Recursos de interacción en el aula

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Recursos de interacción en el aula
Ricard Pedreira Font. Doctor en Pedagogía
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.
Universidad Autónoma de Barcelona
Resumen
Le diable c’est l’ennui, afirma el director de teatro Peter Brook. El diablo es el
aburrimiento, también en la Enseñanza Superior. Se trata de mostrar que los estudiantes
actuales (y los de antes), aprenden más y mejor, si el proceso de aprendizaje se presenta
de modo atractivo y motivador. Estamos hablando por tanto, no del contenido de cada
una de las materias, sino de la forma de presentarlas a los estudiantes. Hay profesores
que dicen que a ellos les pagan para enseñar a los estudiantes. Y nada más. ¿Enseñar
una materia o seducir a los estudiantes? Ésta es la cuestión.
Esta comunicación presenta una estrategia para la mejora cualitativa y cuantitativa del
aprendizaje, a través de la interacción en el aula entre el profesor y los estudiantes, de
la forma más atractiva posible.
Aunque la clase “magistral” tiene sus ventajas incontestables sobre la cantidad de
materia impartida en el menor tiempo posible, al máximo número de estudiantes, la
enseñanza/aprendizaje interactivo se centra en el estudiante, atrayendo su interés a
través de la estructuración del discurso, los recursos del docente y la participación en el
propio proceso.
Las cuatro partes de que consta la estrategia propuesta son:
Como presentar los contenidos de forma interesante: La materia como estructura
dramática
Como conseguir la comunicación atractiva: El profesor como comunicador.
Como organizar la participación del estudiante, especialmente en grupos grandes: El
estudiante como público a seducir.
Como modificar el espacio de forma favorable al aprendizaje: El aula como espacio
escénico.
Palabras clave: Interacción en el aula, Recursos teatrales, Aprendizaje a(tra)ctivo.
Desarrollo
¿Porqué los estudiantes en el aula generalmente solo toman apuntes? ¿Porqué no
contestan las preguntas que se les hacen? ¿Porqué están pasivos los estudiantes? ¿Quien
es el culpable? ¿Qué se puede hacer? Quizás un punto de vista diferente puede ayudar a
responder estas preguntas.
Una clase no es un teatro, pero hay unos contenidos (un texto), un profesor (que ha de
"actuar"), unos estudiantes (que son su "público") y una aula (un espacio "escénico"). El
objetivo de la clase no es distraer; en un cierto tipo de teatro, tampoco lo es. El profesor-
1
actor ha de conseguir, además de no aburrir, que los estudiantes-público aprendan y
entienda el "texto" de la obra. La tarea no es fácil!
La materia como estructura dramática.
¿Qué es más importante, la cantidad de materia a explicar o la cantidad de materia
aprendida por los estudiante? Depende de la longitud del programa, de la capacidad de
los estudiantes y de las habilidad del profesor. Pero siempre es un compromiso inicial
que hay que tener en cuenta.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la atención del estudiante baja con el paso del
tiempo. A los 20 minutos, aproximadamente, comienza el descenso. Entonces se debe
cambiar la forma de exposición para mantener la tensión.
Para ello, la exposición se debería estructurar con “tempos” diferentes. Un símil
musical seria el esquema “alegro-andante-alegro”, es decir un inicio brillante, seguido
de un desarrollo expositivo y un final también brillante. Con ello se conseguiría atraer la
atención al principio, mantenerla durante la exposición y terminar con un buen sabor de
boca, para la próxima sesión.
El texto, el contenido de la sesión se podría construir como una estructura dramática,
con una presentación, un exposición-nudo y un desenlace-resumen, como proponen los
clásicos. Es decir, una primera parte de planteamiento del tema, una segunda parte de
exposición del problema o de la situación y una tercera que llevase a la resolución o
explicación del anterior. Este planteamiento podría tener más interés que una simple
explicación lineal.
Un buen guión de la sesión es la clave para una correcta exposición. No hay situación
más angustiosa para un estudiante que finalizar una sesión sin las notas mínimamente
ordenadas de las explicaciones del profesor.
A pesar de que el profesor debe ser un improvisador en sus exposición, la guía es
fundamental para que los estudiantes (y el mismo) no pierdan el hilo de la explicación.
El profesor, como los actores de la “commedia dell’arte”, debe improvisar su texto entre
dos puntos fijados, entre dos conceptos por los que debe pasar inexcusablemente para
que su exposición sea coherente y libre a la vez. El guión puede ser una lista de
palabras simplemente, un mapa conceptual o un texto en el que se han subrayado los
conceptos principales, pero nunca debería leerse. Se pierde toda la espontaneidad, a
menos que se sea un fuera de serie.
Y finalmente considerar que un inicio sorpresa (una pregunta, una situación, un
ejemplo real) siempre es interesante para atraer la atención sobre el tema, especialmente
si esta ligado a los intereses o conocimientos anteriores de los estudiantes.
2
El profesor como comunicador 1
En la comunicación hay que tener en cuenta que las personas tenemos dos componentes
principales: La cabeza y el corazón. La parte intelectual y la parte emocional. Los
estudiantes universitarios no son ninguna excepción. Para que una comunicación sea
efectiva debe ir dirigida a la parte intelectual, pero también a la parte emocional. Debe
informar y emocionar. Si no se comprende este punto, es difícil la comunicación, en el
aula y en cualquier otro lugar. Se debe interesar, mover, conmover.
Una exposición puede ser “empática”, es decir intentando ponerse en la piel del otro,
para poder entrar en su mundo o “anti-empática”, es decir, lanzado una serie de
informaciones, sin tener en cuenta el receptor y esperando que asimile lo que pueda.
¿Porqué algunas clases son un monólogo? El profesor en su aula, además de actuar
como experto, está en el punto de mira de toda la clase, es el actor que ha de seducir,
liderar (“influir en las actividades del grupo”. Stogdill,1948) la sesión, para conseguir
que los estudiantes aprendan más y mejor lo que se les propone.
La comunicación, que es principalmente verbal, pero cada día más (audio)visual, y
también no verbal, tiene un proceso básico. Al principio hay un emisor (el profesor) que
"codifica" (construye con un cierto lenguaje) un mensaje, que un receptor (el estudiante)
ha de “descodificar”, interpretar y asimilar. En la codificación correcta del mensaje,
para que pueda ser correctamente comprendido por el estudiante, está una de las claves
de la comunicación.
En la comunicación verbal hay algunas reglas básicas a recordar:
La vocalización por ejemplo. Todas la palabras deben entenderse. Un ejercicio clásico
consiste en ensayar el discurso con un lápiz entre los labios.
La velocidad es también importante. Debe hablarse más lentamente de lo normal. Y
repetir los conceptos de distinta manera. Con ejemplos. Hay que pensar que los
estudiantes reciben por primera vez unos conocimientos que el profesor conoce
sobradamente y ha repetido muchas veces.
El volumen de voz es un tema crucial. La voz debe oírse desde la última fila. Sino es
demasiado potente, hay que acercarse al oyente o utilizar un micrófono. Hay que cuidar
la voz, ya que su fatiga es un problema y una enfermedad profesional. El frío, el
cansancio y el dormir son elementos importantes a controlar.
Los cambios de tono de voz añaden matices y variación a la explicación y deben ser
empleados de acuerdo con lo que se está diciendo y con la intención que se desea.
Los silencios son un recurso que añade tranquilidad al discurso y un cierto énfasis para
remarcar temas importantes.
La sonrisa transmite confianza a la exposición y suaviza la tensión y el cansancio.
Hay también los recursos no verbales 2 que son captados por los estudiantes y que
normalmente no se tienen en cuenta. La mirada por ejemplo. Mirar a los estudiantes
establece un contacto directo. Se esta mostrando que es al receptor al que se está
dirigiendo el discurso. Hay que ir mirando a toda la audiencia. Es difícil pedir
comunicación y mirar al vacío. La mirada es también un una muestra de contacto.
1
2
Harris, J.R. "The teacher as Actor" Teaching of Psychology. Vol. 4 nº 4. December 1977
Davis, F. La comunicación no verbal. Alianza editorial, 1998.
3
Contacto visual. La falta de práctica y la vergüenza, impiden a veces este contacto, pero
es imprescindible.
El gesto adecuado con las manos por ejemplo, añade interés y subraya aspectos precisos
y el contenido de las palabras.
El movimiento del cuerpo ayuda també a mostrar variación y cambio, especialmente si
es coherente con las explicaciones. Si no lo es, puede ser cómico y todos recordamos
casos de profesores "especiales" en este aspecto.
La posición es también importante. Cuando se escribe en la pizarra se da la espalda a la
clase. Inmediatamente se pierde en contacto visual y posicional. Además se pierde el
volumen de voz y inmediatamente decae el interés del oyente. Se puede realizar como
descanso (“break”) pero debe retomarse inmediatamente el contacto, recuperando en
control. Se debe ser consciente de la situación creada.
El acercamiento al estudiante produce un aumento de la tensión. En algunos casos, de
intranquilidad y miedo. Debe emplearse con conocimiento y medida. Pero el “primer
plano” siempre es muy útil para la comunicación. La lejanía es uno de los principales
obstáculos.
La imagen es también un elemento a considerar. La primera percepción de los
estudiantes es la imagen externa. Mucho de ellos a veces tampoco van mas allá. Debe
haber una libertad total de imagen, pero el profesor debe ser consciente de la imagen
que proyecta. No es lo mismo un profesor/a con americana y corbata, o traje-chaqueta
que un profesor/a con camiseta, pantalones pirata y sandalias. Las dos vestimentas
pueden ser vistas en el “campus”, especialmente en verano. Cada uno debe conocer la
imagen que proyecta y la que quiere proyectar.
Hay profesores jóvenes, por ejemplo, que necesitan una distanciamento con sus
estudiantes, para un mejor aprendizaje de éstos. El vestuario puede contribuir a ello. El
peinado asimismo y todos los aspectos que modifican la apariencia, añaden impactos
que los estudiantes reciben e interpretan y deben ser controlados por el profesor, en su
beneficio. “Piercings”, tatuajes y otros accesorios, que algunos profesores exhiben,
comunican actitudes que modifican la conducta de los estudiantes. Toda la industria de
la moda y del peinado es una industria de comunicación personal.
El estudiante como público a seducir
Según diversos estudios 3 , el volumen de la información que se recuerda es el 20% de lo
que solo se oye, el 50% de lo que se ve y se escucha y el 90 % de lo que se explica y se
hace. Éste es uno de los fundamentos de la aprendizaje activo 4 y participativo, también
en la universidad.
Un buen actor conoce a su público. El profesor, conoce a sus estudiantes? ¿Qué nivel
tienen? ¿Cual es el tono que les seduce? Sino conoce a los estudiantes, su discurso y su
método puede no ser adecuado. Aquí pueden entrar las preguntas, la conversación, la
participación en la clase inicial. Generalmente la clase inicial suele desperdiciarse con
explicaciones que podrían darse mediante un programa o una información escrita. Las
3
4
Entre ellos, los de la British Visual Society, citado pr MEC. Internet
Mallart, J. L’educació activa. Ed. EUMO, 1998
4
preguntas en el aula tienen muchas utilidades, pero la primera puede ser la de conocer
nuestro interlocutor. ¿Quien es? ¿Qué sabe? ¿Qué quiere?
Estas preguntas iniciales posiblemente no comportaran demasiados problemas ya que el
estudiante estará hablando de problemas propios y conocidos. Pero más adelante,
cuando al mismo estudiante se le hagan otras preguntas, posiblemente no responda.
¿Porqué? ¿Porqué callan los estudiantes? Posiblemente porque no saben lo que el
profesor (que les examinará) considera correcto y, además, quizás no quieren quedar
como "sabelotodo" delante de sus compañeros. Para las preguntas hay que crear un
clima especial de confianza. Que el estudiante piense que no tiene nada a perder, ni con
el profesor, ni con sus compañeros. Que está aprendiendo mediante las preguntas. Y hay
que dar tiempo a meditar y/o consultar les posibles respuestas. Hay que pensar que el
profesor ya tenia la pregunta (y la respuesta) preparada.
Además de preguntas, el profesor puede (y debería) hacer trabajar a los estudiantes en
pequeños grupos 5 o discutir en grandes grupos. Un imprescindible conocimiento de
dinámica de grupos 6 puede ser muy útil. La adecuada secuencia de recursos didácticos
transforman la pasividad de escuchar y tomar apuntes, en una actividad que, bien
preparada, contribuye al aprendizaje de una manera positiva, a la vez que produce en la
clase un efecto motivador y también de goce. Al sentirse protagonistas, los estudiantes
aumentan sus capacidades de asimilación y de aprendizaje.
Entre las dinámicas de grupo más utilizadas en la enseñanza superior pueden citarse las
preguntas, ya explicadas y la de los mini-casos o casos enteros, que son situaciones
simuladas que los estudiantes deben analizar, discutir y resolver. Su duración puede
estar entre 10 minutos y varias sesiones, según la longitud y la complejidad del caso.
En otro bloque están la discusión en grupos grandes o el trabajo en grupos pequeños,
mediante la subdivisión orgánica de los mismos. Una variante muy interesante del
trabajo en grupos es el trabajo cooperativo, de aprendizaje interno entre sus
participantes. Una de las modalidades consiste en que los estudiantes se reparten los
temas a aprender y los exponen a sus otros compañeros, que además de aprender,
pueden realizar preguntas o discusiones.
Finalmente están la tempestad de ideas, para los aspectos más creativos y los juegos de
rol, en que la implicación personal en el aprendizaje es más profunda.
Uno de los retos interesantes que debería de plantearse todo profesor, seria el de
conseguir el máximo de interactividad y de aprendizaje de sus estudiantes, hablando el
mínimo posible. Es decir conseguir por ejemplo, que una discusión del grupo fuera
discurriendo por sus cauces, con el máximo de implicación de los estudiantes y solo con
el protagonismo imprescindible del profesor 7 .
El aula como espacio escénico.
¿Uno contra todos o todos al mismo “nivel"? ¿El profesor ha de estar en una tarima
frente a los estudiantes (como en un teatro normal, también llamado "a la italiana") o
puede estar paseando por los pasillos de la clase, entre los estudiantes (como en el teatro
5
Pedreira, R. La participació dels estudiants en un grup gran. PSIDU.UAB, 2001
Cirigliano, G. Villaverde, A. Dinámica de grupos y educación. Ed. Lumen.Humanitas,1997.
7
Allen,D. y Ryan,K. Microenseñanza. Ed. Ateneo. Buenos Aires,1978
6
5
de "boulevard")? ¿O sentado en una mesa redonda, todos al mismo nivel? La
disposición del espacio y del mobiliario condiciona la relación profesor/estudiante y por
tanto el aprendizaje.
¿Pero que se puede hacer cuando una aula tiene, por ejemplo, quince filas de siete
bancos sólidamente anclados en tierra? ¿Qué se puede hacer cuando los estudiantes
pugnan por sentarse en las últimas filas? ¿Se puede conseguir el acercamiento de los
estudiantes?
En primer lugar, se puede pedir a los estudiantes que se sienten en las primeras fila para
agruparlos y sino el profesor puede acercarse ("si la montaña no va a Mahoma,..."),
paseando por pasillos, generalmente laterales, para que la distancia sea la menor
posible. Los estudiantes “lejanos” dispersan su atención y el "primer plano", como en
el cine, fija más su atención.
Hay distintas posibilidades de distribución del espacio. Si las bancos están anclados en
el suelo, parece que solo se puede trabajar frontalmente, es decir de un lado el profesor
y enfrente, las filas de alumnos. Pero también es posible hacerlos trabajar en grupos de
dos, de tres y hasta de seis estudiantes, sentándose tres de frente y tres trabajando
“torcidos” con los de atrás. Sino es mucho rato, hemos comprobado que no hay
demasiado problema.
Si los asientos son móviles es posible trabajan en círculo, para discusiones de grupo
grande o formado grupos pequeños para temas mas concretos. La transformación puede
ser muy rápida.
También se pueden hacer dos grupos enfrentados, para visualizar físicamente
situaciones contrapuestas.
La sillas pueden también ser retiradas, para ejercicios de pie 8 .
Todas estos ejercicios y situaciones requieren una preparación previa y un tiempo
adecuado, pero la profundidad con que se trabajan los temas y la implicación de los
estudiantes, los hacen totalmente “rentables”. Solo hay que distribuir el tiempo entre las
exposiciones de conocimientos y los ejercicios participativos.
Es útil disponer de recursos especiales para grandes espacios, como micrófonos o
proyectores de transparencias o de cañones para imágenes de “Power Point”, video o
Internet. Todo debe contribuir a acercar el emisor y el receptor, tanto en el aspecto
físico como en el cualitativo. Este acercamiento debería ser complementado con la
batería de posibilidades que facilita la dinámica de grupos explicada en el apartado
anterior.
Hay que tener en cuenta que la técnica juega a menudo malas pasadas, que pueden
poner en ridículo al profesor: Micrófonos que no funcionan o que rompen los tímpanos
de los oyentes, proyectores que no se encienden, bombillas que se funden o ordenadores
que dejan de funcionar. Hay que tener siempre preparada la solución de emergencia. Lo
que no debería pasar, pasará. Seguro.
Además, para la proyecciones (transparencias, “Power Point”) hay que tener un cuenta
las dos sencillas normas básicas que son la medida de la letra (que se vea bien desde la
8
Gómez, J.A. Historia visual del escenario. Ed. La avispa. Madrid, 1997
6
última fila del aula) y el número máximo de líneas por transparencia (para no saturar al
público), que los expertos cifran en siete.
Las proyecciones por si mismas, ya atraen la atención de una forma notable, quizás por
la costumbre que la mayoría tenemos de la visión del cine y la televisión y de la
seducción por el sonido, el movimiento, los cambios o el color, y por la focalización de
la atención en un espacio luminoso.
Como se ha dicho al principio de esta comunicación es posible que este tratamiento
"teatral" 9 del aula, pueda ayudar a entender mejor la complejidad del acto que se está
celebrando y de los recursos que se dispone para conseguir un mejor aprendizaje de los
estudiantes.
9
Cid,L. Nieto,R. Técnica y representación teatrales. Ed. Acento. Madrid, 1998.
7
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