1995) Crítica de la razón práctica. Traducción de E. Miñana y Villagrasa y Manuel García Morente. 2ª ed. 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